Reflexión en Salmos 23
Reflexión en Salmos 23
Reflexión en Salmos 23
Introducción
El salmo 23 refleja dos cuadros o figuras de confianza entre David y Dios. Uno es la figura del
pastorado (pastor y las ovejas); y el otro es la hospitalidad (el caminante y el anfitrión). Los vv. 1-
4 refleja una imagen del pastor y sus ovejas, porque se menciona las palabras: pastor, pastos,
descansar, agua, guiar, vara y cayado. Los vv. 5-6 refleja una imagen del caminante y el
anfitrión, porque se mencionan las palabras relacionados a la hospitalidad: mesa, unges, aceite,
copa y casa.
En primer lugar vamos a estudiar la primera parte del salmo, el cuadro del pastor y sus ovejas
(23:1-4). En segundo lugar se tocará el de la hospitalidad (23:5-6), que es la segunda parte del
salmo.
Comencemos con una pregunta ¿Qué ofrece el pastor por sus ovejas?
1. Su presencia (v. 1)
En este primer versículo David declara que Jehová es su pastor, que le está
acompañando en todo tiempo. Esta idea es confirmada en el v. 4b “No temeré mal
alguno, porque tu estarás conmigo”. La promesa de la presencia divina para con su
pueblo (iglesia) es continuo e inalterable.
2. Su provisión (v. 2)
El salmo dice: “En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas
de reposo me pastoreará”. Otra versión dice: “En campos de verdes pastos me hace
descansar; me lleva a arroyos de aguas tranquilas” (RVC). Otra vez volvamos al
cuadro del pastorado. Aquí el pastor provee el alimento: pasto, descanso y agua. El
pastor que ama a sus ovejas lleva a los campos verdes, hace comer y luego hace
descansar sobre el pasto verde. También lleva a aguas tranquilas, no a corrientes
peligrosas, porque las ovejas pueden descuidarse y caer al arroyo y morir por el
peso de su lana mojada.
Dios es nuestro pastor, él tiene toda provisión para nuestra hambre y sed espiritual.
Jesús le dijo a la mujer samaritana: “Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no
tendrá sed jamás” (Jn 4.14). Estos días estamos viviendo, días críticos, días de
miedo del coronavirus; pero en medio de esta crisis ¿A quién debemos acudir? La
respuesta es a nuestro Dios, él nos llevará a descansar en pastor verdes y beber de
las aguas tranquilas (Sal 19:7).
Como resultado del alimento, el agua y el reposo, la oveja se siente fortalecida; este
es la siguiente provisión que el pastor ofrece a sus ovejas (v. 3a).
3. Su restauración (v. 3a)
El salmo dice: “Confortará mi alma”. Otras versiones dicen: “El restaura mi alma”
(LBLA), “Me infunde nuevas fuerzas” (RVC). Volvamos al cuadro del pastorado.
Algunas veces la oveja se desvía de la tropa y se encuentra en peligro de las fieras,
pero el pastor vuelve hacia atrás para buscarlo; cuando le encuentra le trae en sus
hombros. Entonces la oveja es restaurada al rebaño, si recibió alguna lesión es
curado por su pastor.
Esto mismo cuadro pasa con nosotros y nuestro pastor, Dios; cuando nos desviamos
por algún pecado, él nos restaura con su amor eterno (Jer 31:3; Ro 5:8).
El salmo dice: “Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre”. La
expresión “sendas de justicia” literalmente es “caminos rectos”. La oveja por sí sola
no puede dirigirse por el camino correcto (llana), si o si necesita de su pastor. El
pastor guiará a campos fértiles y a aguas tranquilas. ¿Qué significa la frase “por
amor de su nombre”? ¿Cuál es su nombre en salmo 23? La respuesta es “Pastor”. O
sea, el pastor cuida de las ovejas porque les ama. Jesús dijo: “Yo soy el buen
pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas” (Jn 10:11).
5. Su protección (v. 4)
El salmo dice: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno,
porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento”. El pastor en
tiempos de sequía u otras veces tenía que llevar a las ovejas a lugares más lejanos,
y donde las ovejas fácilmente podían desviarse o quedarse atrás. Una oveja
desviada podía encontrarse en una oscuridad profunda y al asecho de las fieras.
Pero el pastor regresa por la oveja perdida con sus instrumentos de protección; la
vara y el cayado. La vara era un palo recto, en la punta tenía un mudo para golpear
a las fieras del campo. El cayado era otro instrumento de protección, al igual que
vara era un palo con una curva en la punta; esta curva o gancho servía para cuidar a
las ovejas mientras estaban expuestos al peligro (al beber agua, para sacar de
embozados, etc.).
A nosotros Dios nos promete su protección en todo tiempo. No hay ninguna valle de
sombra que no esté Dios presente, “tu estarás conmigo”. El escritor de hebreos dice:
“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque
él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir
confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el
hombre” (13:5-6). Jesús dijo antes de ascender al cielo: “he aquí yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. (Mt 28:20).
En esta segunda parte del salmos 23, el cuadro cambia de repente del pastorado a la
hospitalidad. El cuadro que se presenta es de un caminante cansado y el anfitrión le recibe en su
casa y le ofrece un banquete para fortalecerle. David ya no le habla como su pastor sino como
su anfitrión.
1. El honor (v. 5)
Dios es nuestro anfitrión del ataque de los enemigos. David salía victorioso delante
de sus enemigos, así, Dios nos lleva de victoria en victoria de delante de nuestros
enemigos (Sal 27:5). Es un gran honor ser hijos de Dios y recibir su bendición
abundante en momentos de prueba.
Aquel que sigue la senda de la justicia (v. 3) gozará del bien y de la misericordia de
Dios (Ro 8:28).
El salmo dice: “en la casa de Jehová moraré por largos días”. La idea de “largos
días” es la eternidad. David está seguro que en el futuro morara en la casa de Dios
por la eternidad.
Jesús fue a preparar lugar para nosotros en la casa de Jehová (Jn 14:2). La vida
eterna que hemos recibido por gracia no es solo para el presente sino que en el
futuro llega a su plenitud de bendición.
Conclusión
Esta figura del pastor y anfitrión es una clara realidad en la vida del creyente de hoy. Cada hijo
de Dios en el presente necesitamos del gran pastor y anfitrión, de su provisión y de su cuidado.
Este cuadro de pastor y anfitrión se refleja en la peregrinación del pueblo de Israel hacia
Canaán, la tierra prometida. En el desierto Dios era el pastor del pueblo, él les alimentaba y les
guiaba por el camino correcto. En la tierra prometida Dios era el gran anfitrión que les llenaba de
alegría y les daba su bendición. Este mismo cuadro del AT podemos trasladar a nuestra vida
actual. En el presente Dios es nuestro pastor, que nos provee, guía, restaura, protege de las
asechanzas del Diablo. En el futuro Dios será nuestro gran anfitrión, nos sentaremos a su mesa
en el gran banquete, dónde rebosa el gozo y la paz.
En el presente Jesús es mi pastor; en el futuro será mi gran anfitrión, quién me dará la gran
bienvenida a su casa celestial para morar para siempre con él.