William S Schaill - Como Leer Mas Rapido en 7 Dias
William S Schaill - Como Leer Mas Rapido en 7 Dias
William S Schaill - Como Leer Mas Rapido en 7 Dias
usos:
1- Contador ocular. Para comprobar el número de veces que
la vista del lector se detiene en una línea de tipo, mírese por el
agujerito uno de sus ojos y cuéntese el número de veces que el ojo
salta de un punto a otro.
COMO LEER
Contador ocular - Lado 2.
Lea las seis líneas de abajo mientras alguien cuenta número de veces
MÁS RÁPIDO
que su vista se detiene en cada línea por el agujero. Cambie después
de lugar con su ayudante y vea cuántas veces se detiene su vista.
¿Qué es para usted leer mejor y más aprisa? Es algo que ayuda a
progresar en los negocios porque permite acabar antes con la lectura
del papeleo y deja más tiempo para
EN 7 DIAS
labor constructiva. Leer bien significa leer más aprisa, entendiendo
mejor y reteniendo lo leído y dejando así más tiempo para saborear
infinidad de buenos libros.
PRIMERA PARTE - LEER MÁS RÁPIDO
Para averiguar cuántas palabras lee uno por minuto, cuéntense las palabras que tiene el trozo leído y búsquese el
número más cercano a la cifra en la línea horizontal que encabeza el cuadro. Véase en la columna el número que queda
frente al tiempo de lectura, indicado por la columna del extremo izquierdo. Tal será aproximadamente el número de
palabras que uno lee por minuto.
Siete días para leer más rápido
A.HORA QUE YA CONOCEMOS Cómo leer más rápido en 7 días, resumamos los objetivos que alcanzaremos
mediante el empleo de este libro. Hay muchas probabilidades de que usted no sea actualmente un lector muy
experimentado, profundamente 'consciente de cómo se lee según sea el fin. Deja usted vagar su mente mientras mira la
página, y así no entiende ni retiene todo cuanto podría. De lo que se trata es de que usted ajuste todos sus sentidos de
forma que quede completamente absorto, ensimismado, en su lectura. Hay que estar transportado, atento, de modo que se
sientan venir las palabras del autor. La atención debe estar cautivada por completo.
Para que se vea hasta dónde puede llegarse así, vamos- a hacer otra prueba de cronometraje. Pero esta vez va usted a
ponerse en tensión, a concentrarse, a leer con los cinco sentidos embargados, y con la mente dedicada al
Ejercicio 2: Utilice la parte de lectura de frases que tiene la taijeta de recorrido a pasos para leer rápidamente las
Ejercicio 1: Utilice la gráfica de vaivén ocular. Mire brevemente cada trazo negro y ejecute oscilaciones rápidas de
línea en línea siguiendo los movimientos de la lectura.
El espaciado de las tres líneas que damos a continuación sirve para la misma práctica de oscilación de la
mirada. Lea practicando
s aparezcan conscientemente
precisamente el vaivén
a la izquierda. ocular
La taijeta y así se uniformemente
va bajando acostumbrará alpor
nuevo
cadamodo delas
una de leer.
columnas,
haciendo tan sólo una fijación en la primera y segunda y no más de dos fijaciones en la tercera. El fin de este ejercicio es,
además de la práctica en la lectura por frases, la reducción del tiempo empleado en cada fijación. Es otro modo de
acelerar la lectura.
La lectura objetiva
Cuarto día: ejercicios de velocidad
ES TIEMPO YA DE AUMENTAR los ejercicios que harán la lectura más rápida. Hemos visto la lectura por frases y
cómo incrementa automáticamente la velocidad. Y que no se puede lograr rapidez y comprensión si no se concentra uno
de un modo total en lo que lee.
¿Qué velocidad alcanzará usted? ¿Ha oído hablar de gente que lee hasta 5,000 y 10,000 palabras por minuto? Todo
cuanto yo puedo decir al respecto es que no conozco a ninguno de estos genios, aunque tal vez puedan existir.
Personalmente, no conozco a nadie que haya superado la marca de cuatro minutos por milla, pero muchos corredores lo
han hecho.
A menos de que usted tenga de por si una capacidad excepcional, yo diría que debe aspirar a 600 u 800 palabras por
minuto. Si logra usted leer 800 palabras por minuto y conserva ese ritmo con un material narrativo normal (o sea 48,000
palabras por hora), eso representaría la posibilidad de leer un libro de 100,000 palabras (una novela o una biografía de
buen volumen) en una noche.
Dediquémonos ahora a los ejercicios que aumentaran su velocidad. Se trata principalmente de aprender a avanzar
con la técnica de lectura por frases, ya explicada, forzando siempre la marcha más allá del ritmo al cual puede usted leer
con comodidad.
Lectura en columnas
Suelo decir que el periódico es uno de los mejores medios para la practica de la lectura moderna. Quiero decir qxie a
causa de sus estrechas columnas uno puede ir recorriendo sus líneas fácilmente y con pocas fijaciones por línea. Para
obligamos, tracemos una línea que atraviese de arriba abajo cualquier columna de periódico. Miremos la línea y tratemos
de extender nuestro alcance de reconocimiento lo más lejos que podamos a ambos lados, para captar las palabras a
medida que la vista va descendiendo por el centro de la columna. Al principio tal vez no consigamos hacerlo bien, pero
hay que practicar. Con el ejercicio iremos descubriendo que podemos prever palabras y sentido, como vimos en el
capítulo segundo. Concentrándonos en el medio de la columna y bajando por ella veremos que cada vez comprendemos
más, hasta casi leer toda la columna.
Para practicar, probemos la técnica con columnas de frases. El ejercicio con columnas que damos a continuación es
exactamente el mismo que vimos en el capítulo segundo, a excepción del hecho de que estas frases no tienen relación
entre sí. Sirvámonos de la parte recortada de la tarjeta de recorrido a pasos:
La lectura instantánea
Nuestra técnica consiste en aumentar la velocidad del reconocimiento de imágenes verbales y cifras. En las aulas, los
estudiantes reciben extensiva práctica con lo que se llama un "disparador de frases". Es una ayuda individual que expone
frases o dígitos por un periodo predeterminado e inmediatamente los borra a la manera de un anuncio intermitente. El
objeto de este modo de adiestrarse es hacer la percepción rápida para que los ojos se fijen instantáneamente en varias
palabras o números a la vez. Con las fiases, la mente recibe imágenes mentales tan rápidamente que las ideas se
construyen una a partir de otra y no hay tiempo que permita vagar al pensamiento.
Este ejercicio se puede hacer con la taijeta. Pídase a alguien que nos haga dos o tres listas en columna. Empecemos
con palabras cortas y avancemos hasta frases de unas quince letras. El ejercicio consiste sencillamente en tomar la taijeta
y ponerla encima de la primera frase, bajarla y subirla otra vez lo más rápidamente posible. En el breve instante en que
queda descubierta debe leerse la frase. Después se pone la taijeta encima de la frase siguiente se repite la operación.
El ejercicio con cifras tiene una mecánica exactamente igual que el ejercicio con fiases. Es útil para agudizar la
percepción de los detalles, porque ningún número tiene relación con otro. Se empieza con números de tres dígitos, se pasa
después a cuatro y así se prosigue aumentando el número, hasta llegar a ocho. Las columnas de números del directorio
telefónico proporcionan excelente ocasión de practicar.
Hay que ser lo más estricto posible cuando se dispara la tarjeta. Bájese y súbase dejándola descubierta el espacio más
corto de tiempo que sea factible. Nadie más que usted sabrá cómo va su marcador, así que no es necesario hacer trampa.
Este ejercicio es excelente para la lectura rápida.
Lo que aquí nos interesa es reducir el tiempo que tarda nuestra vista en fotografiar una imagen y transmitirla a la
mente. Después hablaremos de la importancia del vocabulario en el marcador de la lectura- rápida. Diré aquí únicamente,
de modo general, que las palabras (como los rostros) son imágenes. Su configuración hace más fácil su reconocimiento.
Cuanto más extenso es nuestro vocabulario, más pronto reconocemos las palabras. Cuantas más palabras conoce uno, más
aprisa lee. Sobre todo en la lectura instantánea, lo reducido del vocabulario es un gran obstáculo para la adquisición de
velocidad en la lectura.
Lectura por espacios
En la lectura rápida sirve de ayuda enfocar los ojos inmediatamente por encima de las palabras, y no
precisamente en la línea. Esto nos da una manera de perspectiva que tiende a hacer que las palabras resalten en
frases. Así se absorben y fotografían con más rapidez. Por el mismo sistema enseñan a los marineros a buscar un
barco o una señal en la noche. Se mira sencillamente al lado del lugar donde se cree que estará el objeto. Hágalo
y lo verá rápidamente.
Después de haber trabajado un rato con el periódico y practicado los demás ejercicios, quiero que pase usted una
noche leyendo una novela bastante ligera, que no sea de lectura difícil. Emplee la tarjeta de recorrido a pasos. Colóquela
de modo que cubra exactamente la primera línea de cada página. Váyala bajando con un ritmo regular por cada línea,
siempre un poco más aprisa de lo que pueda leer cómodamente. Trate de sentir el ritmo. Después deje la taijeta y prosiga
leyendo con el mismo ritmo. Por ningún concepto permita que sus ojos vuelvan atrás. Si se pasa algo, déjelo. Lea y lea y
siga leyendo... lo más rápidamente que pueda.
Si ha estado usted trabajando asiduamente en las técnicas que le enseñé, acabara el libro en una sesión. Es posible
que antes pasara una semana con una novela, pero esta noche, cuando se vaya a la cama, habrá dado vuelta a la última
página. Es el primer triunfo y dividendo que puedo ofrecerle por su curso de lectura moderna. ¡Se ha leído todo un libro
en una noche!
Ahora, cómprese un montón de obras en rústica, porque uno de los requisitos de la lectura moderna es estar siempre
entrenado por la práctica constante. Siempre que tenga una tarde o una noche libre en su casa, tome el librito siguiente.
Utilice la taijeta para leer paso a paso las primeras 20 páginas. Después suelte la taijeta y siga leyendo velozmente.
Concéntrese. Lea por frases. Emplee todas las destrezas aprendidas., Ahora se dará cuenta de que la lectura más aprisa
no es una teoría, y de que con usted, funciona.
CAPITULO - 5
La lectura a saltos
Pocas son las personas que confían en la eficacia de la lectura a saltos y es que no saben hacerla, porque la mayoría
de las personas no preleen. Y la prelectura es la guía, ya que es el único medio que hay de saber más o menos a primera
vita lo que contiene un artículo o un libro y, por lo tanto, -hasta qué punto merece leerse. Al preleer ya se efectúan
bastantes saltos. Pero ahora ya s-abe usted lo que le puede ofrecer un artículo. Tiene una buena idea de las partes que
deberá leer cabalmente, así como de las que puede saltarse sin gran peligro de perder algo bueno.
Leer a saltos es sencillamente seleccionar. Cuando lea usted un artículo en busca de cierta clase de información y el
autor se oriente hacia una parte del tema que a usted no le interesa... dé un salto, hasta que vuelva lo interesante. Si las
tablas de cifras y estadísticas no merecen recordarse... sáltelas con tid-a confianza. 'Va sal; usted dónde buscarlas cuando
las necesite. El autor las quería para probar su argu Pero usted no tiene por qué estudiarlas en detalle si acepta la palabra
del autor de que su documentación es buena. Sáltese las explicaciones detalladas de orden técnico a menos que tengan
que ver con su propio campo de especialización. Esté atento a descubrir los 'pasajes en que un autor repite, para insistir
en algo que ya dijo. Lo está diciendo "de otro modo", y lo más probable es que a usted no le interese conocer "ese otro
modo".
En resumen, la prelectura es una orientación acerca de las partes de un artículo que podríamos saltamos. Pero no
descubre una rápida ojeada los trozos que no hacen al caso, que también podrían saltarse, aun cuando usted haya
planeado una lectura completa. La lectura a saltos es principalmente útil si, con toda la concentración que ya aprendió a
ejercitar, está usted dispuesto a olfatear párrafos y hasta partes enteras que no cumplen lo que parecían prometer y no
contienen información que a usted le interese para el fin actual de su lectura... o tal vez no sabe todavía si le interesa.
La lectura por encima
La lectura por encima es sencillamente el método de recorrer rápidamente un artículo con la vista. Pero en este caso
tampoco se obtiene gran beneficio si no se hace con un fin. Hay dos razones, concretamente, para leer por encima: 1)
Encontrar determinado dato informativo que se sabe contiene el artículo. 2) Esperar que la casualidad ponga en el
camino de nuestro recorrido superficial frases importantes o datos sueltos que vamos utilizar. Cuando se lee por encima
con un fin determinado, los datos importantes le salen a uno al paso. Pero hay que saber lo que se busca.
Recorrido superficial en busca de un dato. Estamos buscando un dato, digamos la fecha en que fue elegido el
actual presidente. Estamos casi seguros de que el artículo que tenemos delante lo continúe. No queremos leer todo el
artículo sino solamente dar con el alusivo dato.
He aquí cómo descubrirlo rápidamente. Recorramos con la vista la pagina, sin leer realmente el artículo, y
hagamos dos paradas en cada línea de tipo. Una buena práctica es poner verticalmente un lápiz en el centro de la página
o columna. Fijemos al principio la vista dos veces en cada línea, una a la derecha y otra a la izquierda.
No mire usted directamente a la línea impresa. Mire inmediatamente encima de ella, en el espacio blanco que queda
entre las líneas. Después de seguir el ritmo de oscilación de los ojos durante unas cuantas líneas, póngase a hacer
solamente una fijación por línea. Fíjese a la izquierda del lápiz a partir de la séptima línea a la derecha en la octava,
etcétera. Haga estas fijaciones en zigzag sobre las líneas consecutivas, hasta dar con la fecha buscada.
Cuando echamos así un vistazo en busca de un dato concreto, no debemos dejar que nuestra atención se distraiga.
Hay que tener presente tan sólo aquello que estamos buscando. Al ir mejorando nuestra destreza con la práctica, veremos
que, efectivamente, la palabra, la frase o el dato que sean saltan de la página a nuestro encuentro. Y así llegamos a la
fecha que nos interesaba: 8 de noviembre de 1960.
Búsqueda de datos y frases al azar. Esta segunda técnica de lectura por encima es útil cuando no se está seguro de
que un artículo contiene algo que sirva para nuestro fin y queremos comprobarlo en el menor tiempo posible. Podemos
utilizar esta técnica de ojeada durante la prelectura, si así lo deseamos. Cuando nos ponemos a leer solamente las
primeras frases o los primeros párrafos en la prelectura (véase e capítulo primero), tratemos de echar un rápido vistazo al
resto de los párrafos, atentos a los nombres, las fechas y las frases importantes que tal vez quisiéramos recordar. Fijemos
la vista algo más arriba de, las líneas y vayamos en zigzag de acá para allá. Lo que queremos ver saldrá al paso de
nuestros ojos.
Es decir, nos saldrá al paso si sabemos lo que buscamos. Eso es lo que importa al ojear. Así como debe leerse con un
fin, también debe ojearse con un fin. De otro modo, al vagar los ojos por la página, el cerebro se pondrá a vagar también.
La mente debe estar apegada firmemente a su tarea si hemos de concentramos y seguir la norma de prelectura, de leer la
primera frase de cada párrafo y buscar ojeando los datos y las frases que queden en medio.
Los investigadores de que hablaba en el capítulo primero descubrirán que la lectura por encima es una destreza
inapreciable, que vale la pena cultivar. Es un magnífico método para ahorrar tiempo cuando hay que examinar muchos
libros y artículos relacionados con un propósito determinado, pero no necesariamente con el aspecto de que se va a tratar
en ese momento. Con la lectura por encima y la prelectura el investigador está en condiciones de decidir al instante si
vale o no la pena detenerse con tal o cual detalle. Y la lectura superficial es un atajo excelente para hallar un dato o una
fecha que no tiene más remedio que estar en alguna parte del capítulo o del libro.
Al comparar los dos, ¿descubre usted que en el segundo puso datos de gran importancia, lo cual demuestra que su
primer resumen era insuficiente o incluso inexacto? Si es así, no está todavía bastante diestro en el acopio de ideas
importantes al ojear, o no elige bien lo que se saltará. Esto quiere decir que debe usted concentrarse más, que necesita
más práctica de estas dos destrezas, hasta que tenga la seguridad de dominarlas.
CAPITULO - 6
1. Activo. Las palabras que uno suele usar en la conversación. Es probable que el vocabulario activo de usted
tenga de cinco mil a diez mil palabras.
2. De reserva. Son las palabras que uno conoce pero nunca o casi nunca utiliza corrientemente al hablar. Las
emplea al escribir una carta, cuando tiene tiempo para reflexionar o cuando busca un sinónimo. Conoce esas palabras
lo bastante bien para no dudar con ellas en la lectura rápida.
3. Pasivo. Éste es un remanente de retazos que uno reconoce vagamente pero de cuyo significado no está muy
seguro. No suelen emplearse estas palabras ni en la conversación ni en la escritura. Sólo sabe uno que las ha visto en
alguna parte, pero no sabe dónde, y cuando se las encuentra en la lectura rápida le dejan desconcertado.
Para aumentar la extensión de su vocabulario debe usted ir ascendiendo de categoría las palabras hasta que formen
parte de su vocabulario activo listas para cuando se presente la ocasión. Si se empeña usted en esta tarea, le sorprenderán
agradablemente las palabras que se pondrá a emplear. Vocablos que antes le eran perfectamente desconocidos empezarán
a entrar en su conversación. Por ejemplo, la boga de los dinosaurios introdujo docenas de palabras imponentes en el
vocabulario de los jóvenes, fascinados por los grandes reptiles prehistóricos. Es probable que usted no conociera los
nombres científicos (nada comunes) de fósiles como el tiranosaurio, el estegosaurio, el tricerátops, el brontosaurio, el
pterodáctilo o el arqueópteri. Pero si sus hijos se ponen a hacer dinosaurios con sus estuches de herramientas caseras,
tiene usted que aprendérselos para poder alternar con ellos.
La súbita aparición de la era del espacio introdujo buena cantidad de palabras nuevas y difíciles, sacadas de los
laboratorios de ciencia, en las conversaciones cotidianas. Otro ejemplo es el de los plásticos, actualmente cosa común y
corriente en las prendas de vestir y en los artículos de cocina, que también han dotado de muchas palabras nuevas nuestro
lenguaje.
Si adquiere usted la costumbre del diccionario y el libro de notas (o las fichas), su habla cotidiana ganara en
precisión y animación. Citando usted conozca el significado exacto de todos los vocablos que actualmente están en su
sección pasiva descubrirá que habla con más aplomo, sin hacer esas frases enrevesadas, desmayadas y llenas de rodeos a
que obliga un vocabulario raquítico, que no contiene las palabras necesarias para expresar con exactitud las ideas. No hay
que ser corto con las palabras.
Si se dedica usted a anotar cada día unas cuantas palabras poco conocidas que encuentre en el periódico, verá cómo
empieza a alimentar y a enriquecer su vocabulario.
Prefijos y sufijos
En la formación del vocabulario ayuda mucho el conocimiento de los prefijos y sufijos que sirven para componer
muchos nombres. El conocimiento perfecto de su significado nos ayuda también a aumentar la velocidad de lectura. Abre
la puerta a lo que se llama inteligentemente ver venir, cosa que todos los lectores rápidos aprenden a hacer. La
comprensión de los prefijos familiares nos hace rápidamente conocida una palabra con anticipación; la de los sufijos nos
hace saber lo que debe ver el resto de la palabra que va delante, por la forma de la terminación.
Las lenguas modernas tienen muchas palabras tomadas de otros idiomas. Los prefijos y sufijos vienen principalmente
del griego y el latín y conservan más o menos su significado original. Esto da inmediatamente tina idea de lo que
significa la palabra que estamos leyendo. Los prefijos sugieren cierto modo de acción, como por ejemplo: dentro, fuera,
lejos, cerca, arriba, abajo, alrededor. 0 bien indican carácter, relación, pertenencia, etcétera. Los sufijos suelen expresar
más o menos relaciones o acciones parecidas.
Dividamos dos palabras para ver como se formaron:
En griego, el prefijo amphi significa "de ambos" o "de los caos". Bios, griego también, significa "vida"., juntos
significan animal que tiene vida de dos clases: en el agua y en la tierra. Es el "anfibio". También se dice de las plantas
que pueden crecer en el agua o ftiera de ella o de algunos vehículos.
El sufijo -able es de origen latino (-abilis). Con él se forma por ejemplo amable, que significa "digno de ser amado".
Del mismo sufijo procede amabilidad, calidad de amable. Todas las palabras que terminan con ese sufijo indican digno
de, capaz de, con calidad de, propenso a, etcétera.
He aquí, para empezar, 20 prefijos y 20 sufijos de uso común:
Prefijos, ambi-, ana-, ante-, apo-, bi-, con-, di-, hemi-, hiper-, hi, in, meta-, mono-, para-, peri-, poli-, pre-, pro-, sin-,
tras-,
Sufijos, -able, -acia, -aje, -anda, -ario, -aria, -eno, -esco, -gamia, -ico, -ina, -ista, -idad, -logia, -mero, -mente, - oide,
-oso, -ción, -tud.
Cópielos y apréndase el significado de todos ellos. Es fácil encontrarlos en los buenos diccionarios, y todo el que
estudia lectura moderna debe tener uno de ellos. Los prefijos y sufijos se hallan en listas por orden alfabético, igual que
las palabras enteras.
A los niños les enseñan a recordar la adición, la sustracción, la multiplicación como simples "hechos aritméticos".
Cuando dominan esos "hechos", las operaciones les resultan mucho menos difíciles. Los prefijos y sufijos son "hechos de
la lectura". El conocer su significado nos hace adelantar mucho camino en la rapidez de la percepción (y veremos por
ejemplo, que esta palabra lleva prefijo y sufijo).
El mayor léxico y estos hechos de la lectura aceleran nuestra velocidad de percepción, que es sencillamente el tiempo
necesario para que el cerebro reconozca palabras en las imágenes que la vista le envía. La aceleración del ritmo de
reconocimiento hace leer más aprisa, ya que reduce el tiempo necesario para absorber una palabra. Por esto es tan
necesario el léxico abundante para el lector rápido.
No hay que conformarse con adquirir palabras nuevas. Hay que cerciorarse de que no quedan dudas acerca de las que
antes se entendían sólo a medias. Después aplíquelas a la conversación, sírvase de ellas. No sea tímido.
Diga lo que sepa. Esta creciente facilidad de elocución le dará cuando lea más seguridad de haber entendido todo
cuanto dice el autor. A medida que el conocimiento del léxico le da confianza, la comprensión aumenta.
CAPITULO 7
1. Para informarse exclusivamente. Es ésta una categoría que requiere gran velocidad. Entran en ella
primeramente los informes, las cartas comerciales, los artículos de índole técnica del ramo o la especialidad que uno
tenga, etcétera, Se incluyen aquí también las sesiones con una enciclopedia o un libro de consulta y, naturalmente, los
libros de texto de los estudiantes. Necesitamos información, pero la calidad de la redacción no 'nos interesa, con tal de
que se entienda. Leemos lo más rápidamente que nos sea posible (entendiendo lo leído), saltando y ojeando cuando esas
técnicas nos parezcan indicadas. Los informes estrictamente de comunicación de noticias ent7añ también en esta
categoría, aunque es probable que debamos ir algo más despacio en los artículos especiales y los editoriales, que piden
un enfoque más crítico, como el de la segunda categoría.
2. Para valorar y hacer una crítica de las ideas. Esto requiere un ritmo más lento, En esta categoría entran
los libros en que el autor nos presenta su modo de ver. El lector avisado no acepta sencillamente lo escrito sino hace uso
de los conocimientos adquiridos y su inteligencia para justipreciar el criterio del autor y sus conclusiones. A medida que
va avanzando en la lectura se plantea deducciones y trata de prever los puntos con el desarrollo de la argumentación.
Este método incremento enormemente el placer del lector. Su mente está plenamente interesada y su concentración es
total. Si su mente ha estado antes sólo medianamente despierta con esta clase de material, la aplicación de los principios
de la lectura moderna aumentara grandemente su estimativa. Poique se trata de algo más que una destreza adquirida.
Como usted verá con la practica, descubre una nueva dimensión de entendimiento, porque nos hace valorar las opiniones
de los grandes pensadores del pasado y el presente. Ahora leemos con más facilidad, con mayor rapidez, y nuestra mente
queda en condiciones de absorber velozmente las ideas y se cuida de estimar su lógica.
Si alguna vez aprendió a tocar un instrumento musical, llegó sin duda al momento en que la digitación (la mera
técnica) podía olvidarse. Era usted capaz de tocar sin acordarse de la mecánica. Podía ya dedicarse a la interpretación de
la música. Pasa otro tanto con la lectura moderna. Se llega a un punto en que ya no debe uno preocuparse de la técnica
de la lectura. Puede adentrarse en lo que dice el autor, discutir con él, criticar sus conclusiones.
No estoy seguro de que usted haya llegado ya a este punto, a menos de tener una capacidad excepcional. Todavía
está usted en los ejercicios y empezado en adquirir práctica. Pero sabe por lo menos cuál es el fin a que aspira, la meta a
que llegará. Es ése el punto en que aplica de un modo natural los principios de la lectura moderna.
3. Para cultivarse. Cuando lee usted con este fin, no le interesan sólo las bellas letras, sino también los
pensamientos elevados. Caben aquí las grandes novelas, los grandes dramas y la poesía, las biografías, la historia, la
filosofía y otros aspectos de las humanidades, de concepción y redacción excelentes. A veces, la cláusula será intrincada.
Otras veces, penetrara fácilmente en nuestra mente. En esta clase de escritos siempre hay un rebose de la segunda
categoría, pero aquí no nos interesa tanto el discernimiento con ánimo critico. Tan sólo cuando los pensamientos o las
interpretaciones del autor entran en conflicto con lo que nosotros sabemos se nos ocurrirá ponemos a discutir
mentalmente con él, a hacerle preguntas. Por lo general, esta clase de lectura es algo que no aporta más que deleite a
nuestra mente y que excita nuestra imaginación.
Esta clase de escritos memorables no nos gustaría leerla toda velocidad. Pero a medida que aumente nuestro talento
lector, la leeremos más aprisa de lo que actualmente acostumbramos, sin por eso sacrificar la ilustración que nos
promete. Aquí es precisamente donde más importa tener un abundante vocabulario. En una biografía, en una buena
novela, el autor puede utilizar el léxico que se le antoje. No es que se vaya a proponer, deliberadamente, a hacemos
difícil la lectura con el empleo de palabras raras o deslumbrantes, pero si se le ocurre de repente una que para él es la
expresión exacta de un pensamiento o una emoción, no dudara en servirse de ella. El consejo dado en el capítulo anterior
acerca de la formación de un buen vocabulario será muy útil para material de esta suerte.
4. Por gusto y esparcimiento. Ahora se dispone usted a pasar un buen rato con un librito de esos
encuadernados a la rústica de que hablábamos antes (y si está encuadernado en cartoné también sirve). Se trata de una
novela ligera, de una historia detectivesca, de un sucedido real emocionante, de un relato humorístico o de una divertida
biografía. Aquí es donde entra con todo derecho la lectura rápida, porque usted va a recorrer el librito a paso de carga. El
estilo sirve para lo que se propone, pero no vale gran cosa. No deseara usted detenerse mucho con eso, y se conformara
con enterarse del tema y cómo se desarrolla.
VEAMOS UN EJEMPLO: Supongamos que es usted un hombre de negocios, con una formación intelectual mediana. Le
interesan los asuntos extranjeros, pero no es experto en la materia. En algún lugar del mundo hace erupción una nueva
crisis. Ha sabido usted de ella por el periódico, y ahora se encuentra con un artículo sustancial en una revista mensual.
Decide leerlo con el fin no sólo de obtener información, sino también de valorar y sopesar las opiniones del autor. Lo
mira rápidamente, pero cuando empieza a leerlo todo se da cuenta de que debe ir más despacio. Se mencionan nombres
poco conocidos de personajes, topónimos que usted apenas recuerda vagamente. Probablemente figuran también
estadísticas de la situación económica del país, y se habla de partidos políticos en conflicto. Como la mayor parte del
material es nuevo para usted, no le resultara fácil la lectura de este artículo.
Imaginemos ahora otra persona cuyo bagaje intelectual no es mejor que el de usted, pero que ha pasado cierto
tiempo en aquel agitado país. Para él el ambiente no es nuevo y podrá leer el artículo con mayor rapidez, porque ya
tiene camino adelantado para la comprensión: ya sabe de lo que se trata.
Para orientarle acerca del ritmo que adoptara con un material de esta categoría está su índice de comprensión. Lea
tan rápidamente como le sea posible sin perderse nada importante.
Para comprobar sus progresos, es bueno que cronometre usted su lectura de artículos serios y documentados y que
lleve un registro de su marcador. El mejor modo de comprobar el índice de comprensión es repasar
nuevamente el artículo inmediatamente después de haberío leído, para cerciorarse de que se le grabaron en la mente
todos los puntos de importancia.
Otra advertencia: no se sienta desanimado si su velocidad falla de tanto en tanto, incluso con artículos de temas
familiares para usted. El estilo del autor tiene mucho que ver con lo que resulte más o menos fácil de entender. Algunos
escritores avezados, conocedores de su materia, son incapaces de escribir con sencillez y claridad.
Forman unas frases complicadas, de sentido confuso, envueltas en una red de fraseología profesional, cláusulas
secundarias, incisos, etcétera. Un escritor de más categoría hubiera expresado los mismos hechos y las mismas opiniones
de modo que uno pudiera recorrer el artículo con más comodidad. Pero tal vez él carecería de la autoridad del experto.
En esta segunda categoría su ritmo será siempre más lento, puesto que irá usted planteándose cuestiones a medida
que lea. Al aumentar su velocidad en general y su destreza, su paso se acelerará también. Esfuércese, pues, cuanto
pueda... pero sin sacrificar la comprensión. La velocidad vendrá luego.
¿Y cuando lee usted para cultivarse, para ir aumentado su cultura general? ¿Qué ritmo adoptará cuando quiera gozar
de la belleza de la redacción, de la nobleza y elegancia de las frases? Usted insiste: "Quiero leer esto despacio". Pero no,
en realidad no es así. La razón está en uno de los puntos del capítulo segundo. Cuando usted lee lentamente, le es difícil
tener la mente interesada, porque la magnificencia de las frases y las cláusulas no llega con suficiente rapidez. Es como ir
mirando parte por parte los cristales de una hermosa vidriera, en lugar de contemplar el luminoso conjunto.
Claro está que la prosa de calidad se lee más despacio que las novelas policíacas. Pero no por eso debe usted
deliberadamente diferirla; antes bien, esfuércese en adquirir velocidad. Cuando llegue usted a asimilar una buena
biografía a un ritmo más rápido de lo que ahora consigue, verá que aumenta, en lugar de disminuir, su percepción del
estilo, que lo saborea mejor. Estará usted viendo en conjunto todo el cuadro, no sus partes.
No dude en utilizar la taijeta de recorrido con esta clase de material, llevándola para abajo con un ritmo igual,
constante Y un poquito más rápido de lo que le resultaría cómodo. Así va usted determinando el aso que adoptará. Y no se
preocupe por perderse cosas bellas, porque las hallará precisamente donde deben estar: de las páginas habrán pasado a su
mente y a su memoria.
Empieza la cuenta:
En la vida hay un solo acontecimiento que realmente sorprende al hombre y le saca de sus opiniones preconcebidas.
Todo lo demás que le sucede es más o menos lo que esperaba. Los acontecimientos se suceden uno a otro con
agradable variedad, cierto, pero, a decir verdad, con nada sorprendente ni intenso; su conjunto no forma otra cosa que una
suerte de fondo o de acompasamiento a las reflexiones que el hombre se hace; y así, naturalmente, adquiere un hábito
mental, frío, sonriente y curioso y se forma de la vida una idea según la cual mañana seguirá la norma de hoy y de ayer...
Es probable que nada de cuanto se ha pensado o escrito acertadamente en materia de amor sea sino resultado de la
experiencia personal. Recuerdo la anécdota de un teorizante francés muy conocido que debatía apasionadamente un punto
ante un círculo de amigos. Le objetaron que nunca había conocido el amor por experiencia; al oírlo se levantó, dejó la
compañía y se empeñó en no volver a ella mientras no considerara corregida la opinión.
-Y ahora -declaró al volver-, ya estoy en condiciones de proseguir la discusión.
Tal vez no había profundizado mucho en el tema, después de todo; pero el relato indica un pensamiento acertado y
puede servir de apólogo para los lectores de este ensayo.
Cuando al fin le cae la venda de los ojos, el hombre no deja de sentirse algo espantado, al verse tan cambiado. En
lugar de habérselas con las fáciles cuestiones de gustos o disgustos a que estaba acostumbrado, ahora tiene que contender
con imperiosas emociones; y descubre posibilidades de dolor y placer cuya existencia hasta entonces no había
sospechado.
Enamorarse es una aventura ilógica, una cosa que nos sentimos tentados de considerar sobrenatural, en nuestro
mundo vulgar y razonable. El efecto es muy desproporcionado en relación a la causa. Dos personas, de las cuales tal vez
ninguna es muy amable ni bella, se conocen, hablan un poco y se miran a los ojos. Son cosas que los dos han hecho más
o menos una docena de veces sin gran resultado. Pero en este caso todo es diferente. Caen de repente en ese estado en
que la otra persona de repente se convierte para uno en la esencia y el cogollo de la creación divina y desbarata las
laboriosas teorías de ese uno con una sonrisa; nuestras ideas están entonces tan ligadas a un pensamiento maestro que
incluso las preocupaciones más triviales de nuestra propia persona se convierten en otros tantos actos de devoción, y el
mismo amor a la vida se traduce en un deseo de permanecer en el mismo mundo que tan preciosa y deseable criatura.
Y sus conocidos no se cansan de mirarlos con estupefacción, y se preguntan unos a otros, con énfasis casi
apasionado, qué puede ver fulano en esa mujer, o qué puede ver fulana en ese hombre. Estoy convencido, caballeros, de
que no sabría decírselos. Por mi parte, no puedo imaginarme lo que entienden las mujeres. Me parecería bien si el Apolo
de Belvedere irradiase de repente y se llenase de vida, y bajara de su pedestal con ese aire divino que tiene. Pero de los
imbéciles que se hacen pasar por hombres y charlan de modo inaguantable en las meses de comedor, jamás vi uno que le
pareciera digno de inspirar amor, ni tampoco supe de ninguno, como no fuera Leonardo de Vinci, y tal vez Goethe en su
juventud. De las mujeres pienso algo diferente; pero, claro, tengo la desgracia de ser hombre.
Averigüe su tanteo de lectura en el cuadro de la página 13 o mediante la ecuación que le di. Póngalo aquí abajo:
PPM
CAPITULO 8
Revisión de la primera parte
HEMOS VISTO YA LOS CONCEPTOS básicos y los pasos que requiere la lectura más rápida. Cuando empezó
usted en la segunda parte estaba elevándose a un nivel superior de satisfacción, para llegar a ser un lector mejor al mismo
tiempo que más rápido. Pero antes me agradaría darle un programa de prácticas para que lo siga hasta estar seguro de que
domina todas las destrezas en todo momento. El plan de ejercicios le hace realizar una visión diaria de lo que hemos visto
en la primera parte.
Si es usted como la mayoría de las personas, no aplica todavía las técnicas de un modo natural. Cada vez que coge
usted un periódico, un libro o una revista, tiene que recordar que debe poner en práctica lo aprendido. Al cabo de cierto
tiempo, logrará hacerlo de un modo automático y seminconsciente. Pero eso sólo será si practica usted con regularidad.
Lo que importa es crear la rutina, la costumbre que le garantice la aplicación de todas las técnicas de la lectura acelerada.
No es necesario hacer de esto un periodo de estudio. Asimilara usted el método con la mayor naturalidad si aplica las
técnicas en el curso de su lectura de una jomada normal. El plan de ejercicios es tan sólo una lista que se tiene a mano
para comprobar que se sigue minuciosamente, que no se olvida nada:
Plan de ejercicios
1. Prelectura (capítulo primero). Prelea un artículo. No importa que después lo lea por entero. Loque importa es
que en este ejercicio tome una decisión: "Tengo que leerlo" o "No me interesa". La prelectura le prepara a tomar
decisiones rápidas acerca de si vale la pena pasar más tiempo leyéndolo. Prelea usted siempre lo más aprisa que pueda,
según el método explicado en el capítulo primero.
2. Lectura por frases (capítulo segundo). Hay varios ejercicios importantes que le ayudaran a leer por frases: a)
Esfuércese en ampliar el alcance de reconocimiento, en aumentar el número de palabras que ve a cada fijación. Practique
el ejercicio de "vaivén ocular" (página 36) para acelerar la adquisición de esta habilidad, b) Acostúmbrese a no mirar al
extremo siniestro de la línea, sino a la segunda palabra. Esto le da ventaja para reducir las fijaciones. Levante la vista
antes de llegar al fin de la línea para conseguir el mismo efecto en el otro extremo, c) Ponga dentro de círculos las
unidades de significado en los artículos de periódico para adquirir conciencia de las frases y hacer que su cerebro asimile
las ideas con mayor rapidez, d) Separe las unidades de significado con un lápiz / mediante rayas inclinadas /, de este
modo /; es menos feo /. Ya verá / que es también / un buen ejercicio / para la comprensión /. e) Acostúmbrese a fijar la
vista por encima de la línea impresa, un poco más arriba de ésta, porque así las frases resaltan más.
3. Concentración (capítulo tercero). Esto lo puede usted practicar en cualquier parte, y lo decisivo es su fuerza
de voluntad. Tiene que evitar las distracciones o los raidos que podrían dificultar su absorción en la lectura, y dejar para
después sus problemas sentimentales. Hace falta inteligencia y perseverancia para lograr concentrarse. Pero es necesario
hacerlo si se quiere leer rápidamente y entendiéndolo todo. Con la practica continua se convencerá que la lectura se
convierte en algo más importante que todo cuanto sucede en derredor nuestro.
4. Ejercicios de rapidez (capítulo cuarto). Deben practicarse diariamente todos y cada uno de los ejercicios
descritos en el capítulo cuarto. Helos aquí: a) Lectura por columnas. Fije los ojos en el centro de una columna de
periódico, vaya recorriéndola hacia abajo rápidamente y tratando de abarcar el mayor número de palabras que le sea
posible a ambos lados, b) Fuerce su velocidad recorriendo las páginas de un libro con su taijeta de medir a pasos,
llevándola un poco más aprisa que lo conveniente para una lectura cómoda. Deje después la taijeta y prosiga leyendo con
la misma velocidad, c) Con el fin de acelerar la percepción, utilice la técnica de tarjeta de recorrido, para lectura
instantánea, en las columnas de frases y cifras. (Ver el capítulo cuarto para más detalles.)
5. Lectura por encima y a saltos (capítulo quinto). Para practicar la lectura a saltos lea un articulo
rápidamente, tratando de captar los puntos principales que expone el autor, pero saltándose las largas explicaciones y
digresiones que no conciernen esencialmente al caso. Lea después entero el artículo y vea cuánto se dejó de lo
que realmente importaba. Para una eficaz lectura superficial tiene que saber de antemano lo que busca: hechos, datos,
frases, fechas, detalles de determinado género. Al preleer un artículo usted sabe más o menos lo que espera hallar. Defina
su objeto y póngase a leer por encima. Si tiene una enciclopedia, eso le proporcionara excelente ejercicio. Elija el nombre
de una persona. Decida una media docena de datos que podrían interesarle: fechas de nacimiento y defunción y lugar de
cada una; apellido de soltera de la esposa; dónde pasó la mayor parte de su vida y mérito principal que tuvo. Ponga un
lápiz verticalmente en el centro de la columna y lea por encima, haciendo oscilar los ojos de izquierda a derecha y
viceversa.
6. Formación de vocabulario (capítulo sexto). Añada por lo menos ocho o diez vocablos cada día a su libreta
de palabras poco conocidas. Haga ascender de categoría las que se hallan en su vocabulario de reserva y pasivo
utilizándolas en la conversación. Consulte en el diccionario todas las palabras de que no esté seguro, y haga frases
utilizándolas tras anotar las definiciones. Ante todo, estudie la pronunciación de las que le resulten extrañas y
pronunciarles en voz alta. Nunca conocerá bien una palabra mientras no pueda emplearla en la conversación.
Al leer cotidianamente el periódico, ponga todo su empeño en rodear con un círculo cuanta palabra poco conocida
encuentre y búsquela después en el diccionario. Si¡ vocabulario crecerá fabulosamente, con expresiones vivas, que
forman parte del lenguaje actual. Estudie los prefijos y los sufijos. El conocerlos a fondo aumentara mucho su Indice de
percepción. Esos prefijos y sufijos son hechos de la lectura y siempre deben estar disponibles, listos para su uso.
7. El ritmo (capítulo séptimo). Si todavía no ha aprendido las cuatro categorías generales del material de lectura
descritas en el capítulo séptimo, es ya hora de hacerlo. Son fundamentales en la decisión del fin de la lectura y le servirán
de guía para determinar la velocidad a que leerá. En las dos categorías inferiores (la valoración y crítica de las ideas y la
lectura para cultivarse) depende directamente la velocidad de los conocimientos que usted posea y, por ello, de su
capacidad de comprender; y varía mucho según los individuos en la misma selección. El ejercicio consiste en forzarse
constantemente para leer un poquito más aprisa de lo que resultaría cómodo, pero comprendiendo al paso que lee. La
utilización de cuando en cuando de la taijeta de recorrido a pasos le servirá para leer con cadencia uniforme, y eso es
importante. No debe leer a menor velocidad de la que le pennita comprender. Ahora que está leyéndolo todo con mayor
rapidez, es probable que pueda despachar el material difícil más aprisa de lo que usted mismo cree. No se deje imponer
por el material.
Segunda parte
Leer mejor
INTRODUCCION
Pero ahora ya está usted entrenado para la lectura rápida, listo para disfrutar mucho más con sus lecturas y
realizarlas con mayor conocimiento de causa. Si trabajó usted concienzudamente, ha logrado ya cuatro conquistas
principales:
1. La rapidez ha despertado su vista y su mente y las ha estimulado para que reciban imágenes e ideas
con
claridad y celeridad.
2. La concentración impide ahora que su atención se disperse. Su mente está plenamente dedicada a lo
que
está
haciendo: atender a su lectura.
3. El vocabulario más extenso le ayuda a reconocer y comprender muchas más palabras que antes.
Ahora va usted a consolidar esos progresos. Las satisfacciones adquiridas se irán desprendiendo progresivamente
unas de otras, como las destrezas de los siete días. He aquí los cinco fines reales hacia los cuales estaba usted avanzando:
1. Entrenarse para recordar o "retener" con más facilidad (retener lo leído y almacenarlo como nueva
parte
de sus conocimientos) para utilizarlo en sus lecturas futuras.
2. La mejor retención procura mejor comprensión. La información, las ideas y las opiniones que
constantemente está usted adquiriendo se convierten en una base cada vez más ancha para la comprensión.
3. La mayor comprensión, a su vez, produce mayor destreza en el manejo del material de crítica (o sea,
los
artículos y libros que expresan opiniones y puntos de vista quizá controvertibles). Usted querrá valorar este
material antes de decidir si acepta o rechaza sus puntos de vista.
5. Finalmente, la mejor compensación de todas es la que se proporciona usted mismo aumentando sus
lecturas en una multitud de materias.
Este es el plan de la segunda parte y a partir de ahora usted lo seguirá toda la vida. No me refiero sólo a la práctica de
ejercicios y tareas, sino también a que cuando haya acabado de leer este libro, las técnicas que contiene las habrá
asimilado bastante y las utilizará constantemente para aumentar su capacidad de adquirir nuevos conocimientos y de
mayor deleite con los libros y otro material que leerá usted de este modo mejor y más rápido.
Al adquirir cabalmente la destreza de la mejor lectura sentirá usted más curiosidad, más ansia de saber. Si ha pasado
de los treinta años, hará varios que perdió usted el deseo de saber cosas. Son muchas las personas así, que lo tuvieron
latente pero no lo reanimaron porque leer mucho parecía cosa muy difícil. Con nueva capacidad, el deseo no tarda
envolver. Y para los jóvenes de secundaria o universitarios, la mayor capacidad de lectura implica aumentar el deseo de
aprender. A cualquier edad, el leer mejor estimula el deleite de la lectura. La seguridad de ser un lector experto nos
procura el estupendo orgullo de nuestros logros.
A veces me preguntan si esta nueva capacidad será permanente. ¿No perderá uno acaso la velocidad si no practica
constantemente los ejercicios? Mi experiencia con miles de individuos en el laboratorio de lectura me autoriza a
responder con toda seguridad que una vez adquirida no se pierde la rapidez... siempre que se siga leyendo. Porque con el
acto mismo de la lectura, se practica. En todo cuanto lee uno pone en obra las destrezas aprendidas. La contestación es
realmente tan sencilla como esto.
EN LA SEGUNDA PARTE se hallarán más pruebas, pero para entonces ya deberá usted estar leyendo libros por su
cuenta. Y al hacerlo, siga midiendo su tiempo. Como ahora leerá ya largos ratos y muchas páginas, ya podrá prescindir de
la tarjeta que se encuentra en la primera página ni será necesaria la témica de cronometraje explicada en la introducción a
la primera parte para ejercicios cortos en que importaban los segundos. Ahora necesitará un papel y un lápiz para hacer
cuentas sencillas. He aquí los pasos a seguir en estas sesiones más largas:
1. No es necesario contar todas las palabras que lea. Cuente las páginas, y su primer trabajo será hallar el
número de palabras que contienen en promedio. Para ello, cuente las palabras que hay en 12 o 15 líneas de
cualquier parte del libro. Saque el promedio de palabras por línea. Supongamos que salen 11.
2. Cuente ahora el número de líneas que tiene una página completa. Supongamos que es 35. Multiplique 11 X 35,
y el resultado (385) será el número de palabras que contiene en promedio una página.
3. Multiplique ahora 385 por el número de páginas leídas y divida el resultado por el número de minutos que
empleó en la lectura. Por ejemplo, leyó usted 100 páginas de 385 palabras cada una en una hora y veinte
minutos... o sea, 38,500 palabras en 80 minutos. Divida 38,500 por 80 y hallará su velocidad: 482 palabras por
minuto.
Para que los progresos se midan de un modo realista es bueno que lleve usted un cuaderno de notas, que no sólo
contendrá el registro corriente de su velocidad de lectura sino también el del material leído. Recuerde siempre que la
velocidad variará (debe variar) según las clases de lectura. Si lee usted una novela policiaca, en una noche, a la cadencia
de 670 palabras por minuto y a la noche siguiente una biografía a 425' no crea que está bajando. La variación se debe al
acomodo de la velocidad a la comprensión. Con el tiempo, leerá usted las biografías a más de 425 palabras por minuto,
pero siempre a menos velocidad que las lecturas ligeras.
Al cabo de cierto tiempo, la velocidad por minuto ya no le preocupará. Por ahora, es divertido calcularla... y no debe
usted perderse nada de la satisfacción que proporciona una cuenta más elevada. Cuando haya usted consolidado todas las
destrezas adquiridas hasta el punto de aplicarlas automáticamente, gozará con la certeza de leer más aprisa
(entendiéndolo todo) sea cualquiera el material.
A esta suerte de super-destreza es hacia donde se encamina usted al empezar esta segunda parte.
CAPITULO 9
RETENTIVA
LA MENTE es como una película que conserva cuanto en ella se imprime por la vista o los demás sentidos. Es evidente que
al leer, las imágenes que el cerebro percibe con mayor intensidad son las que conserva mejor.
Algunas personas dicen que su cerebro es como una criba, incapaz de contener líquidos. Todo cuanto le echan se sale, y no
pueden recordar nada de lo que leen ..
Y es que no hacen el esfuerzo indispensable. Su atención se dispersa por una docena de distracciones distintas. Para
retener lo que se lee es necesario seguir cierta disciplina, que los siete días nos procuran del modo más natural.
Hela aquí:
1. Hay que tener en lo que se lee suficiente interés para desear retener sus puntos importantes. Si uno no se
concentra, las imágenes no se grabarán con claridad suficiente para que sean fáciles de recordar,
2. Hay que acostumbrarse, mediante el ejercicio, a distinguir los datos importantes de los que puede prescindiese.
3. Hay que estar constantemente atento para que el cerebro no t>ierda la dirección que sigue el autor en sus
pensamientos.
1. Las palabras clave. En todos los escritos, el sentido de los párrafos se transmite en palabras clave.
En las clausuras hay palalabras y frases de relleno, de estilo, para hacer una prosa agradable e interesante. A menos de
estar leyendo únicamente para deleitarse en el estilo, la retención se agudiza y acelera saltando de palabra clave en
palabra clave. Requiere algo de práctica, pero no es difícil lograrlo.
Veamos, por ejemplo, un párrafo de la famosa carta que escribió Benjamín Franklin a madame Brillon, una de las
grandes damas de la corte, cuando era representante de Estados Unidos en Francia, en 1779. En muchas antologías se
ha reproducido con el título de "El pito". He aquí el incidente que la inspiró:
"Cuando yo era un niño de once años de edad, un día de fiesta mis amigos me llenaron de monedas de cobre los
bolsillos. Fui directamente a una tienda donde vendían juguetes y habiéndome seducido en el camino el sonido de un
pito que tenía en las manos otro niño, le ofrecí voluntariamente, y le di, todo mi dinero por uno. Volví a casa y me puse
a silbar por todas partes, encantadísimo con el pito pero molestando a toda la familia.
Mis hermanos, hermanas y primos, comprendiendo el trato hecho, me dijeron que había dado por aquello cuatro veces
lo que valía, me metieron en la cabeza las buenas cosas que hubiera podido comprar con el resto del dinero y se rieron
tanto de mi insensatez que lloré de rabia; y la reflexión me procuró más disgusto que gusto me había procurado el pito".
Sin tratar de violentar el agradable estilo de Franklin, he aquí las palabras clave, las que llevan el sentido de todo el
párrafo.
En esta clase de lectura en que se buscan las palabras clave no se saltan las demás palabras, pero se pasa a la ligera
por ellas de modo tan suave que las palabras clave se graban más profundamente y nos conservan el sentido. Si
recordamos las palabras clave de este trozo de Franklin, con facilidad podremos reconstruirlo mucho después de haberío
leído.
1. Resumiendo. Una segunda técnica, que es una excelente ayuda para la retentiva, es resumir los párrafos
mentalmente a medida que se van leyendo. Al principio parecerá que eso va a frenar la velocidad, y, si el lector se pusiera
a redactar los resúmenes, así sería en efecto. Pero no lo hacemos. Después de haber practicado el resumen mental un buen
rato, concentrándose plenamente, queda una especie de imagen accidental que persiste, aun cuando vaya usted a toda
velocidad. Si se tiene conciencia de esta imagen accidental, retendrá las ideas principales y conservará también el orden
en que discurría el estudio del autor a medida que iba leyendo.
Para ver hasta qué punto puede retener las cosas leídas, he aquí un breve artículo acerca de los acontecimientos que
determinaron la Batalla de Lexington. Preléalo primero. Lea a continuación todo el artículo tan rápidamente como le sea
posible y haga la pmeba de retención al final. Busque las palabras clave. Trate de resumir los párrafos a medida que
avanza. Para que tenga un objeto, supongamos que está usted pensando escribir un artículo acerca de los orígenes de la
Revolución Norteamericana.
Empieza la cuenta:
Casi todo el mundo sabe que la primera sangre de la Revolución Norteamericana se derramó en Lexington el 19 de
abril de 1775. Muchos creen que las tropas inglesas dispararon filamente contra los milicianos norteamericanos, que en
aquella helada mañana estaban sencillamente ejerciendo su derecho de portar armas.
Pero, ¿quién recuerda ahora que fue la Partida de Té de Boston la causa directa del combate de Lexington?
"Este famoso incidente (el rechazo declarado del impuesto sobre el té) se produjo en la lluviosa noche del 16 de
diciembre de 1773. Un grupo bien disciplinado de ciudadanos de Boston (tal vez 125 en total, y disfrazados algunos
bastante caprichosamente de indios), abordó tres navios mercantes ingleses que había en el puerto y tiró té al agua por
valor de 18,000 libras esterlinas, enviado desde Inglaterra por la Compañía de las Indias Orientales.
"Cuando el Parlamento y Jorge III oyeron las nuevas de este desafío pidieron que la provincia de la Bahía de
Massachusetts pagara todo el costo del té. La legislatura provincial se negó El Parlamento, inflexible, aprobó entonces un
decreto, el' 1 de junio de 1774, que cerraba el puerto de Boston hasta que se pagara el té. El rey envió al teniente general
Thomas Gage de gobernador militar de la Bahía de Massachusetts, con cuatro regimientos de soldados regulares para
imponer respeto a los norteamericanos.
"Durante casi un año, Gage siguió una política de espera vigilante, confiado en que la agitación se extinguiría. Pero
sus espías le tenían informado del creciente depósito de municiones que los norteamericanos estaban acumulando en
Concord, a unos 32 kilómetros de Boston. También estaba enterado de que de punta a punta de la provincia, compañías
de milicianos estaban instruyendo a campesinos bisoños,.
"Sus propias fuerzas estaban incrementándose en aquel invierno. Para la primavera de 1775 tenía en Boston diez
regimientos británicos, con efectivos de más de 4,000 hombres. Gage comprendía que enviar aquel ejército contra los
milicianos ocasionaría una rebelión armada. Si hubiera podido sencillamente apoderarse de las municiones, el hecho
hubiera venido a ser casi una victoria militar, porque las fuerzas provinciales quedarían sin medios de defensa.
"Se decidió efectuar una marcha nocturna de sorpresa sobre Concord. Si todo iba bien, las tropas se apoderarían de la
pólvora y estarían de vuelta en Boston a media mañana., antes de que se pudieran juntar las milicias. Parecía un plan
bastante bueno, pero desde el principio salió mal. Antes siquiera de que los 700 granaderos y soldados de infantería ligera
se hubieran embarcado para atravesar la Back Bay hasta el punto donde debían emprender la marcha, el secreto ya no lo
era. Paul Revere y William Dawes se ponían en camino por diferentes derroteros para alertar a los milicianos. Llegados
los soldados regulares a la orilla, estuvieron casi dos horas detenidos, esperando que llegaran las provisiones. Era más de
la una cuando se pusieron en movimiento.
"Cañonazos de alarma y repique de campanas pronto dieron triste prueba de que el campo estaba levantado.
En Lexington, por donde pasaba la carretera, estaban congregados 500 hombres armados, según dijeron unos excitados
mensajeros que volvían del camino de Concord al coronel Smith, que mandaba los soldados regulares. Smith envió al
comandante john Pitcaim, con cuatro compañías de infantería ligera, a hacer un reconocimiento.
"Al alba llegó Pitcaim a la vista del Lexington Green (prado). No había 500 hombres, sino 70 a lo sumo, formados
en dos filas irregulares y cosa de 40 espectadores. Pitcaim acicateó su caballo para que corriera hacia el Green y pidió
que los provincianos depusieran las armas. El capitán John Parker, que mandaba la compañía de milicianos, vio que era
fútil hacer otra cosa y dio a sus hombres la orden de dispersarse sin hacer fuego.
"Las compañías inglesas avanzaban por pelotones hacia los milicianos. Algunos de los norteamericanos, pero no
todos, habían obedecido a Parker y estaban empezando a dejar el campo.
En aquel momento se oyó un solo tiro, otros siguieron acá y allá y entonces, el primer pelotón inglés disparó una
descarga. Hubo otras dos, del segundo y el tercer batallón, casi inmediatamente después de la primera. Acabadas las
descargas, ocho hombres de Lexington yacían muertos y otros diez estaban, heridos. La única baja de los ingleses fue el
caballo del comandante Pitcaim, pero ni entonces ni después pudo saberse si la bala que lo hirió era inglesa o
norteamericana.
'¿Quién disparó la primera bala? Los norteamericanos negaron que procediera de su campo. Pitcaim juró no haber
dado orden de disparar, pero reconoció que sus soldados estaban nerviosos y habían quebrantado la disciplina con sus
descargas. Hasta hoy se ignora quién disparó la bala que empezó aquella revolución. Pero hay una cosa que no ofrece
duda. El camino que condujo a Lexington empezó en el puerto de Boston con la destrucción de tres cargamentos de té
de la compañía de las Indias Orientales.
Acaba la cuenta.
Tiempo empleado.............Minutos.............Segundos
Marcador..................PPM
Prueba de retentiva
En este artículo había bastantes datos importantes. Las siguientes preguntas pondrán a prueba su retención de los
puntos principales:
Si tuvo una buena puntuación en esta prueba de retentiva, ya ha adquirido usted el sentido de lo que debe retener
al leer. De 10 a 15 respuestas acertadas le colocan entre los mejores. Si no lo hizo usted muy bien, esta prueba le
servirá de guía para que la próxima vez sepa los datos que deberá buscar.
CAPITULO 10
Vocabulario. II
MUCHOS AUTORES COINCIDEN en que la manera de formarse sistemáticamente un vocabulario es aprender las palabras por
categorías. Es así como los expertos trabajan con los libritos en rústica mencionados en el capítulo sexto. Los ejercicios
se dividen en grupos de palabras que giran alrededor de una idea única: el campo de la medicina, las buenas o malas
costumbres de la gente, las palabras que se derivan de las diversas ciencias, las del mundo de los negocios y otras
muchas. Esos libritos son eficaces instrumentos para la creación de un vocabulario cada vez mayor por sus pasos
contados, asimilando clases enteras de vocablos en la atmósfera apropiada de las palabras afines.
Hay un solo modo eficaz de adquirir una palabra nueva: buscarla en el diccionario (con todas sus acepciones, hay
varias) y memorizar su ortografía y su pronunciación. Después, pronunciar la palabra en voz alta, ya que mientras no se
familiarice uno con su sonido, no formará parte del vocabulario activo. Y mejor aún, escribir una frase en que entre esa
palabra en voz alta. Después se familiariza uno con su sonido en la conversación y ya no parecerá extraña.
Al buscar una palabra no hay que quedarse en ella, sino buscar todas las que tienen relación con la misma, las que
son de su familia (verbo, sustantivo, adjetivo, adverbio), para poder utilizar cualquiera de sus formas en toda
circunstancia. Veamos una: antropología. Cualquiera que entienda de prefijos y sufijos sabrá analizar al momento la
palabra y descomponerla. " Antropo-" viene de "hombre" y "logia" es un sufijo que significa el estudio o la ciencia de
algo. Por lo tanto, antropología tiene que ser el estudio o la ciencia del hombre, del género humano. ¿Qué otras formas
hay? La persona que practica la antropología es un "antropólogo". El adjetivo relacionado con ella es "antropológico".
Con la terminación en mente sale el adverbio “antropológicamente". Y verbo no hay. La palabra "antropoide" no tiene
que ver con la ciencia, sino solamente con el hombre: es sencillamente un ser "que se parece al hombre" ("-oide" es un
sufijo que significa "parecido").
Veamos ahora unas cuantas frases que pueden hacerse para fijar en la mente estas formas diversas:
La ciencia: "Mediante la antropología han descubierto los sabios muchas cosas relativas a la formación de las razas
humanas".
El científico: "Los antropólogos han realizado extensos estudios de algunos pueblos del Pacífico que todavía se
hallan en la Edad de Piedra".
El adjetivo: "Una expedición antropológica pasa muchos meses recogiendo datos de los individuos sobre el terreno".
El adverbio: "Trabajando antropológicamente se ha comprobado que muchas razas europeas proceden del Medio
Oriente".
Parecido al hombre (palabra que no pertenece directamente a esta serie): "El gorila es el más fuerte de los monos
antropoides".
Algunos de estos temas no ofrecerán interés inmediato para usted, pero trate de leer con regularidad los que le
parezcan más fecundos. Pronto verá cuántas palabras nuevas han entrado en su léxico. No limite este "especializarse" a
los periódicos. Vaya al puesto de revistas y escoja una docena de las especializadas, que le abrirán fascinantes campos
nuevos de conocimiento. Captado ya su interés, visite una librería y cómprese un hbro reciente sobre el tema. El
conocimiento, sobre todo el científico, está aumentando de tal modo en el mundo actual que para estar al día hay que leer
mucho. Y todo eso enriquece su vocabulario.
Las palabras especializadas, los tecnicismos, continuamente están entrando en la lectura general y le dan la clave
para la formación de su vocabulario avanzado. Si usted conoce su significado y su empleo, logrará adquirir con más
facilidad la comodidad y rapidez en la lectura. Y más que eso, ya que el léxico abundante es fundamental para la
comprensión, cosa que vamos a ver en el capítulo siguiente.
CAPITULO 11
Comprensión
COMPRENDER ES sencillamente aplicar la inteligencia y el conocimiento previo a cualquier escrito que decidimos
leer... y entenderlo. Con las técnicas de la lectura moderna, la comprensión mejora y se profundiza, ya que esas destrezas
proporcionan los medios con que la mente capta las ideas más rápidamente. Pero la calidad de la comprensión siempre
dependerá de lo que cada individuo lleve de su formación a la nueva experiencia de lectura.
Cada uno de nosotros tiene su propio cociente de comprensión, que representa la suma de los conocimientos de un
hombre, sacados de sus lecturas anteriores, de su pensamiento y examen, de su participación activa en diversos campos.
Por ejemplo, si usted ha leído una novela de Henry james ya está preparado para su estilo,' algo verboso y lujuriante,
cuando lea otra. Y la segunda la leerá con mayor facilidad, porque tiene experiencia y ambiente o conocimiento anterior.
La persona que haya viajado mucho por Francia e Inglaterra leerá Historia de dos ciudades (o cualquier otra novela
histórica o libro de ensayos acerca de esos países) con una comprensión más inmediata, porque ya está algo familiarizada
con muchos de los lugares mencionados. También pueden entenderse esos libros, naturalmente, sin haber viajado, pero se
comprenden menos plenamente que el hombre que tiene esa experiencia. Otro tanto sucede con cualquier tema. Siempre
se comprende mejor un asunto del que se tiene previo conocimiento por la lectura o la experiencia real.
En el capítulo noveno leyó usted un breve artículo acerca de los acontecimientos que condujeron a la Batalla de
Lexington y al final se le hicieron 15 preguntas para comprobar su facultad de retentiva. Todas menos la última se
referían sólo a la de recordar los hechos. La última era también una prueba de comprensión, para saber hasta qué punto
había usted seguido la idea del autor. Por su respuesta revelaría usted si había visto precisamente que la Partida de Té de
Boston ponía en movimiento una serie de sucesos que culminaban 16 meses después con el comienzo de la guerra de
independencia. Podía usted haber contestado acertadamente a todas las demás preguntas, pero si no acertaba la última, no
había usted captado lo esencial del artículo.
Así pues, la comprensión va más allá de la retención., que es sencillamente recordar los sucesos y las i eas.
Para comprender a plenitud no sólo hay que captar los, hechos principales, sino también penetrar cómo los dispone el
autor para llegar a una conclusión. Y, para ello, hay que identificar la propia corriente de pensamiento con la del autor
mediante la concentración. Entonces, todos los conocimientos pertinentes que usted acumuló en el pasado estarán
continuamente proporcionándole información que le ayude a entender a medida que avanza. Es evidente que el hombre
que ha leído mucho y tenido abundante experiencia lleva ventaja en la comprensión de lo que lee, porque a cada nueva
lectura aporta una vasta cultura general.
CUANDO HABLAMOS DE CRÍTICA solemos referimos al juicio crítico, al discernimiento en general y también a
la censura. Una crítica de un libro en que no haya una sola palabra de censura es un juicio crítico tan valedero como otra
en que no haya una sola palabra amable. En ambos casos, el crítico expresa su propio criterio, su discernimiento y,
naturalmente, tal vez no estemos de acuerdo con él en todo. El lector con sentido crítico no acepta ciegamente las
opiniones de los demás. Lee con su propio interés y reserva su juicio para cuando haya leído la obra.
En el capítulo anterior hablábamos de cómo se engrandece una persona cuando se convierte en mejor lector. Uno
de los mejores ejemplos de esto es la lectura con sentido crítico. Lo leído adquiere significación más profunda cuando
nos ponemos a juzgar y valorar todo género de escritos.
1 Plantearse cuestiones. Uno no se acerca a esta clase de artículos escritos con la intención de hallar faltas.
Sencillamente lee, al mismo tiempo que se plantea cuestiones. Probablemente ya lo ha hecho usted en cierto grado. Con
la lectura más diestra y el ritmo más rápido, uno asimila las ideas con mayor rapidez y está dispuesto a tomar parte más
activa en la valoración. No hay nada más estimulante que comparar nuestra inteligencia y nuestros conocimientos con los
de una persona experta y en la lectura con sentido crítico eso se convierte en el fin del lector.
Muchas de las preguntas que nos planteamos mentalmente dependen de la propia naturaleza del artículo. Pero hay
una norma general que puede seguirse con la mayoría de los artículos. Veamos un ejemplo.
Supongamos que está usted leyendo un artículo intitulado "Su dinero se va por el drenaje". El asunto es el programa
oficial de ayuda a los países subdesarrollados. El título se refiere a lo que piensa el autor que es un proyecto mal
concebido y ruinoso para el saneamiento de tierras pantanosas en un país latinoamericano. Usted no sabe nada al
respecto. Pero he aquí algunas preguntas perfectamente razonables que puede plantearse:
b) ¿Cuáles son los conocimientos del autor? ¿Economía, agronomía, periodismo, comisión del Congreso?
2. Juzgar declaraciones. Las afirmaciones más creíbles de un artículo o un libro serán las que citen autoridades o
procedan de la observación personal. Se trata de informes. Cuando el autor se aparta de los informes documentados,
presenta únicamente opiniones. Podrá ser una opinión muy plausible, pero hay que preguntarse si está justificada por los
hechos. Veamos el ejemplo de un párrafo que trata de pesca:
"Según La pesca deportiva norteamericana, la Corriente del Golfo, frente a la costa oriental de la Florida, es uno
de los mejores lugares del mundo para la pesca de peces difíciles de capturar, de los cuales tiene algunos de los más
grandes e importantes. En una sola tarde vi peces vela o agujas de mar y peces espada voladores blancos y azules,
pulidos arpones y enormes, mortíferos tiburones. No hay pez tan bueno para el deporte de la caña y el carrete como
el volador azul".
De las tres cláusulas que tiene este párrafo, la primera es informe, puesto que cita una autoridad. La segunda es
también informe, porque el autor saca el dato de su propia experiencia. Y la tercera es opinión, aun cuando el autor
hubiera podido justificarla basándose en sus experiencias personales con las diversas clases de peces. No se podría
objetar nada a las cláusulas primera y segunda. Pero tal vez uno quisiera discutir la tercera, porque el autor no ha
sustentado en nada su opinión.
Obras de imaginación
Otro género de lectura con sentido de critica se presenta en la literatura de imaginación (novela, teatro, poesía). La
persona que ha leído obras de ficción únicamente por su carácter de entrenamiento descubrirá que la lectura de
valoración, en plan de critica, introduce una nueva y estupenda dimensión en su deleite. Sin darle un valor esencial, se
convierte uno en su propio critico de arte, su reseñador y juzga de una novela calibrando además su belleza. Compara la
última obra del novelista con las anteriores. Toma en consideración el estilo y el don que puede poseer el autor de crear
escenas ambientales. Presta atención al modo que tiene el autor de crear personajes y de hacer plausibles sus actos. En
lugar de avanzar y avanzar para ver "lo que pasa", se adentra en la experiencia de la lectura.
La misma suerte de gusto crítico se ejerce con la lectura de obras de teatro. El lector aprecia la habilidad del autor
para comunicar rápidamente el sentido de la situación mediante el diálogo al comenzar el primer acto y cómo orienta
después su acción hacia el efecto que quiere producir. Si estuviera uno viendo la representación de la obra, los actores
crearían en gran parte ese efecto. La lectura de la pieza dramática es una prueba más fuerte de la capacidad del autor. Sus
líneas deben llevar a la mente del lector el escenario y los personajes con la animación de la realidad.
La lectura de la poesía (y de modo especial de los trozos más oscuros de la poesía contemporánea) es una
experiencia que muchos dicen no saborear jamás. Pero si hace tiempo que no lee usted versos, pruebe aplicando sus
nuevas destrezas. Tal vez descubra que con la mente preparada para absorber las ideas con mayor facilidad, lo que antes
le parecía incomprensible y difícil ahora adquiere nuevo significado y produce mayor satisfacción.
Estas notables experiencias son propias de la lectura de calidad. Forman parte del engrandecimiento de que
hablábamos en el capítulo anterior. Ahora que ya superamos el penoso trabajo de leer, estamos en condiciones de
interpretar tanto como de disfrutar. Éstas son las últimas compensaciones del mejor modo de leer.
CONCLUSION
La promesa de la tercera parte
Y AHORA YA ESTAMOS en condiciones de considerar el arte de leer. Todo cuanto hemos dicho en las dos secciones
anteriores ha sido sólo el prólogo del fin hacia el cual nos encaminamos: el verdadero arte de leer. Ya está usted
preparado para meterse con confianza en el maravilloso mundo de los libros.
Los libros abren nuevos horizontes, llevan a nuevas aventuras, son fuente inagotable de deleite y satisfacción, campo
de abundante experiencia para las destrezas recién adquiridas. Las personas que han aprendido verdaderamente a leer,
nunca están sin saber qué hacer, jamás están solas. Un buen libro es el mejor de los amigos, el mismo hoy y siempre.
Pero, como dijo Emerson: "Es el buen lector el que hace el buen libro". Por eso tiene tanta importancia todo cuanto
llevamos aprendido.
Veamos ahora hasta dónde hemos llegado.
En la primera parte se explicaba el mecanismo de la lectura más rápida y se presentaban los ejercicios y practicas
con que se puede lograr la velocidad.
En la segunda parte se comunicaban las destrezas más avanzadas de la lectura mejor y se hacían resaltar algunos
importantes aspectos de este programa de desarrollo, como retención, formación de vocabulario más completo, lo que
requiere la verdadera comprensión y, finalmente, las magníficas recompensas de la lectura con espíritu critico.
Ahora es cuando empieza verdaderamente la' magnífica empresa, cuando avanzamos hacia los placeres más
profundos de la lectura con las destrezas y sorpresas avivadas que procura la lectura moderna. Esta parte está dedicada al
arte de leer por gusto y con provecho.
He seleccionado gran variedad de obras que abarcan amplias diferencias de tema, opinión del autor y estilo literario.
El primer artículo, En el principio era el verbo, nos habla de la importancia del lenguaje en la formación de la sociedad
humana. Creo que a usted, como a mí, le interesará esta descripción de lo que el hombre sabe acerca del origen de la más
poderosa herramienta con que cuenta "para comunicar su pensamiento, dar forma a sus actividades, expresar sus
esperanzas y planes para el futuro y conservar su recuerdo del pasado útil".
A continuación, Lewis Broad describe a lo vivo cómo Winston Churchill dirigió al pueblo inglés en su desafío a los
ataques nazis contra Inglaterra, en agosto y septiembre de 1940.
Otros trozos escogidos se refieren ala estrategia de la armada estadunidense en el Pacífico durante la Segunda Guerra
Mundial; la vida y el arte en la Grecia antigua; la obra de “ Wild Bill" Donovan y su OSS; la vida de Mahoma, el profeta
del Islam; cómo vio la Tierra un astronauta norteamericano desde el espacio; lo que piensan algunos filósofos modernos
de la vida del futuro; cómo debutó Gary Cooper en el cine; y quiénes son los grandes escritores de lengua inglesa en el
siglo xx. El último trozo, tomado de Mussolini: A Study in Power, de Ivonne Kirkpatrick, relata las tempestuosas y
patéticas horas postreras del dictador italiano.
Así hallará usted en la tercera parte ejemplos de temas históricos y científicos, de narración, de descripción, de
estudio filosófico, de análisis y de biografía, que const tuyen una excelente introducción al disfrute de la lectura
abundante.
Con frecuencia he instado a los lectores modernos a que lean en voz alta, porque es un magnífico medio de agudizar
la percepción y de acostumbrarse a pronunciar las palabras raras, que pueden surgir donde menos se las espera uno.
Naturalmente, no puede leerse aquí de un modo acelerado como en la lectura rápida. De todas maneras, la lectura en voz
alta le ayudará a asimilar prontamente las palabras y al mismo tiempo a construir su vocabulario.
La lectura en voz alta tiene, además de esto, otro valor enorme: que ayuda a leer por frases. Pruébela con este
ejercicio: Mire al libro solamente a medias cada línea. Memorice el resto de la línea mientras lee y levante la vista al
pronunciar el resto de las palabras. Vuelva a bajar la vista y repita la operación. Este ejercicio es una buena ayuda para la
memoria. Además de eso sirve porque es más interesante para los miembros de la familia que escuchan, ya que así está
usted en contacto más estrecho con ellos. Recuerde que ésta es una experiencia compartida, una reunión familiar. Si usted
está con los ojos clavados en el libro, no parecerá un miembro vivo de ella.
.En relación con esto debe tenerse presente que un aspecto importante y encantador es la lectura a los niños, y el
animarlos, incluso antes de que sepan leer, a recordar de memoria poemas o narraciones breves y recitarlos delante de la
familia o de invitados que tenga usted.
Llegados aquí, el instructor se despide y le deja en el umbral de la interminable aventura. Sus progresos le han
llevado ante la entrada del maravilloso mundo de los libros. Que lo pase muy bien.