Terapia Colaborativa I - Artículo PDF

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Parte 1: Una Invitación a la Terapia Colaborativa:

Relaciones y Conversaciones Que Hacen la Diferencia1


Capitulo 4: El Corazón y el Espíritu de la Terapia Colaborativa:
La Postura Filosófica- "Una Forma de Ser" en la Relación y Conversación.
HARLENE ANDERSON2

La conceptualización postmoderna del conocimiento y el lenguaje conforman el corazón y


el espíritu de la terapia colaborativa: "la postura filosófica" (Anderson, 1997, 2003). La
postura filosófica se refiere a la forma de ser en la relación y conversación: Una forma de
pensar, de experimentar, de relacionarse, de interpretar y de responder a la gente que
conocemos en terapia. Yo distingo mi trabajo como una "filosofía de vida" en acción, como
un acercamiento y no como una teoría y modelo de terapia. Teoría, como la que Shotter
(2005) sugiere, provee un mapa que instruye a la práctica. La teoría como las preposiciones
hermenéuticas pueden volverse un precomprensivo miope que asegura ver lo que es visto,
obscureciendo la unicidad de la persona, la palabra etc., esta distinción es similar a la
tendencia de Shotter (2005) hacia Wittgenstein que, "las teorías son apuntadas, en última
instancia, justificando o legitimizando un curso propuesto de acción proveyéndolo con una
base bien cimentada (p. 6)”. El punto de importancia de la teoría es retrospectiva-después
del hecho. La filosofía por el otro lado se concentra en preguntas acerca de la vida diaria
ordinaria del humano como la estima, identidad, las relaciones, mente y conocimiento. La
filosofía implica análisis continuo, la investigación y la reflexión con uno mismo y otros.
No es acerca de encontrar verdades, científicas o de otro tipo, ni es acerca de los objetos o
las cosas: se trata de personas.
Coherente con esta visión, la postura filosófica se vuelve una filosofía de vida que
informa y forma de una manera profesional y personal de ser en el mundo: los dos no
pueden separarse. Esto significa que hay congruencia en la forma de pensar y relacionarse
con la gente en mi vida, si los encuentro en mis relaciones personales o en mis relaciones
de trabajo en diversos ámbitos como terapia, la educación y la investigación y en el mundo
de las organizaciones y empresas. Al hablar con los alumnos que están estudiando la terapia
colaborativa, ellos a menudo comentan la influencia sorprendente que la perspectiva tiene
en su vida privada. En particular, se nota que se vuelven más atentos y reflexivos acerca de
cómo se relacionan con otros y cómo esta consideración afecta la calidad de sus relaciones
y sus vidas.
____________________________
1En Anderson, H. and Gehart, D. (2007) Collaborative Therapy. Relationships and
Conversations That Make a Difference. New York: Routledge.
2 Traducido por Laura Mancera Gutiérrez.

1
Características de la postura filosófica
La postura filosófica es una manera auténtica y natural de ser que fluye desde la perspectiva
postmoderna de conocimiento y lenguaje. La postura encarna una creencia que se comunica
a los demás a través de la actitud, tono, postura corporal, elección de palabra y
temporización, entre otras expresiones, que tengan especial importancia para ti. Ésta
transmite a los demás que son valorados como un único ser humano y no como una
categoría de personas; que tienen algo valioso que decir y que son dignos de ser
escuchados; que tú los conoces sin previo juicio del pasado, presente o futuro; y que no
mantienes una agenda secreta, por ejemplo de investigación, táctica, dirección, o de otro
tipo. Cuando un terapeuta sostiene esta creencia, se forma y forma la naturaleza esencial de
su posición de como conecta, colabora y construye con el otro en la relación y
conversación. La palabra importante aquí es con un proceso de "ser/estar con" que es
intrínsecamente más participativo y mutuo y menos jerárquico y dualista.
El rasgo distintivo de la postura filosófica es sus "interconectados", características que
influyen en la experiencia y la participación del terapeuta: crear y fomentar un metafórico
"espacio" para una conversación dialógica y una relación colaborativa. Aunque cada
característica es identificable y puede elaborarse, ninguna de ellas permanece sola. Esta
noción de su interrelación es clave para la terapia colaborativa. Lo importante, las
características no son reglas o técnicas. Igualmente importante, aunque la postura puede
tener expresiones comunes identificables, es única para cada terapeuta y sistema humano y
a las circunstancias y deseos de cada uno: la terapia colaborativa es informulable.
Posteriormente, se identifican y analizan las características interconectadas de la postura
filosófica que forman el corazón y el espíritu de la terapia colaborativa.

Cliente y terapeuta como socios conversacionales


Los participantes se convierten en socios conversacionales que participan en relaciones
colaborativas y en conversaciones dialógicas entre sí. La noción de ser/estar no se puede
exagerar como se describen los encuentros y respuestas de los seres humanos entre ellos y
que recíprocamente se dedican en una actividad social y comunitaria la cual llamamos
terapia. Shotter igualmente habla de “ser/estar con pensando-(dialógico)”, “una forma de
interacción reflexiva que implica la entrada en contacto de vida con algún otro ser vivo, con
sus palabras, sus expresiones corporales, sus palabras, sus obras” (2004, p. 150). Según
Shotter, ser/estar con es dinámico: " los significados y entendimientos de las personas están
en sus expresiones sensibles” (p. 157). Las personas responden entre sí; se tocan y son
tocados. Shotter contrasta ser/estar con y “pensando-(monológico) acerca de”. Citando a
Bakhtin, Shotter repite: "(en su forma pura extrema) otra persona deja totalmente y
simplemente un objeto de conocimiento y no otro conocimiento. … El monólogo está
terminado y sordo a la otra respuesta, no espera y no reconoce en si ninguna fuerza
decisiva"(Bakhtin, 1984, p. 293). Tom Andersen (1996), de forma similar al "pensando de
ser/estar con", habla de "haber sido tocado" por las palabras del otro, las cuales vienen
estando en estrecho contacto con sus palabras. Wittgenstein habló de relación y de
conversaciones como agarrándose de mano-en-mano: el tipo de conversaciones que

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tenemos con cada uno informan y forman el tipo de relaciones que tenemos con otros y
viceversa.
La naturaleza participativa de los socios conversacionales es de primordial importancia.
Invitar al cliente a participar en un compañerismo y fomentarlo requiere:
a) Conocer y saludar a un cliente de manera que se dé a entender que son bienvenidos y
respetados ,
b) mostrando que estás interesado en colaborar con ellos y aprender acerca de ellos y
aprender acerca de como ellos eligen presentarse,
c) entrar a la relación como aprendiz que escucha y responde por tratar de entender la
perspectiva del cliente y en su idioma. El cliente junto con su agenda y su historia,
toman protagonismo. Por ejemplo, ¿qué quieren ellos que tú sepas de ellos, acerca de
qué quieren hablar y qué historia quieren decir y cómo?
Me parece útil usar una metáfora de anfitrión: es como si el terapeuta es un anfitrión que
conoce y saluda al cliente como un invitado, mientras que simultáneamente el terapeuta es
un invitado en la vida del cliente. Pido a mis alumnos piensen cómo les gusta ser recibidos
como invitados. ¿Qué hace el anfitrión que les hace sentir bienvenidos, a gusto o no y
especial o no? ¿Cómo se siente la calidad en cuanto a la reunión y al saludo? No son
preguntas retóricas. No espero respuestas concretas. En su lugar, quiero que los estudiantes
piensen sobre el sentido de su experiencia en la relación y conversación y qué es
comunicado. A veces yo muestro a los alumnos "El saludo" con el video del artista Bill
Viola. El espectador ve a dos mujeres hablando y la llegada de una tercera. El segundo
cuarenta y cinco del video se presenta en cámara lenta (ampliado a cinco minutos),
permitiendo que los matices del saludo sean vistos y destacados. Los estudiantes examinan
y reflexionan sobre sus descripciones e interpretaciones de lo que piensan que ven y
discuten la importancia de los momentos fugaces a menudo inadvertidos de reuniones y
saludos.
Es importante tener en cuenta, sin embargo, que a pesar de que cada uno de nosotros
tiene lo que puede considerarse como nuestro estilo, debemos ser capaces de adaptarnos
espontáneamente a cada nueva y continúa relación y conversación (por ejemplo, la
sociedad conversacional) y la circunstancia del acontecimiento. Cada relación es única; se
forma y evoluciona, y se readapta mutuamente y periódicamente se redefine a sí misma con
el tiempo.

Cliente como experto y terapeuta como experto


En la terapia colaborativa, el conocimiento del cliente tiene una posición prominente. El
cliente es considerado el experto en su vida y es profesor del terapeuta. El terapeuta respeta,
honra, privilegia y toma la realidad del cliente (por ejemplo, palabras, creencias e historia)
en serio. Esto incluye lo que los clientes escogen decir y la forma en la que prefieren
decirlo _ cómo eligen expresar sus conocimientos. El terapeuta, por ejemplo, no tiene
expectativas de que una historia deba desenvolverse en un orden determinado o a un cierto
ritmo. El terapeuta no espera ciertos tipos de información y respuestas y no hace juicios
sobre la misma (por ejemplo, que una respuesta es directa o indirecta o buena o mala y que

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cierta información es importante, mientras que otra no lo es) ni el terapeuta piensa en
términos de, ni busca teoría que sugiera señales lingüísticas que informe definiciones de
problemas y soluciones. El terapeuta confía en que los clientes se conocen mejor a sí
mismos y que hablarán sobre lo que es importante para ellos _ así como cuándo y cómo.
Este protagonismo del conocimiento del cliente contrasta con otros enfoques de terapia en
la que el conocimiento profesional traído desde afuera define externamente problemas,
soluciones, resultados y éxitos _ creando _dicotomías expertos y no expertos.
Si lo piensas, el terapeuta es sólo en relación y en conversación con el cliente para una
fracción de segundo en la vida del cliente. Es imposible conocer plenamente a un cliente en
ese período de tiempo. El terapeuta se enfrenta a menudo a la tentación y al riesgo asociado
de llenar los huecos o crear partes faltantes de una historia con sus propios conocimientos.
Aunque algunos terapeutas son de la creencia de que tienen esta experiencia, el terapeuta
colaborativo se apoya en la experiencia del cliente. Esto no significa que el conocimiento
del terapeuta no es valorado; simplemente significa que el terapeuta no es considerado un
experto en la vida del cliente: el cliente es. En lugar de ser un experto en el cliente
(incluyendo su problema, recursos, soluciones preferidas, etc.) la competencia o la
experiencia del terapeuta están en el establecimiento y fomento de un entorno y una
condición que, naturalmente, invite a relaciones de colaboración y procesos
conversacionales generativos. Es en la creación de una cultura en la que los participantes
mutuamente exploran y comparten experiencia o conocimiento y se esfuerzan por
comprender mutuamente y alcanzar el futuro deseado. En y por esta actividad, novedad en
significados, acuerdos, y la sociedad _ la novedad en la experiencia y el conocimiento _
que tiene la importancia local y la utilidad es creada colectivamente.
A veces un terapeuta trabaja con más de un miembro de la red ayudante personal o
profesional del cliente. El terapeuta multi-parcialmente y simultáneamente aprecia, respeta
y valora cada voz, cada realidad y cada experiencia. Las diferencias _las múltiples voces
distintas y las descripciones _ a menudo son vistas como "necesidad de resolución", en su
lugar son vistas como una fuente de riqueza y posibilidad inherente e infinita. En otras
palabras, las diferencias son vistas como algo valioso que explorar y aprender. A través de
este proceso de aprendizaje las diferencias no son resueltas pero en su lugar algo proviene
de ellas. (El proceso generativo de investigación mutua es discutido posteriormente).

Cliente y terapeuta se unen en una investigación mutua


La postura del terapeuta invita al cliente a una investigación mutua o compartida sobre las
cuestiones o tareas a la mano. Esta investigación se inicia con la introducción del terapeuta
en la relación como un aprendiz (como se mencionó anteriormente) y el cliente como
maestro del terapeuta. El terapeuta quiere aprender y comprender al cliente desde la
perspectiva y las preferencias del cliente. El terapeuta quiere aprender de la experiencia
vivida del cliente y los significados y entendimientos asociados.
He encontrado útil pensar de esto como si el cliente empezara a lanzarme una "bola de
historia". Así como pusieron la bola hacia mí, y mientras sus manos están todavía sobre
ella, yo coloco mis manos suavemente sobre la bola pero no la tomo de ellos. Yo empiezo a
participar con ellos en la narración, mientras lentamente veo/escucho lo que ellos me están

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mostrando. Trato de aprender y entender acerca de su historia respondiéndoles: soy curiosa,
planteo preguntas, hago comentarios y gesticulo. En mi experiencia, me parece que la
posición de aprendizaje del terapeuta actúa espontáneamente invitando a participar al
cliente como un coaprendiz; es como si la curiosidad del terapeuta es contagiosa.
En otras palabras, lo que empieza como aprendizaje unidireccional se vuelve aprendizaje
mutuo así como cliente y terapeuta coexploran lo familiar y codesarrollan lo nuevo,
cambiando a una investigación mutua de examinar, cuestionar, preguntarse y reflejándose
el uno al otro.
Con esto comienza el proceso dialógico dinámico más notable: un proceso bidireccional
que implica una ida-y-vuelta, un dar-y-tomar, conexión-en-allí-junto y una actividad en la
cual las personas hablan con, y no, a otro. En este tipo de conversación y relación todos los
miembros desarrollan un sentido de pertenencia. Y, en mi experiencia, un sentido de
pertenencia invita a una participación, la cual nos invita a una responsabilidad compartida.
Yo digo el "más notable proceso de diálogo" porque creo que el diálogo entre el cliente y
el terapeuta puede comenzar bien mucho antes de que se conozcan cara a cara y entablen
una relación y conversación entre sí. Cada uno puede tener una conversación interior
silenciosa, expectativas y suposiciones sobre el imaginario encuentro. Estas conversaciones
internas pueden estar presentes cuando se reúnan. ¿Qué podría comunicar el saludo del
terapeuta al cliente? ¿Cómo el cliente puede interpretar el saludo? ¿Qué podría comunicar
la atmósfera del espacio físico del terapeuta? Como se mencionó anteriormente, los matices
y sutilezas de reuniones y saludos son importantes; dan una forma de comienzo para el tono
y la calidad de las relaciones y las conversaciones.
Quiero enfatizar la conexión entre el cliente como el experto, la investigación mutua y el
no-saber que se discute a continuación. Me recuerda la similitud con el educador brasileño
Paulo Freire, quien favoreció la educación informal que se basó en el diálogo y en la
experiencia vivida de sus "alumnos". Habló de "palabras generativas", "conocimiento
ingenuo" y el "poder del lenguaje" para crear. Para ayudar a sus estudiantes a aprender
cómo enseñar a los oprimidos y a los campesinos a leer, invitó a los estudiantes a que
prestaran atención a las palabras que utiliza a menudo la gente. Los estudiantes, entonces,
preguntaron a la gente sobre el significado de las palabras y se hicieron partícipes en las
discusiones sobre las palabras. Freire las llamó palabras generativas. En el proceso de
asociación interactivo, de aprendizaje y de discusión del significado de las palabras, donde
el maestro fue ambos, el profesor y el alumno, se desarrolló un nuevo aprendizaje. Por
supuesto, una distinción para Freire es el proceso educativo y el nuevo aprendizaje, los
cuales apoyaron su dedicación al cambio social y político.

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Terapeuta, el no-saber, el acercamiento al conocimiento
El no-saber se refiere a la visión del terapeuta en relación al conocimiento _ por ejemplo,
verdad, realidad, sabiduría y experiencia _ y un posicionamiento del conocimiento. Un
terapeuta colaborativo adopta una aproximación escéptica y tentativa al conocimiento,
incluyendo su sustancia, su uso, su seguridad, sus riesgos y sus consecuencias. Después, yo
identifico y analizo cuatro aspectos del no-saber que son críticos para la postura filosófica
y, por tanto, invitan y fomentan las relaciones colaborativas y conversaciones dialógicas.
La idea del preconocimiento vs saber con. Los terapeutas no creen que puedan saber
sobre otra persona o sus circunstancias de antemano. Tampoco creen que puedan saber el
resultado o el producto antes de tiempo. Asume de antemano que el conocimiento del otro
tiene varios riesgos.
Existe el riesgo de conocerlos como una categoría o un tipo de persona, el riesgo de
conocerlos como una característica en una escritura teórica y el riesgo de buscar la
verificación del conocimiento imaginado. Dicho conocimiento puede inhibir el aprendizaje
sobre la singularidad de esa persona, así como la exclusión de familiarizarse con la novedad
de su vida como quieren que la entiendas. Creo firmemente que para entender al otro lo
más completamente posible como una persona única con circunstancias de la vida únicas se
requiere dejar ir el conocimiento en el más moderno sentido. Tienes que conocer acerca de
la persona de la persona.
La forma en la que el terapeuta piensa acerca del conocimiento. El conocimiento que
cada participante aporta a una relación y conversación es igualmente valioso. Lo valioso no
implica un acuerdo. Significa respetar, aprender más y tratar de comprender. En un diálogo
genuino, lo que cada persona aporta a una conversación será influido y cambiado de algún
modo. El riesgo de la influencia y el cambio se aplica a todos los participantes incluyendo
al terapeuta. Los terapeutas, por lo tanto, permanecen algunas veces dispuestos y capaces
de tener sus conocimientos (incluidos los prejuicios y valores personales y profesionales)
ignorados, cuestionados y cambiados.
La intención con la que el terapeuta utiliza conocimientos. El terapeuta presenta el
conocimiento como una forma de participar y fomentar una conversación. En consonancia
con la anterior discusión, la creencia de que el conocimiento no puede ser enviado (o
recibido) de una persona a otra, los terapeutas no invierten en privilegiar sus conocimientos
sobre del otro o persuadirlos del mismo. El conocimiento, cual sea su forma_ preguntas,
comentarios, opiniones o sugerencias _ se ofrece como comida para la reflexión y el
diálogo, como una forma de participar en la conversación. No se ofrece con la intención de
ser autorizada, objetiva o instructiva.
La manera en que el terapeuta ofrece los conocimientos. El honor de los terapeutas,
dejar espacio y dar autoridad a la voz del cliente y no eclipsar, desviar o subyugar con su
propio saber. El conocimiento se presenta de una manera provisional y tentativa. Así, el
terapeuta presta atención a la sincronización, la forma y la entonación con que se introduce
el conocimiento. La introducción debe estar en sintonía con el cliente y la conversación en
el momento.

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El no-saber a veces se entiende como disminuir la plena participación del terapeuta en el
diálogo. No es el caso. El terapeuta no retiene o deniega su voz, sino todo lo contrario; el
terapeuta puede ofrecer cualquier cosa en la conversación. No hay intención o necesidad de
retener, pero lo que se ofrece debe considerarse a la luz de los aspectos mencionados
anteriormente. El no-saber es también a veces entendido como un terapeuta convirtiéndose
en una pizarra en blanco, fingiendo ignorancia u olvidar lo que ha aprendido de libros o de
experiencias. Asimismo, no es el caso. Nuestro saber, nuestra historia y nuestros prejuicios
siempre están con nosotros y es parte de nuestra esfera de influencia.
Mantener una posición de no-saber y vivir con la incertidumbre que la acompaña es vital
para la libertad de expresión y las rutas naturales imprevistas de diálogos. El no-saber es
igualmente crucial para no deslizarse en el monólogo y el mantenimiento del diálogo
interno o autónomo.
Aquí se justifica una palabra de precaución. No sugiero que de repente un terapeuta
decide introducir su conocimiento o siempre es consciente de su introducción.
Toda conversación y sus participantes existen en y fluyen desde un conocimiento ya
existente. Los terapeutas siempre participan con sus conocimientos, y como el
conocimiento del cliente, continuamente se está introduciendo en el transcurso de las
concesiones mutuas de conversación.

Ser público
Los terapeutas a menudo aprenden a operar desde invisibles e internos pensamientos
privados _ profesionalmente, personalmente, teóricamente o experiencialmente _
entendimientos como diagnósticos, sentencias o hipótesis. Estos pensamientos pueden
influir en cómo el terapeuta escucha y oye, y puede guiar a las preguntas y respuestas del
terapeuta. Desde una postura colaborativa, los terapeutas están abiertos y hacen visibles sus
pensamientos invisibles. El terapeuta puede compartir cualquier idea _ por ejemplo, una
opinión, pregunta o sugerencia _ con el cliente. La intención de compartir o ser público con
los pensamientos internos de uno es ofrecerlos como si fueran comida para la reflexión y el
diálogo. No es una cuestión de qué los terapeutas pueden decir, comentar o preguntar a
cerca de; más bien, lo importante en el fomento del diálogo es la manera, actitud, tono y
tiempo en que lo hace.
Hacer los pensamientos privados públicos invita a lo que Bakhtin (1981) refiere como
un entendimiento sensible. Sugiere que, "una comprensión pasiva de significado lingüístico
es no entender en absoluto" (p. 281). Shotter, influenciado por Wittgenstein, sugiere una
especie de entendimiento relacional-sensible. En otras palabras, la comprensión no puede
tener lugar a menos que el hablador-escuchante y el escuchante-hablador sean sensibles el
uno al otro. Una conversación interior insensible está en peligro de liderar a un
entendimiento perdido o a la comprensión que no encaja con el hablador o sus intenciones
(por ejemplo, el cliente).

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Poner la charla interior privada o pensamientos en palabras habladas produce algo
distinto al pensamiento o a la comprensión de sí mismo. La expresión del pensamiento
organiza y lo reforma, por lo tanto, se ve alterado en el proceso de articulación. La
presencia del cliente y el contexto, junto con otros factores, afecta a las palabras elegidas y
la forma en que se presentan. Así, el cliente tiene la oportunidad de responder al
pensamiento interior del terapeuta. La respuesta del cliente _ en las formas que puede
adoptar, como expresando interés, confirmando, preguntando o desconociendo _ a su vez,
afectará a los pensamientos internos del terapeuta.
Cuando un terapeuta no pone sus pensamientos en palabras habladas, es posible que la
charla interior del terapeuta, así como su habla, vaya a ser monológico y pondrá en riesgo y
contribuirá a potencializar la creación o el mantenimiento del monólogo del terapeuta-
cliente. Mantener pública la charla interior de los terapeutas minimiza el riesgo de que el
terapeuta sea atrapado en monólogos internos y externos. Por monológico, me refiero al
mismo pensamiento continuando, como tener una melodía en la cabeza que se toca una y
otra vez. Yo he hablado acerca de monólogos de duelo o realidades: cuando una o ambas
partes ponen energía en seguir defendiendo o convencer a otros de su punto de vista
(Anderson, 1987, 1997; Anderson y Goolishian, 1988). Las voces monológicas se vuelven
como rascacielos pegados sin ventanas, puertas o puentes _ cada uno cerca del otro.
En tales casos, la conversación llega a un punto muerto; ya no es el cruce de la crisis o
intercambio fecundo del terapeuta o de la perspectiva del cliente que está presente cuando
las personas están en el proceso de tratar de entenderse el uno al otro. Dicho de otra
manera, diálogo o "pensando de ser/estar con" puede fácilmente colapsar en un monólogo o
en un "pensando acerca de”.
No quiero sugerir que todos los pensamientos privados deben ser hablados en una
sesión. Esto sería imposible. Lo importante es tener cuidado con el riesgo de monólogo,
cómo lo escuchado y hablado se filtran a través de eso y cómo trasladar al diálogo interno.
Sugiero a mis alumnos que, si tienen dificultades para poner sus pensamientos monológicos
en palabras habladas, ellos podrían hablarles desde la voz de una persona imaginaria en la
sala de terapia; tomar un descanso durante la sesión; o hacer algo que no tenga que ver con
la terapia entre las sesiones, como leer un libro, ver una película o hablar con un colega. No
ofrezco estas sugerencias con la expectativa de que ellos las seguirán, pero para ayudarlos a
que comiencen a tener acceso a su propia creatividad en cuanto a lo que podría ayudarles a
un cambio de monólogo interior al diálogo. Cada terapeuta tendrá su única forma de tratar
con el discurso interno monológico y cómo lo hacen variará de cliente a cliente y de
situación a situación también.
Una nota de aclaración: Yo uso el monólogo para hacer una distinción. Creo que todo es
dialógico en cierta medida, pero a veces no parece serlo.

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Cliente y terapeuta se transforman juntos
En el espacio y el proceso de una relación colaborativa y una conversación dialógica, el
terapeuta y cliente se vuelven participantes mutuos que tratan de entender y responder a
otro desde dentro de la conversación y la relación. Cuando el terapeuta está involucrado en
este tipo de actividad común y dinámica, el terapeuta como el cliente están amoldados,
formados y transformados. Encuentro que las palabras de Shotter (1993, p. 9) capturan el
significado que quería transmitir: "para hablar de nuevas formas, es “construir” nuevas
formas de relación social, y construir nuevas formas de relación social (de yo-otras
relaciones) es construir nuevas formas de ser (de las relaciones del mundo de la persona)
para nosotros". Shotter (2005, págs. 23-24), refiriéndose al estilo de Wittgenstein de
escritura, habla de esta idea:
Y es en nuestro propio responder activamente a sus expresiones como nos podemos
encontrar a nosotros mismos inesperadamente confrontados con conexiones dentro de
nuestras experiencias que no habíamos notado previamente… que venimos a ver las
circunstancias relevantes en una nueva luz.
El terapeuta y el cliente construyen algo nuevo entre sí. Algo nuevo no es un resultado o
un producto al final del encuentro. Emerge continuamente a lo largo de la duración del
encuentro mientras que al mismo tiempo lo informa y posteriormente continúa. Es decir,
cada conversación será un trampolín para futuras conversaciones, dentro y fuera de la sala
de terapia, para cliente y terapeuta. Cuando el cliente y terapeuta se reúnan otra vez, cada
uno habrá sido influenciado por lo que hay entre las internas y externas conversaciones y
tampoco estará en el mismo lugar donde las dejaron.

Confiar en la incertidumbre
Ser un terapeuta colaborativo que se convierte en un socio conversacional, que valora la
otra experiencia, que se une en una consulta mutua y que renunciaría a la seguridad del
conocimiento preformado, invita y conlleva la incertidumbre. Cuando un terapeuta
acompaña a los clientes en un viaje y camina junto a ellos, la novedad (por ejemplo,
soluciones, resoluciones, resultados, o futuros) se desarrolla dentro de la conversación
local. Se creó mutuamente y corresponde únicamente a las personas involucradas. Cómo se
produce esa transformación y como parece que variará de cliente a cliente, de terapeuta a
terapeuta y de situación a situación. Sencillamente, no hay ninguna manera de saber con
seguridad la dirección en que se desplegará una historia o el resultado de la terapia cuando
participan en una conversación dialógica y en la relación colaborativa. Confiar en la
incertidumbre implica tomar un riesgo y estar abierto a cambios imprevistos.
La terapia colaborativa, por lo tanto, puede considerarse como improvisación o
compuesta como cliente y terapeuta que van juntos. No se compone en el sentido de que
todo se vale. El terapeuta siempre responde al cliente, lo que llama la ocasión y en la forma
en que lo llama. Esto requiere confianza en el cliente y la confianza en uno mismo.
Interesante, podría añadir, me sorprendí cuando los estudiantes, durante una entrevista con
un investigador que estudiaba sus experiencias de aprendizaje de terapia colaborativa,
hablaron sobre la certeza de la incertidumbre. Concluyeron a través de sus experiencias que

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"existe certeza en la incertidumbre", refiriéndose al aumento inesperado de su
autoconfianza, autocompetencia y autodesarrollo cuando ellos empezaron a confiar en la
incertidumbre y dejaron ir la necesidad de saber, por ejemplo, la presión de formular las
preguntas correctas o tener la mejor solución. Expresaron un nuevo sentido de autonomía,
la flexibilidad y la creatividad y una liberación de las restricciones de seguridad a las
posibilidades de la incertidumbre.
Quizás una advertencia es garantizada. La experiencia del cliente, el no-saber del
terapeuta y la incertidumbre no sugieren que un terapeuta actúa o habla sin confianza, niega
respuesta a la solicitud de un cliente para obtener respuestas o ignora la necesidad del
cliente por certeza. En su lugar, lo que quiero destacar es la forma en que los terapeutas se
posicionan y responden que invita al cliente a unirse a ellos y que a su vez invita y mejora
el autodesarrollo del cliente.

La terapia de cada día, vida cotidiana


La terapia desde una perspectiva colaborativa concede importancia a entendimientos
cotidianos que están incrustados en la historia, la cultura y las prácticas lingüísticas. Es
decir, terapeutas están más interesados en el entendimiento del cliente y en sus vidas
profesionales. Dado esto, la terapia entonces recuerda más la conversación cotidiana y su
discurso ordinario y las conexiones íntimas que prefiere la mayoría de la gente. Como tal,
la terapia colaborativa puede ser caracterizada como menos formal que quizás es
usualmente así en la institución de la terapia. También desafía tradiciones institucionales
como límites y se autorrevela como crítica a la terapia adecuada y exitosa. En cambio, la
importancia se coloca en el cliente y el terapeuta como seres humanos involucrados en la
interacción humana, esperemos que minimice el riesgo del terapeuta de contribuir a las
desigualdades sociales y de poder.
Esto no significa una simple charla sin objetivo o ser amigos casuales. Las conversaciones
y relaciones de terapia, por supuesto, se producen dentro de un contexto determinado y con
una agenda particular.
En pocas palabras: un cliente quiere ayuda y un terapeuta quiere ayudar. No creo que los
clientes quieran como ayuda "problemas" como esta palabra lleva tantos equipajes
heredados como problemas de disfunciones o déficits a ser reparados o resueltos
(Anderson, 1997). Y, como se mencionó anteriormente, también existe el riesgo de hacer
hipótesis lineales sobre problemas y deslizarse en monólogo y "pensando acerca de". En
este mismo sentido, los clientes no se clasifican como tipos o clases o por títulos como
"fácil" o "difícil". Cada cliente simplemente presenta una situación de vida cotidiana,
ordinaria (por ejemplo, una dificultad, una miseria, un dilema, un desafío, un dolor o una
decisión) que cualquiera de nosotros podría encontrar de manera similar. Cada cliente, cada
situación es única, y por lo tanto siempre se reunirá un extraño y el desconocido. Y en este
sentido, el ordinario se vuelve extraordinario.

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En resumen, si un terapeuta asume la postura filosófica que es el corazón y el espíritu de
la terapia colaborativa, ellos actuarán y hablarán natural y espontáneamente en formas que
crean un espacio para invitar y promover conversaciones y relaciones en el que clientes y
terapeutas "conectan, colaboran y construyen" el uno con el otro (Anderson, 1992, 1997).
Porque la postura filosófica se convierte en una forma natural y espontánea de ser como un
terapeuta, la teoría no es poner en práctica y no hay técnicas y reglas para un terapeuta,
como las conocemos. En su lugar, las características dan énfasis a un conjunto de valores y
sus implicaciones para la acción. La postura filosófica es el "tono" de relaciones de
colaboración y conversaciones dialógicas como se sugirió anteriormente: una particular
forma en que nosotros mismos nos orientamos para ser, hablar y actuar con otra persona
que invita a la otra en la acción compartida de compromiso y a unirse en una investigación
mutua _ el proceso de diálogo y transformación generativo (Anderson, 1997, 2003). En
otras palabras, la persona tiene precedencia sobre técnicas y reglas: los seres humanos están
en relación y conversación entre sí.

Competencia y posibilidades
En mi experiencia y en conversaciones corroboradas con terapeutas y estudiantes, practicar
colaborativamente puede enriquecer la vida profesional y personal. Nota, terapeutas y
estudiantes informan un sentido mayor de competencia y amplían las posibilidades de sus
clientes y de ellos mismos. Algunos informan un entusiasmo sin explotar y la nueva
iniciativa para el aprendizaje. Se vuelven más reflexivos, cuestionadores y curiosos. Similar
a las experiencias de los clientes, reportan una nueva sensación de libertad como terapeuta
y sentimiento de esperanza para sus clientes (Anderson, 1997). Más significativo e
inspirador, es que se convierten en miembros de una comunidad de aprendizaje permanente
internacional que proporciona apoyo y sustento.

Sobre Terapia Colaborativa: Características distintivas


La terapia colaborativa tiene varias características distintivas que, combinadas, la hace más
una terapia abierta y permite un estilo más improvisado de terapeuta. Algunas de estas
características son:
Es evolución, dinámica y sin fórmula. La terapia colaborativa se basa en un proceso
reflexivo en el que sus supuestos informa a su práctica y su práctica informa sus supuestos
(o una búsqueda de nuevos y viceversa). Coherente con el discurso postmoderno, el
enfoque es dinámico, invita a infinita variedad y adaptación, a tener el potencial para que se
correspondan con los cambios sociales macro y micro y a encajar con el valor emergente
colocado en las voces de las personas marginadas y oprimidas. También es claramente sin
fórmula, ofrece a los profesionales y a sus clientes la oportunidad de adaptar la aplicación
de sus supuestos a sus necesidades y circunstancias y a sus contextos institucionales y
culturales.

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El enfoque se desplaza desde el individuo o de la familia a las persona-s-en-relación. El
enfoque está basado en un cambio ideológico que tiene aplicabilidad en contextos,
situaciones y personas. Su utilidad no está determinada por el sistema social (individual o
familiar), la función de la persona en el sistema, el problema o la meta. Su utilidad está
determinada por el valor del terapeuta de sus hipótesis centrales y su capacidad para vivir la
postura filosófica que derivan de ellos.
La aplicación se extiende más allá de la sala de terapia. El enfoque tiene utilidad en
sistemas y contextos distintos de la terapia. Los terapeutas toman los supuestos de la terapia
colaborativa y la postura filosófica a otros sistemas que a menudo trabajan tales como la
educación (por ejemplo, enseñanza y supervisión) y organizaciones (por ejemplo,
consultoría y construcción de equipo) y ampliar sus prácticas colaborativas para incluir
actividades como la vida y mentor. Otros profesionales, tales aquellos en medicina, derecho
y organización comunitaria, informan que el enfoque ha demostrado su utilidad en sus
prácticas.
La (e)valuación se vuelve parte de la práctica diaria. El practicante y el cliente
(e)valúan su trabajo juntos el uno al otro. Lo que ellos aprenden es usado para reportar sus
trabajos, apreciar y construir sobre lo que es útil y reconsiderar lo que no lo es (Anderson,
1997). Esto es parte de la garantía de que la terapia y las otras prácticas colaborativas son
adaptadas apropiadamente y tienen continúa utilidad para el cliente.
Se reduce el desgaste del terapeuta. Los informes de los terapeutas renuevan apreciación
y respeto para sus clientes y renuevan entusiasmo y energía para su trabajo. Informan un
descubrimiento de la creatividad desconocida o sin explotar. También informan que son
más abiertos y que comparten su trabajo con colegas y encuentran apoyo en hacerlo.
Combinadas, estas experiencias influyen en reducción de desgaste.
Clientes y terapeuta tienen un sentido de libertad y esperanza. Los clientes tienen un
sentido de pertenecer a, participando en y poseer su terapia. Esto, a su vez, invita a la
responsabilidad compartida para el proceso y el resultado. El resultado _ si es algo tangible
y factible, o si es simplemente una sensación de algo como, una sensación de libertad o
esperanza _ sorprendentemente se convierte en un sentimiento que yo, que nosotros,
podemos continuar desde aquí.
Relaciones con colegas son mejoradas. Terapeutas informan que así como viven la
postura filosófica con sus colegas, como lo hacen con sus clientes, son más capaces para
apreciar, para ser curiosos acerca de, y estar abiertos a las diferencias. Apoyados por la
creencia de que no hay un camino correcto para ver o hacer cualquier cosa, las relaciones
incomodas y tensas se vuelven menos problemáticas, más compatibles e incluso a veces
más agradables.

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Eficacia
La historia de la terapia colaborativa es prueba de su eficacia. Pronto el enfoque evolucionó
como una terapia de último recurso que se configuró en una práctica de “desafío” en la que
los terapeutas trabajaron con clientes "desafiables". Estos incluían fracasos del tratamiento
crónico, los pacientes en contextos psiquiátricos ambulatorios y de hospitalización y los
clientes a menudo mandados de los organismos públicos como servicios infantiles de
protección, refugios para mujeres y libertad condicional de adulto y juvenil.
Las primeras evidencias de la eficacia de la terapia colaborativa están centradas
principalmente en las experiencias de clientes, terapeutas y estudiantes, y es principalmente
anecdótica y se basa en la investigación cualitativa. La utilidad del enfoque es ilustrada en
artículos sobre maltrato infantil y otros tipos de violencia doméstica, trastornos
alimenticios, abuso de sustancias y supervisión.
En la salida de la práctica habitual de la terapia exitosa de la voz del terapeuta,
investigadores y terapeutas colaborativos han invitado a las cuentas de terapia de los
clientes. Estudios cualitativos han mirado la efectividad de la terapia colaborativa y un
análisis de si las actitudes y comportamientos de terapeutas fueron coherentes con su
filosofía de la terapia. Algunos han estudiado la aplicación de las ideas de supervisión y
educación y en trabajo comunitario. El psicólogo finlandés Jaakko Seikkula y sus colegas
han demostrado acertadamente la eficacia de un enfoque de diálogo abierto a través de un
proyecto de investigación cuantitativa y cualitativa con un seguimiento de cinco años con
pacientes psicóticos y sus familias.
Lo que me parece más interesante es el creciente número de estudiantes de todo el
mundo que han elegido terapia colaborativa (o un enfoque de sistema de lenguaje
colaborativo) como el tema de tesis y disertaciones doctorales e investigación colaborativa
como su metodología. Específicamente, los temas se han centrado en la utilidad de la
terapia colaborativa con una variedad de poblaciones clínicas (por ejemplo, niños con
enfermedades somáticas, las mujeres jóvenes con trastornos de la alimentación y profunda
depresión por pérdida) y con trabajo en las comunidades. Algunos se han concentrado en
las descripciones del terapeuta de la influencia de una perspectiva colaborativa en sus vidas
personales y profesionales y algunos de su propia experiencia de aprendizaje colaborativo.

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¿Hacia dónde vamos?
A menudo me preguntan "¿a dónde vas desde aquí?" y "¿qué hay después de lo
postmoderno?" Yo respondo, "no sé con certeza, pero tengo algunas ideas". Postmoderno
está todavía en pañales en cuanto a su utilidad en nuestras culturas intelectual y social.
Ilimitadas oportunidades, posibilidades y desafíos, sin duda profundizarán y ampliaran la
perspectiva postmoderna y su aplicabilidad en la psicoterapia y más allá. En la actualidad
me interesa aumentar mi exploración de su valor en los ámbitos de educación,
investigación, sistemas de organización y desarrollo del liderazgo y en las estructuras
institucionales y sociales más grandes. Yo he ampliado mi interés desde hace mucho tiempo
en las voces de los clientes de terapia para incluir las voces de los estudiantes en los
sistemas educativos y personas en las empresas y organizaciones. En el área de negocios,
por ejemplo, me estoy entrevistando con mujeres que son asistentes ejecutivas de CEOs
para aprender de ellas acerca de sus roles, relaciones y experiencias en sus organizaciones,
qué consejo ellas tienen para ayudar a otros en la misma carrera para alcanzar el éxito, y
qué consejo ellas tienen para ayudar a sus jefes a que le den un mejor uso al talento de sus
asistentes. Yo también estoy entrevistando a mujeres que son propietarias de negocios
exitosos para aprender lo que ellas creen que ha contribuido a su éxito y qué sabiduría
pueden compartir con otras mujeres empresarias. Estoy interesada en qué terapeutas
colaborativos tienen que ofrecer a otros profesionales que están interesados en las prácticas
colaborativas, como médicos, abogados y el clero. Inspirada por mis colegas en el Grupo
Campos Elíseos, en la ciudad de México, estoy interesada en la pertinencia y el uso del arte
y la literatura en todas mis prácticas. Y por último, estoy interesada en las formas en que a
través de la colaboración y de ser/estar con, podemos desarrollar formas menos violentas y
más tranquilas para vivir y seguir con otros. En respuesta, de una manera u otra, mi
pregunta omnipresente: ¿Cómo pueden profesionales crear los tipos de relaciones y
conversaciones con sus clientes que permitan a todas las partes acceder a sus
creatividades y desarrollar posibilidades donde ninguno parecía existir antes?

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