Amor Incondicional
Amor Incondicional
Amor Incondicional
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“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara
morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:6-8).
Leyendo el libro de Romanos, aprendemos que estamos separados de Dios por causa de
nuestro pecado. Estamos en enemistad con Dios y su ira se revela contra los impíos por
su iniquidad (Romanos 1:18-20). Rechazamos a Dios y Él nos entrega a nuestro pecado.
También aprendemos que todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios
(Romanos 3:23), y que ninguno de nosotros busca a Dios, ninguno de nosotros hace lo
que es correcto delante de sus ojos (Romanos 3:10-18).
A pesar de esta maldad y enemistad que tenemos hacia Dios (razón por la cual sería
perfectamente justo si Dios nos destruye por completo), Él revela su amor hacia nosotros
entregando a su Hijo Jesucristo como la propiciación (es decir, el aplacar la justa ira de
Dios) por nuestros pecados. Dios no esperó a que nosotros mejoráramos como una
condición para la expiación de nuestros pecados. Más bien, Dios fue condescendiente
para tomar forma de hombre y vivir entre su pueblo (Juan 1:14). Dios experimentó
nuestra humanidad — todo lo que significa tener una condición humana y luego se
ofreció a sí mismo de manera voluntaria, como una expiación sustituta por nuestros
pecados.
Este rescate divino resultó en un acto bondadoso de auto-sacrificio, como lo dice Jesús
en el evangelio de Juan: "Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por
sus amigos" (Juan 15:13). Eso es precisamente lo que Dios, en Cristo, ha hecho. La
naturaleza incondicional del amor de Dios se hace evidente en otros dos pasajes de las
Escrituras:
"Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)"
(Efesios 2:4-5).
"En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo
unigénito al mundo, para que vivamos por Él. En esto consiste el amor: no en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en
propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 4:9-10).
Es importante señalar que el amor de Dios es un amor que toma la iniciativa; nunca es
una respuesta. Eso es precisamente lo que hace que sea incondicional. Si el amor de Dios
fuera condicional, entonces tendríamos que hacer algo para ganarlo o merecerlo; de
alguna manera tendríamos que aplacar su ira y limpiarnos de nuestros pecados antes que
Dios fuera capaz de amarnos. Pero ese no es el mensaje bíblico. El mensaje bíblico — el
evangelio ¬— es que Dios, motivado por el amor, se conmovió incondicionalmente para
salvar a su pueblo de sus pecados. English