La Lógica Aristotélica

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La lógica aristotélica

Aristóteles ha pasado a la historia como el primer sistematizador de la lógica. De hecho, sus


propuestas en este campo, junto a las aportaciones de los estoicos, han constituido prácticamente
toda la lógica hasta el siglo XIX.

Las obras de lógica de Aristóteles fueron agrupadas en un conjunto llamado Organon, que los
filósofos interpretaron tradicionalmente como una propedéutica, una preparación para la filosofía.
Con ello pretendían recalcar que el conocimiento de las leyes del razonamiento era fundamental,
un paso previo, para cualquier ulterior estudio, y que debía estar en posesión de tal conocimiento
quienes quisiesen adentrarse en el terreno de la filosofía. La lógica aristotélica parte del supuesto
de que las formas de pensamiento reproducen lo que ocurre en la realidad, o sea, que las cosas
extramentales existen tal como son pensadas por la mente, por lo que las categorías de la mente
son categorías objetivas, categorías de la realidad. De ese modo las categorías del pensamiento
adquieren un sentido ontológico y ese carácter propedéutico que ha señalado la tradición
filosófica.

La lógica aristotélica se ocupa del estudio de los conceptos, dedicando especial atención a los
predicables, y de las categorías (o predicamentos), que se completa con el análisis de los juicios y
de las formas de razonamiento, prestando especial atención a los razonamientos deductivos
categóricos o silogismos, como formas de demostración especialmente adecuadas al conocimiento
científico.

Los conceptos

El concepto es entendido como la representación intelectual de un objeto, diferenciándose, pues,


de lo sentido, lo percibido, lo imaginado o lo recordado. Las propiedades de los conceptos son la
comprensión y la extensión: la primera denota las características esenciales que contiene un
concepto, y la segunda el número, la cantidad de sujetos a los que puede aplicarse, de los que se
puede predicar. Cuanto mayor sea el número de características que contiene un concepto, menor
será el número de sujetos a los que pueda aplicarse, y viceversa. En función de estas
características se pueden construir los conocidos árboles lógicos, como hizo Porfirio (siglo III d.c.),
en los que se clasifican los conceptos estableciendo entre ellos una relación de jerarquía y
subordinación, de mayor a menor extensión.
Por supuesto, hay muchas clases de conceptos. Atendiendo a su extensión pueden ser universales,
particulares y singulares; atendiendo a su comprensión: simples y compuestos, según expresen
una sóla esencia, o una esencia acompañada de una cualidad; también pueden ser, según su
comprensión, concretos y abstractos, compatibles o incompatibles, positivos o negativos, claros u
oscuros. Los que más interesaron a Aristóteles fueron los conceptos universales y sus distintos
tipos de atribución o predicables. Los predicables son conceptos universales que pueden aplicarse,
pues, a muchos sujetos. En los Analíticos posteriores Aristóteles se refiere a cinco predicables, o
modos generales de atribución: género, especie, diferencia, propio y accidente. El género
representa la parte de la esencia que es común a varias especies; la especie representa la esencia
del ser; la diferencia expresa la parte de la esencia que no es común, sino característica de la
especie; propio, o propiedad, expresa una cualidad que acompaña necesariamente a la especie, y
el accidente expresa una cualidad contingente, que puede estar o no en el ser.

Los géneros supremos en los que se pueden clasificar los seres son las categorías, o
predicamentos. En sus obras "Categorías" y "Tópicos" Aristóteles fija en diez su número,
estableciendo una distinción fundamental entre la sustancia y los accidentes. La sustancia es la
categoría fundamental, lo que existe en sí mismo; los accidentes son categorías que existen en
otro ser, en la sustancia. Aristóteles clasifica los accidentes en 9 grupos: cualidad, cantidad,
relación, acción, pasión, lugar, tiempo, situación, hábito externo. (En los "Analíticos posteriores"
nos habla sólo de ocho categorías accidentales, suprimiendo las dos últimas, que son englobadas
como aspectos de las restantes). En la medida en que las categorías remiten a las formas de ser
extramentales adquieren un marcado contenido ontológico, dando por supuesto que las cosas son
captadas por la mente tal como son en realidad.

Los conceptos son actos mentales que expresamos mediante el lenguaje. A esa expresión
lingüística del concepto le llamamos "término", y es objeto de la misma clasificación atribuida a los
conceptos. Los términos pueden ser, además, si atendemos al objeto expresado, unívocos,
equívocos y análogos. Son unívocos los términos que remiten a un sólo concepto, y se aplican
siempre con el mismo sentido o significado. Equívocos son los términos con los que podemos
expresar distintos conceptos, aplicándose en cada caso con un sentido distinto (León tiene una
catedral, el león es el rey de la selva). El término que expresa conceptos diferentes pero que
tienen un fondo común se llama análogo (Juan está sano, este clima es sano). El análisis de los
distintos tipos de analogía interesó mucho a los filósofos medievales y algunos problemas de la
relación entre lo divino y lo humano fueron tratados en función de los distintos tipos de analogía
establecidos.

Los juicios

La relación de dos conceptos da lugar a la formulación de un juicio. Si se da entre ambos una


relación de conveniencia decimos que el juicio es afirmativo, y en caso contrario, negativo. El
sujeto del juicio es el concepto del que se afirma o niega algo; el predicado es el concepto que se
afirma o niega del sujeto. Aristóteles distingue en los juicios la materia y la forma. La materia o
contenido del juicio son los conceptos que se relacionan; la forma es la relación que se establece
entre ellos a través del verbo ser. Aristóteles representa el sujeto del juicio con un signo (S) y el
predicado con otro (P) para intentar separar la materia de la forma: así, la forma del juicio "Juan es
alto" se representaría como "S es P", y la forma del juicio "Juan no es alto" como "S no es P".
Los juicios se clasifican en varios grupos, atendiendo a la cantidad (según la extensión del sujeto:
(universales, particulares, singulares), la cualidad (según la cualidad de la cópula: afirmativos y
negativos), la relación (según la relación entre el sujeto y el predicado: categóricos, hipotéticos y
disyuntivos) y la modalidad (según el modo en que expresan la relación entre el sujeto y el
predicado: apodícticos, asertóricos y problemáticos). De ahí se sigue una clasificación ordenada de
todas las formas de juicio; en el caso de los juicios categóricos, por ejemplo, se daría la siguiente
clasificación, combinando la cantidad (universal y particular) y la cualidad (afirmativo y negativo):

Clase de juicio Representación

Universal afirmativo Se suele representar con la letra A

Universal negativo Se suele representar con la letra E

Particular afirmativo Se suele representar con la letra I

Particular negativo Se suele representar con la letra O

La asignación de estas letras para representar las formas del juicio categórico es posterior a
Aristóteles y procede de las palabras latinas "AfIrmo" y "nEgO", y es la que se ha utilizado
tradicionalmente entre nosotros para referirnos a la clasificación aristotélica de los juicios.
También Aristóteles estudia las formas de oposición entre los juicios, (es decir, la diversidad entre
los juicios que tienen el mismo sujeto y predicado), deduciendo una serie de reglas sobre la verdad
de estos que se han de cumplir independientemente de los conceptos que elijamos para formar
los juicios.

En función de tales reglas se pueden establecer relaciones de oposición entre los distintos tipos de
juicios, según sean contrarios, contradictorios, subcontrarios o subalternos, determinando su valor
de verdad en función del tipo de oposición con otro juicio conocido. Se pueden representar con el
cuadro siguiente:
Al igual que ocurría con los conceptos, que son actos mentales que se expresan mediante
términos lingüísticos, los juicios son actos mentales que se expresan mediante proposiciones, es
decir, mediante un conjunto de palabras u oración gramatical. El mismo juicio se puede expresar
con distintas proposiciones (por ejemplo, usando distintos idiomas), y a veces la misma
proposición puede referirse a juicios distintos, ("ésta es mi casa" dicha por dos personas distintas).

Los razonamientos

El razonamiento es un encadenamiento de juicios en el que partiendo de una proposición


conocida se descubre otra u otras desconocidas. Aristóteles, en los Analíticos, se ocupa tanto del
razonamiento deductivo como del inductivo, pero considera que el conocimiento científico se
alcanza deduciendo lo particular de lo general, es decir, con el conocimiento de las causas.
Aristóteles privilegiará, por tanto, el análisis del razonamiento deductivo, y en especial del
razonamiento deductivo categórico o silogismo.

Del mismo modo que distinguimos en el juicio una materia y una forma hemos de hacer lo propio
con el razonamiento; la materia próxima del razonamiento son los juicios, y la materia remota los
conceptos (que son la materia de los juicios). La forma consiste el nexo o conexión legítima entre
los juicios antecedentes y los consecuentes y se expresa mediante conjunciones como "luego",
"por lo tanto", "por consiguiente", a través de las cuales se realiza el proceso de inferencia, la
consecuencia de unos juicios a otros. Aristóteles afirma que este proceso está sometido a reglas
que permiten determinar su corrección o incorrección, de tal modo que, si los juicios de los que se
parte son verdaderos, y la inferencia se realiza de acuerdo con las reglas definidas (si la inferencia
es válida, pues) la conclusión será necesariamente verdadera. El proceso de inferencia no
dependerá, pues, de la materia del razonamiento, sino de su forma.

El razonamiento deductivo es una forma de razonamiento que va del todo a las partes, es decir,
intenta extraer de una verdad universal otra particular. Puede ser de tres clases: categórico,
hipotético y disyuntivo, atendiendo al tipo de juicio (por la relación) que le sirva de punto de
partida.

Clase de razonamiento Ejemplo Representación formal

M es P
Todos los humanos son mortales.
S es M
Razonamiento categórico Los madrileños son humanos.
----------
Luego los madrileños son mortales.
S es P

Donde el término mayor es "mortales" (P), el término menor es "madrileños" (S), y el término


medio es "humanos" (M).

Aristóteles distingue cuatro formas válidas de silogismo, conocidas tradicionalmente como figuras
del silogismo, y que resultan del distinto lugar que ocupa el término medio, y por lo tanto de la
función que le corresponde, en las premisas. La conclusión de todas las figuras es siempre S es P.
Las formas válidas o figuras del silogismo son las siguientes (aunque la última fue considerada por
Aristóteles como una mera variante de la primera):
Primera figura Segunda figura Tercera figura cuarta figura

M es P P es M M es P P es M
S es M S es M M es S M es S
---------- ---------- ---------- ----------
S es P S es P S es P S es P

El término medio El término medio


El término medio El término medio
es Sujeto en la premisa es Predicado en la premisa
es Predicado en es Sujeto en
mayor y Predicado en la mayor y Sujeto en la
ambas premisas. ambas premisas.
menor. menor.

Estas cuatro figuras pueden, a su vez, teniendo en cuenta la cualidad y la cantidad de las
proposiciones que las componen, dar lugar a un total de 64 modos diferentes de silogismo, de los
que sólo 19 son modos válidos de razonamiento. Su validez la establece Aristóteles a partir de la
determinación de las leyes o reglas de legitimidad del silogismo. Entre ellas, que el silogismo ha de
constar de tres términos, que no pueden ser tomados con mayor extensión en la conclusión que
en las premisas, que el término medio ha de tomarse universalmente al menos en una premisa (o
en ambas), que de dos premisas negativas no se puede seguir ninguna conclusión, etc.

El fundamento del silogismo suscitó también la curiosidad investigadora de Aristóteles, ya que al


basarse la inferencia en la validez de las premisas anteriores se planteaba el problema del recurso
al infinito para justificar el razonamiento. Si cada premisa tiene que estar justificada por otra, en
efecto, ¿cómo detener la necesidad de justificar el principio del principio? Esto nos llevaría a un
proceso infinito de justificación, por lo que Aristóteles afirmó que existían ciertos principios que
eran conocidos intuitivamente y que no necesitaban demostración. El más fundamental de todos
era el principio de contradicción (no es posible que algo sea y no sea, al mismo tiempo, y bajo la
misma consideración); de él se sigue el de identidad (algo es igual a sí mismo) y el de igualdad (dos
cosas iguales a una tercera son iguales entre sí), y otros que se siguen de los anteriores.

Silogismos

El Silogismo Compuesto: En el silogismo compuesto, la premisa mayor es una proposición


compuesta, mientras que la premisa menor es una proposición categórica (el tipo más sencillo de
proposición). La premisa menor o afirma (pone) o niega (destruye) una de las partes de la premisa
mayor. Ejemplo:

Si hoy es miércoles, entonces tenemos clase.

Hoy es miércoles.

Entonces, tenemos clase.


El Silogismo Condicional: Tiene una proposición condicional como premisa mayor, y una
proposición categórica como premisa menor. Además, su premisa menor es una proposición
categórica. Tiene, como toda argumentación, un antecedente y un consecuente.

Ejemplos:

1. Si veinte es divisible por dos, entonces veinte es un número par.

2. Si un hombre camina, entonces se mueve.

Un hombre camina.

Entonces, se mueve.

El Silogismo Disyuntivo: En el silogismo disyuntivo, la premisa mayor es una proposición disyuntiva.


La premisa menor o afirma o niega una de las dos alternativas expuestas en la proposición
disyuntiva. Ejemplo:

O veinte es un número par, o es un número impar.

Veinte es un número par.

Entonces, veinte no es un número impar.

Otras Clasificaciones: Tanto el silogismo condicional, como el silogismo disyuntivo, forman parte
del silogismo compuesto.

El silogismo categórico: establece un vínculo (o separación) entre el término menor y el término


mayor mediante el término medio.

El silogismo abreviado: este tipo de argumentación es utilizado en la vida diaria y conviene saber
cómo expandirlo para analizar si la premisa que es omitida es realmente verdadera.

Silogismos expandidos (tres clases):

a. Con una premisa causal: contiene una premisa que propone una razón para sostener su verdad.
Ejemplo:

Toda prepa es ignorante, porque ninguna prepa ha estudiado Lógica.

Algunas prepas son ponceñas.

Por tanto, algunas ponceñas son ignorantes.

b. El sorites: es una serie de silogismos en cadena. El sorites es válido si todos los silogismos
categóricos son verdaderos. Ejemplo:
Todo estudiante es inteligente.

Todo el que es inteligente trabaja.

Todo el que trabaja se cansa.

Todo el que se cansa debe dormir.

Por tanto, todo estudiante debe dormir.

c. El dilema: Se emplea como arma en contra de un adversario, a quien se intenta poner en la


obligación de admitir una de dos alternativas, ambas de las cuales le obligaría a aceptar una
conclusión que no quiere admitir. Ejemplo:

Un judío debe pagar el tributo al César, o no debe pagarlo.

Si lo paga, admite la justicia del dominio romano, que es injusto.

Si no lo paga, no cumple la ley romana.

Por tanto, si lo paga o no, obra mal.

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