TEMA 3 Las Revoluciones Burguesas
TEMA 3 Las Revoluciones Burguesas
TEMA 3 Las Revoluciones Burguesas
Desde el siglo XVII los pioneros británicos habían colonizado el Este norteamericano, siempre
en lucha con los indígenas, formando las denominadas Trece colonias. El proceso decolonización
no había sido homogéneo y si bien en el norte, la zona llamada Nueva Inglaterra, estaba
formada por poblaciones dedicadas al comercio y a cierta actividad protoindustrial, en el sur
predominaban las grandes propiedades de plantaciones basadas en el trabajo esclavo.
Tras la Guerra de los Siete Años (1756-1763) los franceses fueron expulsados de sus colonias,
en Quebec, con lo que aumentó el control británico sobre Norteamérica. Aunque victoriosa, el
conflicto resultó muy caro a las arcas británicas, por lo que el gobierno de Jorge III decidió
presionar, mediante nuevos impuestos, a las colonias americanas. Los colonos carecían de
representación en el Parlamento por lo que no podían oponerse a estas subidas de tributos.
Además, los británicos prohibieron la expansión de las colonias más allá de los Apalaches y, para
reforzar su monopolio comercial, impidieron la formación de nuevas industrias en los territorios
coloniales. Todas estas medidas crearon un fuerte malestar en las colonias que bajo el lema de
“no más impuestos sin representación” exigían la retirada de los tributos y tener asiento en el
Parlamento. La negativa del gobierno británico fue contestada con una creciente ola de
protestas que culminaron con acciones como la del Boston Tea Party.
Las tensiones entre colonos y británicos fueron en aumento hasta el punto en que en 1774 las
Trece colonias se reunieron en el Primer Congreso Continental en la ciudad de Filadelfia y
decidieron el boicot a los productos británicos. Entre los representantes de las colonias estaban
líderes que conocían bien las ideas ilustradas y democráticas, a la vez que eran acérrimos
defensores de los derechos individuales como Benjamín Franklin, Thomas Jefferson o John
Adams. Al año siguiente empezaron los enfrentamientos armados entre las milicias coloniales y
el ejército británico.
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debilitar a su enemigo británico. Finalmente, la decisiva victoria de Yorktown (1781) selló el
destino de la guerra. En la Paz de Versalles de 1783, Gran Bretaña reconoció la independencia
estadounidense.
Tras la victoria, las antiguas Trece colonias empezaron a negociar un nuevo estatus político. Pese
a las diferencias entre ellas, el peso de los intereses comunes logró un acuerdo para constituir
una República Federal de carácter presidencialista. En 1787 fue proclamada la Constitución de
Estados Unidos de América. En ella se recogieron las ideas de Montesquieu sobre la división de
poderes y los controles mutuos entre el ejecutivo, legislativo y judicial. Además, quedó
establecido el carácter democrático y federal de la unión con unas amplias competencias para
cada Estado. En 1789 fue elegido como primer presidente George Washington, que durante una
década puso las bases del desarrollo económico estadounidense y el impulso hacia la conquista
del Oeste.
2. La Revolución Francesa
El estallido revolucionario en la Francia de finales del siglo XVIII fue motivado por causas
profundas. En el orden social, había una evidente decadencia de la sociedad estamental,
merced al ascenso de la burguesía, así como del sistema jurídico feudal, puesto en cuestión por
la mayoría del campesinado. En el orden político las ideas ilustradas sobre la soberanía nacional,
la división de poderes o las libertades individuales ponían en tela de juicio los fundamentos del
Antiguo Régimen y de la monarquía absolutista.
Las causas inmediatas de la Revolución fueron, sin embargo, de tipo económico. Una época de
malas cosechas coincidió con un importante déficit del Estado, que había aumentado sus
deudas por el apoyo de la monarquía de Luis XVI a la causa norteamericana. Esto se había
traducido en un aumento de la presión fiscal sobre los estamentos no privilegiados, lo que no
había evitado el creciente endeudamiento del Estado y la posibilidad de su quiebra.
Ideológicas
Sociales
• Ascenso de la burguesía.
Económicas
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• Excesivos gastos de los monarcas.
• Malas cosechas.
Los intentos de los ministros de hacienda de Luis XVI, como Calonne, Brienne o Necker, de hacer
pagar a los estamentos privilegiados más impuestos, para de esta forma aliviar la deuda estatal,
toparon con una dura resistencia de la nobleza y el clero. Ante esta oposición, Luis XVI asesorado
por su ministro Necker convocó los Estados Generales, que no se reunían desde 1614, para
impulsar esa reforma fiscal. Los comicios para elegir a los representantes de los tres estamentos,
en esta asamblea, sumieron al país en una gran efervescencia política, al mismo tiempo que se
reunían los cuadernos de quejas, de los electores, que recogían las pretensiones y agravios de
los distintos territorios y comunidades. Durante la campaña empezaron a destacar líderes
contrarios a la monarquía absoluta y a la sociedad estamental, como Sieyes que con su panfleto
¿Qué es el Tercer Estado? reivindicaba un mayor protagonismo para el mismo.
El 5 de mayo de 1789, en Versalles, Luis XVI abrió los Estados Generales que en muy poco tiempo
quedaron bloqueados por la exigencia del Tercer Estado de que las votaciones fueran nominales,
por cada representante, y no por cada uno de los estamentos. Ante esta intransigencia, los
representes del Tercer Estado, apoyados por algunos miembros de los sectores privilegiados,
decidieron constituirse en Asamblea Nacional, el 17 de junio. De esta forma, en un gesto
revolucionario, los miembros de esta asamblea pasaron a considerarse representantes de la
soberanía de la nación francesa. El rey intentó parar lo que era una verdadera revolución y cerró
la asamblea, pero los diputados se trasladaron a la sala del Juego de Pelota y acordaron “no
disolverse en tanto no se haya establecido una Constitución”. De esta forma, la asamblea pasaba
a ser Constituyente.
La nueva asamblea contó con el apoyo inmediato de las provincias y el pueblo parisino. Este
último reaccionó a la concentración de tropas en torno a la capital con el asalto a la cárcel de la
Bastilla, símbolo del poder real en París, el 14 de julio. Al mismo tiempo, en el campo francés se
produjo el “Gran Miedo”, frente a una posible reacción de la aristocracia, los campesinos
asaltaron y destruyeron los castillos y residencias nobiliarias símbolos del poder feudal. Así a la
revolución política se unió la revolución popular.
Una vez consolidado el poder de la asamblea frente al rey, formando una Guardia Nacional para
garantizar la supervivencia de la revolución, se inició una importante obra legislativa en la que
destacaron:
-La abolición del régimen feudal; el 4 de agosto, con la supresión de todos los derechos
señoriales.
-Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano; el 26 de agosto, que garantizaban
los derechos individuales, la soberanía nacional y la igualdad jurídica, lo que destruía el sistema
estamental y la monarquía absoluta.
-Nacionalización y venta de los bienes de la Corona, de la Iglesia y de los nobles que habían
emigrado al estallar la revolución. De esta forma se pretendía hacer frente a los problemas
financieros del país.
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El rey intentó oponerse a estas medidas pero, el 5 de octubre, las mujeres parisinas marcharon
sobre Versalles obligando a Luis XVI a firmar esta legislación y a trasladarse con su familia al
palacio de las Tullerías, en la capital. Con el rey anulado por el ímpetu revolucionario, la
asamblea inició los trabajos para dotar a Francia de una Constitución. Los miembros de la
Asamblea Constituyente se dividieron en: a la derecha los partidarios de la vuelta al Antiguo
Régimen; en el centro los que abogaban por una monarquía constitucional; y a la izquierda los
defensores de profundizar en la revolución o incluso de constituir una república. Finalmente,
salieron adelante las propuestas del centro y, el 3 de septiembre de 1791, fue promulgada una
Constitución por la que Francia pasaba a convertirse en una monarquía parlamentaria.
La situación de Luis XVI era cada vez fue más precaria y su intento de huir de Francia, fuga de
Varennes, había socavado su credibilidad. La nueva constitución estableció la división de
poderes, dejando un ejecutivo débil, al frente del cual estaba el rey, y un fuerte poder legislativo.
Las elecciones a la nueva asamblea dieron un giro más radical a la misma con la formación de
dos grandes grupos republicanos, los girondinos y los jacobinos, estos últimos apoyados en la
calle por los sans culottes.
Luis XVI se había resistido a las medidas de la asamblea, especialmente en lo referido a la Iglesia
católica. Se habían suprimido las órdenes religiosas y se había establecido una Constitución civil
del clero que obligaba a éste a jurar la carga magna. El Papa condenó el proceso revolucionario
y muchos clérigos se negaron a hacer el juramento, fueron los llamados refractarios. Por otro
lado, los nobles emigrados animaban a potencias, como Austria, para que acabaran con el
proceso revolucionario antes de que fueran contagiados por el mismo.
En un intento de unir al país en una causa común, en abril de 1792, la Asamblea declaró la guerra
a Austria, a la que pronto se unió Prusia. Los primeros enfrentamientos fueron un desastre para
los franceses y se acusó a la familia real, especialmente a María Antonieta, de origen austriaco,
de colaborar con el enemigo. El 10 de agosto, los sans culottes asaltaron las Tullerías, residencia
real, y la Asamblea depuso al rey, que fue encarcelado.
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ciudadano de la república podía ser llamado a filas para defenderla. Esto creó malestar y la
región de La Vendée, de mayoría católica y monárquica, se sublevó, junto con otras ciudades y
regiones. A la guerra civil y exterior, se sumó también la carestía y la inflación lo que desacreditó
a los girondinos.
Para hacer frente a los enemigos interiores, la Convención creó tribunales revolucionarios y un
Comité de Seguridad Pública que pronto estuvieron en manos de los jacobinos. En junio de 1793
los sans culottes rodearon la asamblea y consiguen la caída de los girondinos, que más tarde
fueron ejecutados. El poder quedó en manos de los jacobinos, destacando su líder Robespierre.
Rápidamente adoptaron políticas para favorecer la igualdad de todos los ciudadanos, se aprobó
una nueva Constitución (junio de 1793) de fuerte carácter democrático (incluía la soberanía
popular y el sufragio universal), así como medidas para paliar la carestía, fijando precios
máximos a los productos básicos. Establecieron una política centralista lo que fortaleció a la
capital parisina. En octubre de 1793, los jacobinos instauraron el Terror, con una feroz
persecución sobre los enemigos contrarrevolucionarios y miles de ejecuciones en la guillotina.
Al mismo tiempo lanzaron una campaña de descristianización intentando sustituir esa religión
por la fiesta del Ser Supremo.
3. El Imperio napoleónico
La figura de Napoleón Bonaparte marcó decisivamente el inicio del siglo XIX, hasta el punto de
considerar a los tres primeros lustros el periodo napoleónico. Producto de la Revolución
Francesa, fue capaz, desde unos orígenes humildes, de forjar un Imperio a escala europea que,
aunque efímero, ayudó a extender los ideales revolucionarios.
Como oficial de artillería Napoleón se unió a la causa revolucionaria y tuvo un fulgurante ascenso
en las guerras de la Convención. Tras su éxito en el sitio de Toulon (1793) fue ascendido a
general, el más joven del ejército republicano. Dos años después fue el encargado de sofocar un
levantamiento monárquico en París y en 1797 dirigió el ejército de Italia en una exitosa campaña
en la que mostró todo su genio militar. El Directorio, temiendo su creciente fama y prestigio,
apoyó una expedición a Egipto del general. Napoleón conquistó El Cairo, en 1798, pero su éxito
terrestre fue empañado por la victoria naval británica, en el Nilo que se hizo con el control del
mar.
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Pese a todo, su gloria no dejó de crecer en Francia a la que regresó para acabar con el Directorio,
acusado de corrupto e ineficaz. Con el apoyo de su hermano Luciano y otros conjurados, el 18
de Brumario (9 de noviembre) de 1799, dio un golpe de Estado transformando el Directorio en
un Consulado. Cónsul, primero por diez años y después vitalicio, Napoleón inició una intensa
actividad reformadora y promulgó una nueva Carta Magna en 1799.
-Formó un aparato policial: que ayudó a acabar con toda la disidencia monárquica o
republicana. Además, controló la prensa mediante la censura.
-Concordato con la Santa Sede (1801): por el que la Iglesia católica aceptaba la venta de bienes
eclesiásticos y aunque se reconocía el catolicismo como la religión mayoritaria de los franceses,
el Estado se declaraba laico.
-En 1804, promulgó un nuevo Código Civil que garantizaba los derechos de propiedad, el
matrimonio civil y el divorcio.
-Forjó la Grande Armée: un ejército moderno y multinacional, en el que los ascensos eran por
méritos, muy móvil y ofensivo, que llegó a contar con más de medio millón de hombres.
En mayo de 1804, Napoleón fue coronado emperador por el Papa Pío VII, lo que fue
ampliamente apoyado por el pueblo francés en un plebiscito. El nuevo emperador soñaba con
unificar Europa bajo la hegemonía francesa, pero sus planes contaron con la oposición del Reino
Unido, que formó distintas coaliciones con las potencias europeas para detener sus planes.
Gracias a la Grande Armée y su genio militar, Napoleón venció a las sucesivas coaliciones
levantadas contra él. En Austerlitz (1805), en Jena (1806) y en Friedland (1807) acabó con los
ejércitos de austriacos, prusianos y rusos, lo que supuso el dominio napoleónico sobre la Europa
continental. Sin embargo, en el mar la victoria de Nelson en Trafalgar (1805) sobre la armada
francoespañola, dio el dominio al Reino Unido e hizo imposible su invasión por Napoleón. El
emperador, entonces, intentó ahogar económicamente a los británicos mediante el bloqueo
continental que prohibía el comercio con este país.
En 1810, la Francia imperial de Napoleón dominaba Europa mediante Estados vasallos, mientras
que algunos de los viejos enemigos se habían convertido en aliados. Pero en 1808 los ejércitos
napoleónicos habían invadido España y Portugal, al contrario que en otros lugares la guerra no
había terminado con grandes batallas, sino que la población, mediante guerrillas, acosaba a los
franceses convirtiéndose en la “úlcera española”. Esta situación había sido aprovechada por el
Reino Unido para enviar un ejército a la Península y hostigar a las tropas napoleónicas. En 1812,
Napoleón invadió Rusia, que había abandonado el bloqueo continental, la campaña pese a
conquistar Moscú, fue un desastre y el invierno ruso acabó con la Grande Armée. Al año
siguiente Europa se sublevó contra Napoleón y un ejército multinacional lo venció
decisivamente en Leipzig. Derrotado, en abril de 1814, Napoleón tuvo que abdicar y retirarse a
la isla de Elba.
En Francia fueron restaurados los Borbones, pero las medidas de Luis XVIII pronto crearon
malestar. Napoleón regresó en marzo de 1815 y comenzó el efímero “Imperio de los cien días”.
Una nueva coalición acabó con los sueños napoleónicos en la batalla de Waterloo, siendo
desterrado definitivamente a la isla de Santa Elena.
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VOCABULARIO
-Constitución de Estados Unidos: fue la primera ley fundamental escrita. Proclamada en 1787,
estableció una rígida división de poderes en las que el presidente, elegido directamente por los
electores, ocupaba las funciones de jefe del Estado y primer ministro, dirigiendo el poder
ejecutivo. El legislativo está dividido en dos cámaras: el Senado que representa a cada uno de
los Estados, y la Cámara de Representantes para el conjunto de la nación. Además, existe un
Tribunal Supremo encargado de velar por el cumplimiento de la Constitución y mediar en los
conflictos entre poderes.
-Estados Generales: asamblea de origen medieval en la que los representantes de los tres
estamentos (nobleza, clero y tercer estado) se reunían para debatir los problemas del reino y la
propuestas del rey. A cada estamento le correspondía un voto por lo que los privilegiados tenían
garantizada la mayoría.
-Sans culottes: literalmente “sin calzones” una prenda de simbología aristocrática frente al
pantalón del estado llano. Era un grupo formado por miembros de la pequeña burguesía y
trabajadores urbanos que tuvo un papel destacado en la revolución apoyando las posturas más
radicales, participando en la caída de la monarquía y en la defensa de la nueva república.
TEXTOS
Art. 1.º Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distintas sociedades solo pueden
estar fundadas en la utilidad común.
Art. 2.º El fin de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del
hombre. Estos derechos son: la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.
Art. 3.º El principio de la soberanía reside esencialmente en la nación. Ningún individuo puede ejercer
autoridad que no emane expresamente de ella. […]
Art. 6.º La Ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen derecho a participar
personalmente, o por sus representantes, en su formación. La ley debe ser la misma para todos.
Título III, art. 1º: La soberanía es una, indivisible, inalienable e imprescriptible. Pertenece a la Nación.
Ningún sector del pueblo, ningún ciudadano, puede atribuirse su ejercicio. Capítulo 2, Sección 1, art. 3º:
En Francia, ninguna autoridad es superior a la de la ley. El Rey solo reina por ella, y solo en su nombre
puede exigir obediencia.
Aquí no hay posibilidad de hacer un proceso. Luis no es un acusado. Vosotros no sois jueces... sois
representantes de la Nación... Luís ha sido destronado por sus crímenes: denunció al pueblo francés como
rebelde; llamó, para castigarlo, a los ejércitos de los tiranos, compañeros suyos. La victoria y el pueblo han
decidido que él sea el único rebelde. Luis no puede ser juzgado; está ya condenado... Aborrezco la pena de
muerte prevista por las leyes; no tengo por Luis ni amor ni odio... En plena Revolución no tiene sentido
mantenerlo en prisión o enviarlo al exilio...
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BIOGRAFÍAS
George Washington (1732-1799) Se opuso a las subidas de impuestos del gobierno británico y
fue nombrado representante de Virginia en los Congresos Continentales. Como comandante en
jefe convirtió el ejército de colonos en unas fuerzas armadas capaces de asestar un golpe
definitivo a los británicos en la batalla de Yorktown. Tras la independencia de Gran Bretaña, en
1783, su prestigio fue decisivo para la aprobación de una Constitución en 1788. Al año siguiente
fue elegido presidente del país. Durante su mandato (1789-1799), impulsó tanto la economía
como la colonización del Oeste. En 1793 fundó la nueva capital federal que, en su honor, llevó
su nombre.