Freire Pedagogiadel Oprimidocorto
Freire Pedagogiadel Oprimidocorto
Freire Pedagogiadel Oprimidocorto
Paulo Freire
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CAPITULO III
Dialogicidad y diálogo.
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Al iniciar este capítulo sobre la dialogicidad de la educación, con el cual
estaremos continuando el análisis hecho en el anterior, a propósito de la
educación problematizadora, nos parece indispensable intentar algunas
consideraciones en torno de la esencia del diálogo. Profundizaremos las
afirmaciones que hicimos con respecto al mismo tema en La educación coma
práctica de la libertad.48
a) acción
Palabra praxis
b) reflexión
a) de la acción: Palabrería,
Sacrificio verbalismo
b) de la reflexión:
activismo
48
Siglo XXI Editores, México, 3a. ed., 1972.
49
Algunas de las reflexiones aquí desarrolladas nos fueron sugeridas en conversaciones con el
profesor Ernani María Fiori.
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Cualquiera de estas dicotomías, al generarse en formas inauténticas de
existir, genera formas inauténticas de pensar que refuerzan la matriz en que se
constituyen.
Esta es la razón que hace imposible el diálogo entre aquellas que quieren
pronunciar el mundo y los que no quieren hacerlo, entre los que niegan a los
demás la pronunciación del mundo, y los que no la quieren, entre los que
niegan a los demás el derecho de decir la palabra y aquellos a quienes se ha
negado este derecho. Primero, es necesario que los que así se encuentran,
negados del derecho primordial de decir la palabra, reconquisten ese derecho
prohibiendo que continúe este asalto deshumanizante.
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No nos referimos, obviamente, al silencio de las meditaciones profundas en que los hombres,
en una forma aparente de salir del mundo, se apartan de él para “admirarlo” en globalidad,
continuando en él. De ahí que estas formas de recogimiento sólo sean verdaderas cuando los
hombres se encuentran en ellas empapados de “realidad” y no cuando, significando un
desprecio al mundo, constituyan formas de evasión, en una especie de “esquizofrenia
histórica”.
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de depositar ideas de un sujeto en el otro, ni convenirse tampoco en un simple
cambio de ideas consumadas por sus permutantes.
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Cada vez nos convencemos más de la necesidad de que los verdaderos revolucionarios
reconozcan en la revolución un acto de amor, en tanto es un acto creador y humanizador. Para
nosotros, la revolución que no se hace sin una teoría de la revolución y por lo tantos sin
conciencia, no tiene en ésta algo irreconciliable con el amor. Por el contrario, la revolución que
es hecha por los hombres es hecha en nombre de su humanización.
¿Qué lleva a los revolucionarios a unirse a los oprimidos sino la condición deshumanizada en
que éstos se encuentran? No es debido al deterioro que ha sufrido la palabra amor en el mundo
capitalista que la revolución dejará de ser amorosa, ni que los revolucionarios silencien su
carácter biófilo. Guevara, aunque hubiera subrayado el “riesgo de parecer ridículo”, no temió
afirmarlo: “Déjeme decirle —declaró, dirigiéndose a Carlos Quijano—, a riesgo de parecer
ridículo, que el verdadero revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor. Es
imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad”.
Ernesto Guevara, Obra Revolucionaria, Ediciones ERA, 1967. México. pp. 637-636.
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Solamente con la supresión de la situación opresora es posible restaurar
el amor que en ella se prohibía.
¿Cómo puedo dialogar, si temo la superación y si, sólo con pensar en ella,
sufro y desfallezco?
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La fe en los hombres e un dato a priori del diálogo. Por ello, existe aun
antes de que éste se instaure. El hombre dialógico tiene fe en los hombres
antes de encontrarse frente a frente con ellos. Ésta, sin embargo, no es una fe
ingenua. El hombre dialógico que es crítico sabe que el poder de hacer, de
crear, de transformar, es un poder de los hombres y sabe también que ellos
pueden, enajenados en una situación concreta, tener ese poder disminuido.
Esta posibilidad, sin embargo, en vez de matar en el hombre dialógico su fe en
los hombres, se presenta ante él, por el contrario, como un desafío al cual debe
responder. Está convencido de que este poder de hacer y transformar, si bien
negado en ciertas situaciones concretas, puede renacer. Puede constituirse. No
gratuitamente, sino mediante la lucha por su liberación. Con la instauración
del trabajo libre y no esclavo, trabajo que otorgue la alegría de vivir.
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motivo de una mayor esperanza, la que conduce a la búsqueda incesante de la
instauración de la humanidad negada en la injusticia.
52
Trozo de una carta de un amigo del autor.
53
Pierre Furter, Educação e vida, Editôra Vozes. Petrópolis, Río, 1966. pp. 26-27.
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De ahí que, para realizar esta concepción de la educación como práctica
de la libertad, su dialogicidad empiece, no al encontrarse el educador-
educando con los educando-educadores en una situación pedagógica, sino
antes, cuando aquél se pregunta en torno a qué va a dialogar con éstos. Dicha
inquietud en torno al contenido del diálogo es la inquietud a propósito del
contenido programático de la educación.
54
En una larga conversación con Malraux, declaró Mao: “Usted sabe qué es lo que proclamo
desde hace tiempo; debemos enseñar a las masas con precisión lo que hemos recibido de ellas
con confusión.” André Malraux, Antimémoires, Gallimard, París, 1967, p. 551.
En esta afirmación de Mao subyace toda una teoría dialógica sobre la constitución del
contenido programático de la educación, el cual no puede ser elaborado a partir de las
finalidades del educador, de lo que le parezca ser mejor para sus educandos.
55
Pierre Furter, op. cit., p. 165.
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realizadores partieron de su visión personal de la realidad. Falta verificada
porque no tomaron en cuenta, en ningún instante, a los hombres en situación
a quienes dirigían su programa, a no ser como meras incidencias de su acción.
Quien actúa sobre los hombres para, adoctrinándolos, adaptarlos cada vez
más a la realidad que debe permanecer intocada, son los dominadores.
56
“A fin de unirse a las masas deben conocer sus necesidades y deseos. En el trabajo con las
masas es preciso partir de las necesidades de éstas, y no de nuestros propios deseos, por
buenos que fueren. Ocurre en ocasiones que las masas necesitan objetivamente alguna
reforma, pero la conciencia subjetiva de esa necesidad no ha madurado aún en ella y no se
muestran dispuestas ni decididas a llevarla a la práctica. En ese caso tenemos que esperar con
paciencia e introducir la reforma sólo cuando. gracias a nuestro trabajo, haya madurado la
necesidad en la mayoría de las masas y éstas se encuentren dispuestas y decididas a llevarla a
la práctica, porque de lo contrario quedaremos aislados... En ese sentido tenemos dos
principios: primero, lo que las masas necesitan en realidad, y no lo que nosotros imaginamos
que necesitan; y segundo, lo que las masas están dispuestas y decididas a hacer, y no lo que
nosotros estamos dispuestos a hacer en beneficio de ellas.” Mao Tse Tung, El frente unido en el
trabajo cultural, en Obras escogidas, Buenos Aires, Platina. 1959, t. II, pp. 424-5.
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los opresores, como problema, propiciando así su expulsión del “interior” de los
oprimidos.
Nunca disertar solamente sobre ella ni jamás donar contenidos que poco o
nada tengan que ver con sus anhelos, sus dudas, sus esperanzas, sus temores.
Contenidos que, a veces, aumentan estos temores. Temores que pertenecen a
la conciencia oprimida.
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Freire, Paulo (1970). Pedagogía del oprimido. México: Siglo XXI editores.
Capítulos 1 (pp. 29-68) y 3 (pp.97 a 154)
La pedagogía del Oprimido es el libro más conocido del pedagogo latinoamericano Paulo Freire
(1921-1997) quien aboga por una pedagogía de la crítica y la creación para promover un ser
humano autónomo, dialógico, amoroso y ético. Este libro se enmarca entre dos de sus obras: La
educación como práctica de la libertad (1968) y La pedagogía de la autonomía (1997). En la
primera Freire expone su método para alfabetizar a través de la palabra generadora; en esta obra,
el pedagogo, desde su carácter visionario, vislumbra que la liberación se da a través de enseñar a
pensar, es decir, de enseñar y aprender a leer y escribir las palabras del entorno próximo las cuales
portan representaciones sociales y culturales. En la segunda, se centra en dar fundamento a la
práctica educativa como generadora de la autonomía del ser humano: problematizar
dinámicamente las verdades establecidas para transformar la realidad, denunciar y anunciar la
realidad social a través de la experiencia total de enseñar-aprender. Su propuesta pedagógica
promueve el pensar acertadamente: pasar de una curiosidad ingenua a una curiosidad
epistemológica, en otras palabras que el ser humano sea crítico y ético en su sociedad y para su
sociedad.
Así pues, Freire en sus obras nos hace la pregunta de cómo enseñar a pensar. Para él la
transformación social se da desde lo político, es decir, desde la movilización del pensamiento. En
Pedagogía del oprimido el autor sitúa su discusión en la comprensión del pensamiento oprimido:
denunciar cómo se establece la opresión y anunciar cómo se libera de la opresión. Así pues,
desde los capítulos leídos se abordan dos preguntas: ¿Qué es ser oprimido? ¿Cómo liberarse de la
opresión?
Pensar el “ser oprimido” desde un enfoque dialéctico es pensar en el “ser opresor”. Esta relación
opresor-oprimido es deshumanizada y necrófila. Tanto opresores como oprimidos se
deshumanizan. De ahí que Freire señale que la vocación de los hombres “a ser más” es negada
por la injusticia, la explotación y la violencia. Para enfrentar esto, los opresores, muchas veces,
actúan generosamente pero esta es una falsa generosidad pues se asume al otro como inferior o
deficiente. Por ello, se apuesta a la caridad, ayudantía, beneficencia, humanitarismo y no a la
superación de la injusticia. A estas personas les interesa que la situación de injusticia permanezca
para que ellos puedan ejercer su poder. Por su parte, el oprimido que se siente inferior, asume con
beneplácito la caridad de su benefactor y aún más los oprimidos exigen este tratamiento.
En la anterior actitud de los oprimidos se observa una identificación con el opresor. Por ello,
cuando pueden transgredir el ser oprimidos se convierten en opresores o continúan siendo
oprimidos pues tienen miedo a la libertad. Esto señala Freire se da por la estructura en que los
oprimidos han estado: visión individualista, vertical y de poder. Hay una imposición de una
conciencia a otra, la conciencia del oprimido aloja la conciencia del opresor, el oprimido vive bajo
la prescripción del opresor. Por esto, aquel teme a libertad en la medida que se le exige
pensamiento propio, autonomía y responsabilidad. ¨Los oprimidos acomodados y adaptados,
inmersos en el propio engranaje de la estructura de dominación, temen a la libertad, en cuanto no
se sienten capaces de correr el riesgo de asumirla”. (p. ) No obstante, los opresores también, de
alguna manera, alojan al oprimido, cuando el opresor dejar de serlo pasa a sentirse oprimidos
pues para ellos la vida verdadera es la que vivían antes, así la mayoría de personas sufra
inequidades. Para los opresores las personas son ellos y los demás objetos.
De tal manera, opresores y oprimidos niegan la vida, aman la muerte, son necrófilos, El opresor al
tener dominio completo sobre el otro siente un impulso sádico al poder manipular a su antojo el
objeto que le pertenece. A su vez el oprimido al sentirse dominado es dependiente emocional, se
vuelve masoquista, desea que lo traten mal. Así mismo asume una actitud fatalista; la vida está
determinada, el ser humano está concluido, las situaciones suceden por el poder del destino, el
sino, dios. Se convierte, así, la realidad histórica y creada por el hombre en un mundo mágico y
mítico que no puede ser transformado, esto lleva a una negación de la vida pues se destruye el
impulso creador. La autoimagen de los oprimidos está desvalorizada, ellos se sienten incapaces de
pensar y transformar la realidad. En esta relación perversa se pierda la libertad: cualidad esencial
de la vida.
Para Paulo Freire promover una pedagogía del oprimido permite la liberación de la opresión. Los
opresores y oprimidos tiene que emanciparse de esa relación perversa opresor-oprimido y de su
realidad opresora. Para lograr esto Freire propone la acción y la reflexión de los oprimidos pues
son ellos los llamados a esta tarea, es decir “los oprimidos necesitan ganar la conciencia crítica de
la opresión en la praxis de esta búsqueda”. La pedagogía del oprimido busca la humanización y
liberación del hombre a través de pensar y amar en la intersubjetividad auténtica: el dialogo.
El diálogo
(ll)El amor: El acto de creación de pronunciamiento del mundo requiere del amor, es decir, de
confiar, responder y comprometerse con los seres humanos. El amor es riesgo, requiere
enfrentamiento sobre todo consigo mismo, no hay que temer, se necesita ser valiente. En la
relación oprimido-opresor no existe el amor, por ello para instaurarlo se requiere la relación
dialéctica diálogo-amor.
“… una tarea de sujeto. Es falso que el amor no espere retribuciones. El amor es una intercomunicación de
dos conciencias que se respetan. Cada uno tiene al otro como sujeto de su amor. No se trata de apropiarse
del otro. En esta sociedad hay un afán de imponerse a los demás en una especie de chantaje de amor. Esto
es un distorsionamiento del amor. El que ama lo hace amando los defectos y las cualidades del ser amado.
Se ama en la medida en que se busca comunicación, integración a partir de la comunicación con los demás.
No hay educación sin amor. El amor implica lucha contra el egoísmo. Quien no es capaz de amar a los seres
inacabados no puede educar. No hay educación impuesta como no hay amor impuesto. El que no ama no
comprende a los demás; no los respeta..." (Freire, Paulo. Educación y Cambio. 1976. Galerna, Buenos Aires.
Pág. 29-30)
(lll) El dialogismo y la alteridad: Freire utiliza la palabra dialogismo dirigiéndose al diálogo. Sin
embargo diálogo para Freire no es transmisión de información ni pedagogía bancaria sino
interacción de personas emocionales y pensantes que se escuchan, se respetan, confían, aprenden
el uno del otro. Quiero señalar que este dialogismo freiriano, puede equipararse al dialogismo
Bajtiniano: “yo para mí, otro para mí, yo para otro”. El afecto y el saber se crean en la relación de
unos con otros, necesitamos unos de otros para poder construir la realidad. Por ello, para el
pedagogo la arrogancia no es parte de esta construcción, requiero reconocer mi ignorancia para
escuchar al otro, requiero saber mis limitaciones para entender que los demás completan mi
saber. Freire aboga por la humildad, es decir, por comprender que requerimos de otros para
construir la vida y la sociedad humana. Además señala el autor brasilero que solo pienso
auténticamente cuando los otros que están conmigo también lo hacen. “No pienso
auténticamente sino los otros con los que hablo, no piensan”. Esta apuesta de tener en cuenta al
otro va más allá, si lo relacionamos con la idea de alteridad de Levinas, vemos que se busca
descentrarse del yo, para ir al otro: aunque yo no lo elija el otro me afecta y me importa, y de ahí
siento la exigencia de encargarme de él, de cuidarlo. De alguna manera, este se infiere en esta
apuesta de diálogo hecha por Freire.
El pedagogo exactamente nos cuestiona estas dos características con las siguientes preguntas:
“¿Cómo puedo dialogar, si alieno la ignorancia, esto es si la veo en el otro, nunca en mí?
“¿Cómo puedo dialogar, si me admito como un hombre virtuoso por herencia frente a los otros,
meros objetos en quienes no reconozco otro yo?
¿Cómo puedo dialogar, si me cierro a la contribución de los otros, la cual jamás reconozco y hasta
me siento ofendido con ella?
Por tanto, es el dialogo el camino liberador de la opresión. Para lograr esto, Freire propone una
investigación dialógica la cual busca la comprensión de los sujetos: su conocimiento complejo
desde los aspectos histórico, social, cultural, político, biológico y estético. Así mismo el
investigador tiene que enfrentarse a su propia comprensión como ser humano, Freire lo insinúa,
en tanto considera al investigador y el investigado como sujetos que interactúan. Esta interacción
dialógica es el fundamento de la investigación. Al dialogar con el otro y, hacerlo verbalizar, y
pronunciar el mundo se promueve la creación y transformación del pensamiento, por tanto de la
realidad. En este dialogar no solo se transforma el pensamiento del investigado sino del
investigador.
Se propone, entonces, conversar con el oprimido para comprenderlo en sus distintas dimensiones
y contextos. Así tener experiencia con él y participar de sus palabras y contradicciones, yo diría
verdades establecidas. En esta investigación con él mismo oprimido se le propone un
extrañamiento de sus palabras, temas, pensamientos a partir de otros lenguajes, puede ser
visuales plantea Freire. Luego se entabla un dialogo con aquel sobre estas verdades, temas,
contradicciones. Para lograr finalmente, seleccionar unos temas puntuales sobre los que se van a
trabajar con mayor profundidad. Por ello, uno de los instrumentos de recolección de datos y de
trabajo fundamental es la entrevista.
Así pues, esta metodología dialógica, el pedagogo latinoamericano la presenta en cuatro fases:
Estos dos grandes temas de Freire: ¿qué es ser oprimido? y ¿cómo liberarse de la opresión? nos
dejan la posibilidad de argumentar sobre la actualidad de este autor en nuestro tiempo. En el
tiempo del pedagogo latinoamericano era evidente que estaba en auge la sociedad disciplinaria la
cual se traduce en términos de una relación oprimido-opresor y una apuesta directa a esta
relación a través de la pedagogía bancaria. Hoy día, en la emersión de una sociedad del control,
continua la sociedad disciplinaria a manera de palimpsesto. Este sedimento de sociedades
amplifica las perversidades de las relaciones oprimido-opresor, buscando nuevas y sofisticadas
formas.
Por ello, es preciso, escuchar con máximo cuidado las propuestas del pedagogo latinoamericano,
que ha puesto su mirada en lo político. Este no está por fuera del sujeto sino dentro de él. Por ello,
para incidir en la sociedad hay que buscar el sujeto que soy y es con él, con quien debo establecer
esos principios de resistencia y emancipación a la sociedad opresora. No por fuera de uno mismo
se encuentran los caminos emancipadores, es desde uno mismo. Por eso hay que ponerse en
riesgo como individuo para encontrar al otro, descentrarse de sí mismo. Tendríamos que
preguntarnos frente a este mundo globalizado y de consumo ¿por qué no hemos logrado avances
significativos respecto a las propuestas humanizadoras? Tal vez, porque la pregunta que
tendríamos que hacernos es frente a nosotros mismos, porque es allí en mí, no en otro lado que
voy a encontrar tanto al opresor como al oprimido y hasta tanto no sea capaz yo de liberarme no
podré empezar a construir una sociedad humanizadora.