MUSICAL
MUSICAL
MUSICAL
1. Definición:
El musical es un género teatral o cinematográfico en el que la acción se desenvuelve con secciones cantadas y
bailadas. Es una forma de teatro que combina música, canción, diálogo y baile, y que se representa en grandes
escenarios, como los teatros de West End (Londres) o en Broadway (Nueva York).
2. Origen:
Su origen se encuentra en varias fuentes teatrales europeas del siglo XIX, conocidas como opereta, ópera cómica,
comedia musical o vaudeville francés. Eran espectáculos de variedades sin unidad dramática que incluía canciones
populares, bailarines, acróbatas y números cómicos. Este tipo de espectáculos siguió con vigencia durante el siglo XX,
especialmente en Estados Unidos.
Adquiere su forma definitiva en la década de los años veinte, con una acción muy rápida y con canciones y otros
números musicales perfectamente integrados en la trama.
a. Décadas de 1930 y 1940: fueron las mejores para el género, con obras de George Gershwin o Kurt Weil
d. Desde 1980 hasta nuestros días: Los Miserables, Fama o Mamma Mia.
Historia
Se puede decir que el musical nació el 12 de septiembre de 1866, el día en el que en Estados Unidos se pone en
escena por primera vez una ópera (The Black Crook), que surge de la unión entre una compañía de danza y baile
europea con una compañía de teatro. Esta colaboración surge del hecho de que la primera se encontraba sin un
recinto donde actuar mientras que la segunda estaba montando una producción que resultaba ser mucho más cara
de lo esperado. Superadas las dificultades económicas y de organización el 12 de septiembre se estrenaba la pieza
en el Niblo's Garden de Nueva York.
Por tanto, el musical tiene su origen en las clases bajas de la sociedad estadounidense y se desarrolla como una
forma de teatro dirigido a las masas y para un público muy diverso. Su estructura y estilo permite que el espectador
sea capaz de seguir el espectáculo como en un vodevil (teatro de variedades), dando como resultado una
representación más simple y fácil de entender que la prosa tradicional.
La comedia musical nace en los Estados Unidos en un contexto histórico de fortísima inmigración con una población
urbana compleja y de muy distintos orígenes étnicos y culturales, que a menudo ni siquiera hablan inglés estos
colectivos representan una vasta audiencia potencial para el musical, porque esta forma de entretenimiento es
capaz de atraer con facilidad el interés del público con una historia que es claramente evidente en el desarrollo del
espectáculo, sin necesidad de tener un profundo conocimiento del idioma, y que al mismo tiempo visualmente
atractiva.
Características
El musical remonta sus orígenes a varias fuentes teatrales del siglo XIX, incluida la opereta, la ópera cómica, la
comedia musical, la pantomima, el minstrel show, el vodevil y el género burlesco, también en ocasiones el género
erótico.
Historia
El musical es una producción en la que se integran en una trama emocional canciones y bailes, acompañamientos
instrumentales e interludios y, a menudo, también danzas. Este género renació como se conoce hoy en día en la
Europa del siglo XIX como una variante de la opereta, aunque en los diferentes países existía teatro musical con
diferentes estilos: zarzuela, género chico y comedia musical en España, opera cómica y music hall en Inglaterra u
operette en Francia. Mucho después, durante la primera mitad del siglo XX, se desarrolló en Estados Unidos, país
donde ha registrado el máximo desarrollo.
Orígenes
Se puede decir que el musical nació el 12 de septiembre de 1866, el día en el que en Estados Unidos se pone en
escena por primera vez una ópera (The Black Crook), que surge de la unión entre una compañía de danza y baile
europea con una compañía de teatro. Esta colaboración surge del hecho de que la primera se encontraba sin un
recinto donde actuar mientras que la segunda estaba montando una producción que resultaba ser mucho más cara
de lo esperado. Superadas las dificultades económicas y de organización el 12 de septiembre se estrenaba la pieza
en el Niblo's Garden de Nueva York.
Por tanto, el musical se desarrolla como una forma de teatro dirigido a las masas y para un público muy diverso. Su
estructura y estilo permite que el espectador sea capaz de seguir el espectáculo como en un vodevil (teatro de
variedades), dando como resultado una representación más simple y fácil de entender que la prosa tradicional.
La comedia musical nace en los Estados Unidos en un contexto histórico de fortísima inmigración con una población
urbana compleja y de muy distintos orígenes étnicos y culturales, que a menudo ni siquiera hablan 'inglés; estos
colectivos representan una vasta audiencia potencial para el musical, porque esta forma de entretenimiento es
capaz de atraer con facilidad el interés del público con una historia que es claramente evidente en el desarrollo del
espectáculo, sin necesidad de tener un profundo conocimiento del idioma, y que al mismo tiempo visualmente
atractiva.
The Wizard of Oz
A partir de Nueva York (Broadway), la cultura del musical se va extendiendo por el resto del territorio
estadounidense. Comienzan a estrenarse obras que pasarían a la historia de esta modalidad de espectáculo: Así, A
Trip to Chinatown (1891), de Percy Gaunt; Wang de Woolson Morse; The Belle of New York (1897) de Gustave
Kerker con Edna May o The Wizard of Oz (1902), de Paul Tietjens.
Por su parte, en Europa el centro del fenómeno de los musicales, se sitúa en la ciudad de Londres, donde en 1893 se
estrenaba A Gaiety Girl de Sidney Jones y un año más tarde lo hacía The Shop Girl, de Ivan Caryll con Seymour Hicks y
Ellaline Terriss, que llegó a alcanzar las 546 representaciones. En 1896 destaca The Geisha, de Sidney Jones, con 760
representaciones y The Circus Girl, de Caryll. En años sucesivos, fueron destacables The French Maid (1897), de
Walter Slaughter, con Herbert Standing; A Runaway Girl (1898), de Caryll; A Chinese Honeymoon, (1901), de Howard
Talbot; The Girl from Kays (1903), de Caryll y Owen Hall, con Willie Edouin; The Catch of the Season (1904) de
Herbert Haines y Evelyn Baker; The Arcadians (1909), de Monckton y Talbot; o Our Miss Gibbs de Caryll y Monckton,
con Gladys Cooper.
A lo largo de la década de 1910, se afianzan estos espectáculos a ambos lados del Atlántico. Destacaron Adele
(1913), de Adolf Philipp; Watch Your Step (1914) de Irving Berlin; Very Good Eddie (1915), de Jerome Kern, con
Ernest Truex; Chu Chin Chow (1916), de Frederic Norton, con Lily Brayton y Oscar Asche, estrebado en el Her
Majesty's Theatre, de Londres, que alcanzó las 2.238 representaciones y llegó a Broadway un año más tarde a Nueva
York, donde fue interpretado por Tyrone Power, Sr., Henry E. Dixey y Tessa Kosta; Theodore & Co (1916) de Ivor
Novello y Kern con Leslie Henson; Oh Boy! (1917), de Kern, con Tom Powers, Edna May Oliver, Marion Davies y
Justine Johnstone; Maytime (1917), de Romberg con Peggy Wood; Going Up (1917), de Louis Hirsch con Ed Begley;
The Better 'Ole (1917), de Herman Darewski con Charles Coburn; Yes, Uncle! (1917), de Nat D. Ayer con Cyril
Ritchard; o Sinbad (1918), de Romberg, con Al Jolson.
Años 1920
Los musicales de los años veinte, con influencias del vodevil, music hall y otros espectáculos ligeros, tendían a
enfatizar los actores y actrices, coreografías espectaculares y canciones populares, a expensas de la trama. Típicas de
la década fueron producciones ligeras como Sally; Lady Be Good; Sunny; No, No, Nanette; Oh, Kay! y Funny Face.
Pese a que los libretos de estos espectáculos careciesen de consistencia, permitieron el lucimiento de estrellas como
Marilyn Miller y Fred Astaire y generaron decenas de canciones populares que pasaron a la historia del musical, en
composiciones de Jerome Kern, los hermanos Gershwin, Irving Berlin, Cole Porter, Vincent Youmans, y el equipo de
Richard Rodgers y Lorenz Hart. A lo largo de la primera mitad del siglo 20, la música popular fue dominado por los
compositores de teatro musical y letristas. Incluyen temas como Fascinating Rhythm, Tea for Two y Someone to
Watch Over Me, populares a ambos lados del océano Atlántico.
Muchos de los espectáculos eran revistas o sucesiones de sketches y canciones con poca o ninguna conexión entre
ellos. El más conocido de estos fue el Ziegfeld Follies anual, revistas espectaculares de canto y baile en Broadway con
conjuntos extravagantes, trajes elaborados y hermosas coristas. Todo ello, además, provocó un encarecimiento de
los costes. Shuffle Along, un espectáculo exclusivamente de afro-americanos fue todo un éxito en Broadway.1 En
Londres, estrellas como Ivor Novello y Noël Coward ganaban popularidad. Mientras tanto, las operetas, que habían
estado casi ausentes de la escena de habla inglesa desde la I Guerra Mundial, tuvieron un último estallido de
popularidad; obras de compositores europeos continentales tuvieron éxito, como por ejemplo las de Sigmund
Romberg y Rudolf Friml en Estados Unidos, incluyendo Rose-Marie (1924), The Student Prince (1926) o The New
Moon (1928).2
Más allá de los musicales comparativamente frívolos y las operetas sentimentales de la década, Show Boat, que se
estrenó el 27 de diciembre 1927 en el Teatro Ziegfeld de Nueva York, supuso un punto de inflexión al integrar
plenamente música y libreto, narrando la historia a través de las canciones.3
Años 1930
La Gran Depresión afectó el público teatral a ambos lados del Atlántico, ya que la gente tenía poco dinero para
gastar en entretenimiento. Sólo unos cuantos espectáculos superaron una permanencia en Broadway o en Londres
de 500 representaciones durante la década.
Muchos espectáculos siguieron el estilo de canto y danza alegre de sus predecesores de los años 1920. La pareja de
baile formada por Fred Astaire y su hermana Adele protagonizaban la revista The Band Wagon (1931), mientras que
Anything Goes (1934), de Cole Porter consagraba a Ethel Merman como la reina de teatro musical, título que
mantuvo durante muchos años. Escritores británicos, como Noël Coward e Ivor Novello continuaron estrenando
musicales sentimentales de la antigua moda, como The Dancing Years. Del mismo modo, Rodgers & Hart regresaron
de Hollywood para triunfar de nuevo en Broadway, en montajes como On Your Toes (1936), Babes In Arms (1937) y
The Boys From Syracuse (1938). El récord de la década en permanencia en cartel lo ostenta Hellzapoppin (1938), una
revista con participación del público, que alcanzó las 1404 representaciones.
George Gershwin
Especial mención merece Of Thee I Sing (1931), una sátira política con música de George Gershwin y letra de Ira
Gershwin y Morrie Ryskind, que fue el primer musical galardonado con el Premio Pulitzer.4 As Thousands Cheer
(1933), una revista por Irving Berlin, en la que cada canción se basaba en un titular de periódico, fue el primer
espectáculo de Broadway en el que una persona afroamericana, Ethel Waters, fue protagonista junto a actores
blancos. Porgy and Bess (1935), de los hermanos Gershwin y DuBose Heyward, contó con un elenco totalmente
afroamericano y mezclaba ópera, folk y modismos de jazz. Por su parte, The Cradle Will Rock (1937), con música y
letra de Marc Blitzstein y dirección de Orson Welles, era una pieza a favor de los sindicatos con connotaciones
altamente políticas que, a pesar de la controversia en torno a ella, se las arregló para mantenerse durante 108
representaciones. I'd Rather Be Right (1937), de Richard Rodgers y Lorenz Hart era una sátira política con George M.
Cohan como el presidente Franklin D. Roosevelt.
A pesar de los problemas económicos de la década y la competencia del cine, el género musical sobrevivió. De
hecho, el movimiento hacia la sátira política en Of Thee I Sing, I'd Rather Be Right y Knickerbocker Holiday, junto con
la sofisticación musical de los musicales de Gershwin, Kern, Rodgers y Weill y la puesta en escena de ritmo rápido y
estilo de diálogo naturalista creado por el director George Abbott, mostró que el teatro musical comenzaba a
evolucionar más allá de los gags y coristas musicales de décadas anteriores y el romance sentimental del género de
la opereta.
Años 1940
La década de 1940 se iniciaría con nuevos éxitos de Porter, Irving Berlin, Rodgers y Hart, Weill y Gershwin, algunos
con permanencias en cartel de más de 500 representaciones.
Oklahoma! (1943), de Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II supuso la culminación de la revolución artística
iniciada con Show Boat, por la estrecha integración de todos los aspectos del teatro musical, con una trama
coherente, canciones que respaldaban el argumento y coreografía de apoyo a la trama, desarrollando los personajes,
en lugar de utilizar la danza como una excusa para un mero desfile de mujeres ligeras de ropa por todo el escenario.
En el montaje, la coreoógrafa Agnes de Mille utiliza movimientos cotidianos para ayudar a los personajes a expresar
sus ideas. Desafió las convenciones musicales levantando el telón del primer acto, no con un grupo de coristas, sino
con una mujer batiendo la mantequilla, con una voz en off cantando las primeras líneas de Oh, What a Beautiful
Mornin sin acompañamiento. La obra recibió críticas muy favorables, fue un éxito de taquilla y recibió una Premio
Pulitzer. Oklahoma fue el primer gran espectáculo de masas de Broadway, permaneciendo en cartel durante 2.212
representaciones, y se convirtió en una película de éxito. sigue siendo una de las más representadas de los proyectos
del equipo. Para algunos autores se convirtió en un auténtico hito, y algunos historiadores comenzarían a identificar
eras en la historia del teatro musical del siglo XX según a su relación con Oklahoma!.5
Ethel Merman
La colaboración entre Rodgers y Hammerstein dio lugar a una extraordinaria colección de algunos de los mejores y
más perdurables clásicos del teatro musical, como Carousel (1945), South Pacific (1949), El rey y yo (1951), y The
Sound of Music (1959). Algunos de estos musicales que abordan cuestiones con mayor carga dramática que la
mayoría de los espectáculos anteriores: el villano en Oklahoma! es un presunto asesino y psicópata; Carousel, trata
sobre la violencia doméstica y el suicidio; South Pacific explora el mestizaje y el héroe de El rey y yo muere en el
escenario.
Tales cotas de creatividad estimularon a otros autores, dando lugar a la llamada Edad de Oro del musical en Estados
Unidos. Como ejemplos pueden mencionarse On the Town (1944), con libreto de Betty Comden y Adolph Green, y
música de Leonard Bernstein y coreografiado por Jerome Robbins. La historia está ambientada en tiempos de guerra
y se refiere a tres marineros que están en un permiso de tierra de 24 horas en la ciudad de Nueva York, durante la
cual cada uno de ellos se enamora. Annie Get Your Gun (1946, 1147 representaciones), de Irving Berlin asado en la
figura real de Annie Oakley. Finian's Rainbow (1947, 725 representaciones), de Burton Lane, Yip Harburg y Fred
Saidy, que es una sátira política combinada con fantasía irlandesas; y Kiss Me, Kate (1948, 1077 representaciones),
de Cole Porter, basada en La fierecilla domada, de William Shakespeare
Años 1950
Julie Andrews
La década se inicia con el éxito de Guys and Dolls, (1950, 1200 representaciones), de Frank Loesser y Abe Burrows;
por su parte, la Fiebre del oro de California centraba el argumento de Paint Your Wagon (1951) de Alan Jay Lerner y
Frederick Loewe. Lerner y Loewe colaboraron de nuevo en My Fair Lady (1956), una adaptación de la obra de teatro
Pigmalión, de George Bernard Shaw, protagonizada por Rex Harrison y Julie Andrews, que con 2717
representaciones mantuvo el récord de representaciones durante muchos años. Por su parte, The Boy Friend (1954)
alcanzó las 2.078 en Londres.
Otro récord se estableció por La ópera de tres centavos , que se representó en 2707 ocasiones, convirtiéndose en el
musical off-Broadway más longevo hasta Los Fantasticks. Esta producción también fue importante porque demostró
que los musicales podían ser rentables fuera de Broadway en un pequeño formato de orquesta en pequeños locales.
Esto se confirmó en 1959, cuando el reestreno de Leave It to Jane de Jerome Kern y P. G. Wodehouse se mantuvo
durante más de dos años. La cartelera del Off-Broadway de la temporada 1959-1960 incluyó una docena de
musicales y revistas, como Little Mary Sunshine, The Fantasticks y Ernest in Love, una adaptación musical de la
importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde.
Leonard Bernstein
West Side Story (1957), supuso una traslación de Romeo y Julieta al Nueva York contemporáneo y convirtió la
enemistad entre Montescos y Capuletos en oposición entre bandas étnicas, los Jets y los Sharks. El libreto fue
adaptado por Arthur Laurents, con música de Leonard Bernstein y letra de Stephen Sondheim. Fue bien acogido por
la crítica, pero no tanto por el público. Tampoco cosechó grandes éxitos en la entrega de los Premio Tony, frente a
The Music Man (1957). En cualquier caso, West Side Story tuvo una respetable carrera de 732 representaciones
(1040 en el West End londinense), mientras que The Music Man se representó durante casi el doble de tiempo, con
1.375 actuaciones. Por el contrario, la película de West Side Story fue un rotundo éxito.6 Arthur Laurents y Stephen
Sondheim se unirían de nuevo para Gypsy (1959, 702 representaciones), sobre la vida de Gypsy Rose Lee con música
de Jule Styne.
La década finalizaba con otro gran éxito de Rodgers y Hammerstein, The Sound of Music, que también se convirtió
en un triunfo para su protagonista Mary Martin. Se mantuvo durante 1,443 representaciones y compartió el premio
Tony al Mejor Musical. En parte debido al éxito arrollador de su versión cinematográfica, Sonrisas y lágrimas en
España, se ha convertido en uno de los musicales más populares de la historia.
Años 1960
Stephen Sondheim
1960 fue el año del estreno de The Fantasticks concretamente en el Off-Broadway. Este espectáculo alegórico e
íntimo se seguiría representando durante más de 40 años en el Sullivan Street Theatre del Greenwich Village,
llegando a ser, con mucho, el musical de más larga duración en la historia. Sus autores produjeron otras obras
innovadoras en la década de 1960, como Celebration y I Do! I Do!, el primer musical de Broadway con tan solo dos
personajes. A lo largo de la década se estrenaron grandes éxitos de taquilla, como El violinista en el tejado (1964;
3242 representaciones), Hello, Dolly (1964; 2844 representaciones), Funny Girl (1964; 1348 representaciones), y El
hombre de La Mancha (1965; 2328 representaciones), junto a apuestas más arriesgadas como Cabaret (1966), antes
de terminar con la aparición del musical de rock. Dos hombres tuvieron un impacto considerable en la historia del
teatro musical desde el comienzo de esta década: Stephen Sondheim y Jerry Herman. El primer proyecto para el que
Sondheim escribió la música y la letra fue A Funny Thing Happened on the Way to the Forum (1962, 964
representaciones), traducida en España como Golfus de Roma, con libreto basado en las obras de Plauto por Burt
Shevelove y Larry Gelbart, y protagonizada por Zero Mostel. Sondheim fue más allá del manido argumento
romántico, explorando facetas más oscuras de la personalidad humana. Otras obras destacadas de Sondheim fueron
Anyone Can Whistle (1964, con Lee Remick y Angela Lansbury, Company (1970), Follies (1971) y A Little Night Music
(1973). Más tarde, Sondheim encontró inspiración en fuentes poco habituales: la apertura de Japón al comercio
occidental en Pacific Overtures (1976), un legendario barbero asesino en busca de venganza en el Londres victoriano
en Sweeney Todd (1979), las pinturas de Georges Seurat en Sunday in the Park with George (1984), los cuentos de
hadas en Into the Woods (1987), y el magnicidio en Assassins (1990).
Ben Vereen
Mientras que algunos críticos han argumentado que algunos de los musicales de Sondheim carecen de atractivo
comercial, otros han elogiado su sofisticación lírica y complejidad musical, así como la interacción de las letras y la
música en sus espectáculos. Algunas de las innovaciones notables de Sondheim incluyen un espectáculo presentó a
la inversa ( Merrily We Roll Along) y la mencionada Anyone Can Whistle, en la que el primero acto termina con el
elenco informando al público que están locos.
Jerry Herman desempeñó un papel significativo en el teatro musical americano, comenzando con su primera
producción de Broadway, Milk and Honey (1961, 563 representaciones), acerca de la fundación del Estado de Israel,
y continuando con los éxitos de taquilla Hello, Dolly (1964, 2844 representaciones), Mame (1966, 1508
representaciones), y La Cage aux Folles (1983, 1761 representaciones). Incluso sus espectáculos menos exitosos
como Dear World (1969) y Mack & Mabel (1974) tuvieron su relevancia. Algunas de las canciones de Herman para
musicales han sido grabadas por artistas como Louis Armstrong, Eydie Gorme, Barbra Streisand, Petula Clark y
Bernadette Peters. El repertorio de Herman ha sido objeto de dos revistas musicales, Jerry Girls (Broadway, 1985), y
Showtune (off-Broadway, 2003).
Uno de los hitos de la década fue sin duda el musical Hair, que incluyó no solo la música rock sino también el
desnudo y opiniones controvertidas sobre la guerra de Vietnam, las relaciones interraciales y otras cuestiones
sociales.7
Años 1970
Tras el éxito de Hair , el musical de rock floreció en la década de 1970, con títulos tan conocidos como Jesucristo
Superstar (1971), Godspell (1971), The Rocky Horror Show (1973) y Two Gentlemen of Verona (1973). Algunos de
estos musicales de rock comenzaron como álbumes conceptuales y después se traspusieron a los escenarios o a la
pantalla, como Tommy. Otros no tenían ningún diálogo o presentaban reminiscencias operísticas y fueron conocidos
como ópera rock. Por otro lado, espectáculos como Raisin, Dreamgirls, Purlie y The Wiz situaron al colectivo
afroamericano en una posición significativa en la escena de Broadway. Nuevos y variados géneros y estilos musicales
fueron teniendo cabida en los musicales, tanto en Broadway como en otros escenarios.
Patti LuPone
1975 fue el año en que se estrenó un musical que el crítico del New York Times Clive Barnes llegó a calificar de
"tremendo". 8 Se trata de A Chorus Line, que surgió de grabaciones de ensayos de coristas de las grandes estrellas
de Broadway. Sobre esa base de cientos de horas de cintas, James Kirkwood, Jr. y Nick Dante escribieron un libreto
sobre una audición para un musical, incorporando muchas historias de la vida real de las sesiones. Con música de
Marvin Hamlisch y letras de Edward Kleban, A Chorus Line se estrenó en el Lower Manhattan, pasando después al
Shubert Theatre de Broadway donde alcanzó las 6.137 representaciones, convirtiéndose en la producción de más
larga duración en la historia de Broadway hasta ese momento. El espectáculo barrió los premios Tony y ganó el
Premio Pulitzer.
El público de Broadway comenzó a apreciar musicales con un estilo y temática alejados de lo que había sido la norma
hasta el momento. Así, John Kander y Fred Ebb exploraron el aumento del nazismo en la Alemania de los años 1930
en Cabaret (1975 y la época de la Ley seca fue retratada en Chicago (1975). Por su parte, Pippin (1972), por Stephen
Schwartz, estaba ambientado en la época de Carlomagno. La película autobiográfica 8 ½, de Federico Fellini se
convirtió en Nine, de Maury Yeston.
Al final de la década, Evita (1978) y Sweeney Todd (1979) fueron precursores de los grandes musicales de elevado
presupuesto de la década de 1980 que recrearían historias dramáticas, y contarían con espectaculares efectos. Sin
embargo, durante este mismo período, los viejos valores se mantuvieron en éxitos como Annie (1977) y La Calle 42
(1980). Durante la década se realizaron versiones cinematográficas de varios musicales, destacando El violinista en el
tejado (película), Cabaret y Grease .9
Años 1980
La década de 1980 vio la influencia de los "mega-musicales" europeos y de las "óperas pop", en Broadway, en el
West End y en otros lugares. Por lo general se caracterizaron por sus influencias pop, grandes elencos, muy notables
efectos especiales y grandes presupuestos. Muchos estaban basados en novelas u otras obras de la literatura. Entre
los escritores más importantes de "mega-musicales" debe mencionarse el equipo francés de Claude-Michel
Schönberg y Alain Boublil, responsables de Los Miserables, que se convirtió en el hit musical internacional de más
larga duración en la historia. El equipo, en colaboración con Richard Maltby, Jr., continuó produciendo éxitos, entre
ellos Miss Saigon (1989), inspirada en la ópera de Puccini Madame Butterfly , y con espectaculares efectos que
incluyen el aterrizaje de un helicóptero sobre el escenario.
El compositor británico Andrew Lloyd Webber tuvo un éxito similar con Evita , basada en la vida de la argentina Eva
Perón; Cats (1981), derivado de los poemas de T. S. Eliot (ambos musicales fueron originalmente protagonizados por
Elaine Paige); Starlight Express, realizado sobre patines; El fantasma de la Ópera (1986), derivado de la novela
homónima de Gaston Leroux; y Sunset Boulevard (de la clásica película del mismo nombre). Estas obras se
representaron (o aún lo hacen) durante décadas, tanto en Nueva York como en Londres y tuvieron extraordinario
éxito internacional. Con sus enormes presupuestos, los mega-musicales redefinieron los parámetros de éxito
financiero en Broadway y el West End. En años anteriores, era posible que un espectáculo fuera considerado un
éxito después si lograba mantenerse a lo largo de varios cientos de representaciones, pero con unos costes de
producción de varios millones de dólares, un espectáculo debe funcionar durante años simplemente para obtener
algún beneficio.
Años 1990
La década de 1990 también fue testigo de la influencia de las grandes compañías productoras en el montaje de
musicales. La más importante ha sido The Walt Disney Company, que comenzó a adaptar algunas de sus películas
musicales animadas de la época, como La Bella y la Bestia (1994), El Rey León (1997) y Aída (2000), estos dos últimos
con música de Elton John. El Rey León se ha llegado a convertir en el espectáculo más taquillero en la historia
musical de Broadway.11
A pesar del creciente número de grandes musicales en los años 1980 y 1990, también se produjeron otros de menor
presupuesto, que llegaron a alcanzar la suficiencia financiera y el aplauso de la crítica, como Falsettoland, Little Shop
of Horrors, Bat Boy: The Musical y Blood Brothers. Los temas de estos montajes varían ampliamente, y la música va
desde el rock al pop, pero con frecuencia se producen fuera de Broadway, o para los más pequeños teatros de
Londres, y algunas de estas puestas en escena han sido consideradas como imaginativas e innovadoras.12
Siglo XXI
En el nuevo siglo, los productores, deseosos de garantizar la recuperación de sus inversiones, han apostado por
musicales dirigidos a un público masivo. En algunos se apostó por temáticas novedosas, como Avenida Q (2003), The
Light in the Piazza (2005), Spring Awakening (2006), In the Heights (2007), Next to Normal (2009) y American Idiot
(2010). Pero la mayoría optó por fórmulas ya probadas, tales como películas ( The Producers, Spamalot Hairspray ,
Una rubia muy legal, The Color Purple, Xanadú, Billy Elliot, Mary Poppins y Shrek) o clásicos de la Literatura (La
pimpinela escarlata y Wicked) con la esperanza de que los espectáculos tendrán un público integrado como
resultado.
Por otro lado, varios musicales volvieron al formato de gran espectáculo que tanto éxito cosechó en la década de
1980, como El Señor de los Anillos (2007), Lo que el viento se llevó (2008) y Spider-Man: Turn Off the Dark (2011). En
2013, la revista Time destacó sendos musicales que marcaban una nueva tendencia en el Off-Broadway en los que la
puesta en escena tiene lugar alrededor y entre el público. Se trata de Natasha, Pierre and the Great Comet of 1812
(2012) y Here Lies Love (2013).13
Otra tendencia ha sido la creación de un argumento básico para incorporar un grupo de canciones exitosas. Es el
caso de Movin' Out (2002, basado en las canciones de Billy Joel), Jersey Boys (2006, sobre temas de The Four
Seasons) y Rock of Ages (2009, con temas de rock clásico de la década de 1980). Este estilo se ha denominado como
"Jukebox musical". 14 De naturaleza similar pero con argumentos más elaborados pueden mencionarse Mamma
Mia! (1999, basado en las canciones de ABBA), Our House (2002, basado en las canciones de Madness), We Will Rock
You (2002, basado en las canciones de Queen) y Priscilla, reina del desierto (2006).