Corbera 4

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Las mentiras que construyen

tu realidad
02 Diciembre 2019 - Desarrollo personal

¿Crees que todo lo que piensas es real? ¿Sabes


cuántas mentiras te cuentas cada día? ¿Qué
razón hay detrás de la decisión de mentirnos?
Nuestra concepción del mundo, de los otros e incluso de nosotros mismos está conformada
por creencias. Estas creencias son argumentos u opiniones que tomamos como verdad y a partir de
los cuales condicionamos nuestras reacciones, nuestras opiniones y nuestros juicios. Sin
embargo, estas verdades son fruto de las experiencias del sistema al que pertenecemos,
son argumentos perpetuados a lo largo del tiempo buscando ser transformados.

Sin embargo, hay algo que bloquea esta transformación, algo que nosotros mismos hacemos
inconscientemente para boicotearnos, se trata de las mentiras que nos contamos en nuestro
día a día. Como decía la novelista Susan Sontag, “la mentira es la forma más simple de
autodefensa”. Todos mentimos, todos nos contamos historias y razones que tapan lugares
donde no queremos acceder.

Nuestro inconsciente está continuamente revelando


nuestras mentiras a través de los juicios que hacemos
hacia los demás y aquello con lo que nos definimos.
Imagina alguien que se vanagloria de su independencia, siempre se define usando esa palabra y se
enorgullece de ello. Esa característica que se repite oculta una información, y es que necesita
confirmar e identificarse con esa cualidad porque la desea desesperadamente, por lo que en realidad
no siente que la tenga. Siempre nos hablamos a nosotros mismos.

Siguiendo con el ejemplo, esta idea lo lleva a evitar relaciones interpersonales íntimas, no tener


pareja, pasar poco tiempo en cada grupo social y estar contínuamente conociendo personas nuevas,
todo ello para crear una fachada y una imagen de independencia que refuerce su argumentario
pero unido a un profundo e “inexplicable” sentimiento de vacío existencial.

Tal vez en su infancia no tuvo el cariño que necesitaba o el que realmente deseaba y aprendió que
depender de otros duele, que es peligroso. Por este motivo enterró su faceta dependiente para
protegerse, transformándola en un anhelo y un deseo imposible. En realidad su necesidad de
dependencia y su fachada independiente son solo creencias, estados. En su mentira encuentra
refugio pero, al mismo tiempo, mientras siga creyéndola no se permitirá cambiar ni crear otro tipo de
relaciones interpersonales que le hagan más feliz.
Tu verdadera identidad muere detrás de la máscara de tu
mentira. El niño o la niña heridos no pueden expresarse ya
que están sepultados bajo justificaciones y explicaciones.
Una forma de descubrir las mentiras que nos contamos es identificar aquello que
repetimos habitualmente a las personas que nos rodean. Cuando hablamos, en realidad
decimos en voz alta aquello que necesitamos escuchar de nosotros mismos. ¿Comentas
continuamente lo fuerte y valiente que eres? Tal vez una parte de ti necesita asegurarse de ello cada
vez que surge una conversación relacionada. ¿Hay algún tema del que sin darte cuenta acabes
hablando habitualmente? Lo que comunicamos y cómo lo hacemos son indicadores de todo
aquello que nos ocultamos de nosotros mismos.

Detrás de la mentira hay una “verdad” que, paradójicamente, también es mentira. Dicho de otra
manera, nos identificamos con una creencia para tapar otra, pero finalmente las dos son
creencias, ninguna es auténtica, sino que son interpretaciones de la realidad sesgadas y basadas
en las experiencias de nuestra vida y sobre todo en las experiencias de nuestra familia. Si lo que nos
decimos es mentira ¿qué es la verdad? La única verdad real se encuentra en la capacidad de
relativizar nuestras mentiras y dejar de escondernos y refugiarnos detrás de ellas.

“Una mentira no tendría ningún sentido a menos que sintiéramos la verdad como algo peligroso.”

Alfred Adler

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