Ajuar Funerario

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AJUAR FUNERARIO

ENRIQUE JOSÉ MUNDO CASAS

LITERATURA HISPANOAMERICANA: DE LA VANGUARDIA A NUESTROS DÍAS

GRADO EN ESPAÑOL: LENGUA Y LITERATURA

4º B
ÍNDICE

Autor............................................................................................................................................3
Temas: el Realismo mágico.........................................................................................................3
Personajes....................................................................................................................................7
Voz narrativa................................................................................................................................9
Estilo............................................................................................................................................9
Conclusión.................................................................................................................................11
Referencia bibliográfica.............................................................................................................12

2
Autor

Fernando Iwasaki Cauti (Lima, 1961) es narrador, ensayista, crítico e


historiador. Es autor de  las novelas Libro de mal amor y de los libros de
cuentos España, aparta de mí estos premios, Helarte de amar, Ajuar funerario (cuya
obra analizamos), Inquisiciones Peruanas, A Troya, Helena. Como ensayista es autor
de  Arte de introducir, Mi poncho es un kimono flamenco y El Descubrimiento de
España, y sus crónicas han sido reunidas en La caja de pan duro y El sentimiento
trágico de la Liga.

Durante los años que ejerció como historiador, fue profesor universitario en Perú
(profesor de la Universidad Católica del Perú y de Ciencias Políticas de la Universidad
del Pacífico de Lima), investigador en el Archivo de Indias de Sevilla, investigador en
el Archivo Secreto del Vaticano y profesor invitado en diversas universidades de
Europa y América.

Ha sido columnista en varios periódicos, entre ellos El País y La Razón. De


1996 a 2010 dirigió la revista literaria Renacimiento. Actualmente, es columnista del
diario ABC y director de la Fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco.

Temas: el Realismo mágico

El Realismo mágico no es únicamente un movimiento influyente en Ajuar


funerario, sino la base para la conjunción de la obra. Esta corriente característica de la
literatura hispanoamericana del siglo XX será el marco en el cual Fernando Iwasaki
retrate, en la brevedad del microrrelato, una realidad enriquecida por el aporte de lo
fantástico. No obstante, la temática, ya insinuada en el título, es explicitada en el
prólogo, que, en realidad, puede considerarse una más de las historias que «quieren
tener la brevedad de un escalofrío y la iniquidad de una gema perversa». Encuentra la
justificación de su título evocando la pompa fúnebre de Perú, heredada de la tradición

3
precolombina1, donde «por un pequeño suplemento» los difuntos pueden hacer
ostentación de cualquier tipo de alhajas.

El prólogo simboliza el cruce de la vida a la muerte: Iwasaki proporciona al


lector la clave interpretativa: nos sitúa en la linde entre ambos mundos. Es por eso que
el resultado estará configurado como su unión. Podemos ilustrarlo a través de Pedro
Páramo donde Juan Rulfo, inserto en la crisis finisecular, cuestiona la concepción de
realidad y refleja el desconcierto de Juan Preciado:

―¿De modo que es usted hijo de ella?


―¿De quién? ―respondí.
―De Doloritas
―Sí, ¿pero cómo lo sabe?
―Ella me avisó de que usted vendría. Y hoy precisamente. Que llegaría hoy.

Así como Juan Preciado entra en contacto con la realidad de Comala, un paraje
desierto lleno de almas en pena por incurrir en pecado, el lector se incorpora en la nueva
significación de modo parecido en «Día de difuntos»:

Cuando llegué al tanatorio encontré a mi madre enlutada en las escaleras.


―Pero mamá, tú estás muerta.
―Tú también, mi niño.
Y nos abrazamos desconsolados.

Por eso mismo, el niño no entiende por qué lo dejan encerrado en «el salón
antiguo de la casa de sus abuelos» y su madre no para de llorar ("El salón antiguo"), o
por qué sus familiares lo encierran en el cuarto de la casa de la abuela donde «cada vez
que alguien de la familia muere, la puerta se cierra con llave y se tapia con unos listones
de madera negra». Iwasaki no proporciona al lector una explicación coherente con los
hechos narrados, sino que lo deja libe a su interpretación, pues es una realidad no
explicable a través de la lógica o la razón. Por eso mismo, no sabemos por qué el albañil
que contrató para colocar una tumba en el suelo acabó siendo el cadáver que la contenía
("La lápida")
1
El difunto era rodeado por todo aquello que, según pensaban los precolombinos, llegara a necesitar en la
otra vida, pues la muerte era otro estadio de la persona. Esta tradición no es exclusiva del antiguo Perú,
sino compartida con otras culturas como el Antiguo Egipto, donde, como sabemos, enterraban al faraón
momificado con cualquier tipo de abalorio que mostrara la riqueza que había poseído en vida.

4
La temática del conjunto girará en torno a esta concepción de la realidad, lo que
facilitará la aparición de elementos de la literatura de terror: libros malditos ("El libro
prohibido", "El bibliófilo"), fantasmas ("La habitación maldita", el huésped es
maldecido a estar en una habitación del hostal donde se aloja; "La mujer de blanco"),
"Ya no quiero a mi hermano", el espíritu de este atormenta a su hermano), vampiros
("Monsieur Le Revenant", la mala vida lo conduce al pecado, al igual que en "Resaca"),
comportamientos psicopáticos ("Peter Pan", donde un hijo cercena a su padre; "Los
yernos", donde un padre mata a sus hijas para conservar su biblioteca; o "Papillas",
donde el padre da de comer al hijo al que asesinó)... en el seno de la ausencia de Dios y
una Iglesia falaz. En "La ouija", nos inmiscuimos en una sesión de espiritismo como un
juego para un fantasma; en "El parásito", en cambio, en la consulta de un dermatólogo
que informa a su paciente de que su bulto es su gemelo no nato. En suma, rescata y
condensa diferentes episodios del género del suspense y terror.

Quizás, lo más significativo sea la visión del autor sobre lo que hemos apuntado
anteriormente: la dura crítica a la religión cristiana y la negación de Cristo. Ello se ve
confirmado con la presencia de monjas amenazantes ("Las manos de la fundadora") o
asesinas ("La casa de reposo", "De incorruptis"), al igual que reverendos impiadosos
("El balberito", donde un reverendo no duda en degollar un bebé vampiro, descrito con
total ternura). El sacerdote pierde la fe ante la imposibilidad de expulsar al fantasma de
una casa y se hace alcohólico ("Hay que bendecir la casa"); el rezo aparece como
solución tardía ("Kruszwicy, 834 D. C.") o la palabra de Dios es sinónimo de pasividad
dogmática frente a la muerte ("Familia numerosa"). Los niños que reciben el
sacramento de la I Comunión niegan el cuerpo de Cristo ("Álbum"). El Misterio de la
Consagración se desacraliza en mero canibalismo y necrofilia: las monjas optan por
comer el cuerpo de su hermana muerta para impedir que la Iglesia se las arrebate ("Las
reliquias"); una alumna horrorizada por las amenazas de las monjas intenta que no le
pegue el cadáver de la fundadora de la orden ("Las manos de la fundadora"); o,
finalmente, la imagen de la religiosa es convertida en animal ávido de sangre ("Dulces
de convento").

Además, se aprecia un cambio de actitud en las generaciones en lo referente a la


superstición popular: en "Longino", la abuela amenaza a su nieto con el terror de Dios

5
(«cuando mientes le aprietas la corona y le clavas más las espinas»). El niño, asustado
por «las manos taladradas, los hombros infectados por los chicotazos y los clavos
sobresaliéndose de los pies» de Cristo en la cruz, intenta acabar con su sufrimiento,
arrancándole las espinas.

De otro lado, la reencarnación se desvirtúa, siendo tortura para el pecador cuya


madre ruega al Señor que lo devuelva a la vida ("El milagro maldito"), mero deseo ("El
deseo") o mecanismo para la creación, en esta realidad propia, del zombi ("Réquiem por
el ave madrugadora")

Asimismo, otro de los temas es el sueño, tan característico en la literatura


hispanoamericana. Se trata de un plano superpuesto a la concepción de la vida y la
muerte expuesta: en "El horror en los sueños", la figura del hijo no quiere acompañar a
Ben-Hur como lo hacía en su infancia por miedo a ver pudrirse a su madre ya muerta. El
sueño será vía de realización, es decir, de materialización de pesadillas: la mano
huesuda de una mujer que aterroriza a la voz textual ("Pesadilla"); la madre Dolores,
profesora de matemáticas, que encierra a un hombre en el cuarto oscuro como hacía de
pequeño ("El cuarto oscuro"); la vieja de la tienda de prótesis ("Gorgona") 2. El típico
sueño del eterno camino encuentra su lugar en uno de los mircorrelatos: "No hay como
el baño de casa". Finalmente, el sueño se presta a paradoja en "Que nadie las
despierte"3:

Tal vez aún estoy en la autopista, acaso jamás llegué a casa. Y demudado espero hasta
el alba porque no quiero despertarlas y que descubran que quien las sueña soy yo.

Debemos mencionar que, en este último microrrelato, la atracción hacia


situaciones desagradables, es decir, el morbo por la muerte se hace explícito. El sueño
-fisiológico- se adueña del conductor en su camino a casa, pero quiere dejar huérfanas a
sus hijas:

Los carteles fosforescentes me infunden un sosiego adormilador, y las luces de los


coches se disuelven líquidas en la cremosa oscuridad. Me hipnotiza ese veloz resplandor que

2
La pederastia aparece en otra ocasión más: en "No hay que hablar con extraños"; al contrario que la
anterior, el pederasta no es producto de la imaginación del niño y acaba por raptarlo.
3
Nos recuerda este juego conceptual a "La ruinas circulares", en las que <<En el sueño del hombre que
soñaba, el soñado se despertó>>.

6
engulle las líneas blancas de la autovía y me pregunto si acabaré en la cuneta o contra los pilotes
que reverberan gelatinosos, casi difuminados por los pinceles de mis párpados.

Lo mismo podemos atribuir a "Los ángeles dormidos": un hombre compra unas


placas de magnesio con retratos de niños muertos 4. A diferencia de la típica presencia
sobrenatural, los niños fotografiados no son fantasmas que lloran, sino son las
fotografías las que no paran de sollozar.

Para finalizar, Ajuar funerario no cuenta con una estructura definida. Los 89
microrrelatos se agrupan sucesivamente a modo de conjunto de situaciones. En una
ordenación temática, como estamos haciendo, algunos no encuentran su sitio. Este es el
caso de "666", un chulo que mató a una prostituta recibe una llamada desde un número
inverosímil; "Dèjá vu"; "Fidelidad"; "Violencia doméstica" o "Pabellón de cáncer". No
obstante, "Juicio final" y "La silla eléctrica" responden a ejemplos humorísticos: la
comparación de la regañina de la madre con el Juicio Final y la del corredor de la
muerte con la sala del dentista, respectivamente.

Personajes

Los personajes sobresalientes de Ajuar funerario corresponden a la figura del


niño, la madre, padre o abuela, y las religiosas. No obstante, hay otros personajes,
secundarios desde la indefinición de su concepción textual, por lo que no son fácilmente
clasificables dentro de una imagen determinada. Sin embargo, se advierte que estos
primeros personajes no podrían configurar un personaje general que los englobe, puesto
que, según el texto, se extraen particularidades contradictorias con su construcción al ser
un compendio de situaciones sin relación argumental.

El niño, la mayoría de las veces, corresponde con un chico pequeño, indefenso,


asociado a la figura del hijo (el hijo puede ser adulto y presenta un conflicto con su

4
A principios del siglo XIX, la fotografía post mortem sirvió de recuerdo físico para los parientes
fallecidos. Esta práctica, hoy escandalosa, se debe entender enmarcada en la crisis de fe (presupuestos de
Darwin sobre la teoría de la evolución de las especies), la individualización (frente a una concepción
colectiva) de la sociedad y el desarrollo de la ciencia, en especial de la medicina; asimismo, hay que
añadir que hunde sus raíces en las representaciones iconográficas de las clases privilegiadas europeas en
el siglo XV.

7
madre: "Día de difuntos", "Última voluntad"). Este chico posee la imaginación,
capacidad que le permite variar el plano de la realidad lógica (en "La cueva", logra crear
una cueva bajo las sábanas de la cama de sus padres; sin embargo, quedó atrapado) o
poseedor de magia ("El deseo" o "La muchacha nueva"). Otras veces, está muerto y
perdido en la unidad de la existencia. Esto no le arrebata su ingenuidad, pues vemos que
la abuela permite a su nieta que mantenga su infancia aun cuando ha asistido a la misa
por sus padres ("La soledad"). Es raro que esté dotado de características negativas
("Pueblo chico" o "Dulce compañía"), al igual que la madre ("Cariño artificial"), que se
lamenta por el trato abominable que le dan sus hijos. Por otro lado, la madre siempre
aparece llorando en los momentos en los que su hijo ha muerto.

La abuela -exceptuando en "La cueva", donde es soporte del niño huérfano-


aparece como un personaje ya muerto. Era cariñosa, contaba cuentos a su nieto y aún
está en la mente de su hija y de éste. Es reseñable su aparición en "Abuelita está en el
cielo": pese a haber sido «la mujer más buena del mundo», aparece como un alma en
pena, «llorando y toda despeinada, arrastrando un bebito encadenado». El último
enunciado de este microrrelato («seguro que tiene hambre porque a veces lo muerde»)
hace confusa su interpretación; personalmente, se debe a un juego de palabras del autor
(morder/re-mord-imiento) y, posiblemente, sea la causa de su aparición en el cuarto
todas las noches: el aborto de un hijo suyo.

Por último, la figura del padre, únicamente, aparece en "Father and son", "Que
nadie las despierte", "Réquiem por el ave madrugadora" y "Dulce compañía", y solo
tiene características positivas en la segunda y la cuarta. En "Father and son", padre e
hijo rompieron su relación familiar a raíz de la muerte de su madre. Su hijo lo hace
causa de sus desdichas, a pesar de haber sentido admiración de pequeño al tenerlo como
ejemplo paterno; en "Réquiem por el ave madrugadora", queda relegado al olvido de su
familia y es capaz de salir de su tumba; en "Dulce compañía", por el contrario, se
muestra preocupado por la actual conducta de su hijo, que parece ser objeto de una
posesión o de extrañas visitas.

Voz narrativa

8
Al ser un conjunto de microrrelatos, cada uno logra cierta independencia textual
de los demás; por tanto, el narrador (confesor en muchos de ellos) varía. Podemos
encontrar historias narradas en primera persona, en tercera 5 -a las que aludimos en el
epígrafe anterior- o, incluso, en un plural de grupo6 ("Abonos naturales" o "El
antropólogo").

Sin embargo, la voz textual en primera persona no está asociada a un personaje


únicamente, sino que puede corresponder a cada persona gramatical ya mencionada. La
figura del niño o hijo cobra protagonismo en "Día de difuntos", "La cueva", "Peter Pan",
"El álbum", "Ya no quiero a mi hermano", "Dulces de convento", "No hay que hablar
con extraños", "El milagro maldito", "La soledad", "Hay que Bendecir la casa", "La
muchacha nueva", "Última voluntad", "Father and son", "Gorgona"...; la madre en
"Cariño artificial"; la monja en "Las reliquias", "La casa de reposo" o el padre en "Que
nadie las despierte", "Réquiem por el ave madrugadora" o "Dulce compañía".

En otro orden de cosas, encontramos breves pasajes ("Animus, finibus"; sobre la


teoría de Prisciliano; "Del apócrifo evangelio de san Pedro (IV, 1-3)", sobre Lázaro y
Judas Iscariote; "Del Diccionario Infernal del padre Plancy", sobre la entrada del
término Gomory.

Estilo

Como ya advertimos, la intención de Iwasaki es condensar el género del terror


en la longitud del microrrelato, por lo que capta la escena o reduce la narración a
elementos mínimos, aumentando la tensión narrativa. Por eso mismo, la sutileza en el
texto adquiere una enorme importancia en su lectura, pues permite la inferencia de la

5
"La habitación maldita", "W. C.", "La mujer de blanco", "Pabellón de cáncer", "Monsieur Le Revenant",
"El libro prohibido", "Los visitantes","El bibliófilo", "El monstruo de la laguna verde", "La casa de
muñecas", "Hasta en la sopa", "Última escena", "La silla eléctrica", "De incorruptis", "Los ángeles
dormidos", "El cuarto oscuro", "Familia numerosa", "A mail in the life", "La casa embrujada", "La ouija",
entre otros.
6
Narrador en 1ª persona del plural configurado como una unidad. En "Abonos naturales" se trata del
pueblo descontento con la administración del alcalde: <<el alcalde no se entera y ahora quiere remover la
tierra para instalar sistemas de riego. Tendremos que sacrificarlo igual que al anterior>>; en "El
antropólogo", una comunidad que quiere mantener su dogma.

9
intención comunicativa de ciertos enunciados que dan la interpretación global. Véase el
microrrelato "La soledad":

Abuela me dijo que no despertara a mis padres, me quitó el pijama y me puso el


trajecito de organza, el que más me gustaba. Mientras me peinaba me pidió que rezara tres
padrenuestros, pero no me hizo coletas sino un moño de señora. «Porque ya eres mayor», me
abrazó, y se olvidó de decirme si estaba guapa. Después de la misa me cambió de ropa y me
mandó a jugar. Había muchas flores.

El texto, aparentemente, está vacío: una abuela viste a su nieta para que vaya a
misa. Se puede entender que es pronto y la abuela no quiere que despierte a los padres.
Sin embargo, si se presta atención al enunciado literal de la abuela en estilo directo
(«porque ya eres mayor»), se observa que no refiere a la altura o al cuerpo en general,
sino a la actitud de la niña frente al mundo. Por tanto, la implicatura extraída es su la
orfandad y su asistencia a la misa por las almas de sus padres.

En relación al sentido de microrrelato, se observa que no son meras narraciones


perdidas en los tiempos verbales del pasado, sino pensamientos que, si bien narran o
describen hechos pasados, sobreviven hasta el presente por la enunciación de la voz
narrativa, confidente del suceso que está viviendo:

No quería castigar al niño, pero fue inevitable. No sólo mintió sino que además me
amenazó. Desde entonces está raro. No habla, no juega y no quiere que lo bese. Me da miedo
cómo mira, la forma en que come, las cosas que canta. Esta mañana salí al jardín y en un
paquetito que estaba junto a unas velas negras encontré uñas cortadas, sobras de comida y una
foto carné mía. No he querido llamarle la atención de nuevo pero lleva encerrado en su cuarto
desde anoche. He subido las escaleras y he sentido escalofríos, un olor extraño y unas sombras
huidizas. El niño habla con alguien y sigue cantando esas canciones horribles. Le pido que me
hable y me insulta y ríe. No tengo más remedio que abrir la puerta.

("Dulce compañía")

Somos destinatarios del mensaje del padre justo en el momento previo de abrir
la puerta. El presente gramatical otorga inminencia a lo escrito; consecuentemente, el
tiempo de la enunciación y el de la recepción confluyen. Nos hace, de alguna manera,

10
confidentes y testigos. Algo parecido ocurre en "La película", aunque en este parece
haber un desplazamiento en el tiempo de la voz:

Yo era muy chico y no me di cuenta de que hablaba de mí, pero ahora que he visto la
película de mi vida, he comprendido aquel sueño remoto y sé que voy a morir. El hombre del
sombrero acaba de entrar.

El tratamiento de ciertos temas (asesinatos, necrofilia) puede resultar violento.


Iwasaki pretende acentuar más el carácter macabro de la narración, incorporando el
humor negro: «¡Angelito!, si hubiera comido así desde el principio nunca lo hubiera
estrangulado», "Papillas"; «¡qué contenta se pondrá abuela cuando se lo encuentre
muerto sobre la cómoda», "Longino"; o comentarios expresos: «la mano izquierda sabía
mejor», "Las manos de la fundadora; «ella corre hacia mí. No sé quién me ha mordido
primero», "La chica del auto stop, I"; «los cadáveres de los niños le encantaban»,
"Fidelidad"; o insinuados, donde entra en juego la implicatura: «no he tenido que bailar
para traérmela al coche y apenas ha gritado. No era rubia», "Halloween".

Conclusión

Ajuar funerario es un conjunto de microrrelatos en los que su autor aúna los


elementos característicos de la literatura de terror en una realidad enriquecida por el
sueño, la imaginación y la confluencia de la vida y la muerte en el plano de la
existencia.

La brevedad del subgénero no resta calidad a cada una de las historias: Iwasaki
sabe captar la esencia de la situación y sorprender al lector con giros de significado,
cambiando su interpretación y alcanzando el clímax narrativo.

Referencia bibliográfica

BORGES, Jorge Luis. Obras completas (1941-1960), Barcelona, Círculo de


lectores, 1992.

11
IWASAKI, Fernando. Ajuar funerario, Madrid, Páginas de espuma, 2004.

JIMÉNEZ VAREA, Jesús. El sujeto efímero: la fotografía como culminación


del lugar de la muerte en la imagen popular. Comunicación: revista Internacional de
Comunicación Audiovisual, Publicidad y Estudios Culturales. Nº. 1, 2002 , págs. 149-
160.

RULFO, JUAN. Pedro Páramo, Ed. José Carlos González Boixo, Madrid,
Cátedra, 1983.

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