COMERCIALIZACIÓN
COMERCIALIZACIÓN
COMERCIALIZACIÓN
FUNCIONES DE COMERCIALIZACIÓN
GERENCIA Y COMERCIALIZACIÓN
Preparación de la actividad.
Determinar y crear necesidades.
Argumentación.
Tratamiento de objeciones.
Cierre.
Reflexión o autoanálisis.
En cualquier caso, hay que ser conscientes de que la distribución actual exige
trabajar con plantillas o condiciones específicas con cada cliente.
A. Preparación de la actividad
Para desarrollar con éxito su trabajo, el vendedor ha de asumir esta primera etapa
en dos fases perfectamente diferenciadas: la organización de su actividad y la
preparación de la visita al cliente.
Organización
El vendedor al que se le confía una zona de ventas deberá plantearse una serie
de preguntas, lo más realistas posibles, relativas al área de su responsabilidad y a
los productos que está encargado de vender, como por ejemplo: ¿qué cifras de
venta voy a conseguir?, ¿quiénes son los clientes?, ¿qué tipos de clientes hay?,
¿cuántos clientes debo visitar? y ¿cuántos no son visitados?, ¿dónde se
encuentran?, etc.
Estos interrogantes también son planteados por la dirección comercial y tan solo
con un trabajo en equipo podrán ser despejados con éxito. Para ello habrá que
realizar un análisis exhaustivo de la cartera de clientes, clasificarlos, valorar su
potencial y realizar una ficha del cliente con la mayor información posible. Al
preparar su entrevista de venta, el vendedor no debe olvidar preguntarse sobre
quién decide, quién prescribe, quién compra, quién paga y quién utiliza sus
productos, así como determinar si ha de visitar a clientes que llevan un tiempo sin
comprarnos.
Asimismo, hay que segmentar a los clientes en categorías, por ejemplo, en «A»
«B» «C» o platino, oro, plata, etc., según sea su potencial, la riqueza del sector, su
densidad, es decir, el número de clientes y su calidad por la actividad económica
que desarrolla. A continuación se asignará la frecuencia de visitas en función de
esos parámetros. Naturalmente, los clientes «A» y «B» tendrán una frecuencia
mayor que los «C».
Preparación de la entrevista
Aunque a ningún vendedor le queda la menor duda de que la preparación de la
visita de venta es totalmente necesaria para conseguir el éxito apetecido, la
experiencia indica que no es muy normal hacerlo, ya que confían enormemente en
su improvisación y saber hacer. No podemos imaginar que se comience a
construir un edificio sin haberse dibujado previamente los planos del mismo. ¡La
venta no se puede improvisar! La organización, las reuniones, los contactos, la
dirección, la gestión, tampoco.
También llamada etapa de apertura, abarca desde las primeras palabras que se
cruzan entre cliente y vendedor, que en ocasiones no tienen aún contenido
comercial, sino más bien personal, hasta la siguiente etapa, que denominamos
determinación de necesidades. Esta etapa variará dependiendo de si es la primera
entrevista o, por el contrario, se realiza a un cliente habitual al que se le visita
periódicamente.
C. Determinación de necesidades
De los diferentes tipos de preguntas, las más importantes para utilizar por el
vendedor son:
D. Argumentación
E. Tratamiento de objeciones
Por eso la estrategia del vendedor para poder dar respuesta a las objeciones,
debe pasar invariablemente por conocerlas y saber distinguir las verdaderas de las
falsas.
Evasivas (falsa)
Son objeciones de huida para desviar el problema o huir de la responsabilidad
(ejemplo: «yo no soy el que decide...», o también: «lo consultaré con mi socio...,
con mi mujer..., con la almohada...»).
O de reflexión para aplazar la decisión (ejemplo: «me gustaría reflexionar un poco
más sobre su oferta...»).
Pretextos/excusas (falsa)
Las objeciones pretextos son también llamadas «barbas postizas» o «antifaz» que
ocultan las verdaderas objeciones y suelen ser síntomas de una evidente falta de
interés. Ejemplos: «tengo muchas existencias...», «es demasiado caro...», «mis
clientes nunca me piden eso...», «es demasiado juvenil...», «está pasado...», «no
tengo espacio para esto en la estantería», etc.
Hay que averiguar si el cliente tiene motivos para mentir. El motivo más frecuente
suele ser la falta de capital. El cliente no tiene presupuesto para comprar ese
producto, pero no lo quiere admitir. Otra posible razón es la lealtad a otras
personas o empresas.
Prejuicios (falsa)
Son aquellas ideas o juicios preconcebidos que el cliente tiene hacia la empresa,
el producto o incluso el vendedor, motivadas en ocasiones por experiencias
anteriores negativas. El problema fundamental de este tipo de objeciones es que
generalmente no se expresan, por lo que resultan sumamente difíciles de tratar. El
vendedor debe estar muy atento a este tipo de actitud negativa, haciéndole
preguntas abiertas para que el cliente hable lo más ampliamente posible y poder
así descubrir cuál es la verdadera causa de su comportamiento.
Dudas (verdadera)
El cliente es escéptico, duda que el producto le vaya a proporcionar el beneficio
que el vendedor le asegura, aunque le gustaría que así fuera. En general, este tipo
de objeción es bastante fácil de refutar pues únicamente es necesario probar al
cliente que es verdad lo que el vendedor le está diciendo, para ello utilizará un
argumento de prueba o demostración.
Cuando un cliente no se cree un beneficio del producto es porque en realidad el
vendedor no ha sabido argumentar y demostrar las soluciones, por ello debe
volverlo a intentar reflexionando sobre las necesidades expresadas por el cliente.
A partir de ese momento tendrá muchas más posibilidades de «cerrar» con éxito.
F. El cierre
Todo cuanto el vendedor ha hecho hasta este momento tiene un solo objetivo:
cerrar. Es decir, lograr el pedido o al menos conseguir un compromiso formal. En
realidad se empieza a cerrar en la etapa de preparación, cuando en casa o en el
despacho se planifica bien la entrevista de venta. Continúa en la etapa de apertura
o contacto con el cliente, para seguir en la etapa de determinación de
necesidades, donde es fundamental que se hayan sabido plantear las preguntas
adecuadas y averiguado necesidades o motivaciones específicas del cliente. Si se
ha argumentado presentando los beneficios de su producto de forma que el cliente
perciba la utilidad que le va a dar, o la comodidad, o las satisfacciones que le va a
proporcionar, y, por supuesto, si ha sabido dar respuesta a las objeciones que le
ha formulado el cliente sobre su producto, si todo ello se ha llevado con
profesionalidad, no se debe tener temor, la venta está hecha.
Una de las preguntas que más suelen hacerse los vendedores es: ¿cómo sé
cuándo tengo que cerrar? Difícil pregunta que ni aun los más experimentados
sabemos contestar a nivel teoría.
Puede ser que el cliente haga una manifestación directa que no deje lugar a dudas
en cuanto a sus intenciones de compra, por ejemplo: «bien, pues envíeme 10
docenas...» o «rellene el pedido y se lo firmaré ahora mismo». Pero no nos
engañemos, esto no ocurre con frecuencia, lo normal es que el cliente dude, se lo
piense, dé vueltas a la idea y, en todo caso, nos envíe alguna «señal de compra».
Los dos tipos de «señales de compra» que el cliente puede emitir son: verbales y
no verbales.
Otras señales positivas son las preguntas relacionadas con la compra, tales como:
«¿qué modelos tiene?», «¿en qué colores los fabrican?», «¿qué oferta tiene ese
producto?», «¿qué facilidades de pago me darán?», «¿qué tiempo tardan en
servirlo?», «¿se puede pagar con tarjeta de crédito?».
Es buena señal que el cliente empiece a usar el posesivo al referirse al producto,
en ese caso el producto ya está prácticamente vendido. También cuando el cliente
pide una prueba es una muestra definitiva del interés del cliente hacia el producto.
Las señales de compra no verbales son los gestos y el lenguaje corporal que el
cliente realiza. Se observarán cuidadosamente sobre todo las actitudes de
indecisión: acariciarse la barbilla o pellizcarse una oreja, rascarse la cabeza, si se
relaja y abre las manos, descruza las piernas, se inclina hacia delante, examina de
nuevo la muestra o toma en sus manos el pedido.
Técnicas de cierre
Una vez se hayan captado una o varias señales de compra, el vendedor
procederá a resumir los beneficios aceptados por el cliente, haciéndole preguntas
sobre los beneficios que a él le han parecido relevantes. Procurar, a ser posible,
que sea el propio cliente quien lo haga.
Es muy importante ofrecer al cliente dos alternativas para que pueda elegir entre
las dos la que más se ajuste a sus necesidades. Ejemplo: «¿... lo quiere verde o lo
prefiere rojo?», «¿le envío 300 o prefiere únicamente 250...?», «¿lo pagará al
contado o en tres plazos...?». Esto hace que el cliente se quede con la impresión
de haber tomado la decisión final y, por tanto, el que ha dicho la última palabra.
Tipos de cierre
Cierre directo. Cuando el vendedor ha recibido varias aceptaciones de parte
del cliente sobre los beneficios de su producto, ya que estos satisfacen las
necesidades de su cliente, el vendedor le pide la conformidad abiertamente,
dándole a firmar la orden de pedido.
Orden de cierre. Muy parecido al anterior, la variación en este caso consiste
en que el vendedor toma notas y le pregunta por algo muy simple, en
principio, por ejemplo: «dígame señorita Olías, este es el número 20 de la
calle Arenal, ¿no es así? ¿Y su teléfono es el 91.597.16.16? Sigue trabajando
con el BBVA, ¿verdad?...». De esta forma le va acostumbrando a decir sí;
después, llegado el momento, con el mismo aplomo, se le puede decir: «firme
aquí...», o un poco más suave, «¿quiere firmar, por favor?...».
Cierre presuntivo. Muchos clientes dudan al tener que decidir sobre una
elección importante, sin embargo son capaces de decidir sobre los pequeños
detalles, por ejemplo: en una tienda de muebles un vendedor lleva más de
media hora tratando de convencer a una joven pareja sobre la compra de un
sofá; ninguno de los dos acaba por decidirse. Entonces el vendedor se acerca
a ellos con las muestras de la tela para que elijan con la que quieren tapizarlo.
En el momento en que los dos han elegido una, han aceptado implícitamente
la compra del sofá.
Debe dejársele al cliente una copia del pedido, para que no haya malos
entendidos de lo que nos ha solicitado. Deberán también estar bien especificadas
las ofertas que le hayamos prometido, los plazos de entrega y la forma de pago,
no olvidarlo demuestra la seriedad y la profesionalidad del vendedor y de su
empresa. Cuando el vendedor tiene que recoger algunas muestras, catálogos u
otros materiales empleados en la entrevista, debe hablar de algo no relacionado
con la venta y despedirse lo más rápidamente posible. Si el cliente invita al
vendedor a tomar un café, este no debe volver a hablar de venta, sino de aficiones
u otros temas personales, despedirse y marcharse.
G. Reflexión o autoanálisis