Diversidad en El Aula Material Lectura
Diversidad en El Aula Material Lectura
Diversidad en El Aula Material Lectura
trabajar con la
diversidad en el aula
Por Carol Ann Tomlinson.
Editorial Paidós SAICF
Buenos Aires (Argentina)
Primera edición: 2005
Capítulo 1
Qué es –y qué no es– la enseñanza diferenciada
Los niños de la misma edad no son todos iguales en lo que respecta al aprendizaje, al igual que
en materia de estatura, aficiones, personalidad o gustos y aversiones. Es cierto que tienen muchas
cosas en común, porque son seres humanos y porque son todos niños, pero también presentan
diferencias importantes. Lo que tenemos en común nos hace humanos. Lo que nos diferencia nos
hace individuos. En un aula con poca o ninguna enseñanza diferenciada, sólo las similitudes entre
los estudiantes parecen ocupar el centro de la escena. En una clase diferenciada, los puntos en
común son reconocidos y aprovechados, y las diferencias entre los alumnos también pasan a ser
elementos importantes en la enseñanza y el aprendizaje.
En su nivel más básico, la enseñanza diferenciada implica “remover” lo que sucede en el aula de
modo que los estudiantes tengan múltiples opciones para captar información, comprender ideas y
expresar lo que aprenden. En otras palaras, una clase diferenciada provee diversos caminos para
adquirir contenidos, procesar o comprender ideas y elaborar productos, para que cada alumno
pueda aprender de manera eficaz.
En muchas aulas, el enfoque de la enseñanza y el aprendizaje es más unitario que diferenciado.
Por ejemplo, en una clase de primer grado, los alumnos escuchan un cuento y hacen un dibujo
sobre lo que aprendieron. Aunque luego elijan dibujar distintas facetas del relato, todos habrán
escuchado el mismo contenido y participado de la misma actividad de comprensión o
procesamiento. Una clase de jardín de infantes puede tener cuatro rincones, a los que todos los
niños y niñas acuden para realizar las mismas actividades en el plazo de una semana. En un aula de
quinto grado, los chicos escuchan la misma explicación sobre las fracciones y hacen la misma tarea
domiciliaria. Los estudiantes de la escuela media o secundaria pueden asistir a una charla o ver un
video que los ayude a entender un tema de ciencia o historia. Todos leerán el mismo capítulo,
tomarán las mismas notas, contestarán las mismas preguntas al final del capítulo y harán la misma
prueba. Las clases como éstas son conocidas, típicas y en gran medida indiferenciadas.
Casi todos los docentes (así como los alumnos y los padres) tienen una imagen mental muy clara
de este tipo de clases. Tras experimentar la enseñanza indiferenciada durante muchos años, a
menudo es difícil imaginar cómo sería un aula diferenciada. ¿De qué manera, se preguntan los
docentes, se puede pasar de una “enseñanza de talle único” a una enseñanza diferenciada que
permita abordar mejor las diversas necesidades de nuestros alumnos?
Para responder esta pregunta, conviene despejar antes algunas falsas creencias.
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El concepto de proactividad, en este caso, remite no meramente a una disposición activa, sino a la actitud dinámica, creativa y
anticipadora de los docentes.
los planes en forma reactiva cuando se torna evidente que la clase no está funcionando bien para
algunos de los alumnos a quienes estaba dirigida.
Las estrategias prácticas presentadas en este libro contribuirán a cristalizar esta nueva imagen
en su proceso personal de diferenciar la enseñanza en el aula.
Capítulo 2
El fundamento de la enseñanza diferenciada en aulas con
estudiantes con habilidades diversas
Algunos docentes sostienen que una "buena" educación es la que garantiza que todos los
alumnos aprendan cierta información esencial y dominen ciertas competencias básicas de una
manera y en un tiempo prescrito. Otros definen una "buena" educación como aquella que ayuda a
los alumnos a maximizar su capacidad de aprendizaje. Dado que la segunda definición supone un
permanente empeño en elevar los objetivos y poner a prueba los límites personales, parece ser la
más lógica para todos los estudiantes.
UN PENSAMIENTO FINAL
En última instancia, todos los estudiantes necesitan la energía, el afecto y la capacidad del
docente. Tienen eso en común porque son seres humanos jóvenes. Pero difieren en cuanto a
cómo los necesitan. A menos que entendamos y tomemos en cuenta esas diferencias, les
estaremos fallando a muchos. Algunos docentes preferimos enseñar a estudiantes con dificultades,
otros son paladines naturales de los adelantados, y otros tienen más afinidad con el tipo de
estudiante "estándar" que se ajusta a la imagen esperable del escolar de segundo, cuarto u octavo
grado. Que tengamos preferencias es, una vez más, humano. Los docentes más eficaces se
dedican escrupulosamente a cultivar su estima por aquellos chicos a los que no les es tan fácil
apreciar en primera instancia, mientras sacan fuerzas de los que les resultan automáticamente más
simpáticos.