Heroinas Venezolanas

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Introducción

Son una serie de mujeres que comenzando el actual proceso bolivariano participaron

de diversas formas a lo largo de todo el proceso independentista venezolano

olvidando su tradicional condición de cuidadoras de la casa y se incorporaron a la

lucha por la libertad aportando positivamente e incentivando a la participación del

resto de la población con este proceso haciendo oír su protesta contra los tiranos,

animando a los patriotas o empuñando las armas para ponerse a la cabeza de grupos

revolucionarios, y han pasado a la historia como las guerreras revolucionarias de la

patria para dejar a sus hijos una herencia de patria libre.


Heroínas venezolanas

JOSEFA JOAQUINA SANCHEZ:  A comienzos del siglo XVIII y en un

sitio llamado "Casa de Misericordia", suerte de prisión y de manicomio que sostenían

las autoridades españolas en lo que hoy se conoce como Parque Carabobo en Caracas,

en una de sus celdas agotaba su vida, una mujer venezolana que había sido encerrada

allí después de un largo y doloroso proceso contra su esposo, el Protomártir de la

Revolución de 1797, José María España.

Doña Joaquina Sánchez era hija de Don Joaquín Sánchez y de Doña Juana Bastidas,

vecinos del puerto de La Guaira. Nació en el mismo puerto el 18 de octubre de 1765.

Casó con José María España el 27 de julio de 1783, de cuyo matrimonio nacieron los

siguientes hijos: Bernandino, María, Germana María, Valentina Soledad, Francisca

Josefa, José María Eufemio, Prudencio José, Cosme Damián y José Asunción.
Joaquina Sánchez era mujer de carácter fuerte que sabía hacer frente a las vicisitudes

de la vida; había adquirido conciencia de lucha al lado de su esposo y en el trato

constante de los primeros revolucionarios que lucharon por nuestra independencia.

Con ellos compartió sus momentos peligrosos y los ayudó, no solamente en la

propaganda y en la copia de los documentos de la revolución, sino que ella fue quien

confeccionó, con sus propias manos, las primeras escarapelas de los patriotas y la

bandera del movimiento emancipador.

A raíz de la develación del movimiento, su esposo había huido a Trinidad, regresando

un año después y ocultado en su casa, donde siguió desarrollando sus ideas

revolucionarias. Delatado su escondite, es hecho preso y sentenciado a muerte, hecho

ocurrido el 8 de mayo de 1799.

Días antes había sido interrogada por las autoridades su esposa, Doña Joaquina en

vista de la delación que acababa de hacer el negro esclavo Rafael España quien

confesó que su ama le había dicho que "indujera a los demás negros de sus Hacienda

e inmediatas a que se levantasen y vengan para La Guaira", en contra de las

autoridades españolas.

Joaquina, demostrando su entereza de carácter y aparentando tranquilidad contesta las

preguntas que le hacen y dice que desconoce el paradero de su esposo, de quien

"apenas si ha recibido una carta" y que ignora igualmente donde está Don Manuel

Gual y su hermano Domingo Sánchez. Cuando la interrogan sobre el negro Rafael

España responde que tiene por lo menos unos tres meses que no habla con el

esclavo, que con ella viven solamente sus hijos y la india de servicio María Josefa
Rufina. Pero las autoridades tenían constancia que Doña Joaquina había mandado al

negro Rafael España a levantar las peonanadas de las haciendas vecinas de La Guaira

en un esfuerzo desesperado por levantar la bandera de la libertad caída de las manos

de su esposo; tambien tenian conocimiento de que ella sabía del escondite de su

esposo, ya que su estado de gravidez era notorio.

Cuando le preguntaron el por qué estaba embarazada si no sabía de su esposo, ella,

armándose de valor para salvarlo, responde "y acaso no hay en el mundo otro hombre

que José María España?". Doña Joaquina Sánchez en cinta de su último hijo,

inmolaba así su honor de esposa para salvar al padre de sus hijos.

Las autoridades registran la casa, sus bienes son confiscados y Joaquina es arrestada y

llevada a la cárcel, lo mismo que el negro Rafael. El corregidor Pimentel se encargó

de vigilar la conducta de la esclavitud de la Hacienda "Laderas" propiedad de los

España Sánchez y de las demás inmediatas, asegurando que "se necesitaba una

escrupulosa vigilancia porque en aquel puerto se formó la conjuración".

El 29 de abril de 1799 llega Doña Joaquina Sánchez a Caracas privada de

comunicación y bajo la custodia de un pelotón de soldados al mando del Capitán

Vicente Balvey. La sentencia fue pronunciada el 19 de febrero de 1800. En ella se la

condena a ocho años de reclusión contados desde aquella fecha en la Casa Hospicio

donde se hallaba, "y que cumplidos, se diese cuenta al Tribunal para disponer lo que

se estime más conveniente a la ulterior conducta que debe observarse con la referida

Sánchez".
El 13 de junio de 1808 Joaquina Sánchez, la olvidada prisionera de la Casa de

Misericordia, escribe una representación al gobernador suplicándole que permita a

sus hijos continuar sus estudios en la Universidad de Caracas, donde "en la actualidad

están oyendo filosofía". Y el 10 de julio recibe la contestación, firmada por Don Juan

Germán Roscio, negándole ésta gracia y dándole la orden de que sus hijos vayan con

ella a Cumaná, el sitio que le ha sido designado para terminar su vida. Todo éste

terrible castigo le fue aplicado a Joaquina Sánchez por no haber delatado a su propio

marido, declarado Reo de Estado.

Así es confinada a Cumaná, sin derecho a sacar ningún bien de fortuna, y con la

prohibición de volver, ni ella ni sus hijos a Caracas o La Guaira.

CONSUELO FERNANDEZ

Nativa de Villa de Cura, a esta joven venezolana le tocó vivir en su suelo natal la

angustia del año 14, año de dolor y sangre para la República, pero también año de

demostraciones del valor y el estoicismo de los patriotas venezolanos-hombres y


mujeres- en una lucha a muerte contra el ejército realista comandado por

Boves, Zoazola,y Morales, entre otros.

Después de la primera derrota de Campo Elías en La Puerta, el 3 de febrero de 1814,

Bolívar ordena que parte de las tropas que cubren el Occidente corran a Valencia bajo

las órdenes de Villapol, y con el resto de las tropas de Campo Elías refuerza el

estrecho de La Cabrera que ya estaba fortificado con las tropas del coronel Manuel

Aldao.

Boves después de su triunfo en La Puerta se había acuartelado en Villa de Cura

preparándose para continuar hacia el Centro contra los patriotas. Las tropas que

comandaba Boves invadían y saqueaban todo, quemaban casas,

templos, escuelas y ultrajaban hogares.

El General José Félix Ribas levanta en Caracas "un arsenal de valientes", con los

cuales forma una columna y se lanza fogosamente hacia La Victoria para obstruir el

paso a Boves.

Entre los jovenes decididos y valientes oficiales se encuentra Manuel Fernández,

hermano de Consuelo quien ha quedado en Villa de Cura acompañando a su anciano

padre. Villa de Cura está ocupada por las tropas de Boves sedientas de sangre.

Consuelo Fernández, a través de un llamado "Coronel Pérez" que la corteja, conoce

de los preparativos de Boves para atacar La Victoria, por lo que envía con un joven

patriota un mensaje a su hermano a La Victoria, pero el joven es perseguido por otro

Oficial de Boves quien logra apresarlo y arrebatarle el mensaje que decía: "El
Sargento Boves que se encuentra acuartelado en Villa de Cura, se prepara a invadir

La Victoria, avísale al General Ribas. Uno de los tenientes de Boves, llamado coronel

Pérez, que me vio el otro día en la Iglesia, se atrevió a pedir mi mano a papá. Figúrate

con que indignación no rechazamos esta proposición, pues tú sabes que entre los

patriotas y los realistas hay un abismo insondable. Te bendice tu hermana Consuelo".

La carta que era un grito de angustia, llegó a las manos del Coronel Pérez, quien se

hallaba ofendido por el rechazo de Consuelo a su propuesta amorosa. El

decepcionado Oficial le comentó a a sus compañeros: "O me caso con Consuelo

Fernández o ella será fusilada"... Y de inmediato imparte sus órdenes para que

Consuelo y su padre sean reducidos a prisión.

Una vez en su presencia, el Coronel le da lectura a la carta interceptada; la joven

patriota, viéndose perdida, en un rasgo de valor confiesa: "Mi padre es inocente de lo

que yo he escrito a mi hermano". "En cuanto a mí, le aseguro que prefiero mil veces

la muerte antes de ser la esposa de un realista".

Al día siguiente de esta confesión el padre de la joven es puesto en libertad y ella

condenada a sufrir la última pena "por haber transmitido noticias de la guerra a su

hermano". Con gran entereza de ánimo, oye Consuelo la sentencia que le es leída en

medio de redobles de tambores.

Y clareó el alba de la trágica mañana señalada para su ejecución: era el 10 de febrero

de 1814. Consuelo es conducida al sitio de la ejecución, y mientras camina el coronel

Pérez: le dice ¿no quieres ser mi esposa? Si consi


entes en casarte conmigo te salvaré la vida.

Apártese de mi camino, contestó con entereza la joven. Jamás podré unirme a lo que

me inspira tanto desprecio."¡Viva la Patria! ¡Viva la Libertad! Y mansamente se dejó

conducir al suplicio esta extraordinaria heroína de 17 años. De manera repentina, y

sin poder evitarlo, irrumpe el padre a la Plaza y se abraza a su hija cubriéndola con su

llanto. Una descarga se oye, y caen a tierra padre e hija abrazados, cubriendose el

suelo con su sangre patriota.

JUANA RAMIREZ "LA AVANZADORA"

Nace en Chaguaramas hoy estado Guarico en 1790, hija de esclava manumisa de la

familia Ramirez.
Juana Ramírez era una mujer del pueblo que se ganaba la vida lavando la ropa de las

familias ricas de la región. Era, además, una hermosa muchacha, "una

auténtica criolla de color entre claro y moreno, de ojos vivos y de parte regular y bien

formada, poseída de un patriotismo inigualable, de amable carácter en sus momentos

apacibles, de prestancia de ánimo indiscutible ante el peligro, infatigable en los

preparativos de la defensa, vigilante cuando las circunstancias difíciles lo

demandaban y fogosa en el combate… capaz de cegar con las balas de sus cañones al

enemigo”.

Una de sus más destacadas características era la generosidad. A pesar de su pujanza,

de su carácter un tanto autoritario, se dedicaba con o sin igual abnegación curar a los

heridos después de la batalla y a enterrar a los muertos. Refieren las crónicas que

cuando sus compañeros se entregaban al descanso después de reñido combate, Juana

Ramírez permanecía vigilante y se dedicaba a la noble y humanitaria misión de asistir

a los que sufrían, dando el alimento y poniendo las vendas en las heridas de los

valientes soldados de la libertad.

De ella dice Lorenzo Zaraza, nieto del General Pedro Zaraza, quien combatió a su

lado en la defensa de Maturín: La gallarda Juana Ramírez, "La Avanzadora" formó

parte de la emigración caraqueña, combatió en Maturín y le prestó importantes

servicios a la causa de la independencia. Era nativa de Chaguaramas, del Estado

Guárico. Otros historiadores dicen que nació en Cumaná, otros que en Petare. Don

Lorenzo Zaraza asegura que es de Chaguaramas


En Maturín, el Comandante Villapol, con su ejército de guerrilleros, se apresta a la

defensa con el grito de "¡Viva la República!" Abajo la tiranía! A su lado está la

juventud, las mujeres, el pueblo, todos decididos partidarios de la Independencia.

Monteverde atropella, persigue, mata sin piedad a los patriotas. Las familias huyen a

las posesiones campestres, a las orillas del río, a las montañas… Allí aguardan el

desarrollo de los acontecimientos del año 13, cuando los patriotas pelean hasta el

heroísmo, hasta la muerte, por la posesión de la plaza.

Bajo la dirección de Manuel Piar se organiza una batería que toma el nombre de "Las

Mujeres", porque está en su totalidad defendida por mujeres del pueblo que luchan al

lado de los hombres por su independencia, con su mismo valor y arrojo, dispuestas a

obtener su libertad o la muerte. Entre ellas está Juan Ramírez, "La Avanzadora". Este

título lo ha ganado por ser ella la primera en avanzar hacia el enemigo.

Juana Ramírez sintió un gran amor por la causa emancipadora; un día se le presentó

al General Bermúdez para pedirle la dejara tomar parte en el combate. Allí quedó en

el campo de batalla, cavando las trincheras, disparando los cañones, animando a los

guerreros, curando los heridos; enfriaba con un trapo húmedo la boca de los cañones.

En la batalla de los altos godos en medio de la lluvia de balas atravesó el campo de

batalla y arrancó su espada a un general muerto.


- “Con esta espada defenderé mi derecho a una patria libre! dijo estremecida de

emoción.”

Y se volvió a su campamento con la espada en alto, como un trofeo. Desde entonces

será llamada Juana Ramíres "la avanzadora" por Manuel Piar.

Tras la caída de Maturin en manos de los realistas abandona la ciudad y regresa luego

de recuperada por las tropas patriotas, fallece a los 66 años y el 24 de junio de 1975

se erige un monumento sobre su tumba.

LUISA CACERES DE ARISMENDI

Nació en Caracas el 12 de septiembre de 1799, era la hija mayor de don Domingo

Cáceres y de su esposa Doña Carmen Díaz.


Era Luisa gran admiradora del General José Félix Ribas apreciado amigo de su padre,

en cuya casa conoció ya viudo, al General Juan Bautista Arismendi, quien más tarde

había de ser su esposo.

El padre de Luisa muere el 6 de marzo en la Guarnición de Ocumare y el hermano

mayor a los 10 días de muerto de su padre. La familia Cáceres recibe la noticia con

doble espanto; la muerte de los hombres de la familia, y el temor de que Rosette

amenaza la población con el saqueo y el degüello. En el transcurso de la emigración a

Oriente, cunado seguían la costa de Cumaná, Bolívar fijó su atención en Luisa, que

lloraba porque no podía caminar ni sostenerse en pie, y movido a compasión la coloca

en el anca de su cabalgadura, y luego la entrega a Páez encareciéndole su cuidado.

Llegadas a la Asunción, Arismendi la manda a buscar. El día 4 de diciembre de 1814,

el General Arismendi celebra sus segundas nupcias con Luisa Cáceres. Las

autoridades españolas planean la captura de Arismendi y al verse burladas se

apoderan de Luisa y la llevan presa para la Asunción. Conducida a la Fortaleza de

Santa Rosa es encerrada en un estrecho calabozo, y obligada a comer el rancho de la

soldadesca como único alimento. Los verdugos sacan a Luisa del calabozo una noche

con gran alarma, ella tiembla al pensar que va a ser sacrificada por los verdugos, solo

quieren torturarla y la hacen pasar por sobre los cadáveres de los patriotas fusilados,

la sangre derramada, va a desembocar a un aljibe de la prisión y a Luisa la obligan a

calmar su sed con aquella agua pestilenta y mezclada con sangre de los suyos.

Próxima a nacer su hijo solo tiene para vestirlo un velo que trajera atando sus cabellos

cuando fue conducida a prisión. Un oficial le pregunta que nombre va a ponerle, ella
contesta fríamente: "el de su padre". En condiciones de angustia y solamente

acompañada por otra prisionera, tiene el 26 de enero de 1816 una niña que muere al

nacer debido a los intensos sufrimientos de la prisión y al recuerdo de su esposo.

Cuando le van a echar las aguas bautismales y le preguntan que nombre quiere

ponerle le dice: "Juan Bautista". Dos días pasaron sin que nadie se ocupara de

enterrar el cadáver de aquella criatura, Luisa pide ayuda y le mandan unos niños a

quienes les entrega el cuerpecito. Al regresar estos y preguntarle donde lo habían

enterrado, le contestaron: "lo hemos botado en el zanjón".

Insistiendo en torturarla los verdugos la sacan nuevamente del calabozo y le indican

el sitio donde será fusilada. Luisa heroicamente les ordena que cumplan con su

cometido. De pie espera la orden de fuego pero no se lleva a cabo, el oficial

contempla su tortura y da orden de regresarla al calabozo.

Tiempo después es sacada de Margarita y embarcada para La Guaira. En La Guaira es

llevada a presencia del Comandante Remigio María Bobadilla quien le ofrece la

libertad a cambio de que abandone a su esposo y abjure de sus propias convicciones.

Luisa contesta altiva sin inmutarse "no es así como se trata a una mujer honrada e

inocente". Días después, es conducida a Caracas e internada en el convento de la

Inmaculada Concepción, situado en la Plaza de la Catedral, hoy Plaza Bolívar. Han

transcurrido dos años desde que salió de Caracas. En enero de 1817 es trasladada a

España a bordo del "Pópulo", capitaneado por Navas quien la presenta a las

autoridades de Andalucía, allí queda asignándole una pensión de 15 duros y la

obligación de presentarse mensualmente al Juez de Alzada. Don José María Morón y


su esposa le ofrecen su hogar percibiendo la pensión que daba el gobierno y

prestando la fianza que exigía el Capitán. Corriendo el año 1818 se prepara para la

fuga a cargo del teniente Carabaño, y al fin Luisa logra la ansiada libertad. El 26 de

julio de 1818 a los 19 años de edad regresa Luisa feliz, a los brazos de su madre y de

su esposo, después de una ausencia de 4 años durante los cuales sufrió toda clase de

vejámenes y privaciones.

En Juan griego es recibida por la población con toda clase de pompas. En el templo

de la Villa se cantó un Te Deum y durante ocho días continuaron las fiestas y

regocijos populares. Desde ese mismo día Luisa Cáceres, volvió al goce de la vida

privada, silenciosa y retirada de la sociedad. El día 2 de julio de 1866 se duerme

dulcemente Luisa Cáceres de Arismendi a los 67 años de edad. Su honesto sentido del

deber, su feminidad, su dignidad y su firmeza de convicciones quedaron de pie ante la

historia para ejemplo de las mujeres que luchan, sufren y esperan.


LEONOR GUERRA

Si hay algo que sobrevivirá a los cataclismos de la naturaleza y de la sociedad, es el

sacrificio de la mujer que se inmola en aras de la familia o de la Patria. La corta y

elocuente historia de Leonor Guerra es el honroso legado que nos van dejando las

generaciones cumanesas. Esta heroína admirable, tan noble de sentimientos como de

familia, había abrazado desde sus primeros tiempos la causa de la independencia, sin

prever que ella simbolizaría en cierto día una de las coronas de ciprés que se unirían a

las coronas de laureles, para sintetizar el dolor y la dicha, el martirio y la victoria en

sus conquistas de ideales, en el constante combate de la vida.

En su ciudad natal contrajo nupcias con José Tinedo de quien tuvo una hija Francisca

Antonia. Desde muy joven Leonor sintió simpatías por la causa independentista.

En 1816, el coronel Juan Aldama, jefe y gobernador interino de la provincia de

Cumaná enardecido por los triunfos de Gregor MacGregor en las batallas de


Quebrada Honda (2 agosto), Alacrán (6 septiembre) y Juncal (27 septiembre),

descarga su ira en Leonor Guerra.

En aquellos días los patriotas habían adoptado por divisa política la cinta azul. Las

señoras patriotas acostumbraban llevarlas en sus peinados, aunque con estudiada

precaución. En las colonias, donde tenían las emigradas más libertad, ostentábase con

alegría la azul divisa. Así al visitarse en los días de Navidad, se saludaban las familias

con los siguientes versos:

Las cintas azules

Son el estribillo:

Que viva la Patria,

Que muera Morillo.

Doña Leonor se asomó a la ventana en cierto día en que Aldama estaba de mal

humor. Sea que Leonor ostentaba en su peinado un lazo de cinta azul, o que la ojeriza

del Gobernador necesitase, para estallar de alguna víctima, una delación fue hecha y

una condena fue pronunciada. Ordenábase que Leonor Guerra, sentada sobre un burro

enjalmado, recibiese públicamente doscientos azotes, por insurgente revolucionaria,

que se le amonestase en cada esquina por donde debía pasar y se la excitase a revelar

los nombres de sus cómplices, y de no hacerlo así, se cumpliese con lo dispuesto por

la autoridad, teniendo que acompañar a la acusada sus compañeras las insurgentes de

Cumaná.
Colocada la heroína sobre un jumento enjalmado, con la espalda casi desnuda,

comienza aquella procesión, infame aborto del corazón de Aldama. Confiesa tus

cómplices, le dicen los verdugos, antes de cada descarga "Viva la patria, mueran los

tiranos", contesta Leonor al instante caen sobre la espalda de la admirable víctima

repetidos latigazos y así va repitiéndose el castigo hasta que Leonor casi exánime, es

conducida a su hogar.

Por información histórica de testigo presencial quién narra este horrible suplicio de la

heroína Leonor Guerra, explica que esta noble mujer después de sufrir toda clase de

infamias, rehusó toda especie de alimento y asistencia médica, muriendo más tarde.

La modestia y gran delicadeza le impidieron sobrevivir al castigo con que habían

querido humillarla aquellos bárbaros.

JOSEFA CAMEJO

Era nativa de Aquaque, Paraguaná, en las inmediaciones de Pueblo Nuevo, Distrito

Falcón, hija de Don Miguel Camejo y Doña Ignacia Talavera y Garcés. Nació el 18
de mayo de 1781. Desde Barinas en al año 13 forma parte del Ejército Patriota.

Perseguida por los Españoles se asila en Nueva Granada.

Regresa a Venezuela clandestinamente e inicia la lucha por la independencia. En

Paraguaná, se interna en un hato de su propiedad y busca prosélitos para el ejército.

Encabeza la rebelión poniéndose al frente de 300 esclavos para atacar a la Provincia

de Coro que inicia la obra liberación.

Y toca a ella misma leer el manifiesto que declara libre a la Provincia de Falcón el 3

de mayo de 1821, haciendo el solemne juramento a la República en Pueblo Nuevo

bajo un frondoso cují.

Es ella una figura histórica, consagrada en el procerato Venezolano de la

Independencia como uno de sus valores femeninos más conspicuos. Su mérito

eminente radica en el hecho de representar, en un momento indeciso, cuando la

región coriana era todavía el más fuerte baluarte de la resistencia realista, el espíritu

de la revolución, el nervio activo que iba a canalizar la acción republicana en el seno

mismo de la comarca disidente. En efecto es aceptado como hecho concreto que

Josefa Camejo, inspirada en los ideales unitarios de la República, de los cuales era

apóstol benemérito su pariente el Obispo Talavera y Garcés, encabezó un grupo de

animosos partidarios y que desde su hato de Aquaque haya partido a la conquista de

Pueblo Nuevo, localidad que, después de un ligero tiroteo, tomó en esa ocasión. Era

el primer paso de un suceso histórico de hondo significado en el orden moral.


Noticioso el Libertador de aquellos sucesos, dirigió a los Corianos su famosa

proclama de san Carlos el 6 de junio del mismo año.

Algunos estudios de la historia dan por hecho que Josefa Camejo tomó parte en otras

campañas desde 1813, así como en las del Sur; pero sobre ambos particulares no se

tiene a la mano elementos comprobatorios. Mas no le hace falta al relieve histórico de

la Camejo, pues ella se inmortaliza con su heroico gesto de Pueblo Nuevo, cuando

sus paisanos los coroneles Carrera y Colina e Inchaupe se aprestaban a ensangrentar

de nuevo la Provincia en defensa de la causa realista.

Murió esta gran heroína dejando para la Patria, su recuerdo imperecedero y para las

nuevas generaciones, los sentimientos de honor y libertad que debemos llevar todos

en nuestros corazones por la gloria y la liberación de los pueblos oprimidos.

CECILIA MUJICA

Cecilia Mujica conocida como "La Mártir de la Libertad" era hija de del realista

Martin de Mujica de familia acomodada y prometida del joven español Henrique de

Villalonga con quien compartía las mismas ideas revolucionarias


Muy pronto será la boda para cuyo acontecimiento se mueve el círculo social de los

futuros contrayentes. Don Martín es realista de firmeza, Enrique y Cecilia pertenecen

al Comité Revolucionario y son de los más audaces propagandistas de las ideas

emancipadoras: él distribuye clandestinamente y con peligro de su vida boletines

encendidos con el fervor de la libertad: ella confecciona escarapelas y divisas

tricolores para el pecho de los voluntarios y compone exaltantes canciones

patrióticas, y como sabe pulsar la lira las ofrece como regalo a sus oyentes en las

tibias y perfumadas tardes de la tertulia.

Muere su padre como una de las muchas víctimas del terremoto de 1812

El gobernador de San Felipe el teniente realista Don José Millet hace levantar un

cadalzo como contrapeso al decreto de guerra a muerte dictado por Bolívar en 1813

es justo en ese mismo año que es sentenciada de antemano a morir fusilada

Don Martín de Mújica, es una de las innumerables victimas del terremoto de 1812.

Cecilia queda huérfana y desvalida. Su desolación no tiene nombre, su pena es

infinita, pero arde en ella, en lo más recóndito de su alma y su ser el fuego sagrado de

la patria libre que le da aliento para seguir viviendo y a partir de aquel momento

Cecilia se convierte en una de las mas audaces propagandista de las ideas

emancipadoras, encendidos boletines clandestinos son distribuidos por Cecilia en la

ciudad de San Felipe

Pero hemos llegado al año 13, nublado por las consecuencias del decreto de Guerra a

Muerte, que entenebrece la ciudad de San Felipe regida por Don José de Millet,
Teniente de Gobernador de la muy noble y Leal Villa, quien con crueldad y firmeza

sin nombre hace contrapeso insólito a aquella medida necesaria de la Dirección

Republicana, levantando infamante cadalso, donde uno a uno fueron rindiendo sus

vidas preciosas nuestros hermanos de ayer, acusados del delito de profesar la fe de

nuestros libertadores, sustentada por Bolívar en sus proclamas que serian hoy

documentos de avanzada hacia la compresión de los pueblos unidos de las América.

Cecilia Mújica con su corazón reverberante de angustias; y llena de ese amor y fe

inquebrantable por la libertadad de la Patria, hace caso omiso a las disposiciones del

asesino Gobernador José de Millet y aún a costa de su propia vida sigue impertérrita

en sus propagandas en pro de la liberación, la que pagaría muy pronto bajo el fuego

de la fusilaría de los bárbaros soldados realistas.

Oigamos ahora el recuento de Bracho: “Era un día nebuloso, opaco y saturado de

tristeza, como que la naturaleza se opusiera al más cobarde atendido de las hordas

españolas. Custodiadas por los soldados del Orden de Cazadores, fue llevada al

tenebroso sitio de los “Zunzunes” en el camino de Cocorote, la Mártir de la Libertad

Cecilia Mújica. En la quebrada de Saballo, sentenciada de antemano, revestida con el

nefasto vestuario de los que van a ser ejecutados, fue vendada y montada en un potro

que luego la transportó al sitio destinado para la ejecución. En un grueso tronco de

zunzún que seco y duro permanece en aquel sitio, fue atada la heroína. He aquí sus

postreras palabras: “Toma buen hombre Ambrosio Trejo, -así se llamaba uno de los

soldados que la custodiaba - esta madeja de mis cabellos con ese anillo y entrégalos

en su prisión a mi amigo Henrique de Villalonga y dile que le devuelvo esa joya,


contrato de nuestras nupcias y que la conserve como el ultimo recuerdo de la mujer

que no tiene la fortuna de ir a sus brazos, pero sí la gloria de inmolarse por la

libertada de nuestra patria. Viva el suelo querido. ¡Viva la Libertad!. Estas últimas

palabras de la Heroína se confundieron con la horrorosa detonación de la fusilería que

le daba muerte.

TERESA HEREDIA

Mujer de garbo atrayente y de gran personalidad. Nace en la Villa de Ospino en 1787,

en hogar de levada posición social y económica, emparentada con el Coronel Fermín

de Heredia, Jefe realista que murió en la Batalla de Araure en 1813.

Teresa crece en medio del bullir de las ideas de emancipación y se decide, como sus

padres, por la independencia quienes pagan con sus vidas, su amor por la libertad

dejando a Teresa huérfana al cuidado de una tía con quien se traslada a la Guaira.

Allá comienza a transformarse la niña en la mujer y apenas con 17 años, en la flor de

su hermosura contrae matrimonio con un isleño de nombre José Antonio Aguero,

quien al conocerla queda prendado de su gracia y atractivo personal.


A los 19 años queda viuda y se dedica totalmente a la lucha por la independencia al

lado del ejército patriota, hasta que un día cayó presa porque no quería decir donde

estaban escondidos los "insurgentes" que habían buscado asilo a su lado.

Seis meses de angustias, de amarguras y de terribles presagios vive Teresa en la

prisión guaireña.

El 8 de mayo de 1818 Teresa Heredia es conducida de la prisión de la Guaira a un

calabozo de la cárcel de Caracas, Don Antonio Guzmán, Sargento Mayor de la Plaza

lleva una órden de Moxó para hacerle una "sumaria" a Teresa, "sospechosa de

infidelidad". Algunos testigos pagados la acusan de ser una "ardiente y decidida

patriota" dicen que la han oído hablar de la llegada del General Bolívar a la isla de

Margarita con siete buques y que la habían visto viajar en las ancas del caballo de

Yañez. Otros dicen que la han visto vestida de hombre en los llanos con los realistas y

que Luis Dato, el Gobernador de Valencia, le había quitado unos dineros que llevaba

a los patriotas.

Teresa Heredia, altiva y digna, habla ante los que los acusan. Confiesa que se llama

Teresa Heredia, que tiene 19 años y es viuda de José Antonio Aguero, "quien debe

estar en los infiernos por realista". Dice que es de oficio costurera vino a Caracas con

un pasaporte firmado por el Alcalde del Peñón a arreglar su matrimonio con el

artillero Hidalgo. Niega los cargos que se le hacen. No conoce a Yañez, nunca lo ha

visto. Lo del dinero que dicen le quitó el Gobernador Dato, es incierto, porque "nunca

lo tuvo" refiere que la razón de que Dato, es incierto, porque "nunca lo tuvo" refiere

que la razón de que Dato la prendiera sin fórmula de juicio le mandara a cortar el
pelo, la bañara en mieles y la emplumara para luego pasearla por las calles de

Valencia al son de cajas destempladas, "es porque no quise ser del Gobernador Dato

porque me estaba casando con Pedro Marturel". Confiesa que en “Bárbula”, a cuatro

curros del Batallón Granada les salvó la vida". No tengo iglesia porque solo la

necesito para encomendarme a Dios". Y firma: Teresa Heredia.

Se ordenó ampliar la "sumaria" con los testigos de Valencia. El Regidor declara que

"el castigo vergonzoso fue por su infidelidad y vida relajada en el trato con los

hombres", pero el Escribano público Don José Otálora habla del patriotismo de

Teresa Heredia y dice que este era en verdad su crimen. No obstante se la juzgó y

condenó.

El Consejo de Guerra no puede probar su actividad revolucionaria, pero el asesor

Oropeza, despiadadamente, aconsejó "que se expulse a la América del Norte a esa

mujer incorregible, para que allí sea independiente y la enseñen a vivir en sociedad".

Conducida al barco que la llevaría fuera de la Patria querida, mira por última vez el

paisaje con los ojos arrasados en lágrimas y haciéndose violencia para no mostrar su

momento de debilidad ante el enemigo, les vuelve la espalda. Es el último tributo de

su amor a la libertad.

Nada más volvió a saberse de esta gran heroína Teresa Heredia, que su nombre dejó

escrito para la posteridad, y para el corazón de los venezolanos con el recuerdo

imborrable de su inmensa pasión por la independencia.


ANA MARIA CAMPOS

La heroína Zuliana nace en Puertos de Altagracia, hija de Don Domingo Campos y

Doña Ana Maria Cubillán. Es decidida por la Independencia desde pequeña.

Durante los años de su infancia y de su adolescencia vive junto a los suyos los días y

las noches ardidas de heroísmo, radiantes, generosos plenos de sangre y de lágrimas

que parecían no agotarse jamás.

La casa de Ana Maria Campos es el puerto de salvación, el asilo seguro para

reuniones patrióticas; allí, entre sus cuartos estrechos se reúnen para organizar la
resistencia, para buscar prosélitos a la libertad. La muchacha gentil, en plena

floración de su juventud, valiente, generosa, se ofrece en su ayuda: ella también es

venezolana. Y se da una y otra vez en la obra generosa de ayuda, colaborando en la

organización de los patriotas, dejando oír su voz en las reuniones clandestinas, ¿por

qué no? No era ella una venezolana? ¡Que importa que sea mujer!

Y fue en una de estas reuniones clandestinas que dejó escapar de sus labios la frase

inmortal que debía llevarla al martirio: “si Morales no capitula, monda“. El capitán

Francisco Tomás Morales, Gobierna en Maracaibo y persigue a los patriotas con

ensañamiento. Conducida prisionera ante el mismo Morales no se desanima Ana

Maria ¿había medido ella la gravedad de su situación cuando ocurrió las calles que la

separaban de su casa a la del tirano? En su propia presencia explicó las razones que la

inducían a creer que si no capitulaba, estaba perdido. Conocedora, por haber

compartido ampliamente, del frenesí patriota del amor de su pueblo por la libertad, de

su espíritu de sacrificio, no concebía Ana Maria que una vez libertada la patria en su

casi totalidad del yugo español, pudiera este hombre cruel y sanguinario arrebatar la

gloria a los suyos.

Morales, en un gesto de soberbia, sintiéndose humillado por aquella tierna mujercita,

ordena que sea vapuleada públicamente, montada en un asno y paseada desnudada

por las calle de la ciudad. Y así aparece ante la historia esta zuliana Ana Maria

Campos: montada sobre un asno, paseada a lo largo de las calles sintiendo sus carnes

rasgarse al golpe del látigo infame.


Fue el negro africano Valentín Aguirre el encargado de descargar con toda su fuerza

brutal la mano armada del látigo sobre las carnes de la joven patriota. Ana Maria

sintió correr su sangre sin exhalar un gemido, concentrado su voluntad y sus anhelos

en la repetición de la tremenda disyuntiva.

“Si no capitula, monda”. La risa asquerosa del chacal satisfecho, asiste a la

escena. “Si no capitula, monda”. “Si no capitula, monda”…. La frase es repetida

hasta la saciedad. A cada latigazo del verdugo sobre sus carnes mayugadas salen de

los labios sedientos y amargos: “Si no capitula monda”…No seria extremado

asegurar que en los oídos del tirano resonaron esas palabras hasta en sus horas de

soledad y de silencio. Creyó Morales, como lo creen todos los tiranos. Que las ideas

se matan con el látigo y con las torturas, que quebrantando el cuerpo, las ideas

mueren. Y lo que logró fue dar a la Patria venezolana una heroína al poner a prueba

una voluntad decidida. Hacer brillar con más alteza la causa de la Libertada y de la

Justicia. Parecía que nadie se hubiese dado cuenta del gesto heroico de la muchacha

patriota. Las madres aterrorizadas desconocían la razón por la cual las obligaron un

día presenciar el espectáculo de una joven arrastrada al suplicio, ignorando la

entereza de su gesto.

Parecía que todo quedaría en silencio, que nadie sería capaz de recoger su nombre

para incluirlo entre los nombres de los héroes de la libertad. Pero el pueblo zuliano

había guardado en su noble corazón la imagen de la muchacha torturada y humillada.

Para luego exhibirla como un ejemplo de fe y de decisión en las futuras

generaciones. Ana Maria Campos está allí en su pedestal que el mismo pueblo le


construyó con su sangre generosa: está en sus corazones hoy como ayer, sirviendo de

faro luminoso a todas las mujeres y a todas las juventudes que aman la libertad sin

claudicaciones, como la amó esta hermosa heroína zuliana. Allí ha quedado esta flor

inmaculada, hermosa, virginal, radiante, generosa: Ana Maria Campos está en el

Corazón de todos los venezolanos, de todos los hombres y mujeres que aman la

libertad y la justicia, sin claudicaciones, como el más hermoso símbolo de la lucha

femenina por estos mismos ideales.

EULALI A RAMOS SÁNCHEZ DE

CHAMBERLAIN

Era hija de Don Ignacio Ramos y de Doña María Alejandra González Henríquez,

nativa de Tacarigua de Mamporal en los ricos valles de Barlovento.

A los diecisiete años de edad, y a comienzos del año 1812, contrae matrimonio con el

joven Juan José Velázquez, de familia muy conocida.


Bellos y alegres comenzaban los días para los desposados, por la paz de que gozaban.

y sin embargo ¡cuán presto la desgracia iba a amargar la existencia de aquellos seres,

que creían estar lejos de la tempestad!

El esposo huye de las persecuciones políticas, Eulalia también tiene que huir de

Mamporal, se interna en el monte donde debía esperar noticias para seguir al vecino

pueblo de Río Chico. Llevaba en sus brazos una niña de cuarenta días, fruto de su

primer amor.

Escondida en los montes pasó Eulalia algunos días, y cuando escaseaban los

alimentos y la soledad pesaba sobre ella como una masa que le agobiara, ve la madre

en cierto día, que la niña cansada de llorar, se tranquiliza de pronto, se enfría

lentamente: la niña había muerto.

Días después de haber llegado a Río Chico, al salir de su casa una mañana para visitar

a una amiga de confianza, de pronto se encuentra en medio de una guerrilla española

capitaneada por un oficial de la localidad, a su lado una mujer de nombre Lorenza,

trigueña y fornida, amenazante corre al encuentro de Eulalia, darle a ésta una

bofetada que la derriba, asirla por los cabellos y arrastrarla por la calle, fué obra de un

instante. Eulalia grita y pide socorro: mátenla! contestan los soldados por Lorenza

arengados, quien fuera de sí, conducía su víctima cerca del capitán. Pálida y

extenuada queda aquella, perdiendo el sentido.

Van a sacrificarla, pero en ese momento se oye un toque de corneta, a cuyo sonido

huyen jefe y soldados precipitadamente. Eran patriotas.


Sin comprender Lorenza, tenía aún asida por los cabellos a Eulalia, cuando el jefe se

apodera de aquella feroz mujer y luego de informarse de lo ocurrido manda a pasar

por las armas a Lorenza, en tanto que ofrece garantías a las familias del lugar. Eulalia

es conducida a su casa, donde sus amigos le prestan atenciones de todo género. Esto

acontecía a mediados de 1813.

Al tener conocimiento en Caracas de los ultrajes sufridos por Eulalia, es mandada a

buscar por su tía Josefa Pía, esposa del Licenciado Martín. Llegados los

acontecimientos del año 1814 y con ellos la nueva pérdida de la República, el

Licenciado acompañado de toda su familia y con ellos Eulalia, salió para Cartagena.

A la salida de Bolívar de Caracas, volvieron a gobernar los españoles, siendo

descubierto Velásquez por aquel oficial amante de Lorenza.

Hecho prisionero fué conducido al sitio que servía de plaza pública e interrogado

así:"¿Donde está tu mujer Eulalia?" Pregunta con ira y sed de venganza. "Nada sé de

ella contesta Velásquez". "Entrega a esa insurgente, pues de lo contrario te fusilo".

Repito que nada sé de mi esposa y que ignoro dónde está. Sin más fórmula que ésta,

el oficial ordena su fusilamiento, Velásquez muere sin proferir siquiera una palabra.

Cansada Eulalia de esperar en Cartagena y sin noticias de su esposo, resuelve

trasladarse a Cumaná o Barcelona, donde imagínase encontrar a Velásquez.

Impuesta Eulalia a su llegada a Cumaná de la triste suerte que había corrido su

esposo, refugióse en la casa de su padre, en un sitio cerca de la ciudad. Allí vió correr

al lado de su padre los años de 1815 y gran porción del 1816, cuando conoce al
oficial inglés Coronel Chamberlain, edecán de Bolívar y quien llegó a prendarse de

tal manera de la heroína, que le padre tiene que dar su asentamiento para el próximo

enlace de la viuda.

Pero volvamos de nuevo a la heroína que aparecerá en la última etapa de su gloria en

la "Casa Fuerte" de Barcelona, al lado de su esposo el Coronel Chamberlain.

El 7 de abril, bajo las órdenes del Coronel Aldama, el ejército español ocupaba a

Barcelona. La población compuesta de hombres, mujeres y niños se refugió en el

convento de San Francisco donde se fortificó el ejército patriota. Eulalia está en una

celda en compañía de otras señoras y de su esposo. "Estamos perdidos dice

Chamberlain a Eulalia seremos víctimas de los invasores". Eulalia es separada de su

esposo, pero conserva una pistola que éste le ha entregado, se oye un pistoletazo en la

celda donde quedó Chamberlain, éste acaba de morir.

Eulalia escucha el tiro. un oficial español le ofrece salvarla, y algo le dice que ofende

su pudor, "Grita, viva España, mueran los patriotas y te salvo, le dice el oficial". Con

el pensamiento puesto en su marido, arma con rapidez la pistola y al grito de "Viva la

Patria, mueran los tiranos", descarga el arma en el pecho de tan pérfido amante, quien

cae muerto a sus pies.

Sobre aquella mujer, descargan los soldados golpes con sus armas hasta cuando ya es

cadáver, le arrancan sus joyas, mutilan su cuerpo ensangrentado y lo amarran a la

cola de un caballo.
Así termina la existencia de aquella valerosa mujer, a quien Dios la tenía destinada

para ser una de las más valerosas heroínas de la emancipación del Nuevo Mundo.

MARIA DEL CARMEN RAMIREZ

Símbolo de mujer que encarna con esplendor inusitado una expresión magnífica de

rigidez republicana. Nació María del Carmen Ramírez en San Cristóbal, Edo. Táchira

como fruto del matrimonio celebrado en 1773 en dicha ciudad entre Don José

Ramírez y doña Ignacia Gutiérrez de Caviedes, y en el año de 1796, unió sus destinos
con el caballero trujillano Don Juan Antonio Briceño Uzcátegui, de cuyo enlace

procrearon varios hijos.

Poseedora de valiosas propiedades, todos sus bienes y servicios personales estuvieron

desde el primer momento y hasta donde lo demandan los honestos fueron de la

persona humana, a favor de la justa causa de la Independencia.

Entre sus propiedades contábase un hato de ganado en la región de San Camilo, una

elegante y cómoda casa en San Cristóbal, y entre varias casas de que también era

propietaria en el Rosario de Cúcuta (Colombia), se incluía una de dos plantas

amplísima y lujosa que fue sede del Congreso del Rosario celebrado en 1821 y

también sirvió como mansión de residencia del Poder Ejecutivo y fue llamada Palacio

del Congreso y Palacio de gobierno de la Gran Colombia.

Su devoción a los principios e ideas emancipadoras hizo blanco a esta heroína de la

furia y hostilidad de los realistas de modo sañudo y cruel, tanto en su persona y

familiares como en sus intereses todos. A los últimos meses de 1819, cuando todavía

se veían hostigadas estas comarcas por las huestes realistas damos con doña María del

Carmen en San Cristóbal donde es víctima de la captura que en su persona hizo una

fuerza enemiga que la condujo junto con otras señoras patriotas en humillante

calvario hasta el pueblo de bailadores, donde es rescatada por un piquete de caballería

que para tal fin hizo despachar Bolívar desde Pamplona al mando del Coronel

Leonardo Infante.
Se recuerda el calor de la tradición familiar el fastuoso recibimiento y hospedaje que

dio poco tiempo después de su experiencia a manos del enemigo, al Libertador y la

parte que tuvo para intervenir ante el Héroe implorando el indulto del realista

Francisco Miguel Pacheco condenado a la última pena.

Su condición de madre sufrió inmensa pena pero elevada a la sublimidad en esta gran

mujer venezolana que todo lo da y todo lo pierde por la liberación de la patria al

alentar a su adolescente hijo Pedro Briceño Ramírez quien no había cumplido os 16

años a que se aliste en expedición guerrera con el osado intento de libertar a su patria.

Tomado prisionero es condenado a la última pena y se salva milagrosamente de ser

ejecutado junto con sus compañeros por la intervención piadosa según la leyenda de

una damita criolla favorita de Tíscar.

Este contratiempo en nada arredró al joven Briceño quien siempre alentado por su

valerosa madre empuña de nuevo las ramas en filas patriotas y peleando en varios

combates con arrojo y valentía alcanza el grado de capitán, cayendo al fin

gallardamente después de larga y sangrienta brega.

La historia y la leyenda conservan inéditos la mayor parte de interesantes páginas de

relatos de sucesos y actos heroicos y desinteresados que en favor de la causa

patriótica fueron protagonizados por Doña María del Carmen Ramírez de Briceño,

cuya importancia proyecta ostensible y magnificente el conjunto de hechos y

episodios elevados que inmortalizan los anales del movimiento emancipador de

Venezuela.
Gozó Doña María del Carmen de merecida fama entre los más preclaros adalides de

la Independencia, por ser su actuación descollante de su sublime mujer, por la

entereza y prestancia de sus actos heroicos, por su hidalguía y por el entusiasmo de su

fe republicana.

Murió esta gran heroína en San Cristóbal el día 7 de febrero de 1857, se le hicieron

oficios religiosos por el cura Rector, Rafael M. Galvis, y se le dio sepultura

eclesiástica a su cadáver enterrándolo en una bóveda a la entrada del Cementerio

Municipa

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