Articulo de Opinión

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OPINIÓN

El Debido Proceso como Garantía de las Personas


19/10/2012, 12:00 AM
En la mayoría de ocasiones que participo en análisis y reflexiones sobre los derechos
fundamentales surgen consideraciones sobre el debido proceso, que como es sabido es
la garantía imprescindible en la concreción de la existencia de un Estado de Derecho.
Sin embargo hay múltiples interrogantes relacionadas con la efectividad y la necesidad
de su cumplimiento. ¿Hasta qué punto puede garantizarse? ¿Dónde se dibuja la estrecha
e invisible línea que demarcaría su preeminencia y existencia de su cumplimiento en la
realidad de la administración de justicia?...
Escucho comentarios que se refieren a una posible "estupidez" en las personas que se
empeñan en exigir las garantías de los derechos fundamentales; pues rayan en lo
"ilógico" en su defensa y preocupación por los "derechos de los delincuentes", se les
olvida la gente seria; y se olvidan de la necesidad de castigar culpables y dar confianza
y tranquilidad a las víctimas. Lo que es una percepción equivocada de lo que se persigue
con la exigencia de respeto a los derechos.
En este sentido, es interesante lo que afirma el Prof. Jorge Prats, "El debido proceso
configura la garantía de que las personas puedan hacer valer sus derechos ante la justicia
en igualdad de condiciones, a través de un procedimiento que contenga los requisitos
mínimos y esenciales, lo que la Constitución denomina "las garantías mínimas",
(artículo 69), para asegurar un fallo justo." Ya que los derechos serían letra muerta sin
un procedimiento jurisdiccional efectivo, y en consecuencia "el debido proceso en tanto
garantía de la garantía jurisdiccional es la garantía por excelencia".
La garantía del debido proceso está plasmada en la Constitución dominicana en su
artículo 69, que afirma que toda persona tiene derecho a obtener una tutela judicial
efectiva y describe en detalle todo lo que se debe considerar a este fin. La misma
consiste en respetar todo lo que la Constitución exige en beneficio de la legítima
defensa, la oportunidad de interponer recursos; el ajuste de las normas al acto que se
imputa, la competencia, la aplicación del principio de favorabilidad en materia penal, el
derecho a una resolución que defina las cuestiones planteadas sin dilaciones
injustificadas, entre otras que pueden colegirse en el texto constitucional mencionado.
Según la Corte Constitucional colombiana, CCC-339-1996; "El derecho al debido
proceso es el conjunto de garantías que buscan asegurar a los interesados que han
acudido a la administración pública o ante los jueces, una recta y cumplida decisión
sobre sus derechos. El incumplimiento de las normas legales que rigen cada proceso
administrativo o judicial genera una violación y un desconocimiento del mismo." De ahí
que se afirme que el debido proceso constituye una garantía infranqueable necesaria
para cualquier acto que pretenda imponer sanciones.

La interrogante entonces es, si el debido proceso es una garantía de extraordinario valor


para todas las personas, ¿por qué no hay una demanda social y ciudadana permanente
solicitando que sea respetado, y por el contrario en la opinión pública existe la
percepción de que respetarlo conviene más a quienes violan la ley que a quienes la
cumplen? Y he aquí la cuestión de la necesidad de su aprehensión en la conciencia
colectiva, desde la comprensión de la garantía y desde la utilización correcta de la
misma.
El prof. Herrera Pérez considera que no es posible garantizar el derecho de libertad, la
seguridad personal y la prohibición de la tortura, tratos crueles e infamantes, sin la
existencia de un proceso riguroso y respetuoso de los derechos de todas las personas. El
sistema penal y la necesidad de que se cumpla un juicio público y contradictorio,
descansa sobre la presunción de inocencia. Para consolidar y defender este principio, la
sociedad debe exigir que la demostración de culpabilidad se realice sobre bases firmes,
transparentes, legítimas e incuestionables. Ojo
Tutela judicial efectiva
Por El Nacional
03/08/2017
La Constitución dominicana enuncia las prerrogativas y garantías fundamentales para la
defensa de los derechos de las personas.
La primera de esas garantías es la tutela judicial efectiva y el debido proceso del artículo
69. En ese sentido, ha sido el Tribunal Constitucional español que ha dicho que el
primer contenido del derecho a obtener una tutela judicial efectiva es el acceso a la
jurisdicción, que se concreta en el derecho a promover la actividad jurisdiccional.
De su lado, el debido proceso ha sido definido por la Corte Constitucional de Colombia
como “el conjunto de garantías sustanciales y procesales especialmente diseñadas para
asegurar la regularidad y eficacia de la actividad jurisdiccional y administrativa”.
El artículo 69 de la Constitución prescribe que en el ejercicio de sus intereses legítimos,
toda persona tiene derecho a obtener la tutela judicial efectiva, con respeto al debido
proceso que estará conformado por las garantías mínimas, entre las cuales cita el
derecho a ser oído dentro de un plazo razonable y por una jurisdicción competente,
independiente e imparcial; el derecho a que se presuma su inocencia y a ser tomado
como tal y el derecho a un juicio público, oral y contradictorio, en plena igualdad y con
respeto al derecho de defensa.
A estas reglas hay que agregar el plexo de normativo que conforma los principios
generales del Derecho Penal, que igualmente están constitucionalizados.

Así, por ejemplo, el principio de interpretación estricta, que prevé que la ley penal es de
interpretación restrictiva y que prohíbe el uso de analogías y la interpretación extensiva
de la norma, salvo que favorezca a la persona imputada; el principio de irretroactividad
de la ley penal que establece que la ley penal no se aplica a los hechos ocurridos antes
de la entrada en vigor de la norma y el principio de personalidad de la pena, que enuncia
que nadie puede ser penalmente responsable si no de su propio hecho u omisión.
Asimismo, el principio de culpabilidad, que estipula que las personas sólo pueden ser
culpables de un hecho u omisión punible si lo han cometido con dolo o imprudencia; el
principio de territorialidad penal la ley penal se aplica a las infracciones cometidas total
o parcialmente en la República Dominicana o cuyos efectos se producen en su territorio,
y el principio de lesividad, que prevé que las conductas reprobables de las personas sólo
serán antijurídicas si con ellas se lesiona o pone en riesgo de manera cierta un bien
jurídico.
Finalmente, completa este catálogo de derechos y garantías constitucionales los
principios de interpretación de los derechos fundamentales, previstos en el artículo 74
de la Constitución, de los que el que adquiere más relevancia es el principio de
favorabilidad.

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pandemia está lejos de desvanecerse.
La Ciudad Prohibida de Beijing abrió sus puertas de nuevo y centros comerciales desde
Texas a Indiana se preparan para hacer lo mismo el viernes, mientras líderes de todo el
mundo tratan de encontrar una fórmula para salvar a sus golpeadas economías sin
desatar una nueva oleada de contagios.
Con las tradicionales movilizaciones del Primero de Mayo limitadas por las
cuarentenas, los manifestantes turcos trataron de llevar a cabo una protesta salvaje,
activistas de California planean huelgas, los checos harán sonar las bocinas de sus autos
y los trabajadores franceses cantarán desde su Punta de Lanza

El Debido Proceso como Garantía de las personas en la administración de justicia


Yildalina Tatem Brache  | 14 de abril de 2018 | 12:09 am
En lo personal no he sido simpatizante del estilo de ninguno de los presidentes de
“izquierda” que hemos tenido en la región, lo aclaro para que no se piense que estoy
obnubilada por la admiración o el cariño. A propósito del caso del Ex Presidente Lula
da Silva, me parece importante reiterar asuntos, algunos ya los plasmé en el 2012 en un
artículo publicado en Diario Libre, pero los retomo. Afirmación: El debido proceso es la
garantía imprescindible en la concreción de la existencia de un Estado de Derecho.
El Prof. Jorge Prats, lo explica muy bien, “El debido proceso configura la garantía de
que las personas puedan hacer valer sus derechos ante la justicia en igualdad de
condiciones, a través de un procedimiento que contenga los requisitos mínimos y
esenciales, lo que la Constitución denomina las garantías mínimas para asegurar un fallo
justo» (artículo 69). Si no existe un procedimiento jurisdiccional efectivo, los derechos
y su garantía serían letra muerta. De ahí, que el debido proceso es la garantía por
excelencia, pues es la garantía de la garantía jurisdiccional.
Sin embargo, siempre surgen múltiples interrogantes relacionadas con la efectividad y la
necesidad de su cumplimiento ¿Hasta qué punto puede garantizarse? ¿Dónde se dibuja
la estrecha e invisible línea que demarcaría su preeminencia y existencia de su
cumplimiento en la realidad de la administración de justicia? Incluso, hay quienes
hablan de una posible «estupidez» en quienes nos empeñamos  en exigir siempre las
garantías de los derechos fundamentales. Se alega que esta defensa y preocupación se
convierte en una campaña a favor de los «derechos de los delincuentes».
El asunto es que, si en nombre de la “lucha anticorrupción” aplaudimos procesos
corruptos porque produjeron condenas que nos parecen “buenas”; podríamos llevarnos
de encuentro la transparencia y las garantías individuales. Les aseguro que, sin ellas, la
lucha anticorrupción pierde sentido. Algo así como en el siguiente relato: “Si en un país
hay 100 personas, 50 son asesinas y 50 buenas. Si cada una de las buenas mata a una
asesina ¿quiénes quedan?”
Si de verdad queremos una sociedad organizada, es perentorio respetar todo lo que la
Constitución y los convenios internacionales exigen en beneficio de la legítima defensa.
Toda persona tiene derecho a obtener una tutela judicial efectiva, lo que implica entre
otros asuntos que el hecho debe ser probado más allá de toda duda, en el juicio, no en la
percepción ciudadana o en lo que se nos hace evidente en la socialización cotidiana.
Según la Corte Constitucional colombiana, CCC-339-1996, “El derecho al debido
proceso es el conjunto de garantías que buscan asegurar a los interesados que han
acudido a la administración pública o ante los jueces, una recta y cumplida decisión
sobre sus derechos. El incumplimiento de las normas legales que rigen cada proceso
administrativo o judicial genera una violación y un desconocimiento del mismo. El
debido proceso constituye una garantía infranqueable necesaria para cualquier acto que
pretenda imponer sanciones”.
La interrogante entonces es, si el debido proceso es una garantía de extraordinario valor
para todas las personas ¿Por qué no hay una demanda social y ciudadana permanente
solicitando que sea respetado? ¿Por qué en la opinión pública existe la percepción de
que respetarlo conviene más a quienes violan la ley que a quienes la cumplen? ¿Por qué
ahora en un proceso a todas luces viciado se condena al ex presidente Lula, y si
denunciamos las irregularidades, se nos “acusa” de que no creemos en la lucha anti
corrupción? He aquí la cuestión.
Es necesario aprehender en la conciencia colectiva,  que el fin no puede justificar los
medios. Siempre será necesario preservar las garantías y la utilización correcta de

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