Altazor Un Poema Creacionista

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Altazor, un poema creacionista de Vicente

Huidobro

Paco Tovar

ara Vicente Huidobro, el hombre se descubre poeta al llevar a cabo la mágica


Paventura de un verdadero viaje que, en su cierta y original dimensión creadora, ha de
contarse en la obra literaria, un lugar en el que, de hecho, juega lo externo y lo interno
en la presente realidad de las imágenes. Palabras, ideas, espacios, ámbitos, figiiras,
personas y tiempos, se ofrecen en íntima relación con los sonidos y los sentidos del
verbo. La complejidad de este devenir humanizado señala al individuo y marca lo
particular de su discurso, comprendiendo en ambos la posibilidad de fuga, de
permanencia y de retorno.
La teoría y la prdictica creacionistas huidobrianos responden a la intención y la
tarea de un sólo escritor que, sin negar sus antecedentes, quiere apartarse de herencias y
magisterios para aceptar el compromiso de erigirse en ese pequeño dios humano,
cósmico, desmesurado, enfebrecido y atento, capaz de decidir con su voz el
enfrentamiento con el mundo, al que provoca y desmembra, para asumirlo en su raíz y,
despues, nombrarlo y ordenarlo de nuevo a su medida e imagen, todo ello sin violentar
las leyes de la naturaleza ni las de la gramática, sino contemplándolas, asimilándolas y
aplicándolas desde su mismo principio y en su más exacta consideración actual. El
artista debe valorar su pasado, sin someterse a 61, para mejor cuestionarlo en libertad,
proyectando sus formas y su significado en un discurrir que pertenece a su tiempo.
Desde el límite y la altura, el sujeto adquiere una nueva perspectiva. Sentidos y
razón, sistema y tecnica, son los lazos que utiliza para mantener el equilibrio; voluntad y
resolución, la fuerza para ejecutar el arriesgado salto hacia un vacío repleto de
experiencias; la lengua el instrumento para ralentizar la caída hacia la muerte y desvelar,
en el trayecto, la evidencia de un vivir singular y, sin embargo, compartido y recurrente
-los extremos del segmento no rompen la línea que lo contiene, sino que la afirman en
su sucesión infinita-. Así se realiza el estilo propio de un decir calculado, despojado de
hábitos; se transforma lo concreto en abstracto, o a la inversa; lo extraño en íntimo; el
esclavo en señor. Una realidad distinta va tomando cuerpo para alzarse con toda la
soberbia del predicado y la cópula. El ser, debidamente multiplicado, cubrirá sus signos
para engendrar su historia: un estar y un hacer únicos que, aún admitiendo antecedentes
y consecuencias, pretenden superar las barreras y mostrar la veracidad y el misterio de
una existencia trasa:ndida.
Huidobro vuelve a la fórmula iniciática para cantar y contar el hueco de una idea
que lo incluye en su relato. Prosa o verso, reflexión o drama, debidamente elegidos,
combinados y ofrecidos, apuntan hacia el centro de un cerebro que sangra y un corazón
que grita, proyectándolos y desarrollándolos en una obra que se erige en eje vertebrador
y referencia, completos y complejos, de un creacionismo indefinido y orginal, infinito y
limitado.
De los escritos huidobrianos, Altazor es el que ha merecido una mayor atención y
difusión, quizás porque el chileno, en este libro, resume y materializa sus problemas
literarios y personales, dejando rastro de ello en unos versos que son la mejor muestra
poetica de un individuo que se cumple como tal en su complicada condición de sujeto
objetivado. Huidobro es Altazor y ambos son ese hombre que admite su procedencia y
su destino mágicos para repetir su suerte en la palabra ritualizada, juego actual de un
discurso primero que afirma y anuncia con sus voces el último grito genesico de lo que
ha de venir.

Del verbo triinitario


Altazor reúne, en un termino sustantivo propio, dos elementos nominales que, a
su vez, señalan la situación y la figura del que ha de erigirse en símbolo del verbo
trinitario, en su cierta capacidad creadora. El yo fija el quien, cuándo y dónde de ese
alguien se concibe, identifica y confunde en la soledad común de una larga y segura
caída hacia la muerte:
"Nací a los treinta y tres años, el día de la muerte de
Cristo; nacía en el Equinoccio bajo las hortensias y los
aeroplanos del calor.
Tenia yo un profundo mirar de pichón, de tírnel y de
automóvil sentimental. Lanzaba suspiros de acróbata.
Mi padre era ciego y sus manos eran más admiradas que
la noche.
Amo la noche, sombrero de todos los días.
Mi madre hablaba como la aurora y como los diri-
gibles que van a caer. Tenía cabellos de color de
bandera y ojos llenos de navíos lejanos.
Una tarde cogí mi paracaídas y dije: 'Entre una
estrella y dos golondrinas'. He aquí la muerte que
se acerca como la tierra al globo que cae."
La primera persona gramatical no excluye las otras, sino que las contiene en una
de sus máscaras posibles, desvelando tras ella los diferentes rostros de un personaje que
va interviniendo en la representación a medida que las palabras exigen la presencia
ordenada de un discurrir semejante. El juego se cumple en la dinámica de una
arriesgada realizacidn textual y esta expone la existencia de ambos y quien los lleva a
cabo en el sentido y el sonido de una forma equilibrada y consciente:

"Ah,ah, soy Altazor, el gran poeta


Soy yo Altazor el doble de mí mismo
El que se mira obrar y se ríe del otro frente a frente
............
Justicia ¿qué has hecho de mí Vicente Huidobro?
............
Eres tú el ángel caído
............
Soy la voz del hombre que resuena en los cielos
............
Soy todo el hombre
............
Soy el ángel salvaje que cayó una mañana
En vuestras plantaciones de preceptos
............
Soy un pecho que grita y un cerebro que sangra
Soy temblor de tierra
............
Soy el rey
............
Y yo oigo la risa de los muertos debajo de la tierra"

Los versos ofrecen la abstracta ambigüedad del sujeto poetico, unos y otros
sometidos a las leyes de su propia naturaleza y a los límites que impone lo exterior. El
olvido o el fracaso son posibles; la muerte inexcusable; todos conducen al final pero no
necesariamente al silencio. Un nuevo grito se confundirá con el último para provocar,
desde el suelo, la resurrección de los cadáveres.
Llegados a este punto, quizás convenga revisar los trozos que se citan para
comprobar en ellos lo que tratamos de decir respecto a la multiplicidad del ser eri el
poema y la pluralidad de sus sentidos: "(Yo) soy Altazor"; "(Yo) soy el gran poeta"; "Soy
yo Altazor el doble de mi mismo"; "(Yo soy) el que se mira obrar"; "(Yo soy) el que se ríe
del otro frente a frente"; "(Yo soy) la voz"; "(Yo soy) del hombre"; "(Yo) soy todo el
hombre"; "(Yo) soy el ángel salvaje"; "(Yo) soy un pecho que grita"; "(Yo) soy un
cerebro que sangra"; "(Ya) soy temblor de tierra"; "(Yo) soy el rey"; "Y yo oigo la risa de
los muertos"...
Las propuestas, y no son las únicas a lo largo del texto huidobriano, son claras y
cuidadas en su formulación. La primera persona singular domina en ellas, pero no
excluye las otras dos ni el plural que todas componen. El tú se expresa e identifica en
una pregunta y una afirmación: "¿que has hecho (tú) de mí Vicente Huidobro?" y "Eres
tú el ángel caído", algunos de cuyos terminos enlazan con el sustantivo propio que rige
el libro a traves de los elementos nominales, pronominales, determinativos -entendidos
estos en su categoría pronominalizada- o posesivos que lo esconden y, a la vez, lo
destacan. El plural del tríptico personal singularizado tambien se manifiesta en ese todo
que no registra únicamente el carácter intensificativo de la secuencia, sino la
cuantificación de sus referentes, así como en el reflexivo especular que enfrenta al
original con su imagen sin especificar quién es quién.
Los juegos conceptuales y formales, en su complicada evidencia, ya están en
marcha, sólo queda erigirnos en cómplices de los mismos para entenderlos y
compartirlos, tal como Vicente Huidobro los plantea -en su vertiente histórico-mítica,
estetica y profética-, siguiendo sus reglas y sus leyes, propias y naturales, íntimamente
relacionadas. No obstante, el lector de los versos huidobrianos no puede ser sino
habitante, visitanle o testigo de un universo creado por un pequeño dios humano, el
único posible en (estesiglo iniciado con la muerte del cristianismo, "despues de dos mil
años de existencnan. Una nueva era comienza y lo hace desde el principio de una
conciencia sola, capaz de ordenar el cosmos en función de su angustia, su esperanza y
sus necesidades.
Creacionismo es Huidobro, y este no niega la plena posesión del termino y del
acto, sino que la afirma y defiende frente a la burla, el insulto y la ignorancia, tambien
frente a la duda o al intento de usurpación, de los demás, aquellos que no llegaron a
entender la propuesta del chileno que, lejos de excluir a sus semejantes de un proceso
actual, les ofrece la posibilidad de liberarse de todo lastre y el modelo para hacerlo. Un
mundo subjetivo, por atractivo que resulte, va ligado a quien lo concibe, realiza y habita.
A los otros les corresponde una tarea propia, que no los obligue a una herencia ni los
encierre en límites extraños. Es el estilo el que cuenta, no la manera. El afán exclusivo
del escritor, tantas veces repetido en sus textos teóricos, ha de interpretarse como la
comprensión de iun complejo único, expuesto como señal y como ofrenda:
"Abre la puerta de tu alma y sal a respirar al
lado de afuera. Puedes abrir con un suspiro la
puerta que haya cerrado el huracán.
Hombre, he ahf tu paracaídas, maravilloso co-
mo el vértigo.
Poeta, he ahí tu paracaídas, maravilloso como
el imán del abismo.
Mago, he ahí tu paracaídas que una palabra tu-
ya puede convertir en parasubidas maravilloso co-
mo el reldmpago que quisiera cegar al creador.
¿Que esperas?
Mas he ahí el secreto del Tenebroso que olvi-
dó sonreir.
Y el paracaídas aguarda amarrado a la puerta
como el caballo de la fuga interminable."
Cada cual será ese dios múltiple, independiente, superior y común, humano, si
llega a comprenderse como tal y ejecuta voluntariamente su misión para confundirse
con la totalidad del cosmos:
"El universo se rompe en olas a mis pies
Los planetas giran en torno a mi cabeza
Y me despeino al pasar con el viento que desplazan
Sin dar una respuesta ue llene los abismos
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Ni sentir ese anhelo fa uloso que busca en la fauna del cielo
Un ser materno donde se duerma el corazón
Un lecho a la sombra del torbellino de enigmas
Dios diluido en la nada y el todo
Dios todo y nada
Dios en las alabras y en los gestos
Dios menta /'
Dios aliento
Dios joven Dios viejo
Dios pútrido
lejano y cerca
Dios amasado a mi congoja
............
Y he aquí que me diluyo en múltiples cosas
............
Soy el único cantor de este siglo
Mío mío es todo el infinito"

La clara referencia po6tica de Altazor a los textos genésicos -no sólo a los
bíblicos, sino a los que, sin olvidarlos, se empeñan por repetir el ritmo de una historia
con el sonido de su tiempo-, su forma, su nueva significación y la relación de todo ello
en el ámbito de los versos, han llevado a David Bary a a afirmar que el libro de
Huidobro es una "especie de divina parodia del verbo divino que el poeta anhelaba
encontrar sin creer en 61" ('l. Esta consideración, sin apartarse del aire que envuelve
algunos fragmentos de los distintos cantos, merece ser matizada: Altazor no es el simple
resultado de un proceso divertido; tampoco la visión de una realidad, desencajada de su
contexto, mostrada alegremente; ni siquiera la mueca superficial de un desengaño; el
rictus de un muerto que nos enseña su ridícula osamenta; o la destrucción arbitraria de
un código vacío de contenidos, sino la consciencia de un ser empeñado en buscañ la
razón de la existencia en el interior de unas formas no miméticas. Lo abstracto se
concreta en la cierta presencia de un discurso que conserva la dinamica original de las
voces que lo cuentan. La idea y su resultado no suplantan a un dios existente que, desde
el vacío, se ha impuesto como único protagonista y solo responsable de una farsa que
no admite una interpretación inteligente, sino que se encuentran, identifican y
comprenden en un voluntario discurrir limitado: "Dios si tú existes es a mí a quien se lo
debes". Altazor es Huidobro y ambos son la figura del hombre trinitario, singular
personaje de un universo complejo. El valor, la decisión, la angustia, la ambigüedad, la
contradicción son partes de un todo conflictivo que se expresa desde sus más mínimos
fragmentos.

De las formas del lenguaje


Altazor sitúa en el lenguaje toda su potencia creadora, y ambos se exponen a lo
largo de un libro en el que se rompe el idioma para alcanzar el sonido de una verdadera
lengua que recoja, entienda y nombre el universo del poeta. De lo mayor a lo mínimo es
la evolución lógica de un texto que trata de alcanzar su raíz mediante la combinación de

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sus formas. Esta experienca despeja al código de su "habitual contexto psicológico,
ideológico y sociológico" (2). Quien quiere decir su mundo debe renunciar a hacerlo a la
manera de su ma,dre para alcanzar un estilo propio en la intencionada y ordenada
conciencia de sus significantes.
El prefacio de Altazor y los siete cantos que lo suceden son la mejor muestra
práctica de la teoría creacionista huidobriana, en lo que se refiere a la presencia del
sujeto en una obra que lo asume como tal y como parte de una estructura sometida a
reglas, no hábitos, físicos y gramaticales. La creación pura debe alejarnos de la
metafísica para "aproximarnos cada vez más a la filosofía científica'' (3), presupuesto que
se cumple en Altaizor. En el poema, la aparente destrucción o degradación del lenguaje
tiende a señalarnos el valor de la palabra viva. El último verso del libro: "Ai a i ai a iiii
o i a", no es un estertor final, es el alarido del ser en su primer e infinito nacimiento.
Nada es gratuito en el texto. La larga lista de supuestos logros de un poeta
competente no es, como afirma David Bary, "una página y media de símiles inútiles" (4),
sino la necesidad de un cambio urgente y profundo que ponga termino a las sombras y
los ecos del rancio hacedor lírico, sustituy~ndolospor el fuego y el sonido de un cerebro
y un cuerpo atleticos que, "sobre la pista mágica", jugarán ante testigos, asombrándolos
con "magnkticas palabras". Ha llegado la hora alegre de enterrar lo viejo.

"Tañen las campanas de los continentes


Muere la luna con su noche a cuestas
El sol se saca del bolsillo al día
Abre los ojos el nuevo paisaje solemne
Y pasa de la tierra a las constelaciones
El entierro de la poesía.
Todas las :lenguas están muertas
Muertas en manos del vecino trágico
Hay que rcrsucitar las lenguas
Con sonoras risas
Con cortacircuitos en las frases
Y cataclismos en la gramática."
El rey ha muerto, viva el rey. Y LAzaro se levanta con su antigua juventud a
cuestas. Consigo lleva
"Un ritual de vocablos sin sombras
Juego de ángel allá en el infinito
Palabra por palabra
Con luz propia de astro que un choque vuelve vivo
Saltan chispas del choque y mientras más violento
Más grande es la explosión
Pasión del juego en el espacio
Sin alas de luna y pretensión
Combate singular entre el echo y el cielo
Total desprendimiento el !f n de voz en carne
a
Eco de luz ue sangra aire sobre aire
Después na a nada
Rumor aliento de frase sin palabra."
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El sacrificio y la resurrección se repiten en un instante. "No hay tiempo que
perder". Ha de mirarse la imagen que se siente decir desde dentro y buscar nuevas
formas para contarse, incluyendo en ellas la suprema magnitud de un acto efímero y, sin
embargo, eterno. Eterfinfrete es el vocablo que resume el tiempo reflexivo de una mente
despierta.
Mujer, poesía y palabra complementan al hombre, al poeta y al mago. 1)e la
cópula con la hembra ha de surgir la respuesta de la esfinge, que ofrecerá algunas claves
sin desvelar por completo la incógnita. S610 así se garantiza la vida y la fórmula

"Nacida en todos los sitios donde pongo los ojos


Con la cabeza levantada
Y con el cabello al viento
Eres más hermosa que el relincho de un potro en la
montaña
..............
Mi gloria está en tus ojos
Vestida del lujo de tus ojos y de su brillo interno
Estoy sentado en el rincón más sensible de tu mirada
Bajo el silencio estático de inmóviles pestañas
Viene saliendo un augurio del fondo de tus ojos
Y un viento del océano ondula tus pupilas
Nada s e compara a esa leyenda de semillas que deja
tu presencia
A esa voz que busca un astro muerto que volver a la vida
Tu voz hace un imperio en el espacio
..............
Si tú murieras
Las estrellas a pesar de su lámpara encendida
Perderían el camino
¿Que sería del universo?"
Altazor contempla el cosmos para asumir sus leyes y ordenar su caos con ese
nuevo lenguaje que resulta de las controladas ruinas de sus antecedentes. La
combinación de elementos nominales en un solo complejo sintagmático, que tiende a
suprimir la partícula relacionante en favor de los espacios significativos, evoluciiona
hacia la configuración de nuevos vocablos, por combinación de elementos dispares e
intercambios morfemáticos, y en una cuidada continua fuga cada vez más próxima a la
síncopa y al sonido de la expresión gendsica rS).Tras el esfuerzo creador se registra un
pardntesis silencioso, nuevo prefacio que precede a las formas de otra historia.

De lo externo y sus sentidos


El afán liberador del creacionismo huidobriano lleva al poeta a concebir y
realizar los versos del presente, único punto de confluencia en el que el sujeto puede

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encontrar al homb.re. Ni lo anterior repetido, ni la fiebre de usurpar al futuro lo que le
pertenece, hipotecan la cierta existencia del ser poemático. Altazor es una actitud que se
cuenta y se canta en el tiempo que le corresponde y en sintonía con las vanguardias
literarias, aunque cmn ellas discrepe.
La guerra de 1914-1918 significó para la cultura de occidente una toma de
conciencia actual que exigía, al individuo y a la colectividad, la implantación de un
nuevo orden ya iltiminado con el triunfo de la revolución bolchevique, en 1917. El color
y la humedad de la sangre aún están frescos, así como removido está el suelo que cubre
los cadáveres de un pueblo que exige a cambio su lugar entre los supervivientes. Ésta es
la realidad en la que se mueve Vicente Huidobro.
El creacionismo, si bien se plantea en America, madura en el campo de batalla
europeo. Al margen de polemicas sobre la posesión literaria del termino, Altazor
reconoce esta influencia con la cita de una fecha concreta: 1919, unos hechos y el
anuncio de lo que habrá de venir más tarde:

"En el invierno
Ya la Europa enterró todos sus muertos
Y un millar de lágrimas hacen una sola cruz de nieve
Mirad esas estepas que sacuden las manos
Millones de obreros han comprendido al fin
Y levantan al cielo sus banderas de aurora
Venid venid os esperamos porque sois la esperanza
La única esperanza
La última esperaza
... un día
El mundo será pequeño a las gentes
Plantarán continentes sobre mares
Se harán islas en el cielo
..............
Habrá ciudades grandes como un país
ciiidades del porvenir
En donde el hombre-hormiga será una cifra
..............
No hay carne que comer el planeta es estrecho
Y las máquinas mataron el último animal"

Entre el t~estimonioy la profecía se sitúan las voces del visionario que, como
poeta, acepta la burla del futuro: "El hombre del mañana se burlará de tí", y apuesta por
la solitaria inmediatez del verbo compartido:
It¿Qu6 me importa la burla del hombre-hormiga
Ni la del habitante de otros astros más grandes?
Yo no se tle ellos ni ellos saben de mí
...............
Sufro desd.e que era nebulosa
Y traigo desde entonces este dolor primordial en las células
Angustia subterránea
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Angustia cósmica
Poliforme angustia anterior a mi vida
Y que sigue como una marcha militar
Y que irá más allá
Hasta el otro lado de la periferia universal
...............
Siglos siglos que vienen gimiendo en mis venas
Sigamos siempre igual como mañana y luego y despues
No
No puede ser cambiemos nuestra suerte
Queremos nuestra carne en los ojos del alba
Bebamos la tímida lucidez de la muerte
Canta el caos que tiene pecho de hombre
...............
Agotemos la vida en la vida"

El sujeto se ata a su trayecto y en 61 se proyecta lo perpetuo de un único viaje en


el que se va viviendo entre la muerte y los muertos. El final viene marcado desde su
i
l
inicio. El destino cumple inexorablemente, aunque puede aplazarse con los registi:os de
unas voces que expongan lo singular de una aventura en la que los límites del individuo
no excluyen la facultad que Cste tiene de superarlos.
El poeta se sienta al borde de sus ojos para "asistir a la entrada de la's imágenes"

"Por eso hay que cuidar el ojo precioso regalo del cerebro
El ojo anclado al medio de dos mundos"
Altazor está plagado de retinas y naufragios, de luces y sombras, de ángeles y
demonios, de afirmaciones y dudas, de espacios y ámbitos, de tiempos sin tiempo, todos
fundidos en una conciencia que habla desde el vacío del universo y el hueco tle la
tumba, dos extremos que sienten lo exterior por comprenderlo en lo interno. Ya no
importa caer, sino lanzarse

"Y si queriendo lanzarte nada has alcanzado


Dejate caer sin parar tu caída sin miedo al fondo de la sombra
Sin miedo al enigma de tí mismo
Acaso encuentres una luz sin noche
Perdida en las grietas de los sacrificios."

El poema de Huidobro posee, pues, en su prefacio y siete cantos, los elementos


que identifican al creador con sus versos. Altazor es la síntesis de un mundo nuevo en el
que la palabra reúne los sentidos de lo externo en las formas de un lenguaje que impone
la presencia del verbo trinitario.
NOTAS

Las citas no numeradas corresponden a fragmentos de Altazor, extraidos del


texto poemático hcluido en el tomo 1 de las Obras completas de Vicente Huidobro.
Editorial Andrks IIello, Santiago de Chile, 1976. págs. 381-437.

(1) David Bary, Huidobro o la vocación poética, Universidad de Granada-C.S.I.C.,


Granada, 1963. pág. 105.

B2)ditores,
Saúl Yurkievich,, Fundadores de la nueva poesía hispanoamericana, Barra1
Barcelo~ia,1973. pág. 109.
Huidobro, "La creación pura", en Manifiestos, Obras completas, op. cit.,
13)omoVicente
1, pág. 718.
(4) David Bary, op. cit. pág 108. El crítico se refiere a una secuencia versicular de
Altazor, incluida en su tercer canto.
(5) En el canto F7 de Altazor se registra una larga serie de secuencias sintagmáticas en
las que se mantiene como constante el sustantivo "Molino"y como variable un complejo
adjetival regido por una preposición, introducido por un relativo o precedido de un
vacío significativci. Esta muestra ha de entenderse en su contexto ya que no sólo señala
la posibilidad de aceptar lo extraordinario como real, sino la de configurar un nuevo
código, combinaildo los elementos del antiguo. Todo ello sin violentar las reglas
gramaticales ni el valor de los ritmos. Este juego, que en los dos últimos cantos del
poema conduce a una aparente incoherencia expresiva, es uno de los logros prácticos de
la teoría creacionista huidobriana.

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