TAREA - La Primera Vision
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TAREA “200 años desde que José Smith experimentó la teofanía que
conocemos como la Primera Visión.”
AL FINALIZAR LA TAREA ASEGURESE DE…
Escribir en su diario de estudio la experiencia que relate brevemente la manera en que usted obtuvo un testimonio
sobre:
o El llamamiento divino del Profeta José Smith y la primera visión.
o El Libro de Mormón como otro testamento de Jesucristo.
o La restauración del Evangelio en los últimos días.
o La realidad divina de Dios el Padre y de Su hijo Jesucristo.
o El poder de la Expiación de Jesucristo en su vida.
Dejar registrado en su diario SU testimonio de estas cosas ahora que sirve como misionero y guárdelo como una
herencia para su posteridad.
Escribir su testimonio con una invitación específica en un ejemplar del Libro de Mormón y ore para encontrar a una
familia a quien pueda regalarle este libro.
Siempre que le sea posible, entregará ejemplares del Libro de Mormón con su testimonio escrito en ellas como un
legado para sus investigadores y las personas que encuentre como misionero. [Escriba con frecuencia en su diario las
experiencias que viva a causa de este gesto mientras sea misionero]
PASO No. 1: RECORDEMOS
¿Qué nos pidió el Presidente Russell M. Nelson en la última conferencia de octubre 2019 a fin
de prepararnos para la conferencia de abril 2020?
DISCURSO -Palabras de clausura- “La dignidad personal exige una conversión total de la mente y el
corazón para ser más como el Señor.”
Ahora deseo tratar otro tema: los planes para el próximo año. En la primavera del año 2020 se cumplirán exactamente
200 años desde que José Smith experimentó la teofanía que conocemos como la Primera Visión. Dios el Padre y Su Hijo
Amado Jesucristo se aparecieron a José, un joven de 14 años. Ese acontecimiento significó el comienzo de la
restauración del evangelio de Jesucristo en su plenitud, tal como había sido predicho en la Santa Biblia.
Más tarde se produjeron las visitas de mensajeros celestiales como Moroni, Juan el Bautista y los antiguos apóstoles
Pedro, Santiago y Juan. Otros más siguieron, entre ellos Moisés, Elías y Elías el Profeta. Cada uno trajo nuevamente
autoridad divina para bendecir a los hijos de Dios sobre la tierra.
De un modo milagroso, hemos recibido también el Libro de Mormón: Otro Testamento de Jesucristo; un volumen de
Escritura que acompaña a la Santa Biblia. Asimismo, las revelaciones publicadas en Doctrina y Convenios y en la Perla
de Gran Precio han aumentado grandemente nuestro entendimiento de los mandamientos de Dios y de la verdad eterna.
Las llaves y los oficios del sacerdocio han sido restaurados, incluso los oficios de apóstol, setenta, patriarca, sumo
sacerdote, élder, obispo, presbítero, maestro y diácono. Las mujeres que aman al Señor prestan servicio con valor en la
Sociedad de Socorro, la Primaria, las Mujeres Jóvenes, la Escuela Dominical y en otros llamamientos de la Iglesia; todos
estos son elementos vitales de la restauración del evangelio de Jesucristo en su plenitud.
Por lo tanto, el año 2020 será designado como un año bicentenario. La conferencia general de abril próximo será
diferente de todas las conferencias anteriores. Espero que, en los próximos seis meses, todos los miembros se
preparen para una conferencia sin igual que conmemorará la fundación misma del Evangelio restaurado.
Podrían comenzar su preparación leyendo de nuevo el relato de José Smith acerca de la Primera Visión que está
registrado en la Perla de Gran Precio. Desde luego, nuestro curso de estudio del año próximo en Ven, sígueme será el
Libro de Mormón. Podrían meditar sobre preguntas importantes tales como: “¿De qué manera mi vida sería diferente si
se me quitara de repente el conocimiento que he obtenido del Libro de Mormón?” o “¿en qué forma los acontecimientos
que siguieron a la Primera Visión han influido en mí y en mis seres queridos?”. Además, ahora que están disponibles los
videos del Libro de Mormón, quizás quieran incorporarlos a su estudio personal y familiar.
Elijan sus preguntas personales y elaboren su propio plan. Sumérjanse en la gloriosa luz de la Restauración. Al hacerlo,
la conferencia general del próximo mes de abril no solo será memorable, sino inolvidable.
Al concluir, les dejo mi amor y mi bendición para que, conforme pase cada día, todos ustedes sean más felices y más
santos. Entre tanto, tengan la tranquilidad de que la revelación continúa en la Iglesia y continuará bajo la dirección del
Señor “hasta que se cumplan los propósitos de Dios y el gran Jehová diga que la obra está concluida”.
EXPERIENCIA PERSONAL… [Imagínese estar sentado al lado de José y Oliver ¿cómo imagina que
sería su experiencia?
Oliver Cowdery describe estos acontecimientos de la siguiente manera: “Estos fueron días inolvidables: ¡Estar sentado
oyendo el son de una voz dictada por la inspiración del cielo despertó la más profunda gratitud en este pecho! Día tras
día yo continuaba escribiendo las palabras de su boca, sin interrupción, según él traducía con el Urim y Tumim o
‘Intérpretes’, como los nefitas habrían dicho, la historia o relato llamado ‘El Libro de Mormón’.
“Mencionar, aun cuando brevemente, el interesante relato hecho por Mormón y su fiel hijo Moroni acerca de un pueblo
que en un tiempo fue amado y favorecido del cielo, sería desviarme de mi presente intención. Dejaré, por tanto, este
asunto para un tiempo futuro y, como ya he dicho en la introducción, pasaré más directamente a un corto número de
sucesos que se relacionan íntimamente con la fundación de esta Iglesia, los cuales serán de interés para los miles que,
en medio de la desaprobación de fanáticos y las calumnias de hipócritas, se han adelantado para abrazar el evangelio de
Cristo.
“Ningún hombre, en su estado sensato, podría traducir y escribir las instrucciones que de los labios del Salvador
recibieron los nefitas, referentes a la forma precisa en que los hombres deberían edificar su Iglesia —y particularmente
cuando la corrupción había cubierto de incertidumbre todas las formas y sistemas que se practicaban entre los hombres
— sin anhelar el privilegio de mostrar la disposición de su corazón mediante la inmersión en la sepultura líquida ‘como la
aspiración de una buena conciencia hacia Dios por la resurrección de Jesucristo’.
“Después de escribir el relato del ministerio del Salvador entre el resto de la posteridad de Jacob sobre este continente,
fue fácil ver, tal como el profeta dijo que sucedería, que las tinieblas cubrieron la tierra, y densa obscuridad la mente de
los pueblos. Reflexionando un poco más, fue igualmente fácil ver que en la gran contienda y clamor en cuanto a religión,
ninguno tenía la autoridad de Dios para administrar las ordenanzas del evangelio. Pues se podría preguntar: ¿Tienen
los hombres que niegan las revelaciones la autoridad para obrar en el nombre de Cristo, dado que el testimonio de Jesús
no es ni más ni menos que el espíritu de la profecía, y que su religión está basada en revelaciones directas, y por ellas es
edificada y sostenida en cualquier época del mundo en que ha tenido un pueblo sobre la tierra? Si se escondieron estas
cosas y cuidadosamente las ocultaron hombres cuyos artificios habrían estado en peligro si se hubiera permitido que
estos hechos alumbrasen la faz de los hombres, para nosotros ya no lo estaban; y solamente esperábamos que se diera
el mandamiento: ‘Levantaos y bautizaos’.
“No tardó mucho este deseo en realizarse. El Señor, grande en misericordia, y siempre dispuesto a contestar la oración
constante de los humildes, condescendió a manifestarnos su bondad, después que lo hubimos invocado fervientemente,
apartados de las habitaciones de los hombres.
Repentinamente, cual si hubiera salido desde el centro de la eternidad, la voz del Redentor nos habló paz, y se partió el
velo y un ángel de Dios descendió, revestido de gloria, y dejó el anhelado mensaje y las llaves del evangelio de
arrepentimiento. ¡Qué gozo! ¡Qué admiración! ¡Qué asombro! Mientras el mundo se hacía pedazos confundido; mientras
millones buscaban palpando la pared como ciegos, y mientras todos los hombres se basaban en la incertidumbre, como
masa general, nuestros ojos vieron, nuestros oídos oyeron, como en el ‘fulgor del día’; sí, más aún, ¡mayor que el
resplandor del sol de mayo que en esos momentos bañaba con su brillo la faz de la naturaleza! ¡Entonces su voz,
aunque apacible, penetró hasta el centro, y sus palabras, ‘Soy vuestro consiervo’, desvaneció todo temor! ¡Escuchamos!
¡Contemplamos! ¡Admiramos! ¡Era la voz de un ángel de la gloria, un mensaje del Altísimo! ¡Y al oír nos llenamos de
gozo mientras su amor encendía nuestras almas, y fuimos envueltos en la visión del Omnipotente! ¿Qué lugar había para
dudas? Ninguno; ¡la incertidumbre había desaparecido; la duda se había sumergido para no levantarse jamás, mientras
que la ficción y el engaño se habían desvanecido para siempre!
“Pero, querido hermano, piensa, piensa un poco más en el gozo que llenó nuestros corazones, y en el asombro con que
nos habremos arrodillado (porque, ¿quién no se habría arrodillado para recibir tal bendición?) cuando recibimos de sus
manos el Santo Sacerdocio, al decirnos: ‘Sobre vosotros, mis consiervos, en el nombre del Mesías confiero este
sacerdocio y esta autoridad, que permanecerán sobre la tierra, a fin de que los hijos de Leví todavía puedan hacer una
ofrenda al Señor en rectitud’.
“No procuraré describirte los sentimientos de este corazón, ni la majestuosa belleza y gloria que nos rodeó en esta
ocasión; pero sí me has de creer cuando te digo que ni la tierra, ni los hombres, con la elocuencia del tiempo, pueden
siquiera empezar a adornar el lenguaje de tan interesante y sublime manera como este santo personaje. ¡No! ¡Ni tiene
esta tierra el poder para comunicar el gozo, conferir la paz o comprender la sabiduría contenida en cada frase declarada
por el poder del Espíritu Santo! Los hombres podrán engañar a sus semejantes, las decepciones podrán venir una tras
otra, y los hijos del inicuo podrán tener el poder para seducir a los incautos e ignorantes al grado de que las multitudes
solo vivan de la ficción, y el fruto de la falsedad arrastre en su corriente a los frívolos hasta la tumba; pero un toque del
dedo de su amor, sí, un rayo de gloria del mundo celestial o una palabra de la boca del Salvador, desde el seno de la
eternidad, lo reduce todo a una insignificancia y lo borra para siempre de la mente. La seguridad de que nos hallábamos
en presencia de un ángel, la certeza de que oímos la voz de Jesús y la verdad inmaculada que emanaba de un
personaje puro, dictada por la voluntad de Dios, es para mí indescriptible y para siempre estimaré esta expresión de la
bondad del Salvador con asombro y gratitud mientras se me permita permanecer sobre esta tierra; y en esas mansiones
donde la perfección mora y el pecado nunca llega, espero adorar en aquel día que jamás cesará”. — Messenger and
Advocate, tomo I (octubre de 1834), págs. 14–16.
La Primera Visión de José Smith es una parte fundamental de nuestro testimonio individual.
El presidente Joseph F. Smith: “El acontecimiento más grande que jamás haya ocurrido en el mundo desde la
resurrección del Hijo de Dios del sepulcro y Su ascensión a los cielos fue la visita del Padre y del Hijo al joven José
Smith, con el fin de preparar el camino para poner los fundamentos del reino [de Dios] —no del reino del hombre— que
no dejará de existir nunca más ni será derribado.
“Habiendo aceptado esta verdad, me es fácil aceptar todas las demás verdades que él anunció y declaró durante su
misión… en el mundo. Nunca enseñó una doctrina que no fuese verdadera; nunca practicó una doctrina que no se le
hubiese mandado practicar. Nunca defendió el error. Él no fue engañado; vio, oyó, hizo lo que se le mandó hacer y, por
tanto, Dios es responsable de la obra realizada por José Smith, y no José Smith. El Señor es responsable de ello, y no el
hombre”.
El presidente Heber J. Grant: “O José Smith efectivamente vio a Dios y de hecho conversó con Él, y Dios mismo en
realidad presentó a Jesucristo al joven José Smith, y Jesucristo en efecto le dijo a éste que sería el instrumento en las
manos de Dios para establecer de nuevo sobre la tierra el Evangelio verdadero de Jesucristo… o el llamado
mormonismo es un mito. ¡Y el mormonismo no es un mito! Es el poder de Dios para la salvación, es la Iglesia de
Jesucristo, establecida bajo Su dirección, y toda la incredulidad del mundo no puede cambiar los hechos fundamentales
relacionados con La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”.
El presidente Howard W. Hunter: “Estoy agradecido por ser miembro de la Iglesia, y mi testimonio de su divinidad estriba
en la sencilla historia del muchacho que se arrodilló bajo los árboles y recibió visitantes celestiales, no un Dios sino dos
personajes separados e individuales, el Padre y el Hijo, revelando otra vez a la tierra los personajes de la Trinidad. Mi fe
y mi testimonio dependen de ese sencillo suceso, porque si no es verdad, el mormonismo cae. Si es verdad —y testifico
que lo es—, es uno de los acontecimientos más grandiosos de toda la historia”.
El presidente David O. McKay: “La aparición del Padre y del Hijo a José Smith es el fundamento de esta Iglesia. En ello
consiste el secreto de su fortaleza y su vitalidad. Esto es verdad, y así lo testifico. Aquella revelación responde a todas
las investigaciones científicas con respecto a Dios y a Su naturaleza divina. ¿Se dan cuenta de lo que eso significa? Se
ha contestado el interrogante de lo que Dios es; la relación que tiene con Sus hijos es clara; es evidente el interés que
tiene en la humanidad a través de la autoridad delegada al hombre. El futuro de la obra es seguro. Ésta y otras verdades
maravillosas quedaron aclaradas por aquella gloriosa Primera Visión”.
El presidente Ezra Taft Benson: “La Primera Visión del profeta José Smith es la base teológica para la Iglesia. El
adversario lo sabe y ha atacado la credibilidad de José Smith desde el día en que él anunció la visita del Padre y del
Hijo… Siempre deben dar testimonio de la veracidad de la Primera Visión. José Smith efectivamente vio al Padre y al
Hijo, y conversaron con él, tal como él afirmó. Es el acontecimiento más glorioso desde la resurrección de nuestro Señor.
Cualquier líder que no pueda expresar sin reservas su testimonio de que Dios y Jesucristo se aparecieron ante José
Smith no puede ser nunca un verdadero líder, un verdadero pastor. Si no aceptamos esa verdad… si no hemos recibido
un testimonio de esta gran revelación, no podremos inspirar la fe en aquellos a quienes dirijamos”.
El presidente George Albert Smith: “Cuando el muchacho profeta vio al Padre y al Hijo en el bosque de Palmyra, y supo
que en realidad eran personajes, que oían y respondían a lo que él decía, eso comenzó una nueva era para este mundo
y colocó la base para la fe de los hijos de los hombres; ahora podían orar a nuestro Padre que está en los cielos y darse
cuenta de que Él oía y contestaba sus oraciones, que había una conexión entre los cielos y la tierra”.
El profeta José Smith fue llamado por Dios para abrir la dispensación final y restaurar la plenitud del
Evangelio.
El presidente Spencer W. Kimball: “Hoy doy mi testimonio al mundo de que, hace ya más de un siglo y medio, aquella
bóveda de hierro se rompió, los cielos se abrieron una vez más, y desde entonces la revelación ha sido continua.
“Aquel nuevo día amaneció, cuando [un] alma con apasionado anhelo oró por guía divina. Después de encontrar un
rincón aislado y escondido, dobló las rodillas, humilló el corazón, sus labios pronunciaron una súplica, y una luz más
brillante que el sol del mediodía iluminó al mundo. A partir de aquel momento, la cortina jamás volvería a correrse.
“Un jovencito… José Smith, con incomparable fe, rompió el ciclo, atravesó ‘los cielos de hierro’ y restableció la
comunicación. El cielo besó a la tierra, la luz disipó las tinieblas y Dios habló al hombre, revelando una vez más ‘su
secreto a sus siervos los profetas’ (Amós 3:7). Un nuevo Profeta se hallaba en la tierra y, por medio de él, Dios estableció
Su reino, que jamás será destruido ni dejado a otro pueblo; un reino que permanecerá para siempre.
“Este reino sin fin y las revelaciones que con él han salido a luz son una realidad absoluta. Jamás volverá a ocultarse la
luz ni se volverá a demostrar que todos los hombres sean completamente indignos de tener comunicación con su
Hacedor. Jamás volverá Dios a ocultarse de Sus hijos en la tierra. La revelación existe y permanecerá”.
El presidente Gordon B. Hinckley: “El relato de la vida de José es el relato de un milagro. Nació en la pobreza, se crió en
la adversidad, fue expulsado de un lugar a otro, acusado falsamente y encarcelado de manera ilegal. Fue asesinado a la
edad de treinta y ocho años, pero en el corto espacio de los veinte años anteriores a su muerte, logró lo que nadie ha
logrado en toda una vida. Tradujo y publicó el Libro de Mormón, un libro que desde entonces se ha retraducido a muchos
otros idiomas y que millones de personas de todo el mundo lo aceptan como la palabra de Dios. Las revelaciones que
recibió, así como otros escritos que produjo, son considerados igualmente como Escrituras por esas personas. El total de
páginas de esos escritos equivale casi al doble de todas las que hay en el Nuevo Testamento, todas ellas recibidas por
conducto de un hombre en el espacio de unos pocos años. En ese mismo período, estableció una organización que… ha
resistido toda adversidad y todo desafío, y que en la actualidad es tan eficaz para gobernar a una membresía mundial…
como lo fue en 1830 para gobernar una membresía de trescientos. Hay escépticos que han intentado explicar esta
notable organización como un producto de la época en la cual él vivió. Pero yo les repito que esta organización fue tan
peculiar, tan única en su género y tan notable entonces como lo es hoy día. No fue producto de su tiempo sino de la
revelación que provino de Dios…
“En los veinte años previos a su muerte, José Smith puso en marcha un programa para llevar el Evangelio a las naciones
de la tierra. Me maravilla la audacia con que lo hizo. Aún en la tierna infancia de la Iglesia, en momentos de oscura
adversidad, se llamó a hombres para que dejaran sus hogares y sus familias para cruzar el mar y proclamar la
restauración del evangelio de Jesucristo. La mente del Profeta, su visión, abarcaba toda la tierra.
“Para nuestras conferencias generales, que se celebran dos veces al año, se congregan miembros en Norteamérica,
Centroamérica y Sudamérica; en las Islas Británicas y en África; en las naciones de Europa; en las islas y continentes del
Pacífico; y en las antiguas tierras de Asia. Esto constituye el florecimiento de la visión de José Smith, el Profeta de Dios.
Ciertamente, él fue un poderoso vidente que vio este día y otros trascendentales que habrán de venir a medida que la
obra del Señor avance sobre la tierra”.
El presidente Joseph F. Smith: “Cualquier otra cosa que el profeta José Smith haya hecho o haya sido, no debemos
olvidar que, en realidad, de entre los millones de seres humanos que habitaban la tierra en ese tiempo, él fue el único
hombre llamado por Dios, por la voz de Dios mismo, para abrir la dispensación del Evangelio al mundo por última vez; y
eso es lo importante que debemos tener presente, que fue llamado por Dios para presentar el Evangelio al mundo,
restaurar el santo sacerdocio a los hijos de los hombres, organizar La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos
Días en el mundo y restaurar todas las ordenanzas del Evangelio para la salvación, no sólo de los vivos sino también de
los muertos; y fue llamado por Dios mismo a esa misión…
“…Ha habido otros profetas también, grandes profetas, que han tenido ángeles para ministrarlos, otros que han visto el
dedo de Dios y que han sido más o menos favorecidos. Pero ¿en qué circunstancias aparecieron en persona el Padre y
el Hijo, y quién es el hombre al que se manifestaron? ¿Dónde está ese hombre? En ninguna parte que se haya
registrado en la historia, excepto el profeta José Smith; y eso, cuando era un muchacho. De hecho, era todavía un joven
cuando pasó el martirio, de sólo treinta y ocho años de edad.
“…El profeta José Smith… habló con el Padre y el Hijo y con ángeles, que lo visitaron, y le confirieron bendiciones y
dones y llaves de poder que jamás se habían conferido a ningún ser humano aparte del Hijo de Dios mismo. Ningún
hombre que hubiera vivido en la tierra había poseído todas las llaves del Evangelio y de las dispensaciones que se le
confirieron al profeta José Smith en el Templo de Kirtland, cuando lo visitaron allí el Hijo de Dios, Moisés, Elías y Elías el
Profeta y cuando se le abrieron los cielos y recibió las llaves de poder y autoridad con las cuales podría colocar los
cimientos de la obra de Dios, que es amplia y profunda, para cubrir la tierra con el conocimiento de Dios y con Su poder y
gloria”.
La obra de José Smith bendice a los que han vivido en la tierra, a los que viven ahora y a los que
nacerán en ella.
El presidente Joseph F. Smith: “La obra a la que José Smith se dedicó no se limita sólo a esta vida, sino que también
atañe a la vida venidera y a la existencia pasada. En otras palabras, se relaciona con los que han vivido en la tierra, con
los que ahora viven y con los que vivirán en ella después de nosotros. No es algo que tenga que ver con el hombre sólo
mientras éste viva en la carne, sino que tiene que ver con toda la familia humana, de eternidad en eternidad. En
consecuencia, como he dicho, se tiene un gran respeto a José Smith y se honra su nombre; decenas de miles de
personas agradecen a Dios con todo el corazón y desde lo profundo de su alma el conocimiento que el Señor ha
restaurado en la tierra por medio de él, y, por lo tanto, hablan bien de él y dan testimonio de sus palabras. Y esto no se
limita a una aldea, ni a un estado, ni a una nación, sino que llega a toda nación, tribu, lengua y pueblo donde al presente
se haya predicado el Evangelio”.
El presidente Joseph Fielding Smith: “De la misma manera en que sé que Jesús es el Cristo —y eso es por revelación
del Espíritu Santo—, sé que José Smith fue y es y será por siempre un profeta de Dios.
“Tengo un gran respeto y honro su santo nombre. Junto con su hermano, el patriarca Hyrum Smith, que era mi abuelo,
selló su testimonio con su sangre en la cárcel de Carthage. Y yo deseo, para empezar, ser un instrumento en las manos
del Señor para que los confines de la tierra sepan que la salvación está otra vez al alcance, debido a que el Señor
levantó a un extraordinario vidente en estos días para restablecer Su reino en la tierra.
“En el espíritu de testimonio y gratitud, termino con estas inspiradas palabras de Doctrina y Convenios: ‘José Smith, el
Profeta y Vidente del Señor, ha hecho más por la salvación del hombre en este mundo, que cualquier otro que ha vivido
en él, exceptuando sólo a Jesús’ (D. y C. 135:3)”.
El presidente Gordon B. Hinckley, hablando en Carthage, Illinois, el 26 de junio de 1994, en honor del sesquicentenario
del martirio del profeta José Smith: “La gloriosa obra, que inició aquel hombre que fue asesinado en Carthage, se ha
expandido de manera milagrosa y maravillosa… Esta obra prodigiosa, que surgió del llamamiento profético del muchacho
de Palmyra, ha salido ‘del desierto de las tinieblas’ y resplandece ‘hermosa como la luna, esclarecida como el sol e
imponente como un ejército con sus pendones’, tal como el Profeta suplicó que fuera (D. y C. 109:73) …
“En reverencia, esta tarde, hacemos una pausa al reflexionar sobre el milagro de la vida que tuvo su comienzo en las
verdes colinas de Vermont y llegó a su fin aquí, en la cárcel de Carthage. No fue una vida larga, pero los frutos que
produjo casi sobrepasan la comprensión.
“Esta gran causa de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días ha sido más preciada que la vida misma
para miles de personas que han muerto en su servicio. Cientos de miles de testigos han salido al mundo para dar
testimonio del llamamiento de José Smith como profeta de Dios. El santo sacerdocio que se restauró por medio de él se
ha depositado como un manto sobre innumerable cantidad de hombres íntegros y virtuosos que han sido investidos con
su poder divino. El Libro de Mormón se distribuye por la tierra como otro testamento del Señor Jesucristo.