Dependencia y Contrato de Agencia Comercial
Dependencia y Contrato de Agencia Comercial
Dependencia y Contrato de Agencia Comercial
Cita: RC D 1709/2017
CNAT, sala I, 17-6-2014, "Recca, Antonio J. c/Gulf Oil Argentina SA S/Despido", sent. 89.963, causa
43/2004
Contrato de trabajo. Casos particulares. Contrato de agencia comercial. Inexistencia de relación laboral
El demandante aparece contratado como un especialista en desarrollar negocios para terceros, que le
encomiendan, en virtud de sus relaciones, la búsqueda de oportunidades comerciales, para cuyo desarrollo se
observa el recurso a la integración de órganos de administración societaria en aquellas empresas con las que se
establecen vinculaciones empresariales. Estos extremos lo acercan a un contrato de agencia comercial,
entendido éste como aquella "convención por la cual una de las partes -el agente- asume el encargo de
promover por cuenta de otro la celebración de contratos en una zona determinada, mediante representación o sin
ella", características presentes en el caso y que permiten afirmar que el actor actuaba en forma autónoma y
concertando negocios por cuenta de su proponente, todo lo cual no se revela como una relación de naturaleza
laboral. De tal forma, corresponde concluir en sentido análogo al sustentado por la jueza de grado, en tanto
estimó que el actor ha sido un asesor independiente y empresario dedicado a gestionar negocios para terceros,
lo cual excluye la existencia de un contrato de trabajo.
II. El comentario
1. El fallo
El actor apeló la sentencia de primera instancia porque ésta no admitió la existencia de un contrato de trabajo.
La sala I, luego de un exhaustivo análisis de la prueba, concluye que la relación mantenida por el actor con la
demandada supone una figura de cierta atipicidad, cercana a un contrato de agencia comercial que excluye la
existencia de un contrato de trabajo. Por tanto confirma la sentencia de primera instancia que rechazó la
demanda.
Las particulares circunstancias de este caso me llevan, una vez más, a analizar la figura del agente comercial y
distinguirla de un contrato de trabajo [2].
2. El trabajo dependiente
Nuestra Ley de Contrato de Trabajo no define la dependencia, dejando confiada esta tarea a la doctrina y la
jurisprudencia.
El término dependencia, entendido como subordinación a un poder mayor, no puede ser considerado como la
nota exclusiva del contrato de trabajo ya que, como bien indica Deveali, en mayor o menor medida aparece
también en la locación de servicios y en el mandato. A ello habría que agregar otras categorías como el contrato
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de agencia y la concesión. Ésta es la razón por la cual si bien sirvió en los albores de nuestra disciplina para
caracterizar la existencia del contrato de trabajo, con el tiempo se ha mostrado insuficiente [3].
Aun con discrepancias sobre las diversas notas que caracterizarían el contrato de trabajo, la doctrina ha
privilegiado otros elementos que permiten con mayor certeza saber si existe o no dependencia laboral, como son
la ajenidad de los frutos, la incorporación en la organización predispuesta por el empleador y la duración del
vínculo.
En mi opinión creo que debe acudirse a todos los elementos disponibles de la relación, tanto intrínsecos como
extrínsecos para determinar si se da la dependencia laboral que debe resultar amparada por el Derecho del
Trabajo. Y digo esto porque en los últimos años han proliferado relaciones contractuales que, como bien sostiene
Alimenti, no encuentran adecuada solución en la matriz conceptual de la dependencia claramente caracterizada
por un perfil jurídico relativo al sometimiento efectivo o potencial a la determinación heterónoma de la prestación
de servicios y al ejercicio del poder disciplinario [4].
Entiendo, por ejemplo, que la integración del trabajador en la organización empresarial cierra el círculo a
cualquier especulación que pretenda negar una dependencia laboral. Porque como bien señala Krotoschin [5], ni
el locador de servicios, ni el de obra, ni el mandatario se integran físicamente a una unidad laboral ajena.
En cuanto a la indisponibilidad por parte del trabajador del producto de su trabajo, está marcando la nota de
ajenidad, es decir, la ejecución del trabajo por cuenta ajena que a su vez provoca para el trabajador la ajenidad
de los frutos, en los riesgos y en la disposición del trabajo.
3. El trabajo autónomo
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Entre las situaciones de legitimidad y simulación existen vastas zonas grises que se despliegan principalmente a
través del fenómeno de la tercerización que muchas veces plantea la duda de si responde a una exigencia real
del mercado de los servicios o si, en cambio, es un instrumento patológico que esconde una real relación de
trabajo subordinado, sin los costos y las relativas tutelas.
La patología mencionada me lleva a afirmar que es necesario extremar el análisis sobre la existencia o no de
dependencia laboral cuando aparecen nuevas figuras de comercialización o producción. Por ello es importante
que éstas tengan la debida regulación en el ámbito comercial, lo que como veremos más adelante recién se ha
dado con la sanción del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación que trata el tema del contrato de agencia
desde el artículo 1479 en adelante.
Lo dicho no significa descartar figuras legítimas de distribución o agencia, pero siempre acotadas a relaciones
entre comerciantes o empresarios que tengan verdaderamente el carácter de tales y no meros trabajadores
actuando como seudoempresarios.
Las empresas productoras de bienes y servicios necesitan de canales de comercialización para llegar a los
consumidores.
Dice Farina [9] que la empresa productora (así como mayorista) puede llegar al público consumidor (o a los
minoristas) por medio de canales propios o de canales integrados por terceros. En el segundo caso -que es el
objeto de este estudio- el canal está constituido por comerciantes que actúan en nombre propio, unidos por
contratos a la empresa productora que, de este modo, se apoya en centros autónomos que pueden adoptar
figuras más o menos rígidas.
Destaca Farina que un sistema intermedio lo constituye la figura del agente de comercio, pues aunque se trata
de un comerciante autónomo, en razón de actuar como intermediario entre el productor y el adquirente, no
asume la calidad de parte ni los riesgos derivados del contrato celebrado en virtud de su mediación.
5. El contrato de agencia
Entendemos por tal el contrato celebrado entre dos comerciantes, uno de los cuales encarga al otro que se
ocupe, mediante una retribución, de la tarea de promover y concertar negocios en su nombre y por su cuenta, en
una zona determinada y con carácter de permanente.
Dice Lorenzetti [10] que los elementos dogmáticos que califican al contrato de agencia son los siguientes:
-Una persona encarga a otra la promoción de sus negocios, con o sin representación, de manera estable. El
agente no es simplemente un mediador, ya que actúa en interés del comitente.
-El agente actúa a nombre del comitente o, sin representarlo, promueve contratos para su beneficio. Por esta
razón, el agente no queda obligado personalmente frente a terceros, ya que no es parte en el contrato celebrado
entre el principal y el cliente. Hay elementos del mandato y la representación. Esta regla admite excepciones en
agentes especiales como los de bolsa, de turismo, de apuestas.
-Entre las partes no hay transmisión de la propiedad de las cosas a vender.
-El comitente tiene un poder discrecional de aprobación de los contratos celebrados por el agente, en forma
previa a que éstos produzcan sus efectos frente a terceros.
-El agente es un contratante autónomo, y no dependiente del principal. Sin embargo, está sometido a un control
que autoriza la aplicación de algunas normas protectorias.
-El agente se desenvuelve en una zona exclusiva, lo que encierra dos aspectos: es un deber de circunscribirse a
esa área y un derecho a que otros agentes no la transgredan. De manera que es un elemento que, pactado en la
relación otorgante-agente, impide al primero otorgar el mismo derecho a otros agentes. Para algunos autores,
éste es un elemento tipificante del contrato.
-Según Lorenzetti [11] la principal característica de este contrato es que se trata de un vínculo de duración, lo que
diferencia al agente del corredor y del comisionista que realizan actos aislados. Precisamente, ello permite
aplicar las reglas generales en materia de extinción, en especial, el derecho a la indemnización que le asiste al
agente frente a la ruptura incausada, circunstancia que ha resultado receptada por el nuevo Código Civil y
Comercial.
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6. El contrato de agencia en el nuevo Código Civil y Comercial
La ley 26.994 sancionó el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación el cual entrará en vigencia a partir del 1°
de agosto de 2015 (ley 27.077).
Por primera vez en nuestra legislación se regula en dicho Código el contrato de agencia. El artículo 1479 lo
define de la siguiente forma:
Hay contrato de agencia cuando una parte, denominada agente, se obliga a promover negocios por cuenta de
otra denominada preponente o empresario, de manera estable, continuada e independiente, sin que medie
relación laboral alguna, mediante una retribución. El agente es un intermediario independiente, no asume el
riesgo de las operaciones ni representa al preponente.
En su artículo 1480 la norma establece:
El agente tiene derecho a la exclusividad en el ramo de los negocios, en la zona geográfica, o respecto del grupo
de personas, expresamente determinados en el contrato.
Como puede apreciarse, la norma no se aparta sustancialmente del concepto desarrollado por la doctrina y la
jurisprudencia, excepto quizás por el hecho de establecer específicamente que entre el empresario y el agente no
media relación laboral alguna.
Dice Lorenzetti que el agente no está vinculado por una relación de de-pendencia, puesto que no hay
subordinación jurídica, económica ni técnica que permitan siquiera presumirla (art. 23, LCT). Por el contrario, es
un contratante independiente que actúa a su propio riesgo y si bien está sometido a un control, éste obedece a la
necesidad que tiene el concedente de cuidar sus bienes entregados al agente, como así también a la proyección
del negocio, pero no a un vínculo laboral [12].
Se ha sostenido que el agente vino a sustituir al viajante por sus mayores ventajas en el ámbito de los negocios,
en virtud de su autonomía. Sin embargo, la mención hecha por el artículo 2° de la ley 14.546 que dentro de la
especificación genérica de viajantes menciona a los "agentes", sumada a la ya mencionada falta de regulación
de la figura del agente en nuestra legislación -al menos hasta enero de 2016- han contribuido a confundir esta
figura con la del viajante de comercio.
No obstante, creo que existe una diferencia que marca la calidad de uno u otro: la autosuficiencia económica y la
creación de una organización propia. En efecto, el agente de comercio para desarrollar su labor empresaria de
ventas debe contar con una organización que le permita concertar negocios a gran escala y no sólo a título de
subsistencia. También resulta trascendente para definir esta figura -y especialmente para diferenciarla del
viajante- que la mencionada organización conste de uno o más empleados bajo relación de dependencia del
agente y que se gestionen negocios para varias empresas. He sostenido en alguna oportunidad, al tratar este
mismo tema, que no era imprescindible que el agente contara con personal bajo su dependencia, pero hoy creo
que en tal caso se haría muy difícil distinguirlo del viajante ya que carecería de una organización empresarial que
lo diferenciara como tal. En suma, el agente debe ser un verdadero empresario.
Como bien indica Lorenzetti, este contrato es el más cercano al contrato de trabajo dependiente, ya que el
agente actúa a nombre del principal, sujeto a una fuerte subordinación y soportando una importante cantidad de
riesgos que son derivados del principal. Es que el contrato de agencia permite al comitente la dispersión de los
riesgos de la distribución y de los costos que ella representa, presentando una enorme ventaja respecto de la
contratación laboral. En gran parte, dice Lorenzetti, la agencia genera los beneficios del contrato dependiente, sin
soportar los costos que derivan de la aplicación del principio protectorio [13].
Es que como agudamente señalara Cámara Botía [14] -con referencia al Derecho español- el agente es un
empresario con independencia reducida y el mediador laboral un trabajador con dependencia atenuada.
Resulta así que el contrato de agencia es el típico caso en el que podrían aplicarse -si el agente no es un
empresario realmente importante y en con-secuencia su dependencia económica es muy grande- algunos de los
elementos protectorios típicos del trabajo subordinado tal como lo sostiene la doctrina italiana en su desarrollo
sobre la parasubordinación.
8. El fallo de la sala I
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Los conceptos desarrollados en los puntos anteriores permitirán abordar de mejor forma el análisis del fallo en
cuestión. Siempre con la salvedad de que al no contar con el expediente completo nos vemos limitados a realizar
el análisis sobre la base de los hechos destacados en la sentencia; en este caso concreto, las declaraciones
testimoniales y la prueba documental.
Queda claro en los hechos que el trabajo del actor para Gulf Oil Benelux consistía en "la identificación, desarrollo
y selección de contactos con entidades públicas y privadas de la Región Sudamericana...", percibiendo a cambio
una retribución mensual, gastos, un porcentaje sobre operaciones comerciales, además de una cobertura médica
y un período de vacaciones pago.
El actor hace hincapié en la retribución mensual, el seguro médico y el descanso pago como elementos
configurativos de un contrato de trabajo. Sin embargo, la doctora Pasten resalta que tales connotaciones no son
únicamente inherentes a una relación de tipo laboral.
En junio de 2002 Gul Oil Benelux resolvió la terminación del contrato original al 13 de septiembre de 2001
suscribiéndose un acuerdo por el cual el actor percibió las sumas de dinero estipuladas.
A posteriori afirma el actor que continuó trabajando hasta agosto de 2003, fecha en la cual, luego de un
intercambio telegráfico, se consideró despedido.
De la documentación y las declaraciones testimoniales surge claramente que el actor fue contratado por sus
contactos dentro del mercado petrolero.
Otro dato a tener en cuenta es que el actor fue designado vicepresidente de Gulf Oil Argentina SA (sociedad
creada por la compra de Ángel Cufari y Asociados SRL) en el año 2000, percibiendo honorarios como director
por los períodos 2002/2003.
Concluye la magistrada que de la prueba colectada puede afirmarse que las tareas desarrolladas por el actor se
revelan inherentes al ejercicio de un cargo en el órgano de dirección, en tanto impartía instrucciones, realizaba
entrevistas para futuros dependientes, no cumplía horario y concurría algunas veces a la empresa. Entiende por
tanto que con Gul Oil Argentiba SA no se generó una relación laboral.
La doctora Pasten encuadra las tareas del actor en una figura de cierta atipicidad que lo acercan a un contrato de
agencia comercial. Más adelante sostiene que es un contrato intuitu personæ ya que se han ponderado aspectos
personales de quien cumple ese rol, según surge del propio contrato celebrado con la demandada Gulf Oil
Benelux.
Finalmente, manifiesta que al tratarse de un contrato atípico, las ventajas que convienen las partes son diversas
y particulares por lo que descarta que el pago de un seguro médico y el pacto de un período de descanso basten
para considerar la relación como un contrato de trabajo.
Concluye que el actor ha sido un asesor independiente y empresario dedicado a gestionar negocios para
terceros.
9. Mi reflexión
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[1]
[2]
Véanse mis artículos: El concepto de dependencia laboral frente a los contratos comerciales, en T. y S. S.
1996-938; El contrato de trabajo y los contratos comerciales, en Revista de Derecho Laboral, Nº 2005-2, Rubinzal-
Culzoni, Santa Fe, ps. 63 y ss.
[3]
DEVEALI, Mario L., Tratado de Derecho del Trabajo, La Ley, Buenos Aires, 1964, t. I, p. 423.
[4]
ALIMENTI, Jorgelina, La dependencia laboral. Evolución y actualidad. Fronteras y zonas grises. Notas
tipificantes. Ultimas definiciones de la OIT, en Libro de ponencias del Primer Congreso Latinoamericano de
Derecho Laboral, Alveroni, Córdoba, agosto de 2003.
[5]
KROTOSCHIN, Ernesto, Tratado práctico de Derecho del Trabajo, 3ª ed., Depalma, Buenos Aires, 1977, t. I, p.
104.
[6]
RASO DELGUE, Juan, La contratación atípica del trabajo, AMF, Montevideo, 2000, p. 46.
[7]
[8]
[9]
FARINA, Juan M., Contratos comerciales modernos, Astrea, Buenos Aires, 2005, p. 453.
[10]
LORENZETTI, Ricardo L., Tratado de los contratos, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2004, t. I, p. 629.
[11]
[12]
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[13]
[14]
CÁMARA BOTÍA, Antonio, Contrato de trabajo y agencia mercantil. ¿Modificación de las fronteras del contrato de
trabajo?, en Revista Española de Derecho del Trabajo, Nº 77, 1996.
[15]
El contrato de trabajo y los contratos comerciales, en Revista de Derecho Laboral, Nº 2005-2, Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe, ps. 63 y ss.
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