Toltecas 5
Toltecas 5
Toltecas 5
Los toltecas fueron una civilización precolombina y mesoamericana, de las tantas que
existieron en México, que se desarrolló entre los siglos X y XII.
Estos se ubicaban en la zona central del actual México y, debido a su gran poder militar,
se expandieron rápidamente hasta dominar toda la región.
Eran un pueblo nómada hasta que se asentaron en la ciudad de Tula, en el centro del
actual México.
Al principio, los toltecas fueron un pueblo estrictamente nómada, lo cual hizo que
recorrieran varias regiones antes de asentarse.
Si bien no fue una cultura en posesión de un gran territorio, tuvo mucha influencia en el
desarrollo de grandes culturas posteriores.
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La organización social: la cultura tolteca constaba de dos principales grupos: el grupo
privilegiado y el grupo servil. A su vez, estos se dividían en los siguientes:
Organización política
Dentro de esta cultura era muy importante la relación que existía entre la política y la
religión, y por ello se consideraba a los sacerdotes y jefes militares parte de la política del
país. Estos se encargaban de la administración de las diversas comunidades, control que
ejercían a través de la influencia de los dioses.
Los toltecas hacían sus rituales en diferentes lugares, mantenían en secreto muchas de sus
creencias y ofrecían sacrificios humanos para su redención.
Dioses toltecas
Quetzalcóatl: Dios de la vida y la sabiduría
Tezcatlipoca: Dios del cielo y la tierra
Centéotl: Dios del maíz
Itztlacoliuhqui: Dios de los objetos punzantes
Mixcóatl: Dios de la guerra y la cacería
Tláloc: Dios de la lluvia
Xipe Tótec: Dios de los trabajadores de oro (demandaba sacrificios)
Xochiquetzal: Diosa del amor, la belleza y las artes
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Cada dios tenía una función y ritos diferentes. Algunos eran usados específicamente para
sacrificios humanos y otros para costumbres funerarias.
La artesanía formaba una parte importante en su desarrollo económico. Los toltecas eran
grandes comerciantes y rendían tributos al gobierno.
También obtenían grandes riquezas y alimentos a través de las guerras con sus culturas
vecinas.
Según Miguel León Portilla: “Quienes vivieron en tiempos antiguos, no ya sólo los
aztecas, sino también sus vecinos texcocanos, tlaxcaltecas y otros varios más, así como
sus predecesores los toltecas, esos artífices extra ordinarios, conservaron por medio de la
tradición oral y de sus antiguos códices el recuerdo de su pasado”.
En Teotihuacán fue donde tuvo lugar el máximo esplendor intelectual y material de las
culturas antiguas del México central. La sola contemplación de algunas de sus pinturas
murales — como las recientemente descubiertas por Laurette Séjourné en el palacio de
Zacuala— , así como, entre otras cosas, el templo de la serpiente emplumada (la llamada
"ciudadela"), permite afirmar que en la antigua ciudad de los dioses se aunaba el culto
religioso con el arte más refinado.
Un viejo texto náhuatl, que habla del culto que se daba al dios Quetzalcóatl desde
tiempos antiguos, dará una idea, al menos aproximada, del modo como probablemente se
veneraba a Quetzalcóatl en la ciudad de los dioses. Quienes le daban Culto:
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le hacían súplicas,
su nombre era Quetzalcóatl.
El guardián de su dios,
su sacerdote,
su nombre era también Quetzalcóatl.
Y eran tan respetuosos de las cosas de dios,
que todo lo que les decía el sacerdote
En aparente contradicción con la afirmación del texto que habla de un "dios único", se
sabe que en Teotihuacán hay también representaciones de otros dioses.
Una posible respuesta a la contradicción existente entre la afirmación del texto y lo que
muestra la arqueología, podrá hallarse en el criterio de algunos sabios o tlamatinime
nahuas, cuyo pensamiento se conserva en textos indígenas de los siglos XV y XVI. De
acuerdo con su interpretación, las diversas divinidades no son en el fondo sino símbolos
de las varias fuerzas naturales.
Esta no fue un hecho aislado y excepcional. En el mundo maya ocurrió por ese tiempo
algo semejante. La ruina y el abandono de los grandes centros rituales de Uaxactún,
Tikal, Yaxchilan, Bonampak y Palenque tuvo lugar en una época muy cercana al colapso
de Teotihuacán. Y hay que confesar que hasta la fecha no se ha podido explicar de modo
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convincente la causa de esto que pudiera llamarse muerte del esplendor clásico del
México Antiguo.
Coincidiendo con la ruina de Teotihuacán, o tal vez con sus últimos tiempos, fue
surgiendo poco a poco un segundo brote cultural de considerable importancia en Tula,
situada a unos 70 kilómetros al norte de la actual ciudad de México. Como se lee en el
mismo texto náhuatl de los informantes de Sahagún citado arriba, algunos de los
moradores de Teotihuacán, al sobrevenir la ruina del gran centro ritual, comenzaron a
dispersarse:
Desde el punto de vista arqueológico, los hallazgos que han te nido lugar en el antiguo
centro religioso de Huapalcalco, inmediato a Tulancingo, muestran vestigios de la
presencia allí de los teotihuacanos. Posiblemente algunos de ellos, cuando ya era
inminente la ruina de su ciudad, decidieron emigrar. Su estancia en Tulancingo fue más
bien breve, ya que, como dice el texto, "de allí, en seguida pasaron a Xicocotitlan, donde
se dice Tollan". En este lugar, y aun tal vez en el mismo Tulancingo, nuevos grupos
nómadas, venidos del Norte, muchos de ellos de filiación y lengua náhuatl, empezaron a
recibir el influjo de la antigua cultura clásica.
Poco a poco surgió así el nuevo centro ceremonial de Tula, conservando instituciones e
ideas religiosas, como el culto a Quetzalcóatl, derivadas de Teotihuacán. Sólo que en
Tula se dejaron sentir también otras influencias. El espíritu guerrero de los nómadas del
Norte empezó a manifestarse: basta con recordar esas colosales figuras de piedra
representando guerreros, algunas de las cuales aún se conservan hoy día en Tula.
Cronistas y textos indígenas designan a los moradores de esta ciudad con el nombre de
toltecas. En su gran mayoría habían llegado de las llanuras del Norte, guiados por su jefe
Mixcóatl:
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hasta que vinieron a acercarse a la tierra chichimeca.
Ya no se puede recordar
cuánto tiempo anduvieron.
Vinieron del interior de las llanuras,
Quienes habían venido del Norte fueron recibiendo el influjo de la antigua cultura.
Establecidos primero, según parece, en Cul-huacán, al sur de los lagos, posteriormente
algunos grupos se lijaron en Tula-Xicocotitlan.
Considerando a Tula como la capital tolteca, se atribuyó a ella el privilegio de haber sido
el gran centro creador de todo el conjunto de artes y más elevados ideales que los nahuas
posteriores afirmaban haber recibido de los toltecas. Aceptado esto, Teotihuacán, desde
un punto de vista histórico, quedó en la oscuridad. Con toda su grandeza la ciudad de los
dioses, privada de historia y de resonancia ulterior, quedaba convertida en una especie de
"ciudad fantasma" del México Antiguo.
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Todo lo bueno y grande que hubo en Tula, existió antes en mayor proporción y con
mayor refinamiento en la ciudad de los dioses. No significa esto que se pretenda
identificar aquí a Teotihuacán con la Tula de los toltecas, de que hablan los textos indí-
genas y los cronistas. El punto que querríamos ver dilucidado es el referente a la más
honda raíz de las creaciones culturales del mundo náhuatl significadas en la palabra
Toltecáyotl (tolte-quidad).
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Los toltecas eran gente experimentada,
Eran ricos,
porque su destreza
pronto los hacía hallar riqueza. Por esto se dice ahora
Los textos abundan en descripciones de los palacios de este gran sacerdote, de sus
creaciones y de su forma de vida, consagrada a la meditación y al culto. Concretamente
se atribuye al sacerdote Quetzalcóatl la formulación de toda una doctrina teológica acerca
de Ometéotl, el supremo Dios dual. Identificando al dios Quetzalcóatl, como un título que
evocaba la sabiduría del Dios dual, el sacerdote Quetzalcóatl, como dice el texto:
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Invocaba, hacía su dios a algo
[que está] en el interior del cielo,
a la del faldellín de estrellas, al que hace lucir las cosas;
Quien así insistía en mantener la pureza del culto a ese supremo Dios dual, que vivía más
allá de lo que ven los sentidos, "en Omeyocan, por encima de los nueve travesaños con
que consiste el cielo", tuvo que luchar muchas veces contra quienes se empeñaban en
introducir otros ritos, particularmente el de los sacrificios humanos.
Las discordias internas provocadas por quienes estaban empeñados en alterar la antigua
religión del dios Quetzalcóatl, iban a tener por resultado la ruina de Tula hacia mediados
del siglo XI d. C. Los antiguos Anales de Cuauhtitlát mencionan claramente esto:
Se decía,
se refería,
que cuando gobernaba,
al tiempo en que estaba el primer Quetzalcóatl,
El sacerdote Quetzalcóatl, que nunca quiso aceptar los sacrificios humanos, acosado por
sus enemigos, después de una larga … de hechos — auténtico drama religioso— , tuvo al
fin que marcharse.
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Sus seguidores, los toltecas que habían aceptado la tradición antigua, acompañaron en su
huida a Quetzalcóatl. Algunos de ellos iban a dispersarse por la orilla de los lagos
y el Valle de México y en otros lugares cercanos, estableciéndose sus nuevas ciudades de
raigambre tolteca.
en su sacerdote Quetzalcóatl
y de tal manera eran obedientes,
y dados a las cosas de dios
En seguida se fue hacia el interior del mar, hacia la tierra del color rojo,
Quedó así tan sólo el recuerdo de Quetzalcóatl, que se había marchado por el Oriente a
Tlapalan, "la tierra del color rojo", y la esperanza firme de que algún día habría de
regresar nueva mente, para salvar a su pueblo e iniciar tiempos mejores.
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Los toltecas, seguidores de Quetzalcóatl, se habían dispersado por el Valle de México.
Algunos llegaron también a Cholula en el Valle de Puebla y aun a sitios sumamente
lejanos, como Chichén-Itzá en Yucatán.
Nahuas: éstos hablan el idioma náhuatl,
con poca diferencia hablan mexicano...
cuando se marcharon,
cuando nuestro príncipe Quetzalcóatl
se embarcó en el mar,
para ir a colocarse
en la tierra del color rojo,
en el lugar de la cremación.
Entonces adquirieron vigor
los señoríos, los principados, los reinos.
Y los príncipes, señores y jefes
gobernaron, establecieron ciudades.
Hicieron crecer, extendieron,
aumentaron sus ciudades.
Fueron así apareciendo en el Valle de México, desde mediados del siglo XII d. c, nuevos
centros que iban a convertirse también en focos de cultura. Mezclándose probablemente
con grupos nó madas venidos del Norte, algunos de ellos de idioma náhuatl y otros tal
vez otomíes, dieron principio a ciudades como Coatliü-chan, Texcoco, Coyoacán, así
como nueva fuerza a poblaciones más antiguas, creadas desde tiempos arcaicos y
teotihuacanos: Azca- potzalco, Culhuacán, Chalco, Xochimilco, etc. Bellamente se
afirma en el texto indígena que todas esas ciudades comenzaban su vida, cuando se
establecía en ellas la música.
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BIBLIOGRAFÍA
Alumno: Juan Gabriel Barajas Sánchez Pbro. Profesor: Francisco Javier Moreno
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