Resumen Por Capítulos de El Monje Que Vendio Su Ferrari
Resumen Por Capítulos de El Monje Que Vendio Su Ferrari
Resumen Por Capítulos de El Monje Que Vendio Su Ferrari
Fue una historia de éxito y riqueza de principio a fin. La historia se abrió con el éxito de
un abogado y terminó con la riqueza de un hombre.
El viaje de desarrollo de la personalidad de ambos personajes del libro, Julián Mantle y
su mejor amigo John, es uno que Robín Sharma escribió, en prosa poética, como una
guía de la vida.
Si llegaste a la conclusión de que solo estarás más feliz después de obtener un título
delante de tu nombre y en secreto exiges respeto por ti, entonces es hora de reevaluar
tu definición de liderazgo, éxito y felicidad.
Dé el primer paso para cambiar su paradigma con estas increíbles lecciones de vida de
El monje que vendió su Ferrari. Un libro que no puedes dejar de leer
3.- HAZ LAS COSAS QUE MÁS TEMES: La lección del monje es que el éxito en el
exterior comienza dentro. Cuando identifique las cosas que lo detienen, debe
enfrentarlas. Haz las cosas que temes, porque estás construyendo las bases del éxito y
el liderazgo dentro de ti. Liderarse primero le da a otros el voto de confianza de que
usted también es capaz de dirigirlos. Entonces, actúa con integridad y guiado por tu
corazón.
4.- VIVE CON DISCIPLINA: Estamos cada vez más tentados y distraídos hoy por los
ruidos que hacen nuestros dispositivos y las personas con las que interactuamos a
diario. Aquí hay un ejercicio del libro que puede aplicar a su vida de inmediato.
Repite el siguiente mantra y toma un voto de silencio durante todo el día en el que solo
hablas para responder a una pregunta directa: «Soy más de lo que aparento ser. Toda la
fuerza y los poderes del mundo descansan dentro de mí.
Se necesita coraje para nutrir la autodisciplina porque no es fácil. Pero una vez que te
das el poder de ser más que tu entorno, finalmente ganarás y te librarás de una prisión
mental.
El secreto de la felicidad es simple: descubre lo que realmente amas hacer y luego dirige
toda tu energía para hacerlo. Una vez que haces esto, la abundancia fluye en tu vida y
todos tus deseos se llenan con facilidad y gracia.
Nunca olvides la importancia de vivir con regocijo desenfrenado. Nunca descuides ver la
belleza exquisita en todos los seres vivos. Hoy, y este mismo momento, es un regalo.
Mantente enfocado en tu propósito. El Universo se ocupará de todo lo demás.
El Universo da beneficios a lo que tienen valor. Cuando quieras llevar tu visión a un lugar
de más altura, la fortaleza de tu alma será quien te guíe a ese lugar mágico con
magníficos tesoros.
Combate la guerra contra los pensamientos más débiles que se han infiltrado en el
palacio de tu mente. Verán que no son deseados y se marcharán como visitantes no
deseado
El tiempo se desliza entre nuestras manos como granos de arena, para no volver jamás.
Aquellos que usan el tiempo sabiamente desde una edad temprana son recompensados
con vidas ricas, productivas y satisfactorias.
Lo más noble que puedes hacer es dar a los demás. Comience a enfocarse en su
propósito superior. Todas las personas están en este lugar por un motivo especial. Deja
de estar preso por cosas pasadas. Conviértete en el arquitecto de tu futuro.
COLEGIO DISTRITAL MARIA AUXILIADORA
NOMBRE________________________GRADO ______________
EL AVE FÉNIX
Otra ave sagrada hay allí que sólo he visto en pintura, cuyo nombre es el de Fénix.
Raras son, en efecto, las veces que se deja ver, y tan de tarde en tarde, que según los
de Heliópolis, sólo viene a Egipto cada quinientos años, a saber, cuándo fallece su
padre. Si en su tamaño y conformación es tal como la describen, su mole y figura son
muy parecidas a las del águila, y sus plumas, en parte doradas, en parte de color
carmesí. Tales son los prodigios que de ella nos cuentan, que, aunque para mí poco
dignos de fe, no emitiré el referirlos. Para trasladar el cadáver de su padre desde
Arabia hasta el Templo del Sol, se vale de la siguiente maniobra: forma ante todo un
huevo sólido de mirra, tan grande cuanto sus fuerzas alcancen para llevarlo,
probando su peso después de formado para experimentar si es con ellas compatible;
va después vaciándolo hasta abrir un hueco donde pueda encerrar el cadáver de su
padre, el cual ajusta con otra porción de mirra y atesta de ella la concavidad, hasta que
el peso del huevo preñado con el cadáver iguale al que cuando sólido tenía; cierra
después la abertura, carga con su huevo, y lo lleva al Templo del Sol en Egipto.
El fénix vendría a ser un espejo o una imagen del universo. Para mayor analogía, los
estoicos enseñaron que el universo muere en el fuego y renace del fuego y que el
proceso no tendrá fin y no tuvo principio, a fines del siglo IV, ya versifica un pájaro
inmortal que resurge de su ceniza, un heredero de sí mismo y un testigo de las edades.
EL CANCERBERO
Si el Infierno es una casa, la casa de Hades, es natural que un perro la guarde; también
es natural que a ese perro lo imaginen atroz. Tres cabezas del cancerbero son del
dominio público. Virgilio menciona sus tres gargantas Dante le presta caracteres
humanos que agravan su índole infernal: barba mugrienta y negra, manos uñosas que
desgarran, entre la lluvia, las almas de los réprobos 2. Muerde, ladra y muestra los
dientes.
Este perro con tres cabezas denota el pasado, el presente y el porvenir, que reciben
como quien dice, devoran todas las cosas.
Según los textos más antiguos, el cancerbero saluda con el rabo (que es una serpiente)
a los que entran en el Infierno, y devora a los que procuran salir. Una tradición posterior
lo hace morder a los que llegan; para apaciguarlo era costumbre poner en el ataúd un
pastel
1- persona Que, según la religión católica, está condenado a las penas del infierno.
"en el tímpano de la iglesia se ven a la derecha los réprobos y a la izquierda los santos"
LA MANDRÁGORA
La planta llamada mandrágora confina con el reino animal, porque grita cuando la
arrancan; ese grito puede enloquecer a quienes lo escuchan, Pitágoras la llamó
antropomorfa algunos pudieron escribir que las mandrágoras figuran la humanidad, con
la distinción de los sexos. Antes, habían dicho que la mandrágora blanca es el macho y
la negra es la hembra. También, que quienes la recogen trazan alrededor tres círculos
con la espada y miran al poniente; el olor de las hojas es tan fuerte que suele dejar
mudas a las personas. Arrancarla era correr espantosas calamidades.
EL MINOTAURO
La idea de una casa hecha para que la gente se pierda es tal vez
más rara que la de un hombre con cabeza de toro, pero las dos se ayudan y la imagen
del laberinto conviene a la imagen del minotauro. Queda bien que en el centro de una
casa monstruosa haya un habitante monstruoso.
El minotauro, medio toro y medio hombre, nació de los amores de Pasifae, reina de
Creta, con un toro blanco que Poseidón hizo salir del mar. Dédalo, autor del artificio que
permitió que se realizaran tales amores, construyó el laberinto destinado a encerrar y a
ocultar al hijo monstruoso. Éste comía carne humana; para su alimento, el rey de Creta
exigió anualmente de Atenas un tributo de siete mancebos y de siete doncellas. Teseo
decidió salvar a su patria de aquel gravamen y se ofreció voluntariamente. Ariadna, hija
del rey, le dio un hilo para que no se perdiera en los corredores; el héroe mató al
minotauro y pudo salir del laberinto.
LOS GNOMOS
Son más antiguos que su nombre, que es griego. Son duendes de la tierra y de las
montañas. La imaginación popular los ve como enanos barbudos, de rasgos toscos y
grotescos; usan ropa ajustada de color pardo y capuchas monásticas tienen la misión de
SIRENAS
A lo largo del tiempo, las sirenas cambian de forma, para algunos son aves de
plumaje rojizo y cara de virgen, de medio cuerpo, arriba son mujeres y, abajo, aves
marinas; otros que son ninfas, que son monstruos y que son demonios. Moran en una
isla del poniente, cerca de la isla de Circe, pero el cadáver de una de ellas, Parténope,
fue encontrado en Campania, y dio su nombre a la famosa ciudad. La Odisea refiere que
las sirenas atraían y perdían a los navegantes y que Ulises, para oír su canto y no
perecer, tapó con cera los oídos de los remeros y ordenó que lo sujetaran al mástil. Para
tentarlo, las sirenas le ofrecieron el conocimiento de todas las cosas del mundo
En el siglo VI, una sirena fue capturada y bautizada en el Norte de Gales, y figuró como
una santa en ciertos almanaques antiguos, bajo el nombre de Murgen. Otra, en 1403,
pasó por una brecha en un dique, y habitó en Haarlem hasta el día de su muerte. Nadie
la comprendía, pero le enseñaron a hilar y veneraba como por instinto la cruz.
siglo XVI razonó que no era un pescado porque sabía hilar, y que no era una mujer
porque
podía vivir en el agua.
EL UNICORNIO
La primera versión del unicornio casi coincide con las últimas. Cuatrocientos años antes
de la era cristiana, refieren que en los reinos del Indostán hay muy veloces asnos
silvestres, de pelaje blanco, de cabeza purpúrea, de ojos azules, provistos de un agudo
cuerno en la frente, que en la base es blanco, en la punta es rojo y en el medio es
plenamente negro.
Dan caza en la India a otra fiera: el unicornio, semejante por el cuerpo al caballo, por la
cabeza al ciervo, por las patas al elefante, por la cola al jabalí. Su mugido es grave; un
largo y negro cuerno se eleva en medio de su frente. Se niega que pueda ser apresado
vivo.
En la enciclopedia de Isidoro de Sevilla, redactada a principios del siglo VII, se lee que
una cornada del unicornio suele matar al elefante. En la Edad Media, los bestiarios
enseñan que el unicornio puede ser apresado por una niña; Cómo lo apresan. Le ponen
por delante una virgen y salta al regazo de la virgen y la virgen lo abriga con amor y lo
arrebata al palacio de los reyes.
Un caballito blanco con patas traseras de antílope, barba de chivo y un largo y retorcido
cuerno en la frente, es la representación habitual de este animal fantástico. Leonardo da
Vinci atribuye la captura del unicornio a su sensualidad; ésta le hace olvidar su fiereza y
recostarse en el regazo de la doncella, y así lo apresan los cazadores.
EL KRAKEN
El kraken es una especie escandinava del zaratán y del dragón de mar o culebra de
marde los árabes. que el lomo del kraken tiene una milla y media de longitud y que sus
brazos pueden abarcar el mayor navío. Los lomos sobresalen que el kraken suele
enturbiar las aguas del mar con una descarga de líquido; esta sentencia ha sugerido la
conjetura que el kraken es una magnificación del pulpo. gusanos marinos hasta que el
fuego del Juicio Final caliente el abismo. Entonces, para ser visto una sola vez por
hombres y por ángeles, rugiendo surgirá y morirá en la superficie.
ESCILA
Antes de ser un monstruo y un remolino, Escila era una ninfa, de quien se enamoró
eldios Glauco. Éste buscó el socorro de Circe, cuyo conocimiento de hierbas y de
magias era famoso. Circe se prendó de él, pero como Glauco no olvidaba a Escila,
envenenó las aguas de la fuente en que aquélla solía bañarse. Al primer contacto del
agua, la parte inferior del cuerpo de Escila se convirtió en perros que ladraban. Doce
pies la sostenían y se halló provista de seis cabezas, cada una con tres filas de dientes.
Esta metamorfosis la aterró y se arrojó al estrecho que separa Italia de Sicilia. Los
dioses la convirtieron en roca. Durante
las tempestades, los navegantes oyen aún el rugido de las olas contra la roca. Esta
fábula está en las páginas de Homero, de Ovidio y de Pausanias
LOS TROLLS
los trolls de la superstición popular son elfos malignos y estúpidos, que moran en las
cuevas de las montañas o en deleznables chozas. Los más distinguidos están dotados
LAS HADAS
Su nombre se vincula a la voz latina futuro (hado, destino). Intervienen mágicamente en
los sucesos de los hombres. Se ha dicho que las hadas son las más numerosas, las más
bellas y las más memorables de las divinidades menores. No están limitadas a una sola
región o a una sola época. Los antiguos griegos, los esquimales y las pieles rojas narran
historias de héroes que han logrado el amor de esas fantásticas criaturas. Tales
aventuras son peligrosas; el hada, una vez satisfecha su pasión, puede dar muerte a sus
amantes. En Irlanda y en Escocia les atribuyen moradas subterráneas, donde confinan a
los niños y a los hombres que suelen secuestrar. La gente cree que poseían las puntas
de flechas neolíticas que exhuman en los campos y a las que dotan de infalibles virtudes
medicinales. A las hadas les gusta el color verde, el canto y la música
En los mares de Italia el Hada Morgana urde espejismos para confundir y perder a los
navegantes
HORACIO QUIROGA
(Salto, 1878 - Buenos Aires, 1937) Narrador uruguayo radicado en Argentina,
considerado uno de los mayores cuentistas latinoamericanos de todos los tiempos, cuya
obra se sitúa entre la declinación del modernismo y la emergencia de las vanguardias.
Las tragedias marcaron la vida del escritor: su padre murió en un accidente de caza, y
su padrastro y posteriormente su primera esposa se suicidaron; además, Quiroga mató
accidentalmente de un disparo a su amigo Federico Ferrando.
EL HIJO
Es un poderoso día de verano en Misiones, con todo el sol, el calor y la calma que
puede deparar la estación. La naturaleza plenamente abierta, se siente satisfecha de sí.
Como el sol, el calor y la calma ambiente, el padre abre también su corazón a la
naturaleza.
Ten cuidado, chiquito —dice a su hijo; abreviando en esa frase todas las observaciones
del caso y que su hijo comprende perfectamente.
Si, papá —responde la criatura mientras coge la escopeta y carga de cartuchos los
bolsillos de su camisa, que cierra con cuidado.
Vuelve a la hora de almorzar —observa aún el padre.
Sí, papá —repite el chico.
Equilibra la escopeta en la mano, sonríe a su padre, lo besa en la cabeza y parte.
Su padre lo sigue un rato con los ojos y vuelve a su quehacer de ese día, feliz con la
alegría de su pequeño.
Sabe que su hijo es educado desde su más tierna infancia en el hábito y la precaución
del peligro, puede manejar un fusil y cazar no importa qué. Aunque es muy alto para su
edad, no tiene sino trece años. Y parecía tener menos, a juzgar por la pureza de sus
ojos azules, frescos aún de sorpresa infantil.
No necesita el padre levantar los ojos de su quehacer para seguir con la mente la
marcha de su hijo.
Ha cruzado la picada roja y se encamina rectamente al monte a través del abra de
espartillo.
Para cazar en el monte —caza de pelo— se requiere más paciencia de la que su
cachorro puede rendir. Después de atravesar esa isla de monte, su hijo costeará la linde
de cactus hasta el bañado, en procura de palomas, tucanes o tal cual casal de garzas,
como las que su amigo Juan ha descubierto días anteriores.
Sólo ahora, el padre esboza una sonrisa al recuerdo de la pasión cinegética de las dos
criaturas.
Cazan sólo a veces un yacútoro, un surucuá —menos aún— y regresan triunfales, Juan
a su rancho con el fusil de nueve milímetros que él le ha regalado, y su hijo a la meseta
con la gran escopeta Saint-Étienne, calibre 16, cuádruple cierre y pólvora blanca.
Él fue lo mismo. A los trece años hubiera dado la vida por poseer una escopeta. Su hijo,
de aquella edad, la posee ahora y el padre sonríe...
No es fácil, sin embargo, para un padre viudo, sin otra fe ni esperanza que la vida de su
hijo, educarlo como lo ha hecho él, libre en su corto radio de acción, seguro de sus
pequeños pies y manos desde que tenía cuatro años, consciente de la inmensidad de
ciertos peligros y de la escasez de sus propias fuerzas.
Ese padre ha debido luchar fuertemente contra lo que él considera su egoísmo. ¡Tan
fácilmente una criatura calcula mal, sienta un pie en el vacío y se pierde un hijo
El peligro subsiste siempre para el hombre en cualquier edad; pero su amenaza
amengua si desde pequeño se acostumbra a no contar sino con sus propias fuerzas.
De este modo ha educado el padre a su hijo. Y para conseguirlo ha debido resistir no
sólo a su corazón, sino a sus tormentos morales; porque ese padre, de estómago y vista
débiles, sufre desde hace un tiempo de alucinaciones.
Ha visto, concretados en dolorosísima ilusión, recuerdos de una felicidad que no debía
surgir más de la nada en que se recluyó. La imagen de su propio hijo no ha escapado a
este tormento. Lo ha visto una vez rodar envuelto en sangre cuando el chico percutía en
la morsa del taller una bala de parabellum, siendo así que lo que hacía era limar la
hebilla de su cinturón de caza.
Horrible caso... Pero hoy, con el ardiente y vital día de verano, cuyo amor a su hijo
parece haber heredado, el padre se siente feliz, tranquilo, y seguro del porvenir.
En ese instante, no muy lejos suena un estampido.
La Saint-Étienne... —piensa el padre al reconocer la detonación. Dos palomas de
menos en el monte...
Sin prestar más atención al nimio acontecimiento, el hombre se abstrae de nuevo en su
tarea.
El sol, ya muy alto, continúa ascendiendo. Adónde quiera que se mire —piedras, tierra,
árboles—, el aire enrarecido como en un horno, vibra con el calor. Un profundo zumbido
que llena el ser entero e impregna el ámbito hasta donde la vista alcanza, concentra a
esa hora toda la vida tropical. El padre echa una ojeada a su muñeca: las doce. Y
levanta los ojos al monte.
Su hijo debía estar ya de vuelta. En la mutua confianza que depositan el uno en el otro
el padre de sienes plateadas y la criatura de trece años—, no se engañan jamás.
Cuando su hijo responde: “Sí, papá”, hará lo que dice. Dijo que volvería antes de las
doce, y el padre ha sonreído al verlo partir.
Y no ha vuelto El hombre torna a su quehacer, esforzándose en concentrar la atención
en su tarea. ¿Es tan fácil, tan fácil perder la noción de la hora dentro del monte, y
sentarse un rato en el suelo mientras se descansa inmóvil...?
El tiempo ha pasado; son las doce y media. El padre sale de su taller, y al apoyar
la mano en el banco de mecánica sube del fondo de su memoria el estallido de una bala
de parabellum, e instantáneamente, por primera vez en las tres transcurridas, piensa
que tras el estampido de la Saint-Étienne no ha oído nada más. No ha oído rodar el
pedregullo bajo un paso conocido. Su hijo no ha vuelto y la naturaleza se halla detenida
a la vera del bosque, esperándolo.
¡Oh! no son suficientes un carácter templado y una ciega confianza en la educación de
un hijo para ahuyentar el espectro de la fatalidad que un padre de vista enferma ve
alzarse desde la línea del monte. Distracción, olvido, demora fortuita: ninguno de estos
nimios motivos que pueden retardar la llegada de su hijo halla cabida en aquel corazó
Un tiro, un solo tiro ha sonado, y hace mucho. Tras él, el padre no ha oído un ruido, no
ha visto un pájaro, no ha cruzado el abra una sola persona a anunciarle que al cruzar un
alambrado, una gran desgracia...
La cabeza al aire y sin machete, el padre va. Corta el abra de espartillo, entra en el
monte, costea la línea de cactus sin hallar el menor rastro de su hijo.
Pero la naturaleza prosigue detenida. Y cuando el padre ha recorrido las sendas de
caza conocidas y ha explorado el bañado en vano, adquiere la seguridad de que cada
paso que da en adelante lo lleva, fatal e inexorablemente, al cadáver de su hijo.
Ni un reproche que hacerse, es lamentable. Sólo la realidad fría terrible y consumada: ha
muerto su hijo al cruzar un...
¡Pero dónde, en qué parte! ¡Hay tantos alambrados allí, y es tan, tan sucio el monte!
¡Oh, muy sucio Por poco que no se tenga cuidado al cruzar los hilos con la escopeta en
la mano...
El padre sofoca un grito. Ha visto levantarse en el aire... ¡Oh, no es su hijo, no! Y vuelve
a otro lado, y a otro y a otro...
Nada se ganaría con ver el color de su tez y la angustia de sus ojos. Ese hombre aún
no ha llamado a su hijo. Aunque su corazón clama par él a gritos, su boca continúa
muda. Sabe bien que el solo acto de pronunciar su nombre, de llamarlo en voz alta, será
la confesión de su muerte.
¡Chiquito! —se le escapa de pronto. Y si la voz de un hombre de carácter es capaz de
llorar, tapémonos de misericordia los oídos ante la angustia que clama en aquella voz.
Nadie ni nada ha respondido. Por las picadas rojas de sol, envejecido en diez años, va el
padre buscando a su hijo que acaba de morir.
¡Hijito mío...! ¡Chiquito mío...! —clama en un diminutivo que se alza del fondo de sus
entrañas.
Ya antes, en plena dicha y paz, ese padre ha sufrido la alucinación de su hijo rodando
con la frente abierta por una bala al cromo níquel. Ahora, en cada rincón sombrío del
bosque ve centellos de alambre; y al pie de un poste, con la escopeta descargada al
lado, ve a su... ¡Chiquito...! ¡Mi hijo
Las fuerzas que permiten entregar un pobre padre alucinado a la más atroz pesadilla
tienen también un límite. Y el nuestro siente que las suyas se le escapan, cuando ve
bruscamente desembocar de un pique lateral a su hijo.
A un chico de trece años bástale ver desde cincuenta metros la expresión de su padre
sin machete dentro del monte para apresurar el paso con los ojos húmedos.
Chiquito... —murmura el hombre. Y, exhausto se deja caer sentado en la arena albearte,
rodeando con los brazos las piernas de su hijo.
La criatura, así ceñida, queda de pie; y como comprende el dolor de su padre, le
acaricia despacio la cabeza:
Pobre papá... En fin, el tiempo ha pasado. Ya van a ser las tres... Juntos ahora, padre e
hijo emprenden el regreso a la casa. ¿Cómo no te fijaste en el sol para saber la hora...?
murmura aún el primero.
Me fijé, papá... Pero cuando iba a volver vi las garzas de Juan y las seguí...
¡Lo que me has hecho pasar, Papá... —murmura también el chico!
Después de un largo silencio: Y las garzas, ¿las mataste? —pregunta el padre.
No. Nimio detalle, después de todo. Bajo el cielo y el aire candentes, a la descubierta
por el abra de espartillo, el hombre devuelve a casa con su hijo, sobre cuyos hombros,
casi del alto de los suyos, lleva pasado su feliz brazo de padre. Regresa empapado de
sudor, y aunque quebrantado de cuerpo y alma, sonríe de felicidad. Sonríe de alucinada
felicidad... Pues ese padre va solo.
A nadie ha encontrado, y su brazo se apoya en el vacío. Porque tras él, al pie de un
poste y con las piernas en alto, enredadas en el alambre de púa, su hijo bien Amado
yace al sol, muerto desde las diez de la mañana.
PABLO NERUDA
(Seudónimo de Neftalí Ricardo Reyes Basoalto; Parral, Chile, 1904 - Santiago de
Chile, 1973) Poeta chileno, premio Nobel de Literatura en 1971 y una de las máximas
figuras de la lírica hispanoamericana del siglo XX. A la juventud de Pablo Neruda
pertenece el que es acaso el libro más leído de la historia de la poesía: de Veinte
poemas de amor y una canción desesperada (1924), escrito a los veinte años, se habían
editado dos millones de ejemplares a la muerte de su autor.
POEMA 15
POEMA 20