Arte y Politica 2005-2015 Nelly Richard
Arte y Politica 2005-2015 Nelly Richard
Arte y Politica 2005-2015 Nelly Richard
No cabe duda que los cambios acontecidos en Chile en materia política, social, cultural y
tecnológica en estos últimos quince años han modificado el mapa de la visualidad
contemporánea. ¿Cuáles han sido las trincheras críticas que han organizado dicha visualidad?
¿Qué se ha entendido como límite político del/en el arte respecto a la institucionalidad y sus
márgenes? Frente a estos desafíos y para poder dar cuenta de aquella fragmentaria respuesta
de discursos, continuidades irresolutas, pendientes derivados de la dictadura, documentos
ocultados, así como a la apertura a zonas poco exploradas –a ratos omitidas e incluso
denostadas–, es que Richard y su equipo se proponen revisar lo producido, en materia de
artes visuales, a lo largo de este último período. Diego Parra, uno de los investigadores de
este libro, nos anticipa en el prólogo que la idea de arte y política que se trabajó en la
selección no atiende a un modelo rígido o cerrado, más bien apunta a una cuestión “no
mesurable o enunciable en una forma fija”. Así, este libro trata más bien de la exploración de
un campo extendido y mutable de prácticas limítrofes que, como señala Richard, “subvierten
la mirada para alterar los códigos dominantes”.
Me gustaría comenzar analizando algunos aspectos sobre este nuevo trabajo que tiene una
vinculación ineludible con su antecesor, el coloquio Arte y Política organizado en junio del año
2004 por la Universidad de Chile, la Universidad ARCIS y el entonces Consejo Nacional de la
Cultura y las Artes. Dentro de las diversas actividades que tuvo ese proyecto surgieron dos
productos centrales: un libro y tres videos. Como bien señala Richard en la introducción de
esta nueva edición, “la comisión del Coloquio del 2004 coordinó un trabajo de investigación de
materiales de archivo para la realización de piezas de video documentales”.[1] Si bien los tres
productos audiovisuales funcionaron como un ejercicio de relato que dialogaba con algunos
de los fragmentos de textos críticos del libro, formalmente la construcción audiovisual variaba
de acuerdo al enfoque de cada uno de sus realizadores. En el caso del primero, de Galaz y
Errázuriz –y quizá tomando en cuenta la experiencia pionera de Galaz en el programa de TV
Demoliendo el Muro–, operó en momentos con el propio historiador del arte en pantalla
realizando algunas entrevistas y conjugándolas con documentos. El tercer caso (1990-1994) se
constituyó principalmente a partir de entrevistas a artistas y teóricos que comentaban, entre
otros temas, el escenario neoliberal transicional, los graves pendientes en materia de DDHH,
las escuelas de arte, las exposiciones y los espacios alternativos, así como la
internacionalización del arte local. Sin embargo, el segundo video realizado por Richard (1973-
1989), fue construido principalmente desde la lectura de archivos, como films, documentales,
segmentos radiales, fotografías, textos y portadas de catálogos. En él, Richard nunca aparece
en pantalla. Su presencia siempre se sobrepone con la selección, recorte y edición de archivos
desde el marco conceptual del proyecto de la Escena de Avanzada y algunas de sus
derivaciones críticas. Esta fue la estrategia que lo distinguía y que continúa en el trabajo de
este nueva etapa. Por otro lado, aquel libro resumía las presentaciones de los participantes al
coloquio en torno a temas que sintonizaban con algunos de los postulados de los videos. Sin
embargo, no necesariamente generaron una coincidencia con la síntesis teórica e histórica
que los videos presentaban, quedando vacíos específicos como, por ejemplo, los reflejados en
el análisis del arte de los sesenta.
A quince años de dicho trabajo, Nelly Richard asume nuevamente el desafío de continuar
revisando críticamente la actualidad, a partir de la fragmentación discursiva, polisémica,
conflictiva y que define como “un conjunto de prácticas culturales a menudo contrapuestas
entre sí, que deja espacios libres para que se desarrollen internamente batallas interpretativas
en torno a cómo se ejercen los mecanismos de dominio, subordinación y resistencia en cuya
esfera de interacciones materiales y simbólicas interviene el arte”.
De este modo, tanto el video Arte y Política (fragmentos) presentado en marzo del año pasado,
como este libro, se plantean como una selección, claramente parcelada e inconclusa como lo
señalan sus autores, pero cuyo intento es contundente al querer localizar en el contexto obras
y prácticas ligadas al extendido binomio arte y política desde potentes densidades de
discursos vinculados al cambio en la educación pública, la educación no sexista y feminista, el
respeto y la no discriminación a las disidencias sexuales, justicia y reparación a víctimas de
DDHH, la relación del Estado con los pueblos originarios, el centralismo, el espacio público y
las comunidades, las políticas migrantes, entre otros. Ya sea desde las instituciones, la calle o
bajo las difíciles condiciones de espacios independientes, este libro recoge temas que son
permanentemente acechados por la molestia de la hegemonía política y económica y cuyos
resultados suelen ser eclipsados por la trampa espumosa del flujo medial actual.
El video fue pensado como pequeñas cápsulas de imágenes e información compiladas desde
el trabajo de archivos, tanto en acervos documentales como de materiales facilitados por los
propios actores, que se impelen desde sus propias voces y que en su edición permiten al
espectador leer en su conjunto un ejercicio de testimonio activo del tiempo más reciente. Digo
esto, en virtud también de las diferencias entre generaciones que conviven en la selección.
Artistas ya consagrados se ecualizan en el tiempo de exposición con propuestas jóvenes que
se posicionan con cada vez más fuerza en la escena local. De esta forma, tanto el video como
el libro se esfuerzan por levantar y compilar en un producto integrado, con la voz de actores
que desde sus propias estrategias de producción y visibilidad, ya sea por medio de videos,
fotografías, relatos y en esta última versión compuesta principalmente por textos de libros,
catálogos y autoediciones.
Como una voz contracultural, Richard ha batallado por defender una ética del pensamiento,
una línea que remeció las artes visuales y la cultura de un país y que, a pesar de las políticas de
los acuerdos de la transición, siguen manifestándose como tareas dolorosamente pendientes.
La selección de los textos que presenta Arte y Política 2005-2015 se localiza en la trinchera de
la visibilidad y la resistencia que son avaladas por el impecable trabajo intelectual y
académico que por años ha realizado Richard. Curiosamente los clamores siguen siendo los
mismos que se condensaron en el modelamiento de su propuesta de la Avanzada y que
siguieron presentes en el magnífico trabajo editorial de la Revista Crítica Cultural. Parece ser
que, al ver esta publicación, el tiempo de los conceptos acuñados para dichas producciones
se hubiesen congelado en las mismas disputas, pero con nuevos actores. Como una voz
contracultural, Richard ha batallado por defender una ética del pensamiento, una línea que
remeció las artes visuales y la cultura de un país y que, a pesar de las políticas de los acuerdos
de la transición, siguen manifestándose como tareas dolorosamente pendientes.
Estos nuevos casos, que se alternan con algunos de los aparecidos en la primera versión de
Arte y política, se suceden, como bien queda en evidencia en el libro, con mayor fuerza en
espacios independientes. Estos últimos luchan por ser una voz constante entre medio del
ruido del evento, del cóctel y la nota de prensa. Son apuestas de movilización cultural y social
que –en el efecto de agrupamiento editorial– permitirán ser rastreadas, pesquisadas y
analizadas en futuras publicaciones del área. Así, Arte y política se manifiesta en su navegación
alterna de casos marginales como un llamado de atención para una academia, de teoría e
historia, que requiere mayor vigor de acción vinculante con el medio, las comunidades y la
realidad del país. He aquí, si se me permite, un llamado a los organismos regentes de las
políticas universitarias a romper con ciertas ataduras de las duras imposiciones de horizontes
exclusivamente cientificistas, a las que se están sometiendo a las artes y las humanidades.
Arte y política es un ejemplo de ello, ya que de todos los textos presentados aquí no reconocí
ninguno que surgiera meramente del universo de las revistas indexadas.
Arte y política 2005-2015 demuestra ser una pausa necesaria al tráfico incesante de
información. Una instancia de lectura breve, monitoreada desde los ojos de investigadores
conocedores de los espacios, colectivos y artistas emergentes y que se arroja desde sus
caleidoscópicas reflexiones a un estado panorámico que facilita al lector el encontrar claves
para dar con cruces críticos entre sus casos. Recuerdo que uno de los valores asignados con
mayor reconocimiento al libro Chile, Arte Actual de Milan Ivelic y Gaspar Galaz (editado en
1988), fue su compilación final de documentos. Además del recorrido extenso y de la
información clave que entrega dicha edición, los documentos finales, muchos de ellos
autoeditados e independientes, permitían acceder a un cuerpo de escritura que auspició el
análisis del campo, en singularidades, y que al conectarse con el relato de los académicos en
el libro potenciaban aún más su comprensión. En un momento en el que la escritura
especializada sobre artes visuales en Chile se ha atomizado en una serie de artículos y
ensayos, como los presentados en la colección del Centro de Documentación de las Artes
Visuales CEDOC, la operación de reactualización del archivo que ofrece este libro nos impulsa
a conectar visual, documental y reflexivamente períodos diversos, desde sus contextos de
producción y recepción cultural, para producir nuevas investigaciones.
Richard le deja de plano una tarea analítica a sus lectores, la de tener que estudiar este libro
como una perspectiva posible de lo general y no como una generalización en sí. Esto último no
debe ser buscado bajo ningún punto de vista en estas páginas. Algo que quizá habría que
remarcárselo a algunos galeristas, coleccionistas y periodistas culturales, que a ratos buscan con
desesperación dicha síntesis operativa.
Ambos productos, video y libro, condensan un sincronía de formatos donde las imágenes y las
palabras impulsan la tensión de nuevos ejes reflexivos a problemas que subyacen más vivos
que nunca en el país. Aquellos ejes emergen en los títulos mismos de la cartografía
presentada: “globalización, localidades y comunidad”, “paisajes urbanos”, “arte, movilizaciones
y esfera pública”, “desobediencias de cuerpos y género”, “violencias y despojos” y “la memoria
inconclusa”. Estos capítulos suman estallidos y estridencias de sus localizaciones presentes.
Pensar este trabajo como nodos de un marco general es siempre una actitud riesgosa y
provocadora, ya que contiene inevitablemente la premisa de que no todo podrá ser contenido.
Gracias a esta arrojada tarea, de arrastrar el peso de un recuento –hecho a contrapelo–, los
investigadores podemos abordar con mayores herramientas documentales y críticas el
ejercicio relacional de campo. En este sentido, Richard le deja de plano una tarea analítica a
sus lectores, la de tener que estudiar este libro como una perspectiva posible de lo general y
no como una generalización en sí. Esto último no debe ser buscado bajo ningún punto de vista
en estas páginas. Algo que quizá habría que remarcárselo a algunos galeristas, coleccionistas
y periodistas culturales, que a ratos buscan con desesperación dicha síntesis operativa.
La facilitación de la presentación de cada capítulo es realizada de manera concluyente por los
investigadores del proyecto Lucy Quezada, Mariairis Flores y Diego Parra, quienes abordan
problemáticamente las entradas a los casos presentados. Estos jóvenes investigadores
auguran la promesa de un trabajo serio y sistemático. Voces frescas y renovadoras, aplicadas y
estudiosas del momento histórico en el que les tocó trabajar. Igualmente, considero
importante destacar el modelo dialogante del trabajo realizado para el video que incluyó un
largo periplo por espacios universitarios y de educación secundaria a lo largo de todo Chile He
ahí un potente valor que conscientemente llevó al equipo de Arte y política a la praxis misma
del ejercicio pedagógico. Ellos trabajaron en pequeños auditorios, salas de clases
universitarias y secundarias, donde en la cercanía con los asistentes, y lo pude confirmar
personalmente, se intercambiaban ideas, procesos de trabajo y experiencias. Si bien resulta
complejo analizar los casos que presenta este libro, ya que son más de cuarenta, trataré de
sintetizar algunas cuestiones centrales en torno a los capítulos.
El segundo capítulo, Paisajes urbanos, nos invita a levantar la mirada y reconocer el cambio
brutal que ha tenido la ciudad el día de hoy. Se trata de un examen a la reconfiguración del
espacio o, como dice Mariairis Flores, “de la ciudad y su reconfiguración social: sus
arquitecturas y estéticas publicitarias, sus espacios configurados a partir de los cuerpos y las
luchas por la vivienda, narrativas populares, testimonios de la migración y memorias de barrio”.
Un ejemplo de lo anterior lo constituye la investigación curatorial de Galería Metropolitana, en
conjunto con otros miembros, a las contradicciones en el destino del emblemático proyecto
del Hospital abandonado de Ochagavía y la especulación inmobiliaria que determinó su
destino. Igualmente, destaca el trabajo fotográfico e instalativo que artistas han desarrollado
como proceso de contraste que evidencia la segregación en la metrópolis. Paisajes Urbanos
también incluye intervenciones callejeras realizadas por artistas en Valparaíso, Concepción y
Valdivia, así como proyectos artísticos con las comunidades de La Pintana y Pedro Aguirre
Cerda. Se presentan también los proyectos de investigación en la Villa San Luis y cartografías
sobre la historia de los campamentos en Santiago.
También, y como bien sabemos, las movilizaciones sociales y estudiantiles de 2011, herederas
de las del 2006, generaron un cambio radical en el país. La estabilidad económica y los
acuerdos de las coaliciones políticas comenzaron a desarticularse desde el clamor en las
calles, liceos y universidades por la continuidad de políticas arrastradas de la dictadura. Si
volvemos al ejercicio comparativo de las dos etapas de Arte y política, sin duda, el movimiento
de los estudiantes marca a fuego esta segunda versión. Esta investigación no podía
desatender dicha fractura, y el tercer capítulo del libro, llamado Arte, movilización y esfera
pública, da cuenta de una serie de casos que deambulan en los límites entre obras artísticas y
activismo, y que fueron pensadas desde la protesta en el contexto de las movilizaciones de
aquel año.
El punto de vista feminista ha intervenido también en la discusión en torno a las artes visuales,
pese a que la historiografía y el sistema curatorial dominantes las quieren negar.
El cuarto capítulo del libro, Desobediencias de cuerpos y género, también actualiza desde
nuevos casos una problemática que Richard ha trabajado a lo largo de toda su carrera. Su
lucha crítica en favor de las disidencias sexuales y el feminismo ha tenido que lidiar con la
arremetida conservadora que ha impulsado discursos de odio, homofobia y machismo, desde
sus tradicionales lugares de privilegio. Esto lo reafirma en su introducción Mariairis Flores,
señalando que “el punto de vista feminista ha intervenido también en la discusión en torno a
las artes visuales, pese a que la historiografía y el sistema curatorial dominantes las quieren
negar”. Así, el capítulo examina una selección de textos que indagan desde la visualidad la
violencia física y simbólica los cuerpos insumisos al poder patriarcal y la resistencia política
contra la discriminación social al movimiento LGBTI.
Violencias y Despojos es el quinto capítulo del libro, y en él se dan cita casos que, como señala
Lucy Quezada, se refieren a “intensidades que vulneran y vuelven residuales las presencias de
ciertos cuerpos, de ciertos grupos, de ciertos pueblos que, desde una épica que va del
silencio al bullicio, parecen resistir”. Se trata de acciones que desde el Estado y el poder
vulneran la condición del bíos social, que se resiste a las condiciones de precarización,
pobreza y muerte que el neoliberalismo le ha impuesto a fuego. La resistencia de las
comunidades mapuche, la dolorosa situación de los niños y niñas del SENAME, los internados
públicos, las crudas condiciones de precariedad social producidas por la explotación de
transnacionales mineras, así como el sesgo de las coberturas mediales, basadas en
diferencias étnicas y raciales que justifican masacres y genocidios en el mundo, son algunos
de los ejes que se tratan en este capítulo.
El último y sexto capítulo, La memoria inconclusa, nos revela principalmente casos que
indagan la histórica deuda con los Derechos Humanos en Chile. Por medio de diversas
estrategias de aproximación visual, las obras y textos que componen este capítulo examinan,
desde diversos ángulos, el trauma de la violencia sistemática y el fracaso de políticas de
reparación, en sintonía con el permanente acto de borradura de la construcción social del país
antes del golpe de Estado. Destaco en este punto el texto que la propia Nelly Richard realiza
sobre el trabajo del Espacio de Memorias Londres 38, cuya labor ha sido, y cito a Richard, la de
“generar por medio de diversas acciones una perfomatividad de una memoria crítico-
transformadora que sacude el pasado conocido para liberar nuevas fuerzas de sentido”.
También resulta interesante de analizar el fenómeno de nuevas construcciones críticas desde
tecnologías de archivos, que dejan entrever mecanismos de referencia simbólica y digital
sobre el cual tanto la denuncia como la poética de la imagen articulan sentidos alterados
sobre la hegemonía de la información.
[1] El primero de ellos Arte y política I (1960-1973) coordinado por Gaspar Galaz y Virginia
Errázuriz, el segundo Arte y política II (1973-1989) organizado por Nelly Richard, y el tercero que
abordaba el período 1990-2004, trabajado por Nury González, Willy Thayer y Guillermo
Machuca.