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Año Bisiesto

El documento explica que los años bisiestos se introdujeron por Julio César para mantener el orden de las estaciones, ya que el año tiene realmente 365.2422 días y no 365 exactos. Sin años bisiestos, hoy sería el 15 de julio de 2017. Más tarde, el calendario gregoriano introdujo correcciones al calendario juliano para eliminar un desfase de 10 días que se había generado.

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Año Bisiesto

El documento explica que los años bisiestos se introdujeron por Julio César para mantener el orden de las estaciones, ya que el año tiene realmente 365.2422 días y no 365 exactos. Sin años bisiestos, hoy sería el 15 de julio de 2017. Más tarde, el calendario gregoriano introdujo correcciones al calendario juliano para eliminar un desfase de 10 días que se había generado.

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AÑO BISIESTO

Hoy es 29 de febrero de 2016. Año bisiesto. Como cada cuatro años desde que lo
estableció el calendario de Julio César, pero ¿en qué fecha estaríamos hoy si el emperador
romano no hubiese introducido el año bisiesto?

Esa misma pregunta se la han hecho en ‘Los Angeles Times’ y, tras consultarlo con
numerosos astrónomos, han hallado la fecha exacta: sin años bisiestos, hoy sería 15 de
julio de 2017. Aunque para llegar hasta ahí habría que empezar a contar desde que se
estableció el calendario de Julio César, hace ya 2062 años.

En total, habría 533 días de diferencia, pero los años bisiestos han sido necesarios para
mantener un orden de cara a las estaciones del año.

Los años actualmente tienen 365 días, 5 horas, 49 minutos y 12 segundos. Pese a este ajuste
todavía se acumula un desfase de unos segundos, con lo que para que se acumule un día de error
tendrán que pasar más de 3.200 años.

¿Qué hacemos con el cuarto de día que nos sobra?

Para entender mejor la utilidad del 29 de febrero, hay que imaginar el espacio: Ese lugar en
el que los restos de la valiente Laika aún pueden estar flotando. Allí, el tiempo no funciona
tan exacto y preciso, año tras año y eso ya lo notaron los egipcios, quienes con mucha
paciencia y observación de cómo las estaciones comenzaron a llegar en fechas desfasadas,
estimaron que el año cumplía su ciclo en 365.25 días –es decir, quedaba un cuarto de día
sobrante (6 horas)-.
Como una forma de oficializar ecuménicamente semejante descubrimiento, Julio César (en
la foto) le pidió al astrónomo Sosígenes de Alejandría preparar su proyecto "Calendario
Juliano", en el siglo I a.C., el que incluía modificaciones tales como: Renombrar el mes
"quintilis" como "julio" (iulius), en honor al emperador que financió la idea y que había
nacido el día 13, y agregar un día de más cada cuatro años, siempre que la cifra de ese año
fuera divisible por cuatro. De esta manera, se prevenía tener los desfases en las estaciones
del año.

Si Iulius tiene 31, yo también quiero 31:

Octavio Augusto, una leyenda de la historia Fue en sextilis (sexto mes del calendario
romano que comenzaba en marzo) que Octavio Augusto (César Augusto, en la foto) entró
con bombo y platillo a Roma, tras haber vencido a Cleopatra y Marco Antonio. Ameritaba
entonces, según la usanza del gobernante anterior (Julio César) atribuirse un mes del
calendario, así que a sextilis se le llamó "augustus". Pero cuenta la leyenda que a Augusto
no le agradaba que su mes de gloria tuviera menos días que el de su predecesor, Iulius, así
que le quitó un día al último mes del año romano (febrero) y se lo agregó a augustus. He ahí
la explicación de por qué febrero tendría menos días y el motivo por el que el jueguito de
los nudillos para saber qué mes tiene 31 o 30 días, se complica al pasar de julio a agosto.

El calendario gregoriano, una operación matemática no menor

Corría el siglo XVI y la gente ya estaba harta de que, según su calendario juliano, la
primavera se hubiera adelantado hasta 10 días en su equinoccio -algo trascendental en una
sociedad que vivía de las cosechas-. Resulta que los egipcios y Sosígenes de Alejandría no
tenían la cifra exacta, que en vez de ser de 365.25 días el año, era de 365.2422 –lo que
representan 11 minutos y 14 segundos menos, que a muy largo plazo, provoca el desfase
antes descrito-. Alguien tenía que hacer algo al respecto y fue el Papa Gregorio XIII el que
tomó cartas en el asunto. Se asesoró bien y le pidió a Christopher Clavius (astrónomo
jesuita) que resolviera el tema, lo que significó una revolución en fechas y calendarios, el
Calendario Gregoriano: se decidió que el jueves 4 de octubre de 1582 estaría seguido por el
viernes 15 de octubre de 1582, eliminando los 10 días de desfase y estipulando que sería
año bisiesto cada cuatro años, tal como indicaba la versión juliana, pero siempre que la
cifra de ese año sea divisible por cuatro, exceptuando los múltiplos de 100 (1700, 1800 y
1900 no son bisiestos, por ejemplo), pero sí son bisiestos los que sean divisibles por 400,
como el año 2000. (Se recomienda dejar el cálculo de años bisiestos a los expertos).

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