Viacrucis para Adolescentes

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Viacrucis para Adolescentes

Oración inicial: Jesús, vamos a recorrer contigo las estaciones de tu agonía


y tu muerte. Vamos a pasar un poco de tiempo contigo, renovando el
sacrificio que nos dio la vida. Por ese sacrificio tuyo en la Cruz somos
cristianos, y hemos recibido las gracias de Dios. Por ese sacrificio tuyo
hemos sido salvados. Ayúdanos a comprender un poco mejor, a amar un poco
más, para que después de meditar sobre estas quince estaciones de tu
Vocación salvadora, nosotros mismos nos decidamos a dar algo de nosotros.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

1. Jesús, condenado a muerte

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador. Amén

Estás totalmente solo. Ningún amigo te ayuda. Nadie va a defenderte. Has


gastado toda tu vida ayudando a los demás, haciendo milagros, curando y
haciendo favores a todos. Cuando yo soy acusado, por mis padres o
maestros, por algo que no he hecho, ayúdame a recordar la que Tú hiciste
por mí, cómo aceptaste las acusaciones y no te quejaste.

Oremos: Muchas veces la gente no parece entenderme. Saltan a


conclusiones y me gritan por algo que no he hecho, o no tenía intención de
hacer, Ayúdame a aceptar los errores de los demás como Tú aceptaste los
errores que yo cometo en mi vida. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

Pequé, Señor, pequé.

R. Ten piedad y misericordia de mí

2. Jesús acepta su Cruz

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador. Amén

En el momento en el que cargas con la cruz sobre tus hombros, ya sabes con
seguridad que no te la quitarán hasta que te encuentres clavado a ella en el
monte Calvario. Pero la aceptas igual. La cruz son todos los problemas, y los
problemas nadie los quiere. La cruz no es nada dulce, pero es algo que forma
parte de nuestra vida humana. No creo que te pueda prometer que buscaré
la cruz a lo largo de mi vida, pero lo que sí te prometo es que intentaré
llevarla cuando me la envíes Tú.

Oremos: Mis problemas les suelen parecer pequeños a muchas personas


mayores, pero Tú sabes que no son pequeños para mí. Estas cruces no son
fáciles de llevar, pero cuando esté a punto de quejarme de ellas, ayúdame a
recordar a Cristo y su Cruz.

Pequé, Señor, pequé.

R. Ten piedad y misericordia de mí

3. Jesús cae por primera vez

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador. Amén

Has perdido mucha sangre, oh Cristo, por el brutal trato que has recibido.
Estás débil y a punto de desmayarte de dolor. Y ahora caes al suelo. Nadie
parece dispuesto a ayudarte, tampoco. Los soldados te dan empujones y
patadas y te gritan que te levantes y sigas caminando. Caes de debilidad,
pero de alguna manera logras encontrar fuerzas para levantarte y seguir tu
camino. Sigues con lo que has empezado.

Oremos: Sé que muchas veces empiezo cosas y luego me canso de ellas. O


bien no las hago bien o intento olvidarme de ellas. A veces me tienen que
regañar en la escuela porque no pongo atención en lo que estoy haciendo.
Ayúdame, oh Dios, a ser como tu Hijo. Ayúdame a ser constante en las cosas
buenas que he empezado y a llevarlas hasta el final lo mejor que pueda.

Pequé, Señor, pequé.

R. Ten piedad y misericordia de mí

4. Jesús encuentra a su madre

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador. Amén

 
En medio de los gritos y los insultos que te dirigen tantas personas,
finalmente encuentras a alguien que te quiere bien y que siente dolor por ti.
Es tu Madre. Ella no puede hacer mucho para detener tu sufrimiento, pero
te dirige una mirada que te muestra que está sufriendo contigo, y eso te
ayuda en tu camino. Alguien te entiende.

Oremos: Tú me diste a mis padres. Nadie más en todo el mundo es mi padre


y mi madre. Gracias por este regalo que me has hecho. Por muy duras que
sean las cosas en la vida, yo sé que ellos están ahí y que de veras me quieren.
Ayúdame a mostrarles yo también mi amor.

Pequé, Señor, pequé.

R. Ten piedad y misericordia de mí 

5.Simón ayuda a Jesús a llevar la Cruz

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador. Amén

Los soldados tienen miedo de que no seas capaz de llagar hasta el monte,
para la crucifixión. Estás cada vez más débil. Por eso llaman a un hombre en
la multitud, un hombre llamado Simón de Cirene, el Cirineo, y le obligan a
llevar tu cruz durante un rato. Él no quiere, pero le obligan. A él le gustaría
más bien estar allí, mirando, viendo lo que pasa. Él no había venido para
ayudarte: pero ahora está llevando tu Cruz.

Oremos: Tengo que confesar que yo soy bastante como este Simón. Cuántas
veces podría haber ayudado a otras personas: por ejemplo, cuidando a mis
hermanitos pequeños, o ayudando a un compañero de clase en los estudios, o
prestándome a ir a la tienda o a preparar los platos de la mesa. Ayúdame a
hacer algo más que estar ahí y contemplar lo que pasa a mí alrededor.
Ayúdame a ayudar a los demás.

Pequé, Señor, pequé.

R. Ten piedad y misericordia de mí

6. La Verónica seca el rostro de Jesús

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador. Amén

De repente se detiene la marcha hacia el Calvario. Una mujer se adelanta.


Su nombre es Verónica. Toma un lienzo de tela y te seca la cara, para
quitarte el sudor y la sangre. Te ofrece un poco de alivio. Y para premiar su
bondad, Tú haces que en la tela quede impreso tu rostro. A pesar de que
estás a punto de morir, sigues haciendo el bien a todos.

Oremos: Enséñame a dar un poco de mí mismo a todo el que me necesita.


Enséñame a salir de mi propio camino y a ayudarles aun cuando no me lo
hayan pedido. Ya sé que hace falta mucha valentía para ser como la
Verónica: ayudar a los que han caído en desgracia y son objeto de burlas de
la gente. Ayúdame a ser como ella, o sea, a ser un buen cristiano.

Pequé, Señor, pequé.

R. Ten piedad y misericordia de mí

7. Jesús cae por segunda vez

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador. Amén

Es la segunda vez que has caído en el camino de la Cruz. Esta vez te costará
más levantarte. El peso de esa cruz se te hace cada vez más pesado. Pero te
esfuerzas y pronto estás de nuevo en pie, para continuar tu marcha, la
marcha que te llevará a tu muerte y a nuestra salvación.

Oremos: Hay tantas cosas que intentan hundirme a mí. Yo no las entiendo
todas. Todo eso que leo en los periódicos y veo en la televisión sobre
muertes y crímenes. Ayúdame a levantarme de todo eso. Ayúdame a
continuar mi camino, como lo hizo tu Hijo Jesús.

Pequé, Señor, pequé.

R. Ten piedad y misericordia de mí

8. Jesús se encuentra con las mujeres

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.


R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador. Amén

A lo largo del camino que Tú sigues, hay un grupo de mujeres que te están
contemplando. Cuando pasas junto a ellas, te das cuenta que están llorando.
Te detienes un poco para dirigirles tu palabra. Quieres darles un poco de
alivio para su dolor. Es muy propio de Ti: están llorando por Ti, por tu dolor
y Tú te paras y quieres ayudarles para que no sufran ellas.

Oremos: Cuántas veces me encierro en mí mismo y me olvido de los demás.


Cuántas veces no pienso en nadie más que en mí mismo. Ayúdame a darme
cuenta de que también los demás tienen problemas y que necesitan ayuda.
Enséñame a darles toda la ayuda de que yo sea capaz.

Pequé, Señor, pequé.

R. Ten piedad y misericordia de mí

9. Jesús cae por tercera vez

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador. Amén

Te estás acercando al monte Calvario. Y una vez más caes bajo el peso de la
cruz. La cumbre de esa colina significa el final de tu vida humana, pero es
también el lugar en el que vas a salvar a la humanidad cumpliendo la voluntad
de tu Padre. Sobreponiéndote a la debilidad que ha llenado tu cuerpo, la
vista de esa montaña te da las fuerzas que necesitas para levantarte una
vez más y seguir tu camino. Te levantas. Coges tu Cruz. Sigues.

Oremos: Estas tres caídas son toda una lección para mí. Me estás diciendo
que no importa cuántas veces pueda yo caer en desobediencia, en descuidos,
en mentiras, en engaños: lo que yo necesito cada vez es saber levantarme y
probar una vez más. Y si yo lo intento, Tú me ayudarás. Y cuando trabajamos
juntos, Tú y yo, yo puedo ser el que Tú quieres que sea.

Pequé, Señor, pequé.

R. Ten piedad y misericordia de mí

10. Jesús es despojado de sus vestidos


 

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador. Amén

Los soldados te arrebatan el manto que te habían puesto después de


haberte azotado en casa de Pilato. Las heridas se te abren de nuevo y todo
tu cuerpo está lleno de sangre y heridas. Algunos entre la gente se burlan
de ti y te insultan. Te dicen que hagas un milagro y que entonces creerán en
ti. Poco saben lo que estás a punto de hacer: el mayor de los milagros, la
salvación de todo el mundo.

Oremos: Ante Jesús que es despojado de sus vestidos, ayúdame a recordar


siempre que mi cuerpo lo tengo que conservar puro y limpio. Ayúdame a
superar las tentaciones de este mundo y ser como tu Hijo. Ayúdame a
colaborar con El, en la salvación del mundo, siendo valiente para conservar
puros mis pensamientos, mis palabras y acciones.

Pequé, Señor, pequé.

R. Ten piedad y misericordia de mí

11. Jesús es clavado en la cruz.

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador. Amén

Estás ahora extendido sobre la cruz y los soldados han empezado a clavarte
los gruesos clavos en tus manos y en tus pies, cosiéndote al madero. Todos
se ríen de ti. Los soldados se han jugado a los dados tus vestidos. Todos
parecen haberse vuelto locos. Tú no les has dado más que amor y bondad, y
todo lo que te ofrecen ahora son unos clavos a través de tus manos y tus
pies.

Oremos: El hombre parece a veces más un animal que un ser humano. Nos
hacemos daño los unos a los otros burlándonos del color de la piel, o de los
defectos en el modo de hablar, o de los vestidos pobres; cosas que no tienen
ninguna importancia. Haz que nunca sea yo quien clave un clavo en el cuerpo
de otros con mis desprecios o mis injusticias o mi fanatismo.
Pequé, Señor, pequé.

R. Ten piedad y misericordia de mí

12. Jesús muere en la cruz

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador. Amén

¿Qué te diré? Voy a hacer silencio durante unos momentos para hablarte
con mis palabras, desde dentro, y decirte cuáles son mis sentimientos y mi
amor por ti. (Silencio).

Pequé, Señor, pequé.

R. Ten piedad y misericordia de mí

13.  Jesús es bajado de la cruz.

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador. Amén

Con qué brutalidad te clavaron en la cruz, y con qué delicadeza te bajan


ahora de la misma. Te colocan en los brazos de tu Madre y te limpian de
toda tu sangre y suciedad. Te tratan con todo cariño. Parece que siempre
nos sentimos más amables cuando vemos la muerte, y nos volvemos más
favorables a una persona cuando ya ha muerto. Si aprendiéramos a decir
esas cosas amables cuando las personas están vivas, y ser buenos los unos
para con los otros cuando vivimos: sería mucho más fácil vivir esa vida nueva
que Tú nos has enseñado.

Oremos: Yo viviré en esta tierra puede ser que diez, veinte, sesenta o
setenta años. Ayúdame a hacer felices a todos los que vivan a mi lado.
Ayúdame a ser amable en mis palabras y en mis acciones para con ellos,
mientras viven. Si les ayudo a ser felices, también yo seré más feliz.

Pequé, Señor, pequé.

R. Ten piedad y misericordia de mí


14. Jesús es enterrado.

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador. Amén

Eres colocado en tu sepulcro. Echan a rodar la gran piedra en la entrada y


allí quedas tú, en tu tumba. Pero yo sé que en tres días Tú vas a resucitar. Y
vas a dar un nuevo sentido a la vida, y nos vas a enseñar un nuevo modo de
vivirla. Resucitarás de entre los muertos y así la muerte habrá perdido su
presa sobre la humanidad y nuestros miedos serán superados, porque Tú has
demostrado que eres el Hijo de Dios.

Oremos: Por difíciles que parezcan las cosas, no podrán llegar a lo dura que
fue la vida de tu Hijo. Y a pesar de sus sufrimientos, todo acabó bien al
final. Tú nos prometes también a nosotros la victoria final, y por eso
queremos permanecer contigo. Ayúdame a seguir siempre el camino de
Cristo Jesús: aceptando lo que no podemos cambiar, cambiando lo que
podemos por el bien de la humanidad, siguiendo de cerca el camino que Tú
has pensado para mí en los años que me toque vivir en este mundo.

Pequé, Señor, pequé.

R. Ten piedad y misericordia de mí

15.  La resurrección

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.

R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo y a mi pecador. Amén

Como la oscuridad de la noche queda vencida por el resplandor de la aurora,


así ha sucedido en ti el milagro de la Nueva Vida. Al acercarse el brillo del
sol, otra Luz llena de alegría a todos: la tumba está vacía y el Dios-Hombre
se ha alzado de la muerte y camina de nuevo en esta tierra. El sufrimiento,
la dureza, las torturas de su vida han quedado engullidas en la gloria de su
resurrección. Cristo ha resucitado y el mundo entero, lleno de esperanza
grita: ¡Aleluya!

Oremos: Ojalá se me ocurriera más veces detenerme y mirar a mi propia


vida. Yo, por el Bautismo, estoy unido a Cristo. Mi vida, según tus planes, es
un reflejo de su vida. También yo puedo superar todo eso porque esa es mi
herencia como cristiano: levantarme, renovarme, ser cada vez más perfecto,
y gritar con todos los que tienen esperanza mi gozoso ¡Aleluya, aleluya,
aleluya!

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