JLF - Desde La Semiótica de Las Mediatizaciones Hacia Las Plataformas Mediáticas PDF

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Mediatizaciones de sonido: del broadcasting al postbroadcasting1

José Luis Fernández


UBACyT-FSoc-UBA – UNTREF
[email protected]

Resumen
Trayectorias sinuosas llevaron a nuestra Semiótica, desde los estudios sobre medios masivos y sus
relaciones con los espacios sociales, al estudio de las plataformas mediáticas y las interfaces de
interacción de redes soportadas en la Web.
Mientras se profundizan las investigaciones sobre el universo de las nuevas mediatizaciones, los
trayectos se especializan y las disciplinas van encontrando nuevas maneras de abordar a los
diferentes fenómenos. Se va comprendiendo que, en el mundo de la hipermediatización, uno de
los componentes centrales sigue siendo el intercambio discursivo mediatizado, que presenta
novedades trascendentes, pero que conserva ciertos rasgos centrales de la comunicación masiva.
Este artículo está enfocado en el desarrollo del trabajo de un equipo que, desde la semiótica de
los medios, comenzó a estudiar las mediatizaciones del sonido y sus relaciones con lo urbano y
cuya trayectoria de investigación lo llevó al estudio de plataformas mediáticas y circuitos
musicales. En ese recorrido se han discutido y profundizado enfoques semióticos, pero también
se han generado relaciones en nuevas escenas transdisciplinarias con la etnografía, la
microsociología, la ecología de los medios y el big-data.
Palabras clave: mediatizaciones, plataformas, semiótica, etnografía, ecología

Abstract
Sinuous trajectories led our Semiotics, from studies on mass media and their relationships with
social spaces, to the study of media platforms, the interaction interfaces of social networks
supported on the Web.
As research on the universe of new mediatizations deepens, studies become specialized and
disciplines find new ways to approach different phenomena. It is understood that, in the world of
hypermedia, one of the central components continues to be the mediatizated discursive
exchange, which presents significant novelties, but which retains certain central features of mass
communication.
This article is focused on the development of the work of a team that, from the semiotics of the
media, began to study the media of sound and its relations with the urban, and whose research
career led to the study of media platforms and musical circuits. In that journey, semiotic
approaches have been discussed and deepened, but relationships have also been generated in
new transdisciplinary scenes with ethnography, microsociology, media ecology and big-data.
Keywords: mediatizations, platforms, semiotics, ethnography, ecology

1
En esta versión escrita se sigue con bastante fidelidad la presentación oral de treinta minutos en un panel
compartido en el 14° Congreso Mundial de Semiótica, organizado por la AAS y la UNA, junto con la IASS/AIS,
en Buenos Aires. El título de la convocatoria era TRAYECTORIAS y ello justifica buena parte del enfoque
decidido que, además, se eligió para abrir campos de discusión a nivel internacional. Se ha mantenido por
ello un cierto tono coloquial. No se incluyen todas las referencias bibliográficas que serían necesarias
porque haría demasiado denso el texto, se han privilegiado las necesarias para la comprensión del enfoque
y la de las redes de trabajo en el que está contenido nuestro equipo.

1
1. Introducción. La trayectoria desde la experiencia de investigación

La reunión alrededor de la reflexión y de la presentación de experiencias sobre


trayectorias dentro de cualquier disciplina, y la Semiótica no es diferente en esto a otras,
abre un abanico amplio de posibilidades de exposición. Y esto se presupone desde la
primera convocatoria del Congreso, que parte de “la extraordinaria pluralidad de sentidos
que surge de sus usos contemporáneos”.

Dentro de ese abanico podríamos enfocarnos, por ejemplo, en un registro


epistemológico, sobre las consecuencias interminables del pasaje del modelo
saussureano al modelo peirciano o, en una línea más exegética, podríamos reconstruir la
seguramente curiosa trayectoria en Umberto Eco, en el pasaje de La estructura ausente
al Tratado de semiótica general.

Aquí hemos elegido organizar nuestra presentación desde el punto de vista de nuestro
equipo de investigación en el que, gracias a subsidios de la investigación universitaria,
hemos desarrollado una trayectoria de trabajo de cerca de un cuarto de siglo. En esa
trayectoria se han visto, primero, conmovidos nuestros objetos de estudio y luego,
progresivamente, buena parte de nuestras formulaciones teóricas y propuestas
metodológicas.

Es posible que un primer acercamiento a este modo equipocéntrico genere un cierto


efecto de etnocentrismo y soberbia. Pero se podría argumentar lo contrario: mientras
hablemos de Saussure, Peirce, Eco y Barthes, tendremos garantizado un espacio, aunque
sea menor, en el gran escenario de la semiótica; en cambio, al hablar desde nuestra
experiencia de investigadores, nos arriesgamos a generar interés solamente en el
segmento con el que compartimos intereses en áreas comunes. De todos modos, aunque
no sepamos sus límites, la decisión es estilística y sabemos que muchos de nuestros
rasgos, en ese nivel, nos resultan poco controlables.

Dada la extensión del tema, no organizamos esta presentación con formato narrativo
(como secuencia temporal) ni argumentativo (de lo general a lo particular, o viceversa).
Lo hacemos en formato mosaico, poco frecuentado por la vida académica pero muy
presente en diversas mediatizaciones. Esa idea la había formulado Abraham Moles (1978)

2
como un componente general de la cultura de masas, la que actuaría como “un mosaico
de elementos dispersos”. Una idea fuerte y difícil de instalar por la hegemonía de lo
narrativo en nuestra sociedad. Esa propuesta trae a la escena la noción greimasiana de
isotopía, pensada para responder a la heterogeneidad discursiva, desde la que “el
problema de la unidad del mensaje, indiscutiblemente captado como un todo de
significación, se plantea inevitablemente” (Greimas 1976: 106). Las redundancias
gramaticales y las jerarquías semánticas, pero también la presencia de relatos y
argumentaciones han servido para proponer isotopías. De todas las que ha propuesto
Greimas, confiamos aquí en las isotopías estilísticas, esos rasgos conflictivamente
comunes que agrupan, para la propia sociedad, a conjuntos de textos y/o a sectores
sociales.

Confiando en esa fuerza de lo estilístico, organizamos esta presentación en secciones en


buena parte desconectadas como tales, en las que presentaremos el trabajo dentro de
una sociosemiótica de las mediatizaciones regional y de largo recorrido. Describiremos
las particularidades de las mediatizaciones del sonido, las decisiones metodológicas para
enfrentar sus características, el encuentro con las mediatizaciones de las vidas de lo
musical y el estado actual del estudio de plataformas mediáticas y circuitos hibridados
con performances cara a cara.

2. Trayectoria hacia una sociosemiótica de las mediatizaciones latina

Al menos en nuestro país, no es frecuente comenzar una carrera académica en un entorno


internacional con contacto directo. Por eso, en principio, la Sociosemiótica de los Medios
en la Argentina ha recorrido un camino particular dentro de los estudios internacionales
sobre medios de comunicación, y aún dentro de la propia Semiótica. Ese camino tuvo su
origen pionero en la relación de Eliseo Verón y Oscar Traversa, con autores como Claude
Lévi-Strauss, Roland Barthes, Umberto Eco y Christian Metz y, en menor medida, con la
corriente sistémica de la denominada Escuela de Palo Alto.

Debe tenerse en cuenta que el órgano oficial de la primera Asociación Argentina de


Semiótica --la revista LENGUAjes, que publicó cuatros números militantes entre 1974 y
1980-- era una revista especializada en Semiótica de los Medios, a pesar de que la

3
convocatoria en su título mencionaba la presencia del código lengua. De hecho, en el
recorrido de sus páginas, se recogen o producen los primeros cuestionamientos que se
hacen en nuestro país a la aplicación directa del saber de la lingüística al estudio de los
discursos materialmente complejos de los denominados medios masivos de
comunicación.

Denominamos a su posición como militante en esas primeras publicaciones porque allí


encontramos manifestaciones teóricas de cuestionamiento sobre la realidad discursiva
de la sociedad de la época, como también sobre las propias concepciones críticas que se
desarrollaban en ese tiempo en toda Latinoamérica. Por ejemplo, en su número 2, un
artículo discutía algunas de las proposiciones del Grupo Cine Liberación, publicadas en un
libro de dos figuras muy respetadas dentro del cine militante como Octavio Getino y
Fernando Pino Solanas; su autor: Oscar Traversa, su título: “Cine: la ideología de la no
especificidad” (reproducido en Traversa 1983).

Desde la producción científica en países periféricos parece que siempre debemos


disculparnos cuando defendemos hallazgos producidos en un ambiente cercano. Pero tal
vez ya estemos maduros para presentar lo que consideramos logros cercanos, sin por ello
pretender jerarquías demasiado particulares. Un breve listado de esos logros,
inevitablemente incompleto, debe incluir:

− la definición de semiosis social como espacio en red de la producción del sentido;


− el cuestionamiento del sentido común de las audiencias a partir de la propuesta de
diferenciar producción y reconocimiento reconociendo un hiato entre emisión y
recepción;
− la recuperación de las clasificaciones sociales de lo discursivo, como medio, género y
estilo en tanto interpretantes-clave en la incorporación del modelo triádico peirciano;
− el enfoque en cada tipo de mediatización, describiendo su funcionamiento social más
allá de lo específicamente textual, como los aportes sobre la transposición o la
metadiscursividad;
− el estudio original sobre diversos medios, lenguajes y géneros y las propuestas
novedosas en estudios sobre lo enunciativo mediático.

Tanto Eliseo Verón, como Oscar Steimberg y Oscar Traversa, hasta donde conocemos, han
evitado hablar de una corriente argentina de estudios semióticos sobre mediatizaciones

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y se debe respetar esa voluntad implícita. Pero esos rasgos descriptos, seguramente entre
otros posibles de seleccionar, hablan de un estilo de trabajo que ha organizado la vida
académica de decenas de investigadores a través de un buen número de décadas2.

La insistencia teórico-metodológica consistente no impidió la frecuentación de contactos


regionales e internacionales, que nunca se disolvieron y se profundizaron con la relación
con la Federación de Estudios Latinoamericanos de Semiótica (FELS). Desde el principio,
la noción de lo latinoamericano en nuestra asociación regional, excedió a lo territorial. Y
lo interesante es que -buena parte de ese recorrido en común- se produce en momentos
en que las investigaciones sobre las nuevas mediatizaciones obligan a un doble
movimiento: abrir las puertas y, al mismo tiempo, a revisar para defender los principios
teóricos y metodológicos de la propia disciplina, desafiada por las transformaciones en
sus objetos de estudio. La historia de esa trayectoria de la semiótica latinoamericana
enfocada en mediatizaciones, y conviviendo con otros enfoques teóricos, recién comienza
a escribirse (Scolari, Rodríguez-Amat 2018).

Pero la práctica de poner en cuestión las fronteras de las disciplinas no es novedosa


dentro de las semióticas. En nuestro caso, desde un principio el estudio de los medios de
sonido nos obligó a estudiar las relaciones con los otros medios y, más significativamente,
con los espacios sociales de la ciudad. Una revisión superficial sobre el trabajo de colegas
cercanos y respetados, permite ver tres modos semióticos de interacción con otras
disciplinas:

− Internas entre quienes sostienen por un largo período, como es el caso de nuestro
equipo, el enfoque sobre campos de estudio, como Oscar Steimberg, sobre géneros,
estilos y transposiciones, Oscar Traversa, sobre los diversos soportes de cada
mediatización y sus matices, Lucrecia Escudero-Chauvel, sobre el estudio de los
discursos políticos y sus relaciones con las teorías de la Agenda o Mario Carlón, sobre
la tensión entre mediatizaciones y circulaciones; en estos casos la exploración de un
fenómeno mediático se desborda hacia temas ecológicos, sociológicos, etnográficos o
de estudios culturales. Y por supuesto, la insistencia en las ciudades imaginarias de

2
No hace falta aclarar que no pretendemos referirnos al conjunto de la semiótica argentina, sino tan solo
a la que se enfocado durante décadas en las mediatizaciones.

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Armando Silva, tan importante para nosotros, cuyo foco en la semiótica no le ha
impedido dialogar con el lacanismo en diversos niveles.

− Centrífugas quienes van explícitamente a cruzar a una disciplina ajena, como Eliseo
Verón y Oscar Traversa explorando las mediatizaciones de larga duración y cruzándose
con la con la arqueología y la historia de larga duración de Leroi-Gourhan; o José
Enrique Finol, Rocco Mangieri o Massimo Leone cruzando semiótica con lo
antropológico; o Carlos Alberto Scolari, yendo desde una semiótica de las interfaces a
la ecología de los medios; en todos estos casos, sea por registrar limitaciones
disciplinarias o desbordes o reformulación de nuevos objetos, la búsqueda multi o
transdisciplinaria es explícita.

− Centrípetas las que, partiendo de un objeto no explícitamente incluido dentro de las


preocupaciones semióticas retornan hacia las semiotizaciones, como Massimo Leone
y lo religioso, Neyla Pardo y las complejidades de representación de pobrezas y
exclusiones, o las diferentes maneras por estudiar lo culinario, más o menos mediático,
de Alfredo Cid Jurado o Fernando Andacht y su equipo, o Chema Paz-Gago y la
complejidad discursiva y mediática de la práctica de la moda. Tal vez habría que incluir
en este punto a François Jost, desde lo visual televisivo desplegándose hacia los memes
en este propio Congreso. Aun a riesgo de esquematizar, se trataría aquí de introducir
una mirada que trajera hacia la semiótica, fenómenos de trascendencia sociocultural
que la exceden.

Cualquier listado sería incompleto y superficial pero el recorrido aquí muestra que lo
semiótico hace tiempo, y respecto de muchos espacios, que está en convergencia con
otros enfoques disciplinarios y hasta temáticos3.

¿Qué es lo que está en el origen de esas líneas de trabajo, que cuestionan el esfuerzo de
la institución académica por clasificar y encorsetar a las disciplinas y a sus objetos
respectivos? ¿Qué es lo que las sostiene? ¿Las preocupaciones originales de cada
investigador? ¿El modo en el que un campo académico en su devenir cotidiano redefine

3
No hace falta aclarar que lo dicho aquí no representa al conjunto del trabajo de ninguno de los autores
citados y, tal vez, ni siquiera el componente central de su trabajo. Los mencionamos sólo para mostrar que
el supuesto aislamiento de la Semiótica, si es que existe en extensión, no se debe la voluntad de secesión
de sus investigadores sino, más bien, a la falta de transversalidad de muchos otros puntos de vista.

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los temas a los que se dedica? ¿Esa interrelación, que parece inevitable, con otras
disciplinas cercanas? No hay respuestas puras, el trabajo de investigación es un camino
sinuoso y hojaldrado con múltiples límites y posibilidades, influencias, atajos y laberintos.
Pero no puede dudarse que este universo de semiótica dedicada a las mediatizaciones,
no ha hecho nada más que expandir las fronteras de la disciplina, defendiendo la
complejidad de sus objetos y buscando puentes para relacionar sus resultados con otros
enfoques y/o intereses.

3. De mediatizaciones del sonido en mainstream a intersticiales

El clima, apenas sugerido aquí, de la Semiótica de los medios en la Argentina de los años
80, facilitaba el enfocar una investigación en el espacio vacante de lo radiofónico, en un
momento en que esa mediatización enfrentaba nuevos cambios. Desde el primer
momento entendimos que la radio se construía en sistema con lo telefónico y lo
radiofónico. Las industrias de lo informativo y de lo musical no se explican sin la
interacción de los tres medios en un modo que hoy denominaríamos como en plataforma
más que en red. Fue una revolución lateralizada por lo escritural y lo audiovisual, pero
aun el cine y la gráfica tuvieron que establecer relaciones de dependencia con el sistema
sonoro.

Entre los 60 y los 80, las mediatizaciones del sonido resistieron la pérdida de centralidad
en la preocupación social y académica, que pasó a la televisión, con la revolución sonora
de lo estereofónico y la edición en estudio, por un lado, y la miniaturización y la
portabilidad sosteniendo su importancia en lo intersticial, por el otro, para desembocar
en la telefonía móvil y la digitalización que abrirían, desde lo sonoro, la puerta a las nuevas
mediatizaciones digitales y en red (Fernández 2017a).

Hoy estamos agregando a nuestras reflexiones sobre la mediatización del sonido otra
mediatización que también tenemos siempre frente a nosotros: la comunicación gráfica
en la vía pública, que les llega a los individuos fuera de su voluntad, como en profundidad,
sólo por desplazarse por las calles de una ciudad. Cada individuo va seleccionando, más o
menos conscientemente, entre los múltiples textos con que se encuentra, cuáles va a
recordar y qué va a recordar entre esa diversidad. Y eso ocurre, con sus diferencias, tanto

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en New York, Paris o Buenos Aires, como en ciudades de pequeña escala.

Si se entrevista, como hemos hecho hace algunos años, a caminantes que acaban de
recorrer la calle Cerrito, paralela a la Av. 9 de Julio, entre Lavalle e Hipólito Yrigoyen,
cruzando entre ambas a la Av. Corrientes, acerca de qué registran haber visto y
comprendido, y a qué lo atribuyen, se comprobarán dos fenómenos de interés: recuerdan
muy poco y lo que recuerdan está relacionado con algún interés coyuntural (apetito,
cansancio, deseo) o estilístico (interés por la tecnología o la política). Es decir que la
participación en el intercambio discursivo, como ocurre con la radio, no está relacionada
solamente con la oferta, sino con la interacción con diversidades de, por decir así, las
demandas en recepción.

Así descriptas, las mediatizaciones del sonido y las gráficas en vía pública (a veces se
presentan también audiovisuales, pero con este régimen de recepción) pueden
denominarse como intersticiales, tal como Igarza (2009) denomina a las mediatizaciones
móviles en producción, si bien en estos casos se trata de intercambios en broadcasting y
solamente en recepción. Pero ambas mediatizaciones requieren la acción del receptor
para, más que recibir pasivamente, interactuar con los textos que busca o que lo
encuentran a él. Como se, en el mismo movimiento, la temática actual de la movilidad
tiene una trayectoria previa a la de la explosión del smartphone (Scolari y Logan 2014).

La comunicación en la vía pública y las mediatizaciones del sonido fueron múltiples y


ocuparon espacios centrales de la cultura y permanecen, fuera de las preocupaciones
centrales de la sociedad, pero obligando a comprender la fuerza resiliente y disruptiva de
su insistencia intersticial. El único modo de estudiar a sus intercambios y a sus audiencias
es articulando enfoques semióticos y etnográficos: no cualquier oyente de radio ni de
música, así como no cualquier paseante por áreas con comunicación en vía pública, son
adecuados para ser considerados audiencia apta para estudiar su participación en los
intercambios. Se debe incluir el modo en que cada entrevistado se incluye en el sistema
de intercambio para, luego, considerarlo como integrante de algún tipo de audiencia.

Más allá de que, por supuesto, ese enfoque entre etnográfico y sociosemiótico de
construir la audiencia es aplicable a cualquier mediatización, de hecho, confirma a estas
mediatizaciones como específicas, diferentes. Por esa diferenciación profunda puede
entenderse la escasa atención que prestaron y prestan los investigadores de medios

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audiovisuales y escriturales a las mediatizaciones que no utilizan imagen y letra y espacios
fijos de recepción.

A las dificultades del ejercicio de los sistemas de intercambio referidos, debemos agregar
la insistencia del modelo mosaico, que mencionamos antes. Lo mosaico se encuentra en
todo tipo de mediatización masiva. En realidad, los modelos organizados alrededor de un
relato o de una argumentación jerarquizada se los encuentra solamente en el cine y en el
libro, y en una parte importante pero no hegemónica, de la televisión. La radio, la vía
pública, la prensa desde el siglo XIX, buena parte de la televisión están constituidas con
textos mosaicos a los que las audiencias pueden acceder o de los que pueden retirarse sin
perder algún posible sentido general. Una especie de función que comienza cuando usted
llega.4

Denominaremos entonces como intersticial a todo fenómeno que se presente -que


sobreviva, que interactúe con otros- sin estar en la consideración central de las
preocupaciones sociales y/o académicas. No se trata de fenómenos ocultos, es decir,
nuestro trabajo no ha sido el de la develación sino más bien el de la puesta en evidencia.
A pesar del rigor de Igarza, el de lo intersticial es un concepto blando, en buena parte
opuesto a otro concepto blando como el de cultura mainstream de Frédéric Martel. Desde
ese punto de vista, tratamos de presentar en primer plano interacciones, intercambios,
espaciales micros, muchas veces inadvertidos entre lo que se ha considerado, de un modo
macro, como geopolítica de los flujos internacionales de contenidos (Martel, 2012: 415).

Para introducirnos de entrada en las vidas mediáticas intersticiales, aunque no


secundarias, y una vez que superamos la fascinación por los conceptos centrales de un
autor como Bruno Latour, podemos aprovechar como propia su experiencia leyendo
diarios: los problemas para comprender en un mismo espacio las series conflictivas de los
hechos, de las políticas y de los discursos (Latour, 2007, p. 15-21). Así nos ocurre cuando
tratamos de dar una visión generalista—tan valorada, sin embargo—sobre las
mediatizaciones.

4
Un caso muy especial, y que hemos hecho notar desde el trabajo citado de 1987, son los programas de
relatos deportivos que no están construidos alrededor de un relato, en el sentido de Todorov sino como
mosaicos. Para ver la génesis de este género en la radiodifusión argentina a fines de la década del siglo XX
Fraticelli (2008), y para ver ciertos procesamientos de los programas de relatos radiofónicas en la prensa
on-line, Porto López (2010).

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Las mediatizaciones intersticiales, como las de sonido y las de vía pública instalan en los
estudios semióticos una problemática específica respecto de la complejidad: no resulta
sencilla la elección de un corpus que represente el tema a estudiar, ni presuponer
siquiera, qué enunciadores y enunciatarios son pertinentes para ese fragmento de la
semiosis. Esa complejidad, se puede aceptar y comprender mejor ahora cuando
plataformas de uso cotidiano como Facebook, Twitter, Instagram, Google, WhatsApp y
YouTube, por mencionar a las de mayor incidencia social, incluyen en sus
pantallas/interfaces muy diferentes discursividades.

Tal vez como parte de ese fenómeno, se produce la complejidad creciente de las diversas
líneas de investigación en diferentes disciplinas, que nos obliga a precisar cuál es nuestra
unidad de análisis en nuestros proyectos de investigación.

La unidad de análisis que proponemos como general, desde los estudios semióticos sobre
mediatizaciones, es la de sistema de intercambio discursivo mediatizado; denominamos
así a todo proceso de interacción/pasaje de textos (materiales portadores de sentido
social) entre actores humanos o maquínicos, individuales o institucionales, en toma
directa o con desplazamientos temporales, en contextos semejantes o diversos.

La única gran categoría de sistemas de intercambio discursivo que se opone a los


mediatizados son los intercambios cara a cara, pero reconociendo situaciones grises o
híbridas, por ejemplo, cuando se da una conferencia o clase a un público amplio, con el
soporte de textos en pantalla o amplificadores de sonido.

Las relaciones que constituyen un sistema de intercambio discursivo serán recuperadas


en diversos niveles de análisis, por ejemplo, los sistemas de intercambio mediático, en
sus diversos momentos que se solapan, se han definido como en:

− Broadcasting: un emisor centralizado para n receptores. Definido así, incluye a la


industria del libro; en tanto que modelo, es más importante por la indeterminación de
los receptores que por su cantidad; pero cuando el número de receptores se hizo muy
amplio, se convirtieron en medios masivos. Si bien todavía se suele considerar a este
modelo como unidireccional, los emisores siempre requirieron respuestas de sus
audiencias: la taquilla o las ventas, las diferentes mediciones de rating, las cartas de
lectores o los llamados telefónicos muy tempranos a las radios fueron procedimientos

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de intercambio, aunque con un delay que justificó la aplicación sobre ellos del modelo
veroniano de distancia entre producción y reconocimiento, con la siguiente
imposibilidad de estudio de la circulación (volveremos sobre esto más tarde).

− Networking: lo denominamos así y no netcasting, como también suele hacerse,


porque, en términos estrictos, la más elemental recepción obliga a alguna toma de
decisión por parte del receptor quien, por otra parte, es frecuente que pueda contestar
inmediatamente; es decir, siempre el receptor tiene que hacer alguna acción, algún
trabajo. De todos modos, como veremos, ni todos de los que participan en sistemas de
networking lo hacen publicando, ni todos los intercambios que tecnológicamente se
producen en red, estimulan la interacción de todos los participantes.

− Postbroadcasting: ni los medios masivos, en retroceso, tienden a morir, ni todo parece


ser intercambios en red. Lo que sí se ve es que los medios incorporan posteos o
formatos de red a los géneros tradicionales, y las plataformas mediáticas tratan de
incorporar textos del broadcasting, sean espectáculos deportivos o links a medios
informativos tradicionales. Denominamos así a este sistema híbrido pero central en la
actualidad mediática, a falta de mejor denominación, porque al menos sirve para
recordar que el broadcasting no ha muerto.

Si en un principio veíamos una oposición muy fuerte entre broadcasting y networking,


con el avance de las investigaciones fue mostrando diversos modos de intersección. Y nos
hemos situado en una posición ambigua para estudiar intercambios en postbroadcasting:
si se trata de fenómenos de plataformas, tomados por los medios masivos, los
estudiaremos como casos novedosos de broadcasting y, cuando estudiamos fenómenos
de mediatización masiva en las plataformas, los estudiaremos como un caso particular de
networking, aunque se trate de una serie televisiva capturada y distribuida a través de
YouTube.

4. El sistema de intercambio como unidad de análisis

La propuesta metodológica básica es que, siguiendo al Verón peirciano, en los textos que
se intercambian en los sistemas mediáticos, se encuentran marcas del uso que se
constituyen en huellas de sus materialidades y dispositivos técnicos con los que está

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construidos y distribuidos, de las clasificaciones genérico-estilísticas en las que se
inscriben, y de las propuestas de prácticas comunicacionales y relaciones con usos y
hábitos de la vida social. En esas marcas se deben encontrar los actores (individuales,
maquínicos o institucionales) que intervienen y no en estructura institucional, pública o
privada, que los sostiene.

En el análisis de esos pasajes de marcas a huellas es imposible que aparezca el conjunto


de los factores sociales, culturales y/o económicos que forman parte e inciden en el
sistema, pero sí buena parte de ellos. Y lo más importante: si no se tienen en cuenta esas
huellas que se construyen a partir de la materialidad del intercambio, se produce el efecto
que denominamos de flotación en un magma mediático en cierto modo equivalente al
magma de significaciones imaginarias con sus efectos de encierro, que impide que se
encuentre soluciones a los problemas dentro de ese mismo magma (Castoriadis 1997:
198). El sentido debe ser permanentemente redefinido porque las diversas dimensiones
de los social requerirán su presencia, más allá de la voluntad del analista o del participante
en el intercambio.

En un intercambio cara a cara pueden no intervenir dispositivos técnicos, pero sí,


siempre, materialidades organizadas, más o menos rigurosamente: no es lo mismo lo
verbal que lo musical, la gestualidad que la proximidad en los usos del cuerpo.

La noción de intercambio, por su parte, surge de lo más profundo de los estudios


etnográficos y hay acuerdo en que Marcel Mauss (1979) le ha dado un impulso definitivo
cuando, en su Ensayo sobre los dones, agregó al intercambio económico, el intercambio
de regalos y denominó a este modelo de vida social como “acto social total”. Esa
concepción de la vida social como conjunto de sistemas de intercambio, se puede
relacionar con las nociones del interaccionismo simbólico: las complejas relaciones que
permiten, pero también limitan, amplían, condicionan los intercambios
comunicacionales.

Conviene tener en cuenta las observaciones que hace Lévi-Strauss al privilegio otorgado
por Mauss al objeto maná como central en los sistemas de intercambio y al registro de
que el cambio es lo que se observa sólo en el “dar, recibir, devolver”; Lévi-Strauss aclara
que el sistema no está en el maná, o sus equivalentes, y sus circulaciones, sino que lo
importante es el sistema relacional en el que se inscribe (Lévi-Strauss, 1979: 32-39).

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Llevado esto a los sistemas de intercambio discursivo, desde que Verón dejó en claro que
los discursos son lugares de pasaje del sentido y no de depósito o de acumulación, lo
interesante de estos sistemas de intercambio no está en los imprescindibles textos que
se intercambian, el maná comunicacional, sino en el sistema de relaciones que permiten
su construcción y su intercambio y que dejan marcas textuales.

Tal vez nadie como Umberto Eco haya hecho un gran esfuerzo, en sus momentos
fundacionales, en proponer y discutir fronteras, límites y umbrales para diferenciar los
sistemas de intercambio comunicacionales de los otros grandes sistemas de intercambio
social, como el de los bienes y los de parentesco (Eco,1980). Su conclusión es que “la
semiótica estudia todos los procesos culturales como proceso de comunicación; (y) tiende
a demostrar que bajo los procesos culturales hay unos sistemas” (Eco, 1980: 40).

Buena parte de esa discusión, que incluía términos como código y como mensaje,
quedaron un tanto olvidados por nosotros a partir de la definición de Verón de la semiosis
social como “la dimensión significante de los fenómenos sociales” ) y el enfoque en lo
discursivo y el sentido (Verón 1987: 125), pero la posición fundante de Eco recobra
vigencia en la medida en que Verón asimila mediatización a la autonomía y persistencia
de la fabricación de instrumentos cortantes de piedra, como “primer interpretante, en la
historia humana, del que tengamos una prueba material (Verón 2013: 176). Estas
generalizaciones tan productivas, no han impedido que diferenciemos en diversas
plataformas de la actualidad, intercambios discursivos, intercambios de vínculos afectivos
e intercambios de bienes y servicios; y dejar constancia, en cada caso, de la presencia
imprescindible de los intercambios discursivos.

Para que un sistema de intercambio discursivo sea inteligible y se pueda intervenir en él


-además de lo material, de lo genérico-estilístico y las costumbres de uso-, es necesario
que entren en juego diversas relaciones (patrones, funciones, dimensiones) que permiten
comprender la dinámica de su funcionamiento. Aquí presentaremos seis entre las más
importantes, indispensables para comprender la construcción del sentido del
intercambio.

Las relaciones a tener en cuenta, que provienen de diversas tradiciones dentro de las
ciencias sociales, son las de:

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− Reciprocidad: es un patrón, generalmente menos recordado que los de la simetría y
los de la complementariedad, pero que puede ser considerado como básico porque
tiende a disolver conflictos; hay reciprocidad cuando se parte de condiciones de
asimetría en un intercambio, pero se tiende a la simetría en el largo plazo.

− Simetría: esta relación se observa cuando los integrantes del intercambio tienen los
mismos patrones de conducta o estilísticos, pero se diferencian en la orientación de
esos patrones, la simetría es necesaria para sostener intercambios argumentativos o
combativos, que requieren cierta equivalencia en los intervinientes.

− Complementariedad: está presente cuando los patrones de intercambio son


fundamentalmente diferentes y llevan a intercambios del tipo de la sumisión o del
aprendizaje. Las relaciones entre simetría y complementariedad, como se sabe, han
sido fructíferamente aplicadas por Eliseo Verón para lo enunciativo mediático.

− Presuposición: si bien Oswald Ducrot está hablando de semántica en Presupuestos y


sobreentendidos cuando comienza a formular la complejidad de este fenómeno, la
descripción de lo que ocurre lo describe en términos de el “conjunto de conocimientos
que permiten prever cuál es el sentido que adquirió la ocurrencia (de un enunciado)
en un contexto preciso” (Ducrot, 1984: 30), es decir, el sentido requiere la
comprensión del sistema discursivo en el que se inscribe el intercambio que puede ser,
o no, equivalente entre los que intervienen.

− Implicatura: cuando Paul Grice introduce la noción de implicatura lo hace como


representante de un sistema al proponer “como término técnico el verbo implicar
(implicate) y los sustantivos implicatura—cfr. ‘lo que implica’--, e –implicatum—cfr. ‘lo
implicado’--. Con ello evita “tener que recoger cada vez uno u otro de los miembros de
la familia a la que implicar se encuentra vinculado” (Grice, 1991: 522). La implicatura
se diferencia de la presuposición en que, en ella, según Grice, debe aparecer el
principio de cooperación, para que sea comprensible. Es decir que es un principio clave
para el intercambio conversacional (y, para nosotros, para cualquier otro) (Grice, 1991:
527-531).

− Enunciación: todavía pensamos que la mejor definición del fenómeno enunciativo es


“el efecto de sentido de los procesos de semiotización por los que en un texto se

14
construye una situación comunicacional, a través de dispositivos que podrán ser o no
de carácter lingüístico” y que puede incluir relaciones entre emisores y receptores
“implícitos, no personalizables”. (Steimberg 2013: 53). Lo enunciativo es, entonces, la
función de construcción de intercambio discursivo, estén o no presentes los
intervinientes durante todo su despliegue. En el enfoque de Eliseo Verón sobre la
mediatización lo enunciativo es clave. Cuando da su tan citado seminario sobre el tema
en Filosofía y Letras de la UBA, lo enunciativo es el nivel clave de descripción y de
periodización del noticiero televisivo; aplica las categorías de simetría y
complementariedad sin incluir lo verbal: el diseño de pantalla, la cantidad de
participantes en ella y la posición de la cámara frente al estudio, definen las relaciones
enunciativas.

− Interacción: es el fenómeno considerado como la más profunda y evidente frontera


entre los medios masivos y las mediatizaciones en red. Pero no cualquier contacto es
una interacción. Bunge, con sencillez, lo ha escrito así: “una interacción es un vínculo,
en tanto que las relaciones de ser más grande que algo o estar a la izquierda de algo
no lo son” (Bunge 2004: 57); es decir que la interacción no debe confundirse con la
copresencia, hay que determinar las relaciones entre los componentes del intercambio
Los avances en inteligencia artificial, la progresiva presencia de intercambios con y
entre máquinas o a través de algoritmos de construcción automática, no disuelven la
ilusión de que allí el individuo, muchas veces investido como actor-red, ha encontrado
su espacio de expresión. Hace más de quince años Carlos Scolari (2004), recuperaba el
subtítulo de su libro para proponer “un camino hacia una sociosemiótica de las
interacciones digitales”.

Las tres primeras fueron descriptas por Gregory Bateson (1979: 93-94) tratando de
precisar modos de contacto y construcciones de grupos y conflictos entre ellos; las tres
siguientes, en cambio, son producto de las transformaciones de los estudios sobre lo
discursivo en el proceso de comprender los límites del enfoque lingüístico para su
comprensión. La de interacción recupera una larga tradición de los estudios
microsociológicos de base conductista no mecanicista.

La presencia de la reciprocidad es imprescindible para sostener la noción de intercambio,


pero es un concepto amplio que hay que describir desde el punto de vista de cada tipo de

15
intercambio: así como puede haber respuestas simétricas o complementarias (a una
opinión responder con una opinión, o a una pregunta responder con una respuesta,
también se puede considerar a una opinión como pregunta), en los intercambios se
producen respuestas con diversas temporalidades: leer un texto impreso milenios
después de ser escrito es un tipo de respuesta dentro de un intercambio.

La presuposición y la implicación provienen de Austin y, como veremos después, es Grice


el que introduce la noción de implicatura. En Austin:

La presuposición y la implicación son dos maneras en las que la verdad de un enunciado puede estar
ligada de modo importante con la verdad de otro, sin que sea el caso que de uno se siga al otro en
el único sentido que toman en cuenta las personas obsesionadas por la lógica (Austin 1982: 97).

Mientras la presuposición en Austin proviene exclusivamente de la lógica proposicional,


la implicación, en cambio, tiene un estatuto ambiguo entre lógica y acción: “puedo asentir
con un movimiento de cabeza, o afirmar o negar algo por implicación cuando digo otra
cosa” (Austin, 1982 57). Al reemplazar implicación por implicatura, Grice despega a la
implicación de la lógica proposicional y la convierte en norma de lo conversacional, es
decir, del intercambio que es lo que resulta clave para nosotros.

Si bien presuposición e implicatura se solapan parcialmente, la diferenciación nos resulta


productiva. La implicatura tenderá en nuestros análisis a comprender los ordenamientos
de interacción propuestos en un intercambio (en el doble sentido de que un posteo, por
ejemplo, implica a otros, pero también que el que responde queda implicado en el
intercambio). La presuposición, en cambio, pondrá siempre en juego los saberes y las
discursividades que se incluyen y/o excluyen del intercambio. La implicatura será siempre
relativamente de frontera y la presuposición expondrá más bien lo intersticial.

Cuando Eco evalúa la “competencia discursiva” dice que

“El comportamiento interactivo se basa en reglas de redundancia de este tipo, y si tuviéramos que
escuchar, leer u observar cada expresión que se nos comunica, analizándola elemento por elemento,
la comunicación sería una actividad bastante fatigosa” (Eco 1980: 243).

Nos preguntamos todavía, si la noción de redundancia debe quedar subsumida, como


aparece en Eco, en tanto condición de base de los intercambios o es mejor diferenciarla
como una relación más, tal como la consideraba la teoría de la información. Es una
discusión en marcha, pero la descripción estilística de un intercambio, puede diferenciar
efectos de sentido por la presencia, o no, de redundancias, sus excesos o sus carencias.

16
La noción de enunciación, por su parte, es propia de la semiótica en general, desde el
momento en que desde la lingüística se trató de construir la noción de discurso. La
importancia que tiene en nuestros estudios está siendo cuestionada por lo que podemos
denominar como evidencias interactivas en la práctica de las nuevas mediatizaciones.

En la semiótica de las mediatizaciones, como vimos en el caso de Verón y el noticiero


televisivo, lo enunciativo nos ha servido como fuente de hipótesis de intercambio en la
comunicación masiva y su delay ente emisión y recepción. Las diferencias veronianas
entre producción y reconocimiento, esas diferentes gramáticas fuentes de
interpretaciones diferenciadas en emisión y recepción, eran estructurales para la
mediatización masiva, pero ¿lo siguen siendo en épocas de interacción? Las respuestas
desviantes y los comentarios tan variados que puede producir el posteo más sencillo en
Facebook, Twitter o WhatsApp, esa dificultad para procesar las ironías, por ejemplo,
muestra que, mientras en un enfoque general, el networking requiere una aproximación
interaccional, en el análisis de cada intercambio lo enunciativo sigue siendo
imprescindible (Fernández, 2016).

Desde dos vertientes en el campo de las ciencias sociales se construye la noción de


interacción. En primer lugar, la desafiante y compleja perspectiva del interaccionismo
simbólico, delineada desde el conductismo por G. H. Mead y aplicada por la escuela de
Palo Alto en general, pero especialmente por Erving Goffman. Posteriormente, la
etnometodología de Harold Garfinkel ha entendido a la interacción principalmente como
contacto, aunque esboza diversos niveles de complejidad.

La diferencia entre el interaccionismo simbólico y el de contacto está en que, en Goffman,


ni la interacción cara a cara es directa: su paradigma de marco (frame) de interacción es
la escena teatral por lo que una performance:

es ese acuerdo que transforma a un individuo en un actor momentáneo, este último, a su vez, objeto
que puede ser visto sin riesgo (offense) en forma completa y extensa, en búsqueda de un
comportamiento involucrado por parte de personas en un rol de ‘audiencia’. (Goffman, 1974: 124,
T.d.A.)

Es decir, nada de contacto directo en las performances cara a cara y recordemos además
que Goffman relaciona la etimología de persona con la de máscara, es decir, más bien en
la línea de personajes más que de personas

17
5. El enfoque metodológico

Veamos ahora cómo el sistema de intercambio discursivo puede ser operacionalizable


para ser estudiado.

En la Figura 1 se presentan, muy esquemáticamente, los momentos de trabajo dentro de


nuestra metodología de investigación, y cómo es el camino, indirecto, que nos lleva al
estudio del corpus, como representación del sistema de intercambio en estudio.
Recordemos que la definición de sistema de intercambio discursivo presupone que el
sentido del intercambio se presenta como efecto de pasaje en los textos intercambiados.
Veamos las diferentes fases de trabajo, según como las aplicamos en nuestra práctica.

3
Estado 5
Semio-Eco Resultados

Dispositivos técnicos

Transposición
Sistema de
intercambio Géneros/Estilos
discursivo
Etno-Socio

Usos/Prácticas

2 4
Semio Análisis 1
historia discursivo Corpus

Figura 1. Esquema metodológico general

La fase 1 es el de la selección del corpus a estudiar, que, como vimos, debe representar
al sistema de intercambio discursivo a estudiar (un estudio semiótico presupone el
conocimiento de la vida sociocultural asociada a ese sistema de intercambio). Por
supuesto que para que una investigación avance productivamente, es muy importante
que el corpus, que será el material de estudio, represente muy bien la materialidad del
sistema.

El corpus está constituido, al menos, por las tres series básicas que hemos mencionado:
la de los dispositivos técnicos, la de las presencias genérico-estilísticas y la de las

18
propuestas de uso o de prácticas comunicacionales asociadas; además, como evidencia
de su complejidad, estas series se pueden descomponer internamente.

En la fase 2 de análisis, que denominamos semiohistórico (Fernández, 2008), el trabajo


consiste en reconstruir el recorrido previo de las series que atraviesan el corpus. En
algunos casos se tratará de series largas, como ejemplos, en el caso de los dispositivos
técnicos, lo tipográfico, en el caso de lo genérico-estilístico, las construcciones de héroes
y villanos provenientes de la épica, la tragedia y la comedia greco-latinas y en el caso de
los usos, una presuposición sobre posición espectatorial propuesta y la búsqueda de
información en el sentido moderno del término.

Dispositivos técnicos

RELACIONES
Transparencia/opacidad
TRANSMEDIA
Transposiciones
INTERTEXTUALES

Sistema de
Lo Genérico-estilístico intercambio
discursivo

RELACIONES
Propuestas de uso
ETNO-ECO-
Tipos de interacciones
SOCIOLÓGICAS

Usos y prácticas

Corpus
Objetivos de
investigación

Figura 2. Estado sociosemiótico

El resultado de ese trabajo, que nos enfoca progresivamente en nuestro corpus, es el que
se presenta en la fase 3, al que denominamos estado sociosemiótico y que puede ser
entendido como el ecosistema mediático discursivo en el que nuestro objeto de análisis
se sitúa. Una esquematización del estado sociosemiótico puede verse en la Figura 2
construido como corte transversal al recorrido semiohistórico. Allí vemos que el proceso

19
de investigación sobre las tres series que, en principio, tienen una cantidad infinita de
rasgos, sólo es limitada por la adecuación a los objetivos de investigación.

Entre las costumbres discursivas en las que se desenvuelve la vida sociosemiótica de


nuestro corpus, notaremos la presencia o no de transposiciones, es decir de rasgos de
textos que provienen de otros sistemas de intercambio, o la presencia de rasgos que
evidencian a la materialidad de sus dispositivos técnicos, como texturas, posiciones de
cámara transparentes o que evidencia su uso, como tomas cenitales o travellings
agitados, diseños gráficos provocadores o clasicistas. Además, entre lo genérico-estilístico
y sus propuestas de uso, se observarán propuestas de pasividad receptiva o participativa,
convocatorias a la expectación reposada o móvil. Es decir que el análisis de las trayectorias
que nos enfocan en el corpus, a pesar de ser semióticas, son analizadas desde un punto
de vista que presupone lo multidisciplinar

Recién una vez establecido el estado sociosemiótico de nuestro corpus, y dadas por
conocidas las trayectorias de las diversas series y sus relaciones en sus costumbres
sociodiscursivas, se comienza con el análisis propiamente discursivo de en la fase 4 de la
Figura 2.

¿En qué consiste el análisis discursivo propiamente dicho en este modelo? Ya lo dijimos
antes: en el registro de las marcas en el corpus que se convierten en huellas del
tratamiento de las diversas series presentes en el material y cuyas trayectorias ya hemos
reconstruido en el momento anterior. Allí circunscribiremos texturas que indican el modo
de construcción de los dispositivos técnicos, tematizaciones y figuraciones que proponen
reciprocidades, simetrías, complementariedades, o figuraciones enunciativas que
construyen interlocutores posibles mediante implicaturas o presuposiciones.

6. Plataformas, performances, circuitos y circulaciones de lo musical

¿Cómo llegamos, desde la sociosemiótica de las mediatizaciones de sonido a enfocarnos


en lo que denominamos como vidas de lo musical, tanto en sus componentes mediáticos,
como en sus diferentes espacios sociales de desempeño?

En primer lugar, compartimos con otros investigadores un campo de estudio de lo


radiofónico y las mediatizaciones de lo musical, que tienen en cuenta enfoques espaciales

20
(Menezes, 2007; de Araújo, 2007). En La construcción de lo radiofónico (Fernández, 2008)
presentamos, por primera vez el modelo de trabajo del punto anterior y, desde ese
enfoque, diversos artículos provenientes de investigaciones individuales dentro de ese
momento del grupo, dieron cuenta del modo en que se fue construyendo la mediatización
radiofónica en la ciudad de Buenos Aires. En artículos de Ximena Tobi, Matías Gutiérrez
Reto, Damián Fraticelli, Mónica Berman, Betina González y Mariano Lapuente se
describieron, tanto el surgimiento de la radio como institución y como discurso, como las
relaciones que la nueva mediatización estableció con la ficción, la música popular y los
deportes. Es, en realidad, un libro sobre historia de los medios, desde un enfoque
semiohistórico, que tal vez tuvo relativamente poca repercusión local, por la secesión que
se registraba en ese momento, todavía, entre lo semiótico y lo histórico en los estudios
sobre medios.

Mientras La construcción de lo radiofónico veía la luz, desarrollábamos otras dos series de


actividades. Por un lado, publicamos una serie de trabajos sobre espacios gráficos y
urbanos (Fernández y Sznaider 2008). Al mismo tiempo, nos cruzamos con los trabajos de
la Orquestra del Caos (2005) y, muy especialmente, de Rubén López-Cano (2008), que nos
permitieron profundizar los estudios sobre los medios de sonido con diferentes aspectos
de la actividad social y musical en los espacios urbanos. A partir de allí, nuestros estudios
están en esa encrucijada productiva de mediatizaciones, músicas y espacios urbanos. En
paralelo, pero en relación constante, se agregaron los vínculos con investigadores,
creadores e intérpretes de la vanguardia electroacústica, especialmente Oscar Pablo di
Liscia, que nos obligaron a encuadrarnos en la materialidad de lo acústico en lo
tecnológico y lo espacial (Basso, Di Liscia 2009).

La primera presentación de los resultados de esas interacciones se produjo en el Dossier


"Música, espacios y medios. Algunas convergencias y divergencias", de nuestra revista
Letra. Imagen. Sonido. Ciudad Mediatizada #5, que incluía trabajos de López-Cano, Di
Liscia y Martín Liut (Fernández 2010).

El segundo momento de publicación de resultados fue, ya lanzados grupalmente al


estudio de las vidas mediáticas de lo musical, especialmente en plataformas en streaming,
la edición de Postbroadcasting. Innovación en la industria musical (Fernández 2014). Allí
se incluyó un primer intento de periodización de las relaciones entre músicas,

21
mediatizaciones y espacios de performances en vivo y artículos sobre diversos fenómenos
en plataformas, producto de las investigaciones de Daniela Koldobsky, Jimena Jáuregui,
Mariano Lapuente, Joel Vargas, María Lucila Nuñez y Georgina Campos. Varios de ellos
todavía no habían comenzado sus estudios de posgrado, pero en todos los trabajos se
aplicó el esquema metodológico que se mostró en las Figuras 1 y 2.

Ya en el momento de publicación de Postbroadcasting…, habíamos comenzado a estudiar


performances musicales en vivo y cara a cara, como los diversos tipos de milongas,
espacios dedicados a la danza del tango en Buenos Aires y a construir tipologías de
músicos desempeñándose en espacios públicos, como las estaciones de subterráneos.

El estudio de nuevos circuitos de producción y distribución musical, que están


relacionados con espacios urbanos diferentes y alternativos para establecer contacto
entre los músicos y sus audiencias, y diferentes modos de intervención en el espacio
social, nos puso en interacción, entre otros, con autores como Víctor Lenarduzzi (2012, el
ya mencionado Cid Jurado (2015), Pablo Semán (2015) y López-Cano (2018), entre
diversos investigadores y equipos dedicados al estudio de la música popular, sus
mediatizaciones y sus relaciones con diversos tipos de performances.

Como uno de los tipos de resultados de nuestro recorrido, hemos construido tres
periodizaciones que relacionan vidas musicales y mediatizaciones: la que denominamos
interna porque tiene que ver con las consecuencias que cada mediatización tiene sobre
el producto final musical, ese que antes de lo digital se compraba finalmente como objeto
y que ahora circula mayoritariamente como archivos en plataformas de streaming
(Fernández 2014: 34-36). También construimos una periodización que denominamos
como cultural, porque relaciona presencias en las vidas de lo musical en el conjunto de
las mediatizaciones de prácticas artísticas y sus relaciones con diversos espacios de
performances en vivo. Por último, propusimos una periodización de las mediatizaciones
del sonido, con especial enfoque en lo musical, desde la presencia callejera y en
conciertos, hasta la escucha con auriculares en movilidad (Fernández 2017b; 2019). Esas
periodizaciones no las hemos propuesto como historizaciones concluyentes sino como
aproximaciones heurísticas para comprender de un modo innovador fenómenos que se
suceden pero que no necesariamente se relacionan directamente.

22
¿Cómo continúa nuestro proyecto de investigación en la actualidad? En dos vertientes: se
avanza en el estudio de aspectos específicos de los intercambios en plataformas
musicales y, por otro lado, estamos estudiando un conjunto de centros culturales
ubicados en el barrio de Villa Crespo, un barrio tradicional habitado por sectores de la
clase media, ubicada en el centro geográfico de la Ciudad de Buenos Aires5.

Villa Crespo tiene un perfil particular, quizás debido a sus orígenes en las orillas del Arroyo
Maldonado, actualmente canalizado. O tal vez porque es el lugar de nacimiento de figuras
clave del tango, como Paquita Bernardo, el primer bandoneón del tango, u Osvaldo
Pugliese, legendario compositor, pianista y director de orquesta.

Durante los últimos años, el vecindario se ha transformado por la presencia de un


movimiento teatral independiente y la aparición de un circuito de centros culturales
alternativos, a menudo no legalmente habilitados, con una fuerte presencia de
performances musicales.

En la actualidad, los centros culturales deberían ser importantes objetos de estudio


porque presentan relaciones entre vidas musicales en plataformas mediáticas y
actuaciones cara a cara. Es decir, se trata de casos privilegiados de postbroadcasting.

Nuestra hipótesis es que, a través de esas relaciones, se están generando nuevos circuitos
de prácticas musicales sostenibles más allá del alcance de las grandes plataformas, como
Spotify, y de las grandes disqueras que, a través de las plataformas en streaming, han
visto volver a crecer sus ganancias y su hegemonía (Rocha Alonso 2016).

Se tendrá en cuenta el esquema metodológico propuesto anteriormente, estudiando


desde un punto de vista sociosemiótico, en primer lugar, la presencia de los centros y sus
actividades en plataformas mediáticas, propias o no, especializadas o generales. Luego,
se agregarán dos metodologías diferente: observación participante (Agar 2006), con la
realización de videos y colección de materiales de comunicación pertenecientes al centro;
se realizarán esquematizaciones del espacio y sus circulaciones internas; se describirá el
espacio de actuación y el juego de distancias con el público; y se registrará el desarrollo

5
Dentro del equipo se van ampliando los estudios en diversas plataformas, así, entre otros investigadores,
Pablo Porto-López (2014) avanza con sus estudios sobre la edición/curadoría en las plataformas
informativas on-line y Ximena Tobi (2019) se mete con las propias mediatizaciones que organizan (o
desorganizan) la vida dentro de la comunidad universitaria de Fsoc-UBA.

23
de las performances, incluyendo la observación de la interacción de los miembros del
público con los músicos y entre diversos sectores entre ellos. Por último, se aplicarán
entrevistas en profundidad con tomadores de decisiones y asistentes (Ginesi 2018). Se
preguntará a los responsables de los locales sobre la importancia y las formas de
interacción entre redes, boca a boca y cara a cara, y los asistentes se les pedirá reconstruir
el proceso por el que se informaron para llegar al centro en el que están, su habitualidad
y las alternativas que conocen y/o practican. Los primeros artículos sobre esta
investigación han comenzado a publicarse (Videla 2019) y nos llevan a relacionarnos con
enfoques redológicas, de las cuales, la información y resultados que obtenemos sería una
materia prima necesaria.

La otra línea de investigación se enfoca en lo que tendemos a denominar como proceso


de maduración de las plataformas. Denominamos así al recorrido de sofisticación de usos
que toda plataforma, y sus usuarios en red, emprenden, sea por sucesivos rediseños de
los desarrolladores, sea por los usos cada vez más sofisticados que van imponiendo sus
usuarios. Como dos ejemplos centrales: WhatsApp va dejando de ser una plataforma de
mensajería interindividual y Spotify una plataforma dedicada exclusivamente a la música.

El proceso de maduración de las plataformas genera procesos divergentes que dificultan


la investigación y aún la intervención profesional en sus usos. Frente a esa situación se
requieren diversas líneas de investigación, entre ellas la que tienen que ver con
fenómenos de curaduría (Koldobsky 2016) y de recomendación (Cingolani 2017).

En la línea de los temas de recomendación en las plataformas y la presencia de algoritmos


maquínicos para la realización de esa tarea de convergencia de consumos, le prestamos
atención a un artículo -no académico, pero con muy buena información- de Sophia Ciocca
(2017), presentada por el sitio en el que se publica como una “ingeniera en software” que
va a explicar el lugar de “…la ciencia detrás de las recomendaciones personalizadas de
música”. El artículo de Ciocca propone descripciones de los métodos de Spotify para
construir una playlist semanal, denominada Discover Weekly que, desde 2015, presenta
cada lunes a usuarios premium 30 temas que cada uno de ellos “nunca ha escuchado pero
que probablemente amen”. Ciocca considera que nadie conoce mejor sus gustos que este
servicio y para nosotros tiene el interés de desafiar en ciertos aspectos a las costumbres
del análisis semiótico.

24
Según Ciocca, Spotify aplica tres modelos de recomendación diferentes: modelos de
filtrado colaborativo; Natural Language Processing (NLP) models, mediante softwares de
análisis de textos y modelos de análisis de audios en bruto.

En el filtrado colaborativo, mientras Netflix utiliza las evaluaciones en estrellas dada por
sus usuarios, en Spotify se tiene en cuenta la aprobación implícita en las solicitudes de
músicas. Como datos adicionales se aplican otras informaciones del streaming como la
utilización de los temas en las propias play-lists de los usuarios y las visitas a las páginas
de los músicos. Es, por decirlo así, el sistema algorítmico más sencillo, matchea usuarios
y calificaciones parecidos

El segundo tipo de recomendación de Spotify, es a través de los Natural Language


Processing (NLP) models, que son los que están más cercanos a las prácticas del análisis
del discurso. Según Ciocca ellos utilizan lo que denominan “vectores culturales" o
"términos top". Esto permitiría establecer vectores para determinar parecidos y
asociaciones entre diferentes temas musicales. Hemos discutido la necesidad de sofisticar
las clasificaciones estilísticas para, luego, sofisticar los clústeres que clasifican temas
musicales según sus etiquetados o vectores (Fernández 2018b).

El tercer modelo de recomendación que sugiere Ciocca nos resulta de interés porque
cuestiona la necesidad de contar con teorías discursivas, lo cual, si bien debe inquietar a
los semióticos, también puede verse como una oportunidad de reconstruir objetos y
enfoques de estudio. Se trata de la aplicación de Modelos de audio en bruto (Raw Audio
Models)6. Lo de audio en bruto remite a que se trabaja con perfiles sonoros de los temas
musicales, más allá de su clasificación genérico-estilística. Este es un componente de
novedad que nos obligará a discutir estos aspectos con nuestros colegas del mundo
electroacústico. Este tipo de modelo de recomendación sería útil para las
recomendaciones predictivas sobre temas nuevos o desconocidos por el usuario. Es una
proposición rara, porque presupondría que los nuevos temas no estarían incluidos en
paradigmas genérico-estilísticos, sino que se los asociaría a patrones de uso (momentos,
actividades o estados de ánimo). Si bien cuestiona lo que entendemos como actividad

6
Las tecnologías clasificatorias de estos perfiles de audio son las convolutional neural networks, la misma
tecnología que está en la base del reconocimiento facial. Sobre ésta área, nueva para nosotros, estamos
avanzando en estos momentos

25
metadiscursiva necesaria para comprender las circulaciones culturales, tiene el interés de
asociar temas y usuarios de lo musical por lo que se considera la materia prima de la
música: los perfiles de audio. Imaginamos que esto generará discusiones específicas con
la musicología, pero ello mismo es también un motivo de interés.

Como se ve, nuestras dos líneas de investigación nos llevan hacia las fronteras de nuestra
disciplina: en un caso, hacia afuera, a interactuar con la etnografía, la ecología de los
medios y la redología y hacia adentro, a observar y entender desde otro punto de vista la
materialidad musical y su relación con las recepciones no conscientes.

6. Conclusiones. Del broadcasting al postbroadcasting

Un objetivo central ha sido representar la trayectoria de investigación de un equipo de


trabajo sin que gane la escena la autocomplacencia. Si en algo se ha conseguido ese
propósito, será gracias a un enfoque micro desde el que puede capturarse la complejidad
de ciertos procesos, que suelen quedar disimulados desde lo macro, ocultando sus
aportes a los procesos de producción de sentido.

La recurrencia de términos como postbroadcasting, complejidad, intersticialidad y


fronteras representa que estamos, y lo estaremos por bastante tiempo, en terrenos
inseguros, no metabolizados todavía por los verosímiles académicos.

La Semiótica, enfrentando largos procesos de investigación como disciplina de base, debe


adaptarse a la profundización de estudio de sus objetos y, además, a la transformación
histórica de los mismos. Las mediatizaciones han sufrido transformaciones constantes
durante el siglo XX y en el pasaje al siglo XXI.

El cruce de estudios sobre mediatizaciones de sonido y plataformas musicales con el


estudio de comunicación y música en espacios públicos o especializados, representa
buena parte de lo importante que está ocurriendo en el gran ecosistema mediático de
nuestra época: postbroadcasting es la denominación que proponemos para este
momento, en el que los medios masivos no terminan de desaparecer, y tal vez no lo hagan
nunca, y las plataformas mediáticas no se deciden a ocupar su lugar, y tal no tampoco lo
hagan en el futuro.

26
La complejidad y la pluridisciplinariedad no se eligen, se imponen a las investigaciones
desde la semiótica de las mediatizaciones. La respuesta no debe ser la resistencia, dado
que nada disolverá las incumbencias semióticas, sino que el camino es la adaptación y la
porosidad de las fronteras.

Por último, esperamos que haya quedado en evidencia la importancia de estudiar, por un
lado, mediatizaciones y aspectos intersticiales, aun en plataformas que están en el centro
de la escena sociocultural. Además, sostener a las vidas de lo musical como un escenario
clave en el que, lo que otras áreas de la vida social y hasta laboral, son motivo de
experiencia, en ellas ya son práctica profesional.

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