Divanes Nomades 4
Divanes Nomades 4
Divanes Nomades 4
2
3
lo posible...
un infraleve
4 julio 2017
4
divanes
Revista de la école lacanienne de psychanalyse
ISSN 2362-4353
Contactos:
Lavalleja 2286, Córdoba, Argentina, CP 5001
www.divanesnomades.com.ar
f divanesnomades
[email protected]
Se imprimió en:
Ferreyra Editor, Bartolomé Piceda 940, Córdoba
Julio 2017
5
divanes
lo posible... un infraleve
N° 4 - julio 2017
Alicia Larramendy: Nos alegra mucho poder compartir este video con
ustedes. Me doy cuenta de que no hace falta presentar a François Tosquelles
porque son muchos los que han venido. Además se va a presentar solo, pues
vamos a ver una entrevista filmada en 1985 durante tres días, François Tosque-
lles, una política de la locura, realizada por Danièlle Sivadon, Jean-Claude Polak
y François Pain, dirigida por François Pain.
Las búsquedas, las propuestas, la práctica que llevó a cabo, siempre co-
lectivamente, son de una gran actualidad, están en relación con los problemas
que nos plantea hoy la locura y su acogida. En una época en la que, como decía
Guattari, los locos no le interesan a nadie, la locura no le interesa a nadie, lo
que implica que en realidad estamos en una sociedad en la que no importa
nuestra propia locura, nuestra propia muerte, nuestra propia finitud, pues el
problema de la locura es el de nuestra propia existencia.
Vamos a ver la película en dos partes, haremos un corte más o menos en
la mitad para que conversemos, luego un break y después retomamos.
poco, tomé por costumbre curar a los médicos, para que esos
tipos perdieran el miedo y sobre todo algo más importante que
el miedo. La guerra civil conlleva un cambio de perspectiva acer-
ca del mundo. Los médicos, comúnmente, tienen en la cabeza
la estabilidad de un burgués. Son pequeños o grandes burgue-
ses que quieren vivir solos y ganar dinero, ser eruditos. Ahora
bien, en una guerra civil como la nuestra, era necesario que el
médico pudiera admitir un cambio de perspectiva sobre el mun-
do; que pudiera admitir que son los clientes quienes determi-
nan su clientela, y que él no es omnipotente. Así, me ocupé,
diría, de la psicoterapia de hombres normales para evitar la
crisis. No se puede hacer psiquiatría ni en un sector ni en un
hospital si se conserva una ideología burguesa e individualista.
Un buen ciudadano es incapaz de hacer psiquiatría. La psiquia-
tría conlleva una anti-cultura, es decir, una cultura que tiene
otra perspectiva, que sea sobre el sujeto o cualquier otra cosa,
no tiene importancia. Hay un cambio de la concepción del mun-
do a facilitar. Eso es lo que aprendí en esos primeros años.
Voz en off: El profesor Mira obtiene, contra la opinión del
Partido comunista, el mantenimiento y la organización de los
servicios psiquiátricos tanto sobre la línea de frente como en
la retaguardia. Tosquelles es nombrado médico-jefe de los
servicios psiquiátricos del ejército. Es enviado al frente del
sur, que se extiende de Valencia a Almería, pasando por Ma-
drid. Crea una comunidad terapéutica en Almodovar del Cam-
po y organiza el reclutamiento del personal terapéutico, evi-
tando incorporar a los psiquiatras que, según él, le tienen
mucho miedo al loco.
F T: Como debía hacer la selección para el ejército, la primera
cosa que hice fue elegir para mí. La caridad bien comprendida
comienza por uno mismo. Escogí abogados que tenían miedo
de ir a la guerra y que jamás habían tratado a un loco, pintores,
hombres de letras, curas, putas, ¡en serio! Amenacé a los pros-
tíbulos (ya prohibidos, pero que funcionaban como en todas
partes), con cerrarlos salvo que se encontraran allí tres o cuatro
putas que conocieran bien a los hombres y que prefirieran con-
Una política de la locura. Conversaciones sobre una ... 15
sector, ahí donde se presenta la situación, en esa situación concreta, con quie-
nes se cuenta, con quienes se busca trabajar y a partir de ahí la construcción de
algo, y no la extrapolación de una teoría o una supuesta práctica sin importar
lo que ocurre. Me parece que es algo para tener en cuenta.
A. Larramendy: Cuenta en otra entrevista que le proponen trabajar años
después en otro hospital, y cuando acepta porque le gusta ir a lugares que no
conoce, lo primero que hizo fue ir a las ferias, a los bares y a las plazas porque
si no podía imbuirse en las cosas que se hacen, cómo viven, que se dice, en
cómo juegan los niños, era imposible que pudiera hacer psiquiatría en ese
lugar.
Gloria Rodriguez: Todo lo que dice Tosquelles en la entrevista me parece
muy interesante... y particularmente cuando hace referencia a que la guerra
civil refleja la no homogeneidad del yo. ¡No se me había ocurrido pensar eso en
relación a una guerra civil, y me pareció fantástico! No es lo mismo una na-
ción enfrentada a otra nación, con un enemigo claro, definido y... distante,
que el sujeto enfrentado -de alguna manera- contra sí mismo... No es lo mis-
mo... Me viene en este preciso instante un recuerdo-asociación de mi propia
historia, que se refiere a una conversación reiteradamente escuchada en mi
infancia, entre mi padre y su primo nacido en España, quien había participa-
do en la guerra civil. Hablaban sobre las guerras en general. El pariente espa-
ñol, quería transmitir algo a su interlocutor y, exacerbado, decía:
«...pero es que tu no entiendes, el enemigo que tenía enfrente era mi
vecino, era mi pariente, era mi amigo...». Y al parecer el otro (mi padre) no
podía entender eso. Y yo entiendo ahora escuchando a Tosquelles que era como
matar una parte de sí mismo, encarnada en su vecino, su coterráneo. También
quiero destacar esta idea de que nunca, nunca un psicoanalista puede escuchar
desde la posición de un ciudadano burgués, en el sentido de alguien cómoda-
mente instalado en la vida.
A. Larramendy: No puede ser un buen ciudadano.
G. Rodriguez: Eso es imposible, más allá de que en su vida cotidiana
conviva con las reglas sociales, no es eso. Al momento de escuchar al otro no
hay forma, no hay forma desde ese lugar.
Javier Gallego: Para mí, esa línea respecto a la guerra civil lo que también
plantea es… me pareció que habla del cambio de perspectiva que implica: «La
guerra nos instala en una lectura de lo cotidiano un poco como los biólogos
ante un microscopio» dice Tosquelles en su libro Las enseñanzas de la locura, en
18 Natalia Lorefice, Cintia Ojeda y Alicia Larramendy
lugar de exclusión y no de tratamiento. Ese fue uno de los grandes ejes del
movimiento de la psicoterapia institucional. Poner en cuestión que los hospi-
tales… -no poner en cuestión los hospitales, hubo una gran discusión con
Basaglia y el movimiento italiano de cerrar los hospitales con los que fueron
más o menos contemporáneos, y muchos trabajaron juntos y tuvieron encuen-
tros, y discutían mucho. La propuesta de la psicoterapia institucional que de
alguna manera surge en Saint Alban, pero no de Tosquelles individualmente,
sino que surge en el colectivo que se formó allí, es cómo hacer del hospital
mismo, no una superficie cerrada para aislar, sino un lugar de… él dice que le
gusta utilizar la palabra cuidado más que terapia, porque dice yo me cuido a
mí mismo, tomo cuidado, me hizo acordar también en esto de Foucault, del
cuidado de sí.
J. Macías: Algo que ellos tampoco dejaron de repetir es que suprimir
una cama nunca curó a nadie. Y respecto a la referencia de hace un momento
a la psiquiatría o al psicoanálisis, para ellos no hay diferencia, muchas veces
tensan en eso, muchas veces decían que la medicina es una especialización de
la psiquiatría.
Y respecto a lo singular, es a partir de lo colectivo que aparece la posibi-
lidad de tratar lo singular… con eso también digo sostener el asilo como un
lugar posible de puesta en acto de eso colectivo justamente para cuidar la
singularidad y no para anularla, sino como un lugar donde pueda desplegarse.
Ariel Miguel: Dice en un momento que en la guerra los muertos apare-
cen, los cadáveres, y yo pensaba que ahora es distinto. Eh… ha cambiado el
poder internacional, la globalización, las tecnologías y donde a veces los muer-
tos no aparecen, los cadáveres no se ven.
J. Macías: Me parece que lo que decía de la guerra y los cadáveres estaba
en relación con el surrealismo y los cadáveres exquisitos. A éstos los pone en
relación con las asociaciones libres, con lo imprevisto. En el medio de semejan-
te mierda a veces se produce un surco, que en realidad llama ahí un encuentro
y eso trae potencia nueva… pero si, por ahí no aparece.
G. Rodriguez: Me pareció muy importante esto de tratar a la locura en el
lugar en donde estaba el conflicto y no a cientos de kilómetros. Lo escucho
también (lo de la distancia) en sentido de estar ahí, en el momento que apare-
ce la angustia y es experimentada en su intensidad. Se me ocurre pensar en los
recursos que suelen usarse en psiquiatría, cuando un paciente se presenta muy
angustiado, alterado, como quieran llamarle. En ese caso, puede suceder que
Una política de la locura. Conversaciones sobre una ... 21
rriendo esas cosas y encontrarse con lo que sucede, con lo que pasa en lo que es
realmente difícil, el estar con el otro.
A Larramendy: Él hace mucho hincapié en que… - no sé si todos están
al tanto de cómo funcionaba el hospital, habían puesto en marcha lo que
llamaban el club, una asociación manejada por los enfermos y algunos enfer-
meros, médicos o analistas también, que incluía entre otras cosas el bar. Y él
dice en un momento dado que el bar era un lugar extraordinario para que los
que estaban en el hospital pudieran salir de sus lugares habituales, de sus
servicios, donde todo estaba establecido, fijo, donde todo dependía, decía, de
la caracterología del jefe del servicio, y podían encontrarse en el bar con cosas
inesperadas, gente desconocida o que decía cosas distintas, y ese encuentro era
para él un encuentro que podía desarticular cosas, que puede producir puntos
de catástrofe. El hace mucho hincapié en que el encuentro con el otro siempre
tiene puntos de catástrofe, que el otro te desarma, te desarticula y entonces
que hubiera simplemente ese bar dentro del hospital, eso ya provocaba desar-
ticulaciones y a partir de ahí se podía volver a componer otra cosa.
fía. ¡La marcha no es con la cabeza! Los pies son el lugar del que
provendrá el tono. Es por eso que toda madre comienza por
hacer cosquillas a los pies. Se trata de tenerse en pie, de hacer
una distribución del tono que permite ir alguna parte. ¡Pero es
con los pies que tú vas, no con la cabeza!
Voz en off: De la experiencia de Saint-Alban, podríamos re-
tener la impresión de que la vida privada de los curadores debe
fundirse con su vida profesional. ¿Acaso la psicoterapia insti-
tucional prescribe vivir con los locos?
F T: Sabes, es como las historias de amor. Hay actos de amor
donde basta una vez y muy rápida para que queden para toda
la vida. Hay que vivir, pero no es por quedarse en el hospital
psiquiátrico día y noche, que se vive con los enfermos. Yo vivo
todo el tiempo con ellos, los habito, me habitan. Mis primeros
enfermos están todavía vivos en mí, entonces me habitan y los
habito. Pero es verdad que el mejor modo de vivir con ellos, es
posiblemente poder separarse. En Saint-Alban, no había un solo
enfermo agitado en 1950, aun cuando no se utilizaba ningún
medicamento contra la agitación, porque nos ocupábamos en
red. Desgraciadamente, entre 1950 y 1960, descubrieron lo que
se llama los tranquilizantes, o algo así. A partir de aquel mo-
mento, los psiquiatras dijeron: «¡Guau! No es necesario pre-
ocuparse más de la relación, del narcisismo, del erotismo» - de
la redecilla. «Es suficiente con dar la píldora». Y los médicos
cayeron todos en esa trampa, de muy buena gana. Estaban
contentos, decían: «Ahora, que todo el mundo está tranquilo
gracias a eso, podremos relacionarnos con la «persona» del
enfermo y podremos hablar como en la escuela: «¡vaya a la
derecha, vaya a la izquierda, vaya arriba!»... En fin, como hace
el pastor a bastonazos.
Voz en off: Después de Saint-Alban, la psicoterapia institu-
cional encontró cabida en numerosos establecimientos públi-
cos o privados. De esos diversos hogares de cura y de investi-
gación principalmente centrados sobre el tratamiento de las
psicosis, la clínica de La Borde, con Jean Oury y Félix Guattari,
es sin duda alguna, para Tosquelles, el lugar que mejor siguió
30 Natalia Lorefice, Cintia Ojeda y Alicia Larramendy
su camino.
F T: Es curioso pero, en Francia, me volví un francés ilustre,
Caballero de la Salud Pública no sé qué... Y en mi casa, en Espa-
ña, allí dónde se me hubiese matado, realmente, me volví un
Hijo ilustre. Francés, pero Hijo ilustre de Reus. Los mismos tipos
que me hubiesen matado me condecoraron. Si fuese a instalar-
me allá, me darían bastonazos. Jamás pretendí regresar a ha-
cer psiquiatría. Si tuve alguna eficacia, fue porque soy extranje-
ro-catalán. Ya dije que era necesario ser siempre extranjero.
Ahora, soy extranjero en Cataluña. Y es por eso que soy eficaz.
Tengo mucha más pena de la pérdida de Saint-Alban que de
Cataluña o de España. Mis padres fueron enterrados en Saint-
Alban. No soy partidario de honrar o de erigir tumbas... Pero la
destrucción del cementerio de Saint-Alban y la desaparición de
los cadáveres vivos de mi padre, de mi madre y de mi tía me
hace daño al corazón. Sin embargo, esto me permite suponer
perfectamente que se pueda hablar de Saint-Alban y de la Tera-
péutica institucional como si yo no hubiera existido.
«Soñábamos, hasta 1914 más o menos, con el efecto salu-
dable de la toma de conciencia. Decíamos que hacía falta que
el sujeto pudiera devenir consciente de sus problemas incons-
cientes, desconocidos por él mismo. Tan pronto como la ver-
dad tan conocida fuese formulada, el sufrimiento del hombre
en cuestión desaparecería. Ya antes de 1930, Freud se desen-
cantó al respecto y, yo también, si tuviera algo que profetizar,
tendría en cuenta que el proletariado pudiera quedar conecta-
do al inconsciente y no a la toma de conciencia.»
Francois Tosquelles.
Alicia Larramendy
Lo posible
es un infraleve
Marcel Duchamp
40 Alicia Larramendy
1 Didier Debaise et Isabelle Stengers, L’insistance des possibles. Pour un pragmatisme spécu-
latif, en: Multitudes, Vol. 65, Francia, 2017.
Campos de posibles 43
la juventud, una práctica clínica con Jean Oury en La Borde y una práctica
analítica en su consultorio. Las referencias teóricas relativas a esos diversos do-
minios eran, dice, más bien discordantes: Oury, Tosquelles, Lacan, el marxis-
mo. «Lo que se hacía en Saint-Alban y en Laborde era ya para mí el esbozo de
tal descentramiento que permitía desprender el análisis de los marcos persono-
lógicos y familiaristas para dar cuenta de agenciamientos de enunciación de otro
tamaño (o bien de un mayor tamaño social, o bien de un tamaño infra-indivi-
dual). De allí la problemática posterior: Capitalismo y esquizofrenia, en colabo-
ración con Gilles Deleuze, que gira en torno del funcionamiento de la subjeti-
vidad pre-personal –más acá de las totalidades de la persona y del individuo–
y suprapersonal, es decir de los fenómenos de grupo, de los fenómenos socia-
les»2.
El prefacio de Michel Foucault a la traducción al inglés de El Antiedipo.
Capitalismo y esquizofrenia de Gilles Deleuze y Félix Guattari es llamado «In-
troducción a la vida no fascista»3. Siguiendo a los autores, Foucault allí extien-
de a la multiplicidad de prácticas de la sociedad la necesidad de crear condi-
ciones para procesos de singularización, ya que, dice, se trata no sólo de luchar
contra los grandes fascismos sino de desalojar el microfascismo que está en
todos nosotros, que habita nuestros espíritus y nuestras conductas cotidianas,
que nos hace amar el poder, desear eso mismo que nos domina y nos explota,
que penetra nuestras prácticas, y que hace la amarga tiranía de nuestras vidas
cotidianas.
Y lo que se hacía en Saint Alban y en La Borde es para Guattari el punto
de partida de lo que luego escribiría junto a Deleuze, en ese libro que para
Michel Foucaul «es una introducción a la vida no fascista».
Foucault se pregunta ¿cómo hacer para no volverse fascista, para desem-
barazar nuestros discursos y nuestros actos, nuestros corazones y nuestros pla-
ceres del fascismo? ¿Cómo desalojarlo cuando está incrustado en nuestro com-
portamiento y en nuestros cuerpos? ¿Cómo se introduce el deseo en el pensa-
miento, en el discurso, en la acción? ¿Y cómo puede desplegar sus fuerzas en la
esfera de lo político e intensificarse en el proceso de dar vuelta el orden estable-
cido? Y responde: Ars erótica, ars teorética, ars política. ¿Ars psicoanalítica podre-
mos agregar?
2 Félix Guattari, ¿Qué es la ecosofía?, Textos presentados y agenciados por Stéphane Nadaud,
Cactus, Buenos Aires, 2015. pp. 155-156.
3 revistas.unla.edu.ar/epistemologia/article/download/550/587
44 Alicia Larramendy
las posturas, las actitudes, las percepciones, las anticipaciones, las semióticas,
etc. Es el resultado de un montaje elaborado que eventualmente puede deter-
minarlo a ser fascista.
Un militante de izquierda, o feminista o ecologista, puede tener una
posición, una práctica desalienada en la relación con ciertos grupos sociales, o
en la relación hombre-mujer, o con respecto al medio ambiente, pero al mis-
mo tiempo descubrir de repente que su relación tiene un comportamiento
incompatible, microfascista, en relación con su hijo o en relación consigo mis-
mo. Los medios de comunicación de masas, bajo cuya influencia todos esta-
mos necesariamente, contaminan, marcan subjetivamente, ponen trampas,
hacen correr el riesgo de dejarse arrastrar a pesar de uno mismo, por procesos
microfascistas.
«Se está instalando un neofascismo que es una alianza mundial para la
seguridad, para la administración de una paz no menos terrible, con una orga-
nización coordinada de todos los pequeños miedos, de todas las pequeñas an-
gustias que hacen de nosotros unos microfascistas encargados de sofocar el
menor gesto, la menor cosa o la menor palabra discordante en nuestras calles,
en nuestros barrios y hasta en nuestras universidades». Esta frase de Gilles
Deleuze de 1977 es de una vigencia espeluznante, tanto más cuando que pa-
rece que en los 40 años que han transcurrido la cuestión no ha hecho más que
acrecentarse. Cuando la hospitalidad con los inmigrantes, nunca dada, siem-
pre difícil, ha dado lugar a la identificación del inmigrante con el delincuente,
con los narcos, cuando pululan en Europa los «campos de refugiados» en don-
de todo se establece y se fija, y se trabaja para «ayudarles a construir un proyec-
to inmigratorio» como si no fueran capaces de hacerlo por sí mismos , y en la
Argentina se habla de «ofrecer» a los extranjeros –latinoamericanos y africa-
nos– lugares de vida por fuera del conurbano bonaerense, es decir sacarlos de
sus lugares de vida y de trabajo, para trasladarlos a … ¿campos o guetos de
extranjeros? Cuando se colocan rejas inclinadas debajo de marquesinas de ne-
gocios para evitar que los cada vez más numerosos sin techo se protejan para
pasar la noche. Cuando se estigmatiza como «pibes chorros» a los pibes viven
en una villa y son depositarios de una cierta rostridad. Cuando los partidos
políticos presentan sus candidatos uniformados, sí, ¡con uniformes! como los
empleados de una empresa… Grandes y pequeños y cotidianos gestos que se
transforman en habituales e invisibles pero que producen subjetivación.
46 Alicia Larramendy
4 « […] el análisis es un hecho, un hecho social, al menos […]», Jacques Lacan, seminario Le
moment de conclure, sesión del 11-4-78. http://ecole-lacanienne.net
5 François Tosquelles, Le vécu de la fin du monde dans la folie, Éditions de l’arefppi, Le Cellier,
Francia, 1986, p. 237.
6 Félix Guattari, Les seminaires de Félix Guattari, « Presentation du séminaire », 9-12-80,
http://www.revue-chimeres.fr/guattari/semin/semi.html#1980
Campos de posibles 47
7 Cf. «Paisajes de La Borde», de Andrea Quse, en divanes nómades 1, Córdoba, 2014, p. 140.
Y «La brasa ardiente de la pregunta por los signos» de Alicia Larramendy, en divanes nómades,
ibid., p. 51.
48 Alicia Larramendy
8 Cf. más adelante en este mismo número: «A título de estadía, La escala. Una práctica de
hospitalidad en el cine» de Marie Jardin, p. 82.
Campos de posibles 49
dad: ¡en un instante algo, de lo que no se tiene nada para decir, salta frente a
tus narices! Y no hay nada más que decir que eso. ¡Pero no es cualquier cosa,
justamente! Y a veces, siguiendo la pista (pista a-significante, que no puede
seguirse en función de un protocolo, de algún código pre-establecido), uno se
da cuenta entonces que hay un nuevo tipo de agenciamiento que se perfila, un
nuevo territorio de agenciamiento, un nuevo ritornelo, un nuevo modo de
semiotización, un nuevo tipo de componentes, etc.
Ahora bien ante estas distintas vías de exploración, los contenidos, los
agenciamientos, los campos de posibles, no se trata de buscar una orientación
positiva –algo que indicaría la dirección que deberías seguir- sino que más bien
la cuestión sería no omitir las múltiples otras potencialidades que estarías ten-
tado de olvidar simplemente por prejuicios, o mandatos, o invisibilizaciones.
La cuestión sería no obstaculizar, a veces uno no se da cuenta que se prohíbe la
entrada de una línea de trabajo relativa a agenciamientos maquínicos simple-
mente porque se los esperaba en un lugar ¡y llegaron a otro!
Finalmante la desterritorialización es la clave del asunto. Es lo que per-
mite anudar componentes heterogéneos, hacerlos funcionar entre ellos, dejan-
do de lado los sistemas, las sustancias, las formas. La idea misma de máquina,
de nudo maquínico da cuenta de esta desterritorialización que no se puede
cuantificar a la manera de una categoría que serviría de referente general a los
agenciamientos. La desterritorializción es fundamental en los agenciamientos,
pero no se trata de una desterritorialización general, sólo las hay situadas,
ligadas a cada tipo de componentes, negociadas, traficadas entre determinados
componentes de agenciamientos que conducen a agenciamientos que son siem-
pre inestables, en algún punto lejos del equilibrio. La deterritorialización no
puede ser confundida con una nadificación global e indiferenciada.
Gestos especulativos
9 Didier Debaise et Isabelle Stengers, L’insistance des possibles. Pour un pragmatisme spéculatif,
op. cit.
Campos de posibles 51
10 W. James, Ensayo de empirismo radical, citado por Didier Debaise et Isabelle Stengers, op.
cit.
52 Alicia Larramendy
ser vistas sino bajo el modo de una insistencia que socaba la autoridad del
presente en cuanto a la definición del futuro.
Podría tratarse de crear palabras que sólo tendrán sentido al suscitar su
reinvención, palabras cuya mayor ambición será formar parte de historias que
sin ellas habrían quizás sido diferentes. De hablar con otra lengua, que no sea
la dominante donde las historias ya están contadas y con un sentido que cono-
cemos, donde hablamos la lengua del enemigo o la del amo, contra toda inter-
pretación que suscitaría el carácter irresistible del desencadenamiento capita-
lista como si se tratara de nuestro destino, incluso del vector privilegiado del
progreso y de la emancipación, cuando en realidad designa la desertificación
de nuestros mundos y nuestra impotencia para pensar que eso que sostenemos
pueda tener un porvenir. Contra toda imposición de una verdad única y tota-
lizante, como cuando se revelaba Tosquelles respondiendo al mandato del ca-
marada Stalin diciendo «no podemos ir a Madrid a hablar el español que es la
lengua de nuestros dominadores y además para decir ¡Arriba los soviets! arrai-
gados en la cultura rusa, pero desconocidos en España».
Esto es lo que sostienen Stengers y Debaise proponiendo «gestos espe-
culativos», las bodas aparentemente contra natura de lo especulativo, sensible
a la insistencia de los posibles, y de lo pragmático como arte de la respons-
habilidad a partir de una lectura de Whitehead y de Williamns James, que
dicen, no tiene nada que ver con el pensamiento especulativo que denunciaba
Kant, pensamiento abstracto que funda el mundo a partir de sus propios prin-
cipios teóricos o juzgándolo a partir de sus proyecciones. Etimológicamente
speculator es el que observa, acecha, cultiva los signos de un cambio de situa-
ción, volviéndose sensible a lo que en esa situación podría importar. No dete-
niéndose en la pregunta crítica de la que Whitehead había hecho un indecidi-
ble –¿esto es notable porque yo le presto atención o es su carácter notable lo
que llama mi atención?–, este «speculateur» sabrá que esta cuestión lo expone,
pero que no tiene otra respuesta que su capacidad para discriminar entre qui-
mera utópica y virtualidad. Y de todas maneras tendrá que hacerse la pregunta
pragmática por excelencia: ¿el posible que siento que insiste agrega a la situa-
ción o la empobrece? Habrá que aceptar que la manera en que responda parti-
cipa de la situación, y que tendrá que ser capaz de responder por sus conse-
cuencias.
Ambición que asocia los gestos especulativos, gestos «idiotas», se podría
decir, en el sentido de ese idiota deleuziano que lentifica allí donde otros se
54 Alicia Larramendy
precipitan, no por contradecir sino porque saben/sienten que hay «algo más
urgente» que tener razón, o que no ser incautos11, obsesión principal de los
modernos. Sólo las probabilidades que recurren al pasado para dar categorías
al futuro, dan el poder de tener razón. Los gestos especulativos, por definición
plurales, tienen la verdad de lo relativo, la verdad de una insistencia siempre
situada. Un gesto especulativo no se decide, se lo arriesga en tanto uno se
siente «tomado» por una situación, empujado a responder a virtualidades que
sólo se hacen perceptibles por la manera en que uno es tomado. Lo que es la
marca de un pensamiento minoritario en un doble sentido: en que no sueña
en pensar en nombre de otros y no busca seguir a todo precio los postulados de
su inspiración propia. Y la situación que nos toma y nos hace pensar es justa-
mente la que causa desasosiego o hace delirar a todo pensamiento mayoritario.
11 El seminario de los años 1973/74 de Jacques Lacan tiene por nombre: Les non dupes errent,
que en una de sus posibles lecturas por homofonía puede ser traducido al castellano por Los no
incautos yerran.
55
Marie Jardin
A cierta distancia de la Cumbre más alta, algo así como el Arca. Afuera, las
barreras. Los hombres elegidos, otros que no se eligen, rechazados a último
momento. Los abandonados, los alienados.
Movimiento intenso, inútil, disperso, contradictorio, que ya no se deten-
drá... mientras que sin provecho los rayos de un astro parecido a un sol
pasan «dadivosos».
Henri Michaux, Caminos buscados, caminos perdidos. Transgresión.
Un poeta debe dejar huellas de su paso, no pruebas. Solo las huellas hacen
soñar.
René Char, «Los compañeros en el jardín», La palabra en archipiélago.
Kaveh Bakhtiari: -¿Uno termina por habituarse a todo esto?
Amir: -¡No!
La escala.
1 À titre de séjour, puede ser traducido por «a título de estadía», pero «titre de séjour» es también
un «permiso de residencia» o de estadía. N de T.
56 Marie Jardin
Una cicatriz estira los labios que siempre parecen reír, y que modulan
una melopea de tanto en tanto, y hablan, demasiado; otros labios se muerden
de miedo, de vigilancia extrema, de tensión permanente; otros incluso un día
serán cosidos, de verdad, frente a las rejas. Entonces sólo veremos los ojos y la
sombra proyectada. Rostros en primer plano, voces que un timbre desconoci-
do (en persa) nos vuelve aún más presentes, acentuadas, matizadas, en frag-
mentos coloreados, mientras leemos subtítulos en la imagen misma. Ritmo
alocado como efecto de la cámara al hombro que sigue los trayectos cercanos y
algunos largos travelings acompañados por un ritornelo y una luz crepuscu-
lar… Que una cicatriz se vuelva trazo de destino en virtud de las rostridades
conformes a las normas identitarias, tal será la tragedia de un trayecto singular
en el seno de una experiencia múltiple, colectiva y totalmente imprevista. Un
escenario fragmentado, un nuevo mapa, eso ocurre en Atenas, en la Acrópolis,
nombre del distrito de la comisaría.
Tener la oportunidad de ver La escala, estrenada en el 2013, primer
largometraje llamado «documental» de Kaveh Bakhtiari, joven cineasta «suizo
iraní», es hacer, durante una hora y cuarenta y cinco minutos, la experiencia de
una historia encorporada, singular y colectiva, artística y política (también «on-
tológica» y «autobiográfica» como lo precisara Bakhtiari). Comienza con tra-
yectorias que se bifurcan, y nadie sale de allí como entró. Está la cuestión de la
migración y de la clandestinidad. Vemos cómo una cuestión tan «actual» es
tratada al revés que las «actualidades», prosa sórdida de lo cotidiano que nos
toma corporalmente. Este film fue seleccionado en la quincena de directores,
en Cannes en mayo del 2013, y declarada «documental-shock del festival». Se
estrenó el 27 de noviembre del 2013. Ha recibido numerosos premios (como
el European film Awards) y se mueve esencialmente por los festivales. Había
pasado desapercibido para mí. Acaba de proyectarse en Marsella, en mayo de
2016, en el marco de un «Festival de cine comprometido», nuevo, creo, y
bastante confidencial, que reunía asociaciones militantes. Según un partici-
pante, la película sirvió para entablar el debate en relación a la situación actual
de los migrantes y para iniciar acciones concretas, pero de la película como tal,
con su singularidad y la riqueza de las relaciones que en ella se inventan, no se
habló, estaba allí sólo a título de ilustración.
Actuar, intervenir, es lo que no dejará de hacer Kaveh Bakhtiari. Pero
tenemos la posibilidad de poder aprehender la tensión entre un filme compro-
metido de hecho y la manera en que se constituye como un compromiso en la
A título de estadía, La escala. 57
Al principio, la película nos deja sin voz. Su forma tiene el rigor sor-
prendente e irrefutable que da lugar a una experiencia sensible muy fuerte, a
su eficacia. Hacemos con ella una experiencia cinematográfica, que es a la vez
una experiencia del orden de la expresión. Elecciones estéticas y éticas insepa-
rables. En los medios, Kaveh Bakhtiari nos exige «seguir esta aventura, en
principio, como película». «Es una película muy escrita, lo real no alcanza».
Cualquiera sea la actualidad y la veracidad de los hechos, es cuestión de hacer-
los existir por su gesto.
En mayo del 2013, Kaveh Bakhtiari, ofrece algunas entrevistas cuando
se proyecta la película en Cannes. Acaba de realizar el montaje y se expresa,
como dirá, sin distancia, ya que aún no había medido el alcance de lo que
ocurría. En noviembre, cuando se estrena para el público en general, produce
otros artículos y entrevistas, ese mismo otoño de 2013 en el que se desgranan
las cifras de los ahogados a lo largo de Lampedusa y cuando la compasión
mediática se dota de figuras mitológicas, influenciada por los nombres dados a
las sociedades de intervención y de regulación europeas en cuestiones migrato-
rias2. En cada una de sus entrevistas, reafirma las exigencias que son legibles en
la misma película. Puesto que su película se desenvuelve sola, incluso puede
hacerla hablar. Esas entrevistas en los medios (televisión y diarios) son para él
oportunidades para reformular el vocabulario asignado, y subvertir la retórica
prescripta de las preguntas que son, de hecho y al mismo tiempo, tentativas de
esmerilar la recepción de la película y su alcance. Es una manera de reabrir las
cuestiones abordadas por la película en su propio lenguaje, más allá de toda
2 Como por ejemplo la operación «Xenios Zeus» («Zeus el hospitalario»), iniciada en agosto
de 2012 por el gobierno griego, cuyo objetivo era controlar a los clandestinos y devolver a los
sin-papeles a su país de origen. Cf. más adelante en este mismo número el artículo de Anne-
Marie Vanhove «Entrar en el círculo mágico de Deméter y Coré»
58 Marie Jardin
cuerpos y de las relaciones reguladas4! Una película como doble y desvío del
desvío, desbaratando el desvío cínico. Donde valerse de astucias no es hacer
trampas. Fórmula choque pronunciada por Amir cuando arrestaron a Moh-
sen: «Aquí, si un perro tiene amo, se ocupan de su caso, si no hay nadie, se
pudrirá en prisión por nada».
Cuando se le pregunta por la «temática» de su película, Kaveh Bakhtiari
responde: «Es una película sobre gente que trata de sustraerse a su condición y
apropiarse de su destino. Se trata de migrantes que debieron tomar riesgos
desmesurados precisamente allí donde menos se lo esperan, un universo de
destinos suspendidos y de pasadores, donde cada gesto anodino y cotidiano
podía poner en juego la vida, un refugio ateniense, sobrepoblado, lleno de
miedos, de risas y de gritos sofocados y donde las vidas cambian para siempre,
sin otra ley que la del azar». Lo que amenaza permanentemente, es la muerte y
la locura5.
El tiempo y el espacio reciben un tratamiento singular. Desde el co-
mienzo, no tienen las modalidades de una rutina «legal». El montaje va a
regularse sobre el tiempo de un trayecto existencial, al cual «el prólogo» con-
fiere un tiempo de tragedia. La película constituye, desde el comienzo, su
propia escena. Se parte de una salida de prisión para ir a un espacio ¡donde no
se tiene derecho a entrar ni a salir! Los recursos del campo y del fuera de
4 Importancia, aquí también, del recurso al diccionario histórico de la lengua francesa: Migra-
tion, del latín: migratio, pasaje de un lugar a otro, transformarse, y algunas veces transgredir
[…] Siglo XVI: tomado en el sentido de desplazamiento de una población que va de un país
a otro, substituido por transmigración, palabra contemporánea del gran movimiento de mi-
gración que siguió al descubrimiento de América y vio a franceses migrar hacia las Antillas.
Siglo XVIII: trata de negros. Segunda mitad del siglo XIX: evaluación de las migraciones
internas… Movimiento de importancia al final de la segunda guerra mundial. Sintagma re-
ciente: migración profesional cotidiana, vacacional. Siglo XVIII: fenómeno de desplazamien-
to de especies animales y vegetales por diseminación. Medicina (1872): desplazamiento de
una célula.
Migrer: 1876, en primer lugar: desplazarse por una acción física (cuerpo líquido, fluido),
«luego tomó su valor corriente. Su participio pasado ha sido adjetivado en 1951: trabajador
migrante, y sustantivado en 1961». Subrayo el modo en que adjetivación y sustantivación
operan en la lengua francesa dentro de contextos institucionales relativamente recientes bien
precisos y fechados. También para destacar: que la expresión «los inmigrados» se ha vuelto
obsoleta.
5 Pienso en la película de Kaurismäki, «Le Havre» nombre de ciudad y calificativo de lugar
(havre es refugio en francés) para una película de ficción donde es cuestión de clandestinidad,
de vida suspendida, de muerte.
A título de estadía, La escala. 63
6 «Escale: tomado en el siglo XIII de la palabra italiana «scala». Este empleo viene del sentido
literal: «escalera de cuerda o escala que facilita el desembarco» tomado del griego bizantino.
Acción de detenerse para cargar provisiones, embarcar pasajeros. Por extensión: puesto de
relevo. Se emplea para los buques, y luego, por analogía, para los aviones. Por metonimia, un
lugar que ofrece la posibilidad de hacer escala. La palabra designa también la duración de la
parada. Por analogía, finalmente, equivale a «etapa». Alain Rey, Le Robert, Dictionnaire histo-
rique de la langue française.
7 Sus productores son suizos ¡y quizás algunos de nosotros se acuerde de Pan y chocolate!
64 Marie Jardin
prisión (3 días, y luego de uno a tres meses, con la idea, en ciertos casos, de
poder prolongar la pena a 12 meses, y eso sin la aplicación de ninguna conven-
ción específica). El gobierno griego será llamado al orden sobre esta cuestión y
encontramos en Internet los reportes de Amnesty International de la época;
ahora encontramos otros... 2009, es también al año de las medidas de austeri-
dad impuestas a Grecia. La situación internacional y europea ha cambiado, se
ha modificado en el plano de las legislaciones la suerte reservada a los extranje-
ros en el espacio Schengen, según el país de origen y las categorías donde se los
coloca, y se han «naturalizado» y banalizado, aún con mayor fuerza, las cues-
tiones que la película permite plantear, porque les da todo su alcance, y por lo
tanto pueden ser pensadas más allá de la reacción emocional inmediata. Tanto
«la crisis» griega como la situación de Irán quedan solapadas, implícitas. Breve
recordatorio: alrededor de 2005, embargo americano, adopción de sanciones a
partir de la negativa de Irán de cooperar en el control de la prosecución de un
programa nuclear; Ahmadinejad reelegido para su propia sucesión, las mani-
festaciones del 2009 y su represión. Cuando la película sale, la situación ya se
ha modificado: los matones de Aube dorée pasaron a la acción de limpieza de las
calles, los migrantes se esconden en los bosques, precisará Kaveh Bakhtiari.
Digamos también que la Unión europea en el 2002 había votado una ley de
«delito de solidaridad», modificada en Francia en el 2013 si se trataba «de
acciones humanitarias y desinteresadas»...
Kaveh Bakhtiari dice haber procurado que el espectador pueda «sentir
en sus tripas» esa experiencia, al menos a lo largo de la película: «Lo que es ser
clandestino y tratar de salvar su vida, transmitir a nivel de lo sentido... y que
esto llegue al cerebro y que se pueda entonces pensar... ¡Con las cifras es lo
contrario! No se sabe de quién se trata, se crea distancia» «Que se vea vivir a
gente habitualmente sin rostro, que se viva con clandestinos tratados general-
mente a través de estadísticas, quitar tanto como se pueda las etiquetas porque
eso es lo que aleja a la gente. Hemos tomado el hábito de decir que luchamos
contra la inmigración clandestina, en verdad, es contra ellos que se lucha»8.
¿Pero cómo está tomado allí Kaveh Bakhtiar?: «¡Es incluso una película
autobiográfica!». Si se entiende que no es tanto que uno hable «yo» con lo que
se encuentra, sino que uno es hablado y que hay que responder.
Kaveh Bakhtiari nació en 1979. Cuando sus padres (arquitecto y traba-
jadora social) dejan Irán en 1988 a causa, según declara, de la guerra Irán-Irak,
él tiene ocho años y medio cuando toman el avión. Dirá en una entrevista que,
al menos para él, el proyecto era ir a los Estados Unidos. Llegan directamente
a Ginebra. Allí se quedarán. Sus padres se instalan en esa ciudad que Kaveh
Bakhtiari consideraba como una «escala». En la escuela se niega a hablar du-
rante un año. Después comprende que van a quedarse, que hay que integrarse,
y entonces se pone a hablar muy bien en francés, prácticamente de la noche a
la mañana. No está muy interesado en los estudios, le gusta mucho el deporte.
Después del servicio militar, decide entrar en una escuela de cine. Hace sus
estudios de cine en la Escuela cantonal de arte de Lausanne, l’ECAL (¡), desde
1999 al 2003. Dice haber sido nutrido toda su infancia con historias persas,
en idioma persa. Lo que lo decide a hacer «películas de cine», es su encuentro
determinante con Abbas Kiarostami, director iraní, con el cual pudo expresar-
se en persa, cuando éste vino para una master class a su escuela de cine, y con
quien mantendrá una relación privilegiada, y que le trasmitirá una manera de
hacer cine. Realiza algunos cortometrajes, pero sobre todo en el 2007, un
cortometraje de ficción titulado La valija, (el tema: una pareja de ancianos, la
mujer quiere partir unos días para un tratamiento, y el marido la retiene, yo
no lo he visto), que es saludado por la crítica. Nominado como autor en el
Sundance NYK, es invitado a numerosos festivales. Y es en ese contexto que
comienza la aventura de la película La escala, en coincidencia con la del reali-
zador. Porque un año y medio después de la salida de La valija, verano de
2008, es invitado nuevamente a varios festivales de cine, y esta vez en Atenas;
ya no tiene ganas de hablar de esa película, ahora que está por trabajar en un
largometraje de ficción. Rechaza la invitación para Atenas, «pero el mismo día,
exactamente el mismo día», se entera de que su primo Moshen que quería ir a
Europa, y con la ayuda de un pasador atravesar Grecia desde Turquía para
partir luego más lejos, está en prisión en Atenas. Está sorprendido por el con-
traste entre su invitación «con todos los gastos pagos», «para ir a retozar a
Grecia», la insistencia que pusieron en esta invitación, y la detención de su
66 Marie Jardin
primo que sólo pretendía continuar su ruta. «¿En qué mundo estamos? ¿Por
qué a su primo le dijeron: no tienes derecho a existir en este país?» Decide ir a
Atenas, ver lo que puede hacer para ayudarlo. Piensa también que posiblemen-
te «eso nutrirá la ficción» en la que está trabajando; es así que parte al encuen-
tro de su primo que ya sale de la cárcel. Ha cumplido la pena establecida
entonces (cuatro meses) y sale de prisión con una advertencia de abandonar el
país», ¡lo que estaría dispuesto a hacer si pudiera! Desde el principio, la pelícu-
la da lugar a ese paradójico posicionamiento de la «estadía» y de la cuestión de
la entrada y la salida: si volvían a atrapar a su primo al intentar salir ilegalmen-
te hacia otros países de Europa, la pena sería de seis meses a tres años de
prisión.
9 Así se llamó en la segunda guerra del Golfo, en el 2003, a los periodistas que la armada
americana había puesto en su equipaje para justificar y exaltar sus hechos y gestos, incorpora-
dos como estaban al servicio de abstracciones útiles a los que los comandaban.
10 Artículo de Paul B. Preciado: «Voyage au but du lit», Libération, 18 de marzo de 2016. Paul
B. Preciado sueña a partir de un artista holandés, Constant, que imaginó un proyecto de
Nueva Babilonia entre 1956 y 1974, inspirándose en el modo de vida de las comunidades
gitanas en Europa, como respuesta al devenir-nómade de la sociedad de post-guerra. Un único
e inmenso techo común que soportaría una multitud de formas de vida, cubriéndolos bajo un
extenso caparazón mutante, que permitía al mismo tiempo la libertad de movimientos y la
interconexión.
68 Marie Jardin
sin hacer tu cama!», y la respuesta, del otro lado: «¡Era un invitado de paso!».
Es en la medida que Kaveh Bakhtiari se ha vuelto el huésped de Amir, toman-
do lugar entre los otros huéspedes, mientras los convierte en huéspedes de su
película, en esa situación paradójica de «no-estadía», que la película construye
condiciones singulares de receptividad.
Este tipo tiene tantas posibilidades de hacer una película como nosotros de
pasar la frontera
girme como un cuerpo extraño sino recorrer parte del camino como alter ego»,
partir a la vez de esa diferencia y tener el cuidado de cómo hacer y no hacer
«cuerpo extraño». En esas imágenes de cine, las prácticas del cuerpo y su pro-
blemática están acentuadas, desde los cuerpos de deportes de combate en el
refugio, a los cuerpos impedidos y administrados por la calle, hasta los cuerpos
transformados para «pasar por»... según el pasaporte «obtenido». Cuenta con
humor su insistencia en hacer esta película: «A veces se preocupaban por mí,
deberías descansar, tomar distancia, ir a ver a tu familia. Al principio no creían
en la película, en que me quedara a pesar de todo, en verme luchar. A veces se
decían: él cree tanto en esto que lo ayudaremos, por bondad hacia mí, juegan
el juego...». Devienen actores personajes sin estado-civil, ¡y la película se con-
vierte también en su objetivo! Como un operador de subjetivación sin reasig-
nación identitaria. «Ellos pensaron: ¡este tipo tiene tantas posibilidades de
hacer una película como nosotros de pasar la frontera!» Importancia de las
«fronteras dramatúrgicas» en la subversión de las fronteras narrativas, fronteras
que es necesario construir para permitir la porosidad de experiencias sobre ese
hilo tendido que era el suyo. Singular «puesta» deseante, a la vez privada y
pública, singular y colectiva, un montaje heterogéneo que reformula un inter-
cambio frágil, intensivo, como fondo inmodificable de las intenciones.
11 Cf. Los trabajos críticos actuales sobre la fábrica del «refugiado», rechazo de las represen-
taciones a priori y de las diferencias instituidas.
74 Marie Jardin
Primer tiempo:
Se lee el nombre de los productores (Suizos: Kaleo y Louise produc-
tion).
Ruidos de pasos, pantalla negra.
La llamada de un nombre: «¡Mohsen!».
Entrada de Mohsen, del fondo de la pantalla, viene de lejos, único pla-
no de la película donde el personaje llega de un fuera de campo de esta mane-
ra.
«Bienvenido» dice Kaveh Bakhtiari, que jamás veremos, pero que escu-
chamos. No se abandonará nunca este tipo de filmación, «cámara subjetiva»,
ausencia total de plano desde otro punto de vista que el suyo. Mohsen sería
bienvenido, (¿en Suiza?) pero fue arrestado en el aeropuerto, y desde su libera-
ción, se encontró con los otros.
Los rostros, en este caso el de Mohsen, a menudo serán filmados en
primer plano. Su boca, estirada en uno de sus extremos por una gruesa cicatriz
no pasa inadvertida. Parece que ríe. El malestar será persistente. Y esa boca con
su cicatriz se volverá destino, producida como tal por esos efectos circunstan-
ciales, no causal en sí misma. Pero ¿cómo lograr parecerse a la foto de un
pasaporte comprado?, cuando Kamrhan ya constató que: «¡Nadie se me parece
aquí»!
«¡Apenas llegado, tu filmas!» dice Mohsen. Esa será la postura de Kaveh
Bakhtiari. Y a modo de anuncio, responde:
«Vamos a sentarnos», primera instalación del rodaje.
Economía narrativa donde lo esencial es planteado cinematográficamente.
Segundo tiempo
Se leen los nombres de los colaboradores de la producción.
Kaveh Bakhtiari: «¿Tu les has dicho que yo venía?»... « ¿Cuántos son?»
Voz en off sobre la imagen del cielo atravesado por un avión, (no hay
huellas en el cielo. En el cielo, hay una migración de avión).
76 Marie Jardin
Primera música: un ritornelo, la música original de Luc Rambo, que
vendrá a escandir la película en momentos muy específicos, cuando haya imá-
genes sin palabras.
Después, tres planos sobre ese mismo fondo, tres líneas de un texto,
escrito en francés, a posteriori del montaje:
Hace tres años mi primo estaba varado en Grecia con otros migrantes
En ese tiempo todavía no había abandonado y decidido retornar a Irán
En ese tiempo aún estaba vivo
Tercer tiempo:
Desplazamiento, sol redondo al poniente, y paso de nubes, una migra-
ción de nubes en el cielo. Se reanuda el ritornelo musical. Tras los pasos de
Mohsen –literalmente pisándole los talones–, descenso filmado «desde abajo»,
en una oscuridad que vuelve las imágenes casi en blanco y negro, accedemos al
«refugio», «un mundo paralelo», «una realidad subterránea», como dirá en las
entrevistas. Filmar los pasos se reiterará en la partida de cada uno, por ejemplo.
«¿Nos sacamos los zapatos?» «Si». Pregunta de una gran importancia en cuanto
al tratamiento de la hospitalidad, y que dibuja un espacio a partir de un um-
bral que no se franquea de cualquier manera.
Primer gran plano sobre una cortina colorida detrás de la reja de la
ventana del entrepiso, pantalla donde las sombras juegan con la luz. Habrá
muchos. Amir recibe a Kaveh Bakhtiari, y a la película que los acogerá. «Los
clandestinos se esconden en estos lugares para estar juntos». Primera defini-
ción.
12 Para Pasolini, tal como lo escribe en Empirismo herético, el cine es ese momento escrito de
la lengua natural de la realidad, que se manifiesta siempre por acciones, y que usa los sueños
y la memoria. Una película se funda sobre la abolición del tiempo como continuidad, el
tiempo allí es finito, «es el de la vida después de la muerte, como tal es real, no es una ilusión».
«El changador de un filme –a diferencia del changador del cine que es un changador vivo- es un
changador muerto» (p. 337). «El montaje es muy parecido a la elección que hace la muerte de
los actos de la vida poniéndolos fuera del tiempo».
78 Marie Jardin
13 Agencia ateniense del Alto comisariado de la policía de Refugiados, creado como institu-
ción internacional por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que aplica la convención
de 1951, basada en la de Ginebra. La mayor parte del tiempo, en cooperación con ONG, el
HCR participa en la política de inmigración de la Unión europea.
A título de estadía, La escala. 79
Variaciones
14 Situación en la que podría decirse con Giorgio Agamben, que retoma el trabajo de Foucault,
que la «nuda vida» está allí apresada por el poder biopolítico y por lo que se efectúa en ese
devenir clandestino específico, y lo que, por la práctica política que esta película –y esta
película como práctica– hace emerger. En la revista Vacarme del 2 de enero de 2000, Agamben
considera la «biopolítica» como una forma dominante de poder de la política de los estados
modernos. «El estado de excepción se vuelve la regla». El objeto propio de la «bio» «es la nuda
vida» (zoe) que designaba entre los griegos «el simple hecho de vivir», común a todos los seres
vivos (animales, hombres y dioses), diferente de «la vida calificada» (bios) que indicaba «la
forma o manera de vivir propia de un individuo o de un grupo». El campo sería el «nomos de
la modernidad», paradigma de esta politización de la nuda vida que se ha convertido en lo
ordinario del poder (deportados, refugiados o desterrados). Vidas nudas tomadas en catego-
rías y dispositivos de un poder que las trata como tales. Vidas expuestas y administradas. Es
posible que estos grupos, los más expuestos, constituyan un lugar político que se caracteriza
por esa zona de indistinción entre lo público y lo privado, cuerpo biológico y cuerpo político,
donde podría inventarse una biopolítica menor. El estado moderno funciona como una má-
quina de confundir las identidades clásicas y de recodificarlas, subjetivación y sometimiento.
La cuestión sería encontrar procesos de subjetivación que escaparan al sometimiento, (y que
además estuvieran en condiciones, por su parte, de confundir los criterios. El ejemplo dado
por los entrevistadores es su multiplicación por el absurdo («clandestino», «regulares») de
manera que, por ejemplo, ya nadie pueda corresponder), sin hacer del «sujeto sustancial», el
que resistiría en términos de diferencia, «permaneciendo» (resistir y hacer de resto). Agamben
hace alusión a la forma en que en toda práctica de sí se bordea esas zonas de abandono, lo que
daría el paradigma de una biopolítica menor. Estos debates pueden encontrar eco en la forma
en que Donna Haraway interpela lo que se hizo de «la muerte del sujeto», que ella vuelve a
interrogar luego de Deleuze y Guattari, a partir de prácticas materiales semióticas (capítulo
«Saberes situados»).
15 Victor Klemperer, desde su estudio sobre la lengua del tercer Reich, ha sido para algunos,
como Éric Hazan, un inspirador de esta vigilancia frente a las variaciones del vocabulario. Cf.
V. Kemplerer, La langue du Troisième Reich, carnet d’un philologue, Paris, Albin Michel, 1996.
Y E. Hazan, LQR, la propagande du quotidien, ed. Raison d’agir, 2006. Ver también Paul B.
Preciado, 2004, nota 2.
80 Marie Jardin
La película nos muestra fotos. Una foto como único «papel» y como
trazo de existencia, no es una «foto de identidad», plantea la cuestión del
archivo. Es al final, cuando Amir cierra el refugio, que las fotos se vuelven
«fotos de recuerdos», ganan un estatus de nostalgia, el pasado deviene un pasa-
do constituido por la película. (Amir, cuando Mohsen vuelve a Irán, se las
confía y le pide que se las entregue a su padre).
Pero cuando Jahan se pone una corbata y pide que le tomen una foto,
¿se preocupa por su apariencia como un muchacho de 16 años, y/o como aquel
al que debe parecerse para que lo reconozcan en caso que desapareciera y/o
porque debe parecerse a un europeo en un pasaporte falso, y/o al del pasaporte
del cual ha tomado prestada la identidad? Esas fotos trazan un revés de la foto
antropométrica del verdadero pasaporte inimitable bajo los rayos X, lo que
hace escena de ciencia ficción en el documental.
Tener la identidad de la foto. Yasser, en lo de un peluquero griego, elige
como modelo una foto modelo de peinado, tal como se encuentra en las pelu-
querías, evidentemente un ideal de joven más bien alemán (al describirlo, ¡hago
«facciones», produzco un rasgo germánico!). Él no se puede comunicar con ese
peluquero dado que no habla la lengua, y está tan desconectado que nos hace
reír, al mismo tiempo que Kamran, que lo acompañó a lo largo de esta meta-
morfosis, lo carga. «Good, good». Ya en la casa Yasser se despeina-peina como
puede, mascullando «Good, good». Kamran termina por encontrar un pasapor-
te. Tiene que parecerse a un joven de 20 años y que además tiene ojos azules.
Kamran, ayudado por los demás, le coloca con paciencia lentes de contacto
azules, en medio de bromas: «¡encontrar a un tipo con ojos azules!» Actores de
su propio personaje en la película, actores bajo la mirada del aduanero. Apren-
A título de estadía, La escala. 81
Jahan, que aún no sabe qué son las «vidas instituidas»: «¿Somos todos
mamíferos, no?». Jahan el menor, aquel en relación al cual Amir, desde el co-
mienzo de la película, anunciaba que definía su tiempo de presencia y su
objetivo: «no me iré de aquí hasta que no se haya reunido con su madre en
Noruega». Intercambio Mohsen-Jahan, adosados en los colchones puestos a lo
largo de la pared: Mohsen: «Cuando contaba a mis amigos que estaba en pri-
sión, ellos me decían: pero no, es un campo de refugiados, ¡como si yo no
pudiera hacer esa distinción!», donde «unseen» de unos es proyectado en el
otro ¡¿que quizás debería dudar!?. Jahan, en su teléfono celular recibe las pre-
siones del pasador y de su madre para irse. Jahan: «La negación del Estado
griego, luego la de tu familia, tenés ganas de morirte». «¡Mi madre estaba aquí,
logró pasar, ella no ha visto ni a la policía ni la prisión, evidentemente no lo
82 Marie Jardin
comprende, dice: porque no vienes, no tengas miedo! Pero si ella viera el estado
de las prisiones acá, estaría aterrorizada» y Jahan describe como fue esposado al
banco. «¡Cómo pueden decir algunos «en el peor de los casos es la prisión!»
cuando se trata de uno mismo, no puedes hablar así16». No transformemos las
protestas de Jahan en inhibición, ni su pasaje ¡en el ritual de pasaje adolescente
que le faltaba! «Tú no puedes comprender» le dice a Kaveh Bakhtiari. «Pero no
es una razón para romper todo» dice Kaveh Bakhtiari. Jahan, en su enojo, su
miedo y angustia, rompió... un cable. Por la urgencia del pasaje y los riesgos
adicionales si la angustia es demasiado visible, toma un calmante que le dan,
no sin la réplica humorística de Mohsen: «¡Qué lástima que no le dimos uno
todos los días!».
También hay lo que llamo la «salida interna» en la película, que enfrenta
en un momento de desaliento a Rassoul, el mayor, el más taciturno, con aque-
llos que lo incordian y al mismo tiempo le abren los ojos, al borde de la pelea,
o más bien dentro. Amir pone orden, una responsabilidad que no tiene nada
que ver con el ejercicio de un poder. Y Rassoul decide regresar a Irán, donde ya
no tiene absolutamente nada. Esta escena acalorada, se vuelve acontecimiento
analizador que los recentra en sus objetivos, pero también es, para la película a
mitad de su recorrido, una función, un tiempo donde colectivo y singularidad
de los recorridos se anudan, donde el acento es puesto sobre los momentos en
que cada uno despliega su «personaje» en interacciones necesarias con los de-
más y con su solidaridad, pero según sus propios límites. Se podría hablar de
esos momentos de experiencia y de filmación como operadores de subjetiva-
ción por fuera de la reasignación identitaria. El papel de unos en relación a los
otros no está fijado, cada uno puede ejercerlo alternativamente en relación «al
otro» según las circunstancias. Amir redefine su papel en varias ocasiones, has-
ta la decisión final de cerrar la «pensión» y concluir esta singular e intensa
última aventura, y partir a su vez.
La película trata con pudor los momentos cruciales para cada uno, Yas-
ser, apoyándose en la proximidad de Kamran, estalla en lágrimas cuando llama
a sus padres por skype en el internet de un café, su situación se resolverá
cuando su padre le envíe dinero para que pueda comprarse un pasaporte.
Mohsen toma su decisión de volver según una declaración en la que «las no-
ches suceden a los días...» lo que me evocó un poema de Charlotte Delbo.17
Las sonoridades del persa, lengua poco habitual para la mayoría de los
espectadores de la película, los subtítulos sobre la imagen, primeros desfasajes
entre las imágenes sonora y visual. Una lengua poética en los diálogos, la utili-
zación de proverbios, una gestualidad de superstición compartida, que de pronto
nos acerca a esa lengua lejana, Yasser toca madera, ellos cruzan los dedos...
Un lenguaje de objetos. Distorsionados. La única escena que alude por sí
misma a eso «de lo que ellos no le hablarán»: momento de arte marcial con
Hamid, dan golpes redoblados y ruidosos sobre un objeto raro, Mohsen: «Nos
habían dado esto en caso de que nos ahogáramos». Kaveh Bakhtiari: «¿Era tu
chaleco salvavidas?» Ellos lo reciclaron, lo volvieron irreconocible, para que
sirviera de punching-ball. Instaurando un lugar de lo íntimo y del tiempo: la
cafetera que hierve en el rincón de la cocina a gas, animado, coloreado, susu-
rrante, después desértico y silencioso cuando la voz en off de Kaveh Bakhtiari
anuncia a Amir la muerte de Mohsen... El agua del radiador, desviada por la
conexión del caño de la ducha, sin agua, y que viene a significar el final de la
permanencia obligada para Amir. El placard que se vacía poco a poco de sus
«ropas», códigos de vestimenta para pasar, y se cierra, vacío.
El juego del silencio del ruido y de la música. Hay una música compuesta,
siempre la misma, un ritornelo lanzado cuando los «personajes» no están en la
pantalla. Un momento que no necesita comentarios, pero lo es. El ruido de
fondo de los autos y de la gente en la calle. El ladrido de un perro o el grito de
un vendedor ambulante. El ruido de fondo en el «refugio», de la radio y de la
cafetera, de una cotidianeidad sin que nada instituido la fabrique. El canto de
Mohsen, una clase de melopea, cuyas palabras no traduce, que crea inmediata-
mente un espacio de intimidad y de ruptura temporal en la imagen.
Constitución, también, de un decir paradojal, oximorónico, del «estar ence-
rrado afuera», que me recordaba una expresión de mi infancia occitana, cuando
la puerta de una eventual casa nuestra se cerraba de repente, y uno se encon-
traba afuera en la puerta, ¡el cierre intempestivo de esta abertura se volvía un
encierro! La utilización campo-fuera de campo como figuración de las entradas
y salidas en el mismo plano. Constitución de su ritmo sostenido como una
variación de la entrada-salida sobre la cual tienen muy poco dominio... Ritmo
otorgado por los acompañamientos-cámara, siempre a partir de la puerta de
entrada de la pensión, hasta la desaparición fuera de campo, en el extremo de
la calle donde había un cartel de «dirección prohibida», de aquel que parte con
una pequeña valija «llena de vacío», como dice Mohsen. Retorno al teléfono
A título de estadía, La escala. 85
celular del cual tenemos efectos en vivo del lado de la «pensión» (consejo:
«extiendan sólo su tarjeta de embarque», humor, maneras de arreglársela o
desesperación «no la veremos más»). Intrusión recurrente del «afuera» por el
teléfono clandestino de los pasadores interesados en hacer creíbles sus menti-
ras sin lograrlo (humor de Mohsen que relata como en la prisión se reconocía
a los que había tenido el mismo pasador por su vestimenta parecida, este últi-
mo, vendedor de ropa, les enchufaba lo que le había quedado de su negocio
inventando que eran las mejores ropas para el éxito de un pasaje), y de la
madre de Jahan que aporta la visión conforme de aquellos que no tienen o ya
no tienen los medios para pensar lo que se está viviendo allí.
Deslizarse entre las redes, pasar a través de las rejas, hacer sombras chinas
sobre la cortina.
La película está escandida por rejas, comenzando por la reja del «refu-
gio». La cortina delante de la reja cumple su función utilitaria en ese entrepiso,
no deja ver nada a través, ni dentro, ni fuera, pero es también una pieza maes-
tra de la constitución de un espacio y de un tiempo de imágenes de cine. Esta
superficie, que permite trazados en su textura, velamientos, desvelamientos,
tonalidades coloreadas, juega con la luz y la sombra y crea la teatralidad. Al
final, la reja del refugio sirve de locutorio para el que en la calle y de la calle,
está a punto de partir, y aquel que eligió permanecer iraní-griego, un gatito
pasa entre los barrotes y ayudado por la cortina desciende y corre hacia Moh-
sen. En el momento de cierre del lugar y de la película, ya no hay cortina.
También están las rejas del edificio de inmigración a través de las cuales
los migrantes de la «tarjeta rosada» extienden obstinadamente su tarjeta para
renovar por seis meses su permiso de residencia, dependiendo de la buena
voluntad de los policías. Eso no les da un «verdadero» permiso de «refugiado»,
y es tarde por hoy, ya cerraron. Momento en el que algunos rostros y miradas
son captados en esta multitud, donde nadie puede luchar sino sólo contorsio-
narse.
Rejas del puerto a través de las cuales vemos pasar la migración turística,
y los trasatlánticos bien iluminados, rejas a través de las cuales los chicos se
escabullen, con menos suerte que los gatos, para volver a los camiones de don-
de la policía los echa, donde algunas veces encuentran la muerte. «Si, también
lo intenté», comenta Amir.
86 Marie Jardin
Rejas del HCR, que sólo se abren para dejar pasar algunos figurantes,
bien «neutros», médico y psicólogo, verificadores de conformidad con las mi-
siones impartidas, ante los cuales Hamid, que se cosió los labios, hace huelga
de hambre. Pero él eligió un rincón oscuro, y no pasa nadie, los medios de
comunicación declinan la invitación: «No es interesante». Un fotógrafo apare-
cerá cuando el asunto llame la atención, cuando hacia el día 22 Hamid está en
verdadero peligro de muerte, (una vez más, una utilización de la foto, por
contraste) y es controlado por el médico independiente de las ONG, ¡ya no es
cuento!
Grillas de lectura siempre situadas.
18 Tal como ya fue cuestión en la nota 1, la utilización de la mitología griega está directamente
institucionalizada por el sistema Frontex, (abreviación de «fronteras exteriores», Agencia
europea para la gestión y cooperación operacional en las fronteras exteriores de los Estados
miembros de la Unión europea). Se constata el efecto «prêt à porter» de una retórica prescripta,
una proyección representacional hecha de abstracciones universalizantes que hacen desapare-
cer bajo una imaginería heroicizante y atemporal, los dispositivos bien reales que inspeccionan
las problemáticas y los sujetos. En cambio, el tratamiento de los signos y los procesos enuncia-
tivos puestos en juego para producir un modo de testimoniar y de acoger lo que pasa, puede
autorizarnos precisamente a encontrar allí una función mítica y poética.
19 Ella prolonga aún el cuestionamiento sobre los procesos de subjetivación. Una manera de
hablar de una supresión de frontera, en la medida en que una realidad invadiría, no transfor-
mada, lo que se llama «espacio psíquico». Charlotte Beradt, desde 1933, en Berlín, escribió a
partir de una recopilación de sueños: Rêver sous le troisième Reich, (Payot, 2004), quizás hay
que volver a leerlo, según Jahan.
A título de estadía, La escala. 87
les pregunta: «Todos ustedes son persas?», (en inglés), sorprendente pregunta
a varios niveles, en primer lugar, ciertamente, porque se interesa en ellos, por
primera vez hay una presentación pública y directa, por otra parte, al pregun-
tar por sus edades y «de dónde vienen», hace aparecer Irán, pero lo hace apare-
cer como «Persia», del lado de una cultura, abriendo una espesura de tiempo
transhistórica donde ellos se convierten también al mismo tiempo en persas
para los griegos. (Es lo que Kaveh Bakhtiari hará reaparecer sutilmente en una
entrevista donde se le pregunta «si los vio golpeados» (!!!), él dice: menos que
los otros migrantes, porque hay una vieja connivencia entre persas y griegos...).
Ellos pronuncian la lista de ciudades de Irán de las cuales partieron y, con
humor, alguien agrega para Kaveh Bakhtiari: «Suiza».
Acerca de «Persia» me enteré que el nombre Irán había sido dado a
«Persia» únicamente en 1935, en un momento particular de la historia de su
reconquista nacional. «¿Ustedes viven en Grecia?» «Eh,... sii... we have to go».
El hombre pone a la pequeña en brazos de Yasser. Uno a uno manifiesta la
manera en que son conmocionados por esta presencia, la miran, la tocan, la
tratan con delicadeza. Rassoul se encuentra de repente con un futuro, y con la
niña en sus brazos pregunta «si le queda bien». Un devenir «Pequeño Fugitivo»
para cada uno. Por un instante, todos acaban de llegar del mar, y la niña, aún
sin palabras, acogida en sus brazos, del fondo de los tiempos.
En el momento en que intentamos acusar recibo de esta película como
gesto artístico o político, que puede, como Kaveh Bakhtiari lo desea, ser «una
ocasión para cambiar nuestra percepción», yo leo aquí y allá, que los migran-
tes, aquellos que acceden a la entrevista para presentar su demanda como «re-
fugiado», tienen que encontrar las palabras para obtener el asilo (tienen que
encontrar los procedimientos para poder contar lo que han pasado verdadera-
mente, apoyarse sobre el horror exigido como enunciable en el filtro de la
veracidad). Mirada responsable o selección arbitraria, sensación de emoción
instantánea, confort de la impotencia. Los abogados tratan de presentar los
reclamos de algunos que intentan hacerlos desde el fondo de los campos de las
islas del mar Egeo.
Si se puede decir con La escala que los recursos del cine pueden movili-
zarse a contraluz de las estadías sin derecho de ciudadanía, es tal vez para
continuar de alguna manera, modestamente, con Isabelle Stengers y Starhawk,
la construcción de una creencia, en el sentido en que Deleuze y Guattari lo
decían en El Anti- Edipo: «Nosotros creemos en el deseo, si por creencia se
A título de estadía, La escala. 89
puede designar lo que fuerza a pensar, seguir, experimentar, siempre caso por
caso, siempre tomado por ello, y que designaría entonces lo que exige la expe-
rimentación de agenciamientos con trasmutación de la situación y del «noso-
tros» que ella entonces reúne20».
20 Entrevista de Isabelle Stengers con Fréderic Neyrat, « Rêver l’Obscur, c’est justement
défaire son opposition avec la Lumière », Multitudes n°41, Métropoles, ACTA / Propriété/
communs / Désobéir à la limite/ Florence Lebert, COLLECTIF, 2010, respecto a su lectura de
Dreaming the dark, femmes, magie, et politique, de Starwhak, ed. Cambouriakis, 2015.
90
Anne-Marie Vanhove
Quien está enfrentado desde años a las barreras y medidas policiales levanta-
das contra exiliadas y exiliados en las fronteras de la UE no podría permanecer
insensible a un hecho paradojal de lengua. Mientras se denigra la enseñanza
del latín y del griego en los colegios, las denominaciones que remiten a la
antigüedad conocen en este dominio un asombroso auge. A este respecto la
agencia Frontex (Agencia europea para la gestión de la «cooperación operacio-
nal» en las fronteras exteriores de la Unión Europea) aporta un soporte logís-
tico a las policías de los países interesados. Se apunta esencialmente a hombres
y mujeres migrantes. Se trata de prohibirles el acceso a los diferentes países de
Entrar en el circulo mágico de Deméter y Coré 91
la Unión Europea privándoles de una posibilidad de inmigración considera-
da como ilegal.1
dos. Por cierto, tienen en común sus referencias constantes a los dioses griegos,
¿por qué hoy, para mí, no existen el uno sin el otro?
Starhawk es una activista antimilitarista, antinuclear, feminista, ameri-
cana de los Estados Unidos desde los años 1970-1980. Definiéndose a la vez
como feminista y como bruja neopagana, publica Femmes, Magie et Politique3
en 1982, libro que las ediciones Cambourakis republican en 2015 bajo el
título Rêver l’obscur. Femmes, Magic et Politique. Explora una ciencia inventiva y
festiva de los rituales, invitando a cada uno.a a tomar conciencia de su poder y
a actuar mejorando los vínculos con los otros, haciéndolo en su medida en el
seno de la comunidad. Émilie Hache, quien prologó la reciente reedición y
traducción de este libro, comenta, asimismo, en los siguientes términos el lazo
que Starhawk establece entre ritual y política: «Hoy quisiera intentar decir lo
que aprendí, lo que estoy en tren de aprender de ella respecto de la política y,
más precisamente, de la ‘práctica’ política, de lo que es hacer política. Hay que
tener en cuenta que los textos de Starhawk son inseparables de su práctica.
Concretamente hay que considerar que existe la necesidad de que ‘las personas
piensen’. Proponer pensar la práctica política como un ritual, una práctica que
compromete un cuerpo y un espíritu»4.
Claude Calame es helenista y antropólogo de la antigua Grecia. Direc-
tor de estudios de la École des Hautes Études en Sciences Sociales (Ehess,
Paris), miembro del consejo científico de Attac, de la Liga de los Derechos del
Hombre, de Solidarités (Suiza) y de la oficina de SOS Asile (Laussanne). Pu-
blicó en julio de 2015 Qu’est-ce que la mythologie grecque?5 en el cual expone el
camino que condujo a esta idea del «mito intangible», idea que desmonta a
partir de las fuentes escritas que descalifican toda pretensión totalizante.
Actualmente, estos dos libros constituyen mi «fundamento», el suelo
sobre el cual me apoyo para intentar una desterritorialización del lado de un
3 Starhawk, Dreaming the Dark : Magic, Sex and Politics (1982, 1988, 1997) taducido al
francés bajo el título de Femmes, Magie et Politique, posfacio Isabelle Stengers, Paris, Les
Empêcheurs de penser en rond, Le Seuil, 2003, reeditado bajo el título Rêver l’obscur. Femmes,
Magie et Politique, prefacio de Émilie Hache, posfacio de Isabelle Stengers, Paris, éditions
Cambourakis, 2015.
4 Émilie Hache, « Starhawk, le rituel et la politique », Congrès Marx International V –
Section Etudes Feministes Atelier 9 : Feminismes, altermondialism et utopies – Paris-Sorbon-
ne et Nanterre – 3/6 octobre 2007.
5 Claude Calame, Qu’est-ce que la mythologie grecque?, Paris, essais folio Gallimard, juillet
2015.
Entrar en el circulo mágico de Deméter y Coré 93
6 David Lapoujade, Deleuze, les mouvements aberrants, Paris, Les Éditions de Minuit, coll.
Paradoxe, 2014.
7 Starhawk, Rêver l’obscur, op. cit., p. 39.
8 Dejo de lado la discusión de esta palabra, presentada como distanciamiento y alienación,
Marx y Brecht.
9Starhawk, Rêver l’obscur, op. cit., p.40
94 Anne-Marie Vanhove
10 Isabelle Stengers, «Posfacio: Otro rostro de América», en Starhawk, Rêver l’obscur, op. cit.
p. 376.
11 The charge of the Goddess figura en y da su título a un libro de Doreen Valente (1922-
1999), la que fue llamada la madre de la brujería moderna, en Starhawk, Rêver l’obscur, op. cit.,
p. 376.
12 Empowerment.
Entrar en el circulo mágico de Deméter y Coré 95
Los elementos propios de la lengua hablada son los signos estipulados (sumbo-
lo) de los estados situados en el alma, y los caracteres escritos son los «símbolos»
de los elementos situados en la voz; y de igual modo que todos los hombres no
tienen las mismas letras, todos no disponen de la misma lengua. Aún así, los
estados del alma de los cuales los elementos son los signos (semeïa), son los
mismos para todos y los objetos cuyos estados son análogos (homoiomata) son
igualmente los mismos.13
13 Aristóteles, «De la expresión 16ª 3-8», leído en Claude Calame «Interprétation y traduc-
tion des cultures: les catégories de la pensée et du discours anthropologique », revue L’Homme,
Nº 163, 2002, p. 4.
96 Anne-Marie Vanhove
una cultura particular sino también como la ciencia que requiere su interpre-
tación. El mito es transformado en sustancia para suscitar la ciencia del mito y
convertirse en el objeto de la mitología14.
Aprovechemos para destacar la marca que Claude Lévi-Strauss ha deja-
do con sus Mitológicas. C. Calame parece lamentar que Claude Lévi-Strauss en
su estudio comparativo, transformacional y formal haya reducido el cuerpo de
relatos a la textualidad de una intriga para descubrir la lógica que los atraviesa.
Para él, esta «lógica de lo concreto» que se nutre del contexto etnográfico es
también el indicio de un pensamiento mítico y de su difusión universal. A
pesar de numerosos matices introducidos en la práctica de las mitológicas, los
principios del análisis estructural han contribuido a reforzar la gran división a
la que se supone orientada a separarnos de los otros por una serie de rasgos
distintivos transformados en sustancias en un catálogo de oposiciones binarias.
Primitivo-evolucionado, oral-escrito, frío-calor, naturaleza-cultura, mito-razón,
etc.
En consecuencia de lo cual, las lógicas transformacionales y estructura-
les han sobre todo borrado el abanico de funciones sociales y simbólicas asu-
midas por los relatos que son siempre el resultado de una actividad discursiva
y de condiciones singulares de enunciación.
Perséfone tal como quiero contarla hoy a mi nieta Nina es la diosa de los
infiernos y la compañera de Hades. También se la conoce bajo el simple nom-
bre de Coré «la niña». Nació de la unión de Zeus y de Deméter. La historia
cuenta «que un día cuando Coré jugaba en Sicilia con las Oceánidas se aleja
para recoger un narciso. La tierra se hunde bajo sus pies y aparece Hades para
raptarla. Excepto Hécate, nadie la escuchó gritar. De luto, Deméter recorre el
mundo en busca de su hija. Piensa el grave acto de aniquilar la débil raza de los
hombres que roba el trigo de la tierra (v. Hymne homérique à Déméter). Se
rebela contra los dioses cómplices del rapto. Zeus pide a Hades que devuelva a
Perséfone a su madre. Pero el esposo infernal le ha dado un alimento suave y
dulce, una semilla de granada que la une a él para siempre. Zeus decide enton-
ces que Perséfone se dividirá entre los infiernos y la tierra. Coré-Perséfone,
figura asociada a Deméter en los misterios de Eleusis, que fueron celebrados
durante mil doscientos años y cuyo secreto nunca ha sido revelado15.
Coré la niña: Claude Calame, que redactó su tesis sobre los coros de
jóvenes en la antigua Grecia16 ha contribuido a la historia de las mujeres, luego
del género, más tarde de la sexualidad. En los años ’90, mientras enseñaba en
Yale y Princeton, resultó sorprendido por la violencia del debate feminista en
el interior de la universidad, pero se dio cuenta a qué extremo esta visión
militante proyectó sobre textos poéticos antiguos nuestra propia concepción
del equilibrio social entre los sexos.
Honor a la Diosa
Dama de los múltiples nombres
a DEMÉTER, la inestimable
a la niña
Toma, come esto es mi cuerpo
15 Esta matriz de base del mito está sacada de Perséphone 2014, una novela de Gwenaelle
Aubry, Mercure de France, noviembre 2015.
16 La sostuvo en 1975 y publicó en 2 volúmenes en 1977, información sacada de la entrevista
de Claude Calame con Violante Sébillotte-Cuchet, historiadora de la Grecia antigua y próxi-
ma asociada de Claude Calame en el marco del Centre de Recherches Anima (anthropologie
et histoire des mondes antiques).
17 Starhawk, The Spiral Dance, a Rebirth of the ancien religion of the great Godess, Cap.
Rituals, invocations, exercises, magic, rééd, 1989, XXX, p. 100. Traducción de los himnos al
francés: Anne Marie Vanhove.
98 Anne-Marie Vanhove
quien va a crecer de ti
y sé completa
Diosa de la cosecha
Felicidad, fruto del regreso de tu hija
Apóyanos mientras la tierra está triste
por su abandono
Ella volverá
con un ruido de pasos de primavera
atravesando las flores y los granos,
trayendo
los sombríos recuerdos
de cuando se fue
Deméter
muy cercana a nuestro dolor
Pues cada año vemos
tu propio pesar asolar
la faz de la tierra
y tu hija encerrada a la hora de nuestra muerte
Pues cada año la muerte la reclama
Conocemos la esperanza pues nos acordamos
una y otra vez
Perséfone calmándose a sí misma
y Tú con ella,
Elevándote
Entrar en el circulo mágico de Deméter y Coré 99
Deméter, Madre
Nosotros, tendidos a tus pies
hemos dormido en tus brazos
te hemos honrado
Bendícenos y danos la noche
en el seno del corazón rojo de tu fuego;
No resistiremos
No dejes a nadie en el terror
arráncanos de esta tierra
sumérgenos en tu calor indecible
y danos una tranquila frescura,
que podamos volver, encorvados
con la primavera que siempre regresa.
(primavera)
Ella despierta los granos dormidos
el arco iris es su tarea
Ahora el poder del invierno se aleja
En amor, todas las cadenas se rompen
(el fin)
Ella entierra profundamente los granos
ella teje el hilo de las estaciones
Su secreto oscuro la lleva,
Ama más allá de la razón.
¿Querrían tener una visión de la Diosa? […] Enseñar a vivir con, establecer
relaciones, a eso llamamos INVOCAR. Cuando invocamos a la Diosa, desper-
tamos en nuestros espíritus su imaginería y sus símbolos. Los tenemos en
nuestro espíritu, les permitimos hacer surgir el poder que ellos contienen. Se
arraigan en el sí antes de devenir en nosotros nuevos esquemas de energía sutil
que se manifiestan en tanto que acciones […] Invoco a Coré –no solamente la
primera Coré sino la Diosa tardía, la Coré que sobrevive, que vuelve después
de la violación, que ofrece la esperanza y la promesa de la renovación, incluso
en el mundo subterráneo. Tenemos también necesidad de Ella en una ciudad,
donde cada día las mujeres son violadas, golpeadas, asesinadas en los parques
y en las calles. Podemos reconocer. Su poder en nosotros, entre nuestras amigas
que han sobrevivido a las violaciones, a los golpes, a los daños infligidos por
esta cultura. Podemos encontrarla entre las mujeres que entran en el dominio
de lo oscuro, que trabajan en el interior de zonas que hacen sufrir para trans-
formarlas. Pienso en la hija de uno de mis profesores que tras haber sido
violada trabajó para crear un centro de acogida para las mujeres violadas.
Pienso en una mujer de setenta y cuatro años que se consagra a ayudar a los
moribundos.
Tenemos necesidad de la rabia de la madre de Coré, la rabia que no se somete-
rá, la rabia que surge de la desesperación, la rabia que aporta resultados. Demé-
ter llamó a la primera acción de huelga con obstrucción pacífica de la historia,
que inventó la resistencia pasiva, que dijo: «Nada nos moverá antes de que mi
hija haya vuelto», y cuyas exigencias deben ser satisfechas; Deméter, que re-
chaza para siempre ignorar el horror de su pérdida y continuar el trabajo como
de costumbre, Deméter –nuestro propio poder de sufrir, pero de transformar
este sufrimiento en una fuerza que obligue al cambio, que aporte la renova-
ción.
Pues la Diosa, que es inmanente, se revela en las mujeres vivas, y de ese modo
Ella cambia. Hoy Deméter se revela a mí en Helen Calicot; ahora Ella está
presente en mi propia rabia ante el anuncio de autorización de entrada en
servicio del reactor nuclear de Diablo Canyon sobre un sitio próximo a una
falla sísmica. Voy a una reunión a ayudar a organizar el bloqueo y Deméter
aparece bajo los rasgos de un hombre que, con su hija adolescente, proyecta
arriesgarse a una detención al bloquear la ruta hacia la usina. Pues el poder de
102 Anne-Marie Vanhove
Vemos que Coré desciende no porque Ella es raptada sino porque Ella
misma Sabe que es tiempo de dejar a su madre que se encuentra más allá de la
tierra soleada que gobernaba. Busca el pasaje y finalmente encuentra el agujero
que conduce hacia abajo. Entra llena de espanto pero siempre avanzando, lle-
vando su antorcha para iluminar el camino. Deméter llora. Ella busca, ella
enfurece. Coré marcha deliberadamente, libre con su propia voluntad en las
tinieblas. ¿Y va a reconfortar a los fantasmas temblorosos del infierno? ¿o para
adquirir un saber más profundo que la superficie de las cosas? ¿O entra en la
oscuridad para cambiarla – para soñarla bajo las nuevas formas que Ella tiene
en la mente?
20 Georges Bataille, Madame Edwarda, Œuvres complètes, tomo III, Gallimard, p. 21.
21 Émie Benveniste, Problèmes de linguistique générale, tomo 2, « Le langage et le experience
humaine », pp. 67-668, y tomo 1 «La nature des pronoms».
104 Anne-Marie Vanhove
«Derivas arquetípicas»
22 Claude Calame, Qu’est-ce que la mythologie grecque, op. cit. pp. 70-73.
Entrar en el circulo mágico de Deméter y Coré 105
ne la representación figurada de un funcionamiento psicológico o psicoanalíti-
co implícitamente dado como universal.
Es un nuevo fenómeno de «naturalización»: el desarrollo de la naturale-
za humana ha reemplazado el ciclo de la naturaleza vegetal.
23 Diodore de Sicile, Mythologie des Grecs 5, i, 3-4, trad. Anahita Bianquis, Paris, Les belles
106 Anne-Marie Vanhove
Si se sigue el texto de la Biblioteca atribuído a Apolodoro, se encuentra
en este auténtico trabajo de mitografía el amor que Plutón siente por Perséfone
y la ayuda con la cual se beneficia el Dios de los Infiernos de parte de Zeus por
raptar a la niña en secreto; la llegada de Deméter a Eleusis, la hospitalidad
ofrecida por el rey Céleus y la risa que Iambé consigue suscitar en la diosa en
duelo por su hija; la tentativa de inmortalización de Demófones, la joven hija
de Céleus y de Méthanier, y el regalo a Triptolemo, el hijo mayor de los sobe-
ranos de Eleusis, del carro arrastrado por los dragones alados que permitirá al
joven héroe sembrar toda la tierra; finalmente, el retorno de Perséfone por
orden de Zeus a Plutón que, mediante el engaño de la semilla de granada,
obliga sin embargo a su joven esposa a pasar un tercio del año en las profundi-
dades del Hades mientras que residirá entre los dioses el resto del año.
En realidad, este resumen sigue, de acuerdo a Claude Calame, la versión
del relato que desarrolla en la época arcaica el himno homérico a Deméter; con
la diferencia de que esta versión agrega e inserta el célebre episodio de Tripto-
lemo, el héroe agricultor hermano de Demófones. En la iconografía como en
los textos, este episodio ausente del Himno hace de la historia del rapto de
Perséfone un relato centrado sobre Atenas y sobre una Eleusis en adelante
integrada al territorio de la Atica. Es en efecto en tanto que héroe cultural
específicamente ateniense que Triptolemo recibe de Deméter el regalo del cul-
tivo de cereales y que él deviene así el benefactor de toda la humanidad.
Lo que Claude Calame nos trae es que desde la época clásica, se encuen-
tran autores no solamente para poner en escena mediante diferentes medios
semióticos y para reorientar el sentido del relato del rapto de Coré sino tam-
bién para reflexionar acerca de su significación. Es el caso del retórico y filósofo
Isócrates quien va a interrogarse sobre el origen de los bienes y dones de los que
Atenas dispuso desde el comienzo; estas cuestiones sobre el origen, sobre la
causa y, en consecuencia, sobre la responsabilidad están estrechamente mez-
cladas en una interrogación que engloba toda la humanidad en toda la exten-
sión del tiempo por una tradición conmemorativa que, en función de una
actitud historiográfica bien griega, pone el presente en relación directa con el
pasado más remoto.
Poner el presente en relación directa con el pasado remoto es la necesi-
dad en la cual me encontré cuando fui también confrontada a esos «flujos de
migrantes» que intentan desesperadamente franquear las puertas de Europa.
lettres, 1997, en Claude Calame Qu’est-ce que la mythologie grecque, op. cit., pp.36-16.
Entrar en el circulo mágico de Deméter y Coré 107
Es eso lo que Claude Calame llama la pragmática del relato ficcional que
hoy se denomina mito:
Regresad Perséfone junto a vuestra madre del velo azul. Conservad en vuestra
alma un pensamiento dulce y no os abandonéis a las penas inútiles. Cierta-
24 Claude Calame, «Les hymnes homeriques comme prières poétiques et comme ofrandes
musicales. Le chant Gimnique en acte», Revue METIS antrhopologie des mondes grecs anciens,
N.S. 10, 2012.
108 Anne-Marie Vanhove
mente, entre los Inmortales, no soy un marido indigno de vos, soy hermano
de Zeus. Cuando volváis a esos lugares reinarás sobre todas las sombras que los
habitan, y gozaréis de grandes honores reservados a las divinidades, y el castigo
golpeará al impío que descuidara ofreceros piadosamente sacrificios y cumplir
los dones sagrados […] 25
Querido hija ¿no has probado ningún alimento junto al rey de los muertos?
Habla, no me ocultes nada que conozco la verdad, pues si no era así tú podrías
en adelante habitar siempre cerca de mí, cerca de tu padre el temible Zeus, y
serías honrada por todos los dioses. Pero si has probado algún alimento, enton-
ces al retornar de nuevo al seno de la tierra consagrarás la tercera parte del año
a tu esposo y los dos tercios restantes los pasarás al lado mío y de los dioses
inmortales. En la época de la niñez de la tierra con las flores aromáticas y
variadas de la primavera volverás a las oscuras tinieblas, para gran asombro de
los dioses y de los hombres […]26
Augusta Diosa de las estaciones, poderosa Deméter, que nos colmáis de pre-
sentes, vos que reináis en la ciudad de Eleusis, en Paros y sobre la rocosa
Antrone, y vos, su hija Perséfone, ¡sed favorables a mi voz, dignaos darme una
vida feliz! no os olvidaré y voy a decir otro canto27.
25 Ibid.
26 Ibid.
27 Ibid.
Entrar en el circulo mágico de Deméter y Coré 109
En este poema, al final nos damos cuenta de que toda la narración está
centrada sobre Perséfone; Coré, coincidiendo con la residencia repartida que le
es asignada, oscila entre una mujer adulta (en tanto que esposa de Hades) y
una niña (en tanto que hija de su madre); al final del poema vinculado a la
primavera, Perséfone asume junto a Deméter la agricultora la función comple-
mentaria de suscitar en las entrañas de la tierra la germinación, el crecimiento
y el florecimiento a los cuales la sujeta su estatuto de niña, inscripta en su
denominación en tanto que Coré. Pero, por la alternancia que regula su resi-
dencia, la virgen-esposa permite también la comunicación de los dioses y los
mortales con el dominio de lo bajo sobre el cual reina Hades.
Se puede, por consiguiente, decir que en este poema ¿es de la muerte de
lo que se trata? En todo caso, en tanto que poesía cantada, considerada en el
proceso de puesta en discurso, el mito en la antigua Grecia arcaica es un rito.
Cuántas variaciones, espirales, evoluciones, alrededor de Deméter y de
Core-Perséfone. Las tomo a todas, las de antes, las olvidadas, las que no conocí,
las en desarrollo, las oficiales, las mutantes pero sobre todo las que sean poema,
canto, danza, rito, y que permitan abrir a otros movimientos, a otros espacios
de virtualidades, a otros posibles.
René Schérer
Mario Voyame
Vis
2 M. Savigny, Tratados de la posesión según los principios de derecho romano, Madrid, 1845, en
https://archive.org/details/bub_gb_CuC_21Mf5qMC pág. 214. Allí el autor refiere a la dife-
rencia que ya operaba entre una violencia simbólica y una violencia real.
3 Aristóteles, El arte de la retórica, Cap. II., Eudeba, Argentina, 2010, p. 159.
4 Platón. Las leyes. Ed. Alianza. Madrid, 2008.
5 Aristóteles, Ética Nicomaquea, Aguilar, Buenos Aires, 2010, p. 69 y La Gran Ética, cap. XIV,
Sarpe, Madrid, 1984, p. 60.
6 J. Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, Tomo IV, Ariel, Barcelona, 2004, p. 3324.
128 Mario Voyame
movimiento en tanto que: «lo sobrenatural puede perfeccionar lo natural» 7. Dado
que no todas las pasiones son demoníacas, pues también es posible la experien-
cia pasional de Dios, el preternatural permite generar un movimiento desde el
phatos que se convertiría en violento a posteriori, como ley. Así, es posible
controlar, limitar, modificar las pasiones de la carne. Santo Tomás otorga, de
este modo, al derecho divino lo que hasta el momento era propio del derecho
jurídico. El ejercicio de esa violencia podía ejecutarla el Vaticano en nombre
de Dios a través de la santa inquisición. Era la ira de Dios. Volvemos a un
término muy parecido a la hibris como furia. Era la furia divina representada
por ciertos poderes de la iglesia.
No vuelvo a encontrar esta discusión hasta la modernidad, con Voltaire,
Montesquieu, Hobbes, Locke, en todos los racionalistas. En su pensamiento
político, en el pasaje de los gobiernos absolutistas a los republicanos, lo jurídi-
co debía monopolizar la violencia para otorgársela al Estado. De este modo, los
estados modernos se constituyen en la operación que llaman monopolio del
ejercicio de la violencia. Es el Estado el único que puede ejercerla a través del
aparato jurídico.
7 Ibíd, p. 3325.
8 W, Benjamim, Estética y política, Las cuarenta, Buenos Aires, 2009, p. 31.
9 Ibíd., p. 36-37.
La violencia no conoce la risa 129
fuerza son categorías conceptuales que pondrá en juego), crea su legitimidad.
2) el segundo movimiento es la ley, que excluye la violencia como derecho. El
derecho fundado por la violencia se ejerce excluyendo la violencia como dere-
cho. 3) el tercer movimiento la ejecución de la violencia desde el estado y los
aparatos jurídicos para conservar el estado de legitimidad.
Con Walter Benjamin, la función diferenciada de la violencia, en las
condiciones europeas que le fueron contemporáneas, nos permite ampliar el
uso político del concepto. Le va agregando atributos o elementos complemen-
tarios a la violencia para describir distintos tipos de movimientos. Sin embar-
go, pareciera quedarse en una serie de dicotomías que se desprenden de la
primera entre: violencia del derecho y violencia pura (revolucionaria, divina).
Por otra parte al centrar su crítica en el criterio de legitimidad e ilegitimidad
favorece a la construcción y detentación del poder.
Más adelante, década del 30, segunda guerra mundial, décadas del 50 y
60, a nivel mundial se intentaba dar cierta legitimidad a los movimientos
populares -una vez más la palabra movimiento- con un cierto derecho a la vio-
lencia con respecto a la violencia del Estado. El uso de la violencia y la necesi-
dad de diferenciarla de otros «fenómenos» aparece con Hanna Arenth10, en el
71, en su texto Sobre la violencia:
Es, creo, una muy triste reflexión sobre el actual estado de la ciencia política
recordar que nuestra terminología no distingue entre palabras claves tales
como «poder», «potencia», «fuerza», «autoridad» y finalmente «violencia»11.
Y luego:
[…] a medida que ese sistema de símbolos se perfecciona, vemos cómo las
cosas se descomponen, se perturban, se disuelven. Y que la presión de ese
sistema simbólico va siempre más lejos en una cierta elaboración, que no
podemos concebirlo, al contrario, como una suerte de adecuación de vesti-
menta que se pega, que sería dada por el sistema de símbolos a las cosas. Todo
el progreso del sistema de símbolos que es el sistema de las ciencias –es inútil
decirles que se acompaña de esta especie de conmoción que uno llama como
quiere: conquista de la naturaleza, transformación de la naturaleza, hominiza-
ción del planeta. Sobre lo que queda tal ambigüedad que la noción misma de
una especie de violación15 de la naturaleza, no podemos decir que no sea
presentificada en nuestra época de la manera más evidente.16
Allí donde soy reconocido como objeto, pues ese objeto en su esencia es una
conciencia, una Selbst-bewusstsein, ya no hay otra mediación que la de la vio-
lencia. Obtengo lo que deseo, soy objeto, y no puedo soportarme como obje-
to, no puedo soportarme reconocido sino en el mundo, el único modo de
reconocimiento que pueda yo obtener. Es preciso, pues, a todo precio, zanjar
entre nuestras dos conciencias. Tal es la suerte del deseo en Hegel20.
Y luego:
[…] el deseo del Otro no me reconoce21 como cree Hegel, lo que vuelve muy
fácil la cuestión. Porque si me reconoce, como nunca me reconocerá lo suficiente,
no tengo más que utilizar la violencia. Por lo tanto, ni me reconoce ni me
desconoce. Porque sería demasiado fácil: siempre puedo salir de allí a través de
la lucha y la violencia22.
17 Ibíd.
18 Ibíd.
19 J. Lacan, sesión del 21-11-62. http://ecole-lacanienne.net/wp-content/uploads/2016/04/
1962.11.21.pdf, p. 15.
20 Ibíd, p. 17.
21 El subrayado es mío.
22 J. Lacan, sesión del 27-2-63. http://ecole-lacanienne.net/wp-content/uploads/2016/04/
1963.02.27.pdf, p. 44.
132 Mario Voyame
La agresividad en psicoanálisis
Susana Bercovich
¿Qué decía allí el… analista, filósofo, activista… que había levantado
semejantes debates encendidos? Aquello era un revuelo apasionado hacia las
más diversas direcciones (históricas, políticas, analíticas, etc.) La cosa había
terminado por tomarme: brinqué de la revista a la web donde aún estaba la
entrevista que George Vestlos le hizo a Guattari en 1991 para la televisión
griega, entrevista a la que refería el debate transcrito en L´Unebévue. Me quedé
pasmada durante los 35 minutos que duró. Me dije: «Guattari habla para
hoy». Si bien había incursionado su lectura en los años ochenta, lectura en-
marcada en el contexto de las dictaduras en Sudamérica, ahora lo descubría
como un pensamiento novedoso, actual y de una potencia vital vertiginosa.
Decidí estudiarlo. Imposible. Félix Guattari no se presta a ser estudiado
o aprehendido. Me encontré con la misma impresión de cuando los primeros
intentos por estudiar a Lacan. Tampoco hay en Guattari un sistema de pensa-
miento. Su lectura del mundo, desde lo más singular hasta lo planetario, se
produce en registros diversos e inestables. Hay en él la captación de una hete-
rogeneidad en un presente vivaz que luego transmite como puede, y que cada
quien pesca también como puede ¿Cómo estudiarlo? No hay una retórica, ni
una prosa. Guattari no se deja, él, atrapar en un pensamiento fijo. Su quehacer
es inseparable de su escritura.
Tras la diversidad de los entes no está dado ningún zócalo ontológico unívoco
sino un plano de interfaces maquínicas. El ser se cristaliza a través de una
infinidad de conformaciones enunciativas… Así, los puntos de vista singula-
res sobre el ser, con su precariedad, sus incertidumbres y sus aspectos creado-
res, priman sobre la fijeza de las estructuras propias de las visiones universalis-
tas… nos veremos llevados a postular la existencia de un caos determinista
moviéndose a velocidades infinitas.2
3 Ibid., p. 111.
4 Ibid., p. 86.
De nuevo, recibir a Félix Guattari 137
5 Algo que por otra parte Lacan señala a su modo desde los años cincuenta al hacer equivaler
la represión con el retorno de lo reprimido.
6 Ibid., p. 131.
7 José Attal, El pase, ¿a título de qué? La tercera proposición de octubre de Jacques Lacan. Tr. Susana
Bercovich. Col. Grapas + de me cayó el veinte, México, 2012, p. 116.
8 Citado por José Attal, ibid. p. 103, tomado de «Vértigo de la inmanencia. Refundar la
producción del inconsciente», Cactus, Buenos Aires, 2015.
138 Susana Bercovich
11 «En este seminario (Les non dupes errent)… habrá una serie de increíbles modificaciones por
parte de Lacan, es decir, revisiones de los puntos más firmes de su doctrina. Es una verdadera
desterritorialización, una serie de cambios de planos de consistencia que obligan también a la
«revisión» del pase.» José Attal, op. cit., p. 88.
12 Mayette Viltard, op. cit., p. 57.
13 Se pueden apreciar las fotos tomadas por Félix Guattari en la granja-hospital Fernando
Ocaranza en el libro Manicomios y prisiones. Aportaciones críticas del I Encuentro Latinoamericano
y V Internacional de Alternativas a la psiquiatría, realizado en la ciudad de Cuernavaca del 2 al 6 de
octubre de 1981, Sylvia Marcos coordinadora, Ed. Fontamara, México, 1987, pp 79-86.
140
Jean Allouch
I. Visión guerrera
1 Michel Foucault, Obras esenciales (vol. 3), Barcelona, Paidós, 1999, p. 371.
Una voluntad de saber… ¿para saber? 141
2 «Contra el dispositivo de sexualidad, el punto de apoyo del contraataque no debe ser el sexo-
deseo, sino los cuerpos y los placeres». Historia de la sexualidad 1, La voluntad de saber, Buenos.
Aires, Siglo XXI, 2014, p. 150.
3 Michel Foucault, Historia de la sexualidad, op. cit., p. 14.
4 Foucault? Una mirada (no soy el único ni el primero en haberlo notado). Una mirada que
sabe ver lo que lo mira. El nacimiento de la clínica (Buenos Aires, Ed. Siglo XXI) es ejemplar al
respecto. Mientras Lacan no escatimó elogios celebrando la publicación de esta obra, Foucault
declaraba que había sido el único en leerla (testimonio de Daniel Defert).
142 Jean Allouch
Esta sexualidad que durante algún tiempo tuvimos razón en denunciar como
reprimida, hay que ver (subrayo) que hay que superarla (…) Hay que desbor-
darla. Dicho de otro modo, es un proceso de aceleración que quisiera hacer
nacer en relación al tema izquierdista de la represión y para nada un mecanis-
mo de detención diciendo: «Ya se habló demasiado de eso, volvamos a las cosas
más sensatas».7
Para tener lugar, una pelea elige sus lugares. Foucault estratega. Percibi-
mos uno de esos lugares, uno de los más decisivos, cuando menciona My Secret
Life, obra, como se sabe, publicada anónimamente a fines del siglo XIX.
Foucault concede a este autor inglés al que declara «solitario», un estatuto
eminente: fue, escribe, «el representante más directo y en cierto modo más
ingenuo de una plurisecular conminación a hablar del sexo»8. Centralidad del
personaje, entonces, en el análisis de Foucault. Dos trabajos publicados poste-
riormente permiten acercarse a lo que My Secret Life puso en marcha. Cierta-
mente el autor mismo, Foucault lo señala, cuya escritura incrementa las sensa-
ciones eróticas. Sin embargo, él no estaba tan solo en esto como Foucault
afirma. En L’Irrésistible Ascension du pervers entre littérature et psychiatrie9, re-
uniendo las publicaciones de la época que debemos a novelistas, a psiquiatras
de saber, la cual, además, no podría, sin más, ser recibida como preponderante
en la susodicha «red sutil». El placer, principalmente, cuestiona esa elección.
No porque búsqueda de placer y voluntad de saber se opongan; de cierta ma-
nera, juntas se llevan bien. Entonces, ¿qué es lo que, a fin de cuentas, prima
entre esas dos miras? El título parece zanjar. ¿Va bien así? Por otra parte, las
mismas preguntas se plantean igualmente con respecto al poder. ¿No será ese
el término que domina en la red sutil, la voluntad de saber puesta entonces a
su servicio, siendo su instrumento?
Mientras escribía esta última frase, mis dedos intervinieron como para
llevarla más allá; aprovechando la proximidad, en el teclado de la computado-
ra, de la i y de la o, un feliz lapsus calami me hizo escribir «violuntad» de
saber16. Tal «violación», deja entrever la erótica de esta voluntad inferida. «In-
ferida», digo, pues interviene entonces en Foucault, no tanto como la simple
comprobación de una realidad observable sino como una pieza tan indispensa-
ble como el poder, el placer y el discurso, ya que se trata de ofrecer su consis-
tencia al dispositivo de sexualidad, de darle cuerpo. Cuatro términos construi-
dos y anudados configuran ese dispositivo y quizás atrapan en su red, si no la
erótica, al menos esta versión de la erótica que fue denominada «sexualidad».
17 Observando con asombro a su abuela cubrir con trapos las patas del piano, un niño la
interroga y recibe como respuesta: «No se muestra las piernas». Sacado de ya no sé qué novela
contemporánea, es un bello ejemplo del síntoma en el sentido freudiano: dichas «piernas»
tuvieron durante un buen tiempo un lugar privilegiado en las fantasías eróticas del niño.
18 Se trata claramente, aunque silenciosamente de Lacan, cuando Foucault de alguna manera
objetándose él mismo, escribe: (pág. 79) «no habría que imaginar que el deseo está reprimido,
por la buena razón de que la ley es constitutiva del deseo y de la carencia que lo instaura.» Aquí
tienen un Lacan sin tener en cuenta el matiz con el que Lacan pensó, un tiempo, la relación del
deseo a la ley. Asimismo habría que haber borrado la distinción entre la represión (répression)
y la represión (refoulement) (en provecho de la primera) para poder diseñar una representación
«jurídico-discursiva» del poder que se considera que comanda «tanto la temática de la repre-
sión (répression) como la teoría de la ley constitutiva del deseo» (pág. 80). Consideré estas
cuestiones con mayor detenimiento en No hay relación heterosexual, Córdoba, Ediciones Lite-
rales, 2017, cap. II.
19 Me expliqué al respecto en El psicoanálisis ¿es un ejercicio espiritual? Respuesta a Michel
Foucault (Buenos Aires, Ediciones Literales, 2007), seguido de varios artículos, particular-
mente: « Cuatro lecciones propuestas por Foucault al análisis» (divanes nómades nº 2, 2015);
«L’analyse sera foucaldienne ou ne sera plus» (en Foucault et la psychanalyse, bajo la dirección de
Amos Squverer et Laurie Laufer, Paris, Hermann, 2015).
146 Jean Allouch
20 Foucault propone una lista similar, ciertamente más breve, en la página 17 de La voluntad
de saber, agregando que la «hipótesis represiva» agruparía los términos. El análisis, comprendi-
do el freudiano, está aquí muy poco concernido, porque si un concepto debería, en Freud,
subsumir el conjunto de esos términos, no sería el de represión (répression) sino más bien el de
represión (refoulement) originaria. Elegir, como lo hace Foucault, la primera en lugar de la
segunda cruza, recorta, respalda su no-consideración del síntoma.
21 Aunque de manera diferente, la verdad no está menos presente en Foucault que en Lacan,
cf. Frédéric Gros, «Michel Foucault, une philosophie de la vérité», en Michel Foucault, Œuvres
philosophiques, Paris, Gallimard, 2004, pp. 11-25. Ese texto de F. Gros señala, de entrada, lo
que claramente abre la vía, en Foucault, de su cruce con Lacan: «En Foucault, la relación del
sujeto con la verdad, no es pensada desde el lazo interior con el conocimiento, sino construida
a partir de la relación exterior con la historia», pp. 11-12. Cambien «histoire» (historia) por
«hystoire» (condensaión entre histoire e hystérie), introduzcan la histeria y tendrán a Lacan en
Foucault. Sin que, por otro lado, ni uno ni otro se revuelquen en la psicología. Poco después,
F. Gros escribe: «El problema ya no es pensar el ser de un sujeto originario, pre-dado». Lo que
Lacan firma a dos manos.
Una voluntad de saber… ¿para saber? 147
Decir «Yo sé», sostenerse ahí, suena falso. La falsedad no es aquí tanto la
del saber (que queda en el camino) como la de la enunciación misma, que
sostiene la conciencia de saber. De ahí, la siguiente declaración, también de
Lacan que, en pocas palabras, cuestiona la primera tópica freudiana: «Siempre
tuve que vérmelas con la conciencia, pero bajo una forma que formaba parte
del inconsciente».23 Saber que uno sabe, ¿es posible encontrar un modo mejor
de hacer consistir esta ignorancia que los budistas, asociándola al amor y al
odio, identificaban como pasión?
Pregunta: la erótica ¿es factible apartando lo que suscita de voluntad de
no querer saber nada de eso24? Además, ¿qué sería el saber si está excluido que
conscientemente se sepa lo que se dice?
Es entonces desde ahí que, he querido precisarlo, planteo la pregunta:
¿qué es en Foucault, a la vez, el saber y su relación al saber? ¿Qué es en él el
nudo del saber y de la voluntad? ¿En qué consiste entonces lo que llama «vo-
luntad de saber»? ¿Es ordenadora del dispositivo de sexualidad como lo sugiere
su título?
22 Jacques Lacan, L’Insu que sait de l’unebévue s’aile à mourre, sesión del 15 de febrero de 1977,
en L’unebévue N° 21, Psychanalystes sous la pluie de feu, unebévue-éditeur, 2004. Versión bilin-
güe en el sitio de la école lacanienne de psychanalyse: http:// http://ecole-lacanienne.net/
23 Ibid. He aquí una nueva bomba arrojada al freudo-lacanismo.
24 Dejo en nota al pie la continuación de la frase: «no querer saber nada… de la inexistencia
de la relación sexual».
25 En su «Situación del curso» Daniel Defert proporciona el conjunto de referencias sobre la
148 Jean Allouch
instancia del saber en Foucault y ofrece así una importante guía de lectura a quien emprenda
el estudio de esta cuestión.
26 No puedo mencionar esta obra sin señalar la contribución de Gerburg Treusch-Dieter:
«Chercher la femme» chez Foucault». Aquí retoma lo que Foucault denomina el sexo (diferen-
te de la sexualidad) en La Voluntad de saber, de manera tan inédita como inesperada. ¿Quién
hubiera podido imaginar que Dios muestra ahí la punta de su nariz?
27 Jacques Lagrange, « La Volonté de savoir de Michel Foucault ou une généalogie du sexe »,
Psychanalyse à l’université, 1977, vol. 2, n° 7, pp. 541-553.
28 Al menos dos. Historia de la sexualidad. op. cit. p. 88 «Por poder (…) hay que comprender,
primero, la multiplicidad de las relaciones de fuerza inmanentes y propias del campo en el que
se ejercen»; p. 89: «El poder (…) es el nombre que se presta a una situación estratégica
compleja en una sociedad dada.»
29 Michel Foucault, Historia de la sexualidad, op. cit. p.17.
Una voluntad de saber… ¿para saber? 149
Al final de ese texto, la distinción del placer y del saber se desvanece, los
genitivos desaparecen, un guion los reúne. ¿Habría podido ser así, si el autor
hubiera producido una estricta definición de esos términos? Sin temor a equi-
vocarnos, podemos responder que no. Tanto más cuanto que Foucault escri-
be32 «bastón-sexo» al instrumento con el cual Charcot, el 25 de noviembre de
1877, solicitaba los ovarios de una histérica.
A lo largo de las páginas, se percibe que el poder adquiere cada vez más
importancia. La «voluntad de saber» no es propiamente puesta en juego como
apuntando a obtener una ganancia de saber; ella concierne a ese saber que
cierto poder necesita. Voluntad de saber del poder. Regreso, pues, a la visión
guerrera, tanto más dado que –¿no es cierto?– la lucha continúa, ya que la
normalización ha extendido su dominio, desde 1976, quizás incluso más allá
de lo que Foucault hubiera podido imaginar. ¿Para qué podría servir hoy?
Elegido cuidando su conformidad con lo que presenta la obra, su título
debería haber sido: El dispositivo de sexualidad, o incluso, más neutro, Introduc-
ción a la historia de la sexualidad –título de la traducción de la obra en inglés,
con el que sin duda acordó Foucault (The History of Sexuality, I, Introduction).
Mientras que, si se toma la voluntad de saber como siendo la de Foucault, otra
voluntad, y diferente, aparece la de ver eso, ese dispositivo, y la de presentar
esta visión a quien pudiera interesarle (a los militantes en primer lugar, aque-
llos que aún creen en el sexo reprimido por liberar).
Distinguiendo dos dispositivos, el de la sexualidad y el llamado de alianza,
Foucault cohabita con otros autores a quienes no negará su estima. Comenzan-
do por Platón que también diferenciaba dos registros eróticos: un deseo sexual
30 Ibíd., p. 95.
31 Ibíd., p. 75.
32 Ibíd., p. 56.
150 Jean Allouch
y una erótica metafísica33. Lacan sostiene un clivaje similar: por un lado, una
analítica de las pulsiones, del objeto a; por otro, una analítica de la relación
sexual. Por último, Gayle Rubin, cuyo recorrido no puede resultar aquí más
ejemplar, pues después de haber reunido el sexo y el género en un mismo
«sistema», la fuerza de las cosas la llevó, también a ella, a introducir una distin-
ción en la erótica: sexo por un lado, género por otro34.
Que tantos autores, y tan diferentes (y sin dudas habría muchos más, y
en particular Freud, cuyo concepto de «pulsión de muerte» tomó nota de una
erótica de la muerte) hayan separado la erótica, distinguido dos dispositivos, o
dos registros, o dos analíticas, o dos sistemas, deja entrever que debe haber allí
una necesidad funcionando. Tanto más cuanto que tomarlas en conjunto po-
dría aclarar a cada una. Así, la teoría del género desarrollada por Gayle Rubin
aparece precisamente situada. Vista a partir de Foucault, será reconocida por
surgir del dispositivo de alianza, desde Lacan de la analítica de la relación
sexual y desde Platón de la erótica metafísica.
33 Cf. David Halperin, « Platonic Erôs and What Men Call Love », Ancient Philosophy, vol. 5,
n° 2.
34 Cf. Gayle Rubin, Judith Butler, Marché au sexe, trad. del inglés (Estados Unidos) por Éliane
Sokol y Flora Bolter, París, Epel, 2001. Así como Gayle Rubin, Surveiller et Jouir. Anthropologie
politique du sexe, trad. del inglés (Estados Unidos) por Flora Bolter, Christophe Broca, Nicole-
Claude Mathieu y Rostom Mesli, textos reunidos y editados por Rostom Mesli, prefacio de
David Halperin y Rostom Mesli, París, Epel, 2010. «En oposición a mi perspectiva en «El
mercado de las mujeres »(escribe Rubin, citada por Halperin y Mesli en su prefacio, p. 16),
hoy sostengo que es esencial separar analíticamente (yo subrayo) el género y la sexualidad para
reflejar mejor su existencia social separada.»
151
Claude Mercier
1 Marcel Duchamp realiza con un cuidado meticuloso un cierto número de cajas idénticas:
caja de 1914, caja verde (1934), caja blanca «À l´infinitif» (1966). Las cajas estaban constitui-
das por hojas sueltas que dejan al lector-mirador la posibilidad de agenciamientos semi-
aleatorios. Gran número de notas se encuentran hoy disponibles en libros (Marchand du sel,
Duchamp du signe, Notes, etc. En catellano: Notas, Tecnos, Madrid 1998). Seguiremos en esto
a Marcel Duchamp que recomienda no separar obras plásticas y textos, y veremos así el papel
de la titularización de los cuadros.
Éros-rosée. La aventura [a]temporal del nudo borromeano 153
dujo una caja para Étant donnés, sería necesario que cada mirador fabricara una
con cierto número de elementos que el anartista nos ha dejado a lo largo de la
concepción de esta obra, sin prohibirse extraerlos de otras cajas, ya que las
obras y las entrevistas están a nuestra disposición.
Además, resulta cada vez más difícil hablar hoy de Marcel Duchamp, ya
que ocupa un lugar casi dominante en el arte del siglo veinte, y puede decirse
que ningún teórico del arte omite o puede omitir citar, ya sea el Ready-made o
El gran vidrio, y menos aún esta frase ya citada pero muy enigmática: Es el
mirador quien hace el cuadro. Pero sería falso considerar que el lugar que ocupa
hoy en día Duchamp tuvo siempre la misma importancia. En numerosas en-
trevistas, él vuelve a menudo sobre el pequeño número de personas que se
interesaban en su obra y, por ejemplo, cuando se publicó, en 1958, el libro
Marchand du Sel, Écrits de Marcel Duchamp, fue un fracaso monumental. Por
otra parte, en los años 60, hubo numerosas críticas feroces sobre su obra. En
Francia, podría situarse «la explosión Duchamp» en los años 70, sobre todo en
1975 y principalmente en 1977 con la inauguración del museo Beaubourg y
su retrospectiva Marcel Duchamp.
Una de las primeras notas que querría poner en mi caja concierne a un
fragmento de una entrevista de Marcel Duchamp con Pierre Cabanne, realiza-
da en 1966, es decir, en el año en que Duchamp terminó Étant donnés, pero
cuando esa obra aun no era conocida por el público, quien tendrá acceso a ella
recién en julio de 1969, algunos meses después de la desaparición de su autor,
según sus disposiciones testamentarias:
una flecha para indicar el movimiento. Sin saberlo, había abierto una ventana
hacia algo diferente. Esta flecha era una innovación que me gustaba mucho, el
lado diagramático era interesante desde el punto de vista estético.
PC – ¿Ella no tenía significación simbólica?
MD – Para nada. Sólo la que consistía en introducir en la pintura me-
dios un poco diferentes. Era una especie de escapatoria. Usted sabe que siem-
pre hubo en mí esa necesidad de escaparme...
Marcel Duchamp volverá repetidamente sobre esta obra, y podemos
decir que muchos críticos de arte eliminan en sus estudios esta frase: «Esta
flecha era una innovación que me gustaba mucho, el lado diagramático era
interesante desde el punto de vista estético». Sin soltar el lado diagramático de
esta primera hoja en la constitución de nuestra caja, querría presentarles un
pequeño hallazgo2 que concierne a la exposición de 1942 en Nueva York.
2 Pero quizás no lo sea; ¡hay tanta gente que toma un plagio por una audacia, una parodia por
una risa o, peor aún, un miserable hallazgo por una creación!
3 Traducción de Juan José Ceselli, Compañía general fabril editora, Buenos Aires, 1982, p. 16.
mantenemos la palabra fulmicotón, que existe en español y no designa exactamente lo mismo
que la nitroglicerina. N de T.
Éros-rosée. La aventura [a]temporal del nudo borromeano 155
4 J. C. Maxwell, Science and Free Will, citado por Prigogine, I & Stenger, I. La nueva alianza.
Metamorfosis de la ciencia. Alianza Editorial. Madrid. 2° edición 1990. pág. 106,107. Actual-
mente, cierto número de artistas contemporáneos utilizan estos puntos singulares en sus
producciones.
Éros-rosée. La aventura [a]temporal del nudo borromeano 157
Las masas son imposibles de educar. Nos detestan y nos matarían con mucho
gusto. Son los imbéciles los que, al unirse contra los individuos libres e inven-
tivos, solidifican lo que ellos llaman la realidad, el mundo «material» tal como
lo sufrimos. Eso les conviene. Es el mismo mundo que la ciencia después
observa y del que decreta las pretendidas leyes. Pero todo el esfuerzo del
porvenir será el de inventar, como reacción a lo que pasa ahora, el silencio, la
lentitud y la soledad. Hoy en día, se nos acorrala.5
5 Más cerca de nosotros está lo que declara Gilles Deleuze en febrero de 1977: «El viejo
fascismo, por actual y poderoso que sea en muchos países, no es el nuevo problema actual. Se
nos preparan otros fascismos. Todo un neofascismo se instala, en relación al cual el antiguo
fascismo parece folklore [...] En lugar de ser una política y una economía de guerra, el
neofascismo es un acuerdo mundial para la seguridad, para la gestión de una «paz» no menos
terrible, con la organización concertada de todos los pequeños miedos, de todas las pequeñas
angustias que hacen de nosotros otros tantos micro-fascistas encargados de sofocar cada cosa,
cada rostro, cada palabra un poco fuerte, en su calle, su barrio, su sala cine».
158 Claude Mercier
7 Pierre Cabanne, Duchamp et Cie, edición Pierre Terrail, París, 1996, p. 12.
8 Marcel Duchamp muere el 2 de octubre de 1968, y Étant donnés fue presentada por primera
vez al público el 7 de julio de 1969.
9 El manual de montaje fue publicado en 1987, pero cualquiera puede verlo hoy en día en la
web. En 1966, Marcel Duchamp publicó también una recopilación de sus antiguos manuscri-
tos consagrada a la cuarta dimensión: À l´infinitif.
160 Claude Mercier
maniquí, de sus miembros (la ubicación del desnudo, que deberá hacerse sin
el antebrazo), las ramas, la numeración de los ladrillos, el voltaje y la orienta-
ción de las lámparas, habiendo calculado casi al milímetro las distancias, etc.
Esta aproximación desmontable es rigurosa y anexacta.
El mirador está frente a una puerta de madera, sin picaporte, ni cerradu-
ra, ni goznes, como si el tiempo estuviera fuera de sus goznes. Dos clavos han
sido quitados de la puerta, lo que permite mirar a través de ella. En el manual
de montaje, Marcel Duchamp precisa que esos dos agujeros deberán estar a
una altura de 1,536 metros del suelo (en el manual, Duchamp indicará: «altu-
ra de las marcas: 1,536 m.»).
Por esos agujeros, la mirada pasa a través de un muro de ladrillos aguje-
reado. Los ladrillos están numerados, son 69 –cuando, por razones técnicas
fuera necesario agregar una hilera de ladrillos, Duchamp utilizará las letras de
la A a la H, haciéndole quizás un guiño a su pasión por el ajedrez. Quisiéramos
proponer una lectura diferente en lo que se refiere al muro de ladrillos y su
agujero. No es un muro agujereado, sino la fabricación de un agujero, total-
mente construido por el emplazamiento de ladrillos distintos y amovibles.
El maniquí es un moldeado en yeso recubierto de cuero. Se compone de
tres partes: el tronco, el brazo izquierdo que sostiene la lámpara Bec Auer, la
cabeza con un mechón de cabellos rubios fijado con un broche de la ropa.
Duchamp fechó, firmó y nombró su obra en el hombro derecho, pero eso no
se ve desde las marcas del mirador. Una gran parte del moldeado fue realizado
a partir del cuerpo de Maria Martinis10, amante de Marcel Duchamp entre
1945 y 1950. En las cartas que le escribe, Duchamp habla a menudo de
«nuestra escultura» que describe como «ese cuadro viviente como mi mujer
con el zorro abierto» y de «Nuestra Dama de los deseos». El cuero que recubre
el moldeado de yeso no es, como hipotetizaron algunos, de piel de cerdo sino
de vitela según los últimos análisis, vitela que volvemos a encontrar en la en-
cuadernación de libros y también en guantes. El maniquí descansa sobre ra-
mas y a una cierta altura del suelo. Entre los agujeros del mirador y el maniquí,
10 Marcel Duchamp experimentó una gran pasión amorosa por Maria Martinis. Realizó para
ella un cuadro tachista «Paysage fautif» con su esperma. Notemos que la obra objet-Dart
formaba parte de la armadura utilizada para construir la figura de Étant donnés. Se trataba de
la parte de un molde que sirvió para formar el pecho, y objet-Dart era uno de los trozos del
molde que fue roto. De ese trozo que le gustaba tanto, Duchamp hizo una obra independien-
te.
Éros-rosée. La aventura [a]temporal del nudo borromeano 161
tenemos una línea de fuga que sería, por ejemplo, inversa a la que utilizaba
Van Gogh cuando había cortado los pies de su caballete.
Hay una lámpara fluorescente ubicada en una caja metálica (una simple
caja de galletas), y un disco de aluminio perforado, que un pequeño motor
eléctrico hace girar. Los rayos de luz intermitentes crean de este modo la ilu-
sión de una caída de agua.
En el fondo, un tercer plano está constituido por la fotografía de un
paisaje de 111 cm. de ancho por 160 cm. de alto. La fotografía en blanco y
negro está retocada y no pueden verse claramente todos los detalles de ese
paisaje. El cielo y las nubes son de cartón azul y de algodón.
Étant donnés es un inmenso revoltijo hecho con una lata de galletas, un
palo de escoba, un mechón de cabellos con un broche de la ropa, con haces de
ramas, etc. es un interior que nos ubica en el exterior de otro interior.
Tal como lo señalará Duchamp en 1914: «Étant donnés: 1º la cascada;
2º el gas de alumbrado; nosotros determinaremos las condiciones del Reposo
instantáneo (o apariencia alegórica) de una sucesión de hechos que parecen
necesitarse unos a otros por leyes, para aislar el signo de la concordancia entre,
por una parte, ese Reposo (...) y por otra parte, una elección de Posibilidades,
legitimadas por esas leyes que también las ocasionan.»
Peep show o glory hole? [número 6: una foto de la puerta y luego otra a través
de ella]
12 Eric Alliez, Défaire l´image de l´art contemporain, Editions Les presses du réel, octubre
2013, p. 317. Libro escrito en colaboración con Jean-Claude Bonne.
Éros-rosée. La aventura [a]temporal del nudo borromeano 163
13 Alliez agrega esta nota (830, p. 317): «Sobre un esquema que despliega en cartón de Étant
donnés, Duchamp escribió con un crayón muy suave la leyenda «centro del pt. de vista»
refiriéndose a un trazo que une un punto virtual –inocupable frente a la puerta– entre los dos
agujeros de voyeuristas [Taylor, pl. 72c, p. 353]».
14 Gilles Deleuze, Félix Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Pre-Textos, Valen-
cia, 1994, p. 371.
164 Claude Mercier
15 Involución es la relación o la ley envueltas por una variación. Por ejemplo: un triángulo que
Éros-rosée. La aventura [a]temporal del nudo borromeano 165
se supone que gira alrededor de un eje, las disposiciones de los puntos definidos sobre el eje
por la proyección de las tres puntas y por la prolongación de los tres lados. Cf. René Taton,
L’œuvre mathématique de Desargues, Édition Vrin, 1951, p. 110. Aconsejamos también la
lectura de las actas del coloquio Desargues et son temps, publicada con la colaboración del
laboratorio de historia de las ciencias del C.N.R.,S., librairie scientifique A. Blanchard, 1994.
16 Giles Deleuze y Félix Guattari tampoco dejarán a Girard Desargues a lo largo de sus
trabajos. Giles Deleuze, en uno de sus úlimos escritos, mostrará toda la importancia de
Desargues en la lectura de las tres Éticas de Spinoza. Giles Deleuze, Crítica y clínica, Anagra-
ma, Barcelona, 1996. Capítulo 17: Spinoza y las tres «Éticas», pp 192/209, sobre todo las
páginas 196/7 y203/4 que funcionan como una modulación de máquina y estructura. Tal
como lo señalará Lacan el 18 de mayo de 1966 «en pleno corazón del pensamiento del siglo
XVII, algo que ciertamente permaneció desconocido, o incluso fue abucheado –usted sabe
tan bien como yo de quién voy a hablar– a saber, de aquél que recibió los tomatazos, que se
guardó su asuntito y que, sin embargo, quedó indicado como habiendo, para los mejores,
brillado con el resplandor más vivo, dicho de otro modo, George Desargues».
166 Claude Mercier
Analogía infraleve
18 De «agua y gas en todos los pisos» hemos pasado hoy a «Wifi libre».
19 Sobre el dispositivo puesto en práctica entre el cuadro de Courbet y el escondite de
Masson, ver el artículo «L´evidence du même, ou une expérience du laberynthe», en L´Unbévue
nº 12: L´opacité sexuelle II. Dispositifs, agencements, montages, París, unebévue-éditeur, 1998.
168 Claude Mercier
elegidos según Courbet, que retoma el cuadro de Courbet La mujer con medias
blancas (1861) al que Duchamp agregó un halcón. Del halcón al falso agujero,
pasando por el falso coño20, y quizás tenemos una posible lectura de Étant
donnés que también nos permita responder a la pregunta: ¿dónde está el diagra-
ma en Étant donnés? Pregunta ligada al hecho de que es el mirador quien hace
el cuadro. Pero quizás debamos retrasar aún un instante esta lectura. Como
dice el señor X: «No vayamos demasiado rápido». En una carta a Jean Suquet
del 25 de diciembre de 1949, Duchamp precisará la importancia del lazo obra
plástica/texto: «Un punto importante también, que ustedes sintieron exacta-
mente, recae sobre la idea de que el vidrio, al fin de cuentas, no está hecho para
ser mirado (con los ojos «estéticos»), debía estar acompañado de un texto de
«literatura» tan amorfo como fuera posible, que no tomara forma nunca [como
las notas reunidas en la caja verde de 1934. Le corresponde al lector hacer el
montaje]; y los dos elementos, vidrio para los ojos y texto para la oreja, además
del entendimiento, debían complementarse y sobre todo, impedirse uno a
otro tomar una forma estético-plástica o literaria».
20 En francés, «Du faucon au faux trou en passant par le faux con». Hay allí un juego de palabras
que no se mantiene en el español (N. de T.).
21 Al ser aliteraciones, con la traducción se pierde el efecto de sonoridad hacia el que se
dirigen. De todos modos, su traducción aproximada sería: «No me resisto nunca al placer de
aliterar». «De planta de invernadero a flor de maceta. Los corsés del Quai d´Orsay. Sales de
baño bella de senos. Mis saludos muy Mistinguett».
Éros-rosée. La aventura [a]temporal del nudo borromeano 169
readymades: Signed Sign22, otras lenguas son convocadas para mostrar tanto la
unidad de su sentido como la identidad de su sonido. Duchamp mata la len-
gua mayor por la invención de un uso menor de la lengua mayor –no se trata
de una lengua mayor y de una lengua menor, lo que reintroducirían un dualis-
mo. Son títulos como palabras-soplos, palabras-valijas, o más bien construc-
ción valija-tensor de la lengua que evita la evidencia, a leer literalmente, único
medio de no reintroducir constantes intrínsecas o variables extrínsecas. Esas
transformaciones afectan a parte de un acontecimiento, y no permanecen pe-
gadas a sus circunstancias accidentales y a su efectuación empírica. Es un pro-
22 Agreguemos a esta corta lista readymade aidé y readymade aided. Duchamp desplegará el
diagramatismo en los ready-mades utilizando una lógica de lo infraleve, lógica molecular en la
que no juegan las leyes de la causalidad ni de la no-contradicción. El ready-made no requiere
ningún saber-hacer especializado, sino un saber-hacer con. Duchamp elegirá la mecanografía
en lugar de utilizar la aproximación clásica en pintura: «me interesaba utilizar un procedi-
miento mecánico para salir de la tradición». Duchamp se burlaba mucho del genio artístico,
y los ready-mades son un medio de salir del valor de la obra de arte. Los ready-mades nos hacen
salir de la problemática del original y de la copia y no están atados a los valores económicos y
estéticos tradicionales, sino que producen una transvaluación de todos los valores. El ready-
made necesita un gesto y nos fuerza a pensar de otro modo. Nos desterritorializa y nos
reterritorializa produciendo una nueva subjetividad. El ready-made es elegido suspendiendo y
neutralizando el juicio del gusto –pensemos aquí en el escurridor [portabotellas o más bien
erizo] que escurre el gusto (égouttoir qui égoutte le gout) –: «Lo interesante para mí era extraer
el objeto de su terreno práctico o utilitario y llevarlo a un terreno completamente vacío, vacío
de todo, vacío de todo a tal punto que hablé de anestesia completa». Duchamp suspende la
racionalidad. El ready-made es un encuentro, es nombrado, fechado y firmado, como un
diagrama: Fontaine, 1917, R. mutt. Duchamp se ponía contento y era atento cuando las
personas le decían que iban a reanimar algunos ready-mades, pensamos aquí en Fontaine, que
fue reanimado por un martillazo en el museo de Beaubourg; si eso no fue reírse de las
instituciones, hay que señalar, sin embargo, que con ese gesto, el ready-made, reactivado por
una tierna caricia, salió de su valor de mercado, quedaba sin valor. Cuando se le preguntará a
Duchamp cómo elije un ready-made, responderá: «Él lo elige a uno, por así decir». Los ready-
mades están siempre acompañados por juegos de palabras que permiten a Duchamp encontrar
allí una fuente de estímulo, tanto por su sonoridad como por las significaciones inesperadas
ligadas a las relaciones entre palabras dispares. Con los ready-mades, no se trata de una
representación, sino de una presentación. Duchamp aplicará el diagramatismo para producir
otros nombres que firmarán los ready-mades, suspendiendo todas las significaciones del len-
guaje: «Rrose Sélavy nacida en 1920 en N. Y. / ¿nombre judío? / cambio de sexo / al ser Rose
el nombre más «feo» para mi gusto personal / y Sélavy el juego de palabras fácil / Así es la vida»,
Notas, op. cit., p. 207. Juego sobre el equívoco y no sobre la interpretación del sentido.
Duchamp, instalado en los Estados Unidos, estaba contento de haberse desarraigado, temía la
influencia de la raíz sobre él. Para Duchamp, el valor en sí no existe, es la relación la que hace
el valor.
170 Claude Mercier
23 Al final de una conferencia que Duchamp concede en los años 60, un hombre vino a su
encuentro y le dice que él encontraba sin sentido lo que decía. Duchamp duda un poco y
responde: «but nonsense has a right to live».
24 Entretiens avec Pierre Cabanne, Pierre Belfond, París, p. 69.
Éros-rosée. La aventura [a]temporal del nudo borromeano 171
sión. Funcionan como colores nuevos o agregados o, mejor aún, puede compa-
rárselos a un barniz a través del cual la imagen aparece amplificada25». En
Duchamp, para Jacques Roubaud, poner títulos y firmar son actos de poesía,
la lengua pasa en lo infraleve y los readymade dicen que se trata de la lengua,
eso es esencial, Duchamp como poeta.
Volver visibles las fuerzas invisibles [número 9: fotos de Étant donnés, una
foto de la puerta y otra a través de ella]
25 Citado en Arturo Schwarz, «Qu´y-a-t-il dans un mot?», traducido por Anne-Marie Boetti,
Opus international nº 49, marzo de 1974, p. 34.
172 Claude Mercier
«Esta flecha era una innovación que me gustaba mucho, el lado diagramático
era interesante desde el punto de vista estético». Hablando del cuadro El mo-
linillo de café, Duchamp vuelve sobre la flecha para indicar el sentido en el que
gira la mano: «No es sólo un momento, son todas las posibilidades del molini-
llo. No es como un dibujo». No es una figura, es un diagrama. En Duchamp, un
cuadro es el diagrama de una idea. El diagrama es una escritura polidimensio-
nal, es una posibilidad de hechos, es decir, una imagen sin semejanza, que
vuelve visible la fuerza no visible y/o audible la fuerza no audible. Trabaja el
signo desde el interior y construye un real por venir, un nuevo tipo de reali-
dad. Es una emisión de singularidad, o más bien una distribución de singula-
ridades. Recordemos que para Gilles Châtelet: «Existe una potencia operatoria
totalmente particular a los diagramas. No se contentan con visualizar algorit-
mos o con codificar y compactar «la información» para restituirla bajo la forma
de modelos o de «paradigmas». El diagrama es ese bullicio de gestos virtuales:
puntuar, cerrar, prolongar, estriar el continuo. Una simple llave, una punta de
flecha, y el diagrama salta por encima de las figuras y obliga a crear nuevos
individuos. El diagrama ignora soberbiamente todas las viejas oposiciones «abs-
tracto-concreto», «local-global», «real-posible». Mantiene en reserva toda la ple-
nitud y todos los secretos de los fondos y de los horizontes que sin embargo su
magia siempre despierta»26. Estamos bastante lejos del estatismo de los cubis-
tas (volvieron a pegar el frutero de Paul Cézanne) y del tiempo número del
movimiento de los futuristas; su problema concernía a la descomposición y
recomposición del movimiento. No basta poner la pintura en relación con el
espacio, sino que, para comprender esa relación con el espacio, es necesario
poner la pintura en relación con el tiempo, el tiempo propio de la pintura.
Tratar Étant donnés como si la obra operara ya una síntesis del tiempo, y el acto
de pintar se definiera por esa síntesis del tiempo pictórico. Uno de los elemen-
tos que nos permitiría seguir ese tiempo propio de la pintura fue el acto de
Marcel Duchamp de quitar los goznes de la puerta-ventana de Étant donnés.
Con los goznes, el tiempo permanece subordinado al movimiento, es el núme-
ro del movimiento. Sin los goznes, tenemos como una inversión kantiana, es el
movimiento el que se subordina al tiempo, el tiempo deviene ordinal, orden
del tiempo vacío. Pero también tenemos los agujeros, agujeros de la puerta que
golpea, han alcanzado lo que el pintor les muestra, aquí las fuerzas de eros,
ustedes son miradores, reactivan el diagrama, hacen el cuadro y de eso surge el
hecho de que es la forma en relación con una fuerza. El acto de pintar pasa por
la catástrofe o el caos –que podemos nombrar también caos-germen o diagra-
ma– para que algo salga de ahí. Necesidad del diagrama que va a interferir, a
borrar el cliché para que surja una posibilidad de hecho. Plantearemos la hipó-
tesis de que el «coño» del moldeado es esta catástrofe, este caos –como una
especie de diagrama. La homofonía producida por Duchamp con el cuadro
Morceaux choisis d´après Courbet27, que retoma el cuadro de Courbet Mujer con
medias blancas, a la que Duchamp agrega un halcón, nos permite por una
parte jugar entre faucon (halcón) y faux con (falso «coño») y, por otra parte,
sabiendo que el maniquí está recubierto con vitela, vitela que, entre otras co-
sas, servía para la fabricación de guantes, salimos resueltamente de toda rever-
sibilidad, hay siempre un botoncito que hará obstáculo a toda reversibilidad.
El coño o el falso coño es un rasgo diagramático que empuja otras determina-
ciones al estado de simples hechos, caracteres de estado de cosas, contenidos
vividos, en resumen, todos no clichés. El papel del diagrama es el de suprimir
los datos, es decir, suprimir la narración y la ilustración. El diagrama es el
lugar de las fuerzas, y el hecho pictórico es tomar las fuerzas, las fuerzas de eros
invisibles que Duchamp vuelve visibles. El diagrama es esencialmente manual,
sólo una mano desencadenada puede trazarlo –mientras la mano sigue al ojo
está encadenada y nos quedamos en lo retiniano. En lugar de que la mano siga
al ojo, ella lo fuerza, y el ojo tiene problemas para seguir el diagrama. Es por
eso que generalmente es difícil encontrar el diagrama en esa torsión de la rela-
ción mano/ojo28. El diagrama implica el derrumbamiento de las coordenadas
visuales, deshace las semejanzas y las representaciones –la representación es el
antes de pintar, el mundo de los clichés– y lo que sale del diagrama es la
imagen sin semejanza.
Y es del diagrama que sale la figura, es el tercer tiempo pictórico. Los dos
verdaderos agujeros (puerta-ventana y muro de ladrillos) van a anudarse por
27 Cuando un pintor copia el cuadro de otro pintor, hay como una voluntad de pasar por el
diagrama porque de allí sale un nuevo hecho pictórico.
28 Sería un poco la confirmación de que el nudo borromeano es un diagrama, cuando Lacan
pregunta cómo reconocer tal nudo en la oscuridad. Cuando la mano está desencadenada y se
liberó de su subordinación a las coordenadas visuales, no estamos ya en lo retiniano, ni en lo
ilustrativo, ni en lo narrativo –mano ciega.
Éros-rosée. La aventura [a]temporal del nudo borromeano 175
31 Siempre hay una ambigüedad en el uso del término diagrama. Para captar mejor esta
noción es necesario volver a C.S. Peirce y a su definición del ícono: un ícono es un asunto de
similitud y está determinado por su similitud con algo. Peirce distingue dos tipos de íconos
fundados sobre la similitud: similitud de cualidad (se pinta de azul porque el cielo es azul) y
similitud de relación. Hay íconos de relación que Peirce llama diagrama, y mantiene una
definición del diagrama en función de la similitud de relación. El ejemplo mismo del diagrama,
en Peirce, es el álgebra que no es un lenguaje sino un ícono, es el terreno de las similitudes de
relación. El diagrama algebraico extrae las similitudes de relación y Peirce agrega que el álgebra
no es separable de ciertos símbolos convencionales que implican un código. Peirce es cons-
ciente de las mezclas código/analogía o código/similitud. Considera los funcionamientos
analógicos (diagrama) en el seno de los códigos. Sobre este punto, Gilles Deleuze y Felix
Guattari no siguen a Peirce (Cf. Mil mesetas, nota 38, p. 144). Para ellos, el diagrama no puede
ser definido por la similitud, porque no puede concebirse un código que no implique o que no
produzca fenómenos de similitudes de los que es inseparable. Ver también la revista L´Unebévue
nº 29 y 30, respectivamente páginas 179 a 206 y páginas 147 a 186, donde una primera
aproximación a esta problemática se produce.
32 Para un estudio más extenso, ver Maurizio Lazzarato, Marcel Duchamp et le refus du travail,
éditions Les prairies ordinaires, 2014.
Éros-rosée. La aventura [a]temporal del nudo borromeano 177
Étant donnés 1º Wifi libre 2º mesa táctil de información [número 10: foto de
Étant donnés en Beaubourg]
33 Tendríamos como tres formas de analogía. La analogía por similitud, que es una operación
de información de superficie, de borde, formación que crece por los bordes, su modelo es el
molde y la similitud es impuesta desde afuera. La segunda analogía es la analogía orgánica, y su
modelo sería el molde interior que moldearía al viviente tal como lo había definido Buffon: el
viviente se reproduce por moldeado interior. La tercera analogía es la analogía por modulación
tal como la define G. Simondon: modular es moldear de manera continua. El estado de
equilibrio es alcanzado inmediatamente, pero el molde es variable; un modulador es un molde
temporal variable. Es modulando algo que es variable que el pintor transmite el espacio-señal.
Éros-rosée. La aventura [a]temporal del nudo borromeano 179
1 Tristan Tzara, L´homme aproximatif, Éditions Gallimard, 1931. Prefacio y reedición 1968.
2 En 1926, él construye en París una casa para Tzara, en el número 15 de la avenida Junot, que
resume su experiencia arquitectónica. La esencia de la arquitectura moderna no reside en la
belleza de los elementos que componen una construcción, en ningún ornamento, en ninguna
fantasía, sino en la belleza de las formas puras, las relaciones que los volúmenes mantienen
entre ellos. http://www.bibliomonde.com/auteur/adolf-loos-815.html
182 Julio Barrera Oro
de Marc Dachy3, libro que decido comprar para instruirme sobre el tema. Y
cuando lo leo, experimento un segundo shock, que para mí es un aconteci-
miento.
Marc Dachy habla de lo que podría llamarse los «pre-Dada» y cuenta,
casi al comienzo del libro, la historia de la pintura de Duchamp Nu descendant
un escalier, a punto de ser presentada en el Salon des Indépendants en 1912. El
jurado, formado por amigos muy cercanos de los hermanos Duchamp y de
Duchamp mismo, pide a los hermanos Duchamp que le indiquen a Marcel la
conveniencia de cambiar el nombre de dicha pintura, porque encuentran el
título demasiado crítico en relación al cubismo. Marcel se niega y recupera su
cuadro, que será presentado al año siguiente en el Armony Show en Nueva York
con el éxito que ya se conoce. Para describir este episodio, Dachy agrega en una
nota: «Donde el juego de palabras de una revista lacaniana encuentra su apli-
cación: “Frerocité” 4». Ese neologismo fue creado por Jose Attal en un artículo
del número 30 de la revista Littoral de octubre de 1990, y sirve de título al
número. Agrego que Jose Attal, a través de la lectura que hace de los seminarios
de Lacan de los años setenta, acrecentó, para mí, el interés que me despierta el
arte contemporáneo en su relación con el psicoanálisis5.
El libro de Dachy fue escrito en 1994, pero la versión que está disponi-
ble hoy en día es la de 2011, revisada y corregida. Entonces, leyendo la prime-
ra parte del libro, me doy cuenta de que lo que propone es una lectura total-
mente nueva del dadaísmo en relación a lo que se dice sobre ese movimiento.
Lo que se dice del dadaísmo en general (y que seguramente es lo que pensé yo
mismo) es que el dadaísmo, en la mayor parte de los casos, está situado entre el
cubismo y el surrealismo, y para los más instruídos, entre el futurismo y el
constructivismo; «Tzara, para la vulgata, pertenece vagamente al surrealismo,
más o menos discípulo de Breton». Ahora bien, nada más falso. Sin embargo,
casi todos los comentaristas del movimiento dadaísta insisten en describirlo
como formado por nihilistas agitados y anarcos vagamente artistas que habrían
encontrado su salvación volviéndose surrealistas. Por ejemplo, la nota que acom-
paña el disco sobre la música dadaísta editado en Beaubourg en 2005: «Los
3 Marc Dachy, Dada & les dadaïsmes, París, Éditions Gallimard, 1994, y 2011 para la presente
edición.
4 Marc Dachy, Dada & les dadaïsmes, op. cit., p. 678.
5 José Attal, El pase, ¿a título de qué?, Grapas de me cayó el veinte, Buenos Aires, Argentina,
2012.
Dada dada dada la vida. Devenir-idiota 183
dadaístas han buscado con su agitación, con su alboroto, hacer caer todos los
ídolos de un viejo mundo que no había dudado en precipitar a los pueblos de
Europa a la más sangrienta de las guerras. Pero, artistas en el alma a pesar de su
negación del arte, etc.». Se les concede a regañadientes que son artistas. O
también, la Kunsthaus de Zurich, que abre de este modo la presentación de su
sitio digital concebido para celebrar los 100 años de Dada: «Dada, según el
dadaísta comprometido que era Tristan Tzara, no sería «moderno» sino «anar-
quista», en el sentido de un individualismo radical que rechaza el menor dog-
ma». Y el Télérama del 10 de febrero de 2016: «Deflagración nihilista y anarco
[...]. Efímero, embarullado, su vanguardia alcanza justo la edad de la razón
para abdicar en 1923, dejando sus últimas brasas alimentando el fuego del
surrealismo». Entonces, es del lado del surrealismo que la cosa pasa, porque
los Dada... ¡no son suficientemente artistas!
Yo también mi inscribía en esta línea: la revolución en el arte, la hicie-
ron los surrealistas. Ahora bien, Dachy nos muestra que el verdadero movi-
miento revolucionario lo produjeron los dadaístas y que el dadaísmo y los
dadaístas, lejos de ser una banda de nihilistas anti-arte, reaccionaron a las
circunstancias de su época, el momento terrible de la guerra 1914-18, con los
medios que eran los suyos: los del arte. Al proponer, y por eso mismo renovar,
una serie de proposiciones bajo la forma de manifiestos, transformaron todas
las ramas del arte. Renovaron la práctica de la literatura, de la poesía, del
dibujo, de la pintura, de la arquitectura, de la música, de la tipografía, del
collage, de la foto, del cine, del teatro, y crearon nuevas prácticas, como el
fotomontaje, sirviéndose de técnicas tales como el corte, el azar, cierta utiliza-
ción de la luz, etc. Nunca negaron el arte. Combatieron cierto arte, cierta idea
del arte.
El gran mérito del trabajo de Dachy es mostrarnos la gran importancia
que reviste el dadaísmo para el arte del siglo XX, importancia que mantiene
aún a comienzos del XXI. Sus proposiciones atravesaron el siglo, lo que no es el
caso de los surrealistas. Algunas conservan una enorme actualidad, incluso son
puestas en práctica por los artistas contemporáneos. Plantean preguntas como:
«¿qué hacer de nuestras vidas?», «¿el arte puede cambiar nuestras vidas?» por-
que de hecho, los dadaístas proponen una manera de vivir.
En una entrevista televisada hacia el fin de su vida6, Tzara declara:
6 https://www.youtube.com/watch?v=y2ePnsZ2DMo
184 Julio Barrera Oro
Zurich
9 Idem
10 Idem, p. 34.
11 Gilles Deleuze, El poder. Curso sobre Foucault, Tomo II, Clase 1 (7-1-86) «La cuestión
práctica y los postulados de la microfísica del poder», Cactus, Buenos Aires, 2014.
186 Julio Barrera Oro
El Cabaret Voltaire
descripto por todos los historiadores como una persona brillante, concibe el
proyecto de su libro Critique de la mentalité allemande que, según Dachy, en-
trevé la llegada del nazismo. Ball había conocido a Kandinsky en Munich y
había permanecido muy cercano a él.
Al comenzar una exposición que hace en Río, Dachy declara:
13 Hugo Ball, Dada à Zurich. Le mot et l’image (1915–1916), traducción Sabine Wolf, Dijon,
Les Presses du réel, coll. L’écart absolu, 2006, p. 7.
Dada dada dada la vida. Devenir-idiota 189
El 2 de febrero de 1916,
por vía de la prensa, Ball anuncia
el Cabaret Voltaire, con el propó-
sito de crear un «centro de diver-
sión artística», y pide a todos los
jóvenes artistas de Zurich intere-
sados que se unan a ellos. La pri-
mera representación tuvo lugar el Primer afiche del Cabaret Voltaire
5 de febrero. por Marcel Slodki
Para esta primera velada, Ball había pedido al propietario de un peque-
ño bar, M. Ephraïm, que le prestara la trastienda. Pero también había pedido
a sus conocidos «un cuadro, un dibujo, un grabado», porque quería «asociar
una pequeña exposición a su Cabaret» que desde el inicio pretende que sea
«internacional». Encuentra apoyo en Marcel Slodki, quien le hace el afiche.
Arp le proporciona obras originales y le presta aguafuertes de Picasso, cuadros
de sus amigos O. van Rees y Arthur Segal. Ese mismo 5 de febrero, cuando
14 Tristan Tzara, Découverte des arts dits primitifs, préface de Marc Dachy, Paris, Éditions
Hazan, 2006.
190 Julio Barrera Oro
están ocupados en arreglar el local con obras futuristas, trabajos de Arp, agua-
fuertes de Picasso prestados por Arp, llega, cuenta Ball, «una delegación de
cuatro hombrecitos de aspecto oriental, con los brazos cargados de carpetas y
de cuadros que, luego de haber ejecutado un buen número de reverencias, se
presentan: Marcel Janco, el pintor, Tristan Tzara, Georges Janco, y un cuarto
del que no retuve el nombre. Por casualidad. Arp estaba también presente y
nos entendimos con pocas palabras15». Esa misma tarde tuvo lugar el primer
espectáculo con toda esa troupe.
Ese primer núcleo se agrandará rápidamente con la presencia de Ri-
chard Huelsenbeck, amigo de Ball en Munich, Hans Richter, Walter Serner,
especialista en piel, Otto Flake, Vicking Eggeling... Las representaciones ten-
drán lugar seis veces por semana durante casi seis meses. Un primer panorama
es trazado por Hugo Ball en el único número de la revista Cabaret Voltaire de
mayo de 1916, que anuncia, por otra parte, el próximo nacimiento de una
revista internacional llamada Dada.
Desde la primera velada se instaló una atmósfera de performance. La
señora Hennings y Leconte cantaron en francés y en danés. Trista Tzara leyó
poemas en rumano. Rápidamente hubo veladas rusas y francesas en las que
fueron escuchadas obras de Apollinaire, Max Jacob, André Salmon, Jarry, La-
fargue y Rimbaud. Huelsenbeck vino desde Berlín para acompañar los cantos
negros con el tambor ante la admiración de Laban, el gran bailarín y teórico
del Monte Verità y Mary Wigam, en cuyas veladas muchos bailarines como
Sophie Tauber-Arp, participaban con máscaras concebidas por Janco, algunas
de ellas extraídas de la cultura Hopi. Huelsenbeck, Tzara y Janco interpretaron
por primera vez versos simultáneos de Barzun y Divoire y un poema simultá-
neo compuesto por ellos mismos en tres lenguas, inglés, alemán y francés.
El poema simultan, dice Ball, «expone el conflicto entre la vox humana y
un mundo que la amenaza, la infiltra y la destruye sin que pueda escapar a su
ritmo y a la invasión de sus ruidos16». En una nota que acompaña el poema
simultan, L’amiral cherche une maison à louer, en la revista Cabaret Voltaire,
Tzara traza la historia de la noción de simultan que va de Barzun a Marinetti,
pasando por Apollinaire y Delaunay, y llega hasta el cubismo17. Pero hay que
18 Marc Dachy, Dada XYZ, Archives Dada/Chronique, Paris, Hazan, 2005, pp. 26-35.
192 Julio Barrera Oro
19 Ibid.
Dada dada dada la vida. Devenir-idiota 193
collage, el ensamblaje) ya no cuenta historias, expone su propio cumplimien-
to.
20 Richard Hamilton sobre Marcel Duchamp, Le grand déchiffreur, jrp/ringier, Paris, la Mai-
son Rouge, p. 126.
21 John Cage, Pour les oiseaux, L’Herne, 2002-2014, p. 49.
194 Julio Barrera Oro
Karawane
Muchos de los temas que van a desarrollar los dadaístas son presentados
en el capítulo Le mot et l´image del diario La fuite hors du temps de Hugo Ball.
«Producere quiere decir salir, hacer nacer. [...] no es sino donde las cosas se
agotan que comienza la realidad». Es decir que la realidad es a producir, la
idea de creación está siempre presente en los dadaístas. Tzara dirá en Note sur
l´art25: «Abro mi corazón a la creación». «La abstracción devino el objeto del
arte». En Zurich eran abstractos, pero no en Berlín cuando Huelsenbeck vuel-
ve con Grosz y Hausmann. Pero sí en Hanover, con Schwitters.
Esto concierne también a las palabras y a las letras fonéticas de los poe-
mas de Ball, Huelsenbeck, Tzara. Hay una especie de apología del dandismo,
de allí el monóculo. Las máscaras de Janco tenían un «fuerza motriz». «Las
máscaras exigían simplemente que quienes las llevaran ejecutaran una danza
trágica y absurda».
Un devenir-idiota
Los artistas y escritores que reúne Dada cuestionan los objetos cultura-
les, los modos de fabricación y la semiótica de su expresión. Impugnan el
sentido de la obra de arte. Invisten la forma para darle una nueva orientación.
La obra deviene inacabada, volátil, moribunda, in progress, lo que se opone al
relato acabado y al idealismo de la percepción. Hay negación de la cultura en
la medida que ella somete al arte (al hombre) a un lenguaje que no es el suyo,
el de lo bello, por ejemplo. Los dada liberan el arte de la coerción de un
sentido preestablecido y lo afirman revolucionariamente. Verso libre, abstrac-
ción, regreso a una pureza de la forma. Rescatan y liberan los materiales de su
carácter «funcional», usado por la ilustración y la anecdótica que eran su lote,
para producir nuevas formas plásticas y verbales cuya puesta en valor, la «ma-
nipulación», revelan su sentido:
Tzara, dice Dachy, lleva en él toda la energía Dada a pesar de sus violen-
tas migrañas tratadas con antipirina. De donde proviene el título de algunos
de sus manifiestos. Cuestiona, en tanto artista, poeta y dada, el lenguaje como
forma de comunicación, lo que un tal Jacques Lacan pondrá a trabajar en el
campo freudiano algunos años más tarde. Desde el comienzo, en el Cabaret
Voltaire, asume una forma de leadership en el grupo. Esto todavía es más mar-
cado con la revista Dada. Asume la mayor parte de las tareas organizativas, de
publicación, préstamos de obras, exposiciones. El joven Tzara, que tiene 20
años en 1916, encuentra amigos en todas partes del mundo con quienes com-
198 Julio Barrera Oro
partir las novedades que el dadaísmo produce. Toma contacto con los raros
escritores y pintores que comparten las ideas que los jóvenes dadaístas introdu-
cen en el arte. La famosa foto donde es llevado en andas por Arp y Richter
restituye una cierta realidad.
Dada dada dada la vida. Devenir-idiota 199
El año 1917, quizás en relación «al espíritu de una época» evocado por
Tzara en la entrevista para la televisión, ve nacer un florecimiento de revistas en
diferentes ciudades. Así, en enero nace en Barcelona 391, la revista de la que
Picabia es el promotor y casi único colaborador. El título evoca Nueva York,
porque surge de la revista 291 del fotógrafo Alfred Stieglitz, uno de los intro-
ductores del arte moderno en USA. En París, en marzo aparece el primer nú-
mero de la revista Nord-Sud dirigida por Pierre Reverdy y que cuenta entre sus
colaboradores a Apollinaire, Max Jacob y Paul Dermée entre otros. En Nueva
York, en mayo, aparece el segundo número de la revista The Blind Man, que
relata de manera paródica el caso «R. Mutt», el rechazo por parte del jurado
del Salon des Independants de la Fountain de Duchamp. Muestra en la tapa
una foto de La broyeuse de chocolat de Duchamp por Stieglitz y, de hecho, es
una revista dadaísta pero que no se reivindica como tal en ese momento. En
mayo, en los Países Bajos, aparece el primer número de la revista De Stijl de
Theo van Doesburg y Piet Mondrain. El encuentro que el primero de ellos
tendrá con Hausmann, Schwitters y Tzara, será muy importante para el movi-
miento Dada. Se ve muy bien el carácter explotado e internacional del movi-
miento. Dada cerrará este florecimiento con su primer número en julio de
1917. La revista Dada se presenta como una «Colección literaria y artística».
Parece modesta por su grosor y por los medios utilizados para hacerla. Exclusi-
vamente en negro y blanco. Pero para el grupo, su realización significa, según
la palabra de Hans Richter, un verdadero «parto». Tzara es descripto por sus
amigos como quien hizo marchar la revista cuando todo parecía querer hacerla
desaparecer. Incluso, él y los otros, debieron ayudar a imprimir la revista a la
esposa del imprentero anarquista Heuberger, ya que éste pasaba más tiempo
en la cárcel que en el taller, a causa de sus actividades revolucionarias. Tzara y
el grupo componen con elegancia, rigor y simplicidad, reflexionando sobre la
forma y el contenido, los dibujos y cuadros reproducidos, la prosa y la poesía.
Ya desde los primeros números. Marc Dachy dice que eso hace pensar en un
palíndromo.
Se pueden consultar en línea todas las reproducciones de la revista y
otros documentos importantes en el sitio The Internet Dada Archive de la Uni-
versidad de Iowa, USA.
200 Julio Barrera Oro
29 Jacques Lacan, Conferencia del 24 de enero de 1976, De James Joyce comme symptôme, in
Pas-tout Lacan, sitio internet.
30 G. Deleuze, F. Guattari, ¿Qué es la filosofía?, Anagrama, Barcelona, 1997, p.205-6.
202 Julio Barrera Oro
- la negación de la familia,
- la protesta a puñetazos (de ahí provienen los guantes de box en
los films dadas),
- Un sexo que no sea ni púdico ni comprometido,
- la abolición de la lógica (la lógica que mantiene el marco de re-
presentaciones combatidas)
- contra la jerarquía y la sociedad actual,
- todos y cada uno de los objetos, sentimientos y zonas de sombra,
el choque de líneas paralelas, son medios para el combate,
- abolición de la memoria,
- abolición de la arqueología colonial y esclavista,
- abolición de los profetas,
- abolición del futuro en la medida en que se construye y que no es
algo dado,
Dada dada dada la vida. Devenir-idiota 203
Casi todo lo que se enuncia allí conserva una gran actualidad, también
en el campo analítico. «De los artistas, hay que tomar el grano» decía Lacan,
¡he aquí un grano para moler! En todo caso, ese grano se ha extendido e hizo
eclosión, porque como ellos dicen «estaba en el aire del tiempo».
Ese fué el caso en Nueva York, pero también en Berlín y Hanover con
figuras de primer orden como Deschamps y Man Ray en Nueva York y Kurt
Schwitters, Raoul Hausmann, Hannah Höch, , Richard Huelsenbeck, Johan-
nes Baader en Alemania y Theo van Doesburg en los Países Bajos y luego en
Weimar, sede del Bahaus. Y tantos otros en toda Europa y en otras partes.
Pero veamos la llegada a París de Tristan Tzara.
El proceso Barrès
El «Congreso» Breton
36 Marc Dachy, Dada & les dadaïsmes, op. cit., pp. 327-328.
Dada dada dada la vida. Devenir-idiota 209
Pedro Murguía
Caminante, ¿Quién eres? Te veo proseguir tu camino, sin sarcasmo y sin amor,
con tu mirada indescifrable; te veo ahí, húmedo y triste, como la sonda que
desde los profundos abismos asciende insatisfecha a la luz […] Y quienquiera
que seas, dime qué es lo que te agrada, dime lo que pueda servir para tu
descanso. No tienes más que hablar. ¡Lo que tengo, te lo ofrezco! «¿De descan-
so, de descanso? Hombre curioso, ¿qué has dicho? Dame, te lo ruego, dame…»
¿Qué? ¿Qué? ¡Dilo! «¡Otra máscara, una segunda máscara…!2
1 Friedrich Nietzsche, «Humano demasiado humano» Volumen II, Obras Completas Volumen
III Obras de Madurez I, Tecnos, Madrid, 2014, p. 422 Af. 175.
2 Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal, Novena parte, Af. 278, Gredos, Madrid,
2009, p. 566.
214 Pedro Murguía
las orejas pequeñas como un secreto laberíntico que conduce a Dionisos). Pero,
sobre esa primera máscara, otra, representada por el enorme bigote»3. Habla
también de su salud como una máscara.
Así nos dice que tuvieron que presentarse en una época aquellos que
tuvieron que disfrazarse para hacer pasar una verdad, es la astucia lo que en-
mascara para poder pasar algo del orden de la filosofía. Las máscaras como
fuerzas del pensamiento, el ascetismo como máscara y presupuesto existencial.
6 Friedrich Nietzsche, «El crepúsculo de los ídolos», Af. 3, Obras Completas Vol. III, Tecnos,
Madrid, 2009, p. 742.
7 Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal, Af. 25, Gredos, Madrid, 2009, p. 410.
216 Pedro Murguía
8 Friedrich Nietzsche «La genealogía de la Moral» Ed. Gredos S.A. Madrid 2009 Af. 10, pp.
676-677.
9 Gilles Deleuze Félix Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y Esquizofrenia, Pretextos, 2000, p.
186.
El enmascaramiento del rostro 217
rituales, no son los hombres los que dominan las potencias «sobre-humanas»
con las máscaras, sino justamente lo contrario: con ellas los humanos son po-
seídos y transformados por esas potencias. Así las máscaras producen la des-
aparición de las identidades y las diferencias establecidas en la vida comunita-
ria ordinaria, donde están determinados los roles, jerarquías, pautas de com-
portamiento, el código de normas, deberes, responsabilidades y sanciones, el
sistema de poder, etc.
En la actualidad la máscara como operación del rostro, como rostridad,
es otra cosa, es el resultado de una máquina abstracta en la intersección de dos
semióticas, la de subjetivación y la de significancia, de regímenes de poder que
necesitan de esa producción social, el rostro.
Se llama rostridad una componente pragmática particular que juega un
rol importante en un tipo de edificación semiótica. Pragmática porque el len-
guaje nunca tiene universalización en sí mismo. No se habla una lengua gene-
ral, un padre, un soldado, un jefe, un profesor, hablan una lengua que tienen
rasgos de significancia que concuerdan con rasgos de rostridad determinados.
El rostro actúa como una vía de escape o superación de lo animal que
late en el hombre: por ser considerada desde hace mucho tiempo la génesis de
la desmesura, la animalidad es aquello que debe ser superado, y como la histo-
ria de occidente ha girado en torno al hombre blanco y su conocimiento,
pareciera situar en éste a la verdadera civilización. Un rostro que culturalmente
es aceptable, es llevado así a plegarse a los tipos de movimientos significativos
autorizados. En el rostro se reconoce al hombre a condición de suspender el
cuerpo que se vacía de la animalidad, se significa para ascender a la humanidad
ideal en un afán moralizante que lo desprecia.
Como consecuencia, el rostro no es carne, es, en el mejor de los casos
una figura de sentido, una política de dominio que implica con anterioridad
una toma de posición. El rostro será situado desde una superficie, anclado en
una mirada relativa que le da sentido tachando la cabeza y disimulando el
cuerpo. Hay en él una pantalla, donde las imágenes se recuestan unas sobre
otras. Por ello el rostro es fundamentalmente el rostro «visto», «reconocido»,
«asimilado» y «reterritorializado».
Con esta operación el cuerpo es despojado de su intensidad y capturado
por un rostro. Ese es el alcance de la rostridad, máquina abstracta que no se
efectúa solamente en los rostros que produce, también lo hace en partes del
cuerpo, ropas y demás objetos, y también en la lengua y en el entorno. La
218 Pedro Murguía
10 Félix Guattari, «Líneas de Fuga», Por otro mundo posible, Cactus, Buenos Aires, 2013, p.
236.
El enmascaramiento del rostro 219
12 Lou Andreas-Salomé, Friedrich Nietzsche en sus Obras, editorial minúscula, 2005, p. 64.
13 Friedrich Nietzsche, «Humano demasiado Humano» Vol. I, Af. 513, Obras completas III,
Tecnos, Madrid, 2014, p. 247.
14 Marguerite Duras, «El Amante», Tusquets, Buenos aires, 1993, pp. 14/16.
El enmascaramiento del rostro 221
Una posibilidad es a través del arte. Líneas de fuga a través de un color, de una
línea musical, uno puede devenir imperceptible, gracias a la escritura uno
puede devenir animal, son fugas activas. «Deshacer el rostro no es nada senci-
llo porque se puede caer en la locura»15, porque la organización de rostridad es
muy sólida, en medio de eso hemos nacido y con ella debemos lidiar. Una
verdadera «desrostrificación» libera cabezas buscadoras que deshacen a su paso
los estratos, que traspasan las paredes estableciendo rizomas, y dirigen los flu-
jos hacia líneas de desterritorialización positiva y de fuga creadora. Así la cabe-
za vuelve a pertenecer al cuerpo, a un cuerpo relativamente desterritorializado,
en conexión con devenires.
15 Gilles Deleuze Félix Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y Esquizofrenia, Pretextos, 2000, p.
191.
222
divanes
De semióticas y de pornóticas para una tapicería común
N° 1 - julio 2014
divanes
Una cultura del disenso
N° 2 - julio 2015
divanes
Trazos y destellos en los márgenes
N° 3 - julio 2016