Alimentación Emocional
Alimentación Emocional
Alimentación Emocional
1. ¿Qué son las emociones? ¿Para qué sirven? ¿Por qué tenemos emociones ?
Es una reacción que tenemos ante las cosas que nos suceden. Las sensaciones corporales son las
que nos ayudan a identificar las emociones (por ejemplo: el nudo en la garganta cuando estamos
tristes).
Todas las emociones son positivas, ya que nos ayudan de una forma. Son un mapa que nos
ayuda a identificar lo que ocurre tanto a nuestro alrededor como dentro de nosotros mismos. Es
en estas señales donde también podemos ver la función de las mismas: el miedo, nos lleva la
sangre a las piernas para poder salir corriendo, la tristeza nos lleva a aislarnos para poder
reflexionar, etc.
Aceptación de todas las emociones, sean agradables o desagradables para nosotros. Apuntar
características de las emociones: no son permanentes, son muy poco duraderas ya que somos
nosotros quien hacemos que duren más.
Mayor tolerancia a las emociones que nos generen malestar. Actualmente “me siento mal por
sentirme mal” (consecuencia del mr. wonderfull)
Toda emoción que sea adaptativa es esencial, sin juzgarlas y sin querer quitarlas pronto del
medio.
Esta relación comienza desde muy pequeños, por ejemplo esa comida especial que nos hacían
nuestros abuelos, padres para nosotros desencadena en nosotros un buen recuerdo y por ello,
nos desencadena emociones agradables. Muchas veces la mayoría de los reforzadores son
comida, porque en el pasado han sido un reforzador que han actuado como un premio. No solo
actúa como premio sino que actúan como recompensa por un mal día, o para saciar o terminar
con algo que no nos gusta (rabieta del niño). Se trata de una relación de condicionamiento. Por
tanto la comida puede tener distintas funciones como: recompensa y calma.
Cuando pensamos en comida ¿cómo nos sentimos? Calma, control, placer, consuelo, compartir
momentos, forma de regularnos el estrés o la ansiedad, etc. Si somos capaces de identificar con
qué emociones asociamos la comida, es un paso para ver cuándo estamos comiendo por una
emoción u otra. Lo principal es identificar cómo nos sentimos en ese momento, cuando
identificamos la emoción podemos tomar otras estrategias para no acudir siempre la comida.
Sabemos que a corto plazo la comida puede servir para regular nuestras emociones pero a ¿largo
plazo funcionan?. “como porque me siento mal pero luego me siento mal (culpabilidad)”. La
comida actuaría como un parche. Metáfora de la despensa. Cuando tenemos una emoción y
la tapamos con un parche (comida), la emoción no desaparece (no se ha trabajado sobre ella), en
un primer momento nos sirve como alivio pero a largo plazo se convierte en una solución que
nos acarrea más problemas: ya no es solo la emoción, sino también sentir otras emociones a
causa de haber recurrido a la comida, sentirse mal fisiológicamente (mala digestión), etc. Es
como la droga, el tabaco o el alcohol es como un círculo vicioso. La comida actúa como un
refuerzo negativo.
Pensar en dos situaciones: una situación que haya comido porque creía que tenía hambre y otra
situación donde haya comido por mis emociones.
Preguntas claves:
a) ¿Hace cuánto he comido? Si he comido hace media hora, hay muy pocas
probabilidades de que sea por hambre fisiológica
b) ¿Desde cuándo estoy sintiendo esta sensación de hambre? Para ver el componente
gradual o impulsivo
c) ¿Dónde siento ese hambre? Estómago o es más propio de presión del pecho, tensión,
etc.
d) ¿Qué es lo que me apetece comer? Ver si lo que nos apetece son los alimentos
consuelos
e) ¿Si como algo diferente, voy a calmar también ese hambre? Experimentos
conductuales con yogur y dos lonchas de pavo
f) ¿Qué emoción estoy tratando de calmar? ¿Cómo me he empezado a sentir? Todo
esto si las preguntas anteriores nos está indicando a que es hambre emocional
3. Pautas de intervención