The Red-Hot Cajun - Sandra Hill PDF
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Esta traducción fue hecha de fans para fans sin ánimos de lucro.
Traductoras Correctoras
La maga
Lectora
Mir
SabineP Nanis
Niki26 Maye
Rihano Khira 3
Pachi15 Fatima85
Yanli Malu_12
Mokona Viriviri
Elizabeth
Malu_12
Nelshia
Crys
Fmaryd
Agus901
Clau
Sinopsis Capítulo 11
Capítulo 1 Capítulo 12
Capítulo 2 Capítulo 13
Capítulo 3 Capítulo 14
Capítulo 4 Capítulo 15
Capítulo 5 Capítulo 16 4
Capítulo 6 Capítulo 17
Capítulo 7 Capítulo 18
Capítulo 8 Capítulo 19
Capítulo 9 Capítulo 20
Capítulo 10 Epilogo
Sinopsis
El largo y caluroso verano de Luisiana sólo se hizo más caliente para Rene
LeDeux.
Se ha quemado en la política de C. C. y sólo quiere construir su cabaña en paz.
Pero si su loca casamentera, tía abuela, se sale con la suya, el hijo pródigo del Bayou
Negro estará enganchado antes de que pueda decir ¡totalmente desnudo! Ese honor
le corresponderá a Valerie "Hielo" Breaux, némesis de la escuela secundaria de Rene
y presentadora de noticias de Trial TV, que ha sido secuestrada por los activistas
amigos de Rene.
¡Mon Dieu! Ya es bastante malo haber sido secuestrada y tener su traje encima 5
de sus muslos. ¿Tenía que aterrizar en el regazo del más irritante sexy pedazo que
ella alguna vez puso sus ojos en cima? Ahora Val está varada en la remota cabaña
de Rene, asediada por los incontenibles familiares LeDeux, por no hablar de un dúo
baboso para salvar el pantano.
¡Esto será una ola de calor, ga-ran-ti-za-do!
Val jura que va entregar su corazón al chico malo cajún cuando los cocodrilos
vuelen.
Rene jura conseguir a la chica que se escapó.
Nunca estará más caliente en los bayous como cuando dos personas están al
rojo vivo por el deseo… y más que listas para el amor.
Capítulo 1
3Las revistas beefcake (pastel de carne) eran un tipo de revistas que se publicaban en Norteamérica
entre los años 1930 y 1960 que mostraban fotografías de hombres jóvenes, guapos y musculosos en
poses atléticas.
―¡Ajá! ―dijo ella―. Dos bribones me secuestran afuera del aeropuerto del
estacionamiento de Houma y me liberan en tu propiedad. Ni siquiera me dejan sacar
mi maletín de mi auto o usar el baño de mujeres primero. Estoy pensando que son
los cómplices y tú el autor. Hazte una idea de cómo se vería en un tribunal de justicia.
―No tan bueno, pero te juro que no tenía nada que ver con esto. ―Sus palabras
sinceras fueron desmentidas por su sonrisa. Probablemente estaba imaginando su
trasero desnudo.
―¡Por Dios! Creo el rayo es´á golpeando ―pronuncio tante Lulu tristemente.
El nombre de la anciana era Louise Rivard, pero todo el mundo la llamaba tante
Lulu―. El aire ´tá prácticamente zumbando con electricida´ entre ustede´ do´.
Nunca debí veni´ aquí con la esperanza en el pecho. Debí habe´ deja´o a San Judas
en casa. Tendría que habe´ espera´o ha´ta el próximo año pa´ ayuda´te a obtene´ una
buena chica cajún. San Judas si olvidas que ´ta snob arrogante alguna ve´ vino aquí,
voy a deci´ cinco novenas… tal ve´ incluso diez. ―Tante Lulu estaba sentada en un
viejo tocón, gimiendo sus dudas acerca de truenos y algo santo. Tonta, ¡como de
costumbre!
―¿Acerca de qué balbucea? ―preguntó Valerie a Rene. Su gran tía, muy
conocida en todo el sur de Luisiana por su extravagancia, era fiel a su estilo actual,
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su pequeño cuerpo envuelto como una quinceañera en un traje de ejercicio, a pesar
de su ser más vieja que la suciedad.
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―Ella piensa que el rayo de amor me ha golpeado y tú eres ese.
―¿El qué?
Él movió las cejas.
―Estás bromeando.
―Te lo advie'to, Rene, cariño, siempre y cuando molestas a una se´piente, se
va a da' la vuelta y te va a morde', tan seguro como un tiro al suelo.
―No tengo ninguna intención de molestar nada ―protestó.
Tante Lulu le dio a Valerie una mirada de disgusto de resignación.
―Bueno, si ere´ la elegi´a, ere´ la elegi´a. ¿No se supone que ya tiene' una colcha
de novia? No. Que ve'güenza. Creo que voy a tene' que empeza' a cose'la.
Era difícil seguir la línea de pensamiento de tante Lulu, si lo hacía, de hecho,
nunca pensaba de una manera lógica.
―Por otro la’o, tal ve´ debe´ía queda´me aquí y trata´ de rompe’ el hechizo de
amor. Supongo que mejo´ le llamo a Remy y le digo que no venga por mí hoy.
¡Santas robaletas! Es´á más caluroso que en el trasero de una cabra en un día del
pimiento.
Ella ya estaba estirándose por el teléfono satelital de Rene en el porche.
―Señor, Señor, ¡Valerie “Soy Perfecta” Breaux en mi familia! Charmaine se la
comera viva. O tal ve´ ella se comerá vivo a Charmaine. Tenemo´ que para´ es´a cosa
antes que explote.
Pasaron varios momentos para que Valerie digiriera todo sobre lo que la
anciana divagaba. Cuando tante Lulu terminó su llamada telefónica a Remy con un
"Adiós, cariño," Valerie movió su dedo índice en la sien.
―Señora, no se atrevas a coser cualquier cosa por mí. En cuanto a los hechizos
de amor, olvídese de eso. Yo soy inmune.
―Nadie es inmune una ve´ que lo golpea un rayo ―pronunció tante Lulu.
Para JB y Maddie, quien se encogió en el fondo tratando de ser invisible,
Valerie ordenó:
―Llévame de vuelta a Houma inmediatamente… justo después de usar el
baño. ―Antes de que tuvieran la oportunidad de resistirse, le preguntó a Rene―:
Tienes un inodoro en este basurero, ¿no?
Él asintió, no del todo satisfecho por su referencia a su casa como un basurero,
que dijo ella. Pero ella estaba en un estado de ánimo malo. 1
―Por favor no me digas que es una letrina. Esa sería la indignidad final. 9
Él se burló y dijo algo en voz baja, pero la condujo por las escaleras.
Probablemente estaba comiendo con los ojos su trasero; humillante como esa
perspectiva era no estaba a punto de darle la satisfacción de comprobar.
El interior de la cabaña era una habitación grande con muy pocos muebles.
Paredes de madera a la vista y vigas abiertas. Los pisos de madera. Cocina
básica. Desván inacabado. Gran ambiente si te gustaba rústico, que a Valerie no.
Pensó en su pequeño apartamento nuevo en Manhattan con su portero, sus
elegantes antigüedades, y el acceso a todas las comodidades que la ciudad tenía que
ofrecer.
El contraste en sus moradas correlacionada con las diferencias en sus
personalidades. Siempre había sido tosco, crudo y salvaje, mientras ella había sido
lista, ambiciosa, y en control, incluso a una edad temprana.
No siempre fui así, pensó de repente, sorprendiéndose. Hubo un momento en que
me gustaba ir de pesca en el bayou con papá. Perezosos días pasados colgando. Comer
nuestras capturas sobre un fuego abierto con crujiente francés pan que compramos en el
camino a una tienda en la carretera. Viniendo a casa tarde, sucia y cansada. Pero muy, muy
feliz. Aun cuando madre se lanzaba a nosotros cuando regresábamos a su bonita casa prístina.
Eso fue antes de cumplir ocho. Antes de que su padre, Henri Breaux, les dejara a ella
y su madre en Luisiana y saliera pitando a Francia a llevar una buena vida. Él nunca
regresó.
Los siguientes dieciocho años, hasta que había egresado de la facultad de
derecho, habían sido pasado bajo el pulgar de su madre rígida, ya veces abusiva,
Simone Fontenot Breaux, una agente inmobiliaria de Houma. Todas las mujeres en
Breaux, si eran Breaux por sangre o matrimonio, eran ambiciosas, perfectas y frías
como el hielo. Si no nacían con el gen de hielo, eran golpeadas con él. Val lo sabía
muy bien.
Todos los hombres son unos cerdos, Valerie. Deja de quejarte sobre tu no-buen padre.
Todos los hombres dejan en el final. Sé independiente. Trabaja duro. Mantén tus emociones
bajo control. Deja de ser un bebé. Eres una Breaux. Actúa como una.
¡Dios Mío! ¿Por qué estaba pensando en todo eso ahora? Agua debajo del
puente. ¡Tales pensamientos sensibleros apenas porque tante Lulu empujo sus
botones!
Sacudió la cabeza, llamándose de nuevo al presente.
Rene le señaló hacia una puerta cerrada. Una vez que hizo sus necesidades, se
lavó las manos. Echando un vistazo a su imagen en el espejo sobre el lavabo, no
pudo evitar un chillido de angustia por su apariencia. 2
Hurgando en el cajón del tocador de lavamanos, se encontró con decenas de 0
paquetes de aluminio ―¡asqueroso hombre!― bajo los cuales descubrió una banda
de goma y un cepillo. Hizo un trabajo rápido tirando su cabello hacia atrás con
fuerza de la cara en una coleta alta. No tenía maquillaje para cubrir las marcas rojas
alrededor de su boca causadas por la cinta adhesiva. Cepillo las arrugas de su traje
de seda gris de Donna Karan, suspiró. Era lo mejor que podía hacer.
Había un dicho en el sur que los animales transpiraban, los hombres sudaban,
y las mujeres brillaban. Bueno, con este calor de cuarenta y seis grados, con
alrededor del noventa por ciento humedad, se sentía como un invernadero, y Valerie
estaba brillando como un cerdo engrasado.
¡No era una buena imagen!
Cuando salió, Rene estaba en el mostrador de la cocina vertiendo dos vasos de
té dulce helado. Le dio una, revisando su aspecto en un desconcertante, manera-
demasiado-mala, escrutinio, de la cabeza a los pies.
Esa es la forma en que siempre había sido. Malvado. Crudo. Desconcertante.
Probablemente la había mirado de la misma manera cuando eran adolescentes.
¿Por qué más debería ella dejarle convencer de tener sexo con él? ¡Ja! ¿A quién
engaño? Yo era probablemente la que le hacía proposiciones, fortificada con todo que el
alcohol.
Se apoyó contra la pared, todavía observándola de cerca. Como si pudiera leer
su mente. Dios mío, espero que no.
Se sentó en una de las sillas plegables, asegurándose de que la falda no se
levantara demasiado alto en caso de que él se diera cuenta.
Sí, lo hizo. Sus ojos fijos en sus piernas.
―Me gusta el cabello suelto mejor ―dijo perezosamente.
―Bueno, caramba, caramba, eso sin duda hará que lo deje suelto ―respondió
ella―. ¿Debo correr de nuevo y cambiarlo para ti?
Él ignoró su sarcasmo y cambió de tema.
―Entonces, ¿qué hay de nuevo, nena?
―No mucho, nene… Que no sea ser secuestrado.
―¿Aún trabajando para Trial TV?
―No. ―Tomó un sorbo de la bebida fría―. ¿Sigues trabajando como medio
2
ambientalista?
1
―No.
―Esto es un poco de conversación. ―Dejó el vaso en el mostrador―. ¿Por qué
no estás trabajando aún en Washington D.C. por la Asociación de Camaroneros?
Se encogió de hombros.
―Lo deje.
Ahora, eso la sorprendió. Nunca había esperado que Rene hiciera gran cosa.
Con los años, cuando venía de vez en cuando a casa, escuchó de él siendo un
pescador de camarones, un acordeonista en una banda de bar bajo, un montón de
puestos de trabajo de remate. Luego, hace unos años, había sido sorprendida al oír
hablar de su trabajo como medio ambientalista. Tuvo que admitir, que había
quedado impresionada. No le preguntó por los detalles de su renuncia ahora, sin
embargo, porque no quería que él pensara que le importaba.
No es que él ofreció más información. Después de un largo silencio, dijo:
―¿Por qué no sigues con Trial TV? Yo creo que eso es un lugar asombroso
para una chica como tú.
Ella se erizó.
―Primero, yo no soy una chica.
Él sonrió de la manera más pecaminosa como diciendo que sabía muy bien lo
que era ella No era una chica nunca más… y que le gustaba la mujer que se había
convertido.
―Dos, era un lugar asombroso. Tres, detente con ese “una chica como tú" de
mierda. Y cuatro, me despidieron.
―¡Oh, demonios! Lo siento, Val. ―Ella debió haberlo fulminado porque
inmediatamente dijo―: Quiero decir, Val-er-ie. ―Ella hubiera estado mejor con él
llamándola Val, porque la forma en que dijo Val-er-ie, sonaba sedoso y sensual en
su lengua, la forma en que un hombre podía murmurar su nombre en medio de sexo
caliente. No es que ella había tenido sexo caliente en mucho, mucho tiempo. Acaso
nunca―. ¿Qué pasó?
Un águila legal más joven estaba esperando con sus alas listas para tomar mi lugar.
Me negué a ceder en una cuestión ética. Tengo un problema de actitud. Las calificaciones
están abajo. Escoge uno. Eso es lo que pensaba, pero lo que dijo fue:
―Todo esto es parte del juego.
Él no se lo creía, podía decir.
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―Bueno, esto ha sido divertido ―dijo ella, de pie―. Ustedes van a escuchar 2
de mi abogado.
Justo en ese momento un motor fuerte rugió fuera.
Ella miró a Rene, y la expresión de su rostro alarmo la inmediatamente a ella.
―¡Ellos no lo harían! ―gritó con incredulidad y corrió hacia la puerta. Ella lo
siguió muy de cerca.
El avión estaba despegando del agua hasta estar en el aire, y tante Lulu estaba
de pie en la orilla del arroyo saludándoles.
―¡Vuelve aquí! Tienes que llevarme de regreso a Houma ―gritó Valerie, su
voz estridente en sus propios oídos.
―Tú no eres el jefe de ´ta op ―dijo tante Lulu, a continuación explicó―: Op e´
abreviatu´a de operació´ entre los agentes del gobierno. No e´ que seamos agentes
del gobierno. Somos nuestros propios agentes. Pa´ protege´ "el pantano".
Ella sonrió como si acabara de ser nombrado CIA Jane.
―Yo… quiero… irme ―dijo Valerie, muy despacio para que su mensaje
llegara a tante Lulu.
―Tú… no tiene… que irte ―dijo la misma lentitud tante Lulu.
Valerie gritó su indignación.
―Vamos, no te exaltes, chere. Voy a llamar a mi hermano Remy para venir por
ti ―le aseguró Rene. Estaba buscando en todo el porche, jurando algo acerca de
"asesinato" e "idiotas" y su "peor pesadilla".
Ja, ella tenía la primicia en su "peor pesadilla".
―Deja de hacerme perder tiempo. ¿Dónde está tu maldito teléfono? Dame la
cosa, por el amor de Dios. Voy a llamar a alguien para venir a buscarme. No quiero
tener nada que ver contigo o tu familia chiflada o amigos.
―¡Oops! ―dijo al fin, después de caminar de un lado a otro a lo largo del
porche.
No le gustaba el sonido de eso "¡Oops!" Tampoco le gustaba la débil sonrisa de
disculpas que él le dio.
―No me digas.
―Deben de haber tomado mi teléfono.
―Te dije que no me lo digas. Te lo juro, estarás con una cadena de presos por
años cuando termine contigo.
―No es mi culpa. 2
3
―Voy a demandar al culo de todos ustedes.
Tante Lulu se acercó a ellos.
―No hay que preocuparse, Valerie. Volverán por ti una ve´ ustede´ es´én de
acuerdo en ayudarnos.
―¿Nosotros? ―preguntó Rene―. ¿Nosotros? ¿Desde cuándo te involucras,
tante Lulu?
¿O yo, para el caso?
Ella ignoró su pregunta y se golpeó las rodillas con deleite.
―¡Santos cangrejos! Eso e´ casi tan diverti´o como vel un espectáculo de
Richard Simmons. ¿Hay alguien de humor para gumbo? Es´oy pensando que nos
haré una taza de gumbo pa´ la cena. La alegría de ser una agente hace un cuerpo con
hambre.
Valerie no le iba a preguntar lo que quería decir sobre Richard Simmons.
Y no iba a discutir alguna loca elección de menú del bayou, o bien, o tante Lulu
siendo un agente, secreto o no.
―Sabes, Valerie, consegui´ás líneas gruñonas alrede´or de tus ojos y boca si la
mantienes frunci´a así ―ofreció tante Lulu cuando pasó por delante de ellos y fue a
la cabaña.
―¿Gruñonas? Matar es una defensa legal en algunas partes de Luisiana, ¡sabes!
Tante Lulu sólo se rió.
Valerie levantó sus manos en garras detrás de la espalda de la mujer.
―¡Mierda, Val! Te ves como Lizzie Borden4 debe verse justo antes de levantar
su hacha.
Ella respiró hondo varias veces. Tan bien como se podía sentir, perder el
control no era la respuesta. Cálmate, Valerie, la voz de Simone Breaux hizo eco en su
cabeza, como un dolor de muelas que no desaparecía. Las rabietas no ganan nada. Tal
vez una hora en el armario te ayudará a controlar tus emociones. Tal vez la próxima vez
tendrás una A en matemáticas. Nosotros no nos conformamos con una B en esta familia.
Inhalando y exhalando, Valerie finalmente consiguió que sus furiosos latidos
volvieran a la normalidad.
Poco a poco, se volvió y enseñó los dientes a Rene, quién era el único la mitad
de lo normal de persona en este esquizo-drama, y que no estaba diciendo mucho.
2
―¿Cómo puedo salir de aquí? ―preguntó ella. 4
―Maldito sea si lo supiera.
―Deja de bromear.
―Ojalá lo estuviera haciendo.
―¿Hay un barco?
―Una piragua ―dijo, señalando una canoa normalmente utilizada en arroyos
bajos del bayou―. Pero probablemente tomaría tres días llegar a Houma en esa cosa.
No lo intentaré.
―Yo tampoco ―dijo tante Lulu desde el interior de la cabaña donde estaba
haciendo traqueteo con ollas y sartenes, espiando abiertamente―. De ninguna
manera voy a un viaje en barco de tre´ días a travé´ de los pantanos. Ni siquiera si
Richard Simmons stuviera remando mi canoa.
Richard Simmons de nuevo.
―¿Qué le pasa a tu tía con Richard Simmons? ―Entonces―. No importa.
―Hizo un gesto con la mano en el aire, como para descartar el tema por completo―.
4Lizzie Borden, nacida en Nueva Inglaterra y la única sospechosa de los asesinatos de su padre y su
madrastra, que tuvieron lugar en su casa el 4 de agosto de 1892, también conocida como “La loca del
hacha”
¿No sueles mantenerte en contacto por teléfono? ¿Cuánto tiempo pasa antes de que
alguien se preocupe y venga a ver cómo estás?
―No lo sé. Un día o dos. Tal vez una semana. A menos que…
―¿A menos que qué?
―A menos que tante Lulu estuviera involucrada. A menos que ella llamara a
Remy y le dijera que no viniera hasta que ella le diga. Entonces no habría dudas
cuando nadie se presentara aquí. Supongo que una semana.
Un significativo silencio resonó desde el interior de la cabaña.
―¿Por qué esa vieja urraca se involucraría?
―Ya te lo dije. Ella podría pensar que, si estamos atrapados aquí juntos el
tiempo suficiente, vamos a volvernos locamente enamorados. La vieja cosa del amor
como un rayo.
―O podría querer detener que suceda el rayo ―sugirió tante Lulu desde el
interior, ya no más silenciosa.
―¿Una semana? ―gritó Val, con un largo y fuerte gemido de frustración―.
¡Nooooooo!
Alrededor de mil pájaros chillaron, cantaron y volaron fuera de la isla. 2
5
La gente probablemente la escuchó en Big Mamou. Seguro que ella lo esperaba.
―Bueno, eso habrá pelado la corteza de todos los cipreses dentro de un
kilómetro ―comentó Rene, golpeando el lado de su cabeza con la palma de la mano
como para aclararla.
―Bien ―dijo. Entonces gritó hacia el interior de la cabaña―: ¿Hay algo bueno
para comer allí, Sra. Rivard?
―Por supues´o que sí ―respondió tante Lulu―. Traje un lote de buñuelos
conmigo.
Rene la miraba fijamente con preocupación. Probablemente preocupado de
que ella estaba perdiendo los papeles con este rápido cambio de tema. Extendió una
mano para darle palmaditas a su antebrazo.
Ella apartó su mano de un golpe.
―He estado a dieta los últimos diez años, para mantener la imagen perfecta de
TV. ¡Lo mucho que me sirvió!
¿A quién demonios le importaba ahora? Tiempos desesperados requerían
medidas desesperadas.
―Si voy estar atrapada en el infierno la siguiente semana ―le informó a
Rene―, estoy segura que no voy a estar a dieta.
3
2
Capítulo 3
Usando unos shorts de Rene y una camiseta de Bite Me Bayou Bait Company
anudada a la cintura, Valerie camino hacia el arroyo y procedió a sumergirse, hasta
la cintura.
El movimiento lento del agua era deliciosamente frio. A pesar de tener color té
―por siglos de cortezas de árbol sumergidas― era lo suficientemente pura para
beberla. Salpicó agua en sus brazos, su rostro y la parte de atrás de su cuello, el cual
estaba expuesto gracias a su coleta alta. 3
3
Una serpiente negra de agua cruzó, muy cerca, pero ni un poco interesada en
ella. Su labio superior estaba fruncido con disgusto. Habiendo crecido cerca del
pantano, conocía las serpientes no venenosas del lugar, una lección que aún
recordaba de su padre. No les tenía miedo, aun así no le gustaban las criaturas.
―Cuidado con las serpientes ―le dijo Rene, riendo.
Ella se volteó y sin pensarlo, le enseño la lengua. Era un gesto inmaduro que
Valerie no había utilizado desde que era una niña, probablemente hacia él. Pero, oye,
el abuso acumulativo del pícaro y sus locos amigos ameritaban la lengua, en su
opinión.
Él solo se rió un poco más.
―¿Eso es lenguaje de señas de abogados?
―Sí. Recibirás mi factura.
―Oye, si van a cobrarme por la lengua, la quiero de una manera diferente. Y
no me refiero a con cátsup.
Ella rodó sus ojos.
Él se paró en uno de los escalones de la cabaña, los que estaban sobre pilotes,
una necesidad cuando estaban muy cerca de un arroyo que frecuentemente se
desborda. Sosteniendo un taladro en una mano, limpió su frente con el dorso de su
otro brazo. Estaba construyendo un riel en la parte superior de las escaleras.
―¿Quieres oír un chiste de abogados? ―preguntó de repente, sus ojos azul
oscuro danzando con picardía.
―No.
―¿Escuchaste sobre el nuevo bar de sushi que abastece a los abogados?
―No, significa no, amigo. Además ese es tan viejo como las montañas.
―Se llama Sosumi.
―Ja, ja, ja. ¿Por qué no vas a hacer un hoyo con ese taladro en algo… como en
ese globo hueco arriba de tu cuello?
―¿Cuál es la diferencia entre Dios y un abogado?
―No estoy escuchando.
―Dios no cree que es un abogado.
Con su siesta aparentemente terminada, tante Lulu salió al porche, cargando
un balde metálico.
―Es´á má´ caliente que una novia en junio en un colchón de plumas. 3
―Después la llamó―. Voy a ir a recoge´ arándanos pa´ el postre ya que te acabaste 4
todo´ los buñuelos.
Qué amable de su parte recordármelo.
―¿Quieres venir conmigo?
¡Demonios, no!
―No, gracias. ―La vieja bruja probablemente la aventaría a arenas movedizas
o hacia la mandíbula de un cocodrilo para deshacerse de ella, con tal de que su
estúpido hechizo de amor, o rayo, o como fuera que lo llamara, no surtiera efecto.
Tante Lulu no la consideraba lo suficientemente buena para su sobrino. ¡Ja! Se
sumergió en el agua y nado. Era muy oscuro como para ver mucho, pero al menos
había acallado las bromas de Rene y las locuras de la anciana.
Cuando emergió, estaba aproximadamente diez metros más abajo y más cerca
de la pequeña isla que causaba la bifurcación del pantano. Decidió caminar el resto
del camino y explorar un poco.
La isla era pequeña, aproximadamente del tamaño de la mitad de un campo
de fútbol. Bien podría desaparecer la próxima vez que el golfo fuera golpeado por
una gran tormenta. Así era el pantano, constantemente reinventándose a sí mismo.
Si fuera una amante de la naturaleza, probablemente estaría impresionada por
los robles majestuosos con su musgo goteante o por los cipreses tan antiguos como
Dios, pero era una chica de ciudad. Todo lo que veía eran árboles. El canto de las
aves llenó el aire, sonaba estridente en vez de melódico. El aroma de las flores de
magnolia y rosas silvestres era empalagoso por su intensidad.
Probablemente había cocodrilos en el vecindario, pero no vio ninguno. Si lo
hacía, con ese humor, probablemente le habría lanzado una patada karateca, lo
hubiera volteado de adentro hacia afuera y lo hubiera hecho un bolso.
Sentándose en la orilla del banco, balance sus piernas en el agua. La presión de
los dos días pasados cayó sobre ella. Si fuera el tipo de chica que llora, ahora sería el
momento para soltarlo. Pero la conmiseración no era la cosa de Valerie, no lo había
sido por un largo, largo tiempo. Para ese lloriqueo Valerie, la voz de su madre irrumpió
de nuevo. Tu padre nunca va a regresar. ¡Nunca, nunca, nunca!
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
Rene estaba perforando con fuerza la barandilla, con una venganza. Tal vez
estaba frustrado por cómo las cartas del destino lo habían tratado, también. Casi
considero sentirse mal por él. Casi.
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam! 3
¿Qué me poseyó para decirle que no había tenido sexo en dos años? Mi cerebro 5
probablemente se está derritiendo por todo este calor.
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
Valerie apretó los dientes mientras continuaba su incesante golpeteo. Cada
maldito pájaro en el pantano chilló en protesta.
Bam, bam. Squawk, squawk. Chirp, chirp. Eek, eek. Bam, bam… Era suficiente para
volver loco a cualquier persona cuerda. No es que ella se sintiera particularmente
cuerda.
Rene alcanzó su cinturón de herramientas para más clavos y bendijo el silencio
que reinaba.
Pero solo por un segundo.
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
Valerie siempre había sido una creadora de listas desde que era una niña
pequeña. Probablemente un rasgo innato de las mujeres de la familia Breaux. Eran
mujeres de negocios, congresistas, consultoras jurídicas, jueces de corte, químicas.
En cualquier caso, el primer paso para resolver un problema era entender el
problema y siempre comenzaba con una lista.
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
Decidió hacer una lista ahora… de todas las razones por las que detestaba a
Rene LeDeux.
No 1: Hacia mucho ruido.
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
No 2: Desperdiciaba mucho tiempo sin sentido, como construyendo una
cabaña, cuando debería estar haciendo algo más grande, como hacer grandes
cantidades de dinero, o influenciando a la sociedad, o inventando la cura para el
cáncer. Incluso intentando preservar el medio ambiente de Luisiana, a pesar de que
ella sabía que esa era una batalla perdida.
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
Él debería remar esa piragua por el pantano y conseguir ayuda, incluso si
tomara tres días. Ella esperaría aquí por él, claro, bebiendo julepe de menta y
bombones. Muchos bombones. Probablemente había bombones escondidos en ese
bolso tamaño Vermont que tante Lulu cargaba.
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
No 4: Debería dejar de lucir tan malditamente tentador. Incluso con sudor 3
cayendo de sus músculos, incluso con esa molesta sonrisa modesta, incluso con 6
tantos músculos, era un espécimen de primera. No el tipo de ella en absoluto, pero
de primera sin embargo, tenía que admitir.
¡Bam! ¡Bam! ¡Bam!
Está bien, demasiado de Rene. Ella tenía suficientes problemas.
Cuando Elton Davis, el productor de TTN’s “Daily Update”, la había llamado
a su oficina dos días antes, ella había estado impactada por recibir una carta de
despido. No tan impactada cuando descubrió que su reemplazo era Sonja Smith,
una pasante de veinticuatro años, que también era la novia de Elton. Sonja, eres
demasiado buena para labrar tu camino en las sábanas.
Valerie debió haberlo visto venir. Cinco años de jurado analista debieron darle
todas las pistas. Estaba dormida al volante ―uh, micrófono― esta vez. Pensó que
conocía como nadar con tiburones, pero aparentemente había apagado su radar.
Por meses, Elton había insinuado que podría querer considerar la cirugía
plástica para reducir unas pocas arrugas. ¡El descaro! No tengo arrugas, incluso si tante
Lulu dice que tengo unas líneas de enojo. Tal vez una línea de sonrisa o dos. Pero
definitivamente no arrugar. Tengo solamente treinta y cinco, ¡por Dios!
Después estaba el problema de su “frialdad”. Elton de hecho había tratado de
anotarla en clases de personalidad.
Ella le había dicho, en términos muy claros: “La única persona en la habitación
que necesita un trasplante de personalidad tiene pene. Uno pequeño, por cierto”.
El colmo debió de ser que ella se negó a darle vida a sus noticias de análisis de
juicios para hacer más segmentos tipo “National Enquirer”. Él imbécil alineó, sin su
permiso, actores para volver a promulgar un caso de una violación de celebridad, el
cual aún estaba proceso del sistema judicial. Ella había salido ese día, pensando que
estaba tomando el camino grande. Poco sabía sobre ese camino llevándola hacia el
desempleo.
Pudo haberse quedado y luchado por el trabajo. Pero en vez, decidió, regresar
a casa y pensar.
Años de escuela de leyes y entrenamiento de la corte le habían enseñado a
nunca actuar con prisa. Calmarse, planearlo, después tomar a tu oponente por
sorpresa.
Difícil de hacer cuando estás secuestrada, sin embargo.
Aún puedo formar una estrategia.
3
Los peces gordos de los juicios de TV probablemente ya me están buscando. Elton está 7
sin duda en problemas. Ellos me rogaran que regrese.
Si pueden encontrarme.
Hmmm. Necesito pensar sobre qué pedir antes de regresar. No, si es que regreso.
¿De dónde salió ese “si es que”? Por supuesto, regresaré, con los incentivos correctos,
¿cierto?
Incluso si me suplican regresar, es humillante ser puesta en esta posición. Doblemente
humillante si consideras que he sido despedida y secuestrada prácticamente el mismo día.
Alguien va a pagar. Y no solamente el tipo con su pene pequeño.
Pero basta de conmiseración. Como ese viejo chiste de abogados, pon cien abogados en
el sótano y ¿qué tienes? Una bodega de gemidos. Valerie se rió entre dientes.
Las cosas deben estar realmente mal si estoy contándome chistes de abogados.
Y Rene piensa que no tengo sentido del humor. ¡Ja!
¿Alicia en dónde?
―Me siento como Alicia en el país de las Maravillas después de que cae en la
madriguera del conejo ―dice Rene, colocando su mentón en una mano, con el codo
recargado en la mesa―. Mi mundo ciertamente se ha convertido en caos y sin sentido.
Hace una hora aproximadamente, había ido a la cabaña donde la cocina de
tante Lulu había logrado una temperatura imposiblemente caliente para escaldar, lo
que lo convertía en una tortura en el interior de la sala. Como resultado, él, tante
Lulu y Val estaban teniendo su propia versión de la reunión loca del té fuera de la
cabaña, su mesa era una vieja puerta de madera colocado sobre dos caballetes. Había
té dulce pero, en vez de las tartas de la reina de corazones, su tía sirvió gumbo cajún,
pan francés crujiente, ensalada de diente de león y vinagre y un delicioso brebaje
que su tía caprichosamente llamaba “Blueberry Huckle Buckle.
Él sentado en una silla alta y las dos damas en sillas plegables. Su festín tuvo
lugar bajo un ridículo mosquitero en forma de tienda, el cual él había levantado ante
la insistencia de su tía de mantener alejados a los molestos mosquitos y no-moscas,
esos diminutos moscos que plagaban el pantano.
―Alex en el país de las maravillas se parecería más ―dijo Val con una ligera
sonrisa, que probablemente había intentado como una risa. Tenía una sonrisa muy
bonita, Rene tenía que admitirlo, cuando no estaba disparando contra él, lo que hacía
la mayoría del tiempo.
3
8
― Bueno, si tú puedes se´ el personaje principa´, supongo que yo tengo que se´
el conejo blanco ―remarcó tante Lulu con una risa mientras acariciaba sus rizos
blancos―. O tal ve’ el gato. ―Miró de él a Val en la manera más extraña, como si
ella supiera algo que ellos no.
―Olviden esa parte de Alice/Alex. Soy mucho más parecido al sombrerero
loco. ―Cien por ciento, sobre el caso de enfermedad mental. Ese soy yo. Rene guiño hacia
Val para mostrar que solo estaba bromeando.
Ella se quedó quieta y él se preguntó si usualmente era tan fría, Val podría ser
afectada por su guiño.
Algunas mujeres lo estaban, Rene lo sabía por experiencias pasadas. Hmmm.
Un poco de información que guardar para futuras referencias.
―¿Quién será´ tú? ―le preguntó tante Lulu a Val.
―No puedo creer que ustedes estén jugando mientras mi vida se derrumba.
Charadas de escenas del crimen―. Jesús. ―Se encogió de hombros―. Está bien,
puedo jugar también. Supongo que sería la Reina de Corazones.
Preferiría que fueras la tarta de la reina de corazones, bebé, sobre todo con esos dos años
empaquetados. No, no, no, yo no pensé eso. Solo fue un desliz.
―Bueno, si tu ere la Reina de Corazones, entonces Rene tendría que ser el Rey
de Corazones.
¡Santa mierda!
―¿Por q…? ―empezó a preguntar Valerie.
―No preguntes. ―La interrumpió.
―Porque uste´es son almas gemelas. Jesús, ¿aún no captas el mensaje, niñita?
Val rodó sus ojos.
―No somos almas gemelas, pero asumamos esa absurda hipótesis y digamos
que lo somos. Pensé que no querías que Rene y yo estuviéramos juntos.
―No lo hago, pero algunas veces solo tienes que ir con la corriente.
―¿Cuál…?
―No preguntes ―le ordenó de nuevo.
Demasiado tarde otra vez. Ella termino.
― ¿… corriente sería esa?
―El rayo. Bendito tu corazón, Val, pero no ere´ muy brillante cuando se trata
de amor, ¿cierto? 3
9
Val sacudió la cabeza ante la inutilidad de discutir con la tía de Rene, algo que
él y sus hermanos habían aprendido años atrás.
―Aparentemente, no.
―Aun así, puede que no sea muy tarde. Tal ve’ si me quedó como chaperona…
―¡Whoa! ¡Whoa! ¡Whoa! ―dijo Val―. Tener una chaperona implica que algo
está sucediendo entre Rene y yo, lo que no es cierto. No ahora, ni nunca.
No estoy tan seguro sobre eso. Existió esta ocasión. Y nada en esos “dos años”. Hombre,
oh hombre, ¿Por qué sigo pensando en eso? Tendrían que nominarme para el hombre tonto
del Hall of Fame.
Tante Lulu continuó como si Val ni siquiera hubiera hablado.
―Como chaperona, tal ve’ podría dirigi´ el rayo en otra dirección. Recuerda
que las chicas cajún lindas se comprometen so’o una ve´, ¿Rene? Francine Pitre. Tal
ve’ debería invitarla a venir aquí. Eso debería servir como un disparador del rayo,
lo apuesto.
― No te atrevas. ―¡Que idea! Podríamos convertir la fiesta loca de té en la fiesta
demente de té. Ja ja ja.
―¿Estuviste comprometido? ―preguntó Val. Ahora ella era la que tenía el
mentón acunado en una mano, con el codo en la mesa. Ella lo miró fijamente con
incredulidad.
¿Qué? ¿Un tipo como yo no puede comprometerse nunca?
―No estuve comprometido. Yo estaba… comprometido a estar
comprometido.
―E´ lo mismo. ―Tante Lulu sacudió una mano en el aire.
―Y fue hace diez años, por el amor de Dios.
Val continuó estudiándolo.
―¿Qué sucedió?
―Lo cancelamos. ―Él podía sentir su rostro calentarse, lo cual era realmente
extraño en esa atmosfera tan caliente.
―¡Pfff! Frannie quería casarse y tener bebés. Rene quería fiesta. Eso e´ lo que
pienso. ―Tante Lulu tenía una opinión de cada cosa en el mundo, pero estaba a
nada de acertar con esa. Al menos ese había sido el plan original de Francine… antes
de descubrir algo importante sobre ella misma.
―¿Qué hace esta Francine ahora? ¿Está casada? ¿Con un montón de hijos? 4
0
―Demonios, ¡No! ―Rene dijo―. Es modelo de Victoria’s Secret, no se casó
nunca, sin hijos.
¿Victoria’s Secret? Val articuló en silencio hacia él.
―La vi el mes pasado en N´awlins y preguntó por ti. Ella aún cree que está
enamorada de ti.
Otra opinión de tante Lulu, esta vez tan lejos de acertar que sacudió su mente.
La verdad era, que Francine era lesbiana y había vivido un largo tiempo con
su amante. Ella probablemente fue bisexual en algún punto, cuando ellos
comenzaron a salir. Pero después descubrió su Ellen DeGeneres interior y había
estado fuera del juego a partir de entonces. Los juegos de mujeres, eso es. Qué clase de
hombre soy. Vuelvo gay a las mujeres gay, esa clase.
―¿Un enamoramiento? Por favor tía. Las mujeres de treinta y cinco no tienen
enamoramientos.
―¿Por qué no? ―preguntó Val.
Él le dirigió una mirada que esperaba transmitiera que no alentara a su tía.
―Y, wow, treinta y cinco y una modelo de Victoria’s Secret. Ella debe ser otra
cosa.
―Lo es ―dijeron Rene y Tante.
La expresión más peculiar cruzó el rostro de Val. Él la entendió solamente
cuando ella se miró a sí misma. Aunque fuera solo en eso, Val era como cualquier
otra mujer que había conocido. Ella pensaba que su cuerpo era todo menos perfecto.
Francamente, él pensaba que su cuerpo estaba sencillamente bien, no es que
fuera a decir eso en voz alta alguna vez. Su tía no tenía tantos tapujos, sin embargo.
―Francine era demasiado delgada. Eso sí ―dijo tante Lulu, palmeando a Val
en el antebrazo.
―¡Ha! Yo siempre estoy a dieta y nunca soy lo suficientemente delgada.
Tante Lulu intentaba ser amable.
―Todos dicen que las personas se ven cuatro kilos más pesados en TV.
―Sí, añade a eso los cuatro que necesito bajar fuera de cámara y obtendrás el
resultado.
Rene sonrió. A él le gustaría ver dónde estaba escondiendo esos cuatro kilos.
―Deja de sonreír ―dijo Val, notando la dirección de su mirada, la cual estaba
en el slogan Bite Me de su playera. ¡Hablando de vergüenzas!
4
Síp, había algunas partes de su cuerpo que se veían lo suficientemente buenas para
1
comer… eh... morder… Rene pensó.
Miró hacia una estatua de San Judas situada fuera de la tienda. Oye, chico
grande, estoy teniendo pensamientos impuros aquí. ¿No puedes hacer algo al respecto?
¿Cómo qué?, dijo una voz mental en su cabeza.
Como limpiar mi paladar mental.
¿Te refieres a un exorcismo de lujuria?
Bueno, no sé sobre eso. ¿Involucraría vomito verde?
Tsk, tsk, tsk. Ves demasiadas películas.
Así qué… ¿vas a ayudarme?
No.
¿Por qué?
Porque el Señor tiene un plan para ti.
¡Uh – oh!
Todo lo que escuchó entonces fueron risas psicóticas, lo cual era muy raro, para
empezar no es que tener una charla telepática con una estatua de plástico no fuera
raro.
Locura, ahí es a donde se dirigía. Se dio la vuelta para ver a Val de nuevo.
―¿Podemos cambiar de tema?
―Por favor ―dijo Val.
―Tenemos que discutir de lo que vamos a hacer con esta situación aquí.
―¿Te refieres a la situación del secuestro? ―preguntó dulcemente.
Tante Lulu hizo un sonido de desaprobación chasqueando la lengua mientras
ella empezó a recoger los platos para llevarlos adentro para lavar. Se enredó en el
mosquitero, pero finalmente logró liberarse. Una vez dentro de la cabaña, debió de
haber encendido la radio porque la suave música cajún les llegó.
―Me preocupa demasiado el pantano, Val, a pesar de que no estoy trabajando
más para la Asociación de Camaroneros. Y entiendo la desesperación que te
ocasionan J.B. y Mad, equivocados como estaban. Tú piensas que es un delito el que
te hayan obligado a venir aquí, lo cual probablemente es, pero también es un crimen
lo que le están haciendo a la tierra en el sur de Luisiana. 4
―Pero no es mi crimen. 2
―Me doy cuenta de eso.
―Entonces déjame ir.
―No puedo.
¿Por qué no?
―A pesar de no haber estado involucrada al principio, lo estoy ahora. JB y
Maddie son buenos amigos. Si te llevo de vuelta ahora, en tu actual estado de ánimo,
los meterás en la cárcel. No puedo permitir eso.
― ¿Permitir… permitir que…? ―farfulló.
Él asintió.
―Puede que no haya tenido nada que ver al traerte aquí, pero no voy a
sentarme de cuclillas para ayudarle a regresar. A menos que…
Ella entrecerró los ojos hacia él.
―¿A menos que qué?
―A menos que accedas olvidar que todo este incidente pasó. No presentas
cargos. No publicidad. Nada.
―¡Ja!
Se encogió de hombros.
―Entonces, bienvenida al Club Med Bayou, chere.
Ella le enseñó sus dientes.
―Simplemente no los entiendo a ustede´ do´ ―dijo tante Lulu, levantando la
red y regresando a la mesa con más platos―. ¿De ´ónde viene to´a es´a hostilidad?
―Viene de regreso ―le dijo Val.
Por favor, no le digas a tante Lulu sobre el incidente.
―¿Todavía estás traumada por el incidente de la ropa interior? ―preguntó.
―¿Qué incidente de la ropa interior? ―Tante Lulu quería saber.
―Su precioso sobrino me convenció para que le enseñara mis bragas de Barbie.
―Val cruzó los brazos sobre su pecho y lo miró.
¡No el incidente! ¡Gracias, Dios!
Puedes agradecerme también, dijo San Judas, o su conciencia hiperactiva.
Lo que sea. Al menos había esquivado otra bala.
4
―¡Rene! ―Tante Lulu lo reprendió. 3
―Sólo tenía siete años ―dijo a la defensiva―. Y, ¿qué hay de la vez que le
dijiste a la hermana Clotilde que puse pica pica en los asientos del inodoro en el baño
de los maestros?
―Bueno, lo hiciste.
―¡Rene! ―dijo su tía dijo de nuevo, aunque una pequeña sonrisa curvó sus
labios.
―Pero no tenías que decirle ―se quejó con Val―. Ese día me gané diez golpes
en los nudillos con la regla de la hermana.
―Luego hubo esa vez en que me pellizcaste el trasero en la sala de abrigo
―agrego Val a su lista de agravios.
―Tú también me pellizcaste. ¿Qué hay de la vez que les dijiste a los otros niños
que tenía piojos?
―¿Qué hay de la vez que me enseñaste el trasero?
―Le estaba enseñando el trasero a toda la tropa de niñas scouts, no sólo a ti.
―¡Señor misericordioso! ―exclamó tante Lulu.
―Siempre me estabas molestando.
―A lo mejo´ te molestaba porque le gustabas ―dijo tante Lulu―. Y a lo mejo´
se las regresabas porque él te gustaba.
Él y Val ignoraron esos comentarios.
―Tú me dijiste imbécil más de una vez ―le recordó a Val.
―¡Tsk-tsk! ―opinó tante Lulu por su lenguaje.
―Lo eras ―replico Val.
―No lo era.
―¡Suficiente! ―gritó tante Lulu. Ambos la miraron. Con puños apoyados en
ambos lados de sus diminutas caderas, parecía una Rambo mayor de edad y
enana―. To´o eso e´ historia.
―Obviamente no ―dijo Rene. No sabes todo, tía.
―Una serpiente no cambia sus manchas ―dijo Val.
―Se supone que es un leopardo, no una serpiente ―la corrigió.
Ella le sacó la lengua.
―Es la segunda vez en el día que me sacas la lengua, panquecito. ¿Estás
tratando de mandarme un mensaje? 4
Ella gruñó algo en voz baja que sonaba mucho como “¡Estúpido!”, 4
―¿Quieren sabe´ lo que pienso? ―preguntó tante Lulu.
―¡No! ―dijeron Val y él al mismo tiempo.
―Creo ustede´ do´ se han esta´o atacando des´e que eran niños. Creo que e´
momento de que ustede´ do´…
Hizo una pausa para el efecto dramático.
Rene gimió.
Val, quien podía ser a veces tan tonta, preguntó:
―¿Qué?
―Besarse y hacerlo ―declaró su tía, radiante.
―Tienes que estar bromeando ―dijo él.
―No en esta vida ―dijo Val.
―No apostaría por eso ―dijo tante Lulu, mirando fijamente a la estatua de San
Judas.
Rene podía jurar que el viejo les sonrió.
Capítulo 4
5AARP: es una organización estadounidense sin ánimo de lucro independiente, que atiende las
necesidades e intereses de las personas mayores de cincuenta años.
―No. Sólo que algunas mujere’ tratan de negar lo que’s obvio.
―¿Y eso sería?
―Que están hechas pa’ se’ madres.
―¿Qué te hace pensar que yo sería una buena madre…?, no es tenga ninguna
inclinación en esa dirección.
―Será mejo’ que tengas cuida´o, chica, o tu relo´ de tiempo va a explotar en tu
cara uno de estos días.
―¿Qué demonios significa eso?
―No hay necesida´ de maldecir. San Judas está en la casa, ya sabes.
En realidad había corrientes estatuas de San Judas por todo el lugar, por dentro
y por fuera. La anciana tenía algo sobre decorar en un estilo de santidad, y se lo
imponía a sus sobrinos también.
―Lo que significa es que a veces un cuerpo sigue diciendo que no quiere algo,
una y otra ve´, casi como que está tratando de convencerse a sí mismo. Luego,
cuando finalmente se despierta y se da cuenta que realmente lo quería despué´ de
to´o, es demasia´o tarde.
―¿Esa es tu manera con pura palabrería de decir que no sé lo que quiero? 4
6
―Bueno, to´o lo que estoy diciendo es que no espere´ a que tus hormonas se
oxiden antes de tener un momento bombilla.
¿Hormonas oxidadas? Eso es simplemente genial. Ahora voy a estar imaginando mis
partes del cuerpo oxidándose.
―No te lo tomes personal, sin embargo.
Oh, no. No hay nada personal acerca de la oxidación femenina.
―Escucha, sé que tienes buenas intenciones… ―en realidad, no sé eso, pero puedo
ser diplomática cuando quiero serlo―… pero nunca tuve una inclinación a clonarme, a
acunar bebés, o proporcionar un heredero de algún hombre. Mis objetivos se
encuentran en otras direcciones.
―¿Cómo?
―Como ser la próxima Barbara Walters 6. Como tener mi propio programa de
televisión. Como ser influyente… en la parte superior de la pila.
6 Barbara Walters: es una periodista televisiva y autora de origen estadounidense, pionera del
periodismo televisivo femenino quien ha presentado dos programas matutinos (Today y The View)
y una revista noticiosa (20/20), anteriormente sirvió como una co-presentadora de ABC Evening
News, y es una contribuidora actual a ABC News.
―Suenas como tu madre. Veo sus anuncios inmobiliarios en la televisión to´o
el tiempo. Apuesto podría venderle una casa a una tortuga.
―No soy como mi madre ―dijo Valerie fríamente―. En absoluto.
Su tono debe haber penetrado en la gruesa cabeza de la vieja urraca porque le
dio unas palmaditas en el vientre. Tante Lulu probablemente había estado
apuntando a su brazo y se confundió.
―Sé que no eres como Simone. Sólo me refiero a que eres ambiciosa como ella.
Esos desarrollos que puso fuera de Houma deben haber juntado millones pa´ ella.
Paraíso Bayou, lo llama.
Valerie se sintió sonrojarse.
―Puedo imaginar lo que Rene y su séquito de abrazadores de árboles deben
pensar de eso.
―Ellos lo llaman Parásitos Bayou.
Valerie se encogió. No tenía que ser un genio o una ambientalista para saber el
efecto que esas viviendas de lujo con sus piscinas y lagunas artificiales debían estar
provocando en el ecosistema de los pantanos. No es que su madre se preocuparía
por eso. 4
Diablos, no me importa, tampoco. Bueno, casi. Está bien, sí me importa, pero prefiero 7
no pensar en ello.
―Lo que quise decir cuando dije que tú y tu mamá eran parecidas es que
ambas son ambiciosas ―enfatizó tante Lulu de nuevo.
―¿Y eso es algo malo?
―No dije eso. Hay ambición buena y ambición mala. Además, ¿quién dice que
las mujeres no pueden ser ambiciosas y tener una familia? Incluso Barbara Walters
tuvo un bebé, ¿no?
―Creo que sí, pero si no puedo dedicarle cien por ciento de mi tiempo a algo,
ya sea un niño o una carrera, no debería hacerlo.
―Hmmm. Me pregunto si te siente’ así porque eres hija única. Te apuesto que
si hubieras tenido un hermano o una hermana, te sentirías diferente.
―¡Ah! Mi madre y Joan Crawford fueron cortadas por el mismo patrón. Me
estremezco al pensar lo que habría hecho con más de un hijo.
Tante Lulu se inclinó para darle palmaditas de nuevo, y esta vez no falló en
encontrar su antebrazo.
―He oído cosas sobre cómo te trató hace mucho tiempo, pero apenas parecía
verdad.
¡Oh, genial! La gente había sabido sobre su abuso o lo sospechaba. Eso es todo
que necesitaba. Lástima. Tal vez en ese entonces, podría haber ayudado. No… no,
no lo habría hecho. Sólo habría enfurecido a su madre y la habría hecho tomar un
mejor cuidado en ocultar sus acciones. Nada habría cambiado, en realidad.
―Mi madre nunca me golpeó ―dijo―. Nunca fue realmente abuso. ―No
puedo creo que estoy defendiendo a la bruja.
―¡Ah!
―¿Qué significa eso?
―Significa, que si pisas algo suave, no puedes ir llamándolo pudín.
―Eso no tiene ningún sentido. ―Lo que le daba miedo es que tenía una especie
de retorcido sentido para ella―. Ya no quiero hablar de mi madre. Y tampoco quiero
hablar de tener hijos.
―Entonces, ¿de qué vamo´ a hablar? ―preguntó tante Lulu.
¿Qué hay de nada?
―Ya sé. Podemos hablar de sexo.
―No, gracias. ―Eso es todo lo que necesito. Consejos de sexo de la abuela de Moisés.
4
―Sé cosas.
8
No me puedo imaginar qué.
―No, gracias.
―Apuesto a que no sabes la mejor manera de hacer que un hombre se ponga
de rodillas y ruegue.
¡Oh… Dios… mío!
Haciéndome el muerto...
Fue justo después del amanecer, cuando Rene vio a Val caminando hacia él,
con un pedazo de tostada en una mano, café en la otra, y un brillo salvaje en sus ojos
oscuros. Compartir la cama con tante Lulu le haría eso a una persona, supuso. O más
probablemente, el brillo era para él. Se preparó para la embestida.
El aire era un poco más fresco tan temprano en la mañana, pero el remolino de
nubes en un cielo azul claro arriba y el vapor que se levantaba sobre el agua
presagiaba otro día abrasador. Los sauces y cipreses que bordeaban los bancos
proporcionaban poco alivio del sol implacable. Pero las mariposas monarcas negras
y anaranjadas que revoloteaban entre las flores estaban teniendo un día de campo.
Estaba sentado con las piernas cruzadas cerca de la orilla, sin camisa y sin
zapatos, vistiendo los bóxer negros con los que había dormido anoche; un regalo de
Navidad de su media hermana Charmaine. Tenían impresos labios rojos, pero en la
oscuridad los labios brillaban y se convertían en lenguas. Una verdadera bromista,
era Charmaine.
Por un segundo, se preguntó si sus bóxers eran vestimenta decente, luego, se
encogió de hombros, decidiendo que no eran más indecentes que sus pantalones de
correr en el cuerpo curvilíneo de Val.
Rene había estado levantado ya hace una hora. Era su momento favorito del
día, observar la noche de color negro azabache explotar de repente, estilo pantano,
con el resplandor de un nuevo día. Todas las aves zancudas salían entonces: garzas,
garcetas, ibis; saliendo de sus refugios para encontrar alimento para sus crías.
Desplegados en la hierba junto a él había una trucha verde y varias robaletas, o tipos
de pez, a los que tante Lulu les daría buen uso.
―Te levantaste temprano ―remarcó él, tratando de ser amable. 4
―Tú también lo harías, si compartieras una cama con una versión de la tercera 9
edad de Querida Abby7.
¡Uh-oh! Él arqueó las cejas.
―Ella quiere decirme cosas sobre sexo.
―¡Uh-oh! ―dijo él en voz alta.
―Cosas que harían, y cito “hacer que un hombre se ponga de rodillas y
ruegue”.
Él tuvo que sonreír ante esa imagen, él de rodillas rogándole a Val la Princesa
del Hielo por sólo Dios sabe qué. Por otro lado, tenía una muy buena imaginación.
Dos años.
―No es gracioso.
―Siento disentir.
―Linda ropa interior ―dijo, echando un vistazo a sus bóxers―. Pero creo que
prefiero los de superhéroes.
―Ellos ya no me caben. ―En más de un sentido, bebé.
7
Querida Abby: es el nombre de una columna de consejos fundada en 1956 por Pauline Philips bajo
el nombre de “Abigail Van Buren”.
Ella emitió un bufido de disgusto, luego se echó hacia atrás cuando obtuvo una
mirada más cercana a él.
―¿Qué es eso en tu regazo? ―exigió saber, arrugando la nariz hacia arriba con
disgusto cuando se dejó caer al suelo junto a él.
Oh, buen Señor, ¿estoy teniendo una erección matutina? ¡Hijo De Puta! No puedo
sacarme a ningún lado, pensó, con su cara calentándose de vergüenza. Pero entonces
se dio cuenta de que ella se refería a la zarigüeya bebé acurrucada y dormida en la
parte superior de su muslo.
―Esa tiene que ser la criatura más fea en la faz de la tierra. ¡Y, eeew, esa una
larga cola! ¿Es una rata?
―No, es una zarigüeya. Chester tiene rota una pata trasera probablemente la
razón por la que su madre lo arrojó fuera de su bolsa. Las zarigüeyas son sólo del
tamaño de una abeja cuando nacen. Él tiene probablemente cerca de dos meses de
edad.
―¿Chester?
―¿Recuerdas a ese tipo con una cojera en ese viejo programa de Gunsmoke8?
Ella negó con la cabeza ante su desesperación. 5
―¿Por qué lo sostienes? Por favor, no me digas que tu tía lo va a cocinar para 0
el desayuno junto con esos peces. ―Ella miró fijamente su captura matutina a su
otro lado.
―Nosotros los cajuns comemos zarigüeyas, pero no zarigüeyas bebé
―comentó con una sonrisa―. Estoy pensando si poner una férula en la pata de
Chester y esperar que su madre se lo lleve de vuelta. O si simplemente dejar que se
valga por sí mismo.
―Lo que significaría que algún cocodrilo, serpiente o incluso una garza se lo
engulliría ―concluyó.
Él se encogió de hombros.
―Esa es la forma de la naturaleza. Sólo los fuertes sobreviven.
―Estoy empezando a ver el dilema aquí. El ambientalista en ti no quiere
interferir en el orden natural de las cosas. Sería romper el código o algo así, ¿verdad?
Él le sonrió.
―Sí, pero a veces las reglas están hechas para romperse.
8
Gunsmoke: fue una serie de televisión estadounidense emitida por primera vez en 1955 y
protagonizada por James Arness. Es la serie con más episodios en la historia de la TV mundial.
Con esas palabras, él le hizo cosquillas a Chester detrás de las orejas, y luego
le dio la vuelta sobre su espalda. El animal hizo un pequeño ruido chirriante e
instintivamente se hizo pasar por muerto, con las cuatro patas cómicamente hacia
arriba en el aire, incluso la doblada.
A veces las zarigüeyas, cuando son acorraladas, fingen estar muertas, como en
“hacerse el muerto”.
Estiró la mano para conseguir un pedazo roto de palo para revolver pintura y
cinta. Una vez que consiguió poner la pata recta y preparada con la férula
improvisada, le dijo:
―Envuelve la cinta alrededor de esto, por favor. ―Chester estaba empezando
a luchar y Rene no podía sostenerlo en su lugar y colocarle la cinta al mismo tiempo.
Val se levantó sobre sus rodillas e hizo lo que le pidió… sin dudarlo, para su
sorpresa. Cuando terminó y ambos examinaron su trabajo, él de repente se dio
cuenta de su cercanía. Y ella se dio cuenta de él, también, en ese momento cuando
sus ojos se conectaron. Tuvo que recordarse que ella no era su tipo de mujer. Ni
siquiera cerca. ¿Pero dos malditos calientes años?
Hubo una risa extraña en su cabeza entonces. Tal vez fue San Judas
divirtiéndose sobre sus tristes intentos de autoengaño. ¿A quién estaba engañando? 5
Se sentía atraído por Val, de acuerdo, y siempre lo había estado. 1
Ella parpadeó rápidamente varias veces, aturdida por el chisporroteo que se
había desatado entre ellos. Él estaba aturdido, también. Luego ella frunció el ceño,
como culpándolo por sacar esa corriente sexual de la nada, todo por sí mismo.
―No creas que puedes atraparme con la guardia baja y atraerme como a una
de tus groupies.
―¿Groupies? ―Él soltó una risa, la conexión se había roto… gracias a Dios, o
San Judas, o quien sea. Puso a Chester en la palma de su mano y se levantó.
―Sí, he oído que tocas en una banda de rock, y que las mujeres pululan todas
sobre ti. ―Se puso de pie, también, y sacudió el polvo de su trasero, que él
definitivamente no estaba mirando. Definitivamente. No. Y él no estaba pensando
sobre dos años, tampoco.
―Las Ratas del Pantano están muy lejos de ser una banda de rock. Francamente
no puedo recordar la última vez que se me acercó una groupie, a menos que cuentes
a Wanda, la camarera en The Last Chance Saloon en Biloxi. Y ella sólo quería cambio
para la máquina de discos.
―Eres un mentiroso. Puedo decirlo por la forma en que parpadeaste. La gente
no se da cuenta de que se delata todo el tiempo con su lenguaje corporal. Así que no
pienses que puedes engañarme. Nunca.
Era mejor estar seguro de no tener ningún pensamiento impuro sobre ella.
Lo que por supuesto le llevó a tener inmediatamente pensamientos impuros
sobre ella. ¡Estoy tan jodido!
―Vamos. Vamos a ver si Chester puede encontrar su camino a casa.
Caminaron hacia el borde del claro y colocaron la zarigüeya en el suelo,
dirigiéndola hacia la zona boscosa donde Rene le había encontrado gimiendo antes.
Chester tropezó un par de veces, yendo sobre su barriga gordita, pero luego
salió cojeando lentamente, con suerte a casa.
Él y Val se sonrieron el uno al otro, la primera sonrisa genuina que habían
intercambiado probablemente jamás. Su corazón se contrajo en la manera más
extraña.
Tante Lulu salió al porche y luego gritó:
―El desayuno e´tá listo. ¡Tengo sémola de maíz con jarabe de caña, budín de
huevo, galletas molidas y salsa blanca! Vengan a comer. 5
―¡Santas cigalas! Yo seré el que va a necesitar a Richard Simmons para cuando 2
ella se vaya ―dijo Rene.
―¿Ella cocina esta cantidad de comida todo el tiempo? ―le preguntó Val.
―Todo el tiempo. Y si no comes, actúa como si hubieras puesto una espiga a
través de su corazón.
―Volviendo a tu pasión por el pantano. Vamos a dejar una cosa perfectamente
clara. No voy a ayudarte. Pero te voy a dar un consejo. No vas a cambiar la mente
de las personas sobre el medio ambiente de Luisiana con algún documental aburrido
sobre salvar a los Percina tanasi9.
―No hay Percina tanasi en el pantano.
―¡Lo que sea! Menos costa. Plantas desaparecidas. Un animal que desaparece
del que uno nunca ha oído hablar. A la gente simplemente no le importa a menos
que los golpee personalmente. ¿Recuerdas la campaña de Bill Clinton a la
presidencia? Sus asesores se mantenían insistiendo, “¡Es la economía, estúpido!”
Bueno, te estoy diciendo que tienes que encontrar un tema que grite, “¡Se trata de ti,
estúpido!”
9
Percina tanasi: Una especie de pez.
Ella tenía un buen punto. El problema era que no tenía idea de lo que esa
cuestión podría ser. ¿A menos…? Sonrió cuando una idea se le ocurrió.
―Es por eso que vine a casa y abandoné la lucha. Hasta yo sé que las plantas
son casi tan emocionantes como el manual de una cortadora de césped. Pero quiero
ser el primero en decirte, bebé, habrá un montón de hombres cajún, y sus mujeres,
que van a ser los campistas infelices dentro de diez años o más, así se pondrán
cuando descubran que la planta Juju ya no está disponible.
Ella esperó a que elaborara, pero él no era ningún tonto. Sabía cómo jugar sus
cartas. Bueno, algunas de ellas. Contuvo su silencio, como un Cool Hand Luke 10.
―Está bien, voy a morder. ¿Qué es una planta de Juju?
¡Síííí! Se dio a sí mismo un choque los cinco mental.
―Es la sustancia que le da a los hombres cajún esa energía extra, si sabes lo
que quiero decir.
―Por favooor.
―En serio. Cuando los campos petroleros tenían más éxito en Texas, un
montón de hombres cajún fueron allí a trabajar. Las mujeres de Texas perdieron los
estribos, prácticamente saltaron sobre sus huesos, porque eran tan grandes amantes. 5
―Por favooor ―dijo de nuevo. 3
Pero eso no lo disuadió. Ella estaba escuchando, lo que él tomó como una
buena señal.
―Cuando los hombres de Texas quisieron saber cuál era su secreto, los
hombres cajún les dijeron que sus mamás les habían dado té de Juju desde que eran
lo suficientemente mayores para captar la idea.
Val estaba sacudiendo la cabeza de lado a lado, como si él fuera realmente un
caso perdido.
―He oído esa historia antes, excepto que por lo general dan crédito a la grasa
de los cangrejos como secreto de su supuesta virilidad.
―Ambos funcionan ―continuó con un guiño.
―Buen intento, Rene.
Él puso ambas manos hacia arriba.
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Cool Hand Luke: La leyenda del indomable (Cool Hand Luke) es una película dramática
estadounidense de 1967 Argumento: Luke (Paul Newman) es un prisionero de la penitenciaría de
Florida, a causa de una sentencia por haber arrancado los parquímetros en una noche de borrachera.
La tozudez de Luke ante los castigos de los responsables de la prisión hace que se convierta en pocos
meses en el ídolo del resto de los presidiarios, mientras busca la manera de escapar.
―Oye, sólo estoy informando lo que dicen. No estoy diciendo que es verdad o
no.
Ella entrecerró los ojos hacia él.
―Creo que te inventaste toda esta historia sólo para distraerme. Te gusta
burlarte de mí, ¿no?
―Sí.
―¿Por qué?
Se encogió de hombros.
―Porque eres tan fácil de molestar.
―¡Qué inmaduro!
―Ese soy yo.
―Vamos a comer. Probablemente voy a ganar cinco kilos antes de salir de esta
pesadilla, por las cuales serás el responsable.
―¿Eso es un crimen, también? ―Se echó a reír―. ¿Un delito de grasa?
―Si no hay un cargo por eso, voy a crear uno.
―Conozco un buen ejercicio ―ofreció. Ella le cortó con una mirada―. O tal 5
vez no. 4
Capítulo 5
Un día pasó, y Valerie seguía sentada no tan bonita en medio del infierno
bayou.
Era sólo media tarde, pero el cielo estaba oscuro y un fuerte viento se levantaba,
que había obligado a todos los animales del pantano a buscar refugio. Humedad se
5
movía alrededor de los cincuenta, si el sudor vertido de su cuerpo era alguna
indicación. Con suerte, obtendrían un poco de lluvia pronto para aliviar el calor
5
sofocante. Si nada más, Valerie estaba esperando que la cisterna finalmente se
llenara para que pudiera tomar una ducha en lugar de bañarse en el arroyo.
Sentada con las piernas cruzadas en el suelo delante de la estantería de Rene,
estaba tratando de encontrar algo para leer, pero lo único que vio fueron libros de
no ficción, casi todos ellos hablaban sobre pantanos, todo desde la simple biología
de un pantano hasta la Despedida Bayou: La Rica vida y La Trágica Muerte de Costa Cajún
de Luisiana por Mike Tidwell. Detrás de ella, tante Lulu tarareando estaba cocinando
otro festín con un trillón de calorías cajún para la cena, felizmente dispuesta a
esperar hasta que alguien en el condenado mundo viniera en busca de ellos.
Rene también parecía feliz con tan poco, lo que asombró a Valerie.
Estaba fuera en el porche, donde una estación de country de Baton Rouge
sonaba en la radio por satélite. Al parecer, un maratón de Toby Keith estaba
pasando, y cantaba las letras de cada canción del buen viejo:
"¿How Do You Like Me Now?" "I Love This Bar". "¿Who’s Your Daddy?"
Rene tenía una muy bonita voz, tenía que admitirlo. Podía ver por qué Las Ratas
del Pantano, el grupo musical con el que tocaba en ocasiones, eran tan populares en
Insomnio en el pantano.
Dos horas más tarde el zumbido de Rene había desaparecido, pero a pesar de
eso el zumbido lo rodeó.
Los mosquitos, que abundaban aquí en el pantano bajo cualquier circunstancia,
estaban triplemente agresivos de lo que habían estado antes.
Dentro de su tienda con mosquitero en el porche, yacía insomne en su saco de
dormir, capaz de ver gracias a la luz de la luna los insectos del tamaño de una pelota 7
de golf colgando de la tela.
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Le había llevado mucho tiempo bajar su nivel de testosterona. Gracias a Dios,
lo había logrado. Ahora que estaba completamente sobrio, las implicaciones de lo
que podría haber hecho con Val asustaban la mierda de él. Había esquivado una
bala a lo grande.
Pero espera un minuto.
La bala ―vestida con una camiseta suya que llegaba solamente hasta la mitad
de sus muslos― salió hacia el porche, bajo las escaleras y se dirigió hacia el arroyo.
¡Mon Dieu! ¿Acaso era sonámbula o qué?
Tan rápido como pudo, él salió a toda prisa de su tienda y la llamo.
―¡Val! Espera un minuto. ―Pero ella ya estaba sumergiendo sus pies
descalzos en la corriente, a punto de sumergirse―. ¿Estás loca? ―gritó justo cuando
tocaba al agua.
Se quitó la camiseta, luego se sumergió hasta la altura del muslo y se inclinó
empapándose hasta el final de la cola de caballo en su cabeza. Se puso la camiseta
de nuevo, que moldeó a su cuerpo mojado como una pieza de colección de
Frederick, la ropa interior erótica del pantano.
―¿Dijiste algo? ―preguntó, mojándose el rostro. Con esa acción, sus pechos se
hicieron más prominentes, la curva de su cintura y las curvas de sus caderas se
acentuaron. Con su excelente visión nocturna, con la ayuda de la luna llena, él lo
absorbió todo. Y con eso el ataque de lujuria que había tenido regreso.
―Sí, he dicho algo. No puedes meterte al agua a la mitad de la noche.
―Especialmente viéndote como te ves. Especialmente conmigo viéndote de la manera en que
lo estoy haciendo.
―¿Por qué no? Es demasiado caliente dentro de la cabaña.
―Debido a que es posible toparse con un cocodrilo o una mocasín de agua.
―O conmigo.
―Oh.
―“Oh” ¿Eso es todo lo que puedes decir? ―¡Santos cangrejos! Prácticamente
puedo ver a través de esa camiseta mojada―. ¿Todavía estás borracha?
―No. Bueno, tal vez un poco.
Mejor dicho mucho. ¡Oh genial! Ahora no puedo darle. No es como si yo fuera a hacerlo.
Nota mental: no darle a Valerie Breaux.
―Estar un poco borracha es como estar un poco embarazada ―murmuró 7
mientras extendía una mano y la ayudó a levantarse del banco. Inmediatamente, los 1
mosquitos comenzaron a atacar.
―¡Oh, Dios mío! Me están mordiendo todo, incluso con esa cosa “Piel-Tan-
Suave” que tante Lulu untó sobre todo mi cuerpo.
¿Por qué esa imagen de untamiento lo encendía?, no tenía ni idea. Pero lo hizo.
Hombre, yo soy miserable. Dos semanas de celibato le hacen eso a un chico.
―De prisa. Entra en el mosquitero.
Ambos corrieron por las escaleras. Desafortunadamente, o afortunadamente,
teniendo en cuenta su lujuria Val pensó que él había querido decir su tienda con
mosquitero, no en donde dormía con su tía.
Se quedó fuera de la red por sólo un segundo mientras un insecto lo molestaba
antes de escabullirse en el interior, también. Era un espacio estrecho con ambos ahí
dentro.
― Esto es una mala idea, Val. Una muy mala idea. ―Pero, hombre oh hombre,
seguro que se siente como una buena idea.
―¿Por qué? ―preguntó, tirando de su camiseta sobre su cabeza y utilizándola
para secar su cabello y rascar las picaduras en sus brazos y abdomen.
Él se quedó paralizado.
Valerie Breaux estaba de pie ante él, casi desnuda hasta el trasero. Bueno, con
el pecho totalmente desnudo, teniendo en cuenta la visión frontal que él estaba
recibiendo. Y, sí, la vista estaba bien. Los pechos llenos. Pequeña cintura. Piernas
largas.
Y ese pequeño trozo de tela en medio. Piedad, piedad, ¡piedad!
―¿Secarías mi espalda? ―Le entregó su camiseta y se dio la vuelta.
Se podría pensar que estaría decepcionado de obtener sólo la vista de atrás
ahora, pero maldito sea, Val tenía el culo más dulce con forma de corazón invertido
del mundo.
―No ―dijo tan enfáticamente como pudo.
―¿Eh? ―Comenzó a dar la vuelta.
―No, no, no. No te des la vuelta otra vez. ¡Oh, cielos! ¡Oh, demonios! Bueno,
voy a secar tu maldita espalda. ―Con esas palabras de rendición, comenzó a secarla
con la camiseta, pero sólo hasta la altura de su cintura. Y no estaba mirando hacia
abajo, tampoco. De hecho, le lanzó la camiseta y se volteó para no mirarla, dándole
tiempo para ponerse decente. 7
―Estás actuando muy raro. 2
―No, Val, raro es cuando una mujer que me odia se desviste quedándose
prácticamente con nada. Eso es muy raro. ―Todavía se negaba a mirarla.
―Tienes miedo de mí ―lo acusó.
¡Genial! Ahora vamos a jugar "Te reto". Oyó un crujido y supuso que ella estaba
poniéndose de la camiseta de nuevo.
―Demonios si lo tengo. ―Se volvió entonces y sus ojos se desorbitaron. Val
estaba acostada en su saco de dormir, apoyada en los codos, todavía noventa y
nueve por ciento desnuda. No podría haber hablado entonces si hubiera querido. Se
llevó una mano a la boca para asegurarse que no estaba jadeando o babeando. Estoy
en el cielo de una fantasía erótica. ¿Entonces por qué me siento mal como el infierno?
―¿Por qué? No tenías miedo de mí antes.
¿Cuándo antes? ¡Oh, eso!
―Yo tenía malditos quince años entonces. Ahora sé lo que puede pasar… todas
las repercusiones. ―Como el coito demasiado rápido. Como las leyes. Como la mañana
posterior. Lo intentó, pero no pudo evitar mirarla. Ella no era súper flaca, que parecía
ser la tendencia para las mujeres de hoy. En cambio tenía curvas en todos los lugares
correctos. Si no lo sabía antes, lo sé ahora, soy un hombre que apoya las curvas―. Lo haría
mejor esta vez.
¡Espera, espera, espera! Cada vello en su cuerpo estaba erecto de alerta.
―Te ruego me disculpes.
Puso ambas manos en su rostro por un segundo como si estuviera
avergonzada… finalmente.
―En realidad, Rene, no recuerdo mucho de esa noche, excepto que vomité
sobre ti después.
¿No recuerda… significa eso…? ¡Gracias, Jesús! Apenas se contuvo de hacer un
poco de baile snoopy de la victoria en el estrecho espacio.
―Puede ser que no te hayas dado cuenta de ello, pero era mi primera vez…
Es posible que no te hayas dado cuenta, pero no fue mi primera vez.
―… y ni siquiera recuerdo los detalles.
Repito: ¡Gracias, Jesús!
―Debió haber sido horrible, sin embargo, porque nunca me has llamado o
intentado verme de nuevo.
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Todos estos años me he preocupado por la mala actuación que di, cuando ella 3
ni siquiera lo recordaba. ¿Debo decirle? Sí. ¿Voy a decirle? Nah.
―No me eches la culpa a mí. Nunca traté de verte porque me evitaste después
de esa noche.
―Tenía miedo de que ibas a decirle a todos lo… uh, inepta que era.
Y yo temía que ibas a decirle a todos lo inepto que yo era.
―Eso es historia antigua, Val ―dijo magnánimamente. Mientras tanto Rene
estaba chocando palmas mentalmente.
―No me pareces el tipo de persona que juega con sus pulgares cuando una
mujer razonablemente atractiva solo grita “ven por mí".
―Número uno, no puedo creer que estoy aquí de pie teniendo una
conversación con una mujer prácticamente desnuda.
―Entonces quítate el pantalón.
Jodidamente increíble.
―¡Val! ―dijo, sonando más malditamente impactado que nunca―. No voy a
quitarme el pantalón. ―Espero―. Número dos, “razonablemente atractiva” no
comienza a describir lo sexy que eres ahora.
Ella sonrió.
―¿De verdad? Nadie jamás me ha llamado sexy antes. Gracias. ¿Te he dicho
que no he tenido relaciones sexuales en dos años?
Él gimió ante el recordatorio. No había un hombre en el mundo que no
considerara eso un desafío.
―Número tres, no estoy jugando con mis pulgares.
Aunque hay algunas partes de mi cuerpo que no me importaría hacer girar sobre ti.
―¿De verdad vamos a hablar de esto hasta la muerte, Rene?
―No, no lo haremos. Te vas a levantar, vas a ponerte la camiseta de nuevo y
regresaras a la cama con tante Lulu. Mañana va a despertar y agradecer a las estrellas
por no haber cometido el error de tu vida. ―Y yo conseguiré una medalla por esto.
―Tu tía está roncando como una sierra de cadena allá adentro. Debe ser todo
el vino que bebió. Nunca seré capaz de dormir.
―Bueno, no puedes dormir aquí. ―Aunque me gustaría realmente, realmente,
realmente me gustaría que durmieras aquí.
Ella sonrió de nuevo, y él sabía que no era dormir lo que tenía en mente. Ya
eran dos. 7
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―Escucha, si estás pensando que soy un compañero de cama aceptable sólo
porque has descubierto que tengo un par de créditos universitarios, olvídate de ello.
―Bueno, sí. También está eso.
Santos… al menos eres honesta al respecto.
―Yo no soy más respetable de lo que era la semana pasada. Soy una baja, al
crudo cajún.
―Eso espero ―dijo con otra sonrisa.
Está presionando mis botones hoy, a lo grande. Si sigue, no voy a ser capaz de resistir.
―¿Así que eres barriobajera? ―Como si realmente me importara.
―No usaría esa palabra. Mira, me iré mañana. No tenido relaciones sexuales
en dos años. De repente no eres tan repulsivo como lo eras en el pasado.
Eres todo un trabajo, Sra. Breaux.
―¿Debo sentirme halagado o insultado? ―preguntó. Ella ni siquiera sabía ni
le importa lo suficiente como para tirar unos trozos de falsos elogios, como "Eres tan
irresistible, tengo que tenerte".
Ella se encogió de hombros, lo que realmente hizo cosas interesantes a sus
pechos.
―Los chicos lo hacen todo el tiempo.
―Yo no ―mintió. En verdad, había tenido algunas aventuras de una noche
este año. Ante el arco escéptico de sus cejas, agregó―: Ya no es así.
―Has crecido, ¿verdad?
―Sí, lo he hecho.
―Muy bien, ¿qué tal un poco de acurrucamiento, entonces?
Se echó a reír.
―Tienes que estar bromeando. Tengo treinta y cinco años. Yo no me acurruco
con mujeres desnudas. ―Aunque me gustaría intentarlo. No, no me gustaría. Sí, me
gustaría. Oye, Judas, ¿dónde estás?
Como la plata es juzgada por el fuego y oro por la chimenea, así el Señor prueba tu corazón...
y tú libido, oyó en su cabeza.
¿Eso es de la biblia?, preguntó.
¿Honestamente crees que la palabra libido está en la Biblia? 7
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Él había jodidamente enloquecido.
―¿Qué haces con las mujeres desnudas? ―preguntó Val.
Podría haber llorado entonces ante la pura ingenuidad de su pregunta. Con un
suspiro de rendición, arrojó la camiseta hacia ella. Ella inclinó la cabeza hacia un
lado, claramente sorprendida y un poco avergonzada por lo que presumía fue un
desaire final.
―Sólo ponte la camiseta y después, no te muevas.
―¿Por qué?
―Porque vamos a acurrucarnos, maldita sea… más o menos.
―¿Algo así? ―Se sentó y se metió camiseta por la cabeza, emergiendo con una
sonrisa en su rostro―. ¿Eso es una cosa cajún? ¿Acurrucarse, estilo cajún?
―No, chere. Acurrucarnos a mi manera.
El helicóptero aterrizó en el otro extremo del aeropuerto privado, pero aun así
una multitud aguardaba por Val fuera de la pequeña terminal mientras se disponía
a desembarcar.
―Debe ser muy popular ―comentó Tee-John, el hermano menor demasiado-
lindo-para-ser-verdad de Rene.
―Ni de cerca ―respondió ella―. Es sólo mi madre y unas pocas docenas de
sus amigos más cercanos. Ya sabes, los políticos, la policía, los ejecutivos del
petróleo, y diversas otras personas bajo su pulgar.
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―Te ´puesto que Valcour ta´ ahí fuera ―dijo tante Lulu―. ´puesto que va a 0
intentar sorprenderme. Te ´puesto que va a tratar de darme el mal de ojo. Te ´puesto
podría darle una paliza y ni siquiera sudar. Para tanto con la gente del petróleo que
huele como la parte trasera de un motor diésel. ―Miró a Tee-John y añadió―: Sin
ánimo de ofenderte, cariño. Él puede ser tu papá, pero él y yo nos conocemos.
Tee-John apretó el hombro de tante Lulu.
―Yo estoy de tu lado.
La puerta del copiloto del helicóptero fue abierta por una operadora del
aeropuerto y todos ellos se levantaron.
―¡Oye, Val!, ¿le diste a Rene un chupetón? ―Tee-John lanzó esa pregunta a su
salida de la nada, entonces bateó sus pecaminosamente largas pestañas hacia ella
con fingida inocencia.
―Me niego a responder esa pregunta en territorio que puede ser
incriminatorio.
―Buena respuesta, consejero ―dijo Remy, sonriéndole.
Remy era un hombre muy guapo, pero sólo en un lado de su cara. Al parecer
había sido herido en la Tormenta del Desierto. Es curioso cuán fácil se pone después
de la sorpresa inicial el pasar por alto su desfiguración.
―¿Tengo que llamar a Luc? Ellos no nos van a arrestar, ¿verdad? ―preguntó
Remy. Hablaba en serio, a pesar de que no parecía demasiado preocupado.
―No, a menos que hagas algo estúpido. Como abrir la boca. ―Antes de que
Remy tuviera la oportunidad de estar ofendido por su brusco comentario o en
realidad hiciera algo estúpido, Valerie se transformó en su papel el cual sabía
interpretar expertamente. Espalda recta, sin expresión de abogado en su cara, modo
de ataque listo.
Tante Lulu miro todo el pueblo y exclamó:
―Veo que los buitres han veni´o a comer.
¡Muy cierto!
―Siempre puedes quedarte en mi cabaña si no quieres ir a casa todavía
―ofreció tante Lulu, sorprendiéndola. Entonces la anciana se sorprendió aún más al
darle un cálido abrazo―. Solo llámame si necesitas algo.
Valerie no podía decir por qué, pero la bondad de la vieja la había conmovido
inmensamente. Alejándose del helicóptero, Valerie se dirigió directamente hacia la
multitud que esperaba, en lugar de tratar de evitarlos yéndose hacia al otro lado de
la terminal.
9
―Shelley ―dijo, estirándose para estrechar la mano de la reportera de la 1
televisión local. Ella y Shelly Thornton habían asistido a la Escuela Nuestra Señora
de Bayou juntas; ella estaba casada con Ronnie Eichenlaub, el propietario de la
estación―. ¿Cómo estás? Vamos a tomar el almuerzo.
Su calidez y la invitación parecieron bajarle la guardia a Shelley, pero sólo por
un segundo.
―Valerie, ¿es cierto que te secuestraron? ¿Podemos irnos a un lado y hacer una
entrevista? ―Hizo un gesto hacia su camarógrafo cuya filmación ya estaba rodando.
―Oh, no ahora, cariño. Me siento tan sudorosa después de estar en el pantano
sin aire acondicionado durante cuatro días. ―Sopló los mechones de cabello fuera
de la frente. Antes de que Shelley tuviera la oportunidad de protestar, le dijo―: ¿Qué
tal mañana a las 13:00? ¿Iré a la estación?
―Uh… sí… seguro ―dijo Shelley, complacida de que le hayan entregado la
oportunidad de una entrevista.
―Oye, ¿qué hay de nosotros? ―Era un reportero del periódico Houma. El
hombre que estaba junto a él estaba sosteniendo una copia de la actual Tiempos
Picayune de Nueva Orleans, de donde ella supuso venia el reportero.
―Llámenme ―le dijo a los dos―. Me comprometo a decir todo, pero no hoy,
muchachos. Estoy drenada. ―Bueno, me las arreglé para dejar de lado la cuestión del
secuestro… por ahora. Vamos a ver quién es el siguiente. ¡Uh-oh!
Simone Breaux paso a través del grupo de gente y se precipitó hacia adelante,
sus brazos extendidos. Su madre tenía cincuenta y cinco años, pero podría pasar por
cuarenta y algo con toda su cirugía plástica, el mismo elevado peinado elegante que
había llevado durante veinte años, figura esbelta, que trabajó duro para mantener,
no Richard Simmons, sino un entrenador privado que la mantenía en una dieta
vegetariana y una máquina de correr de cinco mil dólares y un traje pantalón de
seda que probablemente había costado más que la cabaña de Rene. La cámara de
televisión y fotógrafos de los periódicos estaban grabando todo. No te pierdas ni una
sesión de fotos, ese era el lema de su madre.
―Cariño, he estado tan preocupado ―lloriqueó su madre justo antes de poner
una mano en cada uno de los hombros de su hija y le dio besos al aire a cada lado
de su cara. Qué diferencia con la expresión sincera de confort por parte de tante
Lulu.
Susurrando en su oreja, dijo su madre:
―Tu traje está arrugado, y necesitas más maquillaje. ―Ella en realidad olfateo 9
y luego arrugó la nariz, como si pudiera oler el pantano, y que Dios no lo quiera, 2
sexo en ella. No es como si realmente tuve sexo, como Rene tan acertadamente señaló hace
una hora. Sólo casi-sexo. Jesús, mi cerebro se está derritiendo con este calor―. Párate
derecho y déjame hablar a mí ―dijo su madre a través de su sonrisa enyesada.
―¡De ninguna manera! ―dijo, saliendo del pseudo abrazo de su madre.
―He organizado una conferencia de prensa en uno de los salones del
aeropuerto ―dijo su madre, apresurándose para ponerse al día con ella―. Debemos
presentar un frente unido. Tu tía Inés dará la introducción de apertura. Tus tías
Madeline y Margo estarán en la audiencia para apoyo, y tu abuela Breaux, también.
Valerie se detuvo de repente y miró a su madre.
―¿No quieres saber si estoy bien?
―¿Eh? Por supuesto.
―No has preguntado.
―No seas impertinente conmigo, señorita.
―Tengo treinta y cinco años, madre. Ni de cerca soy una señorita.
―Este no es el momento ni el lugar para que tengas un colapso ―dijo su madre
en voz baja.
―¿Cuándo sería un buen momento?
Su madre no respondió. En su lugar, desviado su atención a la zona cercana a
la terminal donde el grupo LeDeux estaba. Tante Lulu estaba hablando
animadamente con alguien cuando señaló a Val. Val se dirigió hacia allí. Con suerte,
tal vez su coche rentado aún estaba en el estacionamiento.
―¿Qué está haciendo él aquí? ―preguntó su madre, mirando a la última
incorporación a la fiesta LeDeux.
Ahora que estaban más cerca, Valerie reconoció a Lucien LeDeux, abogado de
Houma conocido. Nunca lo sabrías por su atuendo, sin embargo. Llevaba una
camisa hawaiana roja, verde y blanco sobre pantalón negro con sandalias.
―Hola, tía Simone ―dijo Luc. Luc solo estaba relacionado con ellos por
matrimonio, pero se deleitaba en recordar a su madre la relación.
Su madre gruñó y murmuró algo sobre "picapleitos".
Luc se giró hacia Valerie entonces y le guiñó un ojo.
―Hola, primita. Escuché que el rayo se estrelló. ―Él la miró, luego a tante
Lulu, luego de vuelta a ella otra vez.
―No lo hizo ―protestó. Apenas conocía Luc, a pesar de que estaba casado con 9
su prima Silvia, a quien no había visto en años. Reconoció que Luc sólo estaba 3
tratando de provocarlas a las dos. Él de hecho esperaba que torciera su nariz como
su madre y se irritara un poco.
―¿Qué rayo? ―Su madre quería saber.
―El rayo de amor ―le informó tante Lulu―. ¿Es que acaso no sabes na´a? Val
y mi Rene están probablemente enamora´os pa´ ahora.
La madre de Valerie le enseñó sus dientes a tante Lulu, quien sólo sonrió
inocentemente.
―Sobre mi cadáver ―dijo Simone. Luego miró fijamente a Valerie y le dijo―:
Te veré en casa. ―Giró sobre sus talones y se alejó.
―¿Está mi coche rentado aún en el lote? ―le preguntó a Remy.
Remy asintió.
―Tee-John fue a conseguirlo para ti. Él va a estar estacionándolo en cualquier
momento. Acaba de conseguir su permiso para conducir y cualquier excusa para
conducir es…
Un BMW negro se detuvo chirriando a las afueras de la valla metálica. Cómo
encendió el coche sin las llaves, no quería saber. La música country sonaba en la
radio a través de las ventanas abiertas y el techo corrido. Shania Twain se estaba
lamentando el hecho de que sólo dolía cuando respiraba.
Sí. Un comentario perfecto en su vida.
9
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Capítulo 08
13
Mawmaw y Pawpaw son palabras cajunes para abuela y abuelo. Es exclusivamente utilizado en el
sur de Luisiana.
Bajó por la amplia escalera central y caminó por el corredor de doble ancho a
la terraza de atrás, ni una vez miró a su alrededor, ni siquiera a las pinturas de los
miembros de la familia en marcos ornamentados que observaban su progreso.
Esta era la casa que de la que Architectural Digest había declarado una vez como
"una obra maestra del encanto del sur" y cuyo paisajismo meticuloso se consideró
"una oda a la Luisiana y su historia antes de la guerra" por la revista Southern Living
justo el año pasado. Ese viejo cliché de "una casa no es un hogar" le vino a la mente
en ese momento.
El séquito Breaux estaba sentado alrededor de una gran mesa de hierro forjado,
redonda, blanca, junto con su abogado. Todos estaban fortaleciéndose con julepe de
menta, una especialidad de Ada Rose Johnson, su ama de llaves de toda la vida.
Ada Rose, cuyo cuerpo regordete estaba metido en los zapatos ortopédicos y
uniformes de una criada tradicional, le guiñó un ojo por detrás de la banda y levantó
un julepe de menta llevándola como una silenciosa pregunta hacia ella. Valerie negó
con la cabeza. Nada de licor hoy. Quería su cerebro claro y alerta.
Notó que su madre le daba un vistazo más para cerciorarse si su atuendo era
apropiado. Ya que ella no dijo nada, Valerie supuso que estaba presentable.
Después de saludar a todas las otras damas presentes, a las que ya había 9
saludado la noche antes cuando se dejaron caer por la casa, se inclinó y le dio al 8
abogado un beso en la mejilla. Su cabello blanco como la nieve, barba y bigote bien
cortados y arreglados, como siempre. Su traje blanco de Palm Beach personificaba
el caballero sureño de antaño
―¿Cómo te va, Armand?
―Muy bien, cariño. He escuchado que estás teniendo algo problemas.
―Sólo un poco ―dijo, y se sentó en la silla vacía a su lado.
―¿Qué estás planeando hacer al respecto?
―Nada ―dijo.
Un jadeo comunal provino de los miembros de su familia.
―Por ahora ―agregó.
Su madre entrecerró los ojos en ella. Si hubieran estado solas, probablemente
la hubiera abofeteado… o intentado. Ya era demasiado grande como para meterse
en un armario.
Sus tías intercambiaron miradas significativas como si esperaran no menos de
ella. Al crecer, ella siempre había sido la perfecta, pero en los últimos años su madre
afirmaba que ella había sido yanqui-zada, un pecado en el sur. Venía de mucho estar
viviendo en el norte.
―Precisamente, ¿qué sucedió, querida? ―le preguntó Armand.
―Los ecologistas quieren hacer un documental sobre el sur de Luisiana y el
bayou. Por alguna razón, pensaron que sería una buena persona para hacerlo.
―¿Cuáles ecologistas? ―le preguntó su abuela bruscamente―. ¿Rene
LeDeux? ―Su abuela había sido una activista de las petroleras durante años hasta
su retiro el año pasado a la edad de setenta y cinco. Todavía actuaba como consultora
de Petróleos Cypress. Dixie Breaux no es y nunca había sido la chica del cartel para
la adorable y mimosa abuela.
Valerie asintió.
―Entre los demás.
―Deberías demandarlo hasta dejarlo en calzoncillos. Qué descaro el de esos
LeDeuxs. Escoria, ¡todos ellos! ―Esa fue Inez Breaux hablando ahora. Inez era una
congresista de Estados Unidos y la madre de la prima de Valerie, Sylvie, quien había
avergonzado a su madre extremadamente hace unos años al casarse con Lucien
LeDeux―. Ese Rene tuvo el descaro de venir a mi oficina el año pasado y tratar de
conseguir que votara en contra de los subsidios al petróleo. 9
9
―¿Por qué tú? ―le preguntó tía Madeline a Valerie.
Precisamente lo que pregunté yo, aunque suene un poco ofensivo viniendo de ti, tía.
―Fui a la escuela con Rene. Él sabía que yo estaba involucrada en la televisión
y asumió, incorrectamente, que sería la persona adecuada para hacer un
documental.
Sus tías Madeline y Margo eran propietarias de una compañía de té de pedidos
por correo, quienes habías estado en el lado opuesto de la sala de audiencias de
Lucien LeDeux en una ocasión. Les había hecho quedar en ridículo, por decir lo
menos.
No había amor perdido.
―¿Él te secuestró? ―preguntó Armand sin rodeos.
―En realidad, Rene no tuvo que ver conmigo yendo a su casa. ―Oh, me debes
una grande por esa, Rene―. Todo fue idea de sus amigos Joe Bob y Maddie Doucet de
la Asociación de la Pesca de Camarones.
Bueno, eso fue un buen trabajo para evadir la pregunta.
―No juegues con nosotros, Valerie ―dijo su madre―. No me trago esta
historia tuya. Tú no habrías dejado tu equipaje y el bolso en un auto de alquiler en
el aeropuerto. Podrías haber llamado para hacerme saber dónde ibas y por cuánto
tiempo. Y, por cierto, ¿cuándo me ibas a contar que te despidieron?
Valerie sintió que su rostro se incendió de la vergüenza ¿Acaso su madre tenía
que sacar ese tema delante de todos? En realidad, por los asentimientos, podía
asumir simplemente que ellas ya habían hablado de su "fracaso" en el lugar de
trabajo antes de su llegada.
Antes de que tuviera la oportunidad de defenderse, Armand le apretó la mano
y dijo:
―Tú siempre tiene un lugar en mi despacho de abogados.
―Gracias ―dijo sinceramente―, pero eso no será necesario. Además, no estoy
segura de que este despedida. ―Vio a las tías a punto de interrogarla y levantó una
mano para detenerlas―. Mis perspectivas laborales no son el problema aquí.
―Tienes razón, Valerie ―dijo su abuela―. El rendimiento de tu trabajo no está
en cuestión aquí. Es de la familia. Y, francamente, tu actitud no está ayudando a esta
familia. No, en absoluto.
Valerie se tensó con afrenta.
―Mi negocio está siendo atacado por esos psicópatas ambientales ―dijo su 1
madre―. La gente tiene miedo a comprar bienes raíces en mi nuevo desarrollo 00
debido a las preocupaciones infundadas que estas personas han planteado. Además,
no les gusta tener que conducir a través de los piquetes para llegar a sus hogares.
Sería como esos psicópatas que tratan para llegar a mí a través de mi hija. Imagina
cómo me sentí cuando la prensa dijo que podrías estar trabajando con ellos. Un
cuchillo en la espalda, eso es lo que era.
¿Por qué todo siempre vuelve a ti, madre?
―Y esos LeDeuxs ―escupió prácticamente tía Margo―. Alguien debería
poner a todo el lote en la cárcel.
―Podría haber ramificaciones políticas si las personas se alborotan por la
contaminación de nuevo ―añadió tía Inez―. Y una campaña masiva de inscripción
de votantes en base a la tan llamada agenda verde podría muy bien significar un
desastre para mi carrera.
―¿Estás diciendo que estás a favor de la contaminación, tía Inez? ―preguntó
con sorpresa exagerada.
―Por supuesto que no. No seas insultante. Lo que hago es a favor de los
empleos sobre las queja de algunos míseros amantes de los árboles.
―No veo por qué Rene no puede ser más sensible, como su padre. Ahora ahí
hay un hombre que sabe de qué lado está untado su pan con mantequilla ―dijo su
abuela, luego se echó a reír―. Del lado aceitoso.
―¡Abuela! ―exclamó Valerie, sabiendo completamente bien incluso antes de
que su abuela se erizara, que ella odiaba que la llamaran así. Prefería ser llamada
Dixie―. Ese Valcour LeDeux es un hijo de puta alcohólico.
―¡Valerie Breaux! ―dijo su madre en su más severa voz de Joan Crawford.
―Bueno, es cierto. Todo el mundo en Houma sabe lo que es, cómo trataba a
sus hijos cuando eran jóvenes, cómo vendió sus tierras familiares a la empresa
petrolera… como…
―¿Podría usted recordar señorita ―interrumpió su abuela―, que tu familia
está ligada con los intereses petroleros? Yo, en particular.
―Mis acciones en Petróleo Cypress ayudaron a financiar tu muy costosa
educación universitaria ―señaló su madre.
―Permíteme diferir. Yo tenía un fondo fiduciario que me dejó la bisabuela
Breaux que debe haber más que cubierto mi educación. La última vez que lo
comprobé, no había acciones de petróleo en mi cartera de valores ―argumentó, lo
cual era un ejercicio inútil. 1
01
Su madre nunca la escuchaba.
Armand puso su rostro entre las manos, y luego levantó las manos en
consternación de una manera muy teatral.
―¡Señoras, señoras, señoras! ¿Por qué estoy aquí? Si no vamos a discutir una
demanda en contra de Bayou Unite y sus partes separadas, puedo muy bien irme a
mi club para el almuerzo.
―No voy a presentar una demanda, Armand ―dijo Valerie en un tono tan
firme como pudo―. Tal vez más tarde, pero no ahora.
―¿Por qué? ―preguntaron sus dos tías al mismo tiempo.
―Porque necesito más hechos.
―¿Acerca de? ―Su abuela parecía genuinamente interesada y desconcertada.
―Sobre todo. El proyecto que Bayou Unite tiene en mente. Por qué se enfocan
en mí. Si de hecho tengo un trabajo en Trial TV. Dónde están mis alternativas legales.
Todo.
―¿No te has decidido por nada seguro, entonces? ―preguntó su abuela,
esperanzadamente.
―No.
Su madre entrecerró los ojos hacia ella de nuevo.
―Esa vieja arpía de Louise Rivard dio a entender que hay algo entre tú y Rene
LeDeux. Por favor, dime que no es cierto.
―Define "algo". ―Casi de inmediato, se dio cuenta de su error. Nunca pagó
para dar pie a su madre.
―Lo juro, Valerie, vas a ser mi ruina.
Una vez más, ¿por qué siempre se trata de ti, madre?
―Ella se refiere a ―tía Margo interpretó a su madre―, ¿te has enamorado de
ese semental de casas rodantes?
Valerie se echó a reír y se recordó repetir eso para Rene cuando; si, lo veía otra
vez.
―Puedo decir sin duda que Rene LeDeux no está enamorado de mí. Y yo no
estoy enamorada de él. ―Enlujuriados, tal vez, pero no enamorados.
Sintió una opresión en el pecho, sólo de pensar en Rene LeDeux estando
enamorado de ella. No es que eso sucedería alguna vez. ¿Pero y si? Y luego pasó la
cosa más rara. Podía jurar que oyó una voz en su cabeza decir: Debes dar amor para
recibirlo. 1
02
¿Qué significa eso? ¿Su conciencia, o algún ser celestial le estaba diciendo que
amara a Rene?
Antes de que tuviera la oportunidad de morderse la lengua, Valerie les informó
a todos:
―Necesito conseguirme una estatua de San Judas.
Cinco quijadas colgaron colectivamente.
Y la voz en su cabeza dio un alegre: ¡Sííííí!
Él estaba solo.
¿Cuán lamentable era eso?
Luego estaría escuchando viejas canciones de Hank Williams en la radio y
llorándole a su cerveza. No es que hubiera dejado alguna cerveza. O que en realidad
estuviera llorando.
Rene era un hombre que disfrutaba de su privacidad. Podía pasar semanas en
el salvaje bayou sin ver a otro ser humano y ser feliz. Pasaba demasiado tiempo en
la ciudad y estaba trepándose por las paredes. Le gustaba la gente, pero no le
importaba estar solo.
Hasta ahora.
La peor parte fue, ahora que estaba solo, todo en lo que pensaba era en sexo y
en Valerie Breaux. Dos años, había llegado a ser como un letrero de neón que
parpadeaba en su mente. Quería; no, necesitaba ser el hombre que rompiera su
ayuno.
Por qué había llegado a todas estas conclusiones ahora, y no mientras ella aún
estaba aquí, no tenía ni idea. Probablemente una cruel broma de San Judas, quien se
mantenía chasqueando la lengua en desaprobación en su cabeza.
Valerie Breaux estaba arruinando su condenada vida, a lo grande.
Algo había que hacer.
1
Agarro su teléfono satelital, golpeó el marcado automático, y dijo: 03
―Remy, trae tu culo hoy aquí. Tengo que hacer llover el infierno sobre Houma.
Tres días en casa con su madre y Valerie estaba lista para estrangular a alguien.
Había sido un error el volver aquí a Houma, incluso antes de su "secuestro", se
daba cuenta ahora. Si hubiera estado esperando un refugio donde podía descansar
y reflexionar sobre su vida después de ser despedida, olvídate de eso.
Había algunos problemas que no desaparecían con el tiempo… como su
relación con su madre.
Hace años, después de la escuela de derecho, Valerie había pasado algún
tiempo en terapia para tratar de resolver los sentimientos amargos de su infancia. El
resultado fue que el psiquiatra había recomendado que sólo tenía que poner el
pasado detrás de ella y seguir adelante. Es más fácil decirlo que hacerlo.
Los medios de comunicación fueron tan malos como su familia. Estaban que
se morían de las ganas por dirigir algún tipo de exhibición.
Hasta ahora, había sido capaz de amañarlo, no dándoles la historia definitiva
sobre su breve incursión en el bayou. Por qué no se limitó a contarlo todo, no estaba
segura. Opta por un papel u otro, le habían aconsejado un periodista exasperado
cuando ella evadió otra pregunta suya. “Pronto”, le había prometido.
Hoy era viernes. Mañana por la tarde estaría volando de regreso a Nueva York
para una reunión el lunes por la mañana con el señor Goodman. Esa era otra área en
la que parecía que no podía tomar una decisión. Volver a Trial TV en su antigua
condición de analista en su popular programa de Prueba De La Semana parecía
insostenible ahora. ¿Cómo iba a trabajar con un aprovechado como Elton después
de lo que había hecho, sin importar cómo intentaba reclamar con su historia
revisionista que ella había malinterpretado su despido? Sí, como no.
―No dejes que la puerta golpee detrás de ti, Valerie. ―Es difícil de
malinterpretar eso.
Otra área de preocupación para ella era Rene LeDeux. No podía dejar de 1
pensar en el pícaro. Mientras que había estado con él, este había sido nada más que 04
una molestia para ella, a excepción de ayer por la noche cuando los alienígenas se
habían apoderado de su cerebro. Pero ahora… Diosito, Diosito, él estaba en su mente
constantemente. Quería hacer el amor con él, realmente hacer el amor con él. Lo
deseaba tan desesperadamente que soñaba con él. Una caliente y salvaje noche de
sexo, eso es todo lo que quería. ¡Que fantasía tan ridícula! Era algo bueno que él no
estuviera por los alrededores para que ella actuara en consecuencia.
Así que ahora se paseaba por las calles de Houma, esperando el momento
oportuno hasta que pudiera partir mañana. Probablemente para bien.
Probablemente para mejor.
Houma, el distrito asentado de Terrebonne Parish y la verdadera capital del
estado en lo profundo del bayou, era más bien un pequeño pueblo con una población
de menos de cincuenta mil, pero muy singular. Estaba a poco más de cincuenta y
seis kilómetros al norte de la costa y rodeada de los bayous. De hecho, era llamada
la "Venecia de América". Había mansiones de la preguerra construidas con el dinero
de la caña de azúcar, al lado de mansiones modernas construidas con dinero del
petróleo. Una mezcla de viejo y nuevo.
Decidió irse a una librería y explorar, tanto para mirar los libros como para
escapar de la ola de calor continuo que había golpeado el sur de Luisiana este
verano. Siempre era caluroso en el sur, pero este año era el más caluroso de la
historia. Si no usabas un sombrero, incluso el cuero cabelludo se quemaba por el sol.
Para su sorpresa, se sintió atraída por una sección en bayous de Luisiana. Tomó
el libro Tidwell en los agonizantes pantanos y un ejemplar en rústico comercial de
Costa 2050: Hacia una Luisiana Sostenible, la propuesta de 1999 para recuperar el
ecosistema del bayou que Rene había mencionado. Agregado a su pila estaba
Chozas-bote en el Bayou, un par de novelas de Kate Chopin, y varios libros
ilustrados sobre el bayou. Cuando estaba parada en la caja, se encontró con Sylvie
Breaux, que tenía los brazos llenos de libros para niños.
Se abrazaron calurosamente, y después de que ambas habían pagado por sus
compras, se detuvieron en el sofocante exterior.
―¿Ya almorzaste? ―preguntó Sylvie.
Ella sacudió la cabeza, y las dos se dirigieron al lado de la librería a un pequeño
restaurante. Ella ordenó una po'boy14 de ostra, con el aderezo, lo que significaba
todos los adornos; iba a hacer una dieta estricta, una vez que regresara a Manhattan,
y Sylvie optó por estofado de cangrejo con pan francés caliente.
Ambas ordenaron té dulce frío.
Sylvie era varios años mayor que ella y tenía tres hijas, pero lucía maravillosa. 1
Prácticamente resplandecía de felicidad. Aparte del brillo feliz, ellas probablemente 05
se asemejaban entre sí; ambas tenían el cabello oscuro de los criollos y los ojos, la
nariz recta de los Breaux, y la figura promedio. Ninguna de ellas podría pasar por
anoréxica.
―Te ves muy feliz, Sylv.
―Lo soy. No tienes ni idea… ―Pareció tener un nudo en la garganta, pero
luego continuó―. Amo a Luc y nuestra vida juntos. Nunca soñé que podría ser tan
feliz.
―¿Todavía con un LeDeux? ―Sonrió hacia Sylvie.
―¡Ahhh! La familia ha estado hablando.
―Sin parar. Solías ser tan tímida. Es difícil imaginarte con un chico con la
reputación de Luc.
―Me ofendería si no supiera qué tan bien merecida era esa reputación. No me
creerías lo que me hizo ayer. Estábamos en la tienda de muebles en Lafayette en
busca de un nuevo juego de dormitorio. Le dijo al empleado que estábamos
1
07
Capítulo 9
Rene había estado armando un buen lío por dos días, desde que había
regresado a Houma; bebiendo, colapsando, jugando bourre todas las noches, un
juego de cartas cajún, pero prácticamente había estado trepando las paredes por la
frustración. 1
Porque, en todo su desorden, las mujeres eran significativamente y 08
extrañamente ausentes.
―Deberías ir a acostarte ―le aconsejó su hermano Luc tras bambalinas en la
taberna Swampy donde se preparaba para una segunda ronda. El bar estaba
rebosante, incluso más que con la usual multitud de los viernes en la noche.
¿Habrá escuchado sobre los dos años? Nah, no podría. Solo está leyendo mi patética
mente.
―¿Ese es tu sabio consejo? Que me acueste con alguien y todo estará bien y
genial. ―No es tan mala idea, de hecho. Muy mal que la única con la que quiero acostarme
ahora está prohibida.
―Eso siempre me funcionaba. Aun lo hace. ―Luc meneó sus cejas hacia él―.
Si me preguntas…
¿Treinta y cinco años de edad, y aun necesito ayuda de mi hermano mayor? No… lo…
creo.
―Ocúpate de lo tuyo, hermano.
―Tante Lulu está bordando fundas de almohada.
―¡Mierda! ―Sabía sin preguntar lo que Luc iba a decir ahora.
―Las letras R y V encerradas en pequeños corazoncitos.
―Eso no va a suceder.
Luc sonrió. Todos ellos sabían lo persistente que podía ser su tía.
―Ella no ha tenido sexo en dos años ―desembuchó. Santa mierda, ¿por qué le
revelaría algo tan privado a mi hermano?
―¿Quién? ¿Tante Lulu? Hombre, me gustaría pensar que llevaba más tiempo
sin hacerlo.
―¡Eeew! No quiero imaginarme a tante Lulu teniendo sexo, aun con Richard
Simmons.
―¿Richard Simmons? ¿El loco de los ejercicios?
―Síp. Ella espera que alguien lo traiga a su octogésima fiesta de cumpleaños.
Piensa que él es realmente sexy.
Los ojos de Luc se ampliaron. Tante Lulu tenía la tendencia a generar eso en la
gente.
―Entonces, ¿quién es la que no ha tenido sexo en dos años?
Pensó en negarse a contestar, pero luego decidió, ¡qué carambas!
1
―Val. 09
Luc sonrió incluso más amplio que antes.
―¿Cómo lo sabes?
―Me lo dijo, y si se lo dices a alguien más, juro que te cortaré la lengua y se la
daré de comer al cocodrilo mascota de Remy.
Luc fingió no escuchar su amenaza.
―Bueno, entonces es pan comido.
―¿Pan comido?
―Un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer. Val no te lo habría dicho
a menos que quisiera que hicieras algo al respecto.
―¿Eso crees? ―Lo juro, debe haber genes de “hombre tonto” en la familia.
―Por supuesto. Es algo así como lanzar el guante… excepto que tú, tonto
estúpido, no reaccionaste frente al desafío.
―Lo hice, más o menos.
Luc puso su rostro entra las manos y contó en voz alta hasta cinco. Cuando
miró hacia arriba, dijo:
―No hay algo así como “más o menos tener sexo”.
―Sí, definitivamente lo hay, y, no, no voy a explicarte.
Luc sacudió la cabeza y le sonrió. Luego cambió de tema.
¡Gracias Dios!
―¿Vas a volver a trabajar en tu cabaña después del fin de semana?
―No. Posiblemente empiece a trabajar con Proyecto 2050 como agricultor
asesor. Y tal vez termine mi tesis de doctorado.
―Bueno, ¡sinvergüenza! ¡Alguien con doctorado en la familia! ―dijo Luc,
palmeándome en la espalda y felicitándome―. ¿Cuándo ibas a decírmelo?
―Apenas tuviera la oportunidad de hablar. ―Sonrió hacia su hermano―.
Estabas muy ocupado lanzando consejos sexuales.
―¿Qué generó la posibilidad de trabajar con Proyecto 2050? Pensé que habías
desistido del trabajo bayou.
―Nah. Solo estaba cansado de los juegos que hacían en D.C., moriré pateando
y gritando en algún rio bayou contaminado, con el aceite escurriendo hasta en mis
globos oculares, antes de darme por vencido por completo.
―¿Entonces es solo un lugar distinto donde pelear?
1
―Puedes decirlo así. El próximo par de años serán críticos. El bayou se hundirá
10
o sobrevivirá dependiendo de las medidas drásticas que se tomen ahora. Dentro de
diez años será muy tarde.
Luc levantó sus manos en redención.
―Oye, le estás hablando a Noé de lluvia.
―Lo sé. Soy como un muñeco de cuerda. Hazme empezar y no podré
detenerme.
―Solo ten cuidado. Hay muchos que están particularmente interesados en no
dejarte triunfar. Y son mortalmente serios.
―¿Cómo nuestro padre?
―¡Oh, sí! No es que piense que nuestro querido y viejo papá tendría el valor
de herirte por sí mismo, pero podría hacer que sus rufianes te partan una o ambas
piernas.
Se encogió de hombros.
―¿Puedo asumir que Val no va a hacer tu documental de TV?
―¡Ah! Val nunca estuvo haciendo un documental bayou para TV, y nunca fue
mi idea empezar con eso.
―Al menos no reportó a J.B. y Maddie a la policía o los federales.
―No sé nada de eso. Supongo que habríamos oído algo para este momento.
Pero aún podría suceder. ―Desearía que se decidiera de una manera o de otra. Entonces
podría acercármele y no sería interpretado como influenciar a la testigo, o como sea que lo
llamen. No puedo molestarla ahora. Simplemente no puedo. Incluso una llamada telefónica
estaría fuera de lugar.
―No me digas que no la has llamado.
―Por supuesto que no.
―No pareces mi hermano. ¿No te enseñé todos los movimientos correctos? ¡No
fastidies! ¿Por qué no la has llamado?
―¿Por qué debería llamarla? ―La pregunta sonaba estúpida incluso para mí.
Y no iba a enredarse en una larga explicación de porqué Val necesitaba tomar una
decisión primero.
Luc arqueó sus cejas significativamente.
―Debes estar bromeando. ¿Debería llamarla para acostarnos? Sin citas. Sin
cortejo. Sin cosas sentimentales. Ir directo a la comida principal sin todos los
aperitivos. Funciona para mí ―dijo Luc, riendo. 1
―Puedo imaginar cómo sería. “Hola, Val, estoy un poco cachondo. ¿Qué tal 11
un rapidito al medio día?” y su respuesta sería, “Muérete” O “Muérete, imbécil”.
―¡Tsk -tsk -tsk!, eres muy vulgar. Eso no es a lo que me refería.
―¡Mentiroso!
―Quiero decir, ¿por qué no la llamas y solo preguntas qué está planeando
hacer con lo del supuesto secuestro?
―No hay sutileza en eso.
―Bueno, señor sutileza, es mejor que sentarte sin hacer nada, esperando a que
pase algo.
Uno de sus guitarristas gritó dentro de la habitación:
―¿Estás listo, Rene?
―En un momento ―contestó, recogiendo su frottir, un instrumento musical
con forma de tabla de lavar.
―Ha sido agradable charlar ―dijo Luc, incitador como siempre―. Debo
regresar a nuestra mesa antes que Sylvie consiga que algún vaquero la atienda. Te
veré pronto. ―Luc estaba saliendo cuando se detuvo justo en la puerta―. Lo olvidé.
Sylvie me dijo que te diera que tal vez te tenga una sorpresa esta noche.
Él sonrió.
―No otra stripper montando una Harley con pastelitos de cumpleaños en sus
senos. Y en verdad esperaba soplarle sus velas. ¡Hablando de eso!
―Remy y o hicimos eso, no Sylvie. Además, tu cumpleaños no dura tres meses.
―¡Oh, Dios! ¡No otro emparejamiento! No creo que pueda soportar otro
intento de conseguirme pareja. Por favor dile que puedo conocer nuevas mujeres yo
solo. Honestamente. No soy tímido.
Luc estaba prácticamente cayéndose de la risa, lágrimas rebosando sus
oscuros ojos. Cuando finalmente fue capaz de hablar, dijo:
―Puedo decir que definitivamente no hay nuevas mujeres en tu horizonte.
Ninguna siendo lanzada por Sylvie, de todas formas.
Una vez se fue, Rene escuchó a Sylvie encontrarse con Luc en el pasillo y decir:
―No le dijiste, ¿verdad?
―Nop.
Ambos rieron mientras se alejaban.
Todo lo que Rene puedo pensar fue, ¡Uh-oh!
1
12
15
Coonass: se utiliza en referencia a una persona de etnia Cajun. Muchos lo consideran un insulto,
pero otros un cumplido.
―Aún no te he descifrado totalmente. Como dije un minuto antes, las cosas no
son siempre como lo parecen en la superficie. ¿Deliberadamente escondes tu
intelecto, tus diplomas universitarios, y tu trabajo de verdad porque eres modesto?
Resopló su opinión.
―¿O porque estás envuelto en secretas y peligrosas misiones?
―James Bond. Ese soy yo, nena.
Ella sonrió.
―Tal vez es un tipo de bofetada en la cara a las personas que te juzgaron mal
desde el principio cuando des tu verdadera cara. Sabes qué dice acerca de ti el jugar
el juego si tienes el nombre.
―¿Haciendo honor a mi mala reputación?
―Precisamente. Por otra parte, podría ser porque eres inseguro en el corazón.
De verdad no crees que vales mucho. Sospecho que vivir con Valcour LeDeux no
habría hecho mucho para la autoestima de un niño. La gente de mente estrecha
podría haberte hecho sentir como basura.
Rene no dijo nada a eso, lo que la hizo pensar que había golpeado muy cerca
del clavo. No tenía la intención de hacerle daño; por lo que decidió cambiar de tema. 1
―No puedo creer que tenga que levantarme en un par de horas para ir al 28
aeropuerto.
Llegaron a su auto. Ella giró y presionó su espalda contra la puerta del
conductor. Él se paró en frente de ella, manoseando las solapas de la blusa de ella.
―¿Vas a volver?
―Algún día, estoy segura.
Él negó con la cabeza.
―¿Pronto?
―No lo sé. Todo depende de los resultados de mis reuniones el lunes.
―Vuelve ―dijo en una voz que cruda de necesidad masculina. Las palabras
no pronunciadas eran "a mí."
Y de repente, ella realmente quería verlo otra vez. Bueno, no tan de repente.
Había estado atraída hacia él desde su regreso a Luisiana.
―¿Piensas que tu tía nos puso un hechizo?
Él sonrió, entendiendo.
―O eso, o fue San judas. Son una combinación poderosa.
―Dudo que un santo plantaría tales pensamientos impuros en mi cabeza.
―No sé sobre eso. San Judas ha sido conocido por usar métodos clandestinos
para conseguir sus fines. ―Pensó por un segundo, luego agregó―: ¿Tienes
pensamientos impuros sobre mí?
Ella solo asintió, mirando fijamente a su boca, la cual estaba llena, separada y
oh tan tentadora.
―Bésame ―murmuró ella, sorprendiéndolo no solo a él, sino a ella misma.
―Quiero hacer el amor contigo taaanto, pero quiero que nuestra primera vez
juntos sea memorable, no contra un auto en el estacionamiento de una taberna. Si te
beso, no seré capaz de detenerme.
Valerie suspiró. Este hombre era potente con P mayúscula. Pero algo que dijo
molestó a su cerebro.
―No sería nuestra primera vez.
Ella podía jurar que su rostro enrojeció, aunque la iluminación era tenue en
este extremo de la parcela.
―Tengo una pequeña confesión que hacer ―dijo él.
Su naturaleza desconfiada se puso en alerta roja. No tenía que ser una experta 1
en el estudio de la gente para saber que algo estaba pasando. 29
―En realidad, esta sería nuestra primera vez. Verás, esa otra vez, en realidad
no hicimos nada. ―Se lanzó a una explicación torpe tratando sobre la eyaculación
precoz, la vergüenza de toda la vida, y vómito de color rosa. Por último, la
comprensión se filtró en su cerebro. Le dio una palmada en el brazo, por segunda
vez en la noche. ¿Cuándo la violencia venía tan fácil a ella?
Cuando Rene LeDeux volvió a entrar a su vida, eso es cuándo.
―Me mentiste.
―No lo hice ―afirmó―. Solo fallé en decirte ese pequeño detalle.
―¡Tú, rata! Te voy a dar pequeño. ―Empezó a golpearle el pecho―. Todos
estos años me dejaste creer…
―¡No, no, no! ―La jaló en un apretado abrazo de oso, de modo que sus brazos
estaban retenidos―. Solo me enteré unos días atrás cuando tú revelaste que no
tenías memoria de ese día.
―Y tú fallaste en decirme entonces… ¿Por qué?
―Estaba avergonzado, y ¡whew! Qué alivio descubrir que nunca fuiste
consciente de mi falta de delicadeza. Pero ahora lo sabes.
―Déjame ir ―dijo contra su pecho.
―¿Vas a golpearme otra vez?
Dudó.
―No.
Cuando la liberó, ella dijo:
―Desprecio la deshonestidad.
―No fui deshonesto… precisamente.
―No juegues juegos conmigo, Rene.
―Lo siento. Mi única excusa… bueno, es una cosa de chicos.
Ella puso sus brazos sobre su pecho, exasperada.
―Tú solo tenías quince años.
―Sí, y créeme, era un gran problema en ese momento. Tener al cohete lanzado
antes de que todos los motores estén encendidos no es una hazaña que un chico
quiera clamar.
Ella tuvo que sonreír.
1
―Cada día iba al colegio esperando escuchar que tú finalmente le dijiste a
30
todos de mi fracaso.
―Y cada día yo iba al colegio esperando escuchar que hubieras alardeado de
tu conquista y mi fracaso. No se supone que las chicas vomiten la primera vez, no lo
creo.
―¿Estamos a mano entonces? ―preguntó esperanzado.
―Ni siquiera cerca ―dijo.
―Vas a hacerme pagar, ¿verdad?
―De la mejor manera posible. Me tengo que ir ahora.
―Tengo grandes planes para esta noche.
―Me di cuenta.
―¿Me golpearías si tratara de darte un beso de buenas noches?
―Dijiste que no serías capaz de detenerte si me besaras.
―Me he enfriado desde entonces.
Yo no.
Él se movió más cerca y arregló sus brazos alrededor de su cuello. Luego se
acercó aún más, presionando contra su bajo vientre.
―Creí que habías dicho que te habías enfriado.
―Eso es frío para mí ―dijo con una risa corta―. Debería advertirte, soy un
besador experto.
Lo sé.
―¿No te importa decirte eso tú mismo?
―Los mejores besos son cuidadosamente arreglados. Por ejemplo, todas las
otras partes del cuerpo deben estar perfectamente alineadas.
―¿Huh? ¿Qué quieres decir?
La levantó ligeramente por el trasero por lo que ella estaba de puntillas y
montó la hendidura de sus vaqueros, justamente correcto.
De alguna manera, sus piernas se habían abierto y él estaba entre ellas, sorpresa
sorpresa, justamente correcto.
―Oh ―dijo ella, respondiendo a su propia pregunta.
Mientras su trasero estaba medio apoyado contra la puerta del auto y sus
brazos aún estaban vagamente colocados alrededor de su cuello, él puso ambas
manos en sus pechos y usó sus pulgares para llevar a los pezones a picos duros. Al
darse cuenta de que ella no llevaba sujetador, él hizo un sonido gutural, luego 1
deslizó sus manos bajo el dobladillo hasta que acarició la piel desnuda. 31
Cada parte del cuerpo de Valerie palpitó. Sus labios dolían por su beso; sus
pechos dolían por un tratamiento más duro; sus partes femeninas dolían por toda
su dura longitud presionada contra ella.
―Oh, nena ―dijo contra su boca cuando finalmente la tomó en un beso que
era tierno y devorador a la vez. Su lengua acarició su boca, dentro y fuera, simulando
el ritmo sexual teniendo lugar abajo. La boca de ella le hizo lo mismo a la de él. Era
difícil decir quién estaba besando a quién, donde él terminaba ella comenzaba. Ella
sintió a su cuerpo enrollándose con tensión y sabía que tenía que parar antes de que
fuera demasiado lejos. Jalando su boca lejos de la suya, ella jadeó:
―No, Rene. No me quiero venir así. No otra vez.
Aún sosteniéndola, arqueó su cuello hacia atrás, los ojos cerrados, e inhalado
y exhalado profundamente, luchando por control. Finalmente la soltó y dio un paso
atrás. Estaba profundamente excitado, ella podía decirlo sin mirar hacia abajo. Los
ojos de él estaban entrecerrados. Su labio inferior colgaba de una manera sensual.
La deseaba tanto como ella a él.
―Tus deseos son órdenes, princesa ―dijo, finalmente. Con pesar se volvió
para irse, rozando sus dedos a través de la boca hinchada de ella. En el último
segundo, se volvió, la miró a los ojos y dijo―: Vuelve cuando puedas, chere. Caballos
salvajes no serán capaces de detenerme entonces. La próxima vez haremos magia,
te lo ga-ran-ti-zo.
Esa noche, Valerie tuvo sueños de magia
1
32
Capítulo 11
Valerie había estado de regreso en Manhattan por más de un día ahora, y nada
parecía lo mismo.
Su pequeño apartamento con su mobiliario de buen gusto y falta de desorden 1
le parecía frío. La pintura del paisaje de Bayou Negro en la pared que había 37
heredado de una tatara-tatara-abuela era una pálida imitación de la cosa real.
La sobrevalorada vista del río Hudson desde la ventana de su sala de estar era
nada comparada con un arroyo de bayou en el medio de la nada.
Debería haber estado preparándose para su próxima reunión con Elton y luego
el señor Goodman. En vez de eso continuó leyendo el fascinante material que había
recogido de la tienda de libros Houma sobre la desaparición de los pantanos.
Especialmente el libro del Sr. Tidwell, cuyo texto es como una novela de no ficción
y da una visión conmovedora pero alarmante de lo que le estaba sucediendo a su
propia patria.
¿Y no era sorprendente que haya desarrollado repentinamente un apego por
su natal sur de Luisiana? Tal vez el amor que tuvo una vez por esa tierra primitiva,
cuando su padre solía llevarla en expediciones de pantanos, había permanecido en
estado latente durante todo este tiempo. Tal vez había intentado deliberadamente
odiar aquello mismo que amaba… porque él se había ido. Ciertamente algo en qué
pensar.
Justo antes cuando estaba por salir por la puerta, el teléfono sonó. Su corazón
omitió un latido. ¿Podía ser Rene?
No tuvo esa suerte.
―Hola, ¿´tá Val? ―preguntó una gruesa voz femenina cajún.
―¿Tante Lulu? ¿Hay algo mal? ¡Oh Dios mío! ¿Algo le pasó a Rene? ―El idiota
pudo haberse engrapado la mano, o haber sido atacado por un caimán, o disparado y muerto
por algún asesino contratado por alguna petrolera fanática.
La anciana mujer rió.
―Sabía que te preocupabas por el chico. ―Treinta y cinco años, y ella aún
consideraba a Rene un chico.
―¿Por qué llamas?
―Oh, solo me preguntaba si habías teni´o la oportunida´ de habla´ con Richard
Simmons aún.
¿Ella está loca?
―No, no lo he hecho, y no espero hacerlo pronto. Me voy a una reunión de
negocios en este momento.
En vez de discutir con ella o disculparse por interrumpir su ocupado día, tante
Lulu se fue por la tangente.
―¿Crees que podrías recoge´ algo pa´ mí antes de que vuelvas a casa en bayou?
1
―No estoy segura de que vuelva. En un futuro cercano ―añadió para evitar
38
que pregunte por ese problema.
No hay que preocuparse. Tante Lulu omitió ese importante hecho.
―Charmaine me compró algunas bragas en esa tienda, Saks Fifth Avenue,
años atrás. Eran realmente cómodas, no se montaban en la grieta de nada. Yo, no
puedo encontrarlas en ningún lugar alrededor de aquí. Algodón blanco. Marca Sexy
Lady. Tamaño dos. Y, a propósito, Rene de seguro te está extrañando.
Cómo la anciana mujer se movía de un tema a otro era increíble.
Una especie de corriente del tipo consciente de una conversación de un solo
lado. ¿Pero a quién le importaba eso? Rene me extraña. Sonrió ampliamente.
―Él empezó ´ir a entrevistas de trabajo hoy. Usó un traje y to´o. Incluso su
corbata rojo ají picante. Whooee, se veía apuesto, ese chico lo hizo. Tal ve´ sea el
último día que use un traje, o eso dice él. No ´tá buscando trabajos ´onde usen traje.
Debería´ ve´lo, sin embargo. Casi termino con tu colcha de novia. ¿Terminaste los
do´ años de sexo rápido? Tal ve´ no, Rene no tiene esa mira´a sobre él… ya sabes, la
tonta sonrisa que usan los hombres cuando tienen su camino con una mujer.
¿Cuándo piensas que volverás? Mejo´ que vuelvas pa´ mi fiesta de cumpleaños.
¡Whoa, whoa, whoa!
―Tante Lulu, no va a haber una boda. Así que, por favor, no colcha de novia.
―Podemos hace´ la celebració´ de mi octogésimo cumpleaños y tu boda el
mismo día. Ahorramos un montón de dine´o de ´sa manera. ¿Crees que podrás estar´
lista para se´tiembre? Tengo el vesti´o de la mamá de Rene, si ´tás interesa´a. Pero,
no, eso sería mala suerte viendo cómo ella se casó con esa rata Valcour en ese vesti´o.
Extremadamente linda, lo era, sin embargo.
¡Aaargh! Es como hablarle a una pared.
―Tante Lulu, me tengo que ir ahora.
―Oky dokey. ¿Debería da´le a Rene tu cariño?
―No te atrevas. ―Si decido alguna vez darle a Rene mi cariño, será en persona.
―¡Toodle-oo16!
Mientras Valerie miraba al receptor muerto en su mano, pensó, ¿Quién en el
mundo dice “toodle-oo” hoy? Pero entonces, un pensamiento más importante vino a
ella. Rene me extraña.
Fue en ese pensativo, pero no infeliz, estado de ánimo que entró a la lujosa
oficina de Elton Davis una hora más tarde. La alfombra era tan espesa que sus
tacones se hundían en sus profundidades. Los muebles de madera de nogal era de 1
alta gama y de lujo. 39
Un elaborado sistema de música y un bar con fregadero adornaba una de las
paredes. En otro lado había una vista espectacular de la Avenida Madison. Elton se
trataba bien a sí mismo.
―¡Val! Es tan bueno verte ―habló con entusiasmo Elton, saliendo de detrás de
su gigantesco escritorio, que era más adecuado para Jolly el Gigante Verde que su
mejor cuadro de un metro setenta y ocho. Sus brazos estaban extendidos a modo de
saludo.
Seguramente el idiota no esperaba que le permitiera abrazarla. ¡De ninguna
manera! Val extendió su mano derecha para un apretón, lo que causó que Elton se
detuviera momentáneamente con sorpresa, luego tomar su mano y sacudirla.
Incluso ese breve contacto con la piel se sentía adulador.
―Esto es genial, Val ―dijo, indicando una silla para ella mientras él se
apresuraba detrás de su escritorio, como la rata que era―. ¿Lista para volver al
trabajo?
16
Toodle-oo Forma americano arcaico de decir "adiós". Se deriva de la expresión francés "un tout
l'heure un" significado "hasta luego", y se puso de moda en los EE.UU. en particular después de la
segunda guerra mundial.
¿Huh? Ella deliberadamente ensanchó sus ojos e inclinó su cabeza hacia un
lado.
Su rostro enrojeció con la comprensión de que no iba a jugar a ser
agradablemente agradable con él.
―Vayamos directo al grano, Elton. ¿Qué sucede?
―Estoy herido por tu actitud. ―Le dirigió una expresión de cachorro de la
consternación que tontamente pensó derretiría su corazón. ¡Ya parece! Parecía
Goofy con una basura en su ojo.
―Escucha, Elton, no tengo tiempo para tus juegos. ¿Pediste verme? ¿Cuál es el
problema? ¿Alguien te llamó a la alfombra por despedirme?
―Mira, ahí está la cosa. Nunca te despedí realmente. Entendiste mal lo que dije
y te fuiste antes de que tuviéramos la oportunidad de discutir las cosas.
―¡Mentira! Puedes tirarle esa línea a quien quiera escuchar, pero yo no lo
compro. Dime lo que quieres.
Vio la ira que él escondía bajo una controlada sonrisa.
―Tengo una nueva misión para ti. Espera hasta que te enteres de ella. ¿Qué tal
si te damos carta blanca y una posición en horario estelar para cubrir... ―hizo una 1
pausa de manera ta-da―… tu propio juicio? 40
―Suplico tu perdón.
―Llenas cargos de secuestro contra esos raritos cuello rojo 17 que te
secuestraron, y luego tú cubres el juicio. ¿No es eso genial?
Incluso Elton se las arregló para dejarla conmocionada esta vez.
―Eso es genial. ¿Pero has considerado la situación de conflicto de interés en
mí cubriendo un caso en el que yo soy el demandante?
Él movió una mano despectivamente.
―Podemos pasar a través de ello. Ya revisé lo legal. ―Sonrió con su sonrisa
mostrando los dientes hacia ella, como si le acabara de dar la luna―. Claro, habría
un aumento de sueldo considerable con el trabajo.
¡Increíble! Él en realidad pensaba que iba a doblar sus estándares por el bien
del dinero y una promoción. Y esas palabras "cuello rojo", ¿hizo él esa suposición
porque las personas en cuestión eran de Luisiana o del bayou?
17
Cuello rojo en inglés Redneck, se utiliza principalmente para una persona rural blanca y pobre del
sur de Estados Unidos de forma despectiva.
Y él se había referido a ellos como raritos. Bueno, J.B. y Maddie eran raritos,
pero él no lo sabía. Él estaba asumiendo que ambientalista era igual que corto de
cerebro.
―No he llenado una denuncia, Elton, y probablemente no lo haré. Cargos de
secuestro no serán llenados. Así que, no hay juicio.
Ella esperó que él digiera esa información. Y, francamente, estaba enojada
ahora. El tipo la despidió y luego trató de usarla, todo en un suspiro.
―Bueno, estoy seguro de que podemos encontrarte algún otro lugar en Trial
TV. ―La falta de entusiasmo en su voz resonó en el aire entre ellos.
Valerie se paró entonces y dijo algo que había querido decir por mucho, mucho
tiempo.
―Elton, tú, hijo de puta… ―Se detuvo―. Toma tu trabajo y jódete.
Mientras caminaba orgullosamente fuera de la puerta y por el pasillo, se sintió
sorpresivamente liviana y animada, como si una carga hubiera sido levantada de su
espalda.
Tenía dos horas para matar, luego era hora para encontrarse con el Sr.
Goodman. Él estaba en el mismo edificio pero tres pisos arriba. Pasó su tiempo de 1
intervalo tomando una caminata en Central Park. Luego, fría, calmada, y tranquila, 41
entró al dominio del señor Goodman exactamente a tiempo.
A diferencia de la oficina de Elton, que era vergonzosamente opulenta, la del
Sr. Goodman era casi austera.
Es cierto que había una oficina en la esquina con una vista magnífica, pero el
mobiliario era escaso y austera en apariencia. De pie, el caballero de unos sesenta
años de la vieja escuela, con traje a rayas oscuras y zapatos cerrados en punta negros,
le dio una cálida sonrisa.
―Buenas tardes, Sra. Breaux. Estoy encantado de verte otra vez. Ven, siéntate
aquí. ―Hizo un gesto hacia una pequeña sala de estar con dos sillas tapizadas y una
mesa de café de cristal redonda.
Luego que estuvieran los dos sentados y ella declinara su oferta de café, él fue
directo al punto.
―Entiendo que declinaste la oferta de Elton Davis.
―Lo hice.
―Probablemente una sabia decisión.
Ella arqueó las cejas en forma de pregunta.
―Él es un trasero.
―Concuerdo.
―Aquí está la cosa, la telebasura es caliente. Todo, desde el estilo de programas
de entrevistas de Jerry Springer hasta los reality shows que muestran calificados x
de sexo en la televisión regular. Es un hecho de la vida que tenemos que lidiar ahora
mismo.
―¿Podemos hacerlo mejor?
―Claro que podemos, y lo hacemos. De hecho, creo que has añadido un toque
de gusto a nuestra programación… incluso cuando era un poco basura.
―Basura sabrosa, ¿Huh? ―Tuvo que reírse, si era eso lo que había sido su vida
en los últimos años.
―Me gusta cómo suena eso. ¿Te importa si lo uso alguna vez?
―Siéntete libre ―dijo, agitando una mano magnánimamente. Valerie estaba
“leyendo” al Sr. Goodman mientras hablaban, y lo consideró un hombre honesto.
―Como sabes, Sra. Breaux, Goodman Enterprises es dueño de Trial TV.
También el canal Naturaleza, el canal de Diseño Hogar, Solucionadores de
Crímenes, y pronto un nuevo canal llamado Reportes Investigativos, o IRC. Este
último transmitirá todo tipo de cosas; que ni siquiera tenemos orientaciones en este 1
punto. ¿Me entiendes? 42
―Fuerte y claro ―respondió con una sonrisa. Él debe haber oído los rumores
que estaba considerando un documental del bayou―. ¿Estás diciendo que, si vengo
con una propuesta formal para algo llamado “Bayou Descubierto”, estarás dispuesto
a considerarlo?
―Absolutamente. Pero ten una cosa en mente, querida. He estado en este
negocio por mucho tiempo. El público no quiere una corta y seca propaganda, no
importa qué tan importante. Tiene que afectarlos personalmente. Y tiene que haber
un ángulo para dibujarlos dentro.
―¿Como los programas de Elton de shock y rock, ese tipo de programación?
―No necesariamente. Encuentra un gancho para atraer a la gente a ver,
entonces puedes predicarles todo lo que quieras.
Hmmm. Me pregunto si… no, eso sería demasiado inverosímil… pero, infierno, no
pierdo nada con probar.
―¿Sabías que hay una planta del pantano, la planta Juju, que es responsable
de la famosa virilidad de los hombres cajún? ¿Y que si la contaminación y la erosión
costera continúan a su ritmo actual, la planta se perderá para siempre?
―¡Bingo! ―dijo el señor Goodman, con una risa―. Supongo que no conoces
algún especialmente viril hombre cajún que podría ser el narrador de este potencial
documental.
―¡Bingo! ―dijo Val entonces―. El hombre Juju.
De repente su vida parecía un poco más brillante.
El único problema sería convencer a cierto hombre cajún de hacer pública su
destreza. ¡Pan comido!
Podía jurar que oyó la risa en su cabeza.
El taxi de Valerie no llegó a la casa de Rene hasta las once de la mañana, debido
a varios retrasos con el avión y precauciones extremas de seguridad en los
aeropuertos.
Llevaba una falda de gasa hasta las pantorrillas en distintos tonos de verde,
desde apio pálido a jade oscuro. Una camisa pegada al cuerpo de manga corta verde
menta que abrazaba sus pechos y abdomen y estaba metida en su cintura. Se había
arreglado el cabello en su salón favorito de la Quinta Avenida para lograr su aspecto 1
despeinado. Una manicura y pedicura habían producido la laca de color rojo 46
brillante que ahora lucía. Se había afeitado las piernas… dos veces. Y se había hecho
un depilado de bikini, a pesar de que no se había puesto un bikini en más de diez
años.
Estaba lista.
Y también Rene, si la forma en que su puerta estaba abierta esperándola era
alguna indicación. Llevaba una camiseta blanca del concierto de Toby Keith que
decía ¿Quién es tu papi? y pantalones de jogging negros. Descalzo, bajó las escaleras
lentamente, le pagó al taxista, y tomó su equipaje en cada una de sus manos. Hizo
un gesto con la cabeza para que ella lo precediera por las escaleras.
Pero ella clavó sus talones.
―¿Ni siquiera vas a decirme hola, o darme un beso de bienvenida?
―Diablos, no ―dijo, mirando directamente a sus ojos por primera vez. Vio el
ardiente calor en sus ojos, y casi la asustó. Casi―. Si te beso ahora, vamos a terminar
teniendo sexo en los escalones de mi entrada, y terminaré demasiado pronto. Tengo
historial de eso, como ya sabes.
Dios, todavía está perturbado por lo que pasó hace diecinueve años. ¡Qué dulce!
Satisfecha de que estuviera feliz de verla, incluso sin las palabras y acciones, caminó
por las escaleras delante de él, asegurándose de agitar las caderas de lado a lado.
―Vas a pagar por eso ―pensó oírlo murmurar. Entonces él preguntó,
presumiblemente mirándola desde detrás―: ¿Estás usando tanga?
Ella sonrió para sí y lo miró por encima del hombro, luego le guiñó un ojo.
―No.
A él le tomó varios minutos registrar que ella quería decir que no llevaba nada.
Su mandíbula se abrió y dijo:
―¡Jesús, María y José!
Lo que sucedió después fue tan rápido que su cerebro daba vueltas. Ella entró
en el pasillo y estaba a punto de comentar sobre su colección de acuarelas
expresionista cuando la puerta se cerró detrás de ella, Rene dejó su equipaje en el
suelo, y ella quedó atrapada contra la pared con la falda hasta la cintura. Rene estaba
pasando sus manos sobre su trasero… su trasero revestido por pantys.
―Mentiste ―dijo, mordiendo su boca con los dientes.
―¿Creías sinceramente que pasaría por la seguridad del aeropuerto sin ropa 1
interior? Probablemente habrían insistido en un registro de cavidades. 47
―Yo podría hacer eso ―ofreció él. Pero luego se dejó caer de rodillas frente a
ella. Apoyando la cara contra su vientre, la sostuvo con los brazos alrededor de sus
muslos. El silencio en el pasillo era ensordecedor.
―¿Rene? ¿Qué pasa?
―No pasa nada. Todo está bien finalmente, y eso me quita el aliento.
―Oh, Rene ―dijo en voz baja, y se dejó caer de rodillas, también. Tomando su
cara entre las manos, lo besó suavemente―. Vamos a tomarnos esto lentamente. No
tenemos nada que demostrar aquí.
―¡Ah! Tal vez tú no, pero yo sí.
―Olvídate de eso. Ahora, ¿quieres darme un paseo por tu casa?
―No. Prefiero darme un paseo por tu cuerpo… o dos… o doce.
Entonces la besó. Hambrientos besos que eran eternos. Su boca húmeda y
caliente sobre ella, su lengua conduciéndola, con las manos en todas partes a la vez.
De alguna manera se encontraban en el suelo, con él encima de ella.
―Oh, mierda, vamos a tener sexo en el suelo del pasillo, ¿no es cierto?
―Espero que sí. ―Ella se quitó las bragas lo mejor que pudo con él encima.
Metiendo una mano dentro de la cinturilla elástica de sus pantalones, tomó su dura
longitud en la mano.
―¡Jeeeeeeeesh! ―gritó él, empujando su mano a un lado―. No hagas eso. No
todavía. ¡Santo-santo-santo-santo-infierno! ¿Qué me estás haciendo? Déjame
levantarme. Iremos a mi habitación.
―¡No! ¡Ahora! Te quiero ahora ―dijo, arqueando sus caderas contra su
erección rampante―. Te quiero malditamente ahora.
―¿Qué? Bien. No. Tengo que ir a buscar un condón.
―No te preocupes. Estoy tomando la píldora.
―Dos años de celibato y ya estás en la píldora. ¿Por qué?
―Uh, Rene, ¿podemos hablar de eso más tarde?
―Oh, sí. ―Jadeante, empujó sus pantalones abajo mientras ella subía su falda,
y en cuestión de segundos estuvo a punto con su entrada. Entonces, oh mi Dios, él
empujó dentro de ella, todo el camino hasta la eternidad.
Sus músculos internos se estrecharon y relajaron a su alrededor en un orgasmo
instantáneo que voló sus inhibiciones y la fundió en un clavo al rojo vivo. 1
Cuando tuvo la oportunidad de recuperar el aliento, miró a Rene. Con los ojos 48
cerrados, estaba apoyado en sus antebrazos. Su cuello se arqueaba hacia atrás, sus
tendones destacándose por la tensión. Y todavía estaba duro dentro de ella, Dios lo
bendiga.
¿Por qué se detenía? Oh. Esa vieja fijación en su eyaculación prematura.
―Muévete, maldita sea.
Él abrió los ojos y la miró, aturdido.
―Quiero tanto follarte que puedo probarlo.
―Entonces hazlo.
―Es demasiado pronto.
―No. Es demasiado tarde, nene. Vamos. Por favor. Vamos.
Él sonrió y lentamente, muy lentamente salió de ella casi por completo y
entonces lentamente entró de nuevo. La fricción era una dulce tortura.
―Amplio ―dijo con la voz ronca por la excitación. Empujando sus rodillas
arriba y hacia a los lados, demostró lo que quería decir.
Y lo sintió empujarse otro increíble centímetro o más. Y su hueso púbico la tocó
en el lugar correcto. Y las estrellas rojas bailaban delante de sus ojos abiertos.
―Te sientes… tan bien… en mí ―dijo sin aliento.
―Me siento muy bien en ti ―dijo él, también jadeando.
Entonces comenzaron los movimientos largos, dentro y fuera, una y otra vez
hasta que Valerie pensó que se volvería loca. Gimió continuamente. Envolvió sus
piernas alrededor de sus caderas. Agarró sus nalgas y las amasó.
Para un tipo que se preocupaba por estallar demasiado rápido, Rene se estaba
tomando mucho tiempo para el clímax.
De hecho, se detuvo. Profundamente enterrado en ella, se estiró y la abrió aún
más para que la parte más sensible de ella estuviera más expuesta. Luego dijo:
―Míranos, cariño.
Su vello oscuro se mezclaba con el oscuro de él allí. Era imposible decir dónde
terminaba o comenzaba ella, y viceversa.
―Dulce, ¿eh? ―Su voz era ronca y baja.
―Dulce ―acordó ella.
Entonces empezó la dura, rápida embestida que había estado anhelando. Todo
estaba sucediendo tan rápido ahora. Sensaciones la golpearon en cada parte de su
cuerpo. Donde estaban unidos por dentro. En sus pechos. En toda su piel. 1
49
Y el ruido. Los deslizantes, húmedos sonidos del sexo. Los gemidos de ambos.
Él arqueó la espalda, le enseñó los dientes y gruñó:
―¡Sííííííí!
Ella habría gritado “¡Sííííííí!” también si no se estuviera concentrando en no
voltear sus ojos dentro de su cabeza. Pero se corrió con él en esa ola de éxtasis, en
esas ondulaciones impresas de tensión liberada que emanaban de todas las partes
de sus cuerpos.
Riendo, Rene se incorporó sobre los codos y quitó varios rizos sueltos en su
frente. ¡Eso en cuanto a su peinado de cien dólares!
―Maldita sea, Val. No he hecho el amor con los pantalones en los tobillos
desde que era un adolescente.
―Y yo nunca había hecho el amor en el suelo junto a la puerta del frente. ¿Pero
fue bueno, no es así?
Rene miró a Val, que se veía tan increíblemente sexy con su cabello revuelto
por el sexo y la cara enrojecida que su corazón se contrajo. Quería decirle tantas
cosas. En cambio, todo lo que dijo fue:
―Malditamente bueno.
Salió de ella con doloroso placer, se puso de pie, se levantó los pantalones de
chándal y calzoncillos al mismo tiempo. Por un segundo, se limitó a mirarla,
teniendo en su vista la parte inferior de su cuerpo expuesto hasta la cintura. La
humedad brillaba en los rizos apretados entre sus piernas, y eso lo hacía sentirse
todo satisfecho y pagado de sí mismo. Lo había hecho bien, el doble de bien de lo
previsto.
Pero, espera, de repente se puso en marcha de nuevo. Tenían toda la noche por
delante… infiernos, incluso podrían tener una vida. Tenía que superarse a sí mismo.
Se inclinó, le tomó la mano y la puso de pie y en sus brazos. La abrazó por un
momento, y murmuró:
―Gracias ―en su oído.
Ella inclinó la cabeza hacia atrás y dijo:
―Oye, gracias a ti.
Yo podría amarla.
Cuándo ese pensamiento llegó, no tenía ni idea, pero ese era territorio
peligroso para tan temprano en el juego… incluso para el final del juego. Aun así, la
voz en su cabeza repitió: podría amarla. Probablemente era ese San Judas plantando 1
ideas insidiosas en su cerebro. Eso tenía que ser. 50
―No todos los días una chica consigue ponerle fin a su sequía de dos años de
tal manera espectacular. Esperemos que mi próximo período prolongado de
abnegación tenga a un tipo como tú al final también.
La perspectiva de que ella se volviera célibe de nuevo le molestaba mucho. Aún
más lo molestaba la perspectiva de ella con otro hombre. No iba a suceder, decidió
entonces y allí, ninguna de esas cosas. Pero no pensaría en las implicaciones de su
resolución.
Le dio un tour por la casa, que no tomó tanto tiempo. Sólo había dos
habitaciones, una de las cuales utilizaba como oficina. Era un básico lugar de hombre
con mobiliario mínimo, aunque lo que tenía eran buenas cosas artesanales. Sobre la
madera dura de los pisos había alfombras cajún tejidas en colores brillantes. Por
supuesto, tenía el extraño accesorio ―aunque no tan extraño en su familia― de una
variedad de estatuas de San Judas en cada habitación. Había incluso un imán de
nevera de San Judas. Y había un acordeón en la parte superior de la nevera.
El mayor inconveniente de una casa en la ciudad ahora era que estaba en el
medio de la capital, algo que no sucedía cuando trabajaba como ambientalista. Pero
no estaba cerca de los pantanos que amaba. Eso cambiaría ahora.
―¿Tienes hambre? ―preguntó―. Compré comida china.
―¿Comida china para un cajún? ¿No es un sacrilegio o algo así?
Sonrió.
―Probablemente tenga okra o langosta en alguna parte. No puedes alejarte
totalmente de lo cajún en ningún lugar en el sur de Loo-zee-anna.
―Tengo hambre ―dijo―, pero puede esperar. Todavía estoy muy excitada
como para comer.
Rene casi se tragó la lengua por la bomba que casualmente dejó caer.
Ella todavía está muy excitada. ¡Gracias, Dios!
Dios no tiene nada que ver con eso, dijo la voz en su cabeza.
―¿Tienes algo de vino?
―Así es. Y bien frío, también.
Ambos bebieron el Sauvignon frío. Entonces Rene se acercó al estéreo y accionó
un interruptor.
Un instrumental cajún suave se encendió.
―¿Va a quitarte la camiseta? ―le preguntó bruscamente cuando se volvió
hacia ella. Quedó enmarcado por la arcada en la cocina. 1
Sus ojos se ampliaron con sorpresa.
51
1
57
Capítulo 13
Rene había hecho una broma una vez cuando estaban de regreso en el pantano
sobre Alicia en el país de las maravillas. Bueno, a principios de la tarde, es
exactamente donde Valerie sentía que había aterrizado.
Justin llegó primero, luciendo como semental en cola de caballo oscura y jeans
ajustados. Después de que él le había dicho que era parte Houma indio, Valerie
podría haberse pateado a sí misma, al ser un analista jurado y todo por no reconocer
su herencia de sus pómulos altos y color.
Él era un hombre guapo, otra cosa que no había podido notar antes y Rene lo
detesto en cuanto lo vio. Valerie sintió como una delicia sus celos. A lo que, a su tía
seguía murmurando:
―El rayo, seguramente.
Pero Justin no era el único visitante. J.B. y Maddie llegaron sin invitación,
diablos, nadie en esta multitud esperaba ser invitado. Eran demasiado entusiasta
sobre el documental que ella no había vendido y Rene aún no había aceptado.
1
Tee-John llegó al último. Miró a Rene, la miró, luego soltó una carcajada. 65
―¿Quién ha estado teniendo sexo de monos salvajes? ―Luego dirigiéndose a
tante Lulu le preguntó―: ¿Tienes algo que comer, tía?
Tante Lulu bramó:
―¿Es el papa católico?
Se sentaron alrededor de la sala de estar ahora, tomando notas voluminosas
del documental. Tante Lulu estaba en su gloria en la cocina, cocinando comida
suficiente para alimentar a un ejército. Había enviado s Tee-John al supermercado
poco después de su llegada, y él estaba ayudando a preparar "un pequeño
refrigerio".
Rene fue brillante al dar una descripción apasionada de la destrucción de su
amado bayou. Tenía una manera de reducir, ideas complejas secas hasta el ridículo.
Ese talento sería atractivo en cámara, si eran capaces de hablar con él para que lo
hiciera. Por ejemplo, él no sólo diría que era un problema monumental que implica
la tierra en el sur de Luisiana el hundimiento o la erosión masiva causada por los
canales de la compañía petrolera.
Nop. Él decía:
―Cada veinte minutos, una masa de tierra del tamaño de un campo de fútbol
está desapareciendo en el sur de Luisiana.
Y sorprendentemente, J.B. y Maddie fueron igualmente elocuentes para
expresar sus sentimientos acerca de su amada tierra.
―Ese escritor Mike Tidwell dijo en su libro que este era la mejor historia no
contada en América, y lo es, por Dios. Pero maldita sea que no podemos conseguir
que la gente escuche ―dijo J.B.
―Incluso los grandes grupos ambientales no se unen a nosotros. En parte
porque que piensan de nosotros como gente retrograda, y en parte porque no tiene
ningún animal lindo que está en peligro de extinción, como un oso o un zorro.
―La gente se enloquece por los bosques tropicales en Brasil o en los
Everglades en Florida, pero simplemente no se dan cuenta qué efecto en el sur Loo-
zee-anna tiene en el resto del país ―añadió Maddie.
Incluso tante Lulu lanzó sus dos centavos desde la cocina.
―Yo apena´ pue´o encontrar la mita´ de las hierbas que se necesitan pa´ la
curación. Está´ enterradas bajo el agua ´ora, o muertas por la contaminación. ―Tan
molesta como ella podría ser, Valerie admiraba al pájaro viejo duro.
1
Justin fue a su camioneta por un minuto para obtener algún tipo de equipo de 66
cámaras que quería mostrarles. J.B. y Maddie fue a la cocina para probar el gumbo
de tante Lulu, por su insistencia. Rene se inclinó en el sofá y se pellizcó el muslo de
Val.
―¿Quieres ir arriba por cinco minutos de hanky.panky?
―Concéntrate.
―No me gusta ese Justin.
―Lo has hecho obvio.
―Pienso que es gay.
Ella se echó a reír.
―¿De dónde sacas esa idea?
―Él lleva una cola de caballo.
―Ozzy Osbourne lleva una cola de caballo y tiene tres hijos.
―Un gran ejemplo, pequeña ―la reprendió.
―David Beckham entonces. Él tiene una cola de caballo.
―No, no. Ya dijiste Ozzy.
―Cola de caballo no es igual a homosexual ―argumentó, a pesar de que él
probablemente estaba bromeando.
―Él no es tu tipo ―dijo, sin duda calculando nuevas tácticas que eran
necesarias.
―¿Cuál es mi tipo? ―le preguntó antes de que tuviera la oportunidad de
morderse la lengua.
Él le guiñó un ojo.
―Yo, nena. Yo.
Eso es lo que me da miedo
Después de una hora de lluvia de ideas, se decidieron por un plan aproximado
para el documental. Valerie se pondría en contacto y entrevistaría a varios
conservacionistas de Luisiana, entre ellos miembros del comité de Costa 2050, junto
con los científicos y los empleados de la compañía de petróleo y ejecutivos. Justin
pensó, y tenía razón, que necesitaban imágenes del deterioro del pantano, y eso
significaba que era necesario profundizar en el pantano para conseguir la verdadera
historia. Decidieron que llevarían a J.B. y Maddie en el barco camaronero y los viajes
a lo largo de varios pantanos que llevaban a cabo hasta el Golfo. Era imposible hacer
todo el viaje en un barco, sin embargo. Algunas partes estarían sobre la tierra, donde 1
podrían seguir su viaje en otro buque. J.B. y Maddie tenían numerosos amigos que 67
trabajaban o vivían en el agua. Ellos entrevistarían a gente en el camino: las personas
más afectadas por el deterioro de los pantanos: pescadores, agricultores, tenderos.
―Tante Lulu debe venir también ―dijo Justin.
―¿Qué? ―dijeron Val y Rene al mismo tiempo.
―Ahora, escúchame. Necesitas color en esta pieza, y ella es colorida por decir
lo menos. Además, es una traiteur. Más color. Y conoce mucha gente… nacida y
criada cajún quienes podrían contarnos viejas historias.
Valerie gimió. Creyó oír gemir a Rene, también.
Ella respiró hondo y dijo:
―Tienes razón.
― Bueno, si tante Lulu va, yo también ―interrumpió Tee-John desde la puerta
de la cocina―. Puedo hacer todo el trabajo sucio en el barco. Y los peces para nuestra
comida, y esas cosas.
―A papá le daría un ataque ―señaló Rene. Su padre era dueño de una parte
de Aceite Cypress, después de haber vendido las tierras de la familia hace unos
treinta años. Él, de hecho, había tenido un ataque, no sólo uno, sino dos, de sus hijos
estaban trabajando en un proyecto que pudiera afectar negativamente.
―¡Pffff! La mitad del tiempo no sabe ni le importa dónde estoy ―respondió
Tee-John.
―Este documental está cada vez saliéndose de control. No es en absoluto lo
que me imaginaba ―dijo Rene.
Eso probablemente significaba que permitiría a Tee-John venir.
―Eso no es ni la mitad ―le dijo Justin a Rene, luego miró fijamente a Val.
―¿Y ahora qué? ―preguntó Rene, sin mirar a Justin, pero mirando a Val.
―Tienes que ser la cabeza de esta pieza ―declaró ella―. Eres guapo y
encantador, cuando quieres ser, y…
Rene esperó a que terminara. Cuando no lo hizo, la incitó:
―¿… y?
―Y viril. ―Justin terminó por ella.
―¡Oh, no! ¡No eso de nuevo!
―Realmente, Rene, si queremos publicidad a lo grande, tiene que haber un 1
gancho. Estoy hablando de Oprah, Good Morning America, Dateline, 60 Minutos, si 68
esperamos realmente empujar a los políticos.
―Cuando Val me habló de la planta Juju y la virilidad masculina, sabía que
teníamos un gancho ―continuó Justin―. Y, seamos sinceros, Rene, exudas la
virilidad masculina.
Rene le dio a Valerie una mirada que decía: “¿Ves? Gay hasta el hueso".
Lo que no era. Valerie sabía a ciencia cierta. Uno de sus compañeras de trabajo
en TTN había salido con él un tiempo y le había dado informes radiantes en su
destreza.
―Consigan a otra persona. ¿Qué tal J.B.?
Todo el mundo se volvió para mirar a J.B. con su cabello y barba desaliñada y
los ojos legañosos. Estaba comiendo un buñuelo en el momento y tenía azúcar en
todas partes.
Fue la esposa de J. B. quien exclamó:
―Sean realistas.
―Yo podría hacerlo ―afirmó Tee-John, sacando el pecho.
―Es probable, pero eres demasiado joven ―dijo Justin.
La atención regresó a Rene.
―¡No, no, no! ―reiteró.
―¿Estabas mintiendo acerca de la planta? ―le preguntó Valerie a Rene.
―No. No exactamente. Pero no tengo ninguna prueba científica de que
realmente funcione. Es probablemente sólo cuento de viejas.
―Funciona ―gritó tante Lulu desde la cocina.
―Mira, incluso la sugerencia de tal planta será suficiente ―dijo Justin―. Es el
viejo señuelo y cambio de la televisión. Atráelos con una sola cosa y se quedarán
para el resto de la historia.
―¡Aion Dieu! Vamos a tener rebaños de personas que caminaran a través de
los pantanos en busca de la planta. ¡Esto en cuanto a la protección del medio
ambiente! ―Rene pudo ver fácilmente todo este petardeo plan.
―Vamos a encontrar una manera de conseguir quitar la atención de ello ―dijo
Valerie―. De hecho, tal vez podamos conseguir que mi tías Margo y Madeline estén
de nuestra parte en el proceso. Podrían obtener la marca registrada del té de hierbas
Juju, o algo por el estilo. La gente no vendrá a correr el riesgo de un cocodrilo si
pueden comprarlo en la ciudad o por email como té. 1
―Esto es una jodida pesadilla. ―Hmmm. Tal vez podría funcionar. 69
Valerie le acarició la mano. Rene se preocupaba demasiado por el pantano para
poner sus preocupaciones personales por encima del bien común, por lo que no fue
una sorpresa que estaba de acuerdo para trabajar con ellos al final. Pero a él no le
gustaba.
Ni un poco.
―Te prometo, todo se hará con mucho gusto ―le aseguró ella.
Su única respuesta fue un gruñido. Cuando todo el mundo salió de la
habitación para "un pequeño aperitivo", que cubría cada centímetro de espacio en la
cocina, Rene tiro de Val lejos de la audiencia y dijo:
―Tú vas a deberme a lo grande por esto, nena. Y no estoy hablando un poco-
Hanky Panky. Estoy hablando de un maratón de clase mundial, del tipo que gira los
ojos, sexo detiene-corazones.
Ella se limitó a sonreír.
Capítulo 14
¡Hola, compañeros!
Una semana más tarde, todo el mundo subió al barco camaronero de madera
de J.B. y Maddie, el Swap Sally de quince metros, en uno de los pantanos más
pequeño que llevaba hasta el Golfo de México. Rend no estaba seguro si debía sacar
todo su cabello ahora o después que este desfile del circo hubiera terminado.
J.B. y Maddie llevaban camisetas a juego de Orgulloso ser un Coonass.
"Coonass" es un agravio étnico cariñoso a veces polémico, utilizado entre 1
cajuns. Nadie sabe a ciencia cierta el origen de la palabra. Algunos dicen que vino
70
del francés conasse, argot para una puta enferma; otros dicen que vino del presunto
hábito que los cajuns tenían de comer mapaches. Muchos cajuns emplean el término
como su propia manera de darle diversión a sus formas supuestamente ignorantes.
Mucha gente pensaba que J.B. y Maddie estaban un poquito chiflados, pero
eran sólo excéntricos. Y, hombre, ¡se aman el uno al otro! No podían dejar de tocarse,
un apretón de un hombro, una palmada en el trasero, pequeños besos. Y tenían que
estar en sus cincuenta años, tal vez finales de sus cuarentas.
Tante Lulu llegó con comida suficiente para hundir el barco. Una estatua de
San Judas de treinta centímetros de altura, magnetizado en el fondo, también estaba
entre sus suministros; y lo puso que en el puente de mando. Estaba vestida con su
versión de lo que un pescador de camarones usaría si estuviera modelando para la
revista GQ. Una gorra de béisbol de Muérdeme de la Bayou Bait Company cubría
su cabello rizado, que era de color negro azabache hoy. Una camiseta blanca como
la nieve, que no sería blanca por mucho tiempo en este barco, estaba metida en
vaqueros con un parche de diseñador en el trasero. Los vaqueros estaban metidos
en botas de goma conocidos como "Coonass Reebok" entre los pescadores de aquí.
Caminando a bordo, después de su segundo viaje de regreso a su coche por los
suministros, anunció:
―He decidi´o lo que voy a hace´ en mi cumpleaños.
¡Esa maldita fiesta de cumpleaños otra vez!
―Pensé que estábamos haciéndote una gran fiesta de cumpleaños. Y
Charmaine estaba consiguiéndote entradas para ver a Richard Simmons ―dijo
Rene.
―Claro, pero ¿qué voy a da´me a mí misma? Bueno, ¿recuerdas cómo el
presidente Bush, el primer presidente Bush, saltó de un avión en su octogésimo
cumpleaños? Eso e´ lo que voy a hace´.
¡Oh, Dios! ¿Y ahora qué?
―Tante Lulu, no vas a hacer paracaidismo ―dijo tan suavemente como pudo.
―¿Por qué? ¿Tienes miedo que voy a tene´ un ataque al corazón o qué?
―No, temo que yo tendría un ataque al corazón.
Ella se fue en una rabieta después hacia la cocina de galera en la cubierta
inferior.
Una chica rubia de poca ropa que parecía de dieciséis entrando en los treinta
dejó a Tee-John, con la música de rock a todo volumen de su convertible rojo Trans
Am. Se inclinó sobre la puerta del conductor y le dio un beso-demasiado-largo antes 1
de decir adiós. 71
Luego cogió su bolsa de lona y se dirigió hacia ellos, sonriendo como el bribón
que era.
―Hola, tante Lulu, mi estómago, está gruñendo. ¿Tienes algo de comer?
Su tía sonrió como si el pícaro le hubiera dicho que había ganado una cita con
Richard Simmons.
Luego estaba Valerie. ¡Dios, Dios! Llevaba un top negro común y corriente y
shorts con tenis blancos, pero no había nada "común y corriente" sobre ella.
Llevaba una gorra de béisbol como el resto de ellos con una cola de caballo
sobresaliendo de la parte posterior. Su gorra proclamaba: Las mujeres mandan. Ella
podía mandarlos viéndose de esa forma, con seguridad.
―Más vale que te pongas un montón de protector solar y repelente de
mosquitos ―le aconsejó, viendo toda la piel expuesta. La ola de calor continúa en el
sur de Luisiana, nunca estando muy por debajo de 43 grados durante el día. El sudor
salía de todos ellos, y eran sólo las 9 a.m.
―Tal vez puedes ponerlo en mí más adelante ―respondió ella con descaro.
¡Ga-ran-ti-za-do!
Justin, por su parte, estaba grabando todo y a todos, Val a su lado haciendo las
entrevistas para ir con la película. Rene quedó impresionado con su
profesionalidad… y, de acuerdo, con la experiencia de Justin, también. Incluso el
hombre que poseía el cebo a lo largo del camino, que también anuncia la carne de
cocodrilo, tuvo su oportunidad de descargarse para la televisión nacional. Rene notó
a Justin haciendo unos primeros planos de Val, que le tentó a hacer algo tonto, como
noquear sus dientes perfectos. Pero Justin también dio la misma cobertura a él y
otros miembros de la multitud. Rene estaba manteniendo deliberadamente su
camisa puesta, por si acaso se encontrara en algún cartel algún día. Podía verse como
"El Muy Viril Cajún". Infiernos, que incluso podría poner una imagen como el té
Juju.
Sí, eso es lo que necesitaba, el pecho desnudo en las bolsitas de té de todo el
mundo.
Ellos planeaban pasar una o dos semanas grabando los pantanos, las marismas
y las islas de la barrera. Entonces Justin y Val se irían por su cuenta, lo que le agradó
a ningún extremo… ¡no!, mientras él se ocupaba de asuntos personales, incluyendo
algunas entrevistas de trabajo. Era el momento de pensar en qué tipo de trabajo
quería hacer en el futuro. Justin y Val en este punto estarían sólo desarrollando una
propuesta para el documental a ser mostrado a alguien importante llamado 1
Anderson en la ciudad de Nueva York. Si él no lo compraba, había algunos otros 72
canales de cable que podrían estar interesados.
Sonaba bien organizado y como si se estuviera ejecutando según lo previsto.
No tanto. No con siete personas involucradas, todos teniendo fuertes opiniones que
expresar.
Por encima de todo, sin embargo, estaba preocupado por el peligro. No para
él, J. B. y Maddie, sino por los demás.
Ellos no estaban acostumbrados a los sentimientos anti-ambientalistas que
abundaban, incluso de su propio pueblo, que vieron sus esfuerzos como un
disparador potencial para una pérdida de puestos de trabajo.
Val, el mismo, J.B., y Maddie, habían recibido correos de voz amenazando sus
vidas si procedían con el documental. Agua había sido vertida en el tanque de gas
en el barco, lo que causó retrasos. Su banco ejecutó la hipoteca de su casa de la
ciudad, la que él ya había puesto en el mercado. Pero él tenía que tener las ordenes
escritas de Luc a "cesar y desistir" con sus amenazas de una venta judicial hasta que
la estructura fue vendida. La madre de Val afirmó que estaba desheredando a su
hija si continuaba con esta "locura". El parabrisas de la camioneta de J.B. fue
destrozado por lo que parecía ser una bala.
Él había discutido el peligro con todos ellos. J.B. y Maddie morirían por la causa
por lo que esta última amenaza no los asusto. Tante Lulu dijo:
―Tengo casi ochenta año´. Déjenlos tomarme si lo quieren.
Tee-John lo consideró una gran aventura. Justin dijo que lo había enfrentado
peor en Irak. Y Val, Dios la bendiga, dijo que se sentía viva por primera vez en cinco
años. Que intentaran detenerla.
Espero tener algo que ver con que se sienta viva, también. Eso es lo que pensó Rene,
pero no estaba dispuesto a decírselo, no con cinco juegos de oídos escuchando.
Así que ahora estaban fuera, resoplando por el pantano, dirigiéndose
lentamente hacia el Golfo. Este era el interior de la zona despoblada en su mejor
momento. En el camino vieron campos de cubiertos de hierba verde oro. Árboles de
mimosa rosa en flor añadían un poco de color.
Qué morada había, fuera de las ciudades pequeñas, llegando en forma de
campos de pesca o casas de campo hechas de tablilla sobre pilotes, siempre tratando
de escapar del mar invadiendo. Varias veces vieron a los cocodrilos en el agua y en
los bancos de tierra, algunos de ellos hasta de tres metros de largo, mirándolos
fijamente con sus ojos saltones por atreverse a inmiscuirse en su mundo. Había
incluso la marsopa ocasional, retozando alegremente en el agua; vinieron al interior 1
para alimentarse de los cangrejos y peces. 73
Uno de los problemas era la intrusión de agua salada que estaba siendo
causada por la erosión de las costas. En esencia, mientras el agua salada se movía
más y más tierra adentro estaba avinagrando los pantanos. Como resultado, muchos
animales estaban empujándose al norte, como los cocodrilos y las ostras.
El tráfico era escaso en el pantano de hoy, pero todavía había barcos de pesca
saliendo y entrando. Todos los buques estaban tripulados por pescadores
profundamente bronceados que saludaban alegremente mientras pasaban.
Rene se acercó para pararse junto a Val, que estaba apoyada en la barandilla.
El barco en movimiento creó una ligera brisa que ofreció algo de alivio al intenso
calor. Ella estaba observando el paisaje pasando, un paisaje que él consideraba
hermoso. Pero, ¿qué le parecía a ella?
Había cosas que se podrían hacer. La realización de canales de la compañía
petrolera. La reconstrucción de barrera en las islas. Redirigir la ruta del río
Mississippi por inundación controlada, como primer paso para la creación de
nuevos sedimentos.
Mientras tanto, un desastre de magnitud horrorosa que afectaría a todo el
mundo estaba teniendo lugar aquí, pero no sabía si tenía la capacidad de mostrarle
a ella y a Justin lo malo que era. Los pantanos costeros estaban desapareciendo a un
ritmo tan impactante, que finalmente no habría ningún escudo en absoluto contra
los huracanes que asaltaban esta área de forma rutinaria, lo que dejaba a dos
millones de personas expuestas. ¿Cómo consigo dar a entender ese punto? Me vendría
bien un poco de ayuda aquí, San Judas.
Lo estás haciendo muy bien, dijo esa voz en su cabeza.
―Entonces, ¿qué piensas hasta ahora? ―le preguntó a Val, pasando un brazo
por encima de su hombro.
―Algunas de estas personas son tan pobres, y sin embargo parecen tan felices
―comentó.
―Ellos son felices. ¿Y por qué no?
―Apenas se ganan la vida.
―Es cierto, pero están continuando una tradición familiar de vivir del agua.
Ellos sienten acerca de los pantanos lo mismo que los agricultores sienten sobre su
tierra.
―Supongo que sí.
―Muchos de sus hijos han ido a trabajar a la ciudad, ya no estando dispuestos
a luchar tan duro, siempre a merced de las mareas. Pero para aquellos capaces de 1
quedarse, es una buena vida. Tal vez no para los estándares de Beverly Hills, pero… 74
―Oh, no vayas a cubrir tu espalda. No estaba criticando o siendo
condescendiente. Una de las primeras cosas que se le enseña a un analista jurado es
a no juzgar a la gente por la primera impresión.
Él no estaba tan seguro de eso.
―¿Qué hay de ese pescador que entrevistaste ayer en Houma? ¿Qué piensas
de él?
―¿El chico con una mano y los dientes torcidos?
Él asintió.
―Bueno, a primera vista, yo habría pensado, ¿por qué no consigue una
prótesis y por qué sus padres no le pusieron frenos cuando era un niño? ―Levantó
una mano para detenerlo cuando estaba a punto de hablar―. Pero en seguida me di
cuenta que ambas cosas cuestan dinero, que probablemente no tenían. Tampoco
seguro médico.
―¿Qué otra cosa?
―Su nombre es Clarence Dubois. Su apodo “Speedy” le fue dado por su
capacidad de lidiar con el descarte de la pesca de camarón que no cumplía con las
normas de forma tan rápida, antes del accidente. Lo que se quedó conmigo de él es
su amor por su familia. Entre frase y frase, mencionó a su esposa, Rose, que trabaja
en una tienda de conveniencia para complementar sus ingresos, y su hijo de tres
años de edad, Sam. Creo que es probablemente un bebedor con aguante, pero nunca
a expensas de su familia.
―No está mal, pero lo que no sabes es que Speedy fue todo un mariscal de
campo de la escuela secundaria una vez. Se le ofreció un buen número de becas
deportivas de varios colegios. Él eligió este lugar.
Se dio cuenta de que ella no entendía por qué un hombre habría hecho tal
elección. Tal vez a finales de esta semana lo haría.
―¡Oh, Dios mío! Mira eso… por allí. ¿Qué es?
―Un cementerio ―dijo―. Esas piedras que ves que salen del agua son
marcadores de tumbas o sarcófagos.
―Mira a ese ángel de piedra. Debe haberse sentado en la cima de una gran
lápida hace tiempo. Y mira esa cruz de mármol. ―Val estaba claramente asombrada.
―¡Mierda! ―Justin afirmó desde el otro lado―. Oye, J.B., ¿puedes detener este
vejestorio para que podamos tener una mejor vista? ―Con su cámara levantada su
ojo ya estaba filmando la marisma a la derecha, y Val sacó la pequeña grabadora de 1
mano que utiliza para tomar notas―. Habla conmigo mientras hago el rodaje, Rene 75
―dijo Justin―. Y, Val, estás grabando, ¿verdad?
Rene comenzó:
―Todo esto solía ser tierra, obviamente. Te sigo diciendo que la costa de
Luisiana está siendo arrastrada hacia el mar. Esta es una clara evidencia de ello. ¿Por
qué verías postes de teléfono como esos por allí sumergidos en el agua, por no hablar
de los árboles gigantes de roble?, en Luisiana, a causa de la baja en los niveles de
agua, enterramos a nuestros muertos en la tierra, pero en este caso el agua se
encontró con el cementerio de todos modos. A algunos pescadores les encanta
trabajar sitios como este porque hay abundancia de peces; se esconden entre los
recovecos de las lápidas de las tumbas.
―¡Eeew! ―intervino tante Lulu, acababa de llegar de la cocina de galera,
donde estaba probablemente a 48 grados. Se secó la humedad de la frente y el cuello
con un paño húmedo. Su camiseta blanca ya estaba de hecho sucia, tanto por la
transpiración como por la comida―. ¿Quién querría comer cangrejos o pesca´itos
que han esta´o alimentándose de restos humanos?
―Los restos humanos se encuentran todavía en sus ataúdes de piedra, tía
―dijo Rene.
Por ahora, al menos.
Olores suculentos de estofado de cangrejo de río flotaron hasta ellos. El
cangrejo de río, también conocido como bicho del pantano, había sido capturado por
un antiguo método justo esta mañana antes de que se embarcaron en su viaje.
Maddie había girado una rama de hojas verdes sobre el agua, y J.B. había utilizado
una red para recoger el cangrejo que se aferraba a las ramas. Cuellos de pollo crudo
trabajaban igual de bien, atados a una cuerda larga.
J.B. apagó los motores y echó el ancla. Con el uso de miras de teleobjetivo Justin
estaba filmando como loco.
―Esto es increíble ―dijo con entusiasmo―. Puedo ver las letras en algunos de
ellos, y se remontan a la Guerra Civil. De hecho, uno de ellos es un sargento Jeremías
Delacorte, que murió en Shiloh. Dios, los conservacionistas históricos tendrá un día
de campo con esta.
―Hubo un tiempo, no hace mucho, tampoco, había un pequeño pueblo aquí,
y estaba a treinta kilómetros del Golfo ―señaló Rene―. Lo recuerdo muy bien
porque era un lugar donde los adolescentes venían a pasar el rato. De hecho, perdí
mi… ¡Uy! ―Se interrumpió. Pero demasiado tarde.
Val le lanzó una mirada. 1
―¿Eso fue antes o después de nuestro gran evento… o, mejor dicho, no 76
acontecimiento?
―Shh ―dijo. Otra vez demasiado tarde.
―¿Qué pasa? ―quiso saber tante Lulu.
―Apuesto que lo sé ―ofreció Tee-John, con una amplia sonrisa en su cara.
―Mira, el rayo ya estaba haciendo efecto en ti demasia´o tiempo atrá´. Es una
señal.
―El rayo definitivamente no estuvo involucrado en aquel entonces. Y no es
una señal.
Justo en el momento, observo que Justin estaba grabando la ridícula
conversación de ellos y la grabadora de Val estaba presumiblemente todavía
encendida.
―Sería mejor no oírme hablando sobre rayos en la televisión nacional o sobre
perder mi virginidad en un maldito cementerio.
Justin se limitó a sonreír.
Tante Lulu hizo un chasqueo de lengua en su idioma.
Decidió cambiar de tema.
―De vuelta a este cementerio acuoso. La gente del pueblo se fue, pero no
pudieron tomar sus muertos con ellos. Finalmente, esta zona será probablemente
parte del propio Golfo, total y bajo el agua, si no se hace nada para salvar la costa.
En ese momento, algunas garcetas se levantaron de la hierba de la marisma en
una nube blanca, como fantasmas alzándose hacia el cielo, o ángeles. Un silencio
místico se apodero del lugar.
Todos estaban asombrados por la belleza de ello. Por suerte, Justin lo capto
todo en la cinta.
Durante el resto de la mañana y la tarde pasaron algunas aldeas pequeñas, a
menudo sólo un cobertizo de cebo, un par de remolques y campamentos de pesca
sobre pilotes cerca del agua, por lo general con techos de lámina parcheados. Aparte
de esos escasos signos de presencia, era sobre todo solitario. Otros barcos, de todas
clases, desde pequeñas lanchas a los grandes arrastreros, estaban en el agua, por lo
general los adelantaron, ya que iban muy despacio.
Temprano en la tarde, vieron un barco camaronero volviendo.
El capitán desaceleró casi a un punto muerto y le gritó a J.B., que
aparentemente era un amigo, que la captura era pobre ese día y no valía la pena
salir. Arrojó una bolsa llena de camarones recién capturados empacados en hielo. 1
―¿Les gusta el sushi? ―preguntó Rene a Val y Justin. 77
Ambos asintieron.
―Prueben estos entonces.
Rompió y pelo un par de camarones, entregándoles la carne.
―No sé qué decirte. Comer camarón crudo ―dijo Val, arrugando la nariz.
―Sushi ―le recordó.
Justin probó e hizo un sonido de éxtasis.
―Mmm-mmm. Esto es delicioso.
Val intentó tentativamente el suyo. También dijo que era maravilloso, la
cantidad justa de sabor salado.
J.B., Maddie, Tee-John, incluso tante Lulu, estaban comiendo el manjar ahora,
también. No había nada en el mundo como el camarón fresco del agua.
Rene usó su pulgar para limpiar la boca de Val después de su tercer camarón.
Sólo ese pequeño toque encendió algo entre ellos. Sabía cómo se sentía, en lo
profundo de sus entrañas, pero le dio un inmenso placer ver que los oscuros ojos
criollos de Val ardían con la misma conciencia.
Había pasado una semana desde su noche de amor. Ambos habían tenido que
ir por caminos separados para conseguir este proyecto en marcha. Una noche no fue
suficiente.
Y había pocas posibilidades de conectar en este viaje con tantas otras personas
a su alrededor.
―Te echo de menos ―dijo en voz baja para que otros usuarios no escuchar.
―Yo también te extraño ―dijo ella y maldita sea, ella no mantuvo la voz baja.
Desafortunadamente tante Lulú escuchó.
―Por supuesto que ustedes do´ se echan de menos el uno al otro. El rayo nunca
se equivoca.
Val miró hacia él y rodó los ojos.
―¿Vas a vestir blanco o beige en tu boda? ―preguntó dulcemente su tía a Val.
Antes que Val pudiera farfullar con indignación, su tía continuó―: Charmaine vistió
rojo en su boda. Que caliente estuvo. A lo mejor podrías vestir rojo.
―Tante Lulu, no va a haber ninguna boda ―dijo Rene tan gentil como pudo.
Su tía golpeo su muslo con risa.
1
―¡Qué bromista! ―Estaba todavía riéndose cuando se volvió hacia la cocina
78
del barco.
Val levantó su ceja hacia él.
―Bromista ¿ehh?
Él levantó las suyas respondiéndole a ella.
―Vamos a dejarla pensar lo que quiere.
1
83
Capítulo 15
El big bang
Para las diez de la mañana del día siguiente, Rene estaba hasta las rodillas de
la burocracia y se estaba ahogando rápido.
Había enviado a tante Lulu y Tee-John a casa, a pesar de sus protestas de que
querían quedarse. Valerie y Justin habían ido a su lugar en Houma; a Rene no le
gustaba, pero admitió era la mejor alternativa en este momento. Ellos estarían
cortando y editando todo el material que habían recogido en una propuesta
documental de televisión. Él se había quedado atrás para ayudar a J.B. y Maddie
para hablar con la policía, la ATF, el FBI e incluso la CIA. Con todas las amenazas
de terrorismo en el mundo de hoy, no podían ignorar cualquier atentado, aunque
fuera sólo dinamita en este caso.
Por suerte nadie había resultado herido. Por suerte Justin tenía todo su equipo
de cine de vuelta en su habitación del motel y no en el barco. Por suerte J.B. y Maddie
estaban asegurados, lo que era un milagro en sí mismo. Por suerte los medios de
comunicación finalmente despertaron con el hecho de que existían serios problemas
aquí que podrían interferir con los planes nefastos de algunos de los peces gordos
de Luisiana. Por suerte él había finalmente calmado a algunos lugareños que estaban
culpándolos por traer problemas a su medio.
Luc y Remy se acercaron a él una vez que los medios de comunicación se
dispersaron y lo dejaron solo. Llegaron tan pronto como habían oído sobre el
bombardeo.
―¿Cómo estás, amigo? ―preguntó Luc, apretando su hombro. Siempre el
hermano mayor.
―Estoy bien, ahora que la sorpresa ha terminado. 1
―Creo que ellos lo cronometraron para que nadie estuviera a bordo, como una 91
especie de advertencia ―dijo Remy.
―¡Ah! ¿Cómo sabían a ciencia cierta que no había nadie a bordo? Una muy
arriesgada oportunidad sólo por una advertencia.
Rene se estremeció por dentro ante la perspectiva de que una de las personas
en su grupo podría haber sido asesinada. J.B. y Maddie, sus buenos amigos. Tante
Lulu, su tía preciosa. Tee-John, el bribón adorable. Y Val… oh, hombre, ¡Val! No
sabía cómo clasificarla a ella, sólo sabía que era importante para él, y perderla le
habría aplastado.
―No estás tratando con científicos de cohetes ―comentó Luc―.
Probablemente algunos matones contratados por la empresa petrolera.
―¿A dónde vas de aquí? ―preguntó Remy―. ¿Necesitas un aventón?
―Voy a volver a Baton Rouge para resolver algunas cosas relacionadas con mi
casa de la ciudad, a continuación, me quedaré en la casa flotante durante unos días
hasta instalarme, si eso está bien contigo ―le dijo a Remy.
Remy asintió.
―Claro.
Mientras los tres caminaron hacia el estacionamiento del motel, Luc se rió.
―Los problemas parecen seguirte, hermano.
―¿Eso crees? ―Se echó a reír, también. Luego dijo―: ¿Sabes qué hizo tante
Lulu ayer?
―Sólo puedo imaginar ―ofreció Remy.
―¿Hubo una mujer involucrada? ―preguntó Luc.
―Oh sí.
Ambos esperaron expectantes.
―Ella me preguntó si alguna vez he tocado el trasero de Val.
―¿Trasero? ―Ambos rieron a carcajadas.
―¿Lo has hecho? ―Luc quería saber.
Hizo caso omiso de la pregunta.
―Y entonces le dijo a Val que, si no se enamoraba de mí y me trataba bien, iba
a poner una maldición vudú sobre ella. Val me lo dijo esta mañana antes de irse.
Supongo que estaba tratando de animarme. ¡Vudú, por Dios! ¡Háblame de ello!
Las mandíbulas de Luc y Remy se abrieron antes de que todos estallaran en
carcajadas. 1
―Eres un pato muerto ―concluyó Luc finalmente. 92
―Ga-ran-ti-za-do ―estuvo de acuerdo Remy.
Rene preguntó ociosamente ―o no tan ocioso― si Val tenía un gusto por el
pato.
Valerie no había visto a Rene por dos días, pero él iba a venir ahora a mirar la
propuesta cinematográfica.
Se puso de pie en la cubierta de la casa de Justin mientras un Jeep negro
Cherokee se estacionaba. Se bajó de un vehículo sólo mientras bajaba las escaleras.
Él le sonrió.
Ella le sonrió.
Él abrió los brazos.
Ella hizo un salto y cayó en sus brazos con las piernas envueltas alrededor de
su cintura y su cara metida en su cuello, que olía a jabón y a la piel de Rene. Se sentía
como una adolescente con un enamoramiento, vertiginosa y muy feliz.
Él le dio la vuelta un poco, riendo.
―¡Eso sí que es una bienvenida!
―¿Me extrañaste? ―preguntó, inclinándose hacia atrás para mirarlo.
Él le dio un rápido beso y le dijo:
―No, en absoluto. ―Entonces le dio un beso no tan rápido que curvó los dedos
de los pies y demostró que, de hecho, la extrañaba mucho.
Unos diez minutos y veinte besos después, entraron con las rodillas
tambaleantes para mirar la propuesta.
―Hola, Rene ―dijo Justin.
―Hola, Justin.
Una hora más tarde, Rene se recostó en el sofá de cuero y se quedó mirándolos.
―Son increíbles. No puedo creer que hicieran todo esto junto… el paisaje, las
entrevistas, los hechos, todo. Incluso hicieron que tante Lulu se vea bien. Y Tee-
1
John… infierno, la cabeza del chico va a crecer tanto cuando las chicas vean esto.
93
―¿Qué piensas acerca de los segmentos que hablan de la planta Juju? ―le
preguntó Val tentativamente.
―Bueno, se las arreglaron para fotografiarme sin mi camisa, que yo no quería,
pero está bien. Y tante Lulu con su charla traiteur hace que todo parezca creíble.
―Te voy a enseñar algo ―dijo Justin. Siguió el avance rápido y detener,
adelantar y detener, para resaltar un número de escenas. Todos ellos con Rene y Val
juntos. Riendo. Mirándose el uno al otro. En una, él había puesto una mano en su
trasero, y parecía como si ella lo fuera a castigar. En otra, se inclinaba para besarla,
y si no hubiera sabido que era ella, ella hubiera querido ser la mujer que era la
destinataria de esas atenciones.
―Muy bonito. ― dijo Rene―. ¿Pero cuál es tu punto?
―Ustedes dos son ardientes juntos. Vapor de calor en el pantano, y algo más.
Yo pensé, que si logramos sacar esto adelante, va a tener que ser un acuerdo.
Rene sonrió.
Valerie se encogió. Se veía a sí misma como la persona detrás de las escenas.
―Yo no sé nada de eso.
―Oye, si yo voy a ser el galán del mes, tú vas a ser el bombón del año ―afirmó
Rene.
―Déjame ir un paso más allá ―continuó Justin―. No estoy tan seguro que no
podamos proponer una serie. Algo así como “Los viajes del pantano” pero más
provocativa. Ustedes dos estarían en cada uno de ellos.
―Sí, y cada segmento podría ser un problema o una ubicación diferente ―dijo
Val con entusiasmo―. Al igual que Grand Isle y las otras islas de barrera. Al igual
que tante Lulu y su curación. Al igual que los vietnamitas aquí, y lo que queda de
las tribus indígenas autóctonas de la zona. Incluso los vídeos que nos diste de Las
Ratas del Pantano tocando ruidosamente música cajún. Por cierto, si yo no lo
mencioné antes, tú tocas el acordeón, cariño.
Él movió las cejas.
―Todos ellos tendrían que ser animados y coloridos y divertidos. Y la planta
Juju podría ser un hilo a través de todos ellos, una especie de broma burlona
―agregó Justin, igualmente entusiasta―. No estamos tratando de ser un imitador
de National Geographic. Más como National Geographic con el humor y el atractivo
sexual.
―Están convirtiendo esto en “Sexo en el Bayou” versión de Sexo en la ciudad 1
―protestó Rene. 94
―No, no estamos, cariño ―le aseguró Valerie―. Te prometo todo que se hará
con buen gusto. ¿Te gustó lo que hicimos hasta ahora, no?
Él asintió.
―Pero, ¿dónde estarían todas las preocupaciones ambientales? ―Rene quería
saber.
―Esa es la belleza de ello ―explicó Justin―. Nosotros no los golpeamos en la
cabeza con ello. Hacemos que se enamoren del pueblo y la zona, y se deslizan las
preocupaciones ambientales allí como mensajes ocultos. Al final de cada programa,
podríamos poner un sitio de dirección o Web donde la gente podía ir a aprender
cómo pueden ayudar. Poniéndose en contacto con los políticos. O contribuir dinero.
Lo que sea. La educación es una herramienta de gran alcance.
―Podría funcionar ―dijo Val, en busca de su aprobación.
Dudó por un largo tiempo. Esto no era en absoluto lo que había esperado,
obviamente, pero Val esperaba que él se diera cuenta de que tal vez era mejor. Puede
ser era la palabra clave. Por último, se encogió de hombros.
―Ustedes son los expertos. Adelante.
Ella se lanzó hacia él, sentándose en su regazo. Abrazándolo calurosamente,
dijo:
―Gracias, gracias, gracias.
―Una cosa es segura. Esto va a ser un cumpleaños especial para tante Lulu
―dijo Rene―. Estamos haciendo de ella una estrella de la televisión. Ella será la Joan
Collins cajún.
Todo el mundo se echó a reír, pero probablemente era cierto.
1
95
Capítulo 16
―Espero que no estés pensando en casarte con ese… ese agitador de pantanos.
Simone Breaux prácticamente le escupió las palabras a Valerie mientras
estaban sentadas en un restaurante de Houma. Val había aceptado cenar con su
madre antes de viajar a Nueva York con Justin para presentar su propuesta a Amos
Anderson. Tontamente había pensado que podría reparar algunas vallas.
―¿De dónde te vino esa idea, madre?
―No es ningún secreto que has estado juntándote con esa gentuza.
―¿A quién exactamente estás llamando gentuza?
―Rene, el clan LeDeux, todo ese clan de clase baja cajún.
―¡Madre! Uno de nuestros antepasados era cajún. Breaux es un nombre cajún.
¿Somos clase baja?
―No seas ridícula. Sólo tenemos una pizca de sangre cajún en nuestras venas.
―Simone inhalo y exhalo varias veces, como para calmarse. El lema de su madre
había sido siempre: nunca mostrar las emociones en público―. Hablé
apresuradamente ―admitió―. Hay mucha gente cajún que es buena. Por supuesto
que los hay. Pero no los LeDeuxs.
―Tu sobrina Silvia, mi prima, está casada con un LeDeux ―argumentó
Valerie.
―¡Y que error es ese! Bajó terriblemente hasta su nivel.
Era inútil discutir con ella.
―¿Cuáles son los planes para tu carrera? ―preguntó a su madre, cambiando
de tema.
―Me voy mañana a Nueva York para presentar una propuesta a un ejecutivo
de televisión para un documental bayou. Después de eso, no estoy segura. Podría
volver a Trial TV si quiero. No lo sé todavía.
―Ese documental. ¡Pfff! ¿Tienes alguna preocupación por cómo me afectará?
¿Siquiera te importa? Estoy a punto de iniciar la segunda fase del desarrollo Bayou
Paraíso. Tengo una gran cantidad de dinero invertido que podría drenarse si esos
locos ambientalistas comienzan de nuevo.
―Madre, este documental no es acerca de ti, o cualquier problema… como el 1
desarrollo excesivo ―explicó con cansancio―. Es sobre todo el ecosistema y lo que 99
el hombre ha hecho para empeorarlo.
―¿Dónde te estás quedando? ―Su madre era una maestra en cambiar de tema
cuando la conversación no iba en la dirección que ella quería.
―En la casa flotante de Remy LeDeux.
―¿Sola?
Ella se negó a responder.
―¿Cómo crees que se ve? La gente va a hablar.
Ella levantó la barbilla con altivez en la manera que su madre le había enseñado
tan bien.
―Eres igual que tu padre. Testaruda hasta la exageración.
Valerie rodo sus ojos. La misma vieja canción que su madre había estado
cantando durante años.
―A veces me pregunto cómo mi… nuestras vidas habrían sido diferentes si se
hubiera quedado.
―Bueno, él no se quedó. Nos dejó a las dos y se fue a París, donde ha vivido
desde entonces. Se consiguió una nueva esposa barata, probablemente una
mujercita, y lo más seguro es que tenga otros hijos. No le importó, no le importa, y
nunca le importará. Es hora de que dejes de revolcarte en la autocompasión por ese
hombre.
Las palabras de su madre cortaron profundo, pero ella se negó a dejarle ver su
dolor. Eso solo le daría a su madre otra arma para usar contra ella.
―Yo lo amaba, madre. Todavía lo amo. Él es mi papá.
―Entonces eres una tonta.
Para el momento en que Rene llegó a la casa flotante de su hermano esa noche,
se sentía como si hubiera estado vadeando en mierda hasta sus rodillas todo el día,
y lo que más necesitaba era una ducha caliente para lavarse todo eso.
2
02
Esa mierda había venido en la forma de, en primer lugar, una reunión con
algunos ejecutivos de compañías petroleras, junto con su padre, que había arrojado
a cabo sus amenazas y recriminaciones habituales. "Siempre fuiste un niño podrido.
No me extraña que te convirtieras en un alborotador". Los otros chicos eran más
sutiles. "¿Por qué armar un problema con preguntas otra vez? No va a hacer ningún
bien a largo plazo. Y, además, podría ser a tu ventaja, financieramente, retirarte de
este proyecto ridículo". Esto último se entendió como un soborno, por supuesto.
―¿Ustedes tienen algo que ver con la explosión de J.B. y el barco de Maddie?
―les había preguntado a quemarropa. Todos habían negado cualquier implicación,
por supuesto, pero el rostro de su padre se había vuelto más rojo que su tonalidad
alcohólica habitual―. ¿Qué hay de mi hipoteca siendo informada al banco, y las
llamadas telefónicas amenazantes? ―Más negaciones, aunque esos hechos podrían
haber venido de otras partes.
La segunda carga de basura vino de un grupo que se autodenomina la
Corporación de Desarrollo del sur de Luisiana, un grupo compuesto por agentes
inmobiliarios, banqueros, terratenientes y varios otros que se beneficiaban de un uso
excesivo de los recursos de la tierra cada vez más escasos. Simone Breaux formaba
parte del grupo, y la expresión de su rostro no presagiaba nada bueno para él.
Rene decidió que era este grupo el que se había presionado a su banco
prestamista. Simone probablemente tenía una mano personal en los trucos sucios.
La esencia de aquella reunión fue que él y Bayou Unite y el documental
planificado iban a privar a la gente de trabajo honesto en el sur de Luisiana de los
empleos que tanto se necesitaban. Y más le valía estar preparado para la reacción
una vez que eso sucediera.
Simone Breaux se había quedado atrás y emitió su propia amenaza.
―Mantente alejado de mi hija, o prepárate para las consecuencias. Tú y toda
tu familia de clase baja van a sufrir, créeme.
Se había parado derecho y enfrentado a la mujer, apenas logrando controlar su
temperamento.
―Señora, usted perdió el derecho a tener algo que decir en la vida de su hija la
primera vez que la encerró en un armario.
―¿Qu… que… qué quieres decir? ―había soltado, mirando de derecha a
izquierda para asegurarse de que nadie los estaba escuchando.
―Sabes lo que quiero decir. Todo el mundo lo va a saber si te atreves a
interferir en la vida de Val de nuevo. ¿Me entendiste? 2
Ella se había escabullido como la rata que era. 03
Una y otra vez su día cargado de mierda había seguido, la policía continuando
con la investigación sobre el atentado con bomba, J.B. y Maddie montados en su
espalda por el documental, el corredor vendiendo su casa de la ciudad, otro corredor
queriendo que mire un lugar en el Pantano Negro, y sigue y sigue y sigue,
culminando con la visita más extraña de su tía abuela.
―Quiero asegurar que vienes a mi fiesta de cumpleaños.
―Por supuesto que sí. Pero no es sino hasta el próximo mes.-
―Solo aseguro. Ah, y por cierto, asegúrate que te vistas muy bonito. Tal ve´
incluso llevar un esmoqui´.
―¿Eh? Pensé que esto se suponía que era un evento casual.
―Lo es, pero quiero que te veas especialmente agradable.
―¿Por qué?
―Deja de pregunt´ por qué. Solo hazlo ―había soltado ella.
―Bueno, no estoy usando un esmoquin.
Ella levantó las manos en señal de rendición.
―Es tu mat… funeral.
Pero ahora su día había terminado. Estacionó su Jeep cerca del arroyo y se
dirigió hacia la casa flotante. Vio luces encendidas en la casa de troncos que Remy y
Rachel habían construido recientemente en la colina; era una casa grande para ellos
dos, pero estaban a punto de adoptar a dos niños de nueve años, Evan y Stephan,
gemelos que habían sido considerados en el hogar de acogida niños difíciles-de-
ubicar.
Rend decidió no subir y visitar; él no estaba de humor para charlas esta noche.
Antes de entrar en la casa flotante, le lanzó unas cuantas galletas de jengibre al
cocodrilo mascota de Remy, Inútil, de una caja de metal que él mantenía en el
muelle.
Mientras entraba en la casa flotante, oyó a Val cantando una canción de
Aerosmith en el cuarto de baño. Probablemente estaba en la ducha de alta
tecnología, la que tenía un sistema integrado de sonido. Remy había puesto la cabina
de la ducha el año pasado cuando había estado tratando de impresionar a Rachel,
entonces una decoradora de feng shui, para tenerle trabajando en su casa flotante.
Hoy había sido un día de perros. Mañana Rene estaría yendo a la ciudad de
Nueva York con Justin y Val para presentar su propuesta. Pero todavía quedaba esta
noche.
2
Por primera vez en ese día, sonrió. 04
2
Negocios son negocios 06
18
Po’boy: Es un sándwich submarino típico de Luisiana. Es parecido a un bocadillo y se sirve en una
baguette. Está compuesto generalmente de marisco o pescado rebozado, o carne.
―Tía Margo. Tía Madeline ―dijo, dándoles besos al aire en respuesta. Notó
que sus ojos barrían sobre ella, examinando el traje pantalón negro que usaba para
viajar, y al parecer la consideraban satisfactoria―. Este es Justin Dugas, un amigo
camarógrafo mío.
Ambas damas se dieron la mano con él, entonces les señalaron hacia una sala
de estar informal delante de una ventana con vistas a las afueras de Houma. Hace
años ellas habían intentado ampliarse al lote de al lado, pero fallaron, gracias a los
esfuerzos legales de Lucien LeDeux, quien tuvo al arruinado lugar siendo declarado
monumento nacional o algo por el estilo. Eso prácticamente había asegurado la mala
voluntad entre la familia Breaux-LeDeux.
―¿Qué podemos hacer por ti? ―le preguntó tía Margo.
―Tú iniciaste esta reunión ―añadió tía Madeline.
Ambas estaban tranquilas, pero claramente interesadas.
Val se inclinó hacia delante y empezó.
―Ustedes saben que estoy trabajando en un documental del pantano,
posiblemente, una serie.
―Lo sabemos ―dijeron las dos, frunciendo el ceño con su desaprobación. 2
―Después de nuestras reuniones de mañana en Nueva York, vamos a tener 07
una mejor idea de lo que podemos hacer, pero creo que hay una oportunidad de
negocios en esto para su compañía.-
―¿Cómo es eso? ―pregunta tía Margo. Ambas se miraban incrédulas, pero
todavía interesadas.
Valerie le indicó a Justin que procediera, e hizo un muy buen trabajo, también,
viéndose extremadamente fino en una camisa de golf color blanco y pantalón color
caqui, incluso con la cola de caballo, la cual no les gustaría.
―Una trama juguetona a través de todas nuestras cintas sería la planta Juju y
cómo ha estado contribuyendo a la virilidad masculina en los cajunes por más de un
siglo.
―¿Virilidad masculina? ¿Cajún? Yo nunca oí hablar de tal cosa,- farfulló la tía
Madeline.
―Nunca lo hice, tampoco, pero al parecer muchas mujeres cajún han estado
dándole la hierba Juju a sus maridos e hijos durante años, sólo para acelerar la vieja
maquinaria. ―Él movió las cejas hacia ellas.
No estaban divertidas.
―¿Cómo les daban la hierba? ―quiso saber tía Margo―. ¿En qué forma?
― De muchas maneras. ―Val recogió la pelota ante el asentimiento de
Justin―. Espolvoreada en salsas, ensaladas, pero sobre todo… ―se detuvo para un
momento de fanfarria―… en infusiones.
―¡Bueno, yo nunca lo he hecho! ―dijeron las gemelas al unísono.
Entonces tía Margo entrecerró los ojos hacia ellos.
―¿Existe realmente tal planta?
―La hay ―contestó Val―, pero la verdad nadie lo ha probado. Tal vez es sólo
un viejo cuento popular.
―¿Por qué has venido a nosotras? ―Tía Margo tenía los brazos cruzados sobre
el pecho y estaba mirándolos recelosamente.
―Tenemos miedo de que si este documental se transmite y la gente se entera
de esta planta especial, estarán caminando por todos los pantanos en busca de esta,
anulando así todo el propósito de salvar el medio ambiente ―explicó Justin.
―¿Por qué no está ese agitador de pantano contigo? ―le preguntó tía Madeline
a Valerie.
―¿Quien?
―No seas impertinente, señorita. Rene LeDeux, ese es el quién. 2
08
―Está abajo en el coche ―respondió Valerie con sinceridad.
Ambas tías sonrieron entonces, pequeñas sonrisas pero sonrisas, no obstante.
Tía Margo observó:
―Sabia decisión.
―Todavía no has explicado dónde entramos nosotras ―les recordó tía
Madeline.
―Si conseguimos que ustedes empiecen una nueva línea de té, té Juju, para ser
específicos, y nosotros lo mencionamos en el aire, entonces la gente se los pediría a
ustedes, en lugar de correr arriba y abajo del pantano. ―Valerie las miró de cerca
cuando terminó, tratando de leer sus reacciones. No tuvo que usar sus habilidades
de analista de jurado en absoluto. Era evidente que estaban interesadas.
―Es un trato ―dijo tía Margo y tía Madeline asintió de acuerdo.
―Ven a hablar con nosotras cuando vuelvas de la ciudad.
―Mientras tanto, les agradeceríamos que no discutieran esta proposición con
nadie ―instó Justin.
―Eso sería una tontería por parte de nosotras, ¿no? ―dijo tía Margo con
desdén.
―Somos gente de negocios inteligente. ¿Por qué querríamos animar a nuestra
propia competencia?
―¡Coooorrecto! ―coincidieron Val y Justin, sin atreverse a mirarse el uno al
otro por temor a que se reirían.
―Se me ocurre,- dijo Val, ― ¿están preocupadas de que no haya una
investigación científica respaldando estas afirmaciones?-
―Diablos, no,- dijo la tía Margo. ― La mitad de las afirmaciones sobre nuestros
tés no tienen fundamento científico. Dios mío, hemos conseguido la cura para el
insomnio, malestar estomacal, diarrea, pérdida de peso, y así sucesivamente.-
―Además,- agregó la tía Madeline, ― siempre podemos pedirle a Sylvie que
nos ayude con la investigación. Ella es un químico. Pero eso probablemente no será
necesario.-
―Una última cosa. ¿Puedo hacerles una pregunta personal?
Ellas arquearon sus bien depiladas cejas hacia ella como si las preguntas
personales fueran de mal gusto. Aun así, siguió adelante.
―¿Han mantenido contacto con su hermano, mi padre, con los años?
Su pregunta las sorprendió, podía decir. 2
―De vez en cuando ―dijo tía Margo. 09
―Más a menudo cuando se fue la primera vez ―explicó tía Madeline―. No
tanto en años recientes. Se volvió a casar, ya sabes.
Valerie sabía, pero sólo porque había oído a su madre una vez cuando estaba
en la secundaria.
No se había atrevido preguntar al respecto, sin embargo, porque el nombre de
su padre estaba prohibido en la casa.
―¿Él me quería? ―Valerie inmediatamente deseó no haber hecho tan
lamentable pregunta.
―Por supuesto que sí. ¡Qué pregunta más tonta! ―Tía Margo parecía
incómoda discutiendo del tema delante de Justin.
Aun así, Valerie persistió.
―¿Él luchó por mi custodia? Más importante, ¿alguna vez intentó ponerse en
contacto conmigo a través de los años?
Sus dos tías intercambiaron miradas de preocupación.
―Creo que estas preguntas deben ser dirigidas a tu madre ―dijo tía Madeline
con una voz que no admitía discusión.
Valerie sonrió porque, en esencia, su tía le había contestado sus preguntas. Su
madre tenía mucho que responder. Pero todavía no.
Ella y Justin se despidieron, y una vez que estaban en el pasillo, con la puerta
cerrada detrás de ellos, se dieron los cinco.
―Al menos dos de las enemigas están de nuestro lado ―dijo ella.
―Lo hicimos bien―estuvo de acuerdo Justin.
Cuando salieron del edificio, vieron a Rene recostándose contra el coche
hablando con una joven, y bonita, oficial de policía. Él vestía vaqueros, una camisa
oxford con cuello a rayas, de color azul, una chaqueta azul marino y botas. ¡Sexy,
sexy, sexy! La chica, de unos veinte años, estaba riéndose de algo que él dijo.
―Grrrr ―gruñó Val de una manera exagerada.
Justin rió.
―Tal vez hay tal cosa como demasiado Juju ―dijo ella.
Rene alzó la vista y se fijó en ellos. Él le guiñó un ojo, un guiño que ella sintió
todo el camino hasta sus dedos de los pies, y algunos otros lugares significativos.
―Por otra parte, tal vez no.
2
10
Capítulo 17
No te extraño en absoluto
Lágrimas en su almohada
―Ahora estoy enojado ―dijo Rene en el segundo que Val cogió el teléfono.
―¿Por qué? ―sollozó.
No puedo soportar ver llorar a una mujer. Yo era sólo un niño, pero todavía recuerdo
a mi papá haciendo llorar a mi madre. Yo no quiero ser mi padre.
―Debido a que hiciste el truco típico de chica. Llora y puedes conseguir lo que
quieras. ―Eres un pedazo de trabajo, LeDeux.
―Eso no fue un truco. Era real ―sollozó.
Lo sé. 2
23
―Bueno, entonces, lo siento si te hice llorar.
―Deberías. Es culpa tuya. Me hiciste enamorarme de ti, y ahora vas a dejarme.
Le pedí disculpas, pero no voy a dejar que me arrolle.
―Uh-uh. No te estoy dejando.
―Me estás dejando.
―¡De ninguna manera!
―Está bien ―dijo, exhalando con disgusto, sobre todo hacia sí mismo―. Así
que no estamos dejándonos. ¿Qué estamos haciendo?
―Hablar.
―¿Estamos llegando a algún lado? ―Porque es seguro que se siente como un
impass.
―No, creo que tenemos que hablar en persona.
¡Aleluya!
―Eso es lo que he dicho desde el principio. Pero no puedo ir allí ahora mismo.
Simplemente no puedo.
―¿Estás preocupado por tu tía?
―Sí, lo estoy. Ven aquí, Val. Por favor.
Hubo una larga pausa.
―Quiero encontrarme con mi madre. Tenemos cosas que resolver.
―¿Acerca de tu padre? ―Ella le había dicho acerca de las noticias que sus tías
le habían dado. Sonaba igual que su madre tenía un montón de respuestas que dar.
―Sí. Y necesito saber si tuvo algo que ver con el atentado o el incendio.
―¿Cuándo? ―¿Qué tal esta noche?
―La próxima semana.
―No puedo esperar. ―Y me refiero a la manera que crees que lo hago.
―Yo tampoco.
―Te quiero, nena.
―Te quiero, también, Rene. ¿Vamos a ser capaces de resolver esto?
Mi instinto me dice que no, pero mi corazón dice que sí. Esa voz infernal en la cabeza
asesora: Ve con tu corazón.
Disparo al corazón
Rene al rescate
2
Querida Valerie:
29
Me voy por un tiempo, dulzura, pero volveré a verte siempre que pueda. Eres la luz de
mi vida, siempre lo has sido y siempre lo serás. Cuando pienso en ti, y voy a pensar en ti
todos los días de mi vida, recordaré el día en que naciste, lo preciosa que eras. La primera vez
que te cargué, me miraste, y te juro por Dios que sonreíste. Tus primeros pasos fueron a mis
brazos. Tu primera palabra fue "papá". Me encantaba leerte libros y enseñarte a leer. Bailaste
en mis zapatos cuando tocaba música. Recuerda las veces que fuimos a pescar en el pantano.
Tengo muchos sueños para ti. En la mayoría te deseo amor. Fui el primer hombre en tu
vida. Que el buen Dios te dé un marido un día que te amé la mitad de lo mucho que te amo.
Trataré de estar en contacto como me sea posible. Si se me impide hacerlo, por favor,
ven a mí cuando seas mayor de edad.
Con mucho amor,
Papá
Al final de la carta estaba una dirección de una firma de abogados en París para
contactarlo.
Valerie comenzó a llorar de nuevo. Demonios, él también tenía lágrimas en sus
ojos. Ella se limpió el rostro con pañuelos y volvió a leer la carta en silencio.
Cuando él se estacionó unos quince minutos después, subió la mirada con
sorpresa.
―¿Dónde estamos?
―Esta es la casa que estoy pensando en comprar. Quiero enseñártela.
―Rene ―lo reprendió―. Ya sabes que pienso de esto.
―Vamos. Compláceme ―dijo―. Te distraerá de… otras cosas.
Ambos salieron del coche y se dirigieron hacia la puerta principal. Era una casa
espectacular y muy inusual para el sur de Luisiana. Hecha de troncos de cipreses,
era moderna y compuesta de muchos niveles, todos ellos levantados en alto en la
tierra. Enormes ventanas que miraban hacia una amplia extensión del Pantano
Negro. Fue diseñada por Frank Lloyd Wrightish19, construida por un arquitecto de
su propia familia hace diez años, pero se habían mudado a la costa oeste. Era de dos
hectáreas, y los vecinos inmediatos no eran visibles debido al espeso follaje.
―¡Rene! Es hermosa ―dijo Val, una vez que entraron en la casa. Estaba vacía,
por supuesto, lo que la hacía parecer aún más grande de lo que era. Los pisos de
madera dura brillaban. La cocina tenía características ultramodernas. Una
biblioteca/oficina afuera de la sala tenía maravilloso paneles de cerezo. Incluso había
un área de comedor, lo cual debería de ser una novedad para Val. Una chimenea de 2
madera tallada sería una delicia en aquellas noches raras de invierno. 30
Él siguió observando el rostro de Val para entender su reacción. A ella le
encantó, lo sabía, y al menos su mente estaba alejada de los tristes acontecimientos
del día.
―¿La puedes pagar? ―preguntó en un momento.
―Sí, puedo, en realidad. He ganado buen dinero en los últimos años y nunca
viví de forma extravagante. Además, conseguí algunas acciones en el mercado hace
unos años durante el boom de los sitios de internet y me salí inteligentemente de
ahí.
Ella asintió entendiendo.
La casa tenía tres dormitorios, y él le dijo:
―Ese es el dormitorio principal y los otros dos serían los dormitorios de los
niños. ―Ella estaba anormalmente callada, y se dio la vuelta para mirarla.
―¿Niños? ―chilló.
19
Frank Lloyd Wrightish: fue un arquitecto estadounidense, uno de los principales maestros de la
arquitectura del siglo XX. Precursor de la arquitectura orgánica, fue el iniciador del movimiento
Prairie School, desarrollando el concepto Usoniano de la vivienda.
El inclinó la cabeza por su pregunta.
―Sí. ¿Qué opinas de tener niños?
―Nunca pienso en niños.
―¿Nunca?
Ella negó con la cabeza.
―¿Tú?
Él asintió.
―Me gustaría tener tres o cuatro, pero me conformaría con uno o dos. ―Le
sonrió, con la esperanza de obtener algún tipo de reacción buena. No hubo suerte.
Desanimado le preguntó―: ¿No quieres tener niños?
―No lo creo. No sé. Siempre he pensado que lo pensaría después.
―Tienes treinta y cinco años, cariño. No tienes mucho tiempo para pensar en
ello.
Ella le dio una mirada dura y se dio la vuelta, regresando a la sala y hacia la
terraza.
Él se le unió ahí. 2
―¿Los niños son motivo de ruptura para ti? ―preguntó ella. 31
Él lo pensó por un momento y respondió.
―No.
―¿No?
―Podría vivir sin niños. No estoy seguro de que podría vivir sin ti.
―¡Oh, Rene! ―Dio un paso a sus brazos―. Estás presionando demasiado
―dijo contra su cuello.
―Lo sé ―respondió, besando la parte superior de su cabeza.
―Estás haciendo suposiciones de que voy a vivir en Luisiana, y ya te dije que
no quiero hacer eso.
―Lo sé.
―¿Por qué haces esto?
―Porque quiero que veas cómo podría ser esto entre nosotros.
―Me estás asustando.
―Oh, nena, lo siento. Siento como si tuviéramos tan poco tiempo y tengo que
hacer mi lucha.
Ella puso su cara en su mano.
―Está bien. Voy a tranquilizarme. Vamos a ir a tu hotel. Este ha sido un día
largo y lleno de acontecimientos para ti. Tengo justo lo que el doctor receto.
Ella alzo sus cejas.
―Tomaras un baño de burbujas con una copa de vino. Voy a pedir servicio al
cuarto.
Ella suspiró.
―Eso suena maravilloso.
―Te prometo que no voy a saltar sobre tus huesos al momento en que
entramos en la habitación del hotel.
Tal vez cinco minutos después.
Simplemente no en el instante en que la puerta se cierre.
―Gracias.
Aún no me des las gracias. Tengo la intención de sacar las grandes armas esta noche,
dulzura. No tienes ninguna oportunidad.
2
32
Hola, dolor
20
Muffuletta es un tipo de pan siciliano redondo con sésamo, así como también un bocadillo hecho
con este tipo de pan y relleno.
Su tía de algún modo debía haber descubierto que Francine era lesbiana. Él no
le había dicho.
―¿Entonces qué está´ haciendo con este chico? ¡Oh, no! Francine, bendito tu
corazón, espero que no convencieras a Rene pa´ una de esas cosas tríos como leí en
una de las revistas Cosmo de Charmaine.
Él y Francine se rieron. Y, chico, ¡dolió!
―Lo traje a casa porque ha bebido demasiado ―le dijo Francine a su tía―.
Como un amigo.
―Eso e’ un alivio. No lo quería haciendo na’a perverti’o como… más que de
costumbre, de to’os mo’os.
―Tante Lulu, ¿qué estás haciendo aquí?
―Vengo a endereza’te. Y no me ‘tés dando esa mira’a sombría. Ya te has
revolca’o po’ mucho tiempo.
Yo puedo revolcarme si quiero.
―Estoy bien.
―No, no lo ‘tas. Ve y saca aquellos alimentos de mi auto. Voy a prepara’te el
desayuno. Despue’ hablaremo’. 2
45
Mientras ella se ponía cómoda, y Francine seguía riéndose, él salió hecho una
furia hacia su Thunderbird rosado para conseguir cinco, cinco, bolsas de comestibles,
tante Lulu le gritó:
― Po’ cie’to, tus hermanos vienen con un camión pa’ descarga’ los muebles de
tu vieja casa. Vamos a tene’ un acompasa’ofais justo aquí. ¿No e’ eso agradable?
¡Simplemente genial! La cabeza de Rene solo creció más. Estaba bastante seguro
que quizás explotaría.
―Una cosa más ―gritó ella desde la cocina.
No puedo soportar una cosa más. En verdad no puedo.
―Charmaine y yo tomaremos un viaje a la ciuda´ de Nueva York.
Se sintió como si su cabeza, de hecho, explotara entonces.
Valerie se tomó libre el resto del viernes y pasó la tarde y la tarde del sábado
mostrándoles la ciudad a los tres visitantes. Hizo todas las cosas turísticas que nunca
había hecho, la Estatua de la Libertad, el Edificio Empire State, la Catedral San
Patrick, el Rockefeller Center, paseó por Brodway y la Quinta Avenida, y, sí, y quizás
se comió un poco con los ojos al vaquero sin ropa interior. Había escuchado a
algunas mujeres murmurar que preferían ver a Raoul desnudo que al tipo allí afuera.
Charmaine solo sonrió al rostro ruborizado de Raoul, como si dijera “Este vaquero
desnudo es todo mío”.
Valerie realmente disfrutó, viendo la ciudad a través de sus ojos.
2
Curiosamente, ella estaba haciendo las comparaciones. El aire era más dulce en el
51
pantano. Las flores eran más exuberantes. La gente más genuina. La vida era más
simple.
Más de una vez esa semana, se sintió como si estuviera volviéndose loca. Su
mundo fue puesto cabeza arriba. Todo lo que creía y valoraba, de repente, parecía
sin importancia. Síp, su mente estaba derritiéndose bajo el diluvio de la gente sureña.
Más que nada, seguía mirando a Charmaine y Raoul y cómo su amor por el
otro era aparente en todo lo que hacían. La forma en la que a menudo se miraban.
Cómo se tocaban a menudo.
Cómo trataban de complacerse. Charmaine creía que Raoul caminaba sobre el
agua; Raoul creía que Charmaine era un regalo de Dios para los hombres. Y aun así,
eran tan diferentes, en sus apariencias, estilos de vida, sueños, todo.
―¿Cómo? ―le preguntó a Charmaine cuando estaban en el baño de damas en
el restaurante―. ¿Cómo pueden dos personas tan diferentes manejar una vida
juntos?
Charmaine se encogió de hombros.
―Nos amamos. El amor verdadero encuentra una forma.
Esa enigmática respuesta no le dijo nada a Valerie. Era como una tarjeta
Hallmark.
El amor conquista todo. Lo cual su mente tradujo a “¡Bull!”
El domingo por la tarde, Valerie estaba despidiéndose de los tres frente a su
hotel, donde estaban esperando una limosina para llevarlos al aeropuerto. Tante
Lulu estaba sentada en un banco de piedra junto a ella.
―Promete que vendrás a mi fiesta la próxima semana ―insistió tante Lulu por
cerca de la centésima vez.
―Lo prometo.
La anciana asintió.
―Solo quiero saber una cosa. ¿Amas a Rene?
Valerie no tuvo que pensar.
―Sí, pero…
―Eso e´ to´ lo que necesito saber. ―Tante Lulu apretó su mano―. To´o se
solucionará. Ya verás.
―No, no lo hará.
―Shhh. Ahora to´o está en las manos de San Judas.
2
52
Capítulo 20
Feliz cumpleaños a mí
Louise Rivard inspeccionó los terrenos del club de veteranos y a todas las
personas que habían venido a celebrar su octogésimo cumpleaños.
Había un bar y una pista de baile armada dentro, todo decorado de una forma
festiva con un banner gigante proclamando, Feliz Cumpleaños tante Lulu.
Afuera había carpas por los alrededores y tablas y mesas alquiladas.
Cosas pomposas. Todos los tipos de comida cajún fueron ofrecidos: langosta 2
con docenas de acompañamientos diferentes, tres tipos de paella, cuatro tipos de 53
gumbo, frijoles y arroz, morcilla, salame, pescado asado, dedos de pescado, jamón y
salsa, sémola con mantequilla, un gran lio de brócoli, limping Susan21, pollo, arroz
sucio, ocra frito, pralinés, beignets 22, torta tipsy, tostadas francesas, budín de pan,
pan de maíz, incluso filete de cocodrilo.
Ella usaba ropa de fiesta hoy, un bonito vestido floreado violeta que había
comprado especialmente para este evento en el Wal-Mart, combinado con unos
zapatos violetas, los cuales aplastaban los dedos de sus pies y pronto serían
remplazados por pantuflas una vez el baile empezara, y perlas, las cuales Luc y Slvie
le habían regalado.
Charmaine había hecho su cabello suaves ondas marrones y aplicó un “sutil
maquillaje”, lo que sea que eso significara. Incluso sus uñas de las manos y dedos
habían sido pintadas de un suave color rosa, a pesar de que ella quería “Rojo
lascivo”.
Rene y Valerie LeDeux eran la pareja perfecta, pero, lo más importante es que
todavía se amaban con pasión. Algunas personas decían que ellos le dieron un
nuevo significado al vapor caliente del pantano. Tenían dos hijos, Jude y Louise, a
quien le dieron el nombre por tanta Lulu, quien todavía estaba fuerte.
Su documental sobre el bayou en el IRC había sido un gran éxito. Tante Lulu
incluso tuvo por un tiempo un sitio web para su club de fans. Como resultado de
sus informes, se llevaron a cabo algunos cambios ―no muchos―, pero cada 2
pequeño cambio era importante en la carrera por salvar a los humedales. 63
Algunas fundaciones de caridad habían querido que Rene posara para uno de
sus calendarios. Él los rechazó educadamente. Pero más tarde, le había dicho a su
esposa:
―Posaré para ti en cualquier momento, chere.
A lo que ella había respondido:
―Sólo si usas las esposas de terciopelo.
La cabaña de Rene en el pantano había sido reconstruida hace dos años con el
dinero obtenido por el acuerdo con la compañía de petróleo y los desarrolladores.
Él, Val y los niños iban allí periódicamente para alejarse de la ciudad, que por estos
días, era Houma.
Rene estaba enseñando ciencias en la escuela secundaria y lo amaba. Había
logrado su doctorado y se limitaba a sonreír cuando alguien lo llamaba Dr. LeDeux.
Continuaba trabajando con avidez en la restauración del bayou. Se presentaba con
Las Ratas del Pantano en ocasiones, sólo por diversión, estaba enseñando a Jude a
tocar el acordeón y a sus dos hijos a bailar.
Valerie comenzó su propia empresa de consultoría jurídica, con sede en
Houma y había escrito un libro sobre el arte de leer a la gente. A menudo era invitada
tanto a Trial TV como a Court TV.
El padre de Valerie los visitaba con frecuencia en su hermosa casa en el Bayou
Negro. Valerie nunca se reconcilió con su madre, pero tenía una tenue relación con
sus tías, que estaban haciendo montones de dinero con el té Juju. En esta, su quinta
fiesta de aniversario, que, por supuesto, también era el cumpleaños de tante Lulu,
estaban en la cubierta, admirando el pantano que a todos les encantaba.
Era un magnífico día de septiembre, no demasiado húmedo y el aroma de
magnolia y buganvillas flotaba hacia ellos en una ligera brisa.
―E´ por esto que Dios nos puso en la tierra ―proclamó tante Lulu de repente.
Todos se volvieron para mirarla.
―Familia… y amor. Esas son las cosas má´ importantes en la vi´a.
¿Quién puede discutir con eso?
2
64
Pink Jinx
2
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De la premiada autora del best-seller “The Red Hot Cajun”, llega este nuevo
picante y sexy romance sobre una mujer, su antiguo esposo, una búsqueda de
diamantes rosas y un anciano Cajún casamentero.
La provocadora y puritana abogada de Boston, Veronica “Ronnie” Jinkowsky,
sabe que pasa algo sospechoso cuando su distante abuelo la atrae hacia su negocio
de cazador de tesoros en Nueva Jersey con tristes cuentos de viejo y bancarrota.
Pero nunca esperó que el rudo perro viejo la forzara a ir a la caza de diamantes
rosas acompañada de su cuatro veces ex marido y jugador de póquer, Jake Jensen.
Atrapada… Apostar su corazón a Jake siempre fue una proposición perdida,
sin embargo, sólo la vista de su mirada de ojos azules todavía es suficiente para
derretir su resolución de acero. Ahora, Ronnie está en una aventura en alta mar que
contiene gemas perdidas, un barco perdido y un amor perdido… por no mencionar
a una viuda de la mafia, sus dos matones y un anciano Cajún casamentero. ¡Y caer
por última vez! Atrapada con el hombre con el que nunca podría aprender a vivir
―y sin el que nunca sería feliz―, ¿está Ronnie destinada a estar maldita para
siempre en asuntos del corazón?
Sandra Hill
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2
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