Conclusión Etica

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Conclusión

El presente trabajo estuvo orientado a analizar y establecer una serie de puntos de


vista sobre el desempeño personal y profesional y sus implicaciones Éticas, no solo del
profesional de la docencia, sino de otras profesiones a objeto de tener una visión
prospectiva de la problemática ética que en ellas se presentan.
Vivimos en una sociedad donde se echan a un lado los valores y la integridad, por
ello es indispensable que cada uno de los seres humanos debe saber los valores que ha
aprendido a lo largo de su vida.
La posibilidad de normar las conductas profesionales surge cuando las personas
con un determinado fin común, deciden establecer un conjunto de pautas de obligada
observancia, a objeto de preservar su honorabilidad, honradez y objetividad, entre otros.
El fenómeno moral es una creación exclusiva del hombre. La posibilidad de
disertar sobre normas, costumbres y formas de vida que se presentan como obligatorias,
son valiosas y orientan la actividad humana.
Está claro que los códigos de Ética Profesionales no pueden suplir la
responsabilidad de la decisión personal, pero un código tiene que aspirar a ser
verdaderamente regulador, y debe proteger el interés público.No basta un
concepto negativo de ciudadanía, defendiendo la democracia como límite a los
totalitarismos de cualquier signo, sea apelando a un contrato original, bajo el velo
de la ignorancia, sea apelando a una tradición histórica fundadora. Es necesario
construir una ciudadanía positiva, pero para esto es preciso reformular las
relaciones de producción, las relaciones de educación y de comunicación.
Se trata de aprender a ser ciudadanos en situaciones reales de convivencia
desolada, sea por la pobreza y la exclusión de siempre, sea por el bienestar
recientemente perdido (quienes alguna vez lo tuvieron). No se trata de aprender a
ser ciudadano solamente en situaciones "ideales" de habla, con diálogos
simétricos, generando pequeños micro-clima democrático. Se trata de ser buen
ciudadano sabiendo argumentar racionalmente, pero en situaciones reales, de
discurso fragmentado y segmentado.

Una tarea indeclinable de la escolaridad en todos sus niveles debe ser el


desarrollo de la autonomía en los alumnos. Formar personas capaces de pensar
por sí mismas, de actuar por convicción personal, de tener un sentido crítico, de
asumir responsabilidades, requiere reconocer sus capacidades para asumir los
valores, actitudes, normas que le trasmiten los diferentes ámbitos de socialización,
al tiempo que se reconoce su capacidad de apropiarse activamente de estos
contenidos culturales y recrearlos y construir nuevos valores. Se trata de favorecer
el desarrollo de una conciencia moral autónoma, subrayando el profundo arraigo y
dependencia del ser humano del contexto cultural en el cual se forma, al tiempo
que se reconoce su capacidad de razonamiento, de abstracción que le permite
tomar distancia de esto que le es dado, y asumirlo críticamente a partir de valores
y principios que hacen referencia a contenidos universales; un ejemplo de estos
contenidos son los derechos humanos.

La escuela tradicional ha mantenido una preocupación por la disciplina, la


vigilancia y el orden, que responde a una formación moral fundamentada en la
imposición de valores, normas y prohibiciones, que obstaculizan el libre desarrollo
de la personalidad de los estudiantes y, por lo tanto, su autonomía. Ejemplos de
esto serían las exigencias, muchas veces irracionales frente al uniforme, al corte
de pelo o al tratamiento frente a los comportamientos sexuales de los jóvenes.

Construir una escuela en la que cada uno de sus miembros tengan la


oportunidad de expresar y de que se tengan en cuenta sus ideas, iniciativas,
propuestas y sentimientos, implica ante todo un cambio de mentalidad, un cambio
de actitud, supone concebir la democracia como una forma de vida, como parte de
nuestra forma de ser y de relacionarnos con los demás, es sentirla, es convivir con
ella, en la búsqueda de hacerla cada día más perfecta. La construcción de una
cultura escolar democrática, es algo más que la utilización de los espacios,
mecanismos y procedimientos que le ha otorgado la ley para el ejercicio de la
democracia. La escuela deberá ser también un espacio de encuentro multicultural,
y de múltiples saberes, en la que tengan cabida todas las corrientes del
pensamiento, todas las teorías y la sabiduría popular, y donde el inconformismo
propio de la juventud encuentre canales para su expresión y transformación en
proyectos viables de superación individual y colectiva. Al acoger las iniciativas e
ideales de la juventud, la escuela se convertirá en el espacio más propicio para el
protagonismo de las nuevas generaciones.

De esta manera concebimos la escuela moderna, formadora de sujetos


autónomos, bienvenidas todas las nuevas tecnologías que puedan ayudar en este
proceso, pero aún sin ellas, estamos convencidos que allí, en el más apartado
lugar de nuestro país, en el que la electricidad y el teléfono siguen siendo servicios
de lujo, podrá existir una escuela pensante y un docente crítico y comprometido,
que haga posible este sueño.

La idea es construir una serie de actividades o eventos pedagógicos que


comprometan la vida de la institución y atraviesen todo el contexto escolar, la
responsabilidad de estas actividades o eventos pedagógicos es de todos aquellos
que intervienen en el acto educativo

Estos eventos pedagógicos deben implementar foros, juegos de simulación,


dilemas morales, aceptación de roles. En otras palabras, consideramos que a
dicha educación se le puede dar sentidos desde los diferentes proyectos como
son; educación en medio ambiente, educación sexual, educación en ciencia y
tecnología, educación en arte y estética, que pueden ayudar a direccionar el
sentido de la educación ética y moral. o mejor atravesarlos.

Al generar estos campos, espacios o eventos, las diferentes áreas del


conocimiento y los proyectos, desde su óptica, tendrán que decir y proponer.

Estos espacios deben involucrar conceptos como la negociación cultural, el


diálogo de saberes, la búsqueda de consensos sin discriminar los discensos, el
reconocimiento de los conflictos y de la vida cotidiana en la escuela.
La socialización es un aspecto que se desarrolla desde el nacimiento
cuando se garantiza la evolución de sus afectos a través de una adecuada
lactancia, enlaces afectivos continuos con el niño y una adecuada organización en
los métodos correctivos.

Estos tres atributos son los que van a provocar que ese niño esté
fortalecido psíquicamente y pueda enlazarse afectivamente y socialmente.

Creemos necesario incidir en este aspecto porque es una de las dificultades


que permanentemente encontramos en los niños no permitiendo su integración a
los grupos de acuerdo a sus edades correspondientes siendo, por ejemplo, el
ingreso al niño casi siempre rodeado de miedos y temores dados por la angustia
de la separación.

Este es un claro indicador de que sus áreas psicológicas no han estado bien
fortalecidas, de que el proceso de individualización, de capacidad de
enfrentamiento y de separación de la madre respeto a su criatura no han estado
muy bien desarrollado.

Todo esto se desarrolla desde el momento que el niño nace, donde entramos en
toda una secuencia de actividades que fortalezcan esta socialización. Esos
pequeños paseos por ejemplo que tiene el niño son importantes pues a medida
que se van incrementado van a provocar que el niño se anexe más con su
ambiente y no tenga temores a situaciones nuevas porque ya está familiarizado
con ello, dotado de sus enlaces afectivos primarios y sus procesos de programas
de estimulación. Por ello es la importancia este aspecto que es uno de los puntos
del desarrollo de su propia evolución. Sabemos que con la socialización las
buenas relaciones interpersonales que pueda tener, la facilidad de enlazarse es lo
que va a provocar que ese niño penetre a todo lado, a todo mundo y a toda
realidad.

"Si apruebas, comes toda la comida, te compro un regalo", "No, hoy no juegas con
tu pelota estas castigado". Son ejemplos de salidas que muchos padres de familia
tienen cuando no saben que hacer para que su hijo se comporte de determinada
manera. Es entonces cuando recurren al premio o al castigo aunque no siempre
son eficaces ni actúan de manera inmediata. En todo caso, se trata de recursos
que se deben emplear con prudencia para que den resultados.
Ofrecer premios a los hijos es como reconocer un fracaso, es como si, al fallar
como educadores, tuviéramos que recurrir a la "ayuda" de los premios que, mas
que educar, adiestran.

Los castigos, por el contrario, no suelen dar tanta sensación de fracaso incluso
socialmente son aceptados como padres responsables aquellos que castigan a
sus hijos.

Los premios y los castigos son instrumentos eficaces en algunas situaciones


criticas en las que el tratamiento habitual que se da en el proceso educativo (dosis
de ejemplos, persuasión y reflexión) no surten efecto y es necesario restablecer un
cierto equilibrio.

Son recomendables y adecuados si se usan como medios temporales de


obtención de logros y siempre de forma apropiada.

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