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Diversidad Funcional.

Conference Paper · May 2015


DOI: 10.13140/RG.2.1.3897.0965

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Katja Villatoro Bongiorno


University of Valencia
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I JORNADA INTERNACIONAL “EL FUTURO DE LOS SERVICIOS SOCIALES EN
UN CONTEXTO DE CAMBIO”.

Mesa de trabajo titulada: Diversidad Funcional

INTRODUCCIÓN
La diversidad funcional es un nuevo paradigma que se abre paso dentro de una
sociedad cambiante, que reclama avances y alternativas a los servicios sociales para
obtener unos recursos y apoyos dignos, que ofrezcan calidad de vida a todas las
personas y que acaben con las situaciones de exclusión social y de desigualdad.

La mesa de trabajo sobre diversidad funcional, en la I Jornada Internacional "el futuro


de los servicios sociales en un contexto de cambio" que se desarrolló el pasado 14 de
mayo en la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Valencia, contó con la
exposición de cinco ponencias realizadas por personas expertas en Diversidad
Funcional y por profesionales relacionadas con los Servicios Sociales.

Para elaborar las conclusiones a las que nos han llevado esta Jornada y
específicamente esta mesa, es relevante en primer lugar hacer una breve
descripción de las personas que han presentado ponencias así como de las
personas que han asistido a la exposición de estas y han participado
activamente permitiéndonos llegar a las conclusiones que les presentamos.

Como principales ponentes se encuentran las personas fundadoras del término


de diversidad funcional, y que incluso han participado en incorporar la
asistencia personal en la Ley 39/2006, como herramienta humana parta optar a
un vida independiente, siendo parte responsable de la incorporación de la
primera parte del título de la Ley, Autonomía personal, la misma que finalmente
ni se conoce ni no hubo voluntad política para desarrollarla. Entre ellos se
encuentran Juan José Maraña, Ismael LLorens y Vicente Valero.

Por otra parte, se han recogido dos ponencias que nos permiten ver como se
intenta tender puentes al modelo social, desde profesionales como Lidia
Revuelto y Mercedes Molina que trabajan en el ámbito de las instituciones y
que también investigan para ofrecer la mejor atención, las cuales se desarrollan
en una institución y en asociaciones que dedican su tiempo a personas con
necesidades de apoyo continuos.

Por otra parte, las personas que participaron en esta mesa de trabajo eran
profesionales del trabajo social, de las cuales habían personas que trabajan en
mutuas, en asociaciones así como estudiantes que estaban a punto de
terminar tanto el Máster de especialización en Bienestar Social como el Grado
de Trabajo Social.

Las dudas que imperaban en esta mesa de trabajo, por parte de los asistentes
eran si discapacidad y diversidad funcional eran sinónimos. De no serlo, a que
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UN CONTEXTO DE CAMBIO”.

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se referiría el término diversidad funcional, quien lo creo y con qué objetivo. Si
el origen era español o de otro país y qué relevancia tenía en el resto del
mundo.

También se hizo hincapié en averiguar porque es tan importante cambiar de


concepto de discapacidad a diversidad funcional, puesto que discapacidad no
es un concepto que se expresa para ofender, si no para exponer una realidad
en relación a unas limitaciones existentes y consecuentemente para elaborar
las ayudas que se requieren para compensar tales limitaciones.

Del mismo modo, existieron algunas dudas referentes al papel de los


profesionales del Trabajo Social, de las instituciones y de las políticas, en esta
nueva terminología y paradigma.

Porque un cambio de concepto.


Para poder dar respuesta a todas estas dudas es importante empezar
intentando explicar porque es necesario erradicar un término como
discapacidad, que nunca ha sido favorecedor de suprimir prejuicios y estigmas,
para ello se recogen las palabras del autor Bausá, en las cuales que expone
que:

"Cada sociedad tiene en cada momento histórico unas determinadas


necesidades y unos valores sociales (contexto social), en función de los
cuales se establece lo que es adecuado socialmente y lo que resulta
inadecuado (diferencia), unos encargados (expertos) que precisan la forma
de distinguir (criterios de selección) a los sujetos (diferentes), el calificativo
con que se les ha de reconocer (terminología), la función que han de
desempeñar en la sociedad (papel social) y el trato que se les ha de
otorgar (tratamiento). Los resultados han sido atroces empezando por la
propia terminología que trataba de encasillarlos, y terminando por la
"praxis" de la convivencia y del día a día. Rodríguez Bausá (2003)

En la ponencia titulada: Diversidad funcional y la mirada del “otro" del autor Ismael
LLorens Santamaría se hace alusión a la diferencia debido a la instauración de un
cuerpo normativo, un estándar tipificado y asumido socialmente, lo que hoy día se
conoce como normal y/o estándar de normalidad.

Este estándar de normalidad asumido socialmente es el que ha llevado a que se utilice


el concepto de discapacidad para hacer referencia a las personas que no tienen el
mismo cuerpo normativo o no funcionan del mismo modo, es decir para evidenciar las
diferencias asumiéndolas como déficit y dotando al concepto de discapacidad como
concepto limitante.
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UN CONTEXTO DE CAMBIO”.

Mesa de trabajo titulada: Diversidad Funcional


Por ello el autor considera que el concepto de discapacidad, debe ser superado
porque con él se sobrentiende socialmente que si no se cumple unos estándares
físicos y psíquicos concretos, no puede, no tiene derecho a elegir, debe hacer
únicamente lo que está pensado para esa persona con esas características concretas
y sus iguales, aunque eso vulnere la dignidad personal.

A pesar de muchas y extensas normas o leyes quizás el “problema” sea que tenemos
claro, desde hace mucho tiempo, que significado le damos a ciertas palabras como in-
valido, minus-valido, dis-capacitado, discapacidad, capacidades especiales. Todas
ellas y muchas más, son palabras que han intentado ofrecer un cambio a mejor, pero
siguen diciendo lo mismo. No vale, vale menos, carece o tiene menos, es decir, un
déficit en las capacidades.

Con estas palabras vemos difícil cambiar el rumbo del destino de muchas personas
que siguen condenadas a lo que deciden aquellos que se creen con más valía o
mejores capacidades. Tradicionalmente las políticas y metodologías de intervención
hacia las personas con discapacidad, se han centrado en lo que las personas no
pueden hacer, siguiendo el modelo dominante médico-rehabilitador1. Incluso
cuando coexiste otro modelo que indica otras estrategias y alternativas, como el
modelo social2, el cual afirma que Discapacidad es la característica que se
presenta cuando el entorno no permite a la persona desenvolverse en él,
poniéndola en una posición de desventaja respecto al resto de ciudadanos.
Villatoro y Uceda (2014)

De tal forma que, la discapacidad surge del fracaso de un entorno social mal
estructurado, porque no puede ajustarse a las necesidades y a las aspiraciones de
la ciudadanía con características diferentes al establecido por el estándar social

1
Modelo rehabilitador (o modelo médico). Tratándose del campo de la medicina, se alude a la discapacidad en
términos de “enfermedad” o como “ausencia de salud”. Se considera que las personas con discapacidad pueden
tener algo que aportar a la comunidad, pero sólo en la medida en que sean rehabilitadas o normalizadas, y logren
asimilarse a las demás personas (válidas y capaces) en la mayor medida posible. Con lo cual, entran en un “proceso
de normalización” a fin de poder obtener por parte de la sociedad un valor como personas y como ciudadanas y
ciudadanos (Palacios, 2004).

2
En este modelo, no son las limitaciones individuales de las personas con discapacidad la causa del
problema, sino las limitaciones de la sociedad para prestar los servicios apropiados y para garantizar que
las necesidades de esas personas sean tenidas en cuenta dentro de la organización social. Esto no
supone negar el aspecto individual de la discapacidad, sino enmarcarlo dentro del contexto social. Las
personas con discapacidad pueden contribuir a la sociedad en la misma medida que el resto de las
personas sin discapacidad. Partiendo de la premisa fundamental de que toda vida humana es
igualmente digna, desde el modelo social se sostiene que lo que puedan aportar a la sociedad las
personas con discapacidad se encuentra íntimamente relacionado con la inclusión y la aceptación plena
de su diferencia.
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UN CONTEXTO DE CAMBIO”.

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marcado, siendo la sociedad la incapaz de ofrecer una participación plena real y
efectiva a todos sus ciudadanos.

En estas Jornadas se va a debatir sobre el derecho y el respeto a ser y sentirse


diferente, a no cumplir con los cánones establecidos socialmente, sin dejar por
ello, de exigir la dignidad y la ciudadanía que favorece la sociabilidad necesaria
ya que es un aspecto inherente al ser humano.

El Concepto de Diversidad funcional.


La diversidad funcional la entendemos como una construcción social que parte del no
reconocimiento de las diferencias del otro. Es decir, del cómo la sociedad aborda el
tema de la diferencia, comparable con todas las formas de discriminación que han
existido, ya sea por género, etnia, clase social o, en este caso, diversidad funcional.
(Romañach y Lobato, 2005)

Cuando hablamos de diversidad funcional no hablamos de menos o distintas


capacidades, valía o limitaciones, sino que hacemos referencia a que existe una
diversidad de formas de funcionar, sin que ello merme la valía o ponga en entre dicho
la capacidad de una persona.

Así pues, el objetivo que se persigue es ofrecer alternativas al concepto de


instaurado de discapacidad, favoreciendo un cambio de paradigma y no sólo de
concepto, basado en el respeto a la diferencia, la equidad de los derechos
ciudadanos, la dignidad humana, la libertad de decisión y la inclusión social.

En la inclusión está el derecho de ser tratado con respeto y de poder acceder a


una oferta de oportunidades que permitan la realización de proyectos de vida. Para
ello, hay que considerar que es necesaria una formación inclusiva desde la
infancia, para que las oportunidades que permiten ejercitar las habilidades
relacionadas con la autodeterminación y la autogestión estén contenidas.

El término diversidad funcional trata de desterrar el concepto con el que se


refleja a hombres y mujeres con los estereotipos de la anormalidad, el déficit, la
enfermedad, el dolor así como una amplia vinculación sobre aspectos negativos,
irracionales y excluyentes. La accidentalidad, la genética, tanto física como
mental, conforman las variables de una minoría a la que se ha aplicado
históricamente una subcategoría de derechos humanos y civiles; derechos
inexistentes o devaluados, alimentados por distintas interpretaciones culturales,
la prevalencia del sentido religioso o la mal entendida solidaridad, superpuestos
todos, sobre el derecho y la igualdad que tiene sólo la mayoría estadística.
Maraña (2009)

Por ello, Diversidad Funcional no es tan solo un cambio de terminología, es un


mucho más, es todo un paradigma, que pretende acabar con terminologías
medico-rehabilitadoras, que adquieren un significado peyorativo y
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discriminador, por valorar a las personas, específicamente, por sus limitaciones
físicas, sensoriales o psíquicas y obviar el resto, es decir, el conjunto de
fortalezas, destrezas, habilidades y potencialidades de la PERSONA.

El concepto de Diversidad Funcional, es una de las herramientas, que puede


influir en la interpretación y actitud social para zanjar las situaciones de
desigualdad y vulneración de derechos humanos. Es una alternativa porque
defiende la diferencia y fomenta la inclusión de todas las personas al
determinar que las formas de hacer, pensar o decir son diversas, pero quienes
las hacemos, somos los mismos, es decir, personas.

Diversidad funcional como paradigma


El cambio de concepto es importante porque el lenguaje crea pensamiento y
por ende realidades, por tanto, lo que decimos influye en como interpretamos la
visión del mundo.

Este cambio implica otra dirección en las políticas públicas, los programas y
proyectos, que han de ser reformulados pensados y ejecutados nuevamente,
incorporando la autonomía, la autodeterminación y el empoderamiento de la propia
persona, como filosofía y metodología de intervención para alcanzar, la inclusión y
equidad social.

Por otra parte, en la ponencia de Juan José Maraña, titulada Vida independiente en
transición a economías cooperativas, indica que la filosofía de Vida Independiente
trata de defender el derecho básico a la integridad física, al control sobre el
propio cuerpo y la vida diaria, a través del apoyo humano de la Asistencia
personal, recogido en las leyes vigentes actualmente.

De esta forma, todas las personas podrían optar a una vida independiente, que no
significa “hacer todo sin ninguna ayuda”, se utiliza para indicar que las personas deben
tener el control sobre sus vidas, que pueden acceder a las mismas oportunidades y
enfrentarse a las mismas elecciones en la vida diaria, tener autonomía para tener una
vida activa en igualdad de oportunidades, para participar equitativamente en la
sociedad y lograr ejercer los derechos, con posibilidad de elección y decisión del
rumbo del propio destino.

No debemos confundir autonomía moral con autonomía funcional. Una persona puede
necesitar ayuda para realizar una tarea (autonomía funcional o fáctica), pero tener la
capacidad de decidir qué tarea, cuándo y cómo quiere realizarla (autonomía moral).

Asimismo, es posible que exista una situación de dependencia que no esté


relacionada con una discapacidad, sino que puede ser debido a las características
propias del envejecimiento que es, únicamente, una etapa más de la vida. De tal
forma, se puede entender que discapacidad no es sinónimo de dependencia, ni
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dependencia funcional es antónimo de autonomía (moral), ya que el antónimo de
autonomía (moral) es heteronomia.

De ahí que, también, es necesario reflejar que la dependencia y la independencia no


son términos absolutos ni dicotómicos. Un individuo no es totalmente independiente ni
totalmente dependiente, de tal forma que como seres humanos dentro de una
sociedad existen relaciones de interdependencia.

Esta filosofía no es una novedad, el filósofo alemán Kant, ya decía que la capacidad
es lo que tienen los seres humanos para darse a sí mismos normas y asumir la propia
vida como un proyecto de autorrealización, de proponerse objetivos y metas y tratar de
alcanzarlas cuando lo quieren hacer. Kant consideraba que la conciencia libre y adulta
es su único y propio legislador.

Tenemos normas que abogan por la promoción de la autonomía, entre ellas, la ley
39/2006, la cual expresa que autonomía es "la capacidad de controlar, afrontar y
tomar, por propia iniciativa, decisiones personales acerca de cómo vivir de acuerdo
con las normas y preferencias propias, así como de desarrollar las actividades básicas
de la vida diaria".

Sin embargo, aun no están reconocidas por la sociedad como una norma puesto que
seguimos entendiendo y aceptando, generalmente, que existen "discapacitados con
problemas de movilidad, sensoriales, cognitivos o psíquicos y que necesitan una
educación especial y especifica".

Con "atenciones rehabilitadoras permanentes las cuales se ofrecen con más facilidad
desde instituciones dotadas con profesionales preparados específicamente para
atenderlos". Porque "necesitan ayuda permanente para poder vivir, porque solos no
pueden. Son incapaces, especiales, diferentes y vulnerables, requieren de la
protección de todos".

De tal forma que comprobamos cómo todavía impera el modelo médico-rehabilitador


basado en el asistencialismo, creando aversión por las diferencias en toda la
ciudadanía.

Para que el proceso de cambio sea efectivo es necesario la eliminación de los


impedimentos formales e informales, así como la transformación de las relaciones
de poder entre individuos, comunidades, servicios y gobiernos. Estar incluido en la
sociedad en la que se vive es vital para el empoderamiento económico, psicosocial
y político que sostiene el bienestar social. World Health Organization (2008).

Entendiendo empoderamiento como el proceso mediante el cual los miembros


de una comunidad (individuos interesados y grupos organizados) desarrollan
conjuntamente destrezas y recursos para controlar su situación de vida,
actuando de manera comprometida, consciente y crítica, para lograr la
transformación de su entorno según sus necesidades y aspiraciones,
transformándose al mismo tiempo a sí mismos. Montero (2003, p.72).
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Concibiendo que las personas empoderadas tienen una situación más propicia
para obtener una plena inclusión en la sociedad y optar a realizar elecciones en la
propia vida que fomenten la equidad social.

Este concepto de empoderamiento, llegó desde los movimientos de los derechos


civiles norteamericanos, en los que se buscaba potenciar y fortalecer las
capacidades intrínsecas de cada persona o grupo para poder tomar sus propias
decisiones y asumir el control de sus vidas.

Filosofía de Vida Independiente: Un paradigma Internacional

De hecho, las políticas relacionadas con la filosofía de Vida Independiente,


comenzaron en los EEUU en los años 60 del siglo pasado, en un clima de crítica
social por la guerra del Vietnam en un momento de convulsión social en el que
imperan reivindicaciones de derechos civiles, en un momento en el que un grupo
de personas inicia un movimiento social, que lucha por la emancipación y el
empoderamiento, de aquellas personas que necesitan cada día de su vida
apoyos humanos para realizar distintas actividades. (Foro de Vida
Independiente y Divertad, 2001).

Este movimiento, está presente en todos los países de la UE, abogando por la
implementación de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos
de las Personas con Discapacidad (CDPD).

Hace hincapié en el artículo 19 de la CDPD, que reconoce el derecho humano


de elegir dónde, cómo y con quién quiere vivir. El acceso a los servicios, a la
asistencia personal y al empleo, son los puntos esenciales que permiten ser
ciudadanos activos y contribuir a la sociedad, y la asistencia personal es
fundamental para que las personas con diversidad funcional, puedan
desarrollarse socialmente.

Llegados a este punto, introduciremos el peso de la ponencia del autor Vicente Valero
que lleva por título: Cada uno según sus posibilidades, a cada uno según sus
necesidades. En esta ponencia nos remite al principio de las cuestiones en el que
hablábamos de la mirada del otro, porque no se reconocen las diferencias,
entendiendo estas como un defecto o anormalidad.

Pero ¿de donde viene el término "normal", cuál es su significado y


consecuencia? Este se introdujo en la lengua popular a partir de los
vocabularios específicos de las instituciones pedagógicas, la reforma
hospitalaria y con la economía relacionada con el naciente maquinismo
industrial, que coinciden con la Revolución Francesa. Canguilhem (1970:
p.185)
Fue así como, normalidad y salud se fundieron en un único concepto que
aludía a una perfección natural, a la que todo el mundo debía tender. El
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enfermo dejó de ser un sujeto que, únicamente, sufría o moría. Pasó a ser, un
sujeto que estaba fuera de la norma, y que debía ser devuelto a ella, a través
de la medicina.
Pero la normalidad y la anormalidad son etiquetas, constructos que sirven para
clasificar, legitimar/deslegitimar y limitar/potenciar en función de unas
intenciones, intereses y prioridades. La utilización que se hace del concepto de
normalidad/anormalidad es una forma de alienación, estigmatización y
dominación. Jiménez M. (2015)
Afirmar que las personas con discapacidad están oprimidas (…) significa afirmar
que, en general, se encuentran en una posición inferior a la de otros sujetos de
la sociedad, simplemente por tener discapacidad. También implica afirmar que
esas desventajas están relacionadas con una ideología que justifica y perpetúa
esa situación. Además, también significa aseverar que dichas desventajas y las
ideologías que las sostienen no son ni naturales ni inevitables”. Abberley (2008,
pp 37).

Es esta la razón de que exista una visión negativa hacia la discapacidad y la


dependencia, visiones que han otorgado estigmas y prejuicios fomentado la
exclusión y la marginación social, hecho que se debe cambiar desde una
estrategia centrada en la participación e inclusión social.

Sin embargo, en nuestro pasado encontramos muchas personas que han


aportado grandes logros siendo diferentes, como Blas de Lezo cojo, manco y
tuerto, o Cervantes el manco de Lepanto, lo cual nos permite afirmar que ser
diferente o funcionar de forma diversa al estándar marcado socialmente no es
indicativo de inferioridad, sino que la diferencia radica en estar excluido o ser
valorado por las destrezas que si se poseen, y ofrecer apoyos para eliminar o
disminuir las limitaciones.

Partiendo de esta última consideración de ofrecer apoyos hacemos alusión a la


ponencia expuesta por Lidia Revuelto, titulada: Autonomía y espiritualidad en la
atención profesional en diversidad funcional. En esta ponencia la autora nos explica el
cambio en las formas de atender a las personas con necesidades de apoyo por parte
de los profesionales que trabajan en distintas instituciones en Córdoba, como por
ejemplo evitar la sobreprotección tan instaurada habitualmente.

Para ello, considera que es necesario estudiar como los profesionales entienden y
asumen su propia espiritualidad, para acercarse y ofrecer calidad de vida,
autonomía y autodeterminación a sus clientes, las personas con diversidad
funcional.

La espiritualidad, interpreta la autora, es un factor relevante para ofrecer


calidad de vida en procesos clave, en los que nos refleja como ejemplo, el
proceso de morir, el de envejecer, o el de vivir en el contexto de una diversidad
funcional.
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UN CONTEXTO DE CAMBIO”.

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Para ello, han estudiado la atención centrada en la persona, una teoría basada
en el método Canadiense, este modelo hace mención a que es necesario
conocerse primero uno mismo, estudiando su propia espiritualidad, su propia
concepción de la autonomía para poder llegar a entender el de la persona a la
que debe apoyar, con el objetivo de que esa persona logre una participación
plena en las actividades que le conciernen y que generen significado a su vida,
a través de ese conocimiento que el profesional tiene de sí mismo.

Hace mención a un cambio de actitud en los profesionales, en el que ahora


prima la participación de la propia persona con diversidad funcional, ofreciendo
sentido a las actividades que se ejecutan diariamente frente a la
sobreprotección, aunque finalmente, se siga hablando de un proceso de
recuperación, en el que el profesional tiene un papel de gran envergadura
puesto es el que posibilita, capacita, facilita, guía, educa, promueve, entrena,
escucha, reflexiona o anima.

Del mismo modo, nos introducimos en la ponencia de Mercedes Molina, con el


título de Intervención social con jóvenes con discapacidad física: hacia un
nuevo diseño del programa de ocio con adolescentes de la Asociación de
Espina Bífida e Hidrocefalia de Alicante (AEBHA)

En esta ponencia la autora nos explica la investigación que ha llevado a cabo


referente a las características de programas de ocio dirigidos a adolescentes con
espina bífida en las Asociaciones de Espina Bífida e Hidrocefalia de España, las
cuales se realizan bajo el modelo de intervención terapéutico, utilizando el ocio como
medio para trabajar otros fines.

Los resultado obtenidos en esta investigación indican que a través de esta nueva
metodología, realizada por profesionales del trabajo social, se fomenta el derecho al
ocio y la igualdad de oportunidades y también como medio para intervenir sobre las
carencias del colectivo y dotar de herramientas que les lleve a gozar de un ocio
independiente.

Contaran para conseguir tal efecto con tres factores claves: los adolescentes, sus
familiares y los recursos de ocio del contexto comunitario. Los adolescentes
participando en la decisión de la actividad de ocio a elegir entre todos los socios
inscritos en el programa, en seleccionar voluntarios que apoyen la actividad y a través
de estas gestiones desarrollar otras habilidades y destrezas como la resolución de
conflictos en el desarrollo de la actividad. Por parte de los familiares, serán las charlas
las que generen habilidades a los progenitores para incentivarles a que erradiquen las
actitudes de sobreprotección fundamentalmente. El relación con los recursos del
contexto comunitario, se seleccionaran aquellos que ofrezcan las mejores condiciones
para desarrollar la actividad con seguridad y comodidad.
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UN CONTEXTO DE CAMBIO”.

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De tal forma, que el papel que protagonizan los profesionales es el mismo o quizás
aun de mayor relevancia que el que nos ofrecía la anterior ponencia, siendo el
profesional el que posibilita, capacita, facilita, guía, educa, promueve, entrena,
escucha, reflexiona o anima todo el proceso.

Conclusiones
Se ha iniciado un camino pero queda mucho por recorrer, porque todas las leyes
propuestas para eliminar la discriminación siguen sin cumplirse, existen avances, pero
son lentos y la vida de las personas discriminadas por su diversidad funcional tiene
tiempos finitos y decir que se está mejor que antes, no es suficiente.

Desde muchas dinámicas de trabajo y discursos centrados en resaltar las limitaciones


aun "entendemos que las personas con estas características de limitaciones
funcionales sean segregados desde que nacen", utilizando diferentes recursos y/o
discursos, impidiendo que la sociedad conozca otras situaciones vitales y las incorpore
a la comunidad, con los apoyos oportunos, dotándolas de la ansiada “inclusión”.

Enseñamos que ellos, los discapacitados, necesitan ayuda, que solos no pueden
hasta que adquieren esta percepción como idea propia (indefensión aprendida) y todo
ello desde la visión asistencialista, basándose en la caridad humana, la compasión y la
solidaridad, algo que, sin duda, cómo mínimo se puede debatir.

Seguimos basándonos principalmente en un modelo que nada tiene que ver con la
vida independiente, con la inclusión y la equidad de oportunidades. Estás son solo
ideas que se utilizan políticamente en momentos puntuales o en grandes discursos
que necesitan temas políticamente correctos para que gocen de la aprobación de las
grandes masas.

En este sentido, la Ley 26/2011, de 1 de agosto, de adaptación normativa a la


Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad da un
paso relevante en la consecución de los derechos humanos y las libertades
fundamentales de estas personas sin discriminación alguna.

En la Ley 39/2006 se expone la promoción de la autonomía personal como un derecho


subjetivo, en la Convención además hace referencia al “derecho a la vida
independiente”, por lo que ambas presentan algunas características distintas:

La diferencia fundamental radica en que el derecho reconocido en la Ley


española no va dirigido a favorecer la autonomía, sino a proteger a los que se
encuentran en situación de dependencia y se proyecta sólo en algunas
situaciones, dejando a un lado otras de gran relevancia. El ejemplo más claro
está en que las prestaciones económicas están restringidas al ámbito del estudio
y el trabajo y no pueden destinarse, por ejemplo, al ocio y la cultura.

En el sector salud, la Convención impone un tratamiento de la discapacidad desde el


enfoque de los derechos y no desde la perspectiva del déficit. Por tanto, el derecho a
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la protección a la salud y la política de previsión de las personas debe interpretarse de
tal forma que incluya el derecho a la autonomía personal para el disfrute de todos los
derechos. En este sentido, las personas con diversidad funcional no pueden ser
consideradas como meros sujetos pasivos que reciben una atención y unos servicios
por parte de las instituciones.

De nada sirve dar un paso hoy y mañana retroceder dos, dependiendo del grado de
sensibilidad que tengan los poderes políticos y económicos de la sociedad. Las
personas discriminadas por su diversidad funcional no tienen un problema, el
problema se encuentra en la exclusión, en la segregación y en la indefensión que
genera la discriminación instaurada y aceptada socialmente, aquel que piensa en la
dificultad está en las limitaciones sin ver ni las destrezas, ni las potencialidades ni las
oportunidades.

La solución ha de venir desde la acción social, y la sociedad, tiene la responsabilidad


colectiva de realizar las modificaciones en el entorno para facilitar la plena
participación en todas las esferas de la vida.

Es imperante cambiar esta actitud, debemos darnos cuenta que hay mucho que nos
une, todos somos personas, todos estamos vivos, todos vivimos en el mismo mundo y
el derecho a disfrutar del espacio, el tiempo, los avances y el entorno es de todos.

Tal y como indica la Filosofía de Vida Independiente, todas las personas tienen
el derecho a la independencia a través del máximo control sobre sus vidas,
basándose en la capacidad y la oportunidad para tomar decisiones y de llevar a
cabo las actividades de cada día (principios del empoderamiento). En este
sentido, Maraña (2004) señala que:

“Vida independiente es un paradigma, un modelo desde el que la persona


ejerce su plena capacidad de elección como ser humano y ciudadano en
plenitud de condiciones, en libertad, de modo individual, controlando
todos y cada uno de los aspectos de su vida para acceder al mismo rango
de igualdad de derechos y deberes que sus conciudadanos sin
discapacidad” (p. 21).

Esta filosofía, basada en la dignidad humana y los derechos, y no en la


dependencia funcional (que ni la nombra), es la que ha constituido la base de la
actual Convención de los derechos humanos de las personas con
discapacidad.

Por lo que los profesionales deben actuar en consecuencia a lo aquí


mencionado: a fomentar y apoyar el empoderamiento, la favorecer y apoyar el
derecho a elegir vida independiente a través de la asistencia personal, el
derecho a decidir el propio proyecto vital con los apoyos necesarios y
adecuados para lograrlo, el derecho a funcionar de forma diferente sin sentirse
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discriminado por ello, el derecho a la dignidad humana y ser ciudadanos con
derechos equitativos al de todo el conjunto de la sociedad.

Los Trabajadores Sociales como profesionales que acompañan en cualquier


proceso de cambio, así como por formar parte del título "en un contexto de
cambio", en estas Jornadas Internacionales tienen un reto maravilloso,
defender el derecho a elegir y a ser diferente, sin que ello merme ni la dignidad
ni la consideración de ciudadano de pleno derecho.

Reconociendo que Discapacidad y Diversidad Funcional no son sinónimos.


Discapacidad es un concepto que se centra en las limitaciones y que ha
perpetuado el estigma, los prejuicios y por ende la discriminación. Mientras que
Diversidad Funcional indica que en toda la diversidad humana existen múltiples
formas de funcionar, sin resaltar ninguna limitación ni déficit, sin indicar ninguna
percepción negativa ni peyorativa.

Existe la Filosofía de Vida Independiente en Europa desde hace décadas y fue


iniciada desde EEUU en los años sesenta. Es un Movimiento que defiende,
principalmente, el derecho a elegir donde, como, cuando y con quien vivir.

El término Diversidad Funcional lo crearon las personas que conforman el Foro


de Vida Independiente y Divertad defensoras del Movimiento y Filosofía de
Vida Independiente, en el año 2005, es decir, por primera vez son las propias
personas las que deciden y eligen el término con el que quieren ser
identificadas, que tiene por lema, NADA SOBRE NOSOTROS SIN
NOSOTROS.

Agradecimientos
Agradecer a todos los responsables de la organización de estas Jornadas, así
como al comité científico, y a todas las personas que han participado en esta
mesa de trabajo, titulada diversidad funcional, su tiempo, dedicación y
esfuerzo, y por supuesto, agradecer la atención a este evento que pretende
mejorar nuestras actuaciones y actitudes ofreciendo con nuestra actividad, ya
sea profesional o no, calidad, dignidad y libertad.
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UN CONTEXTO DE CAMBIO”.

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Bibliografía
Abberley, P. (2008). El concepto de opresión y el desarrollo de una teoría social
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Adolf Ratzka, (2012), Jornada FEKOOR, Ph D, Independent Living Institute.


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Bueno y Villatoro (2011) De la discapacitat a la diversitat funcional:crítiques i


noves perspectives. Revista FUTURA Universitat de Valèncias ISSN 1698-6245

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