La Voluntad de Dios Es Nuestra Santificacion

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LA VOLUNTAD DE DIOS ES NUESTRA SANTIFICACION

Objetivo: Instruir al creyente en el valor que trae consigo la vida en santidad y el gozo que esta produce al Señor contar con
un pueblo que se esfuerza por agradarle y vivir para él.

Texto Base: Sed santos, porque yo soy santo. (1 Pedro 1:16)


La Santificación es el proceso que comienza en la conversión del pecador, por medio del cual el Espíritu de Dios nos va
haciendo más como Cristo y más libres de la influencia del pecado. Es un proceso que continuará durante toda nuestra vida
y se completará con nuestra glorificación cuando Cristo venga por su iglesia.
El Apóstol Pedro no recuerda aquel mandato del mismo Dios a que seamos santos, no es opcional, lo vemos como un verbo
imperativo “Sed santos porque yo soy santo”. La palabra Santidad significa mantenerse totalmente devotos o dedicados a
Dios, separados para Él, y apartados del pecado y de su influencia.
Se suele hablar de nuestra santificación en tres fases: posicional, progresiva y final. Es decir, todos los creyentes ya hemos
sido separados y santificados por la obra de Cristo (posicional); todos los creyentes estamos siendo santificados en el
presente (progresiva); y todos seremos finalmente santificados en el futuro en la glorificación (final).
Ahora bien, veamos lo que el Apóstol Pablo nos dice 1 Tesalonicenses 4:3 “pues la voluntad de Dios es vuestra
santificación” Y aunque esta verdad está expresada de muchas maneras en la Biblia, este es el único pasaje que
directamente nos dice que es la voluntad de Dios.
Al meditar en esta afirmación. podemos ver que hay tres cosas que debemos tener en cuenta:
1.- La voluntad de Dios hace referencia al propósito de Dios: Cuando afirmamos que la voluntad de Dios es nuestra
santificación, estamos diciendo que el propósito de Dios es hacernos santos. Dios está obrando para hacernos cada día más
santos. Él nos está haciendo cada día más como Cristo. (Leer Rom. 8:29). Ese fue el propósito de nuestra redención. el
propósito de Dios al salvarnos era nuestra santificación. (Fil.1:6 / Ts. 5:23)
2.- Hace referencia a lo que Dios espera de nosotros: (Leer 1Tes.4: 2-7). Debemos caminar en santidad, caminar en luz,
ejercitarnos en la piedad (1 Ti. 4:7), seguir la santidad (He. 12:14); hacer morir lo terrenal (Col. 3:5); ocuparnos de nuestra
salvación con temor y temblor (Fil. 2:12). Debemos responder con obediencia a estos requerimientos de Dios.
El concepto de la voluntad de Dios también está vinculado a las cosas que debemos hacer. El mismo Pablo dijo: “Como
siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios” (Ef. 6:6). Nuestro Señor dijo: “cualquiera que hace la voluntad
de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre” (Mt. 12:50). El apóstol Juan también afirmó
lo mismo al decir: “el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Jn. 2:17).
Estos pasajes nos recuerdan que la voluntad de Dios también es algo que hacemos. Es algo que llevamos a cabo en
respuesta a lo que revelado en su Palabra. Dios nos muestra su voluntad para que nosotros andemos en ella. En este caso,
su voluntad es que andemos en santidad.
3. La voluntad de Dios es una referencia a lo que complace y agrada a Dios. Esto es lo que sugiere la introducción del pasaje:
“Finalmente, amados hermanos, los alentamos en el nombre del Señor Jesús a que vivan de una manera que le agrada a
Dios, tal como les enseñamos. Ustedes ya viven de esta manera, y los animamos a que lo sigan haciendo aún más.”
(1 Ts. 4:1 NTV).
El salmista decía: “Se complace Jehová en los que le temen” (Sal. 147:11). El rey Salomón escribió: “Los labios mentirosos
son abominación al Señor, pero los que obran fielmente son su deleite” ( Pr. 12:22).
Estos textos nos recuerdan que la santidad, la rectitud, la obediencia, es algo que deleita a Dios. La obediencia produce la
aprobación y el agrado de Dios. Cuando los creyentes caminamos y crecemos en santidad, Dios se deleita.
Esforzándonos por la santidad
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado, trayendo salvación a todos los hombres, enseñándonos, que negando la
impiedad y los deseos mundanos, vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza
bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Cristo Jesús”, Tito 2:11-13
Este pasaje nos muestra que la gracia de Dios es la que nos enseña diariamente a morir a nosotros mismos y así poder vivir
para Dios. Si puedes ver en este pasaje, la vida del creyente consiste en dos aspectos: negar la impiedad y vivir
piadosamente. Es decir, que no tan solo debemos parar las conductas contrarias a la palabra de Dios, sino que también
tenemos que aplicar las conductas acordes al carácter de Dios.
¿Cómo hacemos esto? La gracia de Dios que se ha manifestado es Cristo por medio de su evangelio. Esta gracia es la que
nos enseña a poder renunciar al mundo y vivir para Dios. La gracia hace su efecto cuando nos exponemos constantemente
a la misma a través de los medios que Dios nos ha dado para recibirla: la oración, la meditación en las Escrituras, la comunión
con los creyentes, los sacramentos, y el congregarnos para adorar y escuchar el evangelio proclamado. No hay ninguna
fórmula mágica para aplicarla. Mediante estos medios de gracia, Dios usa su Espíritu para darnos convicción de
pecado, arrepentirnos y en su gracia poner conductas que le den gloria a Él.
Todos estos medios de gracia deben llevarnos a Cristo. El motivador para vivir para la gloria de Dios diariamente es recordar
que Él ha tenido gracia para con nosotros y por ende nuestros pecados han sido perdonados. (Leer 2 Pedro 1:5-9)
Pedro nos dice que apliquemos con diligencia todas estas virtudes. Al ponerlas en práctica diligentemente, podemos dar
fruto en el conocimiento de Cristo y permanecer en el camino de la santidad.

Intencionalidad diaria
Muchas veces perdemos la perspectiva de que el trabajo de santificación necesita una intencionalidad diaria. Todos los días
batallamos en contra de nuestras debilidades y nos cuesta la vida piadosa. Es necesario diariamente examinar nuestro
corazón y guiados por el Espíritu Santo identificar nuestras tendencias pecaminosas. Una vez que hagamos este ejercicio,
el llamado bíblico es venir en arrepentimiento ante Dios y confesar nuestro pecado (1 Jn.1:9).
En ese proceso le pedimos a Dios la gracia para renunciar a esta manera de vivir y su ayuda para caminar en obediencia a
su palabra. No es suficiente reconocer nuestro pecado, necesitamos apartarnos de él y vivir la vida en el espíritu que Dios
desea para nosotros (Gl.5:16-26)

Conclusión
Nuestra visión de la santidad debe tomar en cuenta estas tres realidades. No debemos estimar nuestra santificación como
una lista austera de cosas que debemos hacer, ni como una vida de frías y rígidas prohibiciones, sino como el sabio y buen
propósito de Dios, en el que está ocupado, y como aquello que lo complace y deleita. La santificación es la obra maestra de
Dios en su pueblo.
Estar consciente de esta realidad nos ayudará a permanecer en el camino de la santidad conforme al propósito de Dios.
Que Dios nos conceda tener esto presente mientras caminamos en santidad. Que el Señor nos de un corazón que contemple
su obra en nosotros y que celebremos la bendita realidad de que Dios desea, se complace y se deleita en nuestra santidad.

Preguntas de reflexión:
 Sabía usted que la santificación es parte del propósito de Dios para su pueblo?
 Estas consientes que Dios busca en nosotros santidad?
 De qué manera te ejercitas para vivir en santidad?

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