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LA BIBLIA

Biblia se la llama también Sagrada Escritura, La Escritura, Palabra de Dios, Libro de


la Revelación.
Se la llama Sagrada Escritura porque trata de asuntos sagrados y religiosos. Palabra
de Dios, ya que es el mismo Dios el que se comunica con nosotros a través de la
Biblia. Libro de la Revelación, ya que Dios se nos revela, es decir corre el velo cuando
la leemos; y porque los que la escribieron lo hicieron por medio de la revelación de
Dios. No se la inventaron ellos.

¿Cómo encontrar un pasaje en la Biblia?

Cada libro se encuentra dividido en capítulos y cada capítulo en versículos o versos.


Ejemplo: si se nos dice "Mateo 16, 12" quiere decir: Evangelio de san Mateo, capítulo
16, versículo 12. Si se nos dice por ejemplo, "Lucas 1, 20-26", significa: capítulo 1,
del versículo 20 al 26.

¿Cómo se escribió la Biblia?

La Biblia antes de ser escrita fue una enseñanza oral. Su redacción se debe a
tradiciones y hechos históricos que pasaban de generación en generación desde
tiempos muy antiguos. Nosotros estamos acostumbrados a leer y escribir y no
comprendemos facilmente el mundo oriental antiguo, en donde no se escribía sino que
sólo se memorizaba. Esta transmisión oral se facilitaba porque se hacia en verso, con
cierta cadencia musical que ayudaba a recordarla.

Más tarde, estos autores sagrados la escribieron en cueros de res; largas tiras de
cuero llamadas "pergaminos, que se enrollaban en dos cilindros de madera. Cada rollo
era un libro. Se escribian con plumas de ave, untadas en tinta.
También se escribieron las antiguas Biblias en "papiros" que eran láminas sacadas de
una planta egipcia llamada papiro.
Más tarde vinieron los códices, que son manuscritos muy antiguos que contienen textos
de la Biblia.

Todo lo escrito acerca de Dios, ha sido escrito por hombres INSPIRADOS por DIOS.
Existen miles de libros que los hombres han escrito acerca de Dios a lo largo de la historia.
De éstos, algunos son famosos como el Popol-Vuh de los mayas o el Ramayana y el
Mahabaratha de los brahamanes. Cuando murió Jesucristo, sus seguidores escribieron
cientos de libros acerca de su vida. Algunos eran fidedignos y otros inventaban cosas sólo
para ganar adeptos. Estos últimos le atribuían a Jesús niño actos extraordinarios como dar
vida a sus juguetes de madera, hablar con los animales y otro hechos similares. Estos libros
los conocemos como los evangelios apócrifos.

La Iglesia, con el poder que ha recibido por la Tradición apostólica, recopiló todos estos
libros, los analizó y, con la luz del Espíritu Santo, seleccionó y aprobó solamente 73 de ellos
como la misma Palabra de Dios. Estos 73 libros se reunieron posteriormente en uno solo,
llamado Biblia o Canon de las Escrituras.

La Biblia es la Palabra de Dios, escrita por el mismo Dios a través de la pluma de los
hagiógrafos.

Por ser el Espíritu Santo el que iluminó a la Iglesia al hacer la selección, podemos estar
seguros de que en este conjunto de libros está escrita la Verdad de manera fiel y sin error.

● La Biblia está compuesta por 73 libros que aparecen en la siguiente tabla: 46 del
Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento.

2. División general

La Biblia se divide, ante todo, en dos grandes partes:

Antiguo Testamento: 46 libros


Nuevo Testamento: 27 libros

El antiguo y el nuevo testamento están ambos relacionados entre sí.

La palabra latina testamentum -de donde viene la palabra española testamento- fue
empleada al principio de la era cristiana, para traducir la voz griega: diatheké, que
literalmente significaba disposición, contrato.
A su vez, los traductores griegos, llamados los Setenta, la usaron para traducir la
expresión hebrea berit = pacto de soberanía, por medio de la cual designaban los hebreos la
Alianza del Sinaí. Lo importante es que el término Testamento ha quedado para designar,
hasta nuestros días, la división de las Escrituras.

Cómo se divide la Sagrada Biblia?

La Sagrada Biblia se divide en dos grandes partes: AntiguoTestamento. y Nuevo


testamento.
La palabra testamento significa pacto o alianza, que Dios hizo con los hombres.

El A.T. comprende los sucedido desde la creación del mundo, hasta que llegó el tiempo de la
venida del hijo de Dios, y contiene los pactos o testamentos (significa la última voluntad de
una persona, pero en el término griego diathéke y además pacto, alianza) que hizo Dios con
los primeros padres, con los patriarcas (Noé, Abraham, Moisés), con los profetas y con el
pueblo de Dios. Narra también los éxitos que obtuvieron quienes cumplieron estos pactos o
testamentos, y los fracasos que sufrieron quienes no los cumplieron. Por eso, la Biblia nos
enseña a hacer el bien y a evitar el mal. A hacer el bien, que gusta a Dios; y a evitar el mal
que le hiere y le pone triste.

El N.T. contiene lo que sucedió desde el nacimiento del Hijo de Dios en Belén, sus
enseñanzas, su vida, su pasión, su muerte, resurrección y Ascensión a los cielos. Y, además,
la historia de los apóstoles, las cartas de algunos de ellos, y el libro del Apocalipsis, que
trata del fin del mundo. El primer pacto que hizo Dios fue con Moisés. El segundo pacto o
Nueva Alianza lo hizo a través de Jesucristo, su Hijo. El antiguo Pueblo de Israel viene
ahora sustituido con un nuevo Pueblo: La Iglesia, por El Fundada. Estos dos testamentos no
son independientes uno del otro sino que el antiguo es preparación para el nuevo y ambos
están estrechamente unidos. Ambas alianzas constituyen la historia de la salvación, en la
cual Dios interviene con sus palabras y con sus obras en la vida de los hombres para llevar a
cabo su plan. Todos nosotros junto con Dios los protagonistas de esta historia sagrada;
todos con Dios estamos dentro de ella porque todos los hombres vamos en peregrinación
hacia el Padre.Es siguiendo la historia del Pueblo escogido como nosotros llegamos a
descubrir nuestra propia historia. Igual que el Pueblo de Israel, Dios nos ofrece su amor y
nos hace comprender cómo podemos responderle, no obstante nuestras rebeldías y
pecados.
3. División numérica de la Biblia

Dos grandes religiones se rigen por las enseñanzas de la Biblia: la judía y la cristiana, la cual
está integrada por católicos, ortodoxos y diferentes denominaciones.

Los judíos sólo aceptan, como es claro, lo que nosotros llamamos Antiguo Testamento y lo
dividen en tres grandes partes: "La Ley, los Profetas y otros escritos sagrados". Está
compuesta por 39 libros.

Para los católicos, la Biblia –Antiguo y Nuevo Testamento– está formada por 73 libros: 46
del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento. Los protestantes de las principales
denominaciones, sólo aceptan una lista bíblica de 66 libros: 39 del Antiguo Testamento y 27
del Nuevo.

Como vemos, la Iglesia tiene la razón al afirmar que la Biblia consta de 73 libros y no de 66
como dicen las sectas.

No hay que olvidar que la Biblia es la Palabra de Dios puesta por escrito en un momento
privilegiado de la Tradición, por lo tanto nada puede añadirse, ni nada puede quitarse "La
economía cristiana, por ser la alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar
otra revelación pública antes de la gloriosa manifestación de Jesucristo nuestro Señor" (La
Divina Revelación, # 4).

Por otro lado, siendo sinceros y honestos descubriremos que: la única institución, la única
Iglesia que transmitió por más de 1500 años la Palabra de Dios al mundo entero, es la
Iglesia Católica: en sus monasterios, los monjes copiaban fielmente a mano el texto
sagrado, la Iglesia en su Liturgia, en sus celebraciones la veneraba de manera especialísima,
la vida de la Iglesia gira en torno a Cristo y éste contenido en la Biblia.

¿Cómo aceptar la Biblia y no aceptar a la Iglesia que ha sido fiel custodio y madre para que
nada de lo que hay en ella se pierda?

¿Con qué autoridad puede alguien quitar o añadir algo a la Palabra de Dios, si la Iglesia
Católica fundada por Jesucristo, haciendo uso de su autoridad divina ha declarado que nada
puede añadirse ni nada puede quitarse:
"Ante todo, tened presente que ninguna predicción de la Escritura está a merced de
interpretaciones personales; Porque ninguna predicción antigua aconteció por designio
humano; hombres como eran, hablaron de parte de Dios movidos por el Espíritu Santo" (2 P
1, 20-21)?.

Los libros que no aceptan las sectas y los Nuevos Movimientos pseudo-religiosos son los
siguientes: Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc y 1 – 2 de Macabeos.

Usando una fórmula fácil de aprender, podemos citar estos libros de la siguiente manera:
"ToJuSaEBa Mabis".

4. División temática

Teniendo en cuenta los distintos temas que nos ofrece la Biblia, podemos dividirlos en
varios grupos:

Antiguo Testamento

En tiempo de Cristo –y aún ahora-, los judíos clasificaban las Escrituras en tres partes:

la Ley,
los Profetas
otros Escritos.

La Ley y los Profetas eran los más importantes. El mismo Cristo los cita, por ejemplo, en Mt
7, 12. Los escritos se empleaban en las asambleas. El Eclesiástico los cita en el prefacio de
su libro.

Hoy dividimos las Escrituras, así:

Los libros que componen la Biblia

Antiguo Testamento
El Antiguo Testamento comienza con un conjunto de cinco libros, a los cuales los
traductores griegos dieron el nombre de Pentateuco (penta = cinco; teuco = instrumentos,
de donde provino luego la expresión "estuches" para los rollos de papiro y finalmente
"libros"). Los judíos llaman a estos cinco libros la Torah o la Ley y los cinco libros eran cada
uno un "quinto" de la Ley.

Estos cinco libros son :

Pentateuco
Éxodo
Génesis
Levítico
Números
Deuteronomio

Libros sapienciales
Salmos
Job
Proverbios
Eclesiastés
Cantar de los Cantares
Sabiduría
Sirácide (Eclesiástico)

Libros históricos
Josué
Rut
I Samuel
II Samuel
I Reyes
II Reyes
I Crónicas
II Crónicas
Esdras
Nehemías
Tobías
Judit
Ester
Jueces
I Macabeos
II Macabeos

Los judíos llaman "profetas anteriores" a Josué, Jueces, Samuel y Reyes ya que en ellos se
encuentra la historia de los grandes profetas: Elías, Eliseo y aún Samuel.

A los que nosotros llamamos profetas, los judíos los llaman profetas posteriores.

Digamos también que para la Biblia griega, los libros de Samuel y Reyes formaban una sola
unidad y los llamaban libros de los Reyes. Del mismo modo, los libros I y II de Crónicas,
formaban uno solo con Esdras y Nehemías, por considerarse como obra del mismo autor.

La Biblia griega y la Vulgata de san Jerónimo llaman a Crónicas con el nombre de


Paralipómenos.

Libros proféticos
Isaías
Jeremías*
Lamentaciones
Baruc
Ezequiel
Daniel
Oseas
Joel
Amós
Abdías
Jonás
Miqueas
Nahum
Habacuc
Sofonías
Ageo
Sofonías
Zacarías
Malaquías

En algunas ediciones de la Biblia, los libros de Jeremías y Lamentaciones vienen unidos


como un solo libro.

Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento es "nuevo" por dar el mensaje definitivo de Dios a la humanidad en


Jesús. El mismo es la gran PARÁBOLA DE DIOS en su obra, palabra y vida.

El Nuevo Testamento contiene:

Evangelios
Mateo
Marcos
Lucas
Juan

Hechos de los apóstoles

Pertenecen a este grupo 21 Epístolas o Cartas:

Cartas del Nuevo Testamento


Romanos
I Corintios
II Corintios
Gálatas
Efesios
Filipenses
Colosenses
I Tesalonicenses
II Tesalonicenses
I Timoteo
II Timoteo
Tito
Filemón
Hebreos

Cartas Católicas
Santiago
I Pedro
II Pedro
I Juan
II Juan
III Juan
Judas
Apocalipsis

5. Unidad de ambos Testamentos

El Antiguo y Nuevo Testamento se complementan mutuamente. Su interrelación es tan


completa, que el primero explica el segundo y viceversa.

Sólo a la luz del Antiguo Testamento se alcanza a comprender el primero; y sólo a la luz del
Nuevo Testamento, nos damos cuenta de lo que el Antiguo quiso decir.

Con razón, Cristo les decía a sus oyentes: "Investigad las Escrituras y así comprobarán que
Moisés habla de mí" (Jn 5, 39-45). Y san Lucas, relatando el encuentro de Jesús con los
discípulos de Emaús, dice que Jesús "empezando por Moisés y continuando por todos los
profetas, les explicó todo lo que había sobre Él en las Escrituras" (Lc 24, 25-27). De igual
manera, san Mateo en sus tres primeros capítulos.

El Antiguo Testamento… ¿pasado de moda?

No necesariamente lo viejo se convierte en inservible. Hay cosas como las monedas, los
muebles finos o los sellos de correo, que aumentan de valor conforme pasa el tiempo.
El Antiguo Testamento tuvo como fin preparar la venida de Cristo, pero no pasó de moda
con su llegada. Jesús no vino a abolir lo que estaba escrito, sino a perfeccionarlo.

Por tanto, no podemos prescindir de los libros del Antiguo Testamento. Todos son libros
revelados por Dios y en ellos, aunque contienen elementos imperfectos y pasajeros,
encontramos el testimonio de la pedagogía divina, enseñanzas maravillosas acerca de Dios,
sabiduría acerca del hombre, tesoros de oración. En ellos está escondido el misterio de
nuestra salvación.

En el Nuevo Testamento está plasmada la verdad definitiva de la Revelación divina. Su


objeto central es Jesucristo, sus obras, sus enseñanzas, su pasión y su resurrección.

También nos narra los comienzos de la Iglesia bajo la acción del Espíritu Santo.
Para entender plenamente el mensaje que Dios nos da en el Nuevo Testamento, es
indispensable leerlo en relación con el Antiguo.

Toda la Sagrada Escritura es una sola Revelación, un solo mensaje divino que Dios quiere
comunicar al hombre, y no la podremos entender si la escuchamos en forma fragmentada.

Podríamos comparar la Biblia con una cinta magnetofónica grabada en estéreo: Para
escucharla, usaremos un aparato con dos bocinas: una es el Antiguo Testamento y la otra es
el Nuevo Testamento. Puedes escuchar la cinta con una sola bocina, pero no oirás la música
completa, sino sólo los sonidos graves o sólo los agudos; sólo los instrumentos o sólo las
voces. Para escuchar la música tal como la compuso el autor, deberás conectar las dos
bocinas y entonces disfrutarás del sonido integral de la composición.

Para entender en toda su integridad el mensaje de Dios en las Sagradas Escrituras, es


necesario leer el Antiguo Testamento a la luz del Nuevo y leer el Nuevo Testamento a la luz
del Antiguo.
La Iglesia ha descubierto una tipología que reconoce en las obras de Dios en la Antigua
Alianza, prefiguraciones de lo que haría Cristo en la Nueva.

En el Antiguo Testamento está escondido el Nuevo Testamento y el Antiguo Testamento se


hace manifiesto en el Nuevo. Ambos se esclarecen mutuamente y, por tanto, son
inseparables.
“¿Es acaso la Biblia un libro mágico? ¡No lo sé! Pero he podido constatar que en ella se
encuentran las respuestas a todos los interrogantes del hombre, desde los más antiguos
como el sentido de la vida y la muerte, hasta los que surgen cada día con los problemas
cotidianos y ultramodernos del hombre.

En los libros sagrados, Dios mismo sale amorosamente al encuentro de sus hijos para
conversar con ellos.” Carlos De Haro

La Sagrada Escritura, el mensaje vivo de Dios

Dios quiso dejarnos a los hombres un mensaje escrito y lo hizo en las Sagradas Escrituras.
Dios le habla al hombre en lenguaje de hombre. Esto es una prueba maravillosa de su
delicadeza y amor.

¡Cuántas veces hemos oído a políticos, científicos o demagogos que hablan a su público con
términos tan extraños y palabras tan rimbombantes que nadie les entiende! Esa gente, que
habla con un lenguaje tan rebuscado, pretende apantallar, dejar claro lo mucho que sabe,
sin importar si el que les escucha le entiende.

Dios no es así. Con su Palabra no desea sorprendernos, no desea dejar claro la poca cosa
que somos junto a Él. Dios usa palabras humanas, accesibles a todos los hombres, de todas
las edades y todas las culturas. Él quiere que le entendamos, que captemos la totalidad de
su mensaje y "rebaja" su lenguaje divino, celestial, infinitamente sabio, que podría ser más
rebuscado que el de cualquier científico, a simples palabras humanas, entendibles para la
inteligencia del hombre.

¿Por qué decimos que es una Palabra viva?

A Jesucristo se le llama “el Verbo”. Pues bien, Verbo significa Palabra. Jesucristo es la
Palabra de Dios que se hizo hombre para salvarnos.

Y este mismo Verbo, esta misma Palabra de Dios, el mismo Jesucristo, es el que está en las
Sagradas Escrituras en forma de palabras humanas, accesibles para nosotros. Esta es la
razón por la cual veneramos las Sagradas Escrituras. En ellas está presente Dios mismo.
Por esta misma razón es una Palabra viva, porque Jesucristo está vivo y presente en ella,
como lo está en la Eucaristía, y es Él quien nos habla a través de ella.

Por eso, al leer las Sagradas Escrituras tenemos la impresión de estar leyendo un libro
especial, distinto, sobrenatural. Lo que en él dice se aplica a todas las épocas, a todas las
culturas, a los problemas más diversos del hombre. No es que sea mágico, sino que es Dios
el que nos está hablando y Él, mejor que nadie, conoce perfectamente lo que el hombre
necesita saber, porque Él fuequien nos pensó, nos diseñó y nos construyó.

¿Qué hizo Dios para escribir esos libros?

Dios hubiera podido utilizar cualquier cosa, pero quiso utilizar al hombre para dar su
mensaje. Así es Dios; siempre respetuoso con la libertad del hombre; siempre queriendo
que sea el hombre mismo el que libremente colabore con Él para lograr su plan de salvación.

De esta manera, Dios eligió a unos cuantos hombres llamados hagiógrafos (escritores de
algo santo, sagrado), que le sirvieron de pluma, prestándole libremente a Dios sus manos,
sus ojos y su inteligencia para escribir todo y sólo aquello que Dios les dictaba a través del
Espíritu Santo.

Dios mismo escribió la Sagrada Escritura obrando en los hagiógrafos y por medio de ellos.

Por esta razón, estamos seguros de que los libros de la Sagrada Escritura enseñan
fielmente y sin error la verdad que Dios hizo que los hagiógrafos escribieran para nuestra
salvación.

¿Cómo se debe leer la Sagrada Escritura?

Debemos leer la Sagrada Escritura, meditándola con profundidad y tomando en cuenta dos
cosas:

1. La Sagrada Escritura está escrita por Dios, utilizando las manos de unos hombres que
vivieron en una época determinada de la historia. Por tanto, al leer la Sagrada Escritura,
tenemos que prestar atención a lo siguiente:
a) A lo que los autores quisieron afirmar de acuerdo con el tiempo histórico en que la
escribieron, con su cultura, con los géneros literarios que se usaban, con la forma de sentir,
hablar y narrar de los hombres de su tiempo.
b) A lo que Dios quiso manifestar con las palabras que escribieron los hagiógrafos. Para
lograrlo, debemos leer la Sagrada Escritura con el mismo espíritu con el que fue escrita; es
decir, con la idea de ofrecer un camino de salvación para los hombres de todas las épocas y
culturas. Sólo as, nuestro entendimiento podrá captar el mensaje de Dios oculto tras unas
palabras humanas.

2. La Sagrada Escritura tiene dos sentidos: el literal y el espiritual

El sentido literal lo podemos captar simplemente por el significado de las palabras que
contiene.
El sentido espiritual lo captamos en las realidades y acontecimientos que se narran, y que
también son signos que manifiestan el Plan de Dios.

De realidades y acontecimientos los entenderemos mejor si buscamos en ellos:


a) aquello que nos lleva a Cristo: sentido alegórico,
b)aquello que nos lleva a un cambio en nuestra forma de actuar en la vida terrena: sentido
moral
c) aquello que nos lleva a la salvación: sentido anagógico.

La Biblia: Los Evangelios

El Evangelio en el Nuevo Testamento

La palabra "evangelio” viene del griego euangelion (de la palabra euangelos = mensajero). De
esta misma procede el verbo euangelizesthai = anunciar la buena noticia.

En la biblia hebrea se utiliza esta palabra como buena noticia y/o portador de buenas
noticias (2 Sam. 4; 18, 19-20). La buena nueva consiste en que el reino de este Dios
restaurará la paz y la prosperidad para su pueblo exiliado, para los pobres y los afligidos.

Los Evangelios, una buena noticia


Evangelio anunciado, transmitido y vivido. Los cuatro evangelistas.
El proceso de composición de los evangelios.

Los evangelios, como todo libro de la Biblia, es fruto de un largo proceso. Podemos
distinguir varias etapas:

Evangelio anunciado. (28-30 ca).

Jesús, con toda seguridad, no escribió nada. Al contrario de los grandes hombres de su
tiempo, que escribían grandes tratados de historia, literatura, viajes,... Jesús proclamó el
evangelio (=Buena noticia) por Palestina. De dos maneras predica este evangelio:

a.- A través de sus palabras


b.- A través de su vida

Así como en los muros de algunos edificios se encuentra una piedra esculpida o inscrita que
pertenece a una construcción más antigua en los evangelios encontramos algo similar y que
son materiales antiguos tomados de las primeras proclamaciones cristianas y que están
centradas en la muerte y resurrección de Cristo, el perdón de los pecados y el don del
Espíritu.

Al anunciar el Kerygma ( primer anuncio )que debía de instruir y llevarlos a la conversión, no


sólo se hablaba de la muerte y resurrección, sino también de las palabras del Señor Jesús,
sus milagros, lo que había vivido, dicho, y así se formaron tradiciones en torno a él. Estos a
su vez fueron orales hasta llevarlos hacer una especie de colección necesaria para la vida
de las iglesias. Que a su vez fueron las que le dieron forma a nuestros evangelios.

Todo comenzó después de la Resurrección de Jesús. Los apóstoles no se guardan la Buena


Nueva para ellos. La comunican por las calles, las plazas, las calles, etc.

Su mensaje es sencillo y contundente: Vino a este mundo un hombre que nosotros


conocíamos. Predicó el Reino de paz, amor, justicia. Lleva en su corazón un amor inmenso: el
amor de Dios. Jesús está vivo: ¡Ha resucitado!

Junto a esta comunicación de la Buena nueva, comienzan a vivir como lo intentó Jesús.
Forman la comunidad de los creyentes en Jesús: La Iglesia.
La comunidad de seguidores de Jesús aumenta. Ya no sólo están en Palestina. Hay cristianos
que proceden de distinto origen... La Iglesia se universaliza y a todos estos cristianos hay
que ayudarles:

A REZAR: escribieron la oración de Jesús.

A VIVIR como Jesús: escogen frases y sentencias del mismo Jesús sobre el dinero, la
bondad, el amor, el seguimiento.

A DAR RAZÓN DE LA FE EN JESÚS.

Estos relatos, dichos, oraciones,... se fijan en PEQUEÑOS ESCRITOS que circulan entre
las comunidades cristianas.

Se reúnen estas unidades en colecciones mayores: Relatos de Milagros, Parábolas, dichos y


sentencias del Señor...Aunque no hay que olvidar que perdura la transmisión oral.

Los misioneros y los transmisores de la Buena Nueva en sus predicaciones: Seleccionan


multitud de recuerdos que conservaban de Jesús. Tienden a realizar una síntesis. Legitiman
su predicación con alusiones a los testigos existentes (apóstoles).

Todo lo que saben lo adaptan a los destinatarios y a sus oyentes.

Todo lo que se sabía de Jesús tenía que servir para la predicación, para que suscitara la fe
en Jesús o la fortaleciera.

Evangelio escrito.

Ya han muerto los apóstoles y los primeros cristianos por dar testimonio de Jesús.

La Iglesia está esparcida por el Imperio Romano y se universaliza. Para que se conserve con
fidelidad el mensaje de Jesús, algunos cristianos comienzan a escribir.

Estos escritores cristianos (los evangelistas) se sirven de las pequeñas unidades literarias
existentes y de las colecciones de relatos (milagros, parábolas, pasión, etc).
Existen tres evangelios (Marcos, Mateo y Lucas), que concuerdan en gran parte en lo que
dicen. Se llaman SINÓPTICOS,osea que se parecen en los hechos que narran, pero desde
su propia visión,narran los mismos hechos,las mismas palabras, parábolas y toda la vida de
Jesús,los evangelios sinópticos muestran una visión unificada ya que vivían en comunión con
ellos y con el Señor.

Los tres evangelios organizan sus materiales teniendo en cuenta un esquema fijo:

1.- La época de Jesús junto a Juan Bautista.

2.- Jesús en la Galilea: Predicación del Reino de Dios.

3.- La marcha y el camino hacia Jerusalén.

4.- Sus últimos días: Pasión, Muerte y Resurrección.

El evangelio de San Marcos es el más antiguo. Mateo y Lucas montaron su narración


evangélica sobre el modelo de Marcos.

Mateo y Lucas tienen una fuente común, llamada Fuente Q (viene de la palabra alemana
Quelle, que significa fuente), que era un escrito que contenía dichos y sentencias de Jesús.

SAN MARCOS

Destinatarios: cristianos de origen pagano.

Objetivo: mostrar las características del mesianismo de Jesús.

SAN LUCAS

Destinatarios: comunidades surgidas en el mundo pagano.

Objetivo: mostrar las características de los seguidores de Jesús.

Lugar de composición: no hay acuerdo (¿Efeso, Corinto, Roma?).


SAN MATEO

Destinatarios: cristianos de ascendencia judía.

Objetivo: Animar a su comunidad para que siga las enseñanzas de Jesús, modelo y salvador.

Lugar de composición: la región de Siria o Antioquía

SAN JUAN

Este evangelio rompe el molde de los sinópticos. Se distingue de los otros por su estilo,
vocabulario y estructura.

La estructura: El camino de Jesús comienza en el Padre y termina en el Padre; el escenario


de su vida es Galilea y Judea; sus temas intentaron mostrar a Jesús como manifestación de
la verdad divina.

Destinatarios: cristianos de la comunidad de Juan evangelista.

Objetivo: Jesús se revela como hijo de Dios y salvador del mundo.

Autor: La tradición lo atribuye al apóstol Juan.

Lugar de composición: Efeso, ciudad de Asia Menor, o la región de Siria lindante con
Palestina.

LO QUE ENSEÑA LA IGLESIA HOY

Los evangelios fueron escritos por hombres que pertenecen al grupo de los primeros que
tuvieron fe (Mc 1,1; Jn 21,24) y quisieron compartirla con otros. Habiendo conocido por la
fe quién es Jesús, pudieron ver y hacer ver los rasgos de su Misterio durante la vida
terrena. Desde los pañales de su natividad (Lc 2,7) hasta el vinagre de su pasión (Mt 27,48)
y el sudario de su Resurrección (Jn 20,7), todo en la vida de Jesús es signo de su Misterio...
Su humanidad aparece así como el Sacramento, es decir, el signo y el instrumento de su
divinidad y de la salvación que trae consigo: lo que había de visible en su vida terrena
conduce al misterio invisible de su filiación y de su misión redentora.

(Nº 515 DEL CATECISMO).

La Tradición apostólica hizo discernir a la Iglesia qué escritos constituyen la lista de los
Libros Santos (DV 8,3). Esta lista integral es llamada Canon de las Escrituras. Comprende
para el Antiguo Testamento 46 escritos (45 si se cuentan Jr y Lm como uno solo), y 27 para
el Nuevo Testamento.

(Nº 120 DEL CATECISMO).

La Palabra de Dios que es fuerza de Dios para la salvación del que cree, se encuentra y
despliega su fuerza de modo privilegiado en el Nuevo Testamento (DV 17). Estos escritos
nos ofrecen la verdad definitiva de la Revelación divina. Su objeto central es Jesucristo, el
Hijo de Dios encarnado, sus obras, sus enseñanzas, su pasión y su glorificación, así como los
comienzos de su Iglesia bajo la acción del Espíritu Santo (DV 20).

(Nº 124 DEL CATECISMO).

Los Evangelios son el corazón de todas las Escrituras por ser testimonio principal de la vida
y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador (DV 18).

(Nº 125 DEL CATECISMO).

El Evangelio cuatriforme ocupa en la Iglesia un lugar único; de ello dan testimonio la


veneración de que rodea la liturgia y el atractivo incomparable que ha ejercido en todo
tiempo sobre los santos.

Las parábolas de Jesús

El término castellano "Parábola" que, lejanamente traduce al hebreo mashal, puede ir del
símil al proverbio, enigma, símbolo, seudónimo, motivo, ejemplo, ejemplo, refrán,
comparación, adagio, chiste, dicho agudo, cuento corto, misterio, fábula, figura, ficción,
alegoría, revelación, argumentación, disculpa, objeción y metáfora.
En otras palabras, el mundo de la parábola bíblica abarca las áreas de la comparación,
alegoría, ilustración y ejemplificación.

Las Parábolas de Jesús


Más que temas de información y formación, las parábolas son guías de meditación, individual
o comunitaria, que llevan a la transformación.

Además, Jesús utilizó la parábola en su enseñanza. Al hacerlo, pretendía despertar:

*actualizaciones de la verdad de Dios,


*pistas de reflexión,
*ilustraciones de una realidad,
*enseñanzas moralizadoras,
*compromisos para la vida práctica,
y motivaciones para ser, pensar, vivir y obrar.

La parábola pertenece al mundo de lo sapiencial, es decir: al de la sabiduría de la vida,


hecha palabra y modelo. Por ello, no es una norma, costumbre, historia o reporte, sino:
un consejo o advertencia qué tomar en cuenta (meditación);
una invitación y provocación a buscar respuestas (interpelación)
un símbolo por descubrir y con el cual sintonizar (enseñanza).
una verdad qué aprender a calibrar y comprobar (aceptación)

Toda lectura de la Sagrada Escritura debe seguir un método para ser provechosa y no sólo
pasatiempo. El método que aquí se propone es sencillo y sigue seis pasos:

1. Texto: leer primeramente el o los testimonios del o de los evangelios;


2. Contextos: examinar el entorno (antes, después, lenguaje, palabras, frases...);
3. Análisis: buscar pistas para la reflexión detenida del texto evangélico;
4. Sentido y mensaje: callar para permitir que el texto motive cambios de actitud;
5. Entrevista con Dios: formular preguntas directas de Dios a la persona (o comunidad) que
pueden ser respondidas privada o públicamente (comunitariamente);
6. Compromisos: no proponer recetas qué seguir, sino sólo sugerencias que ayuden a
enderezar tanto comportamientos como actitudes y acciones.
Más que temas que dan información y formación, las parábolas son unas guías de
meditación, individual o comunitaria, que llevan a la transformación.

Por ello, cada parábola puede trabajarse en forma de meditación personal o como sesión
grupal de estudio, pero orientada al compromiso.

Las parábolas de Jesús proponen cambios de conducta en forma sutil, sin imposiciones ni la
preocupación de gustar o no, de ser aceptadas o rechazadas, de motivar o alejar, de
comprometer o de volver cínico a quien las escuche, lea o conozca.

1. Son un lenguaje en imágenes y un instrumento útil para expresarse, relacionarse e


involucrarse en la vida de los demás, como Dios en la nuestra;

2. Son también una proyección del ser humano, que dice lo que es y quiere, sus metas y
aspiraciones, sus logros y fracasos, sus riquezas y debilidades;

3. Son recursos con que los humanos recrean, trabajan y redimen al mundo en que ha sido
colocados;

4. Son un vehículo para transmitir la verdad de Dios, no como regla, sino con la fluidez y
belleza poética de la comparación y el proverbio, el encanto de la motivación, el tino de la
sugerencia y el alcance de la provocación que lleva al compromiso

Jesús mismo es la gran PARÁBOLA DE DIOS que nos ha sido dicha no para saber más de
Dios, sino para llegar a El; y la Biblia, un lenguaje parabólico que nos permite intuir el
misterio del Creador, del hombre y de las relaciones entre ambos.

Jesús se sirvió de parábolas para comunicar y realizar la salvación, es decir:
- para dar el mensaje de Dios en lenguajje, acción y sentimientos humanos;
- para ser comprendido inmediata, directa y concretamente;
- para mostrar que Dios quiere de verdad al ser humano y se encarna en sus valores y
lenguaje, en su cultura y forma de percibir la verdad.

El Nuevo Testamento es "nuevo" por dar el mensaje definitivo de Dios a la humanidad en


Jesús. El mismo es la gran PARÁBOLA DE DIOS en su obra, palabra y vida.
Además, Jesús utilizó la parábola en su enseñanza. Al hacerlo, pretendía despertar:
práctica,
y motivaciones para ser, pensar, vivir y obrar.

Las parábolas de Jesús

- induce al lector a asimilar estos texttos sin más compromiso que buscar el Reino de Dios
propuesto por el Maestro;
- lleva al lector no sólo a leer,, sino a meditar, interiorizar y asimilar sus mensajes.

Estudio de las parábolas de Jesús

Toda lectura de la Sagrada Escritura debe seguir un método para ser provechosa y no sólo
pasatiempo. El método que aquí se propone es sencillo y sigue seis pasos:

1. Texto: leer primeramente el o los testimonios del o de los evangelios;


2. Contextos: examinar el entorno (antes, después, lenguaje, palabras, frases...);
3. Análisis: buscar pistas para la reflexión detenida del texto evangélico;
4. Sentido y mensaje: callar para permitir que el texto motive cambios de actitud;
5. Entrevista con Dios: formular preguntas directas de Dios a la persona (o comunidad) que
pueden ser respondidas privada o públicamente (comunitariamente);
6. Compromisos: no proponer recetas qué seguir, sino sólo sugerencias que ayuden a
enderezar tanto comportamientos como actitudes y acciones.

INDICE GENERAL PARABOLAS

1. El médico y sus enfermos (Mc 2,17);


2. El esposo y sus compadres (Mc 2,18-20; Mt 9,15; Jn 3,29-30);
3. El sastre y el cantinero (Mc 2,21-22);
4. El hombre fuerte y el ladrón (Mc 3,27);
5. El sembrador (Mc 4,3-8; Mt 13,3-8; Lc 8,5-8);
6. El predicador y su auditorio (Mc 4,13-20; Mt 13,18-23; Lc 8,11-15)
7. El labrador paciente (Mc 4,26-29);
8. El jardinero confiado (Mc 4,30-32; Mt 13,31-32; Lc 13,18-19);
9. El hombre limpio (Mc 7,14-23; Mt 15,10-20)
10. Los discípulos atrevidos (Mc 8,34-38; Mt 16,24-28; Lc 9,23-27)
11. El niño inocente (Mc 9,35-37; Mt 18,1-5; Lc 9,46-48)
12. Los primeros y los últimos (Mc 10,31; Mt 19,30; 20,16; ; Lc 13,30)
13. El mago de los imposibles (Mc 11,22-23; Mt 17,20; 21,21)
14. Los viñadores perversos (Mc 12,1-11; Mt 21,33-44; Lc 20,9-18);
15. El hombre doble y equivocado (Mc 12,38-40; Mt 23,6-7; Lc 29,45-47);
16. El campesino sagaz (Mc 13,28-29; Mt 24,32-34; Lc 21,29-33);
17. Doña Sal y Doña Luz (Mt 5,13 -14);
18. El hombre y la vela (Mt 5,15-16);
19. El enojón y el ofensivo (Mt 5,22)
20. El donador verdadero (Mt5,23-24)
21. Los enemigos (Mt 5,25-26; Lc 5,58-59);
22. El hombre y la lámpara (Mt 6,22-23; Lc 11,34-36);
23. El trabajador con dos patrones (Mt 6,24; Lc 16,13);
24. El ciego y el lastimado (Mt 7,3-5; Lc 6,41-42);
25. El papá cuidadoso (Mt 7,9-11; Lc 11,11-13);
26. El recolector de fruta (Mt 7,16-20; Lc 6,43-44);
27. El hombre que supo escoger la entrada (Mt 7,13-14; Lc 13,24);
28. Los dos albañiles (Mt 7,24-27; Lc 6,47-49);
29. El patrón con pocos trabajadores (Mt 9,37-38; Lc 10,2)
30. Los niños y su juego (Mt 11,16-19, Lc 7,31-35);
31. El hombre y los espíritus dañinos (Mt 12,43; Lc 11,24-26);
32. El campesino y su enemigo (Mt 13,24-30);
33. La cocinera sabia (Mt 13,33; Lc 13,20-21);
34. El arqueólogo emprendedor (Mt 13,44);
35. El coleccionista arriesgado (Mt 13,47-48);
36. El pescador (Mt 13,47-48);
37. El jefe de familia (Mt 13,52);
38. El guardián (Mt 13,33-37; Lc 12,35-38);
39. El ciego guía (Mt 15,13-14);
40. Reyes y súbditos (Mt 17,25-26);
41. El escandaloso castigado (Mt 18,6-11)
42. El pastor auténtico (Mt 18,12-14; Lc 15,4-7);
43. El criado malcriado (Mt 18,23-35);
44. El rico y el camello (Mt 19,24)
45. El buen patrón (Mt 20,1-16);
46. Los hijos desiguales (Mt 21,28-32);
47. Los invitados a la fiesta (Mt 22,1-10; Lc 14,16-24);
48. El invitado descuidado (Mt 22,11-13);
49. El visitante intempestivo (Mt 24,27-28; Lc 17,23-24.37);
50. El ladrón (Mt 24,43-44; Lc 12,39-40);
51. El velador atento (Mt 24,45-51; Lc 12,42-46);
52. Las damas de compañía (Mt 25,1-13);
53. El prestamista y sus deudores (Mt 25,14-30; Lc 19-12-27);
54. El buen catador (Lc 5,39)
55. Los dos deudores (Lc 7,41-43);
56. El prójimo (Lc 10,30-37);
57. El vecino molesto (Lc 11,5-8);
58. El prepotente en acción (Lc 11,21-22)
59. El rico ambicioso (Lc 12,16-21);
60. El campesino y el tiempo (Lc 12,54-56);
61. El patrón y el jardinero (Lc 13,6-9);
62. El jefe de familia y las visitas inoportunas (Lc 13,24-30; [Cf. Mt 25,10-12]);
63. Cada invitado en su lugar (Lc 14,7-11);
64. El constructor y el guerrero (Lc 14,28-32);
65. La mujer y la moneda (Lc 15,8-10);
66. ¡Todo un papá! (Lc 15,11-32);
67. El empleado sagaz (Lc 16,1-8);
68. El rico y el pobre (Lc 16,19-31);
69. El asalariado (Lc 17,7-10);
70. El juez y la viuda (Lc 18,1-8);
71. El devoto y el hombre común (Lc 18,9-14);
72. El hombre espiritual (Jn 3,8);
73. El hombre celeste y el terrestre (Jn 3,31-34)
74. El vendedor de agua viva (Jn 4,13-14)
75. Los campesinos y la siega (Jn 4,35-38);
76. El hijo y el siervo (Jn 8,34-35);
77. El Señor del pan (Jn 6,35-51);
78. El caminante (Jn 8,12);
79. El ganadero y el intruso (Jn 10,1-5);
80. El guardián y el ladrón (Jn 10,7-10);
81. El pastor y el boyero (Jn 10,11-14);
82. El hombre que regaló su vida (Jn 10,17-18);
83. El vivo y el difunto (Jn 11,25-27);
84. El caminante (12,24);
85. El hombre es como el grano (Jn 12,24);
86. El anfitrión y sus huéspedes (Jn 13,4-15)
87. El patrón y el sirviente (Jn 13,16; 15,20)
88. El hombre que se volvió camino (Jn 14,6-7);
89. El viñador y la vid (Jn 15,1-11);
90. La mujer que da a luz (Jn 16,21-22)
91. El joven y el viejo (Jn 21,18-19)

Elaborado:

Julián Armando Sarmiento Herrera


Catequista
Parroquia San Bernabé Apóstol
Bogotá Colombia

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