Metafora Paterna

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lo que Lacan trabaja particularmente es que la relación entre la madre y el niño no es

una relación meramente dual. Entre la madre y el niño se interpone cierto objeto, un
objeto imaginario, que incide en, y significa, esta relación. Este cierto objeto es el falo.

Si la metáfora paterna funciona, por decirlo así, aparece una respuesta a ese enigma
por el deseo del Otro donde se juega el significado al sujeto. ¿Qué es lo que la madre
desea? — "El falo", responde el padre. Y entonces el sujeto podrá situarse de una u
otra manera en relación a esa significación —siéndolo o no siéndolo— y además
localiza esa significación en una parte del cuerpo —teniéndolo o no teniéndolo—.

Cuando no hay la significación fálica, lo que tenemos es, entonces, esta significación
enigmática que situamos en la fórmula de la metáfora paterna. El delirio sería como un
intento del delirante de llenar, con su cuerpo, una significación fálica. Es un intento,
necesariamente fallido, de restituir algo no advenido. En lugar de la metáfora paterna
tenemos la metáfora delirante, donde todo el cuerpo se entrega para dar "carne" a la
significación fálica.

Nombre del Padre en la psicosis


¿Qué ocurre cuando el significante Nombre del Padre no se inscribe? Cuando
hablamos de la ausencia del significante nos remitimos a la forclusión del mismo, nos
remitimos entonces a la estructura psicótica.
de qué manera se inscribe el Nombre del Padre en el niño, Que en el lugar del
significante del Deseo de la Madre, pueda aparecer el significante Nombre del Padre,
para legislar la relación del niño con la madre.
En la psicosis, este significante falta, está ausente, forcluido. Que esté forcluido quiere
decir que, si no se inscribió la ley, el sujeto pierde su dimensión de tal. Lo que esta
ausencia del significante produce en los sujetos psicóticos es que se encuentran a
merced del Otro, que los goza como un Amo. Y el sujeto, que ya no es tal, queda como
un mero objeto del Otro que responde como un esclavo ante los pedidos del mismo.
Tampoco pueden abrochar significantes, todo se vuelve signo, y no es posible
metaforizar.
Lo que ocurre en la psicosis es que hay una falla en la enunciación de la ley, la ley solo
falla y no funciona. El Otro del psicótico tiene la cara amenazante del Padre. Es
imposible pensar una versión amable de ese Otro, pues está el sujeto a merced de su
goce, esta ahí para cumplir con lo que él le pide. No hay un Nombre del Padre, que
marque lo que es posible y lo que no, un Nombre que diga basta a ese goce.

IV. Por el lado de Schreber


1. Podemos ahora entrar en la subjetividad del delirio de Schreber. La significación del
falo, hemos dicho, debe evocarse en lo imaginario del sujeto por la metáfora paterna.

Esto tiene un sentido preciso en la economía del significante del que sólo podemos
aquí recordar la formalización, bien conocida de quienes siguen nuestro seminario de
este año sobre las formaciones del inconsciente. A saber: fórmula de la metáfora, o de
la sustitución significante:
S . $' -----> 1

$' x s

donde las S mayúsculas son significantes, x la significación de. conocida y s el


significado inducido por la metáfora, la cual consiste en la sustitución en la cadena
significante de S a S'. La elisión de S', representada aquí por su tachadura, es la
condición del éxito de la metáfora.

Esto se aplica así a la metáfora del Nombre-del-Padre, o sea a la metáfora que


sustituye este Nombre en el lugar primeramente simbolizado por la operación de la
ausencia de la madre.

Nombre-del-Padre . Deseo de la Madre Nombre-del-Padre A

Deseo de la Madre Significado al sujeto Falo

La Verwerfung será pues considerada por nosotros como preclusión del significante. En
el punto donde, ya veremos cómo, es llamado el Nombre-del-Padre, puede pues
responder en el Otro un puro y simple agujero, el cual por la carencia del efecto
metafórico provocará un agujero correspondiente en el lugar de la significación fálica.

Es la única forma en que nos es posible concebir aquello cuyo desenlace nos presenta
Schreber como el de un daño que no está capacitado para develar sino en parte y en el
que, nos dice, con los nombres de Flechsig y de Schreber, el término "asesinato de
almas"
Para que la psicosis se desencadene, es necesario que el Nombre-del-Padre,
verworfen, precluido, es decir sin haber llegado nunca al lugar del Otro, sea llamado allí
en oposición simbólica al sujeto.

Es la falta del Nombre-del-Padre en ese lugar la que, por el agujero que abre en el
significado, inicia la cascada de los retoques del significante de donde procede el
desastre creciente de lo imaginario, hasta que se alcance el nivel en que significante y
significado se estabilizan en la metáfora delirante.
Pero ¿cómo puede el Nombre-del-Padre ser llamado por el sujeto al único lugar de
donde ha podido advenirle y donde nunca ha estado? Por ninguna otra cosa sino por
un padre real, no en absoluto necesariamente por el padre del sujeto, por Un-padre.

Aun así es preciso que ese Un-padre venga a ese lugar adonde el sujeto no ha podido
llamarlo antes. Basta para ello que ese Un-padre se sitúe en posición tercera en alguna
relación que tenga por base la pareja imaginaria a-a', es decir yo-objeto o ideal-
realidad, interesando al sujeto en el campo de agresión erotizado que induce.

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