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¿Quiénes fueron los Sofistas?

La palabra sofista proviene de la palabra griega Sophos la cual significa sabio, pero al mismo
tiempo tiene un significado diferente, significa manipulador, pues el sofista es una persona que
usa diferentes sofismas o argumentos falsos que parecieran ser verdaderos. Por esta razón, la
palabra se ha convertido en la actualidad en una palabra de contradicción y un término
despectivo. En realidad, cuando nos referimos a los sofistas nos encontramos hablando de
pensadores netamente intelectuales que tuvieron un papel importante en Grecia,
principalmente durante el siglo V a.C. y quienes vivieron principalmente en la ciudad de
Atenas. Entre los personajes más destacados del sofismo que podemos mencionar están los
siguientes personajes: Protágoras, Gorgias y Critias. La mayoría de ellos venían directamente
de colonas griegas, pero vivían en Atenas. En esta ciudad el ambiente filosófico y lleno de
cultura era perfecto para la creación de nuevas ideas. Sus propuestas chocaban en todo
momento con las ideas de las polis y de Sócrates y Platón.

Historia de los sofistas

Los sofistas fueron grandes pensadores que desarrollaron toda su actividad en la ciudad de
Atenas en el siglo V. Los filósofos que se dedicaban al pensamiento sofista elaboraron
diferentes teorías para lograr explicar el cosmos. Se encargaron de darle un nuevo rumbo y
significado a la filosofía. Para ellos el tema para ellos se basaba en el hombre y en la sociedad.
Se dedicaron mucho a viajar y conocieron muchas y diversas culturas. Se plantearon una serie
de problemas relacionados con las costumbres y las leyes. Dieron origen a la idea del
relativismo. Iban de lugar a lugar enseñando sus teorías acerca de cómo ser buenos
ciudadanos y cuáles pasos seguir para poder triunfar en el campo de la política. Sus
enseñanzas tenían un fin práctico y éste era lograr desenvolverse adecuadamente en los
asuntos de política. Fueron los primeros pensadores que cobraron dinero por impartir sus
enseñanzas.

Características de los sofistas

Eran maestros en la enseñanza de la virtud.

Fueron los primeros profesionales en cuanto a la enseñanza y cobraban sumas de dinero altas
por proporcionar algunas de sus enseñanzas.

Eran maestros con proyectos siempre bien definidos en cuanto a la educación a las personas.
Siempre contestaban las preguntas que se les hacían y realizaban debates y cursos.

Proporcionaban técnicas de discusión a los jóvenes, técnicas de dominio de la palabra y del


poder de palabra.

Tenían interés por el hombre y por la sociedad reflexionando siempre con respecto a la
civilización y la cultura.

Mostraban gran interés por la retórica y la erística dentro de una sociedad democrática en la
cual el dominio de la palabra y el discurso significaban el éxito total.

SURGIMIENTO DE LOS SOFISTAS

Los sofistas eran pensadores que desarrollaron su actividad en la Atenas democrática del siglo
V a. de C. Los filósofos de la naturaleza, los presocráticos, habían elaborado diferentes teorías
para explicar el cosmos. Los sofistas y Sócrates van a cambiar el objeto de la filosofía. Ahora, el
tema de reflexión es el hombre y la sociedad. Como los sofistas eran viajeros, conocían
diferentes culturas, totalmente distintas a la griega. Por eso se plantearon problemas referidos
a las costumbres y las leyes. ¿Son las costumbres y leyes un simple acuerdo, una convención, o
son naturales? Así surgió la idea de relativismo.

Los sofistas eran maestros que iban de ciudad en ciudad enseñando a ser buenos ciudadanos y
a triunfar en la política. El arte de hablar en público, la retórica, era esencial en la democracia
griega, donde los ciudadanos participaban constantemente. Las enseñanzas de los sofistas
tenían un fin práctico, saber desenvolverse en los asuntos públicos. Fueron los primeros
pensadores que cobraron dinero por sus enseñanzas. Unos de los principales sofistas fue
Protágoras (480-410 a. de C.).

La palabra sophia significaba primariamente habilidad o destreza en un oficio. Más tarde


sophós pasó a designar también al que es sabio y prudente. El sofista es el que practica la
sophia. Por tanto, “sofista” es sinónimo de sophós, y significa tanto hábil o diestro como sabio.

La educación tradicional de los jóvenes helenos (paideia) se basaba en aprender a leer y


escribir, a sumar, restar y multiplicar, a tocar la cítara o la flauta y, sobre todo, en practicar la
gimnasia. Pero nadie les había enseñado la habilidad oratoria. ¿Quién les enseñaría a hablar en
público y a argumentar, a ganar los pleitos y quedar bien en la asamblea?

Los sofistas aparecieron como profesores, como hombres que enseñaban por dinero. ¿Qué
enseñaban? Enseñaban la areté política, la excelencia política, la virtud política, el conjunto de
cualidades, habilidades y saberes necesarios para ser un buen político, para triunfar en la
política y en los pleitos.

¿Quiénes eran los sofistas? Los sofistas eran magníficos oradores ellos mismos, hombres de
muchos viajes, experiencias y lecturas, procedentes normalmente de pequeñas pólis que no
ofrecían cauce suficientemente amplio a sus energías intelectuales.

¿Cómo surgieron los sofistas? Los antiguos helenos habían tenido una visión religiosa y mítica
del mundo, en la cual todos los fenómenos naturales y sociales quedaban integrados. Los
diversos humanos ocupaban posiciones diferentes en la vida porque así lo querían los dioses y
así correspondía a su naturaleza. Los aristócratas poseían por naturaleza la areté política, la
capacidad de gobernar, y por eso a ellos correspondía gobernar. Las leyes de la pólis se
remontaban a los mismos dioses, y por ello habían de ser obedecidas. Las costumbres y
principios morales de los helenos eran tal y como debían ser, y como todo hombre honrado las
concebía.

Esta situación comenzó a cambiar en el s. -VI. Las cosmologías filosóficas ejercieron una
influencia disolvente sobre las creencias religiosas de los helenos. Pronto se multiplicaron las
cosmovisiones filosóficas rivales e incompatibles entre sí. Y las conclusiones a que llegaban no
siempre coincidían con la experiencia. El resultado de todo esto fue un creciente escepticismo,
tanto en el ámbito religioso como filosófico. La gente empezó a pensar que no hay más
realidad que la de las cosas aparentes que captamos por los sentidos y que no hay más verdad
que la de las opiniones que en cada momento creemos. La democracia, sobre todo a partir de
Pericles, acostumbró a los atenienses a considerar que cada uno tiene sus opiniones y que
tanto vale la opinión de uno como la del otro.

El triunfo de la democracia se basaba en la negación de que unos ciudadanos fuesen por


naturaleza o por familia más capaces de gobernar, más virtuosos políticamente, que otros.

Así pues, un implícito escepticismo y relativismo se encontraba ya en el ambiente de la época.


Los sofistas se encargaron de hacer explícita esa actitud implícita, de articular de un modo
coherente ese escepticismo y relativismo frente a creencias y valores.

Los sofistas rechazaban la religión, cuyo origen y desarrollo explicaban racionalmente. Se


oponían también al dogmatismo de las doctrinas filosóficas, en especial al de los eléatas, que
pretendía haber encontrado la verdad absoluta. No aceptaban la distinción entre lo que las
cosas son en realidad y lo que parecen ser. Las cosas son lo que parecen ser. No hay más
realidad que la de las apariencias. Los sofistas se oponían también a la dicotomía entre saber
indudable y opinión ilusoria. Todas nuestras opiniones están en el mismo plano, y todas
cambian por efecto de la persuasión.

El problema de los sofistas es idéntico al problema de la tradición eléata y de la tradición


heraclítea, este problema es el de las relaciones entre el ser y el discurso, entre la realidad y la
palabra.

El sofista piensa que ser y discurso son una misma cosa ya que es la enunciación la que rige al
ser, y no el ser a la enunciación. El ser parmenídeo es trasladado al plano de la discursividad y,
por tanto, pierde carácter absoluto. A partir de aquí, el sofista puede afirmar que el discurso
construye la realidad.

Para los sofistas, la retórica tiene todos los poderes, ya que siendo el lenguaje el mediador
universal, aquel que tenga el dominio del lenguaje tendrá el poder; aquel que domina el arte
del lenguaje es comparable al que domina el arte de la lucha. La retórica es una técnica cuyo
objeto es la apaté; la apaté es el engaño, el sofista es aquel que domina la técnica del discurso,
este dominio será perfecto cuando ese discurso produzca el total engaño, la total seducción. El
discurso tiene un carácter de engaño no por un acto voluntario, sino que es una característica
intrínseca al discurso, ya que cuando, por ejemplo, yo me refiero al libro, yo sólo emito
determinados símbolos que nunca pueden ser la verdadera imagen de la cosa referida.
Partiendo de que el discurso es engañoso, lo que caracteriza al sofista es que su discurso ha de
ser más persuasivo que cualquier otro, el sofista es aquel que engaña sabiendo que engaña.

A pesar de que los sofistas no formaron ninguna escuela filosófica, ni realizaron ningún sistema
filosófico, y de que hay sustanciales diferencias entre unos y otros, si realizamos un intento de
síntesis, encontramos que comparten, por lo general, varios rasgos teóricos. Los más
importantes son:

1. Un escepticismo tanto religioso como filosófico y gnoseológico.

2. La defensa de un relativismo cultural que pone en duda la existencia de patrones


absolutos de conducta y, en algunos casos, se cuestionan la moralidad de la esclavitud.

3. Un relativismo y convencionalismo moral: a diferencia de los fenómenos de la physis, la


moral es fruto de una mera convención. A partir de esta oposición entre naturaleza y
convención social, algunos de los sofistas afirman que la única ley propiamente natural es la
ley del más fuerte.

4. Un relativismo y convencionalismo político: los fundamentos de la polis y de la vida


social no son naturales, sino convencionales, surgidos de un contrato social.

5. Un relativismo gnoseológico: reducción del conocimiento a la opinión. Ello les induce a


adoptar en muchos casos una actitud antidogmática y a rechazar la distinción entre esencia y
apariencia: el único mundo real es el fenoménico. Su principal ocupación es la enseñanza, que
efectúan a cambio de una remuneración, ya que consideran que esta tarea es propiamente un
trabajo, y no sólo una obligación moral.

POR QUÉ ERA IMPORTANTE SABER EXPRESARSE?}

LOS SOFISTAS

1. ¿QUIÉNES SON? Se denominan sofistas a un grupo de pensadores griegos que aparecen en


la

segunda mitad del siglo V a. C. Eran hombres de una vasta cultura, casi enciclopédica, que
habían venido a

Atenas atraídos por su esplendor cultural. Por lo general eran todos extranjeros, metecos, es
decir, no

habían nacido en Atenas. Tienen en común, al menos, tres rasgos:

- Entre sus enseñanzas incluyen un conjunto de disciplinas humanísticas: retórica, política,


derecho,
moral, etc.

- Son los primeros profesionales de la enseñanza. Para ganarse la vida alquilan pequeños
locales y se

dedican a enseñar a los hijos de los ricos y los acomodados – sobre todo comerciantes- pero
cobrando, cosa

inaudita en aquellos tiempos. Esto llegó a escandalizar a la gente culta y a ciertos sectores de la
población.

- Son críticos con la cultura y la educación tradicional que resultaba inadecuada para las
exigencias de

la época que vivían.

2. ¿POR QUÉ SURGEN LOS SOFISTAS?: Inciden en su aparición dos factores:

1º. La evolución que había seguido la filosofía desde sus inicios -en concreto el desarrollo de
las

distintas teorías físicas-. En relación con lo que es la Naturaleza, el universo, los filósofos han
ido desarrollando

distintas teorías que afirman cosas enfrentadas entre sí. Es un espectáculo fascinante pero a la
vez

descorazonador: la filosofía de la Naturaleza se había mostrado incapaz de producir un sistema


aceptable

para todos.

Protágoras ejemplifica el clima intelectual generado por esta evolución de la filosofía; clima
que se

refleja en la defensa del relativismo (no hay una verdad absoluta) y el escepticismo (si la hay es
imposible

conocerla).

2º. Las circunstancias políticas que llevan a la instauración de un sistema democrático en


Atenas.

A) La victoria frente a los persas y la extensión de la democracia.

Las guerras médicas han concluido con una clara victoria de Atenas sobre el régimen tiránico
de los

persas, pero como a ello han contribuido todos los ciudadanos estos reclaman ahora, con todo
derecho, un

puesto en la sociedad ateniense.

Hay una irrupción de las clases populares en la vida pública, es lo que hoy denominaríamos
una

democratización de la sociedad. Esta se concreta de la siguiente manera:


a) El gobierno de la ciudad se realiza a través de la participación de los ciudadanos libres -
quedan

excluidos los extranjeros, los esclavos y las mujeres -. Las decisiones se toman en asamblea en
el

ágora, donde reunidos los ciudadanos con derecho a voto, exponen sus distintas posiciones.

b) Hay una gran identificación de los ciudadanos con la Polis y el gobierno ya que participan
por

turnos - a veces por sorteo, a veces por elección- en todos los asuntos de la ciudad:
administración de

justicia, cargos gubernativos, defensa, etc.

A partir de ahora ya no es el factor herencia -el linaje- el valor predominante ni el único que da

derecho a participar en la vida pública. Ésta está abierta a todos los ciudadanos.

B) La necesidad de prepararse para el liderazgo: saber es poder.

Con la democracia el liderazgo político no pasa por el linaje sino por la aceptación popular.
Cuando

las decisiones las toma la asamblea, si se desea el triunfo, el poder político, el político debe ser
un buen

orador para manejar a las masa. Para ello habrá de prepararse y poseer ciertas ideas acerca de
lo justo, lo

conveniente, la ley, la administración, el Estado, etc.

Saber y saber expresarse se convierte en algo fundamental para tener éxito en la vida política,
y son

precisamente estas enseñanzas las que los sofistas ofrecen en sus escuelas.

-La importancia de la palabra: el poder de la asamblea. "El que sabe y no se explica claramente
es

como si no pensara", afirma Pericles. Se adquiere conciencia de la importancia y el poder de la


palabra. La

oratoria, la elocuencia, la retórica son instrumentos fundamentales tanto para convencer


como para poder

desenmascarar los intereses privados o de grupo que pueden esconderse tras los discursos y
las leyes

establecidas.

- Giro antropológico y político: los asuntos del ser humano en la ciudad. De esta manera en la

filosofía se produce un giro en sus preocupaciones temáticas y se centra en las preocupaciones


de los
propios ciudadanos atenienses en sus discusiones en la plaza pública. Los sofistas inician una
reflexión sobre

las estructuras políticas y jurídicas de la sociedad helénica y sobre los comportamientos


morales de sus

ciudadanos. Temas marginados hasta ahora - por los regímenes políticos anteriores- y que
ahora son tema

central y objeto de la crítica racional.

- De los problemas abstractos a la problemática cotidiana. Más que un saber universal o


problemas

de carácter abstracto interesa ahora estudiar lo cotidiano. Interesan aquellos saberes que
sirvan para la

realidad problemática que el ser humano vive cada día: qué educación ha de darse a los
ciudadanos, cómo

se ha de organizar la sociedad, cómo se ha de distribuir el poder en ella, qué relación debe


existir entre la

sociedad y el individuo, qué leyes han de regular esas relaciones, etc. Se busca lo mejor para la
ciudad y el

ciudadano.

- Los filósofos toman un papel público y activo. El sabio, el filósofo, hasta ahora recluido en
círculos

minoritarios y centrado sobre la especulación teórica, hace su entrada en la vida social como
alguien que

es capaz de prevalecer sobre el contrario gracias a su saber y la fuerza de su discurso -fruto de


su dominio del

arte de la oratoria -. Esto es lo que hará que algunos sofistas sean temidos y criticados por la
forma en que

utilizan su saber.

3. EL ESTILO Y LAS INTENCIONES DE LOS SOFISTAS: Puesto que las decisiones

se tomaban en la asamblea y en ella eran los mejores oradores los que conseguían éxitos y el
mejor

reconocimiento social los sofistas aprovechan el momento eufórico para ofrecer su saber y las
técnicas para

saber hablar bien.

El discurso sofista es un tipo de discurso grandilocuente. Pero hablar bien no siempre quiere
decir

querer razonar para llegar a la verdad o defender causas justas. En muchas ocasiones la
intención es la
búsqueda del aplauso, del reconocimiento social, la demostración del poder y el dominio en el
arte de

convencer. Un ejemplo claro de esta utilización del saber sofístico es lo que se denomina el
doble discurso,

éste consiste en saber defender el sí y el no de una misma cuestión con el mismo poder de
convicción.

Su brillantez en los discursos y su éxito les llenó las aulas de los jóvenes de las mejores familias,
todos

ellos aspirantes a triunfar en política; pero también les proporcionó un buen número de
detractores ante la

falta de honestidad y el ejercicio de manipulación que algunos de ellos habitualmente


practicaban. Otras

veces sus detractores -como en el caso de Platón- lo que no les aceptan es la crítica que
hicieron de los

valores tradicionales.

De la utilización manipuladora del lenguaje proviene el término sofisma. Con esta palabra se
designa el

argumento que reviste apariencia lógica y de verdad, a pesar de que quien lo formula es
consciente de su

falsedad.

Las dos ideas fundamentales que aportan los sofistas son el convencionalismo de las leyes y el

relativismo en el terreno de la moral.

4. EL PENSAMIENTO DE LOS SOFISTAS

4.1. EL CONVENCIONALISMO DE LAS LEYES Y LAS INSTITUCIONES: Los sofistas no

creen que las leyes tengan un origen divino. Abandonan también la teoría heraclítea, que
pensaba que el orden

de la polis está vinculado al orden del universo y llegan a la convicción de que las leyes y las
instituciones son

el resultado de un acuerdo o decisión humana: son así pero nada impide que sean de otro
modo.

Causas del convencionalismo:

1. El contacto continuado con otros pueblos y culturas: que permitió constatar que las leyes y
las

costumbres son muy distintas en las comunidades humanas.


2. La fundación de las colonias: aunque a veces se importaba la constitución de la ciudad de
origen, en cada

asentamiento nuevo se había de redactar una nueva.

3. Los cambios sucesivos en la constitución de Atenas: que les permitió comprobar el


convencionalismo en

su propia experiencia política. (Recordar las reformas de Solón, las de Clístenes o las del propio

Pericles).

4.2. EL RELATIVISMO MORAL: No sólo defienden el convencionalismo de las instituciones

políticas, también de las normas morales. Lo que se considera bueno o malo, justo o injusto,
loable o

reprobable, no es fijo, absoluto o universalmente válido e inmutable. Defienden el relativismo


cultural,

que fundan en la falta de unanimidad acerca de lo que es justo o injusto,... Esto salta a la vista,
no solo

comparando unos pueblos con otros, sino comparando los criterios morales de los individuos y
grupos

dentro de una misma sociedad.

4.3. DEFENSA DE LA LEY DEL MÁS FUERTE: Calicles y Traxímaco toman como ejemplo de

naturaleza humana, prescindiendo de los elementos culturales adquiridos, al niño y al animal.


De estos

modelos deducen que sólo hay dos formas naturales de comportamiento:

 La búsqueda del placer: el niño sonríe cuando está feliz y llora cuando siente dolor.

 El dominio del más fuerte: en los animales el macho más fuerte domina a los demás. La
naturaleza del

fuerte impone su supremacía.

En el trasfondo político es lo que está ocurriendo en la práctica: la constitución de la


confederación

helénica, el imperialismo ateniense y la destrucción de la isla de Melos.

Calicles afirma que el “nomos”, la ley, contradice a la naturaleza. La naturaleza hace a los seres

humanos desiguales, de ahí que prevalezca el derecho del más fuerte. En cambio, la ley tiende
a

igualarlos, con lo que se opone a aquella favoreciendo a los más débiles. No ha de ser así, han
de

prevalecer los más fuertes, hábiles y astutos, también en la vida de la ciudad.

4.4. CONCLUSIONES.
1. Los sofistas tienen un rasgo positivo: el impedir la absolutización de verdades que se
pretendían tales.

Se hace imposible seguir afirmando que la ley es de carácter sagrado e inamovible, sólo cabe el

establecimiento de normas variables de conducta.

2. En el lado negativo tenemos que el relativismo imposibilitó el establecimiento positivo de


unas bases

sobre las que construir el orden nuevo que sustituyera al que ellos habían criticado. No
existían valores

comunes en que apoyar el convencimiento del comportamiento colectivo. La verdad se había


vuelto tan

variable que llevaba al individuo a actuar según las circunstancias de forma también variable.

ERA IMPORTANTE EL GIRO POLÍTICO QUE DIERON LOS SOFISTAS?

El status del conocimiento político en el pensamiento sofista

Tres son al menos los tópicos que definen los postulados sofistas respecto al status del
conocimiento político. En primer lugar, la capacidad innata de todos los seres humanos para
acceder a aquel. En segundo lugar, la posibilidad de su enseñanza gracias a los métodos
erístico y retórico. Y en último, la necesidad de que el conocimiento político pertenezca al
terreno de la opinión.

Los postulados fundamentales de la escuela sofista solamente son comprensibles a partir de la


didáctica mediante la cual impartían sus enseñanzas. Contrariamente a Platón y a Aristóteles,
quienes consideraban en términos generales que el conocimiento político solamente podía ser
adquirible por seres humanos que poseyeran facultades especiales, los sofistas estaban
dispuestos a impartir su conocimiento a todos aquellos que pudieran pagarlo. Por lo mismo, y
entre otras razones, llegaron a ser considerados como mercaderes del conocimiento, ya que
no discriminaban a sus aprendices por factores cognitivos sino más bien monetarios.

Protágoras predicaba que lo que enseñaba era fundamentalmente la prudencia o buena


voluntad en los asuntos privados y públicos. Presumía que dicho conocimiento servía
esencialmente para administrar con beneficio las cosas del hogar y la ciudad.1 De tal manera,
la enseñanza de la εὐβολία y de su uso para conseguir la excelencia en los asuntos ciudadanos
era el objetivo para el cual disponía su adoctrinamiento. El diálogo de Protágoras de Platón da
testimonio de la manera en la que los sofistas en general comprendieron el arte en el que
decían especializarse. Con gran probabilidad uno de los aspectos que mayor relevancia tienen
es aquel según el cual “Todo el mundo debe decir que es justo, lo sea o no; y a quien no simula
la justicia, está loco, puesto que no hay nadie que no participe de la justicia a menos que deje
de ser hombre”.2 Para los sofistas, cualquier persona, independientemente de su condición,
raza, cultura o status social tiene las facultades cognitivas para aprender el conocimiento
político, o bien, para expresar nociones de aquel.
El conocimiento político es visto por Protágoras como el producto de una concesión divina.
Dicha concesión se expresa en dos facultades nocionales de las cuales no está provisto el ser
humano de forma primigenia, pero que, sin embargo, determinan su vida en sociedad. El
sentimiento moral o pudor y la noción respecto a la justicia son dos beneplácitos que reciben
los seres humanos cuando Zeus se percata de que la especie es capaz de sucumbir frente a los
peligros naturales que le acechan. De ahí precisamente que dichas facultades tuvieran que ser
repartidas por igual entre todos y sin discriminación alguna. Opuestamente a un conocimiento
epistémico que requiera rigor metodológico y sistémico, Protágoras hace consistir el
conocimiento político en dos nociones que provienen de la parte sensitiva y emocional del ser
humano. El ser humano es, por ello mismo, siempre un ciudadano en potencia, ya que posee
esas dos nociones que le dan acceso a la vida pública.

Para Protágoras es prácticamente imposible que cualquier ser humano carezca de las dos
nociones sociales que fueron concedidas por Zeus a la especie. Por el mismo motivo, en una
idea vanguardista en su tiempo, considera que los preceptos legales y la administración de la
justicia no sirven para castigar al infractor sino únicamente para corregirle. Opuestamente a
una cierta visión jurídica según la cual los castigos a los infractores tienen como principio la
venganza o restitución, pensadores como Protágoras pensarán que los castigos tienen como
objetivo la readaptación social. Igualmente, piensa que el sistema jurídico no está hecho para
compensar las injusticias cometidas, sino para prever la aparición de injusticias futuras.3

Un aspecto que es importante señalar respecto al conocimiento político en los sofistas es el


referente al καιρός o la situación. Opuestamente a Platón, quien intentaba fundamentar
axiomas universales para la vida política, los sofistas se opusieron a una generalización
absoluta en la cual tuvieran cabida todos los sistemas políticos. Para los sofistas, dado que la
vida política era el resultado de convenciones sociales, no se podía recurrir a un sistema
filosófico en el que se tratará de explicar lo νόμος como si proviniera de loφύσις. Por eso
pensaban que la vida, el conocimiento y el actuar político tenían que responder a las
situaciones concretas y no a un esquema o paradigma universal. A grandes rasgos, el
conocimiento político tendría que ser por necesidad algo diferente a lo epistémico, ya que
dicho conocimiento es válido y verdadero en todos los lugares y tiempos, mientras que lo
circunstancial tiene soberanía precisamente en su debido contexto. Por ello mismo, el καιρός
tiene que ver con el cuándo (ὁπότε) y el dónde (ὃπου), ya que guarda una estrecha relación el
tiempo y el espacio y hace referencia al entorno de todo ser y de toda acción.4

Detrás de la teoría del καιρός se encuentra la exigencia sofista para que los actos morales y
políticos sean evaluados en situaciones concretas y no a través de paradigmas universales. Si
para pensadores como Trasimaco todo aquello que es objeto de estudio del conocimiento
político pertenece a las convenciones sociales, conceptos tales como la justicia, la belleza, y la
bondad, vendrían a depender no de una serie de normas absolutas, sino de la aplicación de
ciertos principios en los momentos oportunos. Para los sofistas en general el conocimiento
político vendría a ser una mera opinión que es cambiable en cada uno de los regímenes de
gobierno. De tal manera, la justicia en la democracia no será la misma a la justicia en la
monarquía o en la aristocracia. Sin embargo, aunque pensadores como Platón y Aristóteles
habían observado tal fenómeno y por lo mismo habían tratado de construir un aparato
filosófico que encontrara la legitimidad absoluta de una forma de gobierno sobre otras, los
sofistas consideraron que no existía elemento objetivo alguno para preferir una forma de
gobierno específica a otra salvo la conveniencia o la utilidad. Es sobresaliente en ese aspecto el
hecho de que Platón y Aristóteles apelen al bien común para determinar la diferencia entre
formas rectas y desviadas de gobierno, ya que dicha apelación no aparece en cuanto tal en el
pensamiento sofista.

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