La Gran Iglesia del siglo III se extendía por todo el Imperio Romano y más allá, con cristianos que hablaban latín, griego, siríaco y copto. Aunque no había unidad completa de fe, las comunidades cristianas estaban organizadas bajo obispos y presbíteros. El cristianismo se propagó a Armenia, la India y más allá, aunque también sufrió persecuciones esporádicas dentro del Imperio Romano.
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La Gran Iglesia del siglo III se extendía por todo el Imperio Romano y más allá, con cristianos que hablaban latín, griego, siríaco y copto. Aunque no había unidad completa de fe, las comunidades cristianas estaban organizadas bajo obispos y presbíteros. El cristianismo se propagó a Armenia, la India y más allá, aunque también sufrió persecuciones esporádicas dentro del Imperio Romano.
La Gran Iglesia del siglo III se extendía por todo el Imperio Romano y más allá, con cristianos que hablaban latín, griego, siríaco y copto. Aunque no había unidad completa de fe, las comunidades cristianas estaban organizadas bajo obispos y presbíteros. El cristianismo se propagó a Armenia, la India y más allá, aunque también sufrió persecuciones esporádicas dentro del Imperio Romano.
La Gran Iglesia del siglo III se extendía por todo el Imperio Romano y más allá, con cristianos que hablaban latín, griego, siríaco y copto. Aunque no había unidad completa de fe, las comunidades cristianas estaban organizadas bajo obispos y presbíteros. El cristianismo se propagó a Armenia, la India y más allá, aunque también sufrió persecuciones esporádicas dentro del Imperio Romano.
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LA GRAN IGLESIA
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La imaginería visual que sobrevive de los siglos III y IV del
cristianismo es verdaderamente impresionante. Aquí tenemos a Cristo, el buen pastor, de una representación del tercer siglo en las catacumbas romanas; las ovejas y el pastor, una de las representaciones más tempranas. También del siglo III, de Roma, tenemos una de las primeras inscripciones cristianas.
De las catacumbas del siglo IV, tenemos a Cristo curando a la mujer
que sangra, de los evangelios sinópticos.
A finales del siglo II, el filósofo pagano Celso, a quien nos
encontraremos más tarde —escribiendo contra Orígenes—, habló de "la Gran Iglesia".
La Gran Iglesia era un conjunto de cristianos esparcidos por el
mundo, que vivían sobre todo en ciudades, pero también en zonas rurales.
Hubo un gran número de conversiones en el norte de África y Asia
Menor. Pero incluso más allá, en Armenia y Mesopotamia, los cristianos eran una minoría en un mundo hostil.
Pero las lenguas que hablaban ya desde el 200 eran el latín, el
griego, el siríaco y el copto Y sus formas de culto eran muy variadas.
En muchas áreas estos cristianos estaban organizados en iglesias,
con obispos y presbíteros. Y como diáconos, había hombres y mujeres. Enseñaban a los nuevos miembros de la fe lo esencial con catecismos, antes de ser bautizados.
Para el siglo III encontramos cristianos que habían crecido en la fe
junto a aquellos que se habían convertido.
El culto de la Iglesia en el siglo III tomó muchas formas: himnos,
oraciones, lectura de los textos sagrados y su interpretación, pero también la comunión eucarística. La Eucaristía se asoció cada vez más al sacrificio de Cristo en la cruz. Transmitía una idea de misterio. Era de carácter sagrado, apartado de todas las demás actividades. Formaba el cuerpo de Cristo.
Sin embargo, no debemos imaginar que había un conjunto uniforme
de interpretaciones. En la celebración eucarística, había diversidad de prácticas en la Iglesia.
Sin embargo, para el siglo III, la Iglesia se estaba desarrollando.
Proyectaba a sus comunidades una idea de unidad que se extendía por todo su alcance geográfico.
Había creyentes que tenían diferentes interpretaciones de la fe,
incluyendo quién era la figura de Jesucristo.
Sin embargo, esta idea de una comunidad en crecimiento de la que
he hablado no debe ser confundida con una completa unidad de fe. La Gran Iglesia del siglo III ha sido descrita por un historiador como una red de iglesias locales en varias áreas cultural, vinculadas por canales de comunicación y relaciones personales.
El obispo de Roma era visto como la figura principal en la Iglesia,
pero no existía la jerarquía que surgiría más tarde. Además no había un acuerdo sobre el canon de la Biblia. Es importante que recordemos que las figuras más significativas del cristianismo y de la Iglesia en este periodo eran los obispos. Tenían una autoridad considerable pero también diferirían entre sí en cuestiones importantes de doctrina y práctica.
En la gran Iglesia del siglo III había muchas divisiones locales e
incluso separaciones, porque la línea entre la ortodoxia y la herejía no estaba del todo clara.
Un buen ejemplo es una persona de la que hablaremos más adelante
cuando hablemos la Iglesia del norte de África, Tertuliano de Cartago.
Los obispos desempeñaron un papel crucial en el desarrollo de sus
comunidades y en vincular a estas comunidades con el resto de la Iglesia.
Estos líderes de los siglos II y III tenían que construir iglesias,
construir iglesias desde la enseñanza de la fe apostólica, interpretando las palabras de las Escrituras.
Conforme la Iglesia continuó creciendo, la fe tuvo que adaptarse a
diferentes culturas, diferentes idiomas e incluso, como veremos, a la filosofía del mundo antiguo.
El alcance de la Gran Iglesia era verdaderamente asombroso. El
Imperio romano en este momento se extendía desde Gran Bretaña hasta Dura- Europos, en Mesopotamia. Pero para principios del siglo III había encontrado considerables dificultades y estaba en decadencia. Dentro del Imperio, los cristianos, esporádicamente, sufrieron persecución. La primera fue a principios del siglo III. Fue el tiempo de Perpetua. Murió en Cartago en 203.
Orígenes, de quien también hablaremos, perdió a su padre en ese
momento.
Aproximadamente 50 años después el emperador Décimo ordenaría
más persecuciones. Duraron solo un año, hasta su muerte. Pero supuso el fin de muchos cristianos notables, que fueron víctimas, como el mismo Orígenes, que fue torturado y murió poco después.
Cipriano, el gran obispo de Cartago fue ejecutado tras la renovación
de la persecución en 258 bajo Valerio. Sixto II, obispo de Roma, también murió por entonces.
El período de persecución más conocido que encontraremos fue con
Diocleciano a finales del siglo III. En ese momento el Imperio estaba en seria decadencia económica y las reformas políticas del emperador, cuya autoridad estaba dividida entre cuatro jerarcas, no consiguieron detenerla. La persecución fue en gran parte en el este, donde los cristianos tenían que hacer sacrificios a los dioses y al emperador.
Iglesias fueron destruidas, bienes confiscados, y los libros
sagrados tuvieron que ser entregados. Los mismos cristianos fueron detenidos.
La severidad de la persecución fue mayor en el norte de Africa y
dio origen a una cultura cristiana diferenciada.
Veamos la propagación de las Iglesias cristianas en el siglo III.
Necesitamos mirar algo más lejos. Durante gran parte del siglo III, por ejemplo, los cristianos persas pudieron vivir en relativa paz.
Pero durante este periodo, al crecer el número de cristianos,
resultaron afectados por la continua guerra entre el Imperio persa y Roma.
Los cristianos en Persia hablaban siriaco y era la lengua de su
liturgia y de su doctrina.
Los cristianos persas enviaron misioneros a la India y China.
Nuestros registros nos dicen que el cristianismo llegó a lo que es el
Afganistán actual alrededor del año 200. Parece que hubo un vínculo entre las Iglesias de Siria y la India.
Es posible que los misioneros viajaran por las rutas comerciales de
Mesopotamia a la India.
Una de las historias más notables es la conversión del Reino de
Armenia en el siglo III. Fue la primera conversión de una casa real y de un rey. Un reino entero se había convertido al cristianismo. La Biblia fue traducida al armenio.
La gran edad de la Iglesia, la Gran Iglesia, vio el extraordinario
crecimiento del cristianismo pero fue simultáneamente una época de persecución.
El cristianismo, recordemos, no era una religión legal ni en el
Imperio persa ni en el romano.
Pero fue en Roma y dentro del imperio donde se cambiaría