Five Architects
Five Architects
Five Architects
Five Architects (también llamado New York Five) fue un grupo arquitectónico estadounidense
formado en Nueva York y compuesto por Peter Eisenman, Michael Graves, Charles Gwathmey,
John Hejduk y Richard Meier. Su obra apareció expuesta por primera vez en el Museum of Modern
Art de Nueva York, en una exposición organizada por Arthur Drexler en 1967.
Movimiento de corte neorracionalista, reflejaron una lealtad común a una forma pura de la
arquitectura moderna, volviendo a la obra de Le Corbusier de los años 1920 y 1930. Los miembros
del grupo han realizado un trabajo divergente, negando posteriormente cualquier relación con los
demás. la obra de los Five Architects representó un importantísimo intento norteamericano,
complementario y paralelo de los esfuerzos de Aldo Rossi y de sus compañeros y discípulos. Y
aunque la cercanía entonces exhibida tuviera algo de artificioso, era claro que los cinco arquitectos
norteamericanos se identificaban más con la revisión del desarrollo de la modernidad, que con la
geográficamente más próxima de Robert Venturi, sentida entonces como directamente opuesta.
la verdadera revisión consistía en librar a la arquitectura moderna heroica del ya sobrante ropaje
de la ideología, y ello tanto si ésta fuera considerada en cuanto ideología social o filosófica como
en lo que tuviera de más aparentemente arquitectónico, como ocurría en el caso de las mitificadas
nociones de función y de técnica. La tradición moderna originaria brillaría de nuevo y ofrecería un
atractivo desarrollo sólo si se considerase como una cuestión formal. la forma arquitectónica es
propia y específica; es decir, posee instrumentos exclusivos e imprescindibles. Pero es, también,
en gran parte, interna en sus mismos objetivos: se propone la expresión y fidelidad a sus propias
esencias, a lo que se considera la naturaleza de la disciplina, constituyendo así, en cierto modo,
una tautología.
Pero para los Five Architects, la autonomía de la forma era aún más absoluta, específica en sus
instrumentos e interna en sus objetivos, sin que casi ninguna concesión fuera hecha en este
sentido, al menos en lo que se refiere a algunos de los componentes más atractivos del grupo,
como Peter Eisenman o John Hejduk.
PETER EISENMAN (Newark, Nueva Jersey, 1932)
El racionalismo, para Eisenman, es un sistema formal abstracto, sin más relaciones que las
estrictamente imprescindibles con las funciones, los programas o la localización. Superada la
técnica de los materiales modernos como algo ya vencido, la construcción de pórticos de
hormigón perdía la sublimada representación de la técnica que la casa del Fascio tenía para andar
el camino que el edificio Giuliani-Frigerio insinuaba, alcanzando con ellos un resultado formal tan
permisivo en sus recursos como conceptual en sus bases y purista en su expresión. Revistió por
completo sus casas de color blanco, esto es, sin diferencia alguna que hiciera percibir cuál es su
construcción concreta, aunque imágenes y elementos la evoquen o sugieran. Tal como en su día lo
hiciera también Terragni, el propio Le Corbusier; o, igualmente, sus mismos compañeros de grupo.
La expresión de la forma en las obras de Graves quedó también valorada en su esencia plástica
mediante la continuidad del revestimiento blanco. Pero la arquitectura de Graves era obviamente
mucho menos abstracta que la de Eisenman, lo que puede comprobarse bien en sus dibujos, que
grafían siempre los elementos concretos -aparatos, puertas, armarios, chimeneas-, hablando de
cómo la casa, en gran parte, queda definida por ellos.
CHARLES GWATHMEY (Charlotte, Carolina del Norte, 1938)
Autor también de una arquitectura en que la geometría abstracta tiene un acentuado valor al
utilizar la superposición de figuras simples como método de configuración planimétrica de sus
trabajos, y que se mantiene asimismo en la utilización del lenguaje purista de la tradición racional,
El neorracionalismo de los Five Architects suponía una posición completamente distinta frente al
Movimiento Moderno, una elocuente declaración de confianza en que el universo formal del
racionalismo histórico y vanguardista, original, era un mundo vivo y pleno, con el que se podía
trabajar explotando y desarrollando sus hallazgos y recursos.
Se trataba, pues, de dejar de lado el pensamiento moderno fundacional y ortodoxo del que ya
otras veces se ha resumido por medio de las consignas de función, técnica y sociedad para
rescatar el valor puramente arquitectónico, formal, de cierta tradición racionalista, poniendo
entre paréntesis todas los desarrollos y revisiones posteriores y proclamarse así como auténticos
herederos de aquella tradición originaria. La tradición moderna originaria brillaría de nuevo y
ofrecería un atractivo desarrollo sólo si se considerase como una cuestión formal.