Hefesto
Hefesto
Hefesto
La literatura antigua nos ha legado varias versiones acerca del nacimiento de Hefesto. Según
Hesíodo, Hera engendró a este dios en solitario como venganza ante el peculiar nacimiento de
Atenea de la cabeza de Zeus. Sin embargo, Homero cita en alguna ocasión a Hefesto como
hijo de Zeus. Fuera o no hijo del padre de los dioses, el pequeño Hefesto nació deforme, sin la
característica belleza que adornaba al resto de las divinidades.
Según una versión, para deshacerse de aquella repugnante criatura, Hera arrojó al niño desde
lo alto del Olimpo. El pequeño Hefesto cayó durante cayó durante nueve días y nueve noches
hasta el mar, donde, como cuenta su mismo personaje en la Ilíada, dos diosas del mar,
la nereida Tetis (madre de Aquiles) y la oceánide Eurínome, lo recogieron y lo cuidaron en la
isla de Lemnos, y allí creció hasta convertirse en un maestro artesano.3
La caída, por tanto, no produjo la muerte al pequeño dios, pero sí dejó en él una secuela de por
vida: una característica cojera que le impedía caminar con normalidad y que afeaba aún más
su aspecto.
Los dioses, al descubrir su habilidad como artesano y herrero, comenzaron a hacerle encargos,
de modo que el prestigio del joven dios empezó a aumentar rápidamente. Su propia madre,
Hera, le encargó un trono de oro y diamante para su palacio. Hefesto aprovechó esta petición
para vengarse de su madre: cuando la reina Hera se sentara en el trono, quedaría atrapada en
él hasta que el propio Hefesto la liberara. Una vez entregado al encargo, Hera cayó en la
trampa. Pese a que todos los dioses suplicaron a Hefesto que regresara al Olimpo y liberara a
su madre, éste, enojado por el trato que se le había dispensado tras su nacimiento, se negó a
obedecer. Sólo Dioniso consiguió, gracias a sus artes, emborrachar a Hefesto y hacer que éste
regresara al Olimpo a lomos de un burro. Una vez recuperado de su embriaguez, Hefesto
aceptó liberar a Hera, pero puso una dura condición, tomar como esposa a la hermosa Afrodita.
Zeus, deseoso de ver a Hera libre, no pudo negarse y le concedió a Hefesto la mano de la más
bella de las diosas.
Etimología
Toda la mitología de Hefesto gira en torno a su fealdad física y su habilidad como herrero.
Como esposo de Afrodita, se encargó de que su esposa luciera aún más bella de lo que su
aspecto natural ya le proporcionaba, y para ello forjó para la diosa una gran cantidad de joyas y
artefactos de belleza. Afrodita no correspondía sus sentimientos. Incapaz de resignarse a ser la
consorte del deforme dios, Afrodita buscó consuelo en los brazos del dios de la guerra Ares.
Sin embargo, el engaño no duró mucho. Helios, dios del sol, que desde lo alto del firmamento
contempla todas las actividades de dioses y mortales, descubrió la infidelidad de Afrodita y
corrió a la fragua de Hefesto para revelarle al dios el engaño. Éste, irritado, decidió urdir un
engaño para humillar a su esposa y al amante de ésta. En su fragua tejió una red de plata
irrompible. En un momento en el que Ares y Afrodita estaban copulando en el lecho, Hefesto
les sorprendió y arrojó sobre ellos la red mágica. Los amantes quedaron atrapados por el
artefacto. Hefesto, para humillarles y dejar patente la traición de su esposa, llamó a todos los
dioses para que contemplaran sus cuerpos desnudos entrelazados. Afrodita, avergonzada,
suplicó a su esposo que la liberara, prometiendo romper su relación con Ares. Hefesto,
ablandado por las súplicas de su esposa, decidió retirar la red y terminar con el suplicio al que
había sometido a los dos amantes.
En cuanto a la habilidad de Hefesto como herrero, todos los autores antiguos coinciden a
atribuir a este dios la creación de la mayoría de las armas y artefactos poderosos que los
dioses portaban, bien en la batalla, bien en su vida cotidiana. Entre los objetos creados por
Hefesto cabe destacar las sandalias con alas de Hermes, el cinturón de Afrodita, la égida de
Zeus, el carro con el que Helios surcaba los cielos, el arco y las flechas de Eros, el casco de
invisibilidad de Hades… En colaboración con sus ayudantes, los cíclopes, Hefesto forjaba en
su fragua la principal arma de Zeus: los rayos con los que fulminaba a sus enemigos. Algunos
mortales privilegiados, como Pelope o Armonía, también disfrutaron de los regalos de Hefesto.
Descendencia:
En la ciudad de Atenas se narraba un mito fundacional según el cual el dios Hefesto era el
padre de uno de sus principales reyes, Erictonio. Según este mito, Hefesto, encendido de
pasión ante la belleza de la virginal Atenea, intentó violarla. Sin embargo, la diosa se resistió,
de forma que el semen de Hefesto acabó derramado en la pierna de Atenea. Ésta se limpió con
repugnancia el semen del dios con un pedazo de lana y lo arrojó al suelo. La unión de la
semilla del dios con la diosa Gea, divinidad de la tierra, engendró a una criatura, el pequeño
Erictonio. La diosa Atenea se compadeció del niño y le crió hasta que éste se convirtió en rey
de la ciudad sobre la que esta diosa ejercía como protectora.