III. Jurisprudencia
III. Jurisprudencia
III. Jurisprudencia
En este caso el nuevo Código limita una vez más el alcance de la principal ac-
ción de protección de la legítima. Parte de la doctrina sostiene que la reducción
es una acción personal , por la limitación de sujetos demandables y la prescrip-
tibilidad, sin embargo, por su principal carácter, su contenido y su finalidad se
trata de una acción real con efectos reipersecutorios . Pero esta condición se
ha visto debilitada con el nuevo Código.
III. Jurisprudencia
1. Porciones legítimas
La nueva norma se relaciona con los arts. 3593, 3594 y 3595 y 3576 bis del
Código Civil donde se regulaban las porciones legítimas de los descendientes,
ascendientes, el cónyuge y la nuera viuda sin hijos respectivamente.
La porción legítima de los hijos era de cuatro quintos (4/5) de todos los bienes
existentes a la muerte del testador y de los que éste hubiera donado, ob-
servándose en su distribución lo dispuesto en el art. 3570, es decir que si había
quedado el viudo o la viuda e hijos, el cónyuge sobreviviente tendría en la su-
cesión la misma parte que cada uno de los hijos.
La porción legítima de los ascendientes era de dos tercios (2/3) de los bienes
de la sucesión y los donados, observándose en su distribución lo dispuesto por
el art. 3571, es decir que si habían quedado ascendientes y cónyuge supérstite,
heredaba éste la mitad de los bienes propios del causante y también la mitad
de la parte de gananciales que le hubieran correspondido al fallecido. La otra
mitad la recibirían los ascendientes.
Respecto de la legítima de los ascendientes, el Anteproyecto Bibiloni, el Pro-
yecto de 1936, el Anteproyecto de 1954, y el Proyecto de 1998 la fijaron en un
medio (1/2).
El art. 3602 del Código de Vélez, establecía que para fijar la legítima se aten-
dería al valor de los bienes quedados por muerte del testador. Al valor líquido
de los bienes hereditarios se agregaría el que tenían las donaciones, aplicando
las normas del art. 3477.
Por otra parte, como se dijo, se suprimió el derecho hereditario de la nuera viu-
da sin hijos ya que como se sostuvo en los fundamentos del nuevo Código era
cuestionable su constitucionalidad por la distinción que hacía según se tratara
de hombre o mujer, alterando los principios del derecho sucesorio y ocasionan-
do un sinnúmero de dificultades interpretativas, especialmente después de la
incorporación del matrimonio de personas del mismo sexo.
Para efectuar ese cálculo, la nueva norma propone la siguiente fórmula: habrá
que sumar el valor líquido de la herencia al tiempo de la muerte del causante,
más el de los bienes donados computables para cada legitimario a la época de
la partición según el estado del bien a la época de la donación. De la aplicación
de esta fórmula habrá que establecer el caudal relicto transmisible por muerte
(activo bruto), deduciéndosele las deudas.
Este método de cálculo nos menciona tres momentos que tendremos que con-
siderar para armar la masa, que son: la muerte del causante, la partición, y la
donación de los bienes. Para la formación de la masa de cálculo, según los
casos, habrá que estar a lo regulado en los capítulos 2, 3 y 4 del precedente
Título IX (de Sucesiones intestadas).
La cuestión que aquí interesa es el modo de valuar las donaciones que hizo el
causante en vida, para así poder calcular la legítima.
Si el sistema del Código estableció que el valor de las liberalidades debía to-
marse al tiempo en que fueron hechas, la ley 17.711 cambió dicha opción y fijó
que debían valuarse al tiempo de la apertura de la sucesión, con la salvedad de
que los jueces —en caso de créditos o sumas de dinero— pueden determinar
un equitativo reajuste según las circunstancias el caso, a fin de evitar solucio-
nes injustas (cf. arts. 3602 y 3477).
El texto según ley 17.711 fue criticado por cierta doctrina (Belluscio) y el Pro-
yecto de 1998 propuso volver al régimen del Código Civil.
La nueva norma contiene por un lado una norma específica según la cual el
valor de los bienes donados se computan "a la época de la partición según el
estado del bien a la época de la donación " (art. 2445) utilizando la misma solu-
ción en materia de colación (art. 2385).
Siguiendo el segundo párrafo del nuevo art. 2445 y a los efectos del establecer
el "estado " del bien, se considerará la "época de la donación " y, a mérito de
ello, se tomará el valor que el mismo tiene al momento de la "partición ". De
este modo, se implementa un régimen específico, simplificado en un solo artí-
culo, estableciendo una pauta clara para determinar el "estado " del bien, sea
físico o jurídico, que quedó determinado por el momento de la donación, siendo
indiferentes los cambios sobre él acaecidos ulteriormente y, por otro lado, se
trata lo concerniente al "valor " económico de aquella base, que queda deter-
minado en el momento particional.
Coincidimos con este criterio en tanto entendemos que mantener el texto tal
cual ha sido sancionado podría dar lugar a notorias e injustas desigualdades
entre los descendientes. Tal sería el caso de un hijo nacido dos años después
de una donación efectuada a favor de su hermano por carecer de legitimación
para plantear la colación.
III. Jurisprudencia
El artículo respeta el principio del Código de Vélez, el cual también fue sosteni-
do por el art. 2396 del Proyecto de 1998, que establecía que, en caso de con-
currir el cónyuge con descendientes, se imponía la legítima mayor, es decir la
porción de dos tercios (2/3) establecida para los descendientes.
II. Comentario
1. Concurrencia de legitimarios
Ocurre que las legítimas de determinados parientes no son fijas, pues pueden
variar según los legitimarios con los cuales concurren.
Para conocer cuáles son los bienes que formaran la masa en cada caso, habrá
que proceder a determinar cuál es el régimen patrimonial matrimonial de los
cónyuges, para diferenciar si correspondiere, los bienes propios de los ganan-
ciales.
Las legítimas de los ascendientes y del cónyuge han quedado ambas fijadas en
un medio (1/2), con lo cual han quedado equiparadas. Consideramos que la
porción establecida en el Código de Vélez para los ascendientes era demasia-
do elevada, sobre todo si se tiene en cuenta que al cónyuge le correspondía
solamente un medio (1/2).
Ahora bien, en caso de existir cónyuge, este concurrirá con los ascendientes
participando de la mitad de la herencia.
II. Comentario