LISIASESTUDIO

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UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRÉS

FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

CARRERA DE FILOSOFÍA

TESIS DE GRADO

“Contra Eratóstenes, traducción y estudio


del pensamiento político de Lisias”

POSTULANTE: Pamela Lizeth Valdez Cuba.

TUTOR: Lic. Rodolfo Damián Santiváñez Beltrán.

-2015-
1
In memoriam

Tina Orías

Dedicado a

Artemio Camargo, alto dirigente minero acribillado en la masacre de la calle Harrington, ordenada por el entonces ministro
del interior Luis Arce Gómez. Sucedió el 15 de enero de 1981.

Marcelo Quiroga Santa Cruz, docente universitario, legislador y político, apresado por militares durante el asalto a la
Central Obrera Boliviana, asesinado en el Estado Mayor de Ejército bajo la dictadura de Luis García Meza. Sus restos
permanecen desaparecidos hasta el día de hoy. Sucedió el 17 de julio de 1980. A su esposa Cristina Quiroga que murió sin
encontrar los restos de su amado Marcelo.

Luis Espinal, sacerdote jesuita, extranjero (meteco), cineasta y comunicador social que apoyó a los movimientos mineros y
las huelgas para recuperar la democracia, fue secuestrado por paramilitares, torturado y asesinado. Hallaron su cuerpo cerca
al matadero de Achachicala. Dicho asesinato fue planificado por el dictador Luis García Meza y Arce Gómez. Sucedió el 21
de marzo de 1980.

A todos los que participaron en la lucha por la recuperación por democracia en Latinoamérica durante los golpes militares y
a todos los familiares de los desaparecidos por esta causa.

A todos los migrantes que luchan por adquirir derechos de ciudadanía en I Mundo, a ellos que son el pilar de la economía
de allá y con su sacrificio sostienen a sus familias acá.

2
AGRADECIMIENTOS

Ningún trabajo es posible sin la compañía y el amor de la familia, los amigos y los profesores,
además se requiere un corazón valiente cuyo latido sea fuerte y con toda pasión por causa de otro.

Gracias, a mi unida familia, gracias a todos, por comprenderme y creer en mí, por apoyar todas mis
ocurrencias y dejar que lleve todas las cosas de la casa a la universidad, como cuando hacía las
tertulias. Gracias a mi mamá, Emma Cuba, por todo su amor y dulzura pero sobre todo por
enseñarme a atreverme a todo; a mi papá, Fernando Valdez, el primero en apoyar mi decisión de
estudiar Filosofía, gracias por creer en mí y enseñarme a ser noble con los más necesitados. A mis
hermanos: María Eugenia, gracias por protegerme y recordarme el contacto con la tierra y los
animalitos, a Fernando, el Bebe, gracias por enseñarme a trabajar con doble responsabilidad para el
pueblo boliviano, a Erika, mi albacea, gracias por enseñarme que la justicia para las personas debe
estar por encima del dinero, gracias por apoyarme cargando mis libros desde el viejo continente, sin
tí, jamás hubiera podido leer la obra completa de Lisias, pero sobre todo, gracias por confiar en mí,
aunque a veces no estés de acuerdo conmigo; a mi amada tía Norah, mujer muy política y de noble
corazón y a mi tío Federico, ya fallecidos, que desde niña me enseñaron a querer a la ciudad de El
Alto y por supuesto a todas mis mascotas por su compañía, calor y amor a cambio de nada.

A mi familia en la universidad, Erika Rodríguez, que compartió conmigo, lo más bonito de su vida,
su hija Isabel, sólo me queda decirle, gracias por regalarme una amistad de verdadera y a prueba
de todo. A mis hermanos: a Boris Chamani, doctorante en Alemania que nos desafía a superarlo;
gracias hermano, por tus llamadas preocupándote por todos, por tu ejemplo de compromiso con la
vida y con el pueblo y por darnos ánimos, sin tí, la pocitesis nunca se hubiera concluido. A René
Ticona, mi compadre, de quien siempre admiré su responsabilidad, su trabajo disciplinado y la
constancia de su esfuerzo por ser cada vez mejor, a Juan Carlos Morales, de quien admiro su
capacidad de articulación teórica con los movimientos sociales, Lucio Torres, cuya extravagancia
siempre reivindica al pueblo, Gilbert Sanabria de quien aprendí a escuchar con atención a los
demás, gracias a todos por las incontables reuniones, discusiones y activismo callejero, gracias por
su gran amistad a prueba de todo. Gracias, a Rafael Bautista y Sandro Aranda que siempre nos
daban luces para unir la teoría con la acción. A toda mi carrera, por la Toma de la casa Montes, que le
devolvió la dignidad a Facultad, y que junto a la Toma del Monoblock y la Toma del edificio Hoy, le
devolvieron la dignidad a la UMSA, allá por el 2003.

A mi amigo, Miguel Arroyo, que sufrió parte de la tesis conmigo; a Evilene Ortega cuyo corazón
siempre estuvo pendiente de mí; a mis amigas filosofas Josefina Navarro y Ana Julia Bustos que me
cobijaron en Buenos Aires, a ellas mi gratitud plena, pues su calidez, cariño y orientación me
ayudaron a caminar con paso firme y conseguir la bibliografía que requería. Ambas quieren mucho
a nuestra, cultura a nuestra gente y teorizan sobre la capacidad y valentía de nuestro pueblo.

A mis amigas Naty, Reina, Marce, Bea, Kari, Giovi y Nino, por su alegría, complicidad e impulso
para que concluyera mi tesis. A mi amigo Edwin por su apoyo incondicional y buen humor. A
todos gracias por el aliento, su compañerismo y cariño. A mis queridos estudiantes del colegio Ave

3
María, de la popular zona de Villa Fátima y a los integrantes del Taller de debate, a todos, gracias por
su motivadoras preguntas y por enamorarse de la discusión, la argumentación, las lecturas en voz
alta en los minibuses, las noches de museo y las charlas en los cafecitos, gracias a todos. Gracias a
Madre Christine Gruber, y a la Hna. Johanna, mi cómplice del alemán, gracias por confiar en una
atea para dictar clases y por apoyar mis iniciativas brindándome total libertad.

A los amantes de la retórica dispersos por Latinoamérica, principalmente a quienes me dieron una
mano siendo yo una meteca en Argentina: Alfredo Fraschini, un gran maestro de latín y griego, que
dirige el Instituto de Filología en Villa María, Córdova, él me ayudó de muchas maneras y su
charla me dio luces para esta tesis. A Emiliano Buis, un estudioso dedicado al derecho griego
antiguo, cuya conversación me llenó de ánimo para profundizar mis estudios sobre Lisias. A
Mariana Franco, amiga muy dedicada a Aristófanes, que me abrió las puertas de su hogar y su
completa biblioteca. A la Asociación de Retórica Latinoamericana, sobre todo a Gerardo Ramírez,
por aportar críticas a mi visión de Lisias, a la profesora Graciela Chichi, por los aportes y
sugerencias a mi trabajo sobre Lisias. A Dña. Blanca Quiñones que siempre me contacta con las
actividades referidas al mundo clásico y a Lourdes Rojas, por la disponibilidad para conversar
sobre dudas acerca de Lisias, gracias a todos ellos y a las instituciones que representan gracias de
todo corazón y a todos los académicos abiertos a tender la mano a los demás.

A mis profesores, Fanny Abregú, una meteca en los Andes, gracias por enseñarme de nuevo a
escribir, por apoyarme con el francés, por conminarme a terminar esta tesis y fundamentalmente
por asesorarme, mostrándome cómo realizar un trabajo meticuloso, dedicado y comprometido con
Bolivia, gracias Fanny por regalarme muchas tardes en tu casa junto a la computadora y Dalila,
gracias por tu amistad y tu confianza; a Javier Bejarano, por enseñarme dar clases con humor pero
sin perder el compromiso con la realidad, y por compartir el trabajo en el Núcleo Artemio
Camargo, a Eduardo Paz y su esposa Virginia por dar un voto de confianza a favor de los
agitadores del atrio y abrirnos las puertas al mundo comprometido con los pobres; a Rodolfo
Santibáñez, gracias por enseñarme que el trabajo intelectual debe medirse en intensidad y dureza
con el trabajo manual y que aprender griego no nos hace más que nadie. Fundamentalmente gracias
a Don Mario Frías Infante, por no permitir nunca que abandonará el griego, por recibirme
siempre con los brazos abiertos, por las incontables tardes de revisión de la traducción de esta tesis,
pero sobre todo, gracias por abrirme su casa y su corazón en honor al griego. Todos ellos docentes
que enseñan a ser personas y profesionales que se exijan y respondan la altura de esta nación y su
valiente pueblo.

Y finalmente, gracias al corazón que llenó de pasión el mío, a la persona que es mi cómplice, me
aconseja y desafía, me da ánimo y protege, bromea y ríe junto a mí y que comparte conmigo lo más
valioso que tiene, gracias Jimmy Chávez, por ayudarme a ponerle el punto final a este capítulo en
mi vida, para continuar dibujando los demás capítulos.

¡Larga vida al pueblo y a quienes luchan con él!

4
INDICE
Pág.

INTRODUCCIÓN: estructura, método, fuentes y justificación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1


ABREVIATURAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Cap. I: La obra de Lisias. 8

§ 1.1 La palabra y las transiciones del poder: La oratoria griega, Organización aristocrática 8
rural: concentrar tierras es concentrar el poder; La crisis del sistema de tierras; Los gobiernos de
legisladores y tiranos: gobiernos de transición; El proceso de formación de la retórica.

§ 1.2 Obra de Lisias: El Corpus Lysiacum: las ediciones; El discurso: Los discursos de Lisias, Discursos
sobre confiscaciones, Discursos referidos al incumplimiento en la milicia, Discursos que exponen 14
servicios prestados a favor de la polis, Discursos referidos a quienes habían cometido abusos contra la
polis, Discursos de acusación, Discursos de defensa, Discursos en los que Lisias supuestamente
defiende a la oligarquía, Discursos de contenido político.

§ 1.3 Interpretaciones y valoración de la obra de Lisias : Valoración de la obra de Lisias: Valor


retórico, Valor social, judicial e histórico y Valor político; La interpretación de los antiguos: El Lisias 24
de Dionisio de Halicarnaso, El Lisias de Platón; La interpretación de los modernos: La interpretación
alemana: El Lisias de Willamowitz, El Lisias de Ferckel; La interpretación inglesa; La interpretación
americana; La interpretación francesa; La interpretación hispana: El Lisias de Fernández Galiano, El
Lisias de Rojas. Conclusiones, Lisias y la crítica científica.

42
Cap. II: Lisias y su tiempo
42
§ 2.1 La democracia griega: Las guerras médicas como factor de integración; Nace la democracia
religiosa, Fusión de los principios e ideales aristocráticos al calor de la naciente democracia.

§ 2.2 Lisias, su familia y la democracia: La Atenas de Pericles; Nacimiento y juventud de Lisias, 46


Lisias en Turios; La democracia racionalista, La agitada Atenas del 411 al 403; El regreso a Atenas,
Lisias y los Treinta; De la democracia racional a la democracia reaccionaria; Desintegración política
y moral del Estado democrático ateniense; Democracia reaccionaria de la oligarquía ateniense.
58
§ 2.3 Los discursos de Lisias
61
Cap. III: El Discurso XII Contra Eratóstenes
61

5
§ 3.1 Traducción literal y bilingüe 77
§ 3.2 Contenido político del Contra Eratóstenes 77
3.2.1 Enunciados políticos de la época: El entierro de los muertos, Los vejámenes a los
atenienses, Oligarquía, Los Treinta, un régimen sugerido por Terámenes, Las acciones de los Treinta
contra Atenas, Los Treinta contra ciudadanos y metecos; Personajes políticos que aparecen en el discurso:
77
Eratóstenes, Amigo enemigo; Terámenes, Fidon.
81
3.2.2 Enunciados políticos de carácter universal: La purificación, La creación de la víctima,
Las víctimas, Los muertos, Ley de obediencia debida.
86
§ 3.3 Estructura del Contra Eratóstenes y comentarios
86
87
3.3.1 El proemio 88
3.3.2 La narración

3.3.3 La discusión por la causa privada: La acusación y la refutación; La interrogación,


Entimemas, Los indicios; La demostración, Carácter moral, Apelación a la muerte de los generales de las 93
Arginusas. Vituperio a la alabanza de las acciones de Eratóstenes en beneficio de la ciudad. La
trascendencia de la decisión.

3.3.4 La causa pública: La demostración: Atenas, la enemiga de Eratóstenes, Eratóstenes durante


los regímenes oligárquicos, Acciones de Eratóstenes cometidas contra Atenas, Los enemigos de Atenas
100
son los amigos de Eratóstenes, Fidon y Eratóstenes a favor de la oligarquía y de Esparta. Terámenes, el
amigo de Eratóstenes, Terámenes, el amigo de la oligarquía, La corrupción de los Treinta tiranos,
Estructura lógica de la argumentación: Sorites de Lisias, donde refuta la defensa de Eratóstenes, Darii
de refutación de Lisias, Falacia contrafáctica, Carácter moral, Refutación a la defensa de Eratóstenes, 105
Terámenes.
105
106
3.3.5 Comentarios al epílogo: Disponer bien al oyente respecto de uno mismo, Amplificación o 107
atenuación, La excitación de las pasiones en el oyente: Asombro, Cólera, La rememoración, Recordar,
Reflexionar. 108
110
111
Cap. IV: Conclusiones
113
§ 4. 1 Crítica a la ciudadanía restrictiva
§ 4. 2 La objeción de la conciencia
§ 4. 3 La banalidad del mal: Los Treinta: la rapiña de Critias y la burocracia de Eratóstenes

§ 4. 4 Deshumanizar a la víctima: negar la condición de ciudadanía a los metecos, Eichmann y


Eratóstenes

6
§ 4. 5 La maldad puede ser radical

§ 4. 6 Los intereses económicos son la causa de las Tiranías

BIBLIOGRAFÍA

APÉNDICES
A. Traducción interlineal del Discurso XII Contra Eratóstenes
B. Bibliografía complementaria (multilingüe y actual) sobre Lisias
C. Lisias en la enciclopedia Der neue Pauly

7
El propósito del presente trabajo es elaborar una interpretación de tres interpelaciones contenidas
en el Discurso XII Contra Eratóstenes del orador griego Lisias sobre la base de la lectura, análisis y
traducción directa al español del texto escrito en griego antiguo koiné. Se trata, por tanto, de un
trabajo de comprensión filológico-hermenéutico aplicado al pensamiento político de Lisias.

El análisis y la interpretación del contenido del discurso se han restringido obligatoriamente a lo


formulado por Lisias y en todo caso, se ha tratado de destacar el carácter universal de los
enunciados políticos que conforman el discurso. Cabe señalar que para tal efecto, hemos dejado de
lado la corriente académica, especialmente alemana, que soslayaba el valor político de la obra de
este orador, calificándola de ambivalente. En todo caso, el objetivo a partir del análisis del
contenido del discurso XII era identificar enunciados políticos que pudieran abrir un espacio
filosófico a su pensamiento. Por lo tanto, en esta tesis se sostiene la hipótesis del valor del
pensamiento político de Lisias y sus consecuencias.

En tal sentido, no responde en sentido estricto al trabajo que desarrolla un cuerpo argumental
destinado a fundamentar una afirmación específica sobre algún aspecto del pensamiento de un
filósofo inscrito en la tradición del pensamiento clásico. Este enfoque de tesis posee un valor
intrínseco que no podemos desconocer y que constituye un aporte a la producción del pensamiento
filosófico. Sin embargo, no es el único y más bien tiene como condición el estudio de comprensión
filológico-hermeneútico del texto que se trabaja para fundamentar la consistencia de las diferentes
tesis que pueden sugerir las lecturas de una obra clásica. Sin un estudio como el que aquí se
propone, las diferentes lecturas y las tesis que pudieran surgir sobre el pensamiento de un autor
carecen de la consistencia exigida por el trabajo académico.

Se suele argumentar que la interpretación de un autor se puede realizar al contar con una serie de
traducciones que gozan de la autoridad de filólogos expertos y que en consecuencia, son
innecesarias otras traducciones. Esta es una falacia que exige ser combatida pues lo único que hace
es instalar el criterio de autoridad como norma rectora del trabajo intelectual. Ningún experto, por
amplia que sean su erudición y su renombre puede sustituir el esfuerzo personal de entrar en
contacto con el texto, en su lengua original. Leer el texto original nos permite asumir la
responsabilidad de una interpretación aunque toda traducción es una traición 1. Una lectura siempre
es una mediación. La recepción del texto implica invariablemente, la construcción de una versión.
Esta que presentamos aquí, es nuestra versión.

Estructura

La tesis se organiza en tres bloques: 1) La obra de Lisias, 2) Lisias y su tiempo y 3) Discurso XII
Contra Eratóstenes. El primer bloque responde a las preguntas ¿quién fue Lisias y cuáles fueron las
circunstancias políticas que antecedieron a la democracia y constituyen el contexto necesario del
Discurso XII Contra Eratóstenes?, ¿cuáles son los temas más recurrentes en el discurso estudiado y en
qué consiste la argumentación expuesta por Lisias? y finalmente, ¿cuáles son las acusaciones que
Lisias formula contra la Atenas de su tiempo y cuáles de ellas se han universalizado a lo largo de
los veinticinco siglos que nos separan de la antigua Grecia?

El primer apartado abarca los aspectos políticos relacionados con el desarrollo de la retórica, la
institucionalidad de la polis griega y la historia política de Atenas previa al establecimiento de la

1 “Traduttore, traditore”, dice un proverbio italiano, que literalmente significa “traductor, traidor”

8
democracia. Incluye además una exposición resumida de la obra completa de Lisias y de las
interpretaciones que existen sobre ella. En el segundo apartado, “Lisias y su tiempo” se presenta el
proceso de construcción de la democracia en Atenas, en estrecho apego a la vida de Lisias;
estrategia expositiva que permite así resaltar los acontecimientos políticos por los que atravesó el
autor y que marcaron e influyeron poderosamente en su concepción sobre la democracia. Este
aspecto ha sido elaborado en base a obras relativas a la situación histórico-económica, política y
militar que contextualizaron el quehacer político del orador y de su obra escrita.

El tercer bloque parte con la traducción literal y bilingüe del Discurso XII Contra Eratóstenes.
Presenta un apartado en el que se establece la hipótesis y se pone en claro las propiedades
universales del pensamiento político de Lisias. Además contiene comentarios referidos a las
técnicas de la oratoria clásica, comparando el discurso con las prescripciones de Aristóteles en La
Retórica. Finalmente, consigna los argumentos desarrollados por Lisias en defensa de su posición.

En las “Conclusiones“ se elabora una interpretación de las interpelaciones que Lisias, en el Discurso
XII contra Eratóstenes, dirige contra los ciudadanos atenienses bajo la forma de crítica a la
ciudadanía restrictiva de derechos, la objeción de la conciencia y los intereses económicos que
movilizaron a los Treinta contra los metecos.

Método

El trabajo asume como base fundamental y condición sine qua non para la interpretación, el proceso
de traducción interlineal, cuya dinámica conoce dos fases: semasiológica y onomasiológica. La fase
semasiológica consiste en decodificar el mensaje cuando, tras haber leído el texto en el idioma
original o “de partida”, se traduce el significado de las palabras, identificando funciones
morfológicas y sintácticas. La segunda fase, onomasiológica, consiste en codificar de nuevo las
palabras, pero esta vez según las características y el reordenamiento del idioma receptor o “de
llegada”: el español. La traducción interlineal realiza ambos procesos de forma particular, pues
decodifica muy detalladamente y plasma un reordenamiento y codificación pertinentes al idioma
“de llegada”. Esta traducción se enriquece y fundamenta con el vocabulario y el análisis
morfosintáctico que en esta tesis se encuentra inmediatamente después de cada numeral. La
traducción interlineal es fiel a la palabra; la traducción literal es fiel al sintagma, aunque nace de la
anterior.

La traducción literal viene acompañada por el análisis de los argumentos que Lisias expone para
demostrar su punto de vista y desarmar a su oponente. Por tanto, en esta traducción se presenta el
análisis argumentativo del discurso, que comprende incluso algunas figuras lógicas halladas en
determinados pasajes. Esto es posible porque esta índole de trabajos, ostentan un carácter analítico
y dinámico, permitiendo desagregar el proceso de comprensión lingüístico-argumental del texto y
descomponerlo al detalle, a diferencia de las traducciones acabadas que son un producto sintético
impenetrable.

Tales son los fundamentos filológicos que sostienen la interpretación ofrecida en esta tesis y que se
concentra en tres interpelaciones que hace el autor a su sociedad, y que –según nuestro punto de
vista–, no han perdido vigencia y son de plena actualidad.

Fuentes

9
La traducción se basa en las siguientes ediciones del texto griego del Discurso XII Contra Eratóstenes
de Lisias: la primera corresponde a Louis Gernet 2 y M. Bizos (Lysias Discours: I-XV; XVI-XXXV,
Paris, Les Belles Lettres), elaborada en dos volúmenes durante los años 1924 al 1926, que ofrece el
texto griego y la traducción al francés. A este material no se pudo acceder físicamente, sino en
formato digital3. La segunda corresponde a Manuel Fernández-Galiano, Luis Gil y José María
Floristan Imízcoz (Lisias: Discursos, Barcelona, Alma Mater, Colección Hispánica de Autores Griegos
y Latinos), en tres tomos realizada entre los años 1954 y 2000, que ofrece el texto griego y la
traducción al español. Asimismo, la traducción literal e interlineal griego-español de Lourdes Rojas
Álvarez (Lisias. Contra Eratóstenes, México, Universidad Nacional Autónoma de México), dos obras
pertenecientes a la colección Bibliotheca Scriptorum Graecorum Et Romanorum Mexicana, elaboradas
en 1976. Cabe señalar que la primera y la segunda edición mencionadas antes están citadas entre las
ediciones bilingües modernas completas, según Der neue Pauly4.

Justificación

Habiendo hecho mención a todo lo relativo a las fuentes y en necesaria conexión con este factor,
desearíamos referir dos aspectos que constituyen el trasfondo y razón de ser de este trabajo: la
elección del autor y el valor filosófico de su estudio. Aspectos ambos que, en nuestro caso, tienen
mucho que ver con las peripecias por las que hemos atravesado durante cinco largos años de
elaboración de esta tesis.

Sobre la elección del autor y del texto, tropezamos con Lisias el año 2009, cuando cumplíamos el
quinto año de estudio del griego antiguo bajo el amparo del Dr. Mario Frías Infante, filólogo clásico
y traductor. El amigo de un miembro del curso trajo algunos saldos de la antigua librería “La Paz”,
entre los que se encontraba una edición bilingüe de Edipo rey y Edipo en Colona de Sófocles y el
primer volumen de los Discursos I-XII de Lisias. Como nos arrebataron el texto de Sófocles, nos
quedamos con el de Lisias. Hasta ese momento nunca habíamos sabido de ese autor. Mientras
continuábamos con nuestra formación en griego y al revisar la introducción a dicho volumen, nos
interesamos por Lisias, y el Discurso XII nos cautivó. Fue así que elegimos este autor y ese discurso
como tema para nuestra futura tesis de licenciatura.

Pero ¿por qué no mejor basar nuestro trabajo en las traducciones ya existentes? Por la constatación
de que para estudiar un autor antiguo o moderno, debemos hacerlo en su propio idioma, que no es
un requisito exagerado, en un mundo ya rico en traducciones. Inicialmente pensábamos que no
necesitábamos otro idioma, pues ya existían muchas traducciones de varios autores, pero la

2 Filólogo y sociólogo francés (1882–1962), su tesis doctoral fue "Las investigaciones sobre el desarrollo del pensamiento
jurídico y moral en Grecia". Se dedicó a la enseñanza del griego en la Universidad de Argel. Desde 1949 a 1961 fue director
de la revista L'Année sociologique. Entre sus alumnos se cuenta el internacionalmente renombrado helenista francés Jean-
Pierre Vernant, que fundó el Centro Louis Gernet, orientado al estudio comparativo de las sociedades antiguas y dependiente
de la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESC) en París.
3 La Bibliotheca Classica Selecta (BCS) es un proyecto de la Université Catholique de Louvain que facilita gratuitamente el

acceso a ediciones y traducciones en francés de textos griegos y latinos. Fue fundada en 1992 y su plataforma electrónica en
la web es mantenida por los profesores belgas, Jean-Marie Hannick (Université de Louvain, en Louvain-la-Neuve) y Jacques
Poucet (Université de Louvain en Louvain-la-Neuve y Facultés Universitaires Saint-Louis en Bruselas).
4
Der neue Pauly es una enciclopedia alemana internacional de Ciencias de la Antigüedad en 19 volúmenes que contiene los
datos de referencia de autores de la antigüedad clásica y la historia de la recepción de sus escritos. En el caso de Lisias, el
artículo señala: obras, manuscritos, primeras ediciones, ediciones modernas (obras completas), traducciones modernas
(obras completas), traducciones modernas (obras individuales), ediciones bilingües modernas (obras completas) y
comentarios (obras individuales).

10
experiencia con el estudio del griego nos ha enseñado que quien no conoce la lengua original del
autor, nunca podrá juzgar si una traducción es correcta o imperfecta, porque carece de parámetros
de comparación con el original. Las tres traducciones a las que pudimos acceder, o bien se
apegaban exageradamente al texto o bien eran demasiado libres; de tal modo que en caso de no
haber realizado nuestra propia traducción, habríamos abordado el pensamiento de Lisias de modo
ingenuo e insuficiente. Entonces sentimos en carne propia que saber el idioma del autor que vamos
a estudiar no es una banalidad, porque conocer la lengua es tener la herramienta elemental para el
acceso a un texto. Sin pretender desestimar el mérito de los estudios en filosofía basados en
traducciones ajenas o sin cotejo con las fuentes originales, debemos admitir que, ignorando los
idiomas en los cuales se ha producido esta disciplina es más difícil conseguir rigor, precisión,
fidelidad e innovación en el área. Es así que, habiendo adquirido previamente las competencias
básicas en lengua griega y habiendo elegido un texto en griego, fuimos animados a realizar una
traducción por nuestros propios medios, a fin de descubrir los pequeños tesoros de sentido que
encierra el contacto directo con el escrito original.

Pero, ¿por qué traducir y analizar el discurso de un orador griego del siglo V a. de C. para una tesis
de filosofía? ¿No sería esto más pertinente para una tesis de literatura, historia o derecho?

Quienes estudiamos la licenciatura en filosofía, estamos acostumbrados a creer que una tesis debe
ser a secas el análisis de un concepto específico en la obra de un filósofo. Pensamos que ésa es la
única forma de hacer una tesis, pero no nos damos cuenta de las licencias que los grandes filósofos
se han dado. Incuestionablemente estudiamos a Nietzsche, pero no reflexionamos en que muchas
de sus interpretaciones se originan en análisis filológicos. La filosofía está abierta a todo aquello que
contenga pensamiento y por ello no es restrictiva ni cerrada. Si bien esta tesis se circunscribe al
ámbito de la filosofía y teoría política griegas, pues pretende identificar el pensamiento contenido
en ese discurso de Lisias, ninguna de nuestras conclusiones habrían sido posibles sin la reflexión y
el análisis del texto griego que la traducción interlineal nos ha exigido.

Alguna vez que hemos integrado un tribunal de evaluación de méritos en la Carrera de Filosofía,
hemos visto cómo las traducciones son descartadas para la producción intelectual, como si se
tratara de trabajos de menor valía o semejantes a la traducción del manual de instrucciones de un
electrodoméstico. Por ese entonces coincidíamos con ese criterio. Pero después de nuestra
experiencia filosófica con el griego, entendimos que la traducción de un escrito, por muy precaria
que sea, implica muchísimo más que haber leído todas las traducciones existentes.

El vacío en la formación en las lenguas clásicas en Bolivia, origina una trágica dependencia de las
traducciones y una aceptación acrítica de las versiones disponibles. En nuestro medio, se estudia
filosofía occidental sin conocer las lenguas occidentales y últimamente se pretende producir
pensamiento indígena sin conocer verdaderamente las lenguas originarias, lo cual puede constituir
un perjuicio para esas culturas y la deformación y tergiversación de su pensamiento. La filosofía
opera sobre conceptos a través de palabras, y si de pensamiento griego se trata, éste exige el
conocimiento de la palabra griega para su comprensión: una perogrullada sí, pero necesaria de ser
recordada.

Sobre la pregunta de si una traducción tiene valor para la filosofía, debemos decir que la traducción
es una lectura muy íntima, apegada al texto y obsesionada por su sentido, pero esta lectura es tan
sólo un instrumento, no un fin en sí mismo. Por lo tanto, una traducción es en sí misma ya una
interpretación, que si bien implica un estudio detallado y una comprensión precisa del escrito, no se

11
queda en sí misma. Es a partir de ella, que algo debe ser dicho, y de ahí que una traducción dé
origen a una interpretación, que es la fórmula de esta tesis en filosofía. Traducir implica adentrarse
por completo en el escrito y el pensamiento del autor; son lecturas y relecturas de fragmentos con
que se trabaja durante largos períodos de tiempo, agotadores, pero gratificantes cuando se han
comprendido los enunciados.

En nuestro país el estudio de cualquiera de las lenguas de la filosofía es ya una hazaña. Tan sólo el
estudio de lenguas modernas es costoso, y los institutos de idiomas alargan el aprendizaje y son
pocos los estudiantes que acaban los cursos y pueden gratificarse con el manejo de la lengua
aprendida. En el caso de las lenguas griega y latina, la situación es peor, porque casi nadie las
enseña institucionalmente, y pocos parecen tener el interés en aprenderlas. Aunque estas lenguas
fueron erradicadas de la malla curricular universitaria boliviana hace más de treinta años, a causa
de haber sido consideradas reaccionarias por los estudiantes de esa época, hemos sabido con
mucho agrado, que el latín viene recuperando cierto espacio, pero el griego en Bolivia sigue siendo
exótico.

Justificar la vigencia del pensador, parecía, al principio, ser la tarea más forzada. Pero tras conocer
la situación de Lisias, su contexto y toda su obra, nos atrevemos a señalar que, muy guardado, casi
en el olvido, el pensamiento político de este autor, es una de las joyas más escondidas entre los
pensadores universales.

Finalmente, muchos de los que hemos andado este camino, buscamos decirle algo al mundo, quizá
no a la academia, por lo difícil que es cumplir con los estándares de estudio del primer mundo, o
sea al acceso a la producción del conocimiento que las bibliotecas extranjeras tienen a disposición
de sus estudiantes. Pero pese a esas limitaciones objetivas, los tesistas anhelamos decir algo desde
nuestra propia voz, sin repetir teorías ya conocidas. En esto, la originalidad en la producción de
saberes de la que hablan los manuales de tesis, requiere antes que nada sensatez y disciplina.

En la elaboración de esta tesis hemos tenido la suerte de contar con dos profesores que
acompañaron nuestro proceso, regalándonos muchas veces tardes completas en la revisión
detallada de dos párrafos, buscando comprender exactamente la intención del autor, para luego
plasmarlo al español: el Dr. Mario Frías Infante, el único helenista en nuestro país, que siempre nos
impulsó y motivó a seguir con el griego y la Lic. Fanny Abregú, filósofa y matemática, que nos
enseñó de nuevo el español y nos conminó a llevar a término este trabajo. Finalmente, debo
reconocer que nada de esto sería posible sin el impulso constante de mi amigo Boris Chamani, cuya
sagacidad y voluntad me han facilitado en gran manera el acceso a las fuentes directas del griego,
pues sólo sus búsquedas incansables de internet, sus artificios para desencofrar las versiones
electrónicas de las ediciones de textos en griego, han roto la frontera que los universitarios
bolivianos tenemos para poder contar en nuestro medio con dichas ediciones. Nunca olvidaré la
tarde en la que la biblioteca de Humanidades regalaba libros que estaban en otro idioma, pues
argumentaba que, debido a un hongo debían retirar los menos solicitados. La poca infraestructura
institucional no sólo se trata de aulas, sino de disponer de una biblioteca completa y actualizada y
el acceso lingüístico a ella para poder estudiar sensatamente filosofía.

12
Abreviaturas

Acus. Acusativo
Act. Voz activa
Adj. Adjetivo
Adv. Adverbio
Aor. Aoristo
Comprar. Comparativo
Conj. Conjunción
copulat. Copulativo
Def. Definido
Dat. Dativo:
Dem. Demostrativo
Dir. Directo
Enclít. Enclítico
Fem. Femenino
Fut. Futuro
Gen. Genitivo
Imper. Imperativo
Impers. Impersonal
Impft. Imperfecto
Ind. Indicativo
Indf. Indefinido
Indt. Indirecto
Inf. Infinitivo
Interj. Interjección
Interr. Interrogativo
Mas. Masculino
Med. Voz Media
Med/Pas. Voz Media y Pasiva
Neut. Neutro
Nom. Nominativo
Opt. Optativo
P. Persona
Pas Voz pasiva
Partc. Participio
Pl Plural
Prep Preposición
Pronom Pronombre
Pte Presente
Pfto Perfecto
Plfto Pluscuamperfecto
Ptto Pretérito
Rel. Relativo
Reflx. Reflexivo
S. Singular
Subj. Subjuntivo
Superl. Superlativo
Voc. Vocativo
1 Primera persona
2 Segunda persona
3 Tercera persona
… Palabra que no se traduce

13
Capítulo I

La obra de Lisias

La palabra y las transiciones del poder

Esta primera parte nos presenta la situación política por la que atravesó la historia de la retórica y el
poder de la palabra. Trata de transgredir la idea de la retórica como un afán estilístico o como un
conjunto de reglas, buscando más bien comprender las necesidades que hicieron posible la
existencia de la retórica y el desarrollo político mediante el cual se dio paso al empoderamiento de
la palabra y el demos.

La oratoria griega

La retórica es la disciplina que investiga las formas del discurso persuasivo, produciendo un
conjunto de reglas y recursos. Entonces, el objeto sobre el cual trabaja la retórica es el discurso, esto
es, un conjunto de enunciados de dimensión variable producidos a partir de una posición social o
ideológica. En ese sentido, el texto del discurso no es todo el discurso sino que debe ir acompañado
de las circunstancias sociales e históricas que lo suscitaron.

Incluso el origen de la retórica debe ser considerado desde su referencia social. Así, para estudiar
sus comienzos, no acudiremos directamente a los antiguos tratados, sino a las circunstancias y
problemas que hicieron necesarias la existencia y práctica de esta disciplina.

Los orígenes de la retórica clásica se sitúan en la transición violenta de la organización aristocrática


rural a la economía mercantil y a la institución de la democracia griega. Este período se caracteriza
por una gran conflictividad político-social debida a la crisis del sistema de distribución de la
riqueza, que consistió en el resquebrajamiento del modelo de repartición de la tierra 5. La
aristocracia compuesta por nobles y guerreros, y el demos conformado por los niveles populares:
pequeños propietarios, trabajadores agrarios, artesanos, comerciantes y pobres, protagonizaron este
momento de convulsión y pugna. Sus disputas exigían, por una parte, la participación del demos en
las decisiones políticas de la ciudad y, por otra, la repartición de las tierras. Estas pugnas poco a
poco fueron ganando la tan ansiada participación en las instituciones de deliberación y
administración de justicia e instalaron un espacio público, en el que el uso de la palabra poseía un
valor vital más que un afán estético.

Del siglo VIII al VI a.C., se dan tres fenómenos en las ciudades aristocráticas antiguas: la
colonización, la tiranía y el inicio de la democracia. Veremos con detalle la organización, el
desmoronamiento y los efectos a los que arribaron las primeras ciudades antiguas, basadas en un
modelo de concentración de tierras fértiles. Debemos tener en cuenta que se trata de una
reconstrucción global y que las circunstancias varían de ciudad a ciudad.

Organización aristocrática rural: Tener tierras es concentrar el poder

5 La tierra era la principal forma de riqueza en esa época.

14
Durante el siglo VII a.C. la estructura social estaba determinada por la tenencia de tierras y la
distribución del territorio se guiaba por la participación en las campañas de conquista. El panorama
económico-social durante la aristocracia fue el siguiente: los eupátridas, descendientes de padres
nobles, poseían las tierras más fértiles; los geómones, aristócratas dedicados a la agricultura, tenían
suelos pedregosos y poco fértiles; los demiurgos eran artesanos que habían perdido su vínculo con la
tierra y los pelates y los hectemorioi poseían tierras pequeñísimas. En las afueras se ubicaban los
metecos que eran extranjeros sin derecho a la propiedad por lo cual se dedicaban al comercio y a la
artesanía. Esta jerarquía determinada por la relación con la tierra, definía el rol social y político en la
ciudad.

La concentración de la riqueza implicaba la concentración del poder militar. La aristocracia rural es


además aristocracia militar, pues sólo ellos eran capaces de correr con los gastos que implicaba ser
parte de las empresas de conquista territorial. Recordemos que el tipo de enfrentamiento para la
conquista se daba entre los jefes de cada tribu, es decir uno contra uno y que el instrumental del
guerrero consistía en un caballo, un coche, un escudo, lanzas y espadas; por tanto, la participación
estaba restringida a los que pudieran solventarla, mientras los demás podían servir de séquito al
héroe, armados con piedras, pero de ningún modo esto les daba un rol protagónico en la milicia. En
este sistema militar no primaba el enfrentamiento entre tropas sino la lucha individual. Esto dio
paso a la formación de la aristocracia militar compuesta por el rey, su descendencia y los guerreros.
La organización política también era dominio de la nobleza. El establecimiento de la aristocracia
guerrera en las ciudades fue diluyendo el poder del rey, basileus6, quien pasó a desempeñar un
papel más religioso que político. Los poderes ejecutivo y judicial se habían distribuido entre la
aristocracia noble de los eupátridas y los geómones. Se habían formado dos instancias. El arcontado
que estaba compuesto por nueve miembros: el arconte epónimo o mayor, el arconte polemarca,
encargado de los asuntos militares, el arconte basileus que se dedicaba a los asuntos religiosos y los
seis arcontes testotetes que eran los guardianes de las costumbres antiguas, todos ellos elegidos
anualmente7. La otra instancia era el tribunal de los aerópagos, un consejo de ancianos, donde
llegaban las apelaciones a las decisiones tomadas por los arcontes y estaba conformado, de modo
vitalicio, por todos los que habían sido arcontes de la ciudad.

La tenencia de la tierra suponía un poder militar e implicaba poder político, judicial y


administrativo; de esta forma, la aristocracia noble tenía el monopolio del poder efectivo de la
ciudad8 y el demos jugaba un rol pasivo al interior de la misma. Veamos ahora cómo los efectos de
esta organización condujeron a la crisis social de ese tiempo.

La crisis del sistema de tierras

Una vez establecidas las ciudades y conquistados los territorios, con el paso del tiempo, las
sucesiones hereditarias fueron cuadriculando 9 las grandes extensiones hasta llegar a terrenos muy
pequeños en los que no convenía producir. Este desequilibrio causó la quiebra de un sector de la
aristocracia, los geómones. Por otra parte, el reducido tamaño de las tierras de los hectemorioi hizo

6 Desde tiempos monárquicos se había estructurado una organización basada en el rey, el consejo guerrero y la asamblea
popular, pero las decisiones se desprendían directamente de las opiniones del rey, que era considerado casi divino.
7 Era novedoso que los arcontes fueran elegidos cada año, ya que antes, su mandato duraba diez años, pero tanto los

candidatos como los votantes pertenecían únicamente a los eupátridas.


8 Las ciudades de este período se deben entender como unidades políticas diferentes a las polis democráticas del siglo V a.C.

9 En Bolivia se conoce un fenómeno parecido denominado surcofundio, producido por la reforma agraria de 1952 bajo el

gobierno de Víctor Paz Estenssoro.

15
que éstos decidieran alquilar y trabajar las tierras de los aristócratas eupátridas, lo que
habitualmente terminó en deudas por alquileres. Tanto los geómones quebrados como los pelates
endeudados debían pagar sus obligaciones mediante la expropiación de sus tierras, y si no
abastecían la deuda, entonces se los obligaba a completarla pagando con su libertad y la de sus
familiares, quedando así, en condición de esclavos. Estos hechos confluyeron en la acumulación de
propiedades y esclavos en favor de la aristocracia noble o eupátridas que se erigió como aristocracia
terrateniente.

Debido a esta situación, los aristócratas geómones arruinados confluyeron en preocupaciones,


intereses y actividades con el demos. Aquellos habían instalado talleres, eran propietarios de barcos
o mercaderes viajeros y el demos estaba conformado por agricultores acomodados, trabajadores
rurales, artesanos, armeros y pobres; ambos sectores desarrollaban el comercio, la nueva forma de
riqueza. Su rápida prosperidad se debió a la fertilidad de las tierras en las colonias, que eran
productoras principalmente de trigo y ricas en yacimientos de oro, plata y hierro, lo que facilitó el
abastecimiento interno y la exportación de alimentos hacia el Ática y otros lugares. Además, la
invención de la soldadura hizo grandes desarrollos en la armería. Con este nuevo panorama, los
geómones de nuevo solventes y los sectores más privilegiados del demos encabezaron las demandas
por mayor participación política y por reformas que favorecieran el desarrollo del comercio
marítimo.

A su vez, los sectores más empobrecidos incrementaron la demanda de tierras y fueron asediando
a la aristocracia ya que la población crecía y con ella la crisis agraria 10 o stenocoria11. La respuesta de
los gobernantes fue la colonización. Ésta no fue un proyecto de expansión, sino una medida de
control de la población, dada la crisis social que se vivía en las ciudades. La colonización era una
migración forzosa hacia otros territorios del mar Mediterráneo 12. La ruta la indicaba el oráculo. Las
autoridades organizaban la expedición, designaban al jefe y a los integrantes de las tripulaciones.
Los criterios de selección estaban pensados para retirar a los rivales políticos, los desterrados por
voluntad social y los sectores empobrecidos del demos13.

Las colonias no gozaban de ningún respaldo por parte de sus ciudades de origen. Los colonos
elegían lugares fértiles o comerciales para los asentamientos, por lo que rápidamente lograron
bonanza económica. Sin embargo, se reprodujo el viejo sistema de distribución de la riqueza,
provocando crisis económicas en las colonias.

Así la aristocracia una vez más, se hallaba enfrentada a dos sectores de la sociedad, los aristócratas
geómones, cuya situación económica mejoraba por su intervención en el comercio y los pelates
esclavos, cuyas demandas por tierras tenían cada vez más miembros. Esta situación sumada a la
colonización hizo variar en gran medida la composición militar.

10 Son pocas las tierras fértiles de la parte continental de Grecia; las demás son arenosas. Además esas tierras son útiles para
el cultivo de uva y oliva pero no para el de trigo.
11 Stenocoria (del gr. στενοχωρία) es un espacio o paso estrecho; falta de espacio, estrechez, apuro, angustia. PABÓN, José M.

y ECHAURI, Eustaquio. Diccionario griego español. 3ra ed. Barcelona: Spes, 1955.
12 Las rutas de la colonización fueron: en Europa, la parte Occidental hasta España e Italia, la parte Oriental hacia el Mar

Negro, en África, a Túnez y Egipto y en Asia, a las costas de Turquía. La mayoría de estas tierras son más fértiles que Grecia
o tienen recursos minerales.
13 La expatriación era obligatoria y su desobediencia tenía fuertes sanciones.

16
El establecimiento próspero de las colonias implicaba ataques de habitantes originarios y de otras
ciudades; por esta causa, la organización militar elaboró una estrategia de defensa. Debido a la
precariedad de los ejércitos coloniales y a la ineficacia de la anterior estrategia militar para este
contexto, la aristocracia guerrera adoptó una estrategia grupal en lugar de los carros guerreros. Se
implementó la tropa terrestre y las flotas marítimas. La estrategia de defensa los obligó a variar la
composición militar. El ejército engrosó las filas de los hoplitas, infantería armada con escudos,
lanzas, espadas, corazas y canilleras. En esta falange participaban los comerciantes y armeros que
podían adquirir ese tipo de armamento. A su vez, las flotas marítimas requerían de remeros para
las naves tirremes14 en las que podía participar cualquiera que tuviera fuerza en los brazos.
Indudablemente esta participación primordial del demos en los enfrentamientos le dio mayor
legitimidad para exigir derechos y políticas que favorecieran el desarrollo comercial y una
redistribución de tierras.

La permanencia de esas pugnas sociales y el acceso de fuertes sectores opositores a la aristocracia


noble puso en conflicto el sistema político vigente, pues ni los arcontes ni el areópago daban
respuestas a las quejas del demos. Bajo este violento panorama, se constituyeron los gobiernos
tiranos. La tiranía fue un régimen político que consistía en delegar el poder a una persona
mediadora que pacificaría la ciudad y trataría de realizar reformas favorables para ambos grupos.
Por lo general, los tiranos ampliaban derechos a favor del demos.

Ahora vemos claramente cómo la crisis del sistema de distribución de la tierra agudizó las crisis
social, militar y política y cómo el demos dejó de tener un papel pacífico y adquirió un rol más activo
y capaz de disputar el poder. Este enfrentamiento entre la aristocracia terrateniente y el nuevo
demos15 es la crisis social que hace posible la instalación de la democracia.

Los gobiernos de legisladores y tiranos: gobiernos de transición.

El tirano era una personalidad extranjera o aristocrática reconocida y aceptada por ambos sectores
en conflicto, que trataría de realizar reformas favorables para la ciudad. Por lo general, el tirano
realizó grandes avances para el demos, aunque también existieron tiranos afines a la aristocracia.
Indudablemente, el gobierno tirano tendía hacia uno de los dos sectores en disputa, lo que
provocaba hostilidades y conspiraciones. Muchas veces los gobiernos tiranos representaron el
ingreso al poder de aquellos aristócratas geómones empobrecidos que gozaban del respaldo del
demos.

Las tiranías fueron el paso necesario hacia el establecimiento de la democracia; en ellas se


produjeron avances importantes. Los tiranos de Atenas: Dracón, Solón, Pisístrato y Clístenes,
promovieron reformas favorables al demos. Dracón escribió las leyes y así reglamentó y limitó los
procedimientos judiciales. Solón promovió la sisactía que consistía en la abolición de la esclavitud
por deudas y la supresión de las deudas hereditarias. También promocionó la exportación de aceite
de oliva, artesanías y joyas y limitó la importación de cereales. Implementó estímulos para los
artesanos y realizó un censo que todavía se guiaba por los ingresos de la tierra.

14 El trirreme era una nave guerrera compuesta por tres filas de remos, con aproximadamente cincuenta remos por lado.
Cada remo era impulsado por tres remeros.
15 Ambos grupos representaban el treinta por ciento de la población total de la ciudad, los otros habitantes directamente no

eran considerados (esclavos, extranjeros, mujeres y niños).

17
El censo ubicó la estructura social de esta manera: Los pentacosmedimnos que percibían un ingreso
de 500 medimnos16 producido por su tierra, los caballeros cuyas tierras producían 300 medimnos, los
zeugias obtenían 200 medimnos y los tetes que tenían un ingreso menor a los 200 medimnos o carecían
de ingresos. Es posible que en esta catalogación se incorporara a los hombres pudientes que
carecían de propiedades agrarias.

La organización política mantuvo el Areópago como tribunal superior en lo tocante a asuntos


criminales y control sobre los demás órganos atenienses. Parte de sus atribuciones administrativas
fueron delegadas a la asamblea popular o eclessía, y al consejo de los cuatrocientos o bulé. También
conservó a los arcontes, que a pesar de tener exclusivamente como candidatos a miembros de los
dos primeros estamentos sociales, eran elegidos por votación de los cuatro estamentos. Además,
estableció el tribunal popular y el tribunal de jurados que examinaban los informes de los
funcionarios, realizaban las investigaciones judiciales de los casos apelados en los asuntos
relacionados a violencia física, daños materiales y obligaciones de diversa índole. Se desconoce el
número de jueces que los componían, pero al igual que la asamblea popular, cualquier ciudadano
mayor de treinta años podía participar en estos tribunales. La elección de los jurados era mediante
sorteo.

Pisístrato realizó la anhelada distribución de las tierras confiscadas, otorgó créditos para semillas y
herramientas y adelantos para los trabajadores rurales y creó trabajo para la población urbana
indigente; sin embargo, no ejecutó transformaciones en la organización estatal. Clístenes tuvo por
objetivo quebrantar las organizaciones sanguíneas para mezclar la población y elevar el papel del
demos en la vida política, por lo que reestructuró la ciudad bajo otros criterios territoriales. El
areópago conservó su función judicial en cuanto a crímenes pero los considerados de alta traición
pasaron a la asamblea popular, que se convocaba más frecuentemente y se volvió muy importante.
El consejo de los quinientos se componía de cien miembros de cada nueva unidad territorial,
elegidos al azar. Sustituyó al consejo de los cuatrocientos y eran el órgano de mayor decisión para
la parte administrativa, reemplazando en funciones al colegio de arcontes. Clístenes instruyó el
destierro u ostracismo designado por el demos para aquellos sospechosos de ambiciones tiranas.

En Siracusa, lugar en el que nació la retórica, los comerciantes habían logrado expulsar a la
aristocracia agrícola dominante, pero los aristócratas pactaron con el tirano de Gela, Gelón y
lograron recuperar la ciudad para ellos, proclamando a Gelón tirano y gobernador de Siracusa. La
política de Gelón fue de expansión y preservación del poder. Expropió tierras y las repartió entre
sus mercenarios. Años más tarde, lo sucedió su hermano Gerón I o Hierón que continuó con esa
política, estimuló las artes y la literatura, para que narraran sus conquistas, pero no avanzó en
derechos políticos; al contrario, formuló el derecho a expulsar de la ciudad a los habitantes
opuestos a la tiranía. Al poco tiempo lo derrocaron y se instauró la democracia. En ese escenario se
iniciaron varios procesos para reclamar las propiedades confiscadas.

Durante los gobiernos tiranos se realizaron reformas de ampliación popular, pensadas


principalmente para limitar los poderes de la aristocracia noble (eupatrídas y geómones) y ganarse la
voluntad del pueblo, es decir, la asamblea popular. Las políticas populistas: grandes obras públicas
y grandes festejos populares, tenían por objetivo perpetuar en el poder al tirano y extinguir a la
aristocracia, por eso los combinaban con políticas de ostracismo y confiscación de tierras que

16Un medimno era una medida, un medimno de cereales equivalía a un dracma, con un dracma se compraba una oveja.
PABÓN, José M. y ECHAURI, Eustaquio. Diccionario griego español. 3ra ed. Barcelona: Spes, 1955.

18
aplicaban en contra de los aristócratas reaccionarios. El demos se había empoderado de la
administración de justicia mediante los tribunales populares, conformados por cualquier ciudadano
mayor de treinta años elegido al azar.

La caída de las tiranías, muchas veces fue promovida desde fuera por aristócratas nobles e
internamente por el demos. Se sustituía este régimen por la democracia, en la que se habían
repartido las atribuciones religiosas y representativas para la aristocracia y el poder judicial para el
demos. Instalado este régimen, los aristócratas afectados por el tirano derrocado, iniciaban procesos
jurídicos frente a los juzgados populares para tratar de recuperar sus propiedades. En ese ambiente
nace la retórica.

El proceso de formación de la retórica

Siracusa, primeros decenios del siglo V a.C.: dos tiranos, Gelón y su sucesor Gerón I, llevan a cabo
expropiaciones masivas de terrenos para distribuir lotes a soldados mercenarios. Cuando el 467 a.C.
una insurrección derroca la tiranía, comienza una larga serie de procesos para reclamar las propiedades
confiscadas. Con una inclinación natural a la argumentación y a los enfrentamientos judiciales […] los
litigantes sabían atacar y defenderse con una eficacia y precisión instintivas. Sólo faltaba proveerles de
un método y una técnica codificados, y ésta es la tarea que habrían llevado a cabo Córax y Tisias,
considerados por ello, según una tradición muy difundida, como los fundadores de la retórica17.

Se dice que Empédocles fue el fundador de la retórica, ΄Αριστοτέλης ἐν τῷ Σοφιστῇ φησιν’, así como
Zenón fue el inventor de la dialéctica; fue un gran orador popular en la superpoblada Agrigento, y allí
introdujo una democracia. El siracusano Corax ha legado una τέχνη: el orador debe afanarse por
conseguir el εἰκός, lo probable; distingue las partes de un discurso y llama al proemium con el nombre
de κατάστασις. Su definición de la retórica es: πειϑοῦς δημιουργός [productor de persuasión]18.

Algunas fuentes nos hablan de las téknai compuestas por Tisias y Córax, que comprendían
probablemente una teoría elemental de las partes del discurso (narración, elogio, ataque personal…)
ejemplificadas con fragmentos de discursos modelos. Aristóteles evoca la situación creada en Sicilia, con
posterioridad a la caída de los tiranos en el primer tercio del siglo V, como el marco social y político, por
la abundancia de procesos que tuvieron lugar, adecuado para el desarrollo de la retórica. En sus
orígenes ésta era un arte fundamentalmente pragmático vinculado a los procesos judiciales19.

A partir de los datos expuestos y estas citas podemos identificar los momentos de formación de la
retórica: crisis general debida al desequilibrio de la distribución de tierras, pugna social entre
aristocracia y demos, establecimiento de gobiernos legisladores, reformas de los gobiernos tiranos,
con confiscación de tierras e institución de juzgados populares; caída de los gobiernos tiranos e
instauración de la democracia, iniciación de procesos judiciales para recuperar las tierras
confiscadas, ejercicio práctico de la retórica en los tribunales, elaboración de fórmulas básicas para
la preparación y ejecución de discursos forenses y deliberativos y, finalmente, elaboración de
tratados de ciencia retórica.

La retórica es un producto social. Las circunstancias que rodearon su origen muestran las
necesidades que permitieron su existencia. La práctica de la oratoria en los procesos judiciales
implicaba social, económica y políticamente, muchos cambios. El proceso judicial fue la instalación
de un espacio abierto en la participación y deliberación en los juicios a otros sectores, que antes
estaban restringidos por su posición económica. Además, los aristócratas tenían que obedecer a las

17
MORTARA GARAVELLI, Bice. Manual de retórica. Madrid: Cátedra. 2000.
18 NIETZSCHE, Friedrich. Escritos sobre retórica. Madrid: Trotta, 2000. Pág. 163.
19 MELERO, Antonio. Sofistas: testimonios y fragmentos. (Introducción). Madrid: Gredos, 1996. Pág. 25.

19
decisiones de este tribunal. La deliberación estaba a cargo de cualquier ciudadano elegido al azar 20,
lo que antes estaba reservado a la nobleza. Las instancias de apelación dependían de tribunales más
amplios, lo que antes obedecía a los ancianos de la aristocracia noble. Los procedimientos de los
jueces estaban reglamentados mediante ley escrita, lo que antes se regía por el criterio de cada
arconte o areópago y el único instrumento de defensa y ataque en los procesos era la palabra.

Esta apertura suponía el surgimiento de nuevos actores políticos que habían emergido de la
población. Ellos representaban la incorporación al sistema de riqueza de otra forma de lucro: el
comercio. Socialmente representaban la incorporación entre iguales de aquellos ciudadanos
considerados inferiores21, los demiurgos, los pelates y hectemorioi y políticamente, el reconocimiento y
la incorporación de estos sectores de la sociedad en las decisiones políticas y de esta nueva forma
de riqueza en las políticas económicas de la ciudad. Esto es la instalación del espacio público para
tomar decisiones.

En consecuencia, hablar de retórica es más que hablar de una disciplina; hablar de retórica es hablar
de la defensa de los intereses vitales que tienen que ver con la división de la sociedad en clases
sociales y la constitución del Estado. En el caso que nos ocupa, es hablar de tierras, primero porque
fue la crisis de la distribución de la tierra la que ocasionó el enfrentamiento entre aristocracia y
demos que tuvo como resultado la conquista del espacio público y segundo, porque los procesos
judiciales, que eran una cara de este espacio público, tenían como único instrumento el uso correcto
de la palabra, pues las influencias sanguíneas se habían disuelto con la apertura del aparato
administrativo de justicia.

Sin ánimo de establecer reglas históricas es conveniente tener en cuenta estas lecciones históricas:

a) La concentración de tierras produce guerra civil, un conflicto social y político que por
lo general, desemboca en reformas en la distribución de la tierra y revolución.
b) La irrupción de nuevos grupos de interés económico (comerciantes) exigen la
participación política y la reforma institucional.

Obra de Lisias

El Corpus Lysiacum: las ediciones

Según nos cuenta Dionisio de Halicarnaso, el Corpus Lysiacum fue fijado por los sabios alejandrinos
en el siglo III a.C. Actualmente, el corpus está compuesto de treinta y un discursos, cuatro discursos
transmitidos por Dionisio y la carta de Platón que aparece en el Fedro. A estos escritos parcialmente
conservados debemos sumarle ciento treinta y nueve fragmentos de otros discursos y algunos que
se consideran espurios. La obra de Lisias de la que se tiene noticias hasta nuestros días bordea
cómodamente los ciento ochenta discursos, sin contar las cartas.

Las fuentes que conservamos de Lisias presentan varios problemas. El Papiro Heildelbergensis, fuente
principal, posee muchas correcciones, está incompleto y no es el más legible. Sin embargo, se
corrige y enmienda con los manuscritos Laurentianus, Marcius Venectus, Urbinas, Marcianus Venectus

20 Esta situación todavía es novedosa para el sistema de administración de justicia boliviano, pues hace pocos años se
implementó la presencia de jueces ciudadanos elegidos al azar.
21 Los metecos, los esclavos, las mujeres y los niños, el setenta por ciento de la población permanece al margen sector social

decisivo.

20
y los manuscritos procedentes de Venecia conservados en Leiden. Respecto de las ediciones, se
posee más de veinte entre alemanas, inglesas y francesas. Hasta 1929, se conocía la primera edición
directa del griego al español, de J. Petit, que quedó incompleta. En 1952, Manuel Fernández Galiano
comienza una nueva edición bilingüe griego-española concluida el 2000 por la editorial Alma
Mater. Actualmente, también se conoce la edición de Gredos.

La edición griega que hemos utilizado para este trabajo, es la de Louis Gernet y M. Bizos disponible
en la página web Hodoi Elektronikai que fue contrastada con la de Manuel Fernández Galiano,
elaborada de la siguiente manera: Lisias, Discursos I- XII, M. Fernández Galiano (1952); Lisias,
Discursos XIII-XXV, Luis Gil Fernández (1963) y Lisias, Discursos XXVI-XXXV, José Floristán
Imízcoz (2000).

El discurso

El discurso es más que lo meramente verbal; los enunciados que comunica el enunciador nacen
desde una posición ideológica o social. Es decir que el discurso no se reduce a las propiedades
textuales y su dimensión lingüística, sino que contiene además las condiciones históricas, sociales y
políticas que lo rodean. Dominique Maingueneau, afirma que “el análisis del discurso es el análisis
de la articulación del texto y del lugar social donde se produce” 22. Es así que el discurso está
vinculado a temas, roles y a un conjunto de configuraciones reales y simbólicas. Lo importante en el
análisis del discurso no es lo que se dice sino lo que se comunica.

El discurso político requiere una caracterización de la situación referencial en la cual es emitido. La


alusión al mundo extralingüístico, esa situación que no es el texto, condiciona la pertinencia del
texto respecto del contexto en el que se da.

Foucault afirma que se debe inferir que el estatuto del emisor, en el discurso político es muy
relevante, pues el enunciador del discurso no debe ser pensado en términos de subjetividad
individual, sino como el representante inmaterial de la posición que da origen a un enunciado. El
individuo en posición de poder es además portador de un poder simbólico incontestable. Lisias no
es sólo el portador de sus denuncias privadas, también representa las denuncias de los abusos y
atropellos de los Treinta tiranos contra la polis, los ciudadanos y los metecos de Atenas.

Los discursos de Lisias

Este apartado presentará los discursos de Lisias bajo criterios distintos a los de las ediciones
mencionadas. Los criterios de la presentación obedecen a las temáticas políticas que aparecen
recurrentemente en los discursos. Se han dejado de lado los discursos forenses de causas privadas,
los discursos del género epidíctico y las cartas.

Discursos sobre confiscaciones

A lo largo del siglo V las confiscaciones de bienes iban acompañadas del destierro, la pena de
muerte o mínimamente la privación de derechos ciudadanos. Estas sanciones se daban a delitos
contra la seguridad del Estado: alta traición, retención indebida y malversación de fondos públicos.

22 MAINGUENAU, Dominique L’Analyse du discours, Introduction aux lectures de l’archive. Paris: Hachette. 1991.

21
Las necesidades monetarias del erario y las primas de los acusadores, hacían que el demos fuera
proclive a aceptar las apografaí23 (ἀπογραφαί) o procesos de confiscación de bienes.

Cualquier ciudadano podía presentar una apografé24 (ἀπογραφή) por diversos motivos, entre ellos,
las deudas con el Estado. Se debía presentar un listado de los bienes y la acusación se leía en
Asamblea. Si no se presentaban alegaciones se dictaba inmediatamente la condena; por el contrario,
si el acusado contestaba, se iniciaba un proceso ante el tribunal ordinario. En caso de perder el
juicio, los bienes eran subastados, el Estado se quedaba con un cuarto del patrimonio y el acusador
con el resto. Estas prácticas eran bastante apetecibles para los civiles.

Respecto de este tipo de procesos contamos con dos discursos, el XVII Sobre los bienes de Eratón, que
es un problema privado y el XXIX Contra Filócrates, a quien se lo acusaba de haberse quedado con
los talentos recaudados a favor de la causa democrática.

El discurso XVIII Sobre los bienes del hermano de Nicias, enunciado aproximadamente el 396, informa
sobre los infortunios de la familia del general Nicias a fines del siglo V. Tras la muerte de Pericles,
el partido moderado encargó a Nicérato, el primer hijo de Nicias, detener a los demagogos
extremistas. A pesar de su carácter pacífico, contribuyó en combates y en la Asamblea. Sujeto de las
intrigas de los demagogos Lisicles y Cleón y luego de Hipérbolo y Alcibíades, Nicérato vio cómo se
disolvían sus gestiones de pacificación el 421, debido a la insensatez de sus conciudadanos atraídos
por el magnetismo de Alcibíades, su enemigo. Finalmente, morirá en la desastrosa campaña a
Sicilia bajo el mando de Alcibíades.

El segundo hijo de Nicias, Eucrates, fue acusado el 415 por haber participado en la mutilación de los
Hermes pero salió absuelto por haber comprobado su inocencia. Durante el régimen oligárquico de
los Cuatrocientos ejerció un cargo militar en Tracia y a su regreso tuvo que enfrentar un proceso de
confiscación de bienes apografé (ἀπογραφή), acusado de la retención ilícita de fondos públicos
procedentes de su gestión. También en este caso demostró su inocencia. Lo reeligieron estratega por
ser demócrata moderado. Finalmente, Eucrates se oponía a la firma del tratado de paz con Esparta
porque estipulaba condiciones vejatorias para Atenas, pero esta actitud fue castigada con la
condena a muerte dictada por los Treinta.

El tercer hijo era Diogneto de tendencias claramente oligárquicas y de posición acomodada. Por esta
condición, los sicofantes lo calumniaron durante el período democrático. Él salió huyendo de
Atenas tras el derrocamiento de los Cuatrocientos. El 405 regresó, cuando los Treinta ascendieron al
poder y pudo ver cómo éstos daban muerte a su hermano Eucrates y a su sobrino Nicerato, dejando
a dos hijos pequeños bajo su responsabilidad. Por esta razón, Diogneto pidió la protección de un
rey lacedemonio. Ya bajo el régimen democrático, tuvo que enfrentar el riesgo de la confiscación de
bienes de la herencia paterna y la privación de los derechos de ciudadanía. Este discurso de defensa
fue encargado a Lisias quien destaca el servicio de toda la familia a favor de la ciudad.

Respecto de estos discursos, es importante considerar que Lisias constantemente resalta cómo los
servicios prestados a favor de la ciudad, son llevados a segundo plano cuando los resultados de los
procesos pueden dar riquezas a los acusadores y al erario, que en aquel entonces estaba bastante
necesitado.

23
apografaí (del gr. ἀπογραφω) registrar, inscribir; acusar. Pabón, op. cit.
24
apografé (del gr. ἀπογραφή) registro; censo; proceso [especialmente de contrabando o desfalco]

22
Discursos referidos al incumplimiento en la milicia

El discurso XIV Contra Alcibíades I, es un discurso en contra de Alcibíades hijo, a quien


Arquestrátides acusa de haber cometido faltas en combate y por esa razón encarga este alegato a
Lisias.

Recordemos que ni Alcibíades ni su padre tuvieron una conducta ejemplar. El 405 fueron
desterrados de Atenas por los Treinta tiranos y regresaron el 403 con la restauración de la
democracia. El 395, Alcibíades hijo formó parte de la expedición a Beocia bajo el mando de
Trasíbulo de Estiria, en apoyo a los tebanos; formó parte de la caballería, uno de los estamentos más
resguardados en relación a los hoplitas y con mayor ventaja respecto de los oponentes. Sin
embargo, los contingentes atenienses no entraron en combate. A su retorno, Alcibíades se encontró
con procesos que lo imputaban de conducta cobarde y antipatriótica. Si bien no existió un combate,
se lo juzgó según el código de justicia militar por tres delitos.

Entre las acusaciones que pesaban sobre él encontramos las acciones públicas de astrateías25
(ἀστρατείας), que comprende a los prófugos, quienes tras la orden de movilización de los
estrategas evitaba ser incorporados a las listas de reclutamiento de su tribu o aparecían tarde en los
campamentos, una vez emprendida la campaña. La otra acusación que pesaba sobre él era la de
lipotaxíou26 (λιποταξίου), que era la deserción o retroceso en la línea de combate.

La tercera era deilías27 (δειλίας), posiblemente se trataba de la huída de la batalla, especialmente con
el acto indecoroso de arrojar el escudo. Las acusaciones de este tipo eran graves y de no ser
comprobadas, el acusado podía iniciar causa por haber sido perseguido injustamente. Las tres
acusaciones eran juzgadas por un tribunal de compañeros de armas del acusado bajo la presidencia
de los estrategas. No se mencionaba directamente los términos de la acusación para no caer en
difamación. La condena era la privación de derechos ciudadanos y confiscación de bienes atimía28
(ἀτιμία).

El cliente de Lisias buscaba que los jueces de Alcibíades no intentaran perdonarlo, pues Alcibíades
trataba de beneficiarse por haber ayudado en las campañas a favor de la democracia, junto a
Trasíbulo. No obstante, no había sucedido así. Alcibíades no participó en campaña, no sólo porque
el ejército no entró en combate, sino que huyó de la reserva y siempre buscó el lugar más cómodo
para salvaguardarse sin prestar servicio a la polis.

Este discurso nos sirve como testimonio de cómo algunos advenedizos, buscaban beneficiarse con
luchas ajenas; Lisias nos presenta con claridad el oportunismo que existía entre algunos atenienses.
El discurso XV Contra Alcibíades II, alude al favoritismo y la protección que los generales tenían para
con Alcibíades.

25 astrateías (del gr. ἀστρατείας): extensión de servicio. Perseus Digital Library, Greek Word Study Tool [en línea]. [Medford,
Massachusetts] , [ref. 10 octubre de 2014]. Disponible en web: http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph
26 lipotaxíou (del gr. λιποταξίον) deserción. Perseus Digital Library, Greek Word Study Tool [en línea]. [Medford,

Massachusetts], [ref. 10 octubre de 2014]. Disponible en web: http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph


27
deilías27 (del gr. δειλία) timidez o cobardía; miedo o temor. Pabón, op. cit.
28
atimía (del gr. ἀτιμία) deshonor, desprecio; privación o disminución de los derechos de ciudadano [como pena infamante].
Pabón, op. cit.

23
Discursos que exponen servicios prestados a favor de la polis

Entre estos discursos tenemos el VI Defensa de Andócides en un proceso de impiedad y el IX En pro del
soldado. Vemos en ambos casos que Lisias toma la defensa de estos ciudadanos, haciendo hincapié
en los servicios que ambos desarrollaron en favor de la polis. Algunos críticos censuran el hecho de
que Lisias, que años antes fuera el más ferviente demócrata, luego escribiera un discurso de defensa
para un oligarca. Al respecto, podemos indicar que defender a una persona no quiere decir estar de
acuerdo con todo lo que piensa. Por otra parte, la defensa de Lisias se apuntalaba en los servicios
que Andócides realizara a favor de la polis, teniendo en cuenta que la democracia y la polis eran en
aquel momento una organización y una unidad política, respectivamente, que tenían como
fundamento el mayor empoderamiento del demos, por lo tanto, prestar servicios a favor de la polis
era apoyar el empoderamiento del demos. La defensa del segundo discurso, además de hacer énfasis
en los servicios prestados por el soldado, resalta que éste había cumplido con la ley, que lo
convocaba a servir en la guerra. Pero habiendo sido convocado por error una segunda vez, primero
se resistió, pero luego acató la orden. Lisias arguye que el soldado no cometió falta pues siempre
sirvió a la patria, y que, en realidad se trataba de un exceso el buscarle una condena.

Discursos referidos a quienes habían cometido abusos contra la polis

Bajo este criterio agrupamos los siguientes discursos: VII Areopagítico, XXII Contra los revendedores de
trigo, XXVII Contra Epicrates y sus compañeros de embajada, XXVIII Contra Ergocles, XXX Contra
Nicómaco y XXXI Contra Filón.

Discursos de acusación

Los sucesos políticos habían limitado bastante las acusaciones mediante procesos de reconciliación
entre demócratas y oligarcas moderados y radicales; estos pactos fueron acompañados con la
prohibición de las persecuciones judiciales por delitos pasados. Sin embargo, Lisias persiste en las
críticas contra los regímenes oligárquicos y contra las acciones de Filón.

El discurso XXXI Contra Filón, responde a un tipo de proceso en el que se examina si el candidato a
un cargo cumple con las aptitudes éticas para ejercerlo. En este discurso, Lisias acusa a Filón de
dedicarse al pillaje contra los campesinos del Ática; de haber depositado su corazón en su fortuna, y
de nunca haber ayudado a la reconciliación nacional. Más que una acusación, es un recuento de las
acciones públicas y privadas que restan credibilidad ética a Filón como para ejercer un cargo, pero
no existe una causa determinante sancionada por la ley.

El discurso XXX Contra Nicómaco [escribano, acusación en un proceso de rendición de cuentas], versa
sobre Nicómaco, un escribano auxiliar que asistía a los magistrados. Su padre fue esclavo público y
Nicómaco había sido liberado durante el régimen de los Cuatrocientos. El trabajo de las reformas le
fue encargado por un plazo de cuatro meses, pero lo entregó al cabo de seis años. Las acusaciones
eran exageradas, pues Lisias lo acusaba de añadir y cambiar las leyes a su antojo, pero su labor
estaba sujeta a la revisión del Consejo y la Asamblea. Nicómaco había sido desterrado por los
Treinta y a su regreso, el 399 recuperó el cargo de escribano. Estaba encargado de un calendario
sagrado, pero nuevamente postergó la entrega. Lisias acusa a Nicómaco de introducir nuevos
sacrificios y le reprocha la participación durante el régimen de los Cuatrocientos pues a pesar de
haber sido desterrado por éstos, eso no implicaba su afiliación a favor de los demócratas.

24
Vemos a partir de estos discursos, que Lisias es consecuente respecto de las sanciones que deben
recaer sobre las personas que actúan en contra de la polis, pues en el caso de los discursos de
defensa jamás niega la culpabilidad de sus defendidos. Sin embargo, vemos en los discursos de
acusación que es bastante visceral, pues en algún caso ni siquiera presenta una causa.

Discursos de defensa

En el discurso VII Areopagítico, el defendido de Lisias agredió los olivos sagrados de la ciudad de
Atenas. En todo caso Lisias no niega el hecho, sólo busca una condena razonable. Lisias en el
discurso XXII Contra los revendedores de trigo, defiende a los sitopolaí (σιτοπῶλαι) o revendedores
que quebrantaron la ley pues compraron mayor cantidad de trigo que la prescrita. Lisias señala
para la defensa de ellos que dicha acción no se podía realizar sin el consentimiento de los
magistrados designados al cuidado del trigo. De todos modos, muchos críticos atacan a Lisias por
defender en este proceso a los revendedores que elevaron los precios del trigo durante el armisticio
que precedió a la paz de Antálcidas, y fue un momento muy duro para el pueblo de Atenas.

En XXVII Contra Epicrates y sus compañeros de embajada, Lisias defiende a Epicrates, que era
demócrata y había sido uno de los exiliados que retornó tras la toma del Pireo por los demócratas.
Se dice que buscaba iniciar la guerra a Esparta, hasta que llegó el oro persa y cambió de opinión.
Viajó como embajador a Persia y regresó enriquecido. Lisias lo defiende en un proceso de rendición
de cuentas, pues Epicrates junto a otros miembros de la embajada, sorpresivamente pactó la paz
con Esparta, pero luego no pudo ratificar esa decisión en la Asamblea. Esto supuso su condena.

En el discurso XXVIII Contra Ergocles, Lisias defiende a este prodemócrata, que había participado en
una expedición al Asia Menor que Trasíbulo organizó con fines militares y para recaudar dinero.
Sin embargo, las recaudaciones se quedaron en manos de los recaudadores. El proceso se inició tras
la muerte de Trasíbulo y fueron sus compañeros quienes lo denunciaron. Los atenienses no dejaban
impunes las irregularidades incluso las cometidas por las autoridades demócratas 29. Es posible que
de no haber estado muerto, Trasíbulo también habría sido procesado por acoso al pueblo y
enriquecimiento a su costa. Lisias durante esta defensa, aclara a la Asamblea que en realidad, se
trata de la desaparición de treinta talentos, y que la culpa debe recaer tanto en Ergocles como en
Filocrates.

Discursos en los que Lisias supuestamente defiende a la oligarquía

El pensamiento político de Lisias ha sido desprestigiado por carecer de lineamientos ideológicos, ya


que él se presenta como el más ferviente demócrata, durante los años de restablecimiento de la
democracia en Atenas, pero una vez que sus bienes fueron confiscados y su ciudadanía arrebatada,
Lisias vende su oficio como logógrafo a quien pueda pagarlo. En palabras de sus críticos, vende su
pluma al mejor postor.

Sin pretender realizar una apología de Lisias, cabe destacar que este abogado no posee un discurso
de defensa de la oligarquía; tiene en su haber discursos de defensa de personas que realizaron

29Sirve como ejemplo lo sucedido con los estrategas demócratas que fueron procesados por los cuerpos que dejaron sin
sepultura.

25
servicios a favor de la polis durante los períodos oligarcas y de personas que estuvieron en contra
del régimen democrático. En ningún momento, Lisias en sus defensas es favorable a la oligarquía;
en todo caso, resalta cómo parte de la burguesía ateniense de ideales heroicos y aristocráticos
heredados de la época arcaica se pone al servicio de la nueva patria, la polis.

Estos discursos, algunos de ellos incompletos, nos dan a conocer los personajes de la Atenas del
siglo V. El filótimos30 (φιλότιμος) es el hombre cuya vida se entrega a la búsqueda del honor; es un
hombre de provecho y de utilidad para sus conciudadanos, es el perfecto patriota. Otro personaje
es el ciudadano noble pero sin bienes. Podemos ubicar entre éstos a Mantineo (XVI), a la familia de
Nicias (XVIII) y a Aristófanes (XIX).

Luego de haberse restaurado la democracia, el odio contra los oligarcas y los que habían apoyado al
régimen de los Treinta era suficiente para iniciar procesos que los incapacitarían para ejercer cargos.
En el discurso XVI Pro Mantineo, Mantineo es sometido a un examen de doquimasía31 (δοκιμασία)
frente al consejo saliente, donde se dictaminaba sobre las cualificaciones de índole cívica y moral
del postulante y se veía su aptitud o ineptitud para ejercer el cargo de consejero, pues sobre él
recaía la acusación de haber pertenecido a la caballería durante el período de los Treinta.

Los miembros de la caballería eran mal vistos por los demócratas radicales, quienes encontraban en
ellos, a los enemigos de la polis, pues la hipotrofía32 (ἱπποτροφία) requería muy buena condición
económica, pues en todo lugar, el jinete era símbolo de poderío militar y nobleza.

Otro caso similar nos trae el discurso XIX Sobre los bienes de Aristófanes, frente al erario público.
Nicófeno, el padre de Aristófanes tras la derrota de Egos Potamos tuvo beneficios económicos
debido a la batalla de Cnido el 394; se refugió en Chipre y se hizo amigo de Evágoras. Aristófanes,
tras la muerte de su padre decidió emprender una carrera política después de haber participado en
negociaciones matrimoniales a favor de Evágoras. Luego ayudó al rey chipriota, que había
solicitado el auxilio militar ateniense contra los espartanos, logrando que la Asamblea le enviara
diez trirremes. Aristófanes cubrió los gastos para emprender la campaña militar. Sin embargo, el
resultado fue un gran fracaso y la responsabilidad recayó sobre él, por haber precipitado la decisión
de la Asamblea. Llegando el 390, Aristófanes y Nicófeno fueron condenados a muerte, con
privación de sepultura y confiscación de bienes. Los bienes de Aristófanes no cubrían la pena y
entonces se confiscaron los de su suegro, que murió al poco tiempo. El cuñado tuvo que hacerse
cargo de los hijos y la esposa de Aristófanes.

Cabe resaltar que los ciudadanos que aparecen en estos discursos, nos permiten ampliar la mirada
para comprender la democracia ateniense del siglo V, cuya presentación más crítica la reduce a un
grupo de sicofantes, políticos demagogos e irresponsables y describe un demos como una multitud
carente de pensamientos, como una muchedumbre sin causa. Estos ciudadanos atenienses de clases
diferentes a las que estamos acostumbrados a reconocer en el demos, nos hacen ver que existía un
apoyo por el proyecto de un nuevo régimen de organización política y administrativa en Atenas, y

30
Filótimos (del gr. φιλότιμος) amante de la gloria, la honra o los honores; lleno de emulación; ambicioso; ávido. II Sust.
Ambición. Pabón, op. cit.
31 doquimasía (del gr. δοκιμασία) examen, prueba, comprobación de aptitud o legitimidad. Pabón, op. cit.
32 Hipotrofía, (del gr. ἱπποτροφία) era la cría de caballos. PABÓN S. DE URBINA, José M. y ECHAURI MARTÍNEZ,
Eustaquio. Diccionario griego-español. Barcelona: Spes S.A. 1955.

26
que otros sectores, por intereses particulares o por los valores antiguos que ejercían, se entregaban
al proyecto y a la formación de la polis democrática.

En todos los casos de estas defensas, Lisias hace recurrentemente referencia a los servicios
prestados por las familias o los nobles en favor de la ciudad. Enfatiza en mostrar el grado de interés
de parte de los acusadores, no tanto por las faltas supuestamente cometidas, sino por los intereses
económicos que podrían aportar las resoluciones en contra de los acusados, entre ellas, la
confiscación de bienes. Al respecto, Lisias no pierde la oportunidad de resaltar lo convenientes que
pueden llegar a ser los procesos de incautación de bienes, tanto para los acusadores como para el
Estado. Hace notar que esto lleva a que se deje de lado los servicios prestados a favor de la polis.

Discursos de contenido político

El discurso XXXIV Sobre la no abolición en Atenas de la constitución de los antepasados, parte de la


situación política en la que demócratas y aristócratas habían acordado un tratado de paz y se
debían estipular las bases legales para la restauración de la democracia. Existieron dos propuestas:
la de Trasíbulo, que señalaba que se debía ampliar la ciudadanía para metecos y esclavos que
hubieran participado en la batalla de File y la toma del Pireo. La otra propuesta, era la de Forniso
que estipulaba que se limitaran los derechos de ciudadanía a los poseedores de tierras, excluyendo
a cinco mil atenienses que no las poseían, aunque incorporaba a los pequeños propietarios.

Lisias ataca la segunda propuesta acusándola de favorable a la oligarquía. Además, esta propuesta
era apoyada por los hacendados más ricos y posiblemente habría sido apoyada por los espartanos.
Lisias afirma que este proyecto equivalía en la práctica a dejarlo todo en manos de los ricos, es decir
a instaurar una oligarquía encubierta.

El discurso XXV Defensa [en un proceso de derrocamiento del régimen democrático], no se trata de una
acusación de atentado al régimen establecido, la democracia, sino que es un alegato para aclarar el
pleno derecho de ejercicio de prerrogativas ciudadanas para ejercer una magistratura. Se trata por
tanto de una dokimasía. Por su contenido político, este discurso ha desorientado a los compiladores
tardíos del Corpus Lysiacum, lo que motivó el título erróneo.

El cliente de Lisias es un oligarca moderado, de una posición ideológica muy similar a la de


Terámenes, pero nunca formó parte de ninguno de los regímenes oligárquicos en Atenas. Cumplió
con las obligaciones ciudadanas, como la trierarquía, participación en batallas navales y
financiamiento de liturgias. Quedó defraudado tras apoyar el gobierno de los Treinta y luego ver su
terrible actuación. Cuando se restauró la democracia en Atenas, este ciudadano se quedó en la
ciudad pero no para apoyar a los del Pireo, sino para resguardar su propia fortuna. En este
discurso, Lisias hace voz una vez más de la reivindicación de los derechos de ciudadanía por su
persistencia en los servicios prestados a la patria y deja en claro la honradez de su cliente durante
los períodos de la oligarquía.

Denuncia que de parte de los del Pireo existe odio contra los que no sufrieron daños durante el
régimen oligárquico. Reclama la contradicción del régimen democrático, que con apariencias de
gobierno popular impone el autoritarismo de los combatientes del Pireo, al grado de permitir
cualquier exceso, a quien hubiera participado en la reconquista de la democracia.

27
Algunos estudiosos, especialmente Wilamowitz, han comparado el discurso XXV Defensa [en un
proceso de derrocamiento del régimen democrático] con el discurso XII Contra Eratóstenes, recriminando a
Lisias la carencia de fines políticos. Sin embargo, estos filólogos no tienen en cuenta que después de
tres años del restablecimiento de la democracia, Lisias vivía un desengaño político.

Esta vez no sólo pesa sobre Lisias la acusación de vender su pluma a un partidario de los Treinta,
sino que este discurso contiene frases relativistas sobre la política. Las principales críticas de
Willamowitz contra Lisias, han sido puestas en relieve en los discursos XXII Contra los revendedores de
trigo y XXV Defensa [en un proceso de derrocamiento del régimen democrático]. La polémica acusación de
Willamowitz respecto del primer discurso se refiere a que Lisias vende su pluma al mejor postor,
pues defiende a los revendedores de trigo que encarecían su precio, durante los momentos de
desabastecimiento. Willamowitz33 hace notar que Lisias, al defenderlos, demuestra que no tiene
principios morales y sólo busca el lucro, pues en este caso, ampara a quienes atacan al demos.

Sobre el segundo discurso, el filólogo alemán recrimina a Lisias la falta de convicciones políticas,
pues en este caso defiende a un cliente con tendencias oligárquicas muy similares a Terámenes, el
causante del asesinato de su hermano Polemarco. Las afirmaciones de Lisias en este discurso, nos
hacen saber su percepción sobre los regímenes políticos tras haber perdido primero a su hermano,
luego la ciudadanía otorgada y finalmente, gran parte de sus bienes materiales. Lisias expresa en este
discurso, por una parte, sus convicciones democráticas: “ningún hombre es por naturaleza
oligárquico o democrático”34; “la democracia se origina a causa de los que llevan una política injusta
en la oligarquía”35 pues nos hace notar que la democracia es la respuesta del pueblo frente a políticas
injustas y que la selección entre uno de los dos regímenes no nos viene por deseo, sino por una toma
de posición. También comparte sus críticas al interior de la democracia cuando afirma: “por culpa de
los que se comportaron como sicofantes en la democracia se estableció dos veces la oligarquía” 36.

Por otra parte, Lisias también muestra una posición pragmática: “no versan sobre la forma de
gobierno las diferencias mutuas entre los hombres, sino sobre las conveniencias personales de cada
uno”37; “las veces que han cambiado de partido los jefes de uno y otro régimen” 38.

Willamowitz critica la visión política de Lisias, pues señala que no marca diferencias entre la
oligarquía y la democracia, siendo ambas buenas. El éxito de un régimen dependería del recto
proceder de las personas que participan en él. Para Willamowitz, Lisias fue un combatiente radical
de la democracia, cuando buscaba ser ciudadano ateniense, pero dejaba de lado la democracia, si
desde la oligarquía se le ofrecían mayores ventajas. El filólogo alemán, mediante sus críticas
pretende “desenmascarar” a Lisias y demostrar que bajo el disfraz de ciudadano probo, se encuentra
un enemigo de la ciudad que busca sobre todo favorecer sus propios intereses económicos. Pero
mucho de esta crítica ha sido relativizada por Gernet y Bizot al considerarla demasiado alejada de la
antigüedad y bastante recurrente a analogías con el mundo moderno. Posteriormente, Fernández
Galiano la señalará como anacrónica.

33 WILAMOWITZ, Ulrich. “Lysias wider die Getreidehändler” en Aristoteles und Athen II, Berlín. 1893. pp. 217-230.
34 LISIAS. “XXV Defensa [en un proceso de derrocamiento del régimen democrático]”. GIL, Luis (Trad.). 3ra edición. Discursos:
volumen II (XIII-XXV). Madrid: Alma Mater, 1992. pág. 292
35 Lisias. op. cit. pág. 298

36 Lisias. op. cit. pág. 295

37 Lisias. op. cit. pág. 292

38 Lisias. op. cit. pág. 292

28
En conclusión, a partir de estas cortas reseñas sobre algunos de los discursos de Lisias, podemos
concluir indicando que encontramos entre sus mayores preocupaciones, las siguientes:

Tras el retorno de la democracia, Lisias hace hincapié en las confiscaciones de bienes a quienes han
prestado servicios a favor de la polis y en el voraz interés de los ciudadanos y del Estado
empobrecido que anhela los bienes de quienes habían desarrollado fortuna. Lisias constantemente
resalta cómo los servicios prestados a favor de la ciudad, son llevados a segundo plano cuando los
resultados de los procesos pueden dar riquezas a los acusadores y al erario, que en aquel entonces
estaba bastante necesitado.

Otra preocupación que aparece sutilmente en algunos discursos es el cumplimiento en la milicia.


Este punto es interesante, pues se duda de una participación activa de Lisias en combate. En todo
caso se considera que el apoyo de Lisias a los partidarios del régimen democrático, fue con
armamento y dinero, pero que no participó en combate. A nuestro criterio la participación tanto
física como económica en apoyo a los del Filé, en aquellos momentos debió ser de igual
importancia. En todo caso, a partir de la revisión de los discursos referidos al incumplimiento en la
milicia, Lisias realiza una denuncia contra aquellos ciudadanos oportunistas que no querían prestar
servicio y nos da una idea de aquellas acciones que se consideraban verdaderas faltas.

En relación a los abusos contra la polis, algunas veces no se ve claramente la causa de la acusación,
en tanto en otros casos, busca la sanción de todos los involucrados. En los discursos de defensa es
bastante recatado, pues no apela a la inocencia de sus defendidos, sino a las penas mínimas, o está
contra la exageración en los castigos.

Al grupo de los discursos considerados a favor de la oligarquía, debemos entenderlos como


discursos problemáticos, pues no se trata de discursos en los que Lisias, tome partida por la
oligarquía en lugar de la democracia, sino que son casos particulares en los que Lisias defiende a
miembros de la oligarquía. Por esta situación, muchas veces se ha descartado el pensamiento de
Lisias por considerarlo ambiguo, sin embargo cabe destacar que existe una constante en las
defensas de Lisias a favor de sus oligarcas defendidos y es que él siempre recalca los servicios
prestados por estos individuos, no a favor de la oligarquía. Señala a partir del comportamiento de
sus defendidos, que fueron hombres comprometidos con la polis, es decir con el proyecto de
empoderamiento del demos, cuya escala de valores estaba fundada en las primeras organizaciones
aristocráticas terratenientes y sin ningún problema, pasaban a prestar servicio al proyecto de la
nueva patria o polis.

Respecto de los discursos de contenido político, cabe señalar que es muy poco este material, que en
algunos casos es dudosa la autoría de los mismos, pero que asumimos como perteneciente a Lisias
cada una de las líneas de estos discursos, pues es lo poco de contenido, estrictamente político, con
lo que se cuenta de Lisias.

Sobre la ciudadanía, Lisias expone su parecer, cuando apoya una propuesta de ciudadanía que abre
la participación de más personas y ataca la que restringe este derecho, sólo a quienes poseen tierras,
que en los hechos es dar ciudadanía a los ricos, denunciándola como una oligarquía encubierta.

En cuanto a la convicción política, las citas antes mencionadas, nos hacen notar que para Lisias, la
posición política, es un tema de elección. Modernamente diríamos que es una toma de conciencia de
clase, pues para él la posición política no está dada por naturaleza. Sin embargo, Lisias no deja de

29
lado el carácter pragmático que posee la política, pues pone de manifiesto que la posición política no
es meramente un ideal, sino que responde a los intereses de cada ser humano.

La democracia es para Lisias la respuesta del demos a las injusticias de la oligarquía, y la critica
cuando, a partir de ella, también se generan injusticias y nuevos excluidos. En este caso podemos
plasmar que las mayores críticas del autor contra la democracia ateniense, serían tres, el
autoritarismo en algunas prácticas de este gobierno popular, las confiscaciones abusivas en contra
de quienes tienen bienes, y la restricción de la ciudadanía, por parte de los sectores más
conservadores, a quienes participaron de la reconquista de la democracia.

Interpretaciones y valoración de la obra de Lisias

El valor de la obra de Lisias sólo es reconocido desde dos perspectivas: la histórico-social y la


retórica, en cambio el valor de su pensamiento político, ha sido desdeñado debido a la acusación de
impostura y oportunismo que pesaba contra él. La sombra que mucho tiempo descalificó a los
sofistas desde la tradición de la historia de la filosofía, ha caído también sobre Lisias, quien es
designado como sofista en uno de los discursos de Platón39. Los críticos modernos han politizado el
valor de su obra, reduciéndola a meros intereses personales.

Valor retórico

Werner Jaeger40 afirma que los discursos judiciales publicados en la antigüedad, dieron origen a una
nueva forma de literatura dramática de entretenimiento, que se movía en un ambiente de vecindad y
exponía la realidad de la vida cotidiana. En efecto, Lisias tenía la capacidad de caracterizar con
precisión a sus clientes, recurso conocido entre los antiguos como etopeya41. Él se destacaba en este
género, e incluso, para algunos autores, habría sido el precursor de la novela que utiliza una
narrativa de frases cortas, expresivas y dramáticas.

La etopeya de Lisias se diferenciaba porque realizaba una presentación de sus defendidos,


haciéndolos ver como sinceros, orgullosos o tontos. Esta caracterización jugaba muchas veces a favor
de las causas de sus clientes. Lisias se enfocaba en presentar la buena fe de los acusados, mostrando
sus debilidades de carácter y sus virtudes, para así establecer una relación entre ellos y la audiencia.
Sin embargo, esto le ha significado varias críticas que lo acusaban de desviar la verdad. A. Croiset 42
señala que el propósito de un discurso judicial no es ilustrar sobre la personalidad moral o política
del autor sino ganar la causa, sin embargo, Lisias, como cualquier otro logógrafo, buscaba así ganar
la causa. Lisias hacía coincidir el léxico del discurso del enunciador, con su personalidad, tomando
en cuenta la clase social y la profesión de su defendido. No abusaba de este recurso, lo utilizaba con
moderación.

Esta fórmula de adaptar el discurso a las circunstancias del enunciador hizo invencible a Lisias; la
caracterización moderada, razonable, ingenua y tímida contenida en sus discursos no sólo le procuró

39 PLATÓN. “Fedro” 230 e, 234 c. En: ARAUJO, M., GARCÍA YAGÜE, F., GIL, L., MÍGUEZ, J. A., RICO, M., RODRIGUEZ
HUÉSCAR, A., SAMARANCH, F. (trad.). Obras completas. Madrid: Aguilar. 1990.
40 JAEGGER, Werner. Demóstenes. México: Fondo de Cultura Económica. 1945.

41 Etopeya (del gr. ἧθος): manera de hacer las cosas; ποιέω: crear, edificar, hacer y el sufijo -ία: acción, cualidad. Es la

descripción del carácter y las costumbres de una persona. PABÓN S. DE URBINA, José M. y ECHAURI MARTÍNEZ,
Eustaquio. Diccionario griego-español. Barcelona: Spes S.A. 1955.
42 CROISET, Alfred. “L’atticisme de Lysias” en: Classical Review. Vol 7. 1893.

30
victorias, sino también el reconocimiento literario. Por el tipo de argumentación lisiana, nos damos
cuenta de que era capaz de presentar lo peor como mejor; pero esto no lo convierte en un
tergiversador. Sin embargo, vemos que al igual que a Protágoras, esto le ocasionó que lo
consideraran como vano y superficial y que no buscara la verdad, sino su conveniencia.

Las críticas a este tipo de personificación de los defendidos son en su mayoría, moralistas y muy
alejadas de las circunstancias que se vivían en la antigüedad. En todo caso, hacer ver el carácter del
defendido sólo reforzaba las pruebas o refutaciones que presentaba Lisias en sus argumentaciones.

Los discursos judiciales constan de cuatro partes: Proemio o Exordio, Narración, Discusión y el
Epílogo o Peroración. Las narraciones de Lisias describen los argumentos disponibles y los
posiblemente favorables; su argumentación es concisa, clara y sugestiva. En la discusión de los
discursos, Lisias fundamenta mediante las consecuencias de las decisiones y las evidencias sin volver
a la repetición de los silogismos.

El discurso lisiano es un conjunto sombrío, uniforme y carente de artificios retóricos. Presenta una
visión unitaria y simple de pensamiento. Esta facultad se debe a su dominio del lenguaje y a su
capacidad de expresar las ideas más complejas en palabras claras y adecuadas. Por su grado de
influencia es considerado el canon del estilo ático.

Durante la época romana surgió un movimiento que buscaba recuperar las normas y la belleza
sencilla de la oratoria ática, en oposición a la hinchazón artificial del estilo de la escuela asiática
predominante en ese momento. Lisias era uno de los mayores exponentes de la oratoria ática.
Licinio Calvo43, un representante del movimiento aticista, fue su gran admirador. Incluso Cicerón,
miembro de la corriente opuesta, elogiaba a Lisias. Señala en Bruto: de los oradores ilustres, que Lisias
no se ocupaba de causas forenses; que era un escritor ilustre y elegante y lo presenta como el orador
perfecto, un excelente representante del estilo ático. Las críticas de Cicerón en este caso van contra
los imitadores romanos del aticismo y no contra el estilo.

En el apogeo del aticismo, surgen dos admiradores de Lisias. El primero, Cecilio de Caleacte 44,
considera que el estilo lisiano está por encima del de Platón; elogia el vocabulario de Lisias, pues es
un ático puro, sin mezclas de formas poéticas ni neologismos; atribuye a Lisias la capacidad de
descubrir argumentos para cualquier circunstancia y arreglarlos para el discurso, situación que nos
hace pensar en Protágoras, quien podía hacer que una causa débil se tornara fuerte. No obstante,

43 Cayo Licinio Calvo, nació en Arpino, una diminuta ciudad del sur del Lacio, el año 82 a. C. y falleció en Roma, el 47 a. C.
Fue un orador y poeta de la Roma antigua; escritor de epigramas, poemas sensuales, bucólicos, y de una epopeya
legendaria: Ío. Fue amigo de Catulo, de cuya modalidad y temáticas se hizo discípulo. A Licinio Calvo se le atribuyen
veintiún discursos, incluyendo varios contra Publio Vatinio. El estilo oratorio de Licinio Calvo se opuso, en tanto, a la
escuela asiática en favor de un modelo ático, más simple; por eso calificó a Cicerón, en sus argumentaciones, de palabrero y
artificial. Colaboradores de Wikipedia, Cayo Licinio Calvo [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013. [consultado 16
octubre de 2013]. Disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Licinio_Calvo
44 Cecilio de Caleacte, nacido en Sicilia, aunque se lo considere de origen hebreo, fue profesor de retórica griega e historiador.

Perteneció a una de las corrientes más importantes de la oratoria de su época, la aticista. Llegó a la ciudad de Roma en
el 5 d.C., posiblemente alumno de Apolodoro de Pérgamo y amigo de Dionisio de Halicarnaso. Abrió una escuela,
desarrollando su actividad docente durante la época de Augusto y Tiberio. Fue gran admirador de Demóstenes y de Lisias,
pero detractor de Platón. Escribió numerosas obras retóricas, como: Acerca del carácter de los diez oradores, Sobre las
figuras, Diferencia entre los estilos ático y asiático, Sobre los 10 oradores y obras de historia como: Sobre la historia, e Historia de las
guerras serviles. Tan sólo se han conservado 2 fragmentos de sus obras. Colaboradores de Wikipedia, Cecilio de Caleacte Cayo
Licinio Calvo [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013. [consultado 16 octubre de 2013]. Disponible en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Cecilio_de_Caleacte.

31
Caleacte señala que Lisias es más hábil para inventar argumentos que para organizar los existentes.
El segundo admirador es Hermógenes que considera a Lisias e Iseo como grandes representantes
del género político, después de Demóstenes.

Su estilo magistral, cuyas virtudes esenciales son la pureza del lenguaje y del discurso, la elegancia,
la claridad de la exposición y la vivacidad en la presentación de acontecimientos y personas, lo
hicieron representante del tenue dicendi genus45 atrayendo multitud de imitadores y teóricos en el arte
retórico.

Lisias mediante sus trabajos trajo el lenguaje cotidiano a una relación más íntima con el discurso
literario, su elegancia y sencillez han configurado un estilo en la antigüedad, haciendo de él un
inmortal de las letras griegas de la época clásica.

A partir de estas reseñas referidas al valor literario de la obra de Lisias, podemos concluir que se
destaca por su estilo sencillo y claro, la pureza del lenguaje, la etopeya y su habilidad
argumentativa. La mayoría de los críticos le niegan el vigor de la expresión, aunque Lisias sin
recursos retóricos, ni arrebatos personales conquistaba el auditorio.

Finalmente, cabe señalar que la crítica de Platón es la única referida a los contenidos y al armazón
argumentativo, pues el resto de reseñas referidas a la obra lisiana se dedican al estudio formal de
los discursos: el lenguaje utilizado, el estilo, la descripción de sus defendidos, etc. En resumen,
Lisias habría sido un gran narrador, sencillo y claro.

Valor social, judicial e histórico

Según nos cuenta Croiset46, los discursos de Lisias son considerados fuente del conocimiento de las
costumbres atenienses. Toda la sociedad de esta época revive ante nosotros, con sus preocupaciones,
sus asuntos y sus sentimientos. Además, señala que el estilo de su narración contiene detalles
preciosos, familiares, pintorescos y siempre expresivos. Lisias pone las cosas ante nuestros ojos y
ninguna de sus palabras es inútil.

Los defendidos y acusados de los discursos de Lisias no sólo recrean personajes pintorescos como el
caballero, el soldado, el inválido, sino además, acciones al interior de la polis. Por ejemplo, los
servicios prestados a la polis, datos sobre la participación en guerras y en liturgias; procesos
judiciales y militares, entre otros.

Abordar detalladamente todos los discursos de Lisias implica resaltar el valor social e histórico y
jurídico, pues son testimonios que nutren las tres vertientes. Si tomamos solamente la producción
jurídica de Lisias podemos ver que, mediante los discursos tenemos un testimonio directo de la
sociedad de la época.

En los discursos relacionados con el tiempo de los Cuatrocientos, encontraremos datos referidos al
ámbito legal y social. El discurso XX En defensa de Polístrato nos presenta la defensa δευτερολογία47
(deuterología) en un proceso que buscaba la confiscación de los bienes y los derechos de ciudadanía.

45 Estilo sencillo y sin adornos.


46 Croiset, op. cit, IV, 460
47 Deutorología (del gr. δευτερολογία): discurso del segundo orador, segundo discurso. Pabón, op. cit.

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Este proceso cae sobre Polístrato y toda su familia. El discurso recrea la vida de una familia de
campesinos hacendados, educada en la ciudad y partidaria del régimen oligarca. En el discurso
XXVI Sobre el examen de Evandro somos testigos de una δοκιμασία48 (dokimasía), es decir, un proceso
administrativo judicial que se da para diferentes circunstancias: concesión de ciudadanía, paso a la
mayoría de edad, cualificación de los oradores públicos, candidatos para formar parte de la
Magistratura o el Consejo. La δοκιμασία es un examen ético para ver la pertinencia del postulante a
cualquiera de estas instancias.

Entre los discursos relacionados al período de los Treinta encontramos al XIII Contra Agoratum, que
nos deja ver, en el ámbito legal, los estados civiles que pasa un esclavo liberado: liberto, εὐεργέτης49
(euergetēs) o benefactor, οἰκέτης50 (oiketēs), es decir, cuando adquiere derecho de residencia y de
posesión de tierras y casas. Vemos además las maniobras judiciales, los procesos de amnistía y la
famosa ley de Arquino referida a las acciones contra los que no habían cometido homicidio con sus
propias manos αὐτοχειρίᾳ (autojeiríą).

Los discursos posteriores al restablecimiento de la democracia son una fuente de nombres de


personas y batallas que hicieron posible la reconstitución de este régimen. El XII Contra Eratóstenes,
recrea acontecimientos en las batallas del demos51para restablecer el régimen democrático en Atenas.
Contiene datos históricos sobre las negociaciones y tratados de paz entre Atenas y Persia, las
divisiones internas entre los Treinta tiranos, la tendencia política a la que obedecía cada uno y sus
intereses contrapuestos. En ese sentido, nos presenta otra cara de Terámenes 52, haciéndolo ver como
traidor de Atenas y un oportunista disfrazado de pacificador de la polis. Este discurso reafirma el
compromiso de todos los atenienses y no atenienses que participaron con el ejército de Trasíbulo a
favor de Atenas y la democracia.

El discurso XIII Contra Agorato, recrea el modo de ser y pensar de un oligarca moderado, muy
similar a Terámenes. El XXXIV Sobre la no abolición en Atenas de la constitución de los antepasados,
parte de la situación política en la que demócratas y aristócratas habían conciliado un tratado de
paz y se debían estipular las bases legales para la restauración de la democracia.

Existen también los discursos que exponen los ideales heroicos de la burguesía ateniense al servicio
de la patria. El XXI Defensa en un cargo de venalidad, trata un caso de corrupción o una rendición de
cuentas; nos da a conocer personajes de la Atenas del siglo V. El φιλότιμος (filótimos) es el hombre
que entrega su vida al honor. Es un hombre de provecho y de utilidad para sus conciudadanos y el
perfecto patriota.

48 Dokimasía (del gr. δοκιμασία): examen, prueba, comprobación de aptitud o legitimidad. Pabón, op. cit.
49 Euergetes (del gr.εὐεργέτης): bienhechor; como título obtenido en las ciudades griegas: bienhechor o benemérito,
benefactor. Pabón, op. cit.
50 Oiketes (del gr. οἰκέτης): vecino, criado, familiar; pl. servidumbre. Pabón, op. cit.

51 Demos (del gr. δῆμος): territorio de un pueblo, habitantes de un pueblo, masa del pueblo. Pabón, op. cit.

52 Terámenes fue un político ateniense del período de la Guerra del Peloponeso. Participó durante los dos gobiernos

oligárquicos de Atenas, fue uno de los Treinta tiranos, pero de tendencia moderada, se opuso a los excesos de la oligarquía.
Después de la victoria en Arginusas, se liberó de la acusación de no haber prestado auxilio a los náufragos, pero contribuyó a
la condena a muerte de los seis estrategos demócratas. Tras la derrota de Egospótamos, estuvo a cargo de las negociaciones de
la rendición de Atenas. Por sus tendencias moderadas, Lisias lo criticó, pues el tratado para la rendición más que favorecer a
Atenas entregaba su armamento y su soberanía. En un enfrentamiento con el lado radical de los Treinta, el bando de Critias,
fue condenado a muerte y ajusticiado. Esta dramática muerte le trajo muy buena fama entre los griegos.

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El ciudadano hacendado pero sin dotes aparece ejemplificado en: Mantineo (XVI Pro Mantineo),
Aristófanes (XIX Sobre los bienes de Aristófanes, frente al erario público) y en la familia de Nicias (XVIII
Sobre los bienes del hermano de Nicias). La burguesía de Atenas con ideales heroicos y aristocráticos de
la época arcaica está al servicio de la patria, según se la presenta en estos discursos. Estos burgueses
dan una perspectiva diferente de la democracia ateniense, tan criticada a causa de los sicofantes y
los demagogos irresponsables. Mediante estos discursos sabemos que un sector de la oligarquía
supo ponerse a tono con los cambios de la democracia y que incorporó dentro de sus valores la
defensa a la polis democrática. Otros discursos en esa línea son: X y XI Contra Teomnesto y VI Defensa
de Andócides, que se refieren a los servicios prestados a favor de la polis. El segundo recrea las
posiciones y acciones de las familias aristocráticas de ideales heroicos frente a los regímenes
oligarcas y las conspiraciones contra el régimen democrático. Expone además, los decretos y
sanciones en los procesos de impiedad.

El discurso IX En pro del soldado, plasma los procedimientos de reclutamiento y juzgamiento tras las
campañas militares. Sobre el incumplimiento en la milicia encontramos el discurso XIV Contra
Alcibíades I que presenta las causales de procesos, las instancias, tribunales de deliberación y las
sanciones que pesan sobre los que abandonan su puesto en combate o los que buscan acomodarse
en puestos de guerra más seguros.

Existen dentro de la obra de Lisias, discursos referidos a abusos contra la polis. El VII Areopagítico
trata de un proceso judicial a causa de un ataque a los olivos consagrados a las divinidades. Este
discurso nos muestra el proceso y el tipo de sanción según la gravedad del daño contra la polis. El
discurso XXII Contra los revendedores de trigo, plasma la situación social que se vivía en Atenas
durante el período de desabastecimiento de trigo; recrea los cargos y responsabilidades
administrativas y comerciales relacionados a la venta de ese cereal, las normativas para evitar la
especulación en el precio y la reglamentación estricta sobre la importación y comercialización.

El discurso XXVII Contra Epícrates y sus compañeros de embajada, versa sobre un proceso de rendición
de cuentas de Epícrates, quien habría sido embajador en Persia, y habría regresado muy
enriquecido. XXVIII Contra Ergocles, quien tras realizar una expedición a las costas del Asia con
propósitos militares y para recaudar dinero, se habría quedado con la mayor parte de la
recaudación. Este proceso es una εἱσαγγελία53 (eisangelίa), vista en Asamblea, donde se acusa a
Ergocles y Filócrates por la desaparición de treinta talentos. XXXI Contra Filón, es un proceso de
examen, en el cual Lisias acusa a Filón, de haberse dedicado al pillaje contra los campesinos del
Ática. XXX Contra Nicómaco [escribano, acusación en un proceso de rendición de cuentas] nos recrea el
proceso de reforma de las leyes de Dracón y Solón para actualizarlas.

Los discursos son una fuente testimonial de muchos procesos judiciales: existen discursos sobre
confiscaciones, por ejemplo, el XVII Sobre los bienes de Eratón, que trata sobre las sanciones más
drásticas como la ἀπογραφαί54 (apografaí). XXIX Contra Filócrates es una deuterología o
contrarréplica, se trata de un proceso que demanda la confiscación de bienes.

Los discursos referidos a los casos privados que son los más representativos, nos bosquejan los
detalles más íntimos de la Atenas de los tiempos de Lisias. I Defensa de la muerte de Eratóstenes, trata

53Eisangelίa (del gr. εἱσαγγελία): anuncio, parte; denuncia, acusación [por delito grave o urgente castigo] Pabón, op. cit.
54Apografaí (del gr. ἀπογραφαί): registro; censo; proceso, seguido continuamente por desfalco o contrabando. Es la
acusación cuya sentencia es la confiscación de los bienes, la pena de muerte, el destierro o la ἀτιμία (atimía), es decir
privación de derechos ciudadanos. Pabón, op. cit.

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del asesinato del amante de la esposa del enunciador, Eratóstenes quien había sido descubierto en
flagrante delito. Los discursos III Defensa ante Simón y IV Acerca de una herida con premeditación, nos
recrean la agitada vida ateniense. El primero es la defensa de un hombre maduro, buen ciudadano
pero con la debilidad de unirse a jóvenes muchachos. La acusación indica heridas causadas con
premeditación e intención de matar y pide la pena de extrañamiento y confiscación de bienes. IV
Acerca de una herida con premeditación, trata de dos individuos que comparten una esclava concubina.

Tras haberse reconciliado por diferencias monetarias uno de los socios notó que la concubina
prefería al otro socio. Primero decidió apartarse, pero pidió una indemnización. Pero el amigo se
negó. En venganza, el socio ingresó al hogar de su rival, luchó contra él y lo hirió. El herido inició
un proceso por lesiones o τραύματος ἐκ προνοίας (tráumatos ek pronoias).

Otros ejemplos de las escenificaciones de la vida social en Atenas son V Defensa de Calias. Calias, un
anciano meteco comerciante acusado por robo de objetos sagrados. Mediante esta συνηγορία55
(sunegoría), el inculpado resalta los argumentos dichos en la defensa. VIII Acusación por injurias: un
caballo es vendido y muere a los pocos días. El vendedor se negó a devolver el dinero recibido por
la venta del animal. Mediante el discurso XXIV Sobre la suspensión de la ayuda monetaria al inválido,
sabemos de la pensión que se otorgaba en Atenas, a los inválidos sin fortuna o incapacitados para el
trabajo corporal. La suma era dos óbolos diarios para alimentos, además, el Consejo, cada año
realizaba un examen a los antiguos y nuevos inválidos que solicitaban el estipendio.

XXXII Contra Digiton es un discurso presentado en un proceso judicial llamado δίκη ἐπιτροπῆς56
(diké epitropés) que trata de un tutor que no habría administrado correctamente los fondos de los
huérfanos a su cargo. Esta pieza corresponde al derecho de familia. XXIII Contra Pancleón, es un
discurso que fue impugnado por Platea mediante una παραγραϕή57 (paragrafē) o contrarréplica, es
decir, una excepción legal, que se da en el caso en que un demandado encuentre defectos en el
proceso iniciado y demande a su acusador. Esta nueva acusación, desde el siglo IV, daba lugar a un
nuevo proceso independiente que paralizaba la acusación inicial. Este discurso es designado con la
palabra ἀντιγραϕή58 (antigrafé) en lugar de παραγραϕή (paragrafé), porque no se constituye como
proceso aparte, sino como una fase previa a la acción principal.

Valor político

La época de Lisias es posterior a la Guerra del Peloponeso. En este período se siguen desatando
problemas externos entre helenos y persas y continúan los enfrentamientos internos entre los que
apoyan un determinado régimen de gobierno. Las disputas se han trasladado a las ciudades y se
han encarnado en los habitantes. Lisias es un orador pro demócrata, cuya vida ha sido atravesada
por la política de Atenas. Al igual que Demóstenes, su estudio será juzgado teniendo en cuenta su
posición política y su coherencia entre acción y discurso. Es calificado como ‘sofista’ y muchas veces
este adjetivo direccionará las posiciones respecto de él.

Mucho se ha dicho sobre el valor de la obra de Lisias, sin embargo, al momento de dedicarnos al
estudio de su pensamiento político, más son las oposiciones, que las corrientes de estudio. Sobre

55 Sunegoría (del gr. συνηγορέω): ser defensor, asentir, reconocer. Pabón, op. cit.
56 Epitropés (del gr. ἐπιτροπῆς): acción de confiar o entregar remisión, (δίκης: de la acción judicial). Pabón, op. cit.
57 Paragrafé (del gr. παραγραϕή): nota marginal; excepción, expediente dilatorio. Pabón, op. cit.

58 Antigrafé del gr. ἀντιγραϕή): réplica escrita; escrito de recusación o de réplica. Pabón, op. cit.

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este tema podemos hacer dos grandes divisiones: por un lado, la corriente de los antiguos, que es
en su mayoría favorable a Lisias y por otro, la corriente moderna que, a partir de 1870, se le ha
tornado adversa y ha descalificado el valor político de su pensamiento.

Entendiendo los discursos como una fuente testimonial, tanto para las dimensiones social, judicial y
literaria, debemos también tenerla en cuenta como una cantera de testimonios sobre la política de
su tiempo. En consecuencia, la revisión sobre las opiniones referidas a esta temática, desde las
corrientes más antiguas hasta las más recientes, debe tomar en cuenta las posiciones que se han
asumido sobre el contenido político de la producción de Lisias.

La interpretación de los antiguos

La tradición señala que la obra de Lisias estuvo compuesta por cuatrocientas veinticinco
composiciones, de las cuales doscientas treinta y tres son consideradas genuinas. Según Dionisio de
Halicarnaso, a pesar de lo ampulosa que ha sido la producción de Lisias, apenas se han conservado
treinta y cuatro discursos, de los cuales, tres han llegado hasta nosotros casi como fragmentos. Muy
poco se ha conservado, presumiblemente porque se ha considerado a la obra de Lisias como
material administrativo cuyo valor no trascendía su tiempo. Las obras que han perdurado han sido
valoradas por el estilo y por el contenido histórico testimonial que documentan.

Los autores antiguos que sirven como fuente testimonial de Lisias son Aristóteles, Teofrasto,
Pseudo Plutarco, Elio Aristides, Clemente de Alejandría, Diógenes Laercio, Demetrio y Sinesio de
Cirene. Aristóteles tomó en cuenta a Lisias en sus obras apodícticas; lo cita como referente del
género epidíctico59 y Teofrasto critica los adornos gorgianos empleados en el discurso Pro de Nicias.

Los tratadistas de retórica que lo mencionan y consideran son: Cornuto, Elio Teón y Apsines de
Gádara; autores latinos como Cicerón o Valerio Máximo, citas del retor Rutilio Lupo y el gramático
Prisciano. Quintiliano, retórico hispanolatino, afirma que Lisias es muy hábil para influir en el
oyente, y que puede producir confianza plena en la honradez de su cliente. Lisias da la apariencia
de lo verdadero.

Las interpretaciones de los autores antiguos que han valorado a Lisias han sido en su mayoría
benignas. La corriente favorable en la antigüedad la representan sus imitadores: Dinarco, Carisio y
Hegesias de Magnesio. Los romanos, buscando disminuir la influencia asiática, retomaron las
normas de la oratoria griega y valoraron la brevedad y transparencia del estilo de Lisias. Cicerón
resaltará su elegancia, Cecilio de Caleacte lo considerará superior a Platón. Hermógenes lo valoró
entre los diez mejores oradores; Zenón de Citio, Zósimo de Gaza y Paulo de Gerne lo comentaron,
pero el que más tiempo y dedicación le ha otorgado es Dionisio de Halicarnaso.

59El género epidíctico o demostrativo se ocupa de hechos presentes y se dirige a un público que no tiene capacidad para
influir sobre ellos o cambiarlos de algún modo, sino sólo de asentir o disentir sobre la manera que tiene de presentarlos el
orador, alabándolos o denigrándolos. Está centrado en lo bello o lo feo. No persigue la ejecución de una acción; se limita a
intentar influir en los valores del auditorio; a inducir emociones. Cómo percibe el mundo de sus oyentes y qué hace para
incidir en él. Los oyentes sólo desempeñan el papel de espectadores. Aristóteles decía que los tópicos de este género son: la
virtud, la nobleza, la verdad, la belleza moral, etc., y pueden abarcar también la alabanza y la culpa. F. Abregú. Elementos
para un análisis del discurso: entrevista a Evo Morales, Instituto de Estudios Bolivianos, La Paz, 2010.

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Platón encabeza la corriente crítica que rechaza a Lisias por considerarlo un sofista. Esta actitud se
basa en la carta erótica60 de Lisias reproducida en el Fedro. Sin embargo, nunca mencionó nada
sobre el resto de la producción del orador.

El Lisias de Dionisio de Halicarnaso

El comentarista Dionisio de Halicarnaso61 en su tratado Acerca de los antiguos oradores, considera que
Lisias es el maestro del género sencillo, natural y conciso de la oratoria. Resalta de él la pureza de
su lengua ática, la claridad de su dicción y su facilidad para expresarse sin necesidad de recurrir a
tropos o figuras ornamentales; alaba su brevedad sin desmedro de la inteligencia y su habilidad
para sintetizar las ideas dirigidas a un público más popular. Este comentarista resalta la viveza de
las descripciones en los discursos lisianos, sus etopeyas y la habilidad para caracterizar a sus
clientes y realizar discursos amoldados a la forma de ser de los mismos. Afirma que Lisias es el
paradigma por excelencia de la narrativa, señalando que las reglas de este género derivarían del
estudio de los modelos proporcionados por él. Según este autor, el mérito de Lisias reside en no
incurrir en la repetición de los mismos silogismos. Considera que Lisias y no Demóstenes es el
paradigma de la narrativa, e incluso señala que las reglas de la narrativa dadas en los tratados
retóricos en boga, derivaron del estudio de modelos proporcionados por Lisias.

El Lisias de Platón

El filósofo descalifica el estilo de Lisias y considera su contenido superfluo. Afirma que Lisias huye
de las definiciones principales, que su ideario es superficial y su discurso es disperso y carente de
estructura lógica. No obstante, debemos notar que esta crítica se basa únicamente en la carta citada
por Platón en el Fedro y deja de lado el total de la obra lisiana. Además, la carta erótica es
considerada como un escrito inicial que responde a un estilo adornado, formato que Lisias dejó de
lado en los demás discursos de su obra.

Según las fuentes de Suda, las cartas de Lisias eran siete, de éstas, una era de negocios y seis
amorosas. Las cartas amorosas iban dirigidas: una para una mujer hetera62 y las cinco restantes a
mancebos. Entre ellas estaba La Carta Erótica citada y conservada por Platón.

Frederic Blass63 afirma que esta carta no se debe incluir junto con las otras porque está expuesta
como discurso y no va dirigida a nadie en específico. Según este autor, no existe motivo para
considerarla como carta, e incluso pertenecería a un género literario conocido como “discursos
amatorios”, frecuente en el siglo IV y con raíces en la Sofística de finales del siglo III.

La tradición histórica señala el año 410 como fecha de este discurso, pues ese año, Lisias regresó de
Turios, ciudad en la que aprendió retórica con Tisias, considerado uno de los fundadores de esta

60 Escrito juvenil de Lisias, realizado al poco tiempo de aprender retórica con Tisias en Turios; la obra logográfica será muy
posterior.
61 Dionisio de Halicarnaso, De Lysias, 1.

62 Hetera (del gr. ἑταίρα): mujer cortesana.

63 BLASS, F., Zu Antiphon und Lysias. 1866. AB I2, pág. 423.

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disciplina en Grecia. Posiblemente, Lisias fue maestro de retórica a su retorno a Atenas. Se cree que
este discurso es un ejercicio de ese tiempo.

Pero el 410 no es una fecha compatible con Fedro de Mirrinunte, pues éste pasaba por estrecheces
económicas, debido a la confiscación de sus propiedades y la pena de destierro. Fedro había sido
procesado y desterrado de Atenas por estar implicado en la profanación de los misterios eleusinos y
la mutilación de las estatuas de Hermes en Atenas en el año 415. Los involucrados no regresaron
hasta la amnistía del 403. En todo caso, es difícil sostener la historicidad de la escena del Fedro y
sólo nos queda apelar a la ficción dramática de Platón.

En el diálogo, Sócrates se encuentra casualmente con el joven Fedro, quien viene de haber estado
con Lisias. Sócrates se interesa por la conversación que tuvieron Fedro y Lisias. Fedro lee la carta
Erótica de Lisias, que sostiene que se debe otorgar favores y predilección para entablar una relación
con alguien de quien no se está enamorado, en lugar de preferir a alguien de quien sí se está. La
tesis general afirma que no es justo que, por no estar enamorado, quede uno privado de los favores
de un enamorado. Se procede a la demostración de esta tesis.

La crítica principal de Platón hacia Lisias no va enfocada a si es más o menos conveniente amar a
alguien de quien se está o no enamorado, sino al concepto que Lisias tiene del amor. Para Lisias, el
amor sería algo dañino, una locura perjudicial. Para Platón, el amor es también una locura, nos saca
de sí, pero más allá de lo físico, el amor hace retornar el alma a un estado de contemplación del
mundo de las Ideas. Platón unifica el amor con la filosofía y por lo tanto, el enamorado conduciría
al ser amado a la virtud.

Las críticas de Platón por boca de Sócrates no se dirigen a la forma, pues reconocen la claridad y
exactitud del discurso. Sócrates critica la repetición de ejemplos en lugar de conceptos, el desorden
de la disposición del discurso y que no se parta de una definición del amor. Sobre la retórica, señala
que ésta defiende lo verosímil τὰ εἰκότα (eikοta) por encima de lo verdadero, τὰ ἀληθῆ (alethé).

Los modernos se han manifestado sobre el discurso Erótico; las críticas se dividen en dos. Por una
parte, las que afirman que Lisias es autor del discurso, pues tiene características típicas de los
discursos lísianos, que ni los imitadores lograrían realizar. Por otra, las que señalan que Platón
pudo haber inventado el discurso como en el caso del Banquete y el Protágoras, o que Platón sólo
citaría las frases convenientes a sus intereses, dejando otras de lado. Al respecto, se resalta que
Platón buscaría, además, atacar el uso de la retórica.

En conclusión, si este discurso es o no de la autoría de Lisias, no nos interesa; sino por qué Platón
eligió a Lisias para atacar la retórica. Fue por su condición de meteco o por su ferviente posición
política a favor de la democracia. No se tiene testimonios de una rivalidad personal, pues sabemos
que en el libro I de la República, Sócrates está dialogando en la casa familiar de Lisias y que Lisias
escribió una defensa para Sócrates, quien la rechazó. El diálogo Fedro es posterior a la muerte de
Lisias y por lo tanto, sólo nos queda afirmar que Platón eligió a Lisias porque fue un representante
importante de la oratoria ática.

La interpretación de los modernos

Las interpretaciones modernas consideran a Lisias como una fuente histórica pero no política del
siglo V. Algunos miran con reserva el estudio político sobre este autor. Las opiniones al respecto

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son contrarias; toman en cuenta la situación civil y su posición económica para favorecer o
perjudicar al autor y muchas veces, descalifican la posición política prodemócrata bajo el
argumento de que, en el fondo, Lisias actuaba movido por sus intereses personales.

La discusión académica ha nacido a partir de 1870 64. Lisias, al igual que otros oradores, ha sido
juzgado desde los procesos políticos modernos. Ha sido considerado como “de izquierda” lo que le
causó grandes críticas anacrónicas desde la tradición alemana.

La interpretación alemana

Según Manuel Fernández Galiano65, la opinión de la escuela alemana sobre Lisias se concentra en
una serie de adjetivos calificativos que lo juzgan anacrónicamente. Varios autores acusan a Lisias de
ser: impúdico, rábula, terrorista, inspirador de las peores alocuciones pronunciadas ante los
tribunales de la revolución francesa, interesado en convertirse en ciudadano ateniense y hasta en
gobernante de la ciudad. Otros lo llaman meteco ingrato, que en lugar de agradecer a Atenas la
hospitalidad, conspira incesantemente como los judíos contra Guillermo II, y cuyo único mérito es
enmascararse o enmascarar a sus enemigos. Tal es la opinión de la escuela alemana.

1870 es un período de gran exaltación patriótica e imperialista en Alemania. Antes de esto,


Rauchenstein, Frohberger y Friedrich Blass, entre otros, se habían mostrado imparciales en el
aspecto político de los discursos de Lisias. Rudolf Rauchenstein 66 defiende el credo democrático
verdadero de Lisias y sus sacrificios a favor de la democracia. G. A. H. Frohberger 67 subraya la
actitud y la disponibilidad de sacrificarse por Atenas. Rauchenstein, Frohberger y Friedrich Blass 68
no tienen dudas de que la posición política de Lisias se pueda deducir de lo que él ha dicho sobre sí
mismo.

64 19 de julio de 1870 estalló la guerra franco-prusiana, un conflicto bélico entre el Segundo Imperio francés y el Reino de
Prusia. Este último tuvo el apoyo de la Confederación de Alemania del Norte y los reinos aliados
de Baden, Baviera y Württemberg. El conflicto marcó la tensión entre las dos potencias, que se hizo mayor debido a la
creciente influencia ejercida por los Estados alemanes en el sur del río Meno, y la dirección de Prusia ejercida dentro de
la Confederación Alemana del Norte. Francia no toleró esto. La guerra franco-prusiana fue el conflicto más importante que
se luchó en Europa luego de las guerras napoleónicas y previo a la Primera Guerra Mundial y terminó con la completa
victoria de Prusia y sus aliados. La consecuencia más importante fue la creación del Imperio Alemán y el fin de la época
imperial de Francia, que significó el inicio del régimen republicano más importante entre los que entonces existían en ese
continente.
65 LISIAS. “Introducción”, FERNANDEZ GALIANO, Manuel (Trad.) Discursos I-XII, Madrid: Alma Mater, 1952.

66 Rudolf Rauchstein (nació el 2 de mayo de 1798 en Brugg; † 3 de enero 1879 en Aarau), fue un filólogo y profesor suizo,

además, fue un activo político. En 1843, recibió en la Universidad de Basilea por sus méritos científicos, el título de Doctor en
Filosofía. Publicó obras referidas a los oradores áticos como Ausgewählte Reden des Lisias [Discursos seleccionados de Lisias].
Otras obras tratan de la enseñanza, especialmente de las lenguas clásicas. Colaboradores de Wikipedia, Rudolf Rauchenstein
[en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013. [consultado 10 de enero de 2014]. Disponible en:
http://de.wikipedia.org/wiki/Rudolf_Rauchenstein
67 Gerhard August Hermann Frohberger (nacido el 31 de marzo de 1836 en Leipzig, † 28 de marzo de 1874 en Chemnitz), fue

un erudito clásico alemán. Estudió a partir de 1847 en la Escuela de Santo Tomás en Leipzig. Después de su graduación en
1852, estudió teología, historia y filología. En su obra encontramos Ausgewählte Reden des Lisias [Discursos seleccionados de
Lisias] (1866). Colaboradores de Wikipedia, Hermann Frohberger [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013. [consultado 10
de enero de 2014]. Disponible en: http://de.wikipedia.org/wiki/Hermann_Frohberger.
68 Friedrich Blass (nació el 22 de enero de 1843, en Osnabrück; † el 5 de marzo de 1907 en Halle), fue un erudito clásico

alemán. Es principalmente conocido por sus trabajos en relación con la oratoria griega, entre ellos: Attische Beredsamkeit [La
elocuencia ática], publicada y reeditada en 1868-1880 y la 2ª edición es de 1887-1898. Colaboradores de Wikipedia, Friedrich
Blass [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013. [consultado 10 de enero de 2014]. Disponible en:
http://en.wikipedia.org/wiki/Friedrich_Blass

39
Los investigadores de épocas más recientes: Burckhard, Pöhlmann, Meyer, Wilamowitz 69, Bruns,
Beloch, Wendland han sido bastante adversos. Según Edwar Meyer 70, Lisias no tenía ningún
concepto de derecho ni de leyes. Proponía el punto de vista democrático que, de vez en cuando, era
contradictorio a su juicio. Lisias no fue un demócrata verdadero. Wendland 71, como Wilamowitz,
piensa que Lisias es un abogado egoísta y que vivió de los radicales; que al mismo tiempo, estaba
dispuesto a defender a sus enemigos políticos. Para Beloch72, Lisias fue un abogado rábula, que no
despreciaba ningún medio para lograr la victoria.

Según J. H. Lipsius73, Lisias ha apoyado la lucha democrática con dinero y ha participado


personalmente en la lucha de Trasíbulo. Para Hans Bogner74, Lisias fue un hombre sin credo, con
inclinaciones a la mentira.

69 Ulrich von Wilamowitz Moellendorff (nació en Markowitz, Posnania, el 22 de diciembre de 1848; † en Charlottenburg,
Berlín, el 25 de septiembre de 1931), fue filólogo y helenista alemán. A pesar de que desarrolló una rivalidad feroz con su
condiscípulo Friedrich Nietzsche, sostuvo siempre una amistad con el que sería gran editor de los presocráticos, Hermann
Diels. Wilamowitz, por su parte, veía en la tesis de Nietzsche un ataque contra los fundamentos mismos del pensamiento
racional. Pretendía defender la filología tradicional contra una conjetura iconoclasta de Nietzsche. Sin embargo, más tarde
reconoció en sus memorias que esta polémica era resultado de un malentendido. Wilamowitz fue figura central de la
filología clásica del siglo XIX, se opuso a la crítica textual de Friedrich August Wolf y Karl Lachmann, representando una
especie de neoclasicismo. Prefería a la historia de los textos, una reconstrucción de la biografía de los autores a partir de sus
obras. Se especializó en literatura griega y escribió diversos cursos: La literatura griega en la antigüedad, La poesía helenística,
¿Qué es una tragedia ática?, Introducción a la tragedia griega, Una Historia de la filología (1921) y La fe de los griegos, (1931-1932).
Colaboradores de Wikipedia, Ulrich von Wilamowitz Moellendorff [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013. [consultado
10 de enero de 2014]. Disponible en http://es.wikipedia.org/wiki/Ulrich_von_Wilamowitz-Moellendorff.
70 Eduard Meyer (nació el 25 de enero de 1855; † el 31 de agosto de 1930), fue un notable historiador alemán, nacido en

Hamburgo y educado en las universidades de Bonn y Leipzig. En 1933, Ortega y Gasset se refiere a él como el más grande
historiador de los últimos treinta años. Su obra más importante es Geschichte des Altertums [Historia de la antigüedad] (1884-
1902 tercera edición, 1913). Colaboradores de Wikipedia, Eduard Meyer [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013.
[consultado 10 de enero de 2014]. Disponible en http://es.wikipedia.org/wiki/Eduard_Meyer
71 Johann Theodor Paul Wendland (nació el 17 de agosto de 1864; † el 10 de septiembre de 1915), fue un filólogo clásico

alemán. Nacido en Hohenstein , Provincia de Prusia , fue profesor en la Universidad de Kiel, la Universidad de Breslau y la
Universidad de Göttingen, donde murió. Entre sus principales escritos tenemos Beiträge zur Geschichte der Philosophie
grieschischen [Contribuciones a la historia de la filosofía griega], Die hellenistisch-römische Kultur [La cultura griega y romana],
entre otros. Colaboradores de Wikipedia, Paul Wendland [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013. [consultado 10 de
enero de 2014]. Disponible en: http://en.wikipedia.org/wiki/Paul_Wendland.
72 Karl Julius Beloch (nació en Petschkendorf, en enero 21 de 1854; † el 7 de febrero de 1929 en Roma), fue un historiador

alemán naturalizado italiano. Tuvo una violenta discusión con Theodor Mommsen, incluso Wilamowitz lo defendería. A
pesar de ser muy inteligente, Beloch fue juzgado con malicia por gran parte de la cultura alemana, particularmente con el
advenimiento del nazismo en Alemania. A causa esa disputa con Mommsen, Beloch nunca tuvo una posición de prestigio en
el mundo académico alemán. Beloch escribió Historia griega compacta (Estrasburgo 1893), el primer volumen narra los
acontecimientos históricos y el otro contiene sus conclusiones. Esta obra sostiene que entre el período micénico y arcaico no
había existido ningún siglo oscuro. Su trabajo fue muy influyente y sigue siendo válido actualmente, a pesar de los
descubrimientos más recientes. Beloch también extendió sus investigaciones a los datos demográficos, estudiando en
particular la tendencia demográfica del mundo antiguo. Colaboradores de Wikipedia, Karl Julius Beloch [en línea]. Wikipedia,
La enciclopedia libre, 2013. [consultado 10 enero de 2014]. Disponible en: http://it.wikipedia.org/wiki/Karl_Julius_Beloch
73 Lipsius, Justus Hermann (nació el 5 de septiembre de 1834 en Leipzig; † el 9 de mayo de 1920), fue filólogo y estudioso de

los clásicos y Rector de la Universidad de Leipzig de 1891-1892. Entre sus escritos contamos con Quaestionum Lysiacarum
specimen [Especimen de preguntas sobre Lisias], Quaestiones logographicae. [Preguntas logográficas], Die Bedeutung des
griechischen Rechts [El significado de la ley griega], Das attische Recht und Rechtsverfahren [La ley ateniense y los
procedimientos legales] en 3 volúmenes, entre otros. Colaboradores de Wikipedia, Richard Claverhouse Jebb [en línea].
Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013. [consultado 10 de enero de 2014]. Disponible en:
http://de.wikipedia.org/wiki/Justus_Hermann_Lipsius y Historische Vorlesungsverzeichnisse der Universität Leipzig,
Lipsius, Justus Hermann [en línea]. Universitätsbibliothek Leipzig, 2012. [Consultado 10 enero de 2014]. Disponible en:
http://histvv.uni-leipzig.de/dozenten/lipsius_jh.html
74 Hans Bogner (nació el 8 de noviembre de 1895 en White Castle en Baviera; † el 28 de diciembre de 1948 en Freiburg,

Breisgau), fue un filólogo alemán clásico, su especialidad era la interpretación de la democracia desde las experiencias de la
antigüedad. Se doctoró en la Universidad de Munich. Fue parte del círculo alrededor de Hamburgo Wilhelm Stapel y los

40
El Lisias de Willamowitz

Las principales críticas de Willamowitz contra Lisias han sido puestas en relieve en los discursos
XXII Contra los revendedores de trigo y XXV Defensa [en un proceso de derrocamiento del régimen
democrático]. La polémica acusación de Willamowitz respecto del primer discurso se refiere a que
Lisias vende su pluma al mejor postor, pues defiende a los revendedores de trigo que encarecían su
precio, durante los momentos de desabastecimiento. Willamowitz75 hace notar que Lisias, al
defenderlos, demuestra que no tiene principios morales y sólo busca el lucro, pues en este caso,
ampara a quienes atacan al demos.

Sobre el segundo discurso, el filólogo alemán recrimina a Lisias la falta de convicciones políticas,
pues en este caso defiende a un cliente con tendencias oligárquicas muy similares a Terámenes, el
causante del asesinato de su hermano Polemarco. Las afirmaciones de Lisias en este discurso, nos
hacen saber su percepción sobre los regímenes políticos tras haber perdido a su hermano, la
ciudadanía otorgada y gran parte de sus bienes materiales. Lisias afirma que: “ningún hombre es por
naturaleza oligárquico o democrático”; “no versan sobre la forma de gobierno las diferencias mutuas entre los
hombres, sino sobre las conveniencias personales de cada uno”; “las veces que han cambiado de partido los jefes
de uno y otro régimen”; “La democracia se origina a causa de los que llevan una política injusta en la
oligarquía” y “por culpa de los que se comportaron como sicofantes en la democracia se estableció dos veces la
oligarquía”.

La visión política de Lisias en estas circunstancias es bastante criticable, pues como señala
Willamowitz, Lisias vende su pluma al mejor postor, no halla diferencia entre oligarquía y
democracia, no existiría mayor bondad en ninguna de las dos, ambas sería buenas. El éxito de un
régimen dependería del recto proceder de las personas que participan en él. Para Wilamowitz, Lisias
fue un combatiente radical de la democracia, para lograr ser ciudadano, pero deja a la democracia, si
del otro lado se le ofrecen mayores ventajas. Willamowitz mediante sus críticas pretende
“desenmascarar” a Lisias y demostrar que bajo el disfraz de ciudadano probo, se encuentra un
enemigo de la ciudad que busca sobre todo favorecer sus intereses económicos. Pero mucho de esta
crítica ha sido relativizada por Gernet y Bizot al considerarla demasiado alejada de la antigüedad y
bastante recurrente a analogías del mundo moderno; posteriormente, Fernández Galiano la señalará
como anacrónica.

Drerup, Schön, Aly y Ferckel, han sido los críticos más contrarios a Lisias. Para Engelbert Drerup 76,
Lisias fue un abogado sin escrúpulos que sólo conocía el interés de sus gobernantes. Su única meta

conservadores, que se oponían al liberalismo y el parlamentarismo de la República de Weimar. Consideraba que el Nacional
Socialismo era un medio para superar las deficiencias del sistema anterior. Perteneció desde 1936 a la Junta Consultiva de la
cuestión judía del Departamento de Investigación en el Instituto del Reich para la Historia de la Nueva Alemania y publicó
un libro titulado La cuestión judía en el mundo greco-romano. En 1937 se unió al partido nazi. Fue profesor titular en Friburgo
en 1941-1944. Después del período nazi no se le permitió volver a la universidad y trabajó como profesor de lenguas
antiguas en el seminario protestante Blaubeuren. Después de la guerra, sus escritos fueron la formación de la élite política.
Sus escritos referidos a Lisias son Die Verwirklich Demokratie, die Lehren der Antike, [La democracias realizada en las
enseñanzas de la antigüedad]. Hamburg, Berlin, Leipzig 1930, p. 180. Colaboradores de Wikipedia, Hans Bogner [en línea].
Wikipedia, La enciclopedia libre, 2014. [consultado 10 de enero de 2014]. Disponible en:
http://de.wikipedia.org/wiki/Hans_Bogner
75 WILAMOWITZ, Ulrich . “Lysias wider die Getreidehändler” en Aristoteles und Athen II, Berlín, 1893. pp 217-230.

76 Engelbert Drerup (nació el 11 de febrero de 1871 en Borghorst; † el 16 de septiembre de 1942 en Steinfurt, Münster,

Westfalia), estudió filología clásica en Münster, München, Freiburg en Breisgau, Berlin y Leipzig Allí recibió el doctorado
en 1894, con la tesis De codicum Isocrateorum auctoritate. En 1910, se convirtió en miembro honorario de la Sociedad

41
fue asumir un papel de liderazgo en la vida del Estado. Tenía mucho talento para parecer un
hombre sincero y un inocente lastimado u ofendido. Atenas tuvo suerte de que Lisias no hubiera
logrado mucha influencia en el Estado. Según Wolfgang Aly77, Lisias fue un escritor productivo,
vivaz y con talento, pero carecía completamente de un credo sincero y representaba el período más
triste y más sucio de la vida jurídica del Ática.

El Lisias de Ferckel

La tesis doctoral de Friedrich Ferckel78 afirma que la meta de Lisias es volverse ciudadano de
Atenas. Además, señala que la retórica lisiana sólo contiene indirectamente los pensamientos
políticos del autor.

Para Ferckel, hay que tratar los testimonios de Lisias y sus comentaristas con mucho cuidado, pues
no hay consenso sobre su actitud política. Los autores ingleses y franceses, según las constituciones
democráticas de sus países son mucho menos críticos frente a Lisias que los autores alemanes.

En base a una revisión de las percepciones de los académicos de su época, Ferckel afirma que no
existe una ciencia sin presupuestos, que la actitud política de un pueblo muchas veces influye en las
opiniones científicas. Señala que la democracia occidental no tiene razones para rechazar con
indignación la politización abierta de las ciencias y universidades alemanas. Mientras muchos
autores juzgan la actitud de Lisias frente a Atenas, según el valor exterior de sus intereses y a causa
de sus bellas palabras, Ferckel quiere investigar su actitud interior, si fue determinada por
convicciones o por el cálculo a través de una contraposición de sus derechos.

Finalmente, compilamos algunas percepciones de académicos alemanes posteriores a 1900. Ernest


Sewera79 afirma que no tiene sospechas sobre el credo democrático y la autenticidad histórica de
Lisias. Este orador ha desarrollado las normas de un arte político prudente. Para Hans Windel 80,
Lisias es un rétor para alabar, por su energía y sus sacrificios por su ciudad. Según Wilhelm Shöne 81,
el credo político de Lisias busca la caída de los Treinta; tuvo un odio sincero hacia la oligarquía y

Arqueológica de Atenas. Las prioridades de investigación fueron la antigua retórica, la erudición homérica y la
pronunciación del griego. Entre sus obras relacionadas a Lisias tenemos: Aus einer alten Advokatenrepublik: Demosthenes und
seine Zeit. Paderborn, 1916. [De un viejo abogado República: Demóstenes y su tiempo]. Colaboradores de Wikipedia,
Engelbert Drerup [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013. [consultado el 20 de enero de 2014]. Disponible en:
http://de.wikipedia.org/wiki/Engelbert_Drerup

77 Wolfgang Aly (nació el 12 agosto de 1881 en Magdeburgo; † el 3 de septiembre de 1962 en Festos, Creta), fue un filólogo
clásico de origen alemán. Aly aborda numerosos temas en el campo de la literatura griega. Durante el nacionalsocialismo, en
1931, Aly se unió al Partido Nazi. En 1936, se publicó el tratado Revolución alemana en las lenguas clásicas de enseñanza.
Junto a otros miembros de filología clásica en Friburgo, Hans Bogner y Hans Oppermann, también nazis, trataron de
imponer en la asignatura, una orientación compatible con el sistema. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial Aly tuvo que
retirarse de la enseñanza. Sus escritos de Homero (1937) y Tito Livio (1938) se establecieron en la zona de ocupación
soviética en la lista de la literatura proscrita. Entre sus obras encontramos Geschichte der griechtschen Literatur [Historia de la
literatura griega], 1925. Colaboradores de Wikipedia, Wolfgang Aly [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013.
[Consultado 10 de enero de 2014]. Disponible en: http://de.wikipedia.org/wiki/Wolfgang_Aly
78 FERCKEL, Friedrich. Lysias und Athens, Tübingen. 1937

79 SEWERA, Ernest. Lysias’ Reden gegen Eratosthenes und den Ölbaum (Einleitung), Meisterwerke der Griechen und Römer IV.

Leipzig und Berlin. 1903 [Discursos de Lisias contra Eratóstenes y el Olivo (Introducción), Obra maestra de los griegos y
romanos].
80 WINDEL, Hans, (1905). Lysias’ Reden. Auswahl für den Schulgebrauch Bielefeld u. Leipzig, bes. S. XII. [Discursos de Lisias. La

selección para la escuela] (Collección latín y griego. Regalos inteligentes), Bielefeld y Leipzig, pp XII.
81 SHÖNE, Wilhelm. “Lysias, Ausgewählte Reden”. Ecolage Graeco-latinae, Fasc. 44. Leipzig-Berlin 1982; 2 Aufl. 1931, p. 1.

42
tomó partido a favor de la democracia. Walter Plöbst 82, concede las quejas contra la sinceridad
histórica de Lisias, pero pregunta si es correcto juzgar a Lisias según el sentido y sentimiento éticos
de las leyes modernas. Afirma el apoyo que Lisias ha dado a los demócratas de Megara como un
signo del espíritu de sacrificio. Además para Walther Thiele83, Lisias fue un abogado de los
radicales pero también se dejó influir por hombres del otro partido. Su pertenencia a la democracia
vencedora resultó de sus propósitos políticos. Según Johannes Geffcken 84, Lisias odiaba a los
Treinta y como meteco sufrió con y por su segunda patria. Pero para Oskar Armbruster 85, Lisias no
se puede tomar como fuente histórica seria.

Las corrientes interpretativas opuestas a la alemana las componen la francesa, la inglesa y la


norteamericana, donde vemos notoriamente que la nacionalidad de los eruditos interviene en sus
interpretaciones.

La interpretación inglesa

Según Richard Claverhouse Jebb86, Lisias fue amigo generoso de Atenas, un ciudadano sabio de
Grecia, pero sin ambiciones políticas. Walter Rangeley Maitland Lamb87, afirma que Lisias fue un
enemigo verdadero de la grandeza de Atenas que ha fomentado toda su vida la democracia
absoluta y la defendía con celo como abogado. Según Robert J. Bonner 88, Lisias tenía un papel

82 PLOEBST. Lysias en RE XIII, 1927. pp 192-196.


83 THIELE, Walther. Lysias, Rede gegen Eratosthenes, Freytags, Sammlung griech. und lat. Klassiker) Leipzig 1927, S. 1. Lisias
discurso contra Eratóstenes, Freytag. [Colección de clásicos griegos y latinos].
84 Karl Heinrich Johannes Geffcken (nació en Berlín en 1861; † en 1935 en Rostock), fue filólogo y erudito clásico alemán. En

1882, se trasladó a la Universidad de Göttingen tomando contacto con Sauppe Hermann y Karl Dilthey, luego en Bonn con
Hermann Usener y Franz Bücheler Geffcken. Wilamowitz fue su maestro y tutor. Su principal área de trabajo fue el estudio
de la literatura cristiana del mundo antiguo y su relación con la literatura pagana. Entre sus trabajos destacamos Griechische
Menschen [Pueblo griego]. Leipzig 1919; Griechische Literatur Geschichte. Band I und Band II [Historia de la literatura Griega,
Volumen I y II] 1934. Colaboradores de Wikipedia, Johannes Geffcken (Philologe) [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013.
[Consultado el 10 de diciembre de 2013]. Disponible en: http://de.wikipedia.org/wiki/Johannes_Geffcken_(Philologe)
85ARMBRUSTER, Oskar (1913) Über die Herrschaft de Dreiβig zu Athen 404/3 v. Chr. [Sobre el dominio de los Treinta 404/3 a.C.]

Dissertation. Freiburg. S. 3.
86 Sir Richard Claverhouse Jebb (nació el 27 agosto de 1841; † el 9 de diciembre de 1905), fue un británico erudito clásico y

político. Desde 1859 fue miembro de la Cambridge Apóstoles, la sociedad secreta intelectual. Entre sus publicaciones más
importantes tenemos: The Attic Oradores (2 ª ed., 1893), junto con Selecciones de los oradores áticos (2 ª ed., 1888). Colaboradores
de Wikipedia, Richard Claverhouse Jebb [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013. [Consultado el 10 de enero de 2014].
Disponible en: http://en.wikipedia.org/wiki/Richard_Claverhouse_Jebb
87 Sir Walter Rangeley Maitland Lamb (nació en Inglaterra en 1882; † en 1961), fue Secretario en la Royal Academy, dio

conferencias y estudioso de los clásicos. National Portrait Gallery, Sir Walter Rangeley Maitland Lamb [en línea]. [Consultado
el 25 de mayo de 2014]. Disponible en http://www.npg.org.uk/collections/search/person/mp56908/sir-walter-rangeley-
maitland-lamb
88 Robert J. Bonner (nació en 1868, en el condado de Oxford, Ontario, Canadá), fue un erudito clásico. Estudió en la

universidad de Toronto, obtuvo honores en clásicas y leyes. Desde siempre tuvo una predilección por los clásicos, y para su
doctorado, eligió esta temática. Enseñó latín y griego tanto en escuelas elementales como en universidades. Trabajó en las
universidades de Florida y Chicago. El enfoque de la investigación de Bonner fue jurídico, sobre la práctica judicial en la
antigua Grecia. Sus estudiantes son conocidos como la Escuela Bonner de la ley griega. Junto con Gertrude Smith, escribió
en los años 30 su obra principal, en la que presentó la totalidad del sistema judicial ateniense. Entre su producción referida a
Lisias encontramos Evidence in Athenian Courts (Dissertation) [Evidencia en los tribunales atenienses (tesis)]. La vol. 41, N º 8
(mayo de 1946), pp 360-362. Chicago, 1905; Lawyers and Litigants in Ancient Athens. [Abogados y litigantes en la Antigua Atenas].
Chicago, 1927; Administration of Justice from Homer to Aristotle, [Administración de Justicia desde Homero hasta Aristóteles] y
Aspects of Athenian Democracy [Aspectos de la democracia ateniense]. Berkeley, 1933 (Sather Classical Lectures 11). Murió en
Meryland en 1946. Colaboradores de Wikipedia, Robert J. Bonner [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013. [Consultado
el 20 enero de 2014]. Disponible en: http://de.wikipedia.org/wiki/Robert_J._Bonner y Gertrude Smith, Robert J. Bonner: 1868-
1946 [en línea]. The Classical Journal, ed. La Asociación Clásica del Medio Oeste y Sur, Disponible en

43
político “detrás del escenario”, fue un producto del sistema democrático, de administrar la justicia.
Lisias sabía esconderse detrás de sus mandatarios y manejar sutilezas y falsedades.
La interpretación americana

Según John Frederic Dobson89, Lisias fue un amigo verdadero de la democracia, sólo por las
circunstancias no logró asumir una grandeza o celebridad política como Demóstenes. En sus
discursos, Lisias confiaba más en la lógica que en el efecto de la piedad y el terror.

La interpretación francesa

El historiador francés Croiset afirma que los detalles que resalta Lisias en sus discursos, en ningún
momento son rellenos inútiles, sino que buscan poner algo delante nuestro. Ninguna palabra es
vana en los discursos lisianos. Según Jebb90, Lisias busca tocar el corazón pero no lo penetra, deleita
pero fracasa en asombrar o aterrar, como lo hacía Demóstenes. Si existe una crítica fundamental
contra Lisias es la de falta energía y majestuosidad para conmover a su auditorio, aspecto en el que
Demóstenes siempre le llevó la delantera.

Perrot91 también considera verdadero el amor de Lisias a su patria y sus sacrificios por el interés de
Atenas como demócrata convencido, al igual que Demóstenes. De igual manera piensa Christ
Schmidt. Michel Clere también afirma la sinceridad del democratismo de Lisias, de sus grandes
méritos y su lealtad a la democracia, su actitud conciliadora frente a los que tenían otras opiniones.
A pesar de que era extranjero fue ciudadano de Atenas.

Paul Cloché defiende a Lisias contra los ataques a la autenticidad histórica de su obra y considera
que merece el derecho de ser ciudadano. Alaba sus méritos en la campaña del Filé, el que no haya
violado la amnistía en el Discurso XII Contra Eratóstenes y que no sea un sicofante. Para Gernet 92 y
Bizos93, Lisias ha apoyado la democracia sin pensar en sí mismo, y se sentía muy vinculado con la
patria escogida. Según Curt Hermann94, Lisias ha escrito de una manera sincera como ningún otro.

http://www.jstor.org/discover/10.2307/3291572?uid=3737656&uid=2&uid=4&sid=21104070556187. [consultado 21 enero de


2014].

89 John Fred Dobson, profesor de griego en la Universidad de Bristol en Inglaterra. Entre sus obras encontramos The Greek
orators (Los oradores griegos) en 1919.
90 JEBB, R.C. The Attic Orators from Antiphon to Isaeos. New York: Russel & Russel. 1962, p 145. Citado por Rojas, Op. Cit.

91 Georges Perrot (nació en Villeneuve -Saint -Georges 12 de noviembre de 1832; † 30 de junio de 1914), fue un arqueólogo

francés y helenista. Entre sus obras encontramos L'Éloquence politique et judiciaire à Athènes. I: Les Précurseurs de Démosthène,
(La política y judicial Atenas Elocuencia. I: Precursores de Demóstenes), Hachette, Paris, 1873. Colaboradores de Wikipedia,
Georges Perrot [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013. [consultado 10 enero de 2014]. Disponible en:
http://fr.wikipedia.org/wiki/Georges_Perrot
92 Louis Gernet (nació 1882; † 1962) fue filólogo y sociólogo francés, doctorado en letras con una tesis titulada Recherches sur le

développement de la pensée juridique en Grèce ancienne (Investigaciones sobre el desarrollo del pensamiento jurídico en Grecia).
En 1964, su discípulo Jean-Pierre Vernant fundó el Centre Louis-Gernet, un centro para el estudio comparativo de las
sociedades antiguas que se adjunta a la École des Hautes Études en Sciences Sociales. Entre sus obras encontramos Droit et
société dans la Grèce ancienne (Derecho y Sociedad en la antigua Grecia), Anthropologie de la Grèce (Antropología de
Antigüedades). Colaboradores de Wikipedia, Louis Gernet [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013. [consultado 10
enero de 2014]. Disponible en: http://en.wikipedia.org/wiki/Louis_Gernet
93 Bizos Marcel (1889-1974) es un helenista y latinista francés. Nacido en Angers (Maine -et -Loire) 26 de marzo 1889, murió

en Sceaux el 2 de noviembre 1974. Es autor de numerosos libros de griego y latín. Escribió versiones griegas y latinas,
además es el traductor de los clásicos griegos y latinos, como: Lisias, Discurso, dos volúmenes. 1924-1926.
http://fr.wikipedia.org/wiki/Marcel_Bizos
94 HERMANN, Curt. La Restauration Démocratique à Athènes en 403 avant J. C., Paris. 1915.

44
La interpretación hispana

El Lisias de Fernández Galiano95

Lisias no era un modelo de virtudes sobresalientes. Hizo sin duda, todo lo posible por alcanzar la
ciudadanía a la que creía tener derecho. Para Fernández Galiano esto no tiene nada de malo.
Debemos juzgar su actividad forense según las normas morales de la época. Los usos de los recursos
que utilizaba eran válidos, pues buscaba lograr el triunfo de su cliente.

La ocupación de Lisias era similar a la del abogado moderno, estaba interesado en el éxito de su
defendido; esto lo liberaba de imposiciones sobre los procedimientos que debía seguir. No se sabe de
ningún proceso de imputación contra Lisias a causa de mentiras o inexactitudes, que en su época
eran muy comunes y drásticamente sancionadas.

Sobre el tema de las defensas, tanto para demócratas como para oligarcas, Fernández Galiano, señala
que después de haber perdido su ciudadanía y gran parte de sus bienes, Lisias no contaba con una
independencia económica de la polis. Al margen de esto, Fernández Galiano afirma que Lisias pasaba
por un periodo de desilusión respecto del régimen democrático, pues él lo había dado todo, sin
recibir nada a cambio. Considera que es perfectamente justificable que, durante este último período
de su vida, Lisias no tomara posición en defensa del régimen democrático, pues los demócratas no
habían sido nada solidarios con él.

El Lisias de Rojas

Lourdes Rojas Álvarez96, afirma que en su calidad de logógrafo, Lisias trabajó para todo tipo de
clientes, y que por esta causa, fue acusado de oportunista. Sin embargo, señala que es notoria la
simpatía de Lisias con la causa democrática. Al margen de haber escrito indistintamente para clientes
de diferentes tendencias políticas, Lisias nunca dejó de representar la causa democrática a la que no
tenía por qué estar ligado.

95 Manuel Fernández-Galiano Fernández nació en Sevilla en 1918 y murió en 1988, fue un helenista y profesor español. Dictó
la cátedra de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid. Produjo más de trescientas publicaciones, entre
ellas, traducciones, ediciones críticas y comentarios de autores como Homero, Sófocles, Píndaro, Platón, Demóstenes,
Lisias, Epicuro y Heródoto entre otros. Fue miembro destacado de la Asociación Cultural Hispano-Helénica y de la Fundación
Pastor. En 1987 fue elegido académico de la Real Academia Española. Inició una edición directa del griego al español de la
obra completa de Lisias. Colaboradores de Wikipedia, Manuel Fernández Galiano Fernándezt [en línea]. Wikipedia, La
enciclopedia libre, 2013. [consultado 10 de mayo de 2014]. Disponible en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Fern%C3%A1ndez-Galiano
96 Es doctora en Letras Clásicas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de la que es catedrática de

griego desde 1973. Ha participado en encuentros, coloquios y congresos nacionales e internacionales con ponencias
relacionadas con la enseñanza de la lengua griega, con la oratoria y con la novela erótica griega antigua, temas objeto de
diversos artículos y reseñas publicados en revistas especializadas. Es autora del Método Iniciación al griego (I-III) publicado
por la UNAM, y ha traducido al orador Lisias y a los novelistas: Longo y Aquiles Tacio.

45
Señala que los juicios críticos que recaen sobre Lisias son más que todo, consideraciones morales que
pierden de vista las circunstancias políticas de la época clásica. Indica que disiente abiertamente con
la crítica que considera a Lisias un autor políticamente contradictorio, pues piensa que es una
postura miope que sólo quiere ver la aceptación de una causa y la negación de la otra.

Conclusiones

La obra de Lisias es una fuente inagotable de datos históricos, judiciales y sociales. Su gran virtud
reside en que no sólo abarca testimonios referidos a un grupo de la sociedad de su época, sino que,
aún siendo un autor pro demócrata, encontramos en su obra datos referidos a los oligarcas. Se ha
tratado transformar esta virtud, en el peor defecto de su obra, pues se ha descalificado el valor de su
pensamiento político, por defender a individuos pro oligarcas, siendo él de tendencia democrática.

En todo caso, ésta es una gran virtud incluso para el valor político, pues los discursos constituyen
una fuente completa de testimonios. Esta fuente contiene percepciones referidas al régimen
democrático y oligárquico, ya sea desde la perspectiva de los defendidos, o desde la opinión del
autor, cuando el discurso así lo permite.

Clara muestra de esto es el reconocimiento de algunas características positivas que Lisias hace del
régimen oligarca durante algunos discursos de defensa, donde nos hace ver que una parte de la
burguesía de Atenas, con los ideales heroicos y aristocráticos de la época arcaica, se pone al servicio
de la polis, sin que por ello, Lisias pase a ser un defensor del régimen oligárquico.

Las interpretaciones de los autores antiguos en su mayoría han valorado a Lisias. Los romanos
retomaron las normas de la oratoria griega y valoraron la brevedad y transparencia de su estilo.
Cabe señalar que en ningún momento, descalifican a Lisias por haber defendido causas privadas a
favor de la oligarquía. Ni siquiera la crítica de Platón se concentra en este tema, pese a que fue
posterior a la muerte de Lisias. En todo caso, Platón lo critica, considerándolo un sofista, por hacer
fuertes las causas débiles. Y ataca la retórica, señalando que ésta defiende lo verosímil τὰ εἰκότα
(eikοta) por encima de lo verdadero, τὰ ἀληθῆ (alethé). A nuestro juicio, no consideramos que
fortalecer las causas débiles sea un procedimiento censurable, ni en los tiempos de Lisias, ni
actualmente.

Ferckel, uno de los académicos más adversos a Lisias, tras la revisión detallada de los estudios
modernos, afirma que no existe una ciencia sin presupuestos, que la actitud política de un pueblo
muchas veces influye en las opiniones científicas. Señala que la democracia occidental no tiene
razones para rechazar con indignación la politización de las ciencias y las universidades alemanas.

La presentación de los autores modernos bajo el criterio de sus nacionalidades, nos deja ver que
incluso en la interpretación hispanoamericana, ha sido determinante la situación política de las
naciones y los regímenes políticos que han contextualizado la elaboración de cada una de las
interpretaciones. Por lo tanto, muchas de las críticas y las defensas sobre la politización de la obra
de Lisias, son anacrónicas.

Una constante en la obra lisiana es resaltar los servicios a favor de la polis, que sus defendidos
realizaban; de igual manera ataca las actitudes perjudiciales a la polis, en sus acusados. Realiza estas
caracterizaciones al margen de si sus clientes son o no demócratas u oligarcas. Esto nos deja ver que

46
el servicio a la polis o abuso de la misma, son dos criterios de selección con los que Lisias define al
“buen ciudadano”. Al margen de haber escrito indistintamente para clientes de diferentes
tendencias políticas, Lisias nunca dejó de representar la causa democrática a la que no tenía por qué
estar ligado.

Sobre su actividad como logógrafo, debemos juzgar su labor forense, según las normas morales de
su época. Los recursos que utilizaba eran válidos, buscaba lograr el triunfo de su cliente. En ese
sentido eran los adecuados. Los juicios críticos que recaen sobre Lisias son más que todo
consideraciones morales que pierden de vista las circunstancias políticas de la época clásica. Lisias es
una fuente completa de testimonios sobre la situación política de su época, que además, pone en
claro su compromiso político y los intereses personales que los mueven.

Lisias y la crítica científica

La obra de Lisias es calificada como valiosa desde dos perspectivas; por una parte, el valor
histórico-social y, por otro, el valor literario. Vemos además, que la inapropiada acusación de
impostura y oportunismo político contra Lisias, ha afectado en mucho el valor de su pensamiento.
La sombra que mucho tiempo descalificó al pensamiento sofista desde la tradición de la historia de
la filosofía, ha pesado también sobre Lisias, quien es caracterizado como sofista en uno de los
discursos de Platón97. El valor de su pensamiento político ha sido descartado y desechado, por el
prejuicio que caía sobre los sofistas y por la reducción de su pensamiento demócrata, a meras
preocupaciones referidas a lo material; sin embargo, a través del estudio y análisis del Discurso
Contra Eratóstenes (XII), presentaremos una interpretación del valor político de su pensamiento.

97
PLATÓN, Fedro, 230 e, 234 c

47
Capítulo II
Lisias y su tiempo

Después de haber realizado una revisión histórica sobre la distribución del poder a través del
estudio de las formas de organización política en Atenas, en este segundo capítulo nos
encargaremos de presentar los acontecimientos históricos que marcaron la vida de Lisias, teniendo
como hilo conductor a la democracia griega; revisaremos los tipos de democracia que se establecen
en Atenas, los valores que las fundamentan y el desarrollo de corrientes de pensamiento que
inauguran. Todo esto para diferenciar los fundamentos entre la democracia que vivió Lisias
durante su juventud; la democracia que se vivió durante la enunciación del discurso XII Contra
Eratóstenes y la concepción ideal de democracia que contenía su pensamiento.

La democracia griega

La democracia griega no es un invento fortuito, es la solución política al problema de la


desigualdad económica de clases ocasionada por la oligarquía terrateniente. Mediante la
democracia, Atenas emprende un proyecto de igualación para arriba a favor de la multitud
empobrecida. La democracia ateniense hace públicas las manifestaciones más importantes de la
vida social; confisca los beneficios de la aristocracia y abre ante la mirada de todos, los rituales, los
procedimientos y los conocimientos. Este doble movimiento de democratización y divulgación
tendrá consecuencias decisivas en el plano intelectual. La apertura de la cultura griega hace que no
existan secretos reservados para ningún sector de la sociedad98, sino que los elementos de su cultura
(valores, conocimientos, técnicas, etc.) puedan ser sometidos públicamente al análisis y la
controversia. La discusión, la argumentación y la polémica pasan a ser las reglas del juego
intelectual y político.

Existe una supervisión de la comunidad sobre las creaciones del espíritu y sobre las magistraturas
del Estado. Las leyes de la polis, tanto las antiguas como las posteriores, deben ser sometidas a
deliberación, pues ya no se imponen. Se ha cambiado el paradigma de la justicia. Ha dejado de ser
aquella dictada por la divinidad y dicha por el basileus. El carácter público que posee la justicia,
ayudada por la escritura, hace que la ley permanezca en un plano superior ideal, pero su
elaboración no está inspirada en ninguna divinidad. La ley es una creación racional, sometida a
discusión, modificable por decreto, pero concebida como sagrada.

Igualación, divulgación y deliberación son las directrices del desarrollo de la democracia ateniense.
Revisaremos en detalle las tres etapas de su desarrollo: la democracia religiosa que fundamenta sus
cambios en los valores religiosos; la democracia racional que busca continuar el espíritu de la
ilustración griega y responder al ideal de igualdad del género humano basado en principios
naturales y no divinos y la democracia conservadora o tradicional que es el retorno a la democracia
religiosa.

98Los cultos religiosos que pertenecían a familias o genes, fueron confiscados y pasaron al dominio público. Los cultos, los
talismanes (símbolos de investidura, religiosos, blasones, etc.) guardados celosamente pasaron a ser públicos. Los cultos
religiosos dejaron de ser restringidos y de dominio familiar para ser públicos junto con todos los símbolos que los rodeaban
y se ubicaron en los templos de la polis. Los talismanes confiscados dejan de tener la función de privilegio y protección
privada y se convirtieron en imágenes para ser contempladas públicamente.

48
Las guerras médicas como factor de integración

La unión momentánea entre un sector de la aristocracia ateniense y el demos fue acelerada y


acentuada por las guerras contra los persas. Las victorias de Atenas no sólo consolidaron el ejército
ateniense, cuya columna vertebral eran los hoplitas y la flota marítima, sino que a la vez, los ideales
y virtudes de la aristocracia se incorporaron a los fundamentos y valores de la democracia. Esta
confrontación ayudó a posicionar a Atenas como una ciudad determinante en la Hélade, pues había
superado su importancia meramente cultural, para erigirse desde el poderío militar rivalizando con
Esparta.

Hipias hijo de Pisístrato, antiguo tirano de Atenas, había sido obligado a renunciar presionado por
un sector de la aristocracia ateniense, en alianza con los espartanos, y bajo la dirección de Clístenes.
Entre el 511 y el 510, Esparta envió destacamentos militares en dos ocasiones que durante la
segunda invasión derrotaron a los aliados de Hipias, los testaliotas, y tomaron prisioneros a sus
hijos. Para salvarlos, éste se rindió y se retiró. Pero más adelante, Hipias con el deseo de recuperar
su poder en el Ática acompañará la expedición persa enviada por el comandante Datis y el general
persa Artafernes, sobrino del rey Darío I. Esta expedición incendió Naxos, sometió a las Cícladas,
devastó Caristós en Eubea pero, llegando a Eretia, esta avanzada sucumbió en un sitio de seis días.
Luego los persas abandonaron el Ática y desembarcaron sus tropas en la bahía de Maratón. Hipias
aconsejaba en cada paso a los persas.

Atenas frente a este peligro envió una carta de pedido de socorro a Esparta, pero los espartanos,
detenidos por sus creencias, esperaron la luna nueva para marchar en su ayuda; llegaron después
de seis días, cuando todo había terminado. Los atenienses habían decidido enfrentarse a campo
abierto contra el ejército persa, en lugar de esperar el asalto detrás de las murallas. Milcíades, uno
de los diez estrategas que Atenas poseía en ese entonces, había hecho prevalecer esta decisión. Al
amanecer, ayudados por soldados de Platea, los hoplitas arremetieron contra los persas que los
doblaban en número. Los atenienses sólo perdieron a Calímaco y a doscientos soldados mientras
que los persas perdieron cerca de seis mil quinientos hombres. Los atenienses enterraron las bajas
de su tropa en el lugar en el que había sucedido el enfrentamiento, la llanura de Maratón.

Los persas fueron en búsqueda de la revancha y retirándose de Maratón arremetieron contra Eubea
y las islas Cícladas. Para Darío las embestidas contra las ciudades de Eretria, el saqueo a Eubea y
Naxos y la cantidad de prisioneros, representó un buen resultado. Lo sucedido en Maratón no
significaba nada. Sin embargo, este hecho para los atenienses fue de vital importancia. Darío
planificó otra invasión masiva, pero las revueltas en Egipto le impidieron retomar esa idea.
Finalmente murió el 486 a.C.

Para los atenienses esta victoria no sólo significaba la posibilidad de suficiencia militar respecto de
las fuerzas del Imperio persa, sino una victoria de consecuencias capitales en la memoria de los
hombres. Por primera vez, el temible ejército persa había sido derrotado a campo abierto por
hoplitas, cuando esta misión parecía invencible. Nada menos que Atenas, sin apoyo, había logrado
esta hazaña. A partir de entonces, Atenas podría ampliar sus ambiciones. Por otro lado, Esparta que
hasta entonces tenía la hegemonía del poder militar en el Ática, desde esta victoria empezaba a
tener un rival interno.

49
Además, el ataque de Darío contra las Cícladas, Naxos y Atenas, entre otras ciudades, había hecho
tomar conciencia a los griegos de lo que representaba el helenismo frente al poderoso imperio
asiático. Ya no se trataba de la vida e independencia de una ciudad entre tantas, sino del porvenir
de su civilización.
Hipias, hijo de Pisístrato, proveniente de un régimen tirano de sucesión hereditaria, ahora
respaldado por un régimen absolutista como el de los persas, representaba para los atenienses el
símbolo de lo no deseado, de la hybris99 en búsqueda ambiciosa de poder.

Nace la democracia religiosa

La naciente democracia ateniense se había gestado entre la época de Clístenes y los demos
organizados. Ambos vencieron a los persas, no sólo por la defensa de un régimen particular o por
prevalecer en el poder, sino en rechazo a la servidumbre respecto de Oriente y por mantener la
soberanía de Atenas y en consecuencia, la de la Hélade.

Las guerras médicas afirmaron y consolidaron un sentimiento comunitario entre la aristocracia y el


pueblo cuyo objetivo común era la defensa de la polis. Esta situación hizo que los valores
considerados como virtudes de la aristocracia, fueran subsumidos en la democracia naciente.

Atenas, internamente había ampliado la base de las instituciones y de su ideología; su nuevo


régimen político tenía como centro la justicia, dike100, entendida como equilibrio y orden. La victoria
frente a los persas no era justificable ni por superioridad numérica ni estratégica; esta victoria fue
atribuida a la superioridad del régimen político democrático sobre el Imperio persa. Los atenienses
habían ganado porque su organización política era más eficiente y porque la divinidad los había
apoyado debido a que Atenas era una ciudad justa, a diferencia de las otras ciudades que no habían
corrido con tal suerte tras la invasión persa.

De hecho, los dioses no estarían de acuerdo con el desequilibrio presente en las formas de
organización orientales que concentraban el poder en un individuo que sometía a sus súbditos. La
derrota se entendió como un castigo divino al hombre que busca poder excesivo: hybris.

Respecto de su política exterior, el sentimiento de comunidad de la ciudad, también se había


transmitido a las otras ciudades por lo que veían necesaria la alianza panhelénica por la libertad. De
ahí la formación de las ligas marítimas con participación de todas las polis, preservando el equilibrio
para no caer en la hybris.

El rasgo característico de este equilibrio se manifestaba en las leyes de limitación a la oligarquía, el


ostracismo; la limitación a las instituciones antiguas más conservadoras como el Areópago y las leyes
de inclusión del demos: isagoría101 e isonomía102. Por una parte, el pueblo intentaba ampliar su
participación dentro del Estado pero manteniendo el equilibrio logrado. El demos participaba en el
poderío marítimo de la flota de Atenas, pues era tripulada por la última clase de ciudadanos; a la
vez participaba en las labores de fortalecimiento y protección de Atenas y el Pireo, edificando

99
Hybris (del gr. ὕβρις): exceso, orgullo, altanería, insolencia, soberbia; desenfreno, licencia; injuria, violencia. PABÓN, José M. y
ECHAURI, Eustaquio. Diccionario griego español. 3ra ed. Barcelona: Spes, 1955.
100
Diké, (del gr. δίκη): costumbre, uso, manera de ser, justicia, derecho; castigo, pena. Pabón, op. cit.
101
isagoría, (del gr. ἰσηγορία): libertad de hablar igual para todos, igualdad de derechos en un Estado democrático. Pabón, op. cit.
102
isonomía, (del gr. ἰσονομία): repartición por igual; igualdad de derechos, igualdad política, democracia. Pabón, op. cit.

50
murallas y era parte de las tropas de expansión a través de la Liga Marítima. Ese mismo demos
estaba también en expansión política, al buscar ampliar los derechos de ciudadanía. Sin embargo,
esta situación provocará una fragmentación de la aristocracia que, por una parte, apoyará y se
acoplará a la democracia instituida y por otra, a la aristocracia reaccionaria que buscará unificar
fuerzas con vecinos de regímenes pro oligárquicos.

Fusión de los principios e ideales aristocráticos al calor de la naciente democracia

Para la aristocracia, la democracia es una hybris del demos, pero para Clístenes la democracia
instituida es dike: justicia, equilibrio. Esta concepción de justicia no es deshumanizada ni abstracta;
manifiesta cómo servir a la ciudad, preservando la moderación y la conciliación. Es el ideal helénico
de respeto a la norma, subordinación voluntaria y moderación. Con Arístides 103 vemos encarnado el
ideal de sacrificio de toda riqueza ante el ideal de justicia. Mediante él la aristocracia acepta
sinceramente la democracia de Clístenes y teniendo en cuenta los valores de la moderación y la
comprensión, acepta la pérdida de privilegios.

El servicio a la ciudad tiene como criterio la aceptación y sumisión al orden de la justicia, cuyo
fundamento es religioso. Los dioses premian a quienes acatan la medida o castigan a quienes
rompen el estado de equilibrio. Las dimensiones políticas de este fundamento se traducen en dos
tendencias, una interna, que busca preservar el equilibrio entre aristocracia y pueblo, la otra externa
que antepone la libertad de todas las ciudades griegas respecto de los persas.

La unión de los ideales de valor, justicia, libertad individual y unidad en la polis, se manifiesta en la
alianza entre aristocracia y demos. Esta unificación de valores también equilibra y modera la
relación entre clase e individuo, entre acción humana y voluntad divina. Los ideales de la
aristocracia: valentía y gloria, fueron aceptados por la ciudad y modificados en perspectiva a la
justicia divina, que incorpora la epieikeia104 como moderación o medida.

Por otra parte, al ideal tradicional de la valentía acompaña un nuevo valor: la sabiduría (sophía).
Temístocles al enfrentar a los persas en el estrecho de Salamina, reconstruir los muros de Atenas y
crear una gran flota marítima, consiguió el éxito de la campaña mediante su inteligencia, dando
centralidad al razonamiento, cualidad no enseñada, sino natural. Esta posición racionalista
inspirada en el nuevo valor de la sophía, se desarrolla más adelante, en el período de la democracia
racionalista.

En su primer desarrollo la democracia define al hombre libre en tanto que ciudadano. Su diferencia
específica del conjunto de habitantes de la polis es la participación en las instancias de toma de
decisiones. La participación de los pobres implica la limitación de los ricos.

El culto público de las divinidades olímpicas responde a la función de la intervención externa que
favorece y protege a la ciudad. No se trata de la rememoración de los antepasados ilustres. Al
margen de la laicización de la vida política, se establece una religión estatal. Pero esta religión se

103 Arístides era un estadista ateniense del siglo V a.C. fue arconte y estratega durante las guerras médicas. Obtuvo el
sobrenombre de "el Justo". Heródoto, lo citó como "el mejor y más honorable hombre de Atenas" de igual manera lo hizo
Platón en sus escritos. Colaboradores de Wikipedia, Arístides [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2013. [consultado 10
octubre de 2013]. Disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Ar%C3%ADstides
104
epieikeia (del gr. ἡ ἐπιεικεία): conveniencia, moderación, equidad, benignidad. Pabón, op. cit.

51
distancia de los asuntos humanos y del arjé105. Las decisiones de la asamblea ven situaciones del
futuro, donde aún persisten asuntos que escapan de lo humano y por lo tanto, tratan de dominarlas
incluso con ritos. El racionalismo político que se opone directamente a los cultos religiosos
antiguos, no excluye este campo radicalmente.

Al margen de la religión estatal se formarán cofradías y sectas que buscan realizar grupos selectivos
con privilegios, pero sin un acceso al arjé; en todo caso, su formación y selección será sólo de
carácter espiritual sin incidencia en lo político.

La polis es significativa sólo para el demos, pues en este régimen se da preeminencia a la palabra
respecto de los otros instrumentos de poder. La palabra se constituye como medio de mando y
dominación sobre los demás. La fuerza de la palabra será hecha divinidad (peitho)106, es decir, la
fuerza de persuasión. El arjé del soberano ahora se define por el arte oratorio. Entre la política y el
logos existe una estrecha vinculación: el arte político es un ejercicio del lenguaje.

La palabra constituye dentro de la polis un instrumento para la vida política; la escritura tendrá la
misma función para el plano intelectual; cumplirá la función de publicidad de la ley, al igual que la
lengua hablada, y también es un bien común de los ciudadanos.

De igual manera, la publicación del saber mediante la escritura, no tiene la finalidad de la


divulgación del conocimiento descubierto o la opinión, sino que busca exponer la escritura a las
miradas de la ciudad entera, hacerla accesible al debate, al juicio de todos y en la esperanza de que
sea captada y reconocida por todos.

Lisias, su familia y la democracia

La época del acmé de Lisias es posterior a la guerra del Peloponeso. En este período se siguen
desatando problemas alrededor de los dos imperios enfrentados, las disputas se han trasladado a
las ciudades y se han encarnado en los habitantes. Lisias es un orador democrático poco conocido,
pero su vida ha sido atravesada por la vida política de Atenas.

Según Platón, el bisabuelo de Lisias, Céfalo107, creó una gran riqueza mediante negocios en Siracusa,
llegando a adquirir una gran fortuna. El abuelo de Lisias, Lisanias se encargó de dilapidar todo el
patrimonio de su familia, pero Céfalo, el padre de Lisias, viendo esa actitud, recuperó parte de esos
bienes y llegó de nuevo a un grado de opulencia excepcional.

Por razones que no se conocen, Céfalo padre decidió dejar Siracusa. Es posible que haya estado en
desacuerdo con la política y los constantes disturbios en la región. Ya en su juventud, Céfalo había
sido desterrado por el tirano Gelón. También se presume que salió de Siracusa buscando un
ambiente más intelectual que el de su ciudad de origen. Al margen de las causas por las cuales
Céfalo se fue de Siracusa, es importante resaltar que pidió hospedaje a su amigo Pericles para
establecerse en Atenas.

105
Acmé (del griego ἠ ἀκμή): madurez, culminación, vigor, fuerza. Pabón, op. cit.
106
Peitho (del gr. πείϑω): convencer, persuadir, seducir, engañar. Pabón, op. cit.
107
El bisabuelo y el padre de Lisias tenían el mismo nombre.

52
La amistad entre Céfalo y Pericles nos hacen conjeturar que aquel estaba muy a favor de la
democracia. Además, los destierros a los que fue forzado aquel, nos hacen ver que desde mucho
antes la familia estuvo en contra de la oligarquía.

Al margen del posicionamiento político de Céfalo, está claro que Pericles y el tipo de democracia
racionalista, fueron determinantes para la concepción que Lisias defenderá durante su vida adulta.

La Atenas de Pericles

Durante los tiempos de Pericles, Atenas era una ciudad muy concurrida, precisamente por las
iniciativas de aquel. Las libertades legales y económicas atraían hacia Atenas a muchos extranjeros
que iban interesados por las innovaciones, para dedicarse al comercio y otros oficios prácticos no
tan deseables para los atenienses.

Céfalo sacrificó su ciudadanía siracusana para convertirse en un meteco que radicaba en Atenas y
que, al igual que otros habitantes del Pireo, puerto ubicado a cinco kilómetros de esa ciudad, no
gozaba de ciudadanía y estaba sometido a muchas obligaciones como el pago de impuestos y la
necesidad de tener un tutor que lo representara en asuntos civiles y procesales.

Existe otra corriente que considera que Céfalo gozaba del estatus de isóteles108, siendo la isotelia109
reservada sólo para algunos casos especiales entre los extranjeros. Este derecho les permitía
adquirir propiedades.

En todo caso, Céfalo encontró en Atenas un lugar próspero y pacífico. Al margen del estatus que
pudo poseer, era un modelo de dignidad y de virtud, por lo general respetado y honrado, y tuvo
entre sus amigos a Sófocles y a Sócrates.

Los hijos de Céfalo eran Polemarco, el mayor, Lisias, Eutidemo y una hija, a quien casó con
Braquilo. Sobre la esposa de Céfalo, sólo sabemos que presumiblemente era más joven, pues
permaneció viva cuarenta años después de la muerte de su cónyuge.

Nacimiento y juventud de Lisias

Lisias nace en Atenas, aproximadamente el 444. Fue educado entre los jóvenes de las mejores
familias. Tres son las afinidades que tuvo Lisias desde su juventud: la política como defensa de la
democracia; la retórica, por sus estudios con Tisias y el negocio por sus aptitudes. Su posición
económica le ha ocasionado la crítica de muchos, pues combinar el comercio con el estudio, era
considerado una insolencia.

La primera noticia que tenemos de Lisias en los textos, corresponde al 429. Polemarco, de
ambiciones intelectuales decidió, tras la muerte de su padre Céfalo, mudar a toda la familia a

108
Eran los extranjeros los que se beneficiaban de la isotelia o igualdad fiscal; es decir, la equidad en la tributación. En Atenas se
aplicaba para la igualación fiscal de los metecos con los ciudadanos, como recompensa al servicio militar realizado en beneficio de la
polis. Libera a los metecos del impuesto metoikion y de las liturgias especiales que tenían asignadas, pasando los isóteles al régimen
general de los ciudadanos. CORDETE, Félix. Diccionario de instituciones de la antigüedad. 1º ed. Madrid: Cátedra, 2009.
109
isotelia (del gr. ἡ ἰσοτέλεια): igualdad de tributación, especialmente la que alcanzaba a cierta clase de metecos. Pabón, op.
cit.

53
Turios, una colonia fundada por Pericles en la primavera del 443, cercana a la antigua Síbaris, en la
Italia actual.

La colonización era parte de la empresa panhelénica y Turios era la colonia más próspera. Muchas
figuras destacadas vivieron ahí, entre ellos: Lampón110, Protágoras, Heródoto, Hipódamo111,
Eutidemo, Empédocles.

En 431 se desencadena una guerra entre la Liga de Delos encabezada por Atenas y la Liga de del
Peloponeso dirigida por Esparta. Pericles muere dos años más tarde en pleno sitio de Atenas. La
situación en esta ciudad no era de las mejores.

Lisias en Turios

Los tres hermanos y la madre se mudaron, pero la estancia de Eutidemo fue corta, ya que retornó a
Atenas, presumiblemente con su cuñado Braquilo, para hacerse cargo de los negocios de su padre.

Polemarco y Lisias extendieron su permanencia más tiempo del planificado. Lisias contaba
aproximadamente con quince años. Durante esta permanencia se afirma que estudió retórica con
Tisias, discípulo de Córax, de quien recibió los rasgos característicos de la escuela siciliana, que se
presentarán en los discursos posteriores. También se dedicó a los negocios, llegando a acumular
una gran fortuna. Lisias gozaba de algunos derechos de ciudadanía. Sabemos que se hizo cargo de
un lote de tierra, que el Estado asignaba a los colonos. Además, recogió una herencia paterna, con la
cual adquirió una casa y llegó a vivir en la opulencia.

Ambos hermanos ejercieron su calidad de ciudadanos en Turios para intervenir en política,


condición de la que, posiblemente no habrían gozado en Atenas por ser metecos. Su posición era
favorable a la corriente democrática pro ateniense. El año 414 su partido triunfó en Turios y se
procedió a la expulsión de los opositores, pero en septiembre del 413, se produjo una espantosa
catástrofe en Atenas. Turios se mantuvo por un año como un bastión de la democracia en Sicilia,
pero el 412 los antidemocráticos regresaron del destierro y decidieron la expulsión de trescientos
ciudadanos, entre ellos, Polemarco y Lisias.

La democracia racionalista

110Lampón, según nos cuenta Aristófanes en Las nubes, estuvo entre los fundadores de Turios; su nombre se encuentra entre
los que tomaron el juramento en el tratado de paz celebrado entre los atenienses y los lacedemonios el 421. Perseus Digital
Library, A Dictionary of Greek and Roman biography and mythology: Lampon. William Smith, Ed. [en línea]. [Medford
(Massachusetts) 02155, EEUU], [ref. 10 octubre de 2014]. Disponible en web:
http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus:text:1999.04.0104:entry=lampon-bio-2

111 Hipódamo de Mileto, nació en Mileto el 498. Fue un arquitecto griego, planificador urbanístico, matemático, meteorólogo
y filósofo y se le considera el padre del planeamiento urbano, que dio nombre al "plan hipodámico", un esquema de
ciudades en retícula. Vivió durante la época clásica de la Antigua Grecia. Hipódamo fue quien planeó el trazado urbano del
Pireo, probablemente en la época Pericles. También fue el arquitecto responsable de la colonia de Turios, en el 443 a. C. Fue
el primer arquitecto griego en concebir una estructura de ciudad que privilegiaba la funcionalidad. Colaboradores de
Wikipedia, Hipódamo de Mileto [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2012. [consultado 16 octubre de 2014]. Disponible en:
http://es.wikipedia.org/wiki/Hipodamo_de_Mileto

54
A raíz de los momentos antes expuestos, es necesario realizar una descripción de las características
que diferencian la democracia racionalista, de la religiosa. El lugar en el que Pericles pudo
desarrollar a cabalidad este tipo de democracia fue Turios.

La concepción de Pericles va más allá del patriotismo; encarna un amor al demos, que no parte de un
fundamento de pertenencia a la tierra, sino por la condición de humanos y de lo que hay de común
entre ellos. Este principio da pie a políticas como la elevación del pueblo a derechos y beneficios
que antes sólo estaban reservados para un sector de la sociedad. Además, la política interna de
Atenas se desarrolla con mayor solemnidad, pero la política externa es menos rigurosa en el trato
con los enemigos.

Pericles promulga una moral laica, pues existe un culto oficial del Estado; los dioses son los
benefactores de la ciudad. El hombre queda libre del temor a los dioses porque la figura de la
divinidad se asocia a la memoria de los antepasados o héroes, que hicieron el bien. El ciudadano es
quien construye su propia historia. Se impone una austeridad, moderación y autodominio mayores
respecto de la aristocracia.

En palabras del helenista Francisco Rodríguez Adrados112, la democracia racionalista de Pericles, la


conducta del hombre en la sociedad y la expresión política obedecen a la conciliación de varios
contrarios que en la aristocracia eran irreconciliables. Este cambio se debió por una parte, al modo
de conducir Atenas que tuvo Pericles113 y por otra, a la gran influencia de los sofistas y del
pensamiento relativista.

Una de las primeras directrices que resalta Rodríguez Adrados es que el ideal humano y la práctica
política van estrechamente unidos, pues la conducta del hombre en sociedad es la expresión política
de la sociedad resultante. La areté o excelencia tanto del régimen ateniense como la del ciudadano
se demuestran por el éxito que obtenga la polis. El ideal del guerrero es más distante, en todo caso
muchas de las aretai del Estado, en el régimen democrático pasan a ser parte de la areté que se había
pensado para el demos.

La democracia de Pericles, en oposición a la subordinación sin restricciones de las leyes y la


disciplina hasta en la vida privada del modelo espartano, busca que el desarrollo de la polis
proporcione libertad y flexibilidad para la vida privada del ateniense. Cabe resaltar algunos de los
pares irreconciliables de la sociedad aristocrática que aparecen relacionados en la democracia. La
igualdad y el prestigio: mientras que para la nobleza podíamos entender la igualdad como un
beneficio entre pares; en democracia, se busca, mediante la ley, que todos posean las mismas
condiciones, para poder resolver las diferencias privadas. Vemos que el ideal de igualdad de la
nobleza se ha expandido a otras capas sociales, pero que aún se mantiene el principio de vigilar que
no se produzca un exceso de poder que degenere en hybris. Respecto del prestigio, tradicionalmente
éste sólo acompaña a la antigua nobleza, sin embargo, se admite que los pobres también pueden
hacer el bien, al margen de su falta de prestigio. Se establece además que ser pobre no es un
deshonor. La pobreza no es falta de areté, ni impide actuar en política. En cuanto a la libertad y la
ley, cabe diferenciar entre la libertad pública y la privada, donde obediencia a la ley es un acto de
necesidad, pero la norma no se inmiscuye en la vida privada. En todo caso, Pericles resalta que la
democracia ateniense respeta el valor de la libertad individual y la búsqueda del placer, en

112
RODRÍGUEZ ADRADOS, Francisco, La democracia ateniense, Cap. IV Pericles y la democracia de su época, Madrid: ed. Alianza, 1993,
p. 216 y ss.
113
Algunas referencias sobre la conducción de Pericles respecto de la democracia pueden ser apreciadas en el escrito Oración fúnebre.

55
oposición a las reglamentaciones espartanas que incluso regían la diversión y el manejo del tiempo
libre. Respecto al trabajo privado y la dedicación pública, Atenas combina la ocupación del trabajo
privado con la ocupación en la vida política. La actividad política deja de estar reservada para la
nobleza y no sólo se extiende a la habilitación los cargos de muchas instituciones para la
incorporación del demos, sino que se crean las condiciones materiales para que se los pueda ejercer
con comodidad, al habilitar el pago por esos servicios. La pobreza o el trabajo manual dejan de ser
mal vistos o entendidos como contradictorios para practicar la vida política. El cultivo del espíritu,
la vida placentera y el trabajo público pueden ser compatibles, a diferencia de la posición espartana,
donde existe una excesiva disciplina sin una finalidad superior a la militar. En Atenas, el criterio
debe ser unir la vida cómoda y libre y los ideales de valor. La polis es el medio para lograr que el
individuo viva con placer y seguridad. Razón y acción dejan de tener una relación excluyente pues,
para Pericles, tienen una misma dirección, donde la razón y la deliberación determinan aún las
acciones más vigorosas. No se trata de absolutos sino de criterios operativos y pragmáticos que
favorezcan a la conveniencia de la ciudad.

La agitada Atenas del 411 al 403

Después de la muerte de Pericles y la fatal derrota de los atenienses en Sicilia, se nombró a Diez
Próbulos o miembros del comité directivo; entre ellos estaba Hangnón, el padre de Terámenes. Los
Próbulos contribuyeron a preparar la instauración de la oligarquía en el invierno de 413-412114.

Antes de mayo de 411, Eratóstenes, miembro de una sociedad oligárquica, salió del Helesponto
para sembrar el descontento entre el ejército. Al haber fracasado en ese intento, huyó a Atenas. En
mayo del 411, los oligarcas dirigidos por Pisandro, Antifonte y Terámenes, instauraron el régimen
de los Cuatrocientos115 en Atenas. Terámenes fue nombrado estratega.

El verano de 411, Terámenes y el taxiarco116 Aristócrates provocaron una escisión de los


Cuatrocientos frente a los exaltados Pisandro, Frínico, Antifonte y Arqueptolomeo 117. Derrocado el
régimen de los Cuatrocientos, Terámenes y otros estrategas, acusaron a Antifonte y a
Arqueptolomeo, quienes fueron condenados a muerte.

El 406, los atenienses vencieron en la batalla de las Arginusas, pero los generales vencedores fueron
juzgados, condenados y ejecutados por no haber recogido a los soldados que habían caído en
combate para ser sepultados118.

Durante el verano del 405, tuvo lugar la derrota de los atenienses en Egospótamos. Esta derrota
causó el resurgimiento de la oligarquía que se reunió y formó una junta secreta de cinco miembros,
llamados ‘éforos’, entre los cuales estaban Eratóstenes y Critias. Esta junta designó un representante
en cada una de las diez tribus.

A principios del 404, Terámenes consiguió que se lo enviara a Esparta, en misión de paz, a pesar de
que el Areópago realizaba gestiones por su parte. Durante ese lapso de tiempo, Atenas estaba

114
Aristóteles, Retórica III 18.
115
Aristóteles, constitución de los atenienses, XXIX y ss.
116
Comandante de un cuerpo de ejército, de una división de infantería, de un cuerpo de caballería, o de una división naval, según los
tiempos y los lugares.
117
Aristóteles, op. cit, XXXIII.
118
Aristóteles, op. cit, XXXIV.

56
subsumida en el hambre y el desorden. Terámenes, en lugar de retornar lo antes posible, retardó su
regreso para que, dadas las condiciones de la ciudad, los atenienses estuvieran siendo presionados
y aceptaran todas las condiciones de Esparta. A su retorno, Terámenes prometió hacer respetar a
Atenas y así consiguió acompañar a los embajadores atenienses. Sin embargo, ya con los
embajadores, permitió que los espartanos impusieran condiciones muy duras contra Atenas:
demolición de las fortificaciones, entrega de las naves y readmisión de los oligarcas desterrados.

Terámenes esperó la presencia de Lisandro, el conquistador espartano de Atenas, para llevar


adelante los planes oligárquicos. Tras la llegada de Lisandro, el verano del 404, se convocó a una
Asamblea, donde Dracónides propuso la formación de una comisión de treinta ciudadanos para
ejercer un poder dictatorial119. Entre ellos encontramos a Eratóstenes, Fidón, Melobio, Teognis,
Pisón, Critias, Terámenes, Dracónides y Mnesítides, entre otros. Los Treinta adoptaron una serie de
medidas enérgicas que buscaban depurar la ciudad y deshacerse de sus enemigos políticos.
Además realizaron reformas legislativas.

En el otoño del 404 aparecieron fisuras entre el grupo de Terámenes, que consideraba que el
gobierno oligárquico era un paso hacia un régimen autoritario pero moderado, y la pandilla
exaltada de Critias, dedicada al terrorismo, la arbitrariedad y la rapiña. Los sicofantas, entre ellos
Bátraco y Esquilíades, fueron muy activos y trajeron a Atenas un contingente de guardias
espartanos enviados por Calibio. Los Treinta tramaron la conspiración contra los metecos, eligieron
aplicarla en diez de ellos, de los cuales ocho eran muy acaudalados y dos eran pobres. Eratóstenes
fue quien capturó a Polemarco, hermano de Lisias.

Como consecuencia de la ruptura entre el grupo de Terámenes y el de Critias, estos últimos


asesinaron al primero, a quien Eratóstenes alude en el Discurso XII de Lisias.

En diciembre del 404, los demócratas desterrados, dirigidos por Trasíbulo, se apoderaron de la
aldea de Filé. Mientras tanto los Treinta realizaron una matanza de ciudadanos en Salamina y
Eleusis, pues querían utilizar estas regiones como refugios frente al avance de la democracia.

Los demócratas vencieron en la batalla de Muniquía, donde murió Critias y los demócratas se
apoderaron del Pireo. Así fue derrocado el régimen de los Treinta, que huyeron a Eleusis, excepto
Eratóstenes y Fidón. Se nombró una comisión de diez personas para que realizara las negociaciones
de paz. En ella estuvo Fidón, pero esta comisión, de la que se esperaba fuera independiente de los
gobiernos oligárquico y democrático, terminó pidiendo la intervención de Esparta.

El rey espartano Pausanias, a diferencia de Lisandro, deseaba una reconciliación entre los partidos.
Tras su intervención, se sustituyó a los Diez por otros diez, menos antidemocráticos. En agosto del
403, se firmó la paz entre Atenas y los del Pireo, con una cláusula de amnistía, de la que quedaban
excluidos los Treinta, los primeros Diez y los otros Diez. Sin embargo, todos ellos podían
presentarse a rendir cuentas ante pueblo de sus actuaciones y así beneficiarse con la amnistía.

El regreso a Atenas

En mayo del 411, Lisias junto a su hermano Polemarco regresaron a Atenas. Ambos hermanos
habían sido desterrados por los pro oligarcas, y decidieron marcharse a Atenas, pero en esos

119
Aristóteles, op. cit, XXXIV 2-3.

57
momentos esta polis estaba gobernada por la oligarquía de los Cuatrocientos. Al poco tiempo se
estableció un régimen compuesto por ambos partidos, pero poco a poco, los demagogos buscaron
convertir la democracia en oclocracia120, intentando arrastrar al pueblo a maniobras violentas. Los
oligarcas por su parte, en alianza con el enemigo acampado en Decelia, tramaron golpes contra la
democracia ateniense.

Mientras tanto, ambos hermanos, apartados de la política, por su condición jurídica, se dedicaron al
estudio y a la administración de su fortuna. Polemarco, una vez casado, se aleja de la actividad
comercial del Pireo y se muda a Atenas para dedicarse a la filosofía. Lisias en cambio, se dedica a
continuar el estudio de la retórica sin descuidar los negocios.

A este período corresponde la carta amatoria que rescató Platón en el Fedro. Lisias abandona la
enseñanza de la retórica, al ver que no podía competir con Teodoro de Bizancio 121, dedicándose a la
escritura de discursos, mientras vivía con su madre, en la casa ubicada junto a la gran fábrica de
escudos, de propiedad de la familia, en el puerto del Pireo. En base a dos de sus escritos, podemos
ver que la familia de Lisias, posee o arrienda tres casas: la vivienda de Polemarco en Atenas; la casa
de Lisias en el Pireo, y los ambientes de la fábrica, donde trabajan ciento veinte esclavos. Había
gran cantidad de muebles, adornos e indumentaria militar y vestimenta; existencias de oro, plata y
bronce.

Lisias financiaba coregías122, pagaba ampulosos impuestos y rescataba con su dinero a ciudadanos
cautivos; prodigaba hospitalidad a sus amigos y piedad a los dioses. En palabras del propio
Lisias123, ha sido en tiempos prósperos, el hombre más rico de Atenas.

Lisias y los Treinta

Isócrates afirma que124, instaurada la oligarquía, era más peligroso ser rico que ser malo. Establecido
el régimen de los Treinta, en una sesión se decidió detener a todos los metecos opuestos al régimen
oligárquico y confiscarles todos sus bienes. En esa lista se encontraban Lisias y su hermano.
Trataron de arrestar a Lisias, que logró escapar, pero su hermano Polemarco, fue arrestado y
ejecutado. Los bienes de ambos fueron incautados en su totalidad.

Lisias agudizó su activismo pro democrático. En diciembre de 404 125, Trasíbulo ocupó el puerto del
Pireo, con un pequeño ejército de expatriados. Lisias, ya en el Pireo, pudo disponer de su fábrica, y
ayudó a este ejército, al igual que otros metecos. Aportó doscientos126 escudos, dos mil dracmas y
pagó el salario de trescientos o quinientos mercenarios, reclutados por él con ayuda de Hermón.

120 Oclocracia o gobierno de la muchedumbre, del gr. ἡ ὀχλοκρατία: de ὀχλος, muchedumbre, multitud y κράτος poder,
dominio.
Según la visión aristotélica, la oclocracia es una de las tres formas de degeneración (oclocracia, tiranía y oligarquía) de las
formas de gobierno (democracia, monarquía, aristocracia), La oclocracia sería la deformación de la democracia.
Etimológicamente, la democracia es el gobierno del pueblo que, con la voluntad general legitima al poder estatal, y la
oclocracia es el gobierno de la muchedumbre, masa o gentío, con una voluntad viciada, irracional, por lo que carece de
capacidad de autogobierno y por ende, no conserva los requisitos necesarios para ser considerada como ‘pueblo’.
121
Cicerón, Bruto, 48.
122
Son los patrocinios que se dan para llevar a cabo obras teatrales, por ejemplo pagar a los coros de las tragedias.
123
Discurso Ante Hipoterses
124
Ver Discurso XII Contra Eratóstenes.
125
Para algunos historiadores, enero de 403.
126
Otras fuentes señalan que fueron quinientos escudos.

58
Además, persuadió a Trasideo de Élide de regalar dos talentos al ejército democrático. Finalmente,
el 2 de septiembre se incorporó al ejército y entró triunfante en Atenas.
Lisias buscaba obtener una recompensa por tantos servicios y sacrificios, pero no era el único.
Jenofonte127 afirma que, después de la batalla de Muniquía, los demócratas prometieron conceder la
isotelia, extensión de obligaciones o restricciones propias de los metecos, a todos los que hubieran
combatido junto al ejército. Trasíbulo, el líder de los demócratas, presentó a la Asamblea popular
una propuesta para la ampliación de los derechos de ciudadanía a todos los metecos o esclavos que
hubieran participado en la restitución de la democracia en Atenas, desde la batalla del Pireo. El
pueblo aprobó la propuesta, ya que aún se vivía un entusiasmo patriótico. De esta manera, Lisias se
benefició con esta prerrogativa, pero esta decisión fue anulada, a los pocos días de que Atenas
hubiera recuperado la calma. Se formó una coalición de demócratas moderados y oligarcas.
Arquino, acusó a Trasíbulo y a la disposición de la Asamblea de ser ilegal, pues esta resolución
debió haber sido previamente presentada y aprobada por el Consejo 128, para luego ser avalada por
la Asamblea popular. La forma en la que había sido aprobada la resolución era considerada una
anomalía jurídica. La decisión del pueblo fue anulada y Lisias quedó sin ciudadanía.

Las posibles causas que influyeron en la anulación de esta medida fueron que los ciudadanos
antiguos se negaran a compartir sus privilegios con otros, el temor del desequilibrio político
causado por el tremendo incremento de la población ciudadana y la desconfianza fundada en que
esos nuevos ciudadanos no se habrían juramentado como los demás para respetar la amnistía 129.

Al poco tiempo, Lisias tuvo la ocasión de vengarse de Eratóstenes, uno de los causantes de la
muerte de su hermano Polemarco. El Discurso XII Contra Eratóstenes, es una acusación furiosa contra
éste, contra los Treinta y contra la falsa imagen que se guardaba de Terámenes. En aquellos
momentos, los atenienses buscaban la concordia y la reconciliación a costa del olvido de los
vejámenes a los que habían sido sometidas muchas personas.

El Discurso XII Contra Eratóstenes, en ocasión de una causa privada, se convierte desde su redacción
en una intervención política, en un juicio de carácter nacional, y actualmente, configuraría un juicio
de defensa de los derechos humanos. Defender esta causa es a la vez defender a Atenas, y aunque
muy posiblemente Lisias tuvo éxito con este discurso, los resultados no pudieron cambiar su
situación. Perdió la ciudadanía y buena parte de sus bienes, pero el éxito de este discurso lo
impulsó al oficio de logógrafo, es decir, a escritor de discursos. Sin embargo, ya que no podía
intervenir en la vida pública, su oficio se restringió a escribir acusaciones o defensas privadas,
desde donde exponía algunas de sus ideas políticas. Respecto de su vida durante el período post
bélico, sabemos que consideró una injusticia la condena de Sócrates y se asegura que le escribió una
defensa anterior a las de Jenofonte y Platón.

El año 401 se otorgó la ciudadanía a los metecos que tomaron el Pireo procedentes de Filé. Por
testimonios sabemos que Lisias era isóteles, presumiblemente desde su retorno a Atenas,
proveniente de Turios. Otros autores señalan que su padre Céfalo ya gozaba de este beneficio, pues
su familia tenía propiedades y había patrocinado bastantes coregías. Lo cierto es que a pesar de lo
moroso de este asunto, Trasíbulo consiguió la isotelia para los metecos llegados del Pireo. Sin

127
Hell. II 4,25
128
El Consejo no se hallaba reconstituido en esos momentos.
129
En el caso de Lisias se sospechaba que no era de los más moderados.

59
embargo, testimonios antiguos nos hacen saber que Lisias ya gozaba del status de isóteles130, y por lo
tanto sería difícil darle otra recompensa diferente a la ciudadanía.
Si bien Trasíbulo pidió la isotelia para los metecos llegados del Pireo, Arquino, para ganar la
voluntad de los demócratas, pidió la ciudadanía para los nuevos isóteles que habían apoyado la
insurrección desde la toma de File.

Entonces los beneficios serían así: ciudadanía para quienes apoyaron en File e isotelia para los del
Pireo. Lisias habría estado en este segundo grupo.

Esta resolución fue muy insuficiente para Lisias 131 y el año 394 realizó un juicio para recuperar
algunos de sus bienes, ya que en pos de la reconciliación en Atenas, se había aprobado una
resolución según la cual los bienes visibles confiscados por los Treinta y no vendidos pasarían a
poder de sus dueños originales, mientras que los vendidos quedarían en propiedad de sus actuales
poseedores. Lisias ni aún intentando comprarlos, pudo recuperar sus bienes.

Lisias obtuvo muy pocos beneficios en relación a todo lo que invirtió para apoyar la causa
democrática. Los principales factores en contra fueron las políticas de reconciliación, y con ello el
establecimiento de una democracia conservadora en lugar de una racionalista, como la de Turios.

Durante los siguientes años, la posición política de Lisias fue más escéptica. A este período
corresponden los discursos en los cuales defiende a clientes oligarcas y critica los vicios en los que
ha caído la democracia.

Sabemos de su última intervención en política el 384. En ocasión de la Olimpiada, Teáridas,


hermano del tirano siracusano Dionisio, se presentó en Olimpia al frente de una brillante comitiva
con la cual pretendía deslumbrar a los helenos. Lisias indignado por el cinismo de Teáridas, que
oprimía a las ciudades griegas de Occidente y mantenía francas relaciones con Persia, pronunció el
Discurso XXXIII Olimpíaco, en el que aconseja a los helenos la unión contra los dos enemigos
terribles y exhorta a Esparta a que abandone su tradicional egoísmo político y se adscriba a la
mirada panhelénica.

Se considera que Lisias vivió ochenta años, por lo que su muerte habría sido aproximadamente el
360. Uno de sus biógrafos afirma que Demóstenes, siendo un adolescente pudo haber conocido al
anciano Lisias.

De la democracia racional a la democracia reaccionaria

La democracia racionalista tuvo un inicio y un fin marcados por la existencia de Pericles. Su muerte
fue el punto de quiebra pues fue a la vez, la muerte de la democracia. Pericles, en su tiempo,
estableció las condiciones materiales para que se desarrollara la democracia, y su actuación en el
poder fue el criterio de orientación para la práctica política.

La muerte de Pericles provocó la locura de otros por ocupar el cargo que había quedado vacante. La
situación de Atenas no era del todo fácil. Muchos, ansiando obtener popularidad y el cargo de
estratega militar, ofrecieron cumplir todos los pedidos de los oi poloi, pues el demos aún detentaba la

130
Ferckel y Feyel consideran que Lisias habría podido recibir este beneficio durante su retorno a Atenas, después de haber sido
expulsado de Turios, mientras que Pseudo Plutarco afirma que la fecha de tal beneficio es más tardía.
131
Ante Hipoterses, LXI, cf. pags. XXVIII-XXIX.

60
hegemonía. Es por esta causa que muchos académicos señalan que el eclipse de la democracia se
debió a la demagogia de quienes aspiraban o ejercían cargos de poder.

Desintegración política y moral del Estado democrático ateniense

La ruptura entre la unidad del demos y la oligarquía, el desgaste de la guerra del Peloponeso y la
muerte de Pericles causan en Atenas un descalabro económico y político que se profundiza en la
disolución de la unidad entre oligarquía y demos, pactando la primera con las oligarquías de otras
ciudades e imperios para proteger sus intereses dejando de lado la independencia de la polis.

Al inicio de la democracia, bastantes nobles fueron partidarios del régimen, pues veían en su
participación, ventajas personales y halagos para su patriotismo. Pero la concepción de la polis
como una unidad para el bien común de la comunidad no es importante para la oligarquía
ateniense sino sólo para el demos; la democracia es relevante para la oligarquía ateniense siempre y
cuando le reporte ganancias económicas y honores.

Después del derrocamiento de los Treinta, se restauró una democracia reaccionaria. Es necesario
tener en cuenta los diez años de guerra que habían empobrecido a varios sectores, haciendo a los
atenienses más vulnerables y violentos. Las invasiones al Ática de los espartanos, habían
damnificado a los propietarios rurales, quienes habían sido obligados a habitar dentro de los muros
de Atenas. Se había paralizado el trabajo en las minas de Laurión, fuente de riqueza para otro sector
de atenienses. Por todo lo dicho, los atenienses estaban al borde del descalabro y esta situación de
desesperación fue aprovechada por los oligarcas. Surgieron las heterías o sociedades secretas
aristocráticas entre la oligarquía ateniense y los espartanos. La presencia de Terámenes fue
determinante para realizar las alianzas con Esparta. Los aristócratas se limitaban a cumplir sus
obligaciones, mientras que las masas populares, que estaban empoderadas, pero cada vez estaban
más empobrecidas.

En este último período de la democracia racionalista, se debía profundizar la concepción de hombre


libre, no por su vinculación con la política, sino por su condición racional. Atenas, a pesar de haber
perdido el régimen democrático, mantuvo instituciones de decisión abiertas a toda la población,
incluso cuando regresó al régimen oligárquico. De ahí se deduce que la igualdad política entre
clases se había instituido como un valor para los atenienses.

Para el helenista español Francisco Rodríguez Adrados, los elementos ideológicos que
constituyeron el universo individualista, humanitario y moralizador, fueron los que contribuyeron
al hundimiento de los cuadros de la polis, produciendo una gran desintegración que se evidencia en
las guerras civiles de fines del siglo V: la primera el 411 y luego el 403.

La desintegración del ideal de Pericles se agudizó debido a los factores individualistas; el ideal de la
democracia racionalista se desvió del ideal del bienestar común, para crear en su lugar ciudadanos
desinteresados por los problemas globales de la ciudad o desesperados por solucionar sus propios
problemas. El moralismo y el humanismo estaban destinados a influir en la política, pero no fueron
en sí una solución política. El egoísmo que consideraba tan sólo las ventajas económicas
individuales y que llegaba a toda clase de conducta de conveniencia era ya francamente, un
elemento disgregador. Los intereses de las clases y los partidos se disolvieron en última instancia en
una serie de conveniencias individuales. Evidentemente, hubo una alteración del equilibrio anterior
que dificultaba el sostenimiento de la democracia racionalista. Sin duda, este periodo estuvo

61
marcado por decisiones irracionales e iracundas. La condena a muerte de los generales vencedores
en las Arginusas, la violencia sin piedad de la lucha entre los partidos, e incluso el proceso contra
Sócrates demuestran el desasosiego de este agotamiento de la democracia ateniense.
La nueva democracia instituida a raíz del derrocamiento de los Treinta no era un desarrollo de la
democracia racionalista sino la agudización de los problemas que afectaban a Atenas y al
predominio de las condiciones de Esparta sobre aquélla. El demos, a quien Rodríguez Adrados
define como los inferiores, tendía a los hábitos y maneras de la aristocracia, y en él se incluía a los
nobles empobrecidos. Sin embargo, la democracia instituida como moderada, no era más que una
democracia nominal, que deformaba los intereses de la democracia racionalista de corte
revolucionario.

El año 421, Nicias redactó un tratado de paz con Esparta, pero fue una paz inestable, pues la guerra
había sembrado odios profundos, y el interés imperialista seguía siendo importante para Atenas.
Los aristócratas más exaltados rompieron francamente con la democracia y apoyaron el
establecimiento de un régimen abiertamente oligárquico, primero el 411 y luego el 404. Se
sospechaba que la aristocracia prefería la derrota de Atenas con tal de resultar favorecida como
sector. El 411 iniciaron conversaciones con Esparta y el 404, sólo mediante la ayuda de esta ciudad,
los oligarcas lograron establecerse en el poder.

Se concedió el derecho de ciudadanía a cinco mil ciudadanos de las clases propietarias. El 403 en
una lucha abierta con los Treinta, Terámenes, el líder del grupo moderado, fue quien hizo la paz
con Esparta, pero las clases populares y la dirigencia democrática se hizo aún más radical y se
enfrentó a la tiranía de los Treinta.

Según Rodríguez Adrados, no se puede negar que entre los jefes del partido popular existían
demagogos corrompidos por la oligarquía, que sin embargo, también se destacaban por su valentía
y decisión al servicio de Atenas. La política imperialista de Atenas, durante el gobierno de Pericles,
favoreció directamente al pueblo sin tierra y a las clases mercantiles e industriales que constituían la
mayoría del demos. Esta política provocó una escisión con las clases campesinas y aristocráticas.

Al parecer, el desgaste de la guerra fue importante para ambas ciudades, pues Atenas rechazó
varias veces los tratados de paz en condiciones favorables propuestos por Esparta. Cleón rechazó la
propuesta de 425 después de la derrota de Esfactería. Nicias y Terámenes promovieron la paz en
circunstancias más desfavorables el año 421, pero fue inestable; Cleofón rechazó la propuesta del
410 tras la gran victoria ateniense de Cízico y finalmente Nicias y Terámenes, que habían prometido
negociar lo mejor para Atenas hicieron aprobar el peor tratado de paz, en el que se daban todas las
concesiones a Esparta: el tratado de paz del 404.

La política imperialista de Atenas, padeció desde el principio, porque para los aliados de la
aristocracia, la polis no significaba nada. La desintegración progresiva de esta alianza momentánea
y al calor de los intereses económicos, concluyó en el momento en el que la oligarquía ateniense
llegó a preferir defender sus propios intereses en lugar de los de la comunidad.

Los ricos se quejaban de que el peso de la guerra recaía sobre ellos, pues perdían sus posesiones.
Estaban disconformes con la justicia de los tribunales populares, cuyas sentencias resolvían injustas
confiscaciones, para llenar las arcas del Estado, de donde salían los salarios de los jueces. También
reaccionaban contra los demagogos y el pueblo por sus decisiones catastróficas o partidistas. Los
ricos veían en las confiscaciones una forma descarada de robo a su propio peculio, aunque las

62
confiscaciones solamente sucedían en momentos de apuro. Aún así, los ricos se alejaron cada vez
más del ideal democrático.

El pueblo veía en cada noble un conspirador. La democracia en la línea de Pericles, tendía a


radicalizarse, a partir de la igualdad legal que perseguía la igualdad económica. Mediante el voto
de la mayoría ubicaba a sus cuadros en el poder. El aidós o respeto por el pueblo se convierte en
envidia y odio; el éleos o buena disposición de los ricos se vuelve resentimiento contra toda
ganancia de las masas e incomprensión de las mismas.

Debajo de la lucha de los partidos había motivos económicos. Platón 132 y Aristóteles133 nos
documentan sobre este enunciado. La antinomia entre los ideales de la política interior y el exterior
imperialista, se reducía, no para extender los principios cooperativos a la política imperial, sino
para aplicar la moral antagónica en forma de defensa pura y simple de los intereses del grupo, con
perjuicio para la colectividad. La revolución oligárquica del 411, tuvo coacciones y crímenes de las
heterías o sociedades secretas aristocráticas.

Los oligarcas extremistas y los moderados estuvieron al borde del enfrentamiento. El


establecimiento de la democracia radical trajo consigo una dura represión con destierros,
confiscaciones, privación de derechos, etc. Estas políticas no sólo se aplicaron a los extremistas sino
también a los moderados. La constitución oligárquica de los Treinta, tras la sumisión ante Esparta,
promovida por Terámenes después de una campaña de coacciones que culminó en el asesinato de
Cleofón, e impuso con la ayuda de Lisandro, el general espartano, tuvo como resultado la
restricción de derechos políticos a tres mil ciudadanos. A los pocos meses, los desterrados volvieron
a Atenas, después de reconquistar Filé para la democracia. A pesar de que el tratado de amnistía los
favorecía, en los hechos, nada había cambiado.

La firma del tratado de paz definitivo con Esparta se logró debido a la negociación de Nicias y
Terámenes. La paz del 421, había sembrado demasiados odios. La aristocracia ateniense había roto
definitivamente con la democracia y pactado con Esparta para tratar de implantar un régimen
abiertamente oligárquico, que mantuviera sus privilegios.

La estrategia ateniense consistía en esperar el desgaste de los enemigos y poner todo su empeño en
el fortalecimiento de la flota marítima, descuidando así la infantería. Sumada a esta debilidad, el
tratado de paz exigía la demolición del muro que protegía a Atenas y la quema de las cuatro
quintas partes de su flota marítima.

Democracia reaccionaria de la oligarquía ateniense

La última democracia que vivió Atenas, la hemos denominado “reaccionaria” porque este término
designa a ideologías o personas que aspiran a instaurar un estado de cosas anterior al presente,
donde existe una oposición a la revolución. Para nuestro caso, se refiere al fenómeno en el que,
después de la muerte de Pericles, la oligarquía ateniense intervino en cargos de decisión y retornó
al régimen oligárquico, aceptando el régimen democrático, aunque sólo nominalmente, pues le
interesaban exclusivamente los valores y beneficios sectoriales dejando de lado al demos. Es

132
Platón, La República, 550 c.
133
Aristóteles. La política, 1279 b, 1290 b, 1291 b, 1310 a, 1315 a, etc.

63
reaccionaria porque busca regresar al Estado que beneficia, pertenece y es manejado por el sector
más pudiente de la sociedad.

El principio teórico de la democracia racionalista de tiempos de Pericles se erigió bajo el


fundamento de que la conveniencia individual debía coincidir con la conveniencia general de la
ciudad. El ideal de Pericles unía el trabajo privado y la dedicación pública, la ilustración y la
valentía militar, el planeamiento racional y la pasión del patriotismo, pero la experiencia de la
guerra sirvió para que los oligarcas promovieran la separación de los intereses de los individuos y
las clases sociales respecto de los de la comunidad.

La política de los aristócratas, los pequeños propietarios rurales, los grandes comerciantes e
industriales y las masas urbanas, se movían por intereses de grupo y estos intereses permitían
alianzas cambiantes o enfrentamientos. Esta situación nos muestra claramente que los intereses
particulares podían diferir de los de la comunidad y pone en evidencia cómo muchas acciones que
afectaron directamente a Atenas y a la política democrática, fueron realizadas según los intereses
particulares que se desentendían de los demás.

La democracia reaccionaria fomentó una mentalidad individualista incompatible con la idea de


democracia y la comunidad cívica, no al enfrentar las clases por motivos ideológicos, sino buscando
preservar sus intereses a costo de los intereses de la ciudad. El ideal mixto de sophrosyne, prudencia
e inteligencia, continuaba siendo encomiado por todos.

La escisión ideológica se da a inicios de la guerra del Peloponeso, donde los viejos son respetosos
de la antigua religión, mientras que los jóvenes están tocados por la nueva sabiduría. De los viejos
surgen esquemas puramente tradicionales y restrictivos; consideran a los jóvenes ejemplos de
desenfreno e inmoralidad. Hubo un alejamiento progresivo de los valores tradicionales que Pericles
quería hacer compatibles con los valores de los jóvenes.

El deseo de gloria y el ideal del valor militar van declinando poco a poco, el prestigio que tenían el
carácter cívico y burgués y el heroísmo, será luego ridiculizado por Aristófanes. La idea de paz es
promovida como sinónimo de placer y abundancia. Los hoplitas atenienses temen enfrentarse a los
espartanos. La ayuda del Estado a los ciudadanos tenía por objeto posibilitar la actuación política
de clases menos pudientes, pero amenazaba con degenerar en parasitismo. El ideal de unir el
trabajo privado y la dedicación pública decayó notoriamente. Los salarios públicos dejaron de ser
un estipendio para compensar el tiempo empleado al servicio del Estado. Así, la democracia
moderada no era sino reaccionaria porque buscaba regresar al Estado oligárquico y debilitar el
empoderamiento del demos.

Los discursos de Lisias

Estos discursos son una fuente testimonial del tránsito de la democracia racionalista de Pericles a la
democracia reaccionaria de la oligarquía ateniense. Sin duda los demagogos y sicofantes ayudaron
sobradamente a la deformación de la democracia racionalista.

Mucho se habla de la ferviente defensa de los ideales democráticos que Lisias realizó durante su
actividad política. En oposición, se critica los discursos posteriores al 404, en los que nuestro orador
habría defendido el régimen oligárquico y atacado la democracia. Sin embargo, a nuestro entender,

64
el error que se comete es juzgar a Lisias y a sus escritos bajo el supuesto de que se trata de una
misma democracia.

Las acciones de defensa de la democracia de Lisias se refieren a la democracia racionalista que


Pericles impulsó, mientras que los escritos en los que este orador realiza críticas al régimen
democrático y al proceder político de Atenas, se refieren a la democracia reaccionaria y nominal
que impulsó la oligarquía ateniense a título de “democracia moderada”. Los discursos de Lisias son
una fuente que denuncia la exageración de las autoridades al realizar procesos de confiscación de
bienes. Estos discursos referidos a las confiscaciones ponen en evidencia las razones de
conveniencia económica que enfrentaban a los partidos. Frente a las acusaciones contra los
ciudadanos que apoyan a los regímenes oligárquicos, las defensas de Lisias exaltan el servicio de
sus defendidos a favor de la polis, y no respecto del régimen. Situaciones similares al proceso a
Sócrates que tiene asimismo un trasfondo político, eran procesos contra toda la democracia nacida
en la Ilustración. Para Platón, este último período de la democracia, será tan detestable como el
primer periodo y la Tiranía de los Treinta.

Respecto de la política, Lisias afirma “que cada uno apoya el régimen político que le conviene y es
una cuestión que nada tiene que ver con la naturaleza de cada cual” 134, siguiendo así el principio de
lo conveniente. Esta frase, que tanta crítica le ha costado al autor, a nuestro entender no debería ser
reducida sólo a los intereses de cada quien, pues sería darle la razón a los oligarcas atenienses, que
prefirieron cuidar sus intereses a costa de los de Atenas. Se debe interpretar como que cada
ciudadano puede tener una afiliación política según su conciencia de clase, al margen de la clase a
la que pertenece en la sociedad.

Rodríguez Adrados afirma que Lisias cambia de partido por una cuestión de intereses pues tanto él
como Aristófanes se quejan de los demócratas enriquecidos que se hacen enemigos del pueblo. En
todo caso, esta crítica está dirigida a la persona, no al régimen. También afirma que Lisias
argumentaba superficialmente, según la oportunidad en cada caso, sin preocuparse por el fondo de
la cuestión tratada, a pesar de haber sido un demócrata convencido. Al respecto, cabe señalar que
Lisias, caída la democracia racionalista, realizaba críticas sobre la decadencia de la democracia
reaccionaria y las maniobras de los oligarcas, que a título de moderación desconocían los valores y
fundamentos sobre los cuales se había desarrollado la democracia racionalista de Pericles.

Lisias, ya en los inicios de la democracia, supuestamente moderada, señalaba que no existían


diferencias dentro del bando oligárquico, pues Terámenes y Critias se disputaban el mando, no por
interés de la ciudad, sino por capricho. En todo caso, Lisias no consideraba que la radicalidad de
Critias y la moderación de Terámenes procuraran los intereses de la ciudad. Quizá la diferencia
fuera sólo de forma, pues ambos tenían el objetivo de saquear al Estado.

En el discurso XII, Lisias pide odio contra Eratóstenes en lugar de piedad y hace ver a los jueces que
la absolución significaría pertenecer al bando oligárquico, pues Eratóstenes sustentó gran parte de
su defensa en la fama de Terámenes, a quien Lisias también había puesto en el lugar del acusado y
de quien había denunciado las incoherencias del tratado de paz que había hecho firmar a Atenas,
entregando todas las fortalezas de la ciudad.

134
Discurso XXV Defensa [en un proceso por el derrocamiento del régimen democrático].

65
En el discurso XXVI Sobre el examen de Evandro, Lisias rechaza la amnistía con Esparta y reclama a los
demócratas haber permitido a los aristócratas tener derecho a ser jueces y participar en la
Asamblea. Rodríguez Adrados señala que no es Lisias el único que habla en estos términos, sino
que es la expresión de un espíritu muy extendido135.

La teoría democrática atribuía a este régimen el lema de la sofrosine frente a la hybris de la tiranía. Al
dividirse la sociedad ateniense en dos corrientes políticas, cada cual atribuía a la otra las
características del tirano. En el discurso XX En defensa de Polisístrato, Lisias defiende a este individuo,
a quien los oligarcas obligaron a ser uno de los Cuatrocientos y a causa de ello, fue multado por los
demócratas. Este discurso más que un ataque a la democracia, es un testimonio de la hybris de
ambas corrientes políticas. También en el discurso XXV Defensa [En un proceso de defensa por el
derrocamiento del régimen democrático], nos señala que los Treinta castigaron a personas que no lo
merecían, los políticos demócratas exaltados eran iguales que los oligarcas, se enloquecían y sólo
aportaban rencor en lugar de concordia.

La injusticia de los oligarcas causó la indignación de los atenienses y así se restituyó la democracia.
Una vez establecida, las acciones de los sicofantas trajeron consigo la posibilidad del regreso de la
oligarquía. Ésta es la crítica de Lisias al sistema democrático, pues él contrasta la idea de concordia
ὁμόνοια136 que estaba en el centro del pensamiento democrático desde Esquilo y Pericles con el
egoísmo de la oligarquía. Aquella suponía una mutua ayuda en lo material y lo espiritual y
concesiones recíprocas; concretamente, una contribución de los ricos a la elevación del pueblo y el
respeto de éste a las clases acomodadas. Pero el fanatismo partidista rompió la colaboración entre
los nobles y el pueblo, y esta situación se fue agravando tanto que muchos de los aristócratas
huyeron a Decelia junto a los espartanos y conspiraron para entregar la ciudad.

Atenas ha tenido que desembocar en una democracia nominal y reaccionaria, en la que se vivía en
un estado de guerra civil donde la porción de razón que pudiera haber tenido cada corriente
política se transformaba en razón absoluta. A pesar de ello, la guerra civil ateniense dejó vivos
muchos valores como los referidos al individuo y la posibilidad de desarrollar la democracia en
otras circunstancias.

135
Tucídides, III, 82
136
Del griego ἡ ὁμόνοια: conformidad de sentimientos, unanimidad, concordia, unión.

66
Capítulo III
ΚΑΤΑ ΕΡΑΤΟΣΘΕΝΟΥΣ CONTRA ERATÓSTENES
ΤΟΥ ΓΕΝΟΜΕΝΟΥ ΤΩΝ ΤΡΙΑΚΟΝΤΑ, QUE FUE DE LOS TREINTA
ΟΝ ΑΥΤΟΣ ΕΙΠΕ ΛΥΣΙΑΣ PRONUNCIADO POR EL PROPIO LISIAS

[12, 1] Οὐκ ἄρξασθαί μοι δοκεῖ ἄπορον εἶναι, ὦ ἄνδρες [12, 1] ¡Oh señores jueces! me parece que lo difícil no es
δικασταί, τῆς κατηγορίας, ἀλλὰ παύσασθαι λέγοντι· empezar la acusación, sino dejar de hablar, pues tales
τοιαῦτα αὐτοῖς τὸ μέγεθος καὶ τοσαῦτα τὸ πλῆθος son por su magnitud y tantas por su número, las
εἴργασται, ὥστε μήτ' ἂν ψευδόμενον δεινότερα τῶν acciones que han sido ejecutadas por los Treinta. De
ὑπαρχόντων κατηγορῆσαι, μήτε τἀληθῆ βουλόμενον modo que ni mintiendo ni queriendo decir todos los
εἰπεῖν ἅπαντα δύνασθαι, ἀλλ' ἀνάγκη ἢ τὸν hechos verdaderos, podría acusar de peores cosas de las
κατήγορον ἀπειπεῖν ἢ τὸν χρόνον ἐπιλιπεῖν. existentes, pues sería necesario que el acusador se
agotara o el tiempo faltase.

[12, 2] Τοὐναντίον δέ μοι δοκοῦμεν πείσεσθαι ἢ ἐν τῷ [12, 2] Y me parece que nosotros sufriremos lo contrario
πρὸ τοῦ χρόνῳ. Πρότερον μὲν γὰρ ἔδει τὴν ἔχθραν τοὺς que en el tiempo anterior a éste, pues antes era necesario
κατηγοροῦντας ἐπιδεῖξαι, ἥτις εἴη πρὸς τοὺς φεύγοντας· que los acusadores demostraran el odio que había contra
νυνὶ δὲ παρὰ τῶν φευγόντων χρὴ πυνθάνεσθαι ἥτις ἦν los incriminados. Pero ahora, es necesario saber de parte
αὐτοῖς πρὸς τὴν πόλιν ἔχθρα, ἀνθ' ὅτου τοιαῦτα de los incriminados, qué odio tenían contra la ciudad,
ἐτόλμησαν εἰς αὐτὴν ἐξαμαρτάνειν. por el cual osaron atentar contra ella. Ciertamente, no
Οὐ μέντοι ὡς οὐκ ἔχων οἰκείας ἔχθρας καὶ συμφορὰς τοὺς hago estas consideraciones porque no tenga odios y
λόγους ποιοῦμαι, ἀλλ' ὡς ἅπασι πολλῆς ἀφθονίας οὔσης desgracias personales, sino porque para todos existen
ὑπὲρ τῶν ἰδίων ἢ ὑπὲρ τῶν δημοσίων ὀργίζεσθαι. motivos abundantes para irritarse por las injurias
particulares o públicas.

[12, 3] Ἐγὼ μὲν οὖν, ὦ ἄνδρες δικασταί, οὔτ' ἐμαυτοῦ [12, 3] En efecto, oh señores jueces, jamás he tratado
πώποτε οὔτε ἀλλότρια πράγματα πράξας νῦν asuntos ni de mí mismo, ni ajenos. Ahora he sido
ἠνάγκασμαι ὑπὸ τῶν γεγενημένων τούτου κατηγορεῖν, obligado por los acontecimientos a acusar a
ὥστε πολλάκις εἰς πολλὴν ἀθυμίαν κατέστην, μὴ διὰ τὴν Eratóstenes, de modo que, a menudo he sentido un
ἀπειρίαν ἀναξίως καὶ ἀδυνάτως ὑπὲρ τοῦ ἀδελφοῦ καὶ gran desaliento, debido a mi inexperiencia, por temor de
ἐμαυτοῦ τὴν κατηγορίαν ποιήσομαι· ὅμως δὲ hacer indignamente y sin fuerza la acusación por mi
πειράσομαι ὑμᾶς ἐξ ἀρχῆς ὡς ἂν δύνωμαι δι' ἐλαχίστων hermano y por mí. No obstante, desde el principio,
διδάξαι. intentaré informaros como pueda y brevemente.

[12, 4] Οὑμὸς πατὴρ Κέφαλος ἐπείσθη μὲν ὑπὸ Περικλέους [12, 4] Mi padre Céfalo fue persuadido por Pericles para
εἰς ταύτην τὴν γῆν ἀφικέσθαι, ἔτη δὲ τριάκοντα ᾤκησε, καὶ venir a esta tierra, y vivió treinta años y jamás nosotros
οὐδενὶ πώποτε οὔτε ἡμεῖς οὔτε ἐκεῖνος δίκην οὔτε ni él citamos a juicio a nadie, ni fuimos acusados, sino
ἐδικασάμεθα οὔτε ἐφύγομεν, ἀλλ' οὕτως ᾠκοῦμεν que, siendo democráticos, vivíamos de tal modo, que no
δημοκρατούμενοι ὥστε μήτε εἰς τοὺς ἄλλους ἐξαμαρτάνειν cometimos males contra los demás, ni por los demás
μήτε ὑπὸ τῶν ἄλλων ἀδικεῖσθαι. fuimos agraviados.

[12, 5] Ἐπειδὴ δ' οἱ τριάκοντα πονηροὶ μὲν καὶ συκοφάνται [12, 5] Después que los Treinta, que son malvados y
ὄντες εἰς τὴν ἀρχὴν κατέστησαν, φάσκοντες χρῆναι τῶν sicofantes llegaron al poder, afirmando que era necesario
ἀδίκων καθαρὰν ποιῆσαι τὴν πόλιν καὶ τοὺς λοιποὺς purificar la ciudad de los injustos y reorientar a los
πολίτας ἐπ' ἀρετὴν καὶ δικαιοσύνην τραπέσθαι, τοιαῦτα restantes ciudadanos hacia la virtud y la justicia; aún
λέγοντες οὐ τοιαῦτα ποιεῖν ἐτόλμων, ὡς ἐγὼ περὶ τῶν diciéndolo, ellos no osaban hacerlo.
ἐμαυτοῦ πρῶτον εἰπὼν καὶ περὶ τῶν ὑμετέρων
ἀναμνῆσαι πειράσομαι.

[12, 6] Θέογνις γὰρ καὶ Πείσων ἔλεγον ἐν τοῖς τριάκοντα [12, 6] Teogonis y Pisón de los Treinta dijeron acerca de
περὶ τῶν μετοίκων, ὡς εἶέν τινές τῇ πολιτείᾳ ἀχθόμενοι· los metecos que algunos estaban molestos por la forma
καλλίστην οὖν εἶναι πρόφασιν τιμωρεῖσθαι μὲν δοκεῖν, τῷ de gobierno. Así pues, el pretexto era óptimo, por un
δ' ἔργω χρηματίζεσθαι· πάντως δὲ τὴν μὲν πόλιν πένεσθαι lado, para justificar que fueran castigados y por otro,
τὴν δ' ἀρχὴν δεῖσθαι χρημάτων. para enriquecerse con esta acción pues, decían que, por
una parte, la ciudad estaba completamente empobrecida
y por otra, que la autoridad necesitaba riquezas.

67
[12, 7] Καὶ τοὺς ἀκούοντας οὐ χαλεπῶς ἔπειθον· [12, 7] Y fácilmente persuadieron a los oyentes, pues en
ἀποκτιννύναι μὲν γὰρ ἀνθρώπους περὶ οὐδενὸς nada consideraban asesinar a los metecos y en mucho
ἡγοῦντο, λαμβάνειν δὲ χρήματα περὶ πολλοῦ ἐποιοῦντο. estimaban tomar sus riquezas. Entonces, para ellos
Ἔδοξεν οὖν αὐτοῖς δέκα συλλαβεῖν, τούτων δὲ δύο πένητας, estaba bien capturar a diez y entre éstos a dos pobres
ἵνα αὐτοῖς ᾖ πρὸς τοὺς ἄλλους ἀπολογία, ὡς οὐ χρημάτων para justificarse ante los demás, señalando que esto se
ἕνεκα ταῦτα πέπρακται, ἀλλὰ συμφέροντα τῇ πολιτεία había hecho, no por las riquezas, sino, porque sería útil
γεγένηται, ὥσπερ τι τῶν ἄλλων εὐλόγως πεποιηκότες. para la ciudadanía, como si razonablemente hubieran
hecho alguna de las demás cosas.

[12, 8] Διαλαβόντες δὲ τὰς οἰκίας ἐβάδιζον· καὶ ἐμὲ μὲν [12, 8] Y habiendo avanzado en la repartición de las
ξένους ἑστιῶντα κατέλαβον, οὓς ἐξελάσαντες casas, me encontraron atendiendo a unos huéspedes, que
Πείσωνί με παραδιδόασιν· οἱ δὲ ἄλλοι εἰς τὸ fueron desalojados. Luego me entregaron a Pisón; los
ἐργαστήριον ἐλθόντες τὰ ἀνδράποδα ἀπεγράφοντο. demás, habiendo llegado al taller, registraban a los
esclavos.

[12, 9] Ἐγὼ δὲ Πείσωνα μὲν ἠρώτων εἰ βούλοιτό με σῶσαι [12, 9] Entonces, yo pregunté a Pisón si quería salvarme
χρήματα λαβών. Ὁδ' ἔφασκεν, εἰ πολλὰ εἴη. Εἶπον ὅτι aceptando dinero y él preguntó si el dinero era mucho.
τάλαντον ἀργυρίου ἕτοιμος εἴην δοῦναι· ὁδ' ὡμολόγησε Le dije que estaba dispuesto a darle un talento de plata.
ταῦτα ποιήσειν. Ἠπιστάμην μὲν οὖν ὅτι οὔτε θεοὺς οὔτ' Y él convino en hacer eso. En efecto, yo sabía que él no
ἀνθρώπους νομίζει, ὅμως δ' ἐκ τῶν παρόντων ἐδόκει μοι respetaba ni a los dioses ni a los hombres; no obstante,
ἀναγκαιότατον εἶναι πίστιν παρ' αὐτοῦ λαβεῖν. por tales circunstancias me pareció necesario tomarle
juramento.

[12, 10] Ἐπειδὴ δὲ ὤμοσεν, ἐξώλειαν ἑαυτῷ καὶ τοῖς παισὶν [12, 10] Y después, perjurando por la ruina total para sí y
ἐπαρώμενος, λαβὼν τὸ τάλαντόν με σώσειν, εἰσελθὼν εἰς para sus hijos, prometió salvarme. Entré a la recámara,
τὸ δωμάτιον τὴν κιβωτὸν ἀνοίγνυμι. Πείσων δ' αἰσθόμενος abrí el arca y Pisón recibió el talento, pero, habiéndose
εἰσέρχεται, καὶ ἰδὼν τὰ ἐνόντα καλεῖ τῶν ὑπηρετῶν δύο, percatado entró a la recámara y viendo el contenido del
καὶ τὰ ἐν τῇ κιβωτῷ λαβεῖν ἐκέλευσεν. arca, llamó a dos de sus siervos y les ordenó tomar todo.

[12, 11] Ἐπεὶ δὲ οὐχ ὅσον ὡμολόγητο εἶχεν, ὦ ἄνδρες [12, 11] Y, ¡oh, señores jueces! tuvo, no cuanto
δικασταί, ἀλλὰ τρία τάλαντα ἀργυρίου καὶ τετρακοσίους convinimos, sino tres talentos de plata, cuatrocientos
κυζικηνοὺς καὶ ἑκατὸν δαρεικοὺς καὶ φιάλας ἀργυρᾶς cízicos, cien dáricos y cuatro copas argénteas. Yo le pedí
τέτταρας, ἐδεόμην αὐτοῦ ἐφόδιά μοι δοῦναι. que me diera el viático.

[12, 12] Ὁ δ' ἀγαπήσειν με ἔφασκεν, εἰ τὸ σῶμα σώσω. [12, 12] Pero él dijo que me contentara si salvaba el
Ἐξιοῦσι δ' ἐμοὶ καὶ Πείσωνι ἐπιτυγχάνει Μηλόβιός τε καὶ cuerpo. Y Melobio y Mnesitides, provenientes del taller
Μνησιθείδης ἐκ τοῦ ἐργαστηρίου ἀπιόντες, καὶ nos encontraron a mí y a Pisón saliendo y nos detuvieron
καταλαμβάνουσι πρὸς αὐταῖς ταῖς θύραις, καὶ ἐρωτῶσιν ante las mismas puertas y nos preguntaron adónde
ὅποι βαδίζοιμεν· ὁ δ' ἔφασκεν εἰς τὰ τοῦ ἀδελφοῦ τοῦ ἐμοῦ, íbamos. Pisón afirmó que a la casa de mi hermano para
ἵνα καὶ τὰ ἐν ἐκείνῃ τῇ οἰκίᾳ σκέψηται. ἐκεῖνον μὲν οὖν examinar lo que había en ella. Entonces ordenaron que él
ἐκέλευον βαδίζειν, ἐμὲ δὲ μεθ' αὑτῶν ἀκολουθεῖν εἰς se fuera y que yo siguiera con ellos hacia la casa de
Δαμνίππου. Damnipo.

[12, 13] Πείσων δὲ προσελθὼν σιγᾶν μοι παρεκελεύετο καὶ [12, 13] Pisón, habiéndose acercado a mí me recomendó
θαρρεῖν, ὡς ἥξων ἐκεῖσε. Καταλαμβάνομεν δὲ αὐτόθι callar y animarme porque él también iría después allí. Y
Θέογνιν ἑτέρους φυλάττοντα· ᾧ παραδόντες ἐμὲ πάλιν ahí encontramos a otros, a Teogonis vigilando, a quien,
ᾤχοντο. Ἐν τοιούτῳ δ' ὄντι μοι κινδυνεύειν ἐδόκει, ὡς τοῦ γε me entregaron de nuevo y se marcharon. Y estando yo
ἀποθανεῖν ὑπάρχοντος ἤδη. en tal situación me pareció bien arriesgarme, ya que era
posible morir.

[12, 14] Καλέσας δὲ Δάμνιππον λέγω πρὸς αὐτὸν τάδε, [12, 14] Y habiendo llamado a Damnipo le dije esto:
«ἐπιτήδειος μέν μοι τυγχάνεις ὤν, ἥκω δ' εἰς τὴν σὴν “estás a mi favor, y he venido a tu casa y en nada te hago
οἰκίαν, ἀδικῶ δ' οὐδέν, χρημάτων δ' ἕνεκα ἀπόλλυμαι. daño y a causa de mis bienes estoy perdido. Así pues, tú,
σὺ οὖν ταῦτα πάσχοντί μοι πρόθυμον παράσχου τὴν benévolamente proporcióname a mí, que estoy sufriendo
σεαυτοῦ δύναμιν εἰς τὴν ἐμὴν σωτηρίαν.» Ὁ δ' ὑπέσχετο esto, tu ayuda para mi salvación. Él prometió hacer eso,
ταῦτα ποιήσειν. Ἐδόκει δ'αὐτῷ βέλτιον εἶναι πρὸς Θέογνιν y hablar con Teogonis; pues a él le parecía que era lo
μνησθῆναι· ἡγεῖτο γὰρ ἅπαν ποιήσειναὐτόν, εἴ τις ἀργύριον mejor, ya que pensaba que éste haría todo, si alguien le
διδοίη. daba dinero.

68
[12, 15] Ἐκείνου δὲ διαλεγομένου Θεόγνιδι (ἔμπειρος γὰρ [12, 15] Y mientras Damnipo hablaba con Teogonis, yo
ὢνἐτύγχανον τῆς οἰκίας, καὶ ᾔδη ὅτι ἀμφίθυρος εἴη) que era conocedor de la casa, y sabía que era de dos
ἐδόκει μοι ταύτῃ πειρᾶσθαι σωθῆναι, ἐνθυμουμένῳ puertas, me pareció bien intentar salvarme huyendo por
ὅτι, ἐὰν μὲν λάθω, σωθήσομαι, ἐὰν δὲ ληφθῶ, ἡγούμην μέν, una de ellas. Yo reflexionaba que si escapara, me
εἰ Θέογνις εἴη πεπεισμένος ὑπὸ τοῦ Δαμνίππου χρήματα salvaría, pero si fuera aprehendido, o bien Teogonis,
λαβεῖν, οὐδὲν ἧττον ἀφεθήσεσθαι, εἰ δὲ μή, ὁμοίως persuadido por Damnipo, tomaría mis riquezas, y yo
ἀποθανεῖσθαι. sería liberado o bien, si éste no fuera convencido, yo
moriría.

[12, 16] Ταῦτα διανοηθεὶς ἔφευγον, ἐκείνων ἐπὶ τῇ αὐλείῳ [12, 16] Habiendo meditado esto, hui, mientras ellos
θύρᾳ τὴν φυλακὴν ποιουμένων· τριῶν δὲ θυρῶν οὐσῶν, ἃς hacían guardia en la puerta del patio. Y eran tres puertas,
ἔδει με διελθεῖν, ἅπασαι ἀνεῳγμέναι ἔτυχον. Ἀφικόμενος las que era necesario atravesar, y todas se encontraban
δὲ εἰς ᾿Αρχένεω τοῦ ναυκλήρου ἐκεῖνον. Πέμπω εἰς ἄστυ, abiertas. Y yo, llegando a la casa de Arqueneo, el
πευσόμενον περὶ τοῦ ἀδελφοῦ· ἥκων δὲ ἔλεγεν ὅτι armador, lo envié a la ciudad para que se informara
᾿Ερατοσθένης αὐτὸν ἐν τῇ ὁδῷ λαβὼν εἰς τὸ δεσμωτήριον sobre mi hermano. Al regresar, me dijo que Eratóstenes,
ἀπαγάγοι. lo había capturado en el camino y conducido a prisión.

[12, 17] Καὶ ἐγὼ τοιαῦτα πεπυσμένος τῆς ἐπιούσης νυκτὸς [12, 17] Yo, informado de tales hechos, me embarqué
διέπλευσα Μέγαράδε. hacia Megara, al acercarse la noche.
Πολεμάρχῳ δὲ παρήγγειλαν οἱ τριάκοντα τοὐπ' ἐκείνων Los Treinta aplicaron a Polemarco la orden por ellos
εἰθισμένον παράγγελμα, πίνειν κώνειον, πρὶν τὴν αἰτίαν acostumbrada, de beber la cicuta, pero antes de decir la
εἰπεῖν δι' ἥντινα ἔμελλεν ἀποθανεῖσθαι· οὕτω πολλοῦ causa por la cual había de morir; así que muy lejos
ἐδέησε κριθῆναι καὶ ἀπολογήσασθαι. estuvo de ser juzgado y de defenderse.

[12, 18] Καὶ ἐπειδὴ ἀπεφέρετο ἐκ τοῦ δεσμωτηρίου τεθνεώς, [12, 18] Y después que fue sacado de la prisión,
τριῶν ἡμῖν οἰκιῶν οὐσῶν οὐδ᾿ ˂ἐξ˃ μιᾶς εἴασαν ἐξενεχθῆναι, muerto, aunque eran tres nuestras casas, de ninguna
ἀλλὰ κλεισίον μισθωσάμενοι προὔθεντο αὐτόν. Καὶ πολλῶν permitieron que saliera el cortejo fúnebre, sino que,
ὄντων ἱματίων αἰτοῦσιν οὐδὲν ἔδοσαν εἰς τὴν ταφήν, ἀλλὰ habiendo alquilado un cobertizo, lo expusieron. Y
τῶν φίλων ὁ μὲν ἱμάτιον, ὁ δὲ προσκεφάλαιον, ὁ δὲ ὅ τι aunque había muchos mantos, no nos dieron ninguno
ἕκαστος ἔτυχεν ἔδωκεν εἰς τὴν ἐκείνου ταφήν. para la sepultura, sino que, obtuvimos de los amigos;
de uno, un manto; de otro, una almohada; lo que cada
uno tuvo, lo dio para la sepultura.

[12, 19] Καὶ ἔχοντες μὲν ἑπτακοσίας ἀσπίδας τῶν ἡμετέρων, [12, 19] Y teniendo setecientos escudos de los nuestros, y
ἔχοντες δὲ ἀργύριον καὶ χρυσίον τοσοῦτον, χαλκὸν δὲ καὶ teniendo mucha plata y mucho oro, cobre y adornos y
κόσμον καὶ ἔπιπλα καὶ ἱμάτια γυναικεῖα ὅσα οὐδεπώποτε bienes muebles y tantos mantos de mujer cuantos nunca
ᾤοντο κτήσεσθαι, καὶ ἀνδράποδα εἴκοσι καὶ ἑκατόν, ὧν τὰ jamás pensaban procurarse, y ciento veinte esclavos de
μὲν βέλτιστα ἔλαβον, τὰ δὲ λοιπὰ εἰς τὸ δημόσιον ἀπέδοσαν, los cuales tomaron los mejores, y a los restantes los
εἰς τοσαύτην ἀπληστίαν καὶ αἰσχροκέρδειαν ἀφίκοντο καὶ entregaron para el servicio público.
τοῦ τρόπου τοῦ αὑτῶν ἀπόδειξιν ἐποιήσαντο· τῆς γὰρ Llegaron a tanta insaciabilidad y codicia e hicieron
Πολεμάρχου γυναικὸς χρυσοῦς ἑλικτῆρας, οὓς ἔχουσα muestra de su modo de ser, pues Melobio arrancó de las
ἐτύγχανεν, ὅτε τὸ πρῶτον ἦλθεν εἰς τὴν οἰκίαν Μηλόβιος ἐκ orejas de la mujer de Polemarco, los pendientes de oro
τῶν ὤτων ἐξείλετο. que ella tenía, cuando vino a la casa por primera vez.

[12, 20] Καὶ οὐδὲ κατὰ τὸ ἐλάχιστον μέρος τῆς οὐσίας ἐλέου [12, 20] Y de parte de ellos no obtuvimos compasión ni
παρ' αὐτῶν ἐτυγχάνομεν. ἀλλ' οὕτως εἰς ἡμᾶς διὰ τὰ sobre una mínima parte de la fortuna, sino que
χρήματα ἐξημάρτανον, ὥσπερ ἂν ἕτεροι μεγάλων cometieron daños contra nosotros a causa de nuestras
ἀδικημάτων ὀργὴν ἔχοντες, οὐ τούτων ἀξίους γε ὄντας τῇ riquezas. Nos trataban como a otros que hubieran
πόλει, ἀλλὰ πάσας τὰς χορηγίας χορηγήσαντας, πολλὰς provocado cólera por grandes injusticias; cuando por el
δ' εἰσφορὰς εἰσενεγκόντας, κοσμίους δ' ἡμᾶς αὐτοὺς contrario, nosotros éramos dignos para la ciudad, pues
παρέχοντας καὶ πᾶν τὸ προσταττόμενον ποιοῦντας, habiendo suministrado todas las coregías, habiendo
ἐχθρὸν δ' οὐδένα κεκτημένους, πολλοὺς δ' ᾿Αθηναίων ἐκ realizado muchas contribuciones, habiéndonos mostrado
τῶν πολεμίων λυσαμένους· τοιούτων ἠξίωσαν οὐχ ὁμοίως disciplinados, habiendo hecho todo lo ordenado, sin
μετοικοῦντας ὥσπερ αὐτοὶ ἐπολιτεύοντο. habernos procurado ningún enemigo y habiendo
liberado de los enemigos a muchos de los atenienses, no
nos consideraron dignos, a nosotros, que éramos metecos
correctos y no como ellos que eran malos ciudadanos.

[12, 21] Οὗτοι γὰρ πολλοὺς μὲν τῶν πολιτῶν εἰς τοὺς [12, 21] En efecto, arrojaron a muchos de los ciudadanos

69
πολεμίους ἐξήλασαν, πολλοὺς δ' ἀδίκως ἀποκτείναντες a los enemigos, a otros muchos, habiéndolos matado
ἀτάφους ἐποίησαν, πολλοὺς δ' ἐπιτίμους ὄντας ἀτίμους τῆς injustamente, los hicieron insepultos, a muchos que eran
πόλεως κατέστησαν, πολλῶν δὲ θυγατέρας μελλούσας poseedores de derechos civiles, los privaron de ellos e
ἐκδίδοσθαι ἐκώλυσαν. impidieron a las hijas casaderas de muchos, ser dadas en
matrimonio.

[12, 22] Καὶ εἰς τοσοῦτόν εἰσι τόλμης ἀφιγμένοι ὥσθ' ἥκουσιν [12, 22] Y han llegado a tal grado de atrevimiento, que
ἀπολογησόμενοι, καὶ λέγουσιν ὡς οὐδὲν κακὸν οὐδ' αἰσχρὸν vinieron para defenderse y dijeron que nada malo ni
εἰργασμένοι εἰσίν. Ἐγὼ δ'ἐβουλόμην ἂν αὐτοὺς ἀληθῆ vergonzoso habían cometido. Por cierto, yo quisiera
λέγειν· μετῆν γὰρ ἂν καὶ ἐμοὶ τούτου τἀγαθοῦ οὐκ ἐλάχιστον que ellos dijeran la verdad.
μέρος.

[12, 23] Νῦν δὲ οὔτε πρὸς τὴν πόλιν αὐτοῖς τοιαῦτα ὑπάρχει [12, 23] Pero ahora ni en relación a la polis ni en relación
οὔτε πρὸς ἐμέ· τὸν ἀδελφὸν γὰρ μου, ὥσπερ καὶ πρότερον a mí, dicen la verdad; pues, como dije antes, Eratóstenes
εἶπον, Ερατοσθένης ἀπέκτεινεν, οὔτε αὐτὸς ἰδίᾳ hizo matar a mi hermano. Eratóstenes, sin haber sido
ἀδικούμενος οὔτε εἰς τὴν πόλιν ὁρῶν ἐξαμαρτάνοντα, ἀλλὰ ofendido en lo personal por Polemarco, y sin haber visto
τῇ ἑαυτοῦ παρανομίᾳ προθύμως ἐξυπηρετῶν. que éste hubiera cometido faltas contra la ciudad, lo hizo
matar con gusto, siguiendo su propia legalidad.

[12, 24] Ἀναβιβασάμενος δ' αὐτὸν βούλομαι ἐρέσθαι, ὦ [12, 24] ¡Οh jueces! habiéndome subido al estrado, quiero
ἄνδρες δικασταί. Τοιαύτην γὰρ γνώμην ἔχω· ἐπὶ μὲν τῇ interrogar a Eratóstenes, pues tengo tal opinión:
τούτου ὠφελείᾳ καὶ πρὸς ἕτερον περὶ τούτου διαλέγεσθαι considero que hablar a un tercero en provecho de
ἀσεβὲς εἶναι νομίζω, ἐπὶ δὲ τῇ τούτου βλάβῃ καὶ πρὸς Eratóstenes, es impío, pero interrogar a éste mismo para
αὐτὸν τοῦτον ὅσιον καὶ εὐσεβές. Ἀνάβηθι οὖν μοι καὶ hacerle daño es santo y piadoso. Así pues, sube y
ἀπόκριναι, ὅ τι ἄν σε ἐρωτῶ. respóndeme lo que te voy a preguntar.

[12, 25] [12, 25]


Λυσίας· - Ἀπήγαγες Πολέμαρχον ἢ οὔ; Lisias: – ¿Encarcelaste a Polemarco o no?
Eratóstenes: – Asustado, hacía lo ordenado por . .
Ερατοσθένης· - Τὰ ὑπὸ τῶν ἀρχόντων προσταχθέντα . . los arcontes.
. δεδιὼς ἐποίουν. Lisias: – ¿Y estabas en el Consejo cuando
Λυσίας· - Ἦσθα δ' ἐν τῷ βουλευτηρίῳ, ὅτε . .... surgían las discusiones respecto de
. οἱ λόγοι ἐγίγνοντο περὶ ἡμῶν; nosotros?
Eratóstenes: – Estaba.
Ερατοσθένης· - Ἦν. Lisias: – Una de dos ¿asentiste con los que
Λυσίας· - Πότερον συνηγόρευες τοῖς κελεύουσιν .. .. ordenaban matarnos o te opusiste?
ἀποκτεῖναι ἢ ἀντέλεγες; Eratóstenes: – Me opuse.
Lisias: – ¿Para que no muriéramos?
Ερατοσθένης· - Ἀντέλεγον.
Eratóstenes: – Para que no murieran
Λυσίας· - Ἵνα μὴ ἀποθάνωμεν; Lisias: – ¿Creyendo que nosotros sufríamos
Ερατοσθένης· - Ἵνα μὴ ἀποθάνητε . . cosas injustas o justas?
Eratóstenes: – Injustas.
Λυσίας· - Ἡγούμενος ἡμᾶς ἄδικα πάσχειν ἢ …..
… δίκαια;
Ερατοσθένης· - Ἄδικα.

[12, 26] Εἶτ', ὦ σχετλιώτατε πάντων, ἀντέλεγες μὲν ἵνα [12, 26] Entonces, ¡ah! el más perverso de todos los
σώσειας, συνελάμβανες δὲ ἵνα ἀποκτείνῃς; hombres, ¿te oponías, por una parte, con el fin de
Καὶ ὅτε μὲν τὸ πλῆθος ἦν ὑμῶν κύριον τῆς σωτηρίας τῆς salvarnos, pero por otra parte nos arrestabas para
ἡμετέρας, ἀντιλέγειν φῂς τοῖς βουλομένοις ἡμᾶς ἀπολέσαι, matarnos? ¿Y cuando la mayoría de vosotros era dueña
ἐπειδὴ δὲ ἐπὶ σοὶ μόνῳ ἐγένετο καὶ σῶσαι Πολέμαρχον καὶ de nuestra propia salvación, dices que te oponías a los
μή, εἰς τὸ δεσμωτήριον ἀπήγαγες; Εἶθ' ὅτι μὲν, ὡς φῄς, que querían aniquilarnos, pero cuando estuvo sólo en ti
ἀντειπὼν οὐδὲν ὠφέλησας, ἀξιοῖς χρηστὸς νομίζεσθαι, el salvar o no a Polermaco, lo condujiste a prisión?
ὅτι δὲ συλλαβὼν ἀπέκτεινας, οὐκ [οἴει] ἐμοὶ καὶ τουτοισὶ Entonces, si como dices, habiéndote opuesto, no
δοῦναι δίκην; ayudaste en nada, por qué considerarías digno ser tenido
como bienhechor. ¿No piensas pagar una indemnización
a mí y a ellos, ya que habiendo tomado a Polemarco lo
mataste?

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[12, 27] Καὶ μὴν οὐδὲ τοῦτο εἰκὸς αὐτῷ πιστεύειν, εἴπερ ἀληθῆ [12, 27] Además, no es nada razonable creer que esto le
λέγει φάσκων ἀντειπεῖν, ὡς αὐτῷ προσετάχθη. Οὐ γὰρ fue ordenado, si en efecto dice la verdad cuando sostiene
δήπου ἐν τοῖς μετοίκοις πίστιν παρ'αὐτοῦ ἐλάμβανον. haberse opuesto, pues, sin duda, no ponían a prueba la
Ἔπειτα τῷ ἧττον εἰκὸς ἦν προσταχθῆναι ἢ ὅστις ἀντειπών fidelidad de Eratóstenes en asuntos de metecos.
γε ἐτύγχανε καὶ γνώμην ἀποδεδειγμένος; Τίνα γὰρ εἰκὸς Entonces, ¿a quien se le ha ordenado era el menos
ἦν ἧττον ταῦτα ὑπηρετῆσαι ἢ τὸν ἀντειπόντα οἷς ἐκεῖνοι indicado, porque era quien ciertamente estaba en contra
ἐβούλοντο πραχθῆναι; y mostraba su parecer? Pues ¿quién era el menos
adecuado para realizar aquello, que el que se oponía a lo
que los Treinta querían que se hiciera?

[12, 28] Ἔτι δὲ τοῖς μὲν ἄλλοις ᾿Αθηναίοις ἱκανή μοι δοκεῖ [12, 28] Me parece que para los demás atenienses es una
πρόφασις εἶναι τῶν γεγενημένων εἰς τοὺς τριάκοντα excusa suficiente atribuir la culpa de los acontecimientos
ἀναφέρειν τὴν αἰτίαν· αὐτοὺς δὲ τοὺς τριάκοντα, ἐὰν a los Treinta, pero ¿es razonable que vosotros admitáis
εἰς σφᾶς αὐτοὺς ἀναφέρωσι, πῶς ὑμᾶς εἰκὸς ἀποδέχεσθαι; que los Treinta se echen la culpa unos a otros?

[12, 29] Εἰ μὲν γάρ τις ἦν ἐν τῇ πόλει ἀρχὴ ἰσχυροτέρα ταὐτῆς, [12, 29] Pues en efecto, si hubiera habido en la ciudad
ὑφ' ἧς αὐτῷ προσετάττετο παρὰ τὸ δίκαιον ἀνθρώπους una autoridad más poderosa que la de los Treinta, que le
ἀπολλύναι, ἴσως ἂν εἰκότως αὐτῷ συγγνώμην εἴχετε· νῦν hubiera ordenado matar a los hombres en contra de lo
δὲ παρὰ τοῦ ποτε καὶ λήψεσθε δίκην, εἴπερ ἐξέσται τοῖς justo, tal vez, naturalmente, tendríais perdón para él.
τριάκοντα λέγειν ὅτι τὰ ὑπὸ τῶν τριάκοντα προσταχθέντα Pero ahora ¿a quién castigaríais, si a los Treinta pudieran
ἐποίουν; decir que ejecutaban las acciones por orden de los
Treinta?

[12, 30] Καὶ μὲν δὴ οὐκ ἐν τῇ οἰκία ἀλλ' ἐν τῇ ὁδῷ, σῴζειν [12, 30] Y no obstante, habiéndolo arrestado no en la
τε αὐτὸν καὶ τὰ τούτοις ἐψηφισμένα παρόν, συλλαβὼν casa, sino en la calle, condujo a Polemarco a la prisión
ἀπήγαγεν. Ὑμεῖς δὲ πᾶσιν ὀργίζεσθε, ὅσοι εἰς τὰς aunque estaba a su alcance salvarlo sin contravenir lo
οἰκίας ἦλθον τὰς ὑμετέρας ζήτησιν ποιούμενοι ἢ ὑμῶν ἢ τῶν decidido por ellos. Pero vosotros os irritáis con todos los
ὑμετέρων τινός. que, buscando a vosotros o a alguno de los vuestros,
vinieron hasta vuestras casas.

[12, 31] Καίτοι εἰ χρὴ τοῖς διὰ τὴν ἑαυτῶν σωτηρίαν ἑτέρους [12, 31] Sin embargo, si es necesario perdonar a los que
ἀπολέσασι συγγνώμην ἔχειν, ἐκείνοις ἂν δικαιότερον ἔχοιτε· mataron a otros por su propia salvación, sería más justo
κίνδυνος γὰρ ἦν πεμφθεῖσι μὴ ἐλθεῖν καὶ αταλαβοῦσιν perdonarlos, pues era peligroso, el no haber ido, puesto
ἐξάρνιος γενέσθαι. τῷ δὲ ᾿Ερατοσθένει ἐξῆν εἰπεῖν ὅτι οὐκ que habían sido enviados, y si llegaban a encontrarlos,
ἀπήντησεν, ἔπειτα ὅτι οὐκ εἶδεν· ταῦτα γὰρ οὔτ' ἔλεγχον que lo negaran.
οὔτε βάσανον εἶχεν, ὥστε μηδ' ὑπὸ τῶν ἐχθρῶν Pero para Eratóstenes era posible decir que no había
βουλομένων οἷόν τ' εἶναι ἐξελεγχθῆναι. encontrado a Polemarco, o que no lo había visto, pues
estas cosas ni demostración ni prueba tenían, de modo
que no era posible haber sido acusado por sus enemigos
aunque éstos hubieran querido.

[12, 32] Χρῆν δέ σε, ὦ ᾿Ερατόσθενες, εἴπερ ἦσθα χρηστός, [12, 32] Oh, Eratóstenes, en efecto hubieras sido útil para
πολὺ μᾶλλον τοῖς μέλλουσιν ἀδίκως ἀποθανεῖσθαι los que iban a morir injustamente, si les hubieras
μηνυτὴν γενέσθαι ἢ τοὺς ἀδίκως ἀπολουμένους advertido en vez de arrestarlos para que perecieran
συλλαμβάνειν. Νῦν δέ σου τὰ ἔργα φανερὰ γεγένηται injustamente. Pero ahora, tus actos te ponen en
οὐχ ὡς ἀνιωμένου ἀλλ' ὡς ἡδομένου τοῖς γιγνομένοις evidencia, no como alguien que se disgusta, sino como
quien se regocija con los acontecimientos.

[12, 33] ὥστε τούσδε ἐκ τῶν ἔργων χρὴ μᾶλλον ἢ ἐκ τῶν [12, 33] Y entonces es necesario que éstos dirijan su voto,
λόγων τὴν ψῆφον φέρειν, ἃ ἴσασι γεγενημένα τῶν τότε más por los hechos que por las palabras, tomando las
λεγομένων τεκμήρια λαμβάνοντας, ἐπειδὴ μάρτυρας cosas que saben que han ocurrido, como prueba de las
περὶ αὐτῶν οὐχ οἷόν τε παρασχέσθαι. Οὐ γὰρ μόνον ἡμῖν cosas dichas, pues no es posible presentar testigos en
παρεῖναι οὐκ ἐξῆν, ἀλλ' οὐδὲ παρ' αὑτοῖς εἶναι, ὥστ' ἐπὶ relación a las cosas ocurridas, ya que para nosotros, no
τούτοις ἐστὶ πάντα τὰ κακὰ εἰργασμένοις τὴν πόλιν πάντα sólo no era permitido participar de sus asambleas, sino
τἀγαθὰ περὶ αὑτῶν λέγειν. tampoco estar en nuestras propias casas; de modo que
decir todas las cosas buenas acerca de sí mismos era
posible para quienes habían cometido todos los males
contra la ciudad.

[12, 34] Τοῦτο μέντοι οὐ φεύγω, ἀλλ' ὁμολογῶ σοι, εἰ βούλει, [12, 34] Sin embargo, no rechazo esto; es más, si quieres,

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ἀντειπεῖν. Θαυμάζω δὲ τί ἄν ποτ' ἐποίησας συνειπών, ὁπότε acepto que te hubieras opuesto. No obstante, me
ἀντειπεῖν φάσκων ἀπέκτεινας Πολέμαρχον. Φέρε δή, τί ἄν, sorprende cuando pienso: ¿qué habrías hecho de haber
εἰ καὶ ἀδελφοὶ ὄντες ἐτύχετε αὐτοῦ ἢ καὶ ὑεῖς; ἀπεψηφίσασθε estado de acuerdo, puesto que habiéndote opuesto a las
ἄν; Δεῖ γάρ, ὦ ἄνδρες δικασταί, ᾿Ερατοσθένη δυοῖν órdenes de los Treinta, hiciste matar a Polemarco?
θάτερον ἀποδεῖξαι, ἢ ὡς οὐκ ἀπήγαγεν αὐτόν, ἢ ὡς δικαίως ¡Veamos pues! ¿qué habríais hecho, si hubierais sido
τοῦτ' ἔπραξεν. Οὗτος δὲ ὡμολόγηκεν ἀδίκως συλλαβεῖν, hermanos de Polemarco, o incluso hijos? ¿habríais
ὥστε ῥᾳδίαν ὑμῖν τὴν διαψήφισιν περὶ αὑτοῦ πεποίηκε. absuelto a Eratóstenes? Entonces, ¡oh! jueces, es
necesario que Eratóstenes demuestre una de dos cosas: o
que no lo arrestó, o que con justicia lo hizo. Pero él ha
confesado que lo ha arrestado injustamente, de modo
que ha hecho fácil la votación para vosotros.

[12, 35] Καὶ μὲν δὴ πολλοὶ καὶ τῶν ἀστῶν καὶ τῶν ξένων [12, 35] Y como es sabido, muchos de los ciudadanos y
ἥκουσιν εἰσόμενοιτίνα γνώμην περὶ τούτων ἕξετε. Ὧν οἱ μὲν también los extranjeros, están viniendo a escuchar qué
ὑμέτεροι ὄντες πολῖται μαθόντες ἀπίασιν ὅτι ἢ δίκην sentencia daréis con relación a los Treinta Tiranos. Los
δώσουσιν ὧν ἂν ἐξαμάρτωσιν, ἢ πράξαντες μὲν ὧνἐφίενται que son vuestros conciudadanos, se irán sabiendo que, o
τύραννοι τῆς πόλεως ἔσονται, δυστυχήσαντες δὲ τὸ ἴσον bien pagarán su pena si hubieran cometido un mal, o
ὑμῖνἕξουσιν· ὅσοι δὲ ξένοι ἐπιδημοῦσιν, εἴσονται πότερον bien, habiendo conseguido lo que desean, serán tiranos
ἀδίκως τοὺς τριάκοντα ἐκκηρύττουσιν ἐκ τῶν πόλεων ἢ de la ciudad; y aun si hubieran fracasado mantendrán los
δικαίως. Εἰ γὰρ δὴ αὐτοὶ οἱ κακῶς πεπονθότες λαβόντες mismos derechos que vosotros. Por otra parte, cuantos
ἀφήσουσιν, ἦ που σφᾶς αὐτοὺς ἡγήσονται περιέργους extranjeros residen aquí, sabrán si injusta o justamente
ὑπὲρ ὑμῶν τηρουμένους. destierran a los Treinta fuera de sus ciudades; pues, si los
mismos que han sufrido mal, después de haberlos
cogido, los dejan ir, entonces pensarán que ellos mismos
han retenido a los Treinta inútilmente en provecho de
vosotros.

[12, 36] Οὐκ οὖν δεινὸν εἰ τοὺς μὲν στρατηγούς, οἳ ἐνίκων [12, 36] Así pues, ¿no es terrible que hubiérais
ναυμαχοῦντες, ὅτε διὰ χειμῶνα οὐχ οἷοί τ' ἔφασαν εἶναι condenado a muerte a los generales de las Arginusas,
τοὺς ἐκ τῆς θαλάττης ἀνελέσθαι, θανάτῳ ἐζημιώσατε, que combatiendo en batalla naval vencieron en favor de
ἡγούμενοι χρῆναι τῇ τῶν τεθνεώτων ἀρετῇ παρ' ἐκείνων Atenas? porque ellos dijeron no ser capaces de sacar los
δίκην λαβεῖν, τούτους δέ, οἳ ἰδιῶται μὲν ὄντες καθ' ὅσον cuerpos de los náufragos del mar, a causa de una
ἐδύναντο ἐποίησαν ἡττηθῆναι ναυμαχοῦντας, ἐπειδὴ δὲ εἰς tormenta, creyendo que cobrar el castigo de aquellos era
τὴν ἀρχὴν κατέστησαν, ὁμολογοῦσιν ἑκόντες πολλοὺς τῶν necesario por el valor de los caídos en combate, pero a
πολιτῶν ἀκρίτους ἀποκτιννύναι, οὐκ ἄρα χρὴ αὐτοὺς καὶ los Treinta, que siendo particulares, en efecto hicieron
τοὺς παῖδας ὑφ' ὑμῶν ταῖς ἐσχάταις ζημίαις κολάζεσθαι; cuanto pudieron para que vosotros fuerais vencidos
combatiendo una batalla naval, y una vez en el poder,
admiten que a muchos de los ciudadanos los hicieron
matar sin juicio, ¿acaso no es necesario que ellos y sus
hijos sean castigados por vosotros con las penas
extremas?

[12, 37] Ἐγὼ τοίνυν, ὦ ἄνδρες δικασταί, ἠξίουν ἱκανὰ εἶναι [12, 37] En efecto, jueces, yo consideraría que estos
τὰ κατηγορημένα· μέχρι γὰρ τούτου νομίζω χρῆναι cargos son suficientes, pues creo necesario acusar hasta
κατηγορεῖν, ἕως ἂν θανάτου δόξῃ τῷ φεύγοντι ἄξια cierto punto; hasta que en opinión del acusado, los actos
εἰργάσθαι. Ταύτην γὰρ ἐσχάτην δίκην δυνάμεθα παρ' αὐτῶν que haya cometido sean dignos de la muerte, pues éste
λαβεῖν. Ὥστ' οὐκ οἶδ' ὅ τι δεῖ πολλὰ κατηγορεῖν τοιούτων es el castigo extremo que podemos cobrar de él. De
ἀνδρῶν, οἳ οὐδ' ὑπὲρ ἑνὸς ἑκάστου τῶν πεπραγμένων δὶς modo que no veo por qué es muy necesario acusar a
ἀποθανόντες δίκην δοῦναι δύναιντ' ἂν ‹ἱκανήν›. tales hombres, que ni muriendo dos veces por cada uno
de los actos realizados, podrían recibir un castigo digno.

[12, 38] Οὐ γὰρ δὴ οὐδὲ τοῦτο αὐτῷ προσήκει ποιῆσαι, ὅπερ [12, 38] Pues en efecto, no le conviene a Eratóstenes ni
ἐν τῇδε τῇ πόλει εἰθισμένον ἐστί, πρὸς μὲν τὰ κατηγορημένα siquiera hacer eso que se acostumbra aquí, en la ciudad:
μηδὲν ἀπολογεῖσθαι, περὶ δὲ σφῶν αὐτῶν ἕτερα λέγοντες no defenderse de las acusaciones, sino decir otras cosas
ἐνίοτε ἐξαπατῶσιν, ὑμῖν ἀποδεικνύντες ὡς στρατιῶτα acerca de sí mismo. A veces, os engañan totalmente,
ἀγαθοί εἰσιν, ἢ ὡς πολλὰς τῶν πολεμίων ναῦς ἔλαβον mostrando que ellos son valientes soldados, o que
τριηραρχήσαντες, ‹ἢ› πόλεις πολεμίας οὔσας φίλας cuando fueron trierarcas capturaron muchas naves de
ἐποίησαν· los enemigos, o que convirtieron en aliadas, ciudades
que eran hostiles.

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[12, 39] ἐπεὶ κελεύετε αὐτὸν ἀποδεῖξαι ὅπου τοσούτους [12, 39] Ordenadle que muestre dónde los Treinta
τῶν πολεμίων ἀπέκτειναν ὅσους τῶν πολιτῶν, ἢ ναῦς ὅπου mataron a tantos enemigos como ciudadanos, o dónde
τοσαύτας ἔλαβον ὅσας αὐτοὶ παρέδοσαν, ἢ πόλιν ἥντινα capturaron a tantas naves cuantas entregaron, o dónde
τοιαύτην προσεκτήσαντο οἵαν τὴν ὑμετέραν ganaron una ciudad como la vuestra, a la cual
κατεδουλώσαντο. esclavizaron.

[12, 40] Ἀλλὰ γὰρ ὅπλα τῶν πολεμίων ‹τοσαῦτα› [12, 40] Pero ¿los Treinta despojaron de tantas armas a
ἐσκύλευσαν ὅσα περ ὑμῶν ἀφείλοντο, ἀλλὰ τείχη τοιαῦτα los enemigos, cuantas, en efecto, os quitaron a vosotros,
εἷλον οἷα τῆς ἑαυτῶν πατρίδος κατέσκαψαν; οἵτινες καὶ τὰ y tomaron tantas murallas cuantas destruyeron de su
περὶ τὴν ᾿Αττικὴν φρούρια καθεῖλον, καὶ ὑμῖν ἐδήλωσαν ὅτι patria? Ellos, que no sólo derribaron los puestos de
οὐδὲ τὸν Πειραιᾶ Λακεδαιμονίων προσταττόντων περιεῖλον, guardia en torno al Ática sino que también os mostraron
ἀλλ' ὅτι ἑαυτοῖς τὴν ἀρχὴν οὕτω βεβαιοτέραν ἐνόμιζον εἶναι. que no desmantelaron el Pireo porque lo ordenaran los
lacedemonios, sino porque consideraban que, de este
modo, el poder estaba más seguro para sí mismos.

[12, 41] Πολλάκις οὖν ἐθαύμασα τῆς τόλμης τῶν λεγόντων [12, 41] Así pues, muchas veces he admirado la osadía de
ὑπὲρ αὐτοῦ, πλὴν ὅταν ἐνθυμηθῶ ὅτι τῶν αὐτῶν ἐστιν los que hablan a favor de él, excepto cuando me di
αὐτούς τε πάντα τὰ κακὰ ἐργάζεσθαι καὶ τοὺς τοιούτους cuenta de que es propio de los que cometen todos los
ἐπαινεῖν. males, alabar a tales criminales.

[12, 42] Οὐ γὰρ νῦν πρῶτον τῷ ὑμετέρῳ πλήθει τὰ ἐναντία [12, 42] No es ahora la primera vez que Eratóstenes hace
ἔπραξεν, ἀλλὰ καὶ ἐπὶ τῶν τετρακοσίων ἐν τῷ στρατοπέδῳ cosas contrarias a vuestro pueblo, sino que también, en
ὀλιγαρχίαν καθιστὰς ἔφευγεν ἐξ ῾Ελλησπόντου τριήραρχος tiempo de los Cuatrocientos, después de establecer una
καταλιπὼν τὴν ναῦν, μετὰ Ἰατροκλέους καὶ ἑτέρων, ὧν τὰ oligarquía en el campamento, abandonó la nave siendo
ὀνόματα οὐδὲν δέομαι λέγειν. Ἀφικόμενος δὲ δεῦρο él su comandante, y huyó del Helesponto junto con
τἀναντίατοῖς βουλομένοις δημοκρατίαν εἶναι ἔπραττε. Yatrocles y otros, cuyos nombres no necesito decir. Al
Καὶ τούτων μάρτυρας ὑμῖν παρέξομαι. llegar aquí, hacía cosas contrarias a los que querían que
existiera una democracia. Además, os presentaré testigos
de esto.
ΜΑΡΤΥΡΕΣ TESTIGOS

[12, 43] Τὸν μὲν τοίνυν μεταξὺ βίον αὐτοῦ παρήσω· ἐπειδὴ δὲ [12, 43] Ahora bien, entretanto, dejo de lado la vida
ἡ ναυμαχία καὶ ἡ συμφορὰ τῇ πόλει ἐγένετο, δημοκρατίας ἔτι personal de Eratóstenes. Luego del combate naval y la
οὔσης, ὅθεν τῆς στάσεως ἦρξαν, πέντε ἄνδρες ἔφοροι desgracia que ocurrió en la ciudad, cuando aún existía
κατέστησαν ὑπὸ τῶν καλουμένων ἑταίρων, συναγωγεῖς μὲν democracia, se establecieron por obra de los llamados
τῶν πολιτῶν ἄρχοντες δὲ τῶν συνωμοτῶν, ἐναντία δὲ τῷ camaradas, cinco éforos, quienes comenzaron la
ὑμετέρῳ πλήθει πράττοντες· ὧν ᾿Ερατοσθένης καὶ Κριτίας sedición. Éstos eran por una parte, reclutadores de
ἦσαν. ciudadanos y por otra, arcontes de los conspiradores y
ejecutores de actos contrarios a vuestra asamblea. Entre
los éforos se hallaban Eratóstenes y Critias.

[12, 44] Οὗτοι δὲ φυλάρχους τε ἐπὶ τὰς φυλὰς κατέστησαν, [12, 44] Y ellos establecieron jefes para las tribus y
καὶ ὅ τι δέοι χειροτονεῖσθαι καὶ οὕστινας χρείη ἄρχειν ordenaban lo que había que votar y quienes debían
παρήγγελλον, καὶ εἴ τι ἄλλο πράττειν βούλοιντο, κύριοι gobernar y si hubieran querido hacer alguna otra cosa
ἦσαν· οὕτως οὐχ ὑπὸ τῶν πολεμίων μόνον ἀλλὰ καὶ ὑπὸ más, eran los dueños. Así, no sólo por los enemigos, sino
τούτων πολιτῶν ὄντων ἐπεβουλεύεσθε ὅπως μήτ' ἀγαθὸν también por parte de éstos, que son conciudadanos, erais
μηδὲν ψηφιεῖσθε πολλῶν τε ἐνδεεῖς ἔσεσθε. acechados, a fin de que no votarais nada bueno y
estuvierais carentes de muchas cosas.

[12, 45] Τοῦτο γὰρ καλῶς ἠπίσταντο, ὅτι ἄλλως μὲν οὐχ [12, 45] Pues sabían bien esto: que en otras situaciones,
οἷοί τε ἔσονται περιγενέσθαι, κακῶς δὲ πραττόντων por cierto, no serían capaces de dominaros; pero podrían
δυνήσονται· καὶ ὑμᾶς ἡγοῦντο τῶν παρόντων κακῶν hacerlo, si vosotros actuabais equivocadamente. Y
ἐπιθυμοῦντας ἀπαλλαγῆναι περὶ τῶν μελλόντων οὐκ pensaban que vosotros, muy deseosos de cambiar los
ἐνθυμήσεσθαι. males presentes, no reflexionaríais sobre los males
futuros.

[12, 46] Ὡς τοίνυν τῶν ἐφόρων ἐγένετο, μάρτυρας ὑμῖν [12, 46] En efecto, os presentaré testigos de cómo
παρέξομαι, οὐ τοὺς τότε συμπράττοντας (οὐ γὰρ ἂν Eratóstenes fue uno de los éforos; no los testigos que

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δυναίμην), ἀλλὰ τοὺς αὐτοῦ ᾿Ερατοσθένους ἀκούσαντας. cooperaron con él en aquel entonces, pues yo no podría,
sino los que escucharon al mismo Eratóstenes.

[12, 47] Καίτοι εἰ ἐσωφρόνουν, κατεμαρτύρουν ἂν αὐτῶν, [12, 47] Incluso si sus cómplices fueran sensatos,
καὶ τοὺς διδασκάλους τῶν σφετέρων ἁμαρτημάτων declararían en contra de los Treinta, y castigarían
σφόδρ' ἂν ἐκόλαζον, καὶ τοὺς ὅρκους, [εἰ ἐσωφρόνουν], firmemente a los que les han enseñado sus propios
οὐκ ἂν ἐπὶ μὲν τοῖς τῶν πολιτῶν κακοῖς πιστοὺς ἐνόμιζον, crímenes; y si fueran sensatos, no considerarían sus
ἐπὶ δὲ τοῖς τῆς πόλεως ἀγαθοῖς ῥᾳδίως παρέβαινον· juramentos legítimos, cuando son para el perjuicio de los
Πρὸς μὲν οὖν τούτους τοσαῦτα λέγω, τοὺς δὲ ciudadanos, para transgredirlos fácilmente cuando se
μάρτυράς μοι κάλει. Καὶ ὑμεῖς ἀνάβητε. trata del bien de la ciudad.
Así pues, llamadme a los testigos. Y vosotros, subid.

ΜAΡΤΥΡΕΣ TESTIGOS

[12, 48] Τῶν μὲν μαρτύρων ἀκηκόατε. Τὸ δὲ τελευταῖον εἰς [12, 48] Habéis oído ya la declaración de los testigos.
τὴν ἀρχὴν καταστὰς ἀγαθοῦ μὲν οὐδενὸς μετέσχεν, ἄλλων Finalmente Eratóstenes, una vez tomado el poder, no
δὲ πολλῶν. Καίτοι εἴπερ ἦν ἀνὴρ ἀγαθός, ἐχρῆν αὐτὸν participó de ninguna cosa buena, sino de muchas otras.
πρῶτον μὲν μὴ παρανόμως ἄρχειν, ἔπειτα τῇ βουλῇ Además, si hubiera sido un hombre bueno, habría sido
μηνυτὴν γίγνεσθαι περὶ τῶν εἰσαγγελιῶν ἁπασῶν, ὅτι necesario, primero, que gobernara, no al margen de la
ψευδεῖς εἶεν, καὶ Βάτραχος καὶ Αἰσχυλίδης οὐ τἀληθῆ ley, y luego, que no se volviera denunciante ante la
μηνύουσιν, ἀλλὰ τὰ ὑπὸ τῶν τριάκοντα πλασθέντα asamblea, de todas las denuncias, ya que éstas eran
εἰσαγγέλλουσι, συγκείμενα ἐπὶ τῇ τῶν πολιτῶν βλάβῃ. falsas y que informara que Batraco y Esquilides no
decían cosas verdaderas, sino que denunciaban cosas
inventadas por los Treinta, convenidas para el daño de
los ciudadanos.

[12, 49] Καὶ μὲν δή, ὦ ἄνδρες δικασταί, ὅσοι κακόνοι ἦσαν [12, 49] Y como es sabido, oh, señores jueces, aquellos
τῷ ὑμετέρῳ πλήθει, οὐδὲν ἔλαττον εἶχον σιωπῶντες· ἕτεροι que eran malintencionados con vuestro pueblo, callando,
γὰρ ἦσαν οἱ λέγοντες καὶ πράττοντες ὧν οὐχ οἷόν τ' ἦν μείζω no perdían nada. Pero eran otros los que decían y hacían
κακὰ γενέσθαι τῇ πόλει. Ὁπόσοι δ' εὖνοί φασιν εἶναι, πῶς cosas que no podían resultar peores para la ciudad. Y
οὐκ ἐνταῦθα ἔδειξαν, αὐτοί τε τὰ βέλτιστα λέγοντες καὶ aquellos que dicen ser bien intencionados, ¿cómo no lo
τοὺς ἐξαμαρτάνοντας ἀποτρέποντες; demostraron entonces, proponiendo ellos mismos las
mejores cosas y disuadiendo a los que cometían faltas?

[12, 50] Ἴσως δ'ἂν ἔχοι εἰπεῖν ὅτι ἐδεδοίκει, καὶ ὑμῶν τοῦτο [12, 50] Y tal vez Eratóstenes podría decir que había
ἐνίοις ἱκανὸν ἔσται. Ὅπως τοίνυν μὴ φανήσεται ἐν τῷ tenido miedo y para algunos de vosotros, sería
λόγῳ τοῖς τριάκοντα ἐναντιούμενος· εἰ δὲ μή, ἐνταυθοῖ suficiente, pero de haber sido así, que no se mostrara en
δῆλος ἔσται ὅτι ἐκεῖνά τε αὐτῷ ἤρεσκε, καὶ τοσοῦτον ἐδύνατο el testimonio oponiéndose a los Treinta, sino haciendo
ὥστε ἐναντιούμενος μηδὲν κακὸν παθεῖν ὑπ' αὐτῶν. evidente que la decisión le agradaba, ya que él tenía
Χρῆν δ' αὐτὸν ὑπὲρ τῆς ὑμετέρας σωτηρίας ταύτην τὴν tanto poder, que aún oponiéndose a los Treinta, ningún
προθυμίαν ἔχειν, ἀλλὰ μὴ ὑπὲρ Θηραμένους, ὃς εἰς ὑμᾶς mal sufriría por causa de ellos y habría sido necesario
πολλὰ ἐξήμαρτεν. que tuviera buena disposición a favor de vuestra
salvación, y no a favor de Terámenes, quien, en
muchos modos, cometió faltas contra vosotros.

[12, 51] Ἀλλ' οὗτος τὴν μὲν πόλιν ἐχθρὰν ἐνόμιζεν εἶναι, [12, 51] Pero Eratóstenes pensaba, por un lado, que la
τοὺς δ' ὑμετέρους ἐχθροὺς φίλους, ὡς ἀμφότερα ταῦτα ἐγὼ ciudad era su enemiga, y por otro, que vuestros
πολλοῖς τεκμηρίοις παραστήσω, καὶ τὰς πρὸς ἀλλήλους enemigos eran sus amigos. Yo demostraré ambas cosas
διαφορὰς οὐχ ὑπὲρ ὑμῶν ἀλλ' ὑπὲρ ἑαυτῶν γιγνομένας, con muchos testimonios y demostraré la corrupción que
ὁπότεροι μόνοι πάντα πράξουσι καὶ τῆς πόλεως ἄρξουσιν. surge entre ellos, no a causa de vosotros, sino a causa de
ellos mismos, peleando por saber cuál de los dos bandos
haría todo solo y gobernaría la ciudad.

[12, 52] Εἰ γὰρ ὑπὲρ τῶν ἀδικουμένων ἐστασίαζον, [12, 52] Pues si discutían a causa de los que habían sido
ποῦ κάλλιον ἦν ἀνδρὶἄρχοντι, ἢ Θρασυβούλου Φυλὴν injuriados, ¿qué momento era mejor, que entonces,
κατειληφότος, τότε ἐπιδείξασθαι τὴν αὑτοῦ εὔνοιαν; Ὁ δ' cuando Trasíbulo había tomado el Filé, para que un
ἀντὶ τοῦ ἐπαγγείλασθαί τι ἢ πρᾶξαι ἀγαθὸν πρὸς τοὺς ἐπὶ gobernante pudiera demostrar su benevolencia?
Φυλῇ, ἐλθὼν μετὰ τῶν συναρχόντων εἰς Σαλαμῖνα καὶ Pero Eratóstenes, en vez de prometer o de hacer algo
᾿Ελευσῖνάδε τριακοσίους τῶν πολιτῶν ἀπήγαγεν εἰς τὸ bueno en favor de los que estaban en Filé, se fue junto

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δεσμωτήριον, καὶ μιᾷ ψήφῳ αὐτῶν ἁπάντων θάνατον con sus cogobernantes a Salamina y a Eleusis, condujo a
κατεψηφίσατο. trescientos ciudadanos a la prisión y votó por la muerte
de todos ellos, en una votación que fue unánime.

[12, 53] Ἐπειδὴ δὲ εἰς τὸν Πειραιᾶ ἤλθομεν καὶ αἱ ταραχαὶ [12, 53] Y después que llegamos al Pireo y habían
γεγενημέναι ἦσαν καὶ περὶ τῶν διαλλαγῶν οἱ λόγοι ocurrido las confusiones, surgieron las conversaciones
ἐγίγνοντο, πολλὰς ἑκάτεροι ἐλπίδας εἴχομεν πρὸς ἀλλήλους acerca de la reconciliación; los dos partidos teníamos
ἔσεσθαι, ὡς ἀμφότεροι ἔδειξαν. Οἱ μὲν γὰρ ἐκ Πειραιῶς muchas esperanzas sobre lo que iba a suceder a unos y a
κρείττους ὄντες εἴασαν αὐτοὺς ἀπελθεῖν· otros. Ya los del Pireo, que eran los vencedores, habían
demostrado su predisposición al permitir que los
oligarcas se fueran.

[12, 54] Oἱ δὲ εἰς τὸ ἄστυ ἐλθόντες τοὺς μὲν τριάκοντα [12, 54] Los del Pireo, habiendo llegado a la ciudad
ἐξέβαλον πλὴν Φείδωνος καὶ Ἐρατοσθένους, ἄρχοντας expulsaron, por una parte a los Treinta, excepto a Fidón
δὲ τοὺς ἐκείνοις ἐχθίστους εἵλοντο,ἡγούμενοι δικαίως ἂν y a Eratóstenes, y por otra, eligieron como gobernantes, a
ὑπὸ τῶν αὐτῶν τούς τε τριάκοντα μισεῖσθαι καὶ τοὺς los más hostiles a los Treinta, pensando justamente que
ἐν Πειραιεῖ φιλεῖσθαι. los Treinta serían odiados por ellos y los que estaban en
el Pireo serían apreciados.

[12, 55] Τούτων τοίνυν Φείδων [ὁ τῶν τριάκοντα] γενόμενος [12, 55] Pues bien, entre éstos se encontraba Fidón, el de
καὶ Ἱπποκλῆς καὶ Ἐπιχάρης ὁ Λαμπτρεὺς καὶ ἕτεροι οἱ los Treinta, e Hipocles y Epicares, el del distrito de
δοκοῦντες εἶναι ἐναντιώτατοι Χαρικλεῖ καὶ Κριτίᾳ καὶ τῇ Lampta, y otros que parecían ser los más adversos a
ἐκείνων ἑταιρείᾳ, ἐπειδή αὐτοὶ εἰς τὴν ἀρχὴν κατέστησαν, Calicles, a Critias y al bando de ellos. Después que ellos
πολὺ μείζω στάσιν καὶ πόλεμον ἐπὶ τοὺς ἐν Πειραιεῖ [ἢ] tomaron el poder, hicieron una sedición y una guerra
τοῖς ἐξ ἄστεως ἐποίησαν· mucho mayores entre los que estaban en la ciudad y los
que estaban en el Pireo.

[12, 56] ᾯ καὶ φανερῶς ἐπεδείξαντο ὅτι οὐχ ὑπὲρ τῶν ἐν [12, 56] Con lo cual también manifiestamente
Πειραιεῖ οὐδ' ὑπὲρ τῶν ἀδίκως ἀπολλυμένων ἐστασίαζον, demostraron que no tomaron partido a favor de los del
οὐδ' οἱ τεθνεῶτες αὐτοὺς ἐλύπουν οὐδ' οἱ μέλλοντες Pireo, ni a favor de los que perecieron injustamente. No
ἀποθανεῖσθαι, ἀλλ' οἱ μεῖζον δυνάμενοι καὶ θᾶττον los apenaban ni los que murieron ni los que iban a morir
πλουτοῦντες. sino, los más poderosos y los que se enriquecieron
rápidamente.

[12, 57] Λαβόντες γὰρ τὰς ἀρχὰς καὶ τὴν πόλιν ἀμφοτέροις [12, 57] En efecto, habiéndose apoderado de la
ἐπολέμουν, τοῖς τε τριάκοντα πάντα κακὰ εἰργασμένοις magistratura y de la ciudad, combatieron tanto contra los
καὶ ὑμῖν πάντα κακὰ πεπονθόσι. Καίτοι τοῦτο πᾶσι δῆλον Treinta, que habían cometido todos los males como
ἦν, ὅτι εἰ μὲν ἐκεῖνοι δικαίως ἔφευγον, ὑμεῖς ἀδίκως, εἰ contra vosotros que habíais sufrido todos los males. Sin
δ'ὑμεῖς δικαίως, οἱ τριάκοντα ἀδίκως· οὐ γὰρ δὴ ἑτέρων embargo, era claro para todos, que si, por una parte
ἔργων αἰτίαν λαβόντες ἐκ τῆς πόλεως ἐξέπεσον, ἀλλὰ aquellos fueron desterrados justamente, vosotros, lo
τούτων. fuisteis injustamente; pero si vosotros justamente, los
Treinta, injustamente, pues, en efecto, no fueron
expulsados de la ciudad por haber recibido una
acusación por otros hechos, sino por éstos.

[12, 58] Ὥστε σφόδρα χρὴ ὀργίζεσθαι, ὅτι Φείδων αἱρεθεὶς [12, 58] De suerte que es necesario encolerizarse
ὑμᾶς διαλλάξαι καὶ καταγαγεῖν τῶν αὐτῶν ἔργων muchísimo, porque Fidón, habiendo sido escogido para
᾿Ερατοσθένει μετεῖχε καὶ τῇ αὐτῇ γνώμῃ τοὺς μὲν κρείττους reconciliaros y haceros regresar a la ciudad, participaba
αὑτῶν δι' ὑμᾶς κακῶς ποιεῖν ἕτοιμος ἦν, ὑμῖν δὲ ἀδίκως con Eratóstenes de los mismos actos y con la misma
φεύγουσιν οὐκ ἠθέλησεν ἀποδοῦναι τὴν πόλιν, ἀλλ' ἐλθὼν opinión.
εἰς Λακεδαίμονα ἔπειθεν αὐτοὺς στρατεύεσθαι,
διαβάλλων ὅτι Βοιωτῶν ἡ πόλις ἔσται, καὶ ἄλλα λέγων οἷ Por una parte, estaba dispuesto a hacer el mal, utilizando
ᾤετο πείσειν μάλιστα. a vosotros contra los superiores a ellos y por otra, no
quiso entregaros la ciudad a vosotros, desterrados
injustamente, sino que, habiendo ido a Lacedemonia los
persuadió de hacer la guerra contra Atenas, mintiendo al
afirmar que la ciudad sería de los beocios, y diciendo
otras cosas, con las cuales pensaba persuadir mejor.

[12, 59] Οὐ δυνάμενος δὲ τούτων τυχεῖν, εἴτε καὶ τῶν ἱερῶν [12, 59] Y Fidón, impotente de obtener estas cosas, ya

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ἐμποδὼν ὄντων εἴτε καὶ αὐτῶν οὐ βουλομένων, ἑκατὸν porque los sacrificios de las fiestas cárneas137 fueran un
τάλαντα ἐδανείσατο, ἵνα ἔχοι ἐπικούρους μισθοῦσθαι, impedimento, ya porque los lacedemonios no quisieran,
καὶ Λύσανδρον ἄρχοντα ᾐτήσατο, εὐνούστατον μὲν pidió prestado cien talentos para pagar a los mercenarios
ὄντα τῇ ὀλιγαρχίᾳ, κακονούστατον δὲ τῇ πόλει, μισοῦντα δὲ y pidió como comandante a Lisandro, que era el más
μάλιστα τοὺς ἐν Πειραιεῖ. partidario de la oligarquía, y el más adverso a la ciudad;
que odiaba por sobre todo, a los vencedores del Pireo.

[12, 60] Μισθωσάμενοι δὲ πάντας ἀνθρώπους ἐπ' ὀλέθρῳ τῆς [12, 60] Y habiendo asalariado a todo tipo de hombres
πόλεως, καὶ πόλεις ἐπάγοντες, καὶ τελευτῶντες para la ruina de la ciudad, atrayendo a otras ciudades y
Λακεδαιμονίους καὶ τῶν συμμάχων ὁπόσους ἐδύναντο consiguiendo finalmente a los lacedemonios y a cuantos
πεῖσαι, οὐ διαλλάξαι ἀλλ' ἀπολέσαι παρεσκευάζοντο τὴν aliados podían persuadir, se preparaban, no para
πόλιν εἰ μὴ δι' ἄνδρας ἀγαθούς, οἷς ὑμεῖς δηλώσατε παρὰ reconciliarnos, sino para destruir la ciudad, y lo habrían
τῶν ἐχθρῶν δίκην λαβόντες, ὅτι καὶ ἐκείνοις χάριν logrado de no haber sido por los hombres honestos, a
ἀποδώσετε. quienes vosotros, al imponer un castigo a los enemigos,
demostrareis que les disteis reconocimiento.

[12, 61] Ταῦτα δὲ ἐπίστασθε μὲν καὶ αὐτοί, καὶ <οὐκ> οἶδ' [12, 61] Pero también vosotros sabéis estas cosas y no
ὅτι δεῖ μάρτυρας παρασχέσθαι· ὅμως δέ· ἐγώ τε γὰρ δέομαι veo por qué conviene presentar testigos, pero igualmente
ἀναπαύσασθαι, ὑμῶν τ' ἐνίοις ἥδιον ὡς πλείστων τοὺς lo haré, pues tengo que dejar de hablar. Además, para
αὐτοὺς λόγους ἀκούειν. algunos de vosotros, como para la mayoría, escuchar los
relatos de ellos mismos es más agradable.

ΜÁΡΤΥΡΕΣ TESTIGOS

[12, 62] Además, informaré sobre Terámenes, de la


[12, 62] Φέρε δὴ καὶ περὶ Θηραμένους ὡς ἂν δύνωμαι διὰ
manera más breve que me sea posible. Y ruego a
βραχυτάτων διδάξω. Δέομαι δ' ὑμῶν ἀκοῦσαι ὑπέρ
vosotros escuchar, tanto en mi beneficio como en el de la
τ' ἐμαυτοῦ καὶ τῆς πόλεως, καὶ μηδενὶ τοῦτο παραστῇ, ὡς
ciudad; y a nadie se le ocurra que acuso a Terámenes
᾿Ερατοσθένους κινδυνεύοντος Θηραμένους κατηγορῶ.
cuando el que corre peligro es Eratóstenes, ya que sé que
Πυνθάνομαι γὰρ ταῦτα ἀπολογήσεσθαι αὐτόν,
ὅτι ἐκείνῳ φίλος ἦν καὶ τῶν αὐτῶν ἔργων μετεῖχε. éste alegará en su defensa, que era amigo de Terámenes
y que participaba de los mismos actos.

[12, 63] Καίτοι σφόδρ' ἂν αὐτὸν οἶμαι μετὰ Θεμιστοκλέους [12, 63] Sin embargo, creo firmemente que Eratóstenes se
πολιτευόμενον προσποιεῖσθαι πράττειν ὅπως habría jactado de haber hecho que las murallas fueran
οἰκοδομηθήσεται τὰ τείχη, ὁπότε καὶ μετὰ construidas, si hubiera gobernado con Temístocles; pero,
Θηραμένους ὅπως καθαιρεθήσεται. <ἀλλ᾽> οὐ γάρ μοι puesto que está con Terámenes, igualmente se jacta de
δοκοῦσιν ἴσου ἄξιοι γεγενῆσθαι· ὁ μὲν γὰρ haber ayudado a destruirlas. Sin embargo, ellos parecen
Λακεδαιμονίων ἀκόντων ᾠκοδόμησεν αὐτά, οὗτος δὲ no haber resultado dignos de ser comparados, pues
τοὺς πολίτας ἐξαπατήσας καθεῖλε. Temístocles las construyó, contra el deseo de los
lacedemonios, pero Terámenes, habiendo engañado a
sus conciudadanos, las destruyó.

[12, 64] Περιέστηκεν οὖν τῇ πόλει τοὐναντίον ἢ ὡς εἰκὸς [12, 64] Así, en la ciudad sucede lo contrario a lo que
ἦν. Ἄξιον μὲν γὰρ ἦν καὶ τοὺς φίλους τοὺς Θηραμένους sería razonable, pues lo justo era que los amigos de
προσαπολωλέναι, πλὴν εἴ τις ἐτύγχανεν ἐκείνῳ Terámenes hubieran perecido, salvo alguno que se
τἀναντία πράττων· νῦν δὲ ὁρῶ τάς τε ἀπολογίας εἰς ἐκεῖνον hubiera opuesto a él. Y por otra parte, ahora veo que las
ἀναφερομένας, τούς τ' ἐκείνῳ συνόντας τιμᾶσθαι defensas están referidas a él, y que los que estaban con él
πειρωμένους, ὥσπερ πολλῶν ἀγαθῶν αἰτίου ἀλλ' tratan de ser estimados, como si él hubiera sido autor de
οὐ μεγάλων κακῶν γεγενημένου. muchos bienes pero no de grandes males.

[12, 65] Ὃς πρῶτον μὲν τῆς προτέρας ὀλιγαρχίας αἰτιώτατος [12, 65] Terámenes, en primer lugar, fue el mayor
ἐγένετο, πείσας ὑμᾶς τὴν ἐπὶ τῶν τετρακοσίων πολιτείαν causante de la anterior oligarquía, habiéndoos
ἑλέσθαι. Καὶ ὁ μὲν πατὴρ αὐτοῦ τῶν προβούλων ὢν ταὔτ' persuadido para que eligierais esta forma de gobierno,

137
La festividad religiosa de las Cárneas (del gr. τὰ Καρνεῖα) fue una de las fiestas religiosas más importantes de la
antigua Esparta y de muchas otras ciudades dorias, celebradas en honor de Apolo Cárneo, al que se rendía culto en varias
partes del Peloponeso. Había nueve festividades principales en el calendario espartano; las más importantes eran: las
Cárneas, las Gimnopedias y las Jacintias, estas últimas tenían lugar en Amiclas. Colaboradores de Wikipedia. Cárneas [en
línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2012. [Consultado 30 agosto 2014]. Disponible en http://es.wikipedia.org/wiki/Carneas

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ἔπραττεν, αὐτὸς δὲ δοκῶν εὐνούστατος εἶναι τοῖς πράγμασι durante los Cuatrocientos. Y además, su padre, siendo
στρατηγὸς ὑπ' αὐτῶν ᾑρέθη. uno de los próbulos, tenía la misma actitud, y fue elegido
jefe por ellos, por parecer más predispuesto a los hechos.

[12, 66] Καὶ ἕως μὲν ἐτιμᾶτο, πιστὸν ἑαυτὸν τῇ πόλει [12, 66] Y mientras fue objeto de honores se mostraba a sí
παρεῖχεν· ἐπειδὴ δὲ Πείσανδρον μὲν καὶ Κάλλαισχρον mismo fiel a la ciudad, pero después que vio que
καὶ ἑτέρους ἑώρα προτέρους αὑτοῦ γιγνομένους, τὸ δὲ Pisandro, Calescro y otros resultaron superiores a él, y
ὑμέτερον πλῆθος οὐκέτι βουλόμενον τούτων ἀκροᾶσθαι, que vuestra asamblea ya no quería escucharlo, entonces
τότ' ἤδη διά τε τὸν πρὸς ἐκείνους φθόνον καὶ τὸ παρ' colaboró en las acciones de Aristócrates, tanto por
ὑμῶν δέος μετέσχε τῶν ᾿Αριστοκράτους ἔργων. envidia de aquellos, como por temor a vosotros.

[12, 67] Βουλόμενος δὲ τῷ ὑμετέρῳ πλήθει δοκεῖν [12, 67] Y Terámenes, queriendo aparentar ser fiel a
πιστὸς εἶναι ᾿Αντιφῶντα καὶ ᾿Αρχεπτόλεμον φιλτάτους vuestra asamblea, al acusar a Antifonte y a
ὄντας αὑτῷ κατηγορῶν ἀπέκτεινεν, εἰς τοσοῦτον δὲ κακίας Arqueptólemo, que eran muy amigos suyos, los hizo
ἦλθεν, ὥστε ἅμα μὲν διὰ τὴν πρὸς ἐκείνους πίστιν ὑμᾶς matar, y llegó a tal grado de maldad que, por una parte,
κατεδουλώσατο, διὰ δὲ τὴν πρὸς ὑμᾶς τοὺς φίλους ἀπώλεσε. os esclavizó para obtener la confianza de aquellos, y por
otra, mató a sus amigos para obtener vuestra confianza.

[12, 68] Τιμώμενος δὲ καὶ τῶν μεγίστων ἀξιούμενος, αὐτὸς [12, 68] Estimado y considerado digno de los máximos
ἐπαγγειλάμενος σώσειν τὴν πόλιν αὐτὸς ἀπώλεσε, φάσκων cargos, habiendo prometido salvar él mismo a la ciudad,
πρᾶγμα ηὑρηκέναι μέγα καὶ πολλοῦ ἄξιον· Ὑπέσχετο δὲ él mismo la perdió. Afirmó que había descubierto una
εἰρήνην ποιήσειν μήτε ὅμηρα δοὺς μήτε τὰ τείχη καθελὼν gran acción y muy valiosa. Y prometió hacer la paz sin
μήτε τὰς ναῦς παραδούς, ταῦτα δὲ εἰπεῖν μὲν οὐδενὶ dar rehenes, sin destruir los muros, ni entregar las naves;
ἠθέλησεν, ἐκέλευσε δὲ αὑτῷ πιστεύειν. y a nadie quiso mencionar esa acción, pero los animó a
confiar en él.

[12, 69] Ὑμεῖς δέ, ὦ ἄνδρες ᾿Αθηναῖοι, πραττούσης μὲν τῆς [12, 69] Y vosotros, ¡oh varones atenienses! habiéndose
ἐν ᾿Αρείῳ πάγῳ βουλῆς σωτήρια, ἀντιλεγόντων δὲ πολλῶν realizado el Consejo en el Areópago, para vuestra
Θηραμένει, εἰδότες δὲ ὅτι οἱ μὲν ἄλλοι ἄνθρωποι τῶν salvación, y con muchos oradores que contradecían a
πολεμίων ἕνεκα τἀπόρρητα ποιοῦνται, ἐκεῖνος δ' ἐν τοῖς Terámenes, y sabiendo que los demás hombres
αὑτοῦ πολίταις οὐκ ἠθέλησεν εἰπεῖν ταῦθ' ἃ πρὸς τοὺς guardaban secretos por causa de los enemigos, y que
πολεμίους ἔμελλεν ἐρεῖν, ὅμως ἐπετρέψατε αὐτῷ Terámenes no quiso mencionar entre sus conciudadanos
πατρίδα καὶ παῖδας καὶ γυναῖκας καὶ ὑμᾶς αὐτούς. las cosas que pensaba decir a los enemigos, sin embargo,
igualmente vosotros le confiasteis la patria, los hijos y las
esposas, e incluso a vosotros mismos.

[12, 70] Ὁ δὲ ὧν μὲν ὑπέσχετο οὐδὲν ἔπραξεν, οὕτως δὲ [12, 70] Y Terámenes, de lo que prometía, nada hizo, y
ἐνετεθύμητο ὡς χρὴ μικρὰν καὶ ἀσθενῆ γενέσθαι τὴν había resuelto como necesario que la ciudad se volviera
πόλιν, ὥστε περὶ ὧν οὐδεὶς πώποτε οὔτε τῶν πολεμίων pequeña y débil de tal suerte, que os persuadió a hacer
ἐμνήσθη οὔτε τῶν πολιτῶν ἤλπισε, ταῦθ' ὑμᾶς ἔπεισε estas cosas, sobre las que nadie, ni siquiera entre
πρᾶξαι, οὐχ ὑπὸ Λακεδαιμονίων ἀναγκαζόμενος, ἀλλ' enemigos alguna vez se recuerda, ni entre los
αὐτὸς ἐκείνοις ἐπαγγελλόμενος, τοῦ τε Πειραιῶς τὰ ciudadanos se espera; sin haber sido obligado por los
τείχη περιελεῖν καὶ τὴν ὑπάρχουσαν πολιτείαν lacedemonios sino que él mismo, les solicitó a éstos
καταλῦσαι , εὖ εἰδὼς ὅτι , εἰ μὴ πασῶν τῶν ἐλπίδων derribar los muros del Pireo y derrocar el poder político
ἀποστερηθήσεσθε, ταχεῖαν παρ' αὐτοῦ τὴν τιμωρίαν vigente, sabiendo bien que, si vosotros no hubierais sido
κομιεῖσθε. privados de toda esperanza, llevaríais a cabo
inmediatamente la venganza contra él.

[12, 71] Καὶ τὸ τελευταῖον, ὦ ἄνδρες δικασταί, οὐ πρότερον [12, 71] Y por último, ¡oh, señores jueces! Terámenes no
εἴασε τὴν ἐκκλησίαν γενέσθαι, ἕως ὁ λεγόμενος ὑπ' permitió que la asamblea se efectuara antes de lo que
ἐκείνων καιρὸς ἐπιμελῶς ὑπ' αὐτοῦ ἐτηρήθη, καὶ llamó ‘el momento oportuno’, que había esperado
μετεπέμψατο μὲν τὰς μετὰ Λυσάνδρου ναῦς ἐκ Σάμου, cuidadosamente, pues hizo venir las naves junto con
ἐπεδήμησε δὲ τὸ τῶν πολεμίων στρατόπεδον. Lisandro, desde Samos y esperó que el ejército de los
enemigos se asentara en la ciudad.

[12, 72] Τότε δὲ τούτων ὑπαρχόντων, καὶ παρόντος [12, 72] Y fue entonces, en esta situación, y estando
Λυσάνδρου καὶ Φιλοχάρους καὶ Μιλτιάδου, περὶ τῆς presentes Lisandro, Filócares y Milcíades, que hicieron la
πολιτείας τὴν ἐκκλησίαν ἐποίουν, ἵνα μήτε ῥήτωρ αὐτοῖς asamblea sobre la forma de gobierno, para que ningún
μηδεὶς ἐναντιοῖτο μηδὲ διαπειλοῖτο ὑμεῖς τε μὴ τὰ τῇ πόλει orador se opusiera a ellos, ni amenazara, y para que
συμφέροντα ἕλοισθε, ἀλλὰ τἀ κείνοις δοκοῦντα ψηφίσαισθε. vosotros no escogierais lo que convenía a la ciudad, sino

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que votarais por las cosas que les convenían a ellos.

[12, 73] Ἀναστὰς δὲ Θηραμένης ἐκέλευσεν ὑμᾶς τριάκοντα [12, 73] Y Terámenes, levantándose, ordenó que vosotros
ἀνδράσιν ἐπιτρέψαι τὴν πόλιν καὶ τῇ πολιτεία χρῆσθαι ἣν entregarais la ciudad a treinta hombres, y establecierais
Δρακοντίδης ἀπέφαινεν. ὑμεῖς δ' ὅμως καὶ οὕτω διακείμενοι la forma de gobierno que había sido expuesta por
ἐθορυβεῖτε ὡς οὐ ποιήσοντες ταῦτα· ἐγιγνώσκετε Dracónides. A pesar de todo, vosotros en tal situación,
γὰρ ὅτι περὶ δουλείας καὶ ἐλευθερίας ἐν ἐκείνῃ τῇ ἡμέρα protestabais como que no haríais esas cosas, pues sabíais
ἠκκλησιάζετε. que en aquel día deliberabais sobre vuestra esclavitud y
libertad.

[12, 74] Θηραμένης δέ, ὦ ἄνδρες δικασταί, (καὶ τούτων [12, 74] Entonces, ¡oh! Señores jueces os presentaré a
ὑμᾶς αὐτοὺς μάρτυρας παρέξομαἰ) εἶπεν ὅτι οὐδὲν αὐτῷ vosotros mismos como testigos de estas cosas.
μέλοι τοῦ ὑμετέρου θορύβου, ἐπειδὴ πολλοὺς μὲν ᾿Αθηναίων Terámenes dijo que vuestra protesta para nada le
εἰδείη τοὺς τὰ ὅμοια πράττοντας αὑτῷ, δοκοῦντα δὲ importaba puesto que, por un lado, sabía que la mayoría
Λυσάνδρῳ καὶ Λακεδαιμονίοις λέγοι. Μετ' ἐκεῖνον de los atenienses hacía cosas similares a las que él hacía,
δὲ Λύσανδρος ἀναστὰς ἄλλα τε πολλὰ εἶπε καὶ ὅτι y por otro, porque decía cosas afines a Lisandro y a los
παρασπόνδους ὑμᾶς ἔχοι, καὶ ὅτι οὐ περὶ πολιτείας ὑμῖν lacedemonios. Lisandro, habiéndose levantado después
ἔσται ἀλλὰ περὶ σωτηρίας, εἰ μὴ ποιήσεθ' ἃ Θηραμένης de Terámenes, dijo entre otras cosas, que os tenía por
κελεύει. traidores de los acuerdos y que si no obedecierais a
Terámenes ya no deliberaríais sobre la forma de
gobierno, sino sobre vuestra salvación.

[12, 75] Τῶν δ' ἐν τῇ ἐκκλησία ὅσοι ἄνδρες ἀγαθοὶ ἦσαν, [12, 75] Pero de los hombres que estaban en la asamblea,
γνόντες τὴν παρασκευὴν καὶ τὴν ἀνάγκην, οἱ μὲν αὐτοῦ los que eran honestos, habiendo conocido la traición y la
μένοντες ἡσυχίαν ἦγον, οἱ δὲ ᾤχοντο ἀπιόντες, τοῦτο presión, algunos permanecían allí en actitud pasiva;
γοῦν σφίσιν αὐτοῖς συνειδότες, ὅτι οὐδὲν κακὸν τῇ πόλει otros, se marcharon, al menos siendo conscientes de que
ἐψηφίσαντο· ὀλίγοι δέ τινες καὶ πονηροὶ καὶ κακῶς no habían votado ningún mal para la ciudad. Sin
βουλευόμενοι τὰ προσταχθέντα ἐχειροτόνησαν. embargo, unos pocos malvados y malintencionados,
aprobaron lo que les habían ordenado.

[12, 76] Παρήγγελτο γὰρ αὐτοῖς δέκα μὲν οὓς Θηραμένης [12, 76] Lo que se les había ordenado era que aprobaran,
ἀπέδειξε χειροτονῆσαι, δέκα δὲ οὓς οἱ καθεστηκότες ἔφοροι por una parte, a diez hombres, a quienes Terámenes
κελεύοιεν, δέκα δ' ἐκ τῶν παρόντων· οὕτω γὰρ τὴν ὑμετέραν había designado; a otros diez hombres, a quienes los
ἀσθένειαν ἑώρων καὶ τὴν αὑτῶν δύναμιν ἠπίσταντο, ὥστε éforos, recientemente instituidos, impusieran y a diez de
πρότερον ᾔδεσαν τὰ μέλλοντα ἐν τῇ ἐκκλησία entre los presentes. Por lo tanto, veían vuestra debilidad
πραχθήσεσθαι. y conocían tan bien su fuerza, que desde antes habían
previsto lo que se iba a hacer en la asamblea.

[12, 77] Ταῦτα δὲ οὐκ ἐμοὶ δεῖ πιστεῦσαι, ἀλλὰ ἐκείνῳ· [12, 77] Pero no es necesario que me creáis a mí estas
πάντα γὰρ τὰ ὑπ' ἐμοῦ εἰρημένα ἐν τῇ βουλῇ cosas, sino a Terámenes, pues todo lo que he dicho, lo
ἀπολογούμενος ἔλεγεν, ὀνειδίζων μὲν τοῖς φεύγουσιν, decía él cuando se defendia en el Consejo; por un lado,
ὅτι δι' αὑτὸν κατέλθοιεν, οὐδὲν φροντιζόντων reprochando a los desterrados que habían regresado
Λακεδαιμονίων, ὀνειδίζων δὲ τοῖς τῆς πολιτείας gracias a él, ya que los lacedemonios no se interesaban
μετέχουσιν, ὅτι πάντων τῶν πεπραγμένων τοῖς en ellos, y por otro, reprochando a los que participaban
εἰρημένοις τρόποις ὑπ' ἐμοῦ αὐτὸς αἴτιος γεγενημένος en el gobierno con él, porque recibiera tales malos tratos,
τοιούτων τυγχάνοι, πολλὰς πίστεις αὐτοῖς ἔργῳ él, que había sido el causante de todos los hechos, en las
δεδωκὼς καὶ παρ' ἐκείνων ὅρκους εἰληφώς. maneras ya dichas por mí, a pesar de las muchas pruebas
de lealtad dadas con sus actos y habiendo tomado
juramento de parte de aquellos.

[12, 78] Καὶ τοσούτων καὶ ἑτέρων κακῶν καὶ αἰσχρῶν καὶ [12, 78] Y osarán proclamar que son amigos de
πάλαι καὶ νεωστὶ καὶ μικρῶν καὶ μεγάλων αἰτίου Terámenes, quien ha sido responsable de ésos y de otros
γεγενημένου τολμήσουσιν αὑτοὺς φίλους ὄντας males y desgracias, antiguos y nuevos, pequeños y
ἀποφαίνειν, οὐχ ὑπὲρ ὑμῶν ἀποθανόντος Θηραμένους grandes; y quien murió, no por vosotros, sino por su
ἀλλ' ὑπὲρ τῆς αὑτοῦ πονηρίας, καὶ δικαίως μὲν ἐν propia maldad.
ὀλιγαρχίᾳ δίκην δόντος (ἤδη γὰρ αὐτὴν κατέλυσἐ), Además, ya durante la oligarquía, Terámenes recibió un
δικαίως δ' ἂν ἐν δημοκρατίᾳ· δὶς γὰρ ὑμᾶς κατεδουλώσατο, justo castigo (pues la había derrocado), y también
τῶν μὲν παρόντων καταφρονῶν, τῶν δὲ ἀπόντων ἐπιθυμῶν, durante la democracia, pues dos veces os esclavizó,

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καὶ τῷ καλλίστῳ ὀνόματι χρώμενος δεινοτάτων ἔργων despreciando por una parte, las cosas presentes y por
διδάσκαλος καταστάς. otra, deseando las cosas ausentes; y se convirtió en el
maestro de los más temibles actos, asignándoles el más
bello nombre.

[12, 79] Περὶ μὲν τοίνυν Θηραμένους ἱκανά μοί ἐστι τὰ [12, 79] Pues bien, las acusaciones contra Terámenes son
κατηγορημένα· ἥκει δ' ὑμῖν ἐκεῖνος ὁ καιρός, ἐν ᾧ δεῖ suficientes para mí, pero ha llegado para vosotros el
συγγνώμην καὶ ἔλεον μὴ εἶναι ἐν ταῖς ὑμετέραις momento oportuno, en el cual es necesario que no
γνώμαις, ἀλλὰ παρὰ ᾿Ερατοσθένους καὶ τῶν τούτου existan ni perdón ni compasión en vuestras sentencias,
συναρχόντων δίκην λαβεῖν, μηδὲ μαχομένους <μὲν> sino que impongáis una pena tanto para Eratóstenes
κρείττους εἶναι τῶν πολεμίων, ψηφιζομένους δὲ ἥττους como para sus cogobernantes. No sea que al luchar seáis
τῶν ἐχθρῶν. superiores a los enemigos pero al votar, seáis inferiores a
ellos.

[12, 80] Μηδ' ὧν φασι μέλλειν πράξειν πλείω χάριν αὐτοῖς [12, 80] Considerad que no por las cosas que ellos os han
ἴστε, ἢ ὧν ἐποίησαν ὀργίζεσθε· μηδ' ἀποῦσι μὲν τοῖς prometido, vais a tenerles mayor benevolencia que
τριάκοντα ἐπιβουλεύετε, παρόντας δ' ἀφῆτε· μηδὲ τῆς cólera por lo que hicieron.
τύχης, ἣ τούτους παρέδωκε τῇ πόλει, κάκιον ὑμῖν αὐτοῖς Ni por una parte, conspiréis contra los Treinta que están
βοηθήσητε. ausentes, mientras por otra perdonéis a los que están
presentes. No sea que os beneficiéis a vosotros mismos
en menor medida que la fortuna que entregó los Treinta
a la ciudad.

[12, 81] Κατηγόρηται δὴ ᾿Ερατοσθένους καὶ τῶν τούτου [12, 81] En efecto, se ha acusado a Eratóstenes y a sus
φίλων, οἷς τὰς ἀπολογίας ἀνοίσει καὶ μεθ' ὧν αὐτῷ ταῦτα amigos, a quienes él se referirá en la defensa, y con
πέπρακται. Ὁ μέντοι ἀγὼν οὐκ ἐξ ἴσου τῇ πόλει καὶ quienes fueron hechas esas cosas. Sin embargo, el
᾿Ερατοσθένει· οὗτος μὲν γὰρ κατήγορος καὶ δικαστὴς combate no es igual para la ciudad y para Eratóstenes,
αὑτὸς ἦν τῶν κρινομένων, ἡμεῖς δὲ νυνὶ εἰς κατηγορίαν pues mientras éste era acusador y juez de los procesados,
καὶ ἀπολογίαν καθέσταμεν. ahora, nosotros estamos presentes en la acusación y en la
defensa.

[12, 82] Καὶ οὗτοι μὲν τοὺς οὐδὲν ἀδικοῦντας ἀκρίτους [12, 82] Y mientras éstos mataron sin juicio a los que no
ἀπέκτειναν, ὑμεῖς δὲ τοὺς ἀπολέσαντας τὴν πόλιν κατὰ cometieron injusticias, vosotros consideráis digno
τὸν νόμον ἀξιοῦτε κρίνειν, παρ' ὧν οὐδ' ἂν παρανόμως juzgarlos según la ley, a ellos, que destruyeron la ciudad,
βουλόμενοι δίκην λαμβάνειν ἀξίαν τῶν ἀδικημάτων ὧν τὴν y a quienes, ni aun queriendo imponerles un castigo,
πόλιν ἠδικήκασι λάβοιτε. Τί γὰρ ἂν παθόντες δίκην aunque al margen de la ley, podrían resarciros, por las
τὴν ἀξίαν εἴησαν τῶν ἔργων δεδωκότες; injusticias que han cometido contra la ciudad. Pero,
¿sufriendo qué cosas les podríais dar una condena digna
de sus actos?

[12, 83] Πότερον εἰ αὐτοὺς ἀποκτείναιτε καὶ τοὺς παῖδας [12, 83] ¿Con cuál de las alternativas siguientes
αὐτῶν, ἱκανὴν ἂν τοῦ φόνου δίκην λάβοιμεν, ὧν οὗτοι impondríamos un castigo equivalente al crimen?, ¿acaso
πατέρας καὶ ὑεῖς καὶ ἀδελφοὺς ἀκρίτους ἀπέκτειναν; si vosotros matarais a ellos y a sus hijos, sería suficiente
ἀλλὰ εἰ τὰ χρήματα τὰ φανερὰ δημεύσαιτε, καλῶς ἂν para aquellos a cuyos padres, hijos y hermanos mataron
ἔχοι ἢ τῇ πόλει, ἧς οὗτοι πολλὰ εἰλήφασιν, ἢ τοῖς ἰδιώταις, sin juicio los Treinta? O bien, si les confiscarais los bienes
ὧν ‹τὰς› οἰκίας ἐξεπόρθησαν; declarados, ¿sería mejor para la ciudad, a la cual
quitaron muchas cosas, y para los particulares cuyas
casas fueron saqueadas por los Treinta?

[12, 84] Ἐπειδὴ τοίνυν πάντα ποιοῦντες ‹ἱκανὴν› δίκην [12, 84] Ahora bien, puesto que aún con cualquier cosa
παρ' αὐτῶν οὐκ ἂν δύναισθε λαβεῖν, πῶς οὐκ αἰσχρὸν que hicierais no podríais imponerles un castigo justo,
ὑμῖν καὶ ἡντινοῦν ἀπολιπεῖν, ἥντινά τις βούλοιτο παρὰ ¿acaso no sería una vergüenza para vosotros, omitir
τούτων λαμβάνειν; Πᾶν δ'ἄν μοι δοκεῖ τολμῆσαι, ὅστις cualquier pena que alguien quisiera cobrar a los Treinta?
νυνὶ οὐχ ἑτέρων ὄντων τῶν δικαστῶν ἀλλ' αὐτῶν τῶν Y me parece que ahora viene para defenderse, se
κακῶς πεπονθότων, ἥκει ἀπολογησόμενος πρὸς αὐτ οὺς atrevería a todo ante los mismos testigos de su maldad,
τοὺς μάρτυρας τῆς τούτου πονηρίας· τοσοῦτον ἢ ὑμῶν κατα siendo los jueces quienes precisamente la padecieron
πεφρόνηκεν ἢ ἑτέροις πεπίστευκεν. duramente.
¿Os desprecia tanto o está tan confiado en sus amigos?

[12, 85] Ὧν ἀμφοτέρων ἄξιον ἐπιμεληθῆναι, ἐνθυμουμένους [12, 85] Conviene que vosotros os preocupéis de ambas

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ὅτι οὔτ' ἂν ἐκεῖνα ἐδύναντο ποιεῖν μὴ ἑτέρων cosas, reflexionando en que los Treinta no habrían
συμπραττόντων οὔτ' ἂν νῦν ἐπεχείρησαν ἐλθεῖν μὴ ὑπὸ podido hacer aquellas cosas, sin tener otros cómplices, ni
τῶν αὐτῶν οἰόμενοι σωθήσεσθαι, οἳ οὐ τούτοις ἥκουσι habrían intentado venir ahora, si no pensaran que iban a
βοηθήσοντες, ἀλλὰ ἡγούμενοι πολλὴν ἄδειαν σφίσιν ser salvados por aquellos mismos, que no vienen para
ἔσεσθαι τῶν ‹τε› πεπραγμένων καὶ τοῦ λοιποῦ ποιεῖν ὅτι ayudarlos, sino pensando que tendrán ellos mismos un
ἂν βούλωνται, εἰ τοὺς μεγίστων κακῶν αἰτίους λαβόντες indulto total sobre los hechos cometidos y que en el
ἀφήσετε. futuro harán lo que quieran, pues habiendo capturado a
los culpables de los más grandes males, vosotros los
absolvereis.

[12, 86] Ἀλλὰ καὶ τῶν συν ρούντων αὐτοῖς ἄξιον θαυμάζειν, [12, 86] Pero también es justo asombrarse de los que
πότερον ὡς καλοὶ κἀγαθοὶ αἰτήσονται, τὴν αὑτῶν ἀρετὴν hablarán a favor de ellos, ¿será que intercederán como
πλείονος ἀξίαν ἀποφαίνοντες τῆς <τούτων> πονηρίας hombres honrados y buenos, demostrando que su propia
(ἐβουλόμην μέντ' ἂν αὐτοὺς οὕτω προθύμους εἶναι virtud es más valiosa que la maldad de los Treinta? Sin
σῴζειν τὴν πόλιν, ὥσπερ οὗτοι ἀπολλύναι), ἢ ὡς δεινοὶ embargo, yo querría que ellos estuvieran tan bien
λέγειν ἀπολογήσονται καὶ τὰ τούτων ἔργα πολλοῦ dispuestos a salvar la ciudad, como los Treinta
ἄξια ἀποφανοῦσιν. Ἀλλ' οὐχ ὑπὲρ ὑμῶν οὐδεὶς αὐτῶν estuvieron para destruirla.
οὐδὲ τὰ δίκαια πώποτε ἐπεχείρησεν εἰπεῖν. ¿O acaso se defenderán, hábiles como son para hablar,
demostrando que las acciones de los Treinta fueron
valiosas? Pero jamás ninguno de aquellos intentó decir
nada justo a favor de vosotros.

[12, 87] Ἀλλὰ τοὺς μάρτυρας ἄξιον ἰδεῖν, οἳ τούτοις [12, 87] Ahora bien, es justo observar a los testigos
μαρτυροῦντες αὑτῶν κατηγοροῦσι, σφόδρα ἐπιλήσμονας que, testificando en favor de ellos, se acusan a sí
καὶ εὐήθεις νομίζοντες ὑμᾶς εἶναι, εἰ διὰ μὲν τοῦ ὑμετέρου mismos, porque creen que vosotros sois muy olvidadizos
πλήθους ἀδεῶς ἡγοῦνται τοὺς τριάκοντα σώσειν, διὰ δὲ y simples; pues piensan que fácilmente van a salvar a los
᾿Ερατοσθένην καὶ τοὺς συνάρχοντας αὐτοῦ δεινὸν ἦν Treinta, gracias a vuestra muchedumbre, mientras que
καὶ τῶν τεθνεώτων ἐπ'ἐκφορὰν ἐλθεῖν. en tiempos de Eratóstenes y sus cogobernantes, hasta era
peligroso asistir al funeral de los muertos.

[12, 88] Καίτοι οὗτοι μὲν σωθέντες πάλιν ἂν δύναιντο [12, 88] Sin embargo, si salváramos a éstos, otra vez
τὴν πόλιν ἀπολέσαι·ἐκεῖνοι δέ, οὓς οὗτοι ἀπώλεσαν, podrían aniquilar la ciudad; mientras que aquellos a los
τελευτήσαντες τὸν βίον πέρας ἔχουσι <τὸν θάνατον> τῆς cuales éstos mataron, al haber acabado con sus vidas,
παρὰ τῶν ἐχθρῶν τιμωρίας. Οὐκ οὖν δεινὸν εἰ τῶν μὲν están al margen de la venganza contra sus enemigos.
ἀδίκως τεθνεώτων οἱ φίλοι συναπώλλυντο, αὐτοῖς δὲ ¿Acaso no sería terrible que los amigos de los que han
τοῖς τὴν πόλιν ἀπολέσασι δήπου ἐπ'ἐκφορὰν πολλοὶ muerto injustamente, perecieran como ellos? en cambio,
ἥξουσιν, ὁπότε βοηθεῖν τοσοῦτοι παρασκευάζονται; ciertamente muchos van a ir al funeral de aquellos,
puesto que tantos se preparan para ayudar a los que
arruinaron a la ciudad.

[12, 89] Καὶ μὲν δὴ πολλὺ ῥᾷον ἡγοῦμαι εἶναι ὑπὲρ ὧν ὑμεῖς [12, 89] Entonces, pienso que acusar por las acciones que
ἐπάσχετε ἀντειπεῖν, ἢ ὑπὲρ ὧν οὗτοι πεποιήκασιν vosotros padecisteis es mucho más fácil que defender a
ἀπολογήσασθαι. Καίτοι λέγουσιν ὡς ᾿Ερατοσθένει los Treinta por lo que han hecho. Sin embargo, dicen que
ἐλάχιστα τῶν τριάκοντα κακὰ εἴργασται, καὶ διὰ τοῦτο entre los Treinta, fue Eratóstenes quien cometió los males
αὐτὸν ἀξιοῦσι σωθῆναι· ὅτι δὲ τῶν ἄλλων ῾Ελλήνων menores y consideran justo que él sea salvado debido a
πλεῖστα εἰς ὑμᾶς ἐξημάρτηκεν, οὐκ οἴονται χρῆναι αὐτὸν eso. Pero, ¿acaso no creeis necesario que él perezca, ya
ἀπολέσθαι; que ha cometido contra vosotros males más grandes que
los otros griegos?

[12, 90] Ὑμεῖς δὲ δείξατε ἥντινα γνώμην ἔχετε περὶ τῶν [12, 90] Ahora vosotros mostrad qué opinión tenéis sobre
πραγμάτων. Εἰ μὲν γὰρ τούτου καταψηφιεῖσθε, δῆλοι los hechos, pues si lo condenáis, será evidente que estáis
ἔσεσθε ὡς ὀργιζόμενοι τοῖς πεπραγμένοις· εἰ δὲ encolerizados por sus acciones; pero, si lo absolvéis,
ἀποψηφιεῖσθε, ὀφθήσεσθε τῶν αὐτῶν ἔργων ἐπιθυμηταὶ seréis vistos como benévolos con ellos y cómplices de sus
τούτοις ὄντες, καὶ οὐχ ἕξετε λέγειν ὅτι τὰ ὑπὸ τῶν τριάκοντα actos, y no podréis alegar que cumplíais las órdenes
προσταχθέντα ἐποιεῖτε· impuestas por los Treinta.

[12, 91] νυνὶ μὲν γὰρ οὐδεὶς ὑμᾶς ἀναγκάζει παρὰ τὴν [12, 91] Ahora bien, nadie os obliga a que voteis en
ὑμετέραν γνώμην ψηφίζεσθαι. Ὥστε συμβουλεύω μὴ contra de vuestra conciencia. De modo que, os aconsejo
τούτων ἀποψηφισαμένους ὑμῶν αὐτῶν καταψηφίσασθαι. que no os condenéis a vosotros mismos absolviendo a
Μηδ' οἴεσθε κρύβδην τὴν ψῆφον εἶναι φανερὰν γὰρ τῇ éstos. Y no penséis que el voto es secreto, pues haréis

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πόλει τὴν ὑμετέραν γνώμην ποιήσετε. vuestro criterio evidente para la ciudad.

[12, 92] Βούλομαι δὲ ὀλίγα ἑκατέρους ἀναμνήσας [12, 92] Quiero concluir recordando unas pocas cosas a
καταβαίνειν, τούς τε ἐξ ἄστεως καὶ τοὺς ἐκ Πειραιῶς, ἵνα unos y a otros, a los provenientes de la ciudad y a los del
τὰς ὑμῖν διὰ τούτων γεγενημένας συμφορὰς παραδείγματα Pireo, para que votéis tomando en cuenta las desgracias
ἔχοντες τὴν ψῆφον φέρητε. καὶ πρῶτον μὲν ὅσοι ἐξ ἄστεώς que habéis padecido a causa de los Treinta. En primer
ἐστε, σκέψασθε ὅτι ὑπὸ τούτων οὕτω σφόδρα ἤρχεσθε, lugar, los que sois provenientes de la ciudad, considerad
ὥστε ἀδελφοῖς καὶ ὑέσι καὶ πολίταις ἠναγκάζεσθε que erais gobernados duramente por ellos, de tal modo
πολεμεῖν τοιοῦτον πόλεμον, ἐν ᾧ ἡττηθέντες μὲν que estabais obligados a combatir contra vuestros
τοῖς νικήσασι τὸ ἴσον ἔχετε, νικήσαντες δ' ἄν τούτοις hermanos e hijos y conciudadanos, en una guerra en la
ἐδουλεύετε. cual, habiendo sido derrotados, gozáis de igualdad con
los vencedores; pero si hubiérais vencido, ahora seríais
esclavos de los Treinta.

[12, 93] Καὶ τοὺς ἰδίους οἴκους οὗτοι μὲν ἂν ἐκ τῶν [12, 93] Y mientras ellos se dedicaban a acrecentar sus
πραγμάτων μεγάλους ἐκτήσαντο, ὑμεῖς δὲ διὰ τὸν πρὸς fortunas mediante su actuación política, vuestros bienes
ἀλλήλους πόλεμον ἐλάττους ἔχετε· συνωφελεῖσθαι μὲν γὰρ se han visto reducidos debido a la guerra civil. Por un
ὑμᾶς οὐκ ἠξίουν, συνδιαβάλλεσθαι δ' ἠνάγκαζον,εἰς lado, no consideraban digno que vosotros os
τοσοῦτον ὑπεροψίας ἐλθόντες ὥστε οὐ τῶν ἀγαθῶν beneficiárais como ellos y, por otro, os obligaban a
κοινούμενοι πιστοὺς ὑμᾶς ἐκτῶντο, ἀλλὰ τῶν ὀνειδῶν compartir su desprestigio, habiendo llegado a tal grado
μεταδιδόντες εὔνους ᾤοντο εἶναι. de arrogancia, que no os hacían participar de los bienes
que obtenían aunque vosotros les fuerais fieles, sino que,
haciéndoos partícipes de sus hechos deshonrosos,
presumían que vosotros les seríais devotos.

[12, 94] Ἀνθ' ὧν ὑμεῖς νῦν ἐν τῷ θαρραλέῳ ὄντες, καθ' ὅσον [12, 94] A cambio de estas cosas, ahora vosotros, estando
δύνασθε, καὶ ὑπὲρ ὑμῶν αὐτῶν καὶ ὑπὲρ τῶν ἐκ Πειραιῶς fuera de peligro, en la medida en que podáis, tomad
τιμωρήσασθε, ἐνθυμηθέντες μὲν ὅτι ὑπὸ τούτων πονηροτά venganza tanto a favor de vosotros mismos, como por
των ὄντων ἤρχεσθε, ἐνθυμηθέντες δὲ ὅτι μετ' ἀνδρῶν los del Pireo. Reflexionad que estabais gobernados por
νῦν ἀρίστων πολιτεύεσθε καὶ τοῖς πολεμίοις μάχεσθε καὶ los Treinta, que son los más temibles; reflexionad, por
περὶ τῆς πόλεως βουλεύεσθε, ἀναμνησθέντες δὲ τῶν otra parte, que ahora sois ciudadanos, combatís a los
ἐπικούρων, οὓς οὗτοι φύλακας τῆς σφετέρας ἀρχῆς καὶ enemigos y deliberais sobre la ciudad, junto con los
τῆς ὑμετέρας δουλείας εἰς τὴν ἀκρόπολιν κατέστησαν. mejores hombres. Además, recordad a los mercenarios a
quienes aquellos establecieron en la Acrópolis como
guardianes de su poder y de vuestra esclavitud.

[12, 95] Καὶ πρὸς ὑμᾶς μὲν ἔτι πολλῶν ὄντων εἰπεῖν [12, 95] Y os digo tantas cosas, aunque hay muchas más
τοσαῦτα λέγω. Ὅσοι δ' ἐκ Πειραιῶς ἐστε, πρῶτον μὲν τῶν para decir todavía. Aquellos que sois del Pireo, en
ὅπλων ἀναμνήσθητε, ὅτι πολλὰς μάχας ἐν τῇ primer lugar, acordaos que, habiendo combatido en
ἀλλοτρίᾳ μαχεσάμενοι οὐχ ὑπὸ τῶν πολεμίων ἀλλ' muchas batallas en tierras extranjeras fuisteis despojados
ὑπὸ τούτων εἰρήνης οὔσης ἀφῃρέθητε τὰ ὅπλα, ἔπειθ' ὅτι de las armas, no por los enemigos, sino por aquellos, en
ἐξεκηρύχθητε μὲν ἐκ τῆς πόλεως, ἣν ὑμῖν οἱ πατέρες tiempos de paz; luego, acordaos que, por una parte
παρέδοσαν, φεύγοντας δὲ ὑμᾶς ἐκ τῶν πόλεων ἐξῃτοῦντο. fuisteis desterrados de la ciudad, la ciudad que vuestros
padres os legaron y por otra, en el destierro os
mandaban a buscar en las ciudades donde estabais
refugiados.

[12, 96] Ἀνθ' ὧν ὀργίσθητε μὲν ὥσπερ ὅτ' ἐφεύγετε, [12, 96] Encolerizaos en contra de estos acontecimientos
ἀναμνήσθητε δὲ καὶ τῶν ἄλλων κακῶν ἃ πεπόνθατε como cuando estabais desterrados, y acordaos de los
ὑπ' αὐτῶν, οἳ τοὺς μὲν ἐκ τῆς ἀγορᾶς τοὺς δ' ἐκ otros males que padecisteis por culpa de ellos, al ser
τῶν ἱερῶν συναρπάζοντες βιαίως ἀπέκτειναν, τοὺς δὲ arrebatados violentamente, unos fuera del Ágora, y otros
ἀπὸ τέκνων καὶ γονέων καὶ γυναικῶν ἀφέλκοντες φονέας fuera de los templos para matarlos; arrancando a otros
αὑτῶν ἠνάγκασαν γενέσθαι καὶ οὐδὲ ταφῆς de los brazos de sus hijos, de sus padres y de sus
τῆς νομιζομένης εἴασαν τυχεῖν, ἡγούμενοι τὴν αὑτῶν ἀρχὴν esposas, los obligaron a todos a volverse asesinos de sí
βεβαιοτέραν εἶναι τῆς παρὰ τῶν θεῶν τιμωρίας. mismos y no permitieron que recibieran la sepultura
acostumbrada, creyendo que su poder era más sólido
que la venganza de los dioses.

[12, 97] Ὅσοι δὲ τὸν θάνατον διέφυγον, πολλαχοῦ [12, 97] Y quienes escaparon a la muerte, habiendo
κινδυνεύσαντες καὶ εἰς πολλὰς πόλεις πλανηθέντες καὶ corrido peligros por todas partes, habiendo vagado por

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πανταχόθεν ἐκκηρυττόμενοι, ἐνδεεῖς ὄντες τῶν ἐπιτηδείων, muchas ciudades, habiendo sido desterrados de todas
οἱ μὲν ἐν πολεμίᾳ τῇ πατρίδι τοὺς παῖδας καταλιπόντες, partes; privados de las cosas necesarias; unos,
οἱ δ'ἐν ξένῃ γῇ, πολλῶν ἐναντιουμένων ἤλθετε εἰς abandonando a sus hijos en patria enemiga, y otros en
τὸν Πειραιᾶ. Πολλῶν δὲ καὶ tierra extranjera, vinisteis al Pireo en medio de tantas
μεγάλων κινδύνων ὑπαρξάντων ἄνδρες ἀγαθοὶ dificultades. Y aunque existían muchos y grandes
γενόμενοι τοὺς μὲν ἠλευθερώσατε, τοὺς δ' εἰς peligros, vosotros, hombres buenos, liberasteis a unos, y
τὴν πατρίδα κατηγάγετε. a otros los hicisteis volver a la patria.

[12, 98] Εἰ δὲ ἐδυστυχήσατε καὶ τούτων ἡμάρτετε, αὐτοὶ [12, 98] Pero si hubierais fracasado y estuvierais privados
μὲν ἂν δείσαντες ἐφεύγετε μὴ πάθητε τοιαῦτα οἷα καὶ de esto, vosotros, estaríais en el exilio, temiendo padecer
πρότερον, καὶ οὔτ' ἂν ἱερὰ οὔτε βωμοὶ ὑμᾶς ἀδικουμένους las mismas cosas que antes; y ni templos, ni altares, que
διὰ τοὺς τούτων τρόπους ὠφέλησαν, ἃ καὶ τοῖς ἀδικοῦσι son la salvación hasta para los culpables, os ayudarían a
σωτήρια γίγνεται· οἱ δὲ παῖδες ὑμῶν, ὅσοι μὲν ἐνθάδε vosotros que padecisteis la injusticia debido a las
ἦσαν, ὑπὸ τούτων ἂν ὑβρίζοντο, οἱ δ' ἐπὶ ξένης μικρῶν actitudes de éstos. Además, aquellos de vuestros hijos
ἂν ἕνεκα συμβολαίων ἐδούλευον ἐρημίᾳ τῶν que estuvieran aquí, serían maltratados por éstos y los
ἐπικουρησόντων. que estuvieran en el extranjero, serían esclavizados a
causa de pequeñas deudas, en ausencia de quienes los
defendieran.

[12, 99] Ἀλλὰ γὰρ οὐ τὰ μέλλοντα ἔσεσθαι βούλομαι λέγειν, [12, 99] Sin embargo, no quiero decir lo que hubiera
τὰ πραχθέντα ὑπὸ τούτων οὐ δυνάμενος εἰπεῖν. podido suceder, ya que ni siquiera puedo decir las cosas
Οὐδὲ γὰρ ἑνὸς κατηγόρου οὐδὲ δυοῖν ἔργον ἐστίν, ἀλλὰ que han sido hechas por éstos. Pues ni es obra de un solo
πολλῶν. ὅμως δὲ τῆς ἐμῆς προθυμίας ‹οὐδὲν› ἐλλέλειπται, acusador, ni de dos, sino de muchos. Y no obstante, en
ὑπέρ ‹τε› τῶν ἱερῶν, ἃ οὗτοι τὰ μὲν ἀπέδοντο τὰ δ' εἰσιόντες nada he descuidado mi buena disposición, tanto a favor
ἐμίαινον, ὑπέρ τε τῆς πόλεως, ἣν μικρὰν ἐποίουν, ὑπέρ τε de los templos que éstos entregaron o profanaron
τῶν νεωρίων, ἃ καθεῖλον, καὶ ὑπὲρ τῶν τεθνεώτων, οἷς penetrando en ellos, como a favor de la ciudad, que
ὑμεῖς, ἐπειδὴ ζῶσιν ἐπαμῦναι οὐκ ἐδύνασθε, ἀποθανοῦσι empequeñecieron, y a favor de los arsenales que
βοηθήσατε. destruyeron, y en favor de los muertos, a quienes
vosotros no pudisteis socorrer cuando vivían. Ahora que
han perecido, ayudadlos.

[12, 100] Οἶμαι δ' αὐτοὺς ἡμῶν τε ἀκροᾶσθαι καὶ ὑμᾶς [12, 100] Y creo que los muertos nos escuchan y os
εἴσεσθαι τὴν ψῆφον φέροντας, ἡγουμένους, ὅσοι μὲν ἂν observarán cuando entreguéis el voto, y estarán
τούτων ἀποψηφίσησθε, αὐτῶν θάνατον κατεψηφισμένους pensando que aquellos que absolvieran a los Treinta, los
ἔσεσθαι, ὅσοι δ' ἂν παρὰ τούτων δίκην λάβωσιν, ὑπὲρ habrán condenado a muerte y aquellos que los
αὐτῶν τιμωρίας πεποιημένους. castigaran, los habrán vengado.

Παύσομαι κατηγορῶν. Ἀκηκόατε,ἑωράκατε, πεπόνθατε, ἔχε He terminado de acusar. Habeis oído, habeis visto,
τε· δικάζετε. habeis sufrido.

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Contenido político del Contra Eratóstenes

El análisis y la interpretación del contenido del discurso se han restringido obligatoriamente a lo


formulado por Lisias y en todo caso, se ha tratado de destacar el carácter universal de los
enunciados políticos que conforman el discurso. Cabe señalar que para tal efecto, hemos dejado de
lado la corriente académica, especialmente alemana, que soslayaba el valor político de la obra de
Lisias, calificándola de ambivalente. En todo caso, el objetivo a partir del análisis del contenido del
Discurso XII era identificar enunciados políticos que pudieran abrir un espacio filosófico a su
pensamiento. Por lo tanto, en este trabajo hemos partido de la hipótesis del valor del pensamiento
político de Lisias y sus consecuencias.

El Contra Eratóstenes de Lisias, si bien está delimitado por ser una causa particular, pues trata sobre
el asesinato de Polemarco, el hermano de Lisias, es también un discurso que nos interpela en el
cuestionamiento sobre si las víctimas de los regímenes autoritarios tienen derecho a un
resarcimiento, una vez establecido el régimen democrático.

Al respecto, muchos de los académicos han tratado de argumentar en contra, utilizando falacias ad
hominem contra Lisias. Tanto en la antigüedad como en la modernidad, muchas veces nos han
nublado la visión para comprender la contundencia de algunos enunciados políticos presentes en
este discurso. Sabemos pues, que algunos de los demócratas moderados de la antigüedad
consideraban fuera de lugar realizar reclamos sobre lo ocurrido con los Treinta Tiranos durante el
periodo posterior de pacificación y moderación entre los sectores de Atenas. De igual manera,
académicos modernos calificaron a Lisias como un meteco interesado en obtener la ciudadanía sólo
para recuperar sus bienes. Ambas posturas afianzan la idea de un Lisias egoísta, materialista e
interesado. Sin embargo dejan de lado el derecho que Lisias tiene al haber sido, él y su hermano,
víctimas de los Treinta.

Este apartado se organiza así: primero los enunciados de Lisias referidos a conceptos políticos de su
época: democracia y demócratas, oligarquía y los Treinta, citas sobre personajes de la época,
miembros de los Treinta como Eratóstenes, Terámenes y otros. Segundo, enunciados políticos de
carácter universal: víctima y justicia, ley de obediencia debida, resarcimiento, justicia para los
muertos.

Enunciados políticos de la época

Vemos en el Discurso XII enunciados referidos a la democracia como modelo de política y a los
demócratas como modelos de ciudadanos.

En §53, refiriéndose a los demócratas, y entre ellos a la gente del Pireo, ejército democrático que
derrocó a los Treinta Tiranos, se dice que había entrado vencedora en Atenas, pero que a pesar de
ello, estaba dispuesta a la reconciliación y que por lo tanto, los dos partidos, oligarcas y demócratas
habrían estado abiertos al diálogo sin someter al destierro a los opositores y en una posición
bastante parecida a la democracia moderna. Irían a conciliar juntos.

En §54 se da testimonio de que los del Pireo, si bien expulsaron a los Treinta, dejaron a dos de éstos
que, supuestamente eran las más favorables a la ciudad y hostiles a los abusos cometidos y se les
otorgó cargos de gobernantes: Fidón y Eratóstenes. Sin embargo, se equivocaron, pues estos dos
continuaron dañando a la ciudad.

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En todo caso, cabe recalcar el carácter universalista de la democracia racionalista con raíces en la
democracia de Pericles, pues para esta concepción, la polis y sus intereses eran concomitantes con
los de todos los atenienses. Por lo tanto, no cabía la posibilidad de que un ateniense pudiera actuar
en contra de Atenas. Concepción romántica que podría haber sido aceptada para los demos
recientemente incorporados a la ciudadanía, pero no así para los grupos menores que, desde la
organización aristocrática, habían manejado el destino de Atenas y para quienes la invención de la
polis sólo significó la restricción de privilegios, como era el caso de la aristocracia ateniense.

En §92 Lisias recuerda a los jueces que durante el periodo de las oligarquías, los atenienses se
habían enfrentado entre ellos y que tras la victoria de los demócratas, éstos han abierto la
concertación y han mantenido en estado de igualdad a los vencidos. Una vez más, el modelo de
democracia racionalista alberga el carácter universal de los derechos ciudadanos, donde no
interfiere la preferencia política respecto del goce de la ciudadanía, que es extensible a la totalidad
de los habitantes que han prestado servicios a la polis, según Lisias.

El entierro de los muertos

Ya desde una de las tragedias de Sófocles, Antígona, vemos la disociación entre la ley natural y la
razón de Estado. El entierro de los muertos asume un valor sagrado y es un tabú la exhibición del
cadáver insepulto. Este fenómeno social permanece hasta nuestros días. De igual manera, dejar un
cadáver sin sepultura es un acto de agravio, tanto para el muerto, como para los vivos. En la
antigüedad griega, las honras de los muertos eran fastuosas, más aun entre los ricos. Asimismo, los
cadáveres de los caídos en guerra debían ser enterrados 138. Lisias aborda ambos casos en el
discurso, en §18 y §19. Ambas citas muestran la codicia y la avaricia de los Treinta, relatando cómo
saquearon las tres casas de Lisias y su hermano no dejando ni siquiera lo mínimo, un manto para
cubrirlo, para dar sepultura a Polemarco, quien habiéndolo tenido todo, terminó siendo inhumado
con las cosas que los amigos aportaron para su entierro.

Además, muestra cómo la radicalidad de los honores para los caídos en combate era tan
fundamental, que los estrategas de la batalla de las Arginusas, contra los espartanos, fueron
ejecutados aunque regresaron victoriosos del frente, porque habían abandonado en el mar los
cuerpos de los soldados muertos. Sobre este episodio, sabemos que Sócrates estuvo en total
desacuerdo. En todo caso, Lisias hace notar a los jueces atenienses en §36, que si han sido tan
extremos en ese caso en contra de los estrategas democráticos y vencedores por haber incurrido en
ese deshonor, con mayor razón, deberían ser implacables con los Treinta que han perjudicado,
saqueado y matado no sólo a metecos sino también a ciudadanos atenienses. Los Treinta los han
ejecutado sin celebrar juicios para determinar los cargos y dictaminar las culpas y han aplicado
indiscriminadamente el castigo extremo de la pena de muerte.

Los vejámenes a los atenienses

Las víctimas de los Treinta han sido vejadas sin respetar las costumbres y han sido ejecutadas sin
tener juicios que justificaran sus muertes. Lisias en § 96 nos hace notar que durante el período de los
Treinta, los atenienses han sido sometidos al ostracismo, han sufrido arrestos violentos, o los han

138
Una de las reformas de Solón restringía los lujos mediante una ley especial contra los funerales fastuosos.

84
sacado de sus casas, del ágora y hasta de los templos; los han enfrentado hasta el grado de hacerlos
matarse entre sí, los han ejecutado y los han dejado insepultos. Exponiendo todas estas
arbitrariedades, Lisias pretende mostrar la hybris de los Treinta, que creían que su poder era más
grande que la venganza de los dioses y la ley humana.

Oligarquía

Lisias al dirigirse a los del Pireo y a los atenienses en §95 les hace notar que mientras ellos han
perdido bienes, seres queridos y derechos a cambio de defender a Atenas, los Treinta tiranos los
han despojado de armamentos, de bienes y beneficios, privándolos incluso de la estadía en Atenas
durante tiempos de paz. Es decir que los Treinta han obrado peor que los enemigos bélicos de
Atenas; le han infligido un daño directo a Atenas y a los atenienses habiendo llegado al poder con
la promesa de moderación y de tiempos mejores. Los atenienses parecen haber olvidado quiénes
son los directos responsables de sus males.

Los Treinta, un régimen sugerido por Terámenes

Desde §70 Lisias nos cuenta que Terámenes dispuso la situación para que se pudiera establecer el
régimen oligárquico de los Treinta. Señala en §71 que él esperó el momento oportuno para dar
inicio a la asamblea, aguardando que Lisandro y las naves de los espartanos, llegaran desde Samos
y aguardó a que el ejército de los enemigos se instalaran en la ciudad para amedrentar a la
asamblea. En §75 señala que los atenienses más indignados por esa presión se marcharon de la
asamblea; otros permanecieron pasivos y unos pocos malvados y malintencionados aprobaron lo
ordenado por Terámenes. §76 indica que la orden consistía en que aprobaran por una parte, a diez
hombres, a quienes Terámenes había designado; a otros diez hombres, a quienes los éforos,
recientemente instituidos, impusieran y a diez de entre los presentes.

Las acciones de los Treinta contra Atenas

Lisias recrimina en § 39 que se compare la cantidad de enemigos que mataron con la de ciudadanos
que ejecutaron; la cantidad de naves y armamento enemigo que confiscaron en relación con los que
entregaron a los espartanos. A qué ciudad esclavizaron como lo hicieron con Atenas. En §40
reclama que digan qué ciudad desmantelaron como lo hicieron con Atenas y el Pireo. Y señala que
sólo en esas condiciones podían haber gobernado la polis.

Los Treinta contra ciudadanos y metecos

En §21 Lisias señala que los Treinta mataron y dejaron insepultos a muchos ciudadanos poseedores
de derechos civiles y perjudicaron también a sus hijas. Además actuaron de peor manera con los
metecos. En §17 nos muestra cómo ejecutaron a Polemarco sin juicio, sin que él supiera la causa de
su muerte.

Personajes políticos que aparecen en el discurso

Eratóstenes

En §52 Lisias señala que Eratóstenes, en lugar de apoyar a Atenas, en los peores momentos se unió
a los gobernantes de Salamina y Eleusis para condenar a trescientos ciudadanos del Filé y causar su

85
pena de muerte. Además en §42 Lisias cuenta cómo Eratóstenes ayudó al establecimiento de los
Cuatrocientos, abandonó la nave de la que era comandante y se refugió en el Helesponto para
desde ahí urdir acciones en contra de la democracia.

En §23 señala que Eratóstenes, durante el arresto y condena de Polemarco, actuó bajo su propia
legalidad. No sólo no había estado en contra de las órdenes de los Treinta, sino que, sin tener una
orden directa para apresar al hermano de Lisias, lo hizo porque quiso hacerlo.

En §43 Lisias señala que Eratóstenes y su amigo Fidón fueron miembros de los cinco éforos, un
grupo que comenzó la sedición contra la democracia de Atenas.

Amigo enemigo

Eratóstenes durante su defensa pretende argumentar que fue amigo de personajes de la ciudad que
a su criterio gozaban de buena fama. Él argumenta haber sido amigo de Fidón y sobre todo de
Terámenes. Sin embargo, Lisias aclara a los jueces y a los atenienses que esas personas fueron
enemigas de la ciudad.

Terámenes

En §62 Lisias destaca que fue Terámenes quien ayudó en la demolición de los muros de protección
de Atenas y entregó a los espartanos las naves de la flota ateniense. A juicio de Lisias éste no puede
ser amigo de Atenas sino enemigo. Ésa es la contradicción que alberga la defensa de Eratóstenes:
ser amigo de un enemigo de Atenas.

Terámenes ayudó al establecimiento de la oligarquía de los Cuatrocientos, pues promovió el voto a


favor de ellos. En §65 testimonia que su padre fue uno de los próbulos y que éstos lo hicieron jefe.
En §66 señala que solamente le fue fiel a la ciudad cuando ésta le otorgaba honores, pero luego, al
ver que otros ciudadanos ganaban más influencias que él, no dudó en atacar a la ciudad. En §67 nos
hace notar que ni siquiera fue fiel a sus amigos, pues no vaciló en acusarlos y hacer que los
sancionaran con tal de no quedar relacionado con los crímenes de ellos. Finalmente, en §78 Lisias es
lapidario con Terámenes, cuando declara que, a pesar de que la muerte de éste fue trágica, eso no lo
exculpa, pues se ganó ese final, por los actos que realizó.

Fidón

Fidón fue citado por Eratóstenes esperando que su amistad con él lo ayudara en su defensa, pero
Lisias se encarga de mostrar la contradicción en aquel, que llamaba ‘amigos’ a quienes habían sido
más adversos a Atenas.

Al igual que Terámenes, Fidón fue uno de los Treinta. Aclara en §55 Lisias que, tras tomar el poder,
los Treinta promovieron actitudes más confrontativas que las que venía viviendo Atenas hasta ese
entonces. En §56 aclara que los Treinta nunca estuvieron con las causas de los demócratas y que en
todo caso, favorecían a los más poderosos.

Lisias muestra a Fidón como un enemigo más de Atenas, pues en §58 señala que existían razones
para encolerizarse muchísimo, porque Fidón, habiendo sido escogido para reconciliar a los
ciudadanos y hacer regresar a los exiliados a la ciudad, participaba junto a Eratóstenes,

86
promoviendo la guerra de los Lacedemonios contra Atenas, al insinuar que de no ser así, los
beocios se adueñarían de ella.

Enunciados políticos de carácter universal

La purificación

En §5 Lisias resalta que el discurso de los Treinta para ascender al poder, consistía en la necesidad
de limpiar la ciudad: era necesario hacer a la ciudad pura de los injustos y convertir a los demás
ciudadanos a la virtud y la justicia.

En el pasado reciente tenemos un caso semejante. En la Proclama del 24 de marzo de 1976 139, en la
que se instituye el Proceso de Reorganización Nacional, los dictadores argentinos Jorge Rafael Videla,
Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti ascienden al poder, señalando “la ausencia total
de los ejemplos éticos y morales que deben dar quienes ejercen la conducción del Estado”, y que
“Las Fuerzas Armadas desarrollarán una acción regida por pautas perfectamente determinadas.
Por medio del orden, del trabajo, de la observancia plena de los principios éticos y morales, de la
justicia, de la realización integral del hombre, del respeto a sus derechos y dignidad”.

La purificación genera en el auditorio las condiciones para producir un enemigo y justificar la


brutalidad con la que se debe erradicar el mal. Los gobiernos tiranos, antes de agredir a las víctimas
las proyectan como el gran mal social que daña y pone en crisis al Estado, de donde se justifica la
violencia contra los victimados.

La creación de la víctima

Existen dos criterios para justificar las transgresiones contra la víctima, primero reducirla a un nivel
inferior y luego, concebirla como dañina. En §6 Lisias nos indica que los Treinta proclamaron una
reforma que atacaba a los metecos que no estuvieran a gusto con el régimen de los Tiranos. Por una
parte, se da por sentado que los metecos no son iguales a los ciudadanos y por lo tanto, su
padecimiento no es tan significativo como si fueran ciudadanos. Como los extranjeros no eran
iguales a los atenienses y no estaban de acuerdo con el régimen gobernante, entonces se justificaban
los castigos, la violencia y las confiscaciones de sus bienes. Estas exacciones resultaban convenientes
para el Estado empobrecido y para beneficiar a las autoridades. Una vez justificada la necesidad de
castigar a los metecos, era posible todo tipo de agravios contra ellos como Lisias testifica en §4. El
meteco es dos veces castigado, por ser meteco y por tener dinero y el pretexto consiste en acusarlo
de no estar a favor de régimen.

Víctima

Esta tesis ha centrado el corazón del Discurso XII en la afirmación de que la víctima tiene derecho a
exigir resarcimiento tras padecer abusos durante un régimen autoritario. En §82, Lisias señala tres
aspectos: primero, cómo el régimen democrático, a pesar de que está juzgando a ciudadanos que
han condenado a sus prisioneros sin juicio, preserva los derechos de aquellos. Segundo, que no
existe castigo alguno proporcional a los daños perpetrados contra las víctimas y tercero, no existe

139Proclama del 24 de marzo de 1976, [en línea]. Nunca más, Documentos, 2015. [Consultado el 20 de junio de 2015]. Disponible
en: http://www.desaparecidos.org/nuncamas/web/document/document.htm

87
resarcimiento que pueda indemnizarlas. En todo caso, Lisias, antes que ser un meteco interesado en
adquirir la ciudadanía, o un comerciante que quiere de regreso sus bienes, es una víctima que pide
justicia en memoria de los caídos.

Los muertos

En §100, Lisias amplía las consecuencias de la decisión de este proceso ya que no sólo se trata de
una causa privada, sino que tiene proyecciones que superan los límites de la polis ateniense, pues
las demás ciudades vecinas tendrían en cuenta el veredicto para definir su propio procedimiento
contra los Treinta.

Por otra parte, las connotaciones del Discurso XII, son un referente que no se restringe a la Atenas
del siglo V, sino que esa sentencia y las consecuencias políticas que arroja, nos interpelan en
nuestros días.

Ley de obediencia debida

En §28, Lisias señala que no es posible admitir que los miembros de los Treinta se excusen
indicando que obedecían órdenes de superiores de los Treinta, pues ellos mismos eran los Treinta y
no existía ningún poder por encima de ellos.

Cuando Lisias pregunta a los jueces en §29 sobre quién recaerá el castigo si se admite que los
Treinta se justifiquen expresando que sólo obedecían órdenes, sin saberlo, Lisias está cuestionando
también la estructura jurídica que esgrimió ese mismo argumento para exculpar a los verdugos del
siglo XX.

Durante el período de las dictaduras latinoamericanas también se argumentaba a favor de los


torturadores, afirmando que éstos obedecían órdenes de superiores y a la vez se liberaba a los altos
mandos de los castigos por no haber actuado directamente sobre las víctimas. El caso es ilustrativo
en Argentina, entre 1986-1987, en que el entonces presidente electo, Raúl Alfonsín, presionado por
la burguesía y el alto mando militar, impulsó la aprobación de las leyes conocidas como Punto Final
(nº 23492) y Obediencia Debida (nº 23521).

Con el juego de ambas leyes, la burguesía concedió, a través del poder ejecutivo y el parlamento, la
impunidad automática frente a la amenaza de investigación, juicio y castigo de todos los miembros
de las Fuerzas Armadas, haciendo excepción de los Comandantes Superiores que ya habían sido
juzgados. El 22 de junio de l987 el Poder Judicial cerró el círculo y los Ministros de la Corte
Suprema fallaron ratificando la constitucionalidad de la ley de Obediencia Debida. Finalmente,
Carlos Menem completó el andamiaje de la impunidad instrumentando mediante decretos del
ejecutivo, el indulto de las cúpulas militares que ya habían sido encontradas culpables y
condenadas, tras la investigación de la Comisión Nacional sobre la desaparición de Personas
(CONADEP) y el desarrollo de la instancia judicial pertinente. Así, durante años, esta estructura
jurídica impidió el enjuiciamiento de los crímenes cometidos durante las dictaduras 140.

140GAMBOA, Daniel, Nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en Argentina, [en línea]. ‘Corriente Marxista
Internacional’, 2001. [Consultado el 31 de junio de 2015]. Disponible en: http://www.elmilitante.org/internacional-
mainmenu-73/amrica-latina-mainmenu-74/argentina-mainmenu-75/2540-nulidad-de-las-leyes-de-obediencia-debida-y-
punto-final-en-argentina.html

88
En tiempos de Lisias algunos de los Treinta Tiranos a pesar de haber actuado en contra de la ciudad
y de los ciudadanos, fueron delegados para ejercer cargos y representaciones. Terámenes por
ejemplo, continuó con su política adversa para Atenas y murió acribillado en manos de uno de los
Treinta. Por ese suceso recibió la absolución de muchos, pero Lisias nos recuerda quién fue cuando
estaba vivo. En todo caso, las manifestaciones a favor de los tiranos sólo sirven para permitir que
las acciones dañinas se repitan. Además, en el caso que nos atinge, ¿quién será imputado si los
responsables son liberados?

El segundo aspecto sobre este tema es la agresividad con que Lisias fue atacado tanto por sus
contemporáneos como por algunos críticos posteriores. El argumento que se sigue afirma que tras
el largo periodo de guerra, Atenas procuraba un momento de pacificación y moderación, pero
Lisias buscaba remover rencores por lo ocurrido. Entonces Lisias es proyectado como un radical
resentido que busca recuperar sus bienes materiales y ciudadanía. Para algunos académicos es un
meteco que ansía ser ciudadano y si pudiera, gobernador de Atenas. Sin embargo, ésa es una
presunción. No conocemos las ambiciones secretas de Lisias sino sólo su discurso y a nuestro
entender él reclama justicia por los vejámenes padecidos en manos de los Treinta. Al respecto, salta
otro cuestionamiento, ¿podían prescribir las acciones realizadas por los Treinta o ser sujetas a
indulto?

En el 2001, el juez federal Gabriel Cavallo, reabrió un caso contra dos agentes de policía acusados
de tortura y desaparición en 1978 de una pareja chileno-argentina. El fallo restó procedencia a las
leyes del perdón por estar reñidas con la Constitución Nacional Argentina cuya reforma de 1994,
había incorporado el país a las convenciones internacionales en materia de Derechos Humanos. La
sentencia dictada colisionaba con el andamiaje jurídico vigente.

Ese mismo año, en otra sentencia sobre el caso Barrios Altos en Perú, la Corte Interamericana de
Derechos Humanos declaró que dos leyes de amnistía, introducidas por el gobierno del presidente
Fujimori en 1995, eran incompatibles con la Convención Americana sobre Derechos y carecían por
lo tanto de efecto legal. Finalmente, la Corte Suprema de Justicia, con la nueva composición de
miembros que construyó el poder político desde las directrices trazadas por el Ejecutivo, citando la
sentencia del caso Barrios Altos como precedente legal, declara la inconstitucionalidad de las "leyes
del perdón", abriendo con ello la posibilidad de la investigación de hechos y atribución de
comportamientos a personas que se veían beneficiadas con un marco jurídico de excepción por el
juego armónico de aquellas normas141.

Un aspecto que no podemos dejar de lado es el económico detrás del Contra Eratóstenes, pues Lisias
y su hermano fueron seleccionados por los Treinta bajo dos criterios, el primero abiertamente
político: arrestar a todos los metecos que estuvieran en contra del régimen, que para nosotros es
una persecución política y por la otra, los Treinta habían elegido a ocho metecos adinerados entre
los diez que persiguieron. Lisias estaba entre éstos. Hemos visto en detalle lo ocurrido en el aspecto
político, ahora nos concentraremos en el aspecto económico, pues la persecución no es por ser
meros metecos, sino por ser metecos ricos.

141
GAMBOA, Daniel, Nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en Argentina, [en línea]. ‘Corriente Marxista
Internacional’, 2001. [Consultado el 31 de junio de 2015]. Disponible en: http://www.elmilitante.org/internacional-
mainmenu-73/amrica-latina-mainmenu-74/argentina-mainmenu-75/2540-nulidad-de-las-leyes-de-obediencia-debida-y-
punto-final-en-argentina.html

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Como hemos mencionado en el primer apartado, se ha tratado de reducir a Lisias a la figura del
interesado que inicia un proceso por la muerte de su hermano cuando en realidad quiere recuperar
la ciudadanía perdida y también sus bienes. ¿Acaso no es un derecho de Lisias exigir la restitución
de sus bienes frente una polis que ha restablecido la democracia?

Al margen de si es justo o no, es importante tomar en cuenta el dato de los saqueos de los Tiranos,
que, una vez más nos recuerdan a las dictaduras latinoamericanas. En noviembre de 1981, el
fallecido periodista cruceño Antonio Miranda, denunció en el periódico Meridiano que las piedras
semipreciosas de La Gaiba142 estaban siendo explotadas de manera ilegal, cargadas y vendidas en
vagones de ferrocarril. Los periódicos de esa época señalaban que salían 4 toneladas diarias con
rumbo al Brasil. Esto ocurrió durante la dictadura del Gral. Luis García Meza Tejada. Al
restablecerse la democracia, un grupo de juristas encabezados el Dr. Juan del Granado llevó a los
tribunales a García Mesa, para responder por un proceso de genocidio, asalto a la Central Obrera
Boliviana, delitos contra la Constitución y daños al Estado como el caso de La Gaiba.

La sentencia identificó a los culpables por la explotación y venta ilegal de las piedras semipreciosas.
La sentencia dice textualmente:

Por negociaciones incompatibles con el ejercicio de las funciones públicas, contratos lesivos al
Estado, resoluciones contrarias a las leyes, destrucción de la riqueza nacional, formación de
sociedades ficticias, hurto y robo por tráfico clandestino de minerales en zona de reserva fiscal,
se acusa como autores a Luis García Meza Tejada, Waldo Bernal Pereira y Ramiro Terrazas
Rodríguez, ex-miembros de la Junta de Comandantes de Bolivia; a Mario Moreno Avilés,
Asesor Jurídico del Comando de la Fuerza Naval Boliviana; a Lidero Castedo López, Gerente de
la Sociedad Rumy Ltda. y a Carlos Castle Campodoni, representante y comercializador de
Rumy Ltda.143

Un aspecto que está presente en las tiranías es la rapiña. Lo enunció Lisias y lo corrobora nuestra
experiencia en las dictaduras. Sin embargo, la oligarquía de tiempos de Lisias y los críticos
modernos han preferido más bien sentenciar a la víctima, intentado calificarla como rencorosa,
encubriendo o minimizando las acciones corruptas de los gobiernos tiranos.

Al respecto, cabe señalar que la oligarquía de tiempos de Lisias, instauró demagógicamente, una
democracia reaccionaria, es decir, que en lugar de apoyar la soberanía del demos y ampliar los
derechos de ciudadanía, los restringe y así protege los intereses de un sector minoritario que no
sólo no luchó por la restitución de la misma, sino que a título de pacificación social entre los
atenienses se sometió a los espartanos y a los persas. Frente a esto, Lisias protesta y reclama su
espacio político adquirido durante la lucha por la restitución de la democracia. La oligarquía
ateniense en lugar de escucharlo lo tildó de radical y rencoroso porque se oponía al espíritu de
moderación, cuando en realidad Lisias estaba denunciando las arbitrariedades e incoherencias de
un régimen político que sólo era nominalmente democrático. Su protesta tuvo alcances mayores: la

142 La Gaiba es una laguna de Bolivia cerca del límite con Brasil, que forma una frontera acuática de 10,8 km. Este espejo de
agua está tendido en la ‘colita’ del Pantanal y cuenta con una superficie de 98 km²; la mayor parte (52 km²) está en Bolivia. Se
encuentra en el municipio San Matías de la provincia Ángel Sandoval del Departamento de Santa Cruz de la Sierra, a 700 km
de la capital cruceña. Lo que se encontró en La Gaiba es ametrino o “bolivianita”, que contiene amatista que es una gema
violeta y citrino que es amarilla.
143 Citado en Periodista Antonio Miranda denunció en 1981 la ilegal explotación de La Gaiba, [en línea]. Radio fm bolivia, 2013.

[Consultado el 31 de junio de 2015]. Disponible en: http://www.fmbolivia.com.bo/noticia120740-periodista-antonio-miranda-


denuncio-en-1981-la-ilegal-explotacion-de-la-gaiba

90
reivindicación de las conquistas políticas del demos, arrebatadas por una oligarquía en los hechos
anti-democrática y anti-ateniense desde el punto de vista de la definición soberana de la polis.

Asimismo, los críticos modernos, al no distinguir históricamente la democracia de Pericles y la


posterior a la guerra del Peloponeso, repiten la concepción tradicional sobre Lisias como sujeto
ambivalente e inconsecuente, cuando por el contrario, Lisias denunciaba a quienes, tras haber
participado abiertamente en la tiranía, se adueñaron de la democracia para continuar
beneficiándose de la polis. Es así que los académicos son benévolos con los tránsfugas, perdiendo la
posibilidad de comprender la protesta de Lisias.

La denuncia de Lisias es oportuna y valiente porque es enunciada al poco tiempo de haberse


declarado la amnistía general en Atenas, el año 403. Los gobernantes que han sucedido a las
dictaduras latinoamericanas han guardado por varios años, silencio; ya sea por el temor debido a la
fragilidad de la democracia naciente, o por la complicidad de quienes, a título de moderación
perdonaron o amnistiaron los crímenes de lesa humanidad de los militares y su círculo gobernante.
Un ejemplo actual de ello también se halla en Europa, en España, donde hasta hoy por razones
poco convincentes, no se ha enjuiciado los crímenes del franquismo.

Las dictaduras hicieron posible el enriquecimiento súbito de sus colaboradores. Las fortunas de
esas personas permanecen intactas hasta el día de hoy. Así, el móvil de las tiranías no es la
preocupación por la polis o por el orden de la nación; el móvil es beneficiarse económicamente de
las arcas del Estado.

Por lo expuesto, cabe señalar que el Discurso XII de Lisias nos da los elementos para comprender las
circunstancias en las que fue emitido y su trascendencia, tanto para su tiempo como para el nuestro.
Con este testimonio podemos evidenciar la emergencia de la víctima en relación a los metecos, sin
que por ello sea Lisias quien se victimice, ya que nuestro orador solamente pone de manifiesto lo
que sucede. Lisias en esta acusación no está atacando sólo a Eratóstenes sino a un sistema judicial y
político que promueve la tolerancia y el perdón para los verdugos de Atenas y que se desentiende
de las víctimas que han producido tales regímenes tiranos.

En el siguiente apartado ampliaremos este escrito con las revisiones detalladas de cada parte del
discurso, teniendo en cuenta la correspondencia entre la práctica de Lisias y las partes y contenidos
que Aristóteles señala en La Retórica. Además, haremos hincapié en los argumentos ya presentados
y los razonamientos que los respaldan.

91
Estructura del Contra Eratóstenes y comentarios

El proemio

Según Aristóteles el proemio es equiparable al preludio, que señala la nota del tono a la melodía; de
igual manera, el exordio indica inicialmente con claridad qué es lo que se quiere obtener mediante
el discurso.

El proemio judicial, al que pertenece el discurso estudiado, se refiere al público oyente para
informar si el discurso versa sobre algo extraordinario, difícil o muy divulgado, mientras que el
exordio del género deliberativo es más cercano a la alabanza o al vituperio. El exordio judicial
indica directamente el asunto del que va a tratar el discurso para que el auditorio no permanezca
suspendido, esperando descifrar cuál es el tema, sino que lo conoce de antemano. De esta manera,
no se deja espacio a duda. En palabras de Aristóteles, la función primera del exordio es indicar el
fin para el cual se hace el discurso.

Veamos ahora la situación al interior del Discurso XII Contra Eratóstenes. Primero Lisias hace notar a
los jueces y a los oyentes que el tema que abordará el discurso contiene muchas y graves
acusaciones, cuyas dimensiones no podrían ser superadas por la exageración de una mentira, ni el
tiempo designado alcanzaría para abarcar todas las acusaciones.

Aristóteles indica que los discursos que despiertan interés son los importantes, los personales, los
dignos de admiración o los agradables, por lo que se deberá hacer notar al oyente que el discurso
contiene alguno de estos atributos. Otra tendencia en estos tres géneros de los discursos es ganar la
benevolencia del oyente y para esto se trata de conseguir su amistad y compasión. También se da el
caso contrario en el que se llama la atención a los oyentes, como lo hacía Demóstenes.

Lisias destaca que esta acusación es de importancia pública, pues presenta crímenes cometidos
contra la polis y si bien, él tiene motivos personales, los crímenes cometidos son tantos y tan graves
que la acusación sería igual de complicada para cualquier ciudadano. Vemos sobre este punto que
en §1, Lisias hace uso de un dativo, λέγοντι144 para señalar que para cualquiera que acuse sería
difícil referirse a lo sucedido. Entonces, mediante este recurso, procura la benevolencia de los
oyentes al hacerles notar que no acusa solamente por una causa personal sino contra acciones de los
Treinta Tiranos que han afectado a los atenienses y a la polis.

Aristóteles señala que, los momentos del discurso, no son los mismos para el acusador que para el
acusado, pues le conviene más al acusador atacarlo recién en el epílogo que en el exordio, ya que
así, el oyente tendrá muy presente la acusación para la deliberación; mientras que para el acusado,
que se debe defender de la acusación de inicio, debe hacerlo en el exordio, enfatizando en los
argumentos que lo liberan de la misma.

El proemio de Lisias no señala de qué trata la acusación, pues para el acusador conviene presentar
al final la acusación para ser más contundente ante los jueces y los oyentes y para que esté muy
presente durante la deliberación. Éste es el caso del Discurso XII, donde deja en claro que está en
contra de los Treinta Tiranos y en especial contra Eratóstenes, uno de ellos, dejando ver que el
motivo no es meramente una acusación privada sino también pública.

144 Confrontar § 1 pág. 61 de la tesis.

92
Sobre las afirmaciones en las que se señala que durante el exordio, Lisias recurre a un lugar
común145, al sostener que no tenía experiencia en asuntos legales, debemos señalar que la verdad es
que no tenía experiencia directa en ese asunto, y que no se trataba de un recurso retórico, pues su
carrera de logógrafo comienza recién a partir de los resultados adversos de este discurso. Sabemos
que en el 411 regresó a Atenas, se dedicó al estudio y fue maestro de retórica e hizo crecer su
patrimonio mediante su fábrica de escudos, actividades que durarían siete años. En este período,
sólo habría elaborado el discurso amatorio, muy atacado por Platón. En el 404, tras la persecución
de los Treinta Tiranos, la detención de metecos, la confiscación de sus bienes, y el asesinato de su
hermano Polemarco, Lisias apoya a los pro demócratas. Después de estos acontecimientos, Lisas
enunció el Discurso XII Contra Eratóstenes y finalmente, tras habérsele suprimido el derecho de
ciudadanía y habiendo perdido su riqueza, el Discurso XII fue tan exitoso en su elocución, que dio
inicio a su oficio de logógrafo.

Estructura y comentarios a la narración

La narración del género judicial según Aristóteles debe respetar las siguientes características. La
narración no debe ser breve o extensa, una buena narración no es la que sea extensa o prolija sino
aquella que llegue a la justa medida. Es decir, debe contener todo lo que sirve para aclarar el
asunto, ayudando a que se juzgue el hecho que ocurrió o que hizo daño. Debe poder facilitar la
determinación de si se cometió una injusticia o definir si lo sucedido tiene la importancia que el
orador desea darle. Todo lo que no ayude a este objetivo le servirá al adversario.

El objeto de la controversia en una narración reside primero en si se dio o no se dio el hecho, y


segundo si este hecho produjo o no daño y si lo produjo, en qué medida. De manera que no se debe
perder el tiempo en lo que se está de acuerdo.

Durante la narración de hechos, Lisias destaca lo siguiente:

 Existió una resolución de los Treinta contra los metecos debido a que éstos
manifestaron que no estaban de acuerdo con el régimen de gobierno.
 Los Treinta admitieron que esta resolución buscaba además, que las autoridades que
estaban muy necesitadas de riqueza pudieran obtenerlas.
 Los Treinta arrestaron a Lisias, tomaron sus riquezas de casa, de su taller y a sus
esclavos.
 Lisias buscó su libertad sobornando a uno de sus encarceladores, este inescrupuloso
acordó hacerlo, sin embargo, saqueó la habitación de Lisias pero no lo liberó.
 Lisias salvó su vida escapando, pero su hermano Polemarco fue capturado por
Eratóstenes; apresado en la calle, conducido a prisión y condenado a beber cicuta.
Polemarco no fue juzgado ni tuvo derecho a una defensa. Además sus bienes también
fueron confiscados por los Treinta.

Sobre los relatos de estos hechos no se pone en duda si ocurrieron o no, pues en su mayoría son
conocidos públicamente. En todo caso, este relato es para hacer un recuento de los daños recibidos,
la supuesta causa de los mismos y se hace énfasis en la codicia y en la ambición privada que son el
verdadero móvil de estas confiscaciones.

145 Confrontar ROJAS ÁLVAREZ, Lourdes, Lisias Contra Eratóstenes, Universidad Nacional Autónoma de México, D.F. 1986.

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Durante el relato de las confiscaciones, Lisias hace hincapié en la ambición y en la codicia de sus
captores y los de su hermano, enfatizando, como señala Aristóteles, en el terror de las
confiscaciones y la compasión que se debería sentir por quienes han prestado tantos servicios a la
ciudad y ahora se ven totalmente perjudicados por los Treinta. Durante este relato, la controversia
gira alrededor de la magnitud del daño ocasionado y la extensión de las personas que fueron
alcanzadas por tales injusticias.

Aristóteles indica que un discurso forense no debe revestir un carácter moral, intención o juicios de
valor. No debe poseer otro fin que el de relatar lo sucedido. No debe hablar por cálculo interesado;
debe buscar lo útil, lo honrado y lo honesto. El autor afirma que lo patético en la narración es
acompañarla de los estados emotivos: los que se conocen del orador y los del adversario, pero que
se debe presentar a ambos de una determinada manera, para que así los oyentes vean su
naturaleza.

Finalmente, aclara que es conveniente hacer la narración en muchos lugares y algunas veces no
hacerla al inicio y que la narración debe poner en relieve las virtudes, y todo lo que sea agradable a
los jueces.

Durante la presentación que Lisias hace de sí mismo y de sus familiares indica que ellos nunca se
involucraron en juicios ni acusaron a nadie, que tuvieron cercanía con la causa democrática desde
los tiempos de su padre Céfalo, amigo de Pericles. Resalta además los diversos servicios que su
familia realizó en favor de la ciudad, entre ellas, coregías, contribuciones y obediencia a las leyes.

Respecto de la caracterización que realiza de su adversario Eratóstenes y de los Treinta Tiranos,


Lisias señala que los Treinta que eran malvados y sicofantes, que manejaban un doble discurso,
pues afirmaban que procuraban purificar la ciudad de los injustos y reorientarla hacia la virtud y la
justicia; sin embargo, hicieron todo lo contrario. De esta manera, Lisias presenta la naturaleza
codiciosa y sin escrúpulos de los delegados de los Treinta.

Además Lisias afirma que la resolución de los Treinta contra los metecos era un pretexto para
saquear en nombre de la ciudad, aprovechando para enriquecerse y satisfacer su insaciabilidad y su
codicia personal.

Respecto del alcance de las acciones de los Treinta, resalta que las sanciones aplicadas contra los
metecos fueron peores que las imputadas a quienes cometen grandes injusticias contra la ciudad.
Los Treinta no sólo atacaron a los metecos durante su régimen, sino que además a asesinaron a
ciudadanos, a quienes luego dejaron insepultos; a poseedores de derechos civiles, a quienes luego
los privaron de éstos e incluso impidieron a las hijas casaderas de muchos, ser dadas en
matrimonio. Con estos hechos solamente busca demostrar la naturaleza de los Treinta.

La discusión por la causa privada

La acusación y la refutación

Según la Retórica de Aristóteles, los recursos para acusar y refutar son diferentes según el género
discursivo. Para los discursos forenses, como es el caso del Discurso XII Contra Eratóstenes, se debe
tratar de demostrar que los hechos han sucedido; si hubo daño, la gravedad del daño y finalmente,

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la injusticia del hecho acaecido. Entonces durante la acusación de este discurso, Lisias debe
demostrar que Eratóstenes causó la muerte a su hermano Polemarco y que fue un acto injusto.

Aristóteles sostiene que el género judicial trata de lo que ha sucedido, que es conocido hasta por los
adivinos. La base de este género es la ley. A partir de este principio se puede armar fácilmente una
demostración, no se debe realizar rodeos durante las demostraciones y además, se admite
sentencias de carácter moral.

Para Aristóteles, el que habla primero debe exponer sus propias pruebas y luego hacer frente a las
del adversario, refutándolas o restándoles valor. El que habla en segundo lugar debe refutar
primero las pruebas presentadas por el adversario, sobre todo si las pruebas han sido aceptadas.
Además, afirma respecto de los oyentes, que es difícil que su ánimo acepte de buena manera las
palabras vertidas por el hombre sobre el que ha recaído una acusación y señala que no es agradable
para los oyentes, escuchar a alguien que habla bien de sí mismo. De esta manera, se debe preparar
al auditorio para el discurso que va a escuchar. Durante la acusación y la defensa se debe luchar
contra los argumentos principales, los argumentos aceptados y los argumentos más fáciles de
aceptar.

La interrogación

En la Retórica, la interrogación es un recurso excepcional, pues sólo se la debe aplicar en cuatro


situaciones: cuando el adversario ha hecho la afirmación contraria, de tal manera que se haga una
sola pregunta y surja lo absurdo de su afirmación; cuando sirva para demostrar que el adversario
dice cosas contradictorias o paradójicas; cuando el adversario no pueda solucionar la dificultad
salvo con un sofisma y cause por ello descontento en los oyentes y finalmente, en el caso en que sea
evidente que el adversario, al preguntarnos, nos cederá la palabra. Conviene formular la conclusión
directamente para mostrar la contradicción. Sólo en estos cuatro casos se debe hacer uso de la
interrogación, ya que se debe prever la posibilidad de que el adversario pueda hacer frente a la
objeción y el interrogador parecerá vencido. No es conveniente interrogar después de la conclusión,
ni concluir en forma de pregunta, a no ser que poseamos un gran caudal de verdad.

Durante la interrogación que Eratóstenes rinde a Lisias, aquel admite los siguientes hechos:

 Estuvo en el Consejo, cuando se decidía la orden de arrestar, confiscar los bienes de los
metecos y matar a todos los que fueran contrarios al régimen de los Treinta.
 Se opuso a la orden de dar muerte a los metecos, por considerarla injusta.
 Encarceló a Polemarco, siguiendo las órdenes.

En base a la declaración de Eratóstenes, Lisias identifica las contradicciones y hace notar a los jueces
las siguientes:

Primera
Eratóstenes afirma que se oponía con el fin de salvar a los metecos, sin embargo, no dudó en
arrestar a Polemarco para matarlo.

Segunda

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Eratóstenes afirma que durante la sesión del Consejo se opuso a los que querían aniquilar a los
metecos, pero cuando sólo dependía de él salvar a Polemarco, pudiendo evitarlo, lo condujo a
prisión.

Tercera
Si Eratóstenes en verdad se hubiera opuesto, entonces por qué los Treinta lo enviarían precisamente
a él a ejecutar esa orden, a la que supuestamente él se oponía; en todo caso no era el más adecuado.

El razonamiento que se utiliza cuando se encuentran contradicciones, según Aristóteles, es que si el


acusado miente en una cosa, prueba que miente en las demás.

Entimemas

Los entimemas son un silogismo abreviado o incompleto donde una de las premisas se da por
sobreentendida. Sólo consta de dos proposiciones: antecedente y consecuente. Aristóteles indica
que estos silogismos son los más aptos para el género judicial, pues enfatizan lo que sucede, ya que
en estos razonamientos se debe dar mayor importancia a la demostración y la necesidad. Además
aclara que los entimemas no deben presentarse seguidos, sino mezclados, para que no se
perjudiquen unos con otros. Existe un límite en la cantidad de entimemas a ser utilizados en un
discurso; no conviene buscar entimemas para todo.

Según Aristóteles, los entimemas son el cuerpo de la prueba, la esencia de la argumentación


retórica, que va dirigida a persuadir. A la vez define lo verosímil como lo que generalmente
acontece, como una proposición probable, lo que se sabe que suele suceder. Lo verosímil puede
considerarse una prueba.

Aristóteles afirma que quien puede conocer lo verdadero, también conjetura lo probable, que es
aquello que todos consideran que sucedería así. Señala que el uso de los entimemas deja de lado los
argumentos fuera de causa y las apelaciones a cualquier tipo de sentimiento, permitiendo que lo
juzgado trate únicamente sobre lo que sucedió. Existían leyes que prohibían hablar de lo que no
concernía al asunto.

Festino, segunda figura.

Ninguno que se oponga a una orden, la ejecuta. (Universal negativa: E)


Eratóstenes ejecuta una orden. . (Particular afirmativa: I)
Eratóstenes no se opone. (Particular negativa: O)

Darii, primera figura.

Los Treinta son tiranos. (Universal afirmativa: A)


Eratóstenes es un Treinta. (Particular afirmativa: I)
Eratóstenes es un tirano. (Particular afirmativo: I)

Darii, primera figura

Sólo los Treinta dan órdenes. (Universal afirmativa: A)


Eratóstenes es un Treinta. (Particular afirmativa: I)
Eratóstenes da órdenes. (Particular afirmativo: I)
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Ferio, primera figura

Nadie que dé órdenes las recibe. (Universal negativa: E)


Eratóstenes da órdenes. (Particular afirmativa: I)
Eratóstenes no recibe órdenes. (Particular negativo: O)

¿A quién se castigaría si se permitiera a los Treinta justificar las acciones realizadas por ser
emanadas de órdenes superiores? ¿Acaso no eran los Treinta la autoridad máxima? Eratóstenes
pretendía presentarse como un subordinado, para no ser punido, cuando en realidad, él era uno de
los Treinta.

Los indicios.

 No existía una orden por la cual Eratóstenes debería haber ido a la casa de Polemarco a
arrestarlo.
 Eratóstenes encontró a Polemarco en la calle.
 Eratóstenes, que se oponía a la orden de los Treinta contra los metecos, podía haber
pasado de largo sin arrestarlo ni contravenir esa orden.

Entonces lo arrestó no por orden de los Treinta, sino que lo encontró casualmente en la calle y lo
atrapó por obsecuencia con los Treinta. Para Eratóstenes sólo hubiera sido riesgoso haber sido
enviado a la casa de Polemarco para arrestarlo y negarse a hacerlo o manifestar que no lo había
encontrado. Sin embargo, él podía decir que no había visto a Polemarco en la calle, pues esto no
puede ser refutado ni por sus enemigos. Si hubiera tenido la intención de salvar a los metecos, ya
que se oponía, según él, a la orden de hacerlos matar, podría haberles advertido de la existencia de
ésta, en lugar de arrestarlos para ser ejecutados.

La demostración

Las pruebas deben demostrar el punto de discusión de la controversia; Aristóteles nos aclara las
partes de ésta:

La controversia:

Primero: demostrar si el hecho fue realizado o no.


Segundo: demostrar si fue realizado justa o injustamente.
Tercero: demostrar si hizo o no daño.
Cuarto: demostrar si el hecho causó un daño grande o pequeño.

Además nos señala que durante la controversia, una de las partes actúa por maldad. Tras la
narración, la acusación y el interrogatorio en el discurso XII Contra Eratóstenes, Lisias demostró los
cuatro puntos de la controversia.

Primero: demostró que el hecho fue realizado. Sobre este punto, tanto el relato como el propio
testimonio del acusado demuestran que Eratóstenes efectivamente arrestó a Polemarco.

Segundo: demostró que el arresto fue injusto, porque Eratóstenes afirma haber estado en contra de
la orden de arresto, confiscación de los bienes y ejecución de los metecos que estaban en contra del

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régimen de los Treinta, y que votó contra esa orden cuando se decidió en el Consejo, por
considerarla injusta. No obstante, aún concibiendo que lo decidido era injusto, no perdió la
oportunidad de arrestar a Polemarco, cometiendo de esta manera una injusticia. Además, el arresto
no fue una orden explicita de los Treinta hacia Eratóstenes enviándolo a la casa de Polemarco para
arrestarlo, sino que Eratóstenes vio en la calle a Polemarco y aprovechó para aprehenderlo.

Tercero: demostró que hizo daño. Tras la narración, sabemos que los daños contra Polemarco
fueron confiscación de todos los bienes, arresto y ejecución sin juicio.

Cuarto: demostró que el hecho causó un gran daño; el daño máximo: confiscación de todos sus
bienes y la muerte.

Respecto de la interpretación de los motivos, Lisias afirma que los actos de Eratóstenes lo ponen en
evidencia como quien se regocija con lo sucedido. Durante la acusación, Lisias hace saber a los
jueces que no existían motivos personales entre Polemarco y Eratóstenes, ni faltas contra la ciudad
de parte de aquel, sino que Eratóstenes siguió su propia legalidad, es decir, que actuó al margen de
las leyes.

Habiendo demostrado lo ocurrido, Lisias sugiere a los jueces dirigir su voto, por los hechos más
que por las palabras, es decir, basarse en lo ocurrido como prueba de lo que se ha dicho; pues no es
posible presentar como testigos a metecos ya que no les es permitido participar de las asambleas, ni
siquiera les es permitido estar en sus propias casas.

Carácter moral

El uso de este recurso, según Aristóteles no es muy frecuente para el género judicial. Encomienda
que no se mezcle el carácter moral con los entinemas, porque la demostración no admite ni el
carácter moral, ni la libre elección. Además Aristóteles nos hace ver que decir alguna cosa acerca de
sí mismo suscita envidia y no es conveniente, pues puede causar molestia en el auditorio. Aconseja
vituperar largamente la alabanza de un hecho sin importancia y criticar brevemente la alabanza de
un hecho notable.

Apelación a la muerte de los generales de las Arginusas.

Estos generales pro demócratas fueron condenados a la pena máxima, la muerte, debido a un
proceso iniciado a su retorno, pues a causa de una tormenta, éstos dejaron sin sepultura los cuerpos
de quienes combatieron junto a ellos. Así, estos estrategas que lucharon por la democracia en
Atenas, y que vencieron en tal batalla fueron condenados a muerte. Si ellos que, haciendo un bien
para la ciudad fueron condenados a la pena máxima, con mayor razón los Treinta debían ser
ejecutados pues habían realizado los más grandes males contra Atenas y contra los ciudadanos
atenienses.

Vituperio a la alabanza de las acciones de Eratóstenes en beneficio de la ciudad.

Lisias señala en esta causa que se puede permitir a Eratóstenes decir todas las cosas buenas acerca
de sí mismo, pues esto es posible para quienes han cometido todos los males contra la ciudad.
Indica cómo Eratóstenes remarcaba haber sido un valiente soldado; que siendo trierarca, capturó
muchas naves de los enemigos, o que convirtió en aliadas, ciudades que eran hostiles. A la vez,

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Lisias exige a Eratóstenes que contraste la cantidad de ciudadanos muertos durante este régimen
con relación a los enemigos muertos; la cantidad de naves y armamento que entregaron respecto
del que capturaron; las ciudades que esclavizaron así como esclavizaron a Atenas y la cantidad de
fortificaciones que derribaron así como derribaron las de su patria Atenas.

La trascendencia de la decisión

Lisias hace notar a los jueces que ciudadanos y extranjeros, están viniendo para escuchar qué
sentencia caerá sobre los Treinta Tiranos. De esta manera, según la sentencia dictada contra
Eratóstenes, los conciudadanos sabrán una de dos cosas, o que pagarán su pena si hubieran
cometido un mal contra la ciudad, o que habiendo sido tiranos de la ciudad y obedeciendo a sus
deseos, e incluso habiendo sido derrocados, gozarán del perdón y de los mismos derechos que los
demás atenienses. En resumen: serán culpados o perdonados.

Además, hace ver a los jueces que los extranjeros que residen en Atenas, están esperando la
sentencia para saber si destierran a los Treinta fuera de sus ciudades, ya que, si los atenienses que
han sufrido los grandes males a causa de los Treinta, a quienes han arrestado y procesado, son
ahora perdonados y liberados por los jueces, entonces esos extranjeros habrán retenido inútilmente
a los Treinta en sus ciudades, creyendo resguardar la justicia en Atenas.

La causa pública

En este apartado haremos mayor referencia a la refutación que hace Lisias de los argumentos de
defensa que presenta Eratóstenes. En ella, Lisias hace referencia a los actos de Eratóstenes contra la
ciudad de Atenas, luego refuta los argumentos esgrimidos por Eratóstenes en los que se presenta
como amigo de políticos, de quienes Lisias expondrá su trayectoria en contra de la ciudad para
dejar así sin argumentos a Eratóstenes y aclarar su verdadero perfil político.

La demostración

En esta primera parte Lisias busca demostrar tres cosas:

 que Eratóstenes pensaba que la ciudad era su enemiga;


 que para Eratóstenes los enemigos de la ciudad eran sus amigos y
 que la ansiedad por apoderarse del control absoluto de la ciudad, sumerge a los
Treinta tiranos en la corrupción.

Atenas, la enemiga de Eratóstenes

Respecto de la causa pública, Lisias busca denunciar con precisión los delitos cometidos por
Eratóstenes contra la ciudad de Atenas y demostrar a los atenienses que éste no era imparcial, sino
que antes ya había participado activamente a favor de la causa de los oligarcas. Lisias demuestra
este punto presentando detalladamente los cargos que Eratóstenes había desempeñado.

Eratóstenes durante los regímenes oligárquicos

En Atenas, se establecieron cinco éforos, quienes comenzaron la sedición. Entre ellos estaba
Eratóstenes. Los éforos reclutaban ciudadanos y arcontes para que ayudaran a la conspiración y

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ejecutaran actos contrarios a la Asamblea. Además, designaron jefes para las tribus atenienses y
ordenaban lo que se debía votar y quiénes debían gobernar.

Lisias hace notar que Eratóstenes, al igual que Terámenes pretendía exhibir una posición política
imparcial, frente a los demócratas; sin embargo, con estas acusaciones, Lisias demuestra que
Eratóstenes no sólo participó activamente a favor de ambos regímenes oligárquicos, los
Cuatrocientos y los Treinta, sino que ejerció cargos de poder y decisión en ambos casos. Lisias
demuestra estos puntos al convocar a testigos que presenciaron la conducta de Eratóstenes cuando
ejercía el cargo de éforo.

Acciones de Eratóstenes cometidas contra Atenas

Durante el régimen de los Cuatrocientos, Eratóstenes intentó establecer una oligarquía en un


campamento militar, abandonó la nave 146 siendo él su comandante y huyó del Helesponto junto con
Yatrocles. Por todos estos hechos, Lisias establece que Eratóstenes hacía cosas contrarias a quienes
querían que existiera una democracia. Para evidenciar esto, Lisias cita a testigos, demostrando así
que es cierto que Eratóstenes ejerció cargos durante ambos regímenes oligárquicos en Atenas, y que
estando en el cargo, realizó daños e injusticias contra la polis y la democracia.

Los enemigos de Atenas son los amigos de Eratóstenes

Durante la refutación a los argumentos vertidos por Eratóstenes, Lisias nos da a entender que aquel
argumentará que fue amigo de Terámenes, además nos anuncia que Eratóstenes exaltará las
ocasiones en las que prestó servicio a la ciudad, ejerciendo cargos. Sin embargo, Lisias muestra que
precisamente aquellos argumentos que Eratóstenes considera positivos, sólo sirven para agravar
más su culpabilidad, pues quienes fueron sus amigos fueron quienes más perjudicaron a Atenas y
durante los cargos ejercidos, éste sirvió a la causa oligárquica y no así a la democrática.

Lisias recuerda a los jueces y al auditorio que Fidon actuó como éforo de Atenas junto a Eratóstenes
y a partir de esto, enumera las situaciones en las que, desde ese cargo ambos ejecutaron decisiones
dañinas para la polis y la democracia.

Fidon y Eratóstenes a favor de la oligarquía y de Esparta.

Eratóstenes y Fidon fueron éforos. Una de sus funciones era reconciliar y hacer regresar a los pro
demócratas, que habían sido desterrados por los oligarcas, pero ni siquiera quisieron entregar la
ciudad a los demócratas, que habían sido desterrados anteriormente 147.

Para quedar bien con los oligarcas y los espartanos, Fidon estaba dispuesto a perjudicar a los
demócratas. Por eso fue hasta Esparta para persuadir a los lacedemonios de hacer la guerra contra
Atenas, mintiendo al afirmar que la ciudad sería de los beocios, y diciendo otras cosas, con las
cuales pensaba persuadir mejor.

146 Según se desprende del discurso XIV Contra Alcibíades de Lisias, éste nos hace saber que existían delitos tipificados en el
código de justicia militar, que se remontaba a los tiempos de Solón. Estos procesos eran juzgados por un tribunal militar bajo
la presidencia de los estrategas. El abandono de una nave corresponde al caso de deserción, acompañado de un acto
indecoroso como abandonarla siendo el comandante de la misma.
147 Durante la dirección de los éforos.

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Impotente de lograr su objetivo, inició él mismo el combate, pidió prestado cien talentos para pagar
a los mercenarios y solicitó como comandante a Lisandro, que era el más partidario de la oligarquía
y el más adverso a la ciudad, y que odiaba sobre todo, a los vencedores del Pireo.

Habiendo asalariado a todo tipo de hombres para la ruina de la ciudad, atrayendo a otras ciudades
y consiguiendo a los lacedemonios y a cuantos aliados podían persuadir, se preparaban para
destruir la ciudad. Lo habrían logrado de no haber sido por los hombres honestos que impusieron
un castigo a los enemigos. Lisias presenta testigos de sus acusaciones contra los éforos Fidon y
Eratóstenes, recalcando que éstos eran enemigos de la polis democrática.

Terámenes, el amigo de Eratóstenes

Eratóstenes afirmaba haber sido amigo de Terámenes, buscando ser perdonado al apoyarse en la
buena fama de la que gozaba éste. Lisias ataca esa fama, haciendo notar las consecuencias de los
actos de Terámenes. Lisias lleva al ridículo el argumento de Eratóstenes que buscaba jactarse de las
acciones de su amigo y para esto muestra lo absurdo de ese razonamiento, ya que las acciones de
Terámenes eran dañinas a la ciudad. Además Lisias destaca cómo Eratóstenes no diferenciaba entre
las acciones positivas para la ciudad y las deplorables. Para él, la pretensión de Eratóstenes al
señalar que Terámenes era su amigo no sirve de defensa, pues Terámenes es autor de uno de los
mayores males cometidos contra Atenas.

Terámenes, el amigo de la oligarquía

Lisias afirma que aquél fue uno de los más involucrados en el ascenso al poder de los regímenes
oligárquicos. Persuadió a los atenienses para que eligieran la oligarquía como forma de gobierno,
durante los Cuatrocientos.

El padre de Terámenes fue uno de los próbulos; quienes lo invistieron como jefe. Se mostraba fiel a
la ciudad mientras era objeto de honores, pero después que Pisandro, Calescro y otros resultaron
superiores a él, y la asamblea ya no quería escucharlo, colaboró en las acciones de Aristócrates
contra la ciudad.

Quiso aparentar ser fiel a la Asamblea, acusando a Antifonte y a Arqueptólemo, amigos suyos y
a quienes hizo matar. Esclavizó a los atenienses para obtener la confianza de los lacedemonios y
mató a sus amigos oligarcas para obtener la confianza de los demócratas.

Obtuvo altos cargos al prometer salvar a la ciudad. Señaló que pactaría la paz sin dar rehenes, sin
destruir los muros, ni entregar las naves. Terámenes no informó a sus conciudadanos las cosas que
pensaba decir a los enemigos mientras que los atenienses le confiaban su destino y el de su
descendencia. Sin embargo, faltó a su promesa durante el tratado de paz, pues pactó para Atenas el
peor tratado. Fue él quien ofreció que se derribaran los muros del Pireo y derrocar el poder
político vigente, la democracia, haciendo más pequeña a la ciudad.

Buscó que la Asamblea, que iba a decidir el destino político de Atenas, se efectuara cuando las
naves de Lisandro llegaran desde Samos y el ejército de los enemigos se asentara en la ciudad. Así,
con la presencia de Lisandro, Filócares y Milcíades, ningún orador se pudo oponer, debido a las
amenazas, y los atenienses votaron cosas que no favorecían a la ciudad. Durante esa Asamblea,

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Terámenes, ordenó que entregaran la ciudad a treinta hombres, y establecieran la forma de
gobierno que había sido expuesta por Dracónides.

Mientras todos protestaban y se rehusaban, unos pocos malvados y malintencionados, aprobaron la


instauración del régimen de los Treinta. Se había ordenado que se designara a diez hombres
elegidos por Terámenes, otros diez elegidos por los éforos, y otros diez de entre los presentes.

Lisias se apoya en la declaración de Terámenes durante su defensa ante el Consejo y de esta manera
no necesita presentar testigos sobre algo que es por todos conocido. Además Terámenes reprochaba
a los oligarcas desterrados que si habían regresado, fue gracias a él, ya que los lacedemonios no se
interesaban en ellos. Reprochaba a los que participaban en el gobierno con él, los tratos que recibía,
habiendo sido él, el artífice de todos los hechos, habiendo sido leal y habiendo tomado juramento.

Lisias recuerda al jurado, que ya durante la oligarquía, Terámenes recibió un justo castigo por
haberla derrocado, y en democracia esclavizó a varios atenienses, despreciando las cosas presentes
y deseando las ausentes.

Mediante estas denuncias, Lisias demuestra el tipo de persona que había sido Terámenes, destaca
las acciones contra la ciudad que realizó y la falta de principios políticos. En todo caso, lo que
primaba eran sus intereses. Lisias buscaba que Terámenes, a la luz de estas acusaciones, perdiera la
fama de tirano moderado que había obtenido a raíz de su trágica muerte en manos de Critias, uno
de los Treinta, considerado el más saqueador y violento. De esta manera Lisias abre paso a su
tercera demostración, que si bien parece que se alejara de su causa, simplemente sirve para concluir
la refutación a los argumentos de defensa de Eratóstenes.

La corrupción de los Treinta tiranos

Lisias presenta a los Treinta guiados por la ambición del poder absoluto en Atenas, donde
imperaba la hybris. Por los hechos expuestos, Lisias nos hace notar que era falsa la idea de ‘tiranos
moderados’. Todos fueron violentos y precautelaron sus intereses, buscando la forma de
favorecerse, ya sea mediante la rapiña y la confiscación de bienes, con asesinatos de por medio, así
como con los convenios con otras ciudades en las que debilitaban y entregaban el armamento
ateniense, con el objetivo de hacer vulnerable a Atenas frente a las demás ciudades.

Finalmente, Lisias recalca que se cuenta con el indicio de que Eratóstenes gozaba de tanto poder,
que incluso oponiéndose a las decisiones de los Treinta, gozaba de impunidad.

Estructura lógica de la argumentación

Lisias aplica entimemas y sorites y comete una falacia contrafáctica. El silogismo es un


razonamiento compuesto por tres proposiciones: dos premisas de las cuales se infiere una tercera
que es la conclusión. El entimema es un silogismo incompleto, en que una de las dos premisas se da
por sobreentendida, por lo tanto, sólo consta de dos proposiciones: antecedente y consecuente.
Lisias omite la premisa universal. En la primera figura el término medio funge de sujeto en la
premisa mayor y de predicado en la menor; la conclusión se ajusta en cualidad a la premisa mayor
y en su cantidad con la menor. En la segunda figura el término medio hace de predicado en ambas
premisas. La conclusión es siempre negativa.

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Cesare, segunda figura

Ningún Treinta actúa conforme a la ley. (Universal negativo: E)


Los hombres buenos actúan conforme a la ley. (Universal afirmativo: A)
Ningún Treinta es hombre bueno. (Universal negativo: E)

Darii, primera figura

Los que cooperaron con la oligarquía son enemigos de la ciudad. (Universal afirmativo: A)
Terámenes cooperó con la oligarquía. (Particular afirmativo: I)
Terámenes es enemigo de la ciudad. (Particular afirmativo: I)

Los éforos estaban a favor de la oligarquía y de Esparta. (Universal afirmativo: A)


Fidon era un éforo. (Particular afirmativo: I)
Fidon estaba a favor de la oligarquía y de Esparta. (Particular afirmativo: I)

Los pro oligarcas son enemigos de la ciudad. (Universal afirmativo: A)


Fidon y Terámenes son pro oligarcas. (Particular afirmativo: I)
Fidon y Terámenes son enemigos de la ciudad. (Particular afirmativo: I)

Darii utilizado por Eratóstenes en su defensa

Los amigos de Eratóstenes son buenos. (Universal afirmativo: A)


Eratóstenes se comporta como sus amigos. (Particular afirmativo: I)
Eratóstenes es bueno. (Particular afirmativo: I)

El sorites es un conjunto de tres o más proposiciones encadenadas de modo que el predicado de


una es sujeto de la siguiente. La conclusión se forma con el sujeto de la primera premisa como
sujeto y el predicado de la última como predicado.

Sorites de Lisias, donde refuta la defensa de Eratóstenes

Eratóstenes era amigo de Terámenes.


Los amigos de Terámenes eran los Treinta.
Los Treinta eran tiranos.
Los tiranos eran pro oligarcas.
Los pro oligarcas eran enemigos de la polis.
Los enemigos de la polis eran malos.
Eratóstenes era malo.

Darii de refutación de Lisias

Los amigos de Eratóstenes eran enemigos de la ciudad. (Universal afirmativo: A)


Eratóstenes se comportaba como sus amigos (Particular afirmativo: I)
Eratóstenes era enemigo de la ciudad. (Particular afirmativo: I)

Lisias, por la época en la cual vivió, no pudo conocer las elaboraciones de la lógica aristotélica,
silogística o de predicados ni las de la estoica que es lógica de proposiciones. La lógica de Lisias, no
obstante es correcta en base a los parámetros de la lógica formal. La tarea de Aristóteles será
sistematizar los cánones del razonamiento que ya era utilizado informalmente por la sociedad

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griega. Aristóteles no inventó la lógica sino que la descubrió. En consonancia con su teoría del
conocimiento, lo que Aristóteles hizo, fue abstraer regularidades a partir de la realidad.

Falacia contrafáctica

En este tipo de falacia el argumento no puede ser demostrado porque el hecho no existió. Son
juicios hipotéticos. Lisias, entre una de las refutaciones a Eratóstenes señala que si Eratóstenes
hubiera sido amigo de Temístocles148, se habría jactado de haber construido las murallas de
fortificación de Atenas; pero como es amigo de Terámenes se jacta de haber ayudado a destruirlas.
Ahora bien, no existe punto de comparación pues quien las edificó, Temístocles, lo hizo para
fortalecer Atenas, a mediados del s. V y murió el 459, mientras que Eratóstenes fue nombrado
trierarca durante el régimen de los Cuatrocientos, el 411, es decir, 48 años después de la muerte de
Temístocles. Esta no es una posibilidad ya que está referida a un pasado que se desarrolló de otra
manera; difícilmente Eratóstenes pudo llegar a convivir con Temístocles, pues los años en los que
vivió éste y los años en los que Eratóstenes ejerció sus primeros cargos, distan mucho entre sí.

Aunque no se conoce con exactitud los años de nacimiento y muerte de Eratóstenes, es evidente que
no fueron contemporáneos ni, por lo tanto amigos. Lo que hace Lisias es lo que posteriormente se
llamará ‘falacia contrafáctica’ o ‘hipótesis contra los hechos’.

Esta falacia es un recurso retórico recomendado por Aristóteles en la Retórica que aconseja vituperar
la alabanza. En este caso, Lisias destaca que Eratóstenes busca donde no debe, la legitimación de
sus actos proclamándose amigo de Terámenes, quien mucho mal hizo a la polis.

Carácter moral

Sobre el carácter moral en la acusación, Aristóteles aconseja vituperar la alabanza de un hecho sin
importancia y criticar brevemente la alabanza de un hecho notable. En este sentido, Lisias no pierde
la ocasión de criticar a los testigos que darían su testimonio a favor de Eratóstenes, pues recalca que
es vergonzoso alabar a los criminales y es propio de quienes han hecho las peores cosas.

Lisias destaca que no es la primera vez que Eratóstenes realiza acciones contra la ciudad y a favor
de los oligarcas, remarcando la participación de éste en el régimen de los Cuatrocientos mucho
antes que con los Treinta. De esta manera enfatiza la actitud constante de Eratóstenes en contra de
la ciudad. Además Lisias señala que Atenas no era sólo acechada por sus enemigos, sino que
mientras Eratóstenes ejercía los mencionados cargos, asediaba a sus conciudadanos para que
votaran cosas malas y padecieran carencias.

148 Temístocles (524 - 459) fue un político y general ateniense, miembro de la generación de políticos que ganó
preponderancia durante los comienzos de la democracia ateniense. Temístocles era populista y gozaba del apoyo de las
clases inferiores atenienses, mientras que se enfrentaba a la nobleza. Elegido arconte en 493 a. C., tomó una serie de medidas
para acrecentar el poder naval de Atenas, combatió en Maratón y se convirtió en el político más prominente de Atenas.
Abogó por la creación de una armada poderosa y en 483 a. C. persuadió a los atenienses de construir una flota de
200 trirremes, que demostraría ser crucial en el conflicto venidero. Durante la segunda invasión persa, poseía el mando
efectivo de la marina aliada griega, en las batallas de Artemisio y Salamina. Gracias a un subterfugio de Temístocles, los
aliados se encontraron en posición ventajosa en Salamina, y consiguieron una victoria decisiva que representaría el punto de
inflexión de la guerra, que finalizaría al año siguiente con la derrota persa en Platea. Al ordenar la reconstrucción de
los Muros Largos de Atenas se ganó la hostilidad espartana. Colaboradores de Wikipedia. Temístocles [en línea]. Wikipedia,
La enciclopedia libre, 2012. [Consultado 30 agosto 2014]. Disponible en http://es.wikipedia.org/wiki/Tem%C3%ADstocles.

104
Por último, Lisias destaca que la decisión que vayan a tomar los jueces contra Eratóstenes, no será
sólo la imposición de un castigo a los enemigos de la ciudad, sino también un reconocimiento a los
hombres honestos, que murieron por Atenas.

Refutación a la defensa de Eratóstenes

Durante la refutación se debe tener en cuenta las siguientes posibilidades. O se admite que la
acusación ha sido injusta y se puede hacer una compensación, o se admite que la acusación es
perjudicial, pero no deshonesta.

El primer recurso es acusar al acusador. En este caso se debe considerar que si Eratóstenes no es
digno de fe, entonces menos lo son sus palabras. También se lo podría acusar por calumnia y
demostrar la gravedad. Así se cambia la naturaleza de los juicios y no se da fe del hecho. Lisias
recurre al primer recurso pues ya al inicio nos hizo notar que no es cierto que Eratóstenes se
hubiera opuesto a la orden contra los metecos.

Un lugar común entre el acusador y el acusado implica traer a colación los indicios y la
interpretación de los motivos de la acción. El acusador interpreta en el mal sentido, refuta y debe
elegir los mejores argumentos. Como hemos dicho, debe vituperar largamente la alabanza de un
hecho sin importancia y criticar brevemente la alabanza de un hecho notable. Ya hemos visto en
páginas anteriores que Lisias apela la muerte de los generales de las Arginusas y vitupera la
alabanza de las acciones que Eratóstenes señala en su defensa, pues aclara que en lugar de ser en
beneficio de la ciudad, la perjudicaron gravemente.

Lisias nos hace notar que Eratóstenes usa como un argumento a su favor el haber sido autoridad
junto a Fidon y señalando como si fuera digno de alabanza, que ambos pensaban y actuaban de la
misma manera. Pero Lisias acusa a Fidon de las siguientes acciones. Él se había comprometido a
reconciliar y hacer regresar a la ciudad a los desterrados por los oligarcas, pero estaba dispuesto a
hacer el mal, utilizando a los pro demócratas para quedar bien con los oligarcas a quienes
consideraba superiores. No quiso entregar la ciudad a los demócratas, que fueron desterrados
injustamente.

También lo acusa de ir hasta Esparta junto a Eratóstenes para persuadir a los lacedemonias de hacer
la guerra contra Atenas, mintiendo al afirmar que la ciudad sería de los beocios, y diciendo otras
cosas, con las cuales pensaba persuadir mejor. Nos cuenta cómo Fidon, impotente de lograr su
objetivo, inició él mismo el combate, obtuvo cien talentos en préstamo para pagar a los mercenarios
y pidió como comandante a Lisandro, el partidario más consecuente de la oligarquía y el más
adverso a la ciudad, y que odiaba por sobre todo, a los vencedores del Pireo. Relata cómo éste fue
capaz de asalariar a todo tipo de hombres para la ruina de la ciudad y conseguir que los
lacedemonios y cuantos aliados pudiera persuadir, se prepararan para destruir Atenas.

Terámenes

Las causas que caen sobre Terámenes son sólo abordadas para desmontar la falsedad del
argumento de Eratóstenes. Éste, al afirmar ser amigo de Terámenes y por lo tanto, haber
participado en los mismos actos, pretendía ser perdonado apoyándose en la buena fama de la que
gozaba Terámenes. Lisias ataca a esa supuesta fama, haciendo notar las consecuencias de los actos
de Terámenes.

105
Eratóstenes, si hubiera sido amigo de Temístocles, se habría jactado de haber construido las
murallas de fortificación de Atenas. Como es amigo de Terámenes, se jacta de haber ayudado a
destruirlas. No existe punto de comparación entre quien las edificó pues lo hizo para fortalecer
Atenas, y quien las demolió, pues lo hizo para favorecer a los lacedemonios y desarmar a la ciudad.

De esta manera demuestra que era justo que los amigos de Terámenes y aun éste, hubieran
perecido, pues quienes hubieran debido salvarse son los que se opusieron a él. Argumentar que
Eratóstenes era amigo de Terámenes no sirve de defensa, pues éste ha causado grandes males.

Comentarios al Epílogo

Aristóteles, en la Retórica, señala que el epílogo debe estar compuesto de cuatro momentos:

1. El momento para disponer bien al oyente respecto de uno mismo.


2. La amplificación y la atenuación.
3. La excitación de las pasiones en el oyente.
4. La rememoración.

Disponer bien al oyente respecto de uno mismo

Aristóteles indica que luego de demostrar que lo que uno afirma es verdad y que el adversario dice
cosas falsas, se procede al elogio y al vituperio. Para esta situación aconseja tener en cuenta dos
cosas, parecer honesto ante los oyentes o mostrar al adversario como malvado.

Lisias demuestra la culpabilidad de Eratóstenes sobre la muerte de su hermano y además, muestra


la culpa de sus amigos, los cogobernantes que le hicieron tanto mal a Atenas. Exige por lo tanto, no
sólo la condena contra Eratóstenes sino también para aquellos. Vemos además que Lisias hace uso
del último recurso señalado antes por Aristóteles, al destacar las acciones de Eratóstenes y los
Treinta cometidas contra la ciudad.

Amplificación o atenuación

Aristóteles prescribe que, una vez demostrado que ha tenido lugar el hecho, se debe exponer la
importancia del mismo. Lisias ha probado la culpa de Eratóstenes y sus cogobernantes y ha
realizado una comparación de la actitud de los jueces para con los Treinta y las actitudes que
tuvieron los Treinta o las acciones que hubieran realizado ante la misma situación, teniendo en
cuenta que a los Treinta se los sometió a un juicio regular bajo el régimen democrático, mientras
que ellos anteriormente, habían ejecutado a los demócratas sin juicio.

Posición de los jueces en democracia Posición de los Treinta


En régimen democrático En régimen oligárquico: los Treinta
Tuvieron benevolencia con los Treinta Actuaron con cólera contra la ciudad.
El juicio tuvo partes diferenciadas: la
Los Treinta eran jueces y parte.
acusadora, la defensa y los jueces.
Siguieron el procedimiento de ley. Condenaron arbitrariamente.

Además Lisias hizo notar a los jueces que era una contradicción conspirar y castigar a los miembros
ausentes de los Treinta mientras que perdonaban a los que estaban presentes. Los invoca a no
desperdiciar la fortuna que tuvieron de haber podido procesar a los Treinta.

106
Lisias, que ha demostrado los crímenes cometidos contra su hermano y contra la polis, que pretende
la pena máxima que es la muerte, apoyado en la gravedad de los hechos, amplifica los mismos al
señalar que ni cayendo sobre Eratóstenes dos veces la pena máxima, ni muriendo incluso su
familia, ni confiscando los bienes que posee, la condena podría resarcir de los males padecidos a
causa de él y sus amigos.

Lisias hace notar a los jueces, que precisamente quienes han padecido los daños, refiriéndose a los
jueces atenienses y al pueblo ateniense, son quienes lo van a perdonar.

La excitación de las pasiones en el oyente

Consiste en exaltar la compasión, la indignación, la ira, el odio, la envidia, la emulación y la


belicosidad. Sobre este punto Lisias expone situaciones de asombro y de cólera.

Asombro

Lisias exalta la indignación que causan los testigos que hablarán a favor de Eratóstenes y
Terámenes, pues resalta que ellos son diligentes para salvar a quienes tanto daño le hicieron a la
ciudad, pero que jamás pretendieron ayudar a la polis, ni en palabra ni en acción, ni mucho menos
cuando los Treinta actuaban en su contra. También le indigna cómo el tribunal se olvida de los
males que los amigos de Terámenes cometieron contra Atenas y de lo sanguinarios que fueron los
tiempos de los Treinta, cuando hasta era peligroso asistir a los funerales. Lisias afirma que indultar
a los Treinta es darles una posibilidad más para volver a aniquilar la ciudad.

Además, exalta la obligación de vengar a los asesinados en manos de los Treinta, que no pueden
vengarse y que es injusto e indignante, que los amigos de las víctimas perdonen a quienes los
dañaron y atentaron contra la ciudad.

Eratóstenes fue supuestamente, quien cometió los males menores y por eso, los jueces consideran
justo que sea salvado. Pero de todas maneras, ha cometido contra los atenienses males mayores que
los otros ciudadanos.

Cólera

Lisias invoca a la cólera por los actos de los Treinta, pues si éstos fueran indultados, los jueces se
convertirían en cómplices y ya no podrían argumentar que actuaban obedeciendo órdenes de los
Treinta, pues toman las decisiones en libertad. La ciudad conocerá el criterio de los jueces.

Lisias hace recuerdo a quienes estuvieron en el destierro, de los males que padecieron por culpa de
los Treinta, los asesinatos contra los ciudadanos que eran expulsados del Ágora o fuera de los
templos para ser eliminados, de los que fueron arrancados de los brazos de sus hijos, de sus padres
y de sus esposas, que fueron obligados a volverse asesinos de sí mismos y que no se les permitió
recibir la sepultura acostumbrada. Los Treinta creyeron que su poder era más sólido que la
venganza de los dioses. Induce a los atenienses a encolerizarse contra los Treinta.

107
La rememoración

La rememoración es un sumario de las pruebas empleadas para la demostración. El comienzo de


ésta debe recapitular si se cumplió con lo que se había prometido y exponer los hechos y las
razones; confrontar e ironizar lo que ha dicho el adversario. Se procederá a la comparación,
conforme a la presentación de argumentos. Luego, si se desea, se resumirá el discurso del
adversario. Lisias recapitula los hechos ante los diferentes sectores que componen el auditorio.

Recordar

A los provenientes de la ciudad y a los del Pireo


 Tomar en cuenta las desgracias padecidas a causa de los Treinta.
 No olvidar que los Treinta establecieron mercenarios en el Acrópolis, como guardianes
de su poder y de la esclavitud de los atenienses.
 A los caídos, a quienes no se pudo socorrer oportunamente.

A los de la ciudad
 Que eran gobernados duramente por aquellos y obligados a combatir contra sus
hermanos, hijos y conciudadanos.
 Que habiendo sido derrotados, los Treinta, gozan de igualdad con los vencedores; pero
si ellos hubieran vencido, todos los atenienses serían sus esclavos.
 Que mediante la actuación política de los Treinta, los bienes de éstos se han
acrecentado mientras que los de los ciudadanos se han visto reducidos debido a la
guerra civil.

A los testigos de los Treinta


 Que los Treinta los hacían partícipes de sus hechos deshonrosos, y no los tomaban en
cuenta cuando adquirían riquezas.

Reflexionar

A los ateniense y a los del Pireo


 Que estaban gobernados por los Treinta, que son los más temibles
 Que ahora que son ciudadanos, deben combatir a los enemigos y deliberar sobre la
ciudad, junto con los mejores hombres.

A los del Pireo


 Que en tiempos de paz, fueron despojados de las armas por los Treinta.
 Que fueron desterrados de la ciudad que sus padres les legaron y que en el destierro,
los mandaban a buscar en las ciudades donde estaban refugiados.

A los sobrevivientes
 Que han corrido peligros por todas partes y vagado por muchas ciudades.
 Que habiendo sido desterrados de todas partes fueron privados de las cosas
necesarias.
 Que tuvieron que abandonar a sus hijos en patria enemiga, y otros en tierra extranjera.
 Que a pesar de los peligros, liberaron a unos y a otros los repatriaron.
 Que de haber fracasado, estarían en el exilio.

108
 Que ni templos, ni altares, los habrían librado de padecer las injusticias de los Treinta.
 Que sus hijos habrían sido maltratados por aquellos en la ciudad y los que hubieran
estado en el extranjero, también lo habrían sido a causa de pequeñas deudas, en
ausencia de quienes los hubieran podido defender.

Los hechos cometidos son tantos y tan graves


 Que un solo acusador no alcanza para agotar los crímenes de los Treinta.
 Que los crímenes cometidos, sobrepasan incluso los que hubieran podido suceder 149.
 Los templos que los Treinta entregaron o profanaron penetrando en ellos.
 Que empequeñecieron la ciudad, desarmándola.

Finalmente, recuerda a los jueces que todos, muertos y vivos escucharán la votación y que mientras
votan, las víctimas estarán pensando que aquellos que absuelvan a los Treinta, los habrán
condenado a muerte y aquellos que los castiguen, los habrán vengado.

***
El discurso Contra Eratóstenes concluye con el asíndeton, un recurso retórico que consiste en omitir
la conjunción. Designa la supresión de la unión entre términos que normalmente deberían llevar:
“Habéis oído, habéis visto, habéis sufrido”. Además, hay una anáfora al repetir la primera parte de
la oración: “habéis”.

149 Falacia contrafáctica: “Los crímenes que hubieran podido suceder”.

109
Capítulo IV

Este tercer bloque presenta las interpelaciones que Lisias dirige a los atenienses en el Discurso XII
Contra Eratóstenes. A partir de las críticas de nuestro orador, buscaremos situaciones más actuales
para las que también son válidas tales observaciones. Este documento contiene tres partes:

 Crítica a la ciudadanía restrictiva de derechos.


 La objeción de la conciencia.
 Los intereses económicos como fundamento de las tiranías.

Crítica a la ciudadanía restrictiva

Mucho se ha dicho sobre los intereses que Lisias tenía de ser ciudadano ateniense. Sabemos que
desde su padre, la ciudadanía plena fue un tema vital, pues a causa de factores desconocidos
tuvieron que trasladarse de su ciudad de origen y por lo tanto, fueron migrantes durante mucho
tiempo.

La mayoría de los estudios señalan que tanto Céfalo, el padre de Lisias, como éste, gozaron
mínimamente de la condición de isóteles, a no ser que hubieran que conseguido obtener la
ciudadanía en tiempos de Pericles. Específicamente, en el caso de Lisias, sabemos que durante su
estadía en Turios, pudo gozar de ciudadanía plena y participar en política. Luego, tras la llegada
del régimen oligárquico, fue desterrado y cuando regresó a Atenas, recuperó el status de isóteles.

Lisias pasó esta primera etapa de su vida en Atenas dedicado al comercio, pero con el paso del
tiempo generó una fortuna apetecible para el régimen de los Treinta Tiranos, quienes promulgaron
una ordenanza para perseguir a los metecos opositores al régimen. En esa lista estaba la familia de
Lisias. Como hemos mencionado antes, él logró escapar, se unió a los demócratas y aportó con
armamento al ejército de Trasíbulo. Frente al ingreso victorioso de este ejército en Atenas, la
asamblea decidió conceder la ciudadanía a todos los que había participado en el restablecimiento
de la democracia, entre ellos metecos y esclavos. Lisias fue uno de los beneficiados con esta
concesión.

Sin embargo, después de la guerra del Peloponeso, la política de conciliación que primaba en
Atenas, por un lado, había pactado un tratado de paz con Esparta, que hacía muchas concesiones a
favor de los lacedemonios, y por otro, promovía la paz a costa de la entrega completa de las
fortalezas de Atenas. Los aristócratas, un grupo que prevalecía, en su afán de apaciguar a los
atenienses, veían como peligroso y hasta radical conceder la ciudadanía a los metecos y esclavos
libertos. Los oligarcas, al parecer, no consideraban peligroso echar abajo las murallas de protección
que bordeaban Atenas, ni quemar la inmensa flota ateniense y reducirla a diez embarcaciones, pero
sí conceder la ciudadanía a quienes habían defendido el régimen democrático para Atenas.

Se utilizaron sutilezas burocráticas para anular la decisión del pueblo ateniense, y con ello evitar
que aquellos cuyas propiedades habían sido confiscadas, pudieran recuperarlas mediante proceso.
Es así que al quitarle la ciudadanía a Lisias lo inhibían de litigar para obtener la devolución de sus
bienes.

110
La oligarquía, para disimular esa decisión amplió la ciudadanía a todos los que tuvieran una
propiedad, es decir, aproximadamente a tres mil ciudadanos, pero este criterio evadía la
responsabilidad de otorgar la ciudadanía a los metecos y esclavos libertos, ya que éstos no podían
obtener bienes.

Lisias jamás obtuvo la tan preciada ciudadanía en Atenas y por lo tanto, muchos autores consideran
que sus críticas al estado de la democracia en el último período se debió a la decepción por no haber
logrado ser ciudadano. Sin embargo, consideramos que la crítica va en otro sentido. La crítica de
Lisias es contra la oligarquía moderada que pactó y realizó un tratado de paz entregándolo todo al
enemigo y que mantuvo el nombre de ‘democracia’, pero que en los hechos, actuaba como una
oligarquía. La crítica era también contra los demócratas, cuya devoción por el beneficio privado,
propició que Atenas retrocediera en la democracia racionalista.

La preocupación de los gobernantes por beneficiarse, adjudicando los bienes y propiedades de los
metecos al Estado, para luego adueñarse de éstos era tan evidente, que en el caso de Lisias se hizo
una división notoriamente dirigida, pues se concedió la ciudadanía a una parte del ejército de
Trasíbulo, la que había apoyado en la toma del Filé, pero sólo se otorgó isotelía para quienes habían
apoyado en la toma del Pireo.

Esas maniobras del poder, a título de moderación y pacificación y por temor al caos, son estrategias
en las que se juega con el miedo para evitar promover concesiones a las masas, que son
preconcebidas como violentas, irracionales y se presume que su incorporación producirá
desequilibrios y reducirá los escasos beneficios de los ciudadanos, a causa del incremento de éstos.
Actualmente, vivimos ese tipo de restricciones; vivimos en un mundo en el cual es muy difícil
obtener la ciudadanía del Primer Mundo cuyas condiciones de admisión se siguen aferrando a
criterios de otorgación de la ciudadanía basados en la sangre, mientras que los países más pobres
tienen criterios de inclusión de ciudadanía más amplios y universales.

La objeción de conciencia

La denuncia del Discurso XII de Lisias nos conduce a los crímenes cometidos por las dictaduras
latinoamericanas. A la vez, el pedido de justicia de Lisias, en este juicio, es un serio antecedente de
los primeros juicios en defensa de los derechos humanos.

Lisias resalta en la defensa de la causa privada, que el asesino de su hermano, miembro de los
Treinta tiranos, argumenta haber actuado de aquella manera, por tener que obedecer las órdenes de
los Treinta. Como si los Treinta fueran una entidad separada de quienes la conforman. Al respecto,
tanto en el juicio de Nüremberg, como en los juicios realizados en Latinoamérica contra los
dictadores, identificamos el mismo argumento: el acusado señala que no realizó su voluntad y que
sólo acataba órdenes. Bajo este argumento la culpa se diluye entre el que dio la orden pero no la
ejecutó y por lo tanto es sólo autor intelectual y quien sólo ejecutó la orden, por obediencia a la que
estaba obligado.

Lisias denuncia notoriamente este hecho, sacando a relucir que es ilógico que Eratóstenes
argumente de esta manera, no sólo porque al hacerlo, nos deriva a los Treinta, que son una entidad
y una entidad no puede ser castigada como tal, sino también porque Eratóstenes era uno de los
Treinta, es decir gozaba de voz deliberante para decidir qué hacer al igual que los demás
integrantes.

111
Lisias le recuerda al auditorio que Eratóstenes era uno de los Treinta, por lo tanto, no sólo acataba
órdenes, sino que había deliberado con ellos, y tomado con ellos la decisión de sancionar a los
metecos. No obstante, Eratóstenes niega haber estado de acuerdo con esa orden. Pero Lisias replica
que eso no lo libera sino que lo incrimina más, pues Eratóstenes, sin tener una orden directa ni
estando a favor de la orden contra los metecos, fue capaz de arrestar a Polemarco, encarcelarlo y
permitir que lo ejecutaran. Eratóstenes renunció a su estado de conciencia, para ejecutar la
injusticia.

Si no se puede castigar al ejecutor material ni los Treinta, ya que no son punibles colectivamente,
entonces, ¿quién es el culpable?, ¿dónde encontrará justicia Lisias?

La banalidad del mal

¿Cuál es el motivo que impulsa a Eratóstenes a castigar a Polemarco? Estamos acostumbrados a


entender y de alguna manera comprender las acciones de maldad bajo una causa, habitualmente
justificándolas por intereses personales o colectivos. Y en ese sentido, es comprensible, pero no
justificable, que alguien actúe con maldad.

Para ampliar este tema, tomaremos el análisis de Hannah Arendt, quien en 1961, diez años después
de la publicación de Los orígenes del totalitarismo, fue comisionada por el New Yorker para informar a
sus lectores del curso del juicio a celebrarse en Jerusalén contra Adolf Eichmann. Una de las
consecuencias teóricas que tuvo para Arendt el conocimiento de este caso, fue la revisión de su
anterior teoría sobre el agente de la dominación totalitaria, pues Eichmann no encajaba en el
análisis del mal ofrecido en Los orígenes del totalitarismo. Este agente del mal no está ciegamente
ideologizado, se extiende a una amplia masa social desideologizada y anónima que contribuyó,
activa o pasivamente, a la implantación del régimen nazi.

Los Treinta: la rapiña de Critias y la burocracia de Eratóstenes

Durante el desarrollo de la tesis se mencionó respecto de los Treinta que existían dos grupos: uno
conocido por su criminalidad promovida por la rapiña, el grupo de Critias y el otro más moderado,
al que pertenecían Eratóstenes y Terámenes, personaje éste último, varias veces aludido por
Eratóstenes en su defensa. Este segundo grupo fue, supuestamente, más razonable que los otros
saqueadores. Pero, ¿fue esto así o en realidad el móvil de los primeros era más evidente y por lo
tanto más fácil identificar la maldad para justificar a los segundos?

Según afirma Julián Marrades en su artículo, La radicalidad del mal banal, en los campos de
concentración y en las celdas de la Gestapo existía un fenómeno parecido. Durante un primer
período, las acciones de los torturadores de las Sturmabteilung (Sección de Asalto de las SA), no eran
sistemáticas, sino que dependían de la iniciativa de elementos considerablemente anormales. La
mortalidad era tan alta que sólo unos pocos internados de los campos de concentración de 1933
sobrevivieron a aquellos primeros años. Este tipo de tortura parecía ser, no tanto una calculada
institución política, como una concesión del régimen a sus elementos criminales y anormales, que
eran así premiados por los servicios prestados. Tras la ciega bestialidad de las SA existía a menudo
un odio y un resentimiento profundos contra los que económica, social o intelectualmente eran
mejores que ellos. Ese rencor, que nunca se extinguió íntegramente en los campos, nos sorprende
como el último vestigio de un sentimiento humanamente comprensible.

112
El verdadero horror comenzó, sin embargo, cuando los hombres de las Schutzstaffel (Escuadras de
Protección SS), se encargaron de la administración de los campos. La antigua bestialidad
espontánea dio paso a una destrucción absolutamente fría y sistemática de los reclusos, calculada
para destruir la dignidad humana. La muerte se evitaba o se posponía indefinidamente. Los
campos ya no eran parques de recreo para sádicos; se convirtieron en “terrenos de entrenamiento”
en los que hombres comunes eran adiestrados para cumplir con el deber de matar, es decir, llegar a
ser miembros de pleno derecho de las SS.

Volviendo a los Treinta, debemos tener en cuenta que el sector denominado ‘moderado’ no fue
menos dañino que los Treinta radicales de Critias, pues fue tal el desagrado que tenían por los
metecos y nuevos ciudadanos e incluso por el demos, que fueron capaces de firmar el peor tratado
de paz, de arrebatar la ciudadanía a quienes la habían ganado legítimamente, de pactar con la
oligarquía espartana y con los persas y de aniquilar casi toda la flota ateniense y derribar los muros
de fortificación de la ciudad. Claramente, el grado de maldad no se enfoca en la eliminación
sistemática de la persona, pero sí en la deshumanización de la víctima; en el caso del grupo
moderado, negándoles la condición humana y por lo tanto, arrebatándoles la ciudadanía. En el caso
de las SS se los condenaba a muerte. En ambos casos no se sancionaba a la víctima por lo que había
hecho, sino por lo que era.

Deshumanizar a la víctima, negar la condición de ciudadanía a los metecos

La destrucción de la persona jurídica en el ser humano se lleva a cabo al desvincular de sus actos su
condición de víctima. Polemarco no es castigado por sus actos sino por su condición de meteco y
por su condición de opositor.

Por otra parte, tras el regreso de la democracia y después de haber recuperado Lisias la ciudadanía,
los moderados vieron por conveniente restringírsela a los metecos; una acción dirigida contra
Lisias, para que así, cuando éste iniciara el proceso contra los Treinta, no gozase de la misma
condición de sus victimarios y sus jueces. Las víctimas eran sancionadas no por lo que hubieran
hecho, sino por lo que eran: metecos enriquecidos. Negar el principio de responsabilidad de los
propios actos es desmantelar la base sobre la que se asienta el orden jurídico.

Eratóstenes, durante el interrogatorio del Discurso XII señala que no estaba de acuerdo con la orden
de los Treinta, que indicaba arrestar a diez metecos que se opusieran al régimen, pero a la vez, fue
él quien arrestó a Polemarco y a Lisias haciendo que los encarcelaran y luego ejecutaran al primero.
¿Eratóstenes actuó por envidia, locura o fanatismo?

Se puede realizar una comparación con la posición de Hannah Arendt sobre Eichmann, pues ella
nos aclara que éste no era un monstruo desequilibrado, sino un burócrata mediocre, celoso del
cumplimiento de las órdenes de sus superiores y sobre todo de Hitler. Así, cuando Eichmann es
preguntado sobre si no sentía ningún cargo de conciencia por lo que había hecho, respondió, según
Arendt que "hubiera llevado un peso en ella en el caso de que no hubiese cumplido las órdenes
recibidas, las órdenes de llevar a la muerte a millones de hombres, mujeres y niños, con la mayor
diligencia y meticulosidad"150. Eichmann no era un estúpido, un monstruo, ni un fanático

150
ARENDT, Hannah. Eichmann in Jerusalem: A Report on the Banality of Evil: New York, Viking Press. 1962. Traducción al
castellano RIBALTA Carlos, Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, Barcelona, Lumen, 1999.

113
doctrinario, por lo que su testimonio podía considerarse veraz; él no reflexionó sobre la
consecuencia de acatar la ley; veía más importante obedecer la ley que reflexionar sobre los efectos
que podían emanar de sus actos.

Para entender su punto de vista, conviene señalar que la incapacidad que Arendt atribuye a
Eichmann no es una especie de insensibilidad moral, en virtud de la cual la distinción entre bondad
y maldad carecería de sentido para él. La ausencia de reflexión moral funcionaba, más bien, como
un escudo que lo protegía de la realidad.

Eichmann y Eratóstenes

Arendt afirma respecto de Eichmann151: “Él jamás odió a los judíos, y nunca deseó la muerte de un
ser humano. Su culpa provenía de la obediencia, y la obediencia es una virtud harto alabada".

De igual manera, Eratóstenes señaló durante el interrogatorio del Discurso XII, que estaba en contra
de la orden de perseguir a los metecos y confiscarles los bienes, pero que él mismo no se dio cuenta
de que una vez decidida esa orden por los Treinta, nunca pensó en desobedecerla, sino que, por el
contrario, era inconcebible desacatarla. En ese sentido, renuncia a su razón para obedecer la orden
de los Treinta.

Recordemos algunos hechos. Adolf Eichmann ingresó a los 26 años en el Partido Nacional Socialista
y en las SS. No tuvo interés en informarse sobre el partido, cuyo programa ni siquiera conocía, y
tampoco había leído Mein Kampf. Eichmann hizo carrera en el Servicio de Seguridad de las SS, en
cuyo departamento destinado a los judíos desempeñó, como funcionario de grado medio, tareas de
planificación y organización en las deportaciones masivas. El 8 de mayo de 1945, fecha oficial de la
derrota de Alemania, fue descrita por Eichmann ante el tribunal con estas palabras: "Comprendí
que tendría que vivir una difícil vida individualista, sin un jefe que me guiara, sin recibir
instrucciones, órdenes ni representaciones, sin reglamentos que consultar, en pocas palabras, ante
mí se abría una vida desconocida, que nunca había llevado" 152.

Eratóstenes, al igual que Eichmann no es parte del sector de mayor influencia entre los Treinta; en
todo caso es un miembro de cuya existencia se sabe precisamente por el Discurso XII. Sin embargo,
durante la defensa que realizó de sus actos, resalta continuamente su cercanía con Terámenes, un
miembro representativo de los Treinta. Eratóstenes a lo largo de su defensa hace hincapié en las
acciones de Terámenes, buscando legitimar las suyas propias, apelando a la fama de aquel. En todo
caso, se trata de justificar sus acciones alegando la obediencia a Terámenes y a los Treinta.

Eratóstenes fue en todo caso un burócrata, pues en su declaración afirmaba que no consideraba
justa esa orden, pero de todos modos la ejecutó cuando tuvo la oportunidad. Él consideraba
totalmente legítima cualquier orden de Los Treinta, incluso aunque no comulgase con ella. Había
renunciado a su voluntad de pensar y de discriminar entre el bien y el mal.

Arendt resalta que cualquiera está expuesto al mal banal. La tentación de renunciar a la propia
reflexión nos asalta constantemente; nadie se halla a salvo de caer en ella, sobre todo, en

151
ARENDT, Hannah. Eichmann in Jerusalem: A Report on the Banality of Evil: New York, Viking Press. 1962. (traducción al
castellano RIBALTA Carlos, Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, Barcelona, Lumen, 1999.
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ARENDT, Hannah. Op Cit.

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circunstancias políticas y sociales dominadas por el principio totalitario de la cosificación del
hombre. Pero ese peligro no deriva de una corrupción de la naturaleza humana. La banalidad del
mal, desafía toda racionalización, y esto la vuelve aún más peligrosa e inquietante.

Hannah Arendt se refiere al vacío intelectual y moral de Eichmann; al hecho de que su incapacidad
de hablar de manera coherente durante el juicio estuviera íntimamente conectada con su
incapacidad de pensar desde la perspectiva de las víctimas, de identificarse con ellas, porque no las
consideraba de su misma condición. Esto se suscita en un ámbito racista y discriminador, donde los
hombres no son todos iguales en sus derechos, es decir que, parte importante de entender al esclavo
y al meteco en la Atenas del siglo V, es negarle la condición de igualdad, es decir, de hombre libre o
ciudadano. De esta manera, para entender las acciones emprendidas por los Treinta contra los
metecos y entre ellos Lisias, es necesario suponerlos como humanos carentes de ciudadanía, o sea,
inferiores.

Mientras que el bien puede ser radical y profundo; absoluto, el mal solamente puede expandirse
con superficialidad. Los actos de maldad se presentan en este sentido ya no desde un ser
monstruoso y despreciable, sino en el rostro común de cualquiera, aunque bajo la condición de la
renuncia a la facultad de pensar y deliberar.

La maldad puede ser radical.

En el análisis del gusto desarrollado en la Crítica del juicio153, por Kant éste sostenía que el juicio
estético no se basaba en ningún concepto o regla que nos permitiera deducir si un objeto es bello o
feo, sino en un sentido común que se orienta hacia la objetividad de tomar en cuenta los puntos de
vista de los demás. Arendt extiende esta función reflexiva de la facultad de juzgar a los juicios
moral y político. La formación de estos juicios es concebida por Arendt como un proceso de
pensamiento basado en lo que Kant llamó una 'mentalidad amplia', que para Arendt se comprende
como la capacidad de considerar un asunto desde diversos puntos de vista, teniendo en cuenta los
criterios de los que están ausentes, no para adoptarlos, sino tratando de ser y de pensar dentro de la
propia identidad tal como en realidad no soy. Esto es, considerar el pensamiento del otro.

El nuevo sistema pudo imponerse en la medida en que una amplia masa de gente se había
orientado en su comportamiento moral por el seguimiento absoluto de las costumbres y pautas
establecidas, según Arendt. Carecían de un pensamiento independiente en asuntos morales y
políticos. Pero ¿cómo se da la inversión generalizada del “no matarás” al “debes matar”?, ¿cómo
fue ello posible?, ¿cómo llegar a ese grado de obediencia a la costumbre sin razonamiento alguno?
Pues renunciando a la facultad de pensar y de ponerse en el lugar del otro, ya que no se lo
considera su igual. Él ve en el otro un extraño, un ajeno y no encuentra ningún problema en
destruirlo.

Es esta renuncia a juzgar, lo que Arendt descubrió en Eichmann y consideró que podía ayudar a
entender, no sólo el nuevo tipo de criminal que encarnaba en cuanto cooperador activo de una
política de asesinato masivo, sino también la colaboración, en formas y grados diversos, de una
amplia masa de la población alemana en el mantenimiento del régimen nazi. Se trata de un
instrumento conceptual para dar cuenta del daño que puede seguirse de la abdicación de la

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KANT, Immanuel. Kritik der Urteilskraft. 1790. Trad. de GARCÍA MORENTE Manuel, Crítica del juicio: Madrid, Espasa-
Calpe, 1999.

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facultad de juzgar. La banalidad del mal apunta precisamente a esta ausencia en el agente de un
fundamento positivo del daño que inflige. El requisito de la maldad no es la perversidad sino la
renuncia al pensamiento, a la reflexión, a pensar por sí mismo y en lugar de ello ampararse bajo la
obediencia a la ley.

La diferencia entre Kant y Arendt radica en que para Kant, el mal puede ser radical, ya que el ser
humano tiene naturalmente una tendencia al mal.

Hannah Arendt rechazó abiertamente la idea de que el mal pudiera ser radical. Para ella, el mal es
la renuncia a la reflexión para obedecer a la orden. En ese caso, cualquiera puede ser un agente del
mal. Con ello pretendía decir que el mal carece de profundidad y de toda dimensión demoníaca, no
pudiendo ser explicado por referencia a motivos comprensibles. En tanto Kant había acuñado su
concepto del mal radical para designar una propensión natural del hombre que podía explicarse en
términos de una perversión de la voluntad, Arendt sostuvo que su nueva comprensión del mal
implicaba un distanciamiento, no sólo de su propia posición anterior, sino también del enfoque
kantiano.

Los intereses económicos son la causa de las tiranías

Finalmente, cabe señalar que la situación económica decadente determinó las decisiones de los
gobiernos oligárquicos, en especial la tiranía de los Treinta. La antesala de la situación económica
de Atenas fue la guerra del Peloponeso y, como lo hemos expuesto antes, fue de gran opulencia
debido a la reconstrucción de las relaciones económicas con el Oriente, pero los últimos años de la
guerra del Peloponeso fueron calamitosos. Por una parte, destaquemos la interrupción de las
relaciones comerciales con Oriente, así como el desabastecimiento de alimento y la peste durante el
último período de la guerra del Peloponeso. Pero, a pesar de esta situación del Estado ateniense, la
oligarquía no fue capaz de fusionarse con los intereses de la polis, de la democracia y ni siquiera de
Atenas. Sus principales intereses continuaron siendo sectoriales hasta el final, pues a título de
moderación y pacificación, obtuvieron el peor tratado de paz para Atenas con el fin de perpetuarse
en el poder, como ya lo hemos mencionado más arriba.

La oligarquía ateniense nunca se fusionó con el proyecto de polis y por lo tanto, con la Atenas
democrática, pues prefirió pactar con la oligarquía espartana y con los persas. Las clases pudientes
señalaban que ellas habían corrido con todos los gastos de la desastrosa guerra en la que Pericles los
inició, pero no eran capaces de admitir la participación de las clases populares que fueron quienes
pusieron el cuerpo en la milicia. Admitían que los metecos e isóteles debían tener obligaciones con la
polis, pero no derechos.

Veamos algunas situaciones en las que se ponen en evidencia los intereses económicos de las
decisiones políticas. Es para todos sabido que cada vez que se instauraba un régimen tanto
democrático como oligárquico, era muy común la pena de ostracismo o destierro. Una vez que esto
sucedía, un encargado del Estado pasaba a administrar y beneficiarse de los bienes del desterrado.
En general, esos encargados eran los que no deseaban el retorno de aquel. En relación al Discurso
XII, sabemos que, cuando se reinstauró el segundo régimen oligárquico en Atenas, los Treinta
hicieron pública la ordenanza contra los metecos, impulsados por el interés de incautar los bienes
de estos últimos. Según la denuncia de Lisias, eligieron a ocho metecos cuyos bienes les interesaban
y a dos metecos pobres para disimular.

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Por otra parte, la inestabilidad de la ciudadanía de Lisias no era casual, la cuantiosa fortuna que
éste había generado le causó, a nuestro criterio, la destitución de la ciudadanía para dejarlo como
meteco y sin poder recuperar los bienes incautados.

Pero, ¿el Estado democrático ateniense fue capaz de servirse de Lisias, durante su participación en
la restitución de la democracia y luego desecharlo? No, pues quienes estuvieron con Lisias durante
la restitución de la democracia, fueron los integrantes de aquel movimiento de Trasíbulo, a quienes
se tildara de radicales. Ellos fueron quienes concedieron la ciudadanía a Lisias, pero luego, el
supuesto movimiento de moderación y pacificación que gobernó Atenas, tomó el poder y se
encargó de quitarle la ciudadanía, para así no tener que devolverle los bienes. Notoriamente, este
movimiento de moderación estaba formado por cuadros de la oligarquía y miembros de la
democracia, pero en realidad el costo de la moderación le causó a Atenas perder el todo por la
parte. En efecto, cabe señalar que la oligarquía ateniense nunca buscó relacionarse con el proceso de
unificación de Atenas, al que identificamos como el proyecto de la polis; no le interesó la democracia
salvo cuando la necesitó para beneficiarse de ella. Decidió comulgar con ella, para hacerla
retroceder en muchos de sus logros; buscó entregar las fortalezas atenienses a cambio de
perpetuarse en el poder de una ciudad devastada, tanto por la guerra, como por la pobreza y
también por los intereses privados. La oligarquía ateniense dio prioridad a sus intereses
económicos, dejando de lado los de la ciudad y pactando con las oligarquías de otras ciudades.

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