Barcelona 1888

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Barcelona 1888: Exposición Universal y reivindicación

obrera en la ciudad de los prodigios

La Exposició n Universal de 1888 proyectó la imagen internacional de Barcelona, y


también supuso hitos importantes para el movimiento obrero. Iván Giménez
Chueca explica có mo, en este contexto, se convocó la primera huelga en Españ a
para reclamar la jornada de ochos horas y se fundó el sindicato UGT.

Barcelona ha proyectado su imagen exterior en época contemporá nea a través de


grandes eventos como exposiciones universales de 1888 y 1929, el congreso
eucarístico de 1952 o los Juegos Olímpicos de 1992. Estos eventos han permitido a
la capital catalana acometer importantes obras que han remodelado su urbanismo.
Pero, en algunas ocasiones, también han puesto a la ciudad frente a algunas de sus
contradicciones.

Por un lado, en el caso de la Exposició n Universal de 1888 aparece la voluntad de


impulsar la imagen de Barcelona. La ciudad había vivido añ os de gran bonanza
econó mica y reclamaba un mayor protagonismo como capital de la regió n má s
industrializada de Españ a. El evento también fue clave para impulsar el
modernismo, como se puso de manifiesto con la construcció n de lugares de
referencia en la capital catalana como el Arco del Triunfo. Pero por otro lado, el
movimiento obrero estaba viviendo un momento de cambio que iba a eclosionar
en los siguientes añ os.

La fuerte demanda de obras con motivo de la Exposició n Universal iba a poner de


manifiesto el momento que atravesaba la clase obrera. Esta situació n se iba a
encarnar en dos eventos claves: la primera huelga en Españ a para reclamar la
jornada de ocho horas y la creació n del sindicato UGT. Hasta entonces, estas
entidades se constituían por sectores industriales, pero este fue el primer caso en
el país de querer crear una organizació n transversal a todos los trabajadores,
independientemente de su actividad.

El proyecto de la Exposición
La idea de organizar una Exposició n Universal surgió de la iniciativa privada y con
el principal objetivo de hacer negocio. Su promotor primigenio fue Eugenio
Serrano Casanova, empresario gallego, que en marzo 1885 presentó el proyecto al
Ayuntamiento de Barcelona. Este hombre de negocios organizaba viajes para
clientes de clases altas interesadas en visitar este tipo de eventos que se
celebraban en grandes ciudades europeas como París, Londres, Amsterdam o
Frankfurt.

Serrano Casanova creyó que Barcelona podía ser una buena ubicació n para
organizar una Exposició n Universal en Barcelona. La Ciudad Condal le parecía la
mejor opció n por ser el la capital de uno de los polos de industrializació n de
Españ a y por su ubicació n má s cercana a la frontera con Francia y tener puerto
(pensando en la llegada de turistas).
La propuesta de Serrano Casanova era utilizar los terrenos del parque de la
Ciutadella (creado en 1881), que fue bien acogida por el ayuntamiento barcelonés
ya que deseaba un proyecto para culminar el desarrollo de esa parte de la ciudad, y
dotarse de un gran espacio abierto equiparable al de otras metró polis europeas de
referencia. El 18 de junio de 1885 el Ayuntamiento de Barcelona aprobó el
proyecto, y las obras comenzaron de inmediato.

La burguesía barcelonesa también apoyó el proyecto de inmediato. Cataluñ a había


vivido añ os de crecimiento econó mico en la segunda mitad de los añ os 70 del siglo
XIX. Este período de bonanza se conoció como la Febre d’Or (la Fiebre del Oro),
explendamente reflejada en la novela homó nima de Narcís Oller. Pero hacia 1886,
se había entrado en una fase de crisis financiera e industrial, afectando a sectores
claves como la producció n de téxtil.

Por lo que los hombres de negocios catalanes bendijeron la propuesta de realizar


la Exposició n Universal como una vía para reactivar la economía ante la
perspectiva de realizar las numerosas obras que necesitaba la ciudad para acoger
el evento.

Pese a este entusiasmo de la iniciativa privada y el apoyo municipal, pronto se vio


que no era suficiente para sacar adelante un evento de tal magnitud. A lo largo del
añ o siguiente a la puesta en marcha del proyecto Serrano Casanova no pudo
encontrar inversores. En un primero momento, el Ayuntamiento de Barcelona
aumentó la contribució n pero las criticas de la prensa y de la ciudadanía arreciaron
ante la incapacidad del empresario gallego para obtener má s recursos financieros.

Las voces criticas con la gesió n de Serrano Casanova pronto hablaron de que no se
contemplarían las obras a tiempo y que la Exposició n no llegaría a realizarse. Ante
esta situació n tan adversa, el alcade Francesc Rius i Taulet decidió asumir la
direcció n del proyecto.

Por su parte, el gobierno de Madrid en un primer momento no mostró mucho


interés por el proyecto, incluso lo vio con cierto escepticismo la inciativa de la
capital catalana. Pero a medida que se acercó la fecha del evento, el gobierno
central vio las posibilidades de proyecció n internacional del evento, ya que estas
exposiciones constituían una forma de demostrar al mundo el potencial econó mico
de un país y una manera de demostrar influencia política. Con este cambio de
actitud, el ejecutivo central asumió un mayor protagonismo en el evento, en
especial a través de la reina regente María Cristina.

La situación de los obreros


Pero en paralelo a estos movimiento de las élites, la Exposició n Universal también
trajo cambios en el mundo obrero. La situació n de crisis econó mica había supuesto
una bajada de sueldos y muchos trabajadores habían perdido sus empleos. La
escasez de trabajo hacía que todos los miembros de la familia trabajaran, incluidos
los niñ os de muy corta edad, en esos añ os era habitual que empezará n a ir a la
fá brica con 6 añ os.
A todo esto había que sumar la subida de precios en productos bá sicos. Este
panorama llenaba de pobreza los hogares obreros, y ademá s había que sumar las
duras condiciones de vida. Insalubridad y hacinamiento eran algunos de los
principales problemas para las barriadas obreras.
Un estudio de la época indicó que la densidad de habitantes por edificio en barrios
obreros del centro era de 29 personas, frente a Londres que tenía ocho, Bruselas
con 9, o Colonia con 10. [MENCIÓ N AL CONGRESO] Su salubridad dejaba mucho
que desear como demostraba los recurrentes brotes epidémicos, como el brote
epidémico que mató a má s de 1.400 personas en Barcelona, principalmente en sus
barrios obreros.
Tal y como habían previsto los impulsores del evento, el arranque de las obras
generó una importante demada de mano de obra que se tradujo en la primera gran
ola de inmigració n de otras partes de Españ a que llegó a la capital catalana. Una
cuarta parte de los trabajadores industriales que se encontraban en Barcelona esos
añ os, venían de otros puntos del país. Este flujo no se enmarcó solo en la
Exposició n Universal, sino que continuó en los añ os siguientes. En total, en la
década de 1887-1897, llegaron una media de 4.172 obreros al añ o, principalmente
provenían de Aragó n, Valencia y Murcia. Una cifra que hoy en día puede parecer
discreta pero que para los limitados medios de la época era muy a tener en cuenta.
Al ser el recinto principal, los trabajos para la Exposició n Universal se centraron en
el parque de la Ciutadella. Aunque también se centraron en otros puntos de la
ciudad como el paseo de Coló n.

En aquella meses previos, la jornada habitual para los obreros barceloneses era de
64 horas semanales. El ritmo de trabajo era muy intenso por lo que aumentó el
nú mero de accidentes laborales, lo que suponía una auténtica tragedia para el
trabajador ya que no disponía de ninguna cobertura pú blica.

Amenaza para las obras


Estas duras condiciones de vida parecían que eran la catapulta idó nea para
generar grandes protestas. Barceloñ a y Cataluñ a al ser polos de la industrializació n
tenían una larga tradició n de movimientos obreros. Los añ os de la Exposició n se
pueden considerar de transició n en la manera de actuar de las organizaciones
obreras. Después de añ os de ferviente actividad con la Revolució n de 1868 y los
añ os de la Primera Repú blica, la Restauració n había traído un mayor control de las
autoridades hacia estas entidades. Muchas de ellas eran ilegales, y se combinaban
períodos de represió n con cierta tolerancia.
A primera vista, el movimiento obrero estaba dividido respecto a la Exposició n
Universal. Algunos elementos moderados se mostraron partidarios del evento, ya
que consideraban que ayudaría a acabar con la situació n de crisis. El dirigente
sindicalista Josep Roca i Galès resaltó las ventajas del acontecimiento como
generador de empleo y posiblidad de mejorar la formació n de los obreros.
Algunas organizaciones obreras se acercaban a la ideología del anarcocomunismo,
que apostaba por una acció n directa (violenta). El primer atentado anarquista con
bomba se produjo el 5 de junio 1884, y el 1 de septiembre de 1886 se produjo un
segundo ataque contra la sede de la patronal Foment de Treball (Fomento del
Trabajo) donde fueron heridos 5 empresarios. La acció n fue en el marco de una
huelga de albañ iles que reclamaban una reducció n de la jornada laboral.
La autoridades reaccionaron con dureza a estas explosiones y los anarquistas no
habían desarrollado la organizació n y voluntad de acció n de la ú ltima década del
siglo XIX, cuando Barcelona fue víctima de constantes atentados (fueron
especialmente significativos los del Gran Teatro del Liceu en 1893). Por lo tanto, la
Exposició n Universal se iba a librar de esta ola de atentados. Con todo, el evento
iba a vivir una serie de hitos para la movilizació n obrera.
El má s destacado fue la huelga de albañ iles en las obras de la Exposició n Universal
que se inició el 10 de diciembre y duraría 19 días. Reclamaban la jornada de ocho
horas, fue la primera movilizació n en Españ a para conseguir este derecho. A
medida que avanzaban las jornadas de paro se iban sumando má s sectores:
carpinteros, fundidores, ladrilleros. Algunos de ellos sumaban sus propias
reivindicaciones como subidas salariales.
En un primer momento, medios de comunicació n de la época como La Vanguardia
reclamaron que obreros y patronal llegaran a un acuerdo. Pero a medida que las
protestas se extendían, se amenazó al los trabajadores que podían venir personas
de otras localidades que no tenían trabajo. A la semana de huelga, las obras de la
Exposició n Universal se tuvieron que parar por el seguimiento masivo que había
de la movilizació n, segú n informó la prensa de la época solo se presentaron a
trabajar un 2% de los trabajadores.
Este paró n hizo que arreciaran las críticas a los obreros por parte de autoridades,
empresarios y prensa. Había comprensió n hacia las demandas de má s salario para
combatir los elevados precios, pero se veía como algo inconcebible rebajar la
jornada laboral. Los sindicatos se justificaban diciendo que si se trabajaban ocho
horas, se podría contratar a má s gente y reducir las bolsas de parados.
Aunque no habían actos violentos, la tensió n iba en aumento ante la negativa de los
obreros a ceder en sus demandas y porque cada vez se le sumaban má s sectores. El
gobernador civil de Barcelona, Luis Antú nez y Monzó n, movilizó a la Guardia Civil
para disuadir que las protestas fueran a má s, y se mostró muy restricitivo con las
movilizaciones que autorizaba.
La nula voluntad de la patronal para negociar y la dura actitud de las autoridades
propiciaron que los sindicatos cedieran y el 29 de diciembre desconvocaron la
huelga. Aseguraron que lo hicieron para no afectar el honor de Barcelona si no se
terminaban las obras de la Exposició n Universal. Pero en un comunicado publicado
en los perió dicso de la ciudad afirmaban que “la bandera de las ochos horas izada
por por primera vez por los albañ iles de Barcelona […] jamas volverá a ser
arriada”. En realidad, esta demanda no se cumpliría hasta 1919 con otra huelga
señ alada en la historia de Barcelona como fue la de la empresa eléctrica de La
Canadiense.

La fundación de UGT
El otro gran hito en la historia de los movimientos obreros que se vivió durante la
Exposició n Universal de 1888 fue la fundació n del sindicato Unió n General de
Trabajadores (UGT). La situació n de los obreros con los trabajos del evento
propició que madurara la idea de crear un sindicato transversal y a escala nacional
para que tuviera má s fuerza y defendiera los intereses de los proletarios. La idea
surgió de organizaciones de Mataró y Barcelona, pero pronto se sumaron
organizaciones socialistas, como la Federació n Tipográ fica de Madrid y luego de
otros puntos de Españ a.
Este fue uno de los principales motivos para convocar el Congreso Obrero en la
misma Barcelona en agosto de 1888. El día 12 de ese mes en el Teatro Jovellanos
en la calle Tallers, 26 representantes venidos de toda Españ a acordaron la creació n
de UGT. Como principales objetivos fijaron «mejorar las condiciones de trabajo,
apelando a la huelga bien organizada y recabando de los poderes pú blicos cuantas
leyes favorezcan los intereses del trabajo». Los estatutos eran apolíticos y no
hacían menció n explícita a la lucha de clases pero la inspiració n de la nueva
organizació n era marxista. Conviene recordar que entre los fundadores estaba
Pablo Iglesias, que nueve añ os antes había sido también uno de los padres del
PSOE.
Hasta la fecha, los sindicatos se conformaban por sectores de actividad. Pero este
sindicato agrupaba en una misma organizació n federaciones de cada ramo y por
secciones a nivel má s regional. Justo acabado ese encuentro obrero también se
celebró el primer Congreso del PSOE. Pese a los claros vínculos entre ambas
organizaciones, UGT se constituía como sindicato para defender los derechos de
los trabajadores mientras que el partido tenía aspiraciones de conseguir el poder
planteando una pugna directa con los partidos burgueses, tal y como defendía
Pablo Iglesias.
De este modo, esta UGT primigenia tenía 27 sociedades y contaba con 3.355
federados.
Pese a todo, la UGT tendría muy poco peso en Cataluñ a por XXXX ANARQUISMO
BLABLA
CONCLUSIONES

¿DESPICECE CON LAS OBRAS DE LA CIUDAD?

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