Jurisprudencia Del Delito de Falsedad Ideologica Como Interpretacion Derivada Del Articulo 39 PDF
Jurisprudencia Del Delito de Falsedad Ideologica Como Interpretacion Derivada Del Articulo 39 PDF
Jurisprudencia Del Delito de Falsedad Ideologica Como Interpretacion Derivada Del Articulo 39 PDF
SUMARIO:
V-800-F-96
San José, a las diez horas del veintitrés de diciembre de mil novecientos
noventa y seis.
RESULTANDO:
CONSIDERANDO:
POR TANTO:
motivada, toda vez que los juzgadores señalan con claridad cuáles son las
razones por las que consideran que el delito de falsificación de
documento público fue acreditado, sin que exista duda al respecto. En
este sentido, nótese que en la sentencia se determina con precisión que
el imputado necesariamente participó en la confección de la cédula falsa,
tomándose como base no sólo el interés por obtener un beneficio
patrimonial antijurídico al portar una cédula con su fotografía, pero
suplantando el nombre de otra persona, sino también se valora que
necesariamente debió intervenir en la elaboración, al aparecer el
documento con una fotografía suya portando el nombre de otra persona. Es
un hecho público y notorio que las cédulas de identidad llevan una
fotografía de la persona portando un cartel con su nombre, hecho que en
todo caso aquí confirma la versión del abogado, quien manifiesta que sacó
la fotocopia que aparece en autos donde consta tal situación. En
consecuencia, para la elaboración del documento el imputado debió hacerse
fotografiar portando un cartel con el nombre de la persona que iba a
suplantar, lo que constituye una activa intervención en la falsedad, con
pleno dominio sobre el hecho. Asimismo, véase que los testigos María de
los Angeles Solano López (folio 139 vuelto, línea 27 en adelante), Rafael
Angel Valverde Blanco (folio 139, línea 10 en adelante) y Ricardo Calvo
Gamboa (folio 138, línea 21 en adelante) son coincidentes en señalar al
imputado como la persona que se hizo pasar como el legítimo propietario
del lote y el auténtico titular de la cédula, incluso Valverde Blanco y
Calvo Gamboa manifiestan que tuvieron la cédula falsa en sus propias
manos, sacándole una fotocopia a la misma, no observando en aquel momento
irregularidad alguna, pues la fotografía que aparecía en la misma
correspondía al imputado. Documento que además fue reconocido como el que
consta en la fotocopia de folio 27 del expediente, a través del cual se
viene a confirmar que la cédula en discusión la portaba consigo Chaves
Céspedes el día de los hechos. Por último, se debe señalar también que,
aún cuando le hubiese asistido razón a la recurrente, no existiría
interés alguno en decretar el defecto que reclama, dado que -como se
señala en el Considerando B de la sentencia- el hecho fue calificado en
concurso ideal en relación con la falsedad ideológica, el uso de
documento falso y la estafa que se le venía acusando a su defendido,
delincuencia por la que se le impuso la pena de cinco años de prisión,
tomándose como base la penalidad el delito de más gravedad y que
corresponde al ilícito de estafa, cuya pena máxima es de diez años de
prisión, penalidad que no habría variado en absoluto aún cuando se
hubiese acogido el recurso por el extremo reprochado. Por tanto, se
declara sin lugar el único motivo del recurso interpuesto por la defensa.
POR TANTO:
Se declara sin lugar el recurso planteado por la defensa del imputado
Chaves Céspedes. NOTIFIQUESE.-
***
Resolución 1186-98.DOC
1 nota Sup. LBJ Exp: 95-200324-416 PE Res: 001186-98 SALA TERCERA DE LA
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las nueve horas quince minutos del
tres de diciembre de mil novecientos noventa y ocho.
Recurso de casación interpuesto en la presente causa seguida contra
RAFAEL ANGEL VALVERDE JIMENEZ, costarricense, mayor de edad, divorciado,
agricultor, vecino de Puntarenas, hijo de Alcides Valverde Mondragón y de
Rosa Jiménez Cruz, cédula de identidad número 9-072-410; por el delito de
FALSEDAD IDEOLOGICA cometido en perjuicio de GUIDO RODRIGUEZ RODRIGUEZ y
LA FE PUBLICA. Intervienen en la decisión del recurso los Magistrados
Daniel González Alvarez, Presidente, Jesús Alberto Ramírez Quirós, Mario
Alberto Houed Vega, Alfonso Chaves Ramírez y Carlos Luis Redondo
Gutiérrez este último en calidad de Magistrado Suplente. Intervienen
además en esta instancia, el Licenciado Edwin Daniel Leiva Jara, como
defensor particular del encartado, y la Licenciada Ana Eugenia Sáenz
Fernández como representante del Ministerio Público.
RESULTANDO:
1.- Que mediante sentencia N 100-98 de las dieciséis horas treinta
minutos del trece de mayo de mil novecientos noventa y ocho, el Tribunal
de Juicio de Puntarenas, resolvió: "POR TANTO De conformidad con lo
expuesto, reglas de la sana crítica racional y artículos 33, 39 y 41 de
la Constitución Política, 1, 30, 31, 45, 50, 51, 71 incisos a) a d), 358
del Código Penal; 1, 198, 392 a 400, 545 del Código de Procedimientos
Penales, Transitorio I de la Ley de Reorganización Judicial al resolver
en definitiva la presente causa y por la unanimidad de los votos emitidos
este Tribunal resuelve: declarar a RAFAEL ANGEL VALVERDE JIMENEZ autor
responsable del delito de FALSEDAD IDEOLOGICA en perjuicio de GUIDO
RODRIGUEZ RODRIGUEZ y LA FE PUBLICA por lo que se le impone la pena de
TRES AÑOS DE PRISION. La pena impuesta se descontará en el centro
carcelario según lo determinen las leyes y reglamentos penitenciarios,
previo abono de la preventiva sufrida en el presente asunto. Son las
costas del proceso a cargo del imputado, quedando los gastos del mismo a
cuenta del Estado. Una vez firme este fallo inscríbase en el Registro
Judicial, testimoniénse piezas para ante el Instituto Nacional de
Criminología y el Juzgado de Ejecución de la pena. Dado que el imputado
VALVERDE JIMENEZ acusa juzgamientos pero éstos se encuentran prescritos
lo pertinente es otorgarle el beneficio de condena de ejecución
condicional de la pena por un período de prueba de CINCO AÑOS, bajo el
apercibimiento de que si incurriese durante ese plazo en la comisión de
un delito doloso sancionado con pena superior a los seis meses de prisión
se le revocaría el beneficio otorgado en este fallo.- NOTIFIQUESE
MEDIANTE LECTURA. Lic. Marianela Vargas Cousin Juez Integrante Lic.
Alfredo Madriz Araya Lic. Marco Ant. Rodríguez Rescia" (sic).
2.- Que contra el anterior pronunciamiento el defensor particular del
imputado, Licenciado Edwin Daniel Leiva Jara, interpuso recurso de
casación por la forma y fondo. En el primero de sus dos motivos por
vicios in procedendo, el recurrente alega quebranto de lo dispuesto por
los ordinales 1, 6 y 12 del Código de Procedimientos Penales de 1.973 y
***
Resolución 1448-99.DOC
Res: 1999-01448 SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a
las ocho horas con cuarenta minutos del diecinueve de noviembre de mil
novecientos noventa y nueve.
Recurso de casación, interpuesto en la presente causa seguida contra
SHEILA QUIRÓS VARGAS, mayor, casada, vecina de Pérez Zeledón, por el
delito de FALSEDAD IDEOLÓGICA, Y USO DE DOCUMENTO FALSO CON OCASIÓN DE
ESTAFA, EN CONCURSO IDEAL, en perjuicio de LA FE PÚBLICA. Intervienen en
la decisión del recurso, los Magistrados Daniel González Alvarez,
Presidente, Mario Alberto Houed Vega, Rodrigo Castro Monge, Joaquín
Vargas Gené y Carlos Luis Redondo Gutiérrez, éstos dos últimos como
Magistrados Suplentes. También interviene el licenciado Walter Francisco
Corrales Granados, como defensor particular. Se apersonó el representante
del Ministerio Público, licenciada Ana Eugenia Sáenz Fernández.
Resultando: 1.- Que mediante sentencia N° 458-99, dictada a las dieciséis
horas del diecinueve de abril de mil novecientos noventa y nueve, el
Tribunal Penal del Primer Circuito Judicial de San José, resolvió: "POR
TANTO: En mérito de lo expuesto, normas y leyes citadas, artículos 39 y
41 de la Constitución Política, artículos 1, 11, 18, 21, 30, 31, 45, 50,
51, 71, 75, 216 inciso dos, 358 y 363 del Código Penal, artículos 392,
393, 395, 396, 397, 399, 400, 543 del Código de Procedimientos Penales,
este Tribunal declara a SHEILA QUIROS VARGAS autora responsable de los
delitos de FALSEDAD IDEOLOGICA, USO DE DOCUMENTO FALSO CON OCASIÓN DE
ESTAFA, en concurso ideal, y como tal se le impone la pena de CUATRO AÑOS
DE PRISION, pena que deberá descontar en el centro penal correspondiente
previo abono de la preventiva cumplida si la tuviere. Firme el fallo
entre los seis meses hasta los diez años, la sanción fijada se encuentra
dentro de los límites permitidos, por lo cual no existe el vicio alegado
por el recurrente.
Por Tanto: Se declara sin lugar el Recurso de Casación interpuesto por el
Defensor particular de la imputada Sheila Quirós Vargas. NOTIFIQUESE.
***
Exp: 96-000526-0199-PE
Res: 2000-00174
SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las diez horas
del dieciocho de febrero del dos mil.
Resultando:
Considerando:
II. Como segundo motivo, la recurrente señala que hay incongruencia entre
la acusación y la sentencia. En concreto, manifiesta que el Ministerio
Público basó su actuación en el hecho de que los encartados falsificaron
la cédula de identidad de Jorge Mernies Elizalde, pero que el Tribunal
tuvo por demostrado que los imputados “se habían provisto de una cédula
de identidad espúrea” (folio 654). A juicio de esta Sala, el alegato en
cuestión debe rechazarse. Es cierto que la Fiscalía formuló su
acusación basada en el supuesto de que Carlos Arturo Brenes Sánchez, en
asocio con el imputado rebelde, “procedieron a falsificar una cédula de
identidad número 8-057-574, a la cual le insertaron la fotografía de
Chaves Lobo pero los datos personales del señor Jorge Mernies Elizalde .
. .” (folio 651). Pero no puede obviarse que también aducía el órgano
acusador que “ . . . se apersonaron hasta las afueras de la citada
oficina de abogados el encartado Carlos Arturo Brenes Sánchez y Lubín
Gerardo Chaves Lobo, portando este la cédula de identidad falsa a nombre
de Jorge Mernies Elizalde con su fotografía . . .” (folio 651). Como
puede observarse, el Ministerio Público sí contempló en el cuadro fáctico
de su requerimiento, el hecho de que el justiciable portaba un documento
de identidad falso. Lo anterior resulta a todas luces congruente con lo
demostrado por el tribunal, ya que para tener a mano esa cédula y
pretender utilizarla, debió haberse provisto de ella. Por lo expuesto,
actuaban con pleno dominio del hecho preparando sus golpes, incluyendo en
ello toda la labor previa, concomitante y posterior que se requería
desplegar para lograr sus bajos propósitos” (folios 668 y 669). Al
decir que en este caso los integrantes de la banda actuaban “con pleno
dominio del hecho”, se hace referencia a un fenómeno en el que la
coautoría se produce “por un reparto de papeles entre los diversos
intervinientes en la realización de un delito . . .”, siendo “lo decisivo
en la coautoría es que el dominio del hecho lo tienen varias personas
que, en virtud del principio del reparto funcional de roles, asumen por
igual la responsabilidad de su realización” (Muñoz Conde, Francisco y
Mercedes García Arán. Derecho Penal. Parte General, Valencia, España,
Tirant Lo Blanch, 3ª. Edición, 1998, p.485; la negrilla y el subrayado no
son del original). Así las cosas, el órgano juzgador acreditó que se
estaba en presencia de una agrupación que actuaba en conjunto, razón por
la cual deben considerarse coautores en los términos del artículo 45 del
Código Penal, resultando por lo anterior que todos responden por la
actuación ilícita referida. Ahora bien, a ello debe agregarse que se
tuvo como primer hecho demostrado que la banda, de la que formaba parte
el encartado, falsificaba cédulas para suplantar a ciertas personas con
bienes inscritos en el Registro de la Propiedad (folio 652). Así las
cosas, independientemente de que los testigos hicieran referencia o no a
quién insertó o hizo insertar la falsedad en los documentos de
identificación, lo cierto es que se sabe que la organización criminal lo
hizo a sabiendas de sus integrantes y por ello la responsabilidad por ese
hecho cobija a todo el grupo.
Por Tanto:
***
Exp: 97-200067-0335-PE
Res: 2000-00742
SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las diez horas
con treinta y cinco minutos del treinta de junio del dos mil.
Resultando:
Considerando:
por falta de aplicación; 318 a 321 por aplicación indebida, todos del
Código Procesal Penal, por cuanto no se concedió la acción civil
pretendida al excluírsele del proceso en forma irregular por el Tribunal
de Juicio de Cartago, mediante resolución de las 13 horas del 10 de junio
de 1999, violentándose el debido proceso y la intervención de la parte
actora civil. El reclamo es improcedente. Si bien es cierto a la señora
Lilliana Solano Leandro, en su calidad de actora civil, el Tribunal de
Juicio de Cartago, mediante resolución de las 13 horas del 10 de junio de
1999, la excluyó del litigio, tal disposición – procesalmente ajustada a
derecho - en modo alguno vulneró el debido proceso ni su derecho de
intervención. En efecto, del estudio del expediente se aprecia que la
señora Solano Leandro, en su condición de albacea de la sucesión
tramitada ante la Alcaldía Civil de Cartago bajo el número 876-88; como
ofendida en esta causa penal y damnificada directa, así como
representante de la sucesión y sus herederos, interpuso la
correspondiente acción civil resarcitoria, dentro del proceso penal
incoado contra los acusados Ana María Pérez Granados y Rodrigo Garita
Gómez, dirigiéndola exclusivamente contra el señor Garita Gómez, no así
contra la notaria Pérez Granados – Cfr. folios 351 y 352 – Siendo que
este asunto se inició con la normativa contenida en el Código de
Procedimientos Penales de 1973 – legislación aplicada de conformidad con
el Transitorio I del Código Procesal Penal -, el artículo 58 señalaba que
el ejercicio de la acción civil procedería aun cuando no estuviere
individualizado el imputado, y si en el proceso hubiere varios acusados y
civilmente demandados, la pretensión resarcitoria podría dirigirse contra
uno o más de ellos, pero cuando el actor no mencionara a ningún
justiciable, se entendería que se dirige contra todos. En el caso que nos
ocupa, la actora civil, dirigió su pretensión resarcitoria únicamente
contra el señor Rodrigo Garita Gómez, no así contra la acusada, a la que
excluyó del reclamo, teniendo oportunidad posteriormente para incluirla,
hasta antes de la clausura de la instrucción – artículo 59 ibídem –
término dentro del cual la señora Solano no ejerció sus derechos
ampliando el reclamo civil. El señor Garita Gómez fue sobreseído
obligatoriamente de la presente causa penal por el Juzgado Primero de
Instrucción de Cartago, mediante resolución de las 8:40 horas del 18 de
abril de 1995- ver folios 233 a 235 – confirmado en apelación por el
Tribunal Superior de Cartago, mediante el Voto 288-95 de las 13:10 horas
del 6 de junio de 1995 – folios 245 y 246 vuelto – declarando esta Sala
sin lugar el recurso de casación que la actora civil planteara contra esa
última resolución – Voto 445-F-96 de las 8:35 horas del 23 de agosto de
1996, folios 263 a 265 -; en consecuencia sólo quedó subsistente el
proceso penal por Falsedad ideológica contra la imputada Pérez Granados,
y conforme lo señaló el tribunal en la resolución cuestionada, la señora
Solano Leandro, debía ser excluida del proceso en su condición de actora
civil, pues como se indicó supra, en el momento procesal oportuno sólo
accionó civilmente contra uno de los acusados, individualizándolo, por lo
que los efectos de tal acción no pueden extenderse automáticamente a la
también justiciable Ana María Pérez Granados, a quien nunca se le
demandó, precluyendo la oportunidad procesal para interponer una demanda
III .- RECURSO DEL LIC. CARLOS MANUEL ESTRADA NAVAS. Recurso por el
fondo. El recurrente reclama la indebida aplicación de los artículos 1,
357 y 358 del Código Penal y 39 de la Constitución Política; e
inaplicación de los artículos 368, 369 y 380 del Código Procesal Civil;
Transitorio VII de la Ley de Tránsito número 7331, numerales 92 del
Código de Normas y Procedimientos Tributarios, 30, 31 y 34 del Código
Penal, por cuanto los hechos no constituyen delito alguno. Indica el
impugnante que la carta venta no era documento público ni auténtico, por
mandato del artículo 18 de la Ley de Tránsito y los artículos 368 y 369
del Código Procesal Civil, resultando atípica la autenticación que
realizó la imputada, pues el citado documento no podía ser auténtico si
antes de la intervención de la imputada no había sido autenticado. En su
criterio los presupuestos del tipo penal exigen que la falsedad se
produzca sobre un documento público o auténtico. Reclama el impugnante
que en cuanto a la razón de fecha cierta, si el juzgador tuvo por
acreditado que la imputada sabía que el señor Mora Salazar había
fallecido en 1988, cometer una falsedad en 1991 o 1992, poniendo una
fecha cierta a un documento que se pretendía provenir de él era un delito
imposible. La conducta es atípica por cuanto de conformidad con el
artículo 380 del Código Procesal Civil, la muerte de una persona
automáticamente es fecha cierta (la data del suceso); y en el caso en
estudio, provenga o no del fallecido la carta-venta, legalmente todos sus
actos tienen el sello legal de contar como fecha cierta el 29 de marzo de
1988. Asimismo establece, que conforme al artículo 34 del Código Penal,
no es culpable quien actúa bajo la creencia en punto a las exigencias
necesarias para que el delito exista, en consecuencia, al ponérsele fecha
cierta al documento cuestionado, con el propósito de añadirle un valor
legal, la imputada incurrió en un error, pues ese o cualquier otro
documento que mencionara al occiso ya tiene fecha cierta por ley.
Reprocha también el recurrente que en cuanto al establecimiento del
perjuicio, según lo indicó el tribunal, determinándolo en la evasión
fiscal, si los juzgadores se refieren con tal mención, al no pago de los
que se presumen ciertas, aceptadas como verdaderas ante los demás salvo
prueba en contrario...” – Ver Voto 070-F-95 de las 9 horas del 17 de
febrero de 1995. Sala Tercera Penal – En el presente asunto, conforme al
elenco de hechos demostrados, la justiciable insertó declaraciones falsas
en un documento auténtico, como fedataria pública, otorgándole
precisamente con su firma la autenticidad al documento. El recurrente
reclama que la conducta de su defendida es atípica porque la carta venta
no podía ser auténtica si antes de su intervención no había sido
autenticada, exigiendo el tipo penal, según su criterio, que la falsedad
se produzca sobre un documento público o auténtico. Sin embargo tal
interpretación del numeral 358 del Código Penal, no se ajusta a los
requerimientos del tipo penal establecido, que no determina la exigencia
de una declaración falsa sobre un documento, previamente estimado como
público o auténtico, pues ello llevaría al absurdo de estimar como
atípica por ejemplo, la conducta de un imputado, quien como fedatario
público, actuando con dolo eventual, firme en blanco un documento, al que
luego se le inserten declaraciones falsas sobre un hecho que el documento
deba probar, existiendo la posibilidad de perjuicio. Tampoco resultan de
recibo las aseveraciones del recurrente invocando la atipicidad en la
conducta de la incriminada, al poner la fecha cierta del documento, pues
de conformidad con el artículo 380 del Código Procesal Civil, la data del
deceso de una persona, automáticamente es fecha cierta. Si bien es cierto
el citado artículo establece que la fecha cierta de un documento privado
no se contará respecto de terceros, sino desde que se verifique uno de
los siguientes hechos: 1) la muerte de alguno de los firmantes..., ello
no implica que tal situación opere indiscriminadamente en toda situación,
requiriéndose que, bajo tal supuesto, la firma del otorgante fallecido
resulte incuestionable, o bien el contenido del documento, no sea argüido
de falso, pues ante estas circunstancias, se desvirtúan las disposiciones
normativas aludidas, careciendo el instrumento de eficacia jurídica. En
la presente causa se acreditó en sentencia que la firma del vendedor del
vehículo, en la carta venta cuestionada, no presentaba las
características caligráficas de la escritura del señor Franklin Mora
Salazar, descalificándose también probatoriamente el contenido del
documento, pues se demostró que la venta del vehículo al señor Garita
Gómez, no había sido hecha por el citado señor Mora, quien a la fecha del
otorgamiento del documento – finales de 1991 y principios de 1992 - ya
había fallecido, y en todo caso, desde octubre de 1986 había vendido el
automotor a su hija Flory Mora Jara, quien fue la que en última instancia
traspasó el vehículo al señor Garita; estableciéndose también que la
razón de fecha cierta puesta por la convicta en el documento resultó
falsa, pues la carta venta no fue otorgada el 6 de julio de 1987, ni
constaba en su protocolo primero, bajo la escritura 10 visible al folio
18. No obstante lo anterior, el aspecto del perjuicio, aun potencial, se
muestra inexistente en los hechos demostrados por el tribunal en el fallo
que se recurre. Aun cuando no comparte esta Sala el criterio del
impugnante, en cuanto señala la concurrencia de un concurso aparente de
delitos entre las acciones delictivas contempladas en los artículos 358
del Código Penal y 92 del Código de Normas y Procedimientos Tributarios,
Por Tanto:
***
Exp: 98-000935-0042-PE
Res: 2001-00068
SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las nueve horas
con cuarenta minutos del diecinueve de enero del dos mil uno.
Resultando:
Considerando:
Por Tanto:
Exp: 00-008398-0042-PE
Res: 2001-00126
SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las diez horas
con cuarenta y un minutos del dos de febrero del dos mil uno.
Considerando:
Por Tanto:
***
Exp: 94-200236-023 PE
Res: 2002-00382
RESULTANDO:
CONSIDERANDO :
POR TANTO:
***
Exp: 97-000093-0211-PE
Res: 2002-00719
Resultando:
CONSIDERANDO:
los ofendidos o actores civiles hubiesen actuado de buena fe, o bien que
el desistimiento del resarcimiento en esta vía se gestionó con el único
propósito de no hacer incurrir en más gastos a los demandados, pues tal
petición se presentó una vez que se dio inicio al debate (4 de diciembre
del año 2000, ver fl. 395), conociendo de antemano, desde el 1° de enero
de 1998, que no era posible cobrar los daños y perjuicios producidos por
el hecho punible que se investigaba en dos sedes o instancias judiciales,
dadas las nuevas reglas o principios que regían la materia (impedimento
legal); independientemente de que los imputados fueran en efecto
responsables o no de los hechos. No existe entonces, bajo esta tesitura,
motivo alguno para considerar que la condenatoria al pago de las costas
que generó la acción civil resarcitoria fuese dictada por el Tribunal
contra lo que el derecho dispone. No sobra agregar además que en todo
caso la decisión del órgano juzgador se produce por cuanto así lo previó
el legislador, al decir que, ante el desistimiento expreso de la demanda
civil en vía penal, una vez declarado éste, “se condenará al actor civil
al pago de las costas que haya provocado su acción” (Art. 118 ibídem, el
subrayado es suplido). Bajo esta tesitura, la Sala no observa una
indebida aplicación de la normativa que cita el recurrente, salvo la
referencia que se hace del artículo 78 procesal penal, pues dicho numeral
efectivamente está circunscrito al desistimiento de la querella y no la
demanda civil. Esta circunstancia sin embargo no afecta en nada la
validez del fallo, toda vez que, en primer término, pareciera que se
trata de un error material al momento de enunciarse las citas de ley que
correspondían aplicar, y, en segundo lugar, las razones que el a quo
expone para justificar la condenatoria en costas que se impugna, lo mismo
que las otras referencias normativas que hace, son suficientes para
mantener la decisión en este extremo (ver fls. 535 y 536), sin que se
aprecie arbitrariedad al respecto. Finalmente, el señalamiento que hace
el recurrente del artículo 270 del Código Procesal Penal no es atendible,
pues el supuesto que en éste se prevé corresponde al derecho que tiene
todo imputado de que se le indemnice en caso de haber estado sometido a
una medida cautelar dictada por un funcionario de manera arbitraria, o
bien, con culpa grave, no siendo este el caso. Así las cosas, no
llevando razón el licenciado Jorge Urbina Soto en su reclamo, se declara
sin lugar el recurso interpuesto.
de acuerdo con lo que afirma el representante del ente acusador, sin que
a la fecha se hayan aportado elementos de juicio que permitieran
desvirtuar esta circunstancia, como lo sería el posible domicilio o
ubicación de los testigos para que sean ubicados en caso de un eventual
reenvío del expediente. Lo único que al respecto existe es el reclamo
genérico de la defensa en torno a este tema, pero sin mayores fundamentos
o elementos para que esta Sala pudiera emitir un pronunciamiento sobre el
mismo. Por lo dicho, se declara sin lugar el segundo motivo de la
impugnación que interpone el licenciado Ureña Salazar.
(fls. 494 a 498, 503 y 504 y 508); 5) Que el testigo Henry Mora Alvarez
fue preciso al exponer que quien protocolizó el acta número 7 lo fue su
sobrina, la licenciada Isabel Montero Mora, y que a él, como asistente de
aquélla, lo único que le correspondía era inscribirla, lo que no hizo,
toda vez que, desconociendo en realidad cómo se llegó a enterar de que el
documento estaba en su oficina (testimonio de protocolización), el
encartado Fallas Gómez se presentó y se lo pidió para llevarlo a
inscribir al Registro Público (ver folios 503 y 514). Asimismo, que en
una oportunidad, tiempo después de esto, el justiciable Fallas Gómez se
presentó a su oficina en compañía de otras personas y le propuso un
negocio, con el cual podía obtener diez millones de colones
(10.000.000,00), y que consistía en afirmar que efectivamente la Asamblea
Extraordinaria de Accionistas de “El Rocío S.A.”, que constaba en el acta
número 7 del libro correspondiente, en realidad se había realizado el 30
de octubre del año de 1993 y no, como se indicó en la protocolización de
dicha acta, en 1994 (fl. 493); 6) Que el testimonio de la protocolización
del acta de referencia, previo a su inscripción, fue utilizado por Fallas
Gómez y Fallas Vargas en varios procesos judiciales. Incluso en algunos
de éstos se observa directamente que, al menos cuando se agregaron a
éstos, no constaban las correcciones o razones notariales que luego
hicieron cuestionar su veracidad, en tanto en otros sí aparecen dichas
correcciones o razones notariales (fls. 516 a 521), con lo que se
acredita la existencia de una alteración al documento original
(testimonio del acta número 7 protocolizada); 7) Que de acuerdo con los
expedientes que se hicieron llegar al debate ad efectum videndi, se
determina que el acta que se cuestiona, según las copias que en ellos
existe, presentaba una corrección con una letra y un lapicero distinto al
que se utilizó en el resto del documento y en donde se dice que en lugar
de “cuatro” (entre comillas), se debe leer “tres”, es decir, en vez de
“30 de octubre de 1994”, léase “30 de octubre de 1993”, variándose así en
un año la fecha en la que se realizó la Asamblea Extraordinaria de
Accionistas que se protocolizó (confrontar folios 492, y 516 a 521); y,
8) Finalmente, que la versión dada por el justiciable Jorge Fallas Gómez
no resultó creíble, pues no sólo fue contradictoria en sí misma, al igual
que con los otros elementos de prueba, sino que no resistió los diversos
cuestionamientos que se le presentaron en torno a cómo se produjeron los
hechos (ver folios 488 a 490, 496 a 501 y 507 a 514). Esta prueba, como
bien lo explica el Tribunal a- quo, es suficiente (fls. 500 y 501), a
pesar de la ausencia de un estudio pericial, para tener por acreditado
que el documento que se cuestionó durante todo el proceso, y que
corresponde al testimonio en el que se protocolizó el acta numero 7
tantas veces mencionada, y en particular las modificaciones y razones
notariales que con él se presentaron al Registro Público, se alteró por
alguna persona y que, una vez sucedido esto, fue utilizado por los
imputados - conociendo de su falsedad - tanto para inscribirlo, como para
utilizarlo en la denuncia que se tramitó contra los ofendidos en el
Juzgado Sexto de Instrucción de San José por varios delitos (estafa,
fraude de simulación, falsedad ideológica, etc.), y que les causó
perjuicio. Por lo expuesto, se declara sin lugar el presente reclamo del
POR TANTO
***
Exp: 97-200053-0367-PE
Res: 2002-00952
SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las nueve horas
veinte minutos del veintisiete de setiembre de dos mil dos.
RESULTANDO:
quebranto de los ordinales 106, 226, 395 incisos 2) y 3), y 400 inciso 4)
del Código de Procedimientos Penales. Recurso de casación interpuesto por
Danilo Camacho Benavides, en su condición de Apoderado Generalísimo de
Consyma S.A. y Centro Cars S.A. Reclama quebranto y errónea aplicación de
la ley sustantiva en relación con la acción civil resarcitoria; resultan
quebrantados los artículos 41 de la Constitución Política; 1045 y 1046
del Código Civil; 122, 124 y 135 del Libro I del Código Penal de 1941,
Ley 4891 del 8 de noviembre de 1971. También protesta la falta de
fundamentación de la acción civil, violando así los numerales 106, 395
inciso 2) y 400 inciso 4) del Código de Procedimientos Penales. Además se
acusa la omisión en el pronunciamiento acerca de la condenatoria o
absolutoria de la codemandada civil Constructora y Quebradora Arizona
S.A. Acusa siempre en el motivo por la forma, las reglas de la sana
crítica en la valoración de la prueba. Solicita se case la sentencia y se
ordene el reenvío de la presente causa al Tribunal de origen para su
nueva sustanciación.-
CONSIDERANDO:
uno y ochenta y dos del tomo primero de su protocolo, así como los
testimonios, los que el citado asistente firmó imitando la rúbrica de la
Notaria aquí imputada. Los jueces consideraron que el firmar las
escrituras fue una actuación dolosa; sin embargo tienen por demostrado en
el fallo que la Notaria no estuvo presente ni confeccionó las escrituras
antes citadas; asimismo el testigo Enrique Céspedes Salas en lo
esencial, manifestó que ella firmó las escrituras en el protocolo porque
confiaba en él, que le había indicado que todo estaba en orden. Los
testimonios de las escrituras no tienen la firma de la acusada, por lo
que la impugnante se cuestiona ¿de dónde extraen el dolo los
juzgadores?. No es cierto como lo afirma el Tribunal, que la inculpada
tuviera conocimiento de que lo que se firmaba en el protocolo era falso,
el primer aviso de que algo no estaba bien en torno a las escrituras, lo
tuvo la suscrita con la indagatoria en 1997. La sindicada afirma, que:
“El Tribunal no analiza a conciencia, con lógica y sana crítica la
declaración rendida por el señor Céspedes quien reiteradamente indica que
la suscrita no sabía nada, que él me manifestó que ya se había anotado el
traspaso en el libro de accionistas, que abuso [sic] de mi confianza. Me
pregunto en donde está el actuar doloso de la suscrita. ( Las negrillas
pertenecen al original, ver folio 563, líneas 15 a 17 y folio 564, líneas
1 a 2). Apunta además, que la infracción al ordinal 45 del Código
Penal se da porque establece como presupuesto la autoría, siendo que no
es lo mismo firmar las escrituras en el protocolo que la acción de
insertar que establece el tipo de falsedad ideológica, quien insertó
dichos datos falsos en las escrituras fue Enrique Céspedes Salas,
concomitantemente se vulnera el principio de culpabilidad y el de
legalidad. Pide a esta Sala, se case el pronunciamiento impugnado por las
violaciones a las leyes de fondo indicadas, absolviendo a la recurrente.
El reproche no es atendible. En la impugnación de una sentencia penal por
motivos de fondo, la premisa fundamental es el respeto al cuadro fáctico
tenido por acreditado por los jueces de mérito, no sólo en el elenco de
hechos probados sino también en toda la extensión del fallo, el cual como
unidad lógico-jurídica debe interpretarse de forma conglobada. El
principio de intangibilidad fáctica inhibe al ad- quem y a la parte
recurrente a modificar dichos eventos probados con base a sus
pretensiones, en el caso de las partes y a criterios jurídicos distintos,
tratándose de la Sala de casación. Aunque en este aparte, la accionante
menciona escuetamente la lógica y la sana crítica, ello no torna el
reclamo en un motivo por razones in procedendo, lo que debió deducir por
separado en un motivo distinto si esa era su intención, dado que en
casación no se permite la confluencia de forma y fondo en un mismo
reparo. Los elementos del tipo objetivo del delito de la falsedad
ideológica se encuentran presente en la especie, aunque de puño y letra
no sea la Notaria quien confeccionó el cuerpo de las escrituras
impugnadas, es precisamente el insertar su rúbrica lo que produce la
consumación del ilícito, pues siendo ella la fedataria autorizada, con su
firma auténtica en la matriz, es quien otorga a los documentos la
posibilidad de ser opuestos frente a terceros y por tanto erga omnes, en
consecuencia, dado el falso contenido de los libelos, estos tenían la
POR TANTO:
FUENTES CITADAS