Cosa juzgada
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La cosa juzgada (del latín res iudicata) es el efecto impeditivo que, en un proceso
judicial, ocasiona la preexistencia de una sentencia judicial firme dictada sobre el mismo
objeto. Es firme una sentencia judicial cuando en derecho no caben contra ella medios de
impugnación que permitan modificarla. Este efecto impeditivo se traduce en el respeto y
subordinación a lo decidido sobre lo mismo, en un juicio anterior. Por ello también se le
define como la fuerza que atribuye el derecho a los resultados del proceso. Habitualmente
se utiliza como un medio de defensa frente a una nueva demanda planteada sobre idéntico
objeto que lo fue de otra controversia ya sentenciada, y que le cierra el paso.
Significado jurídico
Res judicata es una expresión latina, del ámbito jurídico, que literalmente traducida
significa «cosa juzgada». Su significado, no obstante, es más profundo aún; llega más
lejos, en cuanto que es definitorio del «valor de la jurisprudencia» en el sistema del
derecho continental, y enlaza con importantes principios jurídicos, tales como el de
seguridad jurídica o el de certeza del derecho.
La presencia de la res iudicata impide que una misma cuestión sea juzgada dos veces;
por eso, ante un segundo litigio planteado sobre el mismo objeto, nos permite alegar la
«excepción de cosa juzgada» (res iudicata), y excluir con ello la posibilidad de ser
juzgados por segunda vez.
Antecedentes
El origen de la cosa juzgada se encuentra en el derecho romano, con la figura de la
excepción de cosa juzgada (exceptio rei iudicatae). También conocida como "res in
iudicio adiudicata"
Con ella se buscaba proteger a las partes de un nuevo juicio y una nueva sentencia sobre
la materia objeto del mismo, buscándose con ello satisfacer una necesidad de certeza o
seguridad jurídica. Este concepto se resume en el latinazgo: "Non bis in ídem". la cosa
juzgada es como la jurisprudencia ya que es un fallo de triple reiteración que si no posee
demanda no hay sentencia.
Fundamentos
Dentro de los motivos que han fundamentado la existencia de la institución de la cosa
juzgada se encuentran los siguientes:
Certeza jurídica: la cosa juzgada pretende satisfacer la necesidad de certeza de
las situaciones, que toda sociedad requiere; mientras que la necesidad de justicia
se pretende satisfacer a través de los recursos judiciales.
Estabilidad de los derechos: con la cosa juzgada se pretende asegurar la
estabilidad y certidumbre de los derechos que las sentencias reconocen o declaran.
Permite la inmutabilidad de los derechos adquiridos en virtud de las sentencias.
Separación de poderes: la cosa juzgada reconoce el principio de separación de
poderes, al impedir a los órganos de los demás poderes (ejecutivo y legislativo)
alterar o modificar los resultados del ejercicio de la función jurisdiccional,
reiniciando un proceso ya terminado.
Seguridad jurídica: Que se manifiesta mediante el principio "non bis in idem",
siendo imposible, así bien necesario, la no apertura de la misma causa una vez
concurren identidad de sujeto, objeto y causa. Asimismo, permite poner un punto
finito a la labor cognoscitiva, en tanto, el perdedor de la litis siempre le
considerará injusta y querrá un fallo distinto. Mediante la autoridad de cosa
juzgada se pone un límite a la revisión del proceso y a las relaciones que se han
constituido o declarado.
Naturaleza
Varias han sido las posiciones sobre la naturaleza de la cosa juzgada, sin perjuicio que,
en general, ellas se estiman compatibles y complementarias.
Para Ulpiano la cosa juzgada se tenía por verdad, mientras para Savigny era una ficción
de verdad que protegía a las sentencias definitivas. Mediante este planteamiento Savigny
está advertido que en juicio sólo se puede encontrar una verdad subjetiva mas no objetiva,
pues el elemento de verdad pura es imposible por la certeza humana que se tiene sobre
los hechos acaecidos. Ante tal premisa se entiende que la cosa juzgada es una fictio iuris,
que pretenderá armonizar a los justiciables.
Según Pothier el contenido de la sentencia llevaba una presunción de verdad, que es la
posición del sistema francés y español.Al contrario de Savigny este Pothier sostiene a la
cosa juzgada como una presunción de verdad, esto es, un criterio de verdad que sólo puede
ser desdicha con un valor semejante a ello. Conviene tener en cuenta los criterios de
presunciones iure et de iure e iuris tantum.
Para la doctrina alemana es una declaración de certeza con carácter indiscutible y, para la
italiana, de imperatividad y eficacia. Otros autores señalan que es una declaración de
eficacia con tres características: inimpugnabilidad, inmutabilidad o inmodificabilidad y
coercibilidad.
Clasificación
La doctrina ha realizado varias clasificaciones en torno a la cosa juzgada. Entre ellas
encontramos las siguientes:
Cosa juzgada formal y material
Cosa juzgada formal: es aquella que implica la imposibilidad que una
determinada decisión sea recurrida, o sea, la improcedencia o cierre de los
recursos procesales contra ésta. En otras palabras, una resolución judicial que
goza de esta clase de cosa juzgada no puede ser objeto de más recursos. Sus
efectos se producen exclusivamente en el proceso en que se ha dictado la
sentencia, por lo que se considera precaria (pues sus efectos podrían desvirtuarse
en un proceso distinto).
Cosa juzgada material: es aquella que implica la inatacabilidad de un resultado
procesal mediante el inicio de un nuevo juicio, al cerrarse toda posibilidad de que
se emita una decisión que se contradiga o se oponga a lo antes dictado. Sus efectos
se producen en el proceso en que se dictó la sentencia y en otros futuros, por lo
que se considera estable y permanente (porque es eficaz dentro y fuera del
respectivo proceso).
Cosa juzgada real y aparente
Cosa juzgada real: es aquella que emana de un proceso válido, es decir, aquél
que ha respetado las normas del "debido proceso".
Cosa juzgada aparente: es aquella que emana de un proceso en que ha faltado
uno o más requisitos de existencia o validez del mismo.
Cosa juzgada general y relativa
Cosa juzgada general (res iudicata erga omnes): es aquella que produce efectos
respecto de todas las personas (erga omnes), aunque no hayan intervenido en el
juicio.
Cosa juzgada relativa (res iudicata inter partes): es aquella que produce efectos
sólo respecto de las partes del juicio (y sus sucesores legales) y no en relación a
personas ajenas al mismo.
Efectos
Son las consecuencias jurídicas que surgen de la cosa juzgada, que se traducen en la
posibilidad de exigir el cumplimiento de lo resuelto (acción de cosa juzgada) o en evitar
un nuevo juicio sobre la materia (excepción de cosa juzgada).
Acción de cosa juzgada
Es el efecto de la cosa juzgada que permite el cumplimiento coactivo de un derecho
reconocido o declarado en juicio. Requiere de una sentencia, favorable al que pretende
ejercerla, firme (o que cause ejecutoria) y que imponga una obligación actualmente
exigible. En el ámbito penal, el Auto de sobreseimiento libre tiene efectos de cosa
juzgada. No es
Su titular es la persona a cuyo favor se ha reconocido o declarado un derecho, es decir, el
litigante que ha ganado (y eventualmente sus herederos) y se ejerce contra el litigante
perdedor (o, eventualmente, en contra de sus sucesores) para reclamar lo obtenido en el
juicio.
En general, es prescriptible y el procedimiento para exigir su cumplimiento dependerá de
si se trata de una sentencia emanada de un tribunal nacional o de uno extranjero (en cuyo
caso habrá que homologarla, utilizando el execuátur).
Excepción de nueva decisión en cosa juzgada
Es el efecto de la cosa juzgada más típico (también conocido como non bis in idem), en
virtud del cual no puede volver a discutirse entre las mismas personas, una misma materia
e invocando idénticas razones. Es decir, permite hacer valer los atributos de
inmodificabilidad e ininmpuganibilidad que posee una sentencia firme frente al inicio de
un nuevo juicio.
Su titular es el litigante que se ha beneficiado por el resultado del juicio y por todos
aquéllos a los que, según la ley, aprovecha la decisión. Puede ser invocada por cualquiera
de las partes en el juicio, independiente de la calidad que hayan tenido en éste
(demandante o demandado).
Por lo general, esta excepción debe ser alegada en el juicio posterior, porque es
renunciable expresa o tácitamente y, habitualmente, sólo favorece a las partes que han
intervenido en el respectivo litigio (y a sus herederos). Además, es imprescriptible, pues
puede alegarse en cualquier tiempo.
Requisitos
La doctrina señala tradicionalmente que, para que sea procedente la excepción de cosa
juzgada es preciso que, en ambos juicios, concurran tres requisitos comunes:
Identidad de persona (eaedem personae): debe tratarse del mismo demandante
y demandado, jurídicamente hablando. Para fijar este requisito Eduardo Couture
señalaba que hay que considerar tres principios: identidad jurídica (la identidad
de carácter legal y no física), sucesión (a los causahabientes de una persona) y
representación (la posibilidad de actuación a nombre de otro). Por ello, las
personas que actúan en el litigio pueden ser físicamente distintas y existir
identidad legal (por ejemplo, entre un heredero del demandante ya fallecido y el
demandado) o, por el contrario ser físicamente idénticas y no existir tal identidad
(por ejemplo, entre el demandante y el ex-representante de una persona jurídica
antes demandada).
Identidad de la cosa pedida (eadem res): el objeto o beneficio jurídico que se
solicita (no el objeto material) debe ser el mismo. O sea, lo que se reclama.
Identidad de la causa de pedir (eadem causa petendi): el hecho jurídico o
material que sirve de fundamento al derecho reclamado debe ser el mismo. O sea,
el por qué se reclama.
Parte de la doctrina estima que la anterior teoría es errónea por incompleta. Estos autores
señalan que hay que distinguir tres elementos fundamentales, aunque advierten que no se
pretende reproducir con otros términos la teoría tradicional, pues establecen ciertas
subcategorías dentro de estos. Tales elementos son los siguientes:
Límite subjetivo (sujetos): es necesaria la identidad de los sujetos, o sea, que sean
los mismos en el anterior y el posterior juicio. Requiere de identidad física y
jurídica, pero en algunas ocasiones este se atenúa, bastando la identidad jurídica
(una misma calidad legal). Excepcionalmente no se presenta este límite,
tratándose de la cosa juzgada general (que opera contra toda clase de personas).
Límite objetivo (objeto): es necesario que ambos litigios tengan el mismo objeto
procesal. Habrá identidad objetiva cuando se esté ante una misma pretensión
procesal, que comprende tres caracteres: los sujetos; el objeto corporal o
incorporal en que recae la pretensión; y el título o petición delimitado por los
hechos invocados.
Actividad en que el pronunciamiento consiste: es necesaria que la actividad
estricta, es decir, la modificación de la realidad que determina, sea la misma.
Dicha actividad comprende tres dimensiones: el lugar, normalmente sólo el
territorio nacional (salvo homologación de decisiones extranjeras vía execuátur);
el tiempo, o sea, las circunstancias temporales que acompañaron y produjeron la
decisión; y la forma, es decir, sólo el pronunciamiento estricto que integra el fallo
y no sus motivaciones o las declaraciones que hayan sido omitidas (salvo
conexión evidente, en cuyo caso puede admitirse la equiparación de los extremos
implícitamente decididos, situación conocida como cosa juzgada implícita).