Pensar Con Palabras Falchini, A.
Pensar Con Palabras Falchini, A.
Pensar Con Palabras Falchini, A.
“Me prestaron una escuela de monjas en Barracas. Esta escena sintetiza mis recuerdos
adolescentes en los colegios de curas de provincia durante la dictadura. En realidad no sólo
los míos sino también los de mi mamá, mi tía, mis hermanas. Son los relatos que escuché y
además está el tema del mestizaje, que es recurrente: los europeos imponiéndonos la
religión, el cristianismo. Yo siempre digo: ‘La fiesta se tiñe de amargura’. Cuando la armaba
se me ocurrió agregar al guardia en esa actitud típica de buen cristiano que es decirles a los
empleados: ‘Venga, usted también póngase en la foto’. Cuando la miro veo influencias de
una foto clásica de Martín Chambí que se llama La Boda de Don Julio Gadea. Y también
veo algo de Las Meninas de Velázquez. Pero no como apropiaciones directas sino como
cosas que uno tiene en el disco duro y que cuando te ponés a trabajar aparecen. Esta foto es
mi tesis de posgrado: captura mi relación con la pintura, la fotografía, la dirección teatral y la
performance. Todo lo que tenía que contar ya lo conté.” Marcos Lopéz, acerca de “El
cumple de la directora” , Buenos Aires 2008i
Los primeros planes actúan para que ocurra la escena fundacional del obrar del escribir: el
autor se ‘planta’ en el texto y desde su intención de ‘decir’ implanta al ‘otro’. En ese
contexto socio-subjetivo se activan los saberes acerca los géneros de textos, los estilos
genéricos, los modelos de textos y en ese dinamismo comienza otra planificación:
diagramar el plan textual. Y, como describe el fotógrafo Marcos López se activan también
múltiples informaciones “no como apropiaciones directas” sino “como cosas que uno tiene
en el disco duro”.
¿Cómo y desde dónde articular ese cúmulo de materiales que están en el “disco duro” que
empiezan a estar disponibles en el momento de empezar a escribir? Hay que armar algún
plan expositivo y para eso se recurre – de diferentes modos- a lápiz y papel.
Como ya hemos dicho en el capítulo III, el deseo/necesidad de organización surge en el
momento de inicio del texto. Ese inicio parte de un ‘posible’ plan textual pero mientras se
descartan versiones de ese comienzo también se va y viene a él para ajustarlo y hacerlo
más verosímil y auténtico para el lector.
Antes de empezar a escribir, entonces, hay que hacer algunas acciones ordenadoras para
ayudar y focalizar la actividad mental que se inicia muy desordenadamente y – en casi
todos los casos- de forma muy ambiciosa. En el Taller de Escritura de Cuarto Año
probamos y ensayamos algunas estrategias que colaboraron para dar inicio al texto y, luego,
a continuarlo. En el desarrollo de las clases, esas acciones se convirtieron en hábitos de
escritor: fichas de obra, síntesis orales y escritas del contenido temático, palabras claves,
elaboración de índices tentativos, introducciones provisorias, diario – registros del taller,
escritos libres y esquemas o mapa de ideas.
La “Ficha de obra” fue consensuada y diseñada en articulación con todos los talleres
disciplinares: Cerámica, Dibujo, Escultura, Pintura y Grabado. Se trata de una ficha
descriptiva (sintaxis, técnicas, soportes, conceptos e intertextualidades) que se completa por
cada obra, con ayuda del profesor disciplinar y que tiene varias funciones: actualizar
conocimiento disciplinar en el proceso creativo, dar coherencia – si no unidad - a la
multiplicidad de obras que realiza el estudiante en su proceso creativo, constituirse en una
herramienta interpretativa, valorativa y sintética para preparar la escritura y, finalmente,
auxiliar al profesor de taller de escritura en la puesta en palabras de los contenidos
disciplinares de los que no es especialista. Esta ficha además de su función ordenadora
ofrece aperturas para comenzar a dar alguna forma a ese ‘discurso flotante’ que da vueltas y
vueltas mientras se escribe.
Cada estudiante- autor se detuvo en alguna zona de esa ficha y desde ahí generó las
primeras escrituras. Por ejemplo, Caren encontró en el ítem Intertextualidades la
oportunidad de producir analogías que dieron lugar a sus primeros escritos y una obra de
Julio Cortázar colaboró para empezar a buscar alguna estabilidad a las ideas:
La primera cosa que hace el casoar es mirarlo a uno con altanería desconfiada. Se limita a mirar
sin moverse, a mirar de una manera tan dura y continua que es casi como si nos estuviera
inventando, como si gracias a su terrible esfuerzo nos sacara de la nada que es el mundo de los
casoares y nos pusiera delante de él, en el acto inexplicable de estarlo contemplando.
De esta doble contemplación, que acaso sólo es una y quizá en el fondo ninguna, nacemos el
casoar y yo, nos situamos, aprendemos a desconocernos. No sé si el casoar me recorta y me
inscribe en su simple mundo; por mi parte sólo puedo describirlo, aplicar a su presencia un
capítulo de gustos y disgustos. (Cortázar, 2004: 79)
Entendida de este modo, y compartiendo las palabras citadas, la realidad se presentará en las obras
de este proyecto, como un extraño mecanismo, que nace de una contemplación doble: la que realiza
la niña sobre el mundo y la que éste realiza sobre ella. Ambas visiones se combinan en todo el
proyecto y cada parte solo podrá existir en la medida en que pueda contemplar y ser contemplada.
Luego de las primeras experiencias, realizadas con diferentes tipos de materiales pictóricos (tintas,
acuarelas, acrílicos, sintéticos), cse comienza a incorporar otro tipo de elementos: variados tipos de
papel, cartón, telas, pequeños objetos de plástico, mostacillas y particularmente botones, que se
convertirán en un elemento presente, directa o indirectamente –por presentación o representación- en
toda la obra. Se plantea a partir de aquí una nueva inquietud.
El miércoles preferí (con cierto embarazo) algo más fundamental, y elegí los botones. ¡Oh
espectáculo! El aire de la galería lleno de cardúmenes de ojos opacos que se desplazaban
horizontalmente, mientras a los lados de cada pequeño batallón horizontal se balanceaban
pendularmente dos, tres o cuatro botones. En el ascensor la saturación era indescriptible:
centenares de botones inmóviles, o moviéndose apenas, en un asombroso cubo cristalográfico.
Recuerdo especialmente una ventana (era de tarde) contra el cielo azul. Ocho botones rojos
dibujaban una delicada vertical, y aquí y allá se movían suavemente unos pequeños discos
nacarados y secretos. Esa mujer debía ser tan hermosa… (Cortázar, 2004:52)
En general, aquellos “discos nacarados”, como los llamó Cortázar, por un lado, imprimían la
presencia del carácter femenino en la obra. Por otro lado, cada uno de ellos tenía su propia
personalidad -según su forma, color, material y ubicación dentro de la composición-, y reforzaba el
temperamento propio de cada obra. Teniendo en cuenta estos supuestos, y en relación con las
características formales que había tomado hasta aquí el proyecto, me interesé especialmente, entre una
multitud de botones, por los más simples y por aquellos que poseían los colores más saturados -
primarios y secundarios-.
Simbólicamente los botones -círculos, puntos exagerados, solitarios, agrupados y combinados- ya
habían llegado al universo de esta niña y eran ellos un elemento conector entre ella, sus paisajes y los
personajes que en algunas ocasiones la acompañaban. Pero cuando estos elementos, en lugar de ser
“representados” o “simbolizados” en las obras del proyecto, comienzan a ser “presentados”, nuevas
inquietudes e interrogantes comienzan a surgir.
¿Podría definir el carácter de una obra con un puñado de botones? ¿Podría con ellos transmitir
sensaciones o contar una historia? ¿Podría hoy abstraer la mirada hacia los botones como
propone Cortázar en su relato? (en relación con la la producción “Instantes Invisibles, Caren
Hischier, 2009),
A estas acciones las entendimos como diferentes formas de ‘bocetos’ de la obra escrita y en
cada oportunidad hubo que hacer revisiones y ajustes e incluso algunos quedaron
provisorias pero ya el escribir encuentra un rumbo: va y viene a los bocetos para confirmar,
reescribir, redireccionar, precisar, amplificar aquellos primeros esbozos. Pero, en todos los
casos la consecuencia de estas actividades fue pensar lo escrito, reelaborar mejor las ideas,
releer lo leído y conversar con los profesores disciplinares. El lenguaje produce ese efecto:
obliga a anclar el pensamiento e inicia un proceso de objetivación de la experiencia y del
estudio. Los estudiantes- autores inician, así, una discusión consigo mismos acerca de qué
se quiere decir o, también, cómo se verbaliza lo que se piensa, siente o percibe.
La dimensión pública de esos bocetos se pone en juego en las aulas cuando se cotejan
distintas resoluciones, se analizan esas decisiones y sus efectos colectivamente o cuando se
realizan reescrituras de versiones propias o ajenas.
En esta etapa además de aprender a planificar la organización textual se aprende que el
pensamiento psíquico práctico o intuitivo se puede reelaborar en un pensamiento más
consciente, elaborado e interiorizado si se activan procesos mentales más complejos que
conduzcan a generalizaciones y abstracciones propias de las explicaciones disciplinares.
Como ya hicimos referencia en varias oportunidades, se trata de poder pasar de ser un
alumno que escribe para cumplir una tarea prescripta a un estudiante- artista – autor que
expone un razonamiento a otros integrantes de su comunidad de pertenencia. Esa
transformación de la identidad de escritor sólo es posible en el marco de una actividad
social que regule intercambios, críticas, lecturas, discusiones, confrontación con
experiencias y pensamientos diversos. El pensamiento y el lenguaje son parte de una misma
experiencia. El modo en que escribimos o hablamos es el registro de un estado del
pensamiento o del saber. En el decir de Bota(2011), las producciones textuales constituyen
un lugar de transición por donde transitan los saberes para ser integrados al aparato
psicológico de una persona. Por eso, escribir es un momento del aprendizaje. La etapa de
los bocetos y planes, sin duda, también lo es porque ellos enfrentan al autor con ¿qué se
tiene para decir? .
Los primeros rastros de esos planes son esquemáticos. Las líneas y subrayados que dan
vueltas entre las palabras empiezan a pensar las relaciones que unen a esa información
activada.
Los esquemas colaboran a precisar palabras claves y bosquejar un mapa mental.
. Ser Físico- biológico
Psicológico-mental
Inconsciente
Realidad paralela
Estado de trance
Instinto/Pulsión libertad
Introspección
A través de
efímera
En otros casos, la escritura libre funciona como manera de visualizar la dirección del
pensamiento. Cuando uno inicia el acto del decir y se propone poner palabras al
pensamiento no aparecen páginas en la mente sino una imagen de un posible texto, algo así
como un holograma de un escrito. Ese holograma da vueltas y vueltas arrastra palabras y
experiencias vividas o relatadas. Es en ese momento, donde recuperamos lecturas de estudio
o literarias, nos levantamos de la silla y vamos hacia la biblioteca o aquella caja donde
guardábamos archivos, anotaciones, materiales bibliográficos. En el caso de Natalia, su
primer escrito leído en el taller de escritura fue una manera de traer al papel y a su propio
decir el discurso flotante de su holograma imaginado.
Mi papá tiene una zapatería. Trabaja allí desde los trece años. Arregla zapatos, carteras, y realiza
calzados y botas ortopédicas. A mi papá le gusta su trabajo y a mí también.
Me gusta el olor del cuero y del cemento.
La zapatería de mi papá está cruzando el patio de mi casa. Yo voy siempre a tomar mates; antes iba
a jugar. Martillaba sobre suelas viejas y me gustaba limpiar el pincel que dejaban sucio. En el salón
de entrada hay un espejo en el que me miraba los pies.
En la zapatería, mi papá trabaja con mi tío. Antes también mi abuela estaba allí; ella les cebaba
mates y les avisaba cuando entraba gente al salón.
En la zapatería, los años pasan y no. Muchas cosas han permanecido inertes al paso del tiempo,
otras no. Los muebles, las sillas, las cajas, las hormas, las herramientas aún permanecen en su sitio.
Mi papá y mi tío, ambos sentados siempre frente a la mesa de trabajo, con sus martillos al costado, y
con sus máquinas de coser; mi papá usa la negra, mi tío la gris. Mi tío arma las plantillas y mi papá
las cose.
Pareciera que allí el tiempo no ha pasado y es allí el lugar en el que ellos se sienten cómodos.
Yo estoy llena de recuerdos.
Qué lindo es ver cómo con aquellas manos prepara la pintura, pinta los zapatos y quedan como
nuevos.
A mí me gusta todo. Me gusta la zapatería con todo su desorden, repleta de zapatos, cajas y más
zapatos; con sus olores y sus ruidos; con el polvillo de su pulidora y sus tarros viejos de pintura; con
sus paredes viejas y sus hormas de madera; con sus mil cosas útiles y sus mil cosas que ya no sirven
y aun así seguirán estando. Me gusta la zapatería con mi papá y mi tío trabajando, hablando,
anotando cosas, caminando ese piso o sentados en sus banquitos, pero con ellos. Porque el tiempo sí
los ha cambiado, aunque la escena nos confunda.
La búsqueda de un qué decir se caracteriza por sus marcas, sus huellas: horas de taller, de lectura,
de experimentación y sobre todo de pensamiento. En este caso, la necesidad silenciosa de la
identidad es saber decirse, (fragmentada y metafórica), en el vértigo de la gráfica, de una gráfica.
Proponemos aquí un salto, desde afuera hacia dentro de ella.
El presente trabajo será una búsqueda en el arte y a través del arte, intentando construir desde un
yo “extraño” un vínculo que hable de ustedes y de mí. Dar consistencia a este vínculo será tarea de
los siguientes apartados. Advertiremos una obra constituida por piezas tales como libros de artista,
objetos, escrituras, grabados e impresiones, entendiendo la tentativa, siempre penosa, de
materializar esencias que genuinamente hablen del alma. Esas esencias deberán ser leídas como
textos de identidad que abordan, desde la gráfica, una conciencia íntima de esos espacios privados.
Esencias como palabras o frases, pequeñas pausas de lectura de anclaje semiótico. Las esencias
serán la médula invisible y significativa. Percibiremos textos (visuales y lingüísticos) que
describirán geografías; fronteras y continuidades. (frag. de Peregrinajes -Identidades éxotas-2016)
Las comillas, los paréntesis, las negritas interrumpen la certeza y abren el juego del ensayar
acerca de la producción.
Las sustancias vitales –sangre, leche–, cuando interrumpen su carácter fluyente, son cosas de
contornos observables, suspensiones que permiten adentrarnos en una vida que al estar detenida se
parece bastante a la muerte. La muerte pensada como pasaje y no como fin. ¿Cuántas
convulsiones separan el estado líquido del sólido? ¿Cuánto tarda en detenerse la sangre en el cuerpo
cuando el corazón deja de latir? ¿Cuándo un cuerpo empieza a ser cosa y qué pasa con todos los
líquidos que circulan por nuestros órganos? ¿Se secan? ¿Se espesan? ¿Se estancan como pantanos?
Su inmersión en la industria de la porcelana (las industrias modernas tienen sus raíces lejanas bien
plantadas en la alquimia) lo llevó a convertir la técnica en un viaje místico. Sus piezas dan la
impresión de una exuberancia controlada y pulida. Control en la presentación y construcción
aunque uno pueda intuir que la gestación se produjo en el seno de un ritual orgánico y vitalista.
Desde hace cinco años Leo Battistelli alterna sus días entre Río de Janeiro, la región serrana de
Petrópolis y Argentina. “Vivir al lado del mar y de la floresta, con todos los formatos de vida que
implica cada hábitat, sin dudas hizo un cambio en mi mirada. Color, formas, cuerpos, pieles,
procesos, costumbres, tiempos, lenguajes, todo cambió y todo cambia continuamente”, cuenta Leo.
Su última aparición en la escena porteña fue en 2007 con Penumbra, dentro de Límite Sud, muestra
con curaduría de Eva Grinstein. Ahí exhibía tímidamente sus nuevas obras producidas en la sierra de
Petrópolis. Cuatro años después es claro que Battistelli ha hecho una fotosíntesis formidable. Un
artista es una planta: si recibe la luz adecuada transforma materia inorgánica en materia orgánica. En
este caso, para que el sincretismo tenga lugar, las raíces se han hecho ambulantes.
En el tercer y último apartado, la autora tiene que unir todos los hilos temáticos presentados.
Desde el subtítulo empieza la recapitulación de los dos apartados. Vuelve al inicio y a la
escena presentada: la pieza en la pared. Inserta la voz del artista para referir al trabajo con
los materiales. En las oraciones en negrita se puede observar la acción de la autora para
recapitular lo dicho desde su intención explicativa general.
En una de las paredes de la galería, círculos blancos y círculos que se estiran para dejar de ser
círculos cuelgan de la pared sostenidos por clavos de cobre. Corrección: Leo no dice “clavo de
cobre” sino “cobre en forma de clavo”. El material en su capacidad de metamorfosearse es lo que
subraya. “Trabajo con materiales que se eliminan de procesos fabriles; me interesa ese acto de
transformación, generar belleza, sentido, valor, o como quieras llamarle, al acto de rescatar un
material, objeto, o forma, de un destino desperdicio a un destino totalmente opuesto. Las obras son
realizadas algunas en faiança y otras en porcelana. A veces mezclo estas dos e ingreso materiales
como madera, metal o luz dependiendo del requerimiento de la obra. Estos materiales cerámicos los
trabajo en dos fábricas, Porcelanas Verbano en Argentina y Cerâmica Luiz Salvador en Brasil; en
cada una de ellas estudio la forma de aprovechar al máximo el material, de restaurar desperdicios y
de no desperdiciar energía. Ese es un fundamento básico en el momento de realizar una obra.”
El balance energético en la naturaleza (un terremoto elimina la excesiva presión tectónica, por
ejemplo) es también la ocupación de los Orixás. Divinidades o espíritus creadas por el dios Olorun
(Dueño del Cielo) de la religión Yoruba, cada Orixá es una manifestación de las fuerzas de la
naturaleza. Leo se internó en la lectura de sus leyendas, empezó a reconocer a los Orixás en la
música brasilera, a presenciar en las calles, playas y florestas de Río el acto de la ofrenda, “un acto
fundamental y bello”, recalca. Observó también la fusión entre el cristianismo y los Orixás. El acto
adivinatorio a través del juego de búzios y la estética africana empezó a ampliar su repertorio de
formas, colores y tensiones. “Dar imagen a estos ritos, a estos saberes antiguos de una transmisión
básicamente oral, es lo que me interesa en este momento de fusión y sin fronteras. Me asesoran
Claudia Ribeiro que es hija de santo de Mae Menininha do Gantua, Camila Do Valle, investigadora y
poeta, y mi compañero Cao Albuquerque, bahiano y figurinista, que me introdujo en la música y en
la estética afrobrasileira.”
Cada Orixá debe recibir su ofrenda en un sitio específico: una playa, al lado de la carretera, sobre una
piedra en medio del monte o en un campo de hierbas pequeñas. Leo Battistelli, siguiendo los
preceptos de un Orixá personal, despliega su ofrenda en una galería de arte. Puede que el ritual
sea distinto pero, afortunadamente, la procesión sigue yendo por dentro.
El proceso por el que internalizamos las palabras de los otros y nos apropiamos de ellas como textos
se realiza en una zona de balbuceos y búsquedas internas de articulación entre las formas lingüísticas
y posibles sentidos que, finalmente, exteriorizamos como lenguaje verbal desplegado, pero antes ha
estado como comprimido, solo predicado sin sujeto, el sujeto está implícito antes de ser desplegado
verbalmente, por eso parece fragmentario el pensamiento, se nos agolpan conceptos e imágenes en
desorden o en un orden que difiere del que exteriorizamos después.
Vigostki (1996) dice que el lenguaje interior es predicativo. Esto nos remite a cómo funciona el
lenguaje en tanto mecanismo sobre el que actuamos con una intencionalidad y eso nos diferencia, en
lo que respecta al lenguaje humano, de los otros animales. (Riestra, 2006:71)
Este movimiento descripto por Riestra – que retoma a Vigostki- es regulado y controlado
por el autor en la revisión de los mecanismos de conexión y de cohesión. Después de
pasar por las macro decisiones ( capítulo II y III) en relación con la posición enunciativa y
la situación discursiva el proceso de escritura avanza en decisiones micro lingüísticas. Nos
vemos enfrentados al problema de planificar el efecto de coherencia al elegir frases,
seleccionar palabras, colocar preposiciones, conjunciones, adverbios, conectores. Todas
esas unidades lingüísticas que realizan funciones conectivas y cohesivas son denominadas
marcas de textualización. Esas marcas son las huellas de la gestión explicativa del autor
y en ellas se detienen los lectores para poder reconstruir el sentido del texto. Por lo tanto,
constituyen zonas de revisión y ajuste en el desarrollo de las versiones de los escritos.
Los mecanismos de conexión
Los mecanismos de conexión contribuyen a marcar las distintas articulaciones del plan
textual: delimitan sus partes constitutivas, las transiciones entre fases de una secuencia o
articulaciones más locales entre oraciones. Esas operaciones son visibilizadas en el texto
por los llamados conectores u organizadores textuales (Bronckart, 2007). Estos
organizadores pueden asumir distintas funciones: segmentación, señalización, inserción,
empaquetamiento y unión.
Por ejemplo, en el escrito que hemos analizado - en el apartado anterior- podemos observar
marcas de conexión con distintas funciones “Luego se derramará sobre la alfombra de una
forma poco elegante” (segmentación); “Pero por ahora está ahí y es un universo autosuficiente y
un montón de calamar que no podremos comer” (señalización y unión); “ En este caso, para
que el sincretismo tenga lugar, las raíces se han hecho ambulantes” (empaquetamiento) ;
“empezamos a tejer relaciones contextuales, hipótesis cosmogónicas y conjeturas acerca
de ese mundo del cual estas piezas parecen ser fragmentos o piedras fundamentales”
(inserción).
Estas marcas de conexión pueden pertenecer a diferentes categorías gramaticales o partes
del discurso (adverbio, preposición, sustantivo, coordinante, subordinante, entre otros) o
pueden organizarse en sintagmas diferentes (sintagma nominal, preposicional ) y también
pueden asumir funciones específicas en el marco de la micro o macrosintaxis. Los
organizadores de valor temporal aparecen principalmente en los discursos del orden del
contar; los organizadores lógicos son más frecuentes en el orden del exponer y los
espaciales son característicos de las secuencias descriptivas.
A modo de ‘caja de herramientas’ es útil inventariar las marcas de conexión más utilizadas
en los textos de estudios e investigación y sus funciones en la orientación interpretativa.
Tenemos que tener en cuenta que los conectores pueden cumplir distintas funciones:
articular y poner en relación dos enunciados o fases de la explicación (relación semántica);
visibilizar conexiones lógicas (relación gramatical) y/ o contribuir a la organización del
texto u orientar el recorrido (relación pragmática). En la elaboración de una explicación se
utilizan los tres tipos y, en muchos casos, pueden cumplir doble función.
- Marcas de conexión que contribuyen a la organización global del texto :
ordenadores (primero, en primer lugar, en segundo lugar, por último); distribuidores
( por un lado, por otro; por una parte, por otras); continuativos (entonces, en ese
sentido, el caso es que, a todo esto); digresivos( por cierto, a propósito); espacio-
temporales ( hasta aquí, al mismo tiempo, a la vez, mientras, seguidamente, más
adelante); conclusivos (en resumen, en conclusión, en suma, en resumidas cuentas,
en síntesis, a modo de cierre, en pocas palabras, dicho brevemente) .
- Marcas de conexión que introducen operaciones discursivas particulares: de
expresión de punto de vista (desde nuestro punto de vista, desde esta perspectiva):
de reformulación o aclaración (es decir, en otras palabras, en particular, en
concreto); de ejemplificación ( por ejemplo, a saber, sin ir más lejos, tal es el caso
de ); de manifestación de certeza (evidentemente, de hecho, en realidad, es
indudable, efectivamente, desde luego )
- Marcas de conexión lógico-semánticas: aditivos o sumativos ( y, asimismo,
igualmente, a su vez, además, encima, por añadidura, inclusive, incluso);
contrastivos o contrargumentativos ( pero, en cambio, sin embargo, sino,
contrariamente, no obstante, excepto si, a no ser que, de todos modos, con todo);
de base causal ( a causa de ello, por eso, porque, puesto que, gracias a);
consecutivos (por eso, de modo que, por consiguiente, en consecuencia, en efecto,
entonces); condicionales (si, cuando, en el caso de que, a menos que, siempre que,
con el propósito de)
Los mecanismos de cohesión nominal
Por ejemplo, en este fragmento de “Las ofrendas de Leo Batttistelli” las relaciones
anafóricas se producen dentro de una estructura compleja (de pensamiento y palabra): la
cadena anafórica antecedente de todas las oraciones que conforman el párrafo es la primera
oración (introducción). Todas las siguientes recuperan y amplifican ese argumento (
recuperación y co-referencia) y al finalizar el párrafo vuelve a reagruparse la información
en torno a una oración que condensa y enriquece la idea inicial (recuperación):
Piel pura y Piel amarillita son dos piezas escalofriantes y bellas. Escamas irregulares de piel de
porcelana superpuestas en capas. La belleza despellejada y acomodada decorativamente. Un crimen a
la altura de Hannibal Lecter: elegante y con sentido de la proporción. Podemos invitarlo a nuestro
living y nos hará quedar bien con su conversación perfecta. Otro que puede andar cerca aunque no
invitaríamos a nuestra casa es el perfumero loco de Patrick Süskind, obsesionado con la exquisita
fórmula que condensara los olores de los ejemplares femeninos más hermosos. Un perfume excelso
producto de la destilación de las pieles más bellas y jóvenes. ¿Cómo atrapar ese territorio de olor tan
sutil que la carne exhala? ¿Cómo separar el olor de la materia? La alquimia ha recorrido caminos
similares en su búsqueda de la piedra filosofal, en la transmutación del plomo en oro .La religión
católica ha llamado al cuerpo “templo del espíritu” y en la cultura popular el alma parece tener varios
estilos de locomoción: vagar, evaporarse, ascender, flotar, rondar, errar, penar. Las relaciones entre la
obra de Leo Batistelli y los procesos alquímicos no son nuevas.
Los adjetivos escalofriantes y bellas abren un recorrido al que se adicionan argumentos:
descripción de las piezas que expande el adjetivo escalofriantes (oración 2) y repetición
amplificada de bella-belleza (oración 3). Las oraciones siguientes ingresan argumentos con
función de refuerzo de la idea (estrategia de la analogía). Las preguntas reúnen los ejemplos
y la información se integra en un nuevo argumento: la alquimia. El nuevo argumento se une
al recorrido temático iniciado (piezas) y se reúnen los dos para poder proseguir la
explicación: Las relaciones entre la obra de Leo Batistelli y los procesos alquímicos no son
nuevas.
Podemos volver a la metáfora inicial de este apartado “el disco duro de nuestro
archivo mental, sensorial y afectivo”. El escrito de Dianela debió lidiar con esos
materiales de distinta procedencia: disciplinares, afectivos, conceptuales y
experienciales (el taller, las aulas, la vida familiar y de estudiante). Y, lógicamente, la
autora produjo muchas versiones en las que fue ajustando sus planes y creando otros.
Muchos rastros quedaron de las conversaciones íntimas con ella misma y con sus
compañeros, profesores y autores que acompañaron su proceso de escritura:
Con este abanico de posibilidades, de vínculos y lazos simbólicos, los recuerdos de la niñez
son amasados, meditados, reflexionados. Reflexión que llevó a iniciar el modelado en arcilla
de estas niñas flequilludas y enlazarlas con los objetos encontrados, como una
reconstrucción visual de las experiencias que aun habitan la memoria.
Del amasado de varios kilos de arcilla blanca se gestan las pequeñas esculturas que
componen el repertorio de “flequilludas”. Modeladas a mano, individualmente, una por una,
sin moldes, para contrarrestar el peso de los modelos que rodean a los niños y niñas en su
entorno. Cada una de estas pequeñas niñas habitan con timidez un espacio que a su vez las
interpelan, con algo que intentan proteger, con su pedacito de recuerdo, con una historia
para contar.
Estas piezas de cerámica convivirán con objetos encontrados en el hogar de padres y
abuelos, objetos con valor sentimental que motivan su conservación para resguardar la
memoria de quienes alguna vez fueron sus usuarios. Se trata de un reloj de bolsillo, una
llave, una caja de galletitas, una regadera, una caja de té, hebras de lana. Son objetos que
cargan recuerdos y recordar es la mágica aventura de “volver a pasar por el corazón”. Estos
preciados tesoros transitaron la vida familiar de generación en generación y que para Leo
Tavella (2012) tienen una especie de vida ya pasada, que ya sucedió. Sin embargo, estos
objetos renuncian al olvido, cobran nueva presencia, tienen historias para contar.
Al generar un encuentro de estos objetos con las figuras de cerámica, unos con otros se
acompañan, dialogan, pasan juntos por el corazón, activan imaginarios y recuerdos.
A modo de una instalación, las niñas flequilludas, las hebras de lana, los objetos
encontrados y la relación que se genera entre ellos, componen un refugio donde albergar la
memoria, las reflexiones, las miradas sobre la niñez y los recuerdos que devienen de ella.
Preguntarse ¿por qué estas flequilludas? inició la escritura. Así, Dianela se dio un tiempo
para que las obras hablarán y se explicaran. Las había creado pero las tuvo que volver a
mirar. Mirar atentamente desde la lente que se pudo construir en tantos años de cursado.
Así es, escribir cambia nuestro conocimiento el mundo en un proceso de idas y vueltas,
de reescrituras y revisiones. El escrito se separa del autor y se convierte en obra.
En ese proceso se activa la revisión de las versiones. El autor trabaja pacientemente en
marcar, observar el escrito, comprender qué está sucediendo y ensayar alternativas. En el
taller de escritura de Cuarto Año aprendimos a editar los escritos para que adquieran la
capacidad de ser ‘publicables’. En ese proceso, se pudo relevar problemas constructivos
habituales. Expondremos algunos a modo de ejemplo de la actividad habitual de un taller
de escritura y de autoedición.
1- Abuso de pronombres indeterminados. Esta revisión implica reemplazar
pronombre sin determinados por sustantivos que colaboren en la cohesión léxica
pero también en la precisión de la idea. Esta revisión es importante en la tarea de
conceptualización porque obliga a pensar qué sustantivo reúne y agrupa
elementos anteriores. Esa palabra actúa como recapituladora y activa una
operación de síntesis conceptual.
Lo que resultaba interesante era la Los aspectos más interesantes El exceso de anáforas pronominales
mixtura entre lo propio y lo de la tía de este proceso de produce una elipsis informativa que
Teresa. experimentación fue la vacía en exceso el significado de la
mixtura entre el mundo oración.
simbólico propio y el universo En la versión 2 se sustituye por
de la tía Teresa. anáforas nominales. El efecto
recapitulador de la oración se
cumple efectivamente al subsumir
ideas anteriores en enunciados más
globales.
El orden del exponer requiere claridad expositiva. Como ya hemos hecho referencia la
escritura de ideas supone muchas revisiones en ese sentido. El mundo del ‘disco duro’ es
multiforme y abigarrado. Las zonas confusas se detectan cuando marcamos palabras que no
están funcionando bien. Revisar esas palabras, comprender su función original deriva,
lógicamente, en un reordenamiento de la oración o el párrafo. A la par se acomoda la idea :
se trabaja la precisión sintáctica y semántica en forma relacionada.
El caso del uso del uso y abuso del donde y gerundio (usados como comodines). En
primer lugar, debemos entender que en una primera versión esas elecciones permiten
conectar las ideas y se recurre a ellas porque están rápidamente disponibles en un saber
discursivo propio de la oralidad y del orden del narrar (formas muy interiorizadas en todas
las personas porque son prácticas habituales en la vida cotidiana y conversacional).
En segundo lugar, evidencia poca práctica en un uso del lenguaje más conceptual que
requiere precisión sintáctica y una atención de las funciones de cada clase de palabras.
Dado que son apariciones recurrentes conviene recordar las características y funciones de
estas dos clases de palabras.
El uso del gerundio
En el caso del gerundio, se debe recordar que es una forma no personal del verbo (como el
Infinitivo o el Participio) que indica que una acción está en desarrollo. Su uso en el discurso
del exponer es limitado y, en muchos, casos en la revisión procedemos a la sustitución por
verbos o por sustantivos.
En español el gerundio se forma añadiendo al lexema del verbo los siguientes sufijos: ando
(pintando), iendo (componiendo) o yendo( oyendo, proveyendo).
Esta forma no verbal funciona de tres modos:
1. En la mayoría de los casos, el sujeto del gerundio debe coincidir con el sujeto de la
oración principal
A su vez, la operación de calcar no era una situación que me impida seguir haciendo; por el
contrario, se convertía en un juego, en donde me encontraba a mí misma recreando la imagen ya
creada (la fotografía).
La acción del gerundio debe ser anterior o simultánea a la del verbo principal. Por
ejemplo: Indagando con mayor profundidad el objeto encontrado, se arriba al mundo Celta.
Aparecen objetos electrónicos que ablandan figuras geométricas a partir de modelados lineales,
produciendo organismos vivos de reinos vegetales. Ampliándose en un espacio nuevo y
constituyéndose como esculturas de bulto
Aparecen objetos electrónicos que ablandan figuras geométricas a partir de modelados lineales y
producen organismos vivos de reinos vegetales. Se amplía, así, el espacio y se constituyen
esculturas de bulto.
3. La acción que expresa el gerundio debe interpretarse como una circunstancia (de
tiempo, modo o condición) de la acción del verbo principal. Es decir, la función del
gerundio es siempre de complemento circunstancial. El uso del gerundio será
correcto si expresa en qué momento, de qué modo, por qué motivo o con qué
condición se da la acción principal. Ejemplo:
Quien se enfrente a “Estar siendo” podrá preconcebir su propio destino o caminar el que otro transita
sabiendo; de igual manera, que lo que haga junto a otros o solo, lo determina y posiciona ante sí
mismo en algún momento,
Así el arte, para mí, se vuelve un lugar de libre encuentro entre la voluntad, los sentimientos,
memorias y utopías. Descubriendo nuevas formas expresivas en las manchas, trazos e imágenes
visualizadas. Estableciendo un diálogo con las experiencias pasadas, encontrando un sentido y
valor para las huellas de un hacer descartadas por otro pasado
Observemos como, en este caso, el uso impreciso del adverbio nos advierte de una necesidad de elaborar
mejor la idea (operación de nominalización)
Esta revisión nos obliga a pensar el ‘hilo discursivo’ que liga toda la información.
Trabajamos con las reglas que menciona Charolles: repetición, relación, no contradicción
y progresión. Lógicamente, prestamos atención a las cadenas anafóricas y a los recorridos
temáticos que se deben establecer con continuidad y solidaridad. A la par, observamos las
marcas de conexión. En muchos casos los estudiantes establecen conexiones débiles o
inadecuadas. Es importante que funcionen los tres tipos de conexiones: funcionales,
condicionales y cohesivas.
En los textos de estudio, estos problemas se evidencian también en la inserción de las
voces ajenas. Muchas veces, ellas se yuxtaponen pero no se entraman en la explicación.
Podemos decir que ‘quedan hablando solas’ o ‘interrumpen la conversación’. En estos
ejemplos se pueden observar esos problemas constructivos y los modos de resolución que
encontraron los autores:
Mediante su percepción Esas formas y texturas En este párrafo se reconocen varios problemas
me interpelaron nuevas percibidas reaparecen en el constructivos: la primera persona inscribe el
formas y texturas que trabajo del taller de fragmento en el orden del contar una idea que
luego adopté para Cerámica. Estos pasajes de intenta presentar un proceso y una decisión
trabajar dentro del taller las formas percibidas a las disciplinar (orden del exponer). La consecuencia
de Cerámica. Como formas plásticas/expresivas es una simplificación y banalización del hacer
argumenta Paul Klee” son explicados de esta artístico. Se cosifica la acción.
“el arte no reproduce manera por Paul Klee “el Otra marca de revisión fue observar que se
aquello que es visible arte no reproduce aquello conectaba débilmente la voz ajena. La autora
sino que hace visible lo que es visible sino que hace dejaba la conceptualización totalmente en manos
cotidiano que surge en la visible lo cotidiano que de la voz ajena. ( no es el procedimiento de los
naturaleza”. En ese surge en la naturaleza”. textos de estudio).
sentido, se hace visible Cuando intenta hacerlo contradice a Klee.
lo cotidiano que surge en (distorsión de la fuente).
la naturaleza, como los El pasaje de la percepción al trabajo plástico se
frutos del mencionado explica muy mecánico y superficial. Falta
árbol.( no dice esto trabajar la precisión disciplinar y, a la par, las
Klee) conexiones lógicas. Ha intentando conectar el
texto pero con conexiones superficiales y poco
elaboradas.
En la versión 2 se utilizan marcas de cohesión
(pronominales y nominales) que recapitulan la
información anterior, la retoman y permiten
continuar. Se elabora la idea en forma más
compleja; la tercera persona obliga a la habilita
el trabajo de nominalización y de objetivación
del hacer.
La voz ajena ayuda a explicar pero ahora se
inserta en un razonamiento y cumple la función
de refuerzo y cierre.
i
extraído de Farina, F. “La sangre Latina”,Radar, Paágina12, 27/09/2009. En esa nota Farina entrevista al
fotógrafo Marcos López a propósito de una muestra retrospectiva “Vuelo de cabotaje”, que el fotógrafo
inauguraría el 8 de octubre de ese año en el Museo Rosa Galisteo de la ciudad de Santa Fe.