Criterios de Salud y Enfermedad
Criterios de Salud y Enfermedad
Criterios de Salud y Enfermedad
Nos ocuparemos del psicólogo, ya que su tarea se asienta sobre supuestos teóricos
fundamentales acerca de lo que considere salud o enfermedad, supuestos teóricos e
ideológicos que orientarán y subyacen a su interpretación y evaluación de los fenómenos.
Normalidad
El concepto estadístico: una peona es normal cuando está próxima a tendencia de un grupo
típico de individuos.
Este criterio no nos sirve porque hay enfermedades que se dan en la mayoría de la población,
por ejemplo la gripe y además hay ciertos fenómenos como el virtuosismo para la música que
están fuera del término medio y no por ello pueden considerarse enfermedad. Este enunciado
implica el riesgo de asimilar anormalidad con enfermedad.
El concepto clínico: la perspectiva clínica nos provee parámetros más aceptables que permiten
concebir a la salud y a la enfermedad no como expresiones de dicotomías irreconocibles, sino
como puntos dentro de un continuum. El punto extremo de anormalidad del continuum está
representado por aquél sujeto que no puede gobernarse a sí mismo poniendo en peligro su
vida y la de los demás. Pondríamos en el otro extremo como normal el “amor” por la vida y su
cuidado.
Los juicios de valor se infiltran en el concepto de normal. No normal como juicio de valor. El
término normal es un término, por lo tanto, equívoco porque liga lo habitual con lo normal.
Rausch propuso sustituir el término normalidad por el de normatividad, expresando esta
última la polaridad dinámica de la vida: “el hombre normativo es capaz de utilizar nuevas
normas en función de las fluctuaciones de sus requerimientos externos e internos”. No habría
entonces conducta normal, sino conducta normativa.
La polaridad dinámica de la vida que puede ser pensada en el equilibrio móvil de aperturas y
cierres, por ejemplo frente a demandas vitales, o al juego Tánatos-eros, etc., sedimenta o
cristaliza un cierta línea invisible sólo aprehensible en sentido posdictivo, que es lo que
conceptuamos por normatividad.
Si, nos importará reconocer su normatividad, en tanto capacidad de fluctuación dinámica entre
su realidad y recursos psíquicos y la realidad externa. Pero no obstante esa fluctuación,
subyace a un hilo narrativo, a veces de gran estabilidad y continuidad, otras fisurado o
desarticulado. Lo hemos llamado su normatividad.
La salud implicaría también la noción de equilibrio móvil. De este modo, una adaptación rígida,
inamovible, incuestionable a ciertas pautas de involucramiento implicaría un pérdida de salud.
Estar sano y ser normal no son hechos totalmente equivalentes porque la patología puede
presentarse como una especie de normalidad. Estar sano no es sólo ser normal en una
situación dada, sino en situaciones imprevistas, o poder superar la norma, tolerar las
infracciones a la norma habitual e instituir normas nuevas.
Theodora Alcock se refiere en términos de libertades que deben basarse en una armonía
interna, en una triple alianza entre el ello, el yo y el superyo, o dicho en toros términos en una
interacción amistosa entre la energía libidinal, capacidad de modulación y control y el
reconocimiento de lo sociocultural.
Intentaremos captar y conceptualizar por un lado los aspectos fijos, así como los críticos y
desorganizantes, explorando las dimensiones estructurales y formales de las técnicas y por
toro lado revisando sus dinámicas y aspectos de contenido para dar cuenta de lo actual.
Normalidad será como el sujeto se entiende con su propia estructura psíquica. Su modo de
entenderse considerado posdictivamente (una reconstrucción del presente al pasado) nos
permitirá reconocer un estilo de trazado que llamaremos su normatividad.
Tomamos una noción de normatividad personal donde incluiríamos estados considerados por
otros como patológicos dentro de los límites de “lo normal” en la medida en que estos estados
pueden expresar una relación de normatividad con la vida particular del sujeto.
Así, normalidad sería cómo el sujeto se entiende con su propia estructura psíquica; sus
patrones vinculares, cognoscitivos y afectivos según su “dotación natural” y el sistema
interpersonal-social-cultural que lo ha acompañado en la historia de su vida, configurando un
cierto “estilo” y estructura
Conclusión:
No omitir como expresiones de salud los grados de satisfacción en el trabajo y en los vínculos
y/o en el cuidado de si mismo. La capacidad de aprendizaje activo, la búsqueda de nuevos
logros como así la capacidad para gozar, manifestar y compartir las formas de placer, también
manifiestan expresiones saludables. Dentro de los cuadros de personalidad que
caracterizaríamos en estado de enfermedad.