0% encontró este documento útil (0 votos)
108 vistas3 páginas

Aida Martinez Carreño

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1/ 3

Ivón Sefair Morales.

Historia de Colombia III.


Manuel Vega.
Reseña de “Mujeres en Pie de guerra” de Aida Martínez Carreño.

Aida Martínez Carreño fue una historiadora y escritora santandereana. Fue miembro de la Academia
Colombiana de Historia y Premio Nacional de Historia en 1995. Sus trabajos se centraron principalmente en
la historia de la vida cotidiana, la mujer, la vida cotidiana, la moda y el siglo XIX en Colombia. Algunas de
sus principales obras fueron: Mesa y cocina en el siglo XIX (1987), la prisión del vestido (1995. Así mismo
publico diversos artículos entre los que se destacan Micaela Mutis, una criolla ilustrada, el chocolate,
bebida sin fronteras en el siglo XIX (2000), la industria femenina de los sombreros, Rafael Uribe Uribe y Luis
Carlos Galán (1999), etc. La presente reseña se centrara en su artículo “Mujeres en pie de guerra” incluido
en el libro “Memorias de un país en guerra: Los mil días, 1899-1902”

En su artículo “Mujeres en pie de guerra” Aida Martínez se centra en la participación que tuvieron las
mujeres neogranadinas y colombianas en los conflictos ocurridos durante el siglo XIX en el país rompiendo
con la visión que se tenía de ellas al reducírseles su papel a los espacios privados y familiares. Así mismo
busca explicar la forma en que estos sucesos generaron rupturas que les permitieron romper el orden
establecido llevándolas, inclusive, a que pudieran acercarse a la escena política. El punto de partida de esta
historiadora para sustentar su hipótesis fueron los sucesos conocidos bajo el nombre de “Rebelión de los
comuneros” ocurrido en la Villa de Socorro y poblaciones vecinas en 1781. Durante estos acontecimientos,
señala la autora, las mujeres “encabezaron los motines, insultaron a las autoridades, saquearon los
estancos, derramaron las botijas de aguardiente, incendiaron cargas de tabaco…” Si bien estas acciones,
según documentos históricos, fueron llevadas a cabo por numerosas, gritonas y coléricas mujeres quedaron
sintetizadas en la figura de Manuela Beltrán.

Durante los sucesos de Julio de 1810 las mujeres también tuvieron un lugar importante. Algunas de ellas
como Bárbara Forero, una maestra, agitaban a la gente y otras incitaban a los hombres a proteger la
ciudad. En las décadas siguientes las luchas de independencia llevarían a la alteración del orden llevando a
las mujeres de distintos estratos a apoyarse y unirse por la causa. 1 Algunas de esas mujeres serían durante
el proceso de reconquista fusiladas, en el caso de las mujeres pertenecientes a las clases populares, y
desterradas, en el caso de las mujeres de alcurnia. A pesar de que durante estos acontecimientos habían
llegado inclusive a participar en el campo de batalla desde 1819, en el ejército del general Santander, se
prohibía su presencia como mujeres- soldados. A partir de ello y durante el siglo XIX, de marea tozuda, su
presencia estaría enfocada, sobretodo, a servir como auxiliadoras de heridos, mensajeras, animadoras de
combate, “siempre prestas a servir a su marido o compañero más temerosas del abandono que de las
palizas”2 Las juanas, voluntarias, cholas o rabonas que pasarían sin nombre a la historia se verían
reflejadas en la figura de Policarpa Salavarrieta.

1
Las mujeres solían entregar recursos económicos a la causa. Algunas inclusive llegaron a formar en las filas vestidas
como hombres.
2
Martínez, Aida. Mujeres en pie de guerra. En: Sánchez, G y Aguilera, M. Memoria de un país en guerra: Los mil
días.1899-1902.Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Colombia.
Bogotá.2001. Pág. 197.
Martínez señala que estas trasgresiones se veían igualmente reflejadas en el uso que hicieron algunas de
estas mujeres del traje militar. Un ejemplo de esto es Manuelita Sáenz y María Martínez de Nisser. La
primera, compañera de Simón Bolívar, se vistió a lo militar, casaca azul, cuello y vueltas rojas, charreteras
doradas con hoja de laurel, cuando Bolívar se instaló en Lima y entró a ser parte de su estado mayor. 3 La
segunda entro a ser parte de las filas que buscaban defender la legitimidad del gobierno de Márquez, se
puso un traje de hombre y se cortó el cabello. Si bien alejaba como casusa la búsqueda de su esposo, la
autora señala que en su diario Martínez expresa su deseo de luchar por la causa patriótica. 4 El papel de las
mujeres podían ser tres: 1. Prestar auxilios a los heridos, 2. Incorporarse a las fuerzas militares, 3. Llevar el
uniforme militar. La primera era una práctica tolerada, la segunda una excepción y la tercera era
considerada una agresión. 5

La autora argumenta que a pesar de que entrada la republica las mujeres perdieron esas libertades que
habían logrado ganar durante esos acontecimientos, y su cambio de acción quedo limitado al ámbito
privado y doméstico, siguieron desde esos espacios participando con asuntos circunstanciales. Un ejemplo
de esto se dio durante el gobierno liberal de mediados de siglo XIX, cuando el liberalismo busco frenar el
poder de la iglesia6. Estas mujeres buscaron frenar no solo el restablecimiento del culto, cuando el conflicto
entre el gobierno y el estado llevaron al cierre de las iglesias, sino también cuando durante el gobierno de
Eustorgio Salgar expidió el Decreto Orgánico de Instrucción Pública donde se establecía no solo una
enseñanza “religiosamente neutral” sino también que las escuelas donde se formarían los maestros serían
manejados por profesores alemanes protestantes. Acontecimientos como esos convirtieron a las mujeres
en armas políticas tanto de la iglesia como del gobierno conservador.

Algunas de estas mujeres lucharon desde sus ámbitos privados otras llegaron a afiliarse a las fuerzas
combatientes. Para Martínez la inclusión de estas en esos ámbitos se debió más a la unión con un hombre
que a la causa “Ellas iban tras su compañero para prestarle auxilio, para no quedar abandonadas,
voluntarias sin ideales pero con bravura” 7 . La participación de estas mujeres, durante las guerras civiles del
XIX, estuvo condicionada por su posición, parentesco, medios económicos, clase social y edad. No es de
sorprender que aquellas que eran mujeres distinguidas estuvieran vinculadas a acciones relacionadas a la
entrega de dinero, insumos, espionajes, atención de heridos que a la lucha armada propiamente dicha.
Aquellas que si participaron en la contienda armada aumentaron en el transcurso de ese siglo llegando a
calcularse, por Jaramillo, entre el 6 y 22% de la tropa liberal en la guerra de los mil días. Estas mujeres, que
llegaron a asumir como guerreras, oscilaban entre los 20 y 30 años y pertenecían a los estratos más bajos,
salidas de los pueblos, campos o haciendas y tuvieron algún grado de motivación política. Es importante,
señala la autora, que así como había mujeres que iban detrás de sus compañeros, o por algún grado de

3
Ibídem.
4
Ibíd. Pág. 198.
5
Ibídem.
6
“La expulsión de los jesuitas en 1851, la ley de 20 de junio del mismo año, que imponía el matrimonio civil y aceptaba
el divorcio, el decreto del 5 de noviembre de 1861 que declaró la extinción de las comunidades religiosas y el cierre de
los conventos y, finalmente, la orden de exclaustración de las monjas de toda la República, en febrero de 1863,
rompieron la aparente calma del mundo femenino” Pág. 199.
7
Ibíd. Pág. 202
motivación política también existían aquellas que buscaban huir del yugo familiar o de una vida sin
opciones de cambio. 8

A pesar de la participación que lograron esos acontecimientos esto no implicó un cambio en su posición
dentro de la sociedad o dentro del núcleo familiar. Martínez señala como la imposibilidad que tuvieron
muchas mujeres de acceder a las recompensas establecidas por el gobierno para los participantes en la
guerra civil en la ley 65 de 1937 y ley 7 de 1938 ya que estas recompensas eran para ciudadanos y ellas,
entonces, no eran consideradas como tal.

Con los ejemplos expuestos anteriormente la autora demuestra no solo la forma en que las mujeres
lograron aprovechar el rompimiento de las estructuras sociales, durante la guerra, para participar en
espacios como la guerra y la política sino también la enorme pertinencia de estudiar casos como estos pues
permiten demostrar que la mujer, a diferencia de lo que se creyó durante mucho tiempo, no fue un ser
pasivo durante estos acontecimientos.

Bibliografía:

Martínez, Aida. Mujeres en pie de guerra. En: Sánchez, G y Aguilera, M. Memoria de un país en guerra: Los
mil días.1899-1902.Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de
Colombia. Bogotá.2001

8
Pág. 206.

También podría gustarte