Jurisprudencia Del Delito de Falsedad Ideologica Como Interpretacion Derivada Del Articulo 39 PDF

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INFORME DE INVESTIGACIÓN CIJUL

TEMA: JURISPRUDENCIA DEL DELITO DE FALSEDAD IDEOLÓGICA COMO


INTERPRETACIÓN DERIVADA DEL ARTÍCULO 39 DEL CÓDIGO NOTARIAL

SUMARIO:

1. SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Resolución 800-f-96


2. SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Resolución 800-v-96
3. SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Resolución 954-97
4. SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Resolución 1186-98
5. SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Resolución 1448-99
6. SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Resolución 174-00
7. SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Resolución 742-00
8. SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Resolución 68-01
9. SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Resolución 126-01
10.SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Resolución 382-02
11.SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Resolución 719-02
12.SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Resolución 952-02

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V-800-F-96

SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

San José, a las diez horas del veintitrés de diciembre de mil novecientos
noventa y seis.

Recurso de casación interpuesto en la presente causa seguida


contra VÍCTOR MANUEL GONZÁLEZ ANGULO, costarricense, mayor de edad,
casado, empresario, vecino de Cartago, hijo de José González Granados y
de María Luisa Angulo Calderón, cédula de identidad número 3-106-070;
VÍCTOR EDUARDO GONZÁLEZ RIVERA, costarricense, mayor de edad, casado,
Licenciado en Economía, vecino de San José, hijo de Víctor Manuel
González Angulo y de Ruth Rivera Córdoba, cédula de identidad número 3-
287-513; por el delito de USO DE DOCUMENTO FALSO EN CONCURSO IDEAL CON EL
DE ESTAFA, cometido en daño de ALMACÉN GONZÁLEZ S.A. y LA FE PUBLICA; y
contra RICARDO CALVO GAMBOA, costarricense, mayor de edad, casado,
abogado, vecino de San José, hijo de Rafael Calvo Arias y de Amelia
Gamboa Jiménez, cédula de identidad número 1-685-449; por el delito de
FALSEDAD IDEOLÓGICA cometido en perjuicio de LA FE PUBLICA. Intervienen
en la decisión del recurso los Magistrados Daniel González Alvarez,
Presidente, Mario Alberto Houed Vega, Alfonso Cháves Ramírez, Rodrigo
Castro Monge y José Manuel Arroyo Gutiérrez , este último en calidad de
Magistrado Suplente. Intervienen además en esta instancia los Licenciados
José Martínez Ortíz y Pruna, como Defensor de los co-encartados Víctor
Manuel González Angulo y Víctor Eduardo González Rivera, y Francisco
Castillo González como defensor del imputado Ricardo Calvo Gamboa. Se
apersonó el Licenciado Guillermo Sojo Picado como representante del
Ministerio Público.

RESULTANDO:

1.- Que mediante sentencia N ° 31-96 de las dieciséis horas


del ocho de marzo de mil novecientos noventa y seis, la Sección Primera
del Tribunal Superior Segundo Penal de San José, resolvió: "POR TANTO
De conformidad con lo expuesto, normas y leyes citadas, artículo 39 de la
Constitución Política, 1, 21, 30, 45, 59, 60, 71 a 75, 216 inciso 1 ° ,
358, 363 del Código Penal, 393, 395, 396, 397, 399, y 543 del Código de
Procedimientos Penales, por el resultado de los votos emitidos y por
unanimidad este TRIBUNAL resuelve declarar a VICTOR MANUEL GONZALEZ
ANGULO y VICTOR EDUARDO GONZALEZ RIVERA , autores responsables de los
delitos de USO DE DOCUMENTO FALSO EN CONCURSO IDEAL CON EL DE ESTAFA,
cometido en perjuicio de ALMACEN GONZALEZ S.A. Y LA FE PUBLICA, por lo
que en tal carácter se los condena a sufrir a cada uno el tanto de UN AÑO
DE PRISION. Igualmente y por el mismo resultado se declara a RICARDO
CALVO GAMBOA autor responsable del delito de FALSEDAD IDEOLOGICA,
cometido en perjuicio de LA FE PUBLICA, y en tal carácter se lo condena a
sufrir el tanto de UN AÑO DE PRISION. Esas penas las descontaran los
convictos, previo abono de la preventiva que hubieren sufrido en el lugar

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y forma que determinen los respectivos reglamentos penitenciarios. Se les


condena igualmente al pago de las costas del juicio y firme el fallo se
inscribirá en el Registro Judicial. Por un período de prueba de TRES AÑOS
se les concede a favor de los convictos GONZALEZ RIVERA Y CALVO GAMBOA el
BENEFICIO DE CONDENA DE EJECUCION CONDICIONAL DE LA PENA DE PRISION
IMPUESTA, debiéndoseles hacer en su oportunidad las advertencias legales
con indicación de las causas que producirán las cesación de dicho
beneficio. En lo que respecta al convicto CALVO GAMBOA, comuníquese lo
aquí resuelto al Colegio de Abogados para lo que proceda en derecho.
Expídanse y copias de testimonios de estilo. HAGASE SABER (CAUSA 323-C-
92) DR GERARDO CALVO PICADO JUEZ LICDA ADELA SIBAJA RODRIGUEZ
JUEZ LIC FABIO LEON ZARATE JUEZ MARIA EUGENIA LIZANO QUESADA
PROSECRETARIA MGS ” (sic).

2.- Que contra el anterior pronunciamiento los imputados


Víctor Manuel González Angulo y Víctor Eduardo González Rivera, así como
los Licenciados Francisco Castillo González, en calidad de defensor del
co-imputado Calvo Gamboa, José Martínez Ortíz y Pruna, como defensor de
los dos primeros, interpusieron recursos de casación por la forma y por
el fondo. Recurso de Casación interpuesto por el Licenciado Castillo
González. Como único alegato por vicios in procedendo, el recurrente
acusa la nulidad del fallo recurrido por carecer el mismo de
fundamentación, ya que estima se violenta el contenido de los artículos
106, 393, 400 inciso 4), todos del Código de Procedimientos Penales y 71
del Código Penal. En sus cuatro alegatos por error in iudicando, reclama
aplicación indebida de los numerales 31, 45, 59, 60, 71 a 75 y 358 del
Código Penal e inaplicación de los artículos 1, 2, 30 de ese mismo Cuerpo
de Leyes y 39 de la Constitución Política. En sustento de su impugnación
alega, entre otras cosas, que si bien la certificación que data del 17 de
febrero de 1987 fue expedida por su defendido, la misma era la real y
existente antes de que el señor Oscar González asistido de otro notario
alterara falsamente los datos registrales. Asimismo, manifiesta que no se
puede considerar como delito una acción que no es dolosa, esto en
respaldo de su segundo aspecto por el fondo. Luego estima que no se puede
condenar por un hecho en el que no existe la intención de causar
perjuicio. Y, por último señala que en la especie existe un evidente
error de tipo. En virtud de lo cual, solicita en cuanto al recurso
interpuesto por la forma, se case y anule tanto la sentencia como el
debate que la originó y se disponga el reenvío de la causa al tribunal
competente para una nueva sustanciación con arreglo a derecho. Respecto a
su petitoria por el fondo, demanda se case el fallo de mérito y se
resuelva el mismo conforme a la ley aplicable. Recurso de Casación
interpuesto por los encartados González Angulo y González Rivera. Los
impugnantes en sus artículos primero, segundo, cuarto y quinto de su
recurso por la forma, reprochan ausencia y contradictoria fundamentación
de la sentencia, así como violación del principio de derivación; razón
por la cual estiman se infringen los artículos 106, 393 párrafo segundo,
395 inciso 2) en relación con el 400 inciso 4) del Código Procesal Penal.
Como tercer reparo formal, reprochan irrespeto a las reglas de sana

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crítica por violación de los artículos 226, 393 párrafo segundo, en


relación con el 400 inciso 4) del Código de Procedimientos Penales. Como
primer reclamo por violación a la ley sustantiva, acusan aplicación
indebida de los numerales 363 en concordancia con el 21 y 75 del Código
Penal. En otro motivo, alegan que la delito de Estafa se encuentra
prescrito, por lo que se omite la aplicación de lo dispuesto por los
artículos 80 inciso 3), 82 inciso 2) y 83 parte final del Código Penal.
En su reproche final, critican aplicación indebida del artículo 216
inciso 1) ibídem, ya que “El Tribunal de Juicio aplicó al sub-exámine, un
un tipo penal que no corresponde al cuadro fáctico que el caso plantea,
pués consideró como ESTAFA, hechos que no encuentran adecuación
típica...” (sic). Como petición general y por las violaciones señaladas,
requieren a esta Sala se case y anule la resolución impugnada, así como
el debate oral y se devuelvan los autos para una nueva sustanciación.
Recurso de Casación interpuesto por el Licenciado Martínez Ortíz y Pruna.
El inconforme, bajo el título de “FALTA DE MOTIVACION Y VIOLACION DE LAS
REGLAS DE LA SANA CRITICA RACIONAL”, reprocha inobservancia de los
artículos 106, 393, 397 y 400 inciso 4), todos del Código de
Procedimientos Penales. Seguidamente, como segundo y tercer aspecto por
la forma, alega que la fundamentación dada por la Cámara de Juicio no es
expresa ni lógica; además, que omite la valoración de la prueba
documental referente a las cesiones de los derechos telefónicos, por lo
que a su consideración se infringe los artículos 106, 393 párrafo
segundo, 395 incisos 2) y 3), 400 inciso 4) del Código de cita y 39 de la
Constitución Política. Luego, en su aparte por el fondo, acusa errónea
interpretación y falta de aplicación de los artículos 12, 21, 82 inciso
2), 83, 88 y 216 del Código Penal, 170 del Código de Comercio en relación
con el 835 inciso 1), 627 del Código Civil. Igualmente, reclama violación
de los artículos 369, 370 y 371 en relación con el 390 del Código
Procesal Civil. Requiere se acoja el recurso interpuesto por la forma, se
declare la nulidad del fallo y del debate que le precedió, ordenándose su
reenvío para una nueva sustanciación. Además, respecto a su impugnación
por el fondo, solicita se absuelva de toda pena y responsabilidad a sus
defendidos en cuanto a los injustos atribuidos.

3.- Que para la audiencia oral se señalaron las nueve horas


treinta minutos del nueve de julio de mil novecientos noventa y seis.

4.- Que verificada la deliberación respectiva de conformidad


con lo dispuesto por el artículo 481 del Código de Procedimientos
Penales, la Sala se planteó las cuestiones formuladas en el recurso.

5.- Que en los procedimientos se han observado las


prescripciones legales pertinentes.

Informa el Magistrado CASTRO


MONGE ; y,

CONSIDERANDO:

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I.- Recurso interpuesto por el Doctor Francisco Castillo


González, defensor del encartado Ricardo Calvo Gamboa. No obstante haber
consignado como cuarto alegato el recurso por la forma, procede -por
razones de orden procesal- resolver en primer lugar este aparte. Reclama
el impugnante falta de fundamento del fallo con violación de los
artículos 71 del Código Penal, 106, 393 y 400 inciso 4) del Código de
Procedimientos Penales, al estimar que como no existe el documento
público o auténtico, no era posible que el a-quo -sin el documento
original y más bien a través de una fotocopia-, tuviera por acreditada la
existencia del ilícito. Agrega, que resultaba imprescindible contar con
esa prueba mediante un examen grafoscópico que permitiera determinar la
responsabilidad del encartado Calvo Gamboa. El reclamo no procede. Los
argumentos sobre los que sustenta el recurrente la existencia del vicio,
obedecen en forma exclusiva a la interpretación que hace desde su propia
perspectiva, de los hechos que el Juzgador consideró demostrados, con la
finalidad de que por medio de una revaloración de prueba, se excluya la
participación y responsabilidad en los hechos atribuidos a su defendido
Calvo Gamboa. Respecto a las ausencias del documento original y el
correspondiente estudio grafoscópico alegados, no resultan atendibles sus
consideraciones, pues en este caso se aprecia que la prueba que se
extraña no resulta decisiva, porque el Tribunal contó con otros elementos
probatorios que le permitieron tener por acreditados los hechos. En
consecuencia, en virtud de que para esta Sala no existió el vicio
alegado, se rechaza el motivo.

II.- Recurso por el fondo: En el primer reclamo (folios 503


y 504), alega infringidos por aplicación indebida, los numerales 45, 59,
60, 71 a 75 y 358 del Código Penal, así como no aplicación de los
artículos 1, 2 y 30 del Código ibídem y 39 de la Constitución Política,
pues dice que el Tribunal tuvo por cierto que Oscar González Angulo
simuló la existencia de una Asamblea Extraordinaria de socios del Almacén
González, en la que ni estuvo presente ni firmó el imputado Víctor de los
mismos apellidos, de manera que ese acto es nulo y delictuoso, por lo que
concluye que lo indicado en el Registro es inexacto y corresponde más
bien a un delito de falsedad, mientras que la certificación del notario
Calvo Gamboa, sí se ajusta a la verdad real y con ello su conducta es
atípica. El reclamo resulta improcedente. De manera patente, el
gestionante Castillo González en su argumentación, al referirse a la
Asamblea Extraordinaria de la sociedad que interesa, altera el cuadro
fáctico acreditado en sentencia impidiendo analizar esa argumentación, ya
que al excluir elementos acreditados e incluir otros carentes de
demostración, torna inexacta la especie fáctica establecida, respecto a
la que corresponde verificar en esta instancia la apropiada aplicación de
la normativa de fondo. Además, pretende restar valor al material
probatorio que tuvo a la vista el a-quo, confundiendo aspectos de forma y
fondo. Por lo consiguiente, se rechaza su reclamo.

III.- Como segundo motivo por el fondo, reclama aplicación


indebida de los numerales 31, 45, 59, 60, 71 a 75 y 358 del Código Penal,

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así como falta de aplicación de los artículos 1, 2 y 30 del Código ibídem


y 39 de la Constitución Política, pues anota que conforme a la
declaración del imputado Calvo Gamboa, él no tenía intención alguna de
perjudicar y que el Tribunal lo condenó en el fallo impugnado, sin tener
por cierto que conocía la falsedad respecto a los datos que insertó en su
certificación, determinándose más bien una conducta violatoria del deber
de cuidado que le competía en su condición de Notario Público y que
excluiría la comisión del delito de Falsedad Ideológica. El reclamo no es
procedente. Visto el contenido del fallo, se aprecia que en cuanto a la
participación del imputado Calvo Gamboa, el Tribunal indicó -en lo
conducente- que a instancias de ambos co-imputados González Angulo y
González Rivera: “el día diecisiete de febrero de mil novecientos ochenta
y siete en la ciudad de San José extiende en su condición de notario
público una certificación conteniendo datos falsos, ya que en la misma se
hacía constar que Víctor Manuel González Angulo es el Presidente con
facultades de Apoderado Generalísimo sin límite de suma de la empresa
Almacén González S.A., quién podría actuar individualmente lo que no era
cierto, ya que el acusado González Angulo debía actuar en forma conjunta
con el Vicepresidente Oscar González Angulo, lo cual ya constaba en el
Registro Público, Sección Mercantil” (ver folio 487 vuelto, línea 25 a
folio 488 frente, línea 5); además estableció, que: “Es obvia la
actuación irregular del acusado Calvo Gamboa, quien ignorando sus
funciones básicas como notario público, da fe en un documento, de una
situación falso(sic) y no acorde con la publicidad registral, a la que
está obligado a acatar, y desde este punto de vista resultan inatendibles
las razones que dio para hacer esa certificación, de haber actuado a “la
ligera” o por un error.” (Así, folio 495 vuelto, líneas 5 a 11) y
también determinó el a-quo, que: “No puede existir imprudencia o error de
tipo en la actuación irresponsable del notario Calvo Gamboa, al haber
expedido un documento falso en las condiciones en que lo hizo y que causó
un daño patrimonial evidente” (confrontar folio 496 vuelto, líneas 12 a
16). Ahora bien, -conforme a lo expuesto- se observa que el Juzgador se
refirió a las acciones desplegadas por el encartado Calvo Gamboa,
estableciendo expresamente su actuación dolosa al haber insertado datos
falsos en la certificación, señalando con suficiente claridad el elemento
subjetivo del tipo en los hechos tenidos por acreditados. Cabe resaltar
aquí, que la interpretación del recurrente en cuanto alude el deber de
cuidado, no sólo resulta incorrecta, sino que conforme al contenido del
fallo ese análisis se hace a mayor abundamiento, al considerar el a-quo
la deposición del justiciable que señaló -entre otros aspectos- que:
“...es perfectamente posible que él hubiera extendido esa certificación
“a la ligera”, sin haber constatado esa situación en el Registro
Mercantil”(confrontar folio 490 vuelto, líneas 24 a 26), la cual no le
mereció credibilidad y excluyendo así expresamente que hubiera surgido de
imprudencia o error en la conducta del encartado. Consecuentemente, se
declara sin lugar el reclamo.

IV.- Como tercer y cuarto motivos, reclama aplicación


indebida de los numerales 31, 45, 59, 60, 71 a 75 y 358 del Código Penal,

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falta de aplicación de los artículos 1, 2, 30 del Código ibídem y del 39


de la Constitución Política, al considerar que siendo la certificación
emitida por Calvo Gamboa anterior al convenio entre los hermanos
González, Ricardo desconocía la forma en que se iban a repartir los
bienes pertenecientes al Almacén González, por lo que el acriminado no
tenía intención alguna de causar perjuicio a Oscar González Angulo, ni
podía prever que Víctor de los mismos apellidos iba a usar ese poder para
despojar a su hermano de las acciones que le pertenecían, por lo que al
no haber tenido la intención de perjudicarlo, no resulta procedente la
condena dispuesta. Por otra parte, apunta la existencia de un error al
haberse equivocado Calvo Gamboa emitiendo una certificación con datos
emanados del Registro Público, antes de la fecha en que fue inscrita
fraudulentamente el acta que daba fe de la realización de la Asamblea
General Extraordinaria del Almacén González, en la falsa creencia de que
lo que constaba en el Registro, no había sido modificado. Los dos
alegatos no resultan atendibles. Incurre el recurrente en el mismo
error señalado en el considerando segundo de la presente resolución, al
pretender -sobre la base del cuadro fáctico que el estima adecuado y que
no coincide con el tenido por acreditado en el fallo-, verificar la
aplicación del derecho sustantivo, actuación que no resulta procedente en
esta instancia. Al respecto, se refiere a la ausencia de perjuicio en
relación con el afectado Oscar González Angulo, con lo que pretende
desconocer el daño causado a la empresa Almacén González -aspecto que fue
debidamente acreditado- y no a uno de sus personeros en forma particular,
por traspasar en forma fraudulenta dos mil acciones de la empresa Líneas
Aéreas Costarricenses Sociedad Anónima (LACSA), que pertenecían a la
citada sociedad. Además, resulta intranscendente que luego, ignorando la
defraudación de que había sido objeto la firma, haya fijado mediante
convenio el destino de esas acciones y que este último aspecto no fuera
de conocimiento del encartado Calvo Gamboa. Respecto a la existencia de
un error, es un aspecto que también excluyó expresamente el Tribunal, al
determinar que el acusado Calvo Gamboa -no obstante conocer las
limitaciones al poder conferido al imputado Víctor González Angulo-
expidió una certificación mediante la que se señalaba que podía actuar en
forma individual, logrando así traspasar las acciones. Conforme a lo
expuesto, se declaran sin lugar ambos alegatos.

V.- Recurso interpuesto por los imputados Víctor Manuel


González Angulo y Víctor Eduardo González Rivera. Recurso por la forma:
En el primero, segundo, cuarto y quinto alegatos, reclaman vicios en
relación con el fundamento del fallo, por lo que resulta pertinente
resolverlos en forma conjunta. Alegan los impugnantes preterición de los
artículos 106, 393 párrafo segundo, 395 inciso 2) en relación con el 400
inciso 4) del Código de Procedimientos Penales, al estimar: 1) que el
Tribunal no contó con elementos de prueba que le permitieran determinar
la participación del imputado González Rivera, pues todo lo que consta en
autos es su condición de apoderado generalísimo de la empresa Comisiones
Rápidas Vic. S.A. y que aceptó la cesión de las acciones; 2) que en forma
contradictoria el Juzgador encuadró los hechos en el tipo penal de la

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Estafa y al mismo tiempo, indicó el irrespeto de un convenio por parte de


Víctor Manuel, con lo que se estaría refiriendo a un ilícito civil y
justificó las acciones del ofendido, en la licitud del acuerdo previo; 3)
que el a-quo denegó el beneficio de condena de ejecución condicional de
la pena a Víctor Manuel, sin consignar las razones de esa decisión y 4),
que el Tribunal hizo alusión global al contenido de la prueba y sin
razonar respecto al contenido del material probatorio, realizó
apreciaciones subjetivas, remitiéndose a las constancias del proceso. El
reclamo no procede. En lo tocante a lo anterior, el Tribunal consignó -en
lo esencial- el contenido de la prueba, su análisis y valoración, que le
permitió determinar la participación y responsabilidad de los encartados.
Por otra parte, respecto a la contradicción alegada por aludir a un
convenio civil previo, tampoco lleva razón el reparo, pues la indicación
respecto a la existencia de un acuerdo entre el ofendido Oscar y el
imputado Víctor Manuel -ambos González Angulo- ni resulta contradictoria,
ni excluye que las acciones defraudatorias ejecutadas por este último,
encuadren dentro del tipo penal y por tanto, que sean conocidas en esta
sede. En cuanto se refiere a que el Tribunal denegó el beneficio de
condena de ejecución condicional de la pena al encartado Víctor Manuel,
debe indicarse que si bien el fundamento resulta parco, -es suficiente-
ya que conforme al contenido del artículo 60 del Código Penal, es
condición indispensable para su otorgamiento, que se trate de delincuente
primario, requisito no cumplido por el interesado. (confrontar al
respecto, folio 452). De acuerdo con lo expuesto, se declara sin lugar
el reparo.

VI.- En su tercer alegato, impugnan los recurrentes la


preterición de los artículos 226, 393 párrafo segundo, en relación con el
400 inciso 4) del Código de Procedimientos Penales, al concluir el
Tribunal que el imputado González Rivera por la relación familiar que
existía entre ellos, conocía de la escisión evidente entre los dos
hermanos -su padre y su tío aquí ofendido- que motivó la división del
Almacén y por consiguiente, la falsedad de la certificación expedida por
el Notario Público Calvo Gamboa, lo que resulta ilógico -dicen los
recurrentes-, pues no puede afirmarse en forma categórica, que todos los
parientes que integren una empresa familiar, de manera necesaria tengan
que conocer cada una de las negociaciones y actuaciones de sus demás
integrantes. Según criterio de esta Sala, lleva razón el recurrente en
cuanto al punto, sin que ello implique que adelante criterio alguno
respecto a la responsabilidad o no del imputado González Rivera en los
hechos investigados. Tal como se reclama, el a-quo fundamentó la
participación y responsabilidad de Víctor Eduardo González Rivera,
señalando que respecto a las limitaciones que tenía el imputado González
Angulo en la representación de “Almacén González S.A.”, él
“...obviamente, tenía conocimiento del impedimento de su padre para
actuar en forma individual, habida cuenta de la relación familiar que
existía con respecto al manejo de Almacén González S.A. tanto por su
padre, como por su tío el aquí ofendido Don Oscar” (confrontar folio 489
frente, líneas 23 a 26) y además, que en cuanto a la modificación social

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inscrita en el Registro Mercantil acerca de la actuación conjunta de sus


representantes, esa “situación que era conocimiento también del acusado
González Rivera, pues Almacén González S.A. pertenecía a su padre Víctor
Manuel y su tío, el ofendido Oscar González y todos los acuerdos que se
tomaban, eran de conocimiento de toda la familia, máxime si ya en esa
fecha para los años ochenta y cinco y siguientes, como lo declaró el
propio acusado Víctor Eduardo, ya existían desavenencias fuertes entre
esos dos hermanos que culminó con su separación del Almacén” (confrontar
folio 494 vuelto, línea 30 a folio 495 frente, línea 7). Visto el
contenido del fallo en relación con el material probatorio que lo
sustenta, se observa que las consideraciones del Juzgador resultan
subjetivas y arbitrarias, puesto que omite señalar las probanzas y el
análisis que con base en ellas le permitieron concluir que el encartado
conocía todos los acuerdos existentes por la relación familiar. Conforme
a lo indicado, la participación y responsabilidad establecida en
sentencia a través de los hechos demostrados al imputado González Rivera,
carece de fundamento. Así las cosas, procede declarar con lugar el
recurso. Se anulan la sentencia y el debate que la originó, únicamente en
cuanto se refieren al imputado Víctor Eduardo González Rivera, para que
el Tribunal que corresponda proceda a una nueva sustanciación con arreglo
a Derecho. En todo lo demás, permanece incólume el fallo recurrido.

VII.- Recurso por el fondo: En el primer alegato reclaman


ambos recurrentes, aplicación indebida de los artículos 363 en relación
con el 21 y 75 del Código Penal, ya que dicen que el delito de Uso de
Documento Falso -conforme a los hechos acreditados- resulta subsumido por
el tipo penal de Estafa, por lo que resulta errónea la adecuación hecha
por el a-quo, en dos tipos diferentes en concurso ideal. El motivo no
procede. Esta Sala ha estimado antes, que: “...para determinar la unidad
de acción ha de estarse a: a) la existencia de la vinculación fenoménica
(temporal y espacial) que describe la norma; y, b) la existencia de una
misma intencionalidad específica subyacente a ese movimiento exterior
lesivo.” (Sala Tercera, V-101-F de las 9 horas del 3 de marzo de 1.995).
En este caso, conforme a los hechos acreditados se aprecia que la Estafa
y el Uso de Documento Falso surgieron a la vida jurídica como producto de
una acción única, pues el documento apócrifo fue el medio utilizado a
través del cual se indujo a error a los personeros de la empresa Líneas
Aéreas Costarricenses S.A., logrando traspasar así dos mil acciones con
la finalidad de defraudar a la Sociedad Almacén González y por
consiguiente, al ofendido Oscar González Angulo, por lo que la finalidad
buscada, siempre fue la misma. Así las cosas, en la especie aunque se
trata de una sola acción, por su medio se incurrió en conductas distintas
de Estafa y Uso de Documento Falso, cometidas en concurso ideal es decir,
mediante acción única, ilícitos que ni se subsume alguno dentro del otro,
ni tampoco se excluyen uno y el otro entre sí. Al respecto debe
observarse, que los delitos citados han sido ubicados en títulos o
apartes distintos del Código Punitivo y protegen bienes jurídicos de
diversa índole, a saber, el derecho a la propiedad sobre los bienes de
cada persona y la fe pública de los documentos en la sociedad. En

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consecuencia, no estando presente un concurso aparente de normas,


corresponde declarar sin lugar el motivo.

VIII.- Acto seguido, señalan los recurrentes falta de


aplicación de los artículos 80 inciso 3), 82 inciso 2) y 83 in fine del
Código Penal, por que el delito de Estafa se encuentra prescrito, sin que
sea atendible el criterio aplicado por el Juzgador, mediante el que
adecuó los hechos al concurso ideal y aplicó la penalidad mayor de la
figura del Uso de Documento Falso que es de seis años de prisión, para
computar el término de prescripción solicitada. El motivo no procede.
Independientemente de que se esté en presencia del delito de Estafa
contemplado en el artículo 216 inciso 1) del Código Penal cuya pena se
establece entre dos meses y tres años de prisión, en tratándose en la
especie de una comisión de delitos en concurso ideal, la penalidad
imponible -según establece el artículo 75 del Código ibídem-, es la
prevista para el delito más grave, pero que podrá aumentar el juez, de
manera que para realizar el cómputo de prescripción de la acción
punitiva, ese parámetro de la sanción debe tenerse presente en forma
necesaria, para pronunciarse oportunamente acerca de su procedencia o
no. En el caso sometido a examen, no obstante la sanción imponible al
delito de estafa, la comisión del ilícito de uso de documento falso
establece como penalidad -en su extremo mayor- seis años de prisión, por
lo que no habiendo transcurrido a la fecha ese término, conforme a lo que
establecen los artículos 82 y 83 del Código de cita, se declara que no ha
operado la prescripción solicitada y por consiguiente, se rechaza el
reparo.

IX.- Por último, alegan aplicación indebida del artículo 216


inciso 1) del Código Penal, al considerar los impugnantes que lo que
surgió en la especie fue el incumplimiento de un convenio por parte de
Víctor Manuel y no la acción constitutiva del delito de estafa, para lo
cual analizan el traspaso de acciones efectuado por el ofendido,
concluyendo que si esta última actuación no es delictiva, tampoco lo es
la conducta de los imputados. El motivo no es atendible. Pese a la
interpretación de los recurrentes, Víctor Manuel no resultó condenado por
incumplir un convenio, sino más bien por traspasar fraudulentamente y en
perjuicio de la sociedad González S.A., dos mil acciones de la empresa
Líneas Aéreas Costarricenses Sociedad Anónima (LACSA), de manera que la
alusión al convenio mediante el que se señaló que dichas acciones eran
propiedad del ofendido Oscar González Angulo, -aún excluida
hipotéticamente del fallo- en nada incide sobre lo resuelto. Conviene
resaltar aquí, que independientemente de la naturaleza jurídica inicial
de las relaciones entre las partes (civil, laboral, familiar, etc.), ello
no impide que surjan -posterior o correlativamente- acciones que por su
índole resulten objeto de tutela penal. Así las cosas, se declara sin
lugar el reclamo.

X.- Recurso interpuesto por el Doctor José Martínez Ortiz y


Pruna. Recurso por la forma: Como primer reclamo por falta de
fundamentación y violación de la sana crítica racional, indica que no

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obstante haberse planteado en las conclusiones la prescripción de la


acción penal, el Tribunal en forma “escueta y lacónica” se refirió a
dicho aspecto en el fallo, pero omitiendo los razonamientos y análisis
correspondientes. Agrega que sin tener en cuenta que el Tribunal haya
resuelto el punto al momento del debate, el motivo de discusión debía ser
nuevamente definido al dictar el a-quo la sentencia definitiva. El motivo
no resulta atendible. Conforme la argumentación del recurrente, resulta
claro que el Juzgador sí se pronunció respecto al incidente de
prescripción solicitado, por lo que más bien lo que reclama, es que no
haya consignado en su fallo los fundamentos correspondientes, ante la
reiterada gestión del defensor. No se debe obviar, que la fundamentación
de los fallos es exigencia legal y garantía del debido proceso, sin que
ello deje de implicar que ante una solicitud reiterativa de la defensa en
la etapa de debate, deba el Tribunal pronunciarse otra vez, sobre un
punto al que oportunamente había dado solución. Obsérvese que el único
interés que prevalece en que se declare la nulidad solicitada, es obtener
una nulidad por la nulidad misma, -lo cual no es atendible-, ya que ni se
indica ni se aprecia, que se haya dejado de resolver algún aspecto
debatido o que se haya causado algún perjuicio a los intereses o a la
defensa del imputado. Por lo expuesto, se declara sin lugar el reclamo.

XI.- Como segundo alegato indica el recurrente, que la


motivación del fallo ni es expresa, ni es lógica, ya que no obstante
haber determinado el Tribunal que la Asamblea General Extraordinaria de
la sociedad “Almacén González S.A.” del 14 de julio de 1.986 era
totalmente nula e ineficaz, por esa razón dice que el Notario que la
protocolizó cometió el delito de Falsedad Ideológica y además, que el a-
quo parte de la premisa falsa de que el Registro garantiza la legitimidad
y exactitud del documento. Dice que de esa manera la fundamentación
resulta ilegítima al estar basada en prueba ilegal y no indica las
razones por las que estimó que los encartados conocían lo relativo a la
Asamblea General Extraordinaria de aquella fecha. El motivo no procede.
Los argumentos sobre los que sustenta el recurrente la existencia del
vicio, obedecen a su interpretación subjetiva -que no fue acogida por el
Tribunal-, con la finalidad de que a través de una revaloración del
material probatorio, se establezca en Casación la ilegalidad de la
probanza con que se contó en el proceso y así, se excluya la
responsabilidad de los partícipes; sin embargo, debe apuntarse que eso no
implica que la fundamentación del fallo resulte errónea. En efecto, el
Juzgador señaló los fundamentos de lo dispuesto, así como consignó el
contenido de la prueba y su valoración, lo que le permitió -en lo
pertinente- establecer la participación delictiva del imputado Víctor
Manuel González Angulo en los hechos que se le atribuyó y que dieron
origen a este proceso. Por lo expuesto, se rechaza el alegato.

XII.- En tercer lugar, reclama falta de valoración de la


prueba, básicamente de la documentación relativa a las cesiones de
derechos telefónicos efectuadas en setiembre de 1.986, en las que actuó
en forma individual el imputado Víctor Manuel, prueba de la que infiere

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el desconocimiento del citado justiciable respecto a la existencia de la


Asamblea del 14 de julio de 1.986, de la que ni fue notificado, ni firmó
el acta correspondiente. Asimismo, dice que tampoco se valoró el Convenio
de liquidación de “Almacén González”, prueba toda que resultaba útil para
averiguar la verdad real y que fue sometida al contradictorio. El motivo
no resulta atendible. Si bien es cierto conforme al contenido del fallo
el Tribunal dejó de analizar expresamente la prueba que se extraña, lo
cierto es que para que la fundamentación sea completa, no se requiere el
análisis pormenorizado de toda la prueba, sino más bien, que esa
valoración recaiga sobre los elementos de juicio que den fundamento a la
sentencia, pero desde luego, sin excluir la consideración o análisis de
toda la prueba que introducida legítimamente al debate, resulte de
carácter decisivo para llegar a la conclusión necesaria. Al respecto,
señala el recurrente que se dejó de considerar los documentos de
traspasos de derechos telefónicos, en cuanto señalan a Víctor Manuel
actuando en forma individual en representación de la sociedad “Almacén
González S.A.” (confrontar folios 471 a 475); en ese sentido, una vez
incluida esta prueba en forma hipotética en el fallo, no aprecia esta
Sala modificación alguna respecto de lo resuelto, pues no se excluye que
las acciones ejecutadas por ese encartado lo fueran en su carácter
individual y sin conocimiento del otro representante de la empresa, con
quien debía actuar en forma conjunta. A mayor abundamiento, corresponde
indicar que incluso la prueba a que alude el impugnante -no obstante sus
inferencias al respecto-, más bien permite apreciar la actuación de
Víctor Manuel con el conocimiento de Oscar, en condición de cedente y
cesionario -respectivamente- en las citadas transacciones. Por último, en
cuanto al alegato de omisión de análisis del convenio de liquidación de
la sociedad citada, esta Sala no aprecia la decisividad de ese elemento
probatorio y por ende la afectación alegada; además, el recurrente se
limitó a señalar que no se valoró, pero ni especifica su trascendencia en
la causa, ni el perjuicio que el a-quo con esa acción causó a su
patrocinado. Así las cosas, se declara sin lugar este extremo del
recurso.

XIII.- Recurso por el fondo: Señala el accionante que de


manera impropia el Tribunal excluyó declarar la prescripción de la acción
penal, no obstante estar subsumida la figura del Uso de Documento Falso
en la Estafa por tratarse de una sola actividad delictiva. Agrega que
respecto a la certificación extendida por el Notario Público, los
acusados no tuvieron participación alguna y que ambos desconocían la
existencia de la falsa e ilegal Asamblea General Extraordinaria de
accionistas, que está viciada de nulidad absoluta y por lo tanto, carente
de validez. Por otra parte, añade que tampoco se consideró que en cuanto
a la certificación notarial, los encartados no tuvieron participación
alguna y que el documento que se refiere a esa certificación, no es el
original sino nada más una fotocopia. Concluye señalando, que conforme a
la fecha en que sucedió el traspaso de la acciones, con vista en la
reforma al artículo 216 del Código Penal mediante Ley Nº 7.337 y a la
regulación pericial (folio 118), al momento de interponer la denuncia ya

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había transcurrido el plazo de prescripción de la acción penal. El


reclamo resulta improcedente. En lo que se refiere a la prescripción
habiendo sido resuelto ese aspecto ya en el considerando VIII , se
reiteran en este aparte las razones por las que en este caso se estima
que los hechos investigados no están prescritos. Respecto de los
restantes argumentos mediante los que pretende descartar la participación
del justiciable respectivo por confeccionar la certificación notarial,
así como el desconocimiento del contenido de la Asamblea Extraordinaria
de Accionistas y la descalificación de esta última, de manera patente, el
impugnante en su argumentación altera el cuadro fáctico acreditado en
sentencia, impidiendo a la Sala analizar el motivo y tornando inexacta la
especie fáctica fijada en el fallo, respecto a la que corresponde
verificar en esta instancia, la apropiada aplicación de la normativa de
fondo. Por consiguiente, se rechaza el reclamo.

POR TANTO:

Se declara parcialmente con lugar el recurso interpuesto por


los imputados González Angulo y González Rivera. Se anulan el
pronunciamiento impugnado y el debate que le dio origen, únicamente en
cuanto se refiere a la condenatoria del acusado Víctor Eduardo González
Rivera, por Uso de Documento Falso y Estafa, cometidos en concurso ideal.
Vuelva el expediente al Despacho de origen, para que el tribunal que
corresponda proceda a una nueva sustanciación con arreglo a derecho. En
los demás extremos, se declara sin lugar los reclamos presentados,
permaneciendo invariable la sentencia recurrida. Se declara también sin
lugar los recursos interpuestos por los Doctores Castillo González y
Martínez Ortiz y Pruna.
***
Resolución 954-97.DOC
1 nota Sup. PAM V. 954 -97
SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA.
San José, a las dieciséis horas dieciséis minutos del once de setiembre
de mil novecientos noventa y siete.
Recurso de casación interpuesto en la presente causa seguida contra PEDRO
GERARDO CHAVES CESPEDES, mayor de edad, cédula de identidad número 2-233-
736, comerciante, vecino de Alajuela, por los delitos de FALSIFICACION DE
DOCUMENTO PUBLICO, FALSEDAD IDEOLOGICA, USO FALSO DOCUMENTO EN CONCURSO
IDEAL CON ESTAFA , en perjuicio de JULIO CESAR PANIAGUA SEGURA Y LA FE
PUBLICA. Intervienen en la decisión del recurso, los Magistrados Daniel
González Alvarez, Presidente, Jesús Alberto Ramírez Quirós, Mario Alberto
Houed Vega, Alfonso Chaves Ramírez y Rodrigo Castro Monge. También
interviene como defensora publica del imputado, la licenciada Diana
Montero Montero. Se apersonó el representante del Ministerio Público.
RESULTANDO :
1.- Que mediante sentencia N 59-B-97, dictada a las dieciséis horas diez
minutos del día nueve de junio de mil novecientos noventa y siete, el
Tribunal Superior Segundo Penal de San José, Sección Segunda, resolvió:

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"POR TANTO: De conformidad con lo expuesto, normas y leyes citadas,


artículos 39 de la Constitución Política, 1, 21, 22, 30, 45, 71 a 75,
357, 358, 363 del Código Penal, 393, 394, 395, 396, 397, 399 y 543 del
Código de Procedimientos Penales, por el resultado de los votos emitidos
por unanimidad, este Tribunal resuelve: Declarar a PEDRO GERARDO CHAVES
CESPEDES autor responsable de UN DELITO DE FALSIFICACION DE DOCUMENTO
PUBLICO, UN DELITO DE FALSEDAD IDEOLOGICA, UN DELITO DE USO DE FALSO
DOCUMENTO EN CONCURSO IDEAL CON ESTAFA cometidos en perjuicio de Julio
César Paniagua Segura y la fe pública, y en tal carácter se le condena a
cumplir como sanción el tanto de CINCO AÑOS DE PRISION pena que deberá
descontar, previo abono de la preventiva cumplida, en el lugar y forma
que determinen los respectivos reglamentos penitenciarios. Se le condena
igualmente al pago de ambas costas del juicio y firme el fallo se
inscribirá en el Registro Judicial.
Confecciónese y remítase copias de estilo al Instituto Nacional de
Criminología y al Juzgado de Ejecución de la Pena, para lo de su cargo.
HAGASE SABER.- FS). LICDA. LUZ MARIA BOLAÑOS ARIAS. LICDA. ILEANA MENDEZ
SANDI. LICDO. OSCAR MARIO VARGAS QUESADA. JUECES SUPERIORES." .
2.- Que contra el anterior pronunciamiento la licenciada Diana Montero
Montero, defensora pública del imputado Pedro Gerardo Chaves Céspedes,
interpuso recurso de casación por la forma. -De conformidad con los
artículos 226, 393 párrafo segundo, 393 inciso 2 y 400 inciso 4 del
Código de Procedimientos Penales, la recurrente acusa la violación a las
reglas de la sana crítica racional, al considerar que el Tribunal no le
puede atribuir a su defendido la falsificación de un documento público
por el sólo hecho de que exista una cédula con su fotografía, y menos
puede indicar que dicho acto lo beneficia, o bien, que fue realizado con
su conocimiento. Razón por la cual solicita se declare con lugar el
recurso interpuesto y se proceda de conformidad con el artículo 483 del
Código de Procedimientos Penales.
3.- Que verificada la deliberación respectiva de conformidad con lo
dispuesto por el artículo 481 del Código de Procedimientos Penales, la
Sala entró a conocer del recurso.
4.- Que en los procedimientos se han observado las prescripciones legales
pertinentes.
Informa el Magistrado González A.; y, CONSIDERANDO:
I.- UNICO MOTIVO POR LA FORMA: Falta de fundamentación. De conformidad
con los artículos 226, 393 párrafo segundo, 393 inciso 2 y 400 inciso 4
del Código de Procedimientos Penales, la Licenciada Diana Montero
Montero, defensora pública de Pedro Chaves Céspedes, acusa violación a
las reglas de la sana crítica racional, al considerar que el tribunal no
le puede atribuir a su defendido la falsificación de un documento público
por el solo hecho de que exista una cédula con su fotografía, y menos
puede indicar que dicho acto lo beneficia, o bien, que fue realizado con
su conocimiento. Razón por la cual solicita se declare con lugar el
recurso interpuesto y se proceda de conformidad con el artículo 483 del
Código de Procedimientos Penales.
II.- No lleva razón la recurrente. Analizada la sentencia en todos sus
extremos la Sala estima que se encuentra amplia y suficientemente

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motivada, toda vez que los juzgadores señalan con claridad cuáles son las
razones por las que consideran que el delito de falsificación de
documento público fue acreditado, sin que exista duda al respecto. En
este sentido, nótese que en la sentencia se determina con precisión que
el imputado necesariamente participó en la confección de la cédula falsa,
tomándose como base no sólo el interés por obtener un beneficio
patrimonial antijurídico al portar una cédula con su fotografía, pero
suplantando el nombre de otra persona, sino también se valora que
necesariamente debió intervenir en la elaboración, al aparecer el
documento con una fotografía suya portando el nombre de otra persona. Es
un hecho público y notorio que las cédulas de identidad llevan una
fotografía de la persona portando un cartel con su nombre, hecho que en
todo caso aquí confirma la versión del abogado, quien manifiesta que sacó
la fotocopia que aparece en autos donde consta tal situación. En
consecuencia, para la elaboración del documento el imputado debió hacerse
fotografiar portando un cartel con el nombre de la persona que iba a
suplantar, lo que constituye una activa intervención en la falsedad, con
pleno dominio sobre el hecho. Asimismo, véase que los testigos María de
los Angeles Solano López (folio 139 vuelto, línea 27 en adelante), Rafael
Angel Valverde Blanco (folio 139, línea 10 en adelante) y Ricardo Calvo
Gamboa (folio 138, línea 21 en adelante) son coincidentes en señalar al
imputado como la persona que se hizo pasar como el legítimo propietario
del lote y el auténtico titular de la cédula, incluso Valverde Blanco y
Calvo Gamboa manifiestan que tuvieron la cédula falsa en sus propias
manos, sacándole una fotocopia a la misma, no observando en aquel momento
irregularidad alguna, pues la fotografía que aparecía en la misma
correspondía al imputado. Documento que además fue reconocido como el que
consta en la fotocopia de folio 27 del expediente, a través del cual se
viene a confirmar que la cédula en discusión la portaba consigo Chaves
Céspedes el día de los hechos. Por último, se debe señalar también que,
aún cuando le hubiese asistido razón a la recurrente, no existiría
interés alguno en decretar el defecto que reclama, dado que -como se
señala en el Considerando B de la sentencia- el hecho fue calificado en
concurso ideal en relación con la falsedad ideológica, el uso de
documento falso y la estafa que se le venía acusando a su defendido,
delincuencia por la que se le impuso la pena de cinco años de prisión,
tomándose como base la penalidad el delito de más gravedad y que
corresponde al ilícito de estafa, cuya pena máxima es de diez años de
prisión, penalidad que no habría variado en absoluto aún cuando se
hubiese acogido el recurso por el extremo reprochado. Por tanto, se
declara sin lugar el único motivo del recurso interpuesto por la defensa.
POR TANTO:
Se declara sin lugar el recurso planteado por la defensa del imputado
Chaves Céspedes. NOTIFIQUESE.-

***

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Resolución 1186-98.DOC
1 nota Sup. LBJ Exp: 95-200324-416 PE Res: 001186-98 SALA TERCERA DE LA
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las nueve horas quince minutos del
tres de diciembre de mil novecientos noventa y ocho.
Recurso de casación interpuesto en la presente causa seguida contra
RAFAEL ANGEL VALVERDE JIMENEZ, costarricense, mayor de edad, divorciado,
agricultor, vecino de Puntarenas, hijo de Alcides Valverde Mondragón y de
Rosa Jiménez Cruz, cédula de identidad número 9-072-410; por el delito de
FALSEDAD IDEOLOGICA cometido en perjuicio de GUIDO RODRIGUEZ RODRIGUEZ y
LA FE PUBLICA. Intervienen en la decisión del recurso los Magistrados
Daniel González Alvarez, Presidente, Jesús Alberto Ramírez Quirós, Mario
Alberto Houed Vega, Alfonso Chaves Ramírez y Carlos Luis Redondo
Gutiérrez este último en calidad de Magistrado Suplente. Intervienen
además en esta instancia, el Licenciado Edwin Daniel Leiva Jara, como
defensor particular del encartado, y la Licenciada Ana Eugenia Sáenz
Fernández como representante del Ministerio Público.
RESULTANDO:
1.- Que mediante sentencia N 100-98 de las dieciséis horas treinta
minutos del trece de mayo de mil novecientos noventa y ocho, el Tribunal
de Juicio de Puntarenas, resolvió: "POR TANTO De conformidad con lo
expuesto, reglas de la sana crítica racional y artículos 33, 39 y 41 de
la Constitución Política, 1, 30, 31, 45, 50, 51, 71 incisos a) a d), 358
del Código Penal; 1, 198, 392 a 400, 545 del Código de Procedimientos
Penales, Transitorio I de la Ley de Reorganización Judicial al resolver
en definitiva la presente causa y por la unanimidad de los votos emitidos
este Tribunal resuelve: declarar a RAFAEL ANGEL VALVERDE JIMENEZ autor
responsable del delito de FALSEDAD IDEOLOGICA en perjuicio de GUIDO
RODRIGUEZ RODRIGUEZ y LA FE PUBLICA por lo que se le impone la pena de
TRES AÑOS DE PRISION. La pena impuesta se descontará en el centro
carcelario según lo determinen las leyes y reglamentos penitenciarios,
previo abono de la preventiva sufrida en el presente asunto. Son las
costas del proceso a cargo del imputado, quedando los gastos del mismo a
cuenta del Estado. Una vez firme este fallo inscríbase en el Registro
Judicial, testimoniénse piezas para ante el Instituto Nacional de
Criminología y el Juzgado de Ejecución de la pena. Dado que el imputado
VALVERDE JIMENEZ acusa juzgamientos pero éstos se encuentran prescritos
lo pertinente es otorgarle el beneficio de condena de ejecución
condicional de la pena por un período de prueba de CINCO AÑOS, bajo el
apercibimiento de que si incurriese durante ese plazo en la comisión de
un delito doloso sancionado con pena superior a los seis meses de prisión
se le revocaría el beneficio otorgado en este fallo.- NOTIFIQUESE
MEDIANTE LECTURA. Lic. Marianela Vargas Cousin Juez Integrante Lic.
Alfredo Madriz Araya Lic. Marco Ant. Rodríguez Rescia" (sic).
2.- Que contra el anterior pronunciamiento el defensor particular del
imputado, Licenciado Edwin Daniel Leiva Jara, interpuso recurso de
casación por la forma y fondo. En el primero de sus dos motivos por
vicios in procedendo, el recurrente alega quebranto de lo dispuesto por
los ordinales 1, 6 y 12 del Código de Procedimientos Penales de 1.973 y

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39 y 41 de la Constitución Política, por cuanto estima que la Cámara de


Juicio al no admitir el testimonio de Miguel Aparicio Víquez, ofrecida
durante el contradictorio como prueba para mejor resolver, dejó en total
indefensión a su representado. En segundo lugar, reclama ausencia de
fundamento del fallo recurrido, por preterición del artículo 142 del
Código ibídem. Acto seguido, en su único aspecto por error in iudicando,
señala que "...de los autos se desprende claramente que en la especie no
se dá (sic) el delito atribuído al encartado, toda vez que los mismos
documentos en que se basa la sentencia se desprende que son DECLARACIONES
JURADAS otorgadas ante funcionario competente...De manera que el juzgador
a la hora de efectuar la calificación del delito se equivocó y violó el
principio de subsunción de la ley penal, al incurrir en un ERROR DE
DERECHO al no confrontar correctamente la aplicación del derecho y
aplicar falsa o erróneamente la ley.". Solicita se anulen la sentencia
impugnada y el debate que la precedió, disponiendo el reenvió del
expediente ante el Tribunal correspondiente, para que sea sustanciado con
arreglo a Derecho.
3.- Que verificada la deliberación respectiva, la Sala se planteó las
cuestiones formuladas en el recurso.
4.- Que en los procedimientos se han observado las prescripciones legales
pertinentes.
Informa el Magistrado REDONDO GUTIÉRREZ; y, CONSIDERANDO:
I.- En el primero y segundo motivos de los vicios de procedimiento
alegados, el Licenciado Edwin Leiva Jara reclama preterición de pruebas y
falta de fundamentación del fallo impugnado, porque en el debate se
rechazó la declaración de Miguel Aparicio Víquez, ofrecida por él como
prueba para mejor resolver. Estima que al haber cuatro testigos de cargo
y habérsele rechazado aquella prueba, se le causó indefensión. En su
criterio, esa declaración era esencial, pues: "... el testigo vivió en el
lote objeto de la controversia, mantuvo cercas, limpió el mismo, lo cuidó
día y noche y además lo recibió de antecesores, es decir, poseyó el
predio cuestionado ..." (confrontar folio 399 frente). La queja no es de
recibo. Debe aclararse que el presente recurso se resuelve con apoyo en
el Código de Procedimientos Penales de 1.973, pues aunque en la audiencia
respectiva se extinguió la acción penal en virtud de un arreglo
conciliatorio entre las partes y el encartado Alvaro Mora Chaves, la
causa en contra del sentenciado Valverde Jiménez siguió su curso normal,
dictándose el fallo de mérito con fundamento en aquel cuerpo de leyes.
Así, tal y como recientemente lo ha establecido esta Sala, el contralor
de casación debe realizarse con base en la normativa que sirvió de base
al dictado de la sentencia (confrontar 1.073 -98, de 10:15 horas del 6 de
noviembre de 1.998). En la especie, pese a los esfuerzos realizados por
la Sala para escuchar la sección pertinente del casete grabado en la
audiencia, por haber utilizado el Tribunal de manera deficiente los
medios técnicos disponibles, la parte del debate que interesa no pudo ser
escuchada. De ahí que lo procedente sea, atenerse a lo consignado en el
acta respectiva (confrontar folios 405 a 407). Del estudio de este
documento resulta que el señor Defensor ofrece como prueba para mejor
resolver la declaración de Miguel Angel Vásquez Aparicio (confrontar

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folio 406 vuelto, in fine) vertida en la última audiencia, es decir, en


la fase final del juicio, cuando éste - según se nota- tuvo que
suspenderse en dos oportunidades debido a la inasistencia de testigos y
por la necesidad de secuestrar prueba documental útil y pertinente. Con
ello no quiere decirse, que el ofrecimiento fuera extemporáneo, pero sí
es un indicativo de que la defensa no lo consideró elemento esencial en
sus pretensiones durante el plenario. Obsérvese, que según el acta de
debate no se justificó la necesidad, utilidad o pertinencia de ese
testimonio, es decir, se incumplió con lo preceptuado en el numeral 387
del Código de Procedimientos Penales de 1.973, en el sentido de acreditar
que la prueba era indispensable o manifiestamente útil para esclarecer la
verdad y es más, ante la decisión del Tribunal de no admitir la
declaración, el Defensor no se opuso en tiempo y forma y por ello, se
estima quedó conforme con la resolución del a-quo. En cualquier caso,
acudiendo al método de inclusión mental hipotética, con los datos
proporcionados en el recurso acerca de los hechos sobre los que
declararía el testigo, el fallo se mantendría inalterable, pues existe
suficiente material probatorio para sostener el juicio de certeza
establecido. Por último, debe acotarse que no se observan contradicciones
relevantes, ni vicios de razonamiento que invaliden la sentencia que como
se expuso, es conforme con el correcto entendimiento humano. En
consecuencia, se declara sin lugar el reclamo.
II.- Casación por el fondo. En este aparte, alega errónea aplicación de
la ley sustantiva, pues a juicio de quien recurre, por haberse prevenido
al testigo - hoy sentenciado- acerca de las penas con las que la Ley
castiga el falso testimonio, el delito cometido no enmarca en la ilicitud
de falsedad ideológica, sino en la del falso testimonio, o en su lugar,
la figura aplicable resultaría ser la del perjurio. El reclamo es
inatendible. La calificación otorgada por el Tribunal al cuadro fáctico
acreditado, es la ajustada a derecho y no se observa en tal subsunción
jurídica los defectos que señala el gestionante. En efecto, el a-quo tuvo
por demostrado que el justiciable compareció ante un Notario Público e
hizo insertar datos falsos relativos a aspectos que el mismo documento
debía probar. No puede estimarse que en la especie se esté ante el delito
de falso testimonio, porque aunque en esencia en el documento se consignó
una declaración y al deponente se le hicieron las prevenciones de rigor
en torno al delito de falso testimonio, resulta cierto que por habérsela
rendido ante una autoridad competente, no es dable aplicar el artículo
314 del Código Penal. Esta norma exige como un elemento del tipo objetivo
del falso testimonio, que la declaración se rinda ante una "autoridad
competente", es decir, ante órganos públicos judiciales, administrativos,
parlamentarios o eventualmente, ante las autoridades consulares o
diplomáticas extranjeras, cuando: "... tenga (n) la atribución de ejercer
materialmente la función jurisdiccional y de tomar (...) una decisión
sobre el caso concreto..." (Castillo González, Francisco: El delito de
Falso Testimonio, San José, Editorial Juricentro, 1.982, p. 68). Por
ello, a juicio de este autor: "... Del texto del artículo 314, quedan
excluidas aquellas declaraciones rendidas ante particulares que ejercen
funciones públicas. Tal es el caso de las otorgadas ante notarios,

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notarios receptores de pruebas o ante árbitros amigables componedores


..." (ibídem). En consecuencia, debe entenderse que las declaraciones
apócrifas otorgadas ante un Notario, no configuran el delito de falso
testimonio sino el de falsedad ideológica, pues en primer lugar, dicho
profesional carece de la calidad de autoridad - en el sentido expuesto -
y en segundo término, porque la falsedad - que se refiere a aspectos
esenciales que el documento pretende probar - se hace insertar en un
instrumento público (escritura). En otro orden de cosas, los hechos
demostrados no pueden configurar el delito de perjurio, pues como
acertadamente lo expone la representante del Ministerio Público en la
contestación de la audiencia respectiva (confrontar folio 411), la
falsedad que sanciona el artículo 309 del Código Penal, debe versar sobre
hechos propios y no sobre circunstancias o actividades de otras personas,
como ocurre en el caso de autos. Por lo expuesto, se declara sin lugar el
motivo alegado.
POR TANTO:
Se declara sin lugar el recurso de casación interpuesto. NOTIFÍQUESE.

***

Resolución 1448-99.DOC
Res: 1999-01448 SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a
las ocho horas con cuarenta minutos del diecinueve de noviembre de mil
novecientos noventa y nueve.
Recurso de casación, interpuesto en la presente causa seguida contra
SHEILA QUIRÓS VARGAS, mayor, casada, vecina de Pérez Zeledón, por el
delito de FALSEDAD IDEOLÓGICA, Y USO DE DOCUMENTO FALSO CON OCASIÓN DE
ESTAFA, EN CONCURSO IDEAL, en perjuicio de LA FE PÚBLICA. Intervienen en
la decisión del recurso, los Magistrados Daniel González Alvarez,
Presidente, Mario Alberto Houed Vega, Rodrigo Castro Monge, Joaquín
Vargas Gené y Carlos Luis Redondo Gutiérrez, éstos dos últimos como
Magistrados Suplentes. También interviene el licenciado Walter Francisco
Corrales Granados, como defensor particular. Se apersonó el representante
del Ministerio Público, licenciada Ana Eugenia Sáenz Fernández.
Resultando: 1.- Que mediante sentencia N° 458-99, dictada a las dieciséis
horas del diecinueve de abril de mil novecientos noventa y nueve, el
Tribunal Penal del Primer Circuito Judicial de San José, resolvió: "POR
TANTO: En mérito de lo expuesto, normas y leyes citadas, artículos 39 y
41 de la Constitución Política, artículos 1, 11, 18, 21, 30, 31, 45, 50,
51, 71, 75, 216 inciso dos, 358 y 363 del Código Penal, artículos 392,
393, 395, 396, 397, 399, 400, 543 del Código de Procedimientos Penales,
este Tribunal declara a SHEILA QUIROS VARGAS autora responsable de los
delitos de FALSEDAD IDEOLOGICA, USO DE DOCUMENTO FALSO CON OCASIÓN DE
ESTAFA, en concurso ideal, y como tal se le impone la pena de CUATRO AÑOS
DE PRISION, pena que deberá descontar en el centro penal correspondiente
previo abono de la preventiva cumplida si la tuviere. Firme el fallo

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inscríbase en el Registro Judicial de Delincuentes. Remítanse los


testimonios de estilo para ante el Juez de la Ejecución de la Pena y el
Instituto Nacional de Criminología. El conjuez (Sic) Salazar Villegas
salva el voto en cuanto al monto de la pena y le impone TRES AÑOS DE
PRISION por los ilícitos dichos, todos en concurso ideal. Del mismo modo,
conforme a los artículos 59 y 60 del Código Penal LE CONCEDE EL BENEFICIO
DE LA EJECUCION CONDICIONAL DE LA PENA POR UN PERÍODO DE CINCO AÑOS, y le
advierte que en caso de cometer un nuevo delito doloso con pena mayor a
seis meses, este beneficio le será revocado y deberá cumplir ambas penas.
Por unanimidad se ordena suprimir y dejar sin valor y efecto la escritura
N 46, otorgada ante el notario Edwin Vargas Víques (Sic) visible de los
folios 32 vuelto y 33 frente y vuelto, del tomo 21 de su protocolo, así
como igualmente se ordena cancelar la inscripción hipotecaria de esa
escritura en el Registro Público si es que hubiere sido inscrita, o el
levantamiento de la anotación de presentación de la misma escritura, si
es que solamente hubiere sido presentada al Diario de ese Registro.
Artículos 539, 540 y 541 del Código de Procedimiento Penales. Háganse las
anotaciones que correspondan al margen de la matriz de dicho protocolo.
Son los gastos del proceso a cargo de la condenada. POR LECTURA
NOTIFIQUESE. FS. Licda. Vera Coto Gaucherand Licda. María Elena Gómez
Cortés Lic. Daniel Salazar Villegas. " 2 - Que contra el anterior
pronunciamiento el licenciado Walter Francisco Corrales Granados,
interpuso recurso de casación. En recurso formal el recurrente reclama
fundamentación ilegítima del pronunciamiento, donde alega violación de
los acápites 400 inciso 3, 471 y 146 párrafo 2° del Código de
Procedimientos Penales, pues considera el a-quo realizó un reconocimiento
en rueda de personas después de que los testigos habían visto a su
patrocinada a raíz de haberse pospuesto anteriormente el debate. Además
menciona violación a las reglas de la sana crítica, protestando
infracción a los artículos 400 inciso 4° y 471 inciso 2° supra indicado.
Y en su aspecto por el fondo denuncia que a pesar de que la conducta de
la justiciable se adecua a varios tipos penales, su única intención
encuadra dentro del delito de la estafa. Por todo lo expuesto solicita se
case la sentencia y se ordena el reenvío para una nueva sustanciación.
3 - Que se celebró vista a las diez horas con treinta minutos del treinta
y uno de agosto de mil novecientos noventa y nueve.
4 - Que verificada la deliberación respectiva la Sala entró a conocer del
recurso.
5 - Que en los procedimientos se han observado las prescripciones legales
pertinentes .
Informa el Magistrado Suplente Vargas Gené y, Considerando: I.- El
Defensor particular de la imputada Sheila Quirós Vargas, licenciado
Walter Francisco Corrales Granados, interpone Recurso de Casación por
vicios de forma y fondo contra la sentencia N 458-99 del Tribunal Penal
del Primer Circuito Judicial, con base en los siguientes motivos: Primer
motivo por la forma: Fundamentación ilegítima del fallo. Se fundamenta el
recurrente en los artículos 400 inciso 3, 471 y 146 párrafo 2 del Código
de Procedimientos Penales, al considerar que el Tribunal de Mérito
realizó un reconocimiento en rueda de personas después de que los

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testigos habían visto a la imputada a raiz de haberse pospuesto


anteriormente el debate, aspecto que motivó que los comparecientes
reconocieran a la sentenciada, lo que considera es ilegal y conlleva como
consecuencia, la nulidad de la sentencia. EL RECLAMO DEBE RECHAZARSE. Tal
y como consta en los autos, al inicio de la primera audiencia del debate
la señora Fiscal solicitó como prueba para mejor resolver la realización
de un reconocimiento judicial, en donde participaran mujeres con
características físicas similares a la encartada y en presencia de los
testigos. Según el acta de debate de folio 378, la defensa técnica se
opuso a dicha diligencia judicial al aducir que los testigos habían visto
a la acusada al posponerse el juicio oral y público, aspecto que se hizo
constar en la mencionada acta. A folio 298 la señora Erika Calvo,
asistente de juicio del Tribunal, hizo constar que el debate no se
llevaría a cabo e incluyó las personas que comparecieron, a saber los
defensores, la fiscal, la imputada y los testigos Jorge Soler Arias,
Amabilia Rojas Araya, Olman Diaz Barrientos y Luis Alberto Espinoza
Reyes, sin constatar algún aspecto que hiciera presumir que los
deponentes hubieran visto a la acusada, por lo que no se puede determinar
que existiera contacto entre ellos y la justiciable que pudiera
desnaturalizar el reconocimiento. Por otra parte, a folio 386 consta la
identificación previa que facilitaron los señores Amabilia Rojas Araya,
Jorge Soler Arias y Edwin Vargas Víquez, la primera de ellas indicó que
nunca había visto a la persona que llegó a firmar la escritura de
hipoteca, solo la vio cuando llegó a firmar. A su vez el segundo afirmó
que nunca había visto a la mujer que llegó a firmar la escritura y agregó
que nunca la ha vuelto a ver. A folio 387 consta el acta de
reconocimiento que se llevó a cabo en presencia de las partes, la
imputada fue reconocida por los dos primeros testigos, en esa oportunidad
no se hizo ningún alegato o recordatorio de la oposición de la defensa
para que se llevara a cabo la diligencia, precisamente porque no se
determinó que los testigos hubieran visto a la imputada con anterioridad,
como para rechazar el reconocimiento. Por lo expuesto, en autos no existe
ningún elemento o indicio que logre confirmar o al menos resaltar la
situación reclamada, por lo que el reconocimiento practicado en forma
alguna constituye una prueba ilegal, por lo que el recurso debe
rechazarse.
II.- Segundo Motivo por la forma. Violación a las reglas de la sana
crítica. Acusa la violación de los artículos 400 inciso 4 y 471 inciso 2
del Código de Procedimientos Penales, al considerar que el Tribunal
sentenciador violentó la ley de identidad. En su criterio el a-quo tuvo
por probado que la imputada fue la persona que llenó el formulario de
solicitud de cédula de identidad suplantando a la ofendida, misma persona
que se presentó ante el notario público a otorgar escritura de hipoteca
en una propiedad de la agraviada, sin que la prueba respalde dicha
conclusión, pues se basa en supuestos y apreciaciones subjetivas. A su
vez, aduce violación a la ley de contradicción al afirmar que en el
estudio grafoscópico N 98-774-Doc y su ampliación, no se pudo asociar las
firmas de la solicitud de cédula y del protocolo con una autoría por
parte de la imputada y por otro lado, se tuvo por probada la

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participación de la encartada porque sólo a ella beneficiaba tal


proceder, aspectos que aduce ser contradictorios. Dentro del mismo punto
impugnado indica que existe violación a la ley de la razón suficiente por
considerar que la prueba recabada no puede sustentar la condenatoria al
basarse en un reconocimiento ilegal y al existir prueba técnica que
revela que las firmas de la solicitud de cédula y del protocolo no son de
la imputada e incluye dentro de sus alegatos la violación a las normas de
experiencia, pues el Tribunal no tomó en cuenta la baja escolaridad de la
sentenciada, al tener como probada la tramitación de una cédula en forma
fraudulenta, la obtención de una certificación cedular, la contratación
de un profesional en derecho y el conocimiento de los trámites del
Registro de la Propiedad en cuanto a hipotecas, aspectos que considera el
recurrente no son propios de una persona que estudió hasta el sexto grado
de educación primaria. Repite sus argumentos en cuanto al reconocimiento
ilegal que según su criterio, el sentenciador tomó como base para
condenar, incluyendo este aspecto como violación a las reglas de la
derivación. LOS RECLAMOS DEBEN DECLARARSE SIN LUGAR. El Tribunal de
Juicio analizó la prueba respetando las reglas de la sana crítica y a
cada elemento probatorio le dio el valor correcto, por lo que no se
aprecia el vicio alegado que pudiera provocar su nulidad. Al contrario,
la sentencia debe ser analizada en su globalidad para evitar realizar
conclusiones parciales que no responden a la integridad del fallo. El
recurrente yerra al plantear su propia valoración de las pruebas en forma
independiente y sin vinculación entre ellas. El órgano sentenciador no ha
basado sus razonamientos en supuestos ni valoraciones subjetivas, como
pretende hacerse ver, al contrario, la condenatoria de Sheila Quirós
deviene de prueba directa y evacuada durante el debate. En este orden de
ideas resalta el reconocimiento que se llevó a cabo dentro del debate,
donde fue identificada por dos de los testigos como la persona que se
presentó a la oficina del licenciado Vargas Víquez a firmar la escritura
de hipoteca recayendo en la propiedad de la ofendida Rosibel León. A su
vez, los testigos Jorge Soler, Amabilia Rojas y Olman Díaz con ocasión
del reconocimiento manifestaron expresamente que fue la imputada la que
se presentó diciendo ser Rosibel ante el Notario Público y firmó la
escritura junto con su esposo, el imputado ausente William Corrales.
Aunado a ello, el a-quo basó sus argumentos en los resultados del
dictamen grafoscópico y así expuso: "...cuenta el tribunal con el
dictamen grafoscópico número 98-774-DOC, visible a folios 299 a 301,
donde en el apartado denominado "RESULTANDO", se establece que las dos
firmas que aparecen en la solicitud de cédula del expediente 230612-92
del Registro Civil, numeradas 33080 para efectos de Análisis de Escritura
y Documentos, presentan características escriturales que están presentes
en la firma cuestionada visible en el reverso del folio 33, línea 3, al
pie de la escritura número 46 del tomo 21 del protocolo del Lic. EDWIN
VARGAS VIQUEZ, de donde, indefectiblemente, si todos los declarantes
citados, dentro del marco indiciario reseñado, apuntan a Sheila como la
persona que compareció a la oficina del notario a firmar la escritura de
hipoteca, y resulta que la firma del protocolo de esa escritura tiene
características estructurales que están presentes en la firma de la

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solicitud de la cédula de identidad del expediente 320612-92,


necesariamente tuvo que ser Sheila la que hizo también la firma de dicha
solicitud de dicha cédula de identidad (SIC), porque se repite, todo
indica fue ella y no otra persona, la que se presentó a la oficina del
notario Vargas Víquez y otorgó la referida escritura de hipoteca..."
(folios 448 y 449). Como se desprende del extracto transcrito, la condena
de la imputada deviene de un análisis pormenorizado de la totalidad de la
prueba evacuada respetando las reglas de la sana crítica. Pese a que el
dictamen grafoscópico no ligó a la acusada con la confección de las
firmas cuestionadas, los restantes elementos de juicio valorados por el
Tribunal le permitieron arribar a la conclusión de que Quirós Vargas fue
la autora de los hechos acusados y tenidos por demostrados. Es de
recalcar que el órgano sentenciador puede apartarse de las
consideraciones de una pericia, siempre que exponga los razonamientos de
hecho y de derecho que fundamentan tal decisión, en este caso, el
Tribunal de Mérito desarrolló en forma atinada las razones por las que
estimó que la imputada es la autora de los hechos, sin que se advierta
alguna violación aducida por el recurrente. No puede descartarse la
autoría de la acusada por el solo hecho de tener baja escolaridad, pues
arribar a una conclusión como la pretendida en el Recurso de Casación,
sería transgredir la logicidad y respeto a las normas de la experiencia
que deben reinar en la sentencia. No resulta unívoco considerar que un
sujeto con poca preparación académica, no pueda cometer los delitos
acusados, máxime que las conductas ilícitas atribuidas fueron llevadas a
cabo con la participación y asesoría de una tercera persona íntimamente
relacionada con ella, a saber su esposo William Corrales Madrigal, de
allí que este motivo debe declararse sin lugar.
III.- Tercer motivo por el fondo. Reclama el recurrente que a pesar de
que la conducta de la imputada se adecua a varios tipos penales, su única
intención encuadra dentro del delito de la estafa, por lo que resulta
inadecuada la condena por varios tipos penales, sino que debió imponerse
una pena en relación con la conducta de mayor relevancia. De allí que
solicita se imponga la pena mínima. EL MOTIVO NO ES ATENDIBLE. Dentro de
los hechos probados se desprende el concurso de varios delitos, en un
primer término se estableció la comisión de una falsedad ideológica por
parte de la imputada, al haber facilitado su fotografía utilizando los
datos de identificación de la ofendida Rosibel León Aguilar para obtener
una cédula de identidad suministrada por el Registro Civil y en segundo
lugar se tuvo por probado que la sentenciada se presentó ante la oficina
del notario Edwin Vargas Víquez haciéndose pasar por la agraviada y
otorgó hipoteca en primer grado por la suma de un millón de colones,
recibidos en calidad de préstamo por la empresa Inmobiliaria Comercial
Incom S.A., sobre la propiedad de Rosibel León, lo que representa el
delito de uso de documento falso con ocasión de estafa. La calificación
jurídica brindada por el Tribunal es la correcta, de allí que la pena
impuesta también lo es. La imputada violentó ambas disposiciones legales
que no se excluyen entre sí. De acuerdo con lo establecido por el
concurso ideal de delitos, el juez debe aplicar la pena correspondiente
al delito más grave, en este caso el de la estafa, cuyas penas oscilan

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entre los seis meses hasta los diez años, la sanción fijada se encuentra
dentro de los límites permitidos, por lo cual no existe el vicio alegado
por el recurrente.
Por Tanto: Se declara sin lugar el Recurso de Casación interpuesto por el
Defensor particular de la imputada Sheila Quirós Vargas. NOTIFIQUESE.

***

Exp: 96-000526-0199-PE

Res: 2000-00174

SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las diez horas
del dieciocho de febrero del dos mil.

Recurso de casación, interpuesto en la presente causa seguida contra


CARLOS ARTURO BRENES SÁNCHEZ, costarricense, mayor de edad, divorciado,
vecino de Lomas del Río, hijo de José Arturo Brenes Rodríguez y María
Elena Sánchez Hernández, cédula de identidad número 1-264-515; por UN
DELITO DE ESTAFA EN CONCURSO IDEAL CON FALSEDAD IDEOLÓGICA Y UN DELITO DE
FALSEDAD IDEOLÓGICA, el primero de los delitos en perjuicio de GUILLERMO
SOLÓRZANO PICADO, MARÍA DE LOS ANGELES CRUZ QUIRÓS Y LA FE PÚBLICA, y el
segundo en daño de LA FE PÚBLICA. Intervienen en la decisión del recurso
los Magistrados Mario Alberto Houed Vegas, Presidente, Jesús Alberto
Ramírez Quirós, Alfonso Chaves Ramírez, Rodrigo Castro Monge y Carlos
Luis Redondo Gutiérrez, éste último como Magistrado Suplente. También
interviene la licenciada Martha Eugenia Muñoz Delgado como defensora
pública del encartado Brenes Sánchez. Se apersonó el representante del
Ministerio Público.

Resultando:

1-Que mediante sentencia N° 433-99 de las dieciséis horas con treinta


minutos del trece de abril de mil novecientos noventa y nueve, el
Tribunal Penal del Primer Circuito Judicial de San José, resolvió: “ POR
TANTO: De conformidad con lo expuesto, artículos 1, 21, 22, 30, 31, 45,
50, 51, 59, 60, 62, 71, 75, 76, 103, 216 inciso 2) y 358 del Código
Penal, artículos 122 y 125 del Código Penal de 1941, vigente por Ley Nº
4891 del 8 de noviembre de 1971, artículo 1045 del Código Civil,

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transitorio I del Código Procesal Penal, artículos 1, 9, 56, 57, 226,


392, 393, 395, 396, 397, 399 y 544 del Código de Procedimientos Penales
de 1973, se declara a CARLOS ARTURO BRENES SANCHEZ autor responsable de
UN DELITO DE ESTAFA EN CONCURSO IDEAL CON FALSEDAD IDEOLOGICA Y UN DELITO
DE FALSEDAD IDEOLOGICA, el primero cometido en perjuicio de GUILLERMO
SOLORZANO PICADO, MARIA DE LOS ANGELES CRUZ QUIROS Y LA FE PUBLICA y el
segundo únicamente en perjuicio de LA FE PUBLICA, en tal carácter se le
impone el tanto de DOS AÑOS DE PRISION por el primer delito apuntado y UN
AÑO DE PRISION por el segundo, para un total de TRES AÑOS DE PRISION por
el CONCURSO MATERIAL DE DELITOS acreditado. Por considerarlo procedente
se le otorga al condenado el BENEFICIO DE EJECUCION CONDICIONAL DE LA
PENA por un periodo de prueba de CINCO AÑOS, en el entendido de que
durante dicho lapso no deberá resultar condenado por nuevo delito doloso
en que se le imponga una pena de prisión superior a seis meses, pues en
dicho evento, le será revocado el beneficio aquí concedido y deberá
descontar, en prisión, la pena impuesta. Se ordena la nulidad de la
escritura otorgada ante el notario Manuel Rey González a las doce horas
del nueve de abril de mil novecientos noventa y seis, que es la escritura
número cincuenta y cuatro en donde supuestamente María de los Angeles
Cruz Quirós le vende al señor Guillermo Solórzano Picado la propiedad
inscrita en el Registro Público de la Propiedad, Partido de San José,
matrícula de Folio Real número trescientos sesenta y seis mil setecientos
uno-cero cero, consecuentemente debe tenerse como inexistente el asiento
registral que dicho acto notarial generó. SOBRE LA ACCION CIVIL
RESARCITORIA: Incoada por MARIA DE LOS ANGELES CRUZ QUIROS, en contra del
aquí condenado y demandado civil CARLOS ARTURO BRENES SANCHEZ; se declara
parcialmente con lugar la demanda acogiéndose únicamente el extremo de
DAÑO MORAL, condenándosele a pagar al señor BRENES SÁNCHEZ, la suma, por
ese concepto, de UN MILLON DE COLONES NETOS. Son las costas del proceso,
en lo penal y lo civil, a cargo del condenado. TESTIMONIO DE PIEZAS:
Este Tribunal, estimando que eventualmente el acto consignado en la
escritura otorgada ante el Notario Luis Adrián Quirós Carmona a las
quince horas del cinco de marzo de mil novecientos noventa y seis, en
virtud de la cual María de los Angeles Cruz Quirós hipoteca la misma
finca aquí en discusión a Zoraida Paniagua Mora, podría constituir otro
supuesto delictivo independiente de los hechos aquí conocidos, ordena el
testimonio de piezas respectivo para ante el Ministerio Público con el
fin de que se complete la investigación a éste respecto. Una vez firme
esta sentencia inscríbase en el Registro Judicial.- Mediante lectura
notifíquese.-” FS: LIC. JORGE MORALES GARCÍA LIC. CARLOS FRANCISCO
ALVARADO SOTO LICDA. LINDA CASAS ZAMORA JUECES DE JUICIO. (Sic)

2-Que contra el anterior pronunciamiento la licenciada Martha Eugenia


Muñoz Delgado interpuso recurso de casación por la forma y por el fondo.
Alega la recurrente en los motivos formales de su recurso y con
fundamento en los ordinales 1, 3, 106, 145 inciso 3), 395 inciso 3), 400
incisos 2) y 4) y 471 inciso 2) todos del Código de Procedimientos
Penales; 11, 18, 33 y 41 de la Constitución Política, falta de
fundamentación, violación a las garantías constitucionales,

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específicamente las reglas del debido proceso, así como la incongruencia


entre acusación y sentencia. En el reclamo de fondo cita la indebida
aplicación de la ley sustantiva, esto con fundamento en los artículos 3,
471 inciso 1) y 482 todos del Código de Procedimientos Penales y,
artículos 1, 30 y 358 del Código Penal; 39 y 41 de la Carta Magna.
Solicita se absuelva de toda pena y responsabilidad a Carlos Arturo
Brenes Sánchez por el delito acusado o, en su defecto ser ordene el
reenvió de la presente causa al Tribunal de origen para que nuevamente
sea sustanciado conforme a derecho.

3-Que verificada la deliberación respectiva la Sala entró a


conocer del recurso.

4-Que en los procedimientos se han observado las prescripciones legales


pertinentes.

Considerando:

I. La defensora pública del imputado Carlos Arturo Brenes Sánchez,


Licenciada Marta Muñoz Delgado, interpone Recurso de Casación por vicio
de forma y fondo contra la sentencia Nº 433-99 de las 16.30 horas del 13
de abril de 1999 emitida por el Tribunal de Juicio del Primer Circuito
Judicial de San José, con base en los siguientes motivos: Primer motivo
por la forma: Violación a las Reglas del Debido Proceso. Considera que el
tribunal de mérito rechazó de manera ilegal la solicitud de aplicación de
la suspensión del proceso a prueba. Con base en el Transitorio IV de la
Ley de Reorganización Judicial, al inicio del debate la defensa solicitó
la aprobación de este instituto procesal por cuanto su defendido reunía
los requisitos exigidos para someterse a esa medida alternativa.
Argumentó que como el imputado es una persona de escasos recursos
económicos, se propuso como plan reparador su fuerza laboral a favor de
una institución del Estado, propiamente la Escuela Lomas del Río Pavas,
trabajando un día por semana, durante un año en labores de mantenimiento,
tales como jardinería, pintura, o cualquier otra labor que estuviera
dentro de las posibilidades. Contrario a lo solicitado el tribunal de
mérito manifestó que era necesario que el imputado realizara una
reparación económica del daño causado. Agrega que la interpretación
realizada por el a-quo no es la correcta, en vista de que el plan
reparador puede consistir en la prestación de servicios a alguna entidad
del Estado, tal y como se propuso, indica que con la resolución del
órgano sentenciador se está obligando a los pobres a ir a la cárcel pues
carecen de medios económicos para solventar el problema. EL RECLAMO DEBE
DECLARARSE SIN LUGAR. La suspensión del proceso a prueba es una medida
alternativa prevista en los artículos 25 a 29 del Código Procesal Penal,
cuyos requisitos de admisibilidad requieren que el acusado de limpios
antecedentes penales, presente un plan de reparación del daño causado a

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sus víctimas por su acción delictiva y un detalle de las actuaciones que


estaría dispuesto a realizar y cumplir. Estas condiciones deben ser
diferentes a las reglas de comportamiento previstas en el numeral 26 del
mismo cuerpo de leyes. La reparación puede ser total, parcial o
simbólica. Sin embargo, la propuesta debe ser proporcional a la acción
delictiva desarrollada y debe responder a una valoración de las
condiciones del acusado, lo que implica que entre más graves sean los
hechos o el perjuicio ocasionado, más fuertes deben ser las cláusulas que
se propongan dentro del plan reparador con el objeto de no vulnerar la
finalidad de este instituto y del sistema penal, pues debe darse
prioridad y relevancia a la reparación en favor de la víctima. Lo
anterior no quiere decir que ésta deba ser integral, pero debe acercarse
a las posibilidades del imputado y para ello la ley procesal dispuso un
término en el cumplimiento de las condiciones, que va desde los dos hasta
los cinco años, en los cuales el encausado puede hacer frente al plan que
se proponga. Además del citado plan para la reparación del daño, el
tribunal de instancia debe determinar una o varias reglas que el
encausado ha de cumplir. En este sentido el inciso f) del artículo 26
indica lo siguiente: “El Tribunal... determinará una o varias de las
reglas que deberá cumplir el imputado, entre las siguientes: F) Prestar
servicios o labores a favor del Estado o instituciones de bien público”.
Esta norma prevé la labor social ofrecida por el imputado, lo que
evidencia la ausencia del plan reparador que debió existir a la hora de
solicitar la aprobación de la suspensión del proceso a prueba, porque el
trabajo no corresponde a una reparación simbólica. De allí se desprende
que el tribunal de mérito resolvió conforme a derecho y así debe
declararse.

II. Como segundo motivo, la recurrente señala que hay incongruencia entre
la acusación y la sentencia. En concreto, manifiesta que el Ministerio
Público basó su actuación en el hecho de que los encartados falsificaron
la cédula de identidad de Jorge Mernies Elizalde, pero que el Tribunal
tuvo por demostrado que los imputados “se habían provisto de una cédula
de identidad espúrea” (folio 654). A juicio de esta Sala, el alegato en
cuestión debe rechazarse. Es cierto que la Fiscalía formuló su
acusación basada en el supuesto de que Carlos Arturo Brenes Sánchez, en
asocio con el imputado rebelde, “procedieron a falsificar una cédula de
identidad número 8-057-574, a la cual le insertaron la fotografía de
Chaves Lobo pero los datos personales del señor Jorge Mernies Elizalde .
. .” (folio 651). Pero no puede obviarse que también aducía el órgano
acusador que “ . . . se apersonaron hasta las afueras de la citada
oficina de abogados el encartado Carlos Arturo Brenes Sánchez y Lubín
Gerardo Chaves Lobo, portando este la cédula de identidad falsa a nombre
de Jorge Mernies Elizalde con su fotografía . . .” (folio 651). Como
puede observarse, el Ministerio Público sí contempló en el cuadro fáctico
de su requerimiento, el hecho de que el justiciable portaba un documento
de identidad falso. Lo anterior resulta a todas luces congruente con lo
demostrado por el tribunal, ya que para tener a mano esa cédula y
pretender utilizarla, debió haberse provisto de ella. Por lo expuesto,

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considera esta Sala que no hay falta de correlación alguna entre lo


expuesto por la Fiscalía y lo resuelto por el Tribunal. En todo caso,
nótese que el primer hecho que estima el órgano juzgador como probado es
precisamente el de que el imputado formaba parte de una banda que se
falsificaba identificaciones para cometer estafas (folio 652), lo cual
corresponde exactamente a la acusación formulada en este caso.

III. Como tercer motivo de su reclamo por la forma, la Licenciada Muñoz


Delgado alega falta de fundamentación de la sentencia, argumentando que
la imposición de una sanción de un año de prisión a su defendido por el
delito de falsedad ideológica (se refiere a los hechos en que se quiso
suplantar a Mernies Elizalde), ya que no hay elemento probatorio alguno
que permita concluir que Carlos Arturo Brenes Sánchez fuese quien insertó
o hizo insertar la falsedad en la cédula en que aparecen su fotografía y
los datos de Jorge Mernies Salazar. El reproche no es atendible. En
efecto, si bien no consta expresamente que fuese el hoy sentenciado la
persona que directamente puso su retrato junto a la información personal
de Mernies Elizalde en un mismo documento, lo cierto es que el Tribunal
a-quo tuvo por demostrado la existencia de una banda que se dedicaba a
efectuar ese tipo de falsificaciones, con el fin de utilizarlas luego y
engañar a personas, haciéndoles creer que compraban inmuebles a sus
legítimos dueños. Véase al respecto el primer hecho probado a folio
652. Esa organización tan específica para cometer ilícitos se refleja en
el “modus operandi” exhibido a la hora de cometer los hechos por los que
se siguió esta causa. Obsérvese que en una primera ocasión se contactó
al corredor de bienes raíces Guillermo Solórzano Picado para ofrecerle
una inmueble de María de los Angeles Cruz Quirós y que fue el aquí
encartado quien se presentó a la oficina de Solórzano para presentarle
los documentos correspondientes y lo acompañó luego a ver la propiedad.
Es de resaltar que posteriormente Brenes Sánchez asistió a una reunión
con el ofendido en compañía de una mujer que se hizo pasar por Cruz
Quirós, presentando para ello “una cédula de identidad que obstentaba
apariencia de verdadera” (sic., folio 653). En la segunda oportunidad,
cuando se intentó suplantar a Mernies Elizalde, fue el mismo imputado
quien, en compañía de otro sujeto, quiso engañar al intermediario en
bienes raíces José Pacheco Ramírez, mostrándole a éste otra
identificación falsa en la que aparecían los datos del Mernies, pero con
la fotografía de Lubín Chaves Lobo. En ambos supuestos, destaca que el
plan delictivo suponía la participación activa de cuando menos dos
sujetos; tratándose en el primer caso de un hombre (el justiciable Brenes
Sánchez y una mujer) y en el segundo, de dos varones (siendo uno de ellos
el procesado). Hay una evidente división de funciones previamente
acordada, en la que Brenes Sánchez contactaba a los comerciantes de
inmuebles, haciéndoles creer que tenía clientes para ellos. Parte del
plan era presentar a las personas interesadas en vender, haciéndolas
pasar por los legítimos dueños de las propiedades a transar. Por lo
expuesto, estima esta Sala que lleva razón el Tribunal sentenciador al
indicar que en relación con el acusado, se hace evidente “su plena
integración dentro de este grupo de estafadores que en forma conjunta

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actuaban con pleno dominio del hecho preparando sus golpes, incluyendo en
ello toda la labor previa, concomitante y posterior que se requería
desplegar para lograr sus bajos propósitos” (folios 668 y 669). Al
decir que en este caso los integrantes de la banda actuaban “con pleno
dominio del hecho”, se hace referencia a un fenómeno en el que la
coautoría se produce “por un reparto de papeles entre los diversos
intervinientes en la realización de un delito . . .”, siendo “lo decisivo
en la coautoría es que el dominio del hecho lo tienen varias personas
que, en virtud del principio del reparto funcional de roles, asumen por
igual la responsabilidad de su realización” (Muñoz Conde, Francisco y
Mercedes García Arán. Derecho Penal. Parte General, Valencia, España,
Tirant Lo Blanch, 3ª. Edición, 1998, p.485; la negrilla y el subrayado no
son del original). Así las cosas, el órgano juzgador acreditó que se
estaba en presencia de una agrupación que actuaba en conjunto, razón por
la cual deben considerarse coautores en los términos del artículo 45 del
Código Penal, resultando por lo anterior que todos responden por la
actuación ilícita referida. Ahora bien, a ello debe agregarse que se
tuvo como primer hecho demostrado que la banda, de la que formaba parte
el encartado, falsificaba cédulas para suplantar a ciertas personas con
bienes inscritos en el Registro de la Propiedad (folio 652). Así las
cosas, independientemente de que los testigos hicieran referencia o no a
quién insertó o hizo insertar la falsedad en los documentos de
identificación, lo cierto es que se sabe que la organización criminal lo
hizo a sabiendas de sus integrantes y por ello la responsabilidad por ese
hecho cobija a todo el grupo.

IV. Como motivo por el fondo, la defensora pública de Brenes Sánchez


alega que se aplicó indebidamente el tipo correspondiente al delito de
falsedad ideológica, ya que no se acredita que el encartado haya sido
quien insertó o hiciese insertar las declaraciones falsas, sino solamente
que se había provisto de una cédula de identidad ilegítima. Tal como se
expuso en el considerando anterior, el a-quo estableció en este caso una
coautoría por dominio funcional del hecho atribuible a los miembros de la
banda de estafadores; asimismo, acreditó que Carlos Arturo Brenes Sánchez
formaba parte de esa organización; finalmente, tuvo por demostrado que
esa asociación falsificaba cédulas. Por ello, está bien aplicado el
numeral 360 del Código Penal, ya que definitivamente fue ese grupo
formado para delinquir el que insertó o hizo insertar falsedades en
documentos que, como las cédulas de identidad, están diseñados para dar
fé de quién es la persona que lo porta. Por lo expuesto, no se evidencia
el error que pretende evidenciar la defensa.

Por Tanto:

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Se declara sin lugar el recurso de casación interpuesto por


la Licenciada Marta Eugenia Muñoz Delgado, en calidad de defensora
pública del imputado Carlos Arturo Brenes Sánchez.

***

Exp: 97-200067-0335-PE

Res: 2000-00742

SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las diez horas
con treinta y cinco minutos del treinta de junio del dos mil.

Recurso de casación, interpuesto en la presente causa seguida contra ANA


MARÍA PÉREZ GRANADOS, mayor, casada, abogada, vecina de Cartago, cédula
de identidad número 3-235-165; por el delito de FALSEDAD IDEOLÓGICA en
perjuicio de LA FE PÚBLICA. Intervienen en la decisión del recurso, los
Magistrados Daniel González Alvarez, Presidente, Mario Alberto Houed
Vega, Rodrigo Castro Monge, Carlos Luis Redondo Gutiérrez y Joaquín
Vargas Gené, estos dos últimos como Magistrados Suplentes. También
interviene el licenciado Carlos Estrada Navas, defensor particular. Se
apersonó el representante del Ministerio Público, licenciado Guillermo
Sojo Picado.

Resultando:

1.- Que mediante sentencia N° 449-99, dictada a las dieciséis


horas del cuatro de agosto de mil novecientos noventa y nueve, el
Tribunal de Juicio de Cartago, resolvió: “ POR TANTO: De conformidad con
los artículos 39 y 41 de la Constitución Política, 102, 538, 392 a 400
del código de procedimientos penales de 1973 (Sic) 1, 30, 45, 50, 59 a
60, 71, 357 en relación con el 358 del código penal (Sic), se declara a
ANA MARIA PEREZ GRANADOS autora responsable del delito de FALSEDAD
IDEOLOGICA en perjuicio de LA FE PUBLICA y se le impone el tanto de TRES
AÑOS DE PRISION, que deberá descontar previo abono de la preventiva
sufrida, en el lugar y forma que determinen los respectivos reglamentos
carcelarios. Por un período de prueba de CINCO AÑOS se le concede a la
sentenciada el BENEFICIO DE EJECUCION CONDICIONAL DE LA PENA, advertida
de que si dentro de dicho período cometirea (Sic) delito sancionado con
pena superior a seis meses, se le revocará el BENEFICIO. Se declara la

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NULIDAD de la Carta de Venta de fecha seis de julio de 1987, en donde


RODRIGO GARITA GOMEZ adquiere el vehículo Marca Toyota 1976, placas 54453
de parte de Franklin Mora Salazar. Cancélese el asiento de inscripción
respectivo. Son las costas a cargo del Estado. Por lectura Notifíquese.
FS. LIC. RONALD CORTES COTO LIC. RODRIGO SOLANO SABATIER LIC. EDWIN
SALINAS DURAN.”

2 - Que contra el anterior pronunciamiento la señora Lilliana Solano


Leandro, interpuso recurso de casación. Como primer reproche por la
forma, se acusa violación de los artículos 33, 34, 39 y 41 de la
Constitución Política; 106, 146 párrafos 1), 2) y 3), 286, 369, 384
incisos 1), 2), 3) y 4), 392 a 395 y 400 incisos 1), 2), 3) y 4); 428 por
falta de aplicación; 318 a 321 por aplicación indebida, todos del Código
Procesal Penal, por cuanto no se concedió la acción civil pretendida al
excluírsele del proceso en forma irregular por el Tribunal de Juicio de
Cartago, infringiendo el debido proceso y la intervención de la parte
actora civil. Y en su reproche por el fondo, protesta falta de aplicación
de los numerales 1, 2, 27 a 30 y 346 todos del Código Penal; 35, 37 y 41
de la Constitución Política y 37 del Código Procesal Civil. Recurso del
licenciado Carlos Manuel Estrada Navas. En su alegato por el fondo, aduce
el recurrente la indebida aplicación de los numerales 1, 357 y 358 del
Código Penal y 39 de la Constitución Política; e inaplicación de los
ordinales 368, 369 y 380 del Código Procesal Civil; Transitorio VII de la
Ley de Tránsito número 7331, numerales 92 del Código de Normas y
Procedimientos Tributarios, 30, 31 y 34 del Código Penal. Por todo lo
expuesto solicita se declare con lugar el presente recurso de casación,
se case la sentencia y se ordene el reenvío para una nueva sustanciación.

3 - Que se celebró la audiencia oral a las ocho horas con


treinta minutos del dos de noviembre de mil novecientos noventa y nueve.

4 - Que verificada la deliberación respectiva la Sala entró a conocer del


recurso.

5 - Que en los procedimientos se han observado las prescripciones legales


pertinentes .

Informa el Magistrado Suplente Redondo Gutiérrez y,

Considerando:

I.- ADHESIÓN PRESENTADA POR LA SEÑORA LILLIANA SOLANO


LEANDRO, EN SU CARÁCTER DE OFENDIDA Y ACTORA CIVIL. Recurso por la forma.
La recurrente reclama la violación de los artículos 33, 34, 39 y 41 de la
Constitución Política; 106, 146 párrafos 1), 2) y 3), 286,369, 384
incisos 1), 2), 3) y 4), 392 a 395 y 400 incisos 1), 2), 3), y 4); 428

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por falta de aplicación; 318 a 321 por aplicación indebida, todos del
Código Procesal Penal, por cuanto no se concedió la acción civil
pretendida al excluírsele del proceso en forma irregular por el Tribunal
de Juicio de Cartago, mediante resolución de las 13 horas del 10 de junio
de 1999, violentándose el debido proceso y la intervención de la parte
actora civil. El reclamo es improcedente. Si bien es cierto a la señora
Lilliana Solano Leandro, en su calidad de actora civil, el Tribunal de
Juicio de Cartago, mediante resolución de las 13 horas del 10 de junio de
1999, la excluyó del litigio, tal disposición – procesalmente ajustada a
derecho - en modo alguno vulneró el debido proceso ni su derecho de
intervención. En efecto, del estudio del expediente se aprecia que la
señora Solano Leandro, en su condición de albacea de la sucesión
tramitada ante la Alcaldía Civil de Cartago bajo el número 876-88; como
ofendida en esta causa penal y damnificada directa, así como
representante de la sucesión y sus herederos, interpuso la
correspondiente acción civil resarcitoria, dentro del proceso penal
incoado contra los acusados Ana María Pérez Granados y Rodrigo Garita
Gómez, dirigiéndola exclusivamente contra el señor Garita Gómez, no así
contra la notaria Pérez Granados – Cfr. folios 351 y 352 – Siendo que
este asunto se inició con la normativa contenida en el Código de
Procedimientos Penales de 1973 – legislación aplicada de conformidad con
el Transitorio I del Código Procesal Penal -, el artículo 58 señalaba que
el ejercicio de la acción civil procedería aun cuando no estuviere
individualizado el imputado, y si en el proceso hubiere varios acusados y
civilmente demandados, la pretensión resarcitoria podría dirigirse contra
uno o más de ellos, pero cuando el actor no mencionara a ningún
justiciable, se entendería que se dirige contra todos. En el caso que nos
ocupa, la actora civil, dirigió su pretensión resarcitoria únicamente
contra el señor Rodrigo Garita Gómez, no así contra la acusada, a la que
excluyó del reclamo, teniendo oportunidad posteriormente para incluirla,
hasta antes de la clausura de la instrucción – artículo 59 ibídem –
término dentro del cual la señora Solano no ejerció sus derechos
ampliando el reclamo civil. El señor Garita Gómez fue sobreseído
obligatoriamente de la presente causa penal por el Juzgado Primero de
Instrucción de Cartago, mediante resolución de las 8:40 horas del 18 de
abril de 1995- ver folios 233 a 235 – confirmado en apelación por el
Tribunal Superior de Cartago, mediante el Voto 288-95 de las 13:10 horas
del 6 de junio de 1995 – folios 245 y 246 vuelto – declarando esta Sala
sin lugar el recurso de casación que la actora civil planteara contra esa
última resolución – Voto 445-F-96 de las 8:35 horas del 23 de agosto de
1996, folios 263 a 265 -; en consecuencia sólo quedó subsistente el
proceso penal por Falsedad ideológica contra la imputada Pérez Granados,
y conforme lo señaló el tribunal en la resolución cuestionada, la señora
Solano Leandro, debía ser excluida del proceso en su condición de actora
civil, pues como se indicó supra, en el momento procesal oportuno sólo
accionó civilmente contra uno de los acusados, individualizándolo, por lo
que los efectos de tal acción no pueden extenderse automáticamente a la
también justiciable Ana María Pérez Granados, a quien nunca se le
demandó, precluyendo la oportunidad procesal para interponer una demanda

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civil en su contra dentro de este proceso penal, careciendo de


legitimidad en su reclamo, sin perjuicio de que pueda hacer valer sus
derechos contra la acusada en la sede correspondiente. Consecuentemente
su reclamo debe ser declarado sin lugar.

II.- Recurso por el fondo: Reclama la recurrente falta de


aplicación de los artículos 1, 2, 27 a 30 y 346 todos del Código Penal;
35, 37 y 41 de la Constitución Política y 37 del Código Procesal Civil,
por cuanto el hecho acusado constituía delito, manteniendo consecuencias
jurídicas por los daños y perjuicios sufridos, que no fueron concedidos
en sentencia, excluyéndosele del proceso en forma indebida mediante la
citada resolución de las 13 horas del 10 de junio de 1999. El reclamo no
es de recibo. Resultando fundamentalmente similares con el motivo de
forma invocado, los reclamos formulados en este agravio por vicios
sustantivos, se reiteran las argumentaciones vertidas al resolver la
protesta anterior, declarándose sin lugar.

III .- RECURSO DEL LIC. CARLOS MANUEL ESTRADA NAVAS. Recurso por el
fondo. El recurrente reclama la indebida aplicación de los artículos 1,
357 y 358 del Código Penal y 39 de la Constitución Política; e
inaplicación de los artículos 368, 369 y 380 del Código Procesal Civil;
Transitorio VII de la Ley de Tránsito número 7331, numerales 92 del
Código de Normas y Procedimientos Tributarios, 30, 31 y 34 del Código
Penal, por cuanto los hechos no constituyen delito alguno. Indica el
impugnante que la carta venta no era documento público ni auténtico, por
mandato del artículo 18 de la Ley de Tránsito y los artículos 368 y 369
del Código Procesal Civil, resultando atípica la autenticación que
realizó la imputada, pues el citado documento no podía ser auténtico si
antes de la intervención de la imputada no había sido autenticado. En su
criterio los presupuestos del tipo penal exigen que la falsedad se
produzca sobre un documento público o auténtico. Reclama el impugnante
que en cuanto a la razón de fecha cierta, si el juzgador tuvo por
acreditado que la imputada sabía que el señor Mora Salazar había
fallecido en 1988, cometer una falsedad en 1991 o 1992, poniendo una
fecha cierta a un documento que se pretendía provenir de él era un delito
imposible. La conducta es atípica por cuanto de conformidad con el
artículo 380 del Código Procesal Civil, la muerte de una persona
automáticamente es fecha cierta (la data del suceso); y en el caso en
estudio, provenga o no del fallecido la carta-venta, legalmente todos sus
actos tienen el sello legal de contar como fecha cierta el 29 de marzo de
1988. Asimismo establece, que conforme al artículo 34 del Código Penal,
no es culpable quien actúa bajo la creencia en punto a las exigencias
necesarias para que el delito exista, en consecuencia, al ponérsele fecha
cierta al documento cuestionado, con el propósito de añadirle un valor
legal, la imputada incurrió en un error, pues ese o cualquier otro
documento que mencionara al occiso ya tiene fecha cierta por ley.
Reprocha también el recurrente que en cuanto al establecimiento del
perjuicio, según lo indicó el tribunal, determinándolo en la evasión
fiscal, si los juzgadores se refieren con tal mención, al no pago de los

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impuestos de inscripción, es decir del impuesto a la transferencia de


vehículos, surge un problema de concurso aparente de normas, puesto que
al tenor del numeral 23 del Código Penal, la falsedad ideológica quedaría
subsumida como acto instrumental para cometer un delito tributario; sin
embargo, conforme a la ley 7900 aplicable por ser una ley penal más
favorable, el hecho se convierte en atípico, en el tanto el nuevo texto
del artículo 92 del Código de Normas y Procedimientos Tributarios, no
considera delito sino a las defraudaciones por montos superiores a
doscientos salarios base, permitiendo el Transitorio IV de dicha ley
7900, el pago liberador eximente de pena, y la Ley de Tránsito número
7331, condonó el impuesto de transferencia (Transitorio VII). El reclamo
se acoge, pero no por las razones señaladas por el recurrente. El
artículo 359 del Código Penal que contempla el delito de falsedad
ideológica, establece como requisitos para su configuración típica que el
sujeto activo inserte o haga insertar, en un documento, ya sea público o
autentico, declaraciones falsas, concernientes a un hecho que el
documento deba probar, de modo que pueda resultar perjuicio; de allí que,
aun cuando se lleven a cabo las acciones descritas en un documento
público o auténtico, si la conducta ilícita desplegada no genera por lo
menos una posibilidad de perjuicio real, el delito aludido no surge a la
vida jurídica. En el caso que nos ocupa, los hechos tenidos por
demostrados por el tribunal no constituyen el ilícito de Falsedad
ideológica por el cual se condenó a la imputada, resultando inexistente
la posibilidad del perjuicio, pero por motivos distintos a los invocados
por el impugnante. Contrario a lo que se indica en el agravio formulado,
sí constituye documento auténtico, la carta venta mediante la cual se
aparentaba que el señor Franklin Mora Salazar, quien había fallecido
desde el 29 de marzo de 1988, vendía su vehículo Toyota, modelo 1976,
placas 54453 al señor Rodrigo Garita Gómez, falsificándose su firma, la
que es autenticada por la acusada Ana María Pérez Granados, no obstante
conocer plenamente la circunstancia del fallecimiento del señor Mora,
haciendo constar también falsamente una razón de fecha cierta,
acreditando que dicho documento se había emitido el 6 de julio de 1987,
cuando en realidad se confeccionó entre finales de 1991 y principios de
1992, y que dicha razón notarial, constaba en su protocolo primero,
escritura número diez, folio dieciocho, lo que no se ajusta a la
realidad, pues tales datos corresponden a otro vehículo diferente y a
otras partes, sin conexión con los hechos ocurridos. Es precisamente la
actividad de la acusada, la que le da al documento la apariencia de
autenticidad, mediante la razón de fecha cierta, requisito exigido por la
Ley de Tránsito número 5930, vigente al momento de los hechos, para los
documentos de venta de vehículos motorizados susceptibles de inscripción
en el Registro Público respectivo – artículos 12, 13 y 16 – El delito de
Falsedad ideológica tiene dos objetos alternativos “... el documento
público que es el realizado por un funcionario público, no necesariamente
vinculado a la administración por un nombramiento, juramentación o
representación, sino por otros parámetros que extienden – en el derecho
penal – el concepto...; y el documento auténtico realizado por quien, en
razón de su profesión, oficio u ocupación, consigna en él declaraciones

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que se presumen ciertas, aceptadas como verdaderas ante los demás salvo
prueba en contrario...” – Ver Voto 070-F-95 de las 9 horas del 17 de
febrero de 1995. Sala Tercera Penal – En el presente asunto, conforme al
elenco de hechos demostrados, la justiciable insertó declaraciones falsas
en un documento auténtico, como fedataria pública, otorgándole
precisamente con su firma la autenticidad al documento. El recurrente
reclama que la conducta de su defendida es atípica porque la carta venta
no podía ser auténtica si antes de su intervención no había sido
autenticada, exigiendo el tipo penal, según su criterio, que la falsedad
se produzca sobre un documento público o auténtico. Sin embargo tal
interpretación del numeral 358 del Código Penal, no se ajusta a los
requerimientos del tipo penal establecido, que no determina la exigencia
de una declaración falsa sobre un documento, previamente estimado como
público o auténtico, pues ello llevaría al absurdo de estimar como
atípica por ejemplo, la conducta de un imputado, quien como fedatario
público, actuando con dolo eventual, firme en blanco un documento, al que
luego se le inserten declaraciones falsas sobre un hecho que el documento
deba probar, existiendo la posibilidad de perjuicio. Tampoco resultan de
recibo las aseveraciones del recurrente invocando la atipicidad en la
conducta de la incriminada, al poner la fecha cierta del documento, pues
de conformidad con el artículo 380 del Código Procesal Civil, la data del
deceso de una persona, automáticamente es fecha cierta. Si bien es cierto
el citado artículo establece que la fecha cierta de un documento privado
no se contará respecto de terceros, sino desde que se verifique uno de
los siguientes hechos: 1) la muerte de alguno de los firmantes..., ello
no implica que tal situación opere indiscriminadamente en toda situación,
requiriéndose que, bajo tal supuesto, la firma del otorgante fallecido
resulte incuestionable, o bien el contenido del documento, no sea argüido
de falso, pues ante estas circunstancias, se desvirtúan las disposiciones
normativas aludidas, careciendo el instrumento de eficacia jurídica. En
la presente causa se acreditó en sentencia que la firma del vendedor del
vehículo, en la carta venta cuestionada, no presentaba las
características caligráficas de la escritura del señor Franklin Mora
Salazar, descalificándose también probatoriamente el contenido del
documento, pues se demostró que la venta del vehículo al señor Garita
Gómez, no había sido hecha por el citado señor Mora, quien a la fecha del
otorgamiento del documento – finales de 1991 y principios de 1992 - ya
había fallecido, y en todo caso, desde octubre de 1986 había vendido el
automotor a su hija Flory Mora Jara, quien fue la que en última instancia
traspasó el vehículo al señor Garita; estableciéndose también que la
razón de fecha cierta puesta por la convicta en el documento resultó
falsa, pues la carta venta no fue otorgada el 6 de julio de 1987, ni
constaba en su protocolo primero, bajo la escritura 10 visible al folio
18. No obstante lo anterior, el aspecto del perjuicio, aun potencial, se
muestra inexistente en los hechos demostrados por el tribunal en el fallo
que se recurre. Aun cuando no comparte esta Sala el criterio del
impugnante, en cuanto señala la concurrencia de un concurso aparente de
delitos entre las acciones delictivas contempladas en los artículos 358
del Código Penal y 92 del Código de Normas y Procedimientos Tributarios,

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en el tanto, conforme a los presupuestos comprendidos en el numeral 23


del Código Penal, la conducta desplegada por la encausada, de insertar
declaraciones falsas en un documento auténtico, contenida en la
codificación sustantiva, no se encuentra descrita dentro de las acciones
determinadas en el Código Tributario que establece como inducción a error
a la Administración Tributaria la simulación de datos, la deformación u
ocultamiento de información verdadera o cualquier otra forma de engaño
idóneo; de allí que tales acciones no se excluyen entre sí, sin que se
adviertan los principios de especialidad y subsidiariedad, propios de
esta relación concursal. Sin embargo, no podemos encuadrar el perjuicio
potencial que señala la norma penal aplicada, en la evasión fiscal, tal y
como se determina en el fallo. Conforme al marco fáctico debidamente
demostrado, la actividad irregular desplegada por la incriminada iba
dirigida a lograr la inscripción del vehículo a nombre de su legítimo
adquirente, el señor Rodrigo Garita Gómez, sin que se desprenda de su
accionar, la intención dolosa – consciente y voluntaria - de evadir al
fisco, evitando el pago de los derechos de inscripción de la primera
carta venta emitida en la negociación realizada con el vehículo
cuestionado, donde el señor Mora Salazar vende a su hija Flory el 26 de
octubre de 1986, quien, en última instancia, como compradora, era la
persona obligada a presentar el documento legal de traspaso al Registro
Público de la Propiedad de Vehículos Motorizados, dentro de un plazo de
tres meses contados a partir de la fecha de traspaso, previo pago de los
derechos e impuestos correspondientes – artículo 13 de la Ley de Tránsito
5930 -, contemplándose en la misma ley, que en caso de infracción a tales
disposiciones, sería el adquirente del vehículo quien respondería,
garantizándose el Estado el pago de los tributos pertinentes mediante el
gravamen directo sobre el automotor. Pero aun más, la actual Ley de
Tránsito, número 7331, en su Transitorio VII efectivamente condonó el
pago del impuesto a la transferencia de vehículos, multas o recargos,
durante un período de treinta días hábiles contados a partir de la
vigencia de esa ley, a los propietarios de los vehículos que no hubieran
inscrito sus cartas ventas, con fecha cierta anterior al primero de julio
de 1992. Por otra parte, tampoco podemos establecer, como lo hizo el
tribunal de juicio, la determinación del perjuicio, en la vulneración a
la fe pública, por la oponibilidad de esos documentos auténticos a
terceros, existiendo la posibilidad de causar perjuicio a acreedores del
fallecido, o a otros terceros interesados en el bien – ver folio 389
frente y vuelto – Conforme a los hechos tenidos por demostrados, tal y
como ya se ha indicado, desde el 26 de octubre de 1986, el señor Franklin
Mora Salazar, propietario del vehículo cuestionado, en pleno ejercicio de
su libertad contractual, lo vendió a su hija Flory Mora Jara, mediante
carta venta auténtica, cuya fecha cierta fue puesta por el Lic. Enrique
Peralta Cordero, constando la razón notarial en su protocolo número 13,
escritura 1294 otorgada a las 8 horas del 27 de octubre siguiente. Ello
significa que, desde el día en que se efectúa la negociación, aun cuando
la carta venta no fuera inscrita registralmente, según lo exigía la
normativa de tránsito vigente, el señor Mora Salazar dejó de ostentar la
propiedad sobre el vehículo. Posteriormente, la señora Mora Jara,

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traspasó el referido automotor al señor Rodrigo Garita Gómez, mediante


carta venta suscrita ante la notaria Laura Gómez, quien protocolizó
también la razón de fecha cierta puesta al documento; en consecuencia, el
único tercero adquirente con derecho sobre el vehículo resulta ser el
mencionado señor Garita - pese a las anomalías del documento de
adquisición, de cuya fecha también falsa dio fe la imputada en forma
irregular - por ser a él a quien en principio, le corresponde la
propiedad e inscripción a su nombre del vehículo negociado; sin que sea
dable fijar como potencial perjuicio en esta causa, posibles derechos de
acreedores del fallecido Mora Salazar u otros interesados en el bien, de
allí que retrotrayendo las negociaciones efectuadas, queda plenamente
vigente el traspaso del señor Mora a su hija, materializado
documentalmente y cuya reposición del documento de propiedad podía ser
efectuado mediante los cánones legales pertinentes, demostrándose también
la voluntad de la señora Mora Jara de traspasar a su vez la propiedad de
su vehículo al señor Garita Gómez, último adquirente de dicho bien.
Conforme se ha indicado en reiteradas resoluciones de esta sala, los
delitos por falsedades documentales determinan como elementos
constitutivos de los diferentes tipos penales contenidos en las normas
sustantivas respectivas, la posibilidad de causar perjuicio (perjuicio
potencial); sin embargo esta posibilidad no puede ser abstracta, derivada
de la sola pérdida de autenticidad o veracidad del documento, sino que
requiere que sea real y concreta, aun cuando el perjuicio no se
materialice en daño – Ver Voto 331-F-94 de las 14:50 horas del 29 de
agosto de 1994. Sala Tercera Penal – En consecuencia, no obstante la
conducta irregular desplegada por la imputada, no surgió a la vida
jurídica el delito acusado, por inexistencia de perjuicio concreto, aun
potencial. Por ello se declara con lugar el motivo invocado por el
recurrente, se casa parcialmente la sentencia dictada y se absuelve de
toda pena y responsabilidad a la imputada Ana María Pérez Granados por el
delito de Falsedad ideológica cometido en perjuicio de la Fe Pública. Sin
embargo, habiéndose demostrado la falsedad de la carta venta, mediante la
cual el señor Rodrigo Garita Gómez adquirió el vehículo marca Toyota
Corolla, modelo 1976, placas 54453 del señor Franklin Mora Salazar, de
conformidad con el artículo 539 del Código de Procedimientos Penales de
1973, se mantiene la nulidad decretada sobre dicho documento así como la
orden de cancelación del asiento de inscripción de dicho vehículo en el
Registro Público de la Propiedad de Vehículos Motorizados, sin perjuicio
de que las partes interesadas gestionen conforme a la ley la debida
inscripción del referido automotor. Asimismo, siendo manifiestamente
reprochable la conducta desplegada por la Notaria Pérez Granados en el
ejercicio profesional, se comunica lo pertinente a la Dirección de
Notariado y al Colegio de Abogados, para lo de su cargo. Por innecesario
se omite pronunciamiento sobre los restantes motivos invocados por el
impugnante.

Por Tanto:

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Se declara sin lugar en todos sus extremos el recurso de casación


interpuesto por la señora Lilliana Solano Leandro. Se declara con lugar
el primer motivo del recurso por el fondo, incoado por el Lic. Carlos
Manuel Estrada Navas. Se casa parcialmente la sentencia dictada y se
absuelve a la imputada Ana María Pérez Granados de toda pena y
responsabilidad. Se mantiene la nulidad decretada sobre el documento de
carta venta cuestionado, así como la orden de cancelación del asiento de
inscripción sobre el vehículo marca Toyota Corolla, modelo 1976, placas
54453, en el Registro Público de la Propiedad de Vehículos Motorizados.
Comuníquese a la Dirección de Notariado y al Colegio de Abogados, lo
pertinente con relación a la conducta irregular desplegada por la Notaria
Pérez Granados en el ejercicio profesional, para lo que
administrativamente corresponda. Por innecesario se omite pronunciamiento
sobre los restantes motivos invocados por el impugnante.

***

Exp: 98-000935-0042-PE

Res: 2001-00068

SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las nueve horas
con cuarenta minutos del diecinueve de enero del dos mil uno.

Recurso de casación, interpuesto en la presente causa seguida contra


EDUARDO CASTAÑEDA CHAVARRÍA , de 45 años de edad, casado, Comerciante,
nacido en Golfito, Puntarenas el día diecisiete de Octubre del año mil
novecientos ciencuenta y cinco, hijo de Juan Bautista Castañeda Morales
y María Teresa Chavarría Rosales, vecino de San Francisco de Dos Ríos,
Barrio Los Sauces, 100 metros al este del Palí, cédula de identidad
número 6-120-348 por los Delitos de FALSEDAD IDEOLÓGICA, FALSIFICACION DE
DOCUMENTO, USO DE DOCUMENTO FALSO y ESTAFA en perjuicio de JOSE ULISES
AGUILAR OTOYA Y OTROS. Intervienen en la decisión del recurso los
Magistrados Daniel González Alvarez, Presidente, Jesús Alberto Ramírez
Quirós, Alfonso Chaves Ramírez, Rodrigo Castro Monge y Carlos Luis
Redondo Gutiérrez, este último en calidad de Magistrado Suplente.
Intervienen además en esta instancia, el licenciado, Hugo Chavarría
Céspedes como defensor público del encartado, y Franklin Vargas Barquero
como representante del Ministerio Público.

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Resultando:

1 - Que mediante sentencia N°582-2000 de las once horas del


tres noviembre del año dos mil, el Tribunal de Juicio del Segundo
Circuito Judicial de San José, resolvió: “ POR TANTO: En virtud de lo
expuesto, artículos 39 y 41 de la Constitución Política , 1, 22, 23, 30,
45, 50, 71, 74, 75, 76, 358, 359, 361, 363 y 216 inc. 1 y 2 de Código
Penal; 360, 361 363, 365, 367, 373 y siguientes del Código Procesal
Penal numerables 122 y siguientes Reglas Vigentes Sobre
Responsabilidad Civil, Código de 1941; artículo1045 siguientes y
concordantes del Código Civil, por unanimidad se declara a EDUARDO
CASTAÑEDA CHAVARRÍA autor responsable de los delitos de un delito de
FALSEDAD IDEOLOGICA, cometido en perjuicio de LA FE PUBLICA y los delitos
de, USO DE DOCUMENTO y FALSEDAD IDEOLÓGICA CON OCASIÓN DE ESTAFA en
concurso Ideal estos últimos cometidos en perjuicio de EMMA CECILIA
MONTIEL MATARRITA. Imponiéndosele la pena de DOS AÑOS DE PRISIÓN por los
segundos. Asimismo se declara autor responsable de los delitos de
FALSEDAD IDEOLÓGICA, cometida en perjuicio de LA FE PUBLICA y, los
delitos de FALSEDA IDEOLÓGICA Y USO DE DOCUMENTO FALSO CON OCASIÓN DE
ESTAFA, cometidos en perjuicio de RENA WARE imponiéndosele por el primero
DOS AÑOS DE PRISIÓN y por los segundos CUATRO AÑOS DE PRISIÓN. Asimismo
se declara autor responsable de los delitos FALSEDAD IDEOLÓGICA en
perjuicio de la FE PUBLICA y FALSEDAD IDELÓGICA CON OCASIÓN DE ESTAFA
cometidos en perjuicio de JOSE ULISES AGUILAR OTOYA imponiédosele por
el primero DOS AÑOS DE PRISIÓN y por los segundos CINCO AÑOS DE
PRISIÓN. Asimismo se ABSUELVE por el delito de FALSEDAD IDEOLOGICA
cometido en perjuicio de TECNOLOGÍA DE AVANZADA S.A. Asimismo se le
declara autor responsable de los delitos de FALSIFICACIÓN DE DOCUMENTO,
USO DE DOCUMENTO FALSO CON OCASIÓN DE ESTAFA y en tal carácter se le
condena impone la pena de TRES AÑOS DE PRISIÓN para un total de
VEINTIDOS AÑOS DE PRISIÓN, penas que readecuadas conforme al artículo 76
del Código Penal se reducen en definitiva a QUINCE AÑOS DE PRISIÓN, pena
que deberá descontar previo abono de la preventiva sufrida en el lugar
y forma que determinen los respectivos reglamentos penitenciarios. Se
declara CON LUGAR la ACCIÓN CIVIL RESARCITORIA incoada por JOSE ULISES
AGUILAR OTOYA en contra del demandado civil EDUARDO CASTAÑEDA
CHAVARRÍA en razón de ello se le condena al pago de CINCO MILLONES
QUINIENTOS MIL COLONES por concepto de daño material, así mismo se acoge
el rubro de intereses, mismo que deberá la parte interesada liquidar en
la vía de Ejecusión de Sentencia. Igualmente se acoge la extremo de daño
moral causado, mismo que se fija en el tanto de UN MILLÓN DE COLONES .
Por último, se condena igualmente al demandado civil al pago de costas
personales, siendo que no contandose en este acto con la totalidad de
las sumas líquidas, deberá la parte liquidar en la vía de la Ejecusión de
Sentencia. Se declara SIN LUGAR en todos sus extremos la ACCION CIVIL

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RESARCITORIA formulada por JUAN LUIS CALDERON CASTILLO , sin especial


condenatoria en costas. Por último, se acuerda PRORROGAR LA PRISIÓN
PREVENTIVA del sentenciado CASTAÑEDA CHAVARRÍA por el término de SEIS
MESES a partir del día de hoy, y hasta el día veintisiete de abril del
año dos mil uno . Firme el fallo se ordena su inscripción en el Registro
Judicial, y comuníquese lo resuelto al Instituto Nacional de
Criminología y Juzgado de Ejecución de la Pena para lo de su cargo. Son
las costas a cargo del Estado. POR LECTURA NOTIFIQUESE. .- LIC JUAN
CARLOS PÉREZ MURILLO, LIC ENRIQUE RAMÍREZ ROCHA, LICDA HANNY SBRAVATTI
MAROTO .- ” (sic).

2-Que contra el anterior pronunciamiento el licenciado Hugo Chavarría


Cespedes, interpuso recurso de casación por la forma. Primer motivo.
Insuficiente fundamentación de la sentencia por inobservancia de las
reglas de la sana crítica con respecto a elementos probatorios de valor
decisivo, alega violación de los artículos 142 y 184 del Código Procesal
Penal, lo que constituye el vicio o defecto de la sentencia que justifica
según el artículo 369 inciso d). Segundo motivo. Alega violación al
debido proceso y a los derechos del imputado por inobservancia de las
garantías previstas en la Carta Magna y el Código Procesal Penal,
Violación de los artículos 39 y 41 de la Constitución, Violación del
artículo 82 inciso d), lo que implica un defecto de conformidad con el
artículo 178 inciso a), ambos del Código Procesal Penal. Solicita se
declare la nulidad del proceso por la existencia de un Defensor
Absoluto, y se envié para un nuevo juicio y se ordene excluir de la
acusación los hechos relacionados con la empresa Tecnología de Avanzada
S.A.

3- Que verificada la deliberación respectiva la Sala entró a conocer del


recurso.

4- Que en los procedimientos se han observado las prescripciones legales


pertinentes

Informa el Magistrado Castro Monge y,

Considerando:

I.- En recurso de casación interpuesto por el licenciado Hugo Chavarría


Céspedes, defensor público del sentenciado Eduardo Castañeda Chavarría,
reclama los siguientes defectos de procedimiento: a.- Inobservancia a
reglas de sana crítica: Manifiesta, que en los dos dictámenes
grafotécnicos realizados en la causa, logró determinarse que los rasgos
de escritura que realizó el imputado, no coincidieron con los contenidos

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en los documentos cuestionados. En ese sentido, insiste en que no se


trata de una simple inconformidad de la defensa, como interpretó el
Tribunal. Resalta, que el a-quo no tuvo a la vista las supuestas cédulas
de identidad falsas que utilizó Castañeda Chavarría, ni se confeccionó
cuerpo de escritura de las personas cuya identidad se utilizó
indebidamente. b.-Violación al debido proceso: En este aparte de la
impugnación, quien recurre sostiene que al justiciable no se le intimaron
los hechos denunciados por José Alberto Álvarez Ortiz, pues la
indagatoria se realizó el 14 de enero de 1.998 y esta última denuncia se
interpuso el 13 de febrero de ese año.-

II.- Los reclamos no son atendibles: En efecto, de acuerdo al principio


de libertad probatoria, salvo las restricciones propias de la tutela de
derechos fundamentales, para lograr una adecuada solución del caso
sometido a su conocimiento, los Tribunales están autorizados para
utilizar los medios de prueba necesarios y disponibles (artículo 182 del
Código Procesal Penal). Por ello, con el propósito de acreditar hechos y
circunstancias que interesan al proceso, el Tribunal puede evacuar
cualquier elemento de convicción lícito. Examinado el caso sometido al
contralor de legalidad de casación, se observa que el a-quo tuvo por
demostrado que el justiciable Eduardo Castañeda Chavarría, utilizó
cédulas de identidad verdaderas en las que insertó datos falsos, tales
como fotografías y firmas, suplantando de esta forma la identidad de las
personas a quienes correspondían los otros datos consignados en los
documentos. Con esas cédulas en su poder, Eduardo realizó una serie de
negocios jurídicos ocultando su verdadera identidad y de acuerdo a un
plan minuciosamente estructurado, según el cual - conforme estableció el
sentenciador - hizo insertar los datos de manera que no aparecieran como
propios, con la evidente finalidad de obstaculizar su individualización
al comparar sus rasgos de escritura, con cada una de las firmas (cfr.
folios 377 a 392). Aunque es cierto que de los dictámenes evacuados no
puede colegirse que Castañeda Chavarría hubiera sido el autor de las
firmas, letras y números cuya falsedad se le atribuye de acuerdo al
principio indicado, los jueces establecieron que fue él quien compareció
ante diferentes personas, utilizando las cédulas de identidad referidas.
Concretamente, en los hechos cometidos en daño de Emma Cecilia Montiel
Matarrita y José Angel Vásquez Rojas, Eduardo compareció ante el Notario
Público licenciado Juan Luis Calderón Castillo y otorgó hipoteca en grado
primero a favor de Montiel Matarrita, sobre una finca que pertenecía a
Vásquez Rojas y para ello utilizó una cédula de identidad mediante la
cual se hizo pasar por el legítimo propietario del inmueble, logrando
inducir a error a la perjudicada Montiel Matarrita, quien le entregó en
el acto de formalizar el crédito, la suma de un millón setecientos
cincuenta mil colones (1.750.000,oo) (ver folios 480 a 482). Tal como
declaró el licenciado Calderón Castillo, fue Castañeda Chavarría quien se
presentó a su oficina y rubricó la escritura respectiva (cfr. folio 483).
Por ello, le fue fácil identificarlo tanto en el reconocimiento
fotográfico, como en el debate celebrado. Además, en el allanamiento
practicado en casa de habitación del justiciable, se localizó documentos

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a nombre del perjudicado Vásquez Rojas, tales como un recibo de dinero y


copia de un contrato (cfr. mismo folio recién citado). Siguiendo similar
procedimiento delictivo, obtuvo una cédula de identidad perteneciente a
Daniel del Barco Gutiérrez y en ese documento nuevamente Eduardo hizo
insertar su fotografía personal y una firma diferente tanto a la suya,
como a la del propio perjudicado. Con ese proceder y utilizando la
identidad del afectado Vásquez Rojas, suscribió un contrato con la
empresa “Radiolocalizadores de Costa Rica S.A.”, aclarando que quien
utilizaría el aparato de radiolocalización sería del Barco Gutiérrez
(cfr. oficio de folio 96). Actuando bajo la falsa identidad de éste
último, Castañeda Chavarría suscribió un contrato de arrendamiento de un
inmueble con William Barrantes Marín, a quien posteriormente suplantó. En
este último caso, utilizó otra cédula de identidad falsa y compareció
ante el Notario Público licenciado Alexis Robles Villalobos, para otorgar
garantía hipotecaria sobre el inmueble perteneciente a Barrantes Marín,
por un valor de cinco millones quinientos mil colones (5.500.000,oo) (ver
al efecto, folios 484 a 488). En este evento, los testigos Rónald Fuentes
Pérez, José Ulises Aguilar Otoya y Alexis Robles Villalobos, tanto en
debate como en el reconocimiento realizado durante la fase investigativa,
identificaron al justiciable como la persona que contactó con cada uno de
ellos, en todas las diligencias que fueron necesarias – de acuerdo a su
plan de autor- para consumar las defraudaciones (cfr. sentencia folio
489). Además, en los hechos cometidos en perjuicio de “Rena-Ware de Costa
Rica”, el sentenciado utilizó una identidad falsa y haciéndose pasar por
el afectado del Barco Gutiérrez, logró adquirir varios enseres de cocina,
cancelando ciento cincuenta mil colones en efectivo (150.000,oo) y
financiándosele el resto de la deuda que ascendía a ochocientos once mil
novecientos sesenta y cinco colones (811.965,oo) a través de un pagaré
suscrito por Castañeda Chavarría. Así, tanto la vendedora Mireya
Elizondo Jiménez - asignada por la citada empresa para realizar la
transacción - como su hija (Shilene Briceño Elizondo), reconocieron a
Eduardo como la persona que se identificó ante ellas como “Daniel del
Barco Gutiérrez” (cfr. reconocimientos de folios 118 y 156 y folios 491 y
492 de la sentencia). Además, en el allanamiento practicado en su
vivienda, se encontraron los documentos de entrega de los citados enseres
a nombre de del Barco Gutiérrez. Por último, el justiciable Castañeda
Chavarría entró en posesión de un talonario de cheques de la cuenta
corriente No. 0030003370-1 del Banco Nacional de Costa Rica, Agencia de
Puntarenas, perteneciente a Luis Alberto Rojas Montealegre y fingiendo
ser el legítimo propietario de esa cuenta, se presentó en San Rafael de
Escazú a las instalaciones de la empresa denominada “Tecnologías de
Avanzada S.A.” en el Centro Comercial El Cruce, donde adquirió los
siguientes bienes: un amplificador de sonido Foenix, un par de parlantes
Boston Acustis RX67, un radio Clarion con CD, 4375 y un cargador Clarion
de 12 discos compactos, todos por un monto de quinientos treinta y un mil
setecientos veintisiete colones (531.727,oo), que canceló mediante cheque
No. 00000024 de la citada cuenta, que llenó de su puño y letra a la vista
de la testigo Giselle Alvarez Rodríguez, dependiente de aquella empresa
(cfr. folios 492 a 495). De la misma manera, en casa de habitación del

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imputado se decomisó un recibo de dinero emitido por la empresa


perjudicada y en el propio vehículo de Eduardo se localizó algunos de los
bienes adquiridos fraudulentamente. Como queda expuesto, tanto por los
reconocimientos realizados por diversos testigos en cada causa penal,
como por los documentos hallados en la vivienda del acusado, es indudable
que fue él autor de los ilícitos denunciados. Con ese andamiaje
probatorio, carece de interés obtener si en las respectivas pericias no
pudo establecerse coincidencias entre el cuerpo de escritura realizado
por el imputado y los rasgos consignados en cada uno de los documentos.
Lo anterior, porque no obstante los resultados de las experticias,
existen abundantes elementos de convicción que sindican a Castañeda
Chavarría como autor de esas delincuencias. Por ello, se declara sin
lugar el reproche.-

III.- El segundo reclamo tampoco puede acogerse: Indica el defensor


recurrente, que a Eduardo no se le instruyó debidamente respecto a los
hechos atribuidos en perjuicio de la empresa “ Tecnologías de Avanzada
S.A.”. Si bien es cierto, al acusado se le recibió declaración ante el
Fiscal a las 8:40 horas del 14 de enero de 1.998 (cfr. folio 122) y la
denuncia respectiva se interpuso ante la Fiscalía de Delitos Económicos,
Corrupción y Tributarios del Ministerio Público, a las 9:30 horas del 13
de febrero de 1.998 (cfr. folios 194 a 196) y la causa se remitió a
conocimiento del Juzgado Penal, solicitando aplicar un procedimiento
abreviado por unos hechos (incluidos los que trata el presente reclamo) y
gestionando la apertura de juicio por los restantes (cfr. requerimiento
del Fiscal, folios 264 a 288), no por esa razón debe anularse lo actuado,
pues es evidente que los sucesos por los que se condenó al justiciable –
relatados en el segundo Considerando de este fallo - no eran desconocidos
ni para él, ni para su defensor. En primer lugar, porque esa gestión se
comunicó tanto a los interesados, como a sus defensores (cfr. folios 289
a 296), sin que al efecto se expresara oportunamente ninguna
inconformidad. En segundo término, en la audiencia preliminar realizada,
el Fiscal informó en qué consistían los hechos atribuidos al quejoso, e
incluso detalló las pretensiones del Ministerio Público respecto a los
procedimientos aplicables en cada evento (cfr. folios 326). Además, según
consta en el acta respectiva, la audiencia tuvo que suspenderse por no
haber comparecido los representantes legales de la empresa “Tecnologías
de Avanzada S.A.” (cfr. folio 326 vto., párrafo 6º.). Es más, en el
debate no se hizo objeción alguna en torno al tema (cfr. acta de debate
de folio 411). Por el contrario, Castañeda Chavarría escuchó la acusación
y se abstuvo de declarar e incluso su defensor interrogó a los testigos
relacionados con estos sucesos y emitió conclusiones en torno a los
mismos (cfr. folios 412 a 414). Por lo expuesto y al no existir un
interés procesal que evidencie la afectación concreta del derecho de
defensa, procede declarar sin lugar el presente motivo.-

Por Tanto:

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Se declara sin lugar el recurso de casación interpuesto.


Notifíquese.-
***

Exp: 00-008398-0042-PE

Res: 2001-00126

SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las diez horas
con cuarenta y un minutos del dos de febrero del dos mil uno.

Vista la solicitud de desestimación formulada por el Fiscal General de la


República, Licenciado Carlos Arias Núñez, en las diligencias seguidas
contra el Diputado a la Asamblea Legislativa, Licenciado OTTO GUEVARA
GUTH, por el delito de Falsedad ideológica, en perjuicio de LUIS ALBERTO
HERRERA QUESADA, y:

Considerando:

ÚNICO.- En memorial visible a partir de folio 166, el Licenciado Carlos


Arias Núñez, Fiscal General de la República, solicita la desestimación de
la denuncia interpuesta por LUIS ALBERTO HERRERA QUESADA contra el
Licenciado OTTO GUEVARA GUTH , Diputado a la Asamblea Legislativa de la
República. Tras examinar la solicitud, así como las diligencias de
investigación que la preceden, estima la Sala que ha de acogerse el
requerimiento de la Fiscalía General. En efecto, comparte este Tribunal
el criterio del Ministerio Público en el sentido de que no existe ningún
elemento de prueba que permita relacionar al denunciado con los hechos
que se le atribuyen, concretamente, la inserción de una nota que se acusa
de falsa en una escritura en la que participó como co-notario y, en
especial, tomando en cuenta que según lo indicaran los ofendidos, GUEVARA
GUTH, aunque suscribió el documento, no estuvo presente cuando se otorgó,
circunstancia que a lo sumo constituiría una infracción de orden no
penal. Los tetigos son contestes en afirmar que el notario ante quien se
otorgaron las cédulas hipotecarias fue exclusivamente el Lic. Cristian
Villegas Coronas. Por otro lado tampoco podría configurarse el dolo
eventual, pues los co-notarios que no estuvieron presentes en el acto no
tenían porqué dudar de la veracidad de los actos jurídicos autorizados

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por su compañero de bufete. Esa práctica podría ser cuestionable desde


el punto de vista de su función como notarios, pero no configura un
ilícito penal. En virtud de lo anterior y de conformidad con lo que
dispone el artículo 395 del Código Procesal Penal, se acoge la solicitud
planteada y se desestima la denuncia interpuesta, por no haber delito que
perseguir.

Por Tanto:

Se desestima la denuncia interpuesta por LUIS ALBERTO HERRERA QUESADA


contra el Licenciado OTTO GUEVARA GUTH, por no haber delito que
perseguir. NOTIFÍQUESE

***

Exp: 94-200236-023 PE

Res: 2002-00382

SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA . San José, a


las diez horas cuarenta y cinco minutos del veintiséis de abril de dos
mil dos.

Recurso de casación interpuesto en la presente causa seguida


contra TRILBY MARIA WASHINGTON CUMMINGS, costarricense, mayor de edad,
nativa de San José el día 23 de setiembre de 1960, divorciada, hija de
Alfonso Washington Scarlett y María Cecilia Cummings Johson, abogada,
cédula de identidad número 1-544-316, MAYRA CECILIA UREÑA ROJAS, mayor,
divorciada; contadora, nativa de San José el 26 de diciembre de 1955,
hija de Luis Ureña Fonseca y de Paulina Rojas Fonseca, vecina de San
Francisco de Dos Ríos, cédula 1-445-449, ELI CHAVES CAMACHO, mayor,
divorciado, corredor de bienes, nativo de Alajuela el 23 de octubre de
1923, hijo de Isaac Chaves Jiménez y Mariana Camacho Alvarado, vecino de
Barva de Heredia, cédula número 2-203-987; por el delito de ESTAFA
MEDIANTE CHEQUE, ESTAFA MEDIANTE FALSIFICACIÓN DE DOCUMENTO AUTENTICO,
USO DE DOCUMENTO FALSO Y FALSEDAD IDEOLÓGICA cometido en perjuicio de
JEFFREY LEN SONG KOO YEN. Intervienen en la decisión del recurso los
Magistrados Daniel González Alvarez, Presidente, Jesús Alberto Ramírez
Quirós, Rodrigo Castro Monge, José Ml. Arroyo Gutiérrez y Carlos Luis
Redondo Gutiérrez, éste último en calidad de Magistrado Suplente.
Intervienen además en esta instancia, los licenciados William Guido
Madriz, Erick Mora Sevilla y Rafael Gairaud Salazar como defensores de

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los encartados, el licenciado Jorge Jiménez Bolaños como apoderado del


actor civil Jeffrey Len Son Koo Yen y Edgardo Bonilla Astúa como
representante del Ministerio Público.

RESULTANDO:

1.- Que mediante sentencia N°261-2001, dictada a las


dieciséis horas del primero de marzo de dos mil uno, el Tribunal Penal de
Juicio del Primer Circuito Judicial de San José, resolvió: "POR TANTO:
En virtud de lo expuesto, artículos 39, 41 de la Constitución Política;
1, 392,393 párrafo 3, 394, 395, 396, 398, 399, 503 y 543 del Código de
Procedimientos Penales; 1, 30, 31, 45, 71, 75, 73, 74, 216,360, 365 del
Código Penal, por mayoría de votos se declara a TRILBY WASHINGTON
CUMMINGS, autora responsable de los delitos de falsedad ideológica y Uso
de Documento falso con ocasión de estafa en concurso ideal, en perjuicio
de Jeffrey Len son Koo Yun y la fe pública y en ese carácter se le impone
el tanto de cinco años de prisión pena que deberá descontar en el centro
penal correspondiente, con abono de la preventiva sufrida. Se le condena
al pago de las costas del juicio en lo penal. Una vez firme el fallo se
ordena su la (sic) inscripción en el Registro Judicial y expídanse los
testimonios de estilo para ante el Juez de Ejecución de la pena y el
Instituto Nacional de Criminología. Se declara parcialmente con lugar la
acción civil resarcitoria planteada por Jeffrey Len Soon Koo Yun,
representado por el Lic. Jorge Jiménez Bolaños, en contra de Washington
Cummings y sin lugar las excepciones de falta de legitimación y falta de
derecho, se coge la pretensión principal y se ordena la restitución al
ofendido Jeffrey Len Son Koo Yun de las fincas números 273972, 273974,
273976, 273998, 274002, 274004, 274000, 273980, 273984, 273982, 273986,
273988, 273992, 273990, 273994, 273993, 274006, cancélense los asientos
registrales que se dieron con respecto a estas propiedades a partir del
once de setiembre de mil novecientos noventa, se le condena al pago de
ambas costas del proceso en lo civil, actos que se ordenan y se
liquidarán en ejecución de sentencia, se rechaza la partida de daño moral
pedida por el actor civil por no haberse demostrado su existencia. En
cuanto a los imputados Mayra Cecilia Ureña Rojas y Elí Chaves Camacho, se
le absuelve de toda pena y responsabilidad en virtud del principio
universal de in Dubbio Pro reo, por los delitos falsedad ideológica, uso
de documento falso con ocasión de Estafa que se le ha venido atribuyendo,
se declara sin lugar la acción civil resarcitoria incoada contra el Grupo
Uva S.A. y contra Mayra Cecilia Ureña Rojas en lo personal, acogiéndose
la excepción de falta de derecho. Por lectura notifíquese.- Licda.
Rosibel López Madrigal LIC. Luis Gdo Bolaños González LIC. Joaquín
Villalobos Guevara JUECES INTEGRANTES” (sic).

2.- Que contra el anterior pronunciamiento la imputada,


interpuso recurso de casación alegando violación a la sana crítica,
inobservancia de los artículos 30 y 35 del Código Penal.

3.- Que verificada la deliberación respectiva, la Sala se


planteó las cuestiones formuladas en el recurso.

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4.- Que en los procedimientos se han observado las


prescripciones legales pertinentes.

Informa el Magistrado Castro Monge; y,

CONSIDERANDO :

I.- Recurso de casación interpuesto por la encartada Trilby María


Washington Cummings, contra la sentencia número 261-2.001, de 16:00 horas
del 1 de marzo de 2.001, dictada por el Tribunal Penal de Juicio del
Primer Circuito Judicial de San José. En el reclamo por la forma (cfr.
folios 1.387 a 1.393), alega violación de reglas de sana crítica, con
preterición de los numerales 11, 39 y 41 de la Constitución Política;
8.1, 8.2 y 25 de la Convención Americana sobre los Derechos Humanos; 1,
106, 393 párrafos segundo y tercero, 395 incisos 2) y 3) y 400 incisos 3)
y 4) del Código de Procedimientos Penales, por haber considerado el a-quo
para dictar el fallo impugnado y por ende fijar la responsabilidad de la
justiciable, indicios de carácter anfibológico o equívoco. Concreta el
reparo, estimando que el suceso acreditado bajo el número 3), no se
deriva de la prueba, ya que afirma que Víctor Ramón Sevilla Camacho: “...
no tuvo ninguna participación ni en los estudios de registro, ni en la
vinculación con el oriental, ni en la relación conmigo, ni en una
hipotética relación con el bufete de la suscrita ...” (cfr. folio 1.390).
Estima que contrario a la experiencia, se le atribuye una maniobra
fraudulenta, ejecutada en su carácter de Notaria Pública, con apoyo en el
despliegue de la supuesta conducta dolosa realizada por Tomás Rojas Soto
y Sevilla Camacho, respecto de quienes no se describe su efectiva
participación en los hechos. Agrega, que el conocimiento de los
involucrados - previo a la negociación - resulta irrelevante, pues en:
“... nuestro medio tan reducido casi todos nos conocemos y algún grado de
amistad o de relación hemos tenido o mantenemos con diversas personas, ya
sea por relación de trabajo, de profesión, de oficio, ocupación, de
carácter familiar, religioso o política, etc...” (ver folios 1.391 y
1.392). Además, dice que falsamente se alude al conocimiento que tenía la
encartada respecto a Mayra Cecilia Ureña Rojas, ubicándolo en el mes de
agosto, cuando debió extraerse del testimonio de Ana Mercedes Quirós
Zúñiga que debió ser en septiembre, cuando la acusada le presentó a Mayra
Cecilia y que ello fue así, ya que el 11 de ese mes fue que se firmó la
escritura, con lo que se excluye:“... la SUPOSICIÓN de que conociendo a
los otros imputados, yo participé dolosamente en la confección de los
instrumentos notariales cuestionados en este proceso...” (ver folio
1.392). EL RECLAMO ES IMPROCEDENTE: En primera instancia, debe señalarse
que la recurrente no puntualiza cuál es - en esencia - el vicio concreto
que afecta la valoración probatoria realizada por el Tribunal, es decir,
no sustenta el agravio invocado y más bien se limita a esbozar una serie
de apreciaciones sobre la prueba existente y a discrepar de la forma en
que la valoraron los Juzgadores sin describir el yerro y por ende, el
perjuicio irrogado. Resulta por ello, insuficiente el simple desacuerdo
en la valoración de la prueba: debe especificarse de manera precisa, cuál
es el defecto existente en ella, demostrar su esencia y evidenciar así el

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agravio causado, de manera que: “... no basta con exponer supuestos


defectos en la motivación del fallo para sentirse legitimado en reclamar
su nulidad por inobservancia a las reglas citadas, sino que para ello se
deben demostrar o acreditar cuáles son los errores que se presentan en el
razonamiento seguido por el tribunal para sustentar la decisión (iter
lógico). En otras palabras, el recurrente debe acreditar que el
razonamiento expuesto en sentencia no es coherente o lógico, que
desconoce las reglas de la experiencia o bien que no es acorde con las
reglas de la psicología, aspectos que precisamente integran la sana
crítica. No puede limitarse a exponer apreciaciones personales respecto
a la valoración de la prueba, incluso comentarios carentes de un sustento
lógico y jurídico. Por el contrario, debe comprobar que efectivamente
los juzgadores se han equivocado al tomar la decisión, estableciendo –por
ejemplo- que las premisas o supuestos de los que parten (declaración del
ofendido y demás elementos de convicción) no permiten arribar a la
conclusión que se señala en el fallo ...” (Así, Sala Tercera, voto N°
2.000-00744, de 15:05 horas del 5 de julio de 2.000). En este caso, la
acusada Washington Cummings más que dar contenido al reproche, enfatiza
no haber participado en las maniobras desplegadas por Rojas Soto y
Sevilla Camacho y que su actuación se limitó a ejercer el Notariado,
pretendiendo que en esta instancia - separándose del contenido del elenco
probatorio y la valoración del Tribunal - se otorgue crédito a su dicho.
Además, en cuanto discrepa del contenido del suceso demostrado bajo el
numeral tres, tampoco resulta atendible su reclamo, pues lo consignado a
folio 1.313, acorde con el contenido de la sentencia, responde al
análisis y valoración integral de la prueba realizada por los Juzgadores.
Por otra parte, la gestionante discute en forma especial la valoración
del testimonio de Ana Mercedes Quirós Zúñiga, aduciendo que al referir
ella que fue en los meses de agosto o septiembre cuando la encartada
Washington Cummings recomendó a Mayra Cecilia, debía interpretarse que
ello sucedió después del 11 de septiembre (fecha en que se confeccionaron
las escrituras de traspaso), estimación que más bien resulta ilógica,
tomando en consideración que la propia acusada refiere, que un día antes
de confeccionar las escrituras - o sea el 10 de septiembre - acompañada
por una amiga suya - la testigo Ana Mercedes Quirós Zúñiga - se reunió en
el Hotel Cariari con una persona de origen oriental (cfr. folios 1315 y
1316), de manera que si bien es cierto Quirós Zúñiga no logra establecer
con exactitud la fecha precisa en que conoció a Mayra Cecilia por
referencia de la encartada, si es enfática al señalar, que: “... Trilby
me la había referido desde antes del asunto del hotel, Trilby me la había
recomendado a Mayra para que me hiciera algún trabajo, me dijo que era
una persona de confianza que podía ir a solicitar sus servicios...” (cfr.
folios 1.330 y 1.331), (las letras negrita y cursiva, son suplidas). Por
otra parte - a conveniencia suya - olvida la recurrente que el Tribunal
ponderó en forma integral una serie de indicios que le permitieron
arribar a un juicio de certeza respecto a la participación de la acusada
en los hechos sometidos a examen. En primer término, se logró acreditar
que el afectado Jeffrey Lee Song Koo Yen se encontraba fuera del país,
cuando se otorgaron las diferentes escrituras. En segundo lugar, mediante

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el instrumento #112, se vendió tres lotes a Corporación Sevilla &


Asociados (fincas números 273.972, 273.974 y 273.976), consignando como
propietario al perjudicado, cuando habían sido traspasados a un tercero
en forma fraudulenta con anterioridad y así aparecían ante el Registro -
1.988 - de ahí que resultaba imposible que al momento de ejecutarse los
hechos investigados en esta causa, los inmuebles se encontraran inscritos
a nombre del perjudicado. El Tribunal señaló al respecto, que: “... Esta
circunstancia es importante resaltarla, toda vez que la misma revela un
comportamiento doloso de la encartada al traspasar los tres lotes, en
mención respecto de los cuales existía una venta anterior, no estando ya
en ese momento a nombre del(sic) el citado Jeffrey en el Registro. La
encartada Washington respecto a esta escritura de venta procede de manera
irregular y maliciosa toda vez que en vez de subsanar el defecto señalado
conforme a la ley que regula la función notarial, al percatarse de que no
puede inscribir los lotes puesto que los mismos no aparecen a nombre del
vendedor consignado en la escritura, sin hacer ninguna gestión respecto a
esa venta omite presentarla al registro lo que nos permite concluir que
entró en conocimiento de es circuanstancia(sic) y por eso omitió su
presentación, esto contrasta totalmente con su coartada de que el
oriental que llegó a su oficina llevaba unas certificaciones rápidas del
Registro Público y con base en las mismas ella hizo un estudio de
Registro y con la información que recogió en ese estudio hizo las
escrituras, aportando ella unas certificaciones rápidas del Registro de
la propiedad y un grupo de copias de folios reales y planos, diciendo que
esos fueron los documentos con los que hizo las escrituras. En los mismos
casualmente las propiedades indicadas, vendidas a Corporación Sevilla no
se encuentran como parte de las descritas...” (cfr. folios 1.343 y
1.344). Con fundamento en esas circunstancias, el Tribunal dedujo en
forma lógica, derivada y coherente, el pleno conocimiento de Trilby en
cuanto a la modificación del propietario, lo que la indujo - por un lado
- a no presentar la escritura al Registro, así como a omitir la
presentación de la supuesta venta de las propiedades números 273.998,
274.000 y 274.002 (escritura #117), de Jeffrey a Gerardo Darío Carballo
Torres, no obstante indicar que al referido perjudicado se le había
cancelado en el propio acto la suma acordada y luego señalando en forma
contradictoria, que cree que Carballo Torres no pagó y por ello,
continuando con su proceder doloso y a efecto de favorecer a Sevilla
Camacho: “... en fecha 23 de octubre de mil novecientos noventa en
escritura otorgada en su protocolo V indica que Jeffrey Koo vende a
Corporación Sevilla S.A. las mismas propiedades que había vendido a
Gerardo Darío...” (ver folio 1.345), de lo que infiere el Tribunal - con
apego a la sana crítica - que existiendo: “... acuerdo pleno de
Washington con Sevilla y se enteraron que no podían inscribir la anterior
propiedad, para que este no se quedara sin participación en la ganancia
ilícita que produciría la venta de esas propiedades, entonces le
traspasaron las propiedades ya vendidas a Gerardo Darío...” (cfr. folio
1.345). Además, que: “... Siendo Sevilla una persona que enfrentaba
serios problemas financieros, como lo dijo Balma, no podía pagarle a él,
no era solvente es difícil creer que pagó todos estos lotes en efectivo,

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como lo afirma Washington...” (ver folio 1.397). Otro aspecto que


sustenta el fallo, fue que: “... el hecho de que las ventas se dieran
todas el mismo día, con media hora de diferencia entre acto y acto, no es
obra de la simple casualidad, esto no es un hecho ordinario, tampoco es
ordinario que todos los compradores estuvieran de acuerdo en concurrir
ante la misma notaria y que todas las propiedades, inmediatamente después
de ser adquiridas por los compradores, salieran del patrimonio de los
mismos, esto tiene explicación, como se ha reiterado en un plan
preconcebido, con la participación de la Notaria, encontrando blanco
fácil de un ilícito de esa naturaleza a un extranjero, que no se
encuentra en el país. Otro indicio que permite afirmar la actuación
dolosa de la imputada es que la cédula de residencia que se consigna en
las escrituras no pertenece al ofendido, la misma no existe, pero
coincide con un plano catastrado, registrado con anterioridad,
probablemente lo tuvo a la vista a la hora de realizar las escrituras,
pues de lo contrario no tendría explicación, es una numeración muy grande
que no es posible que sea la misma por mera coincidencia, ante esto
tampoco es normal si el oriental hubiera presentado documentos falsos que
los mismos también tuvieran el número equivocado, otro elemento que nos
permite afirmar que no se dio el engaño con documentos falsos que indica
la encartada...” (ver folio 1.348). Finalmente, en cuanto pretende hacer
parecer razonable, que la mayoría de los involucrados se conocieran,
aludiendo a la supuesta circunstancia de que en un “...medio tan
reducido...”, casi todas las personas se conozcan, se trata de una
afirmación que no se ajusta a la realidad, pues si bien cada individuo
puede eventualmente tener un amplio círculo de personas conocidas, ello
no implica que todos concurran a realizar una serie de transacciones como
las practicadas, mediante las que se procedió a ejecutar en una misma
fecha las escrituras #112 a #118, a través de las que se despojó de sus
propiedades al ofendido Jeffrey Lee Song Koo Yen. Además, como bien lo
señaló la recurrente, existen muchas formas a través de las que se
conocen las personas, de ahí que resulte razonable que mediante alguno de
esos supuestos se conocieran con anterioridad las personas participantes
en los hechos investigados, no siendo ello excluyente de que luego
optaran por realizar en forma conjunta la actividad delictiva, en la
forma en que el a-quo la tuvo por acreditada. La prueba indiciaria
resulta suficiente y se valoró correctamente, de modo que carece de
interés el reclamo. Por lo demás, obsérvese que el Tribunal analizó con
sumo detalle la totalidad de la prueba testimonial, documental e
indiciaria incorporada a la audiencia oral y pública, razonando por qué
estimó que la acusada contaba con pleno conocimiento acerca de la
actividad ilícita ejecutada, aspecto del que no existe duda y sin que se
observe error alguno en las conclusiones emitidas al respecto. Así las
cosas, no sólo no se concreta el agravio reclamado, sino que además, las
conclusiones del a-quo resultan ser producto de un adecuado análisis
probatorio, no evidenciándose como consecuencia, vicio alguno en la
resolución impugnada como se refirió en el reclamo, por lo que procede
rechazar el recurso.

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II.- Motivos por el fondo: En el primer alegato, reclama inobservancia de


los artículos 30 y 35 del Código Penal; aduce, que en la condena
dispuesta por el Tribunal: “... no se describe en el elenco de hechos
probados de la Sentencia, la necesaria conducta dolosa para que estemos
en presencia del quebranto de una norma penal...” (ver folio 1.416);
además, agrega respecto al error de prohibición reclamado, que la
actuación de Washington Cummings se enmarca en el ámbito del error de
comprensión y por ello se encontraba justificada. En el segundo reproche,
aduce errónea aplicación del artículo 216 del Código ibídem, al
considerar que: “... no puede considerarse que estamos ante un delito de
estafa, porque analizadas una a una las acciones configurativas del tipo
penal, es evidente que no se describe en la Sentencia la realización
dolosa de alguna de ellas.. El Tribunal únicamente señal hechos
históricos sin que se describa una efectiva participación dolosa de la
suscrita...”. (ver folio 1.419). EL RECLAMO NO ES DE RECIBO: Tratándose
de un alegato por violación a la ley sustantiva – o sea un recurso por
razones de fondo-, se encuentra vedado a esta Sala modificar el marco
fáctico tenido por demostrado en el fallo. En la especie, la promovente
en realidad cuestiona las conclusiones a que llegó el Tribunal de mérito,
pretendiendo incluir aspectos no acreditados originalmente - sosteniendo
en particular - que ella actuó encontrándose bajo un error de comprensión
- aunque sin determinar las razones por las que consideró existente el
vicio aducido - y desconociendo la ilicitud de su conducta - sin explicar
siquiera, por qué acorde con los hechos, estima que su conducta es
atípica o por qué no existió dolo en su comportamiento - lo cual no sólo
es completamente incompatible con un reclamo por el fondo, sino que
incluso - vista la decisión en forma global - no se aprecia en ningún
sentido. Además, la recurrente utiliza argumentos de forma para discutir
la incorrecta aplicación del derecho de fondo, con lo cual reclama
violación indirecta de la ley sustantiva, modalidad de la casación que no
contempla el ordenamiento procesal penal vigente. Los Juzgadores - más
bien - analizaron con el fundamento debido, el comportamiento de la
encartada, que: “... encuadra típicamente en la descripción del delito de
falsedad ideológica, estafa, y uso de documento falso previstos y
sancionado(sic) por los artículos 360, 216 inc 2 y 365 del Código Penal.
La imputada insertó declaraciones falsas en un documento público,
escritura pública, concernientes al hecho que la escritura debía de
probar (venta de la propiedad y comparecencia del ofendido), resultando
un evidente perjuicio para el ofendido, el que fue desapoderado de las
propiedades... Por otra parte, la inserción de la firma falsa en las
escrituras y las declaraciones falsas, hechos falsos, fueron el ardid
utilizado para inducir a error al Registro Público de la Propiedad para
lograr inscribir las propiedades a nombre de terceros, obteniéndose así
un beneficio patrimonial y a su vez un perjuicio para el ofendido, que
fue desposeído de sus bienes...” (sic., cfr. folios 1.352 y 1.353);
agregando – en lo conducente - que el suceso fue: “... cometido por la
encartada en forma dolosa y con pleno dominio del hecho al saber que
estaba insertando en la escritura un negocio jurídico que no se daba en
la realidad con la firma falsa del ofendido, presentando al Registro

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Público esos instrumentos logrando así desposeerlo, No medió ningún error


de tipo como excluyente de la tipicidad...” (ver folio 1.354). Así las
cosas, queda claro que se tuvo por cierta la actuación dolosa de la
acusada Washington Cummings y demostrado el elemento típico extrañado. En
todo caso, el Tribunal aplicó la ley sustantiva de manera correcta en su
resolución, puesto que toda la actividad desplegada por ella, constituyó
la manera idónea (ardid), ideada para desposeer de sus bienes al
ciudadano oriental ofendido, que luego vendieron a terceros de buena fe,
quienes creyeron equivocadamente - con vista en la información inscrita
en el Registro Público - que adquirían los bienes de sus legítimos
propietarios y en consecuencia, resultaron perjudicados en su patrimonio.
Conforme lo expuesto, se evidencia que los vicios alegados no existen,
por lo que procede declarar sin lugar el recurso.

POR TANTO:

Se declara sin lugar el recurso interpuesto por la imputada Washington


Cummings. NOTIFÍQUESE.

***

Exp: 97-000093-0211-PE

Res: 2002-00719

SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las


nueve horas veintidós minutos del diecinueve de julio de dos mil dos.

Recurso de casación, interpuesto en la presente causa seguida


contra JORGE LUIS FALLAS GOMEZ, costarricense, mayor de edad, casado,
bachiller, hijo de Antonio Fallas Arguedas y de Marta Gómez Umaña, con
cédula de identidad número 2-252-683; y contra JAVIER ENRIQUE FALLAS
VARGAS, costarricense, mayor, casado, hijo de Jorge Luis Fallas Gómez y
de Sonia Marta Vargas Yanicelly, con cédula de identidad N° 1-819-672;
por el delito de USO DE DOCUMENTO FALSO, cometido en perjuicio de LA FE
PUBLICA, JOSE MANUEL LOSILLA COLOMBARI y MARCO AURELIO JIMÉNEZ RAMIREZ.
Intervienen en la decisión del recurso, los Magistrados Jesús Alberto
Ramírez Quirós, Presidente a.i, José Manuel Arroyo Gutiérrez, Joaquín
Vargas Gené, Carlos Luis Redondo Gutiérrez y Javier Llobet Rodríguez, los
tres últimos en calidad de Magistrados Suplentes. También intervienen en
esta instancia, los licenciados Jorge Arturo Urbina Soto como apoderado
especial judicial de José Manuel Losilla Colombari y Marco Aurelio
Jiménez Ramírez; José Joaquín Ureña Salazar como defensor público de los
sentenciados Fallas Gómez y Fallas Vargas y el representación del
Ministerio Público.

Resultando:

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1.- Que mediante sentencia N° 640-00, dictada a las dieciséis


horas del dieciocho de diciembre del año dos mil, el Tribunal de Juicio
del Segundo Circuito Judicial de San José, resolvió: “POR TANTO: Con
fundamento en lo expuesto y artículos 39 y 41 de la Constitución
Política, 1, 30, 45, 59 a 63, 71 y 365 del Código Penal, 78, 265, al
267, 269, 360, 361, 366, 367 y 468 del Código Procesal Penal, 360 del
Código Procesal Civil, por unanimidad: 1. Se declara a los encartados
JORGE LUIS FALLAS GOMEZ y JAVIER FALLAS VARGAS coautores responsables del
delito de USO DE DOCUMENTO FALSO en perjuicio de LA FE PUBLICA, JOSE
MANUEL LOSILLA COLOMBARI y MARCO AURELIO JIMENEZ RAMIREZ, y en tal
carácter se les impone: a) Al primero, FALLAS GOMEZ, la pena de TRES AÑOS
DE PRISION, que deberá descontar en la forma y lugar que determinen los
respectivos reglamentos penitenciarios, previo abono de la preventiva que
hubiere sufrido; y b) Al segundo, FALLAS VARGAS, la pena de DOS AÑOS DE
PRISION, que deberá descontar en la forma y lugar que determinen los
respectivos reglamentos penitenciarios, previo abono de la preventiva que
hubiere sufrido. Se les concedes a ambos el BENEFICIO DE EJECUCION
CONDICIONAL de dichas sanciones por un período de prueba de CINCO AÑOS
para FALLAS GOMEZ y TRES AÑOS para FALLAS VARGAS, lapso dentro del cual
no deberán cometer ningún delito doloso por el que se les imponga una
pena superior a los seis meses de prisión, en cuyo caso se le revocará
este beneficio. 2. SE DECLARA LA FALSEDAD PARCIAL DEL acta número siete
correspondiente a la Asamblea General Extraordinaria de Accionistas de El
Rocío Sociedad Anónima, protocolizada por la notaria Isabel Montero Mora
A LAS ONCE HORAS DEL CATORCE DE NOVIEMBRE DE MIL NOVECIENTOS NOVENTA Y
CUATRO y en consecuencia se ordena la anotacion al margen de la matriz de
dicha escritura, asi como al asiento DOSCIENTOS NOVENTA Y OCHO (298), del
tomO OCHOCIENTOS SESENTA Y NUEVE (869), del foliO CIENTO SETENTA Y NUEVE
(179), de la Sección Mercantil del Registro Público y en los testimonios
que se hayan presentado al respectivo registro, de lo siguiente: a) La
reforma del año de celebración de la Asamblea General Extraordinaria de
Accionistas, ocurrida realmente el treinta de octubre de mil novecientos
noventa y cuatro y no en el “noventa y tres”; b) La reforma del año de
verificación de la protocolización de tal acta, acontecida en fecha
catorce de noviembre del noventa y cuatro y no del año “noventa y tres”.
Remitánse los oficios correspondientes al Registro Público, así como a la
Dirección Nacional del Archivo Judicial; y c) La supresión de la razón
notarial que literalmente indica “La suscrita Notaria, con vista en la
matriz, hace constar: Que el acta que se protocoliza mediante la presente
escritura, se inició a las diecisiete horas del treinta de octubre de mil
novecientos noventa y tres, y no como por error de copia se indicó.” 3.
Se tiene desistida expresamente la ACCION CIVIL RESARCITORIA interpuesta
por JOSE MANUEL LOSILLA COLOMBARI y MARCO AURELIO JIMENEZ RAMIREZ contra
los accionados JORGE LUIS FALLAS GOMEZ y JAVIER FALLAS VARGAS,
condenándose a los actores al pago de las costas procesales y personales
generadas con la demanda civil. 4. Se ordena la restitución definitiva de
la finca inscrita en el Registro Público, Partido de San José, bajo el
sistema de Folio Real, con la matrícula número ciento veintiún mil
ochocientos diez, submatrícula cero cero cero (121810-000), al

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representante legal de Huetáres del Atlántico Sociedad Anónima. Son las


costas del proceso penal a cargo del Estado. Firme el fallo inscríbase en
el Registro Judicial. En los términos antes transcritos en lo que
concierne a la restitución de la finca, entiéndase por adicionada la
parte dispositiva del fallo. (sic).

2.- Que contra el anterior pronunciamiento el representante de los


actores civiles interpuso recurso de casación alegando errónea aplicación
de los artículos 78, 117, 118, 266, 267 y 270 del Código Procesal Penal y
221 y 222 del Código Procesal Civil, estimando que los juzgadores se
equivocaron al condenar a sus representados al pago de las costas del
proceso. Además el licenciado Ureña Salazar recurre la sentencia del a
quo y en su motivo por el fondo admitido, manifiesta que los jueces
incurren en una errónea aplicación de los artículos 359 y 365 del Código
Penal. También como aspecto de forma solicita la nulidad de la sentencia
por haberse omitido evacuar prueba esencial y por vicios in procedendo
por inobsevancia de las reglas de la sana crítica.
3.- Que verificada la deliberación respectiva, la Sala se planteó las
cuestiones formuladas en los recursos.

4.- Que en los procedimientos se han observado las prescripciones legales


pertinentes.
Informa el Magistrado Arroyo Gutiérrez; y,

CONSIDERANDO:

I.- En su único motivo del recurso, el licenciado Jorge


Arturo Urbina Soto, abogado particular de los actores civiles, acusa
errónea aplicación de los artículos 78, 117, 118, 266, 267 y 270 del
Código Procesal Penal y 221 y 222 del Código Procesal Civil, al estimar
que los Juzgadores se equivocaron al condenar a sus representados al pago
de las costas del proceso. En apoyo a su inconformidad refiere que: 1)
La mención en sentencia del artículo 78 de la normativa procesal penal es
incorrecta, pues este numeral se aplica únicamente en caso de que exista
un desistimiento expreso de la querella, no así en el caso de un
desistimiento de la demanda civil en vía penal (fl. 549 vto.); 2) El
Tribunal en ningún momento explicó las razones por las que omitió valorar
los motivos o fundamentos por los que sus patrocinados desistieron de
continuar con la pretensión civil en la presente causa, como lo era la
existencia de una litis pendencia o bien la necesidad de no hacer
incurrir a la parte demandada en más gastos (ver Arts. 266 y 267
ibídem). Agrega además, en este mismo punto, que el desistimiento se
produjo incluso, según lo reflejan los autos, a pesar de que existían
suficientes elementos de juicio que permitían justificar un resarcimiento
por los hechos cometidos (fls. 459 vto. a 551 fte.); 3) Los artículos que
se debieron aplicar en la especie eran el 117 y el 118 del Código
Procesal Penal, y no el 78 de esta normativa (fl. 551); 4) Cuando se
interpuso la acción civil, esto en abril de 1997, se hizo pensando en la

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posibilidad de que, para el momento de realizarse el debate en este


proceso, las causas existentes en otras sedes judiciales en contra de los
justiciables habrían finalizado; sin embargo esto no ocurrió, pues para
diciembre del año 2000, cuyo señalamiento - en criterio del quejoso - se
hizo de manera inesperada (fl. 551 vto.), aquéllas aun estaban
pendientes. Por ello, y desconociéndose cuál sería en realidad el monto
del daño provocado y unido al hecho de que no era posible a nivel
jurídico cobrarlo existiendo una litis pendencia, conforme lo dispuso la
normativa procesal de rito al entrar en vigencia, se consideró pertinente
desistir de la pretensión civil con el “único fin de litigar con lealtad
y buena fe y a efecto de no hacer incurrir a los demandados en más gastos
de los necesarios” (fl. 552 fte.); y 5) Se inobservó el artículo 270 de
la normativa procesal penal, pues el desistimiento se solicitó ante el
impedimento legal que existía jurídicamente, y no porque no hubiese razón
para exigir el resarcimiento correspondiente, es decir no porque no había
motivo plausible para litigar (fls 552 vto. a 554 fte.). El reclamo debe
rechazarse. En primer término, la Sala considera que no es cierto que en
la especie se señalara de manera inesperada la fecha para debate
(diciembre del año 2000), pues ya las partes sabían ante el dictado del
auto de apertura a juicio (fls. 239 a 241) y la remisión del expediente
en forma definitiva al Tribunal (fl. 353), que ello podría ocurrir en
cualquier momento, una vez que la causa hubiese llegado a dicha sede.
Por otra parte, si bien la acción civil resarcitoria se interpuso en el
año de 1997, fecha en la que estaba vigente el Código de Procedimientos
Penales de 1973, a partir del 1° de enero del año de 1998 comenzó a regir
un nuevo sistema de enjuiciamiento penal, frente al cual, de acuerdo con
lo dispuesto por el legislador, todas aquellas causas en las que no se
había aun dictado auto de elevación a juicio (o requerimiento de citación
directa), lo mismo que prórroga extraordinaria, como ocurría en la
presente, debían adecuar sus procedimientos a la nueva normativa
(Transitorio I del C.P.P. de 1996). Asimismo, dentro de las nuevas
reglas impuestas, se estableció que la solicitud para el resarcimiento
civil no se podía tramitar ante dos sedes o instancias judiciales
simultáneamente (Art. 41 C.P.P de 1996); es decir, se debía elegir la vía
penal o la civil, pero no ambas a la vez. No obstante este límite u
obstáculo en este caso, los actores civiles teniendo pleno conocimiento
de que estaban pendientes varias causas - de diferente naturaleza -
contra los aquí imputados, la mayoría de carácter civil, continuaron
actuando como tales, haciendo caso omiso a las variantes o modificaciones
que sobre la materia se habían aprobado en la nueva legislación.
Incluso, y así consta en el acta correspondiente a la audiencia
preliminar celebrada el 16 de marzo del año 2000 (fl. 239 y siguientes),
cuando el juzgador le da la palabra a los ofendidos, el señor José Manuel
Losilla Colombari no sólo solicita que se “mantenga la acción civil” por
ellos formulada, sino que además se admitiera como prueba toda la que
ofrecieron en su momento para sustentar las pretensiones resarcitorias
(fl. 241), a saber, entre otras y ad efectum videndi, los expedientes de
orden civil y agrario que existían en contra de los justiciables. En
otras palabras, no es del todo cierto, como se pretende hacer creer, que

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los ofendidos o actores civiles hubiesen actuado de buena fe, o bien que
el desistimiento del resarcimiento en esta vía se gestionó con el único
propósito de no hacer incurrir en más gastos a los demandados, pues tal
petición se presentó una vez que se dio inicio al debate (4 de diciembre
del año 2000, ver fl. 395), conociendo de antemano, desde el 1° de enero
de 1998, que no era posible cobrar los daños y perjuicios producidos por
el hecho punible que se investigaba en dos sedes o instancias judiciales,
dadas las nuevas reglas o principios que regían la materia (impedimento
legal); independientemente de que los imputados fueran en efecto
responsables o no de los hechos. No existe entonces, bajo esta tesitura,
motivo alguno para considerar que la condenatoria al pago de las costas
que generó la acción civil resarcitoria fuese dictada por el Tribunal
contra lo que el derecho dispone. No sobra agregar además que en todo
caso la decisión del órgano juzgador se produce por cuanto así lo previó
el legislador, al decir que, ante el desistimiento expreso de la demanda
civil en vía penal, una vez declarado éste, “se condenará al actor civil
al pago de las costas que haya provocado su acción” (Art. 118 ibídem, el
subrayado es suplido). Bajo esta tesitura, la Sala no observa una
indebida aplicación de la normativa que cita el recurrente, salvo la
referencia que se hace del artículo 78 procesal penal, pues dicho numeral
efectivamente está circunscrito al desistimiento de la querella y no la
demanda civil. Esta circunstancia sin embargo no afecta en nada la
validez del fallo, toda vez que, en primer término, pareciera que se
trata de un error material al momento de enunciarse las citas de ley que
correspondían aplicar, y, en segundo lugar, las razones que el a quo
expone para justificar la condenatoria en costas que se impugna, lo mismo
que las otras referencias normativas que hace, son suficientes para
mantener la decisión en este extremo (ver fls. 535 y 536), sin que se
aprecie arbitrariedad al respecto. Finalmente, el señalamiento que hace
el recurrente del artículo 270 del Código Procesal Penal no es atendible,
pues el supuesto que en éste se prevé corresponde al derecho que tiene
todo imputado de que se le indemnice en caso de haber estado sometido a
una medida cautelar dictada por un funcionario de manera arbitraria, o
bien, con culpa grave, no siendo este el caso. Así las cosas, no
llevando razón el licenciado Jorge Urbina Soto en su reclamo, se declara
sin lugar el recurso interpuesto.

II.- En su único motivo por el fondo, el licenciado José


Joaquín Ureña Salazar manifiesta que los Juzgadores incurren en una
errónea aplicación de los artículos 359 y 365 del Código Penal. En su
alegato señala que en la especie no se tipificó el delito de uso de
documento falso, pues para ello se requería que el documento cuestionado
como tal fuera susceptible de generar algún perjuicio, lo que no era
posible que ocurriera en el caso, como se deriva de la relación de hechos
que se establecieron como ciertos. En su criterio, el cambio de fecha
que se estimó como alterado en la razón notarial que se inscribió en el
Registro Público, no es determinante para concluir que se cometió el
delito que se investigaba, pues independientemente del uso de este
documento, los imputados estaban en la posibilidad de entablar las

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acciones judiciales que interpusieron en diferentes instancias, es decir,


“Si suprimimos hipotéticamente ese cambio de fecha, resulta clarísimo que
los imputados igual hubieran podido no sólo haber inscrito el acta 7
relativa al cambio de junta directiva, sino también hubieran podido haber
interpuesto todos los procesos civiles y penales comentados. Lo anterior
implica que, contrario al razonamiento jurídico de los juzgadores, no
existe una relación de causalidad entre ese cambio de fecha en el acta y
el perjuicio que la sentencia atribuye a los ofendidos, ello por la
sencilla razón de que ese cambio de fecha... en nada modificó la
situación, no influyó de ningún modo en la producción de un perjuicio”
(fl. 584). La queja no es atendible. Como bien lo indica la defensa de
los encartados, para que se configure el delito de uso de documento
falso, previsto y sancionado en el artículo 365 del Código Penal, no
basta con el solo uso del documento argüido o señalado como falso, sino
que para ello, de acuerdo con una interpretación sistemática y armónica
con los artículos que le preceden, se requiere la posibilidad de que el
mismo sea susceptible de generar algún perjuicio. Sin embargo, distinto
a lo que parece entender el licenciado Ureña Salazar en su escrito
impugnaticio, dicho perjuicio no tiene que ser necesariamente de carácter
económico. En este sentido, de acuerdo con el bien jurídico que se
tutela en esta clase de ilicitud, analizado de acuerdo con las conductas
descritas en los diferentes tipos penales que conforman la Sección I del
Titulo XVI del Código Penal, correspondiente a los “Delitos contra la Fe
Pública”, el perjuicio que se admite en esta clase de hechos puede serlo
de diferente naturaleza. Dicho lo anterior, en el presente caso tenemos
que a los justiciables Fallas Gómez y Fallas Vargas se les reprocha el
haber utilizado un documento público alterado en su contenido mediante
una razón notarial que se le agregó luego. Este uso se suscitó (1)
cuando lo presentaron para inscribirlo en el Registro Público, como (2)
cuando procedieron a interponer la causa que se tramitó en el Juzgado
Sexto de Instrucción de San José en contra de los aquí ofendidos, pues en
éste proceso se aportó copia certificada de aquél. En cuanto al primer
supuesto, el solo uso del documento para inscribirlo ante al Registro, de
acuerdo con los hechos que el Ministerio Público acusó y que el Tribunal
de mérito tuvo por demostrados, resulta ser suficiente para estimar que
en la especie se configuró el delito, ya que dicha acción es susceptible
de acarrear o generar un perjuicio. En ese sentido, independientemente
de que el documento de cita luego de su inscripción o antes de ello se
hubiese presentado a un despacho judicial, es lo cierto que, al
inscribirse ante el ente registrador, se cometió el ilícito ya que con
esta conducta se pretendió hacer creer que el justiciable Javier Fallas
Vargas no solo era el dueño de las acciones de “El Rocío S.A.”, sino que
también, dado el poco tiempo supuestamente transcurrido entre el traspaso
de aquéllas (28 de octubre de 1993) y la realización de la Asamblea
Extraordinaria de Accionistas de esta sociedad (30 de octubre de 1993),
el bien inmueble que había estado inscrito a nombre de esta última en el
Registro Público (bajo el sistema de Folio Real, Partido de San José,
matrícula No. 121810-000) le pertenecía de igual forma a este imputado,
lo cual sin duda alguna constituyó un hecho generador de perjuicio ante

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la incertidumbre que se presentó respecto a quién era el verdadero


titular de la finca que se menciona (fls. 477 a 508, análisis de fondo).
Asimismo, al haberse utilizado un testimonio protocolizado, al cual se le
agregó una razón notarial falsa en la que se modificó la fecha verdadera
en la que se realizó la Asamblea Extraordinaria de “El Rocío S.A.” y en
la que participaron los aquí imputados, se afectó o puso en duda el
prestigio, la buena imagen o la credibilidad de la licenciada Isabel
Montero Mora como notaria pública; circunstancia que quedó en evidencia
cuando los ofendidos se presentaron a su oficina y le reclamaron los
motivos por los que había procedido a modificar la fecha en la que se
llevó a cabo la asamblea referida. El perjuicio de esta manera no es o
puede ser solo de orden económico, como se indicó líneas atrás, sino que
puede serlo de cualquier naturaleza, como lo sería, en ese caso, el daño
a la buena fama o integridad profesional de la licenciada Montero Mora,
quien, de no haber logrado un entendimiento con los ofendidos en esta
causa, perfectamente pudo haber estado sometida a un proceso penal por el
delito de falsedad ideológica, o bien a un procedimiento disciplinario
(en el ámbito notarial) por las variantes introducidas a un documento que
ya había protocolizado. Asimismo, la conducta ilícita de los
justiciables no se queda allí, sino que, como se adelantó, con el
documento alterado procedieron a interponer diferentes acciones
judiciales en contra de los aquí afectados. De manera concreta, para
los efectos de este proceso, se dieron a la tarea de entablar una causa
penal que se tramitó en el Juzgado Sexto de Instrucción de San José
(Expediente No. 95-00771-204-PE, traído al debate ad efectum videndi) y
en la que se les acusó a aquéllos, entre otros, por los delitos de
estafa, falsedad ideológica y fraude de simulación. En este mismo orden,
en esta sede, gracias al documento alterado que tenían en sus manos,
junto a otros que presentaron para fortalecer lo que ellos denunciaban,
lograron que el bien inmueble o finca que pretendían hacer creer les
pertenecía, se les entregara provisionalmente como depositarios
judiciales desde marzo de 1996 hasta julio de 1997 (fls. 493, 516, y 519
a 521). La conducta descrita, sin duda alguna, distinto a lo que señala
la defensa, al utilizar el documento falso tantas veces referido, les
posibilitó momentáneamente disponer de un bien cuyo propietario era otro,
dada la confusión de fechas que se presentó con las maniobras realizadas,
causando así un perjuicio real a los ofendidos; lo que constituye, como
bien se razona en sentencia, el delito de uso de documento falso (ver
fls. 522 a 529). Por lo expuesto, la Sala considera que en la especie sí
se presentan los elementos objetivos y subjetivos requeridos para tener
por configurado el delito por el que se condenó a los justiciables Fallas
Gómez y Fallas Vargas, y ante esta circunstancia no se presenta, como se
reclamó, una errónea aplicación del derecho de fondo por parte de los
Juzgadores. En consecuencia, lo que se impone es declarar sin lugar el
recurso en este extremo.

III.- De conformidad con los artículos 142, 143, 178, 363 y


369 del Código Procesal Penal, 8.2 y 8.2.h de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y 1, 7, y 39 de la Constitución Política, el

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licenciado Ureña Salazar solicita también, como primer motivo por la


forma, la nulidad de sentencia al haberse omitido evacuar prueba esencial
que favorecía a sus defendidos. Considera que el Tribunal nunca debió
aceptar, en virtud del “principio de comunidad de la prueba”, el
desistimiento que el Ministerio Público hizo unilateralmente para no
escuchar a los testigos Rodolfo y Carlos Bonilla Jiménez, quienes iban a
declarar sobre la “polémica” acta número 6 que correspondía a la Asamblea
Extraordinaria de Accionistas de “El Rocío S.A.”, llevada a cabo el 28 de
octubre de 1993. Cuestiona además la estrategia utilizada por el abogado
que asistió a sus defendidos en debate al no impugnar la decisión de no
evacuar la prueba testimonial que se menciona, ya que - en su criterio -
ello afectó los intereses de aquellos (fls. 586 a 588). Estima que esta
prueba era esencial, pues – de haberse recibido - hubiese permitido
determinar la hora exacta en la que se desarrolló la Asamblea
Extraordinaria de Accionistas que se hizo constar en esa acta y, en
particular, si el traspaso de las acciones implicó también el de la finca
“No. 12.181-000”, o bien esta última fue una negociación ajena o distinta
de aquel acto (fl. 589). El reparo no puede acogerse.- Conforme se
desprende de los hechos acusados por el Ministerio Público, la Sala no
encuentra cuál es la esencialidad de la prueba que señala la defensa de
los justiciables Jorge Fallas Gómez y Javier Fallas Vargas como omitida
por el Tribunal a quo, pues el problema que se discutió durante todo el
proceso fue si en efecto, en primer lugar, éstos utilizaron o no un
documento falso o alterado para inscribirlo al Registro Público, el cual
correspondía al testimonio y razones notariales de la protocolización del
acta número 7 del libro de la empresa “El Rocío S.A.” y, en segundo
término, si el mencionado documento se utilizó también por aquellos para
denunciar a los ofendidos por los delitos de estafa, fraude de simulación
y otros, cuya causa se tramitó en el Juzgado Sexto de Instrucción de San
José. En otras palabras, a pesar que el licenciado Ureña Salazar intenta
señalar que la prueba testimonial que se prescindió, a pedido del
Ministerio Público, era vital para demostrar algunas circunstancias que
se suscitaron con respecto al traspaso de las acciones correspondientes a
“El Rocío S.A.”, para los efectos del delito aquí investigado, y por el
que fueron acusados sus patrocinados, no era relevante, ya que lo que se
cuestionó no fue la validez o falsedad del acta número 6 que se cita,
sino la falsedad del testimonio protocolizado (y razones notariales) del
acta número 7 que se presentó al Registro Público o que se aportó para
tramitar alguna causa judicial. Por otra parte, si bien es cierto que en
el proceso penal prevalece el principio de comunidad de la prueba,
también lo es que en el caso concreto, independientemente que el quejoso
comparta o no la estrategia seguida por quien fuera el defensor de los
acusados en su momento (en especial en debate), nunca se objetó por parte
de aquél la omisión de recibir la prueba testimonial referida por parte
del Tribunal, ello ante la solicitud formulada por parte del Ministerio
Público (ver fl. 407); lo que permite señalar además que no es de recibo
el reproche que ahora se formula, en tanto no existe legitimidad para
reclamar este punto en esta oportunidad procesal (Art. 443). Aunado a lo
anterior, se tiene que en todo caso los testigos no fueron localizados,

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de acuerdo con lo que afirma el representante del ente acusador, sin que
a la fecha se hayan aportado elementos de juicio que permitieran
desvirtuar esta circunstancia, como lo sería el posible domicilio o
ubicación de los testigos para que sean ubicados en caso de un eventual
reenvío del expediente. Lo único que al respecto existe es el reclamo
genérico de la defensa en torno a este tema, pero sin mayores fundamentos
o elementos para que esta Sala pudiera emitir un pronunciamiento sobre el
mismo. Por lo dicho, se declara sin lugar el segundo motivo de la
impugnación que interpone el licenciado Ureña Salazar.

IV.- Finalmente, como segundo motivo del recurso por


vicios in procedendo, la defensa de Fallas Gómez y Fallas Vargas acusa
inobservancia de las reglas de la sana crítica al momento de emitir el
fallo. Su reclamo lo sustenta en los artículos 142, 143, 178, 363 y 369
del Código Procesal Penal; 8.2 y 8.2.h de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos; y 1, 7, y 39 de la Constitución Política, los que
estima quebrantados. Advierte que, de la lectura de la sentencia, se
determina que los Juzgadores arribaron a una conclusión incorrecta al
decir que sus patrocinados utilizaron un documento falso, dado que: 1)
Nunca se contó con el documento original o testimonio expedido por la
notaria pública que protocolizó el acta número 7 de “El Rocío S.A.”, ni
la matriz original de aquél, por cuanto se perdió dicha prueba, incluso
el libro de actas de esta sociedad; y 2) El Tribunal rechazó la
realización del examen grafoscópico para verificar con certeza que se
estaba ante un documento falso o no, probanza que era indispensable (ver
folios 590 y 591). La queja no es de recibo. Conforme lo establece la
normativa procesal penal en su artículo 182, en nuestro medio prevalece
el principio de libertad probatoria, de tal suerte que, de acuerdo con lo
que éste indica, “Podrán probarse los hechos y las circunstancias de
interés para la solución correcta del caso, por cualquier medio de prueba
permitido, salvo prohibición expresa de ley”. Es decir, no existe el
deber para los juzgadores o aplicadores del derecho de establecer la
verdad real de los hechos por medios específicos de prueba (“prueba
tasada”), sino que ello se puede demostrar o acreditar a través de
cualquier elemento de juicio que, siendo legítimo (única limitante, Art.
181 ibídem), resulte ser esencial para determinar con certeza lo que en
realidad ocurrió. Ahora, si bien normalmente, ante casos o ilícitos como
el que aquí se discute, un “uso de documento falso”, se acostumbra
realizar algunas actividades probatorias especiales o de orden técnico,
como lo es el estudio pericial o examen grafoscópico del documento a fin
de verificar la falsedad o no del mismo, este estudio o dictamen puede
ser suplido por otros elementos de convicción que permitan dar cuenta de
esta circunstancia. En el presente caso, efectivamente como lo afirma la
defensa, en el expediente nunca se aportaron los documentos originales
que motivaron la acusación, ya que - por las razones que fueran (y que
hasta el momento se desconocen) - desaparecieron o no fueron
localizados. Este hecho, conforme se indicó líneas atrás, no constituye
obstáculo alguno para que los Juzgadores procedieran a conocer del caso y
emitieran el fallo correspondiente. En este sentido, con la prueba

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evacuada e incorporada al debate se pudo determinar con la certeza


necesaria que efectivamente los encartados procedieron a hacer uso de un
documento que era falso. Para ello, se valoraron los testimonios de
Isabel Montero Mora, Henry Mora Alvarez, Jorge Emilio Regidor Umaña, José
Manuel Losilla Colombari, Marco Aurelio Jiménez Ramírez, Manuel Molina
Alvarez y Ulises Gerardo Rodríguez Murillo, así como la prueba documental
descrita de folios 455 a 473, todo lo cual da cuenta de que: 1) El libro
de actas de “El Rocío S.A.” no estuvo en manos de los justiciables el 30
de octubre de 1993, sino que ello ocurrió mucho tiempo después, por lo
que es imposible que en dicha fecha, como se pretende hacer creer, se
hubiese realizado la Asamblea Extraordinaria de Accionistas que se hace
constar en el acta número 7, fecha diferente a la que efectivamente en
ésta aparece, según las probanzas aportadas al expediente (fls. 477 a
480, 482 a 488, 490 a 498 y 501 a 503); 2) Que la escritura número 82 del
protocolo de la licenciada Montero Mora corresponde al acta número 7 del
“libro de actas” del “El Rocío S.A.” y en la que se hace constar la
Asamblea Extraordinaria de Accionistas de “El Rocío S.A.”, actividad que
se realizó el 30 de octubre de 1994, es decir, un año y dos días después
de que se celebró la Asamblea Extraordinaria en donde se dio el traspaso
de las acciones de esta sociedad al encartado Javier Fallas Vargas (lo
que fue plasmado en el acta número 6 de esta empresa); incluso posterior
a la venta de la finca que se concretó entre los representantes de “El
Rocío S.A.” y “Huetares del Atlántico S.A.”, esto es el 28 de octubre de
1993 (fls. 492, 494 a 498, 501 y 502, y 504); 3) Que de acuerdo con los
índices notariales presentados por la licenciada Montero Mora, durante el
segundo semestre del año 1993 y el primer semestre del año 1994 la misma
no confeccionó escritura alguna relacionada con “El Rocío S.A.”; que la
única escritura existente en torno a esta empresa lo fue la
protocolización del acta número 7 de la Asamblea Extraordinaria de
Accionistas, lo cual sucedió en el segundo semestre de 1994,
específicamente en noviembre de ese año (fls. 504 a 506); 4) Que la
licenciada Montero Mora indicó de manera clara y precisa que lo que hizo
constar en su protocolo fue lo que contenía el libro de actas de “El
Rocío S.A.”, y que el justiciable Fallas Gómez, sin saber con certeza
como obtuvo el testimonio de esa protocolización, se presentó a su
oficina en Naranjo para que corrigiera algunos problemas de forma que el
documento presentaba y que habían hecho imposible inscribirlo en el
Registro Público, y para que, mediante una razón notarial que éste
llevaba confeccionada, modificara la fecha en la que se había realizado
la Asamblea Extraordinaria de Accionistas, lo cual nunca aceptó
realizar. Indica además que, de acuerdo con la prueba que se le mostró,
a saber, por ejemplo, copia del testimonio de la protocolización del acta
que se inscribió en el Registro (la cual apareció aportada en otros
expedientes), las razones notariales que en ella se hacen constar no
fueron confeccionadas por su persona, por cuanto las mismas las
acostumbra realizar en computador y aquellas fueron hechas en una máquina
de escribir; y además, las dos firmas que aparecen de seguido al cierre
del acto protocolizador (en donde se corrige y agrega una razón notarial
por separado), es decir, salvo la primera, no corresponden a la suya

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(fls. 494 a 498, 503 y 504 y 508); 5) Que el testigo Henry Mora Alvarez
fue preciso al exponer que quien protocolizó el acta número 7 lo fue su
sobrina, la licenciada Isabel Montero Mora, y que a él, como asistente de
aquélla, lo único que le correspondía era inscribirla, lo que no hizo,
toda vez que, desconociendo en realidad cómo se llegó a enterar de que el
documento estaba en su oficina (testimonio de protocolización), el
encartado Fallas Gómez se presentó y se lo pidió para llevarlo a
inscribir al Registro Público (ver folios 503 y 514). Asimismo, que en
una oportunidad, tiempo después de esto, el justiciable Fallas Gómez se
presentó a su oficina en compañía de otras personas y le propuso un
negocio, con el cual podía obtener diez millones de colones
(10.000.000,00), y que consistía en afirmar que efectivamente la Asamblea
Extraordinaria de Accionistas de “El Rocío S.A.”, que constaba en el acta
número 7 del libro correspondiente, en realidad se había realizado el 30
de octubre del año de 1993 y no, como se indicó en la protocolización de
dicha acta, en 1994 (fl. 493); 6) Que el testimonio de la protocolización
del acta de referencia, previo a su inscripción, fue utilizado por Fallas
Gómez y Fallas Vargas en varios procesos judiciales. Incluso en algunos
de éstos se observa directamente que, al menos cuando se agregaron a
éstos, no constaban las correcciones o razones notariales que luego
hicieron cuestionar su veracidad, en tanto en otros sí aparecen dichas
correcciones o razones notariales (fls. 516 a 521), con lo que se
acredita la existencia de una alteración al documento original
(testimonio del acta número 7 protocolizada); 7) Que de acuerdo con los
expedientes que se hicieron llegar al debate ad efectum videndi, se
determina que el acta que se cuestiona, según las copias que en ellos
existe, presentaba una corrección con una letra y un lapicero distinto al
que se utilizó en el resto del documento y en donde se dice que en lugar
de “cuatro” (entre comillas), se debe leer “tres”, es decir, en vez de
“30 de octubre de 1994”, léase “30 de octubre de 1993”, variándose así en
un año la fecha en la que se realizó la Asamblea Extraordinaria de
Accionistas que se protocolizó (confrontar folios 492, y 516 a 521); y,
8) Finalmente, que la versión dada por el justiciable Jorge Fallas Gómez
no resultó creíble, pues no sólo fue contradictoria en sí misma, al igual
que con los otros elementos de prueba, sino que no resistió los diversos
cuestionamientos que se le presentaron en torno a cómo se produjeron los
hechos (ver folios 488 a 490, 496 a 501 y 507 a 514). Esta prueba, como
bien lo explica el Tribunal a- quo, es suficiente (fls. 500 y 501), a
pesar de la ausencia de un estudio pericial, para tener por acreditado
que el documento que se cuestionó durante todo el proceso, y que
corresponde al testimonio en el que se protocolizó el acta numero 7
tantas veces mencionada, y en particular las modificaciones y razones
notariales que con él se presentaron al Registro Público, se alteró por
alguna persona y que, una vez sucedido esto, fue utilizado por los
imputados - conociendo de su falsedad - tanto para inscribirlo, como para
utilizarlo en la denuncia que se tramitó contra los ofendidos en el
Juzgado Sexto de Instrucción de San José por varios delitos (estafa,
fraude de simulación, falsedad ideológica, etc.), y que les causó
perjuicio. Por lo expuesto, se declara sin lugar el presente reclamo del

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recurso que interpone la defensa. En razón de que Javier Fallas Vargas


es empleado judicial deben hacerse las comunicaciones correspondientes a
la Inspección Judicial para lo de su cargo.

POR TANTO

Se declaran sin lugar los recursos interpuestos. Comuníquese esta


resolución a la Inspección Judicial. NOTIFIQUESE.

***

Exp: 97-200053-0367-PE

Res: 2002-00952

SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las nueve horas
veinte minutos del veintisiete de setiembre de dos mil dos.

Recurso de casación interpuesto en la presente causa seguida


contra HEIDY CUNNINGHAN LUCAS, costarricense, mayor de edad, soltera,
abogada, vecina de Zapote, cédula de identidad número 1-422-870; y
contra JOSÉ ANGEL ALFARO VARELA, mayor, casado, empresario, vecino de
Guadalupe, cédula de identidad número 3-148-990; por el delito de
FALSEDAD IDEOLÓGICA EN CONCURSO IDEAL en perjuicio de LA FE PÚBLICA,
CONSYMA SOCIEDAD ANÓNIMA Y CENTRO CARS SOCIEDAD ANÓNIMA. Intervienen en
la decisión del recurso los Magistrados Rodrigo Castro Monge, Presidente
a.i., Jesús Alberto Ramírez Quirós, Alfonso Chaves Ramírez, José Manuel
Arroyo Gutiérrez y Rafael Medaglia Gómez, como Magistrado Suplente.
Interviene además el Licenciado Mario Antonio Rivera Garbanzo, como
defensor del encartado José Ángel Alfaro Varela y la Licenciada Heydi
Cunninghan Lucas, en su condición de imputada. Se apersonó el
representante del Ministerio Público.

RESULTANDO:

1.- Que mediante sentencia N° 421-00 de las once horas del


treinta de octubre del dos mil, el Tribunal de Juicio de Heredia,
resolvió: “POR TANTO: Conforme a lo expuesto y artículos 39, 41 de la
Constitución Política, 1, 359, sgts (sic), y concordantes del Código de
Procedimientos Penales, 1, 75, 111, 324 sgts (sic), y concordantes del
Código Procesal Penal, 1, 21, 45, 59 a 63, 71, 75, 357, 358 del Código
Penal, se declara a JOSÉ ANGEL ALFARO VARELA autor responsable de dos
delitos de FASEDAD IDEOLOGICA EN CONCURSO IDEAL, así recalificado, en
perjuicio de LA FE PUBLICA, CONSYMA SOCIEDAD ANONIMA Y CENTRO CARS

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SOCIEDAD ANONIMA representadas por Danilo Camacho Benavides, y en dicho


carácter se le impone una pena de DOS AÑOS DE PRISION que descontará
previo abono de la preventiva sufrida en el establecimiento penitenciario
que indiquen los respectivos reglamentos; y a HEIDY CUNNINGHAM LUCAS
autora responsable de dos delitos de FALSEDAD IDEOLOGICA EN CONCURSO
IDEAL, así recalificado, en perjuicio de LA FE PUBLICA, CONSYMA SOCIEDAD
ANONIMA Y CENTRO CARS SOCIEDAD ANONIMA representadas por Danilo Camacho
Benavides, y en dicho carácter se le impone una pena de TRES AÑOS DE
PRISION que descontar previo abono de la preventiva sufrida en el
establecimiento penitenciario que indiquen los respectivos reglamentos.
Se les condena además al pago de las costas del juicio penal. Por un
período de prueba de cinco años se le concede a ambos el Beneficio de
Condena de Ejecución Condicional de la Pena, lapso éste durante el cual
no deberán cometer delito doloso alguno sancionado con más de seis meses
de prisión bajo apercibimiento de revocarles el beneficio otorgado. Se
anulan, parcialmente, la escritura número ochenta y uno, y en su
totalidad, la escritura número ochenta y dos, ambas visibles al Tomo
Primero del Protocolo de la Notaria Heidy Cunninghan Lucas. Se declara
Con Lugar Parcialmente la Acción Civil Resarcitoria incoada por CONSYMA
SOCIEDAD ANONIMA y CENTRO CARS SOCIEDAD ANONIMA, representadas por Danilo
Camacho Benavides, contra JOSÉ ANGEL ALFARO VARELA y HEIDY CUNNINGHAM
LUCAS a quienes se condena en abstracto a pagar los daños y perjuicios
ocasionados con su conducta los que se le liquidarán en la vía
correspondiente. Son las costas de la acción civil, procesales y
personales, a cargo de los codemandados civiles Alfaro Varela y
Cunningham Lucas, las que se liquidaran en la vía correspondiente. Firme
la sentencia inscríbase en el Registro Judicial de Delincuentes y
expídanse los testimonios correspondientes para el Juez de Ejecución de
la Pena y para el Instituto Nacional de Criminología. Comuníquese al
Archivo Nacional, al Registro Público, y a la Dirección Nacional de
Notariado. Mediante lectura notifíquese esta sentencia.-” (sic). Fs. Lic
Edwin Salinas Durán Lic Oscar Mario Vargas Quesada Msc Douglas Durán
Chavarría Jueces de juicio.

2.- Que contra el anterior pronunciamiento la Licenciada


Heidy Cunninghan Lucas, quien figura como imputada, interpuso recurso de
casación. Alega en su reproche por el fondo, aplicación indebida de los
artículos 358, 21, 45, 71 a 75 del Código Penal y falta de aplicación de
los ordinales 1, 2, 30 del Código Penal y 39 de la Constitución Política.
Recurso de casación interpuesto por el Licenciado Mario Rivera Garbanzo.
Alega falta de correlación entre acusación y sentencia, ya que los
coimputados Alfaro Varela y Cunningham Lucas, fueron condenados por
hechos no contenidos, descritos e individualizados en la acusación.
Además acusa infracción de los numerales 106, 145 incisos 2) y 3), 341,
376, 395 inciso 1) y 397 del Código de Procedimientos Penales; artículos
322, 326, 365, 369 incisos b) y h), 443 y siguientes del Código Procesal
Penal y el parágrafo 39 de la Constitución Política. Como segundo motivo
por la forma reclama falta de fundamentación del pronunciamiento, con

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quebranto de los ordinales 106, 226, 395 incisos 2) y 3), y 400 inciso 4)
del Código de Procedimientos Penales. Recurso de casación interpuesto por
Danilo Camacho Benavides, en su condición de Apoderado Generalísimo de
Consyma S.A. y Centro Cars S.A. Reclama quebranto y errónea aplicación de
la ley sustantiva en relación con la acción civil resarcitoria; resultan
quebrantados los artículos 41 de la Constitución Política; 1045 y 1046
del Código Civil; 122, 124 y 135 del Libro I del Código Penal de 1941,
Ley 4891 del 8 de noviembre de 1971. También protesta la falta de
fundamentación de la acción civil, violando así los numerales 106, 395
inciso 2) y 400 inciso 4) del Código de Procedimientos Penales. Además se
acusa la omisión en el pronunciamiento acerca de la condenatoria o
absolutoria de la codemandada civil Constructora y Quebradora Arizona
S.A. Acusa siempre en el motivo por la forma, las reglas de la sana
crítica en la valoración de la prueba. Solicita se case la sentencia y se
ordene el reenvío de la presente causa al Tribunal de origen para su
nueva sustanciación.-

3.- Que verificada la deliberación respectiva, la Sala entró


a conocer del recurso.

4.- Que para la celebración de la audiencia oral se


señalaron las catorce horas del día diecisiete de mayo de dos mil uno.-

5.- Que en los procedimientos se han observado las


prescripciones legales pertinentes.

INFORMA EL MAGISTRADO CHAVES R; Y,

CONSIDERANDO:

I.- Recurso de casación de la licenciada Heidy Cunningham Lucas, en su


condición de imputada: Con base al artículo 443 del Código Procesal
Penal, la inculpada Cunningham Lucas, interpone recurso de casación por
el fondo, contra la sentencia número 421-00 de las 11:00 horas del 30 de
octubre de 2000, mediante la cual fue sentenciada a tres años de prisión
por dos delitos de falsedad ideológica en concurso ideal; la pena le fue
suspendida por un período de cinco años y además fue condenada a pagar
daños y perjuicios a Consyma S.A. y Centro Cars S.A., ello sumado al
importe de ambas costas de la acción civil resarcitoria. Se acusa la
aplicación indebida de los artículos 358, 21, 45, 71 a 75 del Código
Penal y falta de aplicación de los numerales 1, 2, 30 del Código Penal y
39 de la Constitución Política. En el caso concreto –aduce la recurrente-
se le condena porque el asistente Enrique Céspedes Salas, abusando de la
confianza y del acceso que tenía a la oficina, tomó el protocolo de la
acusada y confeccionó de su puño y letra las escrituras número ochenta y

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uno y ochenta y dos del tomo primero de su protocolo, así como los
testimonios, los que el citado asistente firmó imitando la rúbrica de la
Notaria aquí imputada. Los jueces consideraron que el firmar las
escrituras fue una actuación dolosa; sin embargo tienen por demostrado en
el fallo que la Notaria no estuvo presente ni confeccionó las escrituras
antes citadas; asimismo el testigo Enrique Céspedes Salas en lo
esencial, manifestó que ella firmó las escrituras en el protocolo porque
confiaba en él, que le había indicado que todo estaba en orden. Los
testimonios de las escrituras no tienen la firma de la acusada, por lo
que la impugnante se cuestiona ¿de dónde extraen el dolo los
juzgadores?. No es cierto como lo afirma el Tribunal, que la inculpada
tuviera conocimiento de que lo que se firmaba en el protocolo era falso,
el primer aviso de que algo no estaba bien en torno a las escrituras, lo
tuvo la suscrita con la indagatoria en 1997. La sindicada afirma, que:
“El Tribunal no analiza a conciencia, con lógica y sana crítica la
declaración rendida por el señor Céspedes quien reiteradamente indica que
la suscrita no sabía nada, que él me manifestó que ya se había anotado el
traspaso en el libro de accionistas, que abuso [sic] de mi confianza. Me
pregunto en donde está el actuar doloso de la suscrita. ( Las negrillas
pertenecen al original, ver folio 563, líneas 15 a 17 y folio 564, líneas
1 a 2). Apunta además, que la infracción al ordinal 45 del Código
Penal se da porque establece como presupuesto la autoría, siendo que no
es lo mismo firmar las escrituras en el protocolo que la acción de
insertar que establece el tipo de falsedad ideológica, quien insertó
dichos datos falsos en las escrituras fue Enrique Céspedes Salas,
concomitantemente se vulnera el principio de culpabilidad y el de
legalidad. Pide a esta Sala, se case el pronunciamiento impugnado por las
violaciones a las leyes de fondo indicadas, absolviendo a la recurrente.
El reproche no es atendible. En la impugnación de una sentencia penal por
motivos de fondo, la premisa fundamental es el respeto al cuadro fáctico
tenido por acreditado por los jueces de mérito, no sólo en el elenco de
hechos probados sino también en toda la extensión del fallo, el cual como
unidad lógico-jurídica debe interpretarse de forma conglobada. El
principio de intangibilidad fáctica inhibe al ad- quem y a la parte
recurrente a modificar dichos eventos probados con base a sus
pretensiones, en el caso de las partes y a criterios jurídicos distintos,
tratándose de la Sala de casación. Aunque en este aparte, la accionante
menciona escuetamente la lógica y la sana crítica, ello no torna el
reclamo en un motivo por razones in procedendo, lo que debió deducir por
separado en un motivo distinto si esa era su intención, dado que en
casación no se permite la confluencia de forma y fondo en un mismo
reparo. Los elementos del tipo objetivo del delito de la falsedad
ideológica se encuentran presente en la especie, aunque de puño y letra
no sea la Notaria quien confeccionó el cuerpo de las escrituras
impugnadas, es precisamente el insertar su rúbrica lo que produce la
consumación del ilícito, pues siendo ella la fedataria autorizada, con su
firma auténtica en la matriz, es quien otorga a los documentos la
posibilidad de ser opuestos frente a terceros y por tanto erga omnes, en
consecuencia, dado el falso contenido de los libelos, estos tenían la

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posibilidad de causar perjuicio. Para la adecuación típica no se


requiere un resultado dañoso, basta la mera posibilidad de causación del
daño, por lo que sabemos, la falsedad ideológica no es un delito de
resultado (aunque puede causarlo), sino un delito de peligro concreto.
En cuanto al tipo subjetivo, -según la doctrina más autorizada, entre
ellos Carlos Creus- la falsedad ideológica requiere dolo directo, los
jueces de instancia consideraron que la imputada actuó con conocimiento y
voluntad en los hechos investigados, ya que era conocedora de que no
estuvo presente cuando se realizó el acto, no conocía a los
comparecientes ni había verificado sus calidades, tampoco se cercioró que
ellos estuviesen facultados para los actos que realizaban (ver fallo,
folio 540, líneas 1 a 5). El artículo 38 de la Ley Orgánica de
Notariado vigente en ese momento, la nombraba depositaria de dicho
protocolo, responsable de su guarda y conservación; pese a ello permitió
que alguien no preparado como tal, usara su tomo a discreción, sin que se
explique por qué la referida Notaria autorizó dichas escrituras
estampando su firma en la matriz. Podría agregarse además, que si la
encausada no firmó los testimonios como afirma, ¿por qué permitió que el
mismo asistente le hiciera la firma en dichos libelos?. Evidentemente la
actuación de la endilgada excede una mera falta de cuidado y coloca su
conducta dentro del espectro doloso. Al estar presentes en el fallo,
todos los elementos del tipo objetivo y subjetivo de la falsedad
ideológica, no opera en el fallo ningún yerro por razones de fondo, dado
que no existe errónea aplicación ni falta de ella; por lo que el recurso
incoado por la imputada Cunnigham Lucas debe declararse sin lugar.

II.-Recurso de casación interpuesto por el licenciado Mario Rivera


Garbanzo, en su condición de defensor de José Ángel Alfaro Varela y co-
defensor de Heidy Cunningham Lucas. Falta de correlación entre acusación
y sentencia, ya que los coimputados Alfaro Varela y Cunningham Lucas,
fueron condenados por hechos no contenidos, descritos e individualizados
en la acusación. Acusa quebranto de los ordinales 106, 145 incisos 2) y
3), 341, 376, 395 inciso 1) y 397 del Código de Procedimientos Penales;
artículos 322, 326, 365, 369 incisos b) y h), 443 y siguientes del Código
Procesal Penal y el parágrafo 39 de la Constitución Política. El
litigante fundamenta el reclamo respecto de José Ángel Alfaro Varela,
indicando que el Tribunal cometió el craso error indicado anteriormente,
burlando de esta manera la inviolabilidad de la defensa, ya que la
relación circunstanciada de los hechos detallada en el Resultando I del
fallo, no concuerda con lo dispuesto en la sentencia, ni en sus
considerandos, ni en su parte dispositiva. Se argumenta que en el aparte
segundo de la acusación –donde en criterio del impugnante- se encuentra
el grueso de la materia, se reprocha al coimputado Alfaro Varela el
insertar falsamente en escritura pública su condición de socio
mayoritario y comisionado por la sociedad Consyma S.A. , en la que
rescindió el contrato antes aludido. El defensor esgrime que se le
endilga una sola acción y no varias, cometida en un solo momento
histórico y no en concurso ideal como erróneamente lo ha calificado el

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Tribunal, en perjuicio únicamente de la sociedad ofendida y no de otra


más. Siendo que nunca se le acusó e indagó en torno a la escritura número
81 del tomo primero de la Notaria coacusada, sino únicamente en lo
relativo a la número 82 de ese mismo tomo. Pese a ello, el a quo en
clara violación del debido proceso y derecho de defensa, lo condena por
hechos que nunca formaron parte de la pieza acusatoria. La acusación
también menciona la celebración de un nuevo contrato entre Constructora y
Quebrador Arizona S.A. y el representante de Alicia Zamora Chacón,
acuerdo que nunca ha sido tildado de falaz ni ha sido cuestionado. El
Tribunal, conforme al parágrafo 341 del Código de Procedimientos Penales,
debió haber anulado la acusación y remitir los autos al Ministerio
Público para que formulara nueva requisitoria. La incongruencia entre la
acusación y la parte dispositiva del fallo es evidente. Sostiene que las
escrituras números 81 y 82 otorgados ante la notaría de la licenciada
Cunningham Lucas son actos efectuados en momentos distintos por los que
de haber concurso, éste sería real o material, no un concurso ideal. En
razón de haber calificado hechos que nunca fueron intimados, la sentencia
debe ser declarada nula y ordenarse una nueva sustanciación. El reclamo
no es de recibo. Es necesario precisar que quien hace mención a una
escritura en concreto en esta causa, en detalle la número 82 del tomo
primero del protocolo de la Notaria Cunningham Lucas, es el querellante
en el hecho quinto de la acusación particular. El Ministerio Público
acusó de forma global los hechos tenidos por demostrados en la sentencia,
ya que nunca redujo el actuar delictivo del imputado a una escritura
específica, en efecto, lo que la fiscalía acusó en lo conducente fue:
“Que el día veinticuatro de diciembre de mil novecientos noventa y tres,
a eso de las doce horas, en la ciudad de Santo Domingo de Heredia, ante
la notaría de la encartada Heidi Cunninghan Lucas el acusado José Ángel
Alfaro Varela, representante legal de la sociedad Constructora y
Quebrador S. A. , asumiendo atribuciones que no le competían, con el
ánimo de defraudar a la sociedad Consyma S. A. , hizo insertar falsamente
en escritura pública su condición de socio mayoritario y comisionado por
la sociedad Consyma S. A. , en la que rescindió el primer contrato antes
aludido, agregando en dicho instrumento el imputado que con ese acto
asumía todo tipo de responsabilidad civil o penal, dato falso, pues como
se dijo supra el presidente de Consyma lo es Camacho Benavides y no es el
encartado; siendo que éste ejerció una representación falsa que no
ostenta legalmente, toda vez que ni siquiera aparece en el libro de
accionistas con una sola acción, lo que hace aún más fantasiosa su
declaración ante el referido notario, pues el denunciante nunca a
otorgado autorización alguna o delegación al indiciado para que este
pudiera firmar el finiquito del mencionado contrato” (Ver sentencia,
folio 494 vuelto, líneas 22 a 24 y folio 495, líneas 1 a 18). Lo
primero que debe ponderarse es que el núcleo fáctico acusado por el
Ministerio Fiscal quedó acreditado en su totalidad, no cabe duda que en
la pieza acusatoria se describe que el sindicado Alfaro Varela hizo
insertar datos falsos en un instrumento público, esta certeza motiva que
el mismo recurrente –en sede de casación- no refute los hechos delictivos
en sí, sino la ausencia de precisión al no indicarse el número de

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escrituras donde el encartado hizo insertar los datos espurios causando


un perjuicio económico a Consyma S.A. y a Centro Cars S.A. Si bien lo
idóneo, es que la acusación pública sea lo más exhaustiva posible, en
este caso concreto sin embargo, no se ha causado perjuicio alguno al
derecho de defensa de José Ángel Alfaro Varela, incluso en el debate
éste afirmó que: “En el noventa y tres yo me sentía dueño de Consyma”
(cfr. folio 506 vuelto línea 22 y folio 507, línea primera). Sin
embargo, como hecho probado, se asentó que el sentenciado no aparece en
el libro de accionistas de la citada empresa, ni el denunciante le ha
otorgado autorización o delegación alguna para firmar la rescisión del
contrato del Tajo. Por ende, lo que constituye el quid del reproche, fue
debidamente acusado y posteriormente probado en el contradictorio; faltó
un mayor detalle en la pieza documental, sin que ello haya causado
sorpresa o indefensión a José Ángel Alfaro Varela, y sin que se
justifique la ineficacia del fallo, pues la búsqueda de la nulidad en sí
misma, es un portillo que la jurisprudencia no puede avalar. Si el
impugnante considera que de haber concurso en las falsedades ideológicas,
éste tendría que ser de naturaleza material o real, -siendo que la
casación es incoada por la defensa- esta Sala en aplicación del principio
non reformatio in peius opta por no modificar la sentencia en este
acápite. Se declara sin lugar este extremo del recurso.

III.- Falta de correlación entre acusación y sentencia, ya que los


coimputados Alfaro Varela y Cunningham Lucas, fueron condenados por
hechos no contenidos, descritos e individualizados en la acusación.
Acusa quebranto de los ordinales 106, 145 incisos 2) y 3), 341, 376, 395
inciso 1) y 397 del Código de Procedimientos Penales; artículos 322, 326,
365, 369 incisos b) y h), 443 y siguientes del Código Procesal Penal y el
parágrafo 39 de la Constitución Política. El recurrente desglosa el
reclamo respecto a su codefendida Heidy Cunningham Lucas. Afirma que el
Tribunal incurrió en el mismo error indicado en el Considerando anterior,
aunado a una ausencia total de motivación en el fallo acerca de su
condenatoria, el codefensor señala que solo unas cuantas líneas de la
resolución hacen referencia de forma superficial a la responsabilidad de
la implicada Cunningham Lucas. Una vez más se acusa el error de los
jueces en cuanto a la figura concursal y se expone que dicho yerro -de
condenar a los coimputados por dos delitos- conlleva una violación al
principio de correlación entre la pieza acusatoria y la sentencia. El
impugnante admite que ambas escrituras están muy relacionadas.
Igualmente, insiste en que los hechos acusados únicamente se refieren a
los contenidos en la escritura número 82 y nunca, lo relacionado con la
escritura número 81 del tomo primero del protocolo de la Notaria acusada.
Excediéndose en sus facultades jurisdiccionales, el Tribunal condena
nuevamente por hechos no contenidos en la acusación. La defensa
considera también como exceso, la determinación del a quo de anular
parcialmente las escrituras notariales ya referidas, números 81 y 82 del
Tomo Primero del protocolo de la acusada Cunningham Lucas. El punto –
agrega el quejoso- es que el Tribunal no podía anular parcialmente un
instrumento notarial que nunca formó parte de la acusación (escritura

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número 81), ni fue argüido de falso. El argumento no es aceptado.


Aunque el recurrente, arguye la falta de motivación del fallo en cuanto a
la responsabilidad de la Notaria Cunningham Lucas, la supuesta ausencia
de fundamentación es retomada en un motivo posterior, por lo que se
reserva para dicho aparte la decisión del mismo. El reproche efectuado
por la defensa, tiene el mismo tenor de lo ya reclamado en el
Considerando previo, incluso –en el recurso de casación- vienen
materialmente dentro del mismo motivo. Como ya se indicó supra, la
acusada al igual que José Ángel Alfaro Varela fueron debidamente
intimados e imputados, y tenían pleno conocimiento de los hechos por los
que estaban siendo sometidos a juicio. En efecto, siendo que
inicialmente las causas se tramitaron por separado y posteriormente se
acumularon, en la resolución aparecen dos acusaciones formuladas por el
Ministerio Público, así, a folio 495 vuelto líneas 21 a 25 y 496 frente,
líneas 1 a 10, en lo conducente reza: “Que el día veinticuatro de
diciembre de mil novecientos noventa y tres, a eso de las doce horas, en
la ciudad de Santo Domingo de Heredia, ante la notaría de la encartada
Heidy Cunninghan Lucas el acusado José Ángel Varela (cuya causa esta
elevada a juicio) en su calidad de representante legal de la sociedad
CONSYMA S. A. Rescindía el primero [sic] contrato realizado ante el
notario Braulio Sánchez agregando en dicho instrumento la encartada que
con ese acto Alfaro Varela asumí [sic ] todo tipo de responsabilidad por
la aludida rescisión de índole civil o penal, dato falso, pues como se
dijo supra el presidente de CONSYMA S.A. , es Camacho Benavides y no el
encartado; siendo que éste ejerció una representación falsa que no
ostenta legalmente, toda vez que ni siquiera aparece en el libro de
accionistas con una sola acción, ...”. El núcleo fáctico está descrito
en la solicitud de apertura a juicio, el instrumento público -de
necesaria utilización para la tipicidad de la falsedad ideológica-
aparece indicado en la misma, lo que no se precisa es el número de las
escrituras empleadas, pero se entiende que pertenecen al mismo protocolo,
así, -tal y la defensa lo acepta- ambos documentos están muy
relacionados. Por ello es que no se ha ocasionado perjuicio alguno al
derecho de defensa técnico o material de la encausada, quien en todo
momento ha tenido conocimiento del contenido de la acusación, sin verse
sorprendida o avasallada por el poder punitivo estatal, para esta Sala
no resulta aceptable respaldar posiciones anulatoria basadas en
formalidades carentes de esencialidad. En cuanto a los argumentos
relativos a la no procedencia de la anulación parcial de la escritura
número 91, siendo que lo accesorio sigue a lo principal, evidentemente se
rechaza ese extremo. En lo que se refiere a la inconformidad con la
fijación de los hechos como concurrentes en un concurso ideal, esta Sala
opina que de accederse a lo pedido por el recurrente, el resultado -en
abstracto- podría ser más gravoso para los intereses de los acusados,
dada la penalidad del concurso real, por lo que en aplicación del
principio de no reforma en perjuicio y dado que el recurso es promovido
por la defensa de los inculpados, se mantiene lo resuelto por el a quo en
este punto.

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IV.- Falta de fundamentación del fallo; quebrantamiento de lo


dispuesto por los numerales 106, 226, 395 incisos 2) y 3), y 400 inciso
4) del Código de Procedimientos Penales. Numerales 1, 2, 6, 9, 142, 180,
181, 366 y 369 inciso d) del Código Procesal Penal; artículo 39 de la
Constitución Política. La sentencia para ser válida debe ser motivada.
El litigante señala los efectos de la contradicción como vulneración del
principio lógico de identidad, acusa además la necesaria demostración de
culpabilidad de la endilgada. El yerro se encuentra en no explicitar el
por qué el Tribunal llega a sus conclusiones, sin justificar las razones
que generan la convicción del fallo condenatorio. Lo que hizo el
Tribunal fue una transcripción de las probanzas evacuadas, pero se echa
de menos la ponderación de dicha prueba. A lo sumo habría una motivación
descriptiva, pero no intelectiva. Ante la falta de argumentos en el
pronunciamiento, los jueces optan por cuestionar la estrategia de la
defensa. Solicita la nulidad del fallo y el reenvío para nueva
sustanciación. El vicio es inexistente. El a-quo justipreció
adecuadamente los medios probatorios, tanto es así que en el reparto de
hechos tenidos por demostrados, se consignó que al momento de
confeccionar las escrituras y en la recolección de las firmas, la
sindicada Cunningham Lucas no estuvo presente. Esta información no venía
señalada de esta forma por la fiscalía, sino que es a través de la
inmediación que otorga el debate, que los jueces establecen este dato tan
importante. A folio 533 de la sentencia impugnada, se asienta que pese a
lo declarado al final del debate por la acusada, no se está ante una
víctima de un abuso de confianza, como se autodenominó la imputada, sino
que se trata de un comportamiento doloso de su parte. En cuanto al
análisis de la autoría propiamente de Heidy Cunningham Lucas, el Tribunal
realizó un examen suficiente de la misma, a folios 539 vuelto y 540
frente, consta el resultado de tal ejercicio lógico. Se expresa que
aunque no cabe duda que quien confeccionó materialmente las escrituras
fue el testigo Céspedes Salas (yerno del coimputado Alfaro Varela), así
como fue éste quien recogió las firmas de los comparecientes, quien firmó
en la matriz fue la Notaria Cunningham Lucas, y no en un mismo momento
sino al tenor de las fechas que consignan las escrituras. El dolo de la
sindicada –apunta el a quo- se extrae no solo de que ella era conocedora
de que no estuvo presente en el momento en que se realizó el acto, sino
que tampoco conocía a los comparecientes, ni había verificado sus
calidades, ni si estaban facultados para las actuaciones que se
consignaban. Asimismo los juzgadores, elaboran un razonamiento claro y
conciso acerca de los deberes de la función publica en relación al
notariado, para llegar a la conclusión (ver folio 540 vuelto, líneas 6 a
12) de que la acusada necesariamente estaba actuando con dolo y no puede
pensarse que actuó con culpa, pues ella sabía perfectamente las
consecuencias de los actos otorgados ante su notaría. Resulta ostensible
que el yerro por la forma denunciado, no está presente en la resolución
cuestionada, en consecuencia lo procedente es declarar sin lugar el
reproche.

V.- Recurso de casación incoado por Danilo Camacho Benavides, en su

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condición de Apoderado Generalísimo de CONSYMA S.A. y CENTRO CARS S.A.


actoras civiles en la presente causa. Inobservancia y errónea aplicación
de la ley sustantiva en relación con la acción civil resarcitoria.
Resultan infringidos los numerales 41 de la Constitución Política; 1045 y
1046 del Código Civil; 122, 124 y 135 del Libro I del Código Penal de
1941. Ley número 4891 del 8 de noviembre de 1971. La impugnación se
dirige no solo contra la sentencia, sino contra la resolución de las 9:15
horas del 8 de noviembre de 2000 que adiciona el fallo principal,
mediante el cual, se acoge parcialmente la acción civil resarcitoria,
condena a los acriminados José Ángel Alfaro Varela y Heidy Cunningham
Lucas en lo personal y declara sin lugar la misma contra la codemandada
civil CONSTRUCTORA Y QUEBRADOR ARIZONA S.A. En el caso que nos ocupa, el
yerro del Tribunal se origina en que quedó fehacientemente acreditado el
nexo causal que causó daños patrimoniales a su representada;
concretamente el hecho de que la empresa supraindicada firmó un contrato
obtenido a partir de la actividad delictiva de los sindicados,
usufructuando así las utilidades de la explotación del tajo Arizona. La
decisión de los juzgadores va en contra de la disposición constitucional
que permite que ocurriendo a las leyes, todas las persona físicas y
jurídicas han de encontrar reparación para las injurias o daños que hayan
recibido en su persona, propiedad o intereses morales. Igualmente, se
han violentado por falta de aplicación los ordinales del Código Civil que
establecen la responsabilidad civil extracontractual subjetiva y los
artículos vigentes del Código Penal de 1941. Menciona que se desglosaron
oportunamente las partidas indemnizatorias a cada una de las partes.
Solicita que se case la sentencia recurrida únicamente en cuanto a lo
relativo y en forma parcial de la acción civil resarcitoria por el fondo
y se condene a la codemandada CONSTRUCTORA Y QUEBRADOR ARIZONA S.A. en
forma solidaria al pago de los daños y perjuicios ocasionados y al pago
de las costas procesales y personales (en forma solidaria) por su
actuación dañosa en perjuicio de CONSYMA S.A. y sus accionistas. El
reparo no es atendible. La errónea aplicación de las normas sustantivas
esgrimidas no existe en este caso; se trata más bien de una cuestión de
enfoque acerca de los alcances de la acción civil resarcitoria. Esta
acción, es un inserto del derecho civil dentro de una causa penal
principal que le da vida jurídica, por lo que las posibilidades
indemnizatorias de la misma, dependen necesariamente del thema probandum
de la acción penal; en este sentido, la acción civil resarcitoria tiene
menor alcance que un proceso ordinario reparatorio de daños y perjuicios
fundado en el ordinal 1045 del Código Civil. En otras palabras, el
eventual resarcimiento del actor civil depende exclusivamente de los
daños y perjuicios causados por el sindicado o demandado civil, en la
medida en que por esos hechos específicos se declare su autoría o
participación penal. La empresa CONSTRUCTORA Y QUEBRADOR ARIZONA S.A.
aunque accionariamente sea propiedad del acusado Alfaro Varela, es una
persona jurídicamente distinta, que interviene en los hechos investigados
con posterioridad a las falsedades ideológicas perpetradas, por lo que no
resulta viable una condena civil en sede penal –aunque se demuestre que
obtuvo un beneficio económico posterior- dado que la citada compañía no

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tuvo participación alguna en los ilícitos por los que resultaron


sentenciados uno de sus accionistas y una notaria pública. Se declara sin
lugar este extremo del recurso, sin perjuicio de que el recurrente opte
por acudir a la vía ordinaria que corresponda con el fin de formular su
reclamo.

VI.- Falta de fundamentación de la acción civil, pues, –


considera el impugnante- técnicamente, se trata de una sentencia
infundamentada respecto de la acción civil resarcitoria. Violación de
los artículos 106, 395 inciso 2) y 400 inciso 4) del Código de
Procedimientos Penales. Se acusa la omisión en el fallo de
pronunciamiento acerca de la condenatoria o absolutoria [sic] de la
codemandada civil CONSTRUCTORA Y QUEBRADORA ARIZONA S.A. , empresa que
fue demandada solidaria y civilmente en su oportunidad procesal;
reconoce –sin embargo- la adición efectuada a la sentencia y suscrita por
el Tribunal mediante resolución de las 9:15 horas del 8 de noviembre de
2000 y es precisamente contra ella que se alzan las empresas
casacionistas, al estimar que la sentencia no se encuentra debidamente
fundamentada, dado que la adición resulta contradictoria con el fallo
principal. En los hechos probados, en el ítem tercero de los mismos, se
dice que el 14 de marzo de 1994, al ser las 10 horas, el acusado Alfaro
Varela firmó un nuevo contrato de explotación del tajo, a nombre y en
representación de CONSTRUCTORA Y QUEBRADORA ARIZONA S.A. y la
representada por Carlos Luis Salas Rodríguez, siendo que desde esa fecha,
el encartado y su sociedad se han apoderado de los bienes existentes en
el tajo propiedad de la empresa denunciante CONSYMA S.A. Sin embargo, la
acción civil resarcitoria contra la empresa del imputado, fue declarada
sin lugar; el Tribunal argumentó que no se acreditó cual fue el daño
causado por esta sociedad, dado que el perjuicio provino del actuar de
Alfaro Varela y además no se delimitó la responsabilidad civil de la
citada empresa. Existe una notable contradicción entre los fundamentos
jurídicos del fallo y los hechos que se tuvieron por demostrados, ya que
sí se estimó el daño y se asentó que en la producción del mismo, el
inculpado utilizó la empresa CONSTRUCTORA Y QUEBRADORA ARIZONA S.A. para
explotar el tajo mediante el nuevo contrato suscrito con la dueña. A
continuación, quien recurre, expone su versión de la historia de dicha
sociedad y la participación accionaria de Alfaro Varela en CONSYMA S.A.
para concluir que en realidad éste, nunca ha sido socio de dicha empresa.
La contradicción es evidente, mientras que en los hechos probados se
tiene por comprobada la participación de la codemandada civil
CONSTRUCTORA Y QUEBRADORA ARIZONA S.A., el Tribunal concluye que no se
acreditó cual fue el daño causado por ésta y que dicho menoscabo
económico obedece a la actuación en lo personal del encartado Alfaro
Varela. Asimismo, pese a que el Tribunal tuvo a la vista la fotocopia
de la escritura otorgada ante el Notario Braulio Sánchez González, que es
un contrato de explotación de un tajo entre CONSTRUCTORA Y QUEBRADORA
ARIZONA S.A. y Carlos Luis Salas Rodríguez, omitió toda valoración
acerca del mismo, lo que quizá lo hubiese llevado a comprender que esta
empresa era parte activa del plan delictivo de Alfaro Varela. Esta

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carencia de análisis de prueba esencial, vicia a su vez el fallo, siendo


que no es lógica la sentencia que declare nula la rescisión contractual,
pero a su vez mantenga con efectos el contrato posterior que causa un
gravamen patrimonial a los afectados. Los alegatos no son de recibo.
Aunque –como bien indica el recurrente- la redacción del fallo en este
extremo no es del todo feliz, sino más bien ambivalente, tampoco es
cierto que se den las contradicciones acusadas por el representante de
las actoras civiles. No cabe la menor duda, que a consecuencia de las
falsedades ideológicas realizadas, José Ángel Alfaro Varela –a través de
su empresa (tal y como lo dice el fallo) CONSTRUCTORA Y QUEBRADORA
ARIZONA S.A.- se apropia del tajo que antes explotaba CONSYMA S.A.
,causando –como es previsible- una importante afectación patrimonial a
dicha sociedad. Lo que sucede es que este último contrato (también lo
expresa la sentencia) per se nunca formó parte de la acusación, ni fue
argüido de falso, sino que es posterior a los hechos que conformaron el
núcleo del objeto del proceso penal, del cual depende directamente la
acción civil resarcitoria. Por ello, es que aunque no cabe la menor
duda que a la citada empresa CONSTRUCTORA Y QUEBRADORA ARIZONA S.A. le
cabe responsabilidad civil extracontractual con base al ordinal 1045 del
Código Civil, la sede penal no es la vía jurídica para ese cometido.
Correspondería a un proceso declarativo civil establecer la pertinencia y
el quantum de las indemnizaciones que correspondan. Por lo expuesto, se
rechaza este aparte del recurso esgrimido por razones de forma.

VII.- Violación a las reglas de la sana crítica en la valoración de la


prueba, como lo dispone el artículo 393 del Código de Procedimientos
Penales, y cuya sanción es la nulidad prevista en el ordinal 400 inciso
4) ibidem, únicamente en lo relativo al apartado de la acción civil
resarcitoria. El quejoso sostiene que la violación a las reglas
indicadas, se aprecia en el hecho de que el Tribunal no justipreció
debidamente las deposiciones del propio encartado José Varela Alfaro y la
de su yerno Enrique Céspedes Salas, pues de ellas se desprende que la
constitución de la sociedad CONSTRUCTORA Y QUEBRADORA ARIZONA S.A. tenía
como única finalidad, la explotación del Tajo Arizona. Como el Tribunal
de Juicio no condenó solidariamente por responsabilidad civil a dicha
empresa, violentó las reglas de la sana crítica, por ello es que
considera que el fallo debe anularse en ese particular extremo,
ordenándose el reenvío para una nueva sustanciación únicamente respecto
de la acción civil resarcitoria. El reclamo carece de interés. De la
lectura de los dos Considerandos anteriores se deduce el por qué de la
ausencia de condenatoria civil a CONSTRUCTORA Y QUEBRADORA ARIZONA S.A.
en la sentencia en estudio, -no obstante lo dicho- en esos mismos
Considerandos, se aclara que la responsabilidad civil extracontractual
contra esa compañía debe deducirse en una vía distinta a la penal, de
forma tal que sea un juez civil quien decida la pretensión; así es como
la razón de ser de este acápite del recurso ya fue dirimido como se
explicó y por ello carece de interés actual, por lo que se remite a las
partes a los Considerandos indicados para mayor abundamiento.

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POR TANTO:

Se declaran sin lugar los recursos de casación presentados


por la licenciada Heidy Cunningham Lucas y el licenciado Mario Rivera
Garbanzo. Se declara sin lugar el recurso de casación incoado por
Danilo Camacho Benavides, en su condición de apoderado generalísimo sin
límite de suma de las compañías actoras civiles .

FUENTES CITADAS

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