La Hija Del Huevo de Avestruz
La Hija Del Huevo de Avestruz
La Hija Del Huevo de Avestruz
Seetetelané, que así se llamaba, tenía veinte años y era muy muy pobre.
conformaba.
– ¡¿Pero qué es esto?!… ¿De dónde ha salido esta comida tan exquisita,
hasta la cintura. Era tan hermosa que Seetetelané se quedó patitieso,
delicada:
La joven sonrió.
– Así es. ¡Espero que la disfrutes porque está hecha con mucho cariño y
esfuerzo!
buen rato no hizo otra cosa que comer y comer con ansiedad hasta que
para siempre.
– Puedes estar tranquila que eso jamás sucederá. Tendría que estar muy
borracho para llamarte algo así y yo solo bebo agua fresca del manantial.
ratas, pero sentía feliz y agradecido por tener a su lado a una compañera
tan maravillosa.
ella le preguntó:
inalcanzable?
unos zapatos cómodos, pues tengo los pies doloridos y llenos de callos
de ir siempre descalzo.
– Lo que ves es para ti; te lo mereces por ser tan bueno y gentil conmigo.
(nudo)
El joven se pellizcó para comprobar que no se trataba de una alucinación
la piel.
como yo.
mujer.
– Esposa mía, no solo me has regalado tu amor, sino que has utilizado
tus poderes para concederme todos los bienes que un hombre puede
Pasaron varias semanas llenas de paz y gloria hasta que un día todo se
torció. ¿Quieres saber qué sucedió? Pues que una noche acudieron a la
desmesuradamente.
vaso de las manos, pero él, totalmente sobrepasado por los efectos del
¡déjame beber!
Sí, has escuchado bien: dijo las únicas palabras que había prometido no
lágrimas, y sin decir nada, tal y como había advertido el primer día, se
Fue entonces cuando asumió que había perdido sus riquezas, pero sobre
todo, que había perdido a la persona que más quería por culpa de su
sinceros con las personas que de verdad nos importan y llenan nuestra
choza.
encontró con un pan recién cocido y yoala recién preparado. Y así ocurrió
prepararte el yoala?”
En fin, cierto día una mujer joven salió del huevo y le dijo:
era jefe de una aldea inmensa. Ahora despreciaba los pellejos de ratón,
se vestía únicamente con pieles de chacal y de noche dormía en buenas
frazadas.
exclamó:
-¡Ay! ¿Qué va a ser de mí? ¿Por qué he dicho a mi mujer: eres hija de un
huevo de avestruz?
Volvió a ser un hombre sumamente pobre, sin mujer ni hijo. Así envejeció,
Seetetelane
Su ropa hecha de piel de ratones
una mujer joven salió del huevo
pieles de chacal