08 El Dominio Del Hecho
08 El Dominio Del Hecho
08 El Dominio Del Hecho
Juiz
constitucional:
Estado e poder
no Século XXI
REVISTA DOS TRIBUNAIS
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Professor emérito, Dr. Dr. h. c. mult., Universidade de Ludwig Maximilian Munique, Alemanha.
En el marco de la autoria mediata sólo existen tres formas de domínio del hecho. Éste puede
consistir en la exclusión de responsabilidade del actor directo o en su situación de error, y además
en el domínio de la organización delictiva que realiza el hecho.
Esta tercera forma de domínio del hecho como autoria mediata fue desarrollada prímeramente
por mí en 1963 (mil novecentos sesenta y tres) y buscaba captar como autores mediatos a los
autores responsables de crímenes violentos nacional-socialistas. Constituyó motivación directa de
esta reflexión el processo que se seguia em Jesuralén a Eichmann, quíen había organizado el
transporte de judíos a los campos de aniquilamento. La idea básica consistia en que el domínio de
un aparato de poder para cometer delitos, tal como se suele encontrar em crímenes realizados en
sistemas dictatoriales, garantiza la ejecución del delito ordenado, sin que el ejecutante – a
diferencia de la inducción – pueda impedirlo en caso de negarse a ello.
Luego, en mil novecentos noventa y cuatro el Tribunal Federal Alemán (TFA) ha assumido esta
doctrina en el llamado processo de los “tiradores del Muro”, y ha condenado a los miembros del
Consejo Nacional de Defensa de la ex-República Democrática Alemana (RDA) como autores
mediatos de los disparos mortales en la frontera interna alemana (el Muro). Por cierto que el
Tribunal, en contra de mi intención, ha extendido esta doctrina para abarcar a los líderes de
empresas económicas, y posteriormente ha confirmado el reconocimiento de esta forma de
autoria mediata en numerosos fallos.
También la Corte Penal Internacional reiteradamente ha hecho suya la doctrina del domínio de
la organización. Así p. ej., en la llamada “sentencia Katanga” de la Primera Sala de Procedimiento
Previo de mil novecentos noventa y ocho, se explica de manera aprobadora: “En la doctrina, se ha
desarrollado una concepción que reconoce la posibilidad de hacer penalmente responsable a la
persona que hubiera actuado a través de otro, independientemente de si el ejecutante (el actor
directo) también resultare penalmente responsable. Esta doctrina se basa en los trabajos
anteriores de Claus Roxin” (trad. libre).
Pese a ello también existe actualmente prestigiosos autores que rechazan la autoría mediata y
prefieren otras construcciones. No es posible aqui analizar esto en todos sus detalles. He discutido
con los críticos en numerosas tomas de posición a la cuales me remito. A continuación se tratarán,
a manera de ejemplo, todas las objeciones y soluciones alternativas importantes.
No obstante, el “poder jurídico del hecho (…) se basa en la responsabilidad por la situación de
poder (…) Los que actuán en un aparato organizado de poder, precisamente no son instrumentos
porque actuán por su parte de manera plenamente responsable, y según ello, el que da la orden no
es autor mediato porque él, debido a la responsabilidad del ejecutante, no puede “proceder”
(durchgreifen) juridicamente (es decir, no puede decidir responsablemente sobre la realización del
tipo)”.
Pero no puede entenderse por qué la “responsabilidad por la situación de poder” tan solo
pueda alcanzar a aquél que actuare temporalmente “como último”, mientras que el sujeto de atrás
siga teniendo la mayor responsabilidad. Y es que de su orden y posibilidades de imposición
depende la comisión del delito mientras que el ejecutante, si bien también es responsable como
autor, debido a la intercambialidad de los esbirros individuales, no puede impedir el hecho (p. ej.
el asesinato de un interno del campo de concentración), de manera que, en sentido amplio, la
“última decisión” siempre queda em manos del sujeto de atrás que ordena el asesinato.
Jakobs continua diciendo: “Los grandes no son grandes sin los pequenos (…) El hablar de
autoría mediata utilizando un aparato organizado de poder oculta esta dependencia objetiva
mutua en los delitos de organización”. Pero este “depender uno del otro” se ve precisamente
reforzado por el hecho de que ambos son penados como autores. El ejecutante tiene el “domínio
de la acción” mientras que el sujeto de atrás, con ayuda del aparato dirigido por él y en el cual el
ejecutante tan solo es una ruedecilla del engrenaje, practica el domínio de la voluntad. Lo decisivo
no es el domínio sobre el actor imediato sino sobre la realización del tipo.
Se suele poner en duda este critério sobre todo indicando que no tendría una función
autónoma porque tan solo designaría la punibilidad de la conducta concreta. Perto con el
apartamiento del Derecho se quiere decir algo más que la punibilidad en el caso concreto. Y es que
esto assegura la ejecución sin problemas de delitos precisamente haciendo que el ejecutante no
deba temer el ser hecho responsable penalmente. Jakobs habla con razón de una “desinhibición
fáctica del ejecutante”, “cuando (…) se ha estabelecido de manera algo estable un mundo contrario
al mundo configurado por el Derecho, de manera que (…) para el ejecutante ya no importe en lo
absoluto la juridicidad de lo ordenado”.
Solamente deben tenerse em cuenta dos aclaraciones. En delitos cometidos por el Estado, como
en los de los detentadores del poder nacional-socialista, la dirección estatal de la República
Democrática Alemana, y también en numerosas dictaduras en todo el mundo, basta con un
apartamiento del Derecho, que se limita a determinados campos de actividad (p. ej. la persecución
de minorias y opositores al régimen). Además, para la evaluación jurídica no importa el parecer de
los organizadores de los crímenes sino el punto de vista jurídico del Tribunal que conoce el caso.
Así, aún cuando p. ej. los miembros del Consejo Nacionalde de Defensa de la RDA hubieran
considerado conforme a Derecho las muertes para impedir la “fuga de la república”, con ello
manifiestan una actitud que se ha apartado de las normas jurídicas reconocidas.
Este criterio tampoco há quedado libre de la polémica, pero há sido reconocido por le Tribunal
Federal Alemán, el Tribunal Penal Internacional y por las sentencias peruanas. Por cierto que para
la presencia de la autoría mediata fundada en un aparto de poder, no basta con que un grupo de
delincuentes se encuentre solamente vinculado a través de relaciones personales entre ellos. La
organización debe tener una existência independiente del cambio de sus miembros y no depender
de la buena voluntad de los indivíduos.
La frecuente objeción de que, en tal caso, el llamado a ejecutar diretamente los hechos podría
salvar a la víctima desobedeciendo la orden y que esto excluiria el domínio de los sujetos de atrás,
no es consistente. En los asesinatos en campos de concentración, en las “limpiezas étnicas” y en la
liquidación de opositores al régimen, el ejecutor individual casi no tiene poder para impedir los
hechos porque existen muchos otros sujetos ejecutores que participan y pueden asumir los hechos;
algo que acaso intimidaria a un solo ejecutor. En el caso de las órdenes de disparar en el Muro,
incluso un solo individuo no podía dejar escapar así como así a los fugitivos porque era observado
por otros que, eventualmente hubieran intervenido.
Por cierto que un domínio de la organización no puede ser excluído por el hecho de que, en
raros casos individuales, se podía frustrar el hecho ordenado, cuando p. ej. el guardián del campo
de concentración que ha recibido órdenes de disparar a matar a los “fugitivos”, deja escaparse a
una víctima sin que nadie se dé cuenta. Pero con ello sólo se ha probado que la autoría mediata, al
igual que en sus demás formas de manifestación, también puede quedarse excepcionalmente en la
tentativa. El TFA ha comprovado con razón, en relación con el domínio de la organización: “(…) en
la intervención de instrumentos bajo error o incapaces de culpabilidad son frecuentes los casos en
los cuales el autor mediato tiene mucho menos en sus manos la producción del resultado que en
los casos del tipo descrito” [trad. libre].
Pero esto no pueder aprobarse. Y es que el domínio del hecho de los dadores intermedios de
órdenes se basa, como muestra precisamente el caso Eichmann, en que ellos, debido a su poder de
mando, tienen en sus manos el aparato que se les ha puesto a disposición y con ello la realización
del tipo, de la misma manera que el sujeto que se encuentra el la cúpula. El que este poder de
mando sea derivado “desde arriba” no cambia nada en cuanto a esto.
En el fallo Fujimori también se tiene el mismo critério: “Por tanto, todo aquél que en atención a
su jerarquia pone en funcionamiento la maquinaria del aparato de poder organizado para la
comisión del delito, deberá responder siempre como autor mediato” [en la publicación oficial:
parte III, capítulo II, 731, n. 3, al final]. Hace más de 50 años yo había dicho que el domino de la
cúpula organizativa sería “posibilitada precisamente por el hecho de que, en el camino del
planeamento a la realización del delito, cada instancia, de nível a nível, transmite la parte que le
corresponde de la cadena, aún cuando visto desde un punto de vista más elevado, cada uno de los
que dirigen por sí mismos aparezcan sólo como eslabones de una cadena global que, por encima
de estos hacia arriba culmina con el primer dados de la orden”. La literatura, en tanto explica el
problema, se ha aúnado mayoritariamente a mí posición.
e) ¿La resolución al hecho y la inclinación hacia del hecho del actor imediato como ulteriores
criterios del domínio de la organización?
Con ello se destaca algo cierto. Pero no se trata de un criterio autónomo del domínio de la
organización sino de disposiciones que se derivan de los tres elementos de este tipo de domínio tal
como ya he enunciado. Los ejecutantes está “resueltos al hecho” o “inclinados hacia el hecho”
porque la orden, en el marco de una organización de poder, ejerce una presión de adaptación,
porque el apartamiento del Derecho del aparato da pie para que el ejecutante crea que no deberá
temer consecuencias penales, y porque la intercambialidad del ejecutante hace que éste suponha
que su conducta no importará ya que, en caso de negarse, de todos modos otro va ejecutar el
hecho.
3. Opiniones divergentes
a) La inducción
Algunos autores que rechazan la autoría mediata consideran que los sujetos de atrás, situados
en la cumbre del aparato organizado de poder, serían inductores. Adí, Herzberg dice: “Hitler,
Himmler y Honnecker han propiciado los delitos de homicídio que ordenaron no como autores,
sino como inductores”, Köhler dice: “En los casos de ‘dominio de la organización’, que se deberá
determinar, entra en consideración la inducción”. También Renzikowski, Kutzner y Rotsch están a
favor de la inducción.
Pero cuando el autor debe ser caracterizado entre varios intervenientes en un hecho, como
“figura central” o como el principal responsable de los sucesos, aquél que ordena los hechos
criminales en el marco de una organización delictiva no puede ser despachado como una figura
marginal. Cuando Hitler o Stalin hacen matar a sus opositores, esto ha sido su obra (aún que no
sólo obra suya).
b) Coautoría
Según una concepción correcta, no se presenta ninguno de los presupuestos para admitir una
coautoría. La “comisión conjunta” que exige el art. 25, párrafo 2 StGB presupone uma decisión
conjunta y una ejecución conjunta del hecho. Ambas faltan.
La ejecución de una orden no fundamenta una decisión conjunta sino tan solo constituye el
cumplimiento de la decisión tomada unicamente por el superior jerárquico. Cuando se quiere ver
en ello un “hacer suya la orden” de manera implícita, también tendría que admitirse una decisión
conjunta de coautoría en toda inducción. El ejecutor no ejecuta una decisión conjunta sino
solamente un mandato que para él es vinculante.
Tampoco puede hablarse de una ejecución conjunta del hecho. Por regal general, el motivador
y el ejecutante ni siquiera se conocen, y el dador de la orden tampoco sabe nada cierto ni los
detalles sobre el lugar, la hora y la forma de la comisión de los hechos. Incluso si se hicieran bastar
actos preparatorios para la coautoría, el coautor tendría que prestar, en la preparación, alguna
contribución al hecho concreto. La orden de realizarlo no constituye tal contribución. Cuando
Jakobs considera suficiente un “modelo preformado”, se está contentando com un criterio típico de
la inducción. El plan delictivo que parte del inductor contiene a menudo un “modelo preformado”
pero no fundamenta la coautoría.
Cuando el legislador diferencia la “comisión conjunta” de la “comisión por otro”, con ello se
caracterizan, tal como Bloy correctamente analisa, formas estructurales divergentes de la
intervención delictiva, La coautoría tiene lugar entre sujetos del mismo nivel, o sea está
estructurada de manera horizontal, mientas que la autoría mediata lo está de manera vertical, de
arriba hacia abajo, es decir, transcurre de un motivador a un ejecutor. “Cuando – como aquí
ocorre – se tiene que ver con una conducta coordenada claramente de manera vertical, en la cual
el rol del sujeto de atrás está desde el princípio fijado a una ejecución del hecho por manera ajena,
esto habla claramente en contra de la coautoría y a favor de la autoría mediata” [trad. libre].
En el Derecho penal internacional antes que la doctrina del dominio de la organización hubiera
alcanzado supremacia, se empleaba la figura jurídica de la “empresa criminal conjunta” para
abarcar la criminalidad de sistemas; con esta figura también se trataron casos como los asesinatos
en campos de concentración y la responsabilidade por la extralimitación del plan común.
Pero, en los casos de extralimitación del plan, esto atenta contra el principio de culpabilidad y,
de manera similar a la construcción alemana de la coautoría, no hace justicia a la posición
dominante que tiene el dador de la orden situado en la cumbre de la organización.
Werle/Burghardt dicen acertadamente: “Aquél que está situado en la cumbre tiene la mayor
responsabilidad, no porque él (…) hubiera colaborado en un plan conjunto con otros para cometer
un delito, sino porque ha orquestrado las acciones de aquellos que cometieron el crimen
personalmente” [trad. libre].
También aqui se trata de una figura jurídica que proviene del Derecho penal internacional y
que allí se empleaba anteriormente junto la “joint criminal enterprise”. La Sala Penal Especial de
la Corte Suprema del Perú dice al respecto: “Ella constituye un criterio de imputación que surgió y
se desarrolló al concluir la Segunda Guerra Mundial y que se aplicó en los juicios de Núremberg y
de Tokio” [en la públicación oficial: parte III, capítulo II, n. 743]. Se basa en uma omisión del
superior jerárquico que “incumple su deber de prevención, supervisión y sanción de todo delito
que pueda o sea cometido por sus subalternos” [ibidem]. El derecho alemán conoce una regla
correspondiente en el art. 357 StGB (Código Penal alemán).
Pero ésta no es una solución feliz. Ella, desde le principio no permite abarcar el domínio de la
organización practicado fuera de los deberes funcionariales. Así, p. ej. la Corte Suprema peruana,
ya en el dos mil seis había condenado al líder de la organización guerrillera maoísta (“Sendero
Luminoso”) como autor mediato de los hechos cometidos por su gente, y para ello había enfatizado
que el domínio de la organización no se limitaria a las organizaciones estatales. Con el criterio de
la lesión de deberes funcionariales no pueden solucionarse tales casos.
Por otro lado, el punto de vista de la “tolerância a sabiendas”, en el cual se basa Jakobs, no
acierta al reproche que importa en estos hechos. Y es que, en la responsabilidad del superior
jerárquico se trata de responder por los hechos de otros, pero en el domínio de la organización
está en juego la imposición de hechos propios especialmente graves valiéndose del poder. Esto
fundamenta un reproche de injusto y culpabilidad que, de lejos, no es abarcado por el punto de
vista de la violación del deber de funcionario público.
En la época posterior, el TFA ha penado a los directivos de empresas económicas como autores
mediatos por delitos que habían partido de su empresa o contra los cuales simplemente no habían
intervenido. Así, en un fallo de la Segunda Sala, (que invoca la sentencia del Tribunal Federal
Alemán, tomo cuarenta, página doscientos dieciocho) se pena a los gerentes de una Sociedad de
Responsabilidad Limitada como autores mediatos de la eliminación de desechos contaminantes
(artículo 326 StGB) porque ellos eran responsables por haber dejado los desechos en manos de
sujetos que no disponían de la posibilidad de realizar su ordenada eliminación. El “domínio del
hecho sostenido por la voluntad del autor” de los gerentes es deducido de que ellos habrian
“aberto y trazado (…) el camino” hacia la eliminación ilegal de los desechos. Pero esto, en todo
caso, si bien puede fundamentar una inducción o una punibilidade por omisión, no puede, de
ningún modo fundamentar una autoría mediata a través de una empresa de eliminación de
desechos que ni siquiera estaba vinculada con la empresa y trabajaba bajo su propia
administración.
En un fallo de la Cuarta Sala se pena a los gerentes fácitocs de una Sociedad de Responsabilidad
Limitada como autores mediatos de los fraudes cometidos por los empleados, pese a que no pudo
comprobarse “ningún influjo concreto o siquiera conocimiento acutal de los inculpados en
relación con cada uno de los pedidos de mercancia”. Fue considerado suficiente con que, pese a la
incapacidad de pago, la empresa había seguido funcionando. Y es que “como autor con dominio
del hecho” entraria en consideración “también aquél que, a través de estructuras de la
organización, se aprovecha de circunstancias coyunturales que desatan cursos regulares”. Pero, al
faltar cualquier influjo de los hechos no puede haber, naturalmente, ningún dominio del hecho.
Lo correcto es que las reglas desarrolladas para el dominio de la organización no deberían ser
trasladadas a las empresas económicas porque en ellas no se presenta ninguno de los
presupuestos necessários.
El poder de mando de los directivos no se extiende, desde el inicio, a la comisión de los delitos.
Las empresas económicas, por regla general, tampoco trabajan apartándose del Derecho sino en el
marco del Derecho vigente, de manera que se puede esperar que no se cumplan las ordenes
antijurídicas. Si, por el contrario y en casos aislados, algunas personas se juntarem para realizar
negócios fraudulentos o cualquiera otra conducta punible, faltaria, en todo caso, una organización
independiente de los intervenientes individuales. Los empleados tampoco son fungibles en el
sentido de que se pueda, sin más, reemplazar a aquel empleado que se negare a cometer delitos
por otro que estuviere dispuesto a hacerlo.
Por cierto que esto no cambia para nada el hecho de que exista una necesidad político-criminal
para hacer responder a los directivos de empresas económicas por delitos que hubieran provenido
de ellas. Existen numerosas propuestas para ello, pero esto no puede ser tratado aqui. Sea como
fuere, no es posible dar solución a estos problemas con la autoría mediata a través de aparatos
organizados de poder.
FOOTNOTES
1.
Título original: “Die Täterschaft kraft organisatorischer Machtapparate” (…) Todas las traducciones de
otros autores citados son libres.