0% encontró este documento útil (0 votos)
330 vistas2 páginas

El Cálculo Hedonista

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1/ 2

El cálculo hedonista

Si bien, como hemos visto, Bentham no ha demostrado que todos los principios diferentes
al suyo pueden ser rechazados, este fracaso no es vital si, como cree Bentham, su principio,
y solamente su principio, no prescribe acciones moralmente repugnantes para los seres
humanos. Sin embargo, si encontramos situaciones en las que lo que su principio prescribe
es moralmente repugnante, entonces Bentham estaría en una seria dificultad. Tratemos,
pues, de pensar en una situación semejante. Para hacerlo debemos tener alguna idea de
cómo podemos llegar a una conclusión acerca de lo que lleva al máximo el monto total de
placer en cualquier situación. El método propuesto por Bentham es lo que se ha llamado
cálculo hedonista, porque propone una manera de calcular el monto total de placer
señalando todos los factores pertinentes. Según Bentham hay siete factores pertinentes
diferentes que pueden dividirse en tres diferentes categorías básicas. El primer tipo de
factor es el que incluye las características pertinentes de cada placer y cada dolor
producidos por la acción en cuestión; el segundo tipo incluye la tendencia de un placer o
dolor particular para ser seguido de más placer y dolor; y el tercer tipo consiste en el
método que incluye los cálculos de todos los placeres y dolores que resultan de la acción en
cuestión. Enumeremos estos factores de la siguiente manera:
Características intrínsecas del placer y del dolor
1. Intensidad de cada placer o dolor.
2. Duración o longitud del tiempo de cada placer o dolor.
3. Probabilidad de que el placer o el dolor ocurran después del acto.
Esto es afectado por:
4. Propincuidad o cercanía en el tiempo del placer o dolor respecto del acto.

Características consecuentes del placer y el dolor


5. Fecundidad o probabilidad de que la sensación sea seguida por otras sensaciones
del mismo tipo.
6. Impureza o probabilidad de que las sensaciones sean seguidas por otras sensaciones
del tipo opuesto.

Suma de todos los placeres y dolores que resultan del acto


7. Magnitud de los placeres y dolores.

Podemos ilustrar mediante un simple ejemplo cómo estos factores podrían afectar la
suma total del placer y el dolor que resultan del acto. Digamos que usted, una persona con
el dinero apenas suficiente para comer, se encuentra una cartera que contiene mil dólares y
tarjetas que identifican al propietario como multimillonario. Planea regresar la cartera, pero
se debate entre regresar o no el dinero. ¿Qué debe hacer? Para decidir lleva a cabo el
cálculo hedonista. Calcula que puesto que ni usted ni el millonario tienen personas que
dependan de ustedes, no hay que considerar a nadie aparte de ustedes dos. Sólo debe medir
el placer de usted y el dolor de él si conserva el dinero, contra el dolor de usted y el placer
de él si lo regresa. Podemos sin duda suponer que la intensidad del placer que usted puede
obtener al emplear el dinero para comprar comida, bebida y diversión sobrepasa con mucho
a la intensidad de la irritación del millonario por no serle devuelto su dinero. Además, la
duración del placer de usted probablemente superará con mucho la irritación de él.
Podemos suponer que es muy probable que usted obtenga placer y que él se irrite, de
manera que los factores (3) y (4) no tendrán mucho efecto. También podemos descontar el
efecto de (5) y (6) en el caso del millonario, porque una vez que su irritación haya
desaparecido tendrá demasiadas cosas más importantes en qué pensar. Pero si suponemos
que probablemente usted beberá mucho como resultado de conservar el dinero, podemos
decir que el placer es de alguna manera impuro debido al malestar que le seguirá. Así que
debemos sustraer alguna parte de la totalidad del placer de usted. Y puesto que dichos
placeres generalmente no son seguidos de placeres adicionales, como dicho malestar,
podemos concluir que su placer no es fecundo en absoluto. Sin embargo, está claro que si
usted conserva el dinero su placer excederá con mucho al displacer del millonario, de
manera que hay un incremento general considerable en el monto total de placer. Pero si
regresa el dinero, el ligero placer que recibe el millonario apenas supera a la infelicidad que
usted sentirá cuando piense en los buenos momentos de los que se estaría perdiendo. Dado
todo esto, la decisión es fácil. Usted debe, si aplica el principio de utilidad, conservar el
dinero.
Hemos visto un simple ejemplo de cómo el principio de utilidad debe aplicarse en una
situación específica. La pregunta que está ante nosotros es si hay ciertas situaciones en las
que el principio prescribiría acciones moralmente repugnantes. Alguien podría afirmar que
ya hemos encontrado una situación semejante porque siempre debemos regresar los
artículos perdidos a su propietario. Sin embargo, hay excepciones a esta regla, tal como la
citada por Platón en la que no deberíamos regresar un arma mortal a su legítimo propietario
quien se ha convertido en un maniático homicida. Por otra parte, si bien el ejemplo que
hemos utilizado puede parecerle a algunos que es un caso en el que lo prescrito por el
principio de utilidad es incorrecto, lo que prescribe no es un ejemplo bien definido de un
acto moralmente repugnante. Es, sin lugar a dudas, un claro contraejemplo de la afirmación
de Bentham de que su principio generalmente prescribe acciones que van de acuerdo con lo
que pensamos que es correcto. Necesitamos un caso más convincente para refutar la
afirmación de Bentham.

También podría gustarte