Trabajo Nº1 de Literatura 5to Año
Trabajo Nº1 de Literatura 5to Año
Trabajo Nº1 de Literatura 5to Año
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5) ¿Cuáles son los principales escritores del realismo? Investigue y anote una breve biografía
de cada uno.
B. Lectura
1) Lea el siguiente relato:
El baldío
No tenían cara, chorreados, comidos por la oscuridad. Nada más que sus dos siluetas
vagamente humanas, los dos cuerpos reabsorbidos en sus sombras. Iguales y sin embargo
tan distintos. Inerte el uno, viajando a ras del suelo con la pasividad de la inocencia o de la
indiferencia más absoluta. Encorvado el otro, jadeante por el esfuerzo de arrastrarlo entre
la maleza y los desperdicios. Se detenía a ratos a tomar aliento. Luego recomenzaba
doblando aún más el espinazo sobre su carga. El olor del agua estancada del Riachuelo
debía estar en todas partes, ahora más con la fetidez dulzarrona del baldío hediendo a
herrumbre, a excrementos de animales; ese olor pastoso por la amenaza de mal tiempo que
el hombre manoteaba de tanto en tanto para despegárselo de la cara. Varillitas de vidrio o
de metal entrechocaban entre los yuyos, aunque de seguro ninguno de los dos oiría ese
cantito isócrono, fantasmal. Tampoco el apagado rumor de la ciudad que allí parecía
trepidar bajo la tierra. Y el que arrastraba, solo tal vez ese ruido blando y sordo del cuerpo
al rebotar sobre el terreno, el siseo de restos de papeles o el opaco golpe de los zapatos
contra las latas y cascotes. A veces el hombro del otro se enganchaba en las matas duras o
en alguna piedra. Lo destrababa entonces a tirones, mascullando alguna furiosa
interjección o haciendo a cada forcejeo el ha… neumático de los estibadores al levantar la
carga rebelde al hombre. Era evidente que le resultaba cada vez más pesado. No sólo por
esa resistencia pasiva que se le empacaba de vez en cuando en los obstáculos. Acaso
también por el propio miedo, la repugnancia o el apuro que le iría comiendo las fuerzas,
empujándolo a terminar cuanto antes.
Al principio lo arrastró de los brazos. De no estar la noche tan cerrada se hubiera podido ver
los dos pares de manos entrelazadas, negativo de un salvamento al revés. Cuando el cuerpo
volvió a engancharse, agarró las dos piernas y empezó a remolcarlo dándole la espalda, muy
inclinado hacia delante, estribando fuerte en los hoyos. La cabeza del otro fue dando
tumbos alegres, al parecer encantada del cambio. Los faros de un auto en una curva
desparramaron de pronto una claridad que llegó en oleadas sobre los montículos de basura,
sobre los yuyos, sobre los desniveles del terreno. El que estiraba se tendió junto al otro. Por
un instante, bajo esa pálida pincelada, tuvieron algo de cara, lívida, asustada la una, llena
de tierra la otra, mirando hacer impasible. La oscuridad volvió a tragarlas enseguida.
Se levantó y siguió halándolo otro poco, pero ya habían llegado a un sitio donde la maleza
era más alta. Lo acomodó como pudo, lo arropó con basura, ramas secas, cascotes. Parecía
de improviso querer protegerlo de ese olor que llenaba el baldío o de la lluvia que no
tardaría en caer. Se detuvo, se pasó el brazo por la frente regada de sudor, escarró y escupió
con rabia. Entonces escuchó ese vagido que lo sobresaltó. Subía débil y sofocado del yuyal,
como si el otro hubiera comenzado a quejarse con lloro de recién nacido bajo su túmulo de
basura.
Iba a huir, pero se detuvo encandilado por el fogonazo de un relámpago que arrancó
también de la oscuridad el bloque metálico del puente, mostrándole lo poco que había
andado. Ladeó la cabeza, vencido. Se arrodilló y acercó, husmeando casi ese vagido tenue,
estrangulado, insistente. Cerca del montón, había un bulto blanquecino. El hombre quedó
un largo rato sin saber qué hacer. Se levantó para irse, dio unos pasos tambaleando, pero no
pudo avanzar. Ahora el vagido tironeaba de él. Regresó poco a poco, a tientas, jadeante.
Volvió a arrodillarse titubeando todavía. Después tendió la mano. El papel del envoltorio
crujió. Entre las hojas del diario se debatía una formita humana. El hombre la tomó en sus
brazos. Se gesto fue torpe y desmemoriado, el gesto de alguien que no sabe lo que hace pero
que de todos modos no puede dejar de hacerlo. Se incorporó lentamente como asqueado de
una repentina ternura semejante al más extremo desamparo, y quitándose el saco arropó
con él a la criatura húmeda y lloriqueante. Cada vez más rápido, corriendo casi, se alejó del
yuyal con el vagido y desapareció en la oscuridad.
Augusto Roa Bastos, en Antología Personal,
2) Expliquen y justifiquen qué características del realismo aparecen en el cuento. Recuerden la
información que proporciona el video.
3) Glosario: Según el contexto del cuento, une las siguientes palabras con su significado.
4) Busquen en el cuento por lo menos tres citas textuales (partes del cuento) que pongan en
evidencia:
5) ¿En qué persona gramatical está narrado el cuento? ¿Qué conocimiento tiene el narrador
sobre los hechos que cuenta? ¿Qué frases les permiten darse cuenta?