Para Explicar El Estadio Del Espejo

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Para explicar el estadio del espejo, Lacan parte de una experiencia de la psicología comparada,

del experimento con los monos de Kohler. Una cría de hombre durante corto tiempo se ve
superado en inteligencia instrumental por el mono, pero reconoce ya sin embargo su imagen
en el espejo como tal.

Este efecto, en vez de agotarse como en el mono, rebota enseguida en el niño en una serie de
gestos en los que experimenta lúdicamente la relación de los movimientos asumidos de la
imagen con su medio ambiente reflejado, y de ese complejo virtual a la realidad que
reproduce.

El yo se presenta en una forma primordial, antes de objetivarse en la dialéctica del a


identificación con el otro y antes de que el lenguaje le sustituya en lo universal del sujeto.

Esta forma por lo demás debería más bien designarse como yo ideal, y si quisiéramos hacer
entrar en un registro conocido, en el sentido de que será también el tronco de las
identificaciones secundarias.

La forma total del cuerpo, gracias a la cual el sujeto se adelanta en un espejismo a la


maduración de su poder, no le es dada sino como una Gestalt, es decir como una realidad que
es más constituyente que constitutiva, pero donde sobre todo el aparece en un relieve de
estatura que lo coagula y bajo una simetría que lo invierte, en oposición a la turbulencia de
movimientos que experimenta a sí mismo animándola.

Lacan continúa diciendo que una Gestalt sea capaz de efectos formativos sobre el organismo
es cosa que puede atestiguarse por una experimentación biológica, a su vez tan ajena a la idea
de causalidad psíquica que no puede resolverse a formularla como tal. Explica lo de la gónada.

La función del estadio del espejo se nos revela entonces como un caso particular de la función
de la imago, que es establecer una relación del organismo con su realidad.

Pero esta relación con la naturaleza está alterada en el hombre por cuanto dehiscencia del
organismo en su seno, por una discordancia primordial que trasciende los signos del malestar y
la incoordinación motriz de los meses neonatales.

El estadio del espejo es un drama, cuyo empuje interno se precipita de la insuficiencia a la


anticipación, y que para el sujeto, preso de la ilusión de la identificación espacial, maquina las
fantasías que se sucederán desde una imagen fragmentada del cuerpo hasta una forma que
llamamos ortopédica de su totalidad, y a la armadura por fin asumida de una identidad
enajenante, que va a marcar con su estructura rígida todo su desarrollo mental. Así la ruptura
del círculo del Innenwelt al Umwelt engendra la cuadratura inagotable de las reaseveraciones
del yo.

Este cuerpo fragmentado se muestra regularmente en los sueños, cuando la moción del
análisis toca cierto nivel de desintegración agresiva del individuo.

El momento en que termina el estadio del espejo inaugura, por la identificación con la imago
del semejante y el drama de los celos primordiales, la dialéctica que desde entonces liga al yo
con situaciones socialmente elaboradas. Es este momento al que hace volcarse decisivamente
todo el saber humano en la mediatización por el deseo del otro, constituye sus objetos en una
equivalencia abstracta por la rivalidad del otro, y hace del yo un aparato para el cual todo
impulso de los instintos será un peligro, aun cuando respondiese a una maduración natural,
pues la maduración misma de esa maduración depende desde ese momento en el hombre de
un expediente cultural: como se ve en lo que respecta al objeto sexual en el complejo de
Edipo.

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