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2018-5110
Vida Cristiana
En esta sección del Compendio del Catecismo de la Iglesia católica se habló de ‘La Iglesia es una, santa,
católica y apostólica’ y ‘Los fieles: jerarquía, laicos, vida consagrada’. Te invito a leer las preguntas 161 a 193
que, de una forma clara y concisa, nos explican algunas preguntas que nosotros como personas nos hemos
hecho a lo largo de nuestra vida y que no podemos darles respuesta.
En este capítulo hablamos de La Iglesia, y como dice el credo, es una, santa, católica y apostólica. Esto quiere
decir que tiene como origen a la unidad de un solo Dios en la Santísima Trinidad, es católica e universal, y
porque fue construida por el fundamento de los Apóstoles.
Una pregunta que me he hecho anteriormente y que esto me ayudo a entender fue, “¿Quién pertenece a la
Iglesia católica? A esta pertenecen todos los hombres de diversos modos. Los judíos se relacionan con la Iglesia
por el hecho de que Dios eligió a Israel como su pueblo.
El evangelio se debe anunciar por todo el mundo porque así Cristo lo ordeno. Como dice Mt 29, 19: «Id, pues, y
haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» porque
este quiere que todos los hombres lleguen al conocimiento de la verdad y se salven.
Por otro lado, tratamos el tema de los fieles y comienza explicándonos quienes son estas personas. Los fieles
son aquellos que, incorporados a Cristo mediante el Bautismo, han sido construidos miembros del Pueblo de
Dios. Este está formado por intuición divida.
El clero está organizado en una jerarquía ascendente, basado en los tres grados del sacramento del orden: el
Episcopado, el Presbiterado y el Diaconado (obispos, presbíteros y diáconos) hasta llegar al Papa. El Papa es la
cabeza del colegio de los obispos y pastor de la Iglesia católica y tiene la potestad plena, suprema, inmediata y
universal.
Los fieles laicos tienen como vocación propia la de buscar el Reino de Dios. Estos le ofrecen a Dios el mundo
mismo. Del mismo modo, estos reciben de Él el poder de vencer el pecado en si mismos y en el mundo, por
medio de la abnegación y la santidad de la propia vida.
Hablamos también de la vida consagrada, que consiste en un estado de vida reconocido por La Iglesia. Se
caracteriza por la practica de los consejos evangélicos.