Clase 21032020 El Profeta y El Culto

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CENTRO CATEQUÉTICO – MADRE DEL DIVINO PASTOR

ARQUIDIÓCESIS DE MANAGUA

UNIDAD I: EL PROFETISMO HISTORICO Y EL BIBLICO

02.- EL PROFETISMO, EL PROFETA Y EL CULTO

• Los Profetas y el Culto 1

• Los Falsos Profetas


• Carácter Sobrenatural del Profetismo
• Comunidad Divina y Expresión Profética

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Costumbres de la Biblia - Antiguo Testamento.-

LOS PROFETAS Y EL CULTO

La exégesis moderna ha visto sucederse en este terreno dos posturas antagónicas


y casi contradictorias.

Escuela liberal

La escuela liberal, no solamente acentúa las diferencias existentes entre los


profetas y sacerdotes, sino que los coloca frente a frente en abierto antagonismo.
Según la escuela liberal, los profetas son enemigos del culto y ponen la esencia de
la religión en la práctica de una vida ética honesta. Estos autores, entre los que
destacan J. Wellhausen y P. Volz, apoyan su tesis en: Am 5, 21-25; Is 1, 10-15; Os
6, 6; Miq 6, 6-8.

P. Volz busca lo específico de los profetas contraponiendo a éstos frente a los


sacerdotes. He aquí cómo se explicaba todavía en 1938: "La religión profética del
Antiguo Testamento se define por uno de los contrastes más agudos frente a la
religión sacerdotal, que es la religión del culto. La religión de los sacerdotes es la
religión del sacrificio: los sacerdotes presentan las ofrendas de abajo a arriba; desde
los hombres hacia Dios. La religión de los profetas es la religión de la palabra: sigue
un movimiento descendente; trae la Palabra de Dios a los hombres". En este caso
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concreto, el prestigioso exegeta alemán se deja llevar de sus prejuicios
antisacerdotales. Si bien es cierto que el sacrificio es lo más específico de los
sacerdotes, sin embargo, ya vimos más arriba cómo ejercen también una función
oracular; es decir, son también ministros de la palabra.

La escuela liberal encontró eco favorable principalmente en los ambientes 2

protestantes, que quisieron ver en los profetas los protestantes del A. T.", es decir,
los defensores de una religión sin altar y sin sacrificio.

I." La condenación que los profetas hacen de la vida cultual no es una condenación
absoluta y de principio, sino que se refieren a una vida cultual vacía y formalista.
"Los profetas no condenan a los sacerdotes por ser sacerdotes, sino porque han
dejado de serlo en el sentido auténtico y genuino" (Neher). Nosotros añadiríamos.
Los profetas no condenan el culto como tal culto, sino porque
ha dejado de ser el culto querido por Dios.

2.° La condenación que los profetas hacen del culto pertenece al llamado género
de "negación dialéctica", bastante frecuente en el lenguaje bíblico tanto del Antiguo
como del Nuevo Testamento. "No esto sino aquello" es una manera de decir: "No
tanto esto cuanto aquello". Así, cuando Oseas pone en boca de Dios estas palabras:
"Quiero amor, no sacrificio; conocimiento de Dios más que holocaustos" (6,6), el
sentido es el siguiente: "No quiero tantos sacrificios cuanto amor; no tanto
holocaustos cuanto conocimiento de Dios".

Escuela cultual

En los últimos cuarenta años ha habido una reacción contra la tesis liberal por parte,
sobre todo, de los exegetas escandinavos, que asocian estrechamente el
profetismo con el culto, hasta el punto de hacer de los profetas verdaderos
funcionarios de los santuarios israelitas. Esta era una de las conclusiones a que
llegaba S. Mowinckel en sus "Estudios sobre los Salmos". La presencia de oráculos
proféticos en los Salmos (véanse Sal 60; 75; 82; 110) e inversamente, la presencia
de liturgias cultuales en los profetas (véanse Hab 3; Joel 1-2; Os 6,1 ss.; Jer 14;
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etc.), indicaría, según el autor escandinavo, que los profetas formaban asociaciones
cultuales y vivían junto a los santuarios, donde ejercían su ministerio.

Dentro de esta perspectiva habría que interpretar textos como Jer 20, 1; 26; 29, 6;
35, Neh 14; Zac 13, 2-6; etcétera. En todos estos pasajes los profetas aparecen
junto a los sacerdotes actuando en el templo. Lo mismo habría que decir del profeta 3

Isaías, que recibe su llamamiento al ministerio precisamente en el templo (Is 6).


Esta sería asimismo la única explicación válida para los grupos proféticos del tiempo
de Samuel, los cuales aparecen muy asociados a los santuarios (1 Sam 10, 5-13;
19,18-24; cf. 2 Re 2, 1-5) y para las asociaciones levítico-proféticas del Cronista (1
Cro 25, 1-3; 2 Cro 20, 14 ss.).

La hipótesis de Mowinckel ha sido desarrollada y, en algunos casos, llevada a


posiciones extremas por autores posteriores, pertenecientes en su mayoría a la
llamada escuela escandinava o de Uppsala. P. Humbert, por ejemplo, considera la
profecía de Habacuc como el libreto de una acción litúrgica, que se celebraría en el
templo de Jerusalén hacia el año 602 a. J. C, la cual estaría dirigida en buena parte
contra el despotismo de Joaquim entonces reinante. A. Haldar es posiblemente
quien más ha extremado la hipótesis cultual hasta incluir entre los profetas cultuales
a Nahum y al propio Amos. A. S. Kapelrud ha interpretado en el mismo sentido la
profecía de Joel. I. Engnell incluye dentro del catálogo de textos litúrgicocultuales el
relato vocacional de Isaías (c. 6) y los profetas Habacuc y Joel. Según este autor,
las grandes figuras del profetismo israelita habrían salido precisamente de estas
asociaciones profético-cultuales. En el seno de estas asociaciones sería, ademjás,
donde se conservaban, transmitían y redactaban las predicaciones de los profetas.

El exegeta católico F. B. Vawter se muestra asimismo favorable a la tesis cultual.


Suyas son estas palabras: "El reconocer que pudo existir un influjo del culto en el
profetismo clásico es una conclusión sensata que da como resultado una
interpretación más matizada. El oráculo sobre la Jerusalén escatológica,
literalmente idéntico en Is 2, 2-4 y Miq 4, 1-3, se explica mejor como la utilización
común de un canto litúrgico, de los que los Salmos nos ofrecen numerosos
ejemplos, que como la dependencia de un profeta respecto del otro, o como la
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dependencia de ambos respecto de un tercero. Incluso las palabras que sirven de
exordio a la profecía del riguroso Amos (1, 2), lejos de ser una adición posterior,
deben considerarse como auténticas. A través de ellas, el profeta de Tecoa dejaría
traslucir una concepción cultual que se haría realidad siglo y cuarto más tarde
mediante la reforma de Josías. Ezequiel y los profetas postexilicos encuadran, a su
4
vez, perfectamente dentro de la concepción cultual del profetismo. El marco litúrgico
es el que mejor conviene a las profecías de Habacuc, Nahum y Sofonías"
("Concilium", número 10, p. 112-113).

Siempre fue reconocida la estrecha relación existente entre los profetas postexílicos
y el culto. Ageo y Zacarías, no solamente son los promotores de la reconstrucción
del segundo templo, sino que el tema y el estilo de sus oráculos son típicamente
cúlticos. No es menor la carga cultual que refleja el fondo y la forma del escrito
colocado bajo el nombre de Malaquías.

Las profecías de Habacuc, Nahum y Abdías también parecen representar textos


litúrgicos. La profecía de Joel reproduce, sin duda, el ritual de alguna reunión
litúrgica extraordinaria. Igualmente, las Lamentaciones atribuidas a Jeremías han
podido servir para la liturgia que se siguió celebrando durante el destierro sobre las
ruinas del templo.

Por lo que se refiere a los grandes profetas, la tesis cultual no se demuestra. Es


cierto que la vocación de Isaías viene enmarcada en el templo (Is 6); es muy posible
incluso que aquí pronunciara parte de sus discursos. Pero esto no demuestra que
estuviera adscrito al santuario como uno de sus funcionarios. Ezequiel era
sacerdote, pero ejerció el ministerio profético después de la destrucción del templo.
Jeremías también era sacerdote, pero su familia había sido excluida del templo de
Jerusalén (1 Re 2, 26-27).

FALSOS PROFETAS

La Biblia hebrea no tiene una palabra propia y especifica para designar a los falsos
profetas. Reciben el nombre de "nabi" lo mismo que los verdaderos. La versión
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griega de los Setenta introduce en algunos casos el término "pseudoprophetes" (Zac
13, 2; Jer 6, 13; 33, 7. 8. 11. 16; 34,9; 35, 1; 36, 1.8).

Ello no quiere decir que los falsos profetas pasaran desapercibidos para sus
contemporáneos. Los profetas auténticos los conocen y emplean para designarlos
una gran variedad de expresiones. Dicen de ellos que: 5

Profetizaban el engaño y la mentira; Hablan en nombre de Yavé, como si les hubiera


llamado y enviado, siendo así que Yavé ni los ha enviado ni los ha llamado; La
fuente de su inspiración y de su profecía es su propio corazón; Por eso, lo que
anuncian son sueños y deseos vanos y visiones mentirosas, pues lo que ven es
pura vanidad ; Visten de áspero y llevan incisas las cicatrices de los extáticos con
el fin de engañar; Su único afán es el lucro; Mientras tienen algo entre los dientes,
anuncian paz; cuando no, guerra; Roban la palabra a los profetas de Yavé; El pueblo
los llama sus sabios, cuando en realidad son la causa de su descarrío, sus
seductores y los guías que lo conducen inexorablemente a la ruina.

Textos referentes a los falsos profetas

1 Re 22

Si bien daban culto a Yavé y profetizaban en su nombre, lo único que intentaban los
profetas de 1 Re 22 era agradar y adular al rey. De ahí que el autor sagrado los
distingue cuidadosamente de los verdaderos profetas de Yavé, perseguidos por
Ajab (1 Re 18, 4; 19, 14); entre estos últimos se contaban Elias, Elíseo y el
protagonista de este capítulo, Miqueas, hijo de Yimla.

Os 4, 5

Desde el incidente de Miqueas, hijo de Yimlá, ocurrido el año 854, hasta los días de
Oseas (ca. 750) no encontramos más alusiones a los falsos profetas. Incluso esta
alusión de Oseas es indirecta y accidental.

Miq 3, 5-8. 11

Unas décadas más tarde, Miqueas de Moreset, contemporáneo de Isaías, acusa


duramente a los falsos profetas. Hacen de su profesión un negocio; condicionan su
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mensaje al vaivén de las circunstancias, lo cual prueba su doblez y falta de
sinceridad.

Is 3, 2-3; 9, 15; 28, 7-8; 30,10.

Frente a su contemporáneo Miqueas, Isaías apenas si presta atención a los falsos


6
profetas. Solamente les dedica las alusiones citadas.

Sof 3, 4

Un siglo más tarde, Sofonías acusa a los falsos profetas de frivolidad, mentira y
engaño.

Jeremías

Es Jeremías quien nos ha transmitido el diagnóstico más completo sobre los falsos
profetas. Algunos de sus discursos van dirigidos a ellos. Los acusa de: Profetizar en
nombre de Baal (2, 8); profetizar la mentira (2, 31; 27, 10. 15 ss.; 14, 14; 4, 9-10);
fallos morales en su vida personal (6, 13; 23, 11. 15; 29, 23); halagar al pueblo (6,
14; 14, 13; 23, 14-15). De ahí que son responsables de las faltas del pueblo (14, 11-
18), pues estorban su conversión (23, 14).

La doctrina de Jeremías sobre los falsos profetas se halla resumida en los capítulos.
28-29.

Ez 12, 21-14, 11

La doctrina de Ezequiel sobre los falsos profetas es similar a la de Jeremías.

Neh 6, 10-14; Mac 13, 1-6.

Después del destierro, Nehemias y Zacarías, en los lugares citados, son las únicas
noticias sobre los falsos profetas.

Criterios para distinguirlos

Los falsos profetas creaban un problema al pueblo de Israel y lo siguen creando a


la exégesis. ¿Cómo distinguir los falsos de los verdaderos profetas? ¿Cuáles son
los criterios auténticos para conocer si un profeta habla o no en nombre de Yavé?
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Muchos exegetas ponen la distinción entre los verdaderos y falsos profetas en la
vocación o misión profética. Este criterio parace encontrar apoyo en algunos textos
bíblicos (Dt 18, 18; Am 7, 15; Is 6, 8-9; Jer 1, 4-&) y en los

reproches dirigidos por Jeremías (5, 13; 14, 14; 23, 31-32) y Ezequiel (13, 6-7)
contra los profetas que profetizan sin haber sido llamados por Dios. 7

Este criterio de la vocación podía valer para los profetas personalmente, pero no
para los demás. De hecho, también los falsos profetas se presentaban como
enviados por Dios (1 Re 22, 10-28; 13, 11-22). Además, los falsos profetas aparecen
incluso, a veces, enviados por Dios para confundir al pueblo y al rey en señal de
castigo (Jer 4,10; cf. Ez 14, 9 y 1 Re 22, 23).-

Otros autores creen que más que de profetas verdaderos y falsos, habría que hablar
de profetas de ventura y desventura. Los primeros representarían a los falsos
profetas, que sólo buscan agradar; de ahí que siempre anuncian paz y prosperidad.

Ciertamente, los oráculos proféticos podrían ser clasificados en esos dos grandes
bloques: de ventura y de desventura. Pero esa clasificación no puede ser aplicada
sin más a los autores de los oráculos, puesto que no siempre los falsos profetas
anuncian paz, ni los verdaderos vaticinan siempre desventura. Generalmente, los
falsos profetas anunciaban paz y bienestar (véanse 1 Re 22 y los lugares citados
de Miqueas, Jeremías y Ezequiel), pero Miqueas (3, 5) habla también de falsos
profetas que intimidaban con la guerra a quien no los pagaba; y el Dt 18, 22 dice
que no hay por qué temer a quienes predicen la desgracia cuando ésta no se sigue,
es decir, se refiere a los falsos profetas.

En realidad, lo que distinguía fundamentalmente a los falsos de los verdaderos


profetas, era la distinta concepción que unos y otros tenían de la Alianza. Los falsos
profetas, lo mismo que el vulgo de su tiempo en general, creían que Yavé se había
ligado y comprometido incondicionalmente con Israel por medio de la Alianza (Miq
3, 11; Jer 23,17; 14,13; cf. 7 y 26). Según los verdaderos profetas, la Alianza era un
compromiso, en cierta manera, bilateral, cuya eficacia y permanencia estaban
condicionadas al cumplimiento de los mandamientos. En esta interpretación de la
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Alianza se basaban precisamente los verdaderos profetas para predecir la ruina de
la nación. Veían que la colectividad violaba las estipulaciones de la Alianza y
llegaban a la siguiente conclusión: Un pueblo que comete y tolera tales crímenes no
puede subsistir (Am 3, 2; Os 2, 4 ss.; Is 5, 1-7; Jer 7, 12; 12, 7-8; Ez 16; etc.).

Otros criterios más tangibles eran los milagros (Ex 4, 1-19; 7, 3-5; 1 Sam 12,16 ss.; 8

1 Re 13,1-6; 17-19; etc.), las profecías cumplidas (Dt 18, 19-22; 1 Re 2, 34; 3, 19-
20; 9, 6; etc.), la santidad del profeta (Jer 6, 13 ss.; 23, 11. 14- 15; 29, 23; etc.), la
ortodoxia de la doctrina.

CARÁCTER SOBRENATURAL DEL PROPETISMO

Según la tesis racionalista, el profetismo israelita sería un fenómeno puramente


natural. Los profetas habrían sido pensadores religiosos que trabajaron con las
solas fuerzas humanas. Las referencias que los profetas hacen a visiones y
revelaciones, serían convencionalismos literarios.

Partiendo de la fenomenología externa que a veces presentaban los profetas, sobre


todo las corporaciones proféticas de los primeros tiempos, la escuela extática
sostiene que el éxtasis es el común denominador a todo el profetismo israelita. "La
experiencia fundamental de todos los tipos de profecía es el éxtasis" (Gunkel). "El
éxtasis es la esencia de la profecía" (Jacobi).

Del mismo modo que A. Kuenen era el padre de la interpretación racionalista-liberal,


G. Hoelscher lo es de la escuela extática, que tuvo su máxima actualidad en la
primera mitad del s. XX. El autor alemán dedica el primer capítulo de su magna obra
sobre los profetas, titulado "Éxtasis y visión", a estudiar toda la fenomenología
extática del profetismo. He aquí los principales fenómenos y características que,
según él, componen el cuadro:

• De una agitación violenta (1 Sam 19", 24; 1 Re 18, 26. 46; Ez 6, 11; 21, 19), los
profetas pasan luego a un estado de postración tan grande que se traduce por
accesos de afasia (Ez 3, 15. 26; 24, 27; 33, 22), parálisis (Ez 3, 25-26), catalepsia
(Ez 1, 28-2, 2; 9, 8; 11, 13; 43, 3).
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• Este proceso conducía al profeta a un estado de anestesia que le hacía insensible
a las incisiones y a las heridas (1 Re 18, 28; 20, 35-41; Zac 13, 6). Dominado por
sentimientos e imágenes obsesivas, el profeta llega a tener la sensación de perder
su personalidad, i. e. de no ser él mismo (1 Sam 10, 9). Llega a tener conciencia de
estar totalmente poseído por Dios, de no ser más que la boca de Dios (Jer 15, 19).
9

• En este estado, el profeta realiza actos extáticos (Ez 4,1-3.9.10-11.16-17; 5,1: 2;


12). Bastaba—dice Hoelscher—que la idea de un gesto se presentara en la mente
del extático para que esa idea se tradujera automáticamente en acto. Lo mismo
ocurre con las palabras; el profeta no puede menos de hablar (Am 3, 8; Jer 20, 7
ss.).

• La conciencia del profeta llega a estar tan alterada que no controla el movimiento
de los músculos y hace gestos incoherentes, emitiendo sonidos inarticulados, i. e.,
la glosoladia (Is 28, 9-10; 11, 13). Otra de las características del extático es que oye
lo que otros no oyen y ve lo que otros no ven; es decir, está sujeto a las ilusiones
de los sentidos de que habla la sicología moderna, las cuales pueden reducirse en
nuestro caso a dos: alucinaciones de la vista (las clásicas visiones de los profetas),
del oído (recuérdense las veces que leemos en los profetas: "A mis oídos Yavé
Sebaot ha dicho..."), del gusto (Ez 3, 1-3; Is 6, 6-7; Jer 1, 9), y la ilusión propiamente
dicha, producida por una percepción normal que se deforma en la conciencia del
extático; el profeta oye, por ejemplo, un trueno normal y real y la ilusión le hace oír
la voz de Dios; ve una nube y tiene la sensación de contemplar la gloria de Yavé.

• Finalmente, Hoelscher explica ciertas experiencias proféticas por la hipnosis,


sugestión y autosugestión (1 Sam 10, 5-6; 2 Re 3, 15; 6, 17).

Juicio

Las fuerzas naturales—dice Goettsberger—las simples fuerzas humanas, la


idiosincrasia y las disposiciones raciales, el fervor nacionalista, la inclinación
religiosa, la tensión nerviosa, los recursos síquicos todavía inexplorados, son todas
palabras vanas cuando se trata de explicar los fenómenos del profetismo israelita,
mientras sea verdad que todo efecto presupone una causa proporcionada. Querer
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explicar la actividad profética por la sicopatía es lo mismo que querer buscar el
avance y el progreso de la civilización humana en hombres enfermos y tarados.

Esta sola razón sería suficiente para deshacer la teoría de Hoelscher. En efecto,
¿cómo explicar y considerar producto del éxtasis patológico todo el edificio
dogmático, moral, religioso y social del profetismo? 10

El éxtasis de los profetas, si es que de éxtasis puede hablarse, no es el éxtasis


patológico, sino el éxtasis místico en el sentido noble de la palabra. La
sintomatología puede parecer idéntica en el místico y en el enfermo, pero la realidad
es distinta.

El carácter sobrenatural del profetismo se demuestra asimismo por las muchas


predicciones concretas y precisas de acontecimientos humanamente imprevisibles
que hicieron los profetas, las cuales se cumplieron fielmente a su tiempo; es decir,
profecías en el sentido teológico de la palabra. Amos y Oseas anunciaron en
términos claros y precisos la caída del reino del norte y el destierro de sus habitantes
un siglo antes de que esos acontecimientos tuvieran lugar. Isaías predijo la caída
de Asiría cuando ésta se hallaba en su momento de mayor esplendor (10, 5); predijo
asimismo la ruina de Israel y Damasco (Is 7), que tuvo exacto cumplimiento.
Jeremías y Ezequiel anunciaron la vuelta del destierro y la restauración de Israel.

En este sentido, son apodícticas las profecías mesiánicas, que tienen gran cabida
en la predicación profética y se cumplieron fielmente a su tiempo.

Habrá que concluir, por tanto, con S. Pedro que: "Ninguna profecía de la Escritura
es de interpretación privada, porque la profecía no ha sido proferida en los tiempos
pasados por humana voluntad, antes bien, movidos por el Espíritu Santo, hablaron
los hombres de Dios" (2 Pe 1, 21).

COMUNICACIÓN DIVINA Y EXPRESIÓN PROFÉTICA

Comunicación divina.

Según vimos más arriba, el profeta, especialmente el profeta oracular, podría ser
definido como el hombre llamado por Dios para hablar en su nombre a los demás.
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Dios se comunica con sus profetas por medio de wszones. Dentro de este título
general de "visiones" podemos incluir, según la Biblia, toda una gama de
comunicaciones de carácter intelectual, imaginario y sensorial.

En la visión intelectual Dios se comunicaba directamente al entendimiento del


profeta sin el concurso de la imaginación. Quizá a estas visiones intelectuales 11

aluden las fórmulas tan repetidas en la literatura profética: "Así habla Yavé"; "Fuéme
dirigida palabra de Yavé"; "Escuchad la palabra de Yavé"; etc. Santo Tomás cree
que este medio de comunicar Dios su palabra debió ser muy raro en el Antiguo
Testamento.

El medio más ordinario que Dios tenía para comunicarse con el profeta era la
imaginación. Dios infundía nuevas imágenes en el profeta o combinaba
sobrenaturalmente las que éste había adquirido por medios naturales. Esa clase de
visiones son frecuentísimas (Is 6; Ez 1-2; 8-11; Zac 1-6; etc.).

Los profetas aluden también a visiones sensoriales: visuales (Am 7, 19; 9, 1; Jer 1,
11-24), auditivas (Is 6, 3. 9; 40, 3; Jer 1, 5-7), tacto (Is 6, 6; Jer 1, 9), gusto (Ez 3,
3). De ordinario, estas visiones tienen su punto de arranque en el mundo material
que rodea al profeta. Isaías, natural de Jerusalén, tiene la visión del templo (Is 6).
Amos, pastor de Tecoa, tiene la visión de las langostas y de los frutos (7, 1-2; 8, 1-
2). Jeremías, amante del hogar, tiene visiones domésticas (1,11-13). En Ezequiel,
sacerdote, predominan las visiones de carácter cultual.

Dios se comunicaba también a los profetas mediante sueños. Conviene advertir, sin
embargo, que este medio de comunicación divina fue frecuente en los primeros
tiempos del A. T, y lo volvió a ser al final, pero no así durante el período del
profetismo clásico. Los grandes profetas no hacen gran aprecio de los sueños (Jer
23, 25-27; 27, 9-10; Is 29, 7-8). Solamente los profetas tardíos (Jl 3, 1; Zac 1, 8 ss.)
y los apocalipsis (Dan 7, 1; etc.) apelan a los sueños.

Conviene advertir que en todo este campo de visiones y sueños resulta difícil
determinar cuánto corresponde a la realidad objetiva y cuánto a la convención
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literaria. En las visiones es asimismo difícil determinar cuándo se trata de visiones
sensitivas, cuándo son meras representaciones imaginarias.

Expresión profética.

Los profetas sintieron la palabra divina sobre sí mismos con tanta urgencia que no
12
podían menos de hablar. "Hablando el Señor Yavé, ¿quién no profetizará?" (Am 3,
8). La palabra de Yavé "es como fuego abrasador que siento dentro de mis huesos,
que no puedo contener ni soportar" (Jer 20, 9). Un día de su vida fueron llamados
por Dios de manera apremiante e irresistible y se vieron constreñidos a proclamar
la palabra de Dios (Am 7, 15; Is 6, Jer 1, 4-10; etc.).

Los profetas comunican el mensaje divino mediante:

• Palabras; algunas veces escritas (Is 8, 1; 30, 8; Jer 36; Ez 2, 9-10; Hab 2, 2; Mal
3,16); casi siempre habladas.

• Gestos: 1 Sam 15, 27-28 (la orla del manto de Samuel); 1 Re 11, 29 (manto de
Ajías dividido en doce partes); Is 20, 2 (Isaías descalzo y desnudo por las calles de
Jerusalén); Jeremías (c. 13: la faja escondida en el Eufrates; 18, 1-12: el alfarero;
19: la orza; 24: los higos; 27-28: el yugo; 32: la compra del campo de Anatot);
Ezequiel (4-5: tableta asediada; inmovilidad del profeta; alimento mísero y
racionado; cabellos quemados y dispersos; 12: cargado con los trebejos; 24, 3-14:
la marmita; etc.).

Las acciones simbólicas tenían gran valor pedagógico, pues forzaban la atención
del pueblo y hacían tangible el mensaje profetice En el fondo, sin embargo, más que
a motivos pedagógicos, las acciones simbólicas obedecían a una concepción muy
semítica, según la cual, el gesto significaba ya la realidad incoada; es decir, los
semitas atribuían al gesto una eficacia cuasi sacramental.

• La misma vida de los profetas. Los profetas mismos en persona, su propia vida,
se convertían a veces en mensaje. En este sentido debe entenderse, por ejemplo,
la vida matrimonial de Oseas (1-3; la vida de Isaías y sus dos hijos (8, 18); el celibato
de Jeremías (16, 1-13); las distintas incidencias de la vida de Ezequiel (4, 4-8; 24,
15-24; 24, 27; 33, 22).
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LITERATURA PROFETICA

FORMACIÓN DE LA LITERATURA PROFÉTICA

Escuela critica

Hasta hace pocos años estaba de actualidad la tesis de la escuela critica, según la 13

cual en la formación de los libros proféticos había que distinguir tres tiempos:

1.» En un primer momento, la literatura profética estaba constituida por la


predicación viva de los profetas, que a veces ponían por escrito sus sermones, si
bien más conmúnmente no pasaban de la tradición oral. En todo caso, en este
primer momento, la predicación profética circulaba en forma de piezas sueltas sin
llegar a formar bloques muy voluminosos.

2.» En un segundo tiempo, las piezas sueltas se fueron agrupando en colecciones,


según un orden bastante artificial. Los criterios que solían seguirse en este trabajo
de agrupación eran de orden literario o también ideológico; es decir, se agrupaban
las piezas sueltas por afinidad de forma o por afinidad de tema. Un ejemplo claro de
afinidad de tema los tenemos en los oráculos contra las naciones extranjeras, que
suelen aparecer reunidos en bloques bien delimitados en los distintos libros
proféticos (Am 1-2; Is 13-23; Jer 46-51; Ez 25-32). A veces el criterio seguido por
los coleccionistas ha sido una palabra-clave que se repetía en varios oráculos. Así,
por ejemplo, los cuatro oráculos que forman la sección de Ez 12, 21-14, 11han sido
reunidos juntos, sin duda, porque en los cuatro la palabra-clave es "profeta".
Igualmente, las tres perícopas que forman el c. 21 de Ezequiel, han sido colocadas
juntas, sin duda, porque en todas se repite la palabra-clave "espada".

3.» Finalmente, redactores posteriores transformaron en libros, las anteriores


colecciones proféticas. En este último estadio, las palabras auténticas de los
profetas se habrían visto acrecidas y retocadas por abundantes notas
redaccionales.

Escuela escandinava
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En estos últimos decenios se ha insistido mucho, sobre todo por parte de la escuela
escandinava, en la importancia de la tradición oral como medio de transmisión y
formación de la literatura profética.

Según la escuela escandinava, toda la literatura bíblica, especialmente la profética,


habría sido transmitida oralmente durante varios siglos, antes de ser puesta por 14

escrito. Durante este estadio de tradición oral, la literatura bíblica habría sufrido una
profunda transformación. En el caso concreto de los profetas, la transformación
posterior habría sido tal que hoy somos incapaces de reconstruir a través de los
actuales libros las palabras auténticas ("ipsissima verba") de los autores originales.

El esquema propuesto por la escuela crítica se acerca, sin duda, bastante a la


realidad. Con todo, no parece que deba aplicarse siempre con la misma rigidez. En
el caso, por ejemplo, de Isaías, Jeremías y Ezequiel, han sido ellos mismos
directamente o a través de sus discípulos quienes han compuesto en buena parte
sus libros. Ciertamente, la edición definitiva de los mismos se ha llevado a cabo en
etapas posteriores, generalmente en los círculos de discípulos del profeta, los
cuales han añadido, adaptado y dispuesto el material según su propio plan. Pero
este trabajo ha estado presidido por la fidelidad al maestro y se ha hecho bajo el
carisma de la inspiración.

En cuanto a la tradición oral, es a todas luces exagerada la postura de la escuela


escandinava y peca de unilateralidad. Dentro de la misma escuela se ha producido
ya una reacción en sentido contrario. Algunos de sus autores han visto que no se
puede establecer un esquema rígido, según el cual, primero habría habido un largo
período de transmisión oral, y luego habría seguido la etapa de la composición
literaria. La tradición oral y escrita han coexistido a lo largo del A. T. y parte de la
predicación profética ha sido puesta por escrito desde el primer momento.

FORMAS LITERARIAS PROFETICAS

La literatura profética es sumamente variada. Utiliza la prosa y el verso y dentro de


estos grandes géneros encontramos de nuevo una variada gama de subgéneros: el
lírico (v.gr. el Segundo Isaías), el parenético (muy frecuente en todos los profetas),
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la parábola (v. gr. la parábola de Natán: 2 Sam 12), la narración, el diálogo, la
reflexión sapiencial (véanse Amos; Jer 17, 5-11; Ag 2, 15-19), el canto popular (Is
5), la oración, el himno (muy frecuente en el Segundo Isaías), la caria (Jer 29), el
canto fúnebre, la sátira, la biografía, la autobiografía, las Confesiones de Jeremías,
que evocan las de S. Agustín.
15

Oráculo.

De todas las formas literarias proféticas, la más característica es el oráculo. El


hombre de todos los tiempos, pero principalmente en la antigüedad, se ha mostrado
intrigado acerca de las leyes misteriosas que rigen su destino, especialmente en
relación con el futuro. Esta preocupación se debía, unas veces, a simple curiosidad,
otras, obedecía al deseo de conocer la voluntad de Dios para acomodarse a ella, y
también existía dentro de las religiones paganas la intención de descubrir y dominar
el destino humano por medios mágicos. De ahí, las distintas técnicas oraculares: la
adivinación, la magia y el oráculo. En el mundo griego se hicieron famosos los
oráculos del numen de Deltas. Pero—como acabamos de decir—este género de
prácticas y literatura estuvo de mucha actualidad en todas las religiones.

Israel sentía como ningún otro pueblo la cercanía de su Dios. De ahí que le vemos
recurrir con frecuencia a El en busca de respuestas u oráculos para sus problemas:

• Muerto José, los israelitas hicieron a Yavé esta consulta: "¿Quién de nosotros
subirá el primero a combatir a los cananeos?". Yavé respondió: "Subirá Judá, he
puesto el país en sus manos" (Jue 1,1-2).

• Un caso similar tenemos en 1 Sam 10, 22. Yavé es consultado acerca de Saúl:
"¿Ha venido ese?". Dijo Yavé: "Aquí lo tenéis escondido entre la impedimenta".

• El 2 Sam 2, 1 pregunta David: "¿Debo subir a alguna de las ciudades de Judá?".


Yavé respondió: "¡Sube!", David insistió: "¿A cuál subiré?". "A Hebrón", contestó el
Señor.

Otras veces es Dios quien toma la iniciativa y comunica sus oráculos o mensajes a
los hombres sin esperar a que éstos le consulten. Lo puede hacer directamente (Jue
6, 11-18; 13, 3-25; 1 Re 3, 5), si bien la mayor parte de las veces lo hace a través
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de portavoces o mensajeros (aquí habría que citar toda la lista de profetas, desde
Samuel a Malaquías).

Los autores suelen distinguir entre oráculo sacerdotal y oráculo profético; • Por
oráculos sacerdotales se suelen entender las respuestas que los sacerdotes daban
en nombre de Dios a las miles cuestiones y problemas que los israelitas 16

presentaban en los santuarios. Los sacerdotes solían servirse para conseguir estas
respuestas de la Divinidad de ciertos medios o técnicas, v.gr.: el efod o las suertes
urim y tummim.

• Los oráculos proféticos suelen ser mensajes de orden religioso o moral que Dios
comunica por propia iniciativa a sus siervos los profetas, con destino a toda la
comunidad o a sus guías políticos y religiosos

Tendríamos, pues, que en los oráculos sacerdotales predomina la técnica y la


casuística, mientras los oráculos proféticos contienen mensajes más elevados y de
alcance más universal.

En la realidad, no siempre resulta fácil distinguir estas dos clases de oráculos. La


dificultad aumenta todavía más en la hipótesis de la escuela cultual, según la cual,
había un profetismo profesional adscrito a los santuarios, cuyos oráculos coincidían
con el estilo sacerdotal.

La terminología característica del oráculo en boca de los profetas, suele ser: Me fue
dirigida palabra de Yave en estos términos... Pero el profeta no es el destinatario
final, sino que ha recibido el mensaje con destino a los demás; de ahí, que al
transmitir la palabra divina acentúe su carácter de portavoz: Yave habla...; Yave ha
dicho.. ; Escuchad porque Yave ha dicho...; Escuchad la palabra de Yave... En todas
estas expresiones el término oracular técnico es "dabar", que se emplea unas veces
como verbo y otras como sustantivo. Otro término técnico para subrayar el carácter
oracular de la predicación profética es "ne'um Yahweh"; "ne'um Yahweh seba'ót";
"ne'um 'adonay" (= oráculo de Yavé; oráculo de Yavé Sebaot; oráculo del Señor).

Material biográfico y autobiográfico


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Además del material oracular en la literatura profética se destacan otras dos
grandes formas literarias: la biografía y la autobiografía. Al género autobiográfico
suelen pertenecer los relatos vocacionales de los profetas (v.gr.: Is 6; Os 3; etc.). El
material biográfico es muy abundante en Jeremías, donde su secretario Baruc ha
recogido muchos datos sobre la vida del profeta.
17

Encontramos representados los tres géneros (oracular biográfico y autobiográfico)


en Amos, Oseas, Isaías y Jeremías. Solamente el primero en Joel, Abdías, Nahum,
Sofonías y Deuterozacarías. El primero, con huellas del tercero, en Miqueas y
Habacuc. Predomina la autobiografía en Ezequiel y Protozacarías.

Requisitoria judicial

Con motivo de los recientes estudios sobre la Alianza bíblica, los autores han
llamado la atención sobre una forma literaria profética muy emparentada con
aquella, la cual ha sido bautizada por los ingleses con el título de "Rib-Pattern", que
podemos traducir al castellano por "Requisitoria judicial". Suele sujetarse a un
esquema bastante uniforme, que consta de los siguientes puntos:

1.° Llamamiento a los testigos para que presencien el proceso y actúen como
jueces. Se suelen invocar como testigos al cielo y a la tierra (Is 1, 2; Miq 6, 1-2; Jer
2, 12; Dt 32, 1-2) y también a los hijos de Israel (Am 3, 1; 4, 1; 5, 1). -

2.» Introducción de la causa por Dios mismo o por su representante en la tierra (Dt
32, 4-6; Is 1, 2-3; Miq 6, 1; Jer 7, 3-4).

3.° Evocación de los beneficios otorgados por Dios a su pueblo (Dt 32, 7-14; Miq 6,
3-5; Jer 2, 5-7).

4.° La acusación propiamente dicha (Dt 32, 15-18). Este es el elemento más
frecuente en los profetas, el cual está presentado bajo distintas formas.
Generalmente, el profeta habla en nombre de Dios; a veces, desarrolla, defiende o
interpreta la palabra de Dios.
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5.° La sentencia (Dt 32, 19-29). También es frecuente en los profetas.
Generalmente, Yavé amenaza con entregar a su pueblo en manos de los pueblos
enemigos, que actúan en este caso como instrumentos de la justicia divina.

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TRABAJO EN CASA:

En Su cuaderno a Mano.

01.- Ver el Video Recomendado en la parte de arriba: Ver este video: internet
https://www.youtube.com/watch?v=ZFdFF3zbUtw Geografía y Costumbres de la
Biblia - Antiguo Testamento.- Hacer un Resumen sobre Historia y Costumbres de
los pueblos del medio oriente o regiones donde se verifica los hechos de la historia
del pueblo de Israel.

02.- De la Tabla de los Profetas Separar los Profetas del Reino del Norte y del Reino
del Sur. (Investigar). Dividir los Libros Proféticos en Mayores y Menores hacer lista.

03.- Leer el presente Escrito y Escribir sus comprensiones expresadas por sus
propias palabras.

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