Toltecas 5

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LA CULTURA TOLTECA

¿Quiénes fueron los toltecas?

Los toltecas fueron una civilización precolombina y mesoamericana, de las tantas que
existieron en México, que se desarrolló entre los siglos X y XII.

Estos se ubicaban en la zona central del actual México y, debido a su gran poder militar,
se expandieron rápidamente hasta dominar toda la región.

El inicio de su desarrollo como cultura y civilización comenzó aproximadamente en el


año 960 d. C. y se extendió hasta el 1200 d. C., período en el cual comenzaron a
evolucionar en civilizaciones más modernas.

Características de la cultura tolteca

Entre las principales características de los toltecas podemos destacar que:

Eran un pueblo nómada hasta que se asentaron en la ciudad de Tula, en el centro del
actual México.

Su organización política consistía en una monarquía con gran poder militar.

Su economía se basaba en la agricultura, artesanías y en el abastecimiento a través de


guerras contra otras culturas vecinas.

Eran politeístas, es decir, adoraban a muchos dioses.

Realizaban diversos rituales muy ligados al arte.

Ubicación de los toltecas

Al principio, los toltecas fueron un pueblo estrictamente nómada, lo cual hizo que
recorrieran varias regiones antes de asentarse.

Finalmente, hacia los comienzos del año 800 d. C. comenzaron a establecerse en la


ciudad de Tula, ubicada hoy en día a 60 km de la ciudad de México.

Si bien no fue una cultura en posesión de un gran territorio, tuvo mucha influencia en el
desarrollo de grandes culturas posteriores.

Organización social y política de los toltecas

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La organización social: la cultura tolteca constaba de dos principales grupos: el grupo
privilegiado y el grupo servil. A su vez, estos se dividían en los siguientes:

Supremo gobernante: se lo llamaba Tlahtoque y estaba a cargo del poder absoluto.


Sacerdotes, funcionarios y guerreros: se encargaban de la casta militar, atender el
culto, los calendarios y la administración pública. Así también se ocupaban de la defensa
de ataques vecinos y expansiones territoriales.
Clase servil: estaba integrada por agricultores, carpinteros, pintores, tejedores y todo otro
tipo de artesanos.
Esclavos: prisioneros de guerra, esclavos y prostitutas que conformaban el último
escalón social.

Organización política

Su política se basaba en el imperio de gran poder militar exclusivo de la tribu,


comúnmente conocido como casta militar, el cual se encargaba de guerrear y conquistar
naciones vecinas.

Dentro de esta cultura era muy importante la relación que existía entre la política y la
religión, y por ello se consideraba a los sacerdotes y jefes militares parte de la política del
país. Estos se encargaban de la administración de las diversas comunidades, control que
ejercían a través de la influencia de los dioses.

Religión de la cultura tolteca

La religión de la cultura tolteca era politeísta, es decir, se basaba en la adoración de


múltiples dioses. Sin embargo, adoraban principalmente a dos divinidades: Quetzalcóatl y
Tezcatlipoca.

Los toltecas hacían sus rituales en diferentes lugares, mantenían en secreto muchas de sus
creencias y ofrecían sacrificios humanos para su redención.

Dioses toltecas
Quetzalcóatl: Dios de la vida y la sabiduría
Tezcatlipoca: Dios del cielo y la tierra
Centéotl: Dios del maíz
Itztlacoliuhqui: Dios de los objetos punzantes
Mixcóatl: Dios de la guerra y la cacería
Tláloc: Dios de la lluvia
Xipe Tótec: Dios de los trabajadores de oro (demandaba sacrificios)
Xochiquetzal: Diosa del amor, la belleza y las artes

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Cada dios tenía una función y ritos diferentes. Algunos eran usados específicamente para
sacrificios humanos y otros para costumbres funerarias.

Economía de la cultura tolteca

La economía de los toltecas se basaba en la agricultura y en el cultivo del algodón,


maguey, maíz, chile y frijol.

La artesanía formaba una parte importante en su desarrollo económico. Los toltecas eran
grandes comerciantes y rendían tributos al gobierno.

También obtenían grandes riquezas y alimentos a través de las guerras con sus culturas
vecinas.

Los Antiguos mexicanos: historia y religión

Según Miguel León Portilla: “Quienes vivieron en tiempos antiguos, no ya sólo los
aztecas, sino también sus vecinos texcocanos, tlaxcaltecas y otros varios más, así como
sus predecesores los toltecas, esos artífices extra ordinarios, conservaron por medio de la
tradición oral y de sus antiguos códices el recuerdo de su pasado”.

La ciudad de los dioses: Teotihuacán

En Teotihuacán fue donde tuvo lugar el máximo esplendor intelectual y material de las
culturas antiguas del México central. La sola contemplación de algunas de sus pinturas
murales — como las recientemente descubiertas por Laurette Séjourné en el palacio de
Zacuala— , así como, entre otras cosas, el templo de la serpiente emplumada (la llamada
"ciudadela"), permite afirmar que en la antigua ciudad de los dioses se aunaba el culto
religioso con el arte más refinado.

Un viejo texto náhuatl, que habla del culto que se daba al dios Quetzalcóatl desde
tiempos antiguos, dará una idea, al menos aproximada, del modo como probablemente se
veneraba a Quetzalcóatl en la ciudad de los dioses. Quienes le daban Culto:

Eran cuidadosos de las cosas de dios, sólo un dios tenían,


lo tenían por único dios,
lo invocaban,

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le hacían súplicas,
su nombre era Quetzalcóatl.

El guardián de su dios,
su sacerdote,
su nombre era también Quetzalcóatl.
Y eran tan respetuosos de las cosas de dios,
que todo lo que les decía el sacerdote

Quetzalcóatl lo cumplían, no lo deformaban.


E1 les decía, les inculcaba:

—"Ese dios único,


Quetzalcóatl es su nombre.
Nada exige,
sino serpientes, sino mariposas,

que vosotros debéis ofrecerle,


que vosotros debéis sacrificarle.”

En aparente contradicción con la afirmación del texto que habla de un "dios único", se
sabe que en Teotihuacán hay también representaciones de otros dioses.

Una posible respuesta a la contradicción existente entre la afirmación del texto y lo que
muestra la arqueología, podrá hallarse en el criterio de algunos sabios o tlamatinime
nahuas, cuyo pensamiento se conserva en textos indígenas de los siglos XV y XVI. De
acuerdo con su interpretación, las diversas divinidades no son en el fondo sino símbolos
de las varias fuerzas naturales.

La misteriosa ruina de la ciudad de los dioses(toltecas antiguos)

Pero, a pesar de la extraordinaria organización social y política que supone el esplendor


teotihuacano, a mediados del siglo IX d. c, sobrevino su misteriosa, y hasta ahora no
explicada, ruina.

Esta no fue un hecho aislado y excepcional. En el mundo maya ocurrió por ese tiempo
algo semejante. La ruina y el abandono de los grandes centros rituales de Uaxactún,
Tikal, Yaxchilan, Bonampak y Palenque tuvo lugar en una época muy cercana al colapso
de Teotihuacán. Y hay que confesar que hasta la fecha no se ha podido explicar de modo

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convincente la causa de esto que pudiera llamarse muerte del esplendor clásico del
México Antiguo.

Coincidiendo con la ruina de Teotihuacán, o tal vez con sus últimos tiempos, fue
surgiendo poco a poco un segundo brote cultural de considerable importancia en Tula,
situada a unos 70 kilómetros al norte de la actual ciudad de México. Como se lee en el
mismo texto náhuatl de los informantes de Sahagún citado arriba, algunos de los
moradores de Teotihuacán, al sobrevenir la ruina del gran centro ritual, comenzaron a
dispersarse:

Primero vinieron allí,


donde se dice Tollantzinco [Tulancigo, Hidalgo].

En seguida pasaron a Xicocotitlan,


donde se dice Tollan [Tula].

Desde el punto de vista arqueológico, los hallazgos que han te nido lugar en el antiguo
centro religioso de Huapalcalco, inmediato a Tulancingo, muestran vestigios de la
presencia allí de los teotihuacanos. Posiblemente algunos de ellos, cuando ya era
inminente la ruina de su ciudad, decidieron emigrar. Su estancia en Tulancingo fue más
bien breve, ya que, como dice el texto, "de allí, en seguida pasaron a Xicocotitlan, donde
se dice Tollan". En este lugar, y aun tal vez en el mismo Tulancingo, nuevos grupos
nómadas, venidos del Norte, muchos de ellos de filiación y lengua náhuatl, empezaron a
recibir el influjo de la antigua cultura clásica.

Surgimiento del nuevo centro ceremonial de Tula (Toltecas recientes)

Poco a poco surgió así el nuevo centro ceremonial de Tula, conservando instituciones e
ideas religiosas, como el culto a Quetzalcóatl, derivadas de Teotihuacán. Sólo que en
Tula se dejaron sentir también otras influencias. El espíritu guerrero de los nómadas del
Norte empezó a manifestarse: basta con recordar esas colosales figuras de piedra
representando guerreros, algunas de las cuales aún se conservan hoy día en Tula.
Cronistas y textos indígenas designan a los moradores de esta ciudad con el nombre de
toltecas. En su gran mayoría habían llegado de las llanuras del Norte, guiados por su jefe
Mixcóatl:

Los toltecas llevaron la ventaja en todo tiempo,

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hasta que vinieron a acercarse a la tierra chichimeca.

Ya no se puede recordar
cuánto tiempo anduvieron.
Vinieron del interior de las llanuras,

entre las rocas.


Allí vieron siete cavernas,
e hicieron esas cuevas sus templos, su lugar de súplicas.
Y estos toltecas
iban siempre muy por delante.

Quienes habían venido del Norte fueron recibiendo el influjo de la antigua cultura.
Establecidos primero, según parece, en Cul-huacán, al sur de los lagos, posteriormente
algunos grupos se lijaron en Tula-Xicocotitlan.

Antes de las exploraciones arqueológicas de Tula, iniciadas en plan sistemático en 1941,


se pensaba que en realidad la gran metrópoli de los toltecas había sido Teotihuacán.
Descubierta ya la mayor parte de Tula, se modificó el panorama.

Considerando a Tula como la capital tolteca, se atribuyó a ella el privilegio de haber sido
el gran centro creador de todo el conjunto de artes y más elevados ideales que los nahuas
posteriores afirmaban haber recibido de los toltecas. Aceptado esto, Teotihuacán, desde
un punto de vista histórico, quedó en la oscuridad. Con toda su grandeza la ciudad de los
dioses, privada de historia y de resonancia ulterior, quedaba convertida en una especie de
"ciudad fantasma" del México Antiguo.

Sin embargo, un examen más detenido de la documentación náhuatl proveniente de los


siglos XV y XVI — en la que se describe con los más vivos colores el conjunto de
creaciones de los toltecas y aun se acuña un sustantivo abstracto para designarlas,
Toltecáyotl (toltequidad)— mueve a pensar cómo es posible que toda su grandeza haya
tenido sus raíces en la más bien pequeña ciudad Tula Xicocotitlan.

Decir tolteca en el mundo náhuatl posterior (aztecas, texcocanos, tlaxcaltecas...),


implicaba en resumen la atribución de toda clase de perfecciones intelectuales y
materiales.

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Todo lo bueno y grande que hubo en Tula, existió antes en mayor proporción y con
mayor refinamiento en la ciudad de los dioses. No significa esto que se pretenda
identificar aquí a Teotihuacán con la Tula de los toltecas, de que hablan los textos indí-
genas y los cronistas. El punto que querríamos ver dilucidado es el referente a la más
honda raíz de las creaciones culturales del mundo náhuatl significadas en la palabra
Toltecáyotl (tolte-quidad).

Si dicho concepto implica grandes creaciones arquitectónicas, pirámides y numerosos


palacios, pinturas murales, esculturas ex traordinarias, una rica y variada cerámica y,
sobre todo, el culto antiguo y universal al dios Quetzalcóatl, razonablemente parece
difícil dudar de que la raíz de la Toltecáyotl se encuentra en la ciudad de los dioses:
Teotihuacán.

Si se desea, puede designarse a sus habitantes con el nombre de teotihuacanos,


reservando el de toltecas para los fundadores de Tula. A no ser que se opte por establecer
una cierta diferencia dentro del concepto mismo de tolteca. Podría llamarse así a los
creadores de Teotihuacán, toltecas antiguos, y a los de Tula, toltecas recientes.

Tal designación tendría la ventaja de recordar implícitamente que la relación en que se


encuentran Tula y Teotihuacán parece ser la que existe entre una gran metrópoli, que es
foco y raíz de una cultura, y otra ciudad menor, que pudiera describirse como
resurgimiento posterior, y en menor escala, de la grandeza antigua.

Muchas casas había en Tula,


allí enterraron muchas cosas los toltecas.

Pero no sólo esto se ve allí,


como huella de los toltecas,
también sus pirámides, sus montículos,

Allí donde se dice Tula-Xicocotitlan.


Por todas partes están a la vista,
por todas partes se ven restos de vasijas de barro,
de sus tazones, de sus figuras,
de sus muñecos, de sus figurillas,
de sus brazaletes,
por todas partes están sus vestigios,
en verdad allí estuvieron viviendo juntos los toltecas.

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Los toltecas eran gente experimentada,

se dice que eran artistas de las plumas, del arte de pegarlas


De antiguo lo guardaban,

era en verdad invención de ellos,


el arte de los mosaicos de plumas.

Y más adelante, planteándose el problema de la filiación étnica y lingüística de los


toltecas, expresamente añade el texto indígena que los toltecas no eran gente bárbara
(popolocas), sino que pertenecían, como habrían de pertenecer también los aztecas, a
la estirpe náhuatl:

Estos toltecas, como se dice, eran nahuas,


no eran popolocas,
aunque se llamaban también habitantes antiguos...

Eran ricos,
porque su destreza
pronto los hacía hallar riqueza. Por esto se dice ahora

acerca de quien pronto descubre riquezas:

"Es hijo de Quetzalcóatl

y Quetzalcóatl es su príncipe." Así era el ser


y la vida de los toltecas.

Causas de la ruina de Tula: culto tradicional

En estrecha relación con el culto de la antigua divinidad suprema, Quetzalcóatl, se sabe


que entre estos toltecas hubo un sacerdote de nombre también Quetzalcóatl que se
empeñaba en mantener en su pureza el culto tradicional.

Los textos abundan en descripciones de los palacios de este gran sacerdote, de sus
creaciones y de su forma de vida, consagrada a la meditación y al culto. Concretamente
se atribuye al sacerdote Quetzalcóatl la formulación de toda una doctrina teológica acerca
de Ometéotl, el supremo Dios dual. Identificando al dios Quetzalcóatl, como un título que
evocaba la sabiduría del Dios dual, el sacerdote Quetzalcóatl, como dice el texto:

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Invocaba, hacía su dios a algo
[que está] en el interior del cielo,
a la del faldellín de estrellas, al que hace lucir las cosas;

señora de nuestra carne, señor de nuestra carne;


la que está vestida de negro, el que está vestido de rojo;

la que ofrece suelo [o sostiene en pie] a la tierra,


el que la cubre de algodón.
Y hacia allá dirigía sus voces,
así se sabía,
hacia el Lugar de la Dualidad (Omeyocatl),
el de los nueve travesaños,
con que consiste el Cielo

Quien así insistía en mantener la pureza del culto a ese supremo Dios dual, que vivía más
allá de lo que ven los sentidos, "en Omeyocan, por encima de los nueve travesaños con
que consiste el cielo", tuvo que luchar muchas veces contra quienes se empeñaban en
introducir otros ritos, particularmente el de los sacrificios humanos.

Las discordias internas provocadas por quienes estaban empeñados en alterar la antigua
religión del dios Quetzalcóatl, iban a tener por resultado la ruina de Tula hacia mediados
del siglo XI d. C. Los antiguos Anales de Cuauhtitlát mencionan claramente esto:

Se decía,
se refería,
que cuando gobernaba,
al tiempo en que estaba el primer Quetzalcóatl,

el que se nombraba 1-Caña,


entonces nunca quiso los sacrificios humanos.

Pero después, cuando estuvo gobernando Huémac, comenzó todo aquello


que luego se hizo costumbre.
Esto lo empezaron los hechiceros.

El sacerdote Quetzalcóatl, que nunca quiso aceptar los sacrificios humanos, acosado por
sus enemigos, después de una larga … de hechos — auténtico drama religioso— , tuvo al
fin que marcharse.

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Sus seguidores, los toltecas que habían aceptado la tradición antigua, acompañaron en su
huida a Quetzalcóatl. Algunos de ellos iban a dispersarse por la orilla de los lagos
y el Valle de México y en otros lugares cercanos, estableciéndose sus nuevas ciudades de
raigambre tolteca.

El texto de los informes de Sahagún, que a continuación se transcribe, refiere en resumen


la huida del sacerdote Quetzalcóatl:

Y en tal forma creían [los toltecas]

en su sacerdote Quetzalcóatl
y de tal manera eran obedientes,
y dados a las cosas de dios

y muy temerosos de dios,


que todos lo obedecieron,

todos creyeron a Quetzalcóatl, cuando abandonó a Tula.. .

Y tanto confiaban en Quetzalcóatl,


que se fueron con él, le confiaron
sus mujeres, sus hijos, sus enfermos.
Se pusieron en pie, se pusieron en movimiento,

los ancianos, las ancianas,

nadie dejó de obedecer,


todos se pusieron en movimiento.

En seguida se fue hacia el interior del mar, hacia la tierra del color rojo,

Allí fue a desaparecer,


él, nuestro príncipe Quetzalcóatl

Quedó así tan sólo el recuerdo de Quetzalcóatl, que se había marchado por el Oriente a
Tlapalan, "la tierra del color rojo", y la esperanza firme de que algún día habría de
regresar nueva mente, para salvar a su pueblo e iniciar tiempos mejores.

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Los toltecas, seguidores de Quetzalcóatl, se habían dispersado por el Valle de México.
Algunos llegaron también a Cholula en el Valle de Puebla y aun a sitios sumamente
lejanos, como Chichén-Itzá en Yucatán.
Nahuas: éstos hablan el idioma náhuatl,
con poca diferencia hablan mexicano...

Estos según se dice,


se nombraban a sí mismos chichimecas,

se llamaban "los dueños de las casas",

quiere decir, que eran toltecas.


Dizque a éstos,
los toltecas, los fueron dispersando,

cuando se marcharon,
cuando nuestro príncipe Quetzalcóatl

se embarcó en el mar,
para ir a colocarse
en la tierra del color rojo,
en el lugar de la cremación.
Entonces adquirieron vigor
los señoríos, los principados, los reinos.
Y los príncipes, señores y jefes
gobernaron, establecieron ciudades.
Hicieron crecer, extendieron,
aumentaron sus ciudades.
Fueron así apareciendo en el Valle de México, desde mediados del siglo XII d. c, nuevos
centros que iban a convertirse también en focos de cultura. Mezclándose probablemente
con grupos nó madas venidos del Norte, algunos de ellos de idioma náhuatl y otros tal
vez otomíes, dieron principio a ciudades como Coatliü-chan, Texcoco, Coyoacán, así
como nueva fuerza a poblaciones más antiguas, creadas desde tiempos arcaicos y
teotihuacanos: Azca- potzalco, Culhuacán, Chalco, Xochimilco, etc. Bellamente se
afirma en el texto indígena que todas esas ciudades comenzaban su vida, cuando se
establecía en ellas la música.

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BIBLIOGRAFÍA

Cultura tolteca. Recuperado de Enciclopedia de Historia


(https://enciclopediadehistoria.com/cultura-tolteca/).

PORTILLA LEÓN MIGUEL, Los Antiguos Mexicanos a través de sus crónicas y


cantares, México, FCE, 1961.

Alumno: Juan Gabriel Barajas Sánchez Pbro. Profesor: Francisco Javier Moreno

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